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Mujeres bíblicas: Una colección de mujeres para hombres y mujeresUna colección de mujeres para hombres y mujeres

Lunes, 10 de enero de 2022
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Coleccion-Mujeres-Biblicas-San-Pablo_2289980983_15108946_660x371Recomendamos vivamente el blog Mujeres bíblicas, y , si podéis, comprar los libros de esta colección:

“Con ayuda de un grupo de exegetas de primer orden los libros de la colección extraen los elementos más significativos de los textos elegidos, a veces sobre un personaje femenino específico, y otras veces sobre conceptos que tiene que ver con la mirada bíblica sobre las mujeres y sobre la fe de las mujeres, que es lo más importante”

Hace tiempo que teníamos ganas de que compartir todo lo que los estudios bíblicos actuales están sacando a la luz sobre las figuras femeninas de la Biblia. Teníamos ganas que la comunidad cristiana pudiera tener acceso a ellos, pudiera leerlo y contrastar en una lectura creyente la vida de esta memoria de nuestra tradición que ha sido invisibilizada a lo largo de los siglos. Estos libros de pequeño formato son como las minitartas que hay en las pastelerías. Una bomba de sabor concentrada en un pequeño espacio.

Con ayuda de un grupo de exegetas de primer orden los libros de la colección extraen los elementos más significativos de los textos elegidos, a veces sobre un personaje femenino específico, y otras veces sobre conceptos que tiene que ver con la mirada bíblica sobre las mujeres y sobre la fe de las mujeres, que es lo más importante. Desde una perspectiva hermenéutica feminista y con un lenguaje sencillo, pero riguroso, cada teóloga, describe, critíca y reconstruye el texto, que en algunas ocasiones está tan usado que ha perdido su significado original. Evidencian, así, lecturas que no corresponden a la intención original de los textos. Y subrayan algunas claves de comprensión en la lectura de los textos sagrados, desarrollando la dimensión inclusiva de la Escritura.

Cuatro libros de los 30 soñados ya han dado a luz este año y puedes encontrarlos en las librerías o en https://sanpablo.es . Dos referidos al Antiguo Testamento y dos al Nuevo Testamento. De esta manera comprendemos nuestra tradición a la vez que rescatamos la propiamente cristiana de la mano de las primeras creyentes. Los libros no siempre profundizan en un personaje concreto. A veces el libro está basado en un texto bíblico en concreto y la perspectiva que el autor bíblico quiso darle a ese personaje en ese momento concreto. Otras veces se centra en una mujer en concreto tomando distintas fuentes bíblicas para profundizar en ella. Otras veces la exegeta ha elegido un concepto relacionado con el imaginario femenino, para analizarlo, degustarlo y ver cuáles son las influencias culturales que dificultan una lectura inclusiva.

Con la colección Mujeres Bíblicas queremos diseñar el marco de comprensión bíblico de la colección donde la experiencia de fe de las mujeres de nuestra tradición tenga un espacio y se visibilice. Se trata de compensar la ausencia de la tradición espiritual femenina que ha quedado oculta tras una lectura sesgada de la Biblia.

Cada teóloga que participa está especializada en una parte de la biblia que en esta pequeña píldora exegética desgrana y muestra desde sus trabajos investigativos.

Un equipo de veinte mujeres teólogas que están colaborando en la colección. Con estilos diferentes a la hora de escribir describir y recrear el texto bíblico. Unas aplican la hermenéutica crítica desde el análisis del texto con ayuda de otras disciplinas académicas, por ejemplo “María de Betania” de Mercedes Navarro. Otras utilizan la hermenéutica imaginativa, narrando en primera persona lo que el texto bíblico nos quiere transmitir de la fe del personaje, por ejemplo “Agar. En tí” de Pilar Yuste. Otras se centrarán más en la experiencia religiosa y su actualización para nuestras vidas, por ejemplo “La hemorroísa” de Elisa Estévez.

Diversidad de accesos a la Biblia, para distintas sensibilidades y momentos. Esta creatividad construye sabiduría teológica en colectivo, porque la reflexión teológica es más rica si se hace en comunidad. Amplia la mirada del creyente y le da más posibilidades para interiorizar mejor la Palabra de Dios.

Renovar el imaginario bíblico

La colección Mujeres Bíblicas va acompañada de una imagen de portada relacionada con el texto. El objetivo de estas portadas es acompañar la relectura creativa de los textos con un imaginario visual diferente al que tenemos sobre las mujeres de la biblia.

Cuando buscamos por ejemplo en internet los nombres de mujeres bíblicas nos salen imágenes que corresponden a un imaginario femenino francamente machista: algunas de rodillas, otras suplicando, otras llorando, otras calladas… Sin embargo, cuando acudimos al texto bíblico sin prejuicios, muchas veces descubrimos un personaje bíblico completamente diferente, con una intensa vida interior se muestra como Dios fortalece la vida de las personas. Son mujeres fuertes que son capaces de enfrentar las dificultades de sus contextos históricos desde la valentía que les infunde su fe en Dios.

Por eso las imágenes diseñadas se concentran en aquellos momentos de las historias donde se pueda entrever una actitud, una decisión, una acción y nos muestra a la mujer creyente y valiente que hay en cada una de ellas. No se trata de imágenes realistas, propio del imaginario preconciliar, sino de un lenguaje simbólico que evoque una conexión entre la espiritualidad del personaje bíblico y la del lector o lectora.

Tampoco son mujeres bellas, pues no es el valor físico el que la hace ser un personaje bíblico, sino su fortaleza de fe. Con ello se quiere incidir en las miles de ocasiones que las imágenes de las mujeres creyentes han sido transformadas a favor del estereotipo machista de la belleza femenina, perdiendo así su fuerza creyente.

Las mujeres de estos libros son diversas físicamente, inquietan y evocan una diversidad de identidades y de espiritualidad. La colección propone combinar palabra escrita e imagen, dos lenguajes que hoy van siempre juntos. Pensamos con palabras e imágenes, que menos que acompañar el texto bíblico con imágenes también renovadas.

Para empezar a leer esta colección lo mejor es empezar por dos textos introductorios para iniciarse en una lectura feminista de la Biblia:

– “Las Mujeres en la Biblia Hebrea de Ianire Angulo: 

Un buen decorado es fundamental en una obra de teatro, pues nos ayuda a comprender la trama y advertir mejor los matices de los personajes. Este libro pretende ofrecer el escenario fundamental de las mujeres en la Biblia hebrea para, en él, situar a las protagonistas femeninas del Antiguo Testamento.

– “Las discípulas de Jesús de Isabel Gómez-Acebo:

No hay duda de que algunas discípulas de Jesús tuvieron mucho protagonismo a la hora de su muerte y resurrección. Los textos afirman que las mujeres lo siguieron desde Galilea. El propósito de este libro es descubrir, en medio de los silencios, cómo realizaron el discipulado siguiendo los pasos marcados por su Maestro.

Luego, podemos seguir con

– “Noemí (Una vida en proceso), de Dolores Aleixandre:

Noemí y Rut son dos mujeres libres, sabias y valientes que, a pesar de sus diferencias de edad, religión, cultura y procedencia, viven juntas una historia de complicidad y de apoyo mutuo. Juntas viven un tránsito de la carencia, la esterilidad y la muerte, a la fecundidad y la vida.

– “María de Betania“, por Mercedes Navarro: 

María de Betania es un personaje clave en el evangelio de Juan. Ella unge a Jesús los pies. Es un gesto osado, criticado y expuesto, pero Jesús reconoce su enorme valor. Propone una antropología corporal pascual en la que el placer y los sentidos tienen un papel destacado.

–  “La mujer que tocó a Jesús”, de María Elisa Estévez López y

– “Agar“, de Pilar Yuste Cabello.

A ellas se unirán, con próximos títulos, otras teólogas como Ana Unzú, Carmen Picó, Carmen Soto, Carmen Bernabé, Mariola López Villanueva, Junkal Guevara, Elisa Estévez,  Estela Aldave y la propia Silvia Martínez Cano, sobre figuras tan variadas como la hemorroísa, Agar, Débora, Marta de Betania o Tamar

 

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Leer la Biblia con Fe Adulta.

Martes, 4 de enero de 2022
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027B80AE-5067-4C60-961A-58774BE83434Después de leer el último libro de Gonzalo Haya “Leer la Biblia con fe adulta” tengo la satisfacción de estar completando nuestra colección de Exégesis con una pieza fundamental. La Biblia está presente en muchos de nuestros hogares, pero ¿sabemos leerla? ¿O más bien se nos cae de las manos cuando lo hemos intentado?

“Entre los protestantes es frecuente que cada uno tenga su Biblia, la subraye, o pueda decir cuáles son los pasajes que más les han afectado. Entre los católicos, la Biblia frecuentemente coge polvo en la estantería. ¿Por qué esta diferencia?”

“Hasta hace poco se prohibía, y todavía no se recomienda, la lectura de la Biblia. Fue la Reforma protestante la que se atrevió a traducir la Biblia a la lengua de cada pueblo. Los protestantes establecieron la libre interpretación personal; los católicos solamente admitieron como válida la interpretación oficial de Roma, del Papa y sus Dicasterios. Se entiende fácilmente que el mundo católico se haya desinteresado de la lectura personal de la Biblia y se conforme con la interpretación oficial que se les dio en la escuela o la que se le sigue dando en la homilía dominical”.

Leer la Biblia puede ser una forma de revisar mis creencias acudiendo a la fuente de nuestra tradición religiosa. En ese sentido este libro puede llevarnos de la mano por un magnífico camino para repensar y revivir nuestro cristianismo.

Como libro de consulta también puede ser una pequeña joya en nuestra biblioteca. Tener un comentario sencillo de cada libro de la Biblia seguro que resulta muy útil para preparar nuestras intervenciones en grupos, Eucaristías y encuentros comunitarios.

Por último, pero no menos importante, podría utilizarse como un guion muy adecuado para esa catequesis diferente que llevamos años demandando. Seguir el recorrido por los libros de la Biblia desde el Antiguo al Nuevo Testamento es una forma muy práctica para transmitir la fe. La catequesis que se viene impartiendo generalmente tiene un enfoque doctrinal y magisterial que lleva siglos de desviaciones sucesivas. El resultado es un alejamiento enorme entre el catecismo de la iglesia católica y lo que vivió y predicó Jesús.

Qué necesario es releer los textos “sagrados” sustituyendo las interpretaciones mágicas por otras lecturas más adultas que tengan en cuenta los géneros literarios de la época y el análisis de las circunstancias históricas y sociales de los individuos que los escribieron.

“La Biblia no ha sido dictada por Dios a los autores sagrados; estos autores han tenido una más o menos confusa experiencia de Dios y la han expresado con su lenguaje, su cultura y sus propios intereses y prejuicios. El lector actual tiene que separar el trigo de la paja (y de la cizaña)”.

“Ya hemos mencionado que la Biblia no es palabra de Dios, volveremos a repetirlo varias veces porque tenemos esta idea muy arraigada y es necesario superarla para no caer en una interpretación literal de la Biblia y buscar en ella su mensaje empleando nuestra inteligencia racional y nuestra inteligencia emocional y espiritual”.

“En una conferencia comencé leyendo este texto del Primer Libro de Samuel: Así dice el Señor de los ejércitos: Yo castigaré lo que hizo Amalec a Israel al oponérsele en el camino cuando subía de Egipto. Ve, pues, hiere a Amalec, y destruye todo lo que tiene, y no te apiades de él; mata a hombres, mujeres, niños, aun los de pecho, vacas, ovejas, camellos y asnos (1Sam 15,3). ¿Alguien se atreve a decir que esto es palabra de Dios? La orden de matar a los niños de pecho no es palabra de Dios; atribuirla hoy a Dios sería una blasfemia. Aniquilar a los enemigos actuales y futuros fue una táctica de un exaltado nacionalismo en una época muy atrasada en la evolución de la conciencia”.

“La Biblia no es Palabra de Dios; los evangelios no son Palabra de Dios, las Encíclicas de Juan Pablo II o de Francisco no son Palabra de Dios; el Credo no es Palabra de Dios”.

“Dios no se reduce a la experiencia de Abraham, ni a la de los evangelistas. Dios es un misterio indecible, y tenemos que buscarlo en las experiencias de nuestros antecesores, en la experiencia personal y en las de otras culturas”.

“Si me permiten una confidencia, mis libros preferidos del Antiguo Testamento son el Génesis, los Salmos, el Cantar de los Cantares, y los Profetas, aunque a veces resulten lentos, como las películas antiguas. En el Nuevo Testamento prefiero el evangelio de Marcos porque es el más cercano a Jesús y nos presenta a un Cristo muy humano. Me atrae más el Jesús de los evangelios que el Cristo resucitado de Pablo; Me acojo al Padre del hijo pródigo antes que al Dios que me perdona por la sangre derramada de su Hijo”.

He querido copiar varias citas como botón de muestra. El libro propone cantidad de temas fundamentales y estupendos para propiciar un diálogo, una reflexión o una enseñanza.

Para terminar, copio el índice para que podáis valorar el gran trabajo que ha realizado el teólogo sevillano que sin duda nos facilitará a muchos nuestras tareas. Muchas gracias Gonzalo.

Inma Calvo Torrejón. Leer más…

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“¿Qué es vivir despiertos?”. 1 Adviento – C (Lucas 21, 25-28.34-36)

Domingo, 28 de noviembre de 2021
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d501c421-eb6d-45bd-a904-9eade193b1bfJesús no se dedicó a explicar una doctrina religiosa para que sus discípulos la aprendieran correctamente y la difundieran luego por todas partes. No era este su objetivo. Él les hablaba de un «acontecimiento» que estaba ya sucediendo: «Dios se está introduciendo en el mundo. Quiere que las cosas cambien. Solo busca que la vida sea más digna y feliz para todos».

Jesús llamaba a esto el «reino de Dios». Hemos de estar muy atentos a su venida. Hemos de vivir despiertos: abrir bien los ojos del corazón; desear ardientemente que el mundo cambie; creer en esta buena noticia que tarda tanto en hacerse realidad plena; cambiar de manera de pensar y de actuar; vivir buscando y acogiendo el «reino de Dios».

No es extraño que, a lo largo del evangelio, escuchemos tantas veces su llamada insistente: «vigilad», «estad atentos a su venida», «vivid despiertos». Es la primera actitud del que se decide a vivir la vida como la vivió Jesús. Lo primero que hemos de cuidar para seguir sus pasos.

