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Debemos “escuchar atentamente” la revelación de Dios a través de las personas transgénero, escribe el sacerdote Daniel Horan, OFM.

Jueves, 10 de agosto de 2023
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unnamedPadre Daniel Horan

“¿Quién puede contar la historia de uno? ¿Quién debería llegar a contar la historia de uno?”

Esas son las preguntas que se hace el P. Dan Horan, OFM, teólogo y columnista del National Catholic Reporter, en un ensayo que insta a los obispos de EE. UU. y otros líderes de la iglesia a escuchar las experiencias de las personas transgénero y no binarias. Horan señala que la retórica anti-trans en la Iglesia Católica está “basada en narrativas falsas contadas por otros sobre lo que significa ser una persona trans, incluida la mentira de que no existen las personas transgénero”.

Horan encuentra irónica la falta de narrativas trans dentro de la iglesia considerando que el cristianismo es “inherentemente una religión narrativa“. La Biblia usa la narración de historias para decirnos “quién es Dios y quiénes estamos llamados a ser”. Para volver a las raíces narrativas del cristianismo, Horan cree que debemos “escuchar atentamente las revelaciones con ‘r’ minúscula que nuestros hermanos transgénero nos están ofreciendo mientras cuentan sus propias historias”.

Incluso en medio de la discusión de la iglesia sobre la igualdad transgénero, particularmente en lo que respecta a la atención médica que afirma el género, las “experiencias, historias, luchas, alegrías y necesidades” de las personas trans generalmente son “desestimadas e ignoradas”, observa el autor. Él continúa:

“Tenemos que recordar que cuando hablamos de personas transgénero estamos hablando de personas reales. El problema no se trata de una abstracción o una batalla de “guerra cultural” para ganar como un debate en las redes sociales. El tema trata sobre las vidas y muertes reales, la experiencia de la violencia y la curación de seres humanos que tienen una dignidad y un valor inherentes”.

“Cuando los obispos y otros líderes de la iglesia, los expertos no expertos y los observadores de la iglesia tratan los problemas serios relacionados con las personas LGBTQ en general y las personas trans en particular como una especie de carrera de caballos de ‘guerra cultural’, contribuyen activamente a la deshumanización y eliminación de personas reales que tienen verdaderas alegrías y esperanzas, penas y ansiedades, que también deberían ser las alegrías y esperanzas, penas y ansiedades de dichos líderes y comentaristas de la iglesia (Gaudium et Spes)”.

En un esfuerzo por escuchar a las personas trans, Horan decidió leer dos memorias de autores trans: Pageboy: A Memoir del actor Elliot Page y Burn the Page: A True Story of Torching Doubts, Blazing Trails, and Igniting Change de Danica Roem, una política estatal. Para Horan, estos libros proporcionaron una mayor comprensión de lo que significa ser una persona trans contemporánea:

“Nadie hablaba por ellos, nadie estaba tejiendo una narrativa en apoyo de alguna otra agenda. Cada uno de estos autores pudo decir su verdad y compartir el viaje de su vida”.

La historia de Roem se sumerge en su “lucha de por vida para aceptar su verdadero yo y responder a su disforia de género”. Si bien el cuidado de afirmación de género es parte de su historia, las memorias también analizan su familia, educación, intereses y carrera política como delegada actual del estado de Virginia.

De manera similar, las memorias de Page detallan tanto los desafíos como las alegrías que surgen al aceptar la verdadera identidad de uno. El autor del libro afirma: “Espero que al decir mi verdad haya agregado otra mota para disipar la desinformación constante sobre las vidas queer y trans. Si aún no lo ha hecho, lo insto a que busque muchas otras narrativas amplias y variadas de escritores, activistas e individuos LGBTQ+”.

Como católicos, tenemos el deber de reconocer el valor y la dignidad inherentes de cada persona. El primer paso para lograr este objetivo es escuchar verdaderamente las “historias completamente humanas, completamente complejas y completamente auténticas” de las personas trans, como dice Horan.

—Sarah Cassidy (ella/ella), New Ways Ministry, 25 de julio de 2023

Fuente New Ways Ministry

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Oraciones de lamento y esperanza para las personas LGBTQ+

Lunes, 24 de julio de 2023
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IMG_9568Sr. Jane Aseltyne, IHM.

La publicación de hoy es de la colaboradora invitada Sr. Jane Aseltyne, IHM. Hna. Jane, está en primeros votos con las Hermanas, Siervas del Inmaculado Corazón de María de Monroe, Michigan. Tiene una Maestría en Teología Sistemática y Espiritualidad de la Unión Teológica Católica de Chicago. Su tesis de maestría titulada“Beyond the Binary: Expanding Understandings of the Imago Dei,” – “Más allá de lo binario: Expansión de la comprensión de la Imago Dei”, busca desarrollar una comprensión más inclusiva de lo que significa ser hecho a imagen y semejanza de Dios, particularmente en lo que respecta al género y la orientación sexual.

Las lecturas litúrgicas de hoy para el 16º Domingo del Tiempo Ordinario se pueden encontrar aquí.

Recientemente escuché una homilía sobre nuestro llamado a ser una Iglesia acogedora. El sacerdote predicó sobre la importancia de acoger al extranjero, tender la mano a los marginados y estar dispuesto a correr riesgos para ser testigo vivo del amor de Dios. Pero nunca mencionó ningún grupo marginado en particular, como la comunidad LGBTQIA+.

Si bien sus sentimientos eran hermosos, no pude evitar preguntarme, ¿cómo se predica tal homilía e ignora el hecho de que muchos no se sienten bienvenidos por la iglesia? La comunidad LGBTQIA+ continúa marginada. Muchos en nuestra iglesia carecen de comprensión sobre la orientación sexual, la expresión de género y la identidad de género. En general, nuestra iglesia continúa operando con un pensamiento binario, lo cual perjudica a todo el pueblo de Dios. No hemos hecho un buen trabajo al escuchar las experiencias de las personas LGBTQIA+ y lo que significa para ellas vivir plenamente sus identidades queer.

Pero las lecturas litúrgicas de hoy nos llaman a mantener unida la tensión de lo que está aquí y lo que está por venir.

En la primera lectura del libro de la Sabiduría, dice el autor, “les diste a tus hijos un buen motivo para la esperanza de que permitirías el arrepentimiento de sus pecados”. Quizás el pecado del que debemos arrepentirnos es la exclusión del pecado de aquellos que no encajan dentro de los límites de la heteronormatividad o el género binario. Nuestro “buen terreno para la esperanza” comienza en Dios, y es a través de nuestra relación con Dios que estamos llamados a la inclusión radical de los más marginados.

En el salmo, vemos la tensión de alabar a Dios, pero también el anhelo de ser escuchado:

“Tú, oh SEÑOR, eres bueno y perdonador,

abundante en bondad para con todos los que te invocan.

Escucha, oh Señor, mi oración

y escucha el sonido de mi súplica.”

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El salmo se basa en la tradición del lamento que prevalece en todo el Antiguo Testamento. Los lamentos son, al mismo tiempo, declaraciones de esperanza y confianza en Dios y oportunidades para que las comunidades se reúnan y oren por el o los que sufren. Los Salmos y los textos proféticos están llenos de lamentaciones del pueblo de Dios (cf. Salmo 13; Miqueas 1:8; Jeremías 31:15). El lamento es parte de nuestro camino hacia Dios, y al practicar el lamento, expresamos la plenitud de nuestras emociones humanas: angustia y esperanza, anhelo y amor, miedo y alegría.

Cuando nos reunimos en misa o en otros contextos de oración comunitaria, ¿qué pasaría si saliéramos y ofreciéramos peticiones para nuestros hermanos queer? ¿Qué pasaría si el sacerdote que predicó sobre ser una iglesia acogedora incluyera peticiones enfocadas en la comunidad LGBTQIA+?

El testimonio público de las oraciones intercesoras centraría la experiencia de la comunidad queer y podría ser una forma de atraer a la gente. También mantendría la larga tradición de unir el lamento y la esperanza. A modo de ejemplo, ofrezco varias peticiones que pueden ser un buen punto de partida:

Por nuestra iglesia, para que podamos practicar lo que predicamos y, con los brazos abiertos, recibir a quienes se identifican como miembros de la comunidad LGBTQIA+. Que aquellos en posiciones de poder dentro de la iglesia recuerden que Jesús dio la bienvenida a todos a la mesa sin discriminación, oremos…

Para el Papa Francisco, que pastoree el Sínodo sobre la Sinodalidad con un corazón y una mente abiertos. Que él centre las experiencias de las personas LGBTQIA+ y escuche las súplicas de aquellos que anhelan una inclusión plena en la iglesia, roguemos…

Por nuestro mundo, para que podamos regocijarnos en la diversidad que constituye la raza humana. Para que podamos encontrarnos curiosos en lugar de condenar a aquellos que son diferentes a nosotros, y que nos regocijemos en las muchas formas en que el amor de Dios fluye a través de cada uno de nosotros, oremos…

Por las familias y amigos que han perdido seres queridos por la violencia y discriminación hacia las personas queer. Que el amor y la paz de Dios sean un bálsamo para sus corazones doloridos, y que sientan a sus seres queridos cerca en espíritu, roguemos…

Para aquellos que alguna vez se preguntaron si verdaderamente fueron hechos a imagen y semejanza de Dios por su orientación sexual o identidad de género. Que sepan que están hechos maravillosa y maravillosamente a la imagen amorosa de Dios, oramos…

Para aquellos en la comunidad LGBTQIA+ que se han sentido excluidos porque la Palabra de Dios se ha convertido en un arma y una herramienta de opresión. Que Dios rompa las barreras que han llevado a interpretaciones dañinas, roguemos…  Pedimos que Dios escuche el sonido de nuestras súplicas y nos sostenga en nuestro trabajo de reconocimiento y afirmación de la comunidad LGBTQIA+. Que podamos mantener unidas la desesperación que sentimos y la esperanza que anhelamos.

Amén.

—Sr. Jane Aseltyne, IHM, 23 de julio de 2023

Fuente New Ways Ministry

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“La fuerza transformadopra de la levadura”. 16 Tiempo ordinario – A (Mateo 13,24-43)

Domingo, 23 de julio de 2023
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36_TO-16_A_1698202Jesús lo repetía una y otra vez: ya está aquí Dios tratando de trasformar el mundo; su reinado está llegando. No era fácil creerle. La gente esperaba algo más espectacular: ¿dónde podían captar el poder de Dios imponiendo por fin su reinado?

Todavía recordaba Jesús una escena que había podido contemplar desde niño en el patio de su casa. Su madre y las demás mujeres se levantaban temprano, la víspera del sábado, a elaborar el pan para toda la semana. A Jesús le sugería ahora la actuación maternal de Dios introduciendo su «levadura» en el mundo.

Con el reino de Dios sucede como con la «levadura» que una mujer «esconde» en la masa de harina para que «todo» quede fermentado. Así actúa Dios. No viene a imponer desde fuera su poder, como el emperador de Roma. Viene a trasformar la vida desde dentro, de manera callada y oculta.

Así es Dios: no se impone, sino que trasforma; no domina, sino que atrae. Y así han de actuar quienes colaboran en su proyecto: como «levadura» que introduce en el mundo su verdad, su justicia y su amor de manera humilde, pero con fuerza trasformadora.

Los seguidores de Jesús no podemos presentarnos en esta sociedad como «desde fuera», tratando de imponernos para dominar y controlar a quienes no piensan como nosotros. No es esa la forma de abrir camino al reino de Dios. Hemos de vivir «dentro» de la sociedad, compartiendo las incertidumbres, crisis y contradicciones del mundo actual, y aportando nuestra vida trasformada por el evangelio.

Hemos de aprender a vivir nuestra fe «en minoría» como testigos fieles de Jesús. Lo que necesita la Iglesia no es más poder social o político, sino más humildad para dejarse trasformar por Jesús y poder ser fermento de un mundo más humano.

José Antonio Pagola

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“Dejadlos crecer juntos hasta la siega”. Domingo 23 de julio de 2023. 16º domingo de tiempo ordinario.

Domingo, 23 de julio de 2023
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39-OrdinarioA16Leído en Koinonia:

Sabiduría 12,13.16-19: En el pecado, das lugar al arrepentimiento
Salmo responsorial: 85Tú, Señor, eres bueno y clemente.
Romanos 8,26-27: El Espíritu intercede con gemidos inefables
Mateo 13,24-43:  Dejadlos crecer juntos hasta la siega

Hoy, como en tiempos de Jesús y durante toda la historia de la humanidad, solemos dividir y “organizar” aparentemente la sociedad con criterios que consideramos muchas veces correctos: buenos y malos deben estar separados y puestos en los extremos opuestos.

Esta práctica de dividir entre buenos y malos, era aceptada por muchos grupos en el tiempo de Jesús por diversos criterios religiosos (fariseos y esenios), así como por los grupos económicos y políticos (herodianos, saduceos y celotes), pues todos ellos veían como opositores a quienes no pensaban, creían u opinaban según sus mismos criterios.

Jesús llama a la apertura de la mente y el corazón para acoger con esperanza (no pasivamente, con indiferencia) a quienes aparecen ante nuestra forma de vida como diferentes (que solemos catalogar como “malos”). Necesitamos tener apertura para acoger con un actitud de pluralismo asimilado la diferencia, que siempre va a estar presente en nuestra humanidad.

No hay que ignorar en la parábola de la cizaña la presencia del mal en la historia, como lo reconoce Jesús en la presencia del enemigo que siembra la cizaña en el campo. Quiere llamarnos la atención de que no hay que buscar con afán, y posiblemente confundir la semilla buena con la semilla mala. Muchas veces dividir la humanidad entre buenos muy buenos, y malos muy malos, ofreciendo el premio de la salvación para los primeros y la condenación para los segundos, puede ocasionarnos equivocaciones irreparables. Sólo a Dios le corresponde juzgar, con inmensa justicia y misericordia, a cada ser humano, como sólo Dios lo sabe hacer.

Por creernos muchas veces con el poder y la autoridad, nos atribuimos en nuestra conciencia actitudes que excluyen y separan a unos de otros; nuestra autosuficiencia egoísta separa en la práctica cotidiana a personas que por su situación socio-económica o ideológica, son marginados y excluidos por una sociedad dividida en el poder, olvidando que todos y todas somos hermanos y hermanas que compartimos una misma humanidad.

El Reino debe implicar para el seguidor de Jesús una acción transformadora en la vida cotidiana, que llegue hasta lo más profundo del actuar de cada ser humano, y el llamado permanente a la búsqueda y construcción de un mundo más humano, no sólo para unos pocos, sino para todos. Las estructuras basadas en la injusticia no crean el bien necesario para que el mundo avance, sino que generan más muerte y división en la humanidad, atacando con su fuerza destructora cualquier propuesta alternativa de construcción de una nueva humanidad.

