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Fallece J. P. Meier, autor de la investigación más documentada y extensa sobre la vida de Jesús

Lunes, 24 de octubre de 2022
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57BA438F-379B-42FA-AC14-78CB5E4EBD8ADel blog de Xabier Pikaza:

El sacerdote norteamericano escribió, entre otras obras, ‘Jesús, un judío marginal’ (Verbo Divino)

Acaba de morir J. P. Meier, noticia tristísima para todos los “amigos” de la historia de Jesús. Fui compañero suyo en el Bíblico de Roma, aunque no tuvimos ocasión de relacionarnos.

Después he seguido apasionadamente su obra, que he comentado varias veces en RR y en mis libros sobre la historia de Jesus.

J. P. Meier  sido un historiador ejemplar. He discutido algunos de sus planteamientos, en especial su manera de catalogar y analizar las parábolas. He respondido a su visión del proyecto de Jesús en mi Historia de Jesús. Pero sin él y muchos como él no podríamos haber conocido la trayectoria del proyecto de Jesús. Editorial Verbo Divino ha publicado su obra sobres Jesús. Descansa en paz, sentimos tu ausencia. Sigues estando con nosotros. A mis amigos y colegas de Verbo Divino quiero dar gracias por haber publicado fielmente tu obra: He was the world’s leading scholar of the historical Jesus

  Xabier Pikaza

Compendio de su obra:

Sacerdote y teólogo católico norteamericano, nacido en New York. Estudió en la Universidad Gregoriana y en el Instituto Bíblico de Roma. Ha sido presidente de la Catholic Biblical Association y profesor de la Universidad Católica de Washington y de de la de Notre Dame. Ha escrito varios libros sobre Jesús y el Nuevo Testamento: Law and History in Matthew’s Gospel (Roma 1976); The Vision of Matthew: Christ, Church and Morality in the First Gospel (New York 1979); Antioch and Rome: New Testament Cradles of Catholic Christianity (en collaboración con R. E. Brown, Philadelphia 1983).

Es autor de la investigación más documentada y extensa sobre la vida de Jesús: A Marginal Jew: Rethinking the Historical Jesus I-IV (New York 1991/2009; versión castellana: Un judío marginal. Nueva visión del Jesús histórico I-V, Estella 1998-2018). Meier presenta a Jesús como pretendiente mesiánico, maestro sabio y carismático asesinado, a lo largo de una obra enciclopédica, escrita de forma clara, atractiva y apasionada que constituye, posiblemente el mejor trabajo histórico actual sobre la historia de Jesús.

Meier ha desarrollado una visión multiforme de Jesús, a quien presenta, por otra parte, como la figura más rica y variada del judaísmo de su tiempo, desde una perspectiva histórica y no dogmática. Su trabajo seguirá marcando el pensamiento cristiano de los próximos decenios.

Así resume su visión de Jesús: «Simplemente, como dato fáctico, podemos decir: ningún judío individual de los que podamos identificar, que viviera en Palestina, en aquel tiempo de cambio de era, ha encarnado en sí mismo y, ciertamente, en una carrera que sólo ha durado unos pocos años esta variedad de funciones: (1) Predicador itinerante, (2) profeta escatológico, (3) heraldo del Reino de Dios, (4) hacedor de milagros (así se le suponía), 5) maestro e intérprete de la Ley de Moisés, (6) maestro de sabiduría y tejedor de parábolas y aforismos, (7) gurú personal y líder de una banda itinerante de discípulos, varones y mujeres, (8) profeta judío de Galilea, que terminó siendo crucificado en Jerusalén por el prefecto romano, a causa de su pretensión de ser Rey de los Judíos. (9) Hijo de David…» (cf. Jesús: Un coloquio en tierra santa, Estella 2004, 107-108) (Pikaza, Diccionario pensadores cristianos)

VISIÓN DE CONJUNTO

015FAE91-EDAA-4B23-B209-7818CAAA9813Quizá el exegeta que ha estudiado de manera más completa la figura de Jesús en los últimos decenios. J. P. Meier estudió en el Instituto Bíblico de Roma (en los mismos años en que yo estudiaba), y empezó escribiendo algunos libros sobre el evangelio de Mateo y el origen del cristianismo ((Cf. Law and History in Matthew’s Gospel, Roma 1976); The Vision of Matthew: Christ, Church and Morality in the First Gospel, New York 1979; Antioch and Rome: New Testament Cradles of Catholic Christianity (en colaboración con R. E. Brown, Philadelphia 1983)), pero luego se ha centrado en la elaboración de una obra monumental sobre la vida de Jesús: A Marginal Jew: Rethinking the Historical Jesus I-V (New York 1991/2009; versión castellana: Un judío marginal. Nueva visión del Jesús histórico I-IV, Estella 1998-2017), en la que ha venido trabajando desde hace más de cuarenta años.

Ha publicado cinco volúmenes (uno de dos tomos) sobre:

  1. El encuadramiento histórico y las raíces de la persona de Jesús.
  2. El mensaje del Reino (con la figura de Juan Bautista) y los milagros (en dos tomos)
  3. Los compañeros y competidores
  4. La interpretación de la Ley y el mensaje del amor.
  5. Las parábolas, con su mensaje doctrinal, personal y escatológico

Le quedan (quedaban) en principio tres volúmenes

6. Los títulos de Jesús, con la experiencia de su identidad personal.7. El juicio y muerte (pasión) de Jesús8. (No parece que vaya a escribir un volumen sobre los textos de resurrección, pues ello desborda el plano del Jesús histórico, tal como él lo entiende).

 J. P. Meier no es el único que ha escrito (y ha escrito bien) sobre la historia de Jesús, pero su trabajo es quizá el más significativo e influyente de los últimos decenios, no sólo entre los católicos (lo cita con abundancia y respeto el mismo Papa Benedicto XVI), sino también entre los protestantes y los agnósticos. Él es quizá el punto de referencia básico en el estudio de la vida de Jesús, a principios del siglo XXI, de manera que quien quiera ocuparse seriamente del tema ha de ponerse en contacto con su obra. Tanto en la conclusión como en la introducción de los diversos volúmenes de su obra, todavía en curso de publicación, y especialmente en un trabajo dedicado de un modo directo a su forma de entender la vida de Jesús (Del profeta como Elías al mesías real davídico, publicado en D. Donnelly (ed), Jesús, un coloquio en Tierra Santa, Verbo Divino, Estella 2004, 63-112), J. P. Meier ha sintetizado su interpretación de la vida de Jesús, afirmando, de manera sorprendida, que no tuvo más remedio que cambiar de visión y perspectiva a medida que iba estudiando con más detención y escribiendo con más precisión sobre el tema, a lo largo de veinte años (que pueden alargarse quizá durante bastante tiempo).

F09B2B40-C4A9-4394-BB22-B5596C1B48D0Jesús ha sido (y sigue siendo) una sorpresa para J. P. Meier. Jesús seguirá una sorpresa para aquellos que decidan entrar en su vida, según los evangelios, tanto desde un punto de vista crítico (científico) como desde el punto de vista religioso (y en especial cristiano). En las reflexiones que siguen no estudio la vida de Jesús en sí, sino la forma en que esa vida ha sido interpretada por J. P. Meier a lo largo de su investigación sobre Jesús, Judío marginal, a lo largo de unos años fascinantes, que han marcado el interés de un público muy intenso, de especialistas bíblicos, de historiadores y estudiosos de la vida de Jesús. No ofrezco tampoco un resumen de la obra de J. P. Meier (cosa que podrá hacerse en otro momento), sino una introducción a la lectura de su magna obra que es, en el fondo, una introducción (quizá la mejor que puede hacerse en la actualidad) a la lectura de la historia de Jesús). Ésta es una obra que honra a una editorial como Verbo Divino, desde un punto de vista científico y cristiano, cultural y espiritual

1. Momentos básicos de la vida de Jesús y de la composición de la obra de Meier.

Estos dos momentos (Profeta como Elías, Mesías en la línea de David) marcan no sólo el itinerario de Jesús (su toma de conciencia, su despliegue profético-mesiánico), sino el ritmo de estudio y trabajo histórico de J. P. Meier, tal como él mismo lo ha venido mostrando, de un modo velado, sin revelar sus conclusiones, al final de Vol III y Vol IV (edición española: III, 651-652; IV, 657). Pero el mismo J. P. Meier nos ha ofrecido un “adelanto” de sus conclusiones en el trabajo ya citado (Jesús, un coloquio en Tierra Santa, Verbo Divino, Estella 2004, 63-112), que servirá de base para lo que sigue. J. P. Meier no ha publicado todavía el último volumen de su obra y, siendo como es, muy “obediente” a los textos, podrá ir quizá cambiando de opinión a medida que los vaya investigando con más detención. Pero ésta es, por ahora, su última visión del tema.

Profeta como Elías.En el estudio que desembocó en los dos primeros volúmenes de su obra (Un judío marginal) publicados en 1991 y 1994, J. P. Meier vino a encontrarse ante el rostro de un Jesús histórico, mensajero del Reino de Dios, que él no había esperado ni buscado: «El retrato de un (1) profeta escatológico itinerante, (2) obrador de milagros, (3) proveniente del norte de Israel, vestido con el manto de Elías». ((Cf. A Marginal Jew: Rethinking the Historical Jesus II, Doubleday, New York 1994, 1039-1049 (Versión cast. Un Judío Marginal II/2, Verbo Divino, Estella 1997, 1082-1092)). Ciertamente, J. P. Meier fue descubriendo que Jesús mantuvo tensas relaciones y disputas con grupos rivales, como los fariseos y saduceos, y que elaboró y mantuvo enseñanzas importantes sobre aspectos significativos de la Ley mosaica, componiendo proverbios y aforismos, según la tradición sapiencial de Israel.

Ese Jesús trazó además algún tipo de estructura u organización para sus seguidores. Pues bien, a pesar de su variedad, todos esos rasgos, vinculados a su ministerio profético itinerante y a su mensaje escatológico, expresado a través de parábolas narrativas, pueden y deben interpretarse desde una visión de Jesús como profeta escatológico en la línea de Elías.

Mesías real davídico. Pues bien, a partir del tercer volumen (publicado el 2001) y, sobre todo, a partir del cuarto (publicado el 2009), J. P. Meier ha ido descubriendo y mostrando que la visión anterior (Jesús profeta como Elías) resulta insuficiente para entender su mensaje y camino (y su movimiento). El mismo despliegue y estudio de los textos le ha llevado a descubrir (en contra de sus intenciones) un rasgo nuevo de Jesús, que actúa como Mesías real davídico (más que como profeta) y que acaba siendo crucificado por los romanos bajo el título de Rey de los Judíos. Este paso del Jesús profeta escatológico como-Elías (maestro sapiencial, realizador de milagros), al de Jesús que actúa y se compromete como Mesías real davídico en Jerusalén forma la trama y sentido no sólo de la figura de Jesús, sino de la obra de J. P. Meier (que quiere ser fiel a esa historia).

Eso significa que no podemos hablar de Jesús como figura estática (con un solo proyecto), sino como alguien que ha desplegado su propuesta por lo menos en dos tiempos, con dos figuras distintas: Profeta como Elías, pretendiente mesiánico como David. Desde ese fondo se plantea según J. P. Meier el tema exegético e histórico central del principio del cristianismo: ¿Cómo concuerdan entre sí estos dos retratos: el de Jesús profeta y el de Jesús Mesías? ¿Cómo se puede pasar de Jesús profeta escatológico, hacedor de milagros como-Elías (una figura que, sin duda, tiene un fondo histórico) a un Jesús que actúa y muere en Jerusalén como Mesías real davídico (una figura que es también histórica)? Desde ese fondo se plantean, según J. P. Meier, dos preguntas fundamentales: (1) ¿Es cierto el Jesús histórico se consideró mesías real davídico? (2) ¿Cómo se relaciona ese Jesús mesiánico con el Jesús profeta?

El problema del origen de la visión de Jesús como descendiente davídico. La aportación de Pablo en Rom 1, 3-4. Son muchos los investigadores que han negado ese supuesto, entre ellos John J. Collins y Christoph Burger, quienes suponen que la idea mesiánica era conocida en Israel, en aquel tiempo, pero que Jesús no la aceptó a lo largo de su vida pública, de manera que la visión mesiánica ha sido una interpretación (invención) de sus discípulos, que proyectaron sobre la historia de Jesús un elemento posterior de la fe cristiana .

Pues bien, en contra de eso, estudiando uno por unos los textos en los que aparece la visión de Jesús como Mesías (hijo de David), J. P. Meier ha demostrado que esos textos sólo tienen sentido si es que, en un momento dado, Jesús mismo se entendió (y otros le entendieron) como “mesías davídico”.  J. P. Meier sabe que los datos sobre el nacimiento de Jesús en Belén son secundarios (derivados teológicos), pero él añade que su filiación davídica no es un simple theologumenon, pues ella aparece en los más diversos estratos de la tradición evangélica (anunciaciones y genealogías de Jesús, himnos…), antes de haber sido asumida por los evangelios de la infancia. Ha sido precisamente esa tradición de Jesús como “hijo de David” la que ha servido como “matriz” para el despliegue de los diversos temas de la infancia de Jesús, y en especial de su nacimiento en Belén.

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“ La Sagrada Escritura como fuente de vida y fecundidad cristiana”, por Consuelo Vélez

Miércoles, 7 de septiembre de 2022
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De su blog Fe y Vida:

Septiembre, mes de la Biblia

“Todavía falta mucho para que la Sagrada Escritura sea un “alimento” central en la vida cristiana”

“Nuestras liturgias siguen manifestando que el clero es el que enseña y el laicado es el que aprende”

“Algunos programas teológicos, tienen más asignaturas sobre dogma y magisterio que sobre Biblia”

Septiembre se conoce como el mes de la Biblia, especialmente porque el día 30 se celebra la fiesta de San Jerónimo, quien fue el que tradujo la Biblia del hebreo, del arameo y del griego al latín, en el siglo IV, -versión que se conoce como la Vulgata (edición para el vulgo, para el pueblo)- posibilitando así que muchas más personas pudieran tener acceso a ella. Al recordar este hecho la pregunta que nos surge es sí, en realidad, la Biblia ha llegado “al pueblo”, si es parte de la espiritualidad cristiana y si constituye la referencia primera y fundamental de nuestra Iglesia.

En una mirada rápida y, tal vez, superficial, se respondería afirmativamente porque en la eucaristía ocupa un lugar central e incluso, en muchas celebraciones, se hace una entronización de este libro sagrado con mucha solemnidad. Además, muchos creyentes la tienen en su casa y muestran un respeto real hacia ella.

Pero si profundizamos un poco más, nos damos cuenta de que todavía falta mucho para que la Sagrada Escritura sea un “alimento” central en la vida cristiana. Todavía no se ha logrado -como tal vez lo han logrado más las iglesias cristianas no católicas- que el creyente lea la biblia, la medite, se deje interpelar por esa palabra, encuentre en ella la fuerza y orientación para su vida.

Hay varias causas que podrían explicar este poco acercamiento de los creyentes a la Biblia. Nombremos algunas a manera de propuesta de reflexión, sin tener la total certeza de que esas sean las razones más claras que lo expliquen.

Comencemos fijándonos en la liturgia. El único que proclama el evangelio y lo explica es el ministro ordenado. El resto del pueblo de Dios escucha -cuando no se distrae lo cual es fácil en situaciones de solo escucha- y no tiene ninguna posibilidad de establecer un diálogo frente a lo que escuchó y mucho menos de compartir lo que ese texto le dice. En otras palabras, nuestras liturgias siguen manifestando que el clero es el que enseña y el laicado es el que aprende. Así lo determina la liturgia actual y no será este comentario el que la cambie. Pero conviene pensarlo para propiciar, algún día, cambios que son necesarios porque en la medida que tomemos conciencia de lo que vivimos, podremos empujar para que las cosas cambien.

Si nos fijamos en las prácticas de oración que la iglesia fomenta mayoritariamente, estas consisten en realizar novenas, rosarios, procesiones, adoraciones al santísimo, etc. Todas estas prácticas son valiosas y ayudan a sostener la fe de las personas. Pero en estas prácticas no está muy incorporada la Sagrada Escritura. Parece que da tranquilidad el saber que se cumplió con los pasos que se proponen para rezar una novena, por ejemplo, y esto es suficiente.

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Una semana para descubrir la “inagotable fuente de sentido” de la Biblia.

Lo anterior no quiere decir que, algunas personas no oren con el texto bíblico, pero no es una oración que se fomente con la intensidad con la que se insiste en las otras prácticas. La meditación de la Sagrada Escritura es más propia de la vida religiosa o de alguna porción del laicado que comparte la espiritualidad de una congregación religiosa, pero no para el conjunto del pueblo de Dios que acude a la parroquia y a las celebraciones litúrgicas.

Otra realidad que también acompaña a la Iglesia católica es que a veces se le ha dado más importancia al magisterio que a la Sagrada Escritura. Muchas veces las predicaciones se centran en la doctrina -reforzándola con lo dicho por el magisterio- más que en el anuncio de la Buena Noticia que trae la Palabra de Dios. De hecho, el papa Francisco insistió en la Exhortación Evangelii Gaudium (2013) que “el texto bíblico debe ser el fundamento de la predicación” (n. 146). Bien sabemos que muchas homilías son más “moralistas y adoctrinadoras” (n. 142), que un diálogo entre Dios y su pueblo. Vaticano II afirmó que la Biblia “es el alma de la teología” (Optatam Totius n. 16) y, sin embargo, algunos programas teológicos, tienen más asignaturas sobre dogma y magisterio que sobre Biblia.

Como podemos ver, es difícil el camino que hemos de recorrer para que la Sagrada Escritura pueda ser esa palabra rica, capaz de alimentar, sostener, animar la vida creyente; pero precisamente esa es la tarea que podemos seguir impulsando al conmemorar el mes de la Biblia. El texto del profeta Isaías (55, 10-11) nos ayuda a pensar en la manera como la palabra de Dios actúa en la vida cristiana: “como desciende la lluvia y la nieve de los cielos y no vuelven allá, sino que empapan la tierra, la fecundan y la hacen germinar para que dé simiente al sembrador y pan para comer, así será mi palabra, la que salga de mi boca, que no tornará a mí de vacío sin que haya realizado lo que me plugo y haya cumplido aquello a que la envié”.

¿Es la Biblia “Palabra de Dios”?

Ahora bien, no olvidemos que la biblia hay que interpretarla adecuadamente para no hacerle decir lo que no dice. En eso tanto católicos como cristianos no católicos tienen mucho que aprender. Abunda el “fundamentalismo” en la lectura bíblica. La Palabra de Dios ha de interpretarse y por eso es necesario hacer mínimo dos preguntas: ¿qué quiso decir el texto bíblico en el contexto en el que se escribió? y ¿qué quiere decirnos hoy para nuestro contexto? No podemos olvidar los géneros literarios en los que fue escrita la biblia, las condiciones socio culturales del tiempo en el que se escribió que no corresponden a las nuestras y, de ahí, la necesidad de una interpretación adecuada.

Busquemos, entonces, fortalecer nuestra vida cristiana con el contacto asiduo, directo, constante con la Palabra de Dios. Deseemos aprender a interpretarla. Pongamos los medios para ello. Esto redundará en frutos de vida y vida en abundancia (Jn 10.10) porque la palabra de Dios interpela, renueva, consuela, anima, desinstala, impulsa, en otras palabras, mantiene la vitalidad de nuestro amor a Dios y al prójimo, razón de ser de nuestra vida cristiana.

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En septiembre, Verbo Divino invita a hacer un recorrido por la Biblia a través de treinta libros

Miércoles, 7 de septiembre de 2022
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4D138C6D-A9D3-4249-8303-6B5C5693C3B4Septiembre, un recorrido por la Biblia

Este año queremos dedicar la celebración de SEPTIEMBRE, MES DE LA BIBLIA a hacer un recorrido por una selección de 30 libros de la Biblia y redescubrir desde ellos el atractivo de la Palabra de Dios

Dedicaremos cada día del mes a un libro bíblico sirviéndonos del contenido de la Guía joven de la Biblia

La Guía joven de la Biblia es una obra que, como su nombre indica, trata de ayudar a los jóvenes —y a todas las personas con espíritu joven— a descubrir la Biblia y, sobre todo, su mensaje

(Editorial Verbo Divino).- La Biblia es el fundamento de la vida espiritual de los creyentes y la Iglesia se fortalece cuando la escucha, medita, celebra y estudia. Por ello, este año queremos dedicar la celebración de SEPTIEMBRE, MES DE LA BIBLIA a hacer un recorrido por una selección de 30 libros de la Biblia y redescubrir desde ellos el atractivo de la Palabra de Dios. En definitiva, pretendemos favorecer la confianza y familiaridad con la Biblia de manera que estemos más preparados y que la Palabra ocupe el centro de la vida eclesial.

Dedicaremos cada día del mes a un libro bíblico sirviéndonos del contenido de la Guía joven de la Bibliaobra de la que tomaremos algunos retazos de sus explicaciones, fotos, reflexiones y otras claves que ayudarán a identificar en las páginas sagradas la historia de la propia vida con sus interrogantes, anhelos, limitaciones, respuestas a tantos interrogantes, mensajes y enseñanzas para la vida.

La Guía joven de la Biblia es una obra que, como su nombre indica, trata de ayudar a los jóvenes —y a todas las personas con espíritu joven— a descubrir la Biblia y, sobre todo, su mensaje, con un diseño en el que se ha dado gran importancia al aspecto gráfico, tan importante en nuestros días, como una pantalla para hacer más atractivos sus profundos contenidos, redactados en un lenguaje claro y ameno.

Este libro está disponible en formato digital y en papel. Para la compra del libro en formato papel ofrecemos el 10% de descuento durante el mes de septiembre, utiliza el código de descuento: 10JOVEN.

Y para acceder a las fichas…

¡Apúntate a hacer este recorrido!

 

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Las mujeres y el discernimiento

Miércoles, 27 de julio de 2022
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Mujeres-sinodo_2430366946_15951672_660x371“Hay que tener mucho arrojo para animar a fieles a discernir en el seno de una Iglesia y Religión”

“El Papa señaló que discernir es uno de los tres verbos del Sínodo, que es camino de discernimiento espiritual, de discernimiento eclesia”

“Es de valentía y hay que tener mucho arrojo para animar a fieles a discernir en el seno de una Iglesia y Religión”

“Los textos de la Biblia judía y del Corán, referidos a la mujer, nada de parecido tienen con los Evangélicos antes indicados, tan de delicadeza femenina”

“Mucho y trascendental debió ocurrir para pasar de unos textos tan respetuosos hacia lo femenino, a la realidad, la de la Iglesia católica, de una religión muy clerical a base de varones”

I.- El discernimiento y los jesuitas:

Al inicio del proceso sinodal, en el Discurso del Papa Francisco pronunciado el sábado 9 de octubre de 2021 en el Vaticano (Aula Nueva del Sínodo), al poco de comenzar Discurso, el discernimiento ya es mencionado: “Y para comenzar un discernimiento en nuestro tiempo, siendo solidarios con las fatigas y los deseos de la humanidad”. Recordó el Papa más adelante, lo siguiente, que es esencial y que muchos parecen olvidar: “El protagonista del Sínodo es el Espíritu Santo”.

Luego el Papa constató el malestar y sufrimiento de numerosos agentes pastorales, de los organismos de participación de las diócesis y de las parroquias, y también de “las mujeres que a menudo siguen quedando al margen”. El 10 de octubre de 2021, en la Homilía de la Santa Misa de Apertura del Sínodo de los Obispos, el Papa señaló que discernir es uno de los tres verbos del Sínodo, que es camino de discernimiento espiritual, de discernimiento eclesial.

No es sorprendente que un Papa que es jesuita, perteneciente a la Societatis Iesu, emplee con tanta frecuencia el sustantivo “discernimiento, que es un elemento base, decisorio, de la espiritualidad de San Ignacio de Loyola, que está en sus Ejercicios Espirituales y en otros textos. Ya en la importante Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium (La alegría del Evangelio), fechada el 24 de noviembre de 2013, a meses apenas de haber sido elegido Papa (que lo fue el 13 de marzo de 2013), la palabra discernimiento aparece once veces.

Ese repetido empleo de terminología tan jesuítica, da pie pensar que el Sínodo (2021-2023) tenga en sus fases originales y de inicio una fundamental influencia e impulso por parte de la Compañía de Jesús, que si siempre estuvo muy ligada al Papado, incluso por voto especial, ahora lo está mucho más, en tiempos en los que el Papa es también jesuita (S.J.) Y la discreción de la Compañía, muy agazapada, sin sobresalir en los primeros sitiales del Sínodo, promovido –reitero- por un Papa jesuita, es prueba de prudencia ante lo que pudiera ocurrir en el futuro, acaso indeseable, y de un vital instinto de conservación por parte de la varonil y militante orden religiosa, cuyo Fundador, de cojera por herida de guerra, no quiso hijas, hermanas o madres a su lado.

Es curioso constatar la evolución radical de los jesuitas en la Historia de la Iglesia. En tiempos contemporáneos, siguiendo las directrices y mandatos del documento final de la Congregación General, la número 32, que eligió General al Padre Arrupe, los jesuitas están a la cabeza del progresismo y son su avanzadilla en el mundo eclesiástico. Antes, en anteriores tiempos, cerca del Renacimiento, y más tarde, en tiempos de la Modernidad, los jesuitas hicieron el papel de “contras”, pues fueron los protagonistas del fenómeno de la “Contra-reforma” primero (respuesta católica a la reforma protestante de Lutero, que comenzó en el siglo XVI) y de la “Contra-revolución” después en el siglo XIX, esenciales en el Papado del anti/modernista Pio IX, agrupados en torno a la revista Civiltà Cattolica, e inspiradores de la extremista encíclica Quanta Cura y Syllabus, en 1864. Es normal que los del magis (del siempre más), difíciles a clasificar por ser muy plurales, transiten con facilidad de la contra al pro, o del pro a la contra.

Sobre ello algo ya escribimos, aquí, en Religión Digital, cuando titulamos El jesuita con tricornio, en referencia al Padre Pirrone. confesor del príncipe Salina en la novela siciliana El Gatopardo. Y para leer un análisis detallado del papel desempeñado por los jesuitas en el largo y fundamental Papado de Pío IX, se recomienda el libro de Jean Lacouture, Jesuitas, editado por Seuil, en 1991.

II.- Peligros del discernimiento:

Es de valentía y hay que tener mucho arrojo para animar a fieles a discernir en el seno de una Iglesia y Religión, pues puede producirse, con facilidad, una confusión entre lo que son pensamientos del discernimiento adecuados, muy aplaudidos por unos, y pensamientos de discernimiento inadecuados, de supuestas apostasías, cismas y herejías, muy rechazados por otros. Insisto en que hay que tener mucho cuidado, para no llevarse sorpresas, pues se conocen los inicios y nunca los finales en las incitaciones al discernimiento, colectiva e individualmente, siendo de evitar las tentaciones al fuego, salvo que se sea un pirómano, allí donde hay materias tan combustibles como son los dogmas y los anatemas, de tanta tradición católica, no siendo fortuito que el concilio de Latrán en 1215, que definió el dogma, fuera el de la institución de la Inquisición.

Siempre se dijo que a los alemanes y a sus aprendices, incluidos los españoles, enloquece la metafísica y, naturalmente, la teología, con sus cóncavos o picudos discernimientos, siendo esa la causa de tanta locura, de extremismo y de tantos extremistas a lo germánico, que, al igual que Goethe, hablan alemán en la intimidad, entretenidos en fuegos fatuos. Muchos consideran normal lo que ocurre ahora a los alemanes, en su Sínodo, como se consideró normal lo que les ocurrió en su exitoso Concilio, el Vaticano II, que tanto influyeron, aunque ya protestaban de todo y protestándolo todo. Algunos dirán que de aquellos polvos conciliares resultan los presentes barros sinodales. De lo que estoy seguro es que lo último nunca lo reconocerá el cardenal Kasper, que ahora, bélicamente, discursea sobre “golpes sinodales de Estado”, asunto tenebroso por venir de un germano.

Más dejemos, por ahora, los radicalismos sinodales de los alemanes y alejémonos también de los de alguna diócesis, más o menos española. Bástenos la llamada “ponderación”, nada revolucionaria de la Conferencia Episcopal Española, la  cual, en la conclusión de la fase diocesana del Sínodo 2021-2023, el 11 de junio de 2022 (Asamblea Final Sinodal de la Iglesia en España), señaló que la participación sinodal había sido principalmente de personas ya implicadas en la vida de la Iglesia, mayoritariamente mujeres, y que entre los temas de más fuerte resonancia en el proceso sinodal, el primer lugar lo ocupó el papel de la mujer en la Iglesia.

III.- Ya en lo femenino:

Es normal que la llamada “Revolución feminista”, que nació en el siglo XIX  y que continúa exitosa en el siglo XXI, golpease las puertas de los tres monoteísmos, el Judaísmo, el Islam y el Cristianismo, considerados baluartes o fortalezas del llamado patriarcado, y con unos textos fundamentales, por ser palabra de Dios, de un “Dios Padre”, tachados por ser de apoteosis masculina. Surge una diferencia entre el cristianismo y los otros dos monoteísmos, pues en los Evangelios la posición de Cristo hacia la mujer no puede ser menos patriarcal y más liberadora, de profundo respeto. Emmanuelle Seyboldt, cristiana protestante y “pastora”, escribió: “Los evangelios presentan a Jesús de una manera que se pudiera calificar de feminista”.

Acaso no tanto, pero son de recordar en sentido favorable a la mujer, episodios evangélicos como el encuentro de Jesús con la mujer samaritana (San Juan, 4, 8-43), la discusión con Marta (Lucas, 10, 38-42) y ese fascinante episodio de Jesús con la mujer adultera (San Juan, 8, 1-11), en el que, sorprendentemente, Jesús escribió en la arena sin saber el qué (“Jesús, inclinándose hacia abajo, escribía con el dedo en la tierra”). Esos tres episodios están magníficamente comentados en la Edición de Antonio Piñero, Los Libros del Nuevo Testamento, editorial Trotta 2022, 2ª edición, páginas 1336 y siguientes, 835 y siguientes, y 1358 y siguientes. A esos tres “episodios”, habrá de añadirse un cuarto, que consta en los cuatro Evangelios canónicos, acerca de la presencia de mujeres, María Magdalena, María la de Jacobo y José, y la madre de los hijos del Zebedeo; un cuarto muy importantes, pues inició el relato acerca de la Resurrección del Señor, esencial en el Cristianismo.

 Mucho y trascendental debió ocurrir para pasar de unos textos tan respetuosos hacia lo femenino, a la realidad, la de la Iglesia católica, de una religión muy clerical a base de varones, denunciado por el mismo Papa y siendo conclusión de la fase sinodal diocesana la denominada superación del clericalismo. Acaso en ello haya un deseo divino, propiciador de la  sequedad vocacional, y que sin las mujeres no sea superable el galopante secularismo. Y aquí procede hacer  tres observaciones:

A).- Los textos de la Biblia judía y del Corán, referidos a la mujer, nada de parecido tienen con los Evangélicos antes indicados, tan de delicadeza femenina. La lectura en clave femenina de los textos judíos y musulmanes han de exigir interpretaciones y hermenéuticas que no precisan los textos cristianos, pues a estos bastará quitarles la roña acumulada y no esconderlos. A dicho efecto sirve de prueba el libro escrito a tres voces por la cristiana Emmanuelle Seyboldt, la judía Floriane Chinsky y la musulmana Kahina Bahloul, titulado Mujeres y dioses, publicado en Francia en 2021 y ahora es muy actual por la conclusión de la fase diocesana del Sínodo. En ese libro se trata de dar respuesta al asunto del papel de las mujeres en las tres religiones, tan marcadas por siglos de patriarcado, y ello a través del diálogo a tres, de  una mujer “pastor” en una Iglesia protestante, de una mujer “rabino” en una Sinagoga judía  y de una mujer “imán” en una Mezquita. Interesante el reportaje sobre Kahina publicado el pasado 17 de junio en ABC,  si bien la apellida indebidamente, Bahlqui.

B).- Se destaca la enorme importancia del clericalismo católico, de alguna equivalencia o parecido al clericalismo musulmán del Chiismo, y no existiendo clérigos ni en el Judaísmo ni en el Sunismo musulmán, pues ni los rabinos ni los ulemas e imanes son clérigos en sentido estricto. Es de señalar lo ocurrido en los años 1980-1990, con la llegada al poder en Irán de los clérigos chiítas encabezados por el ayatollah Khomeyni: una llegada que supuso una conquista del Poder, preocupación y ocupación primordial de hombres clérigos, y, además, una revisión fundamentalista de textos musulmanes y de prácticas, con la consiguiente apoteosis de lo masculino y un endemoniar lo femenino. Basta observar la realidad de las mujeres en Irán, hoy.

 C).- Es de juristas y de Justicia no generalizar sobre clérigos, pues unos o muchos son ejemplares y otros, en especial, los ya en la jerarquía, son del “ordeno y mando”, del abuso de superioridad y del prevalimiento, que encubren el miedo, miedo al otro sexo. Frente a ellos, a las mujeres queda no sólo el reproche, incluso el de las más altas autoridades eclesiásticas, sino también la denuncia por pisotear dignidades humanas. Y traigo a colación la reciente sentencia, de uno de Junio de 2022, la número 544,  de la Sala 2ª del Tribunal Supremo, presidida por el sabio magistrado don Manuel Marchena, discípulo, por cierto, de los jesuitas de Deusto. Y una Sentencia que cita al filósofo Rawls, recordando lo que llamó “el deber de civilidad”, que ha de estar insito en los que dicen estar sujetos al “deber de religiosidad”.

(Deberá continuar con el asunto de los cuerpos, también el de las mujeres, con la peculiaridad cristiana de un Dios encarnado, con ese texto tan peculiar que es El Cantar de los Cantares y con los monoteísmo “liberales” en el Islam y Judaísmo, regidos por mujeres)

Fuente Religión Digital

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“Jonás, un profeta contracultural”, por Gonzalo Haya

Viernes, 27 de mayo de 2022
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Y… hoy me dedico especialmente este texto, de hace algunos años, acerca del libro de Jonás

Invito a leer un simpático cuentecito del Antiguo Testamento que, con  una fina ironía teológica, nos da una imagen de Dios que muchos cristianos actuales todavía no han descubierto.

Es un cuentecito, dos páginas, que desarrolla la historieta de un profeta al que Dios envía a Nínive con tremendas amenazas si no se arrepienten de su inmoralidad. El profeta huye hacia el otro extremo del mundo para evitar esta ingrata tarea. En su travesía surge una tormenta, castigo de Dios por su desobediencia, y es arrojado al mar; se lo engulle un enorme pez, reza a Dios, y el pez lo devuelve a la playa. Ahora sí; va a Nínive (capital del Imperio asirio, enemigo tradicional de Israel y símbolo de crueldad y opresión), predica su amenaza, y Nínive se convierte desde el rey hasta el último habitante. Dios los perdona, el profeta se siente estafado, y Dios baja para apaciguarlo. Un cuentecito, conscientemente increíble como historia, pero literariamente excelente como apólogo.

Es contracultural. Parece que se escribió hacia el siglo V ó IV antes de Cristo, después de la vuelta de los cautivos de Babilonia, cuando Esdras y Nehemías habían impuesto una campaña para cimentar el nacionalismo judío entorno al Dios de Israel. Con este fin reescribieron la Torá y, para apartar a los judíos de los gentiles, exigieron el cumplimiento del descanso sabático y de los alimentos impuros,  y expulsaronn a las mujeres cananeas que se habían casado con los judíos. Contra este nacionalismo religioso, el profeta presenta a un Dios que ama también a los gentiles.

Es irónico. El profeta huye de Dios, se embarca hacia Tartesos (España) en dirección contraria a Nínive (Irak actual). Teme que va a arriesgarse en un país enemigo, para que luego Dios perdone a los malos, y su profecía no se cumpla. ¿Orgullo profesional herido? En aquellos tiempos existía la profesión de profetas, a los que se pagaba como a los videntes actuales, y ni el pueblo ni los reyes sabían distinguir entre los profesionales y los enviados por Dios. Nuestro profeta se enfada, Dios (al que ni siquiera los profetas podían mirar directamente) conversa aquí amigablemente con él tratando, con poco éxito, de calmarlo; pero Jonás le replica justificando su enfado: ¡Claro que me enfado! Y mortalmente.

Es profundamente teológico. No porque los evangelistas relacionaran la resurrección de Jesús con el episodio de la ballena, sino porque sabe que el Dios de Israel no es un Dios nacionalista, es el Dios de todos los pueblos, y no sólo para castigarles sino para amarlos, para compadecerse de sus sufrimientos. No es un Dios que premia a los buenos y castiga a los malos, sino que ama a los buenos y a los malos.

Yo sabía que eres un Dios compasivo y clemente, lento para enojarte y de gran misericordia; yo sabía que te arrepientes de las amenazas.

El enfado del profeta no es sólo por su desprestigio; deja ver un cierto resentimiento por ese amor que Dios muestra por unos gentiles, que además están ignorando los mandamientos que el pueblo de Dios trata de observar a regañadientes. También los cristianos sabemos de estos resentimientos al condenar tajantemente a los malos que no cumplen los mandamientos. ¿Creemos que Dios ama y perdona a Boko Haram? (Hoy podríamos decir, Vladimir Putin)

La teología de este profeta anticipa lo que más tarde mostrará Jesús en la parábola de la oveja perdida, la del jornalero de la última hora que cobra igual que los que echaron la jornada completa, y la del hermano mayor enfadado por el recibimiento del padre al hijo pródigo. Es irónico hasta el final:

Entonces le dijo el Señor. Tú te apiadas de un arbolito que no has plantado…

¿No voy yo a compadecerme de Nínive, esa gran ciudad en la que viven más de ciento vente mil ignorantes y en la que hay mucho ganado?

Gonzalo Haya

Fuente Atrio

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“Violencia de género en la Biblia”, por Jesús Donaire

Martes, 17 de mayo de 2022
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Se estima que 736 millones de mujeres, una de cada tres, han experimentado alguna vez en su vida violencia física o sexual. En Ucrania son multitud las mujeres y niñas que están siendo violadas ante la pasividad de las autoridades internacionales. En los últimos veinte años, más de mil mujeres han sido asesinadas en España por violencia machista. Y aunque muchos países están incluyendo en sus agendas la erradicación de la violencia de género como objetivo prioritario, aún estamos muy lejos de alcanzar una verdadera igualdad de género. ¡Todavía queda mucho por hacer!

En nuestra sociedad patriarcal y misógina, siguen dándose episodios horrendos y estremecedores de violencia de género, como el que se narra en el pasaje bíblico que comente en mi vídeo, y que se encuentra en el libro de los Jueces 19, 22-30. ¡Anímate a visualizarlo, sólo son 10 minutos!

La iglesia interpreta este relato, al igual que el de Sodoma, de manera sexualizada, defendiendo que en él se condena la homosexualidad. Justifica esta interpretación haciendo un uso equivocado del verbo yadah, que traduce como acostarse con, cuando la traducción más acertada es la de conocer. Una lectura homófoba y sexualizada que surgió en la Edad Media y que hunde sus raíces en el mundo helénico. Esta forma de entender el pasaje no tiene en consideración el contexto cultural, religioso, lingüístico y literario en el que fue escrito, y ha terminado convirtiendo el relato en una especie de reportaje periodístico.

En su ensayo, Amores bíblicos bajo censura, Renato Lings defiende la idea de que el texto tiene un propósito político muy concreto: presentar al rey Saúl, originario de Guibeá, y a su tribu de Benjamín, desde una perspectiva denigrante e ignominiosa. Se trataría de algo así, como de una especie de novela policíaca de ficción, redactada con fines políticos. Argumenta su teoría, acudiendo a las referencias que encuentra en este pasaje, de la lucha de poder que existió en Israel entre los partidarios del rey Saúl y los del rey David. De esta forma, el autor sagrado pretende provocar en el lector enfado, indignación y repulsa por la nefasta gestión política de Saúl, que terminó sus días siendo rechazado por Dios y apartado del trono de Israel.

Estas dos últimas son las interpretaciones más habituales que se hacen de este relato. Ahora bien, ya sea denunciando la xenofobia que había en Israel, o poniendo de manifiesto el pésimo gobierno de Saúl, en ningún momento, esta narración tiene la intención de rechazar la orientación sexual gay. Pensar que en este pasaje condena la homosexualidad es un despropósito y anacronismo.

Aclarado esto, fijaré la mirada en el trato despiadado y mortal que recibe la esposa del levita, y que ha de ser considerado, en toda regla, violencia de género. Es verdad que, en la mente del autor del libro de Jueces, no existe como tal, la noción de violencia de género, ya que esta es posterior. Pero, no por ello, debemos obviar que este trágico episodio narra el maltrato que sufre una mujer.

Así se pone de manifiesto que, aquellos hombres agresivos, lo que pretenden desde el inicio del relato es violar a la mujer del levita. Por eso le amenazan a él, porque sólo así conseguirán acceder a su esposa.

 Una sociedad que da la espalda a millones de mujeres maltratadas, humilladas y violadas por hombres depravados y violentos, es una sociedad hipócrita y falsa. Una iglesia que no denuncia el sufrimiento de millones de mujeres, sometidas a hombres malvados y autócratas, es una iglesia hipócrita y falsa. Alejada de las enseñanzas de Jesús de Nazaret.

¿Por qué la iglesia no habla de violencia de género? ¿Por qué mira hacia otro lado, como si proteger a quien está sola e indefensa, no formara parte del evangelio? ¿Por qué les incomoda tanto, a ciertos jerarcas y eclesiásticos, aceptar que en la Biblia se denuncia la mentalidad androcéntrica, machista, misógina y patriarcal, que defienden algunas corrientes políticas y sociales emergentes, que simpatizan con la iglesia? Quienes gobiernan la iglesia, después de leer este pasaje, ¿pueden seguir pensando que en la Biblia no se contienen episodios de violencia de género? ¿Se justificarán diciendo que es una moda superficial y pasajera?

 ¡Si tú también encuentras necesario este discurso, solidarízate conmigo e impúlsame a seguir! Me siento llamado en favor del otro. Si quieres que nos conozcamos y te acompañe personalmente, ofreciéndote mi conocimiento y experiencia, por mí, encantado. Entra en mi página web (jesusdonaire.me) y solicita mi acompañamiento. Estaré encantado de conocerte y ayudarte en tu proceso. ¡Me tienes a tu disposición!

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“Soy sodomita? Sodoma y la homosexualidad”, por Jesús Donaire

Jueves, 12 de mayo de 2022
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Screenshot-2022-05-08-at-17-15-53-¿Soy-sodomita-Sodoma-y-la-homosexualidadDe su blog Acompañamiento y reflexión teológica LGBTIQ+:

“Con ese término se ha humillado e injuriado a millones de personas durante siglos”

¿Deberíamos seguir utilizando la palabra sodomita como se ha utilizado a lo largo de los siglos? ¿Realmente los homosexuales somos sodomitas?

Con el pasaje bíblico de Sodoma se ha justificado el acoso, rechazo y persecución de quienes, amando a personas de su mismo sexo, han sido convertidos en chivos expiatorios de la homofobia institucional

Seguro que, en mas de una ocasión, has oído utilizar la expresión “sodomita”. Obviamente, con carácter peyorativo y deseo de ofender a alguien. La historia está repleta de episodios de persecución y condena de las personas homosexuales. Se trata de un término que, desde el principio del cristianismo y hasta el día de hoy, se emplea para insultar y ofender a las personas homosexuales. Con él, se ha humillado e injuriado a millones de personas durante siglos, marcándolas como si fueran verdaderos criminales.

La iglesia, apartándose de las enseñanzas de Jesús y aprovechando su gran influencia política, social, espiritual y moral, ha inoculado este odio en la conciencia colectiva de la sociedad. Una fobia que ha llegado hasta el punto de considerar a las personas homosexuales bestias salvajes que debían ser erradicadas. ¿Piensas que exagero cuando empleo esta expresión? Escucha con atención algunos ejemplos.

El Concilio XVI de Toledo, celebrado en el año 693, considera la homosexualidad un crimen severo que ha de ser castigado con el exilio. En 1140, el Decreto de Graciano, primera codificación del derecho canónico occidental, califica toda práctica homosexual como crimen contra natura. En la mayoría de los pronunciamientos magisteriales que la iglesia ha realizado, la sodomía es descrita como un crimen grave, pecado horrible y práctica execrable. El papa san Pío X, en la primera década del siglo XX, la definía como vicio maldito que merece el castigo de Dios. ¡¡Tremenda expresión de alguien que la iglesia ha canonizado!!

El historiador y profesor británico, Henry Kamen, ha dedicado parte de su vida a la investigación de la Inquisición española, poniendo de manifiesto las atrocidades y aberraciones que los tribunales eclesiásticos realizaban contra las personas homosexuales. Parafraseando a Kamen, los castigos más comunes que se aplicaban en España consistían enazotes, encierro en galeras, castración o lapidación. Hasta que en el año 1497, los Reyes Católicos, Isabel y Fernando, cambiaron estos crueles castigos por uno bastante peor: la quema en público de las personas gays, y la correspondiente confiscación de todas sus propiedades y bienes. Estas terribles prácticas que los Reyes Católicos fomentaron, deberían ser tenidas en consideración por el papa Francisco, a la hora de tomar la decisión de abrir el proceso de beatificación de Isabel la Católica.

La iglesia ha convertido esta narración bíblica en el paradigma moral del supuesto pecado que las personas gays cometen, cuando practican el coito anal. La ha interpreado como una condena explícita de las relaciones homoeróticas. Así ha logrado convertirla en una epopeya ética que ha inspirado a infinidad de escritores religiosos y autoridades eclesiásticas, a escribir terribles historias de intolerancia y fanatismo religioso. Emperadores, papas y gobernantes, interpretando errónea y supersticiosamente el pasaje de Sodoma, han llegado a atribuir a las personas homosexuales catástrofes naturales. En el año 538, el emperador Justiniano, gran defensor de la iglesia y protector del cristianismo, llegó a afirmar que las prácticas homosexuales eran una amenaza al Estado, porque provocaban la venganza de Dios en forma de terremotos, hambres y pestes.

¿Cómo es posible que la iglesia haya llegado hasta el punto de ordenar la ejecución pública de personas homosexuales? ¿Cómo ha alcanzado tal aberración? ¿Deberíamos seguir utilizando la palabra sodomita como se ha utilizado a lo largo de los siglos? ¿Realmente los homosexuales somos sodomitas?

En este nuevo vídeo, analizo el pasaje bíblico de Sodoma y Gomorra, para ayudarte a comprender cuál es la verdadera enseñanza que el autor sagrado quiere transmitir en este relato. Una enseñanza que nada tiene que ver con la homosexualidad humana tal y como hoy la entendemos. ¡Entra en el enlace (https://acortar.link/sJj55c) y visualiza el vídeo!

¡Si tú también encuentras necesario el discurso y proyecto que estoy iniciando, solidarízate conmigo e impúlsame a seguir!! . ¡Necesito de tu ayuda y colaboración! Me siento llamado en favor del otro. Si necesitas reflexionar conmigo, te invito a conocer mi acompañamiento personal o en grupo. Entra en mi página web (jesusdonaire.me) y solicítalo. Estaré encantado de conocerte y acompañarte en tu proceso personal. ¡¡A tu servicio!!

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Fe en un futuro LGBTQ+

Lunes, 7 de marzo de 2022
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51-ROR0X_400x400La publicación de hoy es de la colaboradora invitada Laurel Marshall Potter. Laurel es un Ph.D. candidata en Teología Sistemática y Comparada en Boston College, con intereses que incluyen el pensamiento y la praxis decoloniales y las teologías de la liberación latinoamericanas. Laurel practica el culto e investiga en colaboración con comunidades eclesiales marginales de El Salvador, donde vivió y trabajó durante varios años.

Las lecturas litúrgicas de hoy para el primer domingo de Cuaresma se pueden encontrar aquí.

Recientemente tuve la oportunidad de escuchar a padres de niños y adultos LGBTQ+ sobre su tensa relación con la iglesia. Fue un regalo ser recibido en este espacio en pie de igualdad. No soy padre, y mis ahijados y otros niños que conozco aún no tienen la edad suficiente para expresar su orientación sexual o identidad de género en esos términos.

A veces, aquellos de nosotros en el lado más joven de la brecha generacional imaginamos que tenemos que andar con cuidado con nuestros mayores, pero no fue el caso con este grupo. Me llamó la atención la fe de estos padres, su decisión y claridad al escoger a sus hijos sin renunciar a su iglesia. No anduvieron de puntillas, gritaron, lamentaron, exigieron que nuestra iglesia practique la inclusión y el amor que a veces predica. Se necesita una increíble cantidad de fe y esperanza para hablar tan clara y proféticamente al poder. Protegido por mi rectángulo de Zoom, me quité los zapatos mientras pisamos juntos esta tierra sagrada.

La primera lectura del leccionario de hoy del libro de Deuteronomio se lee un poco como un manual litúrgico. Moisés instruye a su pueblo sobre cómo ofrecer sacrificios: Entrega al sacerdote la canasta con la ofrenda, y después de que la coloque sobre la mesa, lee un texto ritual particular. Cuántas veces hemos visto un intercambio similar en la Misa, cuántas veces hemos seguido los movimientos, nos hemos desconectado durante nuestra oración eucarística, dejando que las palabras y afirmaciones familiares nos inunden. Esto me pasa todo el tiempo. Hay mucho que pensar en estos días.

Pero Moisés está describiendo una liturgia que aún no existe. Mientras da estas instrucciones, Moisés y el pueblo hebreo siguen en el desierto, años después de haber escapado de Egipto, esperando llegar a la tierra rebosante de leche y miel que Dios les ha prometido. Moisés asegura al pueblo que llegarán, que volverán a producir alimentos. “Y cuando llegues allí”, dice Moisés, “recuerda a Aquel que cumple las promesas. Ofrece tus primeros frutos. Esto es lo que Dios quiere para ti”. Moisés era un hombre lleno de esperanza, fiel y verdadero, aunque murió antes de que llegara el pueblo. Nunca vio la tierra prometida, pero su esperanza profética llevó a su pueblo allí.

Tentacion jesus

En el Evangelio de hoy, también Jesús se encuentra en el desierto, en retiro, discerniendo. Jesús creció aprendiendo cómo Dios liberó a sus antepasados de la esclavitud en Egipto, cómo Dios les prometió su propia tierra y cómo Dios cumple sus promesas. Pero eso fue entonces. Esto es ahora. En el mundo de Jesús, el Imperio Romano aterroriza a sus súbditos para que se sometan crucificando a los disidentes. Tanta gente está marginada en la sociedad de Jesús: mujeres y otras personas de género diverso, discapacitados, pobres. La violencia amenaza con estallar, chisporroteando y chisporroteando a lo largo de las fronteras coloniales y entre los revolucionarios celosos. Entonces, cuando la tentación de perder la fe y derribar todo por el poder de la justicia mundana y los superpoderes milagrosos está sobre la mesa, es difícil no aceptar. “Muéstrales”, susurra el mal. “Haz que todo termine, hoy”.

Pero Jesús se resiste. Aunque Jesús no sobrevivió a la liberación de Egipto, recuerda las historias. Sabe que no sólo de pan se vive, que sólo Dios es digno de adoración, que no hay pruebas que lo demuestren, sino el testimonio y las enseñanzas de su propio pueblo.

Tanto Moisés como Jesús creen en el futuro que Dios promete para el pueblo de Dios. Ambos deciden soñar con Dios, sueños ridículos. Una tierra rebosante de leche y miel en el desierto. Un mundo donde nadie quede herido al costado del camino. Una sociedad donde se cuida a los extranjeros, los enfermos y los ancianos. Esto es irrazonable, cosas sobrenaturales. Apenas podemos concebirlo.

Y todavía. Moisés, al borde de la muerte, ya le está diciendo a la gente cómo ofrecer los primeros frutos de una tierra que nunca verá. Jesús es torturado y asesinado, sin saber si sus amigos continuarán con su mensaje. Su testimonio es tan poderoso que es la fuente de nuestra propia fe, todos estos siglos después.

Dios no ha terminado de soñar con la Creación. Frente a todas las luchas de nuestro mundo que se sienten tan abrumadoras y sin esperanza, Dios promete que tendremos paz.

Afirmamos especialmente que Dios sueña con la vida plena de todas las personas LGBTQ+, desde la niñez hasta la vejez, y que Dios promete darnos consuelo a nosotros y a nuestras familias, como a todos aquellos cuyas vidas no encajan en el mundo del imperio mortífero. Es una afirmación ridícula, y es nuestra fe.

Soñemos, como lo hizo Moisés, con esa realidad que quizás nunca veamos, pero que existirá para nuestros hijos, y los hijos de nuestros hijos:

– De un mundo libre de crímenes de odio LGBTQ+

– De un mundo donde los niños queer son amados, aceptados y celebrados. Donde estén empoderados para aprender a través del deporte, el arte y la educación y puedan recibir atención médica física y mental adecuada.

– De un mundo donde las familias no tengan que ocultar nuestras luchas y dolores de crecimiento y puedan ser apoyadas por nuestras comunidades.

– De un mundo donde la sexualidad sea aceptada como parte integral de la vida humana, donde se nos enseñe la verdad sobre nuestros buenos deseos y podamos vivir plenamente en nuestros cuerpos.

– De un mundo donde padres e hijos se reconcilian.

– De un mundo donde las personas de todos los géneros puedan descubrirse y expresarse de manera libre y segura.

Confiemos, como lo hizo Jesús, en que vale la pena apostar la vida por esta promesa. Acompañados por el Espíritu Santo, vivimos nuestro propio futuro extraño; vivimos en el sueño de Dios para el pueblo de Dios.

—Laurel Marshall Potter, 6 de marzo de 2022

Fuente New Ways Ministry

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“Convertir todo en pan”. 1 Cuaresma – C (Lucas 4, 1-13)

Domingo, 6 de marzo de 2022
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18_1-CUA-C_1507185Es nuestra gran tentación. Reducir todo el horizonte de nuestra vida a la mera satisfacción de nuestros deseos: empeñarnos en convertirlo todo en pan con que alimentar nuestras apetencias.

Nuestra mayor satisfacción, y a veces casi la única, es digerir y consumir productos, artículos, objetos, espectáculos, libros, televisión. Hasta el amor ha quedado convertido con frecuencia en mera satisfacción sexual.

Corremos la tentación de buscar el placer más allá de los límites de la necesidad, incluso en detrimento de la vida y la convivencia. Terminamos luchando por satisfacer nuestros deseos, aun a costa de los demás, provocando la competitividad y la guerra entre nosotros.

Nos engañamos si pensamos que es ese el camino de la liberación y de la vida. Al contrario, ¿no hemos experimentado nunca que la búsqueda exacerbada de placer lleva al aburrimiento, el hastío y el vaciamiento de la vida? ¿No estamos viendo que una sociedad que cultiva el consumo y la satisfacción no hace sino generar insolidaridad, irresponsabilidad y violencia?

Esta civilización, que nos ha «educado» para la búsqueda del placer fuera de toda razón y medida, está necesitando un cambio de dirección que nos pueda infundir nuevo aliento de vida.

Hemos de volver al desierto. Aprender de Jesús, que se negó a hacer prodigios por pura utilidad, capricho o placer. Escuchar la verdad que se encierra en sus inolvidables palabras: «No solo de pan vive el hombre, sino de toda Palabra que sale de la boca de Dios».

¿No necesitamos liberarnos de nuestra avidez, egoísmo y superficialidad, para despertar en nosotros el amor y la generosidad? ¿No necesitamos escuchar a Dios, que nos invita a gozar creando solidaridad, amistad y fraternidad?

José Antonio Pagola

 

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El Espíritu lo fue llevando por el desierto, mientras era tentado”. Domingo 1º de Cuaresma

Domingo, 6 de marzo de 2022
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17-cuaresmaC1 cerezoLeído en Koinonia:

Deuteronomio 26, 4-10: Profesión de fe del pueblo escogido.
Salmo responsorial: 90. Está conmigo, Señor, en la tribulación.
Romanos 10, 8-13:Profesión de fe del que cree en Jesucristo.
Lucas 4, 1-13: El Espíritu lo fue llevando por el desierto, mientras era tentado.

Análisis

El texto “mi padre era un arameo errante”, fue motivo de arduas discusiones entre los estudiosos hace muchos años. Hoy parece que las aguas se han aquietado. Se afirmó —el gran biblista alemán G. von Rad— que estamos ante un “credo primitivo”, pronunciado en el santuario de Guilgal en la liturgia, y que representa el corazón histórico de Israel. Todo el Hexateuco, sigue diciendo, se formula a partir de este texto. Hoy tenemos muchos elementos para cuestionar su antigüedad, y podemos pensar que otros “credos” (como quizás el de Núm 20,14b-16) son más antiguos. Por otra parte, el esquema opresión-clamor-liberación es muy característico del autor deuteronomista (particularmente del libro de los Jueces) como para pensar en una pura originalidad. La importancia de la tierra, como lugar del descanso, tierra dada por Yahvé también es muy importante en el deuteronomista por lo que no parece fácil seguir sosteniendo lo que von Rad decía. Sin embargo hay un elemento que es característico de los credos israelitas, y no debiera discutirse, y es su dimensión histórica. El Dios de Israel es un Dios que se revela en la historia de su pueblo, en la de ayer y la de hoy. En este sentido es muy importante notar, por un lado los usos de las primeras personas del singular, y los plurales: el orante se planta personalmente ante Dios (“mi padre”, “traigo”…) pero cuando debe hacer memoria de su pecado y la intervención salvadora de Dios recurre al plural: “nos maltrataron”, “nos oprimieron”, “nos impusieron servidumbre”, “clamamos”, “escuchó nuestra voz”… “nos trajo”). Ese cambio de personas puede resumirse diciendo “mi padre era Israel, por lo tanto nosotros somos Israel”.

Tradicionalmente esto no ha tenido dificultad, pues desde siempre la tradición cristiana ha heredado con toda naturalidad esa visión según la cual nuestra fe es una respuesta a la intervención de Dios en la historia. Siempre nos ha parecido «natural» que Dios intervenga en el mundo con hechos milagrosos para decirnos algo, o para hacer algo con su pueblo. A Dios siempre lo hemos pensado como un vecino del piso de arriba, pero como un vecino que puede bajar en cualquier momento, y de hecho está siempre pendiente de nosotros. HOY es muy problemática esta visión, porque no forma parte ya de la cosmovisión moderna entender la realidad cósmica como dos pisos: el nuestro y el de Dios. Como sugiere el título del libro de Lenaers, «No hay un Dios ahí arriba». El Dios altísimo, el dios en lo alto del cielo… ha pasado a ser una frase hecha, con sabor añejo, o rancio, que ya no se sabe bien qué significa, porque en nuestra visión moderna actual no hay dos pisos, ni creemos estar conviviendo con vecinos del segundo piso que puedan bajar a éste en cualquier momento.

Hay además un nuevo problema respecto a la historia. Esas intervenciones de Dios en la historia, bien registradas en la Biblia, están siendo cuestionadas por la arqueología científica. No es el lugar para exponerlo aquí, pero puede ser una buena recomendación para la propia formación el estudiar el tema del «nuevo paradigma arqueológico bíblico»: hay toda una nueva visión –documentada, científica, arqueológica– sobre la historicidad de hechos principales que narra la biblia, y que desde siempre creímos literalmente históricos. En realidad no es nada nuevo, pues ya hace mucho tiempo que sabemos que Moisés no escribió el Pentateuco, o que Jesús no nació el 25 de diciembre ni en Belén… pero hay nuevos datos muy llamativos sobre otros elementos cuya historicidad sería decisiva. (Véase la revista VOICES (http://eatwot.net/VOICES) y tómese su último número –en línea, gratuito–; ofrece un buen material de lectura para iniciarse en el tema).

La Iglesia nos propone el Salmo 91 (90) por ser, precisamente, el que utilizará el diablo en la tentación. Quizá para que podamos ver cómo «sacar un texto de contexto puede ser diabólico»… No es unánime la opinión de frente a qué tipo de Salmo nos encontramos, y esto condiciona la interpretación. Unos piensan en un diálogo litúrgico, otros en una homilía sapiencial.

Luego de la sección teológica de la carta a los romanos (caps 1-8) y antes de la sección parenética (caps. 12-15), Pablo introduce un paréntesis sobre Israel (caps. 9-11). Paréntesis que no es ajeno a la totalidad de la misma ya que desde el comienzo nos dijo que la salvación es para todos, pero “primero para los judíos” (1,16; 2,10). Sin embargo, sus “hermanos de raza” demoran en reconocer a Cristo, y Pablo manifiesta su dolor por ello; de todos modos lo ve como un tiempo pedagógico de Dios para dar oportunidad a la conversión de los paganos. Después -quizá movidos por los celos- todo Israel se salvará (11,26). Pero esto no exime de responsabilidad a los judíos ya que miran la justicia que les viene de ellos mismos y no la que viene de Dios. La iniciativa de Dios (gracia) es uno de los temas centrales de la teología paulina, y es grave creer que de nosotros depende. Ese es el motivo, además, por el que Pablo abunda en citas de la Escritura en esta unidad. Este es el marco del párrafo que hoy nos propone la liturgia. Es evidente, y el manejo de los textos lo confirma, que Pablo es consciente de estar polemizando.

Parece que la fuente Q –en la que el evangelio de Lucas se inspira– expresó en tres tentaciones tomadas de las tentaciones del pueblo en el desierto, las tentaciones que tuvo Jesús en su ministerio, al menos las dos últimas aparecen destacadas. Allí donde Israel no supo hacer la voluntad de Dios, Jesús surge fiel, verdadero “Hijo” como ya el Bautismo lo había mostrado. Esto confirma la intención cristológica del relato, y también su probable intencionalidad polémica con el Israel de su tiempo.

Dado que la primera hace referencia a la “palabra de Dios”, la segunda a lo político y la tercera al Templo, algunos han pensado que se estaría ante una triple tentación profética, real y sacerdotal, pero no parece que eso esté en juego aquí. Sólo la tentación real aparece clara, mientras que la profética y más aún la sacerdotal no se revelan, y más aún, parecen muy improbables. Las respuestas apuntan en otra dirección.

En el relato de Lucas, a diferencia del de Juan, Jesús va del desierto a la ciudad, y en la ciudad comienza su ministerio, como en la ciudad culminará todo para desde allí comenzar, siempre conducido por el Espíritu el tiempo nuevo de la Iglesia. En la primera tentación, el diablo no discute que Jesús sea el Hijo de Dios, lo da por supuesto, y lo tienta a convertir en pan una piedra ya que lógicamente tiene hambre. Más que un “nuevo pueblo”, Jesús es “hijo de Dios”, “el Hijo de Dios”. ¿Por qué Jesús no obra el milagro? Porque los milagros que Jesús hace son siempre para los otros, como la multiplicación de los panes: allí Jesús mismo se preocupa: “denles ustedes de comer” (9,13). La segunda es la tentación de poder (exousía) política. En tiempos donde todo el mundo conocido está sometido al imperio romano, se puede ver de un golpe de vista todo: el imperio mismo es diabólico y perverso. E idólatra. La tercera tentación no sólo tiene como característica que ocurre en Jerusalén, sino también que el diablo cita la Escritura. La Escritura mal citada, o mal leída, también puede ser diabólica, o idolátrica. Por otra parte, Jesús deja muy claro que su ministerio es para otros, no para él. No es salvarse a sí mismo, como tampoco en la cruz: “si eres… sálvate” (23,35.37.39).

Como dos rabinos, Jesús y el diablo discuten con citas bíblicas. Y nos queda claro que es falso servidor de Dios el que se sirve de su ministerio en su propio provecho, que no es propio de los fieles a Dios reclamar milagros ya que Dios puede salvar sin necesidad de estas obras “maravillosas” o “teatrales”. Jesús nos muestra -con su vida- el camino de la obediencia de hijo conducido por el espíritu.

Comentario

El evangelio de Lucas, nos pone a Jesús en paralelo con el pueblo de Israel. En las mismas circunstancias en las que el pueblo fue infiel, Jesús sale adelante; y para resaltar el paralelo entre ambas situaciones, el evangelista recurre al desierto y a citas del Deuteronomio. Allí donde Israel cayó, allí Jesús sale adelante. Más que un acontecimiento es una plataforma, un programa: unidos a Jesús nada tenemos que temer, sólo el amor cuenta. Deberíamos aprovechar la Cuaresma para revisar cuántos desencuentros, cuántas infidelidades, cuántas injusticias… Pero, al revisarlas, corregirlas; es que la Cuaresma es tiempo de conversión, y conversión significa caminar, camino de vuelta al Padre.

Mientras el pueblo de Israel, en la tentación, no fue fiel y cedió, ahora nos encontramos a Jesús en la misma situación, en la misma tentación. ¡Y triunfa! Jesús aparece en el Evangelio de hoy como el que vence la tentación. Porque es posible vencerla. Muchas voces, de dentro y de fuera buscan separarnos de Dios, de sus proyectos, de sus caminos. Pero hay una voz más fuerte, más firme, que puede vencer esas otras voces si disponemos el corazón para escucharla. Hace falta tener un oído muy fino, un silencio atento, un corazón dócil. Chile  Leer más…

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Cuaresma 1. Las tentaciones de Cristo (Mt 4, 1-11; Dom 6.3.22)

Domingo, 6 de marzo de 2022
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Del blog de Xabier Pikaza:

Estrictamente hablando no son “tentaciones”, sino pruebas y trabajos de la vida. No son exclusivas de Cristo, sino de todo el judaísmo (AT), con  los pueblos antiguos, los Imperios (Egipto, Babilonia,Roma) y los sabios de oriente y occidente, en especial de Grecia.

El primer tema-problema del hombre es la comida (el pan) y para asegurarla en un entorno comercial es necesario capital.

El segundo tema-problema es la religión:el pensamiento, la ciencia, la cultura; una cultura-religión capaz de resolver todos los problemas, de superar todas la crisis, “tirándonos del templo”, del templo como superstición para entrar en el santuario-banco de  la sabiduría salvadora.

El tercer y último problema es el poder que brota del dinero y de la ciencia, que nos hace reyes soberanos. Por eso quien domine el dinero,la ciencia/ideología y el poder será salvador del mundo, será Cristo.

 Pero Jesús vino a presentarse de otra forma. Le interesó muchísimo el pan, pero no como capital, sino como comida para todos, empezando por los pobres.

Le importó muchísimo el milagro, pero no como ideología salvadora, sino como principio de transformación de los hombres, es decir, como fuente de salud…

Fue un hombre de inmenso poder, pero no para imponerse,  sino para acompañar, empoderar (potenciar), enamorar a los hombres.

Fue un transgresor, el mayor que conocemos  Reinterpretó gran parte de los códigos de vida de Israel, invirtió el tema del capital (Mt 6, 24), la ideología militar de los imperios, la sabiduría opresora de las grandes escuelas retóricas, políticas, económicas y militares… para volver a la raices de la vida humana, como “cristo”, ungido con el “aceite-perfume” de Dios.

Para presentarse como Cristo de Dios, tuvo que superar tres pruebas, como han hecho otros iniciados y maestros.El evangelio les llama “tentaciones”. Pero mas que tentaciones externas fueron posibilidades distintas de realizar su obra mesiánicas.

 La tradición dice que esas tentaciones fueron dirigidas por un Diablo malvado, llamado Satanás, empeñado en apartar a Jesús de su camino. Pero todo nos hace pensar que no fueron problemas venidos de fuera, sino los problemas centrales de la historia con los que millones de personas y de instituciones tuvieron y tienen que enfrentarse a lo largo de la vida.

            Una fue la prueba del pan (comida, economía),otra la prueba de la religión (a quien someterse para vivir), otra la prueba del poder. Estos fueron los tres “núcleos” de la historia de Jesús,descritospor el documento más antiguo de su historia,que por comodidad suele llamarse “documento Q”, que está en la base de los evangelios de Lucas y Mateo.

            La misa de este próximo 6, primer domingo de Cuaresma, toma la versión de Lucas (Lc 4). Pero he preferido seguir el orden Mateo (aunque los dos son parecidos). Lucas, como buen “helenista” culmina las pruebas en la religion (pan, poder, religión…). Mateo como buen judío pone en la meta el poder (pan, religión, poder). Ambos empiezan por el pan, el capital.

Este es el triatlón de Jesús, la triple lucha o competición de su vida... Abrió un camino, trazó una senda de salvación para la humanidad que sigue estando hoy (2022) en tiesgo de destruirse por estos mismos temas: el pan-capital, el milagro-ciencia-propaganda y el poder.

Éstas fueron  las pruebas de Jesús. Son las pruebas y tareas actuales de la humanidad y de la iglesia.  El próximo domingo presentaré estas pruebas a partir de la ideología de la modernidad en que creemos estas… y después seguiré re-presentando desde el evangelio. Buen domingo a todos.

Texto litúrgico: Mt 4, 1-11

1 Entonces Jesús fue llevado al desierto por el Espíritu para ser tentado por el diablo. 2 Y después de ayunar cuarenta días con sus cuarenta noches, al fin sintió hambre. 3 El tentador se le acercó y le dijo: «Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en panes». 4 Pero él le contestó: «Está escrito: “No solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”».

5 Entonces el diablo lo llevó a la ciudad santa, lo puso en el alero del templo 6 y le dijo: «Si eres Hijo de Dios, tírate abajo, porque está escrito: “Ha dado órdenes a sus ángeles acerca de ti y te sostendrán en sus manos, para que tu pie no tropiece con las piedras”». 7 Jesús le dijo: «También está escrito: “No tentarás al Señor, tu Dios”».

8 De nuevo el diablo lo llevó a un monte altísimo y le mostró los reinos del mundo y su gloria, 9 y le dijo: «Todo esto te daré, si te postras y me adoras». 10 Entonces le dijo Jesús: «Vete, Satanás, porque está escrito: “Al Señor, tu Dios, adorarás y a él solo darás culto”». 11 Entonces lo dejó el diablo, y he aquí que se acercaron los ángeles y lo servían.  (Quien se atreva a leer una interpretación más precisa del tema puede seguir mi comentario de Mateo).

LA PRUEBA DE PAN. COMIDA, ECONOMÍA ¡DI QUE LAS PIEDRAS SE VUELVAN ALIMENTOS! (4,1-4)

El primer problema humano es el hambre, la primera acción mesiánica será ofrecer comida (pan), seguridad económica. A ese nivel nos situaba Gen 2-3: Eva sintió «hambre» de un pan especial (del fruto del conocimiento pleno); también a Jesús le llega el hambre, necesita colmar su deseo. Esta es la tentación principal de nuestro tiempo: saciar para siempre a los HOMBRES  (como sabemos en otro texto de Jn 4,15). Parece evidente que sólo es mesías verdadero quien ofrece pan a los humanos, en programa integral de transformación económica. La cristología se volvería de esa forma.

Pues bien, en contra eso, Mt 4, aun admitiendo que resulta necesario alimentar a los hambrientos, sabe que la solución del Diablo (que actúa como la serpiente de Gen 3), resulta peligrosa para los humanos: les abandona en manos de su propio poder, les encierra en su necesidad económica, para que ellos vendan su misma dignidad personal (de seres que escuchan y responden a nivel de gratuidad) por alimento o dinero

 El tentador intenta clausurar a los humanos en el círculo de su propio poder; al fondo de Gen 3 hay un «tú puedes» absoluto, un deseo de comer (de poseer) que se presenta como solución y plenitud de todos los problemas. El Diablo de Mt 4,1-4 recuerda a Jesús lo que debería ser su poder creador (transformador), interpretado como signo mesiánico: «si eres Hijo de Dios, dí que esas piedras». Ser Hijo de Dios significa para él imponerse sobre el mundo, comer todo.

El triunfo mesiánico supondría el cumplimiento inmediato de los deseos, el control material sobre la vida.

Esta es la aspiración primera, la tentación adámica (de Adán y Eva, en Gen 3) y antropológica (de Jesús en Mt 4). El humano se descubre como ser necesitado, limitado por el mandato (¡no comas!) e inquietado por el deseo (¡Jesús sintió hambre!). romper el límite, saciar inmediatamente la necesidad: esa sería la señal del mesianismo, la divinización del humano. Hacernos o ser dioses: poder o tener todo. Tal sería la misión de Jesucristo, la tarea del Espíritu divino (a quien Mt llama Diablos o tentador).

¿Ha triunfado el Diablo? La mundo actual sabe producir, de forma que parece estar capacitada para realizar el deseo satánico: convertir la piedra en pan, saciar el hambre. En conjunto, la cultura de Occidente, con su desarrollo científico y técnico, puede resolver el problema de la producción, alimentando a todos los hambrientos de la tierra. De esa forma ha logrado aquello que quería el Diablo, pero no lo ha hecho sólo a través de un pecado (vendiendo el alma al Diablo), sino en un proceso también positivo de conocimiento y transformación técnica de los bienes de la tierra.

Verdad de Jesús. Dialogar es más que producir, la comida sola no resuelve el tema humano. Nuestra humanidad sabe producir, no ha aprendido de verdad a compartir, no ha conseguido que sus miembros dialoguen de un modo fraterno, desplegando su vida a nivel de palabra, es decir, de búsqueda compartida de fraternidad, en apertura a Dios, en participación de los bienes humanos (no sólo económicos). Allí donde la economía es sólo economía (que acaba quedando en manos del deseo impositivo de los potentados) y el poder puro el humano corre el riesgo de perderse a sí mismo, cayendo en manos del Diablo tentador.

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Las tentaciones de Jesús. Primer Domingo de Cuaresma. Ciclo C

Domingo, 6 de marzo de 2022
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imageDel blog El Evangelio del Domingo, de José Luis Sicre sj:

El primer domingo de Cuaresma se dedica siempre a recordar las tentaciones de Jesús. También los evangelios sinópticos abren su vida pública con ese famoso episodio. Es un relato programático, para que el lector del evangelio sepa desde el primer momento cómo orienta Jesús su actividad y los peligros que corre en ella. Para eso, lo enfrentan con Satanás, que encarna las fuerzas de oposición al plan de Dios, y que intentará apartarlo de su camino.

            Marcos habla de ellas de forma escueta y misteriosa: “En seguida el Espíritu lo empujó al desierto. Se quedó en el desierto cuarenta días, y Satanás lo ponía a prueba; estaba con las fieras y los ángeles le servían” (Mc 1,12-13). Tenemos los datos básicos que recogerán todos los evangelios (menos Juan, que no habla de las tentaciones): lugar (desierto), duración (40 días), la prueba. Pero Mc no habla del ayuno ni concreta en qué consistían las tentaciones; y el servicio de los ángeles es continuo durante esos días.

            Mateo y Lucas, utilizando una tradición paralela, han completado el relato de Marcos con las tres famosas tentaciones que todos conocemos; al mismo tiempo, presentan a Jesús ayunando durante esos cuarenta días (igual que Moisés en el Sinaí) y relegan el servicio de los ángeles al último momento.

            Las tentaciones empalman directamente con el episodio del bautis­mo y explican cómo entiende Jesús lo que dijo en ese momento la voz del cielo: “Tú eres mi Hijo amado, mi predilecto”. ¿Significa esto que la vida de Jesús vaya a ser cómoda y maravillosa como la de un príncipe?

1ª tentación: utilizar el poder en beneficio propio

En aquel tiempo, Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán y el Espíritu lo fue llevando durante cuarenta días por el desierto, mientras era tentado por el diablo. En aquello días estuvo sin comer y, al final, sintió hambre. Entonces el diablo le dijo:

—Si eres Hijo de Dios, dile a esta piedra que se convierta en pan.

Jesús le contestó:

—Está escrito: “No sólo de pan vive el hombre”. 

Partiendo del hecho normal del hambre después de cuarenta días de ayuno, la primera tentación es la de utilizar el poder en beneficio propio.

La tentación se deja de sutilezas y va a lo concreto: “Si eres Hijo de Dios, di a esta piedra que se convierta en pan”. El pueblo de Israel, durante su marcha por el desierto, se quejó de hambre, murmuró, acudió a Moisés para que resolviese el problema. Jesús no necesita nada de eso. Es el Hijo de Dios. Puede resolver el problema fácilmente, por sí mismo. Pero Jesús, el nuevo Israel, demuestra que tiene aprendida desde el comienzo esa lección que el pueblo no asimiló durante años: “Está escrito: No sólo de pan vive el hombre”.

La enseñanza de Jesús en esta primera tentación es tan rica que resulta imposible reducirla a una sola idea. Está el aspecto evidente de no utilizar su poder en beneficio propio. Está la idea de la confianza en Dios. Pero quizá la idea más importante, expresada de forma casi subliminar, es esa visión amplia y profunda de la vida como algo que va mucho más allá de la necesidad primaria y se alimenta de la palabra de Dios.

2ª tentación: Tener, aunque haya que arrastrarse

Después, llevándole a lo alto, el diablo le mostró en un instante todos los reinos del mundo y le dijo:

—Te daré el poder y la gloria de todo eso, porque a mí me lo han dado, y yo lo doy a quien quiero. Si tú te arrodillas delante de mí, todo será tuyo.

Jesús le contestó:

—Está escrito: “Al Señor, tu Dios, adorarás y a él sólo darás culto”.

            Este episodio siempre me trae a la memoria mi decepción cuando subí a la cumbre del monte Nebo con la esperanza de ver, como Moisés, toda la Tierra Prometida. La neblina permitía ver el Mar Muerto a duras penas. Cuanto más alto llevase Satanás a Jesús, menos vería el esplendor de todos los reinos del mundo. El episodio no debemos interpretarlo en sentido literal e histórico. Lo importante es su sentido.

La segunda tentación no es la tentación provocada por la necesidad urgente, sino por el deseo de tener todo el poder y la gloria del mundo. ¿Es esto malo, tratándose del Mesías? Los textos proféticos y algunos Salmos hablaban de su dominio cada vez mayor, universal, concedido por Dios. Pero Satanás parte de un punto de vista muy distinto, propio de la mentalidad apocalíptica: el mundo presente es malo, no está en manos de Dios, sino en las suyas; es él quien lo domina y entrega su poder a quien quiere. Solo pone como condición que se postren ante él, que lo reconozcan como dios. Jesús se niega a ello, citando de nuevo un texto del Deuteronomio: “Está escrito: al Señor tu Dios adorarás, a él solo darás culto”.

El relato es tan fantástico que cabe el peligro de no advertir su tremenda realidad. El ansia de poder y de gloria lo percibimos continuamente (mucho más en España en tiempos de elecciones y de formación de gobierno), y también queda clara la necesidad de arrastrarse para conseguir ese poder. Pero este peligro no es solo de políticos, banqueros y grandes empresarios. Todos nos creamos a menudo pequeños ídolos ante los que nos postramos y damos culto.

3ª tentación: pedir pruebas que corroboren la misión encomendada.

Entonces lo llevó a Jerusalén y lo puso en el alero del templo y le dijo:

Si eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo, porque está escrito: “Encargará a los ángeles que cuiden de ti”, y también: “Te sostendrán en sus manos, para que tu pie no tropiece con las piedras”.

Jesús le contestó:

—Está mandado: “No tentarás al Señor, tu Dios”.

Acabada toda tentación, el demonio se marchó hasta otra ocasión.

En 1972, cuando todavía estaba permitido llegar hasta el pináculo del Templo de Jerusalén, tuve ocasión de contemplar la impresionante vista de las murallas de Herodes prolongándose en la caída del torrente Cedrón. Una de las pocas veces en mi vida en las que he sentido vértigo. En ese escenario sitúa Satanás a Jesús para invitarlo a que se tire, confiando en que los ángeles vendrán a salvarlo.

Esta tentación se presta a interpretaciones muy distintas. Podríamos considerarla la tentación del sensacionalismo, de recurrir a procedimientos extravagantes para tener éxito en la actividad apostólica. La multitud congregada en el templo contempla el milagro y acepta a Jesús como Hijo de Dios. Pero esta interpretación olvida un detalle importante: el tentador nunca hace referencia a esa hipotética muchedumbre, lo que propone ocurre a solas entre Jesús y los ángeles de Dios.

Considero más exacto decir que la tentación consiste en pedir pruebas que corroboren la misión encomendada. Nosotros no estamos acostumbrados a esto, pero es algo típico del Antiguo Testamento, como recuerdan los ejemplos de Moisés (Ex 4,1‑7), Gedeón (Jue 6,36‑40), Saúl (1 Sam 10,2‑5) y Acaz (Is 7,10‑14). Como respuesta al miedo y a la incertidumbre espontáneos ante una tarea difícil, Dios concede al elegido un signo milagroso que corrobore su misión. Da lo mismo que se trate de un bastón mágico (Moisés), de dos portentos con el rocío nocturno (Gedeón), de una serie de señales diversas (Saúl), o de un gran milagro en lo alto del cielo o en lo profundo de la tierra (Acaz). Lo importante es el derecho a pedir una señal que tranquilice y anime a cumplir la tarea.

Jesús, a punto de comenzar su misión, tiene derecho a un signo parecido. Basándose en la promesa del Salmo 91,11‑12 (“a sus ángeles ha dado órdenes para que te guarden en tus caminos; te llevarán en volandas para que tu pie no tropiece en la piedra”), el tentador le propone una prueba espectacular y concreta: tirarse del alero del templo. Así quedará claro si es o no el Hijo de Dios.

Sin embargo, Jesús no acepta esta postura, y la rechaza citando de nuevo un texto del Deuteronomio: “No tentarás al Señor tu Dios” (Dt 6,16). La frase del Deuteronomio es más explícita: “No tentaréis al Señor, vuestro Dios, poniéndolo a prueba, como lo tentasteis en Masá”. ¿Qué ocurrió en Masá? Lo cuenta el libro de los Números en el c.17,1-7: el pueblo, durante la marcha por el desierto, se queja por falta de agua para beber. Y en esta queja se esconde un problema mucho más grave que el de la sed: la auténtica tentación consiste en dudar de la presencia y la protección de Dios: “¿Está o no está con nosotros el Señor?” (v.7). En el fondo, cualquier petición de signos y prodigios encubre una duda en la protección divina. Jesús confía plenamente en Dios, no quiere signos ni los pide. Su postura supera con mucho incluso la de Moisés.

Cuando termina el relato de las tentaciones, Lucas añade que “el tentador lo dejó hasta otro momento”. Ese momento será al final de la vida de Jesús, cuando esté crucificado.

Nuestras tentaciones

Las tentaciones tienen también un valor para cada uno de nosotros y para toda la comunidad cristiana. Sirven para analizar nuestra actitud ante las necesidades, miedos y apetencias y nuestro grado de interés por Dios.

1) La necesidad primaria: afecto, comprensión.

2) ¿Está Dios en medio de nosotros?

3) La tentación de tener.

4) La tentación del dejarse arrastrar, dejar hacer a los demás, callar.

1ª lectura: recordar nuestra historia con gratitud (Deuteronomio 26, 4-10)

            El texto del Deuteronomio recoge la oración que pronuncia el israelita cuando, después de la cosecha, ofrece a Dios las primicias de los frutos. Va recordando la historia del pueblo, desde Jacob (“mi padre era un arameo errante”), la opresión de Egipto, la liberación y el don de la tierra. En el contexto de la cuaresma, esta lectura nos invita a pensar en los beneficios recibidos de Dios y a ser generosos con él. El agradecimiento a Dios es más importante incluso que la mortificación cuaresmal.

Dijo Moisés al pueblo:

El sacerdote tomará de tu mano la cesta con las primicias y la pondrá ante el altar del Señor, tu Dios. Entonces tú dirás ante el Señor, tu Dios:

            “Mi padre fue un arameo errante, que bajó a Egipto, y se estableció allí, con unas pocas personas. Pero luego creció, hasta convertirse en una raza grande, potente y numerosa. Los egipcios nos maltrataron y nos oprimieron, y nos impusieron una dura esclavitud. Entonces clamamos al Señor, Dios de nuestros padres, y el Señor escuchó nuestra voz, miró nuestra opresión, nuestro trabajo y nuestra angustia. El Señor nos sacó de Egipto con mano fuerte y brazo extendido, en medio de gran terror, con signos y portentos. Nos introdujo en este lugar, y nos dio esta tierra, una tierra que mana leche y miel. Por eso, ahora traigo aquí las primicias de los frutos del suelo que tú, Señor, me has dado”.

            Lo pondrás ante el Señor, tu Dios, y te postrarás en presencia del Señor, tu Dios».

2ª lectura: confesar al Señor e invocarlo (Romanos 10, 8-13)

            En este breve pasaje Pablo comenta dos frases de la Escritura, aplicándolas al tema de la salvación personal (1ª cita) y de toda la humanidad (2ª cita). ¿Cómo se alcanza la salvación? Confesando que Jesús es el Señor y que Dios lo resucitó de entre los muertos. Algo que estamos tan acostumbrados a repetir que no valoramos rectamente. A mediados del siglo I, confesar a Jesús como Señor (Kyrios), cuando el Emperador romano era considerado el único Kyrios (César), suponía mucho valor. Y confesar que Dios lo había resucitado podía provocar más sonrisas y escepticismo del que podemos imaginar.

            La segunda cita «Nadie que cree en él quedará defraudado» la interpreta Pablo de forma revolucionaria. Para un judío, estas palabras sólo podrían aplicarse a los judíos, al pueblo elegido. Ellos serían los único en no quedar defraudados. En cambio Pablo la aplica a toda la humanidad, judíos y griegos. Cualquiera que invoca el nombre del Señor alcanzará la salvación.

Hermanos:

La Escritura dice: «La palabra está cerca de ti: la tienes en los labios y en el corazón».

Se refiere a la palabra de la fe que os anunciamos. Porque, si tus labios profesan que Jesús es el Señor, y tu corazón cree que Dios lo resucitó de entre los muertos, te salvarás. Por la fe del corazón llegamos a la justificación, y por la profesión de los labios, a la salvación.

Dice la Escritura:

«Nadie que cree en él quedará defraudado».

Porque no hay distinción entre judío y griego; ya que uno mismo es el Señor de todos, generoso con todos los que lo invocan. Pues «todo el que invoca el nombre del Señor se salvará».

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I Domingo de Cuaresma. 06 de marzo, 2022

Domingo, 6 de marzo de 2022
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Si eres hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan”.

(Lc 4, 1-13)

Tras la fuerte e íntima experiencia de su propio Bautismo, Jesús se dirige al desierto. Acaba de conocer quién es, su identidad: “Tú eres mi Hijo amado”. Hijo y Mesías, Hijo y enviado, el Ungido.

Por la fragilidad de su condición humana necesita tiempo, espacio, pensar, asimilar su identidad y, en función de ella, reorientar su vida. Se retira al silencio y a la soledad del desierto. Con el paso de los días y lejos de las distracciones exteriores, es ahí, en la quietud del desierto, en su noche, cuando le asaltan los temores y la voz de su ego: “si eres hijo de Dios…” Reto que también le acompañará en la Cruz: “si eres hijo de Dios, sálvate a ti mismo y baja de la cruz”.

Lo es. Es Hijo de Dios, y además, Amado. Sentir esa certeza en lo más profundo de su ser es lo que le lleva a permanecer, al igual que en la cruz, hasta el final. En la soledad del desierto, en su noche, en la nada. Y sin embargo, esa misma permanencia le agudiza la escucha de la Palabra. Llenándole de confianza y seguridad, agarrándose a ella una y otra vez, y mirando cara a cara a sus temores: “Está escrito…”.

Jesús escucha la Palabra, la acoge en su corazón, la pronuncia con sus labios y la cumple por medio de sus acciones. Interesante y difícil tarea la que nos propone para, al menos, estos cuarenta días de Cuaresma. Podemos prestar especial atención a nuestra manera de escuchar la Palabra, de escuchar las palabras de quienes nos rodean. Reflexionar sobre el valor que damos a nuestras propias palabras e interrogarnos cuántas veces rompemos el Silencio pronunciando palabras absurdas.

Oración

Dios Trinidad, nuestro corazón está alegre
porque sabe que tú lo escuchas y lo miras.
Ojalá tu Palabra se sienta escuchada y acogida por nuestro corazón.
Que nuestros labios no la corrompan al pronunciarla.
Ojalá nuestras acciones sean reflejo suyo.
Amén.”

*

Fuente: Monasterio Monjas Trinitarias de Suesa

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Retírate al desierto.

Domingo, 6 de marzo de 2022
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tentacionesDOMINGO 1º DE CUARESMA  (C)

Lc 4,1-13

Debemos superar el enfoque maniqueo de la cuaresma que hemos arrastrado durante demasiado tiempo. Sin embargo, el sentido profundo de la cuaresma debemos mantenerlo e incluso potenciarlo. En efecto, en ninguna época de la historia el ser humano se había dejado llevar tan masivamente por el hedonismo. A escala mundial el hombre se ha convertido en productor-consumidor. El grito de guerra de las revueltas estudiantiles del 68 en Francia, era: “No queremos vivir peor que nuestros padres”. No querían ganar menos y consumir menos; para nada hacían alusión a la posibilidad de ser más humanos.

La crisis económica del coronavirus nos puede ayudar a superar la trampa. ¿Queremos consumir más o nos interesa ser cada día más humanos? En teoría no hay problema para responder, pero en la práctica, nos dejamos llevar por el hedonismo, aún a costa de menor humanidad. Aquí está la razón de la cuaresma. Todos tenemos la obligación de pararnos a pensar hacia dónde nos dirigimos. Alcanzar plenitud de humanidad exige el esfuerzo de no instalarnos en la comodidad. Para crecer en humanidad debemos ir más allá de la satisfacción de los instintos. Este es el planteamiento de una cuaresma para la reflexión.

No debemos escandalizarnos cuando los exégetas nos dicen que los relatos de las tentaciones no son historia sino teología. Marcos, que fue el primero que escribió, reduce el relato a menos de tres líneas. No son crónicas de sucesos, pero son descarnadamente reales. Empleando símbolos conocidos por todos, nos quieren hacer ver una verdad teológica fundamental: La vida humana se presenta siempre como una lucha a muerte entre los dos aspectos de nuestro ser; por una parte lo instintivo o biológico y por otra lo espiritual o trascendente. Esa lucha no hay que plantearla en el orden del obrar sino en el del conocer.

El mito del mal personificado (diablo) ha atravesado todas las culturas y religiones hasta nuestros días. No necesitamos ningún enemigo que nos tiente desde fuera. El diablo nace como necesidad de explicar el mal, que no puede venir de Dios. Lo que llamamos mal no tiene ningún misterio; es inherente a nuestra condición de criaturas. La voluntad solo es atraída por el bien, pero como nuestro conocimiento es limitado, la razón puede presentar a la voluntad un objeto como bueno, siendo en realidad malo. Todos buscamos el bien, pero nos encontramos con lo malo entre las manos, no porque lo busquemos sino por ignorancia.

