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Dejarse llevar

Domingo, 10 de marzo de 2019
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Jesus_en_el_desiertoSigue a tu corazón, pero lleva contigo a tu cerebro. (Alfred Adler)

10 de marzo. Domingo I de Cuaresma

Lc 4, 1-13

Jesús, lleno del Espíritu santo, se alejó del Jordán y se dejó llevar por es Espíritu al desierto

No es un dejarse llevar por las sirenas al mundo de los sueños, donde la mente no piensa y se pierde en pensamientos yermos que desvalijan cosechas dejando los graneros de las conciencias vacíos, ni un caminar por el desierto, tentados por el demonio con una oferta de poder, semejante a la que Lady Macbeth hacía al protagonista de la ópera Macbeth, de Giuseppe Verdi, con estas tentadoras palabras de señorío:

“¡Ven! ¡Apresúrate! ¡Quiero encender
tu frío corazón!
Yo te daré valor para cumplirl
a audaz empresa;
las videntes te prometieron
el trono de Escocia”.

Son brisas que estimulan voluntades y empujan los sentidos a recoger las mieses del verano, sembradas con esperanza en el campo personal de primavera.

“Sigue a tu corazón, pero lleva contigo a tu cerebro”, dijo el Alfred Adler, médico y psicólogo austríaco, que. me invita a poner rumbo sobre las olas hacia un perenne crecimiento.

Del viento aprendemos a dejarnos llevar. No puedes guiar al viento, pero puedes cambiar tus velas de dirección. Navegando hacia el Norte a todo trapo, descubrirás una isla de belleza desnuda, milagrosamente virginal en apariencia, aunque milagrosamente embarazada por el Espíritu Santo para que tu puedas transformarla tratándola con mimo.

Claude Debussy compuso una obra en la que invita a los niños a dejarse llevar, y disfrutar de muchas cosas. Un concierto que integra la narración, la manipulación de objetos, la visualización de obras de arte y la interpretación al piano para hacer de la música de Debussy una auténtica aventura para niños y mayores, un monumento musical construido sobre siete movimientos:

Todo comienza en París – Vals ‘La plus que lente’
Juegos bajo la lluvia – Jardins sous la pluie
Cae la noche – Claire de lune
Amigos furtivos – La danse de Puck
Nieva – The snow is dancing
Ruge la tormenta – Ce qu’a vu le vent d’ouest
Hay otros mundos – Minstrels

La Caja de Música -todo aquello que le gustaba de la vida- estaba dentro del piano  y en él cabían muchas cosas: un paraguas, un libro, la nieve, el viento…, porque el piano es la caja en la que Debussy metía sus cosas favoritas, sacando de ella esas formas convertidas en música.

¿Incluso la luna estaba dentro del piano? (“¡Chi lo sa!…”)

Cuando buscamos dentro de nosotros mismos lo encontramos siempre

En la cara oculta de esta frase: ama y haz lo que quieras, está la historia del cristiano. Jesús de Nazaret, un Maestro que con su vida en la que tienen cabida silencios y palabras; oración y acción, porque quizá, sólo con él y como él, sí que podemos decir con San Agustín “Ama Deum et fac quod vis”.

En la película X, uno de los protagonistas dice: “¿Y qué pretendes con esto?” A lo que otro responde: “Encontrarme a mí mismo”. Una búsqueda que cuando es sincera, produce siempre abundante fruto.

Escena cuarta del Acto II, de la ópera Nabuco, de Giuseppe Verid, en la que los hebreos, desterrados a Babilonia, entonan el famoso Coro “Va’, pensiero, sull’ale dorate”;

VA´, PENSIERO

¡Vuela pensamiento, con alas doradas,
pósate en las praderas y en las cimas
donde exhala su suave fragancia
el aire dulce de la tierra natal!

¡Saluda a las orillas del Jordán
y a las destruidas torres de Sión!
¡Ay, mi patria, tan bella y abandonada
¡Ay recuerdo tan grato y fatal!
Arpa de oro de los fatídicos vates,
¿por qué cuelgas silenciosa del sauce?

Revive en nuestros pechos el recuerdo,
¡háblanos del tiempo que fue!
Canta un aire de crudo lamento
al destino de Jerusalén
o que te inspire el Señor una melodía
que al padecer infunda virtud.

 

Vicente Martínez

Fuente Fe Adulta

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No tentarás al Señor, tu Dios

Domingo, 10 de marzo de 2019
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158524_desierto.jpgI Cuaresma. (Lc 4, 1-13)

Cuaresma y tentaciones. Cuaresma: Psicodrama de nuestra vida: Del miércoles de ceniza al domingo de la Resurrección. En compañía (comunidad) y con la confianza de un final feliz. Tentaciones: De usar a Dios a nuestro servicio o ponernos nosotros a su servicio en los hermanos.

Cuaresma es un tiempo de preparación, con ayuno, oración y limosna, para lo que nos aguarda: la Pascua de Resurrección. La Cuaresma es tiempo de reflexión, aprendizaje y discernimiento sobre la evolución y desarrollo de nuestras posibilidades como ser humano pleno. Revisión de vida, de proyectos y metas, de objetivos y rutas. Lo podemos comparar con el trabajo necesario para preparar unas oposiciones a notaría.

El primer domingo de Cuaresma, en los tres ciclos litúrgicos, leemos el relato de las tentaciones de Jesús, en sus distintas versiones: Mt 4, 1-11. (Ciclo A); Mc 1, 12-15. (ciclo B); Lc 4, 1-13. (Ciclo C). Esto nos debe hacer pensar que es importante, para la tarea de preparación a la Pascua y revisión de nuestra vida, empezar por las tentaciones, las de Jesús y las nuestras. Cuaresma y tentaciones se conjugan.

El relato de las tentaciones de Jesús en el desierto tiene un carácter simbólico que las primitivas comunidades cristianas lo supieron traducir e interpretar como mensaje de liberación para ellas. Jesús, al iniciar su tarea como mesías libertador, tuvo tentaciones que le proponían desviaciones de su propósito y misión. Que Jesús fuera tentado lo humanizaba a su vista. Que lejos de ver en las tentaciones de Jesús un menoscabo de su personalidad, las tentaciones le hacían más cercano a la vida de sus seguidores. Si Jesús fue capaz de vencer las tentaciones, con la fuerza del Espíritu, ellos también podrían. La vida de Jesús y su mensaje así les parecía un modelo posible humanamente. Nosotros también podemos sacar las mismas conclusiones y alguna más. Por ejemplo: La tentación no significa nada negativo ni desmoralizante. Es ocasión de reconocimiento de nuestra vulnerabilidad y límite, pero también de la posibilidad de superación y crecimiento.

Los textos evangélicos sitúan las tentaciones de Jesús en un lugar y tiempo muy precisos aunque esas tentaciones, por genéricas y ejemplarizantes, le debieron de rondar a Jesús, como a cada uno de nosotros, siempre y en todo lugar mientras vivió en la tierra. Las tentaciones nos presentan la humanidad de Jesús. Tentado como todo humano. Con ellas nos da ejemplo de la vivencia de la vulnerabilidad, límites, errores y debilidades que los humanos tenemos.

La tentación, en Jesús y nosotros, es la posibilidad de desviarse del buen camino emprendido. Renunciar al proyecto empezado. Es la lucha que todo humano sostiene entre las pulsiones de vida y las de muerte, el bien y el mal, la humanidad y la inhumanidad que nos constituyen. A su vez, vencer la tentación es mantenerse fiel a la misión emprendida a pesar de la duda y la incertidumbre. El afrontamiento y éxito contra la tentación exige lucidez en el discernimiento de la meta propuesta, vigilancia y esfuerzo en el camino, y fidelidad al compromiso.

El denominador común de las tres tentaciones que, a vía de ejemplo, los textos bíblicos narran es: Servir a Dios o servirse de Dios. Dios y yo.  Tomemos como prototipo la tercera tentación. “Entonces lo llevó a Jerusalén y lo puso en el alero del templo, y le dijo:  Si eres hijo de Dios, tírate de aquí abajo, porque está escrito: Encargará a los ángeles que cuiden de ti, y también: Te sostendrán en sus manos, para que tu pie no tropiece con las piedras. Jesús le contestó: Está mandado: No tentarás al Señor, tu Dios”.

En Jerusalén, en lo alto del templo, el maligno tienta a Jesús con la seguridad, la garantía, la tranquilidad que le dará saber que Dios hará todo por él. Que mandará a legiones de ángeles en su ayuda si lo precisa. Dios será su servidor. Estará al quite de cualquier demanda. La propuesta es “tentadora”. La respuesta es misteriosa: No tentarás al Señor, tu Dios. Es decir, si Jesús hace lo que el maligno le propone, “probar” a Dios, usar a Dios a su capricho, instrumentalizar a Dios, está tentando a Dios. Esto nos tiene que hacer pensar cuándo nosotros podemos estar tentado a Dios.

En la educación cristiana tradicional la imagen de Dios aprendida es bastante negativa para Dios y para sus creyentes.  Dios era un factotum, que  estaba en los cielos y desde allí intervenía, a su voluntad, en la marcha de la creación. El creyente, con creer (no se sabía muy bien que era eso) y cumplir los mandamientos tenía bastante. Frente a esta educación, ahora sabemos que otras imágenes de Dios y del creyente son posibles y necesarias. Que esas imágenes son evolutivas que tienen que ir cambiando al unísono con nuestra propia evolución como personas en constante desarrollo. Ejemplo de ese cambio: Del dios en los cielos al Dios encarnado en toda realidad, en la creación y en cada ser humano. Del Dios todopoderoso al Dios que me necesita, al Dios que tengo yo que ayudar (Etty Hillesum).  A su vez, la evolución de la idea de Dios arrastra la evolución de la idea de lo humano.

Si tentar a Dios es usarle de mala manera, tengo que revisar mi modo de usar a Dios desde la idea actualizada de Dios. Si pienso en un Dios encarnado en su creación como fundamento de todo lo que existe. También encarnado en mí y constituyendo mi esencia, siendo el ser de mi ser, el fondo de mi ser profundo y verdadero. Si Dios es inmanente y transcendente a la vez. Si me ha hecho a su imagen y semejanza.  Si Dios me ha creado creador para que continúe su obra, si me ha dotado de todo lo necesario para esa misión, no puedo ridiculizarle haciendo de Él un bombero que acude a todos los fueguitos que monto, ni haciéndole venir de ninguna parte. No está fuera de la creación. Tengo que poner a Dios en su sitio: en todo y descubrir la unidad de todo en el Todo, sin confusión. Y es segundo lugar tengo que asumir mi autonomía, libertad y responsabilidad en la creación.

Como conclusión: Examina tus tentaciones en este tiempo de cuaresma, tentaciones no solo ni principalmente de orden moral. También las de orden social y espiritual. Revisa cómo puedes estar “tentando” a Dios. Por ejemplo: No usando todo lo que te ha dado para tu crecimiento y logro de tu plenitud humana. Todo ya te lo ha dado. Pero tú lo tienes que poner en rendimiento. Activarlo. Tienes que desplegar tus recursos y posibilidades. Eres un ser con posibles. Ya eres lo que quieres ser. No esperes lo que ya tienes. “Tientas” a Dios si renuncias a tus posibilidades. Si renuncias a tu vocación. Dios te ha creado cocreador con Él en esta creación continuada que es la historia humana. Te ha dotado de recursos para que los gestionen en favor de tus hermanos. Lo que has recibido gratis, gratis lo tienes que dar. Este es el salto mortal que debes ensayar esta cuaresma: De pedir que Dios te ayude a ayudar tu a Dios (Etty Hillesum). Para ello: Oración, ayuno y limosna.

África de La Cruz Tomé

Fuente Fe Adulta

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Tener, poder, aparentar

Domingo, 10 de marzo de 2019
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Peru_Hunger_Cloth_Luke4_71010 marzo 2019

Lc  4, 1-13

Los evangelios sinópticos –Marcos (1,12-13) apenas mencionándolo; Mateo (4,1-11) y Lucas (4,1-13) desarrollándolo ampliamente– construyen el “relato de las tentaciones” de Jesús, justo al inicio de su actividad pública, con una clara intencionalidad: mostrar que esas trampas acecharían al Maestro a lo largo de toda su existencia.

De hecho, una de ellas –la tercera, en el relato de Lucas; la segunda, en el de Mateo– aparecerá incluso con las mismas palabras en las imprecaciones que dirigen al crucificado: “Si es rey de Israel, que baje ahora de la cruz, y creeremos en él” (Mt 27,42).

Que se trata de una “construcción” legendaria parece claro, no solo por el hecho de que no aparece en el evangelio de Marcos, al que los otros dos siguen, sino porque, tal como lo relatan, es claro que no hubo ningún testigo de lo que ahí se narra.