No podemos olvidar que la buena noticia que Jesús vino a anunciar (el Reino) es una Buena Nueva para los pobres, en la que de ahora en adelante Jesús y sus discípulos lucharán por una sociedad igualitaria. Comprender el valor de lo pequeño, de lo pobre, como opción fundamental de Jesús y de quienes proseguimos su causa, debe ser una denuncia permanente contra tantas formas de opresión y marginación de estructuras injustas que deshumanizan a tantas personas y comunidades, en donde vive ocultamente el valor de la grandeza del Reino cuando se construye organización y se promueven los valores del Reino.

 Dicho esto, abordemos un segundo nivel, más crítico, en este comentario.

Esta parábola puede resultar alienante si se toma como una invitación a la inactividad, o a la suspensión de nuestra responsabilidad para dejarla en las manos de Dios: él sería quien a fin de cuentas, al final de la historia, incluso más allá de la historia, deberá poner las cosas y las personas en su lugar… Esta idea de un Dios «premiador de buenos y castigador de malos», que contabiliza nuestras acciones y por cada una de ellas nos dará un premio o un castigo, ha sido una idea central de la cosmovisión cristiana clásica. El miedo a la condenación eterna, pieza central de la bóveda de la cosmovisión cristiana clásica medieval y barroca, está en la misma línea. ¿Qué decir de todo ello hoy?

Es obvio que conforme pasa el tiempo estas convicciones fundamentales del pensamiento cristiano van pasando a segundo plano, dejan de estar presentes, no se comentan, incluso se evitan positivamente… Diríamos que ésa es una manifestación más del famoso «eclipse de lo sagrado» que se da en nuestra sociedad moderna. Si nuestros abuelos y sus generaciones anteriores vivieron en una sociedad que transparentaba la eternidad, la vida del más allá, con sus premios y castigos, hoy vivimos, por el contrario, en una sociedad –y con una epistemología- en la que nos es difícil imaginar y pensar el más allá de la muerte como el lugar de los premios y castigos de Dios, como una separación post mortem del trigo y de la cizaña.

No vamos a pretender aquí resolver el asunto, ni abordar el tema en profundidad. Sólo queremos llamar críticamente la atención sobre él haciendo algunas afirmaciones.

Sea la primera la de reconocer que ya no se puede seguir hablando de más allá de la muerte con la ingenuidad y la rotundidad con la que durante siglos se ha hablado: el tema merece una revisión profunda, y en todo caso no permite las afirmaciones clásicas con su escandalosa simplicidad.

Buena parte de las descripciones de los premios y castigos eternos hoy aparecen como antropomorfismos insostenibles, respecto a los que no sólo merece la pena no dar más pábulo, sino que es importante también reconocerlos explícitamente como tales, liberando de ese modo a la fe de la obligación de compartir semejantes creencias mitológicas.

Es necesario tomar conciencia de la urgencia de una revisión a fondo de la posición de la fe cristiana respecto al más allá. Habitualmente hemos dado por bueno y por supuesto el dato de la vida más allá de la muerte, como si fuera un artículo de fe obvio, indiscutible. Y en efecto, normalmente ha quedado enteramente fuera de las crisis renovadoras de la fe en las décadas pasadas. El Concilio Vaticano II y su renovación simplemente envió a la trastera el conjunto de imágenes medievales y barrocas que aún estaban en circulación, y propició una relectura de la escatología en la línea del personalismo y del existencialismo, que realmente supusieron una brisa de aire fresco. La teología de la liberación, por su parte, simplemente añadió una lectura histórico-escatológica de la realidad (caminamos hacia el Reino) y la perspectiva de la opción por los pobres (redescubiertos como los «jueces escatológicos universales», Mt 25,31ss), pero dejó intactas las afirmaciones centrales, sin llegar siquiera a plantearse su cuestionamiento (el libro exponente máximo de la escatología de la teología de la liberación es «Hablemos de la otra vida», de Leonardo BOFF, Sal Terrae, Santander, 1978, muchas veces reimpreso, y libremente disponible en la red).

Hoy, un nuevo paradigma de «revisión del sentido y la identidad misma de la religión», nos exige dejar de vivir de rentas, dejar de repetir incuestionadamente lo de siempre, y plantearnos de nuevo las preguntas más radicales: ¿existe realmente la vida más allá de la muerte? ¿Nos ha sido realmente «revelada»? ¿Cuándo, dónde, cómo? ¿Forma parte del contenido mismo de la fe cristiana? ¿Se puede ser cristiano aceptando la inseguridad y la oscuridad que la ciencia actual confiesa respecto a este tema?

Ciertamente, no son preguntas para el hombre y la mujer de la calle que prefieran seguir viviendo en una edición renovada de la «fe del carbonero». No son tampoco preguntas a difundir imprudentemente, ni trofeos para exhibirse como abanderado de la crítica y el esnobismo. Pero son preguntas que los responsables han de plantearse alguna vez en la intimidad de su fe, para que sondeando la dificultad del misterio, tomen la determinación de ser muy respetuosos en su lenguaje y no seguir viviendo de las rentas de afirmaciones que hoy son de hecho tan incuestionadas como increíbles, tan insostenibles como irresponsables.

El tema sólo lo hemos iniciado. Invitamos al lector a tirar del hijo y seguir profundizando, tanto desde el estudio de la teología como en su oración y su fe. Leer más…

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23.7.23 (Dom 16 TO). El hombre siembra trigo, la mujer lo convierte en pan/iglesia (Mt 13).

Domingo, 23 de julio de 2023
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IMG_0072Del blog de Xabier Pikaza:

Las dos parábolas unidas que voy a comentar (Mt 13, 3-9 y 13, 31)  son el corazón del evangelio de Mateo (cf. Lc 13, 21), pero no han sido acogidas por igual en una iglesia dominada por varones:

Los hombres-sembradores  han asumido todos los poderes. Las mujeres creadoras de la iglesia/pan han sido relegadas e ignoradas. Esta ha sido y sigue siendo una de la mayores distorsiones anti-evangélicas de un tipo de Iglesia.

Introducción. Dos parábolas, una misma parábola.

Jesús les enseñaba muchas cosas en parábolas diciendo: Salió el sembrador (con ho, varón) a sembrar, y una parte cayó junto camino… (Mt 13, 3-9).

Les dijo otra parábola: “El reino de los cielos se parece a la levadura   que una mujer toma e introduce en tres medidas (de masa) de harina, hasta para que todo fermente. Jesús expuso todo esto a la gente en parábolas y sin parábolas no les exponía nada. Así se cumplió el oráculo del profeta: “Abriré mi boca diciendo parábolas, anunciaré lo secreto desde la fundación del mundo.”(Mt 13, 33-35)

 Contexto. Mt 13, 3-35

 Esta parábola doble empieza con un varón que siembra (13, 3) y culmina con una mujer que muele el trigo, introduce levadura en la masa  y cuece el pan (tres panes) de la iglesia.

Es muy significativo el hecho de que la “elevación/fermento”  del pan de la igleia (Reino) sea “tarea  de mujer”. También es significativo el hecho de que , tras hablar de la “levadura de mujer” que transforma/fermenta la masa de la vida/iglesia , Mateo ponga en boca de Jesús esta: “abriré en parábolas mi boca, anunciaré (=revelaré) lo escondido desde el principio del mundo” (Sal 78, 2). Lo dice Jesús,  un tipo de oglesia no le ha escuchado.

  En conjunto, la iglesia ha interpretado el evangelio con un tipo de filosofía ontológico) y sobre todo con un derecho romano de poderes, no de gratuidad y comunión de vida. Esta parábola final de la levadura/mujer  hasido sistemáticamente “olvidada” por una  iglesia, más jurídico-romana que evangélica

En este tiempo (2023) de reformulación/recreación mística y sinodal de la iglesia, como dice querer el Papa Francisco, puede ser importante una lectura y comprensión más honda de parábola fundante de la mujer-levadura.

DIEZ ANOTACIONES

Principio. Las dos partes (principio y fin de esta parábola doble (13, 3, varón que siembra, y 13, 33, mujer que fermenta y cuece la masa) han de verse (entenderse, aplicarse) de un modo conjunto, como saben los comentarios de Mateo, aunque, en general, una teología (=ideología) eclesiástica se ha fijado en la primera parte (siembra/semilla masculina, en línea de poder) y ha olvidado (negado) la segunda (amasar la harina y “leudarla” o levantarla con levadura femenina, cociendo así el pan/panes de la iglesia).

Éste no es un problema de “mala exégesis teórica”, sino de “mala experiencia vital”, de una Iglesia de imposición masculina, en línea de poder, donde el varón quiere ser todo (el que siembra y que se impone en la iglesia), negando el espacio central que Jesús abre para la mujer (organizar y definir la iglesia, como levadura).

Ciertamente, ambos símbolos (siembra de semilla, levadura/cocimiento de la masa) pueden aplicarse en principio a varones y mujeres (también las mujeres siembran, también los varones deben amasar/leudar/fermentar/cocer los tres panes)… pero están bien aplicados por el evangelio a varones y a mujeres, desde la perspectiva del tiempo de Jesús:

El símbolo dominante del varón es la siembra/semen. El símbolo dominante de la mujer es la acogida, la creación social, la organización y dirección de la iglesia/casa. Lo malo es que los varones de iglesia han apelado a un Jesús falsamente entendido como varón total (que sólo puede ser representado como poder por hombres/varones) y han apartado y colocado a las mujeres en un plano secundario y subordinado.

En este blog de RD (y en FB, lo mismo que en otros escritos y comentarios a los evangelios) he desarrollado este motivo de la semilla de varones y del fermento/levadura de mujeres. El lector interesado podrá ver con más detalle lo que pienso en esos lugares. Aquí mie limito a ofrecer algunas anotaciones críticas y esperanzadas sobre este doble parábola.

 1. Está en el fondo la visión bíblica del hombre y la mujer, como he desarrollado con cierta extensión en mi comentario de Salmos.

– El Ser humano/varón es sembrador… Siembra en la tierra semilla de trigo, siembra en la mujer semilla de vida humana. Es signo y presencia de Dios tanto en un caso como en otro, aunque corre el riesgo de destruirse y destruir la vida mal-sembrando en la tierra y mal-fecundando en la mujer.

El ser humano/mujer es mundo en plenitud (mundo divino): así recibe la semilla del Dios/varón, así ofrece su levadura divina en el proceso de la vida y, especialmente, en el engendramiento de los hijos. Entendida así, la mujer es la más honda imagen del Dios/horno, Dios/matriz, donde la vida divina se hace humana en cada nacimiento.

2. El Cristo/varón que siembra es una imagen esencial del evangelio… Pero es, al mismo tiempo, esencial la imagen del Cristo/mujer, entendido como plena humanidad, como iglesia/pan compartido

En esa línea, la iglesia establecida, como nueva humanidad, es esencialmente “femenina”. Así lo ponen de relieve los dos textos eclesiológicos fundamentales de la tradición sinóptica:

  1. La parábola de Marta-María en Lc 10, 38-42. Ellas, las dos mujeres, son la administración/dirección (obispos/presbíteros/diáconos) de la iglesia. La iglesia que siembra es más móvil, más simbolizada por varones (los Doce). La iglesia es casa/acogida es más de mujeres. En ese sentido, los obispos/presbíteros sedentes/sedentarios de la iglesia deberían ser todos (básicamente mujeres).
  2. La parábola de la levadura de Mt 13, 33, propia de Mateo, puede y debe compararse y completarse con la de Marta/Marías (Lucas). Esta mujer de levadura es la “administradora”, creadora (obispo/presbítero) de la iglesia. La mujer es el signo fundante del “pan” de la iglesia (eucaristía). Resulta aberrante el hecho de que los varones de poder eclesial hayan usurpado y mal-creado este signo básicamente femenino de la Eucaristía. Una eucaristía sin mujer como la de esta parábola está corriendo el riesgo de ser no-eucaristía.

 3. Tema y riesgo de la levadura en el barco de la Iglesia (Mc 8, 14-21 par…). Fariseos y herodianos, el mal pan de la iglesia.

 La levadura de esta mujer de Mt 13, 33 es buena… y fermenta/leuda las tres masas. Pues bien, en contra de eso, el mayor peligro de una iglesia/barco de varones consiste en la mala levadura que pervierte en pan eucarístico, el pan de la iglesia (convirtiéndolo en pan del diablo, según las tentaciones de Mt 4 y Lc 4). Recordemos este pasaje. Jesús va en la barca de la iglesia… Su signo, su verdad es el pan. El signo/verdad de la iglesia no es un edificio, ni un poder social, ni un dinero… Su signo es el pan. Y el pan de la iglesia se pervierte por la “mala levadura”, propia en especial de los varones (aunque no en exclusiva). Así les dice Jesús:

  1. Cuidaos de la mala levadura de los fariseos malos (se han dado en el judaísmo miles y miles de fariseos buenos), que es un tipo de ley impositiva, de legalismo sin amor. La iglesia ha corrido desde pronto el riesgo de la levadura farisea mala, de convertirse en legalismo, en código de leyes al servicio de un orden sin corazón, de un poder sin justicia
  2. Cuidaos de la mala levadura de herodianos/poder de varones. Herodianos eran en aquel tiempo los que pactaban con los poderes políticos de la familia de los Herodes, los que convertían la iglesia en sucursal y/o aliada de los poderes políticos

 4. Tres masas, tres panes… La mujer de la levadura aparece en esta parábola como “persona sinodal”, abierta a la diversidad. Hay una levadura… (un mismo estilo amoroso y creador de vida) que fermenta/leuda/eleva tres masas.

 a). No hay pan único, sino tres… Este simbolismo de las tres masas (las tres con la misma levadura) sigue siendo resistente a todas las posibles interpretaciones, como todos los símbolos fundantes… Conforme al culto del templo había siete panes de la proposición, que se ponían casa semana como signo de alimento de (para) Dios en el templo. De un modo significativo, Mt 13, 33 no pone un pan, ni siete, sino tres…que puede entenderse de diversas forma en la línea de un triadismo propio de la iglesia primitiva y en especial de Mateo:

  1. b) Los tres panes de mujer/iglesia podrían vincularse con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo de la confesión final de fe y de vida (Mt 28, 16-20). No hay dos panes (uno contra otro, dos en lucha dialéctica infinita, sino tres en línea de apertura a la totalidad…
  2. c) Mateo podría referirse a las tres iglesias fundantes del principio (cf. Hch 15; Gal 2), que se dan la mano en el Concilio de Jerusalén (Pedro, Pablo, Santiago), tres panes distintos, un único pan de comunión. Según eso, la verdad del evangelio es synesthien, compartir los panes diferentes, en comunión de vida…
  3. d) Algunos han pensado en las tres mujeres de la experiencia pascual (Mc 16, par: Magdalena, María la de Santiago/José y Salomé…); tres mujeres, toda la iglesia

5.  Levadura de mujer, levadura en la masa… nuevo fermento de sinodalidad… posibles aportaciones:

El tema de la levadura de mujer (de mujeres) puede y debe aplicarse de hecho, en verdad, el libertad a la autoridad creadora de la iglesia… Eso exige superar un tipo de imposición eucarística de varones que ha venido angostando espiritual, social, jurídicamente a la iglesia en los últimos siglos… En esa línea se pueden y deben recordar algunas iniciativas y caminos:

  1. Me parece importante recuperar el espíritu de fraternidad eucarística de los Hermanos de Jesus, tal como lo formuló hace tiempo Ch. de Foucauld y lo desarrollo R. Voillaume (en el Corazón de las masas….).
  2. Hay que pasar de la falsa disputa sobre la “Ideología de género” y recuperar la levadura de mujer en la iglesia, conforme al evangelio…, no en línea de confrontación de poder frente a un poder de varones, sino en la de una creatividad evangélica.
  3. Lo que importa es que haya buen pan de Jesús, pan de celebración de la vida, en amor creador, pan de justicia, de pluralidad y diálogo… pan de mujer que define el evangelio.
  4. En esa línea hay que insistir, con Francisco (y quizá más allá de este Francisco) en la sinodalidad del pan…, no como una concesión de jerarcas varones (que siguen siendo los del poder), sino como una creatividad esencial e mujeres (y de varones). Sin un tipo de levadura de mujer no se eleva/leuda/fermenta/cuece el pan de la vida. Por mucha simiente de varón que echemos en la tierra (Mt 13, 3), sin levadura de mujer que acoge, muele, amasa, fermenta, cuece el pan no podrá haber iglesia. Un tipo de jerarquía eclesial de iglesia que sólo quiere conservar su poder no sabe nada de esto.

 6. Miedo de iglesia… Una levadura de mujer que sigue siendo inquietante para una iglesia de varones “impotentes”.

Los Doce de Jesús le dejaron en el Huerto (Mc 14, 50 par), todos huyeron. Tenían miedo de la novedad de Jesús, de tener que morir para hacerse pan… Quedaron sólo las mujeres.. Ellas le acompañaron en la muerte, vieron dónde le enterraban… y entraron en su tumba impura… (entrar en un sepulcro era mancharse, compartir la gran mancha/destructora de la muerte.

Leer más…

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Parábolas para una crisis (2ª parte). Domingo 16. Ciclo A

Domingo, 23 de julio de 2023
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El trigo y la cizañaDel blog El Evangelio del Domingo, de José Luis Sicre sj:

Mateo resume la crisis que atravesó su comunidad a finales del siglo I en cinco preguntas a las que responde con siete parábolas. El domingo pasado vimos la primera (¿por qué no aceptan todos el mensaje de Jesús?), a la que respondía la parábola del sembrador. En este domingo se plantean otras dos preguntas, a las que se responde en tres parábolas. La primera de ellas (el trigo y la cizaña) debió considerarla Mateo difícil de entender, y por eso ofrece su explicación. Sin embargo, no lo hace de inmediato. Cuenta tres parábolas seguidas y más tarde, cuando los discípulos llegan a la casa, interrogan a Jesús y éste aclara su sentido. En cambio, las parábolas tercera (grano de mostaza) y cuarta (levadura) carecen de explicación en el evangelio.

La liturgia permite, por motivos pastorales (en España podría ser la ola de calor que estamos padeciendo), limitarse a la parábola del trigo y la cizaña, omitiendo su explicación y las otras dos.

¿Qué actitud adoptar con quienes no viven el mensaje?

En aquel tiempo, Jesús propuso otra parábola a la gente:

― El reino de los cielos se parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero, mientras la gente dormía, su enemigo fue y sembró cizaña en medio del trigo y se marchó. Cuando empezaba a verdear y se formaba la espiga apareció también la cizaña. Entonces fueron los criados a decirle al amo:

― Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde sale la cizaña?

Él les dijo:

― Un enemigo lo ha hecho.

Los criados le preguntaron:

― ¿Quieres que vayamos a recogerla?

Pero él les respondió:

― No, que, al arrancar la cizaña, podríais arrancar también el trigo. Dejadlos crecer juntos hasta la siega y, cuando llegue la siega, diré a los segadores: Arrancad primero la cizaña y atadla en gavillas para quemarla, y el trigo almacenadlo en mi granero.

La parábola puede leerse desde diversas perspectivas, según pensemos que la finca es el pueblo de Israel, la comunidad cristia­na, o el mundo entero. Ya que esta parábola sólo la cuenta Mateo, vamos a verla primero desde el punto de vista de su comunidad, seriamente enfrentada con los judíos.

            1ª hipótesis: La finca es el pueblo de Israel

En ella, el Señor ha plantado buena semilla (los cristianos). Pero el enemigo ha plantado también cizaña (los fariseos y demás enemigos de la comunidad). La tentación de cualquiera de los dos grupos es decidir por su cuenta y riesgo quién es trigo y quién cizaña. Pablo, por ejemplo, antes de convertirse, pidió permiso a las autoridades de Jerusalén para perseguir a los cristianos. También la comunidad cristiana corre el riesgo de intentar acabar con los que no forman parte de ella o no la tratan como consideran justo. Así ocurrió cuando una aldea de Samaria no acogió a Jesús y dos discípulos, Juan y Santiago, le propusieron hacer bajar un rayo del cielo que acabase con todos (Lc 9,51-56). Con esta parábola, Mateo hace una exhortación a la calma, a dejar a Dios la decisión en el momento final.

            2ª hipótesis: La finca es la comunidad cristiana

La parábola también podría entenderse dentro de la comunidad cristiana (sola ésta sería la finca), donde hay gente que respon­de al evangelio (trigo) y gente que no parece vivir de acuerdo con él (cizaña). El mensaje es el mismo en este caso. Aunque las cosas parezcan claras, es fácil que al arrancar la cizaña se lleven por delante el trigo. Porque cualquier de nosotros, por muy preparado que se considere teológica y moralmente, puede equivocarse. No son raros los casos de personas condenadas por la Iglesia que terminaron no sólo rehabilitadas sino también canonizadas.

3ª hipótesis: la finca es el mundo

Finalmente, la parábola se puede interpretar en un contexto más general, donde la finca es el mundo, la buena semilla los ciuda­danos del Reino y la cizaña los secuaces del Malo. En esta línea se orienta la explicación de los versículos 36-43, que se puede omitir por motivos pastorales.

Los discípulos se le acercaron a decirle:

― Acláranos la parábola de la cizaña en el campo.

Él les contestó:

― El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los ciudadanos del reino; la cizaña son los partidarios del Maligno; el enemigo que la siembra es el diablo; la cosecha es el fin del tiempo, y los segadores los ángeles. Lo mismo que se arranca la cizaña y se quema, así será al fin del tiempo: el Hijo del hombre enviará a sus ángeles, y arrancarán de su reino a todos los corruptores y malvados y los arrojarán al horno encendido; allí será el llanto y el rechinar de dientes. Entonces los justos brillarán como el sol en el reino de su Padre. El que tenga oídos, que oiga.

En cualquiera de estas tres hipótesis (todas válidas), Jesús advierte contra el peligro de que paguen justos por pecadores. Es preferible tener paciencia y dejar la justicia a Dios, el único que puede emitir un veredicto exacto, sin temor a equivocarse.

La actitud de Dios, modelo de moderación e indulgencia

La primera lectura, tomada del libro de la Sabiduría, se mueve en esta línea de bondad y tolerancia, poniéndonos a Dios como modelo. Un Dios al que el poder impulsa, no a castigar sino a perdonar, que gobierna con moderación e indulgencia, y que siempre da un voto de confianza al pecador, esperando que se convierta.

Fuera de ti, no hay otro Dios al cuidado de todo, ante quien tengas que justificar tu sentencia. Tu poder es el principio de la justicia, y tu soberanía universal te hace perdonar a todos. Tú demuestras tu fuerza a los que dudan de tu poder total, y reprimes la audacia de los que no lo conocen. Tú, poderoso soberano, juzgas con moderación y nos gobiernas con gran indulgencia, porque puedes hacer cuanto quieres. Obrando así, enseñaste a tu pueblo que el justo debe ser humano, y diste a tus hijos la dulce esperanza de que, en el pecado, das lugar al arrepentimiento.

[Lo que sigue puede omitirse] 

¿Tiene algún futuro esto tan pequeño?

Este es el otro tema tratado por las parábolas de hoy. La comunidad de Mateo es pequeña. Las otras comunidades también. Han pasado ya cincuenta años de la muerte de Jesús; aunque el cristianismo se va extendiendo por el Imperio Romano sus miembros representan una minoría. ¿Qué futuro tiene este grupo tan pequeño? ¿Qué futuro tiene la iglesia actual, que carece del influjo y el poder de hace unos años? Mateo responde con dos parábolas: la del grano de mostaza y la de la levadura. Ambos coinciden en ser algo pequeño, pero más importante de lo que puede parecer a primera vista.

            El grano de mostaza

El reino de los cielos se parece a un grano de mostaza que uno siembra en su huerta; aunque es la más pequeña de las semillas, cuando crece es más alta que las hortalizas; se hace un arbusto más alto que las hortalizas, y vienen los pájaros a anidar en sus ramas.

Esta parábola se comprende mejor fondo cuando se conoce una parábola del profeta Ezequiel que utiliza Jesús como modelo. A comienzos del siglo VI a.C., cuando el pueblo de Israel se encontraba deportado en Babilonia, para expresar que su suerte cambiaría y sería espléndida, Ezequiel cuenta lo siguiente:

Cogeré una guía del cogollo del cedro alto y encumbra­do;

            del vástago cimero arrancaré un esqueje

            y lo plantaré en un monte elevado y señero,

            lo plantaré en el monte encumbrado de Israel.

            Echará ramas, se pondrá frondoso

            y llegará a ser un cedro magnífico;

            anidarán en él todos los pájaros,

            a la sombra de su ramaje anidarán todas las aves. (Ez 17,22-23).

Jesús acepta la imagen del árbol y la idea de que sirve para acoger a todas las aves del cielo. Pero introduce un cambio radical: no elige como modelo el cedro alto y encumbrado, sino el modesto arbusto de mostaza, que, cuando crece, «sale por encima de las hortalizas». Es un ataque lleno de humor e ironía al triunfalismo. Lo importante no es que el árbol sea grandioso, sino que pueda cumplir su función de acoger a los pájaros. Para la comunidad de Mateo era una excelente lección, y también debe serlo para nuestras tentaciones de triunfalismo eclesial.

            La levadura

Les dijo otra parábola:

El reino de los cielos se parece a la levadura; una mujer la amasa con tres medidas de harina, y basta para que todo fermente.

Algo parecido ocurre con la parábola de la levadura. Se usa en poca cantidad, pero cumple su función, hace que fermente la masa. La tentación de la comunidad cristiana es querer ocupar mucho espacio, ser masa, llamar la atención por su volumen, por el número de miembros. Jesús dice que lo importante es la función de fermentar la masa.

Resumen

Mateo ofrece una explicación de la realidad (sembra­dor) y una llamada a la sereni­dad (trigo y cizaña) y a confiar en algo que tiene unos comienzos tan modestos (mostaza y levadura). El próximo domingo, otras tres parábolas completarán esta enseñanza.

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Domingo XVI del Tiempo Ordinario. 23 Julio, 2023

Domingo, 23 de julio de 2023
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“Dejadlos crecer juntos hasta la siega, y cuando llegue la siega diré a los segadores: Arrancad primero la cizaña y atadla en gavillas para quemarla, y el trigo almacenadlo en mi granero.”

(Mt 13, 24-43)

Este domingo el evangelio nos vuelve a traer parábolas y semillas.

Jesús quiere hablar de realidades que no se ven. Nos quiere hablar del Reino de Dios y de Dios mismo. Para ello utiliza imágenes de la vida cotidiana. Recurre a ejemplos que sabe que quienes le están escuchando comprenden completamente.

Las gentes sencillas que se acercaban a escuchar a Jesús sabían perfectamente cómo era el trigo y cómo era la cizaña. Conocían las semillas. Veían plantas de mostaza y sabían, porque lo veían cada día, que un poco de levadura era capaz de levantar mucha masa.

A muchas de nosotras todos estos ejemplos nos pillan lejos. Seguramente más de una no ha visto nunca un campo de trigo y no sabe cómo es la cizaña. Tampoco conocemos las plantas de mostaza. Y como el pan ya no se hace en casa quizá hay gente que nunca ha visto subir una masa.

Si Jesús nos hablara hoy tendría que ponernos otros ejemplos. Nos tendría que hablar de Internet, de teléfonos táctiles o de whatsapps.

No sé qué ejemplo nos pondría para hacernos comprender que a veces es necesario dejar crecer aquello que no está bien. La cizaña es una mala hierba, muy parecida al trigo pero tóxica.

En la parábola se nos dice que no arranquemos la cizaña. ¿Por qué? Porque podríamos dañar el trigo.

Nuestras vidas están llenas de pequeñas (o grandes) sombras que desearíamos arrancar. Pero Jesús nos dice que no. Que las dejemos crecer junto con nuestras luces.

Nuestro afán por tener una imagen prefecta puede acabar con aquello que teníamos de bueno y valioso.

En una sociedad donde se nos invita continuamente a eliminar cualquier defecto: arruga, grano, cana… Jesús nos dice: dejad que crezcan.

No sé si le podremos hacer mucho caso. ¿Nos atreveremos a dejar crecer nuestros defectos? ¿Tendremos paciencia para esperar al tiempo oportuno para arrancarlos?

Oración

Haznos valiente y arriesgadas para dejar crecer Tu trigo y la cizaña que se nos ha colado.

*

Fuente Monasterio de Monjas Trinitarias de Suesa

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La incapacidad de descubrir la cizaña en nosotros impide que la aceptemos en los demás.

Domingo, 23 de julio de 2023
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1602347DOMINGO 16 (A)

Mt 13, 24-43

La parábola de la cizaña es una de las siete que Mateo narra en el capítulo 13. Como decíamos el domingo pasado, se trata de un contexto artificial. Como todas las parábolas se trata de un relato anodino e inofensivo por sí mismo, pero puede llevarnos a una reflexión muy seria sobre la manera que tenemos de catalogar a las personas como buenos y malos. Mal entendida, puede dar pábulo a un maniqueísmo nefasto, que tergiversa el mensaje de Jesús. Bien y mal se encuentran inextricablemente unidos en cada uno de nosotros.

El punto de inflexión en la lógica del relato lo encontramos en las palabras del dueño del campo: “dejadlos crecer juntos hasta la siega”. Lo lógico sería que se ordenara arrancar la cizaña en cuanto se descubriera en el sembrado, para que no disminuyera la cosecha. Pero resulta que, contra toda lógica, el amo ordena a los criados que no arranquen la cizaña, sino que la dejen crecer con el trigo. Este quiebro debe hacernos pensar. No es que el dueño se haya vuelto loco, es que quiere hacernos ver que otra actitud ante la realidad es posible.

El domingo pasado, una cosecha del ciento por uno era el quiebro que nos obligaba a saltar a otro plano. Esa desorbitada cosecha no se puede dar en el trigo, luego tenemos que dar un salto para entender lo que nos quiere decir. Ya no se trata de tierra y grano sino de fruto espiritual. En esta parábola, la falta de lógica está en no arrancar la cizaña. Si en el trigo se nos pide hacer lo contrario de lo que se debe, nos obliga a saltar a otro nivel en que eso sea posible. En el orden espiritual no solo no se debe arrancar la cizaña, sino que no se puede separar.