«Vivir despiertos» significa no caer en el escepticismo y la indiferencia ante la marcha del mundo. No dejar que nuestro corazón se endurezca. No quedarnos solo en quejas, críticas y condenas. Despertar activamente la esperanza.

«Vivir despiertos» significa vivir de manera más lúcida, sin dejarnos arrastrar por la insensatez que a veces parece invadirlo todo. Atrevernos a ser diferentes. No dejar que se apague en nosotros el deseo de buscar el bien para todos.

«Vivir despiertos» significa vivir con pasión la pequeña aventura de cada día. No desentendernos de quien nos necesita. Seguir haciendo esos «pequeños gestos» que aparentemente no sirven para nada, pero que sostienen la esperanza de las personas y hacen la vida un poco más amable.

«Vivir despiertos» significa despertar nuestra fe. Buscar a Dios en la vida y desde la vida. Intuirlo muy cerca de cada persona. Descubrirlo atrayéndonos a todos hacia la felicidad. Vivir no solo de nuestros pequeños proyectos, sino atentos al proyecto de Dios.

José Antonio Pagola

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“Se acerca vuestra liberación”. Domingo 28 de Noviembre de 2021. Primer Domingo de Adviento (Comienza el ciclo C)

Domingo, 28 de noviembre de 2021
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01-advientoC1Leído en Koinonia:

Jeremías 33, 14-16. Suscitaré a David un vástago legítimo.
Salmo responsorial: 24, 4bc-5ab. 8-9. 10 y 14: A ti, Señor, levanto mi alma.
1Tesalonicenses 3, 12-4, 2: Que el Señor os fortalezca internamente, para cuando Jesús vuelva.
Lucas 21, 25-28. 34-36: Se acerca vuestra liberación.

Este primer domingo de adviento sirve de puente entre el tiempo ordinario y el tiempo de adviento. El tiempo ordinario termina reflexionando sobre la segunda venida de Jesús, sobre los acontecimientos del fin de los tiempos. En esta medida el primer domingo del adviento se inaugura con el tema del final de los tiempos, y nos va a introducir en el tiempo de la espera y de la esperanza, el tiempo de adviento.

La lectura del libro de Jeremías nos sitúa en el tiempo inmediatamente posterior a la destrucción de Jerusalén en el año 587 a.C. El pueblo está desolado y empieza a tomar conciencia de su situación. Jeremías dirige su palabra profética a su pueblo para decirle que Dios no los ha abandonado, que hará regresar a los cautivos y los perdonará, se construirán de nuevo las ciudades, los campos volverán a granar y los ganados a pastar. Es esos días el Señor hará brotar en rey justo, no como los reyes que los llevaron al destierro, el cual será llamado «Dios es nuestra justicia». Vendrá un rey justo a restaurar al pueblo de Israel.

El salmo responsorial expresará que esa esperanza que leemos en la primera lectura, no quedará defraudada, pues quien espera y quien es fiel al Señor no queda defraudado. Yahvé siempre lleva al cumplimiento su palabra. Por esta razón el salmo enfatiza la idea de Jeremías, el rey de justicia que esperamos sí llegará. Ese rey esperado es para nosotros los cristianos, Jesús el señor.

El Segundo Testamento a partir de la novedad de Jesús nos introducirá en otro tipo de espera y esperanza. Supone claramente que el rey esperado del Primer Testamento es Jesús, pero abre la puerta a una espera en el esperado, hacia el final de los tiempos. Jesús vino en humildad, como el campesino de Nazaret que fue obediente al Padre, y que por esa obediencia fue muerto y resucitado. Pero al final de los tiempos, él regresará a manifestar su gloria. Por eso en la carta de los Tesalonicenses, Pablo exhorta a la comunidad a mantenerse fieles a Jesús y prepararse para esa segunda venida. El evangelio de Lucas describe de manera metafórica, los acontecimientos que precederían a esa segunda venida de Jesús. Por este acontecimiento final es que Lucas invita a los hermanos y hermanas a mantenerse fieles y vigilantes para mantenerse en pie (fieles) ante el Hijo del Hombre.

El texto del evangelio de hoy es un texto difícil: la liberación llega. En los versículos anteriores Lucas nos hablaba del asedio a Jerusalén (21,20-23). Ahora, alude a la segunda venida de Jesús: es decir a lo que llamamos la parusía. El discurso de Jesús es apocalíptico y adaptado a la cultura de su tiempo (apocalipsis no significa catástrofe, como tendemos a pensar, sino revelación), y nosotros tenemos que releer esas señales del mundo natural en el mundo de la historia, que es el lugar en que el Espíritu se manifiesta. La segunda venida del Señor revelará la historia a sí misma. La verdad que estaba oculta aparecerá a plena luz. Todos llegaremos a conocernos mejor (1Cor 13,12b).

En nosotros existe la angustia, el miedo y el espanto, no causados por “las señales en el sol, la luna y las estrellas”. Nuestras angustias e inseguridades están causadas más bien por las crisis económicas, por los conflictos sociales, por el abuso del poder, por la falta de pan y trabajo, por la frustración… de tantas estructuras injustas, que solo podrán ser removidas por el paso -del amor de Dios y su justicia- en el corazón del ser humano.

El mensaje de Jesús no nos evita los problemas y la inseguridad, pero nos enseña cómo afrontarlos. El discípulo de Jesús tiene las mismas causas de angustia que el no creyente; pero ser cristiano consiste en una actitud y en una reacción diferente: lo propio de la esperanza que mantiene nuestra fe en las promesas del Dios liberador y que nos permite descubrir el paso de ese Dios en el drama de la historia. La actitud de vigilancia a que nos lleva el adviento es estar alerta a descubrir el “Cristo que viene” en las situaciones actuales, y a afrontarlas como proceso necesario de una liberación total que pasa por la cruz.

Por eso el Evangelio nos llama a “estar alerta”, a tener el corazón libre de los vicios y de los ídolos de la vida (la conversión), para hacernos dóciles al Espíritu de Cristo que habita las situaciones que vivimos en nuestro entorno. Nos llama a “estar despiertos y orando”, porque este Espíritu se descubre con una Esperanza viva, punto de encuentro entre las promesas de la fe y los signos precarios que hoy envuelven esas promesas. La esperanza es una memoria que tiende a olvidarse, se nutre con la oración, nos adhiere a las promesas de la fe y nos inspira, cada día, la búsqueda de sus huellas en las señales del tiempo. La Esperanza cristiana se hace por nuestra entrega a trabajar para que las promesas se verifiquen en nuestras vidas.

El adviento es tiempo de preparación de espera. Jesús cumplió las promesas del Antiguo Testamento con su vida y predicación. No esperamos su nuevo nacimiento. Esperamos que él vuelva a juzgar la creación. Es ese momento el que esperamos, y para ese momento en que creemos que la justicia, que la igualdad, que la solidaridad se impondrán. Leer más…

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28.11.21.Dom 1 Adviento: Dios a la vista, viene el Hijo del Hombre ( Lc 21)

Domingo, 28 de noviembre de 2021
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6227Del blog de Xabier Pikaza:

J.Ortega y Gasset, filósofo español, decía ya hace tiempo (1926): “Dios a la vista” (El Espectador, Obras II, 493):

“Hay épocas de “odium Dei”, de gran fuga lejos de lo divino, en que esta enorme montaña de Dios llega casi a desaparecer del horizonte. Pero al cabo vienen sazones en que súbitamente, con la gracia intacta de una costa virgen, emerge a sotavento el acantilado de la divinidad. La hora de ahora es de este linaje, y procede gritar desde la cofa: ¡Dios a la vista!”.

Ortega no hablaba del Dios de la Biblia, sino de un Dios vitalista (un poco existencial), para salir del idealismo neo-kantiano que le habían enseñado en Alemania, en su tiempo de estudiante, para “divinizar” una forma distinta de vida, tras la Gran Guerra (1914-1918). Pero ese Dios no llegó, o llegó de forma equivocada en la nueva guerra (1939-1945).

A diferencia de Ortega, la Biblia y la liturgia cristiana dicen “Dios a la vista”, pero añadiendo ¡viene el Hijo del Hombre!, un hombre nuevo y verdadero, pues la humanidad está preñada de Dios, en gran dolor de parto (Pablo en Rom 8), que debemos asumir, en gesto de amor y comunión de vida. Nosotros mismos somos “humanidad en parto”; preñados estamos de Dios, podemos y debemos dar a luz al hombre nuevo.

Por encima del inmenso miedo y locura que amenaza a nuestra tierra en este 2022 (casi un siglo después del anuncio de Ortega), la Iglesia proclama otra vez la llegada del Dios de Jesús, del Hijo del Hombre, todo corazón, rebosante de amor.

¡Que no se emboten vuestros corazones! Dios llega, viene el hombre.  Éste es el tema que abre este Primer Domingo de Adviento (28.11.21), comienzo del año litúrgico 2022, según el Evangelio de Lucas.

Evangelio de Adviento: Lc 21,25-28.34-36

 En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: “Habrá signos en el sol y la luna y las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, enloquecidas por el estruendo del mar y el oleaje. Los hombres quedarán sin aliento por el miedo y la ansiedad ante lo que se le viene encima al mundo, pues los astros se tambalearán. Entonces verán al Hijo del hombre venir en una nube, con gran poder y majestad. Cuando empiece a suceder esto, levantaos, alzad la cabeza: se acerca vuestra liberación.

Tened cuidado: no se os embote la mente con el vicio, la bebida y los agobios de la vida, y se os eche encima de repente aquel día; porque caerá como un lazo sobre todos los habitantes de la tierra. Estad siempre despiertos, pidiendo fuerza para escapar de todo lo que está por venir y manteneros en pie ante el Hijo del hombre.”

Presentación

 Éste es un texto de larguísima historia. Básicamente es un texto del Evangelio de San Lucas, que nos ofrece su propia visión de la historia de los hombres, marcada para siempre por el nacimiento de Jesús. Pero en ese texto y en esa historia del texto pueden verse por lo menos cuatro o cinco estratos:

(a) En el fondo del texto pueden verse rasgos de miedo universal (¡todos los pueblos han sufrido terrores ante el cosmos!), vinculados a la exigencia y esperanza de los profetas de Israel y de los apocalípticos judíos. Se trata de un texto universal de miedo y de esperanza, muy propio de nuestro momento (año 2021/2022), marcado por grandes crisis políticas y económicas, y en especial por la “pandemia” y la gran amenaza ecológica (calentamiento global, polución del agua y del aire).

(b) Este pasaje recoge también la experiencia de Jesús y de las primeras comunidades cristianas, especialmente aquella que se ha expresado en el  libro del Apocalipsis, en algunos pasajes de la tradición de Pablo (1 y 2 Corintios) y en el evangelio de Marcos (Mc 13, capítulo del que Lucas toma los temas principales de su texto). Es un texto que nos sitúa en el principio del cristianismo.

(c) El texto recoge igualmente, los rasgos de la comunidad de Lucas, con la propia inspiración del evangelista. Para entenderlo bien hay que leerlo y comprenderlo desde el conjunto de au Evangelio de Lucas y de su comunidad creyente, a cabello entre el judaísmo y la cultura griega, en un momento de cambios muy fuertes, de tipo social y cultural. Ayudan en esta línea los comentarios de J. L. Sicre, y también los de J. A. Fytzmyer (Fitzmyer, J. A., El evangelio según san Lucas, I-4. Cristiandad, Madrid 1986/7 y 2004) y F. Bovon (F. El evangelio según san Lucas. I-IV, Sígueme,

(d) El texto ha sido recortado y pegado por la liturgia católica, que toma pasajes de aquí y de allí (de Lc 21, 25-36) para recomponerlos de un modo más o menos convencional, creando así un pasaje nuevo, apropiado para el comienzo del adviento católico. En ese sentido, es un texto de la Iglesia, que nos sirve para pasar del fin de la historia a su comienzo, iniciando el Adviento. Por eso, comento el texto litúrgico, paso a paso, no el texto de fondo Lucas, que ofrece otros rasgos y motivos que aquí se han omitido.

(e) Éste es un texto que debo hacer  mío, un texto nuestro… Cada uno de nosotros tenemos que elaborarlo, situándolo dentro de nuestras esperanzas, miedos y alegrías. No puedo recoger toda la historia y teología de Adviento de Jesús, de la iglesia primitiva y de Lucas. Por eso, me limito a comentar del modo más sencillo las palabras del texto actual, conforme a mi visión particular, de creyente y lector de la Biblia, que quiero compartir con vosotros. Para ello divido el texto, de un modo un poco convencional en cuatro escenas (que puede dividirse cada una en tres partes):

Primera escena: Un contexto de miedo

  •  a. Habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas;
  • b. y en la tierra la angustia se apoderará de los pueblos,
  • c. asustados por el estruendo del mar y de sus olas

Dividido el texto en tres partes que leemos desde los extremos, pasando del a y del c al b, como ahora diremos.

(a) Nos hallamos ante un desquiciamiento cósmico, que se expresa en la tríada celeste cósmica: cielo, tierra, mar. En el cielo están los grandes (sol, luna, estrellas) que empiezan a dar señales falsas, ya no alumbra; lo que era principio de estabilidad suprema aparece como expresión de locura.

(c) Por su parte, el mar destruye sus “amarras”, se elevan las olas y tienden a inundar toda la tierra. Según Gen 1, Dios había construido el mundo “domando” los mares, colocando las aguas en sus límites y cauces, permitiendo que surgiera la tierra. Ahora se rompen los límites: sube el agua de los amores en una especie de diluvio invertido, un inmenso tsunami que llega a cubrir los montes más altos.

(b) En medio queda la angustia: los hombres están hechos de miedo. El miedo es como un cáncer que se va extendiendo y les va dominando desde fuera, como un sida que les inunda desde el cielo loco, desde el mar desmadrado.

Segunda escena. Superar el miedo: llega el Hombre

(a) Los hombres se morirán de miedo, al ver esa conmoción del universo;(b) pues las potencias del cielo quedarán violentamente sacudidas.(c) Entonces verán al Hijo del hombre venir en una nube con gran poder y gloria.

 Dividido también el texto en tres partes, pero ahora las leemos seguidas, destacando aquellos rasgos que pueden resultar más significativos en nuestro tiempo.