La finalidad del relato es, por tanto, teológica y, más profundamente aún, antropológica. Por un lado, muestra a Jesús enfrentándose al mal –personificado en el diablo– y venciéndolo. Por otro, nombra con precisión las que constituyen las trampas que acechan a todo ser humano y que se erigen en programa de vida en cuanto nos identificamos con el ego.

Dado que el ego se define por la carencia, todo su empeño consiste en tratar de colmarla. Como un parásito que vive de la energía que roba, el ego funciona a través del mecanismo de la apropiación, aferrándose a todo aquello que puede otorgarle una sensación de existir. Y tal afán se concreta, justamente, en el tener, el poder y el aparentar.

Mientras ve que posee riquezas, ostenta poder y refleja una imagen plausible, el ego se siente vivo y cree haber logrado la seguridad de la que, por su propia naturaleza, carece. Lo cual significa que, en tanto dure la identificación con el yo, es imposible sortear aquellas trampas.

Son trampas porque son inconsistentes, generan sufrimiento –personal y colectivo– y nos mantienen en la ignorancia acerca de quiénes somos.

Son inconsistentes: todo aquello a lo que nos aferramos, lo acabaremos perdiendo; la vida es un soltar permanente. Como alguien ha dicho, “hay quienes se inflan como un globo de helio con un título, un cargo, un cuerpo fit, un apellido o una cuenta bancaria, y se olvidan de que vivimos en un mundo lleno de alfileres”.

Generan sufrimiento: todo apego genera sufrimiento porque, debido a la naturaleza impermanente de todo objeto, conlleva frustración. Sufre la persona que se había aferrado a algo y, en el camino, provoca dolor de todo tipo a los demás.

Nos mantienen en la ignorancia: porque nos llevan a identificarnos con aquello a lo que nos aferramos: la riqueza, el poder o la imagen. Con lo cual, se cumple lo que han advertido los sabios: lo que poseemos, nos posee. Somos libres de todo aquello que soltamos y esclavos de todo aquello a lo que nos apegamos.

Jesús, hombre sabio, supera la trampa, apelando a la sabiduría, es decir, a la comprensión profunda de su verdad –eso es lo que significa la referencia a los textos sagrados de la Torá–. Solo cuando comprendemos que no somos el yo separado, sino la Vida misma que toma temporalmente forma en este yo, se produce la liberación de los apegos. Hemos encontrado la “casa” y la seguridad, que no son separadas ni distintas de lo que somos. La comprensión de nuestra verdad hace cesar las pesadillas de pedigüeño.

¿Dónde busco la seguridad?

Enrique Martínez Lozano

Fuente Fe Adulta

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El Diablo no es un señor al que Dios le permite tentar al personal.

Domingo, 10 de marzo de 2019
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imagesDel blog de Tomás Muro La Verdad es libre:

La Creación un acto de Amor

  1. El diablo.

         En el primer domingo de cuaresma leemos y recordamos las tentaciones del Cristo y del ser humano.

         Era natural que se echase mano de la figura del diablo. Pero a estas alturas de la vida y del pensamiento cristiano no podemos creer que el diablo sea un personaje, un señor al que Dios le permite que ande por ahí haciendo el “canelo” con un tridente, oliendo a azufre y a la caza y captura de clientes para el infierno. Sería -es- un infantilismo carnavalero.

         Diablo es lo contrario de símbolo.

Los símbolos centran, concentran significados: banderas, colores, anagramas, etc. representan pueblos, instituciones, movimientos, etc.

Diablo es lo que puede descentrar la libertad humana. Hay realidades en la vida que pueden despistar nuestra libertad: el dinero, la comida, el sexo, etc.

         La cuestión del diablo y de las tentaciones radican en la libertad humana, no en un señor que pulula por ahí.

  1. un relato entramado de símbolos.

         El relato de las tentaciones de Jesús es un entramado de símbolos que evocan el Éxodo, la libertad, los cuarenta días / años de desierto, es decir: toda la vida caminando para llegar a la Tierra de Promisión.

         Toda vida humana es un Éxodo, un camino, una nostalgia (un intento) de absoluto, una promesa de tierra de plenitud.

  1. ¿Dios nos creó, pero le salió mal la creación?

         Decimos y creemos que Dios es creador. Pues bien, cuando Dios crea, lo hace con amor y con todas sus consecuencias.

         Si Dios crea la tierra, no pensemos que luego va a evitar los terremotos. La tierra, el universos y los pluriversos tienes sus leyes y pueden ocurrir catástrofes, que Dios no va a evitar.

         Si Dios crea los mares, luego no va a evitar que se den maremotos.

         Si Dios crea libre al ser humano, el hombre puede equivocarse y hacer el mal (pecado).

         Las criaturas no somos dioses, somos limitados, corruptibles porque así nos ha creado Dios. Los humanos somos débiles y estamos llamados a morir. Dios nos ha creado siendo muy consciente de que podemos fallar.

04    La creación no es un acto de poder, sino de amor.

La clave para acercarse al misterio de Dios creador no es su poder, sino su amor.

Aunque Dios es todopoderoso, sin embargo la relación de Dios con el hombre no es desde la omnipotencia, sino desde el amor. Dios es amor (1Jn 4,16).

Cuando Dios emplea su poder (como su justicia), está regido por su amor hacia el mundo y hacia los seres humanos, (27).

Si Dios usara sin más el poder para suprimir todo mal, violentaría la creación, y, sobre todo, al hombre en su dignidad y libertad. Y la condición del amor es dejar a los otros ser lo que son en su identidad profunda. La permisión del mal es inherente a un Dios que transmite y respeta la vida, (Segundo Galilea).

        El ser humano es libre y en el ejercicio de su libertad puede elegir, decidir, y se puede equivocar incluso puede actuar mal. La única manera de evitar las equivocaciones y el mal es no creando al ser humano, no creando las cosas ni la creación. Pero es mejor vivir la miseria humana con esperanza, con Éxodo y Tierra de Promisión que no vivir.

Mundo (360)Por eso Dios crea con amor, aun a riesgo de que el ser humano se corrompa y se frustre.

Estamos en el núcleo del problema del mal, del misterio del mal.

La clave para iluminar el problema del mal es otra vez el amor de Dios. Por el amor que Dios nos tiene, es el único que puede transformar los males en bien final.

La solución al problema del mal humano, del pecado está en JesuCristo. Jesús crucificado es la razón última de la esperanza cristiana, de la liberación, de la Tierra de promisión. Jesús crucificado y no mis fuerzas, ni mi voluntarismo, es donde queda superado el aparente absurdo del mal inevitable.

Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para salvarlo.

(rezamos todos juntos estas palabras de San Pablo)

¿Quién nos separará del amor de Cristo?

¿El sufrimiento, la angustia, la persecución, el hambre,

 la desnudez, el peligro, la muerte violenta?

Estamos siempre expuestos a la muerte.

Pero en todo esto salimos más que vencedores

por medio de aquel que nos amó.

Nada podrá separarnos del amor de Dios: ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los poderes y fuerzas espirituales, ni lo presente ni lo futuro,

ni lo alto ni lo profundo ni ninguna otra de las cosas creadas por Dios.

¡Nada podrá separarnos del amor que Dios nos ha mostrado en Cristo Jesús,

 nuestro Señor!

(Romanos 8, 35-37)

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Jesús un galileo mesiánico existió.

Martes, 29 de enero de 2019
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BlackJesus“Tengo 77 años. Nací en Chipiona y vivo en Bayona. Soy filólogo de textos en griego del cristianismo primitivo. Estoy recasado y tengo dos hijos, Zahra (44) y Antonio (39), y dos nietos. ¿Política? Voté PSOE.., y quizá vote Ciudadanos. Soy spinoziano: si hubiera Dios, sería el cosmos”.

Piñero vive en el siglo I. Habla con personajes de entonces de tú a tú y en el griego de entonces. Es un laico que lo sabe todo de la religión cristiana, el origen de cada detalle. Aprendo con él a cada frase, así como del enjundioso libro que acaba de publicar: Aproximación al Jesús histórico (Trotta), en el que concluye que Jesús existió realmente, que fue un galileo carismático al que sus seguidores vestirían luego con ropajes divinos. Retirado en Galicia para escribir en “magna paz y soledad”, Piñero (www.antoniopinero.com) prepara ahora una edición de los libros del Nuevo Testamento desde el ángulo de la historia y la crítica literaria, que se publicará el año entrante.

¿Existió Jesús?

¿Qué Jesús?

El del Evangelio. ¿O acaso hay otro?

Sí: el Jesús histórico, Yeshua ben Yosef.

¿No es histórico el Jesús del Evangelio?

Es un Jesús idealizado, recreado, mitificado, endiosado, adornado, medio inventado. Pero por debajo de este Jesús evangélico…

¿Qué?

…adivino al muy real Yeshua ben Yosef, un galileo del siglo I, hombre de carne y hueso.

¿Nació en Belén?

No. Eso es invención.

¿Dónde nació, pues?

Quizá en Nazaret. En todo caso, en Galilea.

¿Le visitaron en la cuna unos Reyes Magos, siguiendo una estrella?

Estrella y Magos son leyenda.

¿María y José fueron sus padres?

Sí. Y Yeshua tuvo un hermano, Jacobo (Santiago). Pero según los evangelistas Marcos y Mateo tuvo más hermanos.

¿Le adoraron unos pastorcillos al nacer?

Más invención.

¡Pero qué bonita! No me estropee el belén navideño…

Muy bonita: haga su belén, haga…

¿Qué sabemos de cierto sobre Yeshua ben Yosef, el Jesús histórico?

Que era carpintero. Que estudió la ley judía por su cuenta. Que quizá se casó, quizá no. Predicó. Tuvo discípulos. Anduvo en Jerusalén menos de un año… y la autoridad romana le ejecutó, por sedición. El hombre fracasó en su familia, en su empresa, en su acción pública… ¡Fracasó en todo!

Pero fundó una religión.

¡Jamás lo pensó! Judío fariseo observante…

¿Fariseo?

Una facción judaica: decían que si cumplías la ley judía, resucitarías con tu cuerpo en el cielo, y luego Israel dominaría el mundo. Y seguiría el paraíso celestial en la tierra.

El Reino de este mundo.

Eso es. ¡Que estaba cerca!, eso predicaba Yeshua: purifícate para salvarte, ¡estás a tiempo! Lo explicitó en su parábola del hijo pródigo, ¡bellísima hasta las lágrimas!

Resúmala.

El hijo pequeño (tú mismo) se va por ahí con su parte de la herencia del padre (Yahvé) y la dilapida en mujeres y vino. Pero el padre siempre le espera. Al hijo mayor le parecerá injusto que el padre organice una gran fiesta para celebrar el retorno del hijo menor…

¡Pero así de misericordioso es el Padre!

Eso es: era el modo de decir a los judíos que si volvían al camino de la vieja ley judía, salvarían el alma, ¡aún en el último segundo!

¿Y cómo se veía Yeshua a sí mismo?

Como profeta, un profeta importante.

¿Pero no como el hijo de Dios?

Eso no. Al final de su vida, sí pretendió ser el Mesías-Rey que Israel estaba esperando. ¡Y justamente por eso fue crucificado!

¿Por rebelión política?

Religión y política se confunden: Roma crucificaba a todo sedicioso contra la majestad del emperador (Tiberio), y le clavaron el ­INRI en la cruz: “Iesus Nazarenus Rex Iodeorum” (Jesús nazareno, rey de los judíos).

¿Alentó Jesús recurrir a la violencia contra Roma?

No…, pero no le hizo ascos. Jesús tuvo seguidores zelotes, como Simón-Pedro: matar a un romano era para ellos un acto piadoso.

¿Había otros líderes como Jesús?

¡Muchos! Le menciono a dos: Rabí Honí, el circulero. Y Rabí Hanán. Como Yeshua, predicaban la ley mosaica y eran taumaturgos.

¿Taumaturgos?

Hacedores de prodigios: milagreros, exorcizaban y sanaban. Honí trazaba un círculo en el suelo a su alrededor y clamaba a Yahvé: “¡No me moveré de aquí, ni comeré ni beberé hasta que llueva sobre Israel!”. Y llovía.

¿En qué fue original Yeshua?

En el Sermón de la Montaña: dijo que más allá de que observes la letra de los 623 preceptos del Pentateuco, ¡hazlo de corazón!

¿Y “ama al prójimo como a ti mismo”?

Está en Levítico 19: todo judío es convertible, salvables para el Reino, hay que amarle.

¿Qué fuentes documentan a Yeshua?

Una carta del estoico sirio Mara Bar Saradioan. Alusiones de Suetonio y Tácito. El libro 18 de Antigüedades de Flavio Josefo.

¿Qué cuenta de Jesús?

Incluye a Yeshua en una lista de individuos que perjudicaron al pueblo judío… por haberse dedicado a calentar los cascos de la gente tanto… que les arrastró a la catástrofe colectiva, a resultar aplastados por Roma.

Imaginar un mundo mejor gusta mucho… ¿Y cómo nació el cristianismo?

Con el judeo-romano Pablo: sostiene que Jesús desciende de la casa del rey David y que, tras resucitar, es Hijo de Dios.

Diviniza así a Yeshua.

Y les dice a los paganos: os salvaréis sin ser judíos, sin circuncidaros, ¡basta con creer, bautizarte y fundirte con Jesús en la misa! Pablo quiere completar el plan de Jesús.

¿Qué plan?

Si Jesús se sacrificó por todos fue para que la vieja promesa de Yahvé a Abraham se materialice: convertidos ya todos a la fe de Yahvé, sumados todos los judíos y los pagano-cristianos, descenderá a la Tierra el Reino Celestial, ¡leche y miel para todos!

Publicada en La Contra, de La Vanguardia

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Lo “bi” en la Bi-blia, por Carlos Osma

Lunes, 28 de enero de 2019
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people-2557410_1920De su blog Homoprotestantes:

La identidad “bi” de Jesús fue un tema que levantó mucha controversia en los primeros siglos del cristianismo. Hubo dos tendencias para intentar explicar cómo era eso de ser “bi” en Jesús representadas por las escuelas de Alejandría y Antioquia. Los alejandrinos ponían en primer plano la divinidad de Jesús, y tendían a minimizar su humanidad, mientras que los antioquenos hacían exactamente al contrario. Pero propuestas había de todo tipo y grado: Cristo era divino pero no tenía un espíritu humano, Cristo era hombre y Dios pero sin mezcla alguna de ambas naturalezas, la naturaleza humana de Cristo fue absorbida por la divina, etc… A primera vista uno puede pensar que estas discusiones ni nos van ni nos vienen, o que a falta de Facebook, Instagram o Twitter, nuestros antecesores cristianos estaban igualmente dispuestos a perder el tiempo en cosas que tenían poco que ver con la realidad. Aun así no os dejo con la duda, y os explico que la propuesta que finalmente tuvo más followers se estableció en el Credo de Calcedonia [1] del año 451 d.C. y afirma que Jesucristo es verdadero Dios y verdadero hombre, y que ningún medio de distinción de naturalezas desaparece por dicha unión.

Antes de seguir con mi reflexión, intentaré hacer una última aclaración de lo que he dicho en la introducción para todos aquellos lectores LGTHIQ que se hayan perdido a mitad de párrafo (cambio la b de bisexuales por la h de heterosexuales, porque los “bi” saben mejor que yo lo que voy a decir, y porque hoy me he levantado inclusivo). Tomemos como ejemplo una persona bisexual; algunos pensarán que en realidad es una persona gay que no se acepta, otras que es una heterosexual confundida, los más ecuánimes afirmarán que es 50% homosexual y 50% heterosexual, y los progres que depende del día se levanta gay o hetero. Lo que vendría a decir el Credo LGTBIQ de Calcedonia es que las personas bisexuales son siempre 100% bisexuales, capaces de enamorarse de una persona del mismo sexo sin dejar de sentirse atraídas por las de distinto, o de diferente sin dejar de suspirar por las del mismo. Reconozco que la aclaración tiene sus lagunas, pero aún así espero que haya sido clarificadora. Si no es así, podéis eliminarla de vuestro cerebro y quedaros con el original: Jesucristo es verdadero Dios y verdadero hombre, y ningún medio de distinción de naturalezas desaparece por dicha unión.

Toda esta larguísima introducción, con aclaración incluida, viene a cuento porque quería hablar de la Bi-blia, o mejor dicho de la manera que tenemos de entenderla, de aproximarnos a ella. Y no estoy mezclando churras con merinas, porque existe una tendencia clara e influyente dentro del cristianismo actual que pretende sustituir a Jesús por la Biblia (o mejor dicho, por una interpretación legalista de ella). Por esta razón, el antiguo problema “bi” de Jesús, se ha trasladado a una problemática similar con la Bi-blia. Hay personas que se encuentran cómodas con afirmaciones como “La Biblia es una reflexión humana que intenta aprehender y comprender lo divino”, mientras que otras, se aferran a la base doctrinal de algunas iglesias que reconocen únicamente “la divina inspiración de la Biblia”. Dicho de otra manera: la Biblia o es una cosa o es otra, pero no puede ser las dos cosas al mismo tiempo. Y aunque muchas de ellas acaben por reconocer a regañadientes esa doble naturaleza, a la hora de reflexionar sobre algún texto bí-blico, lo “bi” no tiene demasiada importancia. Cierto es también que muchos y muchas defensoras de tener en cuenta la doble naturaleza, se pasan la noche y el día determinado qué elementos son humanos y cuáles divinos. Y uno siempre se queda con la duda, de si lo divino es lo que tiene que ver con la ideología que profesan, y lo humano con la que profesa la hereje y pecadora vecina.

Pero mejor me centro y voy a lo mío, porque el problema más grave al que se enfrenta el cristianismo hispano es el de aquellos que pretendiendo quedarse para ellos la Bi-blia, la han divinizado a su imagen y semejanza. Quizás no nos hubiéramos dado cuenta si esa imagen hubiera rebosado amor y empatía, pero sorprendentemente (y esto no les deja en buen lugar) lo que rebosa es miedo, odio y discriminación. Dicho de otra manera, por mucho que han querido situar la Biblia en el cielo de la divinidad, han acabado por enterrarla en su estrecha y aterrorizada humanidad. Así que el ejercicio al que debemos invitarles, y el que nosotros mismos hemos de practicar siempre que abramos la Bi-blia, es el de leerla con unas lentes que no pierdan de vista que es verdadera palabra de Dios y verdadera palabra humana.

Aunque para algunas la revelación haya tenido lugar en una experiencia extracorporal, y sobre todo extracerebral, lo que afirma el cristianismo es que la revelación se da de manera histórica… y eso, querámoslo o no, la condiciona. La Bi-blia no son 1189 wathsapps recibidos del cielo, sino un conjunto de libros escritos por unos seres humanos que vivían en un ambiente cultural, sociopolítico y religioso determinado. La historia ha sido el lugar escogido por Dios para revelarse, y por tanto, quien pretenda estudiar la Bi-blia como si fuera un libro divino que no puede ser analizado con métodos histórico-críticos, o con cualquier otro método científico, está ignorando por alguna razón que la Bi-blia es tan “bi” como mi amigo Luís. Y seamos sinceros, detrás de muchas de esas ignorancias encontramos manipulaciones subjetivas de aquellos y aquellas que utilizan la Bi-blia, o cualquier otra herramienta a su disposición, para decirle al resto del mundo qué deben creer y cómo deben comportarse.

A quienes no les gusta el mundo, porque son unos inadaptados, tienen miedo, o les resulta excesivamente complicado, y han decidido huir de la historia porque no son de este mundo; pues que no se lleven con ellos la Bi-blia, no les servirá de nada. No importa que la enseñen en sus seminarios o en sus iglesias, que la utilicen para decirles a los demás que deben creer que Jesús anduvo sobre el mar, que Dios condena a las personas LGTBIQ, que el Mar Rojo se abrió y se tragó el ejercito del Faraón, que las esposas deben someterse a sus maridos, o que David mató a Goliat. No importa que se autoproclamen defensores de la Palabra de Dios. En realidad niegan su naturaleza, y son sus mayores enemigos. Quienes niegan lo “bi” de la Biblia, quienes divinizan su ignorancia con ella, pueden ser todo lo evangélicos, católicos, u ortodoxos que quieran; pero el cristianismo va de otra cosa. La invitación al suicidio de la razón no puede ser el primer paso para la fe.

Únicamente cuando la Bi-blia se encarna en la realidad de los seres humanos y del resto de la creación, llega a ser Palabra divina que nos interpela. Solo cuando la estudiamos y profundizamos en ella, como lo haríamos con cualquier otra obra humana, para entender cómo, porqué y para qué se escribieron cada uno de sus libros, empezamos a percibir que Dios puede hablarnos a través de ella. Y solo cuando la leemos a partir de las enseñanzas y ejemplo de Jesús, lo hacemos como cristianos. Quienes afirman que Dios ha dado un valor absoluto a los condicionantes que dieron lugar a la aparición de los textos bí-blicos, y creen que estos no pueden ser actualizados, niegan lo “bi” de la Bi-blia, y por esa razón son incapaces de entenderla correctamente.

Carlos Osma

Notas:

[1] https://csalazar.org/2008/12/05/credo-de-calcedonia/

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Los calvinistas ortodoxos holandeses niegan sus derechos a gais y transexuales

Miércoles, 9 de enero de 2019
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holandesa-investiga-documento-religioso-homosexualidad_EDIIMA20190107_0428_4Unos 250 predicadores, políticos y otros ciudadanos calvinistas ortodoxos holandeses, han suscrito este fin de semana un manifiesto en contra de la homosexualidad, el matrimonio gay y las personas transexuales, que califica de “pecado aceptar la inmundicia homosexual y la transexualidad”. Se trata de la versión local de la Declaración de Nashville, presentada en 2017 en Estados Unidos por el Consejo Evangélico de las Enseñanzas de la Biblia sobre la Sexualidad del Hombre y la Mujer. En Holanda, uno de los firmantes es Kees van der Staaij, líder del partido calvinista (SGP, en sus siglas en neerlandés) con tres escaños en el Congreso y dos en el Senado. Ha sido criticado por el Gobierno de centro derecha y la Fiscalía investigará el escrito.

Ingrid van Engelshoven, ministra de Educación y Cultura, ha verbalizado la repulsa oficial con estas palabras: “La liberación sexual está lejos de haberse logrado”. Al mismo tiempo, la Fiscalía General del Estado ha anunciado este lunes la apertura de una investigación, “para evaluar la posible ilegalidad del texto”, según han indicado sus portavoces. El manifiesto afirma, entre otras cosas, que “nuestra identidad como hombres y mujeres viene determinada por el plan divino sobre la Creación y la Redención, tal y como Él revela en la Biblia”. “Los que se presentan conscientemente como homosexuales o transexuales, niegan estas enseñanzas sagradas”. Tanto el Ayuntamiento de Ámsterdam como la Universidad Libre de la ciudad, de inspiración cristiana, han izado sendas banderas con el arco iris, que representan a la comunidad LGTBIQ. Cuatro miembros de la Facultad de Religión y Teología aparecen entre los firmantes del polémico texto.

En un comunicado, Van der Staaij ha señalado que encuentra “adecuadas las nociones bíblicas sobre el matrimonio, la familia y la sexualidad de la Declaración de Nashville”. Sin embargo, la Iglesia Protestante de Holanda ha calificado el manifiesto de irresponsable. Por otro lado, algunos pastores calvinistas, como Willem Smouter, han hecho público su rechazo desde su cuenta de Twitter. “Antes decían que podías ser [gay] siempre que no hicieras nada. Ahora es peor: ni siquiera puedes serlo. No puedes presentarte como una persona con identidad homosexual. No se lo crean. Cualquiera: hombre o mujer, judío o gentil, homo o heterosexual, es acogido por Dios”, asegura.

Los liberales de izquierda, uno de los cuatro partidos de la coalición gobernante, han acusado a Van der Staaij de negar sus derechos fundamentales a miles de ciudadanos”. La Unión Cristiana, agrupación protestante también en el Ejecutivo, se ha distanciado del manifiesto porque “una rúbrica de esta clase no contribuye al debate sobre la fe y la homosexualidad; el mensaje esencial de Jesús no es una lista de cosas buenas o malas, sino una invitación a todos”, ha dicho Gert-Jan Segers, su líder y secretario de Estado de Educación. Los cristianodemócratas, igualmente en el poder, han rechazado la estrechez de miras de los calvinistas, “porque donde está Dios hay amor y cuidado, y la declaración de Nashville es lo contrario”, en palabras de Ruth Peetoom, presidenta del partido.

Dedicada a la sexualidad humana y a los roles de género, la Declaración de Nashville es un “documento de fe” emanado del Consejo Evangélico de las Enseñanzas de la Biblia sobre la sexualidad del Hombre y la Mujer, de dicha ciudad en Tennessee (Estados Unidos). En esencia, apoya “el matrimonio heterosexual, la fidelidad marital, castidad antes de la boda y el concepto de hombre y mujer definido por el sexo biológico”. En consecuencia, “está en contra de la sexualidad representada por el colectivo LGTBIQ, las uniones homosexuales, poligamia, poliamor, adulterio y fornicación”. Fue publicada en 2017 durante la Conferencia anual de la Comisión sobre Ética y Libertad Religiosa de la Convención Bautista del Sur, una denominación cristiana estadounidense que se remonta a 1845.

Fuente El País/El diario.es

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Llamada a despertar.