El dueño siembra buena semilla. La cizaña tiene un origen distinto. Según aquella mentalidad, hay un enemigo del hombre empeñado en que no alcance su plenitud. Pero la hipótesis del maniqueísmo es innecesaria. Durante milenios el hombre trató de buscar una respuesta coherente al interrogante que plantea la existencia del mal. Hoy sabemos que no tiene que venir ningún maligno a sembrar mala semilla. Las limitaciones, que inevitablemente nos acompañan como criaturas, dan razón suficiente para explicar los fallos de toda vida humana.

Casi cuatro mil millones de años de evolución han ido siempre en la dirección de asegurar la supervivencia del individuo y de su especie. A ese objetivo estaba orientado cualquier otro logro. El ser humano descubre que hay un objetivo más valioso que el de la simple supervivencia. Al intentar caminar hacia esa nueva plenitud de ser que se le abre en el horizonte, el hombre tropieza con esa enorme inercia que le empuja al objetivo puramente egoísta. En cuanto se relaja un poco, aparece la fuerza que le arrastra en la dirección equivocada.

El objetivo de subsistencia individual y el nuevo horizonte de unidad-amor que se le abren al ser humano no son contradictorios. En el noventa por ciento deben coincidir. Pero esa pequeña proporción que les diferencia no es fácil de apreciar. Como en el caso de la cizaña y el trigo, solo cuando llega la hora de dar fruto queda patente lo que los distingue. Es inútil todo intento de dilucidar teóricamente lo que es bueno o lo que es malo. La mayoría de las veces las personas solo descubren lo bueno o lo malo después de innumerables errores.

El trigo y la cizaña tienen que convivir a pesar de que son plantas antagónicas y lo que produce una, será siempre a costa de la otra. La cizaña perjudica al trigo, pero la realidad es que son inseparables. Aplicado al ser humano, la cosa se complica hasta el infinito, porque en cada uno de nosotros coexisten juntos cizaña y trigo. Nunca conseguiremos eliminar del todo nuestra cizaña. Solo aceptando esto, superaremos el puritanismo y lo aceptaremos tal como es.

Esta mezcla inextricable no es un defecto de fábrica, como se ha hecho creer con mucha frecuencia; por el contrario, se trata de nuestra misma naturaleza. Dejaríamos de ser humanos si se anularan todas nuestras limitaciones. No solo es absurdo el considerar a uno bueno y a otro malo, sino que el solo pensar que una persona se pueda considerar perfecta, es descabellado. Arrancar la cizaña en nosotros y en los demás ha sido una tentación inmemorial.

También hoy Jesús, a petición de sus discípulos, explica la parábola. No se trata de una explicación de Jesús, sino de un añadido de la primera comunidad, que convirtió la parábola en alegoría para utilizarla como instrumento moralizante. En la explicación que el evangelio da se ve con toda claridad la diferencia entre parábola y alegoría. Podemos apreciar cómo se desvía el acento desde la necesidad de convivir con el diferente a la insistencia en que los malos serán quemados, con la intención de que el miedo a ser quemados nos haga mejores.

Si a través de veinte siglos, la Iglesia hubiera hecho caso de esta parábola, ¡cuántos atropellos se hubieran evitado! En todos los tiempos se ha perseguido al que discrepa, solo por el afán de preservar el trigo. Se ha excomulgado, se ha desterrado, se ha quemado en la hoguera a miles de cristianos que eran bellísimas personas, aunque no coincidieran con la verdad oficial. Es patético que se haya declarado santos a algunos de los que han sido sacrificados.

Aún tenemos pendiente un cambio en nuestra actitud ante el diferente. Hemos sido educados en el exclusivismo. Jesús sabía muy bien lo que decía a un pueblo judío que se creía elegido y superior a los demás. A pesar de la claridad del mensaje, muy pronto olvidaron los cristianos las enseñanzas de Jesús y reprodujeron el exclusivismo judío. Una sola frase resume esta actitud totalmente antievangélica: “fuera de la Iglesia no hay salvación”. Esta máxima ha sido defendida todavía, por el último Catecismo de la Iglesia Católica.

La parábola no solo se aplica al orden moral sino a la doctrina y al culto. En las verdades también hay trigo y cizaña y tampoco se puede separar el error de la verdad. Dice un proverbio oriental: si te empeñas en cerrar la puerta a todos los errores, dejarás inevitablemente fuera la verdad. En el culto, el trigo sería un descubrimiento de Dios en nosotros y una verdadera relación con Él. Cizaña sería quedarnos en los ritos externos y no llegar a la vivencia. En la moral es mucho más sangrante la pretensión de exclusividad. Hemos predicado como voluntad de Dios lo que no son más que preceptos humanos.

Fray Marcos

Fuente Fe Adulta

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Las parábolas vegetales.

Domingo, 23 de julio de 2023
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Mt 13, 24-43

«El Reino de los Cielos es semejante a un grano de mostaza…»

Nunca me dejan de sorprender esas fotos que muestran templos orientales construidos con enormes sillares de roca, y ahora engullidos por la selva y destruidos piedra a piedra por la fuerza avasalladora de ramas y raíces. Es increíble que algo tan aparentemente blando e inofensivo nacido de una semilla frágil e insignificante, acabe imponiéndose con el paso del tiempo a lo que en principio había nacido para ser indestructible.

Pero así es.

Jesús creía en el poder incontenible de la semilla y plasmó su creencia en ese conjunto de parábolas singulares a las que llamamos “parábolas vegetales”. Cada una de ellas tiene su propio mensaje particular, pero de su conjunto podemos sacar dos conclusiones comunes: la primera y más importante es que el Reino no crece por la fuerza del dinero o la imposición del poder, sino que se siembra y crece por la fuerza interior de la Palabra.

La segunda es que la humanidad nunca va a alcanzar su plenitud si se limita a buscar la justicia promulgando leyes y amenazando con castigos. Es necesario cambiar el corazón de las personas sembrando en ellos el perdón, la compasión y el servicio. Las leyes coartan, pero no cambian el corazón y el mal persiste en ellos a pesar de los castigos.

Jesús hablaba en parábolas porque el lenguaje parabólico permite decir lo más profundo que se puede decir de Dios y del ser humano; aquello que no se puede expresar sino mediante este lenguaje. Intenta con ellas anunciar y presentar lo “divino” en el lenguaje humano; trata de facilitar a los oyentes esa otra dimensión de la realidad que no se ve, y que no puede enunciarse directamente en lenguaje terreno.

El resultado es que a través de las parábolas Jesús hace la mejor teología de la historia de la humanidad; una teología que no está reservada a los sabios e iniciados, sino al alcance de todos; principalmente de los humildes. Con demasiada frecuencia, los sabios complican su sencillez extrema y emborronan el mensaje.

Refiriéndonos ya a las dos parábolas del evangelio de hoy, la mostaza es un arbusto peligroso que invade los campos en los que cae. Es muy probable que con ella Jesús estuviese mostrando su confianza en que los criterios del Reino iban a acabar por imponerse a las viejas estructuras religiosas de Israel, y no es casual que lo haga delante de escribas y fariseos que sin duda estaban allí y acusaron el golpe.

La otra parábola —la cizaña— se presta a ser mal interpretada, y de hecho se suele interpretar muy mal: “En el mundo hay buenos y malos que viven mezclados los unos con los otros, pero, al final, Dios los separará y condenará a los malos al fuego”. Una interpretación muy desafortunada y alejada de la realidad. El bien y el mal son fuerzas contrapuestas que luchan tenazmente en nuestro interior, y en esa lucha, unas veces vence una y otras, la otra. Nadie está libre del mal, o como decía Ruiz de Galarreta: «No hay justos y pecadores, sino solo pecadores amados por Dios».

 

Miguel Ángel Munárriz Casajús

Para leer otro comentario sobre este evangelio publicado en fe adulta, pinche aquí

Fuente Fe Adulta

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Las parábolas, imágenes para un sueño.

Domingo, 23 de julio de 2023
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the-passion-fox-netflix-644x362Mt 13, 24-30

Mateo en el capítulo 13 de su evangelio nos presenta a Jesús narrando a su auditorio una serie de parábolas a través de las cuales, dice el evangelista, les va exponiendo muchas cosas (Mt 13, 3). Las historias que propone reflejan el contexto agrario de la Palestina del siglo I y posiblemente para un lector o lectora del siglo XXI resulten lejanas e incluso le resulte difícil captar su carga profética. Pero lo importante está en ir más allá del ejemplo y sintonizar con la propuesta de fondo, con la mirada que propone, con el desafío que lanza.

Cuando Jesús presenta su enseñanza a través de parábolas no pretende ofrecer enigmas difíciles de resolver ni mensajes ocultos que haya que desvelar. Él busca ofrecer esperanza y sentido a quienes ven sus vidas destruidas, se sienten agobiad@s o margind@s. Con un lenguaje sugerente y sencillo, Jesús compara la acción amorosa de Dios en la historia con experiencias cotidianas que, más que de poder o omnipotencia, hablan de fragilidad y empatía: unas semillas, un poco de levadura, un tesoro escondido… Imágenes que hablan de confianza en un futuro diferente, que muestran a un Dios que es misericordia y perdón y que solo quiere salvar.

Sus parábolas son, además, invitaciones a comprometerse con el cambio, a estar atentas y atentos a los signos que muestran el camino, a sostenerse con paciencia activa en los procesos que transforman… como levadura, como semilla, como tesoro…

La parábola del trigo y la cizaña

En esta parábola el Reino de los cielos se identifica con un hombre que siembra su campo con buena semilla y su enemigo planta cizaña en medio de ella. La lógica parece decir, como expresan los criados, que es necesario arrancar la cizaña cuanto antes para que el trigo pueda seguir creciendo sin amenazas. Sin embargo, el dueño del campo prefiere esperar a la siega para separar el trigo de la cizaña.

La imagen de ver el trigo mezclado con la cizaña en los campos no era desconocida para l@s oyentes de Jesús. Seguramente sabían que la cizaña era una planta venenosa de forma parecida al trigo y que crecía como una mala hierba entre el cereal y que era necesario evitar que se confundiera o ahogara el trigo estando atent@s a su crecimiento y a separarla en cuanto fuese posible. Jesús, sin embargo, no buscaba abrir un debate sobre lo acertado o no, en términos agrícolas, de si la decisión del propietario del campo era adecuada o no. Él quería ir más allá. Quería cuestionar esas fronteras, rápidas y aparentemente seguras, que trazamos entre lo bueno y lo malo pues, como pasa con el trigo y la cizaña, no es tan fácil de distinguir y corremos el riesgo de juzgar equivocadamente o estigmatizar a personas con decisiones precipitadas o desde principios absolutos.

A Jesús, sus encuentros con la gente herida, con las personas enviadas a las cunetas sociales, con quienes han sido silenciados o ignorados por ser diferentes, le ayudaban a entender que nadie estaba perdido definitivamente. El Dios Abba que sostenía su vida lo invitaba a confiar, a esperar el cambio y la transformación de quien había errado en el camino, a ver más allá de categorías o identidades y anunciar sin descanso la Buena Noticia de un Dios siempre amor y perdón para todos sus hijos e hijas.

Más grises que blancos

A Mateo esta parábola le sirve para recordar a su comunidad que su opción de seguir a Jesús no hace a sus miembros más pur@s, ni mejores. Que en su vida personal y colectiva no hay blancos y negros sino muchos grises que hay que clarificar y acompañar. No se trata tanto de esperar un juicio final sino de comprender en el presente que hay que acoger lo diferente, respetar los ritmos, tener compasión con las heridas, acompañarnos en las caídas, sostenernos en la fragilidad y fortalecer nuestros vínculos para caminar juntos y juntas en la diferencia y diversidad.

Carme Soto Varela

Fuente Fe Adulta

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Cuando la religión amenaza.

Domingo, 23 de julio de 2023
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IMG_0048Domingo XVI del Tiempo Ordinario

23 julio 2023

Mt 13, 24-30

Indudablemente, el surgir de las grandes religiones -no hace más de siete mil años- constituyó un momento importante en la evolución de nuestra especie: se desarrollaron ahí capacidades simbólicas, organizativas, relacionales, en definitiva, se creció en el proceso de humanización.

De la misma manera, resulta igualmente innegable la capacidad de la religión para movilizar a las personas y despertar lo mejor de ellas mismas, en forma de solidaridad, compasión, servicio, amor… Esto se produce cuando religión y humanización caminan en paralelo.

Sin embargo, a lo largo de la historia, la religión no solo no ha estado libre de perversiones -todo lo humano puede ser ambiguo y, tal como rezaba el adagio latino, “corruptio optimi pessima” (la corrupción de lo mejor se convierte en lo peor)-, sino que ha generado sufrimiento tan intenso como inútil.

Eso se ha producido siempre que, en un contexto social determinado, la religión se hizo fuerte, adquiriendo un lugar de dominio y detentando un poder más o menos absoluto.

En tales situaciones, la religión ha implementado mecanismos poderosos que han tenido como objeto controlar las conciencias para forzar que la población se sometiera a su propio proyecto. Aquí han ocupado un lugar preponderante las amenazas, los castigos y el sentimiento de culpa -tan omnipresente como nocivo-, sostenido todo ello por un “corpus” doctrinal, que se presentaba como incuestionable.

En las épocas de mayor poder religioso, ese cuerpo doctrinal adoptó la forma de absolutismo, tanto cognitivo como moral. La institución, que se consideraba a sí misma como poseedora de la verdad absoluta, se erigía igualmente como juez inapelable y, llegado el caso, como implacable verdugo.

La religión podía, por ejemplo, etiquetar a personas y comportamientos como “trigo” o “cizaña” -por utilizar la imagen de la parábola de Jesús- pero, en lugar de reconocer que ambas realidades se dan siempre de forma inseparable -tal como había sugerido el propio Jesús en la citada parábola-, promovían la condena e incluso la extirpación de todo aquello que, según su particular criterio, se consideraba “cizaña”. No es extraño que asistamos ahora a todo un proceso de desafección religiosa y rechazo de la religión institucional. Desafección y rechazo provocados, no solo por actitudes y comportamientos autoritarios, sino por creencias míticas que resultan inasumibles para la conciencia moderna.

Tampoco es casual que la perversión que he mencionado se produjera siempre en situaciones de poder cuasi omnímodo, porque este, que únicamente busca perpetuarse e imponerse, no se lleva nunca bien con la verdad.

Enrique Martínez Lozano

Fuente Boletín Semanal

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Trigo y cizaña: hay que tener paciencia histórica en la vida

Domingo, 23 de julio de 2023
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imagesDel blog de Tomás Muro La Verdad es libre:

DOMINGO XVI del AÑO

01.- Trigo y cizaña.

         La historia de la humanidad, nuestra propia historia personal es un largo recorrido tejido de bien y de mal, de trigo y cizaña.

En el lenguaje teológico se suele decir que estamos en una historia de salvación, al mismo tiempo que en una historia de daños y males, (historia salutis – historia damnationis).

    La gran tentación suele ser la de extirpar cuanto antes el mal, arrancar la cizaña. Especialmente las posturas y temperamentos violentos y fanáticos enseguida esgrimen el hacha de guerra.

    Jesús no actúa así. Jesús no es un fundamentalista fanático que actúa agresiva y fulminantemente.

    Las precipitaciones y las prisas no son buenas consejeras. El crecimiento es lento y paciente.

Jesús y el Dios de Jesús son pacientes

Dejad crecer juntos el trigo y la cizaña hasta la cosecha, hasta a siega.

02.- ¿Dios solamente trata con los puros y perfectos?

    No parece muy sensato –ni razonable- pensar que el ser humano solamente accede a Dios y tiene relación con Dios cuando es perfecto o santo. Esto es un fundamentalismo fanático nada cristiano. Jesús comía con pecadores y publicanos. La mayor parte de las personas con las que Jesús trataba eran gente débil, pecadora, pagana, enferma.

    Según el Evangelio de Jesús, todo ser humano vive, vivimos, nuestra  historia con experiencias de gracia y de miseria.

    La parábola de la cizaña y el trigo es una descripción de nuestra propia vida personal.

Sentirnos alejados de Dios cuando en nosotros crece la cizaña, el mal, sería un suicidio espiritual, que no tiene nada que ver con la parábola que hemos escuchado.

Si somos cristianos, sabemos que hemos de dar cuenta de nuestra vida; pero también sabemos y confiamos que, el Dios que siembra una tiene paciencia infinita y la paciencia y la bondad- son la justicia de Dios.

03.- ¿Una religión y una Iglesia perfectas?

    Ni las religiones, ni el cristianismo, ni la Iglesia se miden por su perfección, sino por el contenido de bondad y misericordia que conllevan.

    La entraña de lo que Jesús siembra es que nunca perdamos la memoria de que somos “hijos De Dios ”. Que –como el hijo pródigo- no perdamos nunca la memoria de la “casa del Padre”. ¡Cuántos jornaleros en la casa de mi Padre…!

    Ni la religión ni la Iglesia son una comunidad de “puros”.

Siempre ha habido en la Iglesia una tendencia al puritanismo. Por ejemplo: Los cátaros medievales franceses (s XII) pretendían una iglesia ultrapuritana, una iglesia de élite. ¿No se estará repitiendo esta misma actitud hoy en algunos modernos movimientos eclesiásticos?

Jesús nos ofrece esta parábola de la cizaña: la paciencia y la bondad de Dios hacen posible el crecimiento de la buena semilla y la conversión. No nos salvamos por nuestra “pureza”, sino por la paciente bondad de Dios.

Curiosamente esta parábola del trigo y la cizaña  solamente la narra el evangelista San Mateo: un evangelio para judeo-xtnos. Los judíos creían en una religión de “puros”, cumplidores estrictos de la ley, de los ritos, de las purificaciones. En el cristianismo –en la vida- las cosas no son así. Somos una comunidad de publicanos y pecadores, trigo y cizaña.

    No se trata de que la humanidad sea un “imperio cristiano de la Iglesia”, simplemente se trata de ser levadura, fermento, sal de la tierra…

03.- Paciencia histórica.

    La vida no crece a tirones, ni a golpes. Tanto personal como social y comunitariamente, la existencia y la madurez humana requieren procesos, recorridos, altibajos, retrocesos. En la vida atravesamos por momentos y situaciones de todo tipo, de trigo y de cizaña.

    No es cuestión de arrancar precipitadamente la mala hierba, no es cosa de excomulgar, de condenar, de imponerse con poder. Son tentaciones fanáticas.

    En la vida hay que tener paciencia histórica. Las personas podemos cambiar podemos evolucionar, madurar. En ocasiones nacemos a una nueva vida -como Nicodemo- siendo ya mayores, quizás viejos.

    Hay que saber esperar, que al fin y al cabo toda siembra es una esperanza.

Dios sabe esperar, es más, la paciencia de Dios es nuestra salvación, (2Ped 3,15).

Tengamos paciencia histórica.

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Irmtraud Fischer, teóloga feminista en Deusto: “Al ritmo actual, la igualdad de género tardará más de 100 años en alcanzarse”

Lunes, 19 de junio de 2023
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Sin títuloimages“Los textos bíblicos están plagados de mujeres empoderadas

De renombre internacional, es cofundadora del proyecto “La Biblia y  las Mujeres” que pone de manifiesto la influencia que la religión ha tenido en la construcción de las relaciones entre hombres y mujeres

(Universidad de Deusto).- En la cultura occidental, la religión ha jugado un papel fundamental en la  construcción de las relaciones entre hombres y mujeres, si bien es cierto que la investigación bíblica de los últimos siglos ha estado más focalizada en  esclarecer el origen histórico de sus textos, que en analizar la historia y motivaciones de sus variadas interpretaciones.

Irmtraud Fischer, erudita del Antiguo Testamento que ha ejercido durante casi 40 años la docencia e investigación en la Universidad de Graz (Austria), habló sobre este tema en DeustoForum, en un diálogo con la teóloga Lidia  Rodríguez, que se celebró a las 19:00 horas, en el Salón de Grados de la Universidad de Deusto.

En su conferencia va a profundizar sobre “La Biblia y las mujeres”  (www.bibleandwomen.org), un proyecto internacional en el que aborda, junto a  otras expertas teólogas, las tradiciones sesgadas de la cultura cristiana y judía, analizando la historia de la recepción de los temas bíblicos desde una perspectiva crítica de género, que incluye figuras bíblicas femeninas y temáticas relacionadas con el género. Ya cuentan con una veintena de volúmenes en 4 idiomas (español, inglés, alemán e italiano), y el 21º, que versará sobre el siglo XXI, se está trabajando actualmente en Bilbao.

Contra la lectura andocéntrica de la Biblia

En este sentido, la teóloga invita a volver al origen de los textos bíblicos, ya que en el curso de la historia han sufrido lecturas y traducciones sesgadas por el género, haciendo una lectura androcéntrica que prioriza lo masculino en detrimento de lo femenino, por lo que las mujeres se han visto fuertemente discriminadas y estereotipadas.

De hecho, asegura, ha sido a partir de esas primeras interpretaciones que ha nacido la iconografía que ha influenciado enormemente el arte y los medios de comunicación, fomentado los sesgos y jerarquía de género, así como la discriminación y exclusión de las mujeres en la esfera política, económica y social, aún y cuando los textos bíblicos están plagados de mujeres empoderadas, que además de madres, son creadoras y ejercen otros muchos roles activos.

Por todo ello, dadas las discriminaciones de género que se han venido heredando durante generaciones en casi todas las religiones del mundo, la profesora Fischer hace un llamamiento para que las instituciones sociales, culturales y religiosas cooperen en cuestiones de género ya que, “al ritmo actual, la igualdad de género tardará más de 100 años en alcanzarse”. En su opinión, las sociedades que reclaman la igualdad tienen que reinventar sus estructuras, tomar decisiones audaces e impulsar proyectos enérgicos, restableciendo el centro de poder y el acceso al dinero público.

Fuente Religión Digital

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El obispo Munilla acusa al colectivo LGTBI de “desfigurar” el “símbolo bíblico” del arcoíris con ideas “contra la naturaleza”

Martes, 13 de junio de 2023
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09A206C5-D2A4-4039-84DD-A8EDA09FF570Como no para de dar coces, tenemos que recordar de nuevo, por si alguno se despista, que el obispo Munilla es el que va arriba con puntillas y pompón…

Definitivamente este ciudadano ha perdido el “Oremus”. Hacía tiempo que no leíamos sus mamarrachadas, pero en cuanto abre el pico… Con todo el desparpajo Munilla, aseguró ayer lunes en su programa de radio Sexto Continente que la “ideología LGTBI” está destinada a desaparecer ya que va contra la ley natural y solo genera daños y heridas. Ellos, que ha herido a miles de víctimas, dando lecciones. El mundo al revés.

Monse, Monse… Quousque tandem abutere, Munilla, patientia nostra?

Ha defendido que se trata de un emblema “de unión con Dios” tergiversado por una “ideología de género y LGTBI” construida “sobre el barro” y que “no lleva más que a la infelicidad”

El obispo de Orihuela-Alicante, José Ignacio Munilla, ha aprovechado este lunes su programa diario en ‘Radio María‘ para hacer un alegato contra el mes del orgullo LGTBI que se celebra durante en junio. En concreto, ha cargado contra el uso de la bandera arcoíris y de la coincidencia en el calendario de esta celebración de la diversidad con el “mes del corazón de Jesús”. El obispo ha acusado al movimiento de “desfigurar” el arcoíris, “un símbolo bíblico de la unidad con Dios”.

Munilla ha comenzado su programa matutino Sexto Continente analizando el “milagro” del rescate de cuatro menores en la selva colombiana tras pasar varios días solos. El obispo ha utilizado este caso para reivindicar que “la providencia ha permitido que un caso como este sirva para valorar el don de la familia”. “Lo importante es que la familia se mantenga unida” sobre la base del matrimonio.

Lo que comenzó como un alegato en favor de la familia se convirtió en uno en contra del movimiento LGTBI. “Este mes de junio esta consagrado al corazón de Jesús, pero en los últimos años este mes de junio se pretende convertir en el mes del orgullo LGTB”, ha asegurado en Radio María. Ha lamentado Munilla que “muchas instituciones públicas ponen estas banderas como si representase a este movimiento”. “Resulta que las instituciones europeas cambian las banderas de las naciones por la bandera LGTB, en la Casa Blanca, en el Capitolio y hasta la embajada de EEUU en el Vaticano”, ha asegurado.

Ha centrado en el caso estadounidense esta crítica. Munilla se ha referido a un tuit del presidente estadounidense Joe Biden, en el que celebraba con una bandera arcoíris en la Casa Blanca que sea “un país de orgullo”. El obispo ha celebrado la respuesta que el representante de la iglesia católica en Texas que le aseguró que “recuerde que el orgullo viene antes de la caída”. “Enorgullecerse del orgullo es muy poco inteligente”, ha asegurado Munilla.

Es entonces cuando el obispo de Orihuela-Alicante defiende que “el arcoíris se ha desfigurado completamente”. “Tenemos que ir al Génesis para descubrir que el arcoíris es la imagen de la alianza”, ha defendido. “Ahora pasa de ser un signo de la alianza con dios a un símbolo del orgullo en el que el ser se desvincula de Dios”, ha lamentado. “Es un símbolo de desvinculación, la prevalencia del deseo por encima de la ley de Dios, la ley natural”, ha añadido.

El arcoíris, ha proseguido, es “una especie de Torre de Babel que se eleva desafiante”. Sin embargo, ha defendido que ésta cayó “porque lo que se construye sobre el barro no tiene consistencia”. “Esto también tiene los pies de barro, la ideología de género, la ideología LGTB”, ha defendido. “Está construida contra el propio ser del hombre, de la naturaleza, contra la realidad”, ha insistido. “Forzar la realidad no les lleva más que a la infelicidad”, ha zanjado. Está construida en contra de la propia naturaleza humana, en contra de la esencia misma del ser humano y en contra de la diferencia de dualidad sexuada en la que Dios nos ha creado. Y concluye que, en consecuencia, “obviamente, va a caer. Es más, por mucho que se esté forzando políticamente su introducción a la fuerza, sin embargo, no hace más que generar personas más heridas”.

Y, precisamente, para curar las heridas que la Iglesia y obispos como el  han causado, un Presidente católico es el que  tiene que decir que las personas LGTBI somos amadas:

Fuente El Diario/Agencias

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Vetan la Biblia en escuelas de Utah con una ley que la ultraderecha ha usado para censurar libros de temática racial o LGTB

Viernes, 9 de junio de 2023
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IMG_9795El progenitor indicó que la Biblia contiene pasajes sobre incesto, violaciones y prostitución

“Es esencialmente ‘pornográfica’, de acuerdo con una normativa estatal aprobada en 2022, que ha sido utilizada sobre todo por grupos conservadores para censurar libros de temática racial o LGTB”

“Tradicionalmente, en América, la Biblia se enseña mejor, y se entiende mejor, en el hogar”

Varias escuelas de un distrito escolar de Utah (EEUU) vetan la Biblia después de que el padre de un alumno la denunciara como “pornográfica” por su contenido sexual y violento acogiéndose a una polémica ley del estado, aprobada por la ultraderecha en 2022, que permite retirar de los centros educativos libros considerados inapropiados para los estudiantes y que ha sido utilizada para censurar libros de temática racial o LGTB.

El progenitor indicó que la Biblia contiene pasajes sobre incesto, violaciones y prostitución y es esencialmente “pornográfica“, según informó este viernes el diario The Salt Lake Tribune.

La denuncia, que afectaba al distrito escolar de Davis en Utah, ha tenido un largo recorrido desde que se interpuso el pasado diciembre y, tras ser sometida a revisión esta semana, un comité dedicado al asunto ha decidido que la Biblia se retire de siete u ocho escuelas de nivel elemental y medio, aunque los institutos de secundaria pueden mantenerla.

Tras conocerse la decisión, este viernes el legislador republicano que impulsó la ley que restringe el acceso a los libros “indecentes”, Ken Ivory, que primero criticó el calificativo “pornográfico” para la Biblia y dijo que era una “broma” y una tergiversación política, dio el brazo a torcer y hasta agradeció el veto del comité al texto religioso en las clases y bibliotecas de los más pequeños.

En una entrada de Facebook, Ivory consideró que la Biblia “es una lectura complicada” para los estudiantes más jóvenes del sistema educativo obligatorio y agregó que “tradicionalmente, en América, la Biblia se enseña mejor, y se entiende mejor, en el hogar, y alrededor de la chimenea, como una familia“.

Según el Tribune, el padre que puso la demanda lo hizo por frustración ante los libros que se estaban retirando de las escuelas gracias a las denuncias conservadoras, una tendencia señalada en abril por las principales agrupaciones en defensa de la libertad de expresión en EEUU, la Asociación Americana de Bibliotecas (ALA) y la organización de escritores PEN America.

Según la ALA, en 2022 se duplicaron los intentos de censura a libros respecto al año anterior y se marcó un récord en dos décadas, mientras que PEN America registró de manera similar un aumento de los vetos a libros en las escuelas y lo atribuyó directamente al efecto de leyes restrictivas impulsadas por estados gobernados por los republicanos, como Utah, Florida y Misuri.