(a) Vuelve el miedo, un miedo de muerte, terror apocalíptico ante la conmoción del cosmos, la gran sacudida de las “potencias” del cielo. Morir es aquí “salir de sí”, perder la “psyche”, el alma, el aliento. De pronto, al descubrir la fragilidad de los elementos, los hombres pierden el alma, el valor, las ganas de la vida.

(b) Esta muerte por terror (¡puro terror cósmico, más que guerra y peste, más que sida…!) tiene un fundamento cósmico: la sacudida de las “potencias”, que en griego se llaman “dynameis”. Potencias son en lenguaje bíblico los principios rectores del cosmos, los ángeles astrales, los principios matemáticos que rigen el movimiento de los astros…. Este mundo tiene una fecha de caducidad; cielos y tierra pasarán, dice el AT y el evangelio. En un sentidol, todo ese mundo superior de equilibrio en el que estamos sustentados se sacuda y quiebra. Crecen las grietas del gran cosmos, morimos de miedo. Ésta es la más horrorosa de todas las muertes de la humanidad: morir de miedo al descubrir nuestra nada, la nada del cosmos. Muchos temen literalmente la llegada de un fin del cosmos… Normalmente pasarán miles y miles de milenios antes de que el mundo termine, pero estamos en riesgo, siempre en riesgo, pues al ritmo de vida en que vivimos  podemos destruir la vida de este planeta tierra en unas pocas generaciones.

(c) Entonces “verán al Hijo del Hombre…”. No se dice que verán a Dios, ni siquiera al Cristo, ni a los ángeles del cielo: Verán al Hijo del Hombre, es decir, la humanidad verdadera. Éste es el arco iris tras la tormenta del diluvio (Gen 9, 13-16), el arco iris de la paz de Dios, del amor de Dios, Puede morir todo, pero el hombre no acabará… Cielo y tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán… (Lc 21, 33). Pues bien, las palabras de Dios se concretan en el Hombre que viene, la nueva humanidad, que nace de arriba, del trono de Dios, con poder y gloria… Éste es el misterio del nacimiento.

Tercera escena. Levantad la cabeza

(a) Cuando empiecen a suceder estas cosas, (b) cobrad ánimo y levantad la cabeza, (c) porque se acerca vuestra liberación.

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Justicia, paz y liberación. Domingo 1 de Adviento. Ciclo C

Domingo, 28 de noviembre de 2021
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jesus_les_envoieDel blog El Evangelio del Domingo, de José Luis Sicre sj:

Comenzamos un nuevo año litúrgico, preparándonos, como siempre, para celebrar la Navidad. La primera lectura promete la venida de un descendiente de David que reinará practicando el derecho y la justicia y traerá para Judá una época de paz y seguridad. El evangelio anuncia la vuelta de Jesús con pleno poder y gloria, el momento de nuestra liberación. ¿Cómo se explica la unión de estas dos venidas tan distintas? Lo intentaré con la siguiente historia.

La esposa del astronauta y la Iglesia

            Un día la NASA decidió una misión espacial fuera de los límites de nuestro sistema solar. Una empresa arriesgada y larga que encomendaron al comandante más experimentado que poseía. Cuando se despidió de su mujer y sus hijos, la familia pasó horas ante el televisor viendo como la nave se alejaba de la tierra.

            Los niños, pequeños todos ellos, preguntaban continuamente: “¿Cuándo vuelve papá?” Y la madre les respondía: “Vuelve pronto, no os preocupéis”. Al cabo de unos meses, cansada de escuchar siempre la misma pregunta, decidió organizar una fiesta para celebrar la vuelta de papá. Fue la fiesta más grande que los niños recordaban. Tanto que la repitieron con frecuencia. La llamaban “la fiesta de la vuelta de papá”. Pero la inconsciencia de los niños creaba una sensación de angustia en la madre. ¿Cuándo volvería su marido? ¿El mes próximo? ¿Dentro de un año? “La fiesta de papá”, que podía celebrarse en cualquier día del mes y en cualquier mes del año, se le convirtió en una tortura. Hasta que se le ocurrió una idea: “En vez de celebrar la vuelta de papá ‒dijo a los niños‒ vamos a celebrar su cumpleaños. Sabéis perfectamente qué día nació, así que no me preguntéis más cuándo vamos a celebrar su fiesta.

            A la iglesia le ocurrió algo parecido. Al principio hablaba era de la pronta vuelta de Jesús, la que menciona el evangelio de este domingo. Pero esa esperanza no se cumplía, y la iglesia pasó de celebrar su última venida a celebrar la primera, el nacimiento. Sin embargo, no ha querido olvidar la estrecha relación entre ambas venidas, y así se explica que encontremos textos tan distintos.

De reyes inútiles y canallas a un rey justo (Jeremías 33, 14-16)

YA llegan días —oráculo del Señor— en que cumpliré la promesa

que hice a la casa de Israel y a la casa de Judá.

En aquellos días y en aquella hora,

suscitaré a David un vástago legítimo

que hará justicia y derecho en la tierra.

En aquellos días se salvará Judá, y en Jerusalén vivirán tranquilos,

y la llamarán así: “El Señor es nuestra justicia”.

 Para comprender esta lectura hay que recordar la trágica historia de los últimos reyes judíos. Josías, del que tanto se esperaba a nivel religioso y político, murió en la batalla de Meguido luchando contra los egipcios (609). Su hijo, Joacaz, fue deportado a Egipto al cabo de tres meses de reinado. Le sucede Yoyaquim/Joaquin (608-598), al que el profeta Jeremías condena por sus terribles injusticias. Mientras tanto, el dominio internacional ha pasado de Egipto a Babilonia. Nabucodonosor deporta a Joaquín/Jeconías (598-597) y nombra rey a Matanías, cambiándole el nombre por el de Sedecías, que significa “Yahvé es mi justicia”. Este nombre parece una broma, un insulto. ¿De qué justicia habla Nabucodonosor? ¿Qué se puede esperar de un fantoche impuesto por el babilonio? Y la gente se preguntaría: ¿de qué sirve la promesa hecha por Dios a David de una dinastía eterna? ¿Para qué queremos un descendiente de David, si todos los reyes son inútiles o sinvergüenzas?

En este contexto se entiende la promesa hecha por Dios a Jeremías de un rey que se llamará “Yahvé es nuestra justicia”. Un monarca cuyo mismo nombre expresa la estrecha relación de Dios con todo el pueblo, y que salvará a Judá y Jerusalén mediante un gobierno justo. Frente a la angustia y la incertidumbre, implantará la tranquilidad.

Lo fundamental es la idea de un monarca que procura el bienestar del pueblo. En el contexto del Adviento, esta lectura nos recuerda que Dios no se desentiende de los graves problemas políticos y sociales de la humanidad.

El amor como preparación a la Navidad: 1 Tesalonicenses 3, 12- 4,2

Lectura muy importante: indica con qué espíritu debemos vivir siempre la vida cristiana, en especial estas semanas del Adviento.

Que el Señor os colme y os haga rebosar de amor mutuo y de amor a todos, lo mismo que nosotros os amamos a vosotros; y que afiance así vuestros corazones, de modo que os presentéis ante Dios, nuestro Padre, santos e irreprochables en la venida de nuestro Señor Jesús con todos sus santos.

Por lo demás, hermanos os rogamos y os exhortamos en el Señor Jesús: ya habéis aprendido de nosotros cómo comportarse para agradar a Dios; pues comportaos así y seguir adelante. Pues ya conocéis las instrucciones que os dimos, en nombre del Señor Jesús.

Esperar y preparar nuestra liberación: Lucas 21, 25-28. 34-36.

El evangelio comienza con las señales típicas de la literatura apocalíptica a propósito del fin del mundo (portentos en el sol, la luna y las estrellas) que provocan en las gentes angustia, terror y ansiedad. Pero el evangelio sustituye el fin del mundo con algo muy distinto: la venida de Jesús con gran poder y gloria; y esto no debe suscitar en nosotros una reacción de miedo, sino todo lo contrario: “cobrad ánimo y levantad la cabeza porque se acerca vuestra liberación”.

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

Habrá signos en el sol y la luna y las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, perplejas por el estruendo del mar y el oleaje, desfalleciendo los hombres por el miedo y la ansiedad ante lo que se le viene encima al mundo, pues las potencias del cielo serán sacudidas. Entonces verán al Hijo del hombre venir en una nube, con gran poder y gloria. Cuando empiece a suceder esto, levantaos, alzad la cabeza; se acerca vuestra liberación.

A continuación, nos dice el evangelio cómo debemos esperar esta venida de Jesús. Negativamente, no permitiendo que nos dominen el libertinaje, la embriaguez y las preocupaciones de la vida. Positivamente, con una actitud de vigilancia y oración.

Tened cuidado de vosotros, no sea que se emboten vuestros corazones con juergas, borracheras y las inquietudes de la vida, y se os eche encima de repente aquel día; porque caerá como un lazo sobre todos los habitantes de la tierra. Estad, pues, despiertos en todo tiempo, pidiendo que podáis escapar de todo lo que está por suceder y manteneros en pie ante el Hijo del hombre».

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28 de Noviembre de 2021. Primer Domingo de Adviento. Ciclo C.

Domingo, 28 de noviembre de 2021
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“Levantaos, alzad la cabeza; se acerca vuestra liberación.”

(Lc 21, 25-28.34-36)

 

“¡Levantaos!”. Este tiempo de adviento irrumpe invitándonos no solo a la esperanza sino también al coraje. Porque hace falta ser valiente para “ponerse en pie y alzar la cabeza”, pues solo cuando estamos de pie es posible vivir el evangelio de verdad.

Quizá por eso Jesús se pasó buena parte de su “ministerio” (léase “servicio”) poniendo en pie a todas aquellas personas que encontraba postradas: paralíticas, poseídas, encorvadas, ciegas, muertas, incluso un recaudador de impuestos se puso en pie cuando descubrió lo que la presencia de Jesús significaba en su vida (Cfr. Lc 14, 1-9).

Pero, ¿por qué de pie? Porque solo quien se levanta se predispone a servir y solo desde el servicio descubrimos quién es el Dios de Jesús.

En la última cena, una vez más, Jesús, el que había dedicado tanto tiempo a “levantar” a otras y otros, “se levantó de la mesa, se quitó el manto, tomo la toalla…” y se dispuso a servir, se puso a lavarle los pies a sus discípulos, a esos mismos discípulos a los que unos días antes había invitado a esperar la liberación levantados y con la cabeza alzada.

Esperar”, en cristiano, es sinónimo de servicio, el Reino llega en forma de semilla, Dios viene al mundo en la fragilidad de un recién nacido y todos nosotros, que esperamos el gran acontecimiento de su venida, tenemos que vivir nuestra espera al estilo del Maestro. Es decir con la “toalla ceñida”.

Por eso no vale esperar de manos cruzadas, ni a medio gas. El seguimiento de Jesús requiere el 100% de disponibilidad, esperanza y servicio. ¿A qué esperas?

Oración

¡Levantaos!, de pie y con la cabeza bien alta.
¡Levantaos! con una sonrisa en el alma.
¡Levantaos! para derrochar un tierno servicio.
¡Feliz Adviento!


*

Fuente Monasterio de Monjas Trinitarias de Suesa

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El hombre intenta liberarse de su angustia.

Domingo, 28 de noviembre de 2021
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3fc1e26e-ea34-4d6f-8245-e484d0c288c3DOMINGO 1º DE ADVIENTO (C)

Lc 21,25-36

Hoy primer domingo de Adviento, os propongo unos apuntes sobre cómo debemos entender las Escrituras, que son la base de toda liturgia. Es la ciencia la que nos obliga a salir de nuestra ceguera. A Galileo casi le cuesta la vida decir que la tierra se mueve. El argumento de la Iglesia era: la Biblia dice lo contrario. La Biblia no tenía razón pero sí Galileo. Hoy el problema es más grave, porque atañe a la manera de interpretar la biblia. Ni una sola frase debemos entenderla literalmente. Toda ella es teología narrativa.

Es la ciencia la que nos obliga a dar el cambio. Los medios con que contamos hoy son increíbles. Podemos descubrir lo que hay varios metros por debajo de la tierra sin tocarla. Podemos datar con increíble precisión una mínima parte de materia orgánica o de roca. Muchas otras ciencias están al servicio de la arqueología. La sociología nos permite comprender las circunstancias en que vivían sociedades de las que no sabíamos nada. La historia es capaz de ir más allá de lo que podíamos imaginar hace solo unas décadas.

También el mejor conocimiento de las primeras lenguas escritas nos permite aquilatar el significado de los textos de manera mucho más precisa. La exégesis nos permite interpretar esos mismos textos más de acuerdo con la manera de pensar de cada época. Todos estos avances científicos nos obligan a repensar lo que hasta ahora creíamos de los textos bíblicos. El resultado es que los relatos que han llegado a nosotros no quieren decir lo que durante mucho tiempo estábamos convencidos que nos decían.

Lo primero que llama la atención es que todo el AT se escribió entre el s. VII y el IV antes de Cristo. En el siglo séptimo no podían tener ni idea de lo que pasó en tiempo de Noé. Los grandes patriarcas son personajes míticos y todo lo que se dice de ellos no son más que relatos fantásticos utilizando los mitos y leyendas que circulaban en las culturas del entorno. Haber metido a Dios en los relatos no significa que haya intervenido en la historia para dirigirla y condicionarla. Dios no pudo elegir a un pueblo y hacer maravillas en su favor, sobre todo, si, como pasa casi siempre es en contra de los demás pueblos.

David no fundó ningún imperio. La arqueología no ha encontrado ni rastro de ese poderío. Si existió realmente, no pasó de ser un jefe de bandoleros que se hizo con el mando de una tribu. Entonces Sión no era más que un pueblucho sin ninguna capacidad organizativa, menos aún como centro de un imperio. En toda Judea no había más de 2.000 habitantes; mal podía tener un ejército de 30.000. La fastuosidad de Salomón no fue más que una leyenda fantástica. Puede ser que construyera el primer templo, pero ahí acabaría todo.

Los análisis genéticos han demostrado que los judíos no son una raza especial, que llegaron de otra parte. Son de la misma estirpe que los demás habitantes de Palestina. Tampoco se ha encontrado rastro de una emigración del pueblo judío a Egipto. Los egipcios llevaban las anotaciones de los acontecimientos importantes. No hay ni rastro de una población judía en su territorio. En tiempos del Éxodo, los egipcios tenían vigiladlas todas las fronteras con militares que les permitían controlar todo flujo de personas.

