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“Escuchar la voz de Jesús”. 30 de abril de 2023. 4 Pascua (A). Juan 1, 1-10.

Domingo, 30 de abril de 2023
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Other-Sheep-logoEn algunos ámbitos de la Iglesia se insiste más que nunca en la necesidad de un «magisterio eclesiástico» fuerte para dirigir a los fieles en medio de la crisis actual. Estas llamadas no logran, sin embargo, detener su creciente «devaluación» entre amplios sectores de cristianos.De hecho, no pocas intervenciones de los obispos provocan reacciones encontradas. Unos las alaban con fervor, otros las critican duramente, y la mayoría las olvida a los pocos días. Mientras tanto, en el evangelio se nos recuerdan unas palabras de Jesús que nos interpelan a todos: «Las ovejas siguen al pastor porque conocen su voz».

Lo primero y decisivo también hoy es que, en la Iglesia, los creyentes escuchemos «la voz» de Jesucristo en toda su originalidad y pureza, no el peso de las tradiciones ni la novedad de las modas, no las «preocupaciones» de los eclesiásticos ni los «gustos» de los teólogos, no nuestros intereses, miedos o acomodaciones.

Esto exige no confundir sin más la voz de Jesucristo con cualquier palabra que se pronuncia en la Iglesia. No hemos de dar por supuesto que en toda intervención de los obispos, en toda predicación de los curas, en todo escrito de los teólogos o en toda exposición de los catequistas se está escuchando fielmente la voz de Jesús.

Siempre existe un riesgo. Que llenemos la Iglesia de escritos y cartas pastorales, de documentos y libros de teología, de catequesis y predicaciones, sustituyendo con nuestro «ruido» la voz inconfundible de Jesús, nuestro único maestro. Lo recordaba una y otra vez el obispo san Agustín: «Tenemos un solo maestro. Y, bajo él, todos somos condiscípulos. No nos constituimos en maestros por el hecho de hablar desde el púlpito. El verdadero Maestro habla desde dentro».

Hemos de preguntarnos si la palabra que se escucha en la Iglesia proviene de Galilea y nace del Espíritu del Resucitado. Esto es lo decisivo, pues el magisterio, la predicación o la teología han de ser una invitación a que todos y cada uno de los creyentes escuchemos de manera fiel la voz de Cristo. Solo cuando uno «aprende» algo de Jesús se convierte en su seguidor.

José Antonio Pagola

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“Yo soy la puerta de las ovejas”. Domingo 30 de abril de 2023. 4º Domingo de Pascua.

Domingo, 30 de abril de 2023
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26-PascuaA4 cerezoLeído en Koinonia:

Hch 2,14a.36-41: Dios lo ha constituido Señor y Mesías
Salmo responsorial 22: El Señor es mi pastor, nada me falta.
1Pedro 2,20b-25: Habéis vuelto al pastor de vuestras vidas
Juan 10,1-10: Yo soy la puerta de las ovejas

La 1ª lectura, tomada del libro de los Hechos, pertenece al discurso de Pedro, ante el pueblo reunido en Jerusalén, a raíz del hecho de Pentecostés. Después de interpretarles el fenómeno de las lenguas diversas en que hablaban los discípulos invadidos por el Espíritu Divino, Pedro les evoca la vida y la obra de Jesús, les anuncia el “Kerygma”, la proclamación solemne de la Buena Nueva, del Evangelio: Cristo ha muerto por nuestros pecados, ha sido sepultado y al tercer día Dios lo hizo levantarse de la muerte librándolo de la corrupción del sepulcro y sentándolo a su derecha, como habían anunciado los profetas. Se trata ya, evidentemente, de una primera elaboración teológica del llamado «kerigma», o síntesis o núcleo de la predicación.

Lógicamente, esa formulación del kerigma está condicionada por su contexto social e histórico. No es que porque aparezca en el Nuevo Testamento ya haya de ser tenida como intocable e ininterpretable. Las palabras, las fórmulas, los elementos mismos que componen ese kerigma, hoy nos pueden parecer extraños, ininteligibles para nuestra mentalidad actual. Es normal, y por eso es también normal que la comunidad cristiana tiene el deber de evolucionar, de recrear los símbolos. La fe no es un «depósito» donde es retenida y guardada, sino una fuente, un manantial, que se mantiene idéntico a sí mismo precisamente entregando siempre agua nueva.

En muchos países tropicales son casi desconocidos los rebaños de ovejas cuidadas por su pastor. Eran y son muy comunes en el mundo antiguo de toda la cuenca del Mediterráneo. Muy probablemente Jesús fue pastor de los rebaños comunales en Nazaret, o acompañó al pastoreo a los muchachos de su edad. Por eso en su predicación abundan las imágenes tomadas de esa práctica de la vida rural de Palestina. En el evangelio de Juan la sencilla parábola sinóptica de la oveja perdida (Mt 18,12-14; Lc 15,3-7) se convierte en una bella y larga alegoría en la que Jesús se presenta como el Buen Pastor, dueño del rebaño por el cual se interesa, no como los ladrones y salteadores que escalan las paredes del redil para matar y robar. Él entra por la puerta del redil, el portero le abre, El saca a las ovejas a pastar y ellas conocen su voz. La alegoría llega a un punto culminante cuando Jesús dice ser “la puerta de las ovejas”, por donde ellas entran y salen del redil a los pastos y al agua abundante. Por supuesto que en la alegoría el rebaño, las ovejas, somos los discípulos, los miembros de la comunidad cristiana. La alegoría del Buen Pastor está inspirada en el largo capítulo 34 del profeta Ezequiel en el que se reprocha a las autoridades judías no haber sabido pastorear al pueblo y Dios promete asumir Él mismo este papel enviando a un descendiente de David.

La imagen del Buen Pastor tuvo un éxito notable entre los cristianos quienes, ya desde los primeros siglos de la iglesia, representaron a Jesús como Buen Pastor cargando sobre sus hombros un cordero o una oveja. Tales representaciones se conservan en las catacumbas romanas y en numerosos sarcófagos de distinta procedencia. La imagen sugiere la ternura de Cristo y su amor solícito por los miembros de su comunidad, su mansedumbre y paciencia, cualidades que se asignan convencionalmente a los pastores, incluso su entrega hasta la muerte pues, como dice en el evangelio de hoy “el buen pastor da la vida por sus ovejas”.

La imagen de «ovejas y pastores» ha de ser manejada con cuidado, porque puede justificar la dualidad de clases en la Iglesia. Esta dualidad no es un temor utópico, sino que ha sido una realidad pesada y dominante. El Concilio Vaticano I declaró: «La Iglesia de Cristo no es una comunidad de iguales, en la que todos los fieles tuvieran los mismos derechos, sino que es una sociedad de desiguales, no sólo porque entre los fieles unos son clérigos y otros laicos, sino, de una manera especial, porque en la Iglesia reside el poder que viene de Dios, por el que a unos es dado santificar, enseñar y gobernar, y a otros no» (Constitución sobre la Iglesia, 1870). Pío XI, por su parte, decía: «La Iglesia es, por la fuerza misma de su naturaleza, una sociedad desigual. Comprende dos categorías de personas: los pastores y el rebaño, los que están colocados en los distintos grados de la jerarquía, y la multitud de los fieles. Y estas categorías, hasta tal punto son distintas entre sí, que sólo en la jerarquía residen el derecho y la autoridad necesarios para promover y dirigir a todos los miembros hacia el fin de la sociedad. En cuanto a la multitud, no tiene otro derecho que el de dejarse conducir y seguir dócilmente a sus pastores» (Vehementer Nos, 1906). La verdad es que estas categorías de «pastores y rebaño», a lo largo de la historia de la Iglesia han funcionado casi siempre -al menos en el segundo milenio- de una forma que hoy nos resulta sencillamente inaceptable. Hay que tener mucho cuidado de que nuestra forma de utilizarlas no vehicule una justificación inconsciente de las clases en la Iglesia.

El Concilio Vaticano II supuso un cambio radical en este sentido, con aquella su insistencia en que más importante que las diferencias de ministerio o servicio en la Iglesia es la común dignidad de los miembros del Pueblo de Dios (el lugar más simbólico a este respecto es el capítulo segundo de la Lumen Gentium del Vaticano II).

Como es sabido, en las últimas décadas se ha dado un retroceso claro hacia una centralización y falta de democracia. La queja de que Roma no valora la «colegialidad episcopal» es un clamor universal. La práctica de los Sínodos episcopales que se puso en marcha tras el concilio, fue rebajada a reuniones meramente consultivas. Las Conferencias Episcopales Nacionales, verdadero símbolo de la renovación conciliar, fueron declaradas por el cardenal Ratzinger como carentes de base teológica. Los «consejos pastorales» y los «consejos presbiterales» establecidos por la práctica posconciliar como instrumentos de participación y democratización, casi han sido abandonados, por falta de ambiente. La feligresía de una parroquia, o de una diócesis, puede tener unánimemente una opinión, pero si el párroco o el obispo piensa lo contrario, no hay nada que discutir en la actual estructura canónica clerical y autoritaria. «La voz del Pueblo, es la voz de Dios»… en todas partes menos en la Iglesia, pues en ésta, para el pueblo la única voz segura de Dios es la de la Jerarquía. Así la Iglesia se ha convertido -como gusta de decir Hans Küng- en «la última monarquía absoluta de Occidente». A quien no está de acuerdo se le responde que «la Iglesia no es una democracia», y es cierto, porque es mucho más que eso: es una comunidad, en la que todos los métodos participativos democráticos deberían quedarse cortos ante el ejercicio efectivo de la «comunión y participación». En semejante contexto eclesial, ¿se puede hablar ingenuamente de «el buen pastor y del rebaño a él confiado» con toda inocencia e ingenuidad? El Concilio Vaticano II lo dijo con máxima autoridad: «Debemos tener conciencia de las deficiencias de la Iglesia y combatirlas con la máxima energía» (Gaudium et Spes 43).

En la Iglesia de Aquel que dijo que quien quisiera ser el primero fuese el último y el servidor de todos, en algún sentido, todos somos pastores de todos, todos somos responsables y todos podemos aportar. No se niega el papel de la coordinación y del gobierno. Lo que se niega es su sacralización, la teología que justifica ideológicamente el poder autoritario que no se somete al discernimiento comunitario ni a la crítica democrática. ¿Qué la Iglesia no es una democracia? Debe ser mucho más que una democracia. Y, desde luego: no ha de ser un rebaño. Leer más…

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30.4.23. Dom 4 Pascua. No para meter en redil, sino para sacar y liberar a las ovejas (Sal 23 ; Jn 10)

Domingo, 30 de abril de 2023
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784Del blog de Xabier Pikaza:

Ésta es la palabra central, carta magna de la liberación bíblica y cristiana: Sacar a las “ovejas” del redil cósmico y social donde estaban cerradas, oprimidas, haciendo con ellas un camino de comunión personal, en libertad.

Sin esa libertad que es Dios (en nuestro caso el Dios de Israel y de Cristo),  el ejercicio político/social y religioso  de pueblos y estados  ha sido (=es) un dominio de  kleptai (ladrones) y lêstai (bandidos .

Así lo proclama  esta palabra de Jesús sobre el poder/gobierno de sacerdotes (Jerusalén) yde soldados (Roma), que viene precedida y preparada en la Biblia y liturgia de este dom. 4 de Pascua por el responsorio de Sal 23 (=22).

Ésta es la palabra central de la Iglesia, pero a veces, la misma iglesia, en vez de sacar y liberar, ha metido a sus ovejas en más duros rediles de dominio de conciencia (castillos fortificados y vigilados de opresión social)-

Dicen que la economía y política moderna quieren liberar, pero ella también ha corrido y está corriendo el riesgo de sacar a las ovejas delos viejos rediles (redes) de opresión tradicional para encerrarlas en apriscos más duros de opresión económica, ideológica y política. Todo el mundo está corriendo el riesgo de convertirse en un gulag, un Lager de concentración para la muerte, campos y campos de exilados, encerrados en fronteras de opresión.

El tema de fondo, la palabra inquietante de Jn 10, 10, es que este mundo está bajo el dominio de poderes económicos (kleptai,ladrones) y político/militares (lestai,bandidos). Por eso, lo primero es sacar (ex-agein), esto es, liberar a las ovejas-ovejas, a fin de que puedan ser lo que son, es decir, personas en libertad de conocimiento y amor, para caminar en comunión (comunicaciòn de vida).

Éste es un evangelio fuerte quizá el más fuerte de la Biblia, de la iglesia y de la humanidad: La autoridad social y religiosa sólo es digna de ese nombre si libera, si permite que hombres y mujeres, que empiezan pareciendo ovejas de redil, se conviertan en personas de libertad para el amor.

Para eso esta la Biblia (=la Palabra), para eso está Jesús (para sacarnos del redll cerrado de animales), para eso está la iglesia…para eso están un tipo de autoridades sociales, económicas y religiosas.

Pero la Biblia (Palabra), Jesús (liberador) y la Iglesia (con los poderes político-sociales) se han vuelto con frecencia creadores de nuevos rediles, peores (más refinados) que los anteriores: Rediles de dogmatismo de conciencia (no de buen dogma), campos de inquisición y de concentración, sistemas cada vez más totalitarios/totales de manipulación, al servicio de klepta y lestai, esto es, de latrocinio y esclavizamiento.

Ciertamente, el evangelio de Juan, con el despliegue de la iglesia y  los programas de liberaciòn politico-social de la modernidad, han conseguido muchas libertad. Pero hay que estar muy atentos para que esas libertades no sean tapadera de nuevas y más duras opresiones de ladrones y bandidos, como sigue diciendo el salmo y evangelio de este domingo.

SAL 23 (=22): YAHVÉ ES MI PASTOR, NADA ME FALTA

Breve salmo, atribuido a David, pastor y rey, a quien la tradición atribuye el orden sagrado del templo de Jerusalén y la “constitución del judaísmo”.. Sus motivos básicos son dos, conectados entre sí de un modo histórico y religioso.

(a) 23, 1-4. Yahvé, pastor que protege, guía y alimenta al rebaño (Israel, humanidad) y al orante en los caminos fuertes, peligrosos, de trashumancia en oriente.

(b) 23, 5-6. El mismo Yahvé se muestra vinculado a un templo (un casa), que es, evidentemente Jerusalén, donde abre un espacio de vida y una mesa de amor para los justos (frente, en contra de los enemigos) (tomo el comentario que sigue de mi libro de los salmos).

            Es muy posible que este salmo sea la oración de un “devoto” (creyente), a quien sus enemigos acusan, persiguiéndole  y queriendo expulsarle del culto de los fieles del templo; pero se ha defendido, ha triunfado, y puede mantenerse en el templo, confesando a Yahvé como su Dios, tanto en su entorno anterior de trashumancia (como oveja de un rebaño protegido por Dios), como en su contexto posterior (actual) de presencia y culto en el templo.De un modo implícito, este salmo evoca el arco histórico de la identidad israelita, en sus dos momentos fundamentales.

(a) Sal 23, 1-4  presenta a Israel  (al ser humano) como un rebaño guiado y defendido por Dios, no sólo en la etapa de los patriarcas (Jacob pastor), sino a lo largo de los tiempos de trashumancia por un tipo de desierto, desde la salida de Egipto hasta su establecimiento en torno a Jerusalén.

(b)  Sal 23,5-6    nos sitúa ante la comunidad de creyentes, reunidos de un modo sacral en torno al templo de Jerusalén, donde Dios mismo aparece como “anfitrión”, en la casa sagrada que acoge a sus devotos, les unge, les llena de gloria y les “alimenta”, de forma que ellos pasan de ser ovejas de su rebaño (cf. Is 40, 11; Ez 34, 21-22; Sal 95,7) y huéspedes y amigos de su casa.

            Este paso de la religión trashumante del Yahvé pastor y su rebaño a la religión establecida del Yahvé del templo con sus fieles, que comparten la mesa y oración (y que más tarde el libro de la Ley), constituye la clave de la historia de Israel, y aparece aquí resumida en esta espléndida oración, que no es ya propia de un Rey como David (aunque se le puede aplicar la primera parte), ni de unos sacerdotes, gestores del culto del pueblo (aunque también se les puede aplicar la segunda parte), sino de un creyente, que se defiende y eleva como representante o portavoz de la historia israelita.

            Cambian de un momento a otro los “peligros”, vinculados primero con el tiempo de pastoreo con riesgos concretos de carencia (de agua, de pastos, de oscuros caminos, de fieras o bandidos…) y después con el tiempo del templo, con enemigos humanos, que se sientan o vigilan al otro lado de la mesa del orante, acechándole siempre. Pero la defensa de Yahvé (su presencia protectora) es siempre la misma en un momento y el otro, de forma que el salmista original o los que repiten y asumen su canto en el templo o en la liturgia particular de las comunidad, pueden habitar tranquilos (23,5), libres de temor, porque el Dios pastor y anfitrión (amigos) va con ellos y les acompaña.