Lunes, 3 de diciembre de 2018
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1687ceea-dbbd-4400-9a95-ca684b4c78f1Domingo I de Adviento, 2 de diciembre de 2018. Lc 21, 25-28.34-36

En la literatura apocalíptica, los “signos” que se nombran en el texto –movimientos en el sol, la luna y las estrellas; el estruendo del mar y el oleaje; la angustia de la gente, presa del miedo y la ansiedad– hablan del final del “mundo viejo” y de la emergencia de un “mundo nuevo”. Eso hace que se equiparen a los dolores del parto, que anuncian el nacimiento de una nueva vida.

En esa situación difícil surge la tentación de recurrir a compensaciones –“vicio, bebida, agobios de la vida…”– capaces de distraernos e incluso aletargarnos durante un tiempo. Pero todos esos “trucos” tienen en común que nos adormecen y, de ese modo, abortan la novedad que pudiera producirse en nosotros.

Frente a esa trampa, tan comprensible –los humanos tendemos a huir de todo aquello que nos asusta o simplemente nos descoloca–, la lectura evangélica que se nos propone en el inicio del año litúrgico –tiempo de Adviento– es una llamada a despertar.

El “despertar” requiere atención, consciencia, presencia…, y es lo opuesto a rutina, despiste, aturdimiento, confusión… Se trata de actitudes contrapuestas que remiten a dos estados de consciencia: el estado mental, caracterizado por la identificación con la mente y el pensar, en el que terminamos aturdidos, y el estado de presencia, que se sustenta en la atención y trae consigo lucidez y libertad interior. En este segundo se utiliza la mente como una herramienta, pero no se vive en ella, sino en la atención descansada y lúcida que impide la identificación con aquella.

El estado mental constituye una especie de “lazo” –por utilizar la imagen evangélica– que atrapa y ahoga. En él terminamos siendo marionetas de nuestra mente, a merced de los movimientos mentales y emocionales que se producen en nosotros. Por el contrario, al poner la atención, tal como se experimenta en la práctica del Silencio contemplativo, se produce un efecto extraordinario: se detiene el tobogán de la mente, se frena la noria de pensamientos y sentimientos porque dejamos de identificarnos con ellos, y nos encontramos en “casa”.

No somos el barullo mental y emocional que parecía gobernarnos –“miedo y ansiedad”, dice el texto–, sino la presencia consciente que permanece ecuánime, lúcida y amorosa, en medio de todos los vaivenes. Eso es levantar la cabeza –dejar de ser esclavos– y despertar: es la liberación.

Enrique Martínez Lozano

Fuente Fe Adulta

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“Indignación y Esperanza”. 1 Adviento – C (Lucas 21, 25-28.34-36)

Domingo, 2 de diciembre de 2018
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d501c421-eb6d-45bd-a904-9eade193b1bfUna convicción indestructible sostiene desde sus inicios la fe de los seguidores de Jesús: alentada por Dios, la historia humana se encamina hacia su liberación definitiva. Las contradicciones insoportables del ser humano y los horrores que se cometen en todas las épocas no han de destruir nuestra esperanza.

Este mundo que nos sostiene no es definitivo. Un día la creación entera dará «signos» de que ha llegado a su final para dar paso a una vida nueva y liberada que ninguno de nosotros puede imaginar ni comprender.

Los evangelios recogen el recuerdo de una reflexión de Jesús sobre este final de los tiempos. Paradójicamente, su atención no se concentra en los «acontecimientos cósmicos» que se puedan producir en aquel momento. Su principal objetivo es proponer a sus seguidores un estilo de vivir con lucidez ante ese horizonte.

El final de la historia no es el caos, la destrucción de la vida, la muerte total. Lentamente, en medio de luces y tinieblas, escuchando las llamadas de nuestro corazón o desoyendo lo mejor que hay en nosotros, vamos caminando hacia el misterio último de la realidad que los creyentes llamamos «Dios».

No hemos de vivir atrapados por el miedo o la ansiedad. El «último día» no es un día de ira y de venganza, sino de liberación. Lucas resume el pensamiento de Jesús con estas palabras admirables: «Levantaos, alzad la cabeza: se acerca vuestra liberación». Solo entonces conoceremos de verdad cómo ama Dios al mundo.

Hemos de reavivar nuestra confianza, levantar el ánimo y despertar la esperanza. Un día los poderes financieros se hundirán. La insensatez de los poderosos se acabará. Las víctimas de tantas guerras, crímenes y genocidios conocerán la vida. Nuestros esfuerzos por un mundo más humano no se perderán para siempre.

Jesús se esfuerza por sacudir las conciencias de sus seguidores. «Tened cuidado: que no se os embote la mente». No viváis como imbéciles. No os dejéis arrastrar por la frivolidad y los excesos. Mantened viva la indignación. «Estad siempre despiertos». No os relajéis. Vivid con lucidez y responsabilidad. No os canséis. Mantened siempre la tensión.

¿Cómo estamos viviendo estos tiempos difíciles para casi todos, angustiosos para muchos, y crueles para quienes se hunden en la impotencia? ¿Estamos despiertos? ¿Vivimos dormidos? Desde las comunidades cristianas hemos de alentar la indignación y la esperanza. Y solo hay un camino: estar junto a los que se están quedando sin nada, hundidos en la desesperanza, la rabia y la humillación.

José Antonio Pagola

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“Se acerca vuestra liberación”. Domingo 02 de Diiembre de 2018. Primer Domingo de Adviento (Comienza el ciclo C)

Domingo, 2 de diciembre de 2018
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01-advientoC1Leído en Koinonia:

Jeremías 33, 14-16. Suscitaré a David un vástago legítimo.
Salmo responsorial: 24, 4bc-5ab. 8-9. 10 y 14: A ti, Señor, levanto mi alma.
1Tesalonicenses 3, 12-4, 2: Que el Señor os fortalezca internamente, para cuando Jesús vuelva.
Lucas 21, 25-28. 34-36: Se acerca vuestra liberación.

Este primer domingo de adviento sirve de puente entre el tiempo ordinario y el tiempo de adviento. El tiempo ordinario termina reflexionando sobre la segunda venida de Jesús, sobre los acontecimientos del fin de los tiempos. En esta medida el primer domingo del adviento se inaugura con el tema del final de los tiempos, y nos va a introducir en el tiempo de la espera y de la esperanza, el tiempo de adviento.

La lectura del libro de Jeremías nos sitúa en el tiempo inmediatamente posterior a la destrucción de Jerusalén en el año 587 a.C. El pueblo está desolado y empieza a tomar conciencia de su situación. Jeremías dirige su palabra profética a su pueblo para decirle que Dios no los ha abandonado, que hará regresar a los cautivos y los perdonará, se construirán de nuevo las ciudades, los campos volverán a granar y los ganados a pastar. Es esos días el Señor hará brotar en rey justo, no como los reyes que los llevaron al destierro, el cual será llamado «Dios es nuestra justicia». Vendrá un rey justo a restaurar al pueblo de Israel.

El salmo responsorial expresará que esa esperanza que leemos en la primera lectura, no quedará defraudada, pues quien espera y quien es fiel al Señor no queda defraudado. Yahvé siempre lleva al cumplimiento su palabra. Por esta razón el salmo enfatiza la idea de Jeremías, el rey de justicia que esperamos sí llegará. Ese rey esperado es para nosotros los cristianos, Jesús el señor.

El Segundo Testamento a partir de la novedad de Jesús nos introducirá en otro tipo de espera y esperanza. Supone claramente que el rey esperado del Primer Testamento es Jesús, pero abre la puerta a una espera en el esperado, hacia el final de los tiempos. Jesús vino en humildad, como el campesino de Nazaret que fue obediente al Padre, y que por esa obediencia fue muerto y resucitado. Pero al final de los tiempos, él regresará a manifestar su gloria. Por eso en la carta de los Tesalonicenses, Pablo exhorta a la comunidad a mantenerse fieles a Jesús y prepararse para esa segunda venida. El evangelio de Lucas describe de manera metafórica, los acontecimientos que precederían a esa segunda venida de Jesús. Por este acontecimiento final es que Lucas invita a los hermanos y hermanas a mantenerse fieles y vigilantes para mantenerse en pie (fieles) ante el Hijo del Hombre.

El texto del evangelio de hoy es un texto difícil: la liberación llega. En los versículos anteriores Lucas nos hablaba del asedio a Jerusalén (21,20-23). Ahora, alude a la segunda venida de Jesús: es decir a lo que llamamos la parusía. El discurso de Jesús es apocalíptico y adaptado a la cultura de su tiempo (apocalipsis no significa catástrofe, como tendemos a pensar, sino revelación), y nosotros tenemos que releer esas señales del mundo natural en el mundo de la historia, que es el lugar en que el Espíritu se manifiesta. La segunda venida del Señor revelará la historia a sí misma. La verdad que estaba oculta aparecerá a plena luz. Todos llegaremos a conocernos mejor (1Cor 13,12b).

En nosotros existe la angustia, el miedo y el espanto, no causados por “las señales en el sol, la luna y las estrellas”. Nuestras angustias e inseguridades están causadas más bien por las crisis económicas, por los conflictos sociales, por el abuso del poder, por la falta de pan y trabajo, por la frustración… de tantas estructuras injustas, que solo podrán ser removidas por el paso -del amor de Dios y su justicia- en el corazón del ser humano.

El mensaje de Jesús no nos evita los problemas y la inseguridad, pero nos enseña cómo afrontarlos. El discípulo de Jesús tiene las mismas causas de angustia que el no creyente; pero ser cristiano consiste en una actitud y en una reacción diferente: lo propio de la esperanza que mantiene nuestra fe en las promesas del Dios liberador y que nos permite descubrir el paso de ese Dios en el drama de la historia. La actitud de vigilancia a que nos lleva el adviento es estar alerta a descubrir el “Cristo que viene” en las situaciones actuales, y a afrontarlas como proceso necesario de una liberación total que pasa por la cruz.

Por eso el Evangelio nos llama a “estar alerta”, a tener el corazón libre de los vicios y de los ídolos de la vida (la conversión), para hacernos dóciles al Espíritu de Cristo que habita las situaciones que vivimos en nuestro entorno. Nos llama a “estar despiertos y orando”, porque este Espíritu se descubre con una Esperanza viva, punto de encuentro entre las promesas de la fe y los signos precarios que hoy envuelven esas promesas. La esperanza es una memoria que tiende a olvidarse, se nutre con la oración, nos adhiere a las promesas de la fe y nos inspira, cada día, la búsqueda de sus huellas en las señales del tiempo. La Esperanza cristiana se hace por nuestra entrega a trabajar para que las promesas se verifiquen en nuestras vidas.

El adviento es tiempo de preparación de espera. Jesús cumplió las promesas del Antiguo Testamento con su vida y predicación. No esperamos su nuevo nacimiento. Esperamos que él vuelva a juzgar la creación. Es ese momento el que esperamos, y para ese momento en que creemos que la justicia, que la igualdad, que la solidaridad se impondrán. Leer más…

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Dom 2.12.18. Adviento, preparar con Jesús la llegada del Hombre

Domingo, 2 de diciembre de 2018
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47310882_1123944121116112_6554130715150123008_nDel blog de Xabier Pikaza:

Dom 1. Adviento. Lucas 21, 25-28. 34-36. Así puede resumirse el evangelio de este día, primero de Adviento:

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: “Habrá signos en el sol y la luna y las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, enloquecidas por el estruendo del mar y el oleaje. Los hombres quedarán sin aliento por el miedo y la ansiedad ante lo que se le viene encima al mundo, pues los astros se tambalearán.

Entonces verán al Hijo del hombre venir en una nube, con gran poder y majestad. Cuando empiece a suceder esto, levantaos, alzad la cabeza: se acerca vuestra liberación…
Estad siempre despiertos, pidiendo fuerza para escapar de todo lo que está por venir y manteneros en pie ante el Hijo del hombre.”

47048760_1123946011115923_6346723231143034880_nAsí podemos imaginar a Jesús, tal como aparece en la primer imagen, como Diógenes con la linterna, buscando a un hombre, sobre el mar de Galilea… Pero se dice que Diógenes no encontró ninguno, allá en Atenas. Jesús, encontró a muchos, sobre el mar de Galilea, iniciando con ellos la travesía de Adviento, por mar y por tierra, hasta Jerusalén.

Así le presenta la imagen de un modo muy convencional, con cinco amigos compañeros en la barca… Pero cambiad la imagen, poned una barca más grande, con docenas de mujeres y hombres, de enfermos, impuros y niños… Jesús iniciando la travesía del Adviento.

Este es el tema. Dentro de un mundo lleno de terrores cósmicos, como sigue siendo el nuestro (año 2018), Jesús sigue esperando al Hombre, simplemente al Hombre, aguardando y preparando la llegada de la humanidad, iniciando su travesía en el lago de Galilea, el Adviento de la nueva humanidad

SEMBLANZA DE JESÚS, ADVIENTO DEL HOMBRE

historia-de-jesusSe llamaba Jesús (en hebreo Yeoshua, Dios-Salva), lo mismo que el primer conquistador de Israel (Josué=Jesús). Era un judío de Galilea, que nació en torno al año 6 a.C. (los que fijaron el calendario común o cristiano se equivocaron, suponiendo que nació el año “0”), en una familia de nazoreos (aspirantes mesiánicos al trono de David) de Nazaret que le transmitieron una identidad especial dentro de Israel.

Jesús creció y maduró en Galilea, dentro de una familia que le transmitió su identidad israelita. Quizá sabía leer, pero no era letrado (escriba, hombre de letras), aunque tampoco era analfabeto, en el sentido moderno, pues tenía gran cultura social y religiosa, como iremos indicando. Fue, como su padre, un artesano (albañil-carpintero) y por su oficio (con trabajo o en el paro) estuvo en contacto con la miseria de una situación social y religiosa opuesta a las promesas de Israel, pues creaba cada vez más pobres y los expulsaba del orden social.

Un día, siendo ya maduro y, al parecer, sin haberse casado, abandonó el trabajo (quizá no lo tenía) y se retiró al desierto, al otro lado del Jordán (Perea), donde fue discípulo de Juan, un profeta bautista que anunciaba el juicio de Dios, la destrucción del “orden” reinante y la nueva entrada en la tierra prometida, como en tiempos de Jesús-Josué, al principio de la historia israelita .

Cuando Juan fue ajusticiado, por orden de Herodes Antipas, soberano de Galilea/Perea, vasallo de Roma, Jesús no rechazó los ideales que con había compartido con él, ni volvió a su aldea, sino que avanzó en línea y, dando un paso en adelante, dejó el desierto (al otro lado del río), como si el mensaje de Juan ya se hubiera cumplido, y comenzó a proclamar la llegad del Reino de Dios en Galilea.

De esa manera, dejó de mantenerse en Perea (al otro lado), para iniciar en la tierra prometida (Galilea) su proyecto y camino de Reino. Fue compañero de los pobres, los expulsados y enfermos, los ilegales y manchados, y con ellos (pero también con otros que tenían tierras y les acogían en sus casas), intentó crear un movimiento de familia universal (de amigos de Dios), actuando como Cristo.

Formó un grupo de amigos, que asumieron, al menos en principio, su proyecto. Tuvo cierto éxito y logró crear grupos mesiánicos en diversos lugares de la periferia campesina de Galilea. Pero suscitó el rechazo de la autoridad establecida.

A pesar de ello (o por ello) subió a Jerusalén, para culminar su obra, esperando que Dios respondiera a su mensaje y ratificara su obra. Pero las autoridades de Jerusalén (y el representante del Imperio) tuvieron miedo de su movimiento y le mataron, como habían matado al Bautista. Así murió, rechazado por unos sacerdotes, crucificado por Roma, abandonado, según muchos, por el mismo Dios, sin más dignidad ni título que ser hijo de hombre, representante humano de Dios.

UN HOMBRE

Fue por su origen y condición un artesano (albañil-carpintero), lo mismo que su padre José, y de esa forma estuvo en contacto con un tipo de miseria social y religiosa que, a su juicio, se oponía a las promesas de Israel, según las cuales todos los buenos judíos tendrían casa, campos y abundancia sobre la tierra que Dios les había dado como herencia. Fue un hombre de profunda experiencia religiosa, un carismático al servicio del Reino de Dios .

Compartió su mensaje y camino con los expulsados y enfermos, los ilegales y manchados, los del otro lado, hombres y mujer, para sentar así las base de una familia universal (de amigos de Dios), sobre su misma tierra, porque el Reino de Dios estaba a las puertas, es decir, estaba viniendo por ellos.

No se limitó a decir que llegaba el Hombre (¡que lo dijo!), sino que fue creando espacios de humanidad reconciliada, desde y con los hombres “del otro lado”, los niños y expulsados, las mujeres de vida distinta (y las de vida igual), descubriendo y creando así la nueva humanidad, no para tomar el poder e imponerse, en un tiempo y lugar controlado por los nuevos ricos, sacerdotes y grandes propietarios, bajo el Imperio de Roma, sino para cambiar las condiciones y modos de vida de los hombres y mujeres de su tierra, creando con ellos un movimiento mesiánico, fundado en su propia experiencia de Dios y en las tradiciones de los campesinos de su pueblo.

Era un hombre de inmensa capacidad de relación, amigo de los pobres; tenía dotes especiales para curar y animar a las personas, partiendo de los marginados, a quienes invitaba a compartir la mesa, el perdón y la esperanza, en gesto de fuerte solidaridad social y religiosa. Leer más…

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Justicia, paz y liberación. Domingo 1 de Adviento. Ciclo C

Domingo, 2 de diciembre de 2018
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jesus_les_envoieDel blog El Evangelio del Domingo, de José Luis Sicre sj:

Comenzamos un nuevo año litúrgico, preparándonos, como siempre, para celebrar la Navidad. La primera lectura promete la venida de un descendiente de David que reinará practicando el derecho y la justicia y traerá para Judá una época de paz y seguridad. El evangelio anuncia la vuelta de Jesús con pleno poder y gloria, el momento de nuestra liberación. ¿Cómo se explica la unión de estas dos venidas tan distintas? Lo intentaré con la siguiente historia.

La esposa del astronauta y la Iglesia

            Un día la NASA decidió una misión espacial fuera de los límites de nuestro sistema solar. Una empresa arriesgada y larga que encomendaron al comandante más experimentado que poseía. Cuando se despidió de su mujer y sus hijos, la familia pasó horas ante el televisor viendo como la nave se alejaba de la tierra.

            Los niños, pequeños todos ellos, preguntaban continuamente: “¿Cuándo vuelve papá?” Y la madre les respondía: “Vuelve pronto, no os preocupéis”. Al cabo de unos meses, cansada de escuchar siempre la misma pregunta, decidió organizar una fiesta para celebrar la vuelta de papá. Fue la fiesta más grande que los niños recordaban. Tanto que la repitieron con frecuencia. La llamaban “la fiesta de la vuelta de papá”. Pero la inconsciencia de los niños creaba una sensación de angustia en la madre. ¿Cuándo volvería su marido? ¿El mes próximo? ¿Dentro de un año? “La fiesta de papá”, que podía celebrarse en cualquier día del mes y en cualquier mes del año, se le convirtió en una tortura. Hasta que se le ocurrió una idea: “En vez de celebrar la vuelta de papá ‒dijo a los niños‒ vamos a celebrar su cumpleaños. Sabéis perfectamente qué día nació, así que no me preguntéis más cuándo vamos a celebrar su fiesta.

            A la iglesia le ocurrió algo parecido. Al principio hablaba era de la pronta vuelta de Jesús, la que menciona el evangelio de este domingo. Pero esa esperanza no se cumplía, y la iglesia pasó de celebrar su última venida a celebrar la primera, el nacimiento. Sin embargo, no ha querido olvidar la estrecha relación entre ambas venidas, y así se explica que encontremos textos tan distintos.

De reyes inútiles y canallas a un rey justo (Jeremías 33, 14-16)

YA llegan días —oráculo del Señor— en que cumpliré la promesa

que hice a la casa de Israel y a la casa de Judá.

En aquellos días y en aquella hora,

suscitaré a David un vástago legítimo

que hará justicia y derecho en la tierra.

En aquellos días se salvará Judá, y en Jerusalén vivirán tranquilos,

y la llamarán así: “El Señor es nuestra justicia”.

 Para comprender esta lectura hay que recordar la trágica historia de los últimos reyes judíos. Josías, del que tanto se esperaba a nivel religioso y político, murió en la batalla de Meguido luchando contra los egipcios (609). Su hijo, Joacaz, fue deportado a Egipto al cabo de tres meses de reinado. Le sucede Yoyaquim/Joaquin (608-598), al que el profeta Jeremías condena por sus terribles injusticias. Mientras tanto, el dominio internacional ha pasado de Egipto a Babilonia. Nabucodonosor deporta a Joaquín/Jeconías (598-597) y nombra rey a Matanías, cambiándole el nombre por el de Sedecías, que significa “Yahvé es mi justicia”. Este nombre parece una broma, un insulto. ¿De qué justicia habla Nabucodonosor? ¿Qué se puede esperar de un fantoche impuesto por el babilonio? Y la gente se preguntaría: ¿de qué sirve la promesa hecha por Dios a David de una dinastía eterna? ¿Para qué queremos un descendiente de David, si todos los reyes son inútiles o sinvergüenzas?

En este contexto se entiende la promesa hecha por Dios a Jeremías de un rey que se llamará “Yahvé es nuestra justicia”. Un monarca cuyo mismo nombre expresa la estrecha relación de Dios con todo el pueblo, y que salvará a Judá y Jerusalén mediante un gobierno justo. Frente a la angustia y la incertidumbre, implantará la tranquilidad.

Lo fundamental es la idea de un monarca que procura el bienestar del pueblo. En el contexto del Adviento, esta lectura nos recuerda que Dios no se desentiende de los graves problemas políticos y sociales de la humanidad.

El amor como preparación a la Navidad: 1 Tesalonicenses 3, 12- 4,2

Lectura muy importante: indica con qué espíritu debemos vivir siempre la vida cristiana, en especial estas semanas del Adviento.

Que el Señor os colme y os haga rebosar de amor mutuo y de amor a todos, lo mismo que nosotros os amamos a vosotros; y que afiance así vuestros corazones, de modo que os presentéis ante Dios, nuestro Padre, santos e irreprochables en la venida de nuestro Señor Jesús con todos sus santos.

Por lo demás, hermanos os rogamos y os exhortamos en el Señor Jesús: ya habéis aprendido de nosotros cómo comportarse para agradar a Dios; pues comportaos así y seguir adelante. Pues ya conocéis las instrucciones que os dimos, en nombre del Señor Jesús.

Esperar y preparar nuestra liberación: Lucas 21, 25-28. 34-36.

El evangelio comienza con las señales típicas de la literatura apocalíptica a propósito del fin del mundo (portentos en el sol, la luna y las estrellas) que provocan en las gentes angustia, terror y ansiedad. Pero el evangelio sustituye el fin del mundo con algo muy distinto: la venida de Jesús con gran poder y gloria; y esto no debe suscitar en nosotros una reacción de miedo, sino todo lo contrario: “cobrad ánimo y levantad la cabeza porque se acerca vuestra liberación”.

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

Habrá signos en el sol y la luna y las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, perplejas por el estruendo del mar y el oleaje, desfalleciendo los hombres por el miedo y la ansiedad ante lo que se le viene encima al mundo, pues las potencias del cielo serán sacudidas. Entonces verán al Hijo del hombre venir en una nube, con gran poder y gloria. Cuando empiece a suceder esto, levantaos, alzad la cabeza; se acerca vuestra liberación.

A continuación, nos dice el evangelio cómo debemos esperar esta venida de Jesús. Negativamente, no permitiendo que nos dominen el libertinaje, la embriaguez y las preocupaciones de la vida. Positivamente, con una actitud de vigilancia y oración.

Tened cuidado de vosotros, no sea que se emboten vuestros corazones con juergas, borracheras y las inquietudes de la vida, y se os eche encima de repente aquel día; porque caerá como un lazo sobre todos los habitantes de la tierra. Estad, pues, despiertos en todo tiempo, pidiendo que podáis escapar de todo lo que está por suceder y manteneros en pie ante el Hijo del hombre».

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2 de Diciembre de 2018. Primer Domingo de Adviento. Ciclo C.

Domingo, 2 de diciembre de 2018
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“Levantaos, alzad la cabeza; se acerca vuestra liberación.”

(Lc 21, 25-28.34-36)

“¡Levantaos!”. Este tiempo de adviento irrumpe invitándonos no solo a la esperanza sino también al coraje. Porque hace falta ser valiente para “ponerse en pie y alzar la cabeza”, pues solo cuando estamos de pie es posible vivir el evangelio de verdad.

Quizá por eso Jesús se pasó buena parte de su “ministerio” (léase “servicio”) poniendo en pie a todas aquellas personas que encontraba postradas: paralíticas, poseídas, encorvadas, ciegas, muertas, incluso un recaudador de impuestos se puso en pie cuando descubrió lo que la presencia de Jesús significaba en su vida (Cfr. Lc 14, 1-9).

Pero, ¿por qué de pie? Porque solo quien se levanta se predispone a servir y solo desde el servicio descubrimos quién es el Dios de Jesús.

En la última cena, una vez más, Jesús, el que había dedicado tanto tiempo a “levantar” a otras y otros, “se levantó de la mesa, se quitó el manto, tomo la toalla…” y se dispuso a servir, se puso a lavarle los pies a sus discípulos, a esos mismos discípulos a los que unos días antes había invitado a esperar la liberación levantados y con la cabeza alzada.