Fuente Agencias

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La fascinante historia del descubrimiento de los Manuscritos del Mar Muerto

Martes, 30 de mayo de 2023
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Me Descubrimiento_de_los_Mss_mar_Muert_oDel blog de Antonio Piñero:

Jaime Vázquez Allegue publica un libro de primera clase que se lee con pasión

“Confieso que me he sentido ‘enganchado’ desde el primer momento leyendo este libro, bastante “gordito”, de mi admirado amigo Jaime Vázquez Allegue”

“El lector encotrará un relato, apasionante y muy bien escrito, de la historia del descubrimiento y de su importancia tremenda para la comprensión del judaísmo antiguo, de Jesús de Nazaret y de sus seguidores más inmediatos”

“Me ha parecido muy interesante también por la importancia que concede –a la hora de describir el descubrimiento– a la conexión que tuvo tal hallazgo con el interés de los sionistas, tras el final de la Segunda Guerra Mundial, por ofrecer más fundamentos sólidos a la declaración política de la fundación del estado de Israel”

“Vázquez Allegue tomó la decisión de escribir esta historia no como una novela; tampoco como un ensayo erudito, a veces fatigoso por la abundancia de datos, sino como una narración literaria. El lector no se aburrirá en ningún momento y aprenderá muchísimo”

Confieso que me he sentido “enganchado” desde el primer momento leyendo este libro, bastante “gordito”, de mi admirado amigo Jaime Vázquez Allegue. No cabe duda de que, como se ha repetido mil veces, el descubrimiento de estos textos ha sido auténticamente la noticia bomba sobre los hallazgos de textos antiguos en mucho tiempo. Desde luego en los siglos XX y XXI. Y como dice el autor, el relato de su descubrimiento es pertinente porque no se le había ocurrido todavía a nadie escribir de un modo amplio y atractivo  los rocambolesca historia de tan fabuloso hallazgo.

He aquí el título completo del libro: “Los manuscritos del Mar Muerto. La fascinante historia del descubrimiento de su descubrimiento y disputa”. Editorial Arzalia, Madrid, 2023, 555 pp. ISBN 978-84-19018-26-7. 23 x 15 cms. Precio: 23,65 euros.

No me cabe duda ninguna de que su autor estaba plenamente capacitados para emprender la escritura esta historia, ya que desde su tesis doctoral sobre «La Regla de la Comunidad de Qumrán» en 1999, se ha dedicado en casi cuerpo y alma al estudio de estos textos, así como a otros campos afines, como la escritura de una “Guía de la Biblia” y de un “Diccionario de hebreo bíblico”.

Recuerdo todavía una anécdota, que me contó el propietario y director de la Editorial Trotta, Alejandro Sierra, cuando publicó en 1992 los “Textos de Qumrán”, estupendamente editados y traducidos por Florentino García Martínez. En esos años la conmoción por el contenido de los manuscritos había sido enorme, ya que muchísima gente creía a pies juntillas que en tales escritos se hallaba por fin la historia oculta del cristianismo primitivo, y las pruebas “irrefutables” de que la figura de Jesús no era más que una mera copia (nada de verdad) de la imagen del Maestro Justo, probablemente el fundador de la secta de los qumranitas / esenios.

Pesaban mucho en aquel entonces estas ideas propagadas en especial por dos de los primeros investigadores de los manuscritos, John Allegro, Albert Dupont-Sommer, defendiendo este punto de vista, libros a los que se añadieron otros volúmenes sensacionalistas de Robert Eisenmann y Barbara Thie­ring sobre el contenido de los Manuscritos y la presunta historia secreta del cristianismo. ¡Que tiemble el Vaticano!

El interés fue tan grande, que tras varias ediciones de los textos y agotados de momento los ejemplares, un individuo llamó a la editorial Trotta y resultó que cogió el teléfono el mismísimo director. El desconocido al otro lado de la línea le dijo con cierta ansiedad que no encontraba ningún ejemplar de la versión de García Martínez. Y luego le preguntó: ¿Y cuándo van a sacar usted una nueva edición de los Manuscritos de King Kong?”.

A la confusión general sobre el impacto de los textos se añadió sin duda la publicación por Martínez Roca (una rama de Planeta), Barcelona, en 1992 una traducción de la obra de dos periodistas, que deseaban llenarse los bolsillos con historias sensacionales, M. Baigent y R. Leigh,  con el título: El escándalo de los rollos del Mar Muerto.

Pues bien, no hay nada de eso, ni truculencias ni nada por el estilo, sino el relato, apasionante y muy bien escrito, de la historia del descubrimiento y de su importancia tremenda para la comprensión del judaísmo antiguo, de Jesús de Nazaret y de sus seguidores más inmediatos. Pasada la efervescencia de esos primero años, algún lector de hoy puede, a pesar de todo, preguntarse por qué son tan importantes esos manuscritos y cómo un autor, técnico sin duda, pero a la vez muy buen periodista y escritor, se le ha ocurrido publicar hace tan poco una narración estupenda del hallazgo de esos manuscritos y de sus consecuencias.

Respondo por mi parte: esos  textos hallados en Qumrán y sus alrededores son muy importantes en primer lugar porque han llegado a nuestras manos directamente, sin intermediación de diversos copistas, que hubieran podido alterarlos con el correr de los siglos. Transmisión directo; hecho rarísimo en el mundo de las obras antiguas.

En segundo, porque las copias de casi todos los libros del Antiguo Testamento, que se han encontrado entre esos textos descubiertos en 1947, son varios siglos anteriores a los manuscritos conocidos en los que se han basado hasta el momento las modernas ediciones de la primera parte del libro sagrado cristiano, la Biblia Hebrea.

Así, por ejemplo, el Antiguo Testamento actual se edita tomando como base el manuscrito B 19 de Leningrado del siglo XI. Y a mí no me cabe duda de la nueva edición de la Biblia hebrea que se está preparando cambiará mucho el texto gracias al texto bíblico que ofrecen esos manuscritos, que proceden del siglo II a. C. !!! El trabajo está en marcha y la nueva Biblia hebrea tendrá variantes considerables gracias a los datos de los textos qumranitas

En tercer lugar, porque los manuscritos del Mar Muerto son un testimonio, también de primera mano, de las ideas religiosas del mundo del judaísmo anterior a nuestra era, justamente en un período crucial para la historia de los siglos inmediatamente anteriores al nacimiento de Jesús, o de ese mismo siglo.

Y en cuarto, porque los manuscritos del Mar Muerto nos enseñan mucho, aunque indirectamente, sobre el mundo del Nuevo Testamento y su entorno natal: sus preocupaciones, sus ideas religiosas, su manera de expresarlas. El Nuevo Testamento es un libro totalmente judío, por lo que otros testimonios de un tiempo inmediatamente anterior es precioso por lo que puede informar del ámbito en el que se gestó el corpus cristiano de libros sagrados.

El estudio de esos pergaminos (algunos textos, pocos se han conservado también en papiros e incuso en lengua griega) nos ayudan a responder a los múltiples interrogantes a los que hacía mención unas líneas más arriba y que todavía están sobre el tapete para algunos: ¿es parecido el movimiento cristiano al de los esenios de Qumrán? (suponiendo, como se mantiene comúnmente que los esenios son los autores o recopiladores de esos manuscritos). ¿Ha influido éste último mucho o poco sobre las concepciones del cristianismo? ¿Fue Jesús un esenio? ¿Lo fue su maestro Juan Bautista? O bien, la teología cristiana ¿es una mera copia de la de Qumrán? ¿Se inspiró realmente la vida de Jesús, y el modo de contarla de los evangelistas, en el Maestro Justo de Qumrán?

“¿Es parecido el movimiento cristiano al de los esenios de Qumrán? ¿Ha influido éste último mucho o poco sobre las concepciones del cristianismo? ¿Fue Jesús un esenio? ¿Lo fue su maestro Juan Bautista? O bien, la teología cristiana ¿es una mera copia de la de Qumrán? ¿Se inspiró realmente la vida de Jesús, y el modo de contarla de los evangelistas, en el Maestro Justo de Qumrán?”

Entre otras razones me ha parecido muy interesante el libro de Vázquez Allegue por la importancia que concede –a la hora de describir el descubrimiento– a la conexión que tuvo tal hallazgo con el interés de los sionistas, tras el final de la Segunda Guerra Mundial, por ofrecer más fundamentos sólidos a la declaración política de la fundación del estado de Israel en mayo de 1948. Es fascinante la conexión y la importancia que le otorgaron los fundadores del moderno estado hebreo a esos textos de hacía más de dos mis años para garantizar cómo es un hecho histórico, aparte de lo que dice la Biblia hebrea, que la posesión de la tierra de Israel por los judíos y sus sucesores en aquellos momentos era totalmente legítima. El libro relata los diversos intentos por adquirir esos manuscritos y conservarlos en Israel ad memoriam, sobre todo tras el Holocausto y la disputa con los palestinos sobre los derechos a la tierra.

Vázquez Allegue tomó la decisión de escribir esta historia no como una novela; tampoco como un ensayo erudito, a veces fatigoso por la abundancia de datos, sino como una narración literaria, ciertamente y con todas sus consecuencias, pero que sigue paso a paso los resultados de una cuidadosa investigación de años sobre lo ocurrido. El producto, este libro, es de primera clase y se lee, como indiqué al principio, con pasión e interés notables.

Un ejemplo de este afán “narrativo literario” es la introducción de numerosos diálogos dentro del material puramente descriptivo del relato, diálogos que no son de ningún modo un invento del autor sino la plasmación dialógica de las relaciones entre los actantes de la narración. Rápidamente se me ocurrió la comparación con los discursos que pone Tucídides en boca de sus personajes en su «Historia de la Guerra del Peloponeso». Este preclaro autor confiesa que es posible que no reproduzca al pie de la letra los dichos, o discursos, de los personajes de su historia, pero asegura que el contenido no traiciona en modo alguno la realidad de lo que se dijo y ocurrió.

Repito, pues, que este relato está muy bien escrito y que es un gran gusto leerlo. El lector no se aburrirá en ningún momento y aprenderá muchísimo no solo de los textos de Qumrán, sino también de la historia del Israel de los años posteriores a su descubrimiento. Enhorabuena, pues, al autor y a la Editorial.

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“Jonás, un profeta contracultural”, por Gonzalo Haya

Sábado, 27 de mayo de 2023
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CU081219_002HR2 Y… hoy me dedico especialmente este texto, de hace algunos años, acerca del libro de Jonás

Invito a leer un simpático cuentecito del Antiguo Testamento que, con  una fina ironía teológica, nos da una imagen de Dios que muchos cristianos actuales todavía no han descubierto.

Es un cuentecito, dos páginas, que desarrolla la historieta de un profeta al que Dios envía a Nínive con tremendas amenazas si no se arrepienten de su inmoralidad. El profeta huye hacia el otro extremo del mundo para evitar esta ingrata tarea. En su travesía surge una tormenta, castigo de Dios por su desobediencia, y es arrojado al mar; se lo engulle un enorme pez, reza a Dios, y el pez lo devuelve a la playa. Ahora sí; va a Nínive (capital del Imperio asirio, enemigo tradicional de Israel y símbolo de crueldad y opresión), predica su amenaza, y Nínive se convierte desde el rey hasta el último habitante. Dios los perdona, el profeta se siente estafado, y Dios baja para apaciguarlo. Un cuentecito, conscientemente increíble como historia, pero literariamente excelente como apólogo.

Es contracultural. Parece que se escribió hacia el siglo V ó IV antes de Cristo, después de la vuelta de los cautivos de Babilonia, cuando Esdras y Nehemías habían impuesto una campaña para cimentar el nacionalismo judío entorno al Dios de Israel. Con este fin reescribieron la Torá y, para apartar a los judíos de los gentiles, exigieron el cumplimiento del descanso sabático y de los alimentos impuros,  y expulsaronn a las mujeres cananeas que se habían casado con los judíos. Contra este nacionalismo religioso, el profeta presenta a un Dios que ama también a los gentiles.

Es irónico. El profeta huye de Dios, se embarca hacia Tartesos (España) en dirección contraria a Nínive (Irak actual). Teme que va a arriesgarse en un país enemigo, para que luego Dios perdone a los malos, y su profecía no se cumpla. ¿Orgullo profesional herido? En aquellos tiempos existía la profesión de profetas, a los que se pagaba como a los videntes actuales, y ni el pueblo ni los reyes sabían distinguir entre los profesionales y los enviados por Dios. Nuestro profeta se enfada, Dios (al que ni siquiera los profetas podían mirar directamente) conversa aquí amigablemente con él tratando, con poco éxito, de calmarlo; pero Jonás le replica justificando su enfado: ¡Claro que me enfado! Y mortalmente.

Es profundamente teológico. No porque los evangelistas relacionaran la resurrección de Jesús con el episodio de la ballena, sino porque sabe que el Dios de Israel no es un Dios nacionalista, es el Dios de todos los pueblos, y no sólo para castigarles sino para amarlos, para compadecerse de sus sufrimientos. No es un Dios que premia a los buenos y castiga a los malos, sino que ama a los buenos y a los malos.

Yo sabía que eres un Dios compasivo y clemente, lento para enojarte y de gran misericordia; yo sabía que te arrepientes de las amenazas.

El enfado del profeta no es sólo por su desprestigio; deja ver un cierto resentimiento por ese amor que Dios muestra por unos gentiles, que además están ignorando los mandamientos que el pueblo de Dios trata de observar a regañadientes. También los cristianos sabemos de estos resentimientos al condenar tajantemente a los malos que no cumplen los mandamientos. ¿Creemos que Dios ama y perdona a Boko Haram? (Hoy podríamos decir, Vladimir Putin)

La teología de este profeta anticipa lo que más tarde mostrará Jesús en la parábola de la oveja perdida, la del jornalero de la última hora que cobra igual que los que echaron la jornada completa, y la del hermano mayor enfadado por el recibimiento del padre al hijo pródigo. Es irónico hasta el final:

Entonces le dijo el Señor. Tú te apiadas de un arbolito que no has plantado…

¿No voy yo a compadecerme de Nínive, esa gran ciudad en la que viven más de ciento vente mil ignorantes y en la que hay mucho ganado?

Gonzalo Haya

Fuente Atrio

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“Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?”

Jueves, 25 de mayo de 2023
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magdalenaA propósito de Jn 20,1-18*

José Rafael Ruz Villamil Yucatán (México).

ECLESALIA, 05/05/23.- Los testimonios de los cuatro Evangelios son unánimes al relatar que los primeros testigos de la Resurrección de Jesús de Nazaret son las discípulas del propio Maestro. Así, Marcos: “pasado el sábado, María Magdalena, María la de Santiago y Salomé compraron aromas para ir a embalsamarle.” (Mc 16,1); y luego Mateo: “pasado el sábado, al alborear el primer día de la semana, María Magdalena y la otra María fueron a ver el sepulcro.” (Mt 28,1); Lucas, menciona que “las mujeres [… María Magdalena, Juana y María la de Santiago…] que habían venido con él desde Galilea […] el primer día de la semana, muy de mañana, fueron al sepulcro llevando los aromas que habían preparado” (Lc 23,55; 24,1.10); y Juan: “el primer día de la semana va María Magdalena de madrugada al sepulcro cuando todavía estaba oscuro, y ve la piedra quitada del sepulcro…” (Jn 21,1).