(A) Yahvé es mi pastor, nada me falta:2 en verdes praderas me hace recostar; | me conduce hacia fuentes tranquilas. 3 y repara mis fuerzas; | me guía por el sendero justo, | por el honor de su nombre.4 Aunque camine por cañadas oscuras, | nada temo, porque tú vas conmigo:tu vara y tu cayado me defienden.

(B) 5 Preparas una mesa ante mí, | enfrente de mis enemigos; me unges la cabeza con perfume, | y mi copa rebosa.6 Bondad y tu misericordia me acompañan | todos los días de mi vida,Y  habitaré en la casa Yahvé | por años sin término.

Éste salmo tiene, como he dicho, dos partes principales (Yahvé-Pastor, Yahvé en el Templo) que van unidas de un modo inseparable, como es normal en otros salmos. Entre el pasado de los patriarcas-pastores y el presente de los devotos del templo queda un largo transcurso de historia simbólica (conquista de la tierra, monarquía de Jerusalén, quizá exilio…), que el salmo no necesita precisar, pasando como hace la etapa de pastores (promesa) a la etapa de fieles/levitas de un templo.

La imagen primera es de “pastores”, una imagen que ha seguido vive en el mundo rural hasta tiempos muy recientes: La humanidad logró una madurez antes impensable cuando logró domesticar algunos animales (cf. Sal 8; Gen 2), de forma que, en vez de ser cazador fortuito de venados silvestres, se convirtió en pastor de animales domésticos (perros y caballos, vacas, ovejas…) a los que cuidaba y guiaba, para mantenerse de ellos. Resulta esencial este recuerdo   de los israelitas posteriores, que seguían identificándose más con los pastores patriarcas nómadas (trashumantes) que con los agricultores sedentarios, simbolizados por los pueblos paganos cananeos. De esa forma pasa el salmo del recuerdo antiguo de los “jeques” pastores (patriarcas) a los fieles sedentarios del templo.

(A). Yahvé, tú eres mi pastor (23, 1-4). No dice eres mi Rey, mi Padre o Sacerdote, sino mi Pastor, Ro’i (y[iªro÷), con acento de intensificación sobre la palabra hebrea, como para indicar que su vida (la vida de la humanidad) ha podido surgir y se ha desarrollado a través de una presencia gratuita, bondadosa y fuerte de Dios, como pastor que “domestica” a las ovejas, las guía, las protege… Eso significa que el hombre es un animal “domesticado”, educado por Dios, por una presencia superior de vida, a quien se conoce con el nombre de Yahvé (el que vive, hace vivir).

Actualmente, siglo XXI, al menos en el mundo occidental, esta imagen se nos ha hecho difícil de entender y de aceptar: No nos sentimos bien si alguien nos guía, no somos “animales domésticos”, dependientes de un Dios exterior, sino dueños y gestores de la propia vida, sin necesidad de “pastores”. En un plano, ese nuevo sentimiento de libertad es bueno, y este mismo salmo lo ratifica al final. Pero en otro sentido, la visión del “Dios pastor”, vinculado a nuestra propia identidad de “rebaño de hombres libres”, sigue siendo necesaria: Nuestro despliegue en la vida ha sido un prodigio, la mayor de las maravillas de la tierra; la humanidad ha surgido por obra especial de una Presencia y Guía que podemos comparar con la del pastor, que nos ha hecho capaces de tener lo que tenemos, que nada nos falte.

Las notas principales de la presencia y obra de este Pastor divino son tradicionales y apenas necesitan comentario, teniendo en cuenta las condiciones del pastoreo trashumante antiguo, en una tierra de estepas semidesérticas, como las del entorno de Israel: Con la ayuda del Dios-Pastor, con su presencia educadora, el hombre ha sido capaz de encontrar verdes praderas y tranquilas fuentes,  en medio de una tierra calcinada,  reparando su cansancio y superando  los peligros, a través de “senderos justos” (qd<c,©÷-yleG>[.m;).

            Esta última expresión se puede y debe entender de dos maneras. (a) Los hombres han recorrido senderos “rectos”, esto es, apropiados, que les han llevado a la supervivencia física. (b) Pero también han recorrido caminos de “justicia”, en un sentido social y religioso, pues de otra manera ellos habrían perecido todos, víctimas de la violencia universal. Desde ese fondo se entienden las dos frases fundamentales.

 – Aunque camine por cañadas oscuras (de oscuridad de muerte)  nada temo, porque tú vas conmigo; este Dios-presencia, en medio del riesgo de muerte de la vida humana, define y sostiene la su existencia. El hombre ha sido y sigue siendo un viviente acompañado, bordeando sin cesar el riesgo de la muerte-oscura que le rodea y amenaza. Un camino por la oscuridad rodeada de muerte, pero abierta a la Vida es la existencia humana.

Porque tu vara y cayado me sosiegan-defienden (ynImU)x]n:)y> hM’heä ^T,ªn>[;v.miW÷ ^ïj.b.vi); la vara es un tipo de “cetro” de orientación y mando (propio incluso de reyes); el cayado es más bien un bastón defensivo, que podía llevar punta de hierro, para luchar contra las fieras y contra posibles enemigos.

 Según esto, la vida de los grupos humanos y de las personas en particular ha sido un “milagro” de educación (maduración, crecimiento) que el salmista atribuye a la presencia de Dios, como Pastor y guía. En un sentido, el hombre es dueño de sí (capaz de defenderse); pero, al mismo tiempo, su vida ha sido y sigue siendo resultado de una presencia superior. El hombre es porque Yahvé (el que es), siendo su presencia y providencia activa, le ha hecho surgir y le mantiene en vida.

(B) 2. Habitaré en la casa de Yahvé (23, 5-6).El salmista da un gran salto, para situarse en el lugar en que ahora se encuentra (al menos simbólicamente): Ante la mesa (!x’ªl.vu) que el mismo Yahvé le ha preparado en su casa (Bet-Yahvé) . No camina ya buscando descanso de agua y sombra, en medio de duros senderos de muerte, sino que puede sentarse y se sienta ante la mesa de Dios, hasta saciarse sin fin. Su bienaventuranza no se expresa aquí en forma de visión (contemplar a Dios, cara a cara…), sino de banquete (comer siempre en la casa de Dios).

El mismo Dios-Pastor se vuelve así anfitrión, quizá mejor de Amigo, que acoge a los amigos en su casa, ofreciéndoles alimento, como ha sabido la tradición antigua (la carne de los sacrificios que se comen en el templo es “carne de Dios”) y más tarde el cristianismo (que ha interpretado el pan y vino eucarístico como cuerpo y sangre de Cristo, Dios encarnado). Es evidente que estas afirmaciones, como las que forman parte del “misterio” religioso han de tomarse “simbólicamente”, no para indicar que no son verdaderas, sino para afirmar que lo son de un modo más alto.

El orante ha pasado de ser “oveja” o pastor de ovejas en los caminos arriesgados de estepas orientales a ser miembro de una comunidad de culto del templo (la gran asamblea; Sal 22, 23-26), en la que ha sido admitido, quizá con la oposición de algunos miembros. Parece que en ese sentido ha de entenderse la frase enigmática “frente a mis enemigos”: Él está en la mesa, nadie podrá nunca separarle de ella, expulsarle de la compañía de Yahvé, pero éste fin del salmo advierte que en esa casa “sigue habiendo enemigos”, quizá grupos enfrentados.

Esa expresión (frente a mis enemigos) puede y debe entenderse de manera afirmativa: A pesar de que tengo enemigos (personas y grupos que piensan de un modo distinto y querrían expulsarme) estoy sentado a la mesa de Yahvé y ellos deben aceptarlo (no pueden impedirlo). Pero ella  conserva un rasgo muy significativo: En otros salmos, incluso en Sal 22, daba la impresión de que los enemigos eran aniquilados en la gran lucha final; aquí, en cambio, sigue habiendo enemigos, incluso al fin, en el mismo templo, pues el culto del  santuario de Yahvé sigue estando dividido entre grupos enfrentados, pero sabiendo que los otros, los enemigos, no podrán expulsar nunca al orante justo.

Dios mismo ha preparado esa mesa del templo para el orante, sirviéndole en ella: Unge su cabeza con perfume, declarándole triunfador (un tipo de mesías, ungido); mantiene siempre llena su copa… Aquí se ha invertido la imagen del hombre sometido a Dios pastor (que le domestica y dirige desde fuera), pues Dios se ha convertido en servidor del hombre, le unge, le orece su vino en la copa… y así la acompaña todos los días de la vida, como muestran las dos frases finales.

2 JUAN 10, 1-10. CUANDO SAQUE DEL  APRISCO LAS OVEJAS (Jn 10,1-10)

 En aquel tiempo, dijo Jesús “Os aseguro que el que no entra por la puerta en el aprisco de las ovejas, sino que salta por otra parte, ése es ladrón y bandido; pero el que entra por la puerta es pastor de las ovejas.

 A éste le abre el guarda, y las ovejas atienden a su voz, y él va llamando por el nombre a sus ovejas y las saca fuera. Cuando ha sacado todas las suyas, camina delante de ellas, y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz; a un extraño no lo seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños.” Jesús les puso esta comparación, pero ellos no entendieron de qué les hablaba.

Por eso añadió Jesús: “Os aseguro que yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido antes de mí son ladrones y bandidos; pero las ovejas no los escucharon. Yo soy la puerta: quien entre por mí se salvará y podrá entrar y salir, y encontrará pastos. El ladrón no entra sino para robar y matar y hacer estrago; yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante.”

 La imagen anterior del pastor del Dios que es Pastor trashumante que guía la historia de los hombres y señor de un templo donde “alimenta” a sus devotos… sigue al al fondo, pero ha cambiado poderosamente. Éstas son las tres notas principales de este mundo (que era el suyo de los sacerdotes de Jerusalén y el de los legionarios romanos y que sigue siendo el nuestro son estas:

Cuatro  principios

1.  El mundo entero (Jerusalén,y Roma, templo  eimperio…) estaban en manos de kleptaì y lêstai,

como he dicho, y ahora repito. Ésta son las dos palabras fundamentales, que Jesús repite al principio y al fin de su “proclamación de investidura”: Todo lo que hay en el mundo es latrocinio (kleptai) u violencia opresora, armada o de otro tipo  (lêstai).

Son palabras durísimas, yo no me atrevería a decirlas, pero el dulcísimo Jesús crucificado las repite, en la iglesia (Jerusalén) y en el imperio (Roma). Ladrones y bandidos no han entrado por la puerta de Dios (que es la vida), sino que han asaltado el “aprisco”, el hogar de la vida humana, han tomado el poder económico y militar, y así identifican la justicia y la paz con su justicia opresora y su pan esclavizadora.

    Ciertamente, estos ladones y bandidos pueden ser los “celotas” y los “terroristas” sicarios del “mal judaísmo” (como nos decía La Potterie, en su año largo de clases sobre este motivo…); pero él solía olvidarse de que Jesús llamaba también (y sobre todo) kleptai y lestai a los sumos sacerdotes de Jerusalén y a los sumos legionarios de Roma (como algunos alumnos, después famosos, le decían ya entonces; los españoles solíamos estar callados, no estaba el horno para bollos).

2. La humanidad ha estado (está) encerrada en ese corral (aprisco, redil…),

en  na especie de campo de concentración universal, con muros altos, difíciles de saltar…, pero que ahora asaltaban y asaltanlos nuevos ladrones bandidos que expulsan a los  anteriores para ocupar su  lugar en la red/redil de poder (como dice Ecl 5).

Esta visión de la humanidad como campo concentración, aprisco  “exterminio” era y sigue siendo el tema de fondo de la historia y apocalíptica judía y cristiana, desde Daniel  y 1 Henoc, hasta el evangelio de Juan y el Apocalipsis.

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Cuatro títulos de Jesús: Señor, Mesías, modelo, puerta del aprisco. Domingo 4º de Pascua

Domingo, 30 de abril de 2023
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Young ShepherdDel blog El Evangelio del Domingo, de José Luis Sicre sj:

Domingo 4º de Pascua

Nota previa sobre las lecturas de los domingos 4º a 7º de Pascua

            La lecturas de estos cuatro domingos pretenden prepararnos a las dos grandes fiestas de la Ascensión y Pentecostés tratando tres temas.

  1. La iglesia (1ª lectura, de los Hechos de los Apóstoles). Se describe el aumento de la comunidad (4º domingo), la institución de los diáconos (5º), el don del Espíritu en Samaria (6º), y cómo la comunidad se prepara para Pentecostés (7º). Adviértase la enorme importancia del Espíritu en estas lecturas.
  2. Vivir cristianamente en un mundo hostil (2ª lectura, de la Primera carta de Pedro). Los primeros cristianos sufrieron persecuciones de todo tipo, como las que padecen algunas comunidades actuales. La primera carta de Pedro nos recuerda el ejemplo de Jesús, que debemos imitar (4º domingo); la propia dignidad, a pesar de lo que digan de nosotros (5º); la actitud que debemos adoptar ante las calumnias (6º), y los ultrajes (7º).
  3. Jesús (evangelio: Juan). Los pasajes elegidos constituyen una gran catequesis sobre la persona de Jesús: es la puerta por la que todos debemos entrar (4º); camino, verdad y vida (5º); el que vive junto al Padre y con nosotros (6º); el que ora e intercede por nosotros (7º).

Jesús, Señor y Mesías (Hechos 2,14a.36-41)

            Esta lectura tiene interés especial desde un punto de vista histórico y catequético. Según Lucas, el grupo de seguidores de Jesús (120 personas) experimentó un notable aumento el día de Pentecostés. Después de cincuenta días de miedo, silencio y oración, el Espíritu Santo impulsa a Pedro a dirigirse a la gente presentando a ese Jesús al que habían crucificado, constituido Señor y Mesías por Dios. El pueblo, conmovido, pregunta qué debe hacer, y Pedro los anima a convertirse y bautizarse en nombre de Jesucristo.

            Pero Lucas añade otro argumento muy distinto, que fue usado por los primeros misioneros cristianos: el miedo al castigo inminente de Dios. De acuerdo con la mentalidad apocalíptica, este mundo malo presente desaparecerá pronto para dar paso al mundo bueno futuro. Eso ocurrirá cuando se manifieste la gran cólera de Dios en un juicio que provocará salvación o condenación. Por eso Pedro anima: «Escapad de esta generación perversa». ¿Cómo ponerse a salvo? Los autores apocalípticos hacen que todo dependa de la conducta observada con Dios y con los hombres. Para los misioneros cristianos, la salvación dependerá de creer en Jesús. Pedro ya ha hablado del bautismo en nombre de Jesús.

            Tenemos, pues, dos argumentos aparentemente distintos: el primero se basa exclusivamente en lo que Dios ha hecho por Jesús. El segundo parece menos cristiano, con su recurso al miedo. Pero no olvidemos que, en este contexto, Pablo escribe a los de Tesalónica: «Jesús nos libra de la condenación futura». Con miedo o sin él, Jesús es siempre el centro de la catequesis cristiana.

            El día de Pentecostés, Pedro, de pie con los Once, pidió atención y les dirigió la palabra:

            -«Todo Israel esté cierto de que al mismo Jesús, a quien vosotros crucificasteis, Dios lo ha constituido Señor y Mesías.»

            Estas palabras les traspasaron el corazón, y preguntaron a Pedro y a los demás apóstoles:

            -«¿Qué tenemos que hacer, hermanos?»

            Pedro les contestó:

            -«Convertíos y bautizaos todos en nombre de Jesucristo para que se os perdonen los pecados, y recibiréis el don del Espíritu Santo. Porque la promesa vale para vosotros y para vuestros hijos y, además, para todos los que llame el Señor, Dios nuestro, aunque estén lejos.»

            Con estas y otras muchas razones les urgía, y los exhortaba diciendo:

            -«Escapad de esta generación perversa.»

            Los que aceptaron sus palabras se bautizaron, y aquel día se les agregaron unos tres mil.

Jesús modelo (1 Pedro 2,20b-25)

En la segunda mitad del siglo I, los cristianos eran a menudo insultados, difamados, perseguidos, se confiscaban a veces sus bienes, se los animaba a apostatar… En este contexto, la 1ª carta de Pedro los anima recordándoles que ese mismo fue el destino de Jesús, que aceptó sin devolver insultos ni amenazas: «Cristo padeció su pasión por vosotros, dejándoos un ejemplo para que sigáis sus huellas».

Queridos hermanos: Si, obrando el bien, soportáis el sufrimiento, hacéis una cosa hermosa ante Dios. Pues para esto habéis sido llamados, ya que también Cristo padeció su pasión por vosotros, dejándoos un ejemplo para que sigáis sus huellas. Él no cometió pecado ni encontraron engaño en su boca; cuando lo insultaban, no devolvía el insulto; en su pasión no profería amenazas; al contrario, se ponía en manos del que juzga justamente. Cargado con nuestros pecados subió al leño, para que, muertos al pecado, vivamos para la justicia. Sus heridas os han curado. Andabais descarriados como ovejas, pero ahora habéis vuelto al pastor y guardián de vuestras vidas.

Al final de esta lectura encontramos la imagen de Jesús como buen pastor («Andabais descarriados como ovejas, pero ahora habéis vuelto al pastor y guardián de vuestras vidas»). Pero este no es el tema principal del evangelio, que introduce un cambio sorprendente.

Jesús, puerta del aprisco (Juan 10,1-10)

En aquel tiempo, dijo Jesús:

-«Os aseguro que el que no entra por la puerta en el aprisco de las ovejas, sino que salta por otra parte, ése es ladrón y bandido; pero el que entra por la puerta es pastor de las ovejas. A éste le abre el guarda, y las ovejas atienden a su voz, y él va llamando por el nombre a sus ovejas y las saca fuera. Cuando ha sacado todas las suyas, camina delante de ellas, y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz; a un extraño no lo seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños.» 

Jesús les puso esta comparación, pero ellos no entendieron de qué les hablaba. Por eso añadió Jesús: 

-«Os aseguro que yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido antes de mí son ladrones y bandidos; pero las ovejas no los escucharon. Yo soy la puerta: quien entre por mí se salvará y podrá entrar y salir, y encontrará pastos. El ladrón no entra sino para robar y matar y hacer estrago; yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante.»

            El autor del cuarto evangelio disfruta tendiendo trampas al lector. Al principio, todo parece muy sencillo. Un redil, con su cerca y su guarda. Se aproxima uno que no entra por la puerta ni habla con el guarda, sino que salta la valla: es un ladrón. En cambio, el pastor llega al rebaño, habla con el guarda, le abre la puerta, llama a las ovejas, ellas lo siguen y las saca a pastar. Lo entienden hasta los niños.

Sin embargo, inmediatamente después añade el evangelista: “ellos no entendieron de qué les hablaba”. Muchos lectores actuales pensarán: “Son tontos. Está clarísimo, habla de Jesús como buen pastor”. Y se equivocan. Eso es verdad a partir del versículo 11, donde Jesús dice expresamente: “Yo soy el buen pastor”. Pero en el texto que se lee hoy, el inmediatamente anterior (Juan 10,1-10), Jesús se aplica una imagen muy distinta: no se presenta como el buen pastor sino como la puerta por la que deben entrar todos los pastores (“yo soy la puerta del redil”).

Con ese radicalismo típico del cuarto evangelio, se afirma que todos los personajes anteriores a Jesús, al no entrar por él, que es la puerta, no eran en realidad pastores, sino ladrones y bandidos, que sólo pretenden “robar y matar y hacer estrago”.

Resuenan en estas duras palabras un eco de lo que denunciaba el profeta Ezequiel en los pastores (los reyes) de Israel: en vez de apacentar a las ovejas (al pueblo) se apacienta a sí mismos, se comen su enjundia, se visten con su lana, no curan las enfermas, no vendan las heridas, no recogen las descarriadas ni buscan las perdidas; por culpa de esos malos pastores que no cumplían con su deber, Israel terminó en el destierro (Ez 34).

La consecuencia lógica sería presentar a Jesús como buen pastor que da la vida por sus ovejas. Pero eso vendrá más adelante, no se lee hoy. En lo que sigue, Jesús se presenta como la puerta por la que el rebaño puede salir para tener buenos pastos y vida abundante.

En este momento cabría esperar una referencia a la obligación de los pastores, los responsables de la comunidad cristiana, a entrar y salir por la puerta del rebaño: Jesús. Todo contacto que no se establezca a través de él es propio de bandidos y está condenado al fracaso (“las ovejas no les hicieron caso”). Aunque el texto no formula de manera expresa esta obligación, se deduce de él fácilmente.

En realidad, esta parte del discurso termina dirigiéndose no a los pastores sino al rebaño, recordándole que “quien entre por mí se salvará y podrá entrar y salir, y encontrará pastos”.

Ya que es frecuente echar la culpa a los pastores de los males de la iglesia, al rebaño le conviene recordar que siempre dispone de una puerta por la que salvarse y tener vida abundante.

Reflexión final

            Los lecturas nos ofrecen cuatro título de Jesús: que es Señor y Mesías lo dice Pedro en el libro de los Hechos (1ª lectura); modelo a la hora de soportar el sufrimiento, la 1ª carta de Pedro (2ª lectura); puerta del aprisco se lo aplica a sí mismo Jesús en el evangelio de Juan. En resumen, una catequesis sobre lo que Jesús significó para los primeros cristianos y lo que debe seguir significando para nosotros.

Cuatro imágenes tan distintas de Jesús son demasiada materia para una homilía. Puesto a elegir, me quedaría con la de modelo en los momentos difíciles de la vida y como puerta por la que se puede entrar a un lugar seguro y salir en busca de buenos pastos.

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Cuarto Domingo de Pascua. Ciclo A. 30 Abril 2023

Domingo, 30 de abril de 2023
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Cuarto-Domingo-Pascua

 

«El que entra por la puerta es el pastor del rebaño. El portero le abre, las ovejas oyen su voz, él llama a las suyas por su nombre y las saca.»

(Jn 10, 1-10)

Nuestra vida se desarrolla prácticamente en nuestra mente, donde  pensamos,  mostramos nuestro saber, controlamos, imponemos… Pero Jesús en este evangelio nos dice que  nuestra vida  no se desarrolla en la mente, ni se desarrolla en el corazón, que nuestra vida para ser Vida, hemos de vivirla en la totalidad que somos.

Nuestra mente, nuestro corazón, nuestras extremidades son pequeñas puertas por donde se nos va  haciendo la vida. Y Jesús hoy nos dice: “en vuestra vida sólo hay una puerta que muchas veces cerráis por miedo, por el qué dirán.  Yo os digo: abrid vuestra vida a la Vida que soy yo. Ahí descubriréis el descanso, el sosiego, el amor, la aceptación. Y podréis ser vosotros sin fingir, no se trata de hacer, sino de ser.

Jesús es la puerta que nos permite ser lo que somos.

La llave de nuestra vida la tenemos nosotros.  Si somos capaces de meterla en la cerradura, que no es otra cosa que la oración y el encuentro con Él, se abrirá.  Y aunque en un primer momento nos quedemos paralizados, entraremos, y descubriremos una estancia amplia. Llena de luz. Donde descubriremos lo que somos,  hijos de la casa, hijos de Dios.

Jesús, es la puerta que nos permite acceder a nuestra interioridad, y descubrir su voz en el silencio, donde oímos nuestro nombre y la invitación a que sigamos sus huellas para ir al Padre.

ORACIÓN

Gracias por ser puerta que nos abre a la Vida y nos descubre el sentido y la grandeza de vivir en ti.

*

Fuente Monasterio de Monjas Trinitarias de Suesa

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Por Jesús, lo divino entra en lo humano y lo humano en lo divino.

Domingo, 30 de abril de 2023
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buenpastor6DOMINGO 4º DE PASCUA(A)

Jn 10,1-15

Aunque el evangelio de hoy ya no hable de apariciones, no nos apartamos del tema pascual, pues afirma expresamente: “Yo he venido para que tengan Vida y la tengan abundante”. Juan nos está diciendo lo que pensaban los cristianos de finales del siglo I en la comunidad donde se escribe el evangelio, no lo que pudo decir Jesús cuando vivía en Galilea. Esto es para nosotros más interesante que las mismas palabras de Jesús, porque nos habla de una vivencia provocada por Jesús Vivo.

El relato nos habla de la puerta y del pastor. En el fondo es la misma metáfora, porque la única puerta del aprisco era el pastor. El rebaño eran las 5 ó 10 ovejas o cabras, que eran la base de la economía familiar. Por la noche, después de haber llevado a pastar cada uno las suyas, se reunían todas en un aprisco, que consistía en una cerca de piedra con una entrada muy estrecha para que tuvieran que pasar las ovejas de una en una y así poder controlarlas. Esa entrada no tenía puerta, sino que un guarda, allí colocado, hacía de puerta y las cuidaba durante la noche.

Por la mañana cada pastor iba a sacar las suyas para llevarlas a pastar. Esto se hacía por medio de un silbido o de una voz que las ovejas conocían bien. Incluso tenían su propio nombre como nuestros perros hoy. Cuando oían la voz, las ovejas que se identificaban con ella salían. Con estos datos se entiende perfectamente el relato. Jesús se identifica con el pastor que cuida las ovejas como algo propio, pero no porque de ellas depende su familia, sino porque le interesan las ovejas por sí mismas. No le mueve ningún provecho personal sino el fortalecer a cada oveja.

El texto habla de comparación (paroimian). La comparación pretende explicar lo que es una cosa a través de otra que conocemos mejor. Ni Jesús es pastor ni nosotros borregos. Jesús nos lleva a los pastos después de haberse alimentado. Y ya sabemos que su alimento fue hacer la voluntad del Padre. Hace referencia a esos dirigentes de todos los tiempos, que debían ser pastores, pero que en vez de cuidar de las ovejas, se pastorean a sí mismos y utilizan las ovejas en beneficio propio.

Las ovejas atienden a su voz porque la conocen. Una frase con profundas resonancias bíblicas. Oír la voz del Señor es conocer lo que nos pide, pero sobre todo obedecerle. Las llama por su nombre, porque cada una tiene nombre propio. Las que escuchan su voz salen de la institución opresora y quedan en libertad. Jesús no viene a sustituir una institución por otra. No las saca de un corral para meterlas en otro. No son los miembros de la comunidad los que deben estar al servicio de la institución. Es la institución la que debe estar al servicio de cada uno.

En un mismo aprisco había ovejas de muchos dueños, por eso dice que saca todas las suyas que conocen su voz y le siguen. El texto quiere dejar claro que las ovejas no podían salir por sí mismas del estado de opresión, para ellas no había alternativa. Es Jesús el que les ofrece libertad y capacidad para decidir por sí mismas. Los dirigentes judíos son “extraños”, que no buscan la vida de las ovejas. Ellos las llevan a la muerte. Jesús les da vida. La diferencia no puede ser más radical. Por muy oveja que te sientas, tienes la obligación de distinguir al pastor auténtico del falso.

Él camina delante y las ovejas le siguen. Esto tiene más miga de lo que parece. Jesús recorrió una trayectoria humana. Esa experiencia nos sirve a nosotros de guía para recorrer el mismo camino. Para nosotros, esto es difícil de aceptar, porque tenemos una idea de Jesús-Dios que pasó por la vida humana de manera ficticia y con el comodín de la divinidad en la chistera. Ese Jesús no tendría ni idea de lo que significa ser hombre, y por lo tanto no puede servirnos de modelo. Esta falsa idea nos ha hecho creer que lo que hizo Jesús es marcarnos el camino desde fuera.

Yo soy la puerta. No se refiere al elemento que gira para cerrar o abrir, sino al hueco por donde se accede a un recinto. El pastor que cuidaba las ovejas era la única puerta. Por eso dice que es la puerta de las ovejas, no del redil. Todos los que han venido antes son ladrones y bandidos, no han dado libertad/vida a las ovejas. Son tres los productos interesantes de las ovejas: leche, lana y carne. Los malos pastores buscan solo aprovecharse de esos productos. A las ovejas no pueden interesarles esos pastores que no les ayudan a desplegar su propio ser.

Entrar por la puerta, que es Jesús, es lo mismo que “acercarse a él”, “darle nuestra adhesión”. Esto lleva consigo asemejarse a él, ir como él a la búsqueda del bien del hombre. Él da la Vida definitiva, y el que posee esa Vida quedará a salvo de la explotación. Él es la alternativa al orden injusto. En Jesús, el hombre puede alcanzar la plena salvación. “Podrá entrar y salir”, es decir, tendrá libertad de movimiento. “Encontrará pastos”, dice lo mismo que “no pasará hambre, no pasará sed”. Se identifica el pasto con el pan de vida que es él mismo. La Ley sustituida por el amor.

Yo he venido para que tengan Vida y les rebose. Los dirigentes despojan a la gente del pueblo de lo que es suyo. Que sacrifican a las ovejas es decir que les quitan la vida. La misión de Jesús es exactamente la contraria: les da Vida y las restituye en su verdadero ser. Los jerarcas les arruinan la vida biológica, manipulándolas y poniéndolas a su servicio. Jesús les da la verdadera Vida y con ella la biológica cobra pleno sentido. Jesús no busca su provecho ni el de Dios. Su único interés está en que cada oveja alcance su propia plenitud, desarrolle esa Vida aquí y ahora.

Es muy importante el versículo siguiente, que no hemos leído, para entender el significado del párrafo. “El pastor modelo se entrega él mismo por las ovejas”. El griego dice: “el modelo de pastor” (ho poimên ho kalos). La expresión denota excelencia (el vino en Jn 2,10). Sería el pastor por excelencia. “kalos” significa: bello, ideal, modelo de perfección, único en su género. No se trata solo de resaltar el carácter de bondad y de dulzura. En griego hay una palabra (agathos), que significa “bueno”; pero no es la que aquí se emplea. Jesús es el único pastor.

Se entrega él mismo. Entrega su vida. En griego hay tres palabras para designar vida: zoê, bios y psukhê; pero no significan lo mismo. El evangelio dice psykhên = vida psicológica, no biológica. Se trata de poner a disposición de los demás lo que uno es como ser humano, mientras vive entregándose al servicio de todos, no muriendo por ellos. El pastor modelo pone su vida al servicio de las ovejas para que vivan su misma vida sin limitación alguna. Al hacer esto, pone en evidencia la clase de Vida que posee y pretende que los que le siguen desplieguen esa misma Vida.

Fray Marcos

Fuente Fe Adulta

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La puerta.

Domingo, 30 de abril de 2023
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BUEN-PASTOR-1

Jn 10, 1-10

«Os aseguro que yo soy la puerta de las ovejas»

Jesús es la puerta de acceso al Padre: «Quien me ha visto a mí ha visto a mi Padre». En un mundo inaccesible a la divinidad, se abrió una puerta, y a través de ella hemos visto que Dios nos quiere como las Madres quieren a sus hijos; que se siembra como Semilla; que es Palabra constantemente derramada; que es Viento poderoso que nos empuja y nos alienta en nuestro caminar por la vida… Hemos visto que Dios no es el que nos juzga por nuestros pecados, sino nuestro aliado contra el mal; el que nos presta su luz para que no tropecemos y su fuerza para que nos liberemos de las cadenas doradas con que nos atan las pasiones.

Es también la puerta que nos conduce al conocimiento de nosotros mismos. A través de ella hemos visto que somos Hijos de ese Padre y que hemos sido invitados a ser dignos hijos suyos; a no conformarnos con menos. Y si todos somos hijos, también somos hermanos que se quieren, se ayudan y se perdonan; porque Dios no necesita nada de nosotros, pero tiene hijos que sí nos necesitan. Y así, a través de esa puerta hemos podido conocer el proyecto que Dios tiene para la humanidad y el sentido de nuestra vida.

Jesús es la puerta de acceso al Reino, pero saberlo no sirve de nada si no entramos. Porque las puertas son para entrar. Es muy característico de nuestra religiosidad quedarnos contentos y satisfechos con “saber”; creer que somos algo por estar bien informados. Pero no basta; Jesús nos invita a entrar en el Reino, y eso supone cambiar de criterios y de valores, responder a esa invitación y ponerse el mono de trabajo para afrontar la misión que como cristianos tenemos encomendada.

En definitiva, Jesús es la puerta, pero desde muy antiguo los cristianos hemos estado tratando de abrir otras puertas de acceso a Dios. Entre ellas cabe destacar la reflexión metafísica, que trata de conocer la esencia de Dios y del ser humano por medio de la razón. Tampoco se pueden olvidar aquellas otras que ofrecen la experiencia directa de Dios, y el conocimiento de nuestro verdadero ser, a través de una espiritualidad volcada hacia el interior que no precisa de ningún intercesor o intermediario externo.

En el primer caso corremos el riesgo de perdernos en intelectualismos estériles que ni nos ayudan a vivir ni a conocer el sentido de nuestra vida; corremos el riesgo de olvidar a Abbá y perdernos la buena Noticia. En el segundo, el riesgo está en sustituir el mensaje y la praxis de Jesús (claros e interpelantes) por un producto surgido del laberinto de nuestra psique cuya naturaleza desconocemos por completo.

En cualquier caso, el criterio para discernir si una puerta me abre a un camino que merece la pena recorrer, es siempre el fruto: «Por sus frutos les conoceréis»… «Ya hace tres años que vengo a buscar fruto en esta higuera, y no lo encuentro; córtala»… Si elijo una puerta y veo que voy creciendo en perdón, en compasión y servicio, pues voy por buen camino… Si no, pues estoy «cansando la tierra».