Es imposible que salieran de Egipto unos 600.000 varones sin que eso quedase reflejado como un peligro. Es imposible que un número tan descomunal de personas pasaran cuarenta años en el desierto sin dejar el más mínimo rastro. No hubo ninguna teofanía en el Sinaí ni Moisés recibió ninguna tabla con los mandamientos. No hubo ninguna conquista de las tierras de Canaán, porque los judíos siempre estuvieron allí. No pudieron derrumbarse las murallas de Jericó, porque no era más que una aldea insignificante.

Pero, entonces ¿por qué se escribieron todos esos relatos fantásticos que no hacen más que ponderar la intervención de Dios a favor de un pueblo, casi siempre, machacando a otros pueblos? Todos los relatos tuvieron un objetivo muy claro: intentar mantener la esperanza de un pueblo que se sentía zarandeado por todas partes y con muy pocas posibilidades de subsistir. A la vuelta del destierro, el pueblo judío quedó reducido a un puñado de personas de los más bajos estamentos sociales. Lo que consiguieron los escritores fue mantener la esperanza y la energía necesaria para superar la dificultad.

Esto nos tiene que hacernos pensar y aceptar que hemos estado leyendo la Escritura de una manera demasiado simplista. Aunque lo que cuentan no concuerde con lo que pasó, sigue teniendo su valor porque nos invita a buscar una salvación en Dios más allá de las que podemos encontrar por nuestra cuenta. Pero las dificultades que encontraron y cómo fueron capaces de superarlas, eso sí es un hecho histórico. Esto es lo que nos debía preparar a aceptar la lección que aquella actitud puede darnos hoy y buscar una salvación no venida de fuera sino descubierta en lo profundo de todo ser humano.

Todo el año litúrgico es un montaje que hemos construido. Dios no está sometido a este artificio. Dios no tiene que venir de ninguna parte. Está siempre ahí esperando que lo descubramos. Nosotros sí necesitamos esos artificios para aprovechar el tiempo y el lugar oportunos para ese encuentro. Se trata de un intento de armonizar el presente con el pasado y el final. Empezamos el Adviento con lecturas apocalípticas que nos recuerdan los domingos últimos. El pasado y el futuro debemos afrontarlos desde el presente.

El evangelio que hemos leído refleja el ambiente apocalíptico que se vivía en las primeras comunidades cristianas. Están escritos desde una visión mítica del mundo, del hombre y de Dios. Desde esa perspectiva Dios había creado toda la realidad visible quedándose al margen de ella pero gobernándola desde las alturas. El hombre había envenenado la creación con su conducta, pero no tenía capacidad de enderezarla. Dios perdonaría a los humanos y con el mismo poder que creó, recrearía el mundo malogrado eliminado el mal.

Nuestro universo conceptual es muy distinto. La creación no es un acto de la potencia de Dios que ‘hace’ algo fuera de Él, sino que todo lo que existe es la manifestación de lo divino que permanece escondido en lo hondo de toda realidad. Como reflejo de lo divino todo es esencialmente bueno. El maniqueísmo nos empuja a dividir la realidad en opuestos irreconciliables, pero para Dios todo está en una eterna armonía. Nuestra falta de perspectiva nos hace ver el mal que solo está en nuestra cabeza.

 

Meditación

No tienes que esperar ninguna salvación venida de fuera.
Todo lo que puedes llegar a ser ya lo eres.
Tu tarea es descubrir tu verdadero ser
y simplemente serlo.
La oferta oficial va dirigida a satisfacer tu falso yo.

Fray Marcos

Fuente Fe Adulta

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Adviento.

Domingo, 28 de noviembre de 2021
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lavatorio-5Lc 21, 25-28

«…muriéndose los hombres de terror y de ansiedad por las cosas que vendrán sobre el mundo; porque las fuerzas de los cielos serán sacudidas…»

No sabemos si el texto de Lucas pretendía tener un carácter profético, pero sabemos que encierra un hondo simbolismo cuyo mensaje podríamos resumir así: “La humanidad ha pasado grandes calamidades y las seguirá pasando, pero a pesar de todo, levantad el ánimo porque al final resplandecerá la verdad”. Es en cierto modo el mismo mensaje del Apocalipsis: Al final, el triunfo de Dios sobre el mal.

En cualquiera de los casos, llama poderosamente la atención el paralelismo del texto de los tres sinópticos con lo que en este momento nos está anunciando la comunidad científica sobre el futuro que nos espera, y como muestra de este paralelismo podemos citar un conocido informe del Club de Roma en el que se afirma lo siguiente:

«El deterioro irreversible de los ecosistemas marinos, y la dinámica creciente de pérdida de cosechas, provocará el colapso de la civilización debido a la escasez trágica de recursos esenciales para la vida»

Añade el informe que se producirán migraciones masivas para acceder a estos recursos y conflictos generalizados por obtenerlos; que la humanidad padecerá pandemias frecuentes y que las enfermedades tropicales se extenderán a todo el planeta… Y muchas calamidades más. Algunos científicos del prestigio de Stephen Hawking, van mucho más lejos y anuncian la extinción de la especie humana.

Estos pronósticos nos abruman, «nos llenan de terror y ansiedad» —como dice el texto— y nos mueven a pensar que esto no tiene remedio; que esto va a acabar mal. Pero el mensaje del evangelio nos anima a mantener la esperanza: «Cuando empiecen a suceder estas cosas, cobrad ánimo y levantad la cabeza porque se acerca vuestra liberación» … Lucas acierta al ligar nuestra liberación con la venida el hijo del hombre, pero se equivoca al anunciar su llegada en una gran nube con gran poder y gloria. El hijo del hombre ya había venido y no iba a volver; y no lo había hecho en una gran nube, sino en la cuadra de una posada atestada de gente.

El adviento nos invita a preparar bien la celebración de este acontecimiento, en apariencia nimio, pero crucial para nosotros. Porque ese niño pobre será como una luz que se enciende en las tinieblas para ayudarnos a no tropezar; como la aurora que llega tras una noche de pesadilla. Porque en él veremos resplandecer los criterios de Dios, que son los únicos que pueden salvar nuestra vida de la banalidad y el sinsentido, y los únicos, también, que pueden salvar a este mundo del desastre al que lo hemos abocado…

El problema es que estamos cada vez más cerrados a la luz, y así nos va.

 

Miguel Ángel Munárriz Casajús

Para leer el comentario que José E. Galarreta hizo en su momento, pinche aquí

Fuente Fe Adulta

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Se acerca vuestra liberación.

Domingo, 28 de noviembre de 2021
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2196d65a-6e33-4b54-9af3-46176a84e075DOMINGO 1º ADVIENTO (C)

Lc 21,25-28

El Adviento coincide con el final del otoño y el comienzo del invierno. En este tiempo la naturaleza se sumerge en un letargo de descanso y de silencio. Quizá, también a nosotros nos vendría bien despojarnos de todo lo superficial, lo que ya ha cumplido su función y está seco, creencias caducas, dudas que nos bloquean, dogmas encorsetados, protagonismos, egos, miedos, vanidades… Mas, en nuestro interior, en la tierra oscura y cálida, habita y se gesta un nuevo germen de vida que brotará cuando sea llegado el tiempo… Tiempo de descubrir que nuestra vida pende de unas promesas de libertad, de justicia, de fraternidad todavía sin cumplir; tiempo de cuidar eso que llevamos dentro y a veces olvidamos, ese embarazo de lo divino en mí y que he de dar a luz…; tiempo para vivir en profundidad el rítmico latir de cada momento, sin prisas, sin ruidos; darnos cuenta de que lo más sencillo e insignificante es lo que va haciendo grande nuestra existencia, es la savia que, aun dormida, sigue nutriéndonos.

De la mano de los grandes profetas y, ante todo, de Jesús, nos ponemos en camino para dar a luz una humanidad transida del Espíritu de Dios y reconciliada con la nueva tierra transformada. El Dios del Adviento nos empuja siempre hacia algo que se acerca, hacia lo por venir. Es una promesa de presencia. Anuncio de una realidad que no está aún ahí, al alcance de la mano. Por eso saca al ser humano de su ahora hacia el futuro al que le vincula. El pueblo de Israel comprendió, como ningún otro, el sentido de la itinerancia, de la emigración, de la historia. Vivió de cara a lo porvenir como sentido último de su propio devenir.

Por eso, los acontecimientos de nuestra historia de pueblo de Dios tienen siempre ese carácter de provisionalidad. Son estaciones de un itinerario, de un proceso, grávidas de un encargo o tarea de futuro. Así, hasta que se produzca la venida definitiva, el adviento pleno, la parusía.

El hecho de oír el anuncio de nuestra liberación (“levantaos, alzad la cabeza, se acerca vuestra liberación”), suscita un poderoso sentimiento de esperanza. Nuestra generación, nuestro momento histórico, vive transido de una expectación de futuro, un futuro liberador. Sin olvidar lo que el Apocalipsis nos desvela: no se trata de un dualismo en el que lo porvenir, el cielo, se impone sobre la tierra, sino que la Nueva Jerusalén ya existe (Ap 21,2-4). No sería tanto el argumento recibido del “ya pero todavía no” cuanto el “ya aquí a pesar de nosotros”; es el llamamiento a la participación de lo que era, está siendo y será. Precisamente la tarea profética del pueblo de Dios consiste en encender la llama de la esperanza, esa llama frágil que cualquier soplo, en cualquier instante, puede apagar. Si pensamos en la interminable historia de genocidios ocurridos sobre la tierra, sentimos que es un milagro o una utopía mantener una esperanza de futuro.

Se nos invita, pues, a aceptar lo que Dios siembra en silencio, acoger lo que viene de Dios, lo que trae la vida, lo agradable y lo que no lo es tanto; tomar una decisión, afrontar un cambio, arriesgarse, confiar en Él, que sigue trabajando en lo escondido de tu tierra fecunda.

En la primera lectura (Jer 33,14-16) leemos que el anhelado descendiente de David está viniendo y revelando a Dios en su verdadero rostro de Señor-nuestra-justicia. En la carta de Pablo (1Tes 3,12-4,2) la esperanza se confunde prácticamente con el amor, entendido en su dimensión universal, más allá de toda frontera, de toda discriminación y de cualquier condicionamiento. Algo que la Iglesia católica debería tener en cuenta en la consulta sobre el Sínodo de la Sinodalidad para que se haga realidad el “caminar juntos” que todos/as anhelamos y aún no se nos reconoce. Y, añade Pablo, “el Señor os fortalecerá internamente, para cuando Jesús vuelva”.

El evangelio (Lc 21,25-28) proclama con alegría, “Se acerca vuestra liberación”. La esperanza cristiana sobrevuela por encima de todas las tragedias humanas y todos los dramas personales. Se nos invita a interpretar los períodos más oscuros de la historia como signos de liberación. No para olvidarlos, sino para buscar la manera concreta de insertarse en el más eficaz y honesto proceso de liberación humana. Ni victimismos, ni derrotismos, ni pasotismos.

Enfocar el Adviento como tiempo de acoger lo bueno que Dios deja en cada uno/a, agradeciéndolo, creando un espacio de acogida y aceptación, de amor, para que así se produzca el milagro del alumbramiento. Darnos cuenta de los sencillos regalos cotidianos: tu capacidad de ver la belleza a tu alrededor, el encuentro con los vecinos, con los amigos, con la familia, el café de la sobremesa; valorar los alimentos provenientes de la tierra, del mar, en definitiva, del Creador; el acompañamiento en la sala de un hospital, ante la pérdida de un ser querido o en el módulo de la cárcel; el silencio ante lo que nos resulta insoportable y desolador; el trabajo bien hecho, el estudio para seguir avanzando en humanidad.

Adviento, tiempo de oración para ser conscientes de los regalos que Abbá Dios nos deja en el corazón y cada día le agradecemos.

¡Shalom!

Mª Luisa Paret

Fuente Fe Adulta

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El arte de vivir despiertos

Domingo, 28 de noviembre de 2021
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Mirada.2Domingo I de Adviento

28 noviembre 2021

Lc 21, 25-28.34-36

A lo largo de la historia, no ha sido extraño que grupos religiosos, más o menos sectarios, hayan hablado, con tono de amenaza, de un final inminente de la historia, en el que solo los “elegidos” quedarían a salvo.

Como trasfondo, no es difícil adivinar una actitud recurrente en ese tipo de sectas: el rechazo del mundo presente y el sueño de un “mundo nuevo” ideal, en el que “los justos” serían completamente resarcidos.

Pues bien, esta creencia fue común en los ambientes de aquellos primeros grupos de seguidores de Jesús, no sabemos con seguridad si alimentada por el propio Maestro, tal como se recoge en las palabras que el evangelio de Mateo pone en su boca: “Os aseguro que no pasará esta generación sin que todo esto suceda” (Mt 24,34).

Con todo, en medio de todo ese discurso apocalíptico, resalta con fuerza una llamada de atención: “Estad siempre despiertos”. Nadie sabe qué futuro nos espera, nadie conoce el desarrollo de los acontecimientos que están por venir. Sin embargo, hay algo a nuestro alcance: vivir despiertos para que, ocurra lo que ocurra, podamos “mantenernos en pie”, como dice el propio texto.

Vivir despiertos significa salir del sopor del sueño de la ignorancia y venir a la luz de la comprensión. Es un arte y un camino, lo cual significa que es la misma práctica la que nos va haciendo diestros en esa nueva forma de vivirnos.

El arte de vivir despiertos se ejercita en la medida en que disminuye o cesa la identificación con la mente, gracias al silencio y a la toma de distancia con respecto a los contenidos mentales. Ahí encuentra su lugar la práctica meditativa, en la que nos entrenamos para acceder a “otro lugar”, más allá de la mente, que abre la puerta a la comprensión.

Ese otro lugar es el Testigo y aprender a vivir en él constituye un momento y un paso decisivo en el camino espiritual -o despertar- de la persona. Se sale de la “jaula” de la mente -y de todo su griterío- y se percibe todo desde la ecuanimidad del “observador”. Tal práctica, no solo nos otorga una radical libertad interior frente a la mente que nos esclaviza con sus mensajes, sino que nos alinea con la vida, generando paz, gozo, creatividad y entrega amorosa y comprometida.

¿Qué me ayuda a vivir en el Testigo?

 

Enrique Martínez Lozano

Fuente Boletín Semanal

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El hombre espera por naturaleza algo que no está en su naturaleza

Domingo, 28 de noviembre de 2021
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f59e2176-0332-46c8-9c85-4d7fc0d8280aDel blog de Tomás Muro La Verdad es libre:

1.- El final del mundo no coincide con el final del ser humano.

Comenzamos hoy el año litúrgico con el tiempo de Adviento, con el primer domingo de Adviento.

El Adviento es un tiempo –como toda la vida- de esperanza, de activar y fortalecer la esperanza.

El evangelio de hoy nos ofrece una visión esperanzada del final de la historia humana y lo hace con un lenguaje apocalíptico, algo tremendista, pero no se trata de una descripción científica del fin del mundo.

El tiempo y la historia humana terminan en la bondad de Dios. Y ello no es catastrófico sino salvífico y amable

2.- Se acerca, está ya presente nuestra liberación.

En este nuevo año litúrgico nos acompañará el evangelio de San Lucas, que subraya la presencia de la salvación ya aquí y ahora. En el evangelio de San Lucas la salvación se ha hecho ya presente por medio de JesuCristo en nuestra historia:

  • Hoy estamos ya salvados:

Lc 2, 11 Os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es el Mesías, el Señor.

Lc 4, 21 Al comienzo de su ministerio en la sinagoga: Hoy se cumple ante vosotros esta profecía”.

Lc 5, 26 Tras la curación del paralítico, todos quedaron atónitos y alababan a Dios llenos de temor, diciendo: Hoy hemos visto cosas extraordinarias

Lc 19, 5.9   Jesús levantó los ojos y le dijo:

– Zaqueo baja enseguida, porque hoy tengo que alojarme en tu casa. Jesús le dijo:

Hoy ha llegado la salvación a esta casa.

Lc 22, 34    Te aseguro, Pedro, que hoy mismo, antes de que cante el gallo, habrás negado tres veces que me conoces.

Lc 23, 43    Jesús le dijo (al buen ladrón):

Te aseguro que hoy estarás conmigo en el Paraíso.

Hoy, no mañana, los pobres, oprimidos, esclavos y pecadores; estamos salvados hoy.

    La alegría futura se hace presente en el hoy de nuestra historia.

3.- Habrá signos.

    Siempre hay signos en la vida: siempre hay señales de angustia catastrófica: la incertidumbre de la pandemia que se alarga, los que mueren en pateras o en el río Bidasoa, algunas opciones políticas que causan vértigo, las guerras, además de los crónicos fracasos personales, la inseguridad propia de la salud, la decadencia por la edad, los conflictos familiares, laborales, eclesiásticos, etc.

    Cuando empiecen a suceder estas cosas, se acerca vuestra liberación.

Siempre que es media noche, comienza el nuevo día, aunque todavía quede mucha noche.

4.- Esperanza.

La esperanza es la relación amable que establecemos con el futuro; me refiero -sobre todo- al futuro absoluto, una relación llena de sentido.

    La esperanza es la “materia” de la que estamos hechos los seres humanos. Vivimos porque algo en nuestro interior nos convoca a un futuro pleno.

    La esperanza es la confianza en que nuestra vida tiene horizonte. Creemos que estamos en buenas manos, porque estamos en manos de Dios.

No podemos depositar toda nuestra esperanza y confianza en ninguna clase de institución humana: partidos políticos, Iglesias o gobiernos. Todos ellos pueden equivocarse y fallar.

    Es útil tener buenos líderes, por supuesto. Pero, en última instancia, nosotros no podemos basar nuestra esperanza de futuro en ninguna clase de líderes humanos porque ninguno de nosotros, individualmente -o en conjunto-, tiene capacidad suficiente para salvar al ser humano.

Nosotros confiamos y esperamos en Dios.

Levanto mis ojos a los montes, ¿de dónde me vendrá el auxilio? El auxilio me viene del Señor. (Salmo 120).

Me pase lo que me pase (y nos va a pasar de todo), que no me pase sin Ti, Señor.

5.- La esperanza es muy frágil.

    La esperanza es una planta muy delicada, se puede secar pronto, a veces la esperanza es intermitente, aparece y desaparece en nuestro caminar.

    Por eso mismo, porque es muy débil, como el sentido de la vida, hemos de cuidarla y cultivarla.

    Escribía el poeta francés Charles Peguy:

La Fe es la que se mantiene firme por los siglos de los siglos.

La Caridad es la que se da por los siglos de los siglos.

Pero mi pequeña esperanza es la que se levanta todas las mañanas.

6.- Vivir lúcidos.

    No es razonable vivir aletargados, con la sedación como norma de vida. La esperanza no adormece, abre ventanas a los problemas.

Orad

    La oración es ver la vida desde o ante Dios y ello confiere una seriedad, lucidez y horizonte a la existencia. La oración es un modo de vivir lúcidos, atentos y confiados. La oración es un lugar en el que crece la esperanza. En la oración están presentes las miserias y las esperanzas humanas.

    Comencemos el adviento con buen ánimo y esperanza, porque ha llegado el tiempo de la gracia, de la misericordia y del perdón de Dios:

Velad y orad

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Alfaguara reedita la Biblia del Oso con la traducción de Casiodoro de Reina

Jueves, 18 de noviembre de 2021
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Biblia-Oso_2394970506_15792551_667x656Fue la primera realizada desde las fuentes originales al castellano

Actualizada respecto a la de 1987, llegó a las librerías el pasado jueves 11 de noviembre. Editada e introducida por Andreu Jaume, cuenta con más de 3.500 páginas divididas en cuatro tomos y presentada en un estuche

Una de sus principales características es el índice, que difiere de la mayoría de las ediciones protestantes que seguían el orden establecido por Lutero

Para Andreu Jaume: “Leer la Biblia constituye un ejercicio cuyas implicaciones se pierden en el ámbito inagotable y poliédrico de la teología, la filología y la filosofía”

En palabras de Antonio Muñoz Molina, “la Biblia traducida en el siglo XVI por Casiodoro de Reina es una cima de la literatura en español”

El presente estuche reúne los cuatro libros de La Biblia del Oso, la traducción de las Sagradas Escrituras realizada por el humanista Casiodoro de Reina en el siglo XVI. Una obra que, además de ser el punto de referencia de la mayor de las religiones de occidente, está dotada de una belleza expresiva y literaria cuyo poder de fascinación ha vencido el paso del tiempo.

La editorial Alfaguara ha reeditado la Biblia del Oso con la traducción de Casiodoro de Reina, la primera realizada íntegramente desde las fuentes originales al castellano común.

Esta nueva publicación, actualizada respecto a la de 1987 y que llega a las librerías este jueves 11 de noviembre, cuenta con edición e introducción de Andreu Jaume y más de 3.500 páginas divididas en cuatro tomos y presentada en un estuche.

Estos cuatro tomos incluyen elAntiguo y el Nuevo Testamento, divididos en Libros históricos I, Libros históricos II, Libros proféticos y sapienciales y Nuevo Testamento, precisa Alfaguara en un comunicado. Así como los textos deuterocanónicos y los evangelios apócrifos.

Una de sus principales características es el índice, que difiere de la mayoría de las ediciones protestantes que seguían el orden establecido por Lutero.

En este caso, Casiodoro de Reina respetó el canon alejandrino de la Septuaginta que el Concilio de Trento convirtió en dogma, aunque posteriormente, en la revisión que Cipriano de Valera hizo del texto de Reina en 1602 este orden siguiese el de Lutero.

Para Andreu Jaume, “leer la Biblia constituye un ejercicio cuyas implicaciones se pierden en el ámbito inagotable y poliédrico de la teología, la filología y la filosofía, hasta el punto de que la traducción de los textos bíblicos en sí misma es una alegoría a la lectura, la lectura de todas las lecturas, por así decirlo”.

En palabras de Antonio Muñoz Molina, “la Biblia traducida en el siglo XVI por Casiodoro de Reina es una cima de la literatura en español”.

Además de su enorme valor y su influencia espiritual como libro sagrado de tres grandes religiones, la Biblia posee una inconmensurable importancia como texto histórico, cultural y literario. Compuesta en épocas diferentes por autores muy distintos, en sus páginas pueden hallarse no solo consuelo y enseñanza, sino también inspiración. La Biblia cuenta historias que -prescindiendo de las creencias de cada cual- a todos nos conciernen y que han influido de modo sustancial en multitud de escritores de todos los tiempos y en todas las lenguas.

La presente traducción, realizada en el siglo XVI por el humanista Casiodoro de Reina y editada y comentada por prestigiosos especialistas, es en sí misma un auténtico clásico de la literatura en castellano, y su bellísima prosa convierte la lectura en un verdadero placer.

Fuente Alfaguara

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2.11.21 Día de Ánimas. El purgatorio no es un dogma separado de Cristo, sino un elemento esencial su pascua

Martes, 2 de noviembre de 2021
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imagesDel blog de Xabier Pikaza:

Es un tema del que se viene dialogando desde hace más de sesenta años y en esa línea quiero seguir reflexionando en este tiempo en que muchos parecen dudar de su existencia y, lo que peor, añaden que no importa lo que sea, corriendo así el riesgo de pasar por alto un elemento importante del kerigma y de la vida del cristiano.

No es un dogma puramente antropológico que pueda desligarse  del misterio pascual de Jesús, sino un momento radical de ese misterio,  tal como ha sido formulado por el el credo de los apóstoles, cuando dice que Jesús  “descendió a los infiernos” (al purgatorio), para compartir la suerte de los muertos, liberándolos de la destrucción eterna (un tema sobre el que ha reflexionado de un modo especial H.Urs von Balthasar, en su estudio sobre el Triduo Pascual, publicado en MS).

No es un dogma aislado,  que pueda separarse de los otros, sino un momento esencial de la encarnación redentora (pascual) de Cristo que “descendió a los infiernos” para acompañar y liberar a los que “esperaban” (=esperan) su santo advenimiento. Así lo entendió la iglesia antigua y lo sigue entendiendo la de Oriente, que no ha necesitado nunca ni necesita un dogma separado sobre el purgatorio (pues su tema queda integrado en la pascua-resurrección de Cristo).

Es un dogma vinculado a la culminación de la experiencia humana en Cristo, como indicarán las reflexiones que siguen.

Introducción

             El dogma de fondo no son las almas/ánimas que necesitan ser purgadas o sacadas de un tipo de cárcel penitencial, sino Cristo que se ha encarnado (=sigue encarnándose) en la historia de amor y dolor, de vida y muerte de los hombres. Ciertamente, la devoción cristiana ha representado con mucho amor (y a veces con cierto tenebrismo) la cuestión del purgatoria.

     Es bellísima la imagen de la Virgen sacando almas del purgatorio. Es importante la devoción a las almas del purgatorio con quien muchos se mantienen unidos en oración, la comunión eucarística con ellos, la apelación a la Indulgencia de Dios (no a las indulgencias con días particulares etc. etc.).

Pero eso son detalles secundarios. El dogma es Cristo (=Dios encarnado) que vive en los hombres, asumiendo su historia, una historia en marcha, en la que vivos y difuntos nos mantenemos (=estamos comprometidos) de modos distintos en la “marcha” de la vida.

   Eso significa que el camino de vida de los difuntos no ha terminado todavía, pues formamos todos un “cuerpo” en marcha, en comunión de gracia y amor, hasta la plena reconciliación (la plenitud del Reino, cuando el Dios de Cristo sea todo en todos (1 Cor 15, 28)

Un purificatorio

Según la teología tradicional, purgatorio (en sentido figurado) es el “purificatorio”, que no se entiende como “tiempo” sino como proceso de transformación creyente (nos atrevemos a decir “cristiana”) de aquellos que han muerto sin hallarse aún preparados para alcanzar la bienaventuranza de Dios (=que no han llegado aún a la meta de la vida en Dios, que es la parusía plena de Jesús, la resurrección de todos los muertos).

Lo que llamamos purgatorio no es algo que se aplica sólo a las almas separadas, ni tiene un sentido puramente medicinal, como el de las purgas que se empleaban antiguamente para curar a un tipo de enfermos de cuerpo. De un modo semejante,, los enfermos de alma, necesitarían una purificación espiritual, a fin de limpiarse por dentro, para así recibir el amor de Dios y responderle igualmente en amor, amando a los demás hombres y mujeres, llegando de esa forma al cielo.

Por eso, más que de purgatorio e incluso de purificatorio, habría que hablar de amatorio, es decir, de aprendizaje y experiencia de amor, pues quien no ha conseguido amar o recibir en gratuidad el amor de Dios en Dios no está preparado para responderle en amor. Es, por tanto, una escuela de amor, donde el símbolo del fuego no emplea en clave de castigo, sino de creatividad de amor.

De todas formas, la Iglesia Católica no ha logrado explicar plenamente el purgatorio/amatoria, de manera que, en general, las iglesias protestantes se oponen a su visión del tema, negando incluso la existencia del purgatorio. Pero muy posiblemente esa oposición protestante se dirige a un tipo de “mercado” del purgatorio (¡misas por los difuntos, en sentido casi comercial!) más que a la visión recta del tema.

              Sea como fuere, el purgatorio forma parte de la experiencia más honda de la vida humana: Los muertos siguen de algún modo viviendo, tienen una función muy importante en nuestra vida. No son simplemente “di-funtos” (de-functi: los que no tienen ya ninguna función que cumplir)… Sino que su función consiste en mantener nuestro pasado. Por ellos somos, ellos definen de alguna manera lo que podemos ser; y nosotros, los que aún vivimos, seguimos manteniendo en vida a los difuntos, esperando la utopía de la nueva humanidad, de la vida de todos los que han muerto.

  Estrictamente hablando, el símbolo del purgatorio no aparece en la Biblia, aunque se conocen y aceptan en ella las oraciones por los difuntos, como aparece no sólo en 2 Macabeos 12, 43-46 (que es el texto clásico sobre el tema), sino en el conjunto de la piedad israelita y cristiana. En esa misma línea se puede entender un pasaje de Pablo (1 Cor 15, 29), donde se habla de aquellos que se “bautizan” (es decir, se purifican) por los muertos.

Pero más que en unos textos aislados, la experiencia y teología del purgatorio ha de entenderse desde la visión completa de la fe cristiana, que es una fe en la vida, en la transformación y resurrección de los creyentes, es decir, de todos los hijos de Dios, por medio de Jesús. En ese sentido, creo que el purgatorio forma parte del proceso de muerte y resurrección de los hombres en Cristo, para integrarse en el camino de su salvación, para resucitar con él (desde Dios) a la vida eterna (que es Dios Todo en todos). Ese es el principio de purgatorio, la afirmación de que la “vida” de los creyentes no termina con la muerte, sino que se abre en y por ella al despliegue de la luz/amor de Dios   Una historia y realidad compleja

El purgatorio puede vincularse con las “pruebas de purificación” que aparecen en diversas religiones: ellas son como pasos que el novicio o candidato a la madurez debe superar, a fin de alcanzar la perfección y adquirir de esa manera el conocimiento perfecto del misterio y la integración en el grupo de los purificados.

a. Cárcel penitencial. El purgatorio tras la muerte se ha comparado con una cárcel temporal, donde los delincuentes expían por los pecados que han cometido y se purifican, con el fin de integrarse de nuevo en la sociedad, viviendo en ella en una situación de limpieza. Entendida así, la cárcel responde no sólo a la justicia del “talión” (cada uno debe “pagar” por lo que ha hecho), sino también a una exigencia de maduración personal.

Los hombres, especialmente aquellos que son reos de una determinada culpa, tienen que compensar por el mal que han realizado y alcanzar de esa manera la madurez personal que se necesita para vivir en situación de libertad; no es una cuestión de justicia exterior, sino de plenitud interna.

b. Purgatorio tras la muerte. Aparece básicamente como una interpretación teológica de la necesidad de purificación de aquellos que han muerto sin haber logrado una pacificación interior y una maduración personal.

Las religiones de la interioridad (hinduismo, budismo) tienden a interpretar esta necesidad de purificación a través de la doctrina de las reencarnaciones: los espíritus que no han llegado a estar pacificados y no han alcanzado su nivel de perfección, tienen que volver a introducirse en los ciclos de la vida, para así purificarse, hasta alcanzar el estado de inmersión total en lo divino (o en lo nirvana).

Por el contrario, los cristianos católicos han desarrollado la doctrina del purgatorio como medio de purificación individual (para cada hombre o mujer) y lo han concebido como un estado de vida intermedia entre este mundo y el cielo. Los que mueren en estado de imperfección no nacen de nuevo en la tierra, ni van directamente al “cielo” (ni son destruidos para siempre, como los posibles condenados del → infierno), sino que han de ser “purificados” tras la muerte, en un tipo de vida intermedia, que tiene precisamente esa función purgativa de limpieza.

c. Culto a las almas del purgatorio. Es de doble tipo, conforme a la doctrina de la “comunión de los santos”, que vincula a las tres “iglesias”: militante (de la tierra), purgante (del purgatorio) y triunfante (de los que han alcanzado el cielo, culminando de esa forma su camino de lucha).

La visión de esa iglesia purgante, cuyos miembros difuntos (almas del purgatorio) pueden orar por los vivos de la iglesia militante y recibir la ayuda que ellos les ofrezcan (especialmente a través del sacrificio de la misa) ha formado una parte esencial de la piedad católica de la Edad Media y Moderna.

Ese culto por las almas del purgatorio se ha realizado, según eso, en una doble dirección: los vivos han rogado por los muertos (para que culmine su purificación y salgan del purgatorio, triunfando en la vida superior del cielo); los difuntos del purgatorio han rogado por los vivos, protegiéndoles en los diversos peligros de la vida.

Disputa sobre el purgatorio. Un poco de protesta.

Está vinculada, sobre todo, con las formas externas de culto a las almas del purgatorio y, en especial, con las indulgencias. Fue una disputa que nació en torno al siglo XIII y culminó en el siglo XVI, con la crítica de los protestantes y las declaraciones del Concilio de Trento.

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“¿Es la Biblia “Palabra de Dios”?·, por Consuelo Vélez

Miércoles, 13 de octubre de 2021
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Un-hombre-estudia-la-Bibliaestudios-biblicosDe su blog Fe y Vida:

“Veo tanta ingenuidad en los que nutren su vida con otras tradiciones que creen que todo lo que leen es verdad absoluta”

Hay mucha gente que relativiza la palabra de Dios porque está cansada de que se haya invocado tantas veces para mantener doctrinas o leyes que más que ayudar a las personas, les ponen cargas pesadas sobre sus hombros

Durante muchos siglos se leyó la Biblia de manera literal y se la invocó para afirmar que Dios dice esto o aquello. Por supuesto la ingenuidad o ignorancia sobre esa lectura literal es evidente

Es urgente una formación bíblica adecuada que muestre que aquello es una deformación y que, bien interpretada, es palabra de Dios en la medida que usando mediaciones humanas nos da testimonio de cómo descubrir la presencia de Dios en nuestra historia

Planteo esta pregunta de si la Biblia es “Palabra de Dios” porque últimamente he escuchado algunas afirmaciones que parecen relativizarla, también porque mucha gente no cae en cuenta de lo que significaría esto si lo creyéramos a fondo y, finalmente, porque otras personas buscan “palabras de sabiduría” en muchos otros escritos fuera de la tradición cristiana y, sin duda, les ayudan mucho para su vida.

Vayamos por partes. En el primer caso, hay mucha gente que relativiza la palabra de Dios porque está cansada de que se haya invocado tantas veces para mantener doctrinas o leyes que más que ayudar a las personas, les ponen cargas pesadas sobre sus hombros. Ante esto hay que reconocer que la interpretación adecuada del texto bíblico es una conquista “relativamente” reciente y por eso durante muchos siglos se leyó la Biblia de manera literal y se la invocó para afirmar que Dios dice esto o aquello. Por supuesto la ingenuidad o ignorancia sobre esa lectura literal es evidente. Por ejemplo, se toma al pie de la letra que Jesús calmó la tempestad (Mt 8, 26) pero no se toma al pie de la letra el que “si tu ojo es ocasión de pecado, arráncatelo” (Mt 5, 29).

Ya es una afirmación aceptada por la Iglesia que la Biblia fue escrita mucho después de que suceden los acontecimientos que allí se narran y no con la intención de relatarnos detalles precisos de lo que allí pasó sino de testimoniar la presencia de Dios a favor de su pueblo en esos acontecimientos que se cuentan allí. Lo hacen con los géneros literarios de su tiempo y desde las categorías y esquemas de su contexto. Por eso es imprescindible utilizar los métodos exegéticos y hermenéuticos adecuados para entender el texto. Ahora bien, aunque esa tarea es propia de los/as biblistas, no significa que no se enseñe a todo el pueblo de Dios que para acercarse a dicho texto hay que hacerse por lo menos dos preguntas básicas: ¿Qué quiso decir el autor bíblico con ese texto en su contexto? ¿Qué dice ese texto bíblico hoy para nosotros? Sin olvidar que las circunstancias son distintas y que la biblia no es un recetario para aplicar literalmente sino un horizonte de sentido para interpretar nuestro presente.

Es decir, lo que es “Palabra de Dios” no es la literalidad del texto sino el testimonio de fe que los autores/as sagrados nos han dejado en el texto bíblico -una maravillosa mediación humana para mantener en el espacio y tiempo dicho testimonio-. Por lo tanto, tienen razón aquellos que ya están cansados de escuchar predicaciones bíblicas fundamentalistas o literales que no se entienden para el hoy. Por eso es urgente una formación bíblica adecuada que muestre que aquello es una deformación y que, bien interpretada, es palabra de Dios en la medida que usando mediaciones humanas nos da testimonio de cómo descubrir la presencia de Dios en nuestra historia.

En el segundo caso, también es entendible que una tradición tan antigua se vaya desgastando y, más si no se actualiza. Con lo cual, en cada Eucaristía escuchamos al finalizar las lecturas que el lector dice: “Palabra de Dios” y el pueblo responde: “Te alabamos Señor” o “Gloria a Ti, Señor” en el caso del Evangelio. Pero se ha vuelto tan rutinario o se motiva tan poco esa lectura o se explica tan mal esa palabra que la gente no permanece atenta o no llega a “saborear” lo que eso significaría si lo creyéramos a fondo. No estamos escuchando una palabra cualquiera sino una que nos hace posible que sepamos cómo han entendido a Dios los que nos precedieron y cómo podemos entenderlo nosotros hoy. Eso sí, con la humildad suficiente de saber que lo que entendemos sobre Dios siempre es mucho menos de lo que Él es y que como está mediado por nuestra comprensión, podemos matizarla y señalar nuevos aspectos, en la medida que seguimos meditando sobre ella. En este último sentido, si creyéramos que la Biblia es Palabra de Dios, la tarea teológica se referiría mucho más a ella, no solo invocándola para “justificar” alguna idea que decimos, sino para dejarnos sorprender y enriquecer con lo que ella nos dice -ya que es una palabra viva, no muerta-. Pero, como ya lo he dicho otras veces, muchas publicaciones teológicas y muchos eventos académicos, adolecen de la perspectiva bíblica a la hora de presentar sus reflexiones.

Finalmente, nuestro mundo ya esta mucho más configurado con la pluralidad de expresiones culturales y religiosas. De ahí que la cercanía con otras maneras de ver la vida, de darle sentido, de enriquecer las comprensiones ya es una práctica adquirida. Y, resulta una experiencia muy rica -como variada y polifacética es la vida humana-, reconocer que toda la verdad o la manera de ver las cosas, no la tenemos desde la tradición cristiana y que hay muchos libros de sabiduría que nos ayudan y enriquecen. Pero dos observaciones sobre esto. La primera, para los que somos cristianos ojalá que no perdamos la riqueza que nuestra propia tradición nos regala y siga siendo fuente de sentido para nuestra vida. La segunda, saber que con cualquier otro libro de sabiduría hay que tener el mismo cuidado interpretativo que señalé para la Biblia. A veces, veo tanta ingenuidad en los que nutren su vida con otras tradiciones que creen que todo lo que leen es verdad absoluta. Eso también puede revelar una ignorancia o ingenuidad total, admitiendo a veces planteamientos que rayan con lo absurdo. Como toda mediación humana, cualquier horizonte de sentido que se proponga, puede tener errores, manipulaciones, intencionalidades que nos siempre son positivas. Ojalá que el discernimiento sea siempre la actitud para acercarnos a todo libro de sabiduría, pero, a los que nos ha constituido la tradición cristiana, sería muy importante, no olvidar la profundidad de lo que creemos: en una mediación humana -bien interpretada- Dios nos habla como un amigo y su palabra es viva y eficaz, capaz de penetrar el alma y el espíritu y discernir los pensamientos y las intenciones del corazón (Cf. Hb 4,12).

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Y, si Dios fuera Ateo

Jueves, 23 de septiembre de 2021
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61LPa09QdcLJuan Zapatero Ballesteros,
Sant Feliú de Llobregat (Barcelona).

ECLESALIA, 10/09/21.- Alguien dijo en su día “Si las vacas pudieran imaginar a Dios, lo imaginarían en forma de vaca”. Y es que parece ser que existe una tendencia innata a que la persona imagine con forma humana todo ser espiritual o materialmente invisible. De hecho, ya en el siglo V antes de Cristo, el filósofo griego Jenófanes de Colofón criticaba la concepción antropomórfica que se tenía de los dioses, representados siempre con formas humanas diversas. En el caso de las religiones monoteístas, con formas masculinas, todas ellas, y con facciones externas que dejan entrever poder, sobre todo; de hecho en la liturgia cristiana la mayoría de las oraciones comienzan precisamente con estas palabras u otras muy parecidas “Oh, Dios todopoderoso…”.

Pues bien; esto que sucede a nivel físico y exterior, suele pasar también a nivel de cualidades y valores; en este sentido, el Dios de estas tres religiones posee virtudes, nunca defectos evidentemente, en el grado más elevado y superior respecto al que tienen las personas creyentes en ellas; tales, como por ejemplo, la bondad, la misericordia, la benevolencia, etc. Curiosamente, yo supongo que de manera totalmente inconsciente, a este Dios también se le atribuyen maneras de ser, de pensar y de actuar humanas; algunas veces, cuando son positivas, en el grado más excelso, como acabo de decir; otras, en cambio, intentando proyectar en Él nuestros deseos de superar las propias deficiencias, por un lado, o de hacerle partícipe de nuestras concepciones personales por lo que a la vida, al cosmos y a las cosas se refiere; también en cuanto al modo de concebir, entender y practicar la religión, posiblemente con el fin la mayoría de las veces de convencernos y de justificar de esa forma que estamos en lo correcto. Podríamos decir, por tanto, que, si es verdad que Dios no puede experimentar, en cuanto a la actitud de creer, las vicisitudes, oscuridades y dudas que puede llegar a experimentar en general toda persona creyente, sí que puede “creer”, de hecho “cree”, solamente que en grado excelso y absoluto; ello quiere decir que, para nosotros de alguna manera, “Dios es creyente”. Y que bien sería que fuera así para que nosotros pudiéramos justificar con ello en algunos momentos nuestros trapicheos y actitudes poco humanas, poco religiosas y nada cristianas en el caso que nos atañe.

Aunque las gustaría a muchas y muchos, en primer lugar, que Dios creyera a pie juntillas en la carrera “meritoria” que, por cierto, tanto suele complacer, en mayor o menor nivel, a la mayoría de creyentes, por no decir a todos, de cara a ser queridos por Él, a serlo con más intensidad o a que no lo fueran otras personas por no haber hecho tales méritos o no haberlos hecho en la cantidad suficiente, cabe decir que el Dios que mostró Jesús en el Evangelio no cree en absoluto en ninguna de esas nimiedades, menos aún, cuando se pueden cuantificar y medir, por ser visibles, tal y como mandan los “cánones”, no fuere que conciencias “laxas y permisivas”, a nivel religioso, denominasen mérito a cualquier acto de la voluntad. Por eso precisamente, el propio Jesús ya tuvo que salir a zanjar esta visión, cuando “un rico se jactaba de poner pingües monedas en el cepillo del Templo frente a una pobre viuda que había dejado unos céntimos” (Lu 21,1-4).

Dios está muy por encima, también, de dogmas y verdades religiosas; sobre todo, cuando la vivencia de dichos dogmas y verdades resultan muchas veces totalmente estériles, por impedir o, en el mejor de los casos, no ayudar a asumir un compromiso verdadero con la vida de las personas y el entorno que las rodea “Bajaba un hombre de Jerusalén a Jericó…” (Lc, 10,30-37).

No cree, tampoco, en el culto ni en las prácticas religiosas, cuando se las otorga finalidad en si mismas o se las concibe como el camino más expedito para mostrar el amor que se le rinde a Él “por encima de todas las cosas”; ignorando que el verdadero amor a Dios es inseparable del amor a las personas (Mt 22, 36-39).

Dios no cree, sencillamente porque es contrario a su esencia, en el Bautismo como requisito para convertir hijas e hijos suyos y en miembros de “su pueblo” a todas y todos cuantos reciben dicho sacramento; sin menoscabo, evidentemente, de la preeminencia que deben tener en ese “pueblo” quienes reciben el sacramento del Orden Sacerdotal. Y no cree en un sacramento como único instrumento de filiación, porque para Él la vida es, por encima de todo, el gran y verdadero sacramentos “Yo soy el que soy” (Ex 3,13-14); una vida, por cierto, de la que muchos no participan o lo hacen casi vacía de dignidad.

Tampoco cree en una Iglesia donde solamente los varones tienen acceso a los ministerios sagrados y, por tanto, solamente “ellos” pueden estar al frente de las comunidades, pudiendo solamente “ellos” también, valga la redundancia, presidir la “Cena del Señor” y perdonar los pecados.

No solamente no cree, sino que detesta con todas sus fuerzas, que la versión del libro del Génesis “Varón y hembra los creó” (Gn 5,2), se corresponda con los parámetros morfológicos, psíquicos y afectivos que el vulgo ha venido manteniendo como naturales desde antiguo; resultando así más fácil distinguir la rectitud de la perversión y, por ende, la moralidad de la inmoralidad. Y ello, precisamente, por haber entendido de manera literal la versión de dicho libro.

No; nos hemos topado con un Dios que no solamente no es creyente, sino más aún, que muestra un profundo “ateísmo” en estas y otras muchas cuestiones, cuya lista sería casi interminable. Y, todo ello precisamente, porque es un Dios que ama la vida y ama a todos los hombres y mujeres de manera totalmente generosa y gratuita.

(Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

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En el Mes de la Biblia, fallece uno de los más insignes biblistas chilenos, el teólogo Pablo Richard

Jueves, 23 de septiembre de 2021
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Liberation theologian Father Pablo Richard Guzman stands in front of St. Anthony Catholic Church in Soyapango, El Salvador, May 22. Father Guzman, originally from Chile, says Archbishop Oscar Romero was not a follower of liberation theology, "but he influenced us." (CNS photo/Chaz Muth) See ROMERO-RICHARD May 22, 2015. Pablo Richard Guzman (CNS photo/Chaz Muth) 

Fue uno de los teólogos que más aportó para que las comunidades cristianas del mundo pobre

Familiares en Chile confirmaron el fallecimiento del sacerdote Pablo Richard Guzmán, quien ejercía su ministerio desde hace cerca de 40 años

El sacerdote Sergio Torres, uno de sus cercanos amigos y con quien Pablo Richard compartió diferentes proyectos, declaró a Kairós News sentirse muy dolido por la partida de su amigo

Los familiares del sacerdote en Chile le confirmaron el sorpresivo fallecimiento ocurrido en San José, esta mañana, porque no estaba enfermo sino que con las dolencias propias de su edad

Pablo fue fundador y activo dirigente del Movimiento de Cristianos por el Socialismo en los inicios de los años 70. Con el golpe cívico militar del 73 partió a Francia exiliado. Antes se había casado y había tenido hijos

En uno se sus últimos escritos, afirmó: “Cuando Dios se hace humano todos los dioses se derrumban. El dios dinero, el dios mercado, con su fuerza el neoliberalismo”

Afirmó, asimismo: “La lucha de los dioses: los ídolos de la opresión y la búsqueda del Dios Liberador’, fue un libro que entregué a Mons. Romero y que impactó la espiritualidad de los años 80 y más“.

Pablo Richard, médico de la fe y la amistad

Pablo Richard (1939-2021). Cristiano, teólogo de la libertad, amigo

Pablo Richard, teólogo de la liberación contra la idolatría del mercado

1.09.2021

(Kairós News).– “En el principio la Palabra estaba junto a Dios y la Palabra era Dios”. “Y la Palabra se hizo carne  y puso su Morada entre nosotros” (cf. Jn 1, 1-14) Carne significa humanidad en condición de debilidad y mortalidad.(…) Cuando Dios se hace humano todos los dioses se derrumban. El dios dinero, el dios mercado, con su fuerza el neoliberalismo».

Ese fue uno de  los últimos escritos de Pablo Richard, registrado por Amerindia en la Red el 10 de abril del año pasado. «La contradicción es con el Dios Palabra que se hizo carne, que se despojó de su condición divina y se hizo esclavo. ‘La lucha de los dioses: los ídolos de la opresión y la búsqueda del Dios Liberador’, fue un libro que entregué a Mons. Romero y que impactó la espiritualidad de los años 80 y más», añadió.

«Ahora se desata una guerra contra la humanidad y la madre tierra. Sentimos que toman vida los dioses de la muerte, los ídolos de la sangre y la muerte. El Dios de la vida aparece como derrotado. Los y las que gritan ¿dónde está Dios?, no reciben  respuesta. ¿Dios ha muerto? No, está vivo, vivo en los que luchan contra el Coronavirus. Dios no ha muerto, está luchando por la vida», concluía.

Pablo Richard Guzmán, nació en Chile, en 1939. En 1966 se graduó como licenciado en Teología de la Pontificia Universidad Católica de Chile, en la que fue alumno deotro de los grandes teólogos, el belga-chileno José Comblin, quien influyó en su énfasis en el estudio de la Biblia. En 1968 obtuvo la licenciatura en Sagradas Escrituras, en el Pontificio Instituto Bíblico de Roma. En 1969 y 1970 estudió Arqueología bíblica, en la Escuela Bíblica de Jerusalén.

Teología de la liberación

Fue fundador y activo dirigente del Movimiento de Cristianos por el Socialismo en los inicios de los años 70. Gon el golpe cívico militar del 73 partió a Francia exiliado. AllÍ se doctoró en Sociología de la Religión, en La Sorbona de Parìs.

Antes de partir al exilio, Richard dejó el sacerdocio y se casó y tuvo hijos.

Posteriormente se radicó en Costa Rica, país que lo acogió y le dio posibilidades de seguir aportando al movimiento popular de la Biblia del que era un importante difusor junto al brasileño Carlos Mester. Así trabajó en el Departamento Ecuménico de Investigaciones (DEI)], dedicado a la formación permanente de agentes de pastoral en América latina y del que fue director.

En Costa Rica solicitó volver al sacerdocio, siendo aceptado por el arzobispo de San José quien lo encardinó a su diócesis con el expreso apoyo del entonces prefecto de la Congregación del Clero en Roma, el colombiano Darío Castrillón quien después fuera presidente del Celam.

Con la vuelta a la democracia en Chile, Richard visitó en varias oportunidades nuestro país para participar en foros y dar conferencias y talleres bíblicos a las comunidades cristianas, siendo el Centro Ecuménico Diego de Medellín su casa en Chile para realizar estas actividades.

Misa in Memoriam

El sacerdote Sergio Torres, uno de sus cercanos amigos y con quien Pablo Richard compartió diferentes proyectos, declaró a Kairós News sentirse muy dolido por la partida de su amigo.

Torres señaló haber conversado con los familiares del sacerdote en Chile quienes no solo le confirmaron el sorpresivo fallecimiento ocurrido en San José, esta mañana, porque no estaba enfermo sino que con las dolencias propias de su edad, e informaron que se celebrará una eucaristía en su memoria el miércoles 22 próximo, a las 4 de la tarde, en la capilla del Colegio San Ignacio El Bosque, ubicado en Avenida Pocuro 2801, Providencia, Santiago.

Publicaciones

Publicó numerosas obras, entre ellas, los siguientes libros:

– Origen y desarrollo del movimiento Cristianos por el Socialismo: Chile, 1970-1973, 1975. Centre Lebret Foi et développement.

– Cristianismo, lucha ideológica y racionalidad socialista, 1975. Salamanca, Sígueme.

– Cristianos por el socialismo. Historia y documentación,1976. Salamanca: Sígueme.

– Muerte de las cristiandades, nacimiento de la Iglesia, 1978. París: Lebret.

– Desarrollo de la teología latinoamericana: 1960-1978, 1979. San José, Costa Rica: Seminario Bíblico Latinoamericano.

– La Iglesia latino-americana entre el temor y la esperanza: apuntes teológicos para la década de los años 80, 1980. Bogotá: Indo-American Press Service.

– Religión y política en América Central: hacia una nueva interpretación de la religiosidad popular, 1981. San José, Costa Rica: DEI.

– La iglesia de los pobres en América Central (coautor Guillermo Meléndez), 1984. San José, Costa Rica: DEI.

– La fuerza espiritual de la iglesia de los pobres, 1987. San José, Costa Rica: DEI.

– La lucha de los dioses: los ídolos de la opresión y la búsqueda del Dios liberador, 1989. San José, Costa Rica: DEI.

– Lectura popular de la Biblia en América Latina: una hermenéutica de la liberación, 1987. San José, Costa Rica: DEI.

– Apocalipsis: Reconstrucción de la Esperanza, 1994. San José, Costa Rica: DEI.

– El Movimiento de Jesús después de la Resurrección y antes de la Iglesia. Una interpretación liberadora de los Hechos de los Apóstoles, 1998. Maliaño (Cantabria): Editorial Sal Terrae, 2000.

– 10 palabras clave sobre la Iglesia en América Latina, 2003. Estella (Navarra): Editorial Verbo Divino.

– Fuerza ética y espiritual de la Teología de la liberación en el contexto actual de la globalización, 2004. San José, Costa Rica: DEI.

Fuente Religión Digital

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21.9.21.Mes de la Biblia,San Mateo: El evangelio fundacional de la Iglesia

Martes, 21 de septiembre de 2021
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evangelio-de-mateoDel blog de Xabier Pikaza:

Se celebra este día (21, 9) la fiesta de San Mateo, primer evangelista, punto de partida de la lectura del NT y de toda la Biblia para millones de cristianos, como he puesto de relieve en Ciudad Biblia.

Podemos empezar con el relato de la llamada de Jesús, según Lc 5,27-32. No sabemos mucho de él. Mc 2, 14 le llama Leví (levita, hijo de Alfeo), identificado por la tradición con el autor del primer evangelio, un escriba que saca de su arcón de libros verdades antiguas y nuevas, para dibujar la figura de Jesús,  centro de toda la Biblia (Mt 13, 52).

Su “historia” es admirable, paradójica: Es judío (Levi), y sin embargo parece funcionario del dinero universal (de Judea y Roma), publicano sospechoso y afamado. Está contando el dinero en el telonio, pero Jesús le llama y el deja todo y le sigue, invitándole después, con los discípulos y amigos publicanos (pecadores) a comer de fiesta, gastando el dinero quizá mal ganado en un festín sospechoso.

Los fariseos (separados) critican y condenan a Jesús porque se sienta (come, hace amistad) con pecadores y gente de vida dudosa, pero Jesús responde defendiendo el perdón mutuo y el abrazo sobre la ley pura de los intransigentes. Éste Leví es un hombre apropiado para escribir un evangelio como el de Mateo. Hoy sería buen día para leerlo entero.

Cronológicamente no parece el primer evangelio que se ha escrito, Marcos parece anterior, lo mismo que un documento evangélico llamado Q (sigla de Quelle, fuente). Pero el canon del Nuevo Testamento ha colocado al principio el evangelio de Mateo, tomándolo así como libro clave para entender la Biblia Cristiana. Muchos han escrito y siguen escribiendo sobre este evangelio de Mateo. Yo mismo le he dedicado un largo comentario. Pero es preferible leer hoy el texto del Evangelio de Mateo.

 Nueva introducción (Mt 9,9-13)

Cuenta la tradición que un publicano (Levi) se sentaba en su oficina de impuestos (telonio). Parecía por familia un sacerdote: Se llamaba Leví, levita. Pero la fortuna de la vida o su opción económica le hicieron “oficial de aduanas”, quizá jefe económico del puesto de frontera entre Cafarnaúm, donde Jesús vivía (en Galilea, reino de Herodes), y Betsaida, ciudad de Pedro, Andrés y Felipe (en Iturea, reino de Felipe).

            Jesús debía pasar por allí con frecuencia, fijándose en Levi, a quien un día llamó diciendo: “Ven conmigo”. Y Leví dejó la aduana con dinero y siguió a Jesús, el pobre. ¿Qué podría hacer en su grupo un publicano? Quizá hablar de economía, enseñar cómo funcionan los impuestos, de qué forma se invierte el dinero.

Todo eso hizo Leví, sin duda. Pero el texto empieza hablando de otra cosa: Leví invitó a Jesús a comer, con escándalo de muchos que decían: ¡Cómo puede sentarse Jesús a su mesa! Debió ser una comida de solidaridad y compromiso por el Reino. ¿Qué dirían? ¿Qué diríamos nosotros?

EL EVANGELIO DE MATEO

 Elementos distintivos

   He presentado a Mateo como evangelio fundacional de la Iglesia, un evangelio hecho de pactos (entre los de Jerusalén y los de Pablo, entre galileos y helenistas), el evangelio que  ha sido y sigue siendo la palabra clave del “fundamento” de la Iglesia, vinculada a la figura y acción de Pedro (Mt 16, 17-19), un Pedro-cimiento sobre el que pueden edificarse todas las “moradas” y caminos de la Iglesia.

No es un código legal, sino un libro de vida que vincula la tradición de Israel (desde el principio) y la nueva experiencia cristiana, una especie de “manual” de vida (como pudo ser, en un plano distinto, la Regla de la Comunidad de Qumrán). Es, al mismo tiempo, un libro/controversia que recoge el resultado (las actas) de una fuerte disputa entre seguidores de Jesús y judíos rabínicos, con urgencia escatológica, pues muchos aguardaban el cambio de los tiempos, el derrumbamiento de un mundo anterior, la llegada del Reino de Dios. Pero, siendo todo eso, es un libro-guía de Jesús y de su comunidad cristiana.