“Esperar”, en cristiano, es sinónimo de servicio, el Reino llega en forma de semilla, Dios viene al mundo en la fragilidad de un recién nacido y todos nosotros, que esperamos el gran acontecimiento de su venida, tenemos que vivir nuestra espera al estilo del Maestro. Es decir con la “toalla ceñida”.

Por eso no vale esperar de manos cruzadas, ni a medio gas. El seguimiento de Jesús requiere el 100% de disponibilidad, esperanza y servicio. ¿A qué esperas?

Oración

¡Levantaos!, de pie y con la cabeza bien alta.

¡Levantaos! con una sonrisa en el alma.

¡Levantaos! para derrochar un tierno servicio.

¡Feliz Adviento!

*

Fuente Monasterio de Monjas Trinitarias de Suesa

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En cada época el ser humano tiene que liberarse de su angustia.

Domingo, 2 de diciembre de 2018
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3fc1e26e-ea34-4d6f-8245-e484d0c288c3Lc 21, 25-36

Como pasó al principio del Renacimiento, es la ciencia la que nos vuelve a obligar a salir de nuestra ceguera. A Galileo casi le cuesta la vida atreverse a decir que la tierra se mueve. El argumento de la Iglesia era que la Biblia decía lo contrario. Al final resultó que la Biblia no tenía razón pero sí el condenado Galileo. Hoy el problema es mucho más grave, porque atañe a toda la manera que tenemos de interpretar los textos bíblicos. Ni una sola frase de la Biblia podemos entenderla literalmente, porque toda ella es teología narrativa.

Y es, una vez más la ciencia la que nos obliga a dar el cambio. Sobre todo la arqueología pero no solo ella. Los medios con que cuenta hoy la ciencia en todos los órdenes son increíbles. Podemos descubrir lo que hay varios metros por debajo de la tierra sin tocarla. Podemos datar con increíble precisión una mínima parte de materia orgánica o de roca. Muchas otras ciencias están al servicio de la arqueología. La sociología nos permite comprender las circunstancias en que vivían sociedades de las que antes no sabíamos nada. La historia es capaz de ir más allá de lo que podíamos imaginar hace solo unas décadas.

También el mejor conocimiento de las primeras lenguas escritas, nos permite aquilatar el significado de los textos de manera mucho más precisa. La exégesis nos permite interpretar esos mismos textos más de acuerdo con la manera de pensar de cada época. Todos estos avances científicos nos obligan a repensar lo que hasta ahora creíamos de los textos bíblicos. El resultado es que los relatos que han llegado a nosotros no quieren decir lo que, durante mucho tiempo, estábamos convencidos que nos decían.

Lo primero que llama la atención es que todo el AT se escribió entre el s. VII y el IV antes de Cristo. En el siglo séptimo no podían tener ni idea de lo que pasó en tiempo de Noé. Los grandes patriarcas son personajes míticos y todo lo que se dice de ellos no son más que relatos fantásticos utilizando los mitos y leyendas que circulaban en las culturas y religiones del entorno. Haber metido a Dios en los relatos no significa que haya intervenido en la historia para dirigirla y condicionarla. Dios no pudo elegir a un pueblo y hacer maravillas en su favor, sobre todo, si, como pasa casi siempre es en contra de los demás pueblos.

Está demostrado que David no fundó ningún imperio. Si existió realmente, no pasó de ser un jefe de bandoleros que en un momento determinado se hizo con el mando de toda una tribu. En los descubrimientos arqueológicos no hay ni rastro de ese poderío. En aquel entonces, Sión no era más que un pueblucho sin ninguna capacidad organizativa, menos para dirigir un imperio. La fastuosidad de Salomón no fue más que una leyenda fantástica. Puede ser que construyera el primer templo, pero ahí se acabaría todo su esplendor.

Los análisis genéticos han permitido concluir científicamente que los judíos no son una raza especial, que llegaron de alguna otra parte. Son de la misma estirpe que los demás habitantes de la región de Palestina. Tampoco se ha encontrado rastro alguno de que haya habido una emigración del pueblo judío a Egipto. Desde mucho ante de esa época, los egipcios llevaban a rajatabla las anotaciones de los acontecimientos importantes del imperio. No hay ni rastro de ninguna población judía en su territorio. En el tiempo en que se coloca el relato del Éxodo, los egipcios tenían controladas todas las fronteras, con militares colocados de trecho en trecho que les permitían controlar todo flujo de personas.

Es imposible que salieran de Egipto unos 600.000 varones sin que eso quedase reflejado como un peligro. Es imposible que un número tan descomunal de personas pasaran cuarenta años en el desierto sin dejar el más mínimo rastro. No hubo ninguna teofanía en el Sinaí ni Moisés recibió ninguna tabla con los mandamientos. No hubo ninguna conquista de las tierras de Canaán, porque los judíos siempre estuvieron allí. No pudieron derrumbarse las murallas de Jericó, porque en aquella época no era más que una aldea insignificante.

Pero, entonces ¿por qué se escribieron todos esos relatos fantásticos que no hacen más que ponderar la intervención de Dios a favor de un pueblo, casi siempre, machacando a otros pueblos? Todos los relatos tuvieron un objetivo muy claro: intentar mantener la esperanza de un pueblo que se sentía zarandeado por todas partes y con muy pocas posibilidades de subsistir. A la vuelta del destierro, el pueblo judío quedó reducido a un puñado de personas de los más bajos estamentos sociales. Lo que intentaron los escritores, y consiguieron, fue mantener la esperanza y la energía necesaria para superar la dificultad de sobrevivir.

Esto tiene que hacernos pensar y aceptar que hemos estado leyendo la Escritura de una manera equivocada o por lo menos, demasiado simplista. Aunque lo que cuentan no concuerde con lo que pasó, sigue teniendo su valor porque nos invita a buscar una salvación en Dios más allá de la que podemos lograr por nuestra cuenta. Pero las dificultades que encontraron y cómo fueron capaces de superarlas, eso sí es un hecho histórico. Esto nos prepara para aceptar la lección que aquella aptitud puede darnos hoy y buscar una salvación no venida de fuera, sino descubierta en lo profundo de todo ser humano.

El tiempo de Adviento y todo el año litúrgico es un montaje artificial que nos hemos construido. Dios no está sometido a este artificio. Dios no tiene que venir de ninguna parte. Está siempre ahí esperando a que lo descubramos. Pero nosotros sí necesitamos de esos artificios para aprovechar el tiempo y el lugar oportunos para preparar ese encuentro. Se trata de un intento de armonizar el presente con el pasado y el fin de los tiempos. Por eso empezamos el Adviento con lecturas apocalípticas que nos recuerdan los últimos domingos del año litúrgico. El pasado y el futuro debemos afrontarlos desde el presente.

El evangelio que hemos leído es el mismo relato que leímos el domingo 33º, esta vez de Lc que es el evangelista que utilizaremos este ciclo (C). Refleja el ambiente apocalíptico que se vivía todavía en las primeras comunidades cristianas. Están escritos desde una visión mítica del mundo, del hombre y de Dios. Desde esa perspectiva Dios había creado toda la realidad visible quedándose al margen de ella pero gobernándola desde las alturas. El hombre había envenenado la creación con sus malas acciones, pero no tenía capacidad de enderezarla. Finalmente Dios perdonaría a los humanos y con el mismo poder que creó, recrearía el mundo malogrado eliminando incluso a los malos y se lo entregaría a los buenos.

Nuestro universo conceptual es muy distinto. La creación no es un acto de la potencia de Dios que ‘hace’ algo fuera de Él, sino que todo lo que existe es la manifestación de lo divino que permanece escondido en lo más hondo de toda realidad. Como reflejo de lo divino todo es esencialmente bueno y el ser humano no tiene ninguna capacidad de estropearlo. El maniqueísmo empuja a dividir la realidad en opuestos e irreconciliables, pero para Dios todo es bueno y está en una eterna armonía. Nuestra falta de perspectiva nos hace ver el mal que solo está en nuestra cabeza. El ser humano no necesita ninguna salvación externa sino descubrir que nadie le puede arrebatar su plenitud, que debe descubrir en sí mismo.

Meditación

No tienes que esperar ninguna salvación venida de fuera.
Todo lo que puedes llegar a ser, ya lo eres.
Tu tarea es descubrir tu verdadero ser
y simplemente serlo.
Toda la parafernalia de la institución es engañosa,
porque va dirigida a satisfacer tu falso yo.

Fray Marcos

Fuente Fe Adulta

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El que manda como el que sirve.

Domingo, 2 de diciembre de 2018
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lavatorio-5“La ambición es un vicio, pero puede ser madre de la virtud” (Marco Aurelio)

2 de diciembre. Domingo I de Adviento

Lc 21, 25-28. 34-36

Vosotros no seáis así; antes bien, el más importante entre vosotros sea como el más joven y el que manda como el que sirve

La ambición es deseo ardiente de poseer riquezas, fama, poder u honores. Puede tratarse también como ambición, el deseo de obtener algo en grande; de tal manera que, como seres humanos, podemos fijarnos metas ambiciosas, refiriéndonos con esto al hecho de querer lograr superar las expectativas, sobresalir del resto de las personas. La ambición es lo que nos mueve y motiva día a día, el deseo por superarse y llegar mucho más lejos y lograr nuestros objetivos, que para algunos pueden resultar imposible, sin embargo, para la persona ambiciosa todo es posible con determinación, esfuerzo y dedicación. Provee la motivación y determinación necesaria para lograr objetivos, metas en la vida o el deseo de ser mejor.

A lo largo de la historia se pueden señalar numerosos ejemplos de ambiciosos, como por ejemplo, Napoleón Bonaparte, que quería extender su poder desde Francia  hacia el resto de Europa, o el griego Eróstrato, que tenía la ambición de volverse célebre por medio de la destrucción del Templo de Artemisa.

La iconología, no ha estado ausente a ella. Los romanos, por ejemplo, levantaron un templo a la ambición, representándola con alas a las espaldas, para expresar la extensión de sus designios y la prontitud con que quiere ejecutarlos o para expresar las fatigas y las humillaciones que sufre el ambicioso para llenar sus fines.

En el evangelio de este domingo, el relato no es ajeno al tema. Lucas dice en 22, 24, que “Surgió una disputa entre los discípulos sobre quién de ellos era el más importante”. Referente a lo cual, La Biblia de Nuestro Pueblo insiste sobre la inversión de valores que caracteriza el modelo de comunidad y de sociedad nueva que tiene que surgir con la instauración del reino. La respuesta de Jesús a sus discípulos es contundente: Vosotros no seáis así; antes bien, el más importante entre vosotros sea como el más joven y el que manda como el que sirve (Lc 21, 25).

La palabra ambición tiene una connotación negativa en nuestra cultura. Sobre todo en el ámbito de la eclesial, lo que no es del todo cierto.  Ya el emperador romano Marco Aurelio decía ya en el siglo I que “La ambición es un vicio, pero puede ser madre de la virtud”. El Evangelio nos muestra también esta connotación positiva.

Se supone que los cristianos no debemos ser ambiciosos, sino compartir nuestras posesiones con los demás. No perseguir en nuestra vida las cosas de este mundo, sino enfocarnos en las cosas de arriba (Col 3:2-3). ¿Podrías, evangelista Mateo, repetirnos aquello que tan ilustrativamente dices en la Parábola del tesoro escondido?

Pues claro que sí. Escuchad atentos: “El reino de los cielos es como un tesoro escondido en un campo. Cuando un hombre lo descubrió, lo volvió a esconder, y lleno de alegría fue y vendió todo lo que tenía y compró ese campo”. Lo escribí en el capítulo 13 de mi libro.

También en este sentido positivo, el salmo 67 resume en gran medida, la pasión con la que debemos anhelar la extensión del evangelio:

Dios nos tenga compasión y nos bendiga;
Dios haga resplandecer su rostro sobre nosotros,
para que se conozcan en la tierra sus caminos,
y entre todas las naciones su salvación.
Que te alaben, oh Dios, los pueblos;
que todos los pueblos te alaben.
Alégrense y canten con júbilo las naciones,
porque tú las gobiernas con rectitud;
¡tú guías a las naciones de la tierra!
Que te alaben, oh Dios, los pueblos;
que todos los pueblos te alaben.
La tierra dará entonces su fruto,
y Dios, nuestro Dios, nos bendecirá.

Vicente Martínez

Fuente Fe Adulta

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Adviento: Esperanza, oración y compromiso.

Domingo, 2 de diciembre de 2018
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2196d65a-6e33-4b54-9af3-46176a84e075COMENTARIO 2-Dic-18. I de Adviento. Lc 21, 25-28. 34-36.

Pregón de Adviento: Cobrad ánimo, levantad vuestras cabezas porque se acerca la liberación que trae la venida del Hijo del Hombre. Adviento y Navidad es un tiempo propicio para revisar nuestra espiritualidad, nuestra fe y nuestra vida cristiana.

Estrenamos un nuevo año litúrgico. Es Adviento. Cuando empezamos algo nuevo, lo emprendemos con ilusión y ponemos en activo nuestra mejor disposición. El Adviento nos invita a empezar de nuevo. A renovarnos. Se nos ofrece una nueva oportunidad de romper inercias, de dejar atrás lo viejo y explorar algo nuevo en nuestras existencias.

Adviento habla de esperanza-confianza en algo mejor que está por llegar y que nosotros podemos acelerar su llegada. Esta esperanza es como la impronta, la huella, el anhelo que Dios ha puesto en nuestro corazón. Dios ha soñado al hombre, y el hombre anhela a Dios. Nuestra historia cobra un nuevo sentido desde esta fe-esperanza-confianza. La fe confía en Dios. La esperanza confía a Dios. La Liturgia de hoy nos presenta a Dios como nuestra justicia. Dios levanta al oprimido, hace valer al que no vale, porque a Él todos los seres humanos le importan como hijos.

Los cristianos, en estas fechas de Adviento y Navidad, celebramos que Dios está en y con nosotros. Que es la Presencia liberadora de nuestras esclavitudes. Celebramos la fe en el Dios encarnado y en la humanidad que nos hace presente a Dios. Celebramos el valor divino de lo humano y el valor humano de lo divino. Celebramos que Jesús, Enmanuel, es nuestro salvador, nuestro modelo de vida. Que ha venido a enseñarnos a ser y vivir como Él.

La esperanza se alimenta con la oración. El Evangelio de hoy nos llama a estar alerta, a tener el corazón libre de los vicios, del libertinaje y de las preocupaciones de la vida, orando en todo tiempo, “para que tengáis fuerza y escapéis a todo lo que está por venir y podáis estar en pie delante del Hijo del Hombre”, para hacernos dóciles al Espíritu del Señor. Nos llama a “estar despiertos y orando”, porque este Espíritu se descubre por la fe y con una esperanza viva: punto de encuentro entre las promesas de la fe y los signos de los tiempos presentes y venideros.

La oración no es para cambiar a Dios; es para cambiar nuestras actitudes y comportamientos. Para cambiarnos a nosotros. La oración da como fruto la conversión hacia la honradez, la bondad y el servicio a los demás. La Liturgia de hoy nos presenta un camino, un itinerario: fe-esperanza-confianza-oración-amor-servicio. En síntesis, espera vigilante en oración y compromiso con el Reinado de Dios. “Estad siempre despiertos, pidiendo fuerza para escapar de todo lo que está por venir, y manteneos en pie ante el Hijo del Hombre”. Vigilad y orad. Estad despiertos. Abrid los ojos. Se acerca vuestra liberación. La conversión del corazón. La conversión es un cambio de mentalidad, un cambio de rumbo en nuestra existencia, un cambio de valores. Porque cuando se cambian los valores de nuestra vida, transformamos nuestra forma de ser, de vivir y de actuar.

Se acerca nuestra liberación, la de los otros y la de la naturaleza. Liberarnos de nuestra inhumanidad, indignidad e injusticia. La actitud de vigilancia a que nos lleva el adviento es estar alerta a descubrir el “Cristo que viene en las circunstancias actuales y a afrontarlas como proceso necesario de una liberación total, de la humanidad y su hábitat. Tenemos que descubrir en nuestras “higueras” los signos de los tiempos que nos toca cuidar y liberar. Tenemos que trabajar la liberación de tanto sufrimiento humano y de tanta devastación de la naturaleza. En nosotros existe la angustia, el miedo y el espanto, no causados por “las señales en el sol, la luna y las estrellas”. Nuestras angustias e inseguridades están causadas más bien por las crisis económicas, por los conflictos sociales, por el abuso del poder, por la falta de pan y trabajo, por la frustración… de tantas estructuras injustas, que sólo podrán ser removidas por la llegada del amor de Dios y su justicia al corazón de los seres humanos. (Servicios Koinonía). Este es nuestro compromiso con el Reinado de Dios aquí y ahora.

Para finalizar y como resumen: Dios se ha encarnado en Jesús de Nazaret y esto cambia la historia. También, Dios se encarna en cada uno de nosotros y eso cambia, para bien, nuestra vida: Dios nos libera de nuestro mal y nos capacita para el bien: De nuestra inhumanidad, indignidad e injusticia a la humanidad: honradez, bondad y servicio. Yo tengo que hacer presente a Dios con mi vida y mi palabra. Soy Belén para los demás. Soy adviento para ellos ¿Cómo? Con oración, fe, amor, servicio. (Teresa de Calcuta)

África de la Cruz

Fuente Fe Adulta

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Siempre que es medianoche, comienza un nuevo día

Domingo, 2 de diciembre de 2018
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f59e2176-0332-46c8-9c85-4d7fc0d8280aDel blog de Tomás Muro La Verdad es libre:

01. EL FINAL DEL MUNDO NO ES EL FINAL DEL SER HUMANO.

El evangelio de hoy -como el de hace quince días- nos ofrece una visión del final de la historia humana y lo hacen en el tono apocalíptico, cósmico, algo tremendista, pero no se trata de una descripción histórica o científica del fin del mundo.

El mundo, las estrellas, el cosmos tienen un final, (habría que echar mano de lo que estudiábamos en bachiller: la ley de la entropía, etc.)
El final del mundo no es el final del hombre. El final del mundo cósmico tiene poco interés. Lo decisivo es cómo terminaremos nosotros, los humanos. Al final del tiempo y de la historia humana el ser humano seguiremos en Dios. Y ello no es catastrófico sino salvífico y amable.

02. HABRÁ SIGNOS.

Siempre hay signos en la vida: siempre hay señales de angustia catastrófica: algunas opciones políticas dan vértigo, determinadas posiciones eclesiásticas infunden pavor, las guerras, los desahucios, la violencia de género, además de los crónicos fracasos personales, la inseguridad de la salud, la decadencia por la edad, los conflictos de familia, laborales, eclesiásticos, etc.

Cuando empiecen a suceder estas cosas, SE ACERCA VUESTRA LIBERACIÓN.

03. ES FÁCIL DECIRLO.

Puede resultar algo simple decir que se acerca nuestra liberación cuando no se ve cuándo escampará la situación que estamos atravesando (económico-política, eclesiástica, personal). No se ve muy claro cómo intuir la liberación en medio de tantas galernas y terremotos.

Tal salvación, tal liberación no van a ocurrir de la noche a la mañana ni por arte de magia.

Sin embargo cuando percibimos la “salida del túnel” de los problemas y crisis, la liberación está cerca, al menos personalmente está ya a la vista del ser humano. Cuando intuimos un final sereno, ese futuro ilumina el presente. Siempre que es media noche, comienza el nuevo día, aunque todavía quede mucha noche.

04. ESPERANZA.

La esperanza es la relación amable que establecemos con el futuro, me refiero -sobre todo- al futuro absoluto.

La esperanza es la “materia” de la que estamos hechos los seres humanos. Vivimos porque algo en nuestro interior nos convoca a un futuro pleno.

La esperanza no es optimismo voluntarista, ni tampoco la esperanza consiste en tener proyectos. Hay que tener proyectos en la vida, pero la esperanza es la que da sentido a esos proyectos y a la misma vida.

La esperanza es la confianza en que nuestra vida tiene un horizonte. Creemos que estamos en buenas manos, estamos en manos de Dios.

05. ESPERANZA: EL SUFRIMIENTO CESARÁ.

La esperanza no es cuestión de ningún yoga o terapia oriental. Para intuir la esperanza hay que tener calma y sentarse: sufrir, pensar y poner la vida en manos de Dios. Para mantener viva la esperanza hay que sentarse en la vida y tener calma.

SUFRIMIENTO Y ESPERANZA

El sufrimiento forma parte de la existencia humana.

El sufrimiento nos viene de la finitud humana al mismo tiempo que de la culpa-culpas personales e históricas.

Naturalmente que hay que hacer todo lo posible por disminuir el dolor y el sufrimiento, sobre todo impedir y eliminar el sufrimiento de los inocentes. En la medida de lo posible procuremos eliminar el dolor físico y psíquico, las dolencias psíquicas y morales. Es un noble deber humano y cristiano eliminar el sufrimiento del hombre.

Pero el sufrimiento estará siempre presente en el ser humano. No está en nuestras manos el extirpar por completo el sufrimiento del mundo simplemente porque no podemos desprendernos de nuestra limitación. Nadie es capaz de eliminar el poder del mal y de la culpa, fuente continua de sufrimiento. Esto solamente lo puede hacer Dios, un Dios que haciéndose hombre quita el pecado del mundo, (Jn 1,29).

ESPERANZA

298f8c2f-0e3c-4fac-a732-11a52dcb22f1La esperanza no es una receta, es algo más “de profundis”.

Ante los conflictos serios en la vida, ante la enfermedad, ante el pecado denso, ante la muerte; también los consuelos uno tiene que vivirlos y mirarlos de frente y “echarles una pensada”. ¿Qué salida tiene esto? ¿Por dónde tirar?

La esperanza es descender al abismo de la vida y ponerlo todo en manos de Dios.

Me pase lo que me pase (y nos va a pasar de todo), que no me pase sin Ti, Señor.

06. LA ESPERANZA ES MUY FRÁGIL.

La esperanza es una planta muy delicada, se puede secar pronto, a veces la esperanza es intermitente, aparece y desaparece en nuestro caminar.

Por eso mismo, porque es muy débil, como el sentido de la vida, hemos de cuidarla y cultivarla.

06. VIVIR LÚCIDOS.

No es razonable vivir aletargados, con la sedación como norma de vida. La esperanza no adormece, abre ventanas a los problemas.

ORAD

La oración es ver la vida desde o ante Dios y ello confiere una seriedad, lucidez y horizonte a la existencia. La oración es un modo de vivir lúcidos, atentos y confiados. La oración es un lugar en el que podemos cultivar la esperanza. En la oración están presentes las miserias y las esperanzas humanas.

Comencemos el adviento con buen ánimo y esperanza:

VELAD Y ORAD

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Dom 18.11.18. No pasará esta generación: El futuro de Dios, nuestro futuro

Domingo, 18 de noviembre de 2018
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imagesDel blog de Xabier Pikaza:

Dom 33. Tiempo Ordinario, ciclo B. Mc 13, 24-32. Éstas son las palabras centrales del mensaje escatológico del Evangelio de Marcos, que unidas al camino de muerte y resurrección de Jesús, constituye el eje de su evangelio.

Podían decirse y se decían (o se dirán) palabras semejantes sobre la venida del Hijo del hombre en otros lugares del judaísmo de aquel tiempo, partiendo de Dan 7, 13-14 (como en la tradición de Henoc y en la de Esdras), pero sólo los cristianos identifican al Hijo del hombre con Jesús crucificado y le interpretan en ese contexto.

-No pasará esta generación… Jesús sabía que somos los últimos hombres y mujeres de la vieja humanidad; o cambiamos, y empezamos a vivir de un modo distinto, o terminamos destruyéndonos todos. La forma de anunciar ese fin es distinta en tiempos de Jesús y en nuestro tiempo, pero el tema de fondo es el mismo: Este tipo de humanidad acaba.

– El fin de la humanidad actual está vincula al mismo “equilibrio-desequilibrio” cósmico, vinculado al sol y a las estrellas, al calor, a la polución del aire y del agua, a la lucha a muerte entre los hombres.

 Pero los cristianos creemos, con Jesús, que la destrucción no es la última palabra…, no sólo porque esperamos que él venga, el hombre nuevo… sino porque le esperamos de un modo activo, en camino de esperanza y de transformación personal y social.

‒ Este Hijo de Hombre que viene no tiene rasgos guerreros, ni vence luchando a sus enemigos. Por eso, su llegada no puede entenderse como resultado de algún tipo de guerra (de una batalla de las galaxias), sino como triunfo de la gracia sobre la violencia. Sobre nuestro potencial de destrucción hay una gracia y ternura más alta: la Vida del Hijo del Hombre, que es Jesús, que cura, sana,convierte el odio en potencial transformador de comunión… Frente al poder de muerte de los hombres, el Dios de Jesús (Hijo del Hombre) aparece como signo de Gracia.

evangelio-de-marcos‒ Estas palabras ofrecen el centro del mensaje final de la primera iglesia de Jesús, según san Marcos, y así exponen, en forma simbólica (de aviso y advertencia) la manifestación suprema de su poder y gloria de Dios, con la salvación de los elegidos: Jesús, Hijo del Hombre, es esperanza clave de la historia. Dios se manifiesta y viene en forma de nueva humanidad (Hijo de Hombre…): La Gloria de Dios (cielo) es que los hombres vivan, nazcan de verdad.

‒ Estas palabras son, al mismo tiempo, muy fuertes, pues ponen un signo de interrogación sobre toda nuestra vieja historia, hecha en gran parte de mentiras e injusticias, de asesinatos y robos. Sobre este mundo injusto se anuncia y prepara la venida de Jesús, un hombre nuevo… Eso significa que serán destruidos los modelos actuales de vida, hechos de opresión y mentira, de Mamona y Violencia…. Ahora (como dice Juan….)domina la concupiscencia de los ojos (querer tener todo), la concupiscencia de la carne (querer disfrutar todo) y la soberbia de la vida (querer dominar todo..). Pues, todo eso caerá, quedarán la vida humana, los hombres que aman, perdonan y esperan (el Hijo del Hombre).

images-1— Son palabras de inmensa destrucción… según el modelo del profeta Isaías, que habla de la caída de las Grandes Torres…Caerán las torres soberbias del dinero que oprime, del poder que mata… Caerá nuestra “cultura de pecado y muerte”, los grandes capitales reunidos para matar, los grandes estados enfrentados para poseer el mundo… Caerá toda la soberbia humana y quedaremos a ras de tierra, a ras de vida… simplemente para amar en humanidad, para esperar en comunión… Han de caer las torres (incluso algunas torres físicas, que son signo de soberbia que mata a los pobres…)

— Esta destrucción es un favor que se hace a los soberbios… a los grandes poderes de opresión, como dice la dulce María: Derribará del trono a los potentados, elevará a los oprimidos…El mayor favor que se le puede hacer a los opresores-potentados (al sistema actual de muerte económica y política) es “voltearlo” de su altura, derribarlo, para que así caiga el sistema y se puedan “recuperar” en amor hombres y mujeres ahora cautivos de su impotencia poderosísima, de su opresión, de su caudal de muerte… Lo mejor que se le puede hacer a los hombres del sistema de poder asesino es que caiga el sistema… para que ellos puedan vivir en humanidad. Por amor a los hombres se anuncia aquí la destrucción del sistema de poder actual del mundo.

— Éste será el gran des-astre…, que comentaré en el texto, siguiendo el evangelio de Marcos… Hasta los “astros del cielo caerán”… Esos astros son el sistema cósmico actual… Pero en sentido más concreto son los poderes del mal, que se quieren elevar como estrellas de luz y no son más que focos de muerte, agujeros negros que todo lo chupan y matan… En el contexto de la apocalíptica judía que está en el fondo de Mc 13, esos astros que caen son los poderes opresores : El poder la Banca de Tiro, del ejército de Babel (como sabe especialmente en profeta Ezequiel). No, no pensemos en demonios con rabo que caen. Todos los lectores de la Biblia saben que esos “astros caídos” (que caerán) son los poderes del dinero y del ejército que matan y destruyen a los pobres.

‒ Éstas son las palabras fundamentales del “otoño cristiano” (en el hemisferio norte). A la caída de la tarde, os examinarán de amor, pues viene el Hijo del hombre… Y en ese examen no quedarán salvadas las estrellas (los grandes poderes de opresión del mundo). Caerán y su caída será causa de gozo para los justos… y causa de posible salvación para todos, pues Dios es de todos…

— ¿Cuándo? Ya, ahora.. Está sucediendo ahora, está viniendo el Hijo del Hombre… Y vendrá plenamente en el futuro, un futuro que está abierto a la nueva humanidad reconciliada… cuando Dios quiera, cuando los hombres sean transformados… Esta esperanza nos mantiene en movimiento. Es la esperanza de la nueva humanidad, del Hijo del Hombre.

He presentado extensamente este pasaje, con notas eruditas, en mi Comentario de Marcos. Aquí ofrezco un resumen exegético… para aquellos que sigan teniendo aún tiempo. Buen fin de semana a todos.

Texto. Marcos 13, 24-32 .

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: “En aquellos días, después de esa gran angustia, el sol se hará tinieblas, la luna no dará su resplandor, las estrellas caerán del cielo, los astros se tambalearán. Entonces verán venir al Hijo del hombre sobre las nubes con gran poder y majestad; enviará a los ángeles para reunir a sus elegidos de los cuatro vientos, de horizonte a horizonte. Aprended de esta parábola de la higuera: Cuando las ramas se ponen tiernas y brotan las yemas, deducís que el verano está cerca; pues cuando veáis vosotros suceder esto, sabed que él está cerca, a la puerta. Os aseguro que no pasará esta generación antes que todo se cumpla. El cielo y la tierra pasarán, mis palabras no pasarán, aunque el día y la hora nadie lo sabe, ni los ángeles del cielo ni el Hijo, sólo el Padre.”

13, 24a. Pero en aquellos días, después de aquella tribulación,

La escena empieza con un corte: pero (alla). Frente a todo lo anterior surge algo nuevo, distinto. Éste es el pero de Dios, que se alza y revela como divino frente a todas las cosas de los hombres, desde la altura suprema (o desde el final) de la historia, no para condenar a nadie (no hay ninguna condena), sino para mostrarse divino y salvar a los “elegidos” (a los suyos), desde los cuatro extremos del orbe. Significativamente, aquí no se dice nada de infierno, en contra del esquema dual (buenos y malos, salvados y condenados) que aparece en otros textos significativos de la Biblia (como Dan 12, 1-3 o Mt 25, 31-46) . Tampoco se habla aquí de Gehena, como en Mc 9, 43-47, sino sólo de la salvación de los elegidos, como seguiremos viendo.

 En aquellos días (en ekeinais tais hêmerais) es una frase hecha que se emplea en las narraciones simbólicas (fábulas y cuentos) para indicar un tiempo indeterminado, pero de gran importancia. Es una frase que aparece con frecuencia en el Nuevo Testamento (desde Mt 3, 1 hasta Ap 9, 6; y dentro de Maros en 1, 9; 8, 1), y que denota un tiempo indefinido que no quiere o no puede especificarse más. De todas formas, aquí se vincula, de manera más concreta, al período que empieza con la Abominación de la Desolación (13, 14), un período que 13, 19 ha definido como tiempo de la crisis más grande de la historia.

− Después de aquella tribulación, señalada de un modo especial en 13, 19, tras “el despliegue” de la Abominación de 13, 14 y de la gran lucha que sigue… Según eso, el tiempo de la Abominación y el del Hijo del Hombre no coinciden, ni ellos (el Abominable y el Cristo) luchan entre sí, sino que el “tiempo” del Hijo de Hombre (si es que puede interpretarse como tiempo) viene “meta”, es decir, después que se han agotado y terminado los días de la Abominación. Leer más…

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Vivir lo que llevamos dentro.

Domingo, 18 de noviembre de 2018
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c9c8c92f-b049-4ed1-9508-b0fe5a64ec89“Dentro, llevamos las maravillas que buscamos fuera” (Rumi)

18 de noviembre. Domingo XXIII del TO

Mc 13, 24-32

Reunirá a sus elegidos de los cuatro vientos (28)

La Naturaleza es maestra y sabia, como Sabio y Maestro fue Jesús predicando el evangelio. Uno y otra nos enseñan su sapiencia. Hace apenas un mes, los telediarios dieron la noticia de que un bosque canadiense respiraba, pues se veía que su suelo ascendía y descendía, como si de un pulmón humano se tratara. Un fenómeno de fantasía que, no obstante, es bastante natural para la ciencia. Y Jesús nos invita a verlo en la pantalla de su particular telediario: “Aprended del ejemplo de la higuera, cuando las ramas se ablandan y brotan sus hojas, sabéis que está cerca la primavera” (Mc 13, 28).

Respiramos constantemente las personas y, cómo no, los bosques y los animales: nos va en ello la vida. Y como respira también el Cosmos. Los griegos lo imaginaron como el cuerpo de una deidad, como la anatomía de un majestuoso ser que era todas las cosas. Platón llama al cosmos “un animal divino” y considera que las estrellas son almas que cuentan con un principio de animación e intelección. Animación fue representada como una respiración, una armonía y un ritmo: el inhalar y el exhalar e incluso la sincronización de esas actividades como signos del orden y de la estructura numérica del universo. Así lo concibió en hinduismo: Brahma; un Ser Supremo en el que cada respiración dura siete años.

“Dentro, llevamos las maravillas que buscamos fuera”, dijo un místico Yalal ad-Din Muhammad Rumi, un místico musulmán del siglo XIII. La inspiración, llega de fuera adentro, y se va de dentro afuera. Por eso vivimos lo que llevamos dentro, y luego lo lanzamos al exterior para proporcionar vida a cuantos viven en el entorno nuestro. Y con ello ayudamos a que se cumpla el mandato de la Parusía: el relato de la venida del Hijo del Hombre, ubicado en el centro del discurso escatológico.

“Reunirá a sus elegidos de los cuatro vientos” (Mc 13, 28), una llamada universal a vivir nuestra vida cristiana, a vivirla con todos los demás -cristianos o no cristianos- y a vivirnos a nosotros mismos, a reunir a todos los desperdigado de los cuatro vientos. Frecuentemente damos la impresión de que somos una docena de cristianos, incumplidores de nuestras obligaciones de conciencia. Corremos como locos por el campo con el balón mientras nuestros aficionados gritan: ¡¡Que la portería no está allí!! y lanzamos el balón hacia otra parte.

Entonces dejamos de vivir lo que llevamos dentro, y el público que vino al campo -jugábamos en casa- nos silba y se va desilusionado. Volaron a otros lugares más cálidos, y a nosotros nos queda tan sólo entonar la canción de la Rima LIII de Adolfo Bécquer, que hoy haremos figurar como Poema.

Volverán las oscuras golondrinas
en tu balcón sus nidos a colgar,
y otra vez con el ala a sus cristales
jugando llamarán.

Pero aquellas que el vuelo refrenaban
tu hermosura y mi dicha a contemplar,
aquellas que aprendieron nuestros nombres…
ésas… ¡no volverán!

Volverán las tupidas madreselvas
de tu jardín las tapias a escalar,
y otra vez a la tarde aún más hermosas
sus flores se abrirán.

Pero aquellas cuajadas de rocío
cuyas gotas mirábamos temblar
y caer como lágrimas del día…
ésas… ¡no volverán!

Volverán del amor en tus oídos
las palabras ardientes a sonar;
tu corazón de su profundo sueño
tal vez despertará.

Pero mudo y absorto y de rodillas,
como se adora a Dios ante su altar,
como yo te he querido…, desengáñate,
nadie así te amará.

Vicente Martínez

Fuente Adulta

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“Una lectura catastrófica “, por Isabel Gómez Acebo.

Martes, 2 de octubre de 2018
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portuguese-actor-diogo-morgadoLeído en su blog:

Era el final del verano convencí a una de mis nietas para venir a misa el domingo para dar gracias a Dios. Habíamos estado mucha familia junta y no había habido ni discusiones ni accidentes. Me costó mucho pues no es muy partidaria de ir a la iglesia y, como chica joven en vacaciones, se había acostado a las mil y quinientas, una frase de mi juventud que significaba la llegada a la cama de madrugada.

No refunfuñó mucho aunque parecía dormida. Al principio todo fue bien pero con la lectura de la epístola, era el 26 de agosto, se le cambió el semblante. No sé si recuerdan el texto pero dice así: “las mujeres que se sometan a sus maridos como al Señor; porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la Iglesia; él, que es el salvador del cuerpo. Pues como la Iglesia se somete a Cristo, así también las mujeres a sus maridos en todo”.

Yo esperaba que el sacerdote hiciera un comentario sobre el contexto de Pablo, las costumbres históricas que hoy ya no prevalecían y cosas semejantes, pero no dijo nada y, como el que calla otorga, parecía que daba por bueno el texto

Recuerdo que un sacerdote amigo se saltaba el Evangelio de la suegra de Pedro o el de los hermanos de Jesús porque así se evitaba preguntas embarazosas de los fieles. No creo que se debe de llegar tan lejos pero escuchar que es palabra de Dios esa epístola de Pablo para una mujer en el siglo XXI es duro y exige muchas explicaciones. La primera es responder a los motivos porque los que no se suprime esta lectura del leccionario ya que se pueden escoger otras muchas y la segunda es recomendar al oficiante que explique, aunque tiene poca explicación en nuestros días, el mundo en el que vivía Pablo que es en el que viven muchas mujeres contemporáneas nuestras. Cuando en los países a los que no ha llegado la liberación femenina ¿No son también para ellas unas palabras odiosas que justifican la opresión en la que viven?

La moraleja es que a mi obligada nieta no le hizo ninguna gracia escuchar la lectura de la epístola y me echó en cara, sabiendo mi feminismo, que no hubiera levantado la voz o haber pedido explicaciones al sacerdote en la sacristía. No creo que este hecho le haya levantado las ganas de volver a misa pues como fue al principio ya no estuvo atenta a lo que podía inspirarle el Espíritu

Isabel Gómez Acebo

Fuente Religión Digital

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