Miguel Ángel Munárriz Casajús

Para leer el comentario que José E. Galarreta hizo en su momento, pinche aquí

Fuente Fe Adulta

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La “puerta” que une lo humano y lo divino.

Domingo, 30 de abril de 2023
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Jn 10, 1-10 puerta-2

30 de abril de 2023

Seguimos avanzando en el tiempo de Pascua, un tiempo que nos regala una pedagogía vital para centrarnos en la experiencia de la luz y la vida que somos en esencia. La liturgia va mostrando textos llenos de “paso” (Pascua), es decir, de pasar de una situación a otra, de una realidad a otra, es un tiempo lleno de movimiento y de avance.

En este contexto situamos la parábola-alegoría de este relato de Juan.

Sólo hay que recordar que el evangelio de Juan es el más tardío de los canónicos, el más simbólico y teológico. Pretende justificar, una y otra vez, que Jesús es el “enviado de Dios” y es quien nos vincula a la realidad divina. El evangelio de este domingo es una evidencia clara de esta pretensión.

Según el contexto, la situación de esta parábola-alegoría parece ser una respuesta polémica de Jesús a los fariseos que poseían el liderazgo espiritual sobre el pueblo. La imagen usada por Jesús nos sitúa en un redil que, según la costumbre de Palestina, era un muro de piedra o madera y que un guardián velaba durante la noche para defender al rebaño de posibles dominadores. Pero los ladrones solían entrar por otro lado. El pastor entraba por la puerta, llamaba a sus ovejas y éstas conocían su voz. A diferencia de otras culturas que el pastor va detrás, en la época y contexto de Jesús, iban delante y el rebaño seguía su voz.

Dice el texto que “Jesús les puso este ejemplo, pero ellos no comprendieron su significado”; como es de suponer, los fariseos no se identificaban con los asaltantes que entraban por otro lado del aprisco y no por la puerta como el pastor. Además, no podemos obviar que la puerta también hace referencia al Templo, la puerta que conectaba lo profano y lo sagrado, pero no para todos, había vetos, excepciones y demasiada exclusión para acceder a este espacio religioso.

La valentía de Jesús al narrar esta parábola no puede ser más evidente. Se autodefine como la puerta verdadera convencido de que su mensaje trae dos realidades vitales para la plenitud humana: la libertad y la vida. La puerta ya no es una realidad física sino el acceso a nuestra verdadera identidad que puede encarnarse movida por la voz esencial que nace de nuestras zonas más profundas. Jesús se identifica con una nueva puerta que conecta lo humano y lo divino de cada ser sin excepciones.

Vivimos siguiendo muchas voces: religiosas, sociales, ideológicas, personales, voces que nos van llevando por caminos que no van a ninguna parte; voces que nos enredan en un laberinto que sólo nos genera una sensación de vacío y desorientación por el que pagamos la factura de una vida insatisfecha y sesgada; un itinerario que va buscando compensaciones permanentes para sobrevivir, para autoengañarnos y alimentar un “yo” que se debilita ante la mínima contrariedad. Puede resultar muy triste, pero todos tenemos también experiencia de esta manera de situarnos en la vida, de haber entrado por la puerta de atrás y perder toda nuestra autenticidad y nobleza personal.

Jesús pone el acento en el para qué de su existencia: que tod@s tengan vida y la tengan en abundancia, es decir, que seamos capaces de vivir conectados a la verdadera naturaleza que somos y que es una fuente inagotable de sentido, luz, fuerza y plenitud. Este mensaje no resultó cómodo en la época de Jesús y de los fariseos, ni tampoco en los tiempos que corren, tiempos en los que todo parece ser diseñado, medido, controlado, ficticio, rápido, ruidoso y artificial, incluso la inteligencia. Poco podemos hacer si seguimos estas voces y mucho podemos aportar si seguimos la Voz que nos humaniza y entramos por la Puerta que nos diviniza.

FELIZ DOMINGO

Rosario Ramos

Fuente Fe Adulta

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El “Buen pastor”: una imagen ambigua.

Domingo, 30 de abril de 2023
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Oveja-negra-300x300Domingo IV de Pascua

30 abril 2023

Jn 10, 1-10

En la tradición bíblica, la imagen del pastor -que se asocia a Dios, al rey y a personas con responsabilidades en el pueblo- evoca cuidado y guía. Sin embargo, también esa misma tradición admite que, con frecuencia, ha habido “malos pastores” que, en lugar de cuidar del pueblo, se han servido de él, llegando a esquilmarlo en su propio beneficio.

Más allá del contenido que cada cual quiera asignarle, la imagen del pastor resulta radicalmente, además de ambigua, anacrónica, cuando no inasumible, para la cultura moderna. Porque “pastor” -aparte de ser una figura lejana para nuestros contemporáneos- evoca “rebaño”. Y la imagen del rebaño remite a seguidismo, sumisión, obediencia ciega…, en una palabra, borreguismo. Actitudes que chocan frontalmente con la consciencia de la propia autonomía, el valor de la libertad individual y el respeto al camino de cada persona.

Los “pastores”, por su propia condición, tienden a ver a la gente como “rebaño”. Pero el ser humano no está llamado a vivirse formando parte de un rebaño -aunque con demasiada frecuencia caiga en ese error de manera clamorosa, también en nuestras “avanzadas sociedades tecnológicas”-, sino a crecer en comprensión de lo que somos y a vivir la unidad con todos y con todo, en coherencia con aquella misma comprensión.

El mismo Jesús fue consciente de los riesgos que entraña situarse en la posición de “pastor” y previno de manera tajante contra cierta forma de ejercer el poder: “El que quiera ser grande, que sea vuestro servidor. Y el que quiera ser el primero entre vosotros, que sea esclavo de todos” (Mc 10,43-44).

La humanidad no se divide en pastores y rebaño. Todos sin excepción somos necesitados y todos tenemos algo que ofrecer a los demás. Nadie hay tan poderoso que no necesite ser ayudado ni nadie tan limitado que no pueda ayudar.

¿Cómo conjugo la autoafirmación con el servicio?

Enrique Martínez Lozano

Fuente Boletín Semanal

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El redil del Buen Pastor no coincide con muchos apriscos eclesiásticos

Domingo, 30 de abril de 2023
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758C6C75-0961-400F-AD48-59BC5016365EDel blog de Tomás Muro La Verdad es Libre:

El Buen Pastor

Celebramos hoy el cuarto domingo de Pascua denominado: domingo del Buen Pastor con los símbolos de la Puerta, la puerta, el redil).

Hemos escuchado parte del cp. 10 de San Juan en el que nos presenta a Cristo como Puerta y Buen Pastor de las ovejas.

01.- Cristo buen Pastor y puerta del redil.

    A nosotros, que no hemos conocido el mundo rural ni la trashumancia, nos pilla un poco de lejos hablar del buen pastor y del redil.

    Sin embargo, estas imágenes son muy queridas en el mundo bíblico, que está vivido y pensado desde una cultura rural y pastoril.

Dios es el pastor de su pueblo, el Señor guía a su pueblo con todo lo que esta imagen significa de orientación, de protección, de ayuda.

La experiencia de tener a Cristo como guía, como luz, como Pastor nos hace bien.

En la vida podemos seguir a muchos “pastores”, nos podemos poner bajo muchos cayados de toda ideología, entrar en apriscos de todo tipo…

El salmo 22 emplea esta expresión del buen Pastor: El Señor es mi Pastor, nada me puede faltar.

02. Nada me falta (salmo 22, 1).

Cuando tenemos la experiencia de confiar en Dios y que Él es nuestro Pastor, ello infunde la confianza de que nada nos falta. La vida, los acontecimientos, los problemas están bien situados y fundamentados en el Señor.

La experiencia profunda del “sólo Dios basta” serna y calma el alma humana.

Santa Teresa dejó bien plasmada esta vivencia:

Nada te turbe,

nada te espante,

Todo se pasa,

Dios no se muda.

En la vida podemos tener miedo a mil cosas y podemos pasar por muchas situaciones difíciles: de enfermedad, de escasez, de pecado;  podemos sentir miedo -por desgracia-incluso a Dios.

Si tenemos a Dios como pastor, nada temamos. El Señor va con nosotros en nuestro caminar, nos acompaña como a los dos de Emaús… Aunque pasemos por valles tenebrosos, nada temo, porque Tú vas conmigo. (Salmo 22, 4).

03.- En alguna medida, todos somos pastores.

    Los padres de familia, los mayores de las familias, los políticos los profesores y maestros, los médicos y psicólogos, los periodistas y medios de comunicación, toda persona adulta, más o menos, somos pastores, guiamos a los demás.

    Viene de la mano aludir a la pre-campaña electoral en la que ya estamos metidos. Los políticos son también pastores: asalariados o buenos pastores es ya otra cuestión, pero ciertamente son los que conducen la sociedad.

04.- Poder y autoridad de los pastores

    No es lo mismo poder que autoridad.

    El poder es la potestad que una persona (institución) tiene porque ha sido legítimamente instituido o constituido en tal cargo, puesto, sede, escaño, etc.

Un político ha obtenido determinado número de votos y, por tanto, legítimamente ocupa el escaño parlamentario correspondiente. Un obispo –tal y como están las cosas- es nombrado por Roma para tal diócesis y ocupa legítimamente esa sede.

    Ahora bien, que una persona tenga poder no significa que tenga autoridad.

La autoridad la tiene y ejerce quien por su bondad, por su competencia y bien hacer, por su respeto y afecto a la grey que ha de gobernar, es querido, respetado y obedecido por el rebaño que Dios y la vida han puesto en sus manos.

De manera que, puede haber –hay- personas que tienen poder en el plano político, eclesiástico, cultural que tienen poder, pero ninguna autoridad sobre el pueblo. Y hay personas que no tienen poder, pero sí una gran autoridad en el pueblo o grupo en el que viven.

Hace unos días el arzobispo de Estrasburgo, fue obligado a dimitir por su talante “irascible, distante y autoritario”. (Religión Digital).

Tenía poder, pero ninguna autoridad…

Jesús no fue hombre de poder ni en el Templo, ni en la ley farisaica, ni perteneció a la élite saducea, ni tuvo poder político alguno. Pero Jesús tenía autoridad, hablaba con autoridad.(Mc 1,21-28)

    El Buen Pastor es querido y seguido por sus ovejas. Los demás son asalariados y salteadores.

    El Buen pastor no deja a nadie “tirado”. El Buen Pastor sale a buscar la oveja perdida

    La autoridad no es una amenaza sino presencia de amor, de bondad, de paz que nos lleva a las verdes praderas del Reino…

    Jesús es el Buen Pastor que nos guía con bondad.

05.- Cristo es la puerta del aprisco, es el paso, la Pascua.

    La Iglesia y el redil

    Es hermosa la imagen de la “puerta, del aprisco-redil”. La puerta es el acceso a la casa, a vivir a cubierto, confiados…

Cristo es la puerta que nos posibilita la entrada a la Pascua, a la vida.

    El redil de Jesús es más amplio que la Iglesia. (El Reino de Dios es más amplio y hermoso que el sistema eclesiástico).

¿Fuera de la Iglesia no hay salvación, o fuera de la salvación no hay Iglesia? En el redil, en el aprisco del Buen Pastor hay muchas, “multitud” de personas que no conocieron la Iglesia.

Yo soy el buen pastor, yo soy la puerta

 

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Nuevo libro, “Hearts Ablaze”, ofrece parábolas bíblicas desde una perspectiva queer

Jueves, 27 de abril de 2023
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IMG_9547Un nuevo libro ofrece una “lectura fresca de historias antiguas”, respondiendo a la pregunta: “¿Dónde está la rareza en las Escrituras?” Hearts Ablaze: Parables for the Queer Soul, escrito por Rolf R. Nolasco Jr., ofrece reflexiones sobre diez parábolas desde una perspectiva queer que busca invitar a las personas a la misión liberadora de Jesús.

Ryan McQuade revisó el libro para el National Catholic Reporter, y elogia la escritura de Nolasco diciendo que “no está interesado en probar la validez de nuestra perspectiva queer a través de las Escrituras”. Más bien, se elogia a Nolasco por “traer una lente extraña a las Escrituras y ver qué misterios se revelan”. Si bien muchas reexaminaciones extrañas de las Escrituras ofrecen imaginaciones reconfortantes, esa no es la tarea de Hearts Ablaze. McQuade destaca dos ejemplos:

“Puede ser reconfortante imaginar que la amistad de Jonatán y David podría haber sido algo más, o que Pablo confirmó el espectro de género cuando dijo: ‘ya no son hombre ni mujer, porque todos ustedes son uno en Cristo Jesús’. Pero al final de el día, tú, yo y el predicador fanático de la esquina sabemos que si retrocediéramos en el tiempo y le preguntáramos a Jonathan, David y Paul si tenían un concepto de teoría queer, no lo harían”.

La tarea de Nolasco en Hearts Ablaze es ser un recurso para las iglesias y ministerios que afirman queer que responden a las necesidades espirituales de los cristianos LGBTQ+. En la introducción del libro, Nolasco explica:

“Tomé en serio los contextos socioculturales y políticos de los que surgieron los textos, pero no tuvieron la última palabra en lo que significan las parábolas. … La diferencia que espero hacer es centrar las particularidades de la vida queer en la forma en que las he experimentado y encarnado y usar los textos para enriquecer y expandir esa vida para que florezca”.

Como las parábolas fueron los métodos principales a partir de los cuales Jesús enseñó, Hearts Ablaze usa parábolas como “el vehículo perfecto para transmitir la rareza de las Escrituras”. Nolasco describe las parábolas como “verdades travesti” debido a que las parábolas “nos atraen o provocan una historia que es familiar, vívida y extraña (como una actuación travesti) y luego nos dejan allí desconcertados y asombrados”.

“Las parábolas de Jesús son muy extrañas”, escribe Nolasco, “en sus intentos de evocar tanto el ‘deleite y la instrucción de innumerables personas como la ofensa de otros’… que se negaron a que su versión de la realidad fuera interrogada y perturbada”. Las diez parábolas que juega Nolasco son: el Buen Pastor, el Gran Banquete, el Grano de Mostaza, el Tesoro Escondido, el Sembrador, el Vino Nuevo en Odres Viejos, el Hijo Perdido, el Buen Samaritano, los Talentos y los Sabios y los Necios. Constructores. Estas parábolas se basan en el corazón radical de Dios que Nolasco describe como el “divino narrador queer”.

En un testimonio de la divina narración queer de las parábolas, McQuade destaca la reflexión de Nolasco sobre la parábola del hijo pródigo, señalando que “se alienta a los lectores a reflexionar sobre la rareza exhibida en el retrato del padre que rompe todas las convenciones de la cultura y patriarcado.” El amor del padre se convierte en el tema central de la historia, ya que el padre responde con amor y compasión al amor rechazado y perdido de los hijos. Nolasco describe el tema de la parábola como tal: “El amor que se rechaza y el amor que se echa de menos son contrarrestados por el amor del padre, pase lo que pase. Es raro de principio a fin”.

“Lo queer”, describe McQuade en su reseña, “se convierte en una lente que se ofrece a todos, un estado de ánimo para ver más allá de las convenciones del ‘amor’ cis/heteronormativo y, en cambio, las expresiones ilimitadas de un amor que se hace queer. ”

En una época en la que las Escrituras suelen ser un arma para la opresión de la comunidad LGBTQ+ y las leyes contra las actuaciones drag se multiplican, Hearts Ablaze ofrece una narrativa alternativa. Los mensajes de Cristo, en particular a través de las parábolas, presentaban una visión invertida del mundo donde los primeros eran los últimos y los últimos los primeros, donde todas las personas, especialmente las marginadas, eran acogidas. Era un mensaje radical y extraño para los oídos de la jerarquía. Hoy, tal vez sea el momento de encarnar las “expresiones ilimitadas de amor” conocidas a través del “Divino narrador queer” y trabajar para encender las vidas de todos los cristianos LGBTQ+ y aliados.

—Bobby Nichols (él/él), New Ways Ministry, 21 de abril de 2023

Fuente New Ways Ministry

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“Jesús nunca condenó explícitamente la homosexualidad”

Jueves, 13 de abril de 2023
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215995010biblia-arco-iris James Martin y un grupo de expertos ofrecen una lectura de la Biblia para el colectivo LGTBQ

Con el objetivo de “ayudar a las personas LGBTQ, sus familias y sus amigos a comprender los pasajes individuales de la Biblia sobre la homosexualidad, a ser más capaces de responder cuando estos versículos se usan en su contra y, sobre todo, a sentirse más cómodos con la Biblia. donde Dios desea encontrarnos y abrazarnos a todos, incluidas las personas LGBTQ”

“Los cristianos no apedrean a las personas que trabajan en sábado (Ex. 35:2). No vendemos personas a la esclavitud (Ex. 21:7). Y si alguno maldice a Dios, no lo ejecutamos (Lev. 24:10-16)”. Y es que, a diferencia de otras confesiones cristianas, “los católicos no son ni literalistas ni fundamentalistas”. O, al menos, no todos

¿Cómo podemos entender mejor lo que dice la Biblia sobre la homosexualidad? ¿Qué significaban estos pasajes entonces y qué significan hoy? Y para los cristianos LGBTQ, quizás la pregunta más importante: ¿Cómo podemos cuadrar esto con Jesús, quien se acercó a los marginados? ¿Cómo pueden las personas LGBTQ, sus amigos, familiares y aliados leer estos versículos de la Biblia?

“Jesús nunca condenó explícitamente la homosexualidad”. ¿Es posible una nueva visión de la homosexualidad y el cristianismo, abierta a las nuevas realidades? Eso es lo que opinan una serie de expertos, capitaneados por James Martin sj., en Outreach, han preparado una Guía de divulgación de la Biblia y la homosexualidad con el objetivo de “ayudar a las personas LGBTQ, sus familias y sus amigos a comprender los pasajes individuales de la Biblia sobre la homosexualidad, a ser más capaces de responder cuando estos versículos se usan en su contra y, sobre todo, a sentirse más cómodos con la Biblia. donde Dios desea encontrarnos y abrazarnos a todos, incluidas las personas LGBTQ”.

Porque, tal y como explica la publicación, “la Biblia proscribe muchas leyes, códigos morales y pautas éticas que los cristianos de hoy en día ignoran, no siguen o han rechazado por completo. Por ejemplo, aunque honran el Antiguo Testamento, los cristianos no apedrean a las personas que trabajan en sábado (Ex. 35:2). No vendemos personas a la esclavitud (Ex. 21:7). Y si alguno maldice a Dios, no lo ejecutamos (Lev. 24:10-16)”. Y es que, a diferencia de otras confesiones cristianas, “los católicos no son ni literalistas ni fundamentalistas”. O, al menos, no todos.

Análisis bíblica contra el desprecio

Entre los expertos, destaca, Walter Brueggemann, uno de los eruditos del Antiguo Testamento más influyentes del mundo, que recuerda que debemos leer estos textos dentro de su contexto específico, algo que a menudo se pasa por alto. En su artículo, Brueggemann resalta que “la razón por la que la Biblia parece hablar ‘con una sola voz’ sobre asuntos que pertenecen a las personas LGBTQ es que las voces fuertes con mayor frecuencia citan solo un conjunto de textos, con el desprecio decidido de los textos que ofrecen un contraataque“.

El resto de autores son los siguientes: Amy-Jill Levine, estudiosa del Nuevo Testamento judío, que apunta a los versículos específicos que abordan la homosexualidad en “ Cómo leer los ‘Pasajes de Clobber’ de la Biblia sobre la homosexualidadJohn R. Donahue, SJ, expresidente de la Asociación Bíblica Católica, quien nos invita a ver cómo los Evangelios revelan cómo Jesús se acercó específicamente a los marginados de la sociedad y lo que esto significa para las personas LGBTQ de hoy; Yunuén Trujillo, Esq. , abogada de inmigración y organizadora comunitaria, es coordinadora de formación religiosa en el Ministerio Católico con Personas Gay y Lesbianas en la Arquidiócesis de Los Ángeles, que brinda tres consejos para los católicos LGBTQ al interpretar las Escrituras; Harold W. Attridge, primer decano católico de la Escuela de Divinidad de Yale, quien aporta su mirada a los “pasajes de paliza” al mirar las cartas de San Pablo (una de sus especialidades) y el otro Las cartas del Nuevo Testamento y argumenta que ” los pasajes del Nuevo Testamento sobre la homosexualidad deben leerse en su contextoBrandan Robertson, un teólogo abiertamente gay que actualmente está cursando su doctorado en teología en la Universidad de Drew, y autor del libro The Gospel of Inclusion, quien apunta a los “versículos aplastantes” desde su punto de vista como persona LGBTQ en su artículo “ La Biblia no condena a las personas LGBTQThomas D. Stegman, SJ , ex decano y profesor de Nuevo Testamento en la Escuela de Teología y Ministerio de Boston College, fue autor de varios libros, entre ellos Texts Less Traveled: Exploring Hebrews, Catholic Epistles, and Revelation. En su comentario sobre la Epístola de San Pablo a los Romanos, ” Leyendo a San Pablo sobre la homosexualidad, usando las dos “manos” de la exégesis “, desglosó la condena de Pablo de las relaciones entre personas del mismo sexo como “antinaturales”; o Grant Hartley , estudiante de teología y coautor del podcast “Life on Side B“, que analiza las intersecciones entre la fe, la sexualidad y el género, es un escritor independiente cuyo trabajo ha aparecido en Estados Unidos.

Por su parte, James Martin analiza un pasaje de la Biblia que ha encontrado especialmente útil en su ministerio con personas LGBTQ: la historia del encuentro de Jesús con Zaqueo , el diminutivo del impuesto colector en Jericó. “Si lo lees con atención”, dice el padre Martin, “este pasaje del Evangelio de Lucas, una obra maestra de la narración, tiene mucho que decir sobre todos aquellos que se encuentran marginados”.

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La Biblia, ¿el enemigo?

En su presentación, Outreach lamenta que, “para muchos cristianos LGBTQ, la Biblia puede sentirse como el enemigo, especialmente en su utilización torticera. De hecho, recalca, “los pocos versículos bíblicos que abordan la homosexualidad se usan una y otra vez contra las personas LGBTQ: en el ámbito político; por líderes religiosos; en las redes sociales; en encuentros uno a uno; y, quizás lo peor de todo, en homilías y sermones en las mismas iglesias donde las personas LGBTQ buscan encontrarse con un Dios amoroso”.

“Sin embargo, las preguntas permanecen”, recalca la publicación: “¿Cómo podemos entender mejor lo que dice la Biblia sobre la homosexualidad? ¿Qué significaban estos pasajes entonces y qué significan hoy? Y para los cristianos LGBTQ, quizás la pregunta más importante: ¿Cómo podemos cuadrar esto con Jesús, quien se acercó a los marginados? ¿Cómo pueden las personas LGBTQ, sus amigos, familiares y aliados leer estos versículos de la Biblia?”.

Fuente Religión Digital

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“Homosexualidad. Las Razones de Dios” (3), Capítulo: Las razones de Dios, de Miguel Sánchez Zambrano

Lunes, 27 de marzo de 2023
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Cómo anunciábamos, a comienzos del pasado mes de diciembre, el autor de este libro recientemente publicado por la Editorial San Pablo,  nos ofrece una sorpresa, la posibilidad de ir, poco a poco publicando en esta página una serie de reseñas del libro que abran el apetito y las ganas de adentrarse en él…

«Dijo Dios: “Hágase”, y vio Dios cuanto había hecho. Todo estaba muy bien».

Génesis 1,3.

Parto de la razonable idea de que todo lo que existe en la Naturaleza, creado por Dios, este lo ama y lo bendice, incluida la sexualidad de la persona.

Dios nos creó sexuados. La sexualidad y el placer que conlleva es, sin lugar a dudas, el gran regalo de Dios hecho al hombre y a la mujer, creados por Él.

Desgraciadamente, dentro de la Iglesia y la tradición cristiana, dicha sexualidad se ha visto como un problema (un muy serio problema), en vez de como un regalo de Dios.

¿Cómo Dios ha podido darnos a las personas homosexuales el don de serlo y a continuación, negarnos su práctica? Esto es lo que predica la Iglesia.

La relación heterosexual, la sustentó en dos poderosas razones: que hombre y mujer pudieran expresarse su amor de modo total, emocional y físicamente y que a través de ese acto de amor se canalizase el modo de reproducirse.

¿Cuáles pudieran ser las razones de Dios para contemplar en su plan la creación de hombres y mujeres homosexuales? Hombres y mujeres con posibilidad de amar y ser amados, pero no de procrear con sus iguales.

Razón nº. 1:

Por extraño que pueda parecer, Dios glorifica a quienes no procrean,  no tienen hijos.

En Isaías 56,4-5 se lee que a los que no puedan, u opten por no tener hijos, como María y José, pero sí amar y construir su vida junto al ser amado, «Dios les dará algo mejor que tener hijos o hijas», según la expresión del profeta. Ese «algo mejor»  que tener descendencia va a ser nada menos que la gloria, siempre claro, que cumplan su voluntad.

En realidad, la «no procreación» queda definitivamente glorificada en María y José, y en el propio Jesucristo. Todos ellos incumplieron con el mandato divino de «creced y multiplicaos».

Razón nº. 2:

Jesús nace en el seno de una pareja no procreativa, que es la elección (obligada) de todo hombre o mujer que se une en pareja con un igual. Además, la mujer (María) tiene un hijo (el propio Jesús) de «otro padre» (el Espíritu Santo), o sea, tenemos una madre soltera, un padre que elige ser eunuco funcional y adopta a Jesús.

Madre soltera, padre eunuco funcional, hijo también eunuco funcional y matrimonio que queda sin descendencia. Este es el tipo de familia que Dios designa y escoge para la encarnación de Jesús. Realmente una familia muy singular y nada que ver con el patrón católico oficial, en dónde Jesús asume el destino de millones de hijos de matrimonios irregulares, de mujeres violadas y de hijos de parejas homosexuales.

En definitiva, si para Dios constituirse en familia es más que suficiente amar y hacer la voluntad de Dios, sin incluir la procreación, nos encontramos con que la familia formada por dos homosexuales va a ser del entero agrado de Dios.

Razón nº. 3:

La justificación del acto sexual por la sola procreación proviene de la filosofía estoica, no de la Biblia ni, ni de las palabras de Jesús. Es San Agustín quien recoge esta idea de tendencia pagana y la asume,
oscureciendo así la verdadera moral cristiana.

En el Génesis Dios manifiesta claramente que «no es bueno que el hombre esté solo». Esta afirmación la hace totalmente desligada del «creced y multiplicaos». O sea, dota a la persona de dos necesidades: la necesidad de intimidad-compañía y la necesidad de procrear. La imposibilidad de una no anula la posibilidad de la otra. A los heterosexuales, que no pueden procrear, no se les priva del acto unitivo-sexual. Igual consideración reclamamos para nosotros los homosexuales que, por razones obvias, tampoco podemos hacerlo.

Razón nº. 4:

La esencia del amor de Dios es la gratuidad. Esa es la esencia del amor homosexual. La mayor renuncia con que se van a encontrar los amantes homosexuales, es que su relación no tendrá descendencia. Así es como se gesta un amor plenamente gratuito. El amor entre dos iguales es la más cercana analogía al amor de Dios. Un amor que no puede nada, que no espera nada.

He ahí la grandeza del mismo y, al mismo tiempo, también hay que reconocerlo, la dificultad del mismo. El amor entre dos iguales solo podrá encontrar su fuerza, su permanencia, su crecimiento, si toma como referencia permanente el propio amor de Dios. Si lo logra será tan duradero, tan verdadero, como es el de Dios y, por tanto, Dios será su mayor sostén, su permanente aliento y alimento.

Podemos concluir que el amor que surge entre dos iguales realmente es un don gratuito de Dios, que lo otorga a los elegidos libremente por Él. A este amor, naturalmente, también pueden acceder los que, siendo heterosexuales, bien son estériles, o bien renuncian a la procreación. En uno de los dos apartados se encuentra la pareja de María y José. Y esto no es así porque sí. En Dios siempre hay una intención que abre posibilidades al amor. Esa posibilidad es el proyecto de Amor (con mayúsculas) más grande jamás imaginado. Para Dios todo es posible, si está abierto a la realización amorosa. La familia «diseñada», para que Él pueda encarnarse, dista del ideal de «familia cristiana». El verdadero acto de amor de María y José es el consentimiento pleno de ambos,que significa la posibilidad que Dios se haga hombre. Acto de amor inimaginable en ninguna otra religión o corriente espiritual. Dios, a través del ángel pide permiso (literalmente) a una mujer para poder encarnarse en ella. Precisamente a una mujer, ciudadana de segundo orden. Ella plantea sus dudas y el ángel la deja con total libertad de elección. ¡Todo el Plan redentor de Dios pendiente de la aceptación de una mujer!, todo queda en suspenso hasta que María asiente, da el permiso y comienza el prodigio. Solo el amor hace prodigios. Da igual a través de quién se manifieste ese amor: entre un hombre y una mujer (José y María), que no tendrás descendencia, o entre un hombre y un hombre o entre una mujer y una mujer que también ejerzan su sexualidad igualmente como culmen de su amor, también sin descendencia. ¿Puede aún haber dudas de que Dios bendice toda unión basada en el amor y que cumpla su voluntad, aunque esa unión no sea procreativa?

Razón nº. 5:

Dios para crear, no actúa de modo sexual. El potencial creativo de Dios proviene del amor. Él mismo es Amor y por tanto, el Amor es el que crea.

Las palabras de Platón, sin ningún tipo de matiz religioso, resumen con precisión lo expuesto en estas líneas: «aunque el amor entre dos hombres no engendre hijos, genera ideas bellísimas, arte y hechos de valores eternos».

Sexualidad no es igual a genitalidad. La rebasa, la supera, al ser una fuerza integradora de la personalidad, que permite la apertura al otro o a la otra.

El amor es el sentimiento con que Dios ha caracterizado y distinguido a toda criatura humana, con reproducción o sin ella. Esta sí que es una muy buena razón para que Dios haya contemplado la creación de seres homosexuales y, en definitiva, a los ojos de la Iglesia poco tendría que importar si la relación amorosa es o no reproductiva, recordando de nuevo que el cristianismo no se reproduce por la biología, sino por la conversión y que la única identidad que debería importar a la Iglesia, antes que ninguna otra incluida la identidad sexual, debería ser la de hijos de Dios, la que nos iguala y nos hace hermanos

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Adela Perez del Viso: Mujeres relevantes en la vida de Jesús y en la Iglesia primitiva

Sábado, 11 de marzo de 2023
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gesu-maria-marta· Introducción.

· 2. Algunas Mujeres en la vida de Jesús y en la Iglesia primitiva.

· 2.1. Mujeres en el Evangelio  a) María, madre de Jesús – b) Mujeres en la vida de Jesús.  b.1. Ana, la profetisa. b.2. La viuda de Naim. b.3. La mujer que lloraba y a quien Jesús le perdonó los pecados. b.4. María Magdalena, Juana de Cuza, Susana y otras mujeres que “acompañaban” a Jesús. b.5. La “mujer que tenía hemorragias”. b.6. Marta, la primera mujer que reconoció a Jesús como el Mesías. María, la discípula a los pies de Jesús.  b.7. María Magdalena y la otra María, como las primeras personas (mujeres) que vieron a Jesús luego de resucitado. b.8. La hija de Jairo (Talita o Tabita).

· 2.2. Mujeres en los “Hechos de los Apóstoles” . a) “María, que se reunía para orar, y que recibió el Espíritu Santo en Pentecostés”. (Hechos 1,14). b) El caso de Tabita de Joppe: “Rica en buenas obras y limosnas” (Hechos 9,36) c) Lidia, la comerciante en púrpura y primera convertida de Filipos (Hch, 16.14) d)  María, la madre de Marcos, en cuya casa se congregaba la comunidad (Hech 12,12). e) Las mujeres de Antioquía de Pisidia y de Tesalónica (Hechos, 13,50 y 17,4) -f)    Juno o Junia: (la mujer a la que intentaron cambiar el nombre y el género) g)    El caso de Febe, Diacona de Cencreas.

· 3. Conclusión.

1. Introducción.

Hace un tiempo propuse hacer un post sobre mi madre, fallecida hace veinticinco años.[1] Busqué amorosamente unas fotos, las organicé y las escaneé, para subirlas posteriormente.  Luego, me propuse escribir unas líneas sobre su vida. Así fue que me encontré sorpresivamente con que tenía muy poco que decir acerca de ella.

Respecto de mi padre, he escrito dos largos posts en un blog, abarcando más de treinta páginas. [2] En relación con mi madre, sólo alcancé a escribir dos o tres párrafos en Facebook.

¿Acaso mi madre hizo menos de su vida que mi padre? ¿Valía menos mi madre que mi padre? Y yendo más allá, y pensando ya no mi madre sino las mujeres en general, ¿vale menos lo que ellas hacen que lo que ellos hacen? ¿Por qué la historia y la memoria los recuerda a ellos y no a ellas?

No es una cuestión de egos. Es una cuestión de qué valoramos como sociedad y como humanidad, y qué riquezas rescatamos de nuestra historia (mirando el pasado) y en nuestro presente.