Mateocuenta la historia de Jesús como cumplimiento de la tradición bíblica, fijada básicamente en la Escritura de Israel (el AT cristiano). Muchos escritos de entonces (entre el III aC y el II dC) quisieron fijar la identidad judía desde las nuevas circunstancias religiosas y sociales, como hizo Mateo, aunque en otras perspectivas. Entre ellos podemos recordar Jubileos, diversas partes de 1 Henoc y la Regla de Qumrán, con los grandes apocalípticos del I-II dC (2 Baruc, 4 Esdras).

Éstos y otros libros querían mantenerse fieles a la tradición judía, pero la reinterpretaban de diversas formas. En ese contexto ha recreado Mateo la tradición y vida judía desde Jesús de Nazaret, abriendo así un camino mesiánico nuevo, que se ha mantenido y extendido en la Iglesia cristiana.

Mateo expone despliega una visión radical del judaísmo, pero entendido desde la historia de Jesús, ofreciendo una visión canónica (eclesial y normativa) de su mensaje y movimiento. Los estudiosos judíos posteriores han aceptado el carácter israelita de otros libros apocalípticos o legales, como los citados (Jubileos y 1 Henoc…), pero afirman en general que Mateo no sería ya judío. En contra de eso, pienso que Mateo es tan judío (fiel a la Escritura de Israel) como esos libros, pero con la diferencia de que ellos no han logrado crear una “comunidad autónoma” de creyentes.

Pues bien, Mateo lo ha hecho, reinterpretando la historia de Jesús en este libro-guía de la comunidad cristiana, superando (trascendiendo) de hecho los límites de un judaísmo rabínico tradicional (con la Misná), pero conservando y ratificando desde Jesús, lo que a su juicio (y a juicio de gran parte de los cristianos) es la raíz del judaísmo.

En esa línea, Mateo es un libro de historia de la iglesia, pues, al recrear la “vida” de Jesús, cuenta su acogida en las iglesias. En el fondo de su evangelio está la historia de Jesús, pero con rasgos tomados de Pablo, y también de Santiago… y en especial de Pedro.

Un tipo de iglesia católica ha estrechado la amplitud del evangelio de Mateo, ha domesticado en forma romana la universalidad de Pedro… En ese sentido, si la iglesia católica quiere recuperar la tradición de Pedro tiene que verle en comunión dialéctica con Pablo, con Santiago, con el Discípulo amado.

No le importa sólo Jesús (sus palabras y sus hechos en sí mismos), sino en la vida de sus seguidores, entre los que destaca Pedro, pero sin negar a Pablo, a Santiago, al Discípulo amado y a las mujeres de Pascua

. Como puso de relieve la “historia de las formas” (Formgeschichte), los evangelios, y de un modo especial Mateo, exponen no sólo el pasado de la historia de Jesús, sino la forma en que esa historia ha sido acogida y valorada por la Iglesia. Según eso, Mateo recrea y vincula dos historias: La de Jesús, Mesías de Israel, y la de sus seguidores en la Iglesia.

Mateo es un libro de choque socio-cultural, y así ofrece una gran alternativa político-religiosa, en el cruce entre dos mundos (oriente y occidente). Es un libro de base semita, oriental (hebreo y arameo), y en esa línea presenta al principio a los “magos de oriente”, los sabios que vienen buscando a Jesús con la estrella (Mt 2).

Pero, al mismo tiempo, es un libro clave de la historia de de occidente, elaborado desde un judaísmo que ha crecido en el contexto socio-cultural del helenismo, en el imperio romano; un libro escrito en griego culto, la koiné helenista, para ofrecer una alternativa económica y social, cultural y religiosa al mundo dominante (al orden romano), desde una ciudad que era cruce de culturas e historias (Antioquía de Siria, hoy Turquía). Ciertamente, no critica de forma directa al Imperio Romano, ni desarrolla una imaginería apocalíptica de su pecado y caída (como el Ap Juan), pero eleva una alternativa mesiánica a su visión de poder del mundo.

Es un discurso de  fuerte controversia, con elementos claramente retóricos, cosa que a veces se olvida en las relaciones entre judíos y cristianos, un libro donde deben esccharse las razones de Pablo y del rabinismo, recreadas desde Jesús.

Ciertamente, incluye textos y testimonios admirables de perdón y comunión, de universalismo y pacificación, pero, al mismo tiempo, recoge la historia de un duro conflicto entre seguidores de Jesús y otros judíos, y lo hace no sólo con dureza, sino incluso con “mentiras retóricas”, acentuando de manera injusta (e incluso ofensiva) los posibles defectos de los adversarios (judíos rabínicos).

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Celebrar el mes de la Biblia reconociendo el papel de las mujeres en su traducción y divulgación

Lunes, 20 de septiembre de 2021
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1428E913-E599-4765-8796-2DA86C0BF6B4San Jerónimo con Santa Paula y Santa Eustoquia | Francisco de Zurbarán. Wikimedia Commons

Del blog de Consuelo Vélez Fe y Vida:

“Hacer de la Biblia el alimento sólido de nuestra espiritualidad”

“Más preocupante todavía es que la Biblia no llega a formar parte de la espiritualidad cristiana católica, como una medicación imprescindible y un texto que el pueblo de Dios reconozca como fuente de vida, o de ‘alimento dulce'”

“Falta más formación bíblica para todo el pueblo de Dios, incluidos los presbíteros que en sus homilías a veces se percibe que le hacen decir al texto lo que no dice o que los usan como ‘excusa’ para pasar a otro tema -casi siempre del ámbito moral”

“Cuando Jerónimo perdió buena parte de su visión, fueron estas mujeres las que le ayudaron en su tarea, con lo cual no sería de extrañar que algunos de los escritos de Jerónimo sean de autoría de estas mujeres”

Consuelo Vélez

Septiembre se conoce como el mes de la Biblia. En el ámbito católico, por la figura de Jerónimo que murió el 30 de septiembre y fue quien tradujo la Biblia del griego y el hebreo al latín. Esa traducción se conoce como la “Vulgata”, habiendo sido este el texto bíblico oficial de la Iglesia católica hasta 1979. En el ámbito protestante, de habla hispana, se recuerda la aparición impresa que hizo Casiodoro de Reina en 1569, conocida como la Biblia del Oso, porque en la tapa aparecía un oso comiendo miel desde un panal. Esta versión fue revisada posteriormente por Cipriano de Valera, dando origen a la famosa versión Reina Valera, que ha sido la Biblia más usada por los evangélicos de lengua castellana.

Más allá de que la Biblia se celebre este mes, siempre es importante recordar que la Sagrada Escritura nos transmite la revelación divina, no a modo de una doctrina fija y literal, sino como bien lo explica la Constitución Dogmática Dei Verbum, mediante los géneros literarios y las condiciones particulares de los escritores sagrados, es decir, siendo ellos verdaderos autores, utilizando sus propios recursos, eso sí, contando con la inspiración divina que nos permite reconocer dichos escritos como Palabra de Dios.

El número 12 de la Dei Verbum se refiere a la necesidad de investigar qué quisieron expresar los autores sagrados y para esto es imprescindible conocer bien los géneros literarios y el contexto desde el que escribieron, para interpretar los textos en consonancia con el sentido general de toda la Sagrada Escritura de manera que se pueda entender lo que Dios nos sigue diciendo hoy a través de su palabra. Es muy importante tomarse en serio esta responsabilidad para no hacerle decir al texto bíblico lo que no dice y menos para justificar nuestras posturas, trayendo un texto bíblico como ‘prueba’ de lo que decimos, cuando muchas veces el texto significa todo lo contrario.

Tomarnos en serio esta responsabilidad todavía resulta difícil. Aunque Vaticano II afirmó que “la Sagrada Escritura debe ser el alma de la Teología (Decreto Optatam Totius, 16), en muchas de las publicaciones teológicas que abordan distintos temas, no es tan frecuente encontrar el aporte desde la Sagrada Escritura a dicho tema. Por supuesto, la mayoría de los artículos, tratando la temática desde la perspectiva sistemática, hacen referencia de alguna manera a la Sagrada Escritura, pero esto no es lo mismo que indagar con la profundidad suficiente y los métodos exegéticos adecuados, la temática que se va a presentar. Algunas veces he recomendado a los organizadores de las obras colectivas que pidan a más biblistas esa colaboración, pero no veo que sea algo que se incorpore suficientemente.

Pero más preocupante todavía es que la Biblia no llega a formar parte de la espiritualidad cristiana católica, como una medicación imprescindible y un texto que el pueblo de Dios reconozca como fuente de vida, o de “alimento dulce” -haciendo referencia al oso comiendo miel de la Biblia protestante-, como podría ser. Falta más formación bíblica para todo el pueblo de Dios, incluidos los presbíteros que en sus homilías a veces se percibe que le hacen decir al texto lo que no dice o que los usan como ‘excusa’ para pasar a otro tema -casi siempre del ámbito moral– en lo que los predicadores gastan mucho tiempo exhortando a los fieles para que no caigan en esos pecados de los que la Biblia generalmente no habla.

El papa Francisco en la Exhortación Evangelii Gaudium (n. 146-147) insiste en que la homilía debe “prestar toda la atención al texto bíblico, que debe ser el fundamento de la predicación (…) Quiero insistir en algo que parece evidente pero que no siempre es tenido en cuenta: el texto bíblico que estudiamos tiene dos mil o tres mil años, su lenguaje es muy distinto al que utilizamos ahora (…) Si el predicador no realiza este esfuerzo, es posible que su predicación tampoco tenga unidad ni orden: su discurso será sólo una suma de diversas ideas desarticuladas que no terminarán de movilizar a los demás”.

Finalmente, conviene recordar el papel de las mujeres en el trabajo de traducción de la Sagrada Escritura. Según testimonios escritos de San Jerónimo, fue un grupo de mujeres -Paula, Eustoquia, Blesila, Fabiola y, especialmente Marcela, entre otras, las que no solo lo sostuvieron económicamente para realizar su trabajo, sino que fueron las que, con su insistencia, interés y dedicación al estudio del texto bíblico, le ayudaron a mantener la constancia en su trabajo y llegar a los logros que la historia le reconoce.

El mismo Jerónimo agradece la insistencia de estas mujeres y dice que muchos le critican por enseñarle a las mujeres -a las que se les considera el sexo débil- y no a los varones, pero él mismo cuenta, que los varones no le preguntaban nada y en cambioellas estaban ahí, haciéndole preguntas con gran rigor intelectual y pertinencia sobre los temas bíblicos. Más aún, alaba la inteligencia de estas mujeres y la rapidez con que alguna de ellas aprendió el hebreo -ya sabían griego y latín-, reconociendo que había aprendido mucho más rápido que él y con mucha más fluidez y excelente pronunciación.

En una de sus cartas llama a Marcela “supervisora de sus trabajos, es decir, ella no solo controlaba el rigor intelectual de Jerónimo sino también organizaba su trabajo. Fue tanta la ayuda que ellas le prestaron que muchas de sus obras las dedica a estas mujeres. Pero aún más. Cuando Jerónimo perdió buena parte de su visión, fueron estas mujeres las que le ayudaron en su tarea, con lo cual no sería de extrañar que algunos de los escritos de Jerónimo sean de autoría de estas mujeres o por lo menos le hayan dado muchos de los insumos que luego este redacta en sus obras. Ellas también se encargaron de la edición y divulgación de sus escritos, a pesar de las resistencias que encontraron en los inicios.

En definitiva, celebrar la Sagrada Escritura es comprometernos con el estudio serio sobre ella y el propósito de hacerla alimento sólido de nuestra espiritualidad pero también -para actuar en justicia-, reconocer el papel de las mujeres en tantas realidades en las que han sido protagonistas y se les ha invisibilizado y, en este caso, si se honra la memoria de San Jerónimo, con más razón deberíamos honrar la memoria de estas mujeres, sin las cuales no hubiera sido posible dicha traducción que fue tan importante para la Iglesia católica durante tanto tiempo.

(Imagen tomada de: https://www.mujeresenlahistoria.com/2017/03/la-primera-monja-santa-paula-de-roma.html)

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“Lo que algunos dicen hoy”. 24 Tiempo Ordinario – B (Marcos 8,27-35)

Domingo, 12 de septiembre de 2021
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45_24_TO_B_1474150También en el nuevo milenio sigue resonando la pregunta de Jesús: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?». No es para llevar a cabo un sondeo de opinión. Es una pregunta que nos sitúa a cada uno a un nivel más profundo: ¿quién es hoy Cristo para mí? ¿Qué sentido tiene realmente en mi vida? Las respuestas pueden ser muy diversas:

«No me interesa. Así de sencillo. No me dice nada; no cuento con él; sé que hay algunos a los que sigue interesando; yo me intereso por cosas más prácticas e inmediatas». Cristo ha desaparecido del horizonte real de estas personas.

«No tengo tiempo para eso. Bastante hago con enfrentarme a los problemas de cada día: vivo ocupado, con poco tiempo y humor para pensar en mucho más». En estas personas no hay un hueco para Cristo. No llegan a sospechar el estímulo y la fuerza que podría él aportar a sus vidas.

«Me resulta demasiado exigente. No quiero complicarme la vida. Se me hace incómodo pensar en Cristo. Y, además, luego viene todo eso de evitar el pecado, exigirme una vida virtuosa, las prácticas religiosas. Es demasiado». Estas personas desconocen a Cristo; no saben que podría introducir una libertad nueva en su existencia.

«Lo siento muy lejano. Todo lo que se refiere a Dios y a la religión me resulta teórico y lejano; son cosas de las que no se puede saber nada con seguridad; además, ¿qué puedo hacer para conocerlo mejor y entender de qué van las cosas?». Estas personas necesitan encontrar un camino que las lleve a una adhesión más viva con Cristo.

Este tipo de reacciones no son algo «inventado»: las he escuchado yo mismo en más de una ocasión. También conozco respuestas aparentemente más firmes: «soy agnóstico»; «adopto siempre posturas progresistas»; «solo creo en la ciencia». Estas afirmaciones me resultan inevitablemente artificiales, cuando no son resultado de una búsqueda personal y sincera.

Jesús sigue siendo un desconocido. Muchos no pueden ya intuir lo que es entender y vivir la vida desde él. Mientras tanto, ¿qué estamos haciendo sus seguidores?, ¿hablamos a alguien de Jesús?, ¿lo hacemos creíble con nuestra vida?, ¿hemos dejado de ser sus testigos?

José Antonio Pagola

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