El mal es consecuencia de una inteligencia limitada. Sin conocimiento, la capacidad de elección sería imposible y no podría haber mal moral. Si el conocimiento fuera perfecto, también sería imposible el mal, porque sabríamos lo que es malo, y no nos atraería. Si la voluntad va tras el mal, es siempre consecuencia de una ignorancia. Es decir, creemos que es bueno para nosotros lo que en realidad es malo. La libertad de elección solo se puede dar entre dos bienes. Plantear una lucha entre el bien y el mal es puro maniqueísmo. La lucha se da entre el bien aparente (mal) y el bien real para mí. Esto es muy importante.

El ser humano es un proyecto que está toda su vida desarrollándose. Para que el desarrollo humano concluya con éxito, cada etapa tiene que integrar la anterior y unificarse en una personalidad, solo que más cerca del objetivo final. Que las tentaciones sean tres no es casual. Se trata de un resumen perfecto de las relaciones que puede desarrollar un ser humano. La tentación consiste en entrar en una relación equivocada con nosotros mismos, con los demás y con Dios. Una auténtica relación humana con los demás depende, querámoslo o no, de una adecuada relación con nosotros mismos y con Dios.

1ª tentación: poner la parte superior de nuestro ser al servicio de la inferior. Si eres Hijo de Dios… No se debe entender desde los conceptos dogmáticos acuñados en el s. IV. No hace referencia a la segunda persona de la Trinidad. Significa hijo en el sentido semita. Si tú has hecho en todo momento la voluntad de Dios, también Él hará lo que tú quieres. Fíjate bien que la tentación de hacer la voluntad de Dios para que después Él haga lo que yo quiero, no tiene que venir ningún diablo a sugerírnosla; es lo que estamos haciendo todos, todos los días. Jesús no es fiel a Dios porque es Hijo, sino que es Hijo porque es fiel.

Di que esta piedra se convierta en pan. La tentación permanente es dejarse llevar por el placer que dan los instintos, sentidos, apetitos. Es decir hacer en todo momento lo que te pide el cuerpo. Es negarse a seguir evolucionando y superarse a sí mismo, porque eso exige esfuerzo. Los instintos nos ayudan a garantizar nuestro ser animal. Si ese fuera nuestro objetivo, no habría nada de malo en seguirlos, como hacen los animales. En ellos los instintos nunca son malos. Pero si nuestro objetivo es ser más humanos, solo a través del esfuerzo lo podremos conseguir, porque debemos ir más allá de lo puramente biológico. El fallo está en utilizar la inteligencia para potenciar nuestro ser animal.

No solo de pan vive el hombre. El pan es necesario, pero, ni es lo único necesario ni es lo más importante. Para el animal sí es suficiente. Nuestro hedonismo cotidiano demuestra que aún no hemos aceptado estas palabras de Jesús. El dar al cuerpo lo que me pide es para muchos lo primero y esencial, descuidando la preocupación por todo aquello que podría elevar nuestra humanidad. El antídoto de esta tentación es el ayuno. Privarnos voluntariamente de aquello que es bueno para el cuerpo es la mejor manera de entrenarnos para no ceder, en un momento dado, a lo que es malo aunque sea apetitoso.

2ª tentación: Si me adoras, todo será tuyo. El poder es la idolatría suprema. El poder lleva siempre consigo la opresión, que es el único pecado. Adorar no es dar incienso a un dios exterior. Se trata de descubrir que nuestro verdadero ser es Dios en nosotros. Nuestro auténtico ser no está en el ego aparente sino más a lo hondo. Si descubro mi ser profundo, no me importará desprenderme de mi falso yo y, en vez de buscar el dominio, buscaré el servicio. El antídoto es la limosna. Para superar la tentación de dominar a todos, debemos hacer ejercicios de donación voluntaria de lo que tenemos y de lo que somos.

3ª tentación: Tírate de aquí abajo. Realiza un acto verdaderamente espectacular, que todo el mundo vea lo grande que eres. Todos te ensalzarán y tu vana-gloria llegará al límite. La respuesta: deja a Dios ser Dios. Acepta tu condición de criatura y desde esa condición alcanza la verdadera plenitud. Dios no tiene que darte nada. Ya se lo ha dado todo a todos. Eres tú el que debes descubrir las posibilidades de ser que tienes sin dejar de ser criatura. Ya es hora de que dejemos de acusar a Dios de haber hecho mal su obra y exigirle que rectifique. El antídoto es la oración. Al decir oración no queremos decir “rezos” sino meditación profunda. Descubrir al verdadero Dios me librará de utilizar al dios ídolo.

Para llegar a tu verdadero ser, hay que atravesar tu propio desierto. Libérate de todo lo que crees ser para llegar a lo que eres de verdad. Mantente en el silencio, hasta que se derrumbe el muro que te separa de ti mismo. No confíes en milagros; nadie desde fuera de ti podrá llevarte hasta el fondo de tu ser y suplir el propio esfuerzo de encontrarte.

Meditación

Para llegar a tu verdadero ser hay que atravesar tu propio desierto.
Libérate de todo lo que crees ser para llegar a lo que eres de verdad.
En el desierto, y solo, tienes que tomar la decisión definitiva.
La tierra prometida”, está ya ahí, al otro lado de tu falso yo.
Mantente en el silencio, hasta que se derrumbe el muro que te separa de ti mismo.
En tu verdadero ser ya lo eres todo.

Fray Marcos

Fuente Fe Adulta

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Sometido a tentación.

Domingo, 6 de marzo de 2022
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Jesus_en_el_desierto

Lc 4, 1-13

«El Espíritu le fue llevando por el desierto mientras era tentado por el diablo»

Estamos en los prolegómenos de la vida pública de Jesús; cuando probablemente todavía está decidiendo su destino. Ha dejado oficio y familia, ha salido de Nazaret para ir al encuentro del Bautista y ha sido bautizado por él. Es razonable pensar que en ese entorno ha terminado de asentar su intuición de Abbá y del Reino, y que a la sazón se encuentra en el trance de decidir si vuelve a Nazaret o se lanza a la incierta vida de predicador ambulante.

Dentro de ese contexto, en este episodio hay dos temas importantes a resaltar: que Jesús responde a la llamada abrazando sin reservas la misión, y que está sometido a tentación como cualquiera de nosotros. Los especialistas nos dicen que lo demás es solo el envoltorio del mensaje, pero a pesar de ello, la curiosidad nos acucia y nos lleva a plantear preguntas que no son importantes y que no sabemos responder. Por ejemplo: ¿Qué es lo que mueve a Jesús a abandonarlo todo para acudir al Jordán en busca del Bautista?… ¿O, cuáles pueden haber sido esas tentaciones que Lucas escenifica de manera tan brillante?…

Tenemos tendencia a creer que Jesús adquiere plena conciencia mesiánica en el momento del bautismo y que ya no duda hasta llegar a la cruz, pero esta creencia choca con otra creencia básica para el cristiano; su inequívoca humanidad. La duda es consustancial con la condición humana, y es difícil imaginar a Jesús libre de dudas toda la vida y hasta el final. Hay dos buenos argumentos en favor de esta teoría, y son la angustia de Getsemaní y la agonía de la cruz, «Dios mío, Dios mío, ¡por qué me has abandonado!»

Cabe pensar que son las dudas las que lo llevan al desierto antes de abrazar definitivamente la misión, y que también son las dudas las que traen aparejadas las tentaciones. Lucas nos habla de tres tentaciones concretas, y, dentro del simbolismo con que plantea el texto, algunos entendidos han tratado de intuir la naturaleza real de estas tentaciones a las que él se refiere.

Dicen que su actitud destemplada con los familiares que van a buscarle para llevarlo a casa, o la respuesta desmedida a Pedro en Cesárea, «¡Apártate de mí Satanás!», parecen la reacción típica de quien ve removida su conciencia con una tentación recurrente, y apuntan a que esa tentación fue siempre volver a la cómoda existencia que había dejado en Nazaret (en Lucas, la piedra convertida en pan).

También dicen que su reacción cuando quieren hacerlo rey —despachando a sus discípulos que azuzaban a la multitud y huyendo a la soledad a orar—, parece responder a la tentación de afrontar la misión desde la tradición de Israel, es decir, dejándose encumbrar a la posición de mesías davídico que el pueblo espera (Lucas la simboliza en los reinos de la tierra), e instaurar el reino de Dios desde el poder.

La tercera (el pináculo del templo), bien podría referirse a la tentación de pedir a Dios una señal que afianzase su decisión antes de seguir adelante…

Todo ello sin duda muy sugestivo… pero secundario para nuestra fe.

Miguel Ángel Munárriz Casajús

Para leer el comentario que José E. Galarreta hizo en su momento, pinche aquí

Fuente Fe Adulta

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El seguimiento no es un camino fácil.

Domingo, 6 de marzo de 2022
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158524_desierto.jpgI Cuaresma. (Lc 4, 1-13)

El episodio de las tentaciones de Jesús solo tiene sentido si lo entendemos desde su experiencia de Bautismo, de saberse y experimentarse hijo de Dios, envuelto en su Espíritu de tal manera, que su vida es conducida por esa relación que le lleva a vivir como Él vivió.

Los evangelios, dirigidos a los primeros cristianos, que experimentaban las dificultades de seguir el Camino, tanto en su fuero interno como por parte de la sociedad en la que vivían, a través de la narrativa de las tentaciones de Jesús, intentaron darles a entender que el camino de seguimiento no era un camino fácil.

Hay que “renacer del agua y del Espíritu”, le dijo Jesús a Nicodemo; vivir desde la experiencia personal de saberme y sentirme hijx de Dios con todas las consecuencias.

Lo primero que surge después de una experiencia fundante es la pregunta: ¿Y qué hago yo ahora? ¿Qué se me invita a vivir? ¿Qué tengo que hacer?

La mayoría de los que leemos estos comentarios ya hemos pasado por esa experiencia y quizá por muchas otras que nos han ido cribando, que nos han ayudado a quedarnos con lo esencial y a soltar todo aquello que no nos conduce a nada. Pero si todavía estamos en camino y “no hemos llegado” las tentaciones nos siguen acuciando por todos lados.

Y ¿qué tentaciones experimento hoy?

Jesús, después de haber estado sin comer durante cuarenta días sintió hambre… ¡y quién no! Habría tanto que decir de esta primera tentación –“Si eres Hijo de Dios, dile a esta piedra que se convierta en un pan”. Jesús sintió la tentación como cada unx de nosotrxs de utilizar su poder para su beneficio propio, dedicar su existencia a calmar las necesidades primarias de la gente más necesitada, más oprimida… Qué diferente habría sido todo si se hubiera dedicado a los necesitados, sin esa dimensión profética que le impulsaba a denunciar, al igual que anunciar, que Dios no estaba de acuerdo con la injusticia promulgada tanto por el poder romano como el religioso.

Nuestra tentación es traducir las acciones de Jesús a lo que nos parece que es lo más necesario, pasándolo todo por nuestro propio criterio. En otras palabras, hacernos un Dios a nuestra medida que justifique nuestras acciones y aplauda nuestras decisiones.

Jesús, para contestar a Satanás, se refiere al pasaje Dt 8:3 “No sólo de pan vivirá el hombre sino de todo lo que salga de la boca del Señor”. Por supuesto que sin las necesidades imperantes cubiertas la persona no se puede plantear nada más, pero es que nuestras necesidades van más allá de lo material y negármelo o negárselo a los demás es atentar contra nuestra propia identidad.

Jesús deja que la Palabra le hable a su vida, no acomoda la Palabra a lo que a Él le conviene. Y vuelvo con esto a la necesidad de una experiencia personal pero acompañada.

No nos damos cuenta y caemos en aquello que criticamos de los demás. ¿Qué tal una experiencia de dejarnos guiar por el Espíritu que nos habla y nos alimenta a través de la Palabra, acompañados de la comunidad? Necesitamos un silencio activo que nos transforme por dentro, donde no entre el razonamiento y los argumentos sino el dejarnos transformar.

El ayuno de información, de crítica, de activismo, de hacer las cosas a mi manera para dejarme dirigir, me acercará a esa experiencia de Jesús de Nazaret de escuchar desde dentro el plan de Dios y vivir, no según me parece a mí, sino como corresponde a un hijo-a de Dios.

Satanás, que me tienta, que justifica mis posturas y acciones, que me anima a seguir como hasta ahora, no es un personaje que me habla desde fuera, es mi propio ego.

Tenemos hambre de una auténtica espiritualidad. Está claro que toda la formación, todo el saber intelectual es esencial, pero sin una vida guiada por el Espíritu puede ser contraproducente. Al ser algo que “está de moda”, ese hablar de espiritualidad en lugar de religión, debemos cuidar de no caer en una superficialidad que nos deje todavía más hambrientos.

Somos propensos a seguir a gurús, a escuchar lo que “los maestros” nos dicen y a mezclar los alimentos según nos apetezca. La espiritualidad es nuestra esencia, no es algo exterior a mí que consumo según mi necesidad sino la respuesta con un estilo de vida que me llama desde dentro.

La espiritualidad auténtica se nutre del silencio y del diálogo y también de la acción. Cada uno de estos aspectos nos propulsa al otro. Nos hace más humildes, conocedores de nuestra realidad y nos ayuda a aceptarnos a la vez que aceptamos la complementariedad de los otrxs.

Nos regala nuevos ojos con los que ver la realidad y nos mantiene viva la esperanza en medio de las contradicciones. Es la única manera de mantenernos a flote en un momento de tantísima turbulencia. No nos viene dada, salimos a buscarla y nos sale al encuentro.

No toca un aspecto de nuestra realidad sino todos ellos, lo envuelve todo, lo transforma todo, en nosotros y en conexión con todo y con todxs. Es la mejor compañera de camino, mejor dicho, ella misma es el camino.

Carmen Notario, SFCC

www.espiritualidadintegradoracristiana.es

 

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Las pulsiones del ego.

Domingo, 6 de marzo de 2022
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B3B8CF9E-E6B8-418B-BB0D-C7D9D8E230DDDomingo I de Cuaresma

6 marzo 2022

Lc 4, 1-13

El ego busca autoafirmarse porque únicamente de ese modo puede sentirse “existente”. Entre los modos de autoafirmación destacan las que podemos considerar tres pulsiones básicas: tener, poder y aparentar. Ya que le resulta imposible hacer pie en sí mismo, de una manera desapropiada, debido a su naturaleza vacua -el ego es vacío que solo tiene una ilusoria sensación de existir porque se cree en él-, tiene que “robar energía” para alimentarse. Se trata, por tanto, de un parásito que vive “de prestado”.

La energía que le alimenta es el afán de tener, de poder y de aparentar. Pero esas pulsiones no son inocuas, sino que conllevan un elevado “coste”, para uno mismo, para los otros y para el planeta entero.

El afán de tener fácilmente toma la forma de insaciabilidad y voracidad acaparadora. La contracara es la injusticia, en forma de desigualdad extrema que arroja cifras escandalosas, como el hecho de que unas cuantas fortunas posean más riquezas que los habitantes de todo un continente; o que, para que toda la humanidad disfrutara del modo de vida de las sociedades noroccidentales, serían necesarios más de tres planetas como la tierra.

La contracara del afán de poder es el sometimiento y la dominación, que puede llegar hasta la esclavitud, pasando por abusos y maltratos de todo tipo.

La contracara del afán por aparentar es el cultivo de la superficialidad y, en último término, la mentira y la falsedad. Para la llamada “cultura de la imagen” parece que todo vale, con tal de que la imagen personal salga beneficiada.

El resultado de todo ese proceso, en la medida en que nos dejamos atrapar por él, es un ego esclavo de esa triple pulsión. Esclavitud que corre pareja con la ignorancia acerca de lo que realmente somos. Y no hay forma de que una persona o una sociedad puedan construirse sobre la base de la ignorancia, es decir, de la mentira.

De ahí que las tradiciones sapienciales insistan en el cultivo de las actitudes alternativas, tal como queda subrayado con fuerza, en el mensaje del propio Jesús. Frente a esa triple pulsión, el evangelio propone el cuidado de esta triple actitud: frente al afán de tener y la idolización de la riqueza, compartir; frente al afán de poder y la idolización de la fuerza, servir; frente al afán de aparentar y la idolización de la imagen, ser. Este es el camino de la sabiduría y de la liberación del sufrimiento. Y solo el crecimiento en esta consciencia hará posible la transformación personal y colectiva, así como el cuidado del planeta.

¿Qué peso real tienen en mí esas tres pulsiones?

Enrique Martínez Lozano

Fuente Boletín Semanal

 

 

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El Diablo no es un señor al que Dios le permite tentar al personal.

Domingo, 6 de marzo de 2022
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imagesDel blog de Tomás Muro La Verdad es libre:

La Creación un acto de Amor

01.- El diablo.

         En el primer domingo de cuaresma leemos y recordamos las tentaciones del Cristo y del ser humano.

         Era natural que se echase mano de la figura del diablo. Pero a estas alturas de la vida y del pensamiento cristiano no podemos creer que el diablo sea un personaje, un señor al que Dios le permite que ande por ahí haciendo el “canelo” con un tridente, oliendo a azufre y a la caza y captura de clientes para el infierno. Sería -es- un infantilismo carnavalero.

         Diablo es lo contrario de símbolo.

Los símbolos centran, concentran significados: banderas, colores, anagramas, etc. representan pueblos, instituciones, movimientos, etc.

Diablo es lo que puede descentrar la libertad humana. Hay realidades en la vida que pueden despistar nuestra libertad: el dinero, la comida, el sexo, etc.

         La cuestión del diablo y de las tentaciones radican en la libertad humana, no en un señor que pulula por ahí.

02.- Un relato entramado de símbolos.

         El relato de las tentaciones de Jesús es un entramado de símbolos que evocan el Éxodo, la libertad, los cuarenta días / años de desierto, es decir: toda la vida caminando para llegar a la Tierra de Promisión.

         Toda vida humana es un Éxodo, un camino, una nostalgia (un intento) de absoluto, una promesa de tierra de plenitud.

03.- ¿Dios nos creó, pero le salió mal la creación?

         Decimos y creemos que Dios es creador. Pues bien, cuando Dios crea, lo hace con amor y con todas sus consecuencias.

         Si Dios crea la tierra, no pensemos que luego va a evitar los terremotos. La tierra, el universos y los pluriversos tienes sus leyes y pueden ocurrir catástrofes, que Dios no va a evitar.

         Si Dios crea los mares, luego no va a evitar que se den maremotos.

         Si Dios crea libre al ser humano, el hombre puede equivocarse y hacer el mal (pecado).

         Las criaturas no somos dioses, somos limitados, corruptibles porque así nos ha creado Dios. Los humanos somos débiles y estamos llamados a morir. Dios nos ha creado siendo muy consciente de que podemos fallar.

04.-   La creación no es un acto de poder, sino de amor.

La clave para acercarse al misterio de Dios creador no es su poder, sino su amor.

Aunque Dios es todopoderoso, sin embargo la relación de Dios con el hombre no es desde la omnipotencia, sino desde el amor. Dios es amor (1Jn 4,16).

Cuando Dios emplea su poder (como su justicia), está regido por su amor hacia el mundo y hacia los seres humanos, (27).

Si Dios usara sin más el poder para suprimir todo mal, violentaría la creación, y, sobre todo, al hombre en su dignidad y libertad. Y la condición del amor es dejar a los otros ser lo que son en su identidad profunda. La permisión del mal es inherente a un Dios que transmite y respeta la vida, (Segundo Galilea).

El ser humano es libre y en el ejercicio de su libertad puede elegir, decidir, y se puede equivocar incluso puede actuar mal. La única manera de evitar las equivocaciones y el mal es no creando al ser humano, no creando las cosas ni la creación. Pero es mejor vivir la miseria humana con esperanza, con Éxodo y Tierra de Promisión que no vivir.

Mundo (360)Por eso Dios crea con amor, aun a riesgo de que el ser humano se corrompa y se frustre.

Estamos en el núcleo del problema del mal, del misterio del mal.

La clave para iluminar el problema del mal es otra vez el amor de Dios. Por el amor que Dios nos tiene, es el único que puede transformar los males en bien final.

La solución al problema del mal humano, del pecado está en JesuCristo. Jesús crucificado es la razón última de la esperanza cristiana, de la liberación, de la Tierra de promisión. Jesús crucificado y no mis fuerzas, ni mi voluntarismo, es donde queda superado el aparente absurdo del mal inevitable.

Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para salvarlo.

(rezamos todos juntos estas palabras de San Pablo)

¿Quién nos separará del amor de Cristo?

¿El sufrimiento, la angustia, la persecución, el hambre,

 la desnudez, el peligro, la muerte violenta?

Estamos siempre expuestos a la muerte.

Pero en todo esto salimos más que vencedores

por medio de aquel que nos amó.

Nada podrá separarnos del amor de Dios: ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los poderes y fuerzas espirituales, ni lo presente ni lo futuro,

ni lo alto ni lo profundo ni ninguna otra de las cosas creadas por Dios.

¡Nada podrá separarnos del amor que Dios nos ha mostrado en Cristo Jesús,

 nuestro Señor!

(Romanos 8, 35-37)

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Aprendiendo a amar a quienes nos hacen daño.

Lunes, 21 de febrero de 2022
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B1291FF2-F188-44BB-9A02-B24FE010BDDFLa reflexión de hoy es de la colaboradora de Bondings 2.0, Yunuen Trujillo, cuya breve biografía se puede encontrar haciendo clic aquí.

Las lecturas litúrgicas de ayer domingo, para el Séptimo Domingo del Tiempo Ordinario se pueden encontrar aquí.

“Hemos aprendido de memoria la regla de oro; entreguémoslo ahora a la vida.” Edwin Markham, poeta estadounidense

El evangelio de hoy nos trae quizás la más simple pero una de las enseñanzas más desafiantes: Haz con los demás lo que te gustaría que hicieran contigo”. La regla de oro, como se la conoce comúnmente, es el principio ético culturalmente más universal en la historia de la humanidad, y cada religión importante presenta alguna variación de la misma. Tan simple y universalmente aceptada como es esta regla, es uno de los principios más difíciles de seguir.

En la lectura de hoy, la regla de oro se nos presenta en medio de una serie de corolarios. Jesús nos dice que en lugar de buscar retribución después de que alguien nos hace daño, debemos perdonar a nuestros enemigos, no buscar venganza y hacer el bien a quienes nos odian. También nos dice que, cada vez que una persona nos golpea en una mejilla, debemos ofrecer la otra mejilla.

¿Esperar qué?

Los católicos LGBTQ estamos muy familiarizados con la injusticia y, a menudo, hemos tenido que limpiarnos del odio interiorizado hacia nosotros mismos. Para nosotros, permitir que otros nos lastimen sin buscar retribución o justicia a menudo parece un movimiento en contra de nuestra propia supervivencia. El hecho de que estos versículos bíblicos hayan sido utilizados en el pasado por algunos expertos religiosos para silenciar nuestros llamados válidos a la justicia tampoco ayuda. Para comprender y comprometer esta enseñanza a la vida, no podemos aislarla de todo el Evangelio, las cosas deben entenderse en su contexto.

En primer lugar, toda la vida, el ministerio e incluso la muerte y la resurrección de Jesús se centraron en el amor radical de los pobres y vulnerables y en su apoyo a ellos: Jesús mismo era pobre y vulnerable. Una y otra vez, Jesús rompe las reglas sociales y religiosas de su tiempo para estar con los que fueron maltratados y juzgados. Jesús se hace amigo de los marginados, está con los marginados, sana a los marginados, pone a los marginados en posiciones de liderazgo y predica que el Reino de Dios no está lleno de poderosos, sino de aquellos que han sufrido injusticia. Hoy, como ayer, Jesús está con nosotros y nos recuerda que somos Hijos amados de Dios, seres humanos plenos que merecemos vivir una vida digna.

En segundo lugar, Jesús reconoce que existe la injusticia y que, por mucho que intentemos obtener una retribución terrenal, una buena parte de la injusticia queda impune por parte de una sociedad que aún no se ha “resuelto” o que es francamente corrupta. Sin embargo, no importa lo que hagan los poderosos para herir, la justicia divina siempre favorecerá a aquellos que no han hecho daño; ya sea en este reino o en el siguiente.

Tercero (y esta es una parte MUY importante), cuando Jesús nos dice que debemos “hacer con los demás lo que nos gustaría que hicieran con nosotros” y que debemos amar a nuestro prójimo, no dice que debemos amar más a nuestro prójimo. que nosotros mismos. Más bien, dice que debemos amar a nuestro prójimo como nos amamos a nosotros mismos. No podemos dar lo que no tenemos para nosotros.

Amarnos a nosotros mismos a menudo requiere establecer límites saludables con aquellos que nos han lastimado, incluso miembros de la familia o miembros de nuestra comunidad. La clave es crear límites saludables para el presente y el futuro, mientras se deja ir el resentimiento y el odio que son el resultado del pasado. Nadie lleva la carga del resentimiento y el odio sino nosotros mismos. Dejar ir y eventualmente iniciar un proceso de perdón es un acto radical de amor propio.

Además de ese enfoque en el amor a uno mismo, Jesús nos pide que vayamos más allá del simple “dejar ir” y nos pide que aprendamos a amar y tener compasión hacia el otro, especialmente hacia aquellos que nos han hecho daño. Aquellos que causaron daño a menudo han sido dañados por otro, o se están dañando a sí mismos constantemente, siendo víctimas de su propia amargura. Aquellos que no son hospitalarios con sus propias heridas no pueden soportar ver la herida de otro, qué terrible debe ser vivir una vida así.

Nuestro corazón debe estar centrado en el amor, reconociendo que cualquier sentimiento e intención que albergamos en nuestro corazón hacia los demás permanecerá en nuestro corazón y solo volverá a nosotros. Al mismo tiempo, debemos ser humildes y recordar que tampoco somos perfectos y, a menos que procesemos nuestro propio dolor, podemos ser igualmente amargos con los demás. La vida da muchas vueltas y un día podemos encontrarnos siendo nosotros mismos los que causamos daño; luego querríamos que los demás tuvieran compasión de nosotros, hasta que nos volvamos a encontrar.

El amor es la única respuesta; amor arraigado, amor equilibrado, amor que va más allá de nuestros límites y razonamientos humanos, amor radical. No hay otra respuesta.

—Yunuén Trujillo, 20 de febrero de 2022

Fuente New Ways Ministry

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El alma (3): la cultura popular y las traducciones.

Martes, 15 de febrero de 2022
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26BC6AE9-5955-469B-9D37-33ED2616D5BCPapiro P.Duk. 740 con salmo 88, versículos 15-18 de la traducción de la Biblia hebrea al griego.

Del blog de Antonio Piñero:

Una vez presentadas las líneas generales de los respectivos conceptos de “alma” que en las culturas hebrea y griega antigua existieron, es hora de ver cómo se conjugaron ambas cosas en la cultura helenística, la vida cultural que, desde Alejandro Magno hasta época romana, impregnó el Mediterráneo oriental.

Las creencias populares de la época helenística sobre el alma eran ya fuerza imparable cuando se tradujo la Biblia Hebrea al griego. Eso no quiere decir que los conceptos popularizados de la cultura antigua y la filosofía encajaran en la traducción bíblica. Si el pueblo pensaba que el alma era una parte del ser que conocía, sentía, pensaba, y era la personalidad manifiesta de la persona, también creía que lo propio del cuerpo no era lo propio del alma (comer, dormir frente a alegría o pena, por ejemplo). Además, se pensaba que el alma estaba relacionada con los diversos cielos, viajaba por ellos durante el sueño y estaba, en general, relacionada con el universo y que, tras la muerte, viajaban a un lugar concreto donde incluso podían ser castigadas, premiadas. Pero también podía considerarse el alma como la vida misma de una persona, y así, salvar un alma era salvar a una persona, incluyendo tanto lo físico como lo anímico.

Pero el helenismo incluyó también a la provincia persa de Yehud y a los hebreos que ya se habían extendido por el mundo oriental (Egipto, Siria, Babilonia, etc.). Así que cabe la posibilidad de que, además de lo que conocemos sobre la antropología de la Biblia Hebrea, se produjeran otras interpretaciones favorecidas por la dominante cultura griega.

La traducción griega, conocida como Los Setenta o Septuaginta, se sirvió de la palabra psyché en sentido más bien antropológico que filosófico, de manera que, aun siendo chocante, cuando se lee la traducción en griego o la versión española de esa traducción, debemos considerar que el alma es uno de los constituyentes de la vida física tal como pensaba la cultura hebrea antigua. La conclusión más interesante que se deriva de los estudios sobre el tema es que, en Los Setenta, falta esa concepción que hacía del alma algo inmaterial o al menos invisible, elemento esencial distinguible del cuerpo y capaz de existir más allá de la vida física. Así pues, si encontramos expresiones como carne y alma (Is 10, 18 o Salmo 62, 2) se refieren a la persona al completo, a su vida como ser finito.

No obstante, en algunos casos de Septuaginta parece que asoman conceptos más filosóficos que hebreos. Y, de hecho, otra cosa es encontrar la palabra psyché en la literatura judía posterior, especialmente si consideramos las ideas fariseas sobre la resurrección. El libro conocido como 1 Macabeos muestra una gran mayoría de usos de la palabra como referida a lo psicológico, lo cual es un indicio de la gran influencia griega cuando el texto es nuevo, es decir, no es una traducción de la Biblia Hebrea y, por tanto, puede mostrar mejor las influencias culturales helenísticas.

La colección de sentencias conocida como Pseudo Focílides, del s. I d. C., muestra claramente la influencia griega: el alma (psyché) sigue viviendo tras la muerte (105 y ss), bien vuelva a Dios o sea llevada por ángeles, según comentan el Apocalipsis de Esdras (6, 4) y el Testamento de Abrahán (6, 5). E incluso se pensaba que cuerpo y alma serían reunidos para el juicio final.

Pero hay datos todavía más helenizantes. El libro denominado Sabiduría es una clara muestra: en 9, 13-15 se abre paso la idea de que el cuerpo es una cárcel para el alma:

13 ¿Qué hombre, en efecto, podrá conocer la voluntad de Dios? ¿Quién hacerse idea de lo que el Señor quiere? 14 Los pensamientos de los mortales son tímidos e inseguras nuestras ideas, 15 pues un cuerpo corruptible agobia el alma y esta tienda de tierra abruma el espíritu lleno de preocupaciones. (Traducción de Cantera-Iglesias).

Pero no se trata de un alma divina, sino de una parte del cuerpo capaz de recibir el espíritu (pneuma) que emana de la divinidad para algunos santos.

La situación intelectual y teológica es más compleja que en el periodo definido únicamente por la antropología y religión semíticas; muestra hasta qué punto el bagaje filosófico griego ha de ser mencionado y atendido a la hora de acercarse a los orígenes del cristianismo.

Saludos cordiales.

www.eugeniogomezsegura.es

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