En este Estudio sobre Conversaciones sobre Teologías Feministas habría para trabajar varios ejes:

–Las mujeres en el contexto histórico y eclesial de los siglos XX y XXI.

–Las mujeres y ministerios en las primeras comunidades.

–La mujer y Cristología.

–Las mujeres en el Concilio Vaticano II

–y finalmente, los Desafíos eclesiológicos y pastorales para una Iglesia sinodal.

Todos estos temas son apasionantes, necesarios, indispensables.

Por otra parte, no creemos posible hablar de un tema sin hacer referencia tangencial a otro. Por ejemplo, ¿cómo podríamos hacer referencia a “las mujeres y los ministerios en las primeras comunidades”, sin que, a su vez, se tuviera que exponer un nuevo enfoque sobre la Mujer y la Iglesia en la necesidad de rescatar esas memorias?

Ante la necesidad de elegir uno de los ejes antes mencionados, nos propondremos rescatar la memoria de las mujeres y sus ministerios en la Iglesia, recuperando así la memoria de aquéllas, invisibilizadas de la Iglesia en el pasado, y cuyo recuerdo podría servir de objetivo para la vida valiosa de muchas personas, con cualquier género u orientación sexual.

1. Algunas Mujeres en la vida de Jesús y en la Iglesia primitiva. 

· 1. Mujeres en el Evangelio 

¿Es posible rescatar la memoria de mujeres protagonistas en el Evangelio?

“La interpretación bíblica antifeminista practicada durante mucho tiempo y todavía vigente en parte, asume los datos bíblicos referidos a la mujer, que interpreta en la línea de la interpretación patrística y escolástica, llegando a afirmar la inferioridad, la subordinación, la sumisión o cuando menos la complementariedad de la mujer respecto del hombre. … (En cambio,) la teología feminista, con la ayuda de la más perspicaz exégesis bíblica, distingue en general entre el valor teológico de un texto y el modo de su enunciación, que está históricamente condicionado. En concreto, Letty Russell distingue entre la tradición como “parádosis”, como acción dinámica y liberadora de Dios en la historia, y el vínculo de las tradiciones históricas, como “escrito” históricamente condicionado… considerada como “parádosis”, la Tradición no es un bloque de contenidos que deban ser cuidadosamente conservados por la jerarquía autorizada, sino una acción de Dios que debe ser transmitida a los demás.” [3]

Por lo tanto, vemos que sí es posible realizar una interpretación no sexista del Evangelio, y realizar una búsqueda puntual de las mujeres que actuaron, tratando de escuchar en la distancia y en el tiempo cuál fue su voz y su deseo.

1. a) María la madre de Jesús: 

María la madre de Jesús.  María, de la cual se la recuerda, no por lo que haya hecho o pensado verdaderamente sino por sus atributos de Virgen y Madre. Quien escribió el Evangelio de San Lucas dijo: “María guardaba esas cosas cuidadosamente en su corazón”.[4]

 Nos preguntamos por qué no escribió el autor que denominamos Lucas, acaso qué cosas personales guardaba María, de verdad en su corazón; o bien por qué no le dio voz a María para que las exprese.

María sí era la madre de Jesús. Pero aquello de Virgen,  al menos técnicamente,  incluye un error de traducción, dado que quien escribió el Evangelio de Mateo tomó como modelo un texto de Isaías donde, en hebreo, se utilizaba el término “Almáh” que quiere decir Joven núbil (y no el término “Betulá” que significa virgen en el sentido actual del término) y lo pasó al griego, con el término Parthenos (que abarca ambos significados),  para que luego se volviera a traducir al latín por Virgo o Virgos y quedará entonces la idea de que María era necesariamente Virgen (“himen intacto”).

Este error de traducción es incluso reconocido en un documento de la Santa Sede (“Audiencia General de Juan Pablo II” de 1996): “Esta profecía, en el texto hebreo, no anuncia explícitamente el nacimiento virginal del Emmanuel. En efecto, el vocablo usado (almah) significa simplemente una mujer joven, no necesariamente una virgen. Además, es sabido que la tradición judaica no proponía el ideal de la virginidad perpetua, ni había expresado nunca la idea de una maternidad virginal. Por el contrario, en la traducción griega, el vocablo hebreo se tradujo con el término párthenos, virgen.”  [5]   que a renglón seguido lo considera un “hecho (un error de traducción) inspirado por el Espíritu Santo,” “misteriosamente”.

A partir de allí, durante dos mil años, uno de los principales recuerdos de la mamá de Jesús   consiste en su consideración de que es Virgen y tiene el himen intacto. Es más, con el correr del tiempo se fue ajustando el concepto, y ya se consideró Virgen antes, en el momento y después del parto.

A su vez, se coloca a María como el modelo de todas las mujeres. María, Virgen y Madre.

Con ello, se la posiciona a María como  inalcanzable, inmarcesible.  Está tan arriba que ninguna mujer podría llegar a semejante distancia hierática, y por ende quedamos todas nosotras acá abajo, en el fango de no ser necesariamente vírgenes, y menos aún si somos madres o si aspiramos a una vida sexual normal y fructífera. En este sentido, el sexo ha quedado totalmente a un lado como posibilidad de crecimiento, creación y realización.   Es más, guerras enteras se han dado, matanzas, quemas de personas, por la discusión por el himen de una extraordinaria mujer que seguramente no tenía la intención de que esto ocurriera.

Cuando pienso en María, prefiero cantarle a una mujer como yo, de carne y hueso, que vive y sufre, que tiene una pareja, una familia, una casa, y por ende lleva adelante todas las inextricables, no virginales y a veces confusas vicisitudes propias de una mujer común de antes y de ahora.  Yo guardo las cosas en mi corazón, pero también las digo.

1. b) Mujeres en la vida de Jesús:

Es indispensable rescatar los nombres de innumerables mujeres que se mencionan como al pasar en los Evangelios.   Pero aún antes de los nombres en sí mismos, nos interesa un detalle:   los verbos utilizados, las imágenes descriptas, en relación con mujeres.  Por ejemplo: “Y … estaba a los pies del Maestro”.   Conforme lo hemos estudiado en el curso, “estar a los pies del maestro” significaba en realidad ser un discípulo, de la misma manera que los demás discípulos. Sólo que a los otros sí se los menciona y empodera, y a las mujeres no.  También se utilizan las figuras “acompañaban” a Jesús y “lo atendían con sus bienes” (Lucas, 8,1).

A continuación, mencionaremos sólo algunas de las mujeres que “acompañaron” a Jesús, de la misma manera que sus “discípulos” lo acompañaron y sí merecieron el carácter de discípulo, la mención de sus nombres, su calificación de Santos y Padres, etc.  Ellas, sólo fueron mujeres “acompañantes”.  Ahora las rescatamos.

b.1. Ana, la profetisa:

“Había también una mujer de edad muy avanzada, llamada Ana, hija de Fanuel, de la

tribu de Aser. Tenía ochenta y cuatro años. Después de siete años de casada, había perdido muy joven a su marido y, siendo viuda, no se apartaba del Templo, sirviendo día y noche al Señor con ayunos y oraciones. Ella también tenía don de profecía. Llegando en ese mismo momento, comenzó a alabar a Dios y a hablar del niño a todos los que esperaban la liberación de Jerusalén.”

b.2. La viuda de Naim:

“Jesús se dirigió poco después a un pueblo llamado Naím y con él iban sus discípulos y un pueblo numeroso.  Pues bien, cuando llegó cerca de la puerta de la ciudad, llevaban a enterrar a un hijo único cuya madre era viuda. Una buena parte de la población seguía el funeral. Al verla, el Señor se compadeció de ella y le dijo: «No llores.» Después se acercó hasta tocar la camilla. Los que la llevaban se detuvieron. Dijo Jesús entonces: «Joven, te lo mando: levántate.»  Y el muerto se sentó y se puso a hablar. Y Jesús se lo devolvió a su madre.” (Lucas, 7,12).

b.3. La mujer que lloraba y a quien Jesús le perdonó los pecados:

“Un fariseo había invitado a Jesús a comer. Entró en casa del fariseo y se acostó en el sofá según la costumbre. En ese pueblo había una mujer conocida como pecadora. Esta, al enterarse de que Jesús estaba comiendo en casa del fariseo, compró un vaso de perfume y, entrando, se puso de pie detrás de Jesús.  Allí se puso a llorar junto a sus pies, los secó con sus cabellos, se los cubrió de besos y se los ungió con el perfume. Al ver esto, el fariseo que lo había invitado se dijo interiormente: «Si este hombre fuera profeta, sabría quién es y qué clase de mujer es la que lo toca: una pecadora.»  Pero Jesús, tomando la palabra, le dijo: «Simón, tengo algo que decirte.» Simón contestó: «Di, Maestro.»  «Un prestamista tenía dos deudores, uno le debía quinientas monedas y el otro cincuenta.  Como no tenían con qué pagarle, les perdonó la deuda a los dos. ¿Cuál de los dos lo querrá más?»  Contestó Simón: «Pienso que aquel a quien le perdonó más.» Jesús le dijo: «Juzgaste bien.»  Y volviéndose hacia la mujer, dijo a Simón: «¿Ves a esta mujer? Cuando yo entré a tu casa no me ofreciste agua para los pies; mientras que ella los mojó con sus lágrimas, y los secó con sus cabellos.  Tú no me besaste al llegar; pero ella, desde que entró, no ha dejado de cubrirme los pies con sus besos. No me echaste aceite en la cabeza; ella, en cambio, derramó perfume en mis pies.  Por esto te digo que sus pecados, sus numerosos pecados, le quedan perdonados, por el mucho amor que demostró. Pero aquel a quien se le perdona poco, demuestra poco amor.»  Después dijo a la mujer: «Tus pecados te quedan perdonados.» (Lucas, 7,36)

b.4. María Magdalena, Juana de Cuza, Susana y otras mujeres que “acompañaban” a Jesús.

“Jesús iba recorriendo ciudades y aldeas, predicando y anunciando la Buena Nueva del Reino de Dios. Lo acompañaban los Doce y también algunas mujeres a las que había sanado de espíritus malos o de enfermedades: María, por sobrenombre Magdalena, de la que habían salido siete demonios; Juana, mujer de Cusa, administrador de Herodes; Susana, y varias otras que los atendían con sus propios recursos” (Lucas, 8,1)

b.5. La “mujer que tenía hemorragias”:

Esta sufriente mujer que no es recordada por su nombre sino por el horrible término “hemorroísa”, es la protagonista de lo siguiente:

“Cuando regresó Jesús, lo recibió una gran multitud, porque todos estaban esperándolo…Mientras Jesús caminaba a casa de Jairo, la gente lo apretaba casi hasta ahogarlo.  En ese momento, una mujer que padecía hemorragias desde hacía doce años se acercó por detrás. Había gastado en manos de los médicos todo lo que tenía y nadie la había podido mejorar. Tocó el fleco de la capa de Jesús y en el mismo instante se detuvo el derrame de sangre.  Jesús preguntó: «¿Quién me ha tocado?» Como todos decían: «Yo no», Pedro expresó: «Maestro, es la multitud la que te aprieta y te oprime.»  Jesús replicó: «Alguien me tocó; yo sentí que una fuerza salía de mí.»  Al verse descubierta, la mujer se presentó muy temerosa y, echándose a sus pies, contó delante de todos por qué razón ella lo había tocado y cómo había quedado instantáneamente sana. Él le dijo: «Hija, tu fe te ha salvado; vete en paz.» …”  (Lucas, 8,49)

“Muchas personas pasan por la misma experiencia de la mujer que sufría hemorragias. Se han agotado, su fuerza vital se ha consumido, han gastado todo su patrimonio sólo para ganarse la simpatía y el reconocimiento, el amor y la estima. Sin embargo, su condición se vuelve cada vez peor. Todo este dispendio de dinero no les ha permitido encontrar una amistad verdadera. No se puede comprar nuestro propio valor con dinero. […] Puesto que [Jesús] desprendía confianza, amor y simpatía, esta mujer consiguió encontrar el coraje necesario para decir toda la verdad. No podemos arrancar la verdad adoptando metodologías de diálogo, sino sólo si hemos creado una atmósfera de amor y confianza. […] «Hija, tu fe te ha salvado; vete en paz y queda curada de tu mal» Aquí se ha instaurado una relación verdadera. Jesús le desea la paz a la mujer y le da la esperanza de estar curada de su enfermedad. La mujer, tras haber experimentado su valor a través del encuentro, ya no puede sangrar. Al entrar en contacto con este hombre que la acepta sin reservas, se detiene su flujo de sangre, ya no tiene necesidad de continuar consumiéndose para ser aceptada y amada.” [6]

b.6. Marta, la primera mujer que reconoció a Jesús como el Mesías. María, la discípula a los pies de Jesús.

En un momento dado, mandaron a llamar a Jesús, avisándole que su amigo Lázaro estaba muy enfermo. Jesús se puso en marcha, pero igual llegó tarde. Lázaro había fallecido.  Ahí estaban sus dos hermanas, Marta y María. En cuanto Marta ve a su Maestro, expresa en voz alta el pensamiento que por días ha estado atormentando a las dos hermanas: “Señor, si hubieras estado aquí mi hermano no habría muerto”. Con todo, no ha perdido su fe y esperanza, pues añade: “Y, sin embargo, actualmente sé que cuantas cosas pidas a Dios, Dios te las dará”. Al instante, Jesús le dice algo que fortalece su fe: “Tu hermano se levantará” (Juan 11:21-23).

Ella contesta: “Yo sé que se levantará en la resurrección en el último día” (Juan 11:24).  Entonces le dice Jesús a Marta: “Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto? Le dijo: Sí, Señor; yo he creído que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, que has venido al mundo.” (Juan 11,1).

Esta declaración es exactamente igual a la que hizo Pedro, cuando le dijo lo mismo, con las mismas palabras a Jesús.  Y, sin embargo, conforme los Evangelios, se ha dispuesto todo para que valga más la declaración de Pedro (que le valió ser la “Piedra donde edificaré mi Iglesia”) que la de Marta. Leer más…

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Las traducciones de los libros sagrados

Jueves, 2 de marzo de 2023
Comentarios desactivados en Las traducciones de los libros sagrados

81096653-biblia-abierta-a-la-oración-del-señor-con-un-par-de-copas-en-las-páginas-Del blog de Isabel Gómez-Acebo:

Las traducciones de libros, si usas la inteligencia artificial que suministran algunas aplicaciones actuales, pueden salir mal y harás el ridículo, pero en los libros sagrados es otra cosa porque los fieles se indignarán. En las religiones del libro, el Corán, se aconseja a los árabes que lean el texto como fue escrito, lo mismo que el Antiguo Testamento para los judíos. Pero hay fieles, de uno y otro credo, que pueden no conocer esos idiomas y tengan que acudir a traducciones

            Los cristianos tenemos una larga tradición de traducir nuestros textos sagrados. Incluso los escritos del Nuevo Testamento en griego son ya traducciones puesto que Jesucristo y sus apóstoles hablaban arameo. Durante mucho tiempo se utilizó la Vulgata, una traducción al latín que hizo San Jerónimo para que los habitantes del Imperio Romano pudieran leer las escrituras. La reforma dio un paso más e introdujo el cambio de la traducción en las lenguas vernáculas

            Siempre ha habido problemas con las traducciones empezando por un texto de Isaías en hebreo que dice que una almah dará a luz. Las traducciones modernas hablan de que una joven dará a luz, pero la traducción al griego precristiano lo tradujo por parthenos que tiene el significado de virgen

            Un pastor anglicano, ha escrito un libro, The Word, en el que habla de los problemas que tienen las traducciones actuales de los textos sagrados. Debemos ser conscientes que datan del primer milenio los libros del NT y de muchos cientos de años atrás, los del AT. A los mejores traductores no les bastan los conocimientos de la lengua antigua, el entorno donde se escribió el libro y dominar el lenguaje actual ya que, aunque herramientas imprescindibles, al final se abren a múltiples interpretaciones. Se preguntan entre otras cosas si la traducción debe ser fiel a la forma o a la intención, un tema importantísimo ¿Qué quería decir el autor original y cómo lo hizo? La traducción alemana de Lutero se convirtió en un texto de referencia antes que el original lo mismo que se puede decir de la King James Version en inglés, dos libros que abrieron la Biblia a múltiples lectores a los que antes por su ignorancia latina les estaban vedados

            Los traductores tienen que escoger entre varios caminos. Algunas personas tratan de llegar a los jóvenes o a la población menos culta y otros dudan tratando de ser neutrales si, por ejemplo, la historia del arca de Noé, se debe escribir como una leyenda, una novela, un relato de la persona que lo vivió o una historia, ya que cada modelo literario tiene un vocabulario específico

            La Biblia consta de muchos libros, algunos se escribieron con varios cientos de años de diferencia ¿Se deben traducir todos como una unidad literaria? ¿Qué sentido se da a los dos primeros capítulos del Evangelio de Lucas, que parecen de otro autor y son más teológicos que históricos?

            Barton aconseja acomodar el lenguaje del texto sagrado, sacrificando la exactitud, para dar acceso a los lectores modernos que de otra forma no entenderían lo que estaban leyendo, aunque es consciente del peligro de cambiar el lenguaje del propio Dios. Una decisión al final difícil pero que los traductores tienen que hacer

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“Homosexualidad. Las razones de Dios”(2): Razones para el cambio de la Iglesia.

Miércoles, 8 de febrero de 2023
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29058«Pedimos tiempo a los homosexuales. Amad a la Iglesia y, desde dentro, ayudadla a progresar en el reconocimiento de vuestro amor».

Monseñor Olivier Ribadeau Dumas.
Portavoz de la Conferencia Episcopal francesa.

Cómo anunciábamos, a comienzos del pasado mes de diciembre, el autor de este libro recientemente publicado por la Editorial San Pablo,  nos ofrece una sorpresa, la posibilidad de ir, poco a poco publicando en esta página una serie de reseñas del libro que abran el apetito y las ganas de adentrarse en él…

Un libro escrito por un buen amigo de esta página, alguien fiel a la misma y que generosamente ha ayudado a mantenerla viva… Un libro que puede resultar una buena sugerencia para regalar en cualquier ocasión… ¿por ejemplo por San Valentín?

Comparto con los amigos de “Cristianos Gays” el resumen de un nuevo capítulo del libro de mi autoríaHomosexualidad. Las Razones de Dios”, que denomino “Razones para el cambio de la Iglesia”, siendo el primer libro editado por una editorial católica (San Pablo) respecto al tema que nos ocupa.

………………………………………..

Este es el criterio actual de la Iglesia sobre la homosexualidad y los homosexuales:

1. «La condición homosexual, al no ser libremente elegida, no puede ser pecaminosa».

2. «El acto homosexual, al estar privado de su finalidad de procrear, es intrínsecamente desordenado y pecaminoso».

En el primer punto, la Iglesia ya no condena la homosexualidad por moralmente pecaminosa, pues al reconocer que «la condición homosexual no es libremente elegida», la condena queda automáticamente dinamitada. Es un paso de gran importancia.

El punto segundo, revela lo penoso que resulta que sea precisamente la Iglesia, depositaria del Amor con mayúscula, la que identifique el acto sexual con el acto reproductivo. En el reino animal, sexualidad y reproducción están íntimamente ligados, pero al llegar al ser humano, el instinto se transforma en libertad y la sexualidad eclosiona en el amor.

¿Es tan difícil para la Iglesia admitir esa conexión identitaria entre sexualidad y amor, sin tener que pasar por la procreación? El Concilio atribuyó dignidad propia a la sexualidad, cuando la descendencia esté excluida (GS 50), refiriéndose a personas heterosexuales que no son fértiles. Pero en la pareja homo (que no procrea) queda marginada y condenada su relación. Además, si la Iglesia admite los métodos naturales para evitar la procreación, ¿cómo rechazar las relaciones en las que la Naturaleza no contempla dicha procreación, como sucede en la relación íntima entre iguales?

La Iglesia ya no puede eludir la obligación de discernir, iluminada por la fe, en la realidad humana de la homosexualidad. Es un reclamo de amor y justicia que debe ser atendido. La Iglesia debe iluminar un cambio de actitudes y criterios, sin olvidar que solo ella puede hacerlo desde la Fe.

La pregunta es: ¿Qué piensa hacer la Iglesia con nosotros los homosexuales, que decidimos vivir nuestra relación en el mismo marco de amor fiel que la unión hombre-mujer? Esta modalidad de relación sexual-amorosa no está condenada en la Biblia. Lo único que se condena es la violencia (lo que intentaron los sodomitas) del mismo modo que está condenada en las relaciones heterosexuales. La aceptación de las personas LGTBI y la formación consiguiente de familias sería, sin temor a exagerar, el mayor desafío con el que se va a enfrentar la Iglesia en este siglo XXI.

Veamos lo que dice el Antiguo y el Nuevo Testamento sobre la relación afectivo- amorosa entre iguales: en el Antiguo recordamos la historia de David y Jonathan y de Ruth y Noemí, que son suficientemente elocuentes.

Pero vayamos al Nuevo Testamento. Nos centramos en la sanación del siervo del centurión (Mt 8,5-13). Llama poderosamente la atención las palabras griegas que utiliza Mateo en relación al siervo del militar romano: «entimos» y «pais», que se traducen como «mi muchacho amado». Lo primero a resaltar es que esta denominación queda fuera del lenguaje habitual de un militar hacia un esclavo. ¿Por qué le llama “mi muchacho amado” ante Jesús?

Con relación sexual o sin ella, Jesús se encuentra con un estrecho vínculo afectivo- amoroso entre dos hombres. Jesús pudo aprovechar la coyuntura para definirse sobre cómo habría de ser y no ser, la relación de amor entre dos hombres y esto es lo que sucedió:

El militar le expresa con vehemencia «Señor, yo no soy digno de que entres en mi casa, pero una sola palabra tuya bastará para sanar a mi muchacho amado». Y el Señor le responde premiándolo, ensalzando todo lo que encerraba el corazón del centurión: amor por un igual y fe.

¿No deberían ser estas dos claves (amor y Fe) las que deberían de bastar a la Iglesia para aceptar en plenitud a quien las sintiera y manifestara amar y tener fe, aunque ese amor fuese por otro igual? A Jesús le bastó y con la curación milagrosa, «debida a la fe de un homosexual», según opina el Teólogo Xabier Pikaza, bendijo aquel amor y aquella fe y por tanto, implícitamente, aquella relación en la que “el centurión es candidato idóneo al rótulo actual de homosexual”, concluye Pikaza.

Por último, destacar las declaraciones de 20 obispos y cardenales de Europa, África y América que apoyan y acogen explícitamente el movimiento LGTBI. Entre todas destaco al fallecido Arzobispo de Ciudad del Cabo y Nobel de la Paz, Desmond Tutu: «A muchos de nosotros nos produce angustia imaginar que Dios puede crear a alguien y decirle: “te odio por cómo te he hecho”. No quisiera ir a un cielo que fuera homófobo. No, mejor me disculparía y diría que quiero ir a otro lugar. Con gran dolor contemplo la represión de hermanos africanos cuyo único crimen es practicar el amor. El odio, en ninguna de sus formas tiene lugar en la casa de Dios».

Raúl Vera, obispo de Saltillo (Méjico), declaró en 2019, refiriéndose a los homosexuales: «Este banquete de la Eucaristía es para ustedes que tantas veces saborean el desamor, desprecio y odio».

El Arzobispo de Múnich y Presidente de la Conferencia Episcopal alemana, además de estrecho colaborador del Papa, Reinhard Marx, al periódico Angsberger Algmeine, expresando públicamente sentirse arrepentido de no haber actuado en contra de la ley que prohíbe la homosexualidad en Alemania, declarando que «La Iglesia no ha sido precisamente pionera en la defensa de los derechos de los homosexuales», añadiendo que «Debemos expresar nuestro arrepentimiento por no oponernos a la persecución de los homosexuales. La legislación del matrimonio homosexual no constituye un ataque a la Iglesia», concluyendo que «La historia de los homosexuales en nuestra sociedad es una historia pésima, porque hemos hecho mucho para marginarlos. Debemos pedirles perdón, pues no se puede decir que la relación entre dos hombres, si son fieles, no tiene ningún valor».

Es gratificante recoger lo expresado por el obispo brasileño Antonio Carlos Cruz Santos: «Si la homosexualidad no es una enfermedad, si no es una elección, desde la perspectiva de la fe, solo puede ser un Don. El Evangelio por excelencia es el Evangelio de la inclusión. Es una puerta sí, pero siempre está abierta». Añadiendo: «El homosexual puede vivir su orientación de una forma digna y ética o de la forma promiscua, pero la promiscuidad puede vivirse en cualquier orientación sexual. Si la persona no elige ser gay, la atracción por el mismo sexo solo puede ser un regalo de Dios, pero quizás nuestros prejuicios nos impiden recibir ese Don».

Monseñor Olivier Ribadeau-Dumas, portavoz de la Conferencia Episcopal gala, expresó: «En la relación amorosa de dos personas del mismo sexo, hay algo de Dios que habla allí. Entiendo lo impacientes que estáis los homosexuales. Dadnos tiempo. Amad a la Iglesia y, desde dentro, ayudadla a progresar en el reconocimiento de vuestro amor».

Igualmente, emocionan las declaraciones del obispo auxiliar de Detroit, ya jubilado, Thomas John Gumbleton: «Creía firmemente que mi homosexualidad era una elección mía y por tanto un pecado. Mi punto de inflexión fue cuando mi propio hermano, casado y con cuatro hijos, salió del armario».

Por último, resaltar el trabajo de laicos muy comprometidos, como los asociados en CRISMHOM en Madrid o la página en Internet de «Cristianos Gays», coordinándose con grupos ecuménicos y laicos.

La esperanza se abre camino. El conjunto de las anteriores declaraciones, todas ellas inclusivas, pueden ser el comienzo de un nuevo paradigma eclesial que aborde el tema que nos ocupa con una sensibilidad que se abre camino en amplios sectores de la Iglesia, sin posible vuelta atrás.

El autor, Miguel Sánchez Zambrano

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La Biblia y el test de Bechtel

Jueves, 12 de enero de 2023
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mujeres biblicas_Mujeres Biblia hebrea-portada.inddLeído en su blog:

 14.12.2022

Este test es una medida de la representación de mujeres en libros o películas para lo que utiliza tres baremos. El primero es que las féminas tengan nombre propio, el segundo que se hablen entre sí y el tercero es que la conversación no trate de varones.

            Aunque la Biblia no deja de ser palabra de Dios, aunque no aparezcan mujeres, este análisis nos permite ver el interés que pone Dios en todos los portadores de su imagen. ¿Qué valor tienen las mujeres en el mundo y que dice la Biblia a este respecto? El autor de los análisis que ofrezco se llama John Dyer

            En la Biblia aparecen 3070 personas de las que 202 son mujeres. No es una mala proporción si la comparamos con el Corán donde sólo se habla de María o con el Bhagavad Gita que no refleja ninguna

            Si descendemos a las perícopas nos encontramos con 261 escenas en las que las mujeres hablan, en 147 son dos o más mujeres y en 18 hablan entre ellas mientras que en 9 casos no aluden a varones. El Génesis comienza con una advertencia “tanto el hombre con la mujer son imágenes de Dios”, Eva habla con la serpiente y con Dios mientras que con Adán su conversación se desarrolla en plan de igualdad. En otro texto del Génesis barruntamos que hubo una conversación entre Sara y Agar que no se transcribe pero que tuvo que ser desagradable para la esclava. Tampoco cumple el test la conversación entre la hija del faraón y la hermana de Moisés porque desconocemos su nombre. A medida que continuamos con la Biblia nos encontramos con pocos pasajes que cumplan con el test ya que pocas mujeres hablan entre ellas

            En el libro de los Jueces capítulos 4 y 5 se habla de dos mujeres, Débora y Jael, que no se encuentran jamás. Son personas importantes en la historia de Israel como líderes, negociadoras, profetisas y asesinas sin piedad para salvar a los suyos

            El relato más sorprendente y maravilloso de conversación femenina, que cumple con el test, lo encontramos en Ruth y Naomi que hablan de sus vidas, de sus relaciones mutuas y de su trabajo Rut 2,2 “Ruth respondió donde tú vayas yo iré, donde habites yo habitaré , tu pueblo será mi pueblo y tu Dios mi dios, donde mueras y seas enterrada yo seré enterrada“. Aunque no pasa el test, hay otro pasaje en 2 Re 22 donde el rey Josías, cuando encuentra el libro de la ley, pide a los sacerdotes más ilustres de su reino que consulten con la profetisa Hulda. Es la primera vez que vemos la palabra de Dios reconocida como canónica por la voz de una mujer

            Hay otros textos que pasan el test como el diálogo de Isabel y María a propósito de sus embarazos Lc 1, 41-45. Unos versículos más adelante aparecen Simeón y Ana que es la primera en expresar la importancia teológica del niño. Esta escena pasa parcialmente el test porque una mujer, con nombre propio, habla a muchas personas en las que posiblemente se encuentran otras mujeres

            Tras la muerte de Jesús, María Magdalena, María, la madre de Santiago y Salomé discuten la forma de acceder a la tumba y se preguntan ¿Quién nos deslizará la piedra que cierra la tumba? Mc 16,2-3. En el libro de los Hechos se habla del avance de la Iglesia pero no se menciona a mujeres dialogando entre sí aunque muchas aparecen con roles importantes. Hay un pasaje que merece la atención y es la primera carta de Pablo a Timoteo v.15 “pero ella (Eva) será salvada por la maternidad (de María)”. El autor emplea esta traducción porque ofrece uno de los resúmenes más fundamentales, bellos y concisos de la historia bíblica en los que nos ofrece el modo con el que Dios ha salvado a la humanidad. En esta escena final aparecen dos mujeres, que no son apreciadas por lo que dicen sino por lo que son, hijas de Dios y un día, como ellas, todos seremos salvados por Dios hijo, que fue hecho hombre mediante una mujer.

(imagen del libro de Ianire Ángulo Ordorika Las mujeres en la Biblia hebrea.  Ediciones Paulinas )

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“Homosexualidad. Las razones De Dios” Cap. 1º: “Mis razones”

Miércoles, 28 de diciembre de 2022
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29058Cómo anunciábamos, a comienzos de este mes, el autor de este libro recientemente publicado por la Editorial San Pablo,  nos ofrece una sorpresa, la posibilidad de ir, poco a poco publicar en esta página una serie de reseñas del libro que abran el apetito y las ganas de adentrarse en él…

Un libro escrito por un buen amigo de esta página, alguien fiel a la misma y que generosamente ha ayudado a mantenerla viva… Un libro que puede resultar una buena sugerencia para regalar en Navidad o Reyes.

El esperado libro “Homosexualidad. Las razones de Dios” ya está en la calle. Es la primera vez que una editorial de Iglesia (San Pablo) aborda en profundidad este tema.

Su autor, Miguel Sánchez Zambrano, nos envía un resumen del primer capítulo titulado “Mis razones”

MIS RAZONES

Angustia tengo por ti, que me fuiste muy dulce.
Más maravilloso me fue tu amor, que el amor de las mujeres
.

David a la muerte de Jonatán.
(2 Samuel 1,26)

Tenía 14 años cuando el padre escolapio nos reunió en clase para darnos algunas «orientaciones sobre sexualidad». La charla duró una hora (naturalmente sin opción alguna a preguntar, lo hubieras entendido o no). Daba igual comprenderla, pues se trataba de asimilar o grabar lo dicho, sin posibilidad de objetar nada de lo expuesto. De aquella hora solo recuerdo con nitidez los segundos que pudieran durar las siguientes palabras: «…y tened muy claro que, si tenéis alguna vez relaciones con una chica, Dios os castigará con el infierno, y si se os ocurre hacerlo con un chico, entonces será mucho más horrible para Dios y os castigará doblemente. Nunca lo hagáis con una chica, pero jamás, nunca jamás, se os ocurra hacerlo con un chico».

Hacía tres años que había descubierto la sexualidad con otro chico. Aquel juego de preadolescentes me pareció un regalo de Dios que, de golpe, tras las duras palabras del padre escolapio, se transformó en un tremendo temor al más severo de los castigos.

Al terminar la charla, ya a solas y con el miedo (pánico) a ser «descubierto», le pregunté sobre lo dicho en clase. Sin darle más importancia vino a repetir una a una las palabras condenatorias ya oídas anteriormente.

Mucho tiempo después, estudiando mi caso (soy Psicoterapeuta) entendí que en aquel momento quedé en estado de shock. Por último, decir que vivía una fe experimentada desde pequeño, educado en las Siervas del Evangelio de Granada y en una familia de arraigada tradición católica. El trauma emocional sufrido tras las palabras del escolapio, lo gestionó mi mente somatizándolo en un foco epiléptico, que se manifestó a mis 22 años, dando así salida a la fuerte tensión acumulada durante los años precedentes.

El máximo dolor que puede llegar a sufrir el homosexual cristiano se fundamenta en que por un lado, mientras la Iglesia le dice: Dios te condena si vives según la identidad sexual que El te ha dado», en su corazón, la voz de Dios le dice: «Te amo y te bendigo cuando actúas según el don de ser homosexual que yo te he dado». Por tanto, todo homosexual que mantiene su fe y que logra no abandonar la Iglesia, tras escuchar los pronunciamientos de ciertos prelados, tiene que pasar por el proceso de lograr distinguir entre la voz de Jesús (que le dice que le ama tal cual es, que quiere acompañarlo y que habita en su corazón) y la voz de la Iglesia que le dice que Dios rechaza lo que hace. Y este proceso es un camino de crecimiento espiritual ciertamente muy doloroso.

Y es que la Iglesia ha llegado, por ahora, a un callejón sin salida, además de a una gran paradoja: trato de respeto, compasivo y comprensivo hacia la persona homosexual y rechazo frontal, por «intrínsecamente desordenado», según el Catecismo, hacia la relación homosexual.

El foco epiléptico, consecuencia de la profunda división mental que vivía fue diagnosticado y controlado eficazmente y de inmediato por el psiquiatra y sacerdote claretiano, Rafael Gómez Manzano. Con una fuerte medicación de 11 grageas diarias y un régimen de vida muy estricto, en 2017 la epilepsia quedaba totalmente asintomática, constatando la sanación la Resonancia Magnética que el Neurólogo González Maldonado me mando hacer. O sea, estaba curado. Pregunté al doctor: «Entonces, en realidad, ¿qué es lo que ha quedado en mi cerebro?». Él me respondió: «Mira, Miguel, si se tratase de una herida, lo que te ha quedado es la cicatriz de la misma. Tu “herida mental” se ha cerrado. Había desaparecido la división en mi mente. Había recuperado mi salud mental, pero me quedaban otras dos «áreas» dañadas, la psico-emocional y la espiritual, al haber sido un sacerdote de quien recibí aquella fatídica condena. En 2021 logré sanar ambas, tras haber realizado el proceso de Justicia Restaurativa y haberme encontrado con el Provincial Escolapio P. Jesús Elizari, que me levantó la condena y me bendijo, pidiéndome perdón y mostrando su dolor por lo ocurrido y las consecuencias que había padecido.

Y frente a tanto dolor, la esperanza que nos va infundiendo el papa Francisco.

A los homosexuales cristianos, nos es urgente e imprescindible que el Papa sea capaz de tener las ideas muy claras y muy definida la dirección que opte por tomar. Nuestra esperanza se fundamenta en su cometido profético. La Iglesia ha de recuperar urgentemente su función esencial: defender la vida, erradicar todo posible sufrimiento y bendecir a los que, por amor, decidan compartir sus vidas con un igual, tal como lo hace con los heterosexuales y que estos no resulten, como hasta hoy, privilegiados. Todos somos hijos de Dios, todos somos iguales. Así nos lo enseñó Jesús y así lo predica la Iglesia.

Las páginas de este libro desean ser solo una aportación más (tal como opina la Editorial S. Pablo al decidir publicarlo) una aportación que fomente el diálogo e incentive la profundización sobre el tema.

Me mueve la posibilidad (aunque sea solo posibilidad) de que mis hermanos y hermanas gays y lesbianas (personas LGTBI), encuentren un capítulo, una frase, una palabra con la que identificarse y, reconociéndola como propia, los haga un poco más libres, un poco más felices y, porque no, un poco más creyentes y que mis hermanos y hermanas heteros vivan felizmente su sexualidad, sin rechazar ni avergonzarse de quienes no somos igual a ellos. Me sentiré colmado si esto ocurre en uno solo de los que hayáis decidido leerme. Y si no fuese así, siempre me quedará la esperanza de que eso ocurra en algún otro futurolector.

Extraído del libro “HOMOSEXUALIDAD. LAS RAZONES DE DIOS” (San Pablo 2022)

***

RAZONES PARA DESMONTAR LA CONDENA

«Amas a todos los seres; si hubieras odiado alguna cosa, no la habrías creado (…). En todos los seres está tu Espíritu inmortal».

Sabiduría 11,24-26

«Todo amor, se tenga o no conciencia de ello, es amor de Dios».

Ibn Arabi, judío murciano del siglo XII

«Es posible amar lo que somos sin odiar lo que no somos».

Kofi Annan, ex-Secretario General de la ONU

«Yo no soy quién para juzgar a los homosexuales».

Papa Francisco

«Nadie nace odiando a otra persona por el color de su piel o su orientación sexual. El odio se aprende, igual que se aprende a amar».

Nelson Mandela

Los textos bíblicos en los que se basa el rechazo y condena a la homosexualidad se encuentran fundamentalmente en los libros del Génesis, Levítico, Deuteronomio, Jueces y Romanos.

El Levítico. Este libro es, en verdad, un documento histórico extraordinario al ser la base social organizativa de una determinada sociedad, la judía de hace muchos cientos de años, en un determinado tiempo y en unas especialísimas circunstancias.

La sociedad judía acababa de constituirse como tal, ocupando su propio territorio (la Tierra prometida) y necesitaba organizarse social y políticamente. Sucede que, al sentirse pueblo elegido por Dios, las que tenían que haber sido meras leyes, normas o disposiciones para organizar su convivencia, todas ellas quedan «bañadas» por su propia orientación religiosa. No hace falta ir muy lejos para encontrar sociedades que articulan sus leyes y normas de convivencia en base a una religión concreta. Así lo hizo la España franquista, que las articuló según las bases de la doctrina católica, en este caso de modo extremadamente ortodoxo. Parece congruente que una vez acabado dicho periodo político, desaparezcan dichas leyes y se articulen las nuevas, según las necesidades reales de la sociedad de su tiempo.

Tal ocurrió en nuestro país entre 1975 y 1978. Lo que ya no resulta congruente es que una legislación de un pueblo articulada hace miles de años permanezca vigente en nuestros días, en el ámbito eclesial, al menos en algunos aspectos, como ocurre con el tema que nos ocupa.

Nos encontramos pues con aquel pueblo, el judío que tiene que asegurar a toda costa su supervivencia. Por ello, todo lo que impidiese o no facilitase el hecho procreativo sería digno de reprobación y condena. En esas condiciones concretas, la práctica homosexual, la masturbación, la eyaculación fuera del cuerpo de la mujer o, simplemente, la relación cuando esta estuviese en periodo menstrual (imposible procrear) eran, lógicamente y debido a aquellas especiales circunstancias, hechos igualmente condenados.

Llama la atención que, de entre todas las prácticas citadas, sea exclusivamente la homosexual la que en pleno siglo XXI continúa reprobada y calificada como «pecado nefando». Esto no es solo injusto sino extremadamente sorprendente. Ni existen aquellas circunstancias históricas, ni la sociedad está en peligro de extinción. Y no dejaría de ser curioso o anecdótico, si no fuera por la cantidad de sufrimiento humano que este inexplicable hecho ha traído consigo a través de los siglos: persecuciones, hogueras, prisiones, tortura, muertes aterradoras en campos de concentración… y todo por el solo hecho de ser homosexual. La masturbación ha quedado relegada, siempre en el plano religioso, a ser un pecado, digamos de «segundo orden», como aún lo considera la Iglesia, y la eyaculación fuera del cuerpo femenino o el acto sexual durante la menstruación, como actividades sexuales condenadas, se perdieron en la noche de los tiempos. ¿Por qué la condena del acto homosexual y los que lo practican sigue con inusitada vigencia en la Iglesia católica y la cultura que esta alimenta?

No existen en la historia cultural y religiosa de la humanidad unos textos que hayan causado mayor dolor y muerte a tan ingente número de personas y, lo más triste, que los sigan causando.

Es necesario tener presente desde este momento que, junto a los versículos en que el Antiguo Testamento propone el máximo castigo a quienes realicen actos homosexuales, aparecen en igual grado de rechazo, e igualmente prohibidas y castigadas, las siguientes instrucciones:

1. Sembrar un campo con dos clases de semillas o vestir con dos clases de tejidos.

(Lev 19,19)

2. Comer sangre, bajo pena de ser extirpado del pueblo.

(Lev 17,10).

3. Raparse la cabeza o recortarse la barba.

(Lev 19,27).

4. Comer animal muerto o despedazado por las fieras.

(Lev 22,8).

5. Castigar con la muerte a quien blasfeme.

(Lev 24,10).

6. Yacer con mujer durante la menstruación.

(Lev 20,18).

7. Acostarse con varón como con mujer.

(Lev 18,22).

¿En qué difieren las prohibiciones?, ¿debemos los cristianos obedecerlas o sencillamente enmarcarlas en la vida de un pueblo en una época concreta (alejada de nosotros en siglos) y con razones ajustadas a su realidad social, radicalmente diferente a la nuestra? La Iglesia abandonó la obediencia a las seis primeras, ¿por qué persiste en actualizar la condena de la séptima?

Entonces, ¿qué es lo que directamente se condena en la Biblia, respecto al tema sexual? Veamos:

1. El abuso sexual a un hombre. Esto es, la violación del mismo (Gén 19,5-6). Sin embargo, es muy llamativo que no condena la violación a la mujer.

2. El divertimento sexual con un hombre, naturalmente sin el consentimiento de este.

(Jue 19,22).

3. La prostitución sagrada tanto masculina como femenina.

(Dt 23,18-19).

4. La relación sexual con un hombre. (Lev 18,22 y Lev 20,13).

5. La relación sexual entre dos mujeres o dos hombres llevados por la pasión exclusivamente. (Rom 1,26-27).

6. Actos sexuales con animales (zoofilia).

(Lev 18,23).

7. Relaciones sexuales con niños.

(1Tim 1,10).

Queda clara la condena a las relaciones esporádicas, el abuso, el divertimento sexual, la violación, la prostitución sagrada, etc. Ni por una vez aparece condenada la relación homosexual-homoafectiva mutuamente consentida.

Se condena la relación sexual entre hombres, pero en unas circunstancias muy precisas que el autor sagrado no ha querido obviar. Estas circunstancias son el ejercerla de modo violento y el practicarla sin el consentimiento explícito del otro, obviando su dignidad como persona libre con opción a elegir. En ningún momento el autor se refiere a la comisión de actos sexuales en un marco de amor y respeto mutuo. Por si fuera poco, el intento de agresión homosexual quiebra el mandato de hospitalidad de la Ley mosaica y es en este hecho, donde se centra la máxima gravedad y repudio de los hechos narrados.

La Iglesia (con sobrados doctores en veintiún siglos de existencia) no ha considerado clarificar todo lo anterior y haber evitado así un indecible sufrimiento a millones de personas.

Es por tanto injusto aplicar los pasajes bíblicos a aquellas personas que, siendo de idéntico sexo, se sienten atraídos, se enamoran, se aman y deciden vivir su compromiso «hasta que la muerte los separe», en idéntico deseo a como lo formulan los hetero. No se trata ni de perversión, ni de vicio, ni de enfermedad que sea necesario curar, sino de una variante de la expresión amorosa y sexual, tan lícita y digna de respeto como la mayoritaria.

Si todas estas consideraciones las tuviese en cuenta la Iglesia católica, no solo abandonaría su condena a toda relación entre dos iguales, sino que podría abrirse a su bendición, sin ningún reparo.

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Pluralidad

Viernes, 18 de noviembre de 2022
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Toda palabra del prolongado, y no siempre fácil, diálogo entre Dios y su pueblo, y “nosotros“, es preciosa. Aislar una palabra del prolongado discurso o diálogo significa no tomar en serio a aquel que habla. Quien escucha sólo la melodía del oboe no capta la sinfonía… Y el hecho de que el judaísmo haya canonizado un Tanaj a más voces, y la Iglesia una Biblia que consta del Antiguo y del Nuevo Testamento, significa que la pluralidad y el carácter multiforme del canon reflejan la riqueza gloriosa y dramática del obrar de Dios. Hay una pluralidad que nace aparecer la complejidad de la vida y que nos ofrece toda una serie de figuras de esperanza y de búsqueda de Dios. Hay momentos en el que Job y Qohélet expresan la “palabra que profiere Dios“, y otros en los que alguna parábola de Jesús o el testimonio de su resurrección nos trae la salvación, pero hay también otros en los que se unen muchas voces en una poderosa orquesta para dejar fascinada a toda la comunidad.

Y es precisamente este carácter multiforme de la Palabra de Dios, tal como resuena en el Antiguo Testamento, lo que hemos de preservar los cristianos del riesgo de caer en la miopía “cristológica” y en una eclesiología de corto aliento. Y es ese carácter multiforme el que nos invita a desconfiar de toda sistematización apresurada. No existe una llave capaz de abrir todas las dimensiones de la vida frente a Dios y con Dios, sino sólo las diferentes llaves de los diferentes testimonios bíblicos, mantenidos unidos por el anillo del canon y ofrecidos por la benevolencia divina.

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Erich Zenger

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El Relato Bíblico de la Creación: entre el Fundamentalismo y las Personas LGBT

Viernes, 4 de noviembre de 2022
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Por Luís Corrêa Lima *
Oct 24, 2019

Uno de los principales pilares del credo Cristiano es la fe en Dios, el creador del cielo y la tierra. Esto incluye el mundo, la naturaleza y el ser humano como creación divina, el trabajo de un ser poderoso y bueno, diseñado para magnificar Su gloria y compartir Su vida. El relato bíblico de la creación, contenido en los primeros capítulos de la Biblia, marcó la tradición judeocristiana y la cultura humana. Al comienzo de todo no era el caos, sino Dios mismo. Por su palabra vienen la luz, las estrellas, las aguas, los continentes y la vida. La humanidad proviene del soplo divino sobre la materia, constituyéndose como la imagen y semejanza divina y guardiana de la creación. En este relato, muchas generaciones han encontrado sentido en la vida, la felicidad, la familia, la civilización, las normas que gobiernan la sociedad y también en el tratamiento del mal y la muerte.

Con el tiempo, han surgido cuestionamientos sobre ciertos puntos: la creación del universo en seis días, si es que la tierra surgió antes que el sol y las estrellas, el hombre salió directamente del polvo de la tierra o la mujer salió de la costilla del hombre. También se cuestionó la dominación masculina sobre la mujer (“te sentirás atraído por tu esposo y él te dominará” – Génesis 3:16).

En respuesta a estas preguntas, se generó un apego intransigente a la letra del texto bíblico, el fundamentalismo, a fines del siglo XIX y principios del XX. Se suponía que la Palabra de Dios, inspirada por Él, estaba libre de errores y debería interpretarse literalmente en todos sus detalles. Para aquellos que se atrevieron a cuestionarlo en nombre de la razón, el dilema se ha planteado durante mucho tiempo: “o crees o piensas”. Esta trampa ideológica ha alejado de la religión cristiana a muchas personas de buena voluntad.

Afortunadamente, la evolución de la ciencia y la sociedad también ha llevado a los cristianos a leer los textos sagrados de otra manera, liberándolos de este perverso dilema. Con el Papa Pío XII y más tarde con el Concilio Vaticano II, la Iglesia Católica asimiló los métodos científicos de interpretación de la Biblia, incorporando la ayuda de varias ciencias desde la arqueología hasta la literatura. El lector contemporáneo debe buscar el significado que los autores sagrados, en determinadas circunstancias, de acuerdo con las condiciones de su tiempo y cultura, pretendieron expresar mediante el uso de modos o géneros literarios que luego se utilizaron. Hay que tener en cuenta las formas adecuadas de sentir y narrar como validas en su momento, así como las formas en que se emplearon las relaciones entre los hombres en ese momento. Así es como la Palabra de Dios vino a nosotros: no dictada por Él, sino inspirada, llevando también las marcas de sus raíces históricas.

El fundamentalismo no dejó de existir y tuvo mucha fuerza. Pero hoy la Iglesia advierte de su riesgo: al rechazar cualquier cuestionamiento o investigación crítica, coloca en la vida de los fieles una certeza falsa, confundiendo las limitaciones humanas del mensaje bíblico con la sustancia divina de ese mensaje. Esto implícitamente invita a una forma de “suicidio de pensamiento”. Contra la evidencia, los cristianos fundamentalistas siguen afirmando que el mundo se hizo en seis días, la mujer salió de la costilla del hombre y que debe ser dominada por él.

Hoy surge otra pregunta: la realidad de las personas LGBT que se ha hecho visible en el mundo contemporáneo. Es necesario profundizar la reflexión sobre la creación del ser humano en la dualidad del hombre y la mujer. Sin negar esta dualidad original y su valor, debe tenerse en cuenta que no todas las personas son heterosexuales y no todas se identifican con el sexo que se les atribuye al nacer. Esta no es su elección, sino algo constitutivo de su ser, con componentes biológicos y psicosociales. Son caras de la compleja diversidad entre hombres y mujeres, que no puede simplificarse en una lectura superficial y aproximada. No se puede imponer a todos el que vivan como heterosexuales o se identifiquen con su sexo de nacimiento.

También en esta compleja diversidad, el ser humano sigue siendo creación divina, obra de un ser poderoso y bueno, destinado a magnificar Su gloria y participar en Su vida.

* Luís Corrêa Lima es un sacerdote jesuita y profesor en la Pontificia Universidad Católica de Río de Janeiro. Trabaja con investigaciones sobre género y diversidad sexual, y sobre el acompañamiento espiritual de las personas LGBT.

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