Vale notar que las listas de discípulas que recuerdan los sinópticos difieren entre sí, a excepción de María Magdalena, de la que el cuarto evangelio guarda memoria como la única visitante que del sepulcro del Maestro. Y es que, si se me permite la comparación, el evangelio de Juan es a los sinópticos lo que la pintura abstracta a la pintura figurativa, esto es, mientras los tres primero testimonios evangélicos buscan en la memoria histórica —con toda las salvedades de la historiografía del mundo del Nuevo Testamento—, los datos más rigurosos para transmitir la Buena Nueva de Jesús de Nazaret, el cuarto evangelio, a la distancia de muchos años de los hechos en cuestión, decanta, sintetiza y abstrae la realidad histórica en beneficio de la realidad teológica, pero guardando, empero y paradójicamente, valiosísimos datos históricos en el sentido más actual del término (así R. E. Brown, El Evangelio según san Juan, Madrid 1999).

Siendo, pues, María Magdalena el icono por antonomasia de las discípulas de Jesús en la tradición joánica, vale intentar una aproximación a la memoria conservada de ella en las doce veces que la mencionan los Evangelios. Así, Marcos (15,40-41.42-47; 16,1-8.9-13) y Mateo (27,55-56.57-61; 28,1-8) la recuerdan, de modo paralelo, entre las mujeres que permanecen en el Calvario, que, luego, observan cuidadosamente el lugar de la sepultura de Jesús, y, que, finalmente, visitan la tumba del Maestro. La memoria de Lucas es harto interesante: antes de recordarla en su visita al sepulcro (24,9-11), la menciona en el grupo de discípulas que acompañan a Jesús y patrocinan su trabajo: “Recorrió a continuación ciudades y pueblos, proclamando y anunciando la Buena Nueva del Reino de Dios; le acompañaban los Doce, y algunas mujeres que habían sido curadas de espíritus malignos y enfermedades: María, llamada Magdalena, de la que habían salido siete demonios, Juana, mujer de Cusa, un administrador de Herodes, Susana y otras muchas que les servían con sus bienes.” (8,1-3).

Y es, precisamente. esta mención la de “los siete demonios” —repetida en Mc 16,9-13—, la que ha dado pie el rol de prostituta redimida que una cierta tradición, fatalmente ignorante tanto de los evangelios como de su contexto histórico cultural, ha sostenido sin tener en cuenta que, en términos generales, éstos relacionan el término demonio con la enfermedad, ya física, ya psicológica: ¿habrá que suponer que los demonios de la sexualidad y de la prostitución atormentaban, más bien, a los detractores de quien el Evangelio presenta como una mujer social y económicamente acomodada?.

Finalmente, si bien el evangelio de Juan menciona a María Magdalena en el Calvario (19,25-27), la referencia cumbre a esta discípula es cuando, luego de encontrar el sepulcro vacío y llorando junto a él, mantiene con el Resucitado el primer diálogo que de él conserva el cuarto evangelio.

En efecto, María Magdalena acude en cuanto puede a cumplir el homenaje al difunto que las mujeres de entonces acostumbran: llorar y lamentarse por tres días ante su sepulcro. El horror de encontrarlo abierto y vacío la convierte en mensajera de la gran Buena Nueva que aún ignora: no será sino hasta después de la visita de Pedro y el discípulo amado a la tumba vacía, cuando de rienda suelta al llanto que, si bien ritual, lo provoca ya no sólo la muerte del Maestro sino el robo de su cuerpo. La visión de dos ángeles precede al encuentro: con el rasgo característico con que el evangelio de Juan describe al Resucitado —irreconocible, en un primer momento, por su nueva realidad existencial—, Jesús se dirige a su discípula con una frase de consuelo que no disipa su confusión sino hasta que la llama por su nombre: «María». La reacción de la mujer de aferrarse a quien le hubiera transformado la vida es detenida y cambiada por un envió que, convirtiéndola literalmente en apóstol, cumple a cabalidad: “Fue María Magdalena y dijo a los discípulos: «He visto al Señor»…”.

Es así que el primer anuncio de la Resurrección de Jesús de Nazaret se da en el contexto de la igualdad radical por él mismo generada en el grupo de sus seguidores: la supresión del status de inferioridad de la mujer en una dimensión entonces—y probablemente ahora— impensable (cf. H. Küng, La mujer en el cristianismo, Madrid 2002), y que, junto con otros grupos sociales marginados y sometidos, habrá de ser el rasgo característico del nuevo orden en todos, absolutamente todos los ámbitos de las relaciones humanas tal como lo iniciara el Jesús histórico en el arco de su tiempo y lo avalara de modo definitivo el Padre con su Resurrección.

*El primer día de la semana va María Magdalena de madrugada al sepulcro cuando todavía estaba oscuro, y ve la piedra quitada del sepulcro. Echa a correr y llega a Simón Pedro y al otro discípulo a quien Jesús quería y les dice:

– «Se han llevado del sepulcro al Señor, y no sabemos dónde le han puesto.»

Salieron Pedro y el otro discípulo, y se encaminaron al sepulcro. Corrían los dos juntos, pero el otro discípulo corrió por delante más rápido que Pedro, y llegó primero al sepulcro. Se inclinó y vio los lienzos en el suelo; pero no entró.Llega también Simón Pedro siguiéndole, entra en el sepulcro y ve los lienzos en el suelo, y el sudario que cubrió su cabeza, no junto a los lienzos, sino plegado en un lugar aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado el primero al sepulcro; vio y creyó, pues hasta entonces no habían comprendido que según la Escritura Jesús debía resucitar de entre los muertos. Los discípulos, entonces, volvieron a casa.

Estaba María junto al sepulcro fuera llorando. Y mientras lloraba se inclinó hacia el sepulcro, y ve dos ángeles de blanco, sentados donde había estado el cuerpo de Jesús, uno a la cabecera y otro a los pies. Dícenle ellos:

– «Mujer, ¿por qué lloras?»

Ella les respondió:

– «Porque se han llevado a mi Señor, y no sé dónde le han puesto.»

Dicho esto, se volvió y vio a Jesús, de pie, pero no sabía que era Jesús. Le dice Jesús:

– «Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?»

Ella, pensando que era el encargado del huerto, le dice:

– «Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto, y yo me lo llevaré.»

Jesús le dice:

– «María.»

Ella se vuelve y le dice en hebreo:

– «Rabbuní que quiere decir: «Maestro»—.

Dícele Jesús:

– «Deja de tocarme, que todavía no he subido al Padre. Pero vete a mis hermanos y diles: Subo a mi Padre y vuestro Padre, a mi Dios y vuestro Dios.»

Fue María Magdalena y dijo a los discípulos:

«He visto al Señor»

y que había dicho estas palabras.

*

Juan 20,1-18

***

(Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedenciaPuedes aportar tu escrito enviándolo a eclesalia@gmail.com).

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“Homosexualidad. Las razones de Dios”(4): Resumen Cap. VIII: Razones para una Teología LGTBI

Lunes, 15 de mayo de 2023
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29058Cómo anunciábamos, a comienzos del pasado mes de diciembre, el autor de este libro recientemente publicado por la Editorial San Pablo,  nos ofrece una sorpresa, la posibilidad de ir, poco a poco publicando en esta página una serie de reseñas del libro que abran el apetito y las ganas de adentrarse en él…

«Es urgente la necesidad de una Teología más positiva en relación con la sexualidad en general y de la homosexualidad en particular».
Joseph Bernardin, cardenal norteamericano.

Solo el hombre y la mujer homosexual conocen la validez de su experiencia, especialmente de su experiencia amorosa y solo él o ella pueden conectar la misma con su fe en Dios. El amor sentido nos llama a salir de nosotros mismos y el amor al otro, con el otro, en el otro, se puede y se debe convertir en un camino excepcional para experimentar la presencia de Dios.

La comunidad cristiana LGTBI inclusiva debe reflexionar el Evangelio desde lo que es, desde ella misma, abriéndose a lo que el amor de Dios quiera decirle.

Para las personas creyentes, existe una identidad que rebasa y supera la basada en el sexo. Esta Identidad (con mayúsculas) es el poder identificarnos, nada menos que como hijos de Dios, seamos sexualmente lo que seamos.

Si la Iglesia antepusiera esta identidad filial (hijos de Dios) a cualquier otra, el hombre y la mujer homosexuales deberíamos encontrarnos especialmente a gusto y cómodos en la Comunidad eclesial, pues el día que la Iglesia acepte plenamente la identidad bautismal, anteponiéndola a cualquier otra, entonces ni el hijo heterosexual de Dios sentiría rechazo o animadversión por el hijo homosexual de Dios, ni este último podría sentir resentimiento alguno contra el primero.

Al homosexual cristiano le resulta penoso que sea la sociedad laica la que esté proponiendo dichos valores y derribando las barreras existentes, y sea la Institución eclesial la que, precisamente, batalle contra ello.

Juan nos recuerda (Jn 1,12-13) que «los seres humanos no nacen de la sangre de mujer, ni del deseo del hombre, sino que nacen de Dios». Somos sus hijos y el ritual del Bautismo nos lo hace presente, exigiéndonos excluir las categorías que hasta hoy nos dividían, para así verificar una nueva clase singular y especial de pertenencia, invalidando las diferencias identitarias sexuales y de género, y prevaleciendo la identidad fraternal en Jesús.

El Éxodo del pueblo israelita sería la metáfora perfecta del éxodo que hemos de realizar los hombres y las mujeres homosexuales. Israel estaba oprimido por el pueblo egipcio. Nosotros lo hemos estado, durante veintiún siglos, por el «pueblo heterosexual». Israel tuvo que atravesar el desierto de la libertad, camino de la Tierra prometida. La Comunidad homosexual está atravesando el desierto de la libertad hacia la Tierra prometida de la igualdad. Las penurias del pueblo israelí en la travesía fueron enormes, costosas, extremadamente difíciles, al igual que lo es la «travesía» de los homosexuales: rechazo, condena y hasta la misma muerte. Pero lo más importante de todo el proceso es que la liberación de Israel está inspirada en Dios, fundamentada en Él, al igual que lo está la liberación homosexual.

Pero también es necesario dejar atrás el posible rencor que, como oprimidos, podemos sentir hacia quienes nos rechazan, convirtiéndonos así en una comunidad que habrá logrado caracterizarse por su compasión y perdón.

La salida del armario supone, ante todo, salir del «armario interior», salir de una auto-opresión que muchos homosexuales llevan (o hemos llevado) dentro, consecuencia de la cultura heterosexista dominante. Solo si se verifica la auto-salida estaremos dispuestos para la salida social y cultural, que nos ha esclavizado durante siglos. Así estaremos llamados a rehacernos como personas diferentes y a vivir de modo diferente, forjándonos una comunidad diferente con un modo de vida distinto, que nos ayude igualmente a potenciar y desarrollar una sociedad nueva; porque, a diferencia del pueblo de Israel que salió y se alejó definitivamente de Egipto, la Comunidad homosexual seguirá viviendo en la sociedad que la oprimió, ayudándola a lograr su cambio radical hacia una sociedad igualitaria, comprensiva y aceptadora de la más profunda realidad humana.

Desde un punto de vista de fe, ¿qué significado podría tener «salir del armario»? Cuando un hombre o una mujer deciden reconocer y compartir lo que son y a quienes aman, no hacen más que actualizar el «comportamiento eucarístico» de Jesús: este, reconociéndose a sí mismo y a sus amigos lo que es, a continuación, se da a sí mismo en la Eucaristía. Ese es el fundamento de Jesús: reconocerse y darse. Y ese es el fundamento de lo que se viene en llamar «salir del armario»: reconocerse y darse. Reconocer la propia identidad sexual, dándose, igual que Jesús, a todos sin excepción, incluyendo a los que hasta hoy nos rechazaron. Por lo tanto, «salir del armario» nos hace sentirnos hijos de Dios, reconociéndonos seguidores de Jesús, al poder celebrar en nosotros mismos su acción eucarística.

1. Salir de la culpa: «culpar a la víctima».

Como si la persona homosexual hubiese elegido nacer homosexual. Fueron sus padres los que decidieron su creación. Les saliera como les saliera, los únicos responsables son los «creadores», nunca el ser creado. Sin embargo, por elemental que parezca lo expuesto, son muchos los padres y madres cristianas que no dudan en afirmar que su hijo es el culpable de su homosexualidad y, como si fuese una opción libremente elegida (y que puede por tanto dejar de tenerse), rechazan al mismo. Igualmente la Iglesia, que entiende el papel co-creador de los padres con respecto al último Creador (Dios) de la vida del hijo, culpa a este de su orientación sexual, des-responsabilizando a Dios de haber permitido, en su acto creador, la característica homosexual de la persona creada por Él.

Este discurso de «culpar a la víctima» debe ser inaceptable para nosotros, las personas LGTBI y, por tanto, no ya rechazarlo, sino obviarlo, «salir» de él a toda prisa, tal como lo hicieron los israelitas al salir de Egipto.

Además, en el sentimiento de culpa se fundamenta el mayor mal que puede sufrir el homosexual: su homofobia internalizada: «me siento culpable de lo que siento y soy, y por tanto he de rechazarme», vendría a decirle su propia voz interna. Así, el sentimiento de culpa es el arma más potente que la sociedad católica ha usado para intentar «detener» la práctica homosexual y la expansión de esta: «Dios te rechaza y, por ello, nosotros te rechazamos y tú has de sentirte culpable por ello». Este discurso de auténtico terror psicológico debe ser urgentemente contrarrestado por el hombre y la mujer homosexuales con el amor. El amor a sí mismo, dando gracias a Dios por haber sido creados con esta identidad sexual; el amor al otro, ejerciéndolo con la libertad requerida por los hijos de Dios, y el amor a los «acosadores», al fin ignorantes de lo que supone poseer el don con que Dios nos ha bendecido: tener la identidad sexual que Él, con su gracia ha querido otorgarnos. Por tanto, el sentir culpa de haber recibido ese regalo, ese privilegio de Dios, es literalmente absurdo y solo conduce a dar la razón al heterosexual opresor y a su discurso homófobo. Salir del sentimiento de culpa se hace por tanto necesario y urgente.

2. Salida del rechazo a quienes rechazan:

La tentación inmediata del rechazado (en cualquier ámbito) es rechazar al rechazante. Sin embargo, es algo que el homosexual reprobado por la Iglesia y parte de la sociedad tendría que evitar. La Iglesia lo rechaza, pero él no debiera hacerlo.

Así, la Comunidad homosexual cristiana será la nueva levadura que fermente la vieja masa eclesial, adherida a los esquemas de este mundo. Es la Comunidad homosexual la llamada a «contagiar» a la Iglesia de nuevos esquemas que hagan posible la implantación del Reino de Dios. Es imposible todo lo anterior si las personas LGTBI optamos por rechazar a los que nos han rechazado. Los hombres y las mujeres homosexuales tenemos derecho a pertenecer a la comunidad eclesial que nos ha rechazado. Tenemos derecho a permanecer y el deber de hacerlo. Solo permaneciendo en ella podemos aportar a esta los singulares y revolucionarios valores manifestados reiteradamente por Jesús, precisamente los que constituirían su nuevo Reino.

Pero es que tenemos al mismo Jesús como modelo a seguir: Jesús revolucionó literalmente los conceptos básicos de la religión judía; no la rechazó, ni se apartó de ella. Permaneciendo en ella, pudo enmendarle la plana a toda la jerarquía de aquella religión. A los que institucionalmente la representaban y a las leyes que la regían. Desde dentro de la religión judía anunció su propuesta de nuevo proyecto de vida para los humanos.

Jesús criticó duramente bastantes leyes de su propia religión, de su propia «Iglesia» e incluso animó abiertamente a no cumplir todas aquellas que menoscababan la dignidad del hombre o atropellaban sus más elementales derechos. Sin embargo, Jesús siguió dentro de dicha religión y esto le costó la vida, pues no olvidemos que fueron los sumos sacerdotes los que pidieron su muerte. Ese es el ejemplo que nos deja Jesús: no es necesario salir de la Iglesia católica para poder estar en desacuerdo (y actuar en consecuencia) con la parte doctrinal de esta que no reconozca abiertamente la dignidad de las personas LGTB. Y desde luego, jamás abandonarla por el daño que haya causado y siga causando a los hombres y a las mujeres homosexuales. Quien lo hiciera, podría subvertir el propio mensaje de Jesús. Todo lo anterior queda resumido en la petición que nos hace monseñor Olivier: «Permaneced y amad a la Iglesia y, desde dentro, ayudadla a progresar en el reconocimiento de vuestro amor». Los homosexuales debemos alejarnos de la tentación de rechazar a una Iglesia que nos rechaza, al tiempo que denunciamos el compendio de unas directrices que son injustas y opresoras. Una Iglesia que se aleja del ejercicio de la comprensión y aceptación plena del hecho homosexual, necesita urgentemente de buenas dosis de generosidad, comprensión y compasión. Necesita con urgencia de aceptación (en contrapartida al rechazo que practica). Y quizás por encima de todas las demás necesidades, necesita del perdón, porque en definitiva no tiene conciencia del enorme daño que sigue causando.

El hombre y la mujer homosexuales tenemos el reto de esforzarnos en crear espacios de fraternidad abierta, donde homosexuales y heterosexuales, hombres y mujeres, clérigos y laicos, pudiéramos convivir, en línea eucarística, en solidaridad y auténtica paz, desterradas definitivamente y para siempre la condena y el rechazo.

Tras el éxodo (salida de Egipto) al pueblo israelita le esperaba la «Tierra prometida».

La Tierra Prometida de las personas LGTB es el «Sermón del Monte», y en el mismo, Jesús nos tiene en cuenta y nos nombra:

A. Bienaventurados los pobres de Espíritu (…)

El homosexual es, socialmente, pobre. Se le ha hurtado todo privilegio que la sociedad otorga al heterosexual. Privilegios y derechos: a unirse a quien ama con el reconocimiento de aquella, a poder adoptar hijos, a poder expresar libremente su amor, tal como sí lo puede expresar el heterosexual. Se le prohíbe desempeñar determinados trabajos (en el ámbito laboral de la Iglesia, ser profesor de religión, sin ir más lejos); se ve excluido de reuniones sociales y familiares por el solo hecho de ser lo que es. Y por encima de todo no tiene acceso (si es creyente) a que su amor, el que comparte con otro homólogo, pueda ser bendecido por la Iglesia a la que pertenece. Y muchos etcéteras más.

B. Bienaventurados los pacíficos (…)

El hombre y la mujer homosexuales son esencialmente pacíficos. Han sido perseguidos y violentados y muy excepcionalmente han contestado con violencia.

C. Bienaventurados los que lloran (…)

D. Bienaventurados los perseguidos (…)

Ambas bienaventuranzas se conjugan y complementan. Si algo ha sido connatural al homosexual ha sido la persecución y el llanto. Por ello Jesús nos llama bienaventurados.

E. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia (…)

Seguramente se trate de la Bienaventuranza más fácil de asumir y cumplir por el homosexual: justicia. Sí, «hambre y sed» de hacer justicia a siglos de rechazo y oprobio, de condena, de dolor y sufrimiento «gratuito», solamente porque la sociedad heterosexista dominante optara por no admitir en su seno a quienes, sin molestar ni perjudicar a nadie, deseamos libremente amar y ejercer nuestra sexualidad de modo diferente al establecido.

F. Bienaventurados los misericordiosos (…)

Inmediatamente después de la justicia, viene el aplicar la misma con misericordia. Misericordia significa «perdón». De nuevo una Bienaventuranza al pleno alcance del hombre y la mujer homosexual. Perdonar tanto agravio y sufrimiento causado por los padres y madres que no fueron capaces de comprender las circunstancias que vivíamos sus hijos. Perdonarlos, porque ellos en definitiva fueron los primeros en sufrir (y mucho). A ser misericordiosos con una sociedad que nos excluyó de todos sus parabienes y privilegios con que envolvió las «otras» relaciones (las heterosexuales) y que además nos castigó duramente con leyes opresoras y discriminatorias, incluida la pena de muerte, solo por sentir el amor y gozar del sexo de modo distinto a la mayoría social. Ser misericordiosos y perdonar a una jerarquía eclesiástica que durante siglos no ha sabido serlo con nosotros. Sí, perdón por tanta ignorancia consentida, por tanta hipocresía demostrada. Perdón para todos, pues en realidad y como seguro que diría Jesús «no saben lo que hacen». Verdaderamente ahí está la base de la misericordia y el perdón: en creer que padres, sociedad e Iglesia han torturado psicológica y emocionalmente (y en ocasiones, hasta físicamente) «porque no sabían lo que hacían». Justicia, por supuesto. También misericordia y perdón.

G. Bienaventurados seréis cuando os insulten, os persigan y levanten contra vosotros toda clase de calumnias por mi causa. Alegraos y regocijaos porque vuestra recompensa será grande en el cielo (…)

Parece como si Jesús, al pronunciar esta Bienaventuranza, estuviese pensando en todos los homosexuales que habían de sufrir insultos, persecuciones y toda clase de calumnias, a lo largo de los siglos venideros.

Me tomo la licencia de interpretar aquí las palabras de Jesús «por mi causa», en el sentido de que los homosexuales lo son porque Dios-Padre lo ha querido así. Ahora su Hijo los recuerda en el mensaje central de su doctrina, de su Buena Noticia. Más adelante (Mt 5,13 y Lc 11,33-34) se explicita por boca de Jesús: «vosotros sois la sal de la tierra… vosotros sois la luz del mundo… no se enciende una lámpara para colocarla debajo del celemín, sino sobre el candelabro…»

Así, la Comunidad homosexual está llamada a hacer realidad este provocador programa de Jesús que haría que toda la humanidad se estableciese en una auténtica Tierra de promisión, donde se verificaría al fin el sueño de vivir relaciones fraternales entre todos los seres humanos.

Esta tendría que ser la vocación específica de las personas LGTBI: liberar a la sexualidad de sus limitaciones patriarcales y heterosexistas y reintegrarla en una espiritualidad plena donde se dé gracias al Creador por habernos creado como seres sexuados. En definitiva, el amor sexual (sea homosexual o no) debería ser facilitador (y no evitador) de la comunión con lo divino en el encuentro con la otra persona. Más aún, la actividad sexual debería conllevar un nuevo enfoque del placer, alejándolo de la mera genitalidad, en la que los amantes podamos experimentar una clara sensación de trascendencia que rebase la realidad de los límites físicos. Los hombres y las mujeres LGTBI estamos en disposición privilegiada de ahondar en esta vertiente espiritual liberados, como estamos, de tener que centrarnos en tareas reproductoras y en el debate secular de si estas son las que agradan a Dios y bendice a los que las practicamos y condena a los que no.

Y es que, al final del arcoíris, nos aguarda un no definitivo a la violencia endémica del ser humano, a la opresión de unos sobre los otros. Por el contrario, nos espera un sí total a la paz, a la solidaridad, a la generosidad y la gratuidad. Un sí definitivo e inclusivo al Reinado de Dios en la Tierra

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Escuchar la Voz de Jesús en una Iglesia que Excluye

Lunes, 1 de mayo de 2023
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La publicación de hoy es del colaborador invitado Mark Guevarra. Después de ser despedido como Asociado Pastoral por no revelar el estado de su relación, Mark se ha convertido en un defensor de la inclusión LGBTQ+ en la iglesia. Mark es un estudiante de doctorado en Graduate Theological Union, en Berkeley, California, con interés en la sinodalidad. Mark es miembro de la junta de Concerned Lay Catholics.

Las lecturas litúrgicas de hoy para el cuarto domingo de Pascua se pueden encontrar aquí.

Tratar de escuchar la voz de Jesús es difícil como católico y aún más difícil como católico LGBTQ+. No es nada menos que un milagro que las personas LGBTQ+ permanezcan en la iglesia.

Como la mayoría de los niños, crecí aprendiendo a ser obediente a las figuras de autoridad en mi vida: padres, seres queridos y maestros. Para los católicos, se agregan a esta lista los sacerdotes, los obispos y el Papa. Si eres criado con una espiritualidad saludable y bien formado en la fe, con el tiempo nos sintonizamos más con la voz de Jesús y diferenciamos la voz de Jesús de las figuras de autoridad de la iglesia en nuestras vidas.

Pero esto no siempre es fácil dado que nuestra teología, liturgia y estructuras eclesiásticas pueden hacer que las personas confundan la voz de Jesús con la voz de los sacerdotes, obispos y el Papa. Después de todo, los sacerdotes actúan “en la persona de Cristo” en la Misa, los obispos son descritos como pastores y el Papa fue históricamente definido como el Vicario de Cristo. En el mejor de los casos, escuchar la voz de Cristo en nuestro clero puede motivar a las personas a actuar con justicia y caridad. En el peor de los casos, confundir la voz de Cristo con la del clero puede intensificar el pecado del clericalismo y conducir a abusos de poder y sexo.

En el Evangelio de hoy, cuando Jesús usa la analogía de los ladrones y bandidos que descarrían a las ovejas, no es difícil imaginar los pecados de nuestro clero. Muchos comentaristas de la Biblia interpretan este pasaje en el contexto de los argumentos de Jesús con los fariseos, y así interpretan las críticas punzantes de Jesús como centradas en ellos. E incluso el Papa Francisco ha leído las críticas de Jesús a los fariseos como base para sus críticas punzantes al clericalismo.

El Papa está profundamente preocupado por los “ladrones y bandidos” que hacen que el Pueblo de Dios pierda la fe por completo. La voz de Jesús se ha ahogado tanto que innumerables católicos han abandonado la iglesia, muchos de los cuales son personas LGBTQ+.

Muchas de estas personas sufrieron, incluso sin saberlo. Muchos tienen ira y frustración sin procesar. Muchos se sienten traicionados. Sin una guía saludable, sin el apoyo de la familia elegida, sin aquellos que caminaron por el camino y sobrevivieron y prosperaron, sin la espiritualidad y los sacramentos, muchas personas LGBTQ+ se calman a sí mismas con conductas autolesivas.

Estas realidades son la razón por la cual es tan importante tener parroquias, grupos y organizaciones católicas que apoyen a las personas LGBTQ. Hace más de 20 años, encontré apoyo con Dignity Canada Dignité, y no mucho después conocí a la Hna. Jeannine Gramick, leí su libro y encontré inspiración en New Ways Ministry. Encontré apoyo en una parroquia acogedora LGBTQ+ y en amigos católicos homosexuales mayores que escucharon la voz de Jesús y caminaron por el camino que me adelantó.

Espero y rezo para que la exclusión de las personas LGBTQ+, que se capturó en los resúmenes de los sínodos en todo el mundo, se aborde de manera significativa cuando los líderes de la iglesia se reúnan para la primera sesión del sínodo en Roma en octubre. A medida que nos convertimos en una iglesia sinodal, debemos hacer obras de justicia restaurativa para disculparnos y reconciliarnos con aquellos que han sido marginados. Debemos curar los daños causados. Debemos cambiar estructuras y teologías dañinas en la iglesia que rechazan y excluyen a las personas. Debemos formar a los seminaristas para que huelan como sus ovejas, y todos los católicos deben estar formados para escuchar la voz de Jesús en los demás, comenzando por los pobres, descartados y marginados.

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Cuando el Papa Francisco proclama que el Señor desea que la iglesia sea sinodal en el tercer milenio, quiere decir que debemos ser una iglesia que pueda escuchar la voz de Jesús. Primero, debemos ser formados para confiar en que Jesús nos está hablando de muchas maneras, algunas de las cuales incluso son sorprendentes. Desde la proclamación del Vaticano II de que el Espíritu sopla donde quiere, hemos luchado por confiar en esa verdad. Nuestra formación religiosa y espiritual debe cultivar la creencia fundamental de que Dios nos habla de muchas maneras.

En segundo lugar, debemos estar capacitados para escuchar correctamente. La creciente espiritualidad de la sinodalidad puede ayudar en esto. El manual del sínodo dice que debemos escuchar con la mente y el corazón abiertos. Debemos ser vulnerables, humildes y empáticos.

Tercero, debemos ser formados para discernir individual y comunitariamente la voz de Jesús. El Papa Francisco sugiere dos conjuntos de criterios: las Bienaventuranzas y las obras de misericordia. Los católicos debemos reconocer que la voz de Jesús nos habla a través de las voces de los más pequeños entre nosotros: aquellos que han dejado la iglesia, aquellos que han sido dañados por ella, hermanos de otras iglesias cristianas, personas de otras tradiciones religiosas y personas que no pertenecen a una tradición religiosa o de fe. Los católicos deben estar capacitados para escuchar con el corazón y confiar en lo que Jesús podría estar enseñándonos en el otro.

Cuarto, debemos responder con amor y hacer obras de justicia restaurativa. Para los católicos LGBTQ+, eso puede comenzar con los líderes de la iglesia ofreciendo disculpas formales y comprometiéndose a caminar hacia la reconciliación. Esa respuesta también debe incluir un cambio sistémico y una profundización de las teologías.

Hacer todo esto requerirá un cierto morir de uno mismo. Los comentaristas de la Biblia notan que a lo largo del evangelio de Juan, incluso en el pasaje de hoy, Jesús usa la imagen del Antiguo Testamento de Dios como pastor, para acentuar quién es Jesús como Mesías. Sin embargo, lo que diferencia a Jesús como pastor en el evangelio de Juan, es que él da su vida por sus ovejas. Este modelo de pastor es el camino para entrar en los pastos que verdaderamente llenan, el camino para ser salvos por medio de Cristo, el camino para tener vida en abundancia.

A medida que continuamos celebrando a Cristo Resucitado en este tiempo de Pascua, que abramos nuestros corazones para escuchar a Cristo unos en otros, y respondamos con amor, para que todos puedan ser salvos.

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Guevarra con su pareja, el reverendo Mark Chiang (derecha), ministro de la Iglesia Presbiteriana de St. Andrew en Edmonton. (Proporcionada)

—Mark Guevarra, 30 de abril de 2023

Fuente New Ways Ministry

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