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El papa Francisco: “El Big Bang no contradice a Dios, lo exige”

Domingo, 2 de noviembre de 2014
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1414526839_541261_1414576075_noticia_fotogramaLeemos en El País:

El papa rechaza que el origen del mundo sea “obra del caos”, sino de “un poder supremo creador del amor

El Papa advierte del peligro de imaginar a Dios “como un mago, con una varita mágica”.

Jorge Mario Bergoglio: “Dios no tiene miedo a las novedades”

Hace tres años, el papa Benedicto XVI advirtió de que, al contrario de lo que sostenía el físico Stephen Hawking en su último libro, El gran diseño, Dios sigue siendo necesario para explicar el origen del universo. “No debemos dejar que nos limiten la mente”, dijo entonces Joseph Ratzinger, “con teorías que siempre llegan solo hasta cierto punto y que, si nos fijamos bien, no están en competencia con la fe, pero no pueden explicar el sentido último de la realidad”. Y ahora ha sido su sucesor, el papa Francisco, quien ha vuelto a insistir sobre aquella tesis: “El Big-Bang –la teoría científica que explica el origen del universo—no se contradice con la intervención creadora divina, al contrario, la exige”.

Jorge Mario Bergoglio pronunció estas palabras durante la inauguración, el lunes, de un busto del papa emérito realizado en bronce y colocado en la Casina Pío IV, sede de la Academia Pontificia de las Ciencias. Francisco glosó la figura de Ratzinger, quien tras su renuncia vive retirado en un monasterio del Vaticano, haciendo hincapié en su gran formación teológica, filosófica y también científica. “Su amor por la ciencia”, explicó Bergoglio, “se advierte en su preocupación por los científicos, sin distinciones de raza, nacionalidad, civilización, religión; preocupación por la Academia, desde cuando san Juan Pablo II lo nombró miembro. Él supo honrar la Academia con su presencia y con su palabra, y nombró a muchos de sus miembros. Y nunca se podrá decir que el estudio y la ciencia hayan secado su persona y su amor por Dios y por el prójimo, sino al contrario, que la ciencia, la sabiduría y la oración dilataron su corazón y su espíritu”.

En su intervención ante los académicos presentes, el papa Francisco subrayó la responsabilidad de los científicos, “sobre todo de los científicos cristianos”, de interrogarse sobre el porvenir de la humanidad y el mundo: “Ustedes están afrontando el tema altamente complejo de la evolución del concepto de naturaleza. No entraré, y ustedes comprenderán, en la complejidad científica de esta importante y decisiva cuestión. Quiero solamente subrayar que Dios y Cristo caminan con nosotros y están presentes también en la naturaleza, como afirmó el apóstol Pablo en el discurso en el Aerópago: “En Dios, efectivamente, vivimos, nos movemos y existimos”. Cuando leemos en el Génesis la narración de la Creación podemos caer en el peligro de imaginar que Dios era un mago, con una varita mágica capaz de hacer todas las cosas. Pero no es así. Él creó a todos los seres y los dejó desarrollarse según las leyes internas que Él dio a cada uno para que llegaran a su plenitud”. E insistió: “El principio del universo no es obra del caos, sino que deriva directamente de un poder supremo creador del amor”.

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“¿Desacralizar el papado?”, por José Ignacio González Faus

Sábado, 25 de octubre de 2014
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el-papa-camina-solo_560x280Confidencia de Francisco a un obispo que le fue a visitar a Roma:

“Reza por mí; la derecha eclesial me está despellejando. Me acusan de desacralizar el papado”

“Demos gracias a Dios por ello, porque contribuirá a purificar la fe de los católicos”

“Un ministerio de Pedro sacralizado sólo sirve para que la curia romana se autosacralice a sí misma bajo la sombra del papa “

Puedo garantizar la anécdota porque me la contó su protagonista: un obispo (de cuyo nombre no debo acordarme) a quien Francisco, el actual obispo de Roma, le dijo literalmente en conversación privada: “reza por mí; la derecha eclesial me está despellejando. Me acusan de desacralizar el papado”.

Permítaseme preguntar si lo que está haciendo Francisco es desacralizar el papado o más bien cristianizarlo. Hace unos diez siglos, san Bernardo escribió una carta al papa Eugenio III y lo que le pedía en ella viene a ser otra “desacralización” del papado: que se parezca a Pedro y no a Constantino (o al sumo sacerdote judío), y que recuerde que Pedro no necesitó grandes palacios, ni mantos de armiño, ni lujosos medios de transporte para anunciar a Cristo. Por si fuera poco, el nada sospechoso Benedicto XVI declaró poco antes de su renuncia que esa carta de san Bernardo debería ser libro de cabecera para todos los papas.

Pedro fue muy apreciado en la iglesia primera, pero el libro de los Hechos de los Apóstoles no da ningún testimonio de que ello se debiera a una sacralización de su persona o de su ministerio: se le quería porque era perseguido y encarcelado, porque tenía intuiciones de líder sobre los nuevos caminos que había de emprender la iglesia primera, quizá también porque era humano y se le podían pedir cuentas cuando daba un paso que algunos timoratos no entendían (como entrar en casa de un pagano), o incluso se le podía reprender públicamente como hizo Pablo…

Algo parecido a lo que pedía san Bernardo es lo que intenta Francisco. Pero eso es cristianizar al papado. ¿O acaso habrá que acusar al mismo Jesucristo de “desacralizar” a Dios, por haberse vaciado de su rango divino y haber asumido figura de siervo (Fil, 2,6 ss)? Pues no: más bien hay que decir que un ministerio de Pedro sacralizado no hace más fácil la evangelización, ni más auténtica la fe de los católicos. Sólo sirve para que la curia romana se autosacralice a sí misma bajo la sombra del papa.

Tratando de comprender esa desviación cabría decir que brota de lo que suele presentarse como lo más característico, la gran virtud y el gran peligro de lo “católico”. Kat-hólico significa universal, pero no en sentido cuantitativo sino cualitativo: significa que ninguna dimensión natural queda fuera de lo cristiano (salvo el pecado que, por muy metido que lo tengamos, es lo más antinatural). Católico deriva del mismo vocablo griego (“holon”, en lugar de “pan”) de donde procede nuestra palabra holístico puesta hoy tan de moda, y que se refiere a una totalidad, pero en sentido distinto al que pueden evocar palabras como ”pan-germanismo” o pan-sexualismo.

Por eso se decía antaño que la diferencia entre catolicismo y protestantismo estaba sólo en una “y” (fe y razón, Dios y hombre, Gracia y libertad, vertical y horizontal…). Ésta sería la gran virtud de lo católico. Su gran peligro, de ahí derivado, es que puede contribuir a que nos perdamos en detalles ensombreciendo lo esencial cristiano y creyendo que comulgar en la boca (por ejemplo) es más santo y más piadoso que hacerlo en la mano. Al querer afirmarlo todo, se da el mismo valor a todo y se difumina la tremenda radicalidad cristiana.

La reforma de Lutero buscó en realidad una concentración en eso esencial cristiano, que luego algunos tacharon de reducción. Pero también se ha podido tildar a algunas personas y posturas católicas de ser “muy católicas pero muy poco cristianas”, terrible aviso que ya lanzó Fernando de los Ríos en 1933. Los shows multitudinarios del papa Wojtila con los gritos de “totus tuus” o “santo súbito” podrían ser tachados de muy católicos pero quizá poco cristianos. Y en fin: no sé si cabe decir que el protestantismo es como el canto gregoriano y el catolicismo como la polifonía barroca (y esto lo escribe un católico admirador del gregoriano).

Todos esos entornos de vestimentas especiales (y con sastres especiales), residencias regias, genuflexiones, apelativos de “santo padre”, viajes especiales… son en realidad muy secundarios. Cuando se los exagera y se los absolutiza contribuyen a crear una aureola idolátrica en torno al sucesor de aquel pescador de Galilea, llamado Pedro. Jesús no se sirvió de esas auras sagradas para anunciar la paternidad de Dios y el reinado de Dios. Y con el cristianismo se ha abolido la distinción entre lo sagrado y lo profano: porque, según Jesús, lo único sagrado es el ser humano, que está por encima de todos los “sábados” de la historia. De modo que, seguramente, el Maestro repetiría hoy a todo esos monseñores preocupados, sus palabras de antaño: “deja a los muertos que entierren a sus muertos, y ve a anunciar el reinado de la libertad de los hijos de Dios y la fraternidad de los hermanos en Cristo” (Lc 9,60).

Así pues: ¿que Francisco está desacralizando el papado? Demos gracias a Dios por ello, porque contribuirá a purificar la fe de los católicos facilitando además el acercamiento de otras iglesias cristianas. Porque, aunque sea cierto que a Dios sólo llegamos a través de mediaciones, eso no significa que debamos sacralizarlas.

José Ignacio González Faus

Fuente Religión Digital

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“El papa, el sínodo y los maricones”, por Bruno Bimbi

Lunes, 20 de octubre de 2014
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***

Seamos sinceros, por favor. ¿Ustedes realmente se creyeron que la reunión de tías solteronas del Vaticano iba a terminar con papá Francisco cantando “I Will Survive”?

Me mata tanta ingenuidad.

Una semana entera nos tuvieron a la espera, bombardeados por titulares de diarios e informes en los noticieros que contaban, orgullosos por ese argentino que consiguió sentarse en el trono de la última monarquía absolutista de Europa, que ahora la Iglesia católica, apostólica y romana iba a reconciliarse con los maricones. Que habría una “apertura” y una “acogida” (¡ay, señor traductor!) y no dirían más que somos sodomitas, pervertidos, desviados, antinaturales, pecadores, en fin, una manga de tragasables que irán al infierno por putos.

Dijeron que era histórico. Revolucionario. Una tormenta. Un cambio de época. No esperaron siquiera a ver el documento final, porque las ganas de confirmar que Francisco no es más Bergoglio y la Iglesia católica no es más apostólica ni romana tienen obnubilada a la prensa de casi todo el mundo, sobre todo a la argentina. Tienen una ganas bárbaras de creerle.

La primera versión del documento que pretendía resumir lo discutido en el “sínodo” por los obispos, vestidos con sus largas polleras negras y sus solideos y cinturones rosados, se titulaba Relatio post disceptationem —en latín clásico, esa lengua que solo ellas siguen hablando— y, para alegría de los más papistas que el papa, traía tres párrafos hablando de los omosessuali —en italiano, porque no había en latín una palabra para eso— y, curiosamente, el término no venía acompañado por las ofensas de siempre. ¡Extra, extra!

Los admiradores de Francisco estaban eufóricos, contándonos lo innovador y super-recontra-moderno que era ese texto que no nos insultaba más. Decía, presten atención, que los omosessuali tenemos “dones y talentos” y que podemos ofrecérselos a ellos, la comunità cristiana — y sólo a ellos, claro. Y se preguntaba —sí, se preguntaba, no afirmaba— si ellos serían capaces de “acogernos” y “evaluar” nuestra orientación sexual, pero siempre senza compromettere la dottrina cattolica su famiglia e matrimonio, por supuesto. No vaya a ser cosa que, de tanto evaluarnos y acogernos, alguien pueda pensar que la doctrina católica sobre la familia y el matrimonio se movió medio milímetro del lugar donde Dios la puso, representado en el acto de ponerla por otras tías solteronas que se reunieron en el siglo XVI, con las mismas polleras negras, pero —según muestran las pinturas de la época del Concilio de Trento— sin nada rosado, salvo las de mayor jerarquía. Divas, ellas.

El texto también recordaba, por si quedaban dudas, que “las uniones entre personas del mismo sexo no pueden equipararse con el matrimonio entre el hombre y la mujer” y reclamaba al mundo que “tampoco es aceptable que se quiera ejercer presión sobre la actitud de los pastores o que los organismos internacionales condicionen la ayuda financiera a la introducción de una legislación inspirada en la ideología de género” (la Iglesia le dice “ideología de género” a los estudios de género).

Benedicto manda saludos.

Por último, en el tercer párrafo, los obispos recordaban que la Iglesia tiene “problemas morales” con las parejas del mismo sexo, pero “reconoce” que “en algunos casos”, el apoyo mútuo “para el sacrificio” (WTF?) puede ser valioso, y hacían una confusa referencia a los niños con dos papás o dos mamás (aunque, obviamente, no usaban esas palabras), sin que quedase claro qué querían decir.

Y eso es todo.

Tenemos algunos dones y talentos. Pueden acogernos. Deven evaluarnos. Nuestras parejas siguen siendo un problema moral. La doctrina no se toca. Re-que-te-con-tra-mo-der-no. Pero apenas eso, para buena parte de los medios de comunicación de todo el mundo, era histórico. Revolucionario. Una tormenta. Un cambio de época. ¡Imaginate! La iglesia reconoce que tenemos algunos dones y talentos. ¡Guau!

Hagamos de cuenta, por un instante, que el sínodo hubiese terminado ahí y que ese texto fuese el documento final. Y hagamos de cuenta, por un instante, que no fuese un documento sobre los homosexuales, sino sobre los judíos. O sobre los negros. Y que dijese, con palabras parecidas, que tienen algunas cosas buenas, una que otra virtud, por lo cual estaría bueno acogerlos y evaluarlos, sin que eso comprometa la doctrina de la Iglesia sobre la judeidad y la negritud, que, como sabemos, es bien clarita. Me imagino que los negros y los judíos estarían contentísimos con semejante demostración de cariño y admiración.

Pero vos sos un denso, querés demasiado, no reconocés que es un gran avance.

—¿Cuál es el avance? A ver, explicame…

—Dicen que tienen dones, talentos. Antes decían que eran unos putos de mierda que se iban a ir al infierno. Es un avance, che, no seas tan exigente…

Pero no. Ni siquiera eso.

Después de una semana de discusiones, intrigas, trascendidos, aclaraciones, desmentidas, enojos y una incomprensible expectativa de casi todos los diarios del mundo, la reunión de tías solteronas decidió que no tenemos dones ni virtudes. O sea, para que quede claro: estuvieron una semana discutiendo sobre ese documento, porque no se ponían de acuerdo; votaron y decidieron, por mayoría, que no tenemos ningún don y ninguna virtud.

Ni una solita.

Ni siquiera eso fueron capaces de decir, aunque no fuese tan sincero, para disimular un poco.

El documento final, titulado en latín Relatio Synodi y divulgado este sábado, ya no trae más el subtítulo que hablaba de “acoger” a los omosessuali: ahora dice que hay que dar atención pastoral a sus familias. No dice más, repito, que los gays tengamos dones, ni virtudes, ni nada bueno. Dice, en cambio, que algunas familias viven la “experiencia” de tener dentro una persona con orientamento omosessuale. A esas familias, la Iglesia católica —que, por si quedaban dudas, sigue siendo apostólica y romana— debe darles atención pastoral para que entiendan que “no hay fundamento alguno para asimilar o establecer la más remota analogía entre las uniones del mismo sexo y el plan de Dios para el matrimonio y la familia”. Ni-la-más-re-mo-ta. Lo dicen estos señores de edad avanzada, desempleados y económicamente inactivos, que hablan en latín, usan polleras negras y solideos y cinturones rosados y son expertos internacionales en familia y matrimonio, pese a ser oficialmente castos, vírgenes, solteros y sin hijos. El plan de Dios, al que ellos tuvieron acceso através de la Wikileaks divina, no incluye a los omosessuali.

¿Entendieron, manga de putos?

Sin embargo, continúa el documento, los hombres y mujeres con orientamento omosessuale deben ser acogidos (y vuelve esa palabrita) “con respeto y sensibilidad”, evitándose todo tipo de “discriminación injusta”.

El respeto se nota mucho y se agradece inmensamente.

Lo más gracioso (por decirlo de alguna forma) es que la parte que habla de no discriminarnos injustamente es una cita, entre comillas, de un viejo documento escrito por Joseph Ratzinger en 2003, antes de ser papa (durante el reinado de Wojtila), titulado “Considerazioni circa i progetti di riconoscimento legale delle unioni tra persone omosessuali”. El objetivo del documento era, justamente, exigir a los gobiernos del mundo que discriminaran injustamente a las parejas homosexuales, negándoles el derecho al matrimonio civil. El documento de Ratzinger afirmaba, entre otras cosas, que “los actos homosexuales contrastan con la ley natural” y “cierran el acto sexual al don de la vida”, por lo que “no son el resultado de una verdadera complementariedad afectiva y sexual” y “en ningún caso pueden recibir aprobación”. Las muestras de respeto, sensibilidad y no discriminación continúan: “los actos homosexuales están condenados como graves depravaciones” y aunque no pueda decirse que los que “padecen esta anomalía” sean personalmente responsables por ella, cometen actos “intrínsecamente desordenados”. Para ser precisos, la parte citada por los obispos, que dice que los omosessuali deben ser acogidos con “respeto, compasión y delicadeza” y no sufrir “discriminación injusta” (ahí está: la que ellos nos imponen es justa, obvio), ordena que vivamos castos (como supuestamente ellos viven) y dice que “la inclinación homosexual es objetivamente desordenada y las prácticas homosexuales son pecados gravemente contrarios a la castidad”.

Todo muy bonito.

El texto de Ratzinger, resucitado desde las catacumbas de la Inquisición por el sínodo franciscano y agregado a último momento en el documento (también agregaron, al final, una condena más explícita a los países que aprueban el matrimonio igualitario), era tan repulsivo que el escritor peruano Mario Vargas Llosa, premio Nobel de literatura, escribió una durísima crítica en la que afirmaba que

“con argumentos así, aderezados con la presencia sulfúrica del demonio, la Iglesia mandó a millares de católicos y de infieles a la hoguera en la Edad Media y contribuyó decisivamente a que, hasta nuestros días, el alto porcentaje de seres humanos de vocación homosexual viviera en la catacumba de la vergüenza y el oprobio, fuera discriminado y ridiculizado y se impusiera en la sociedad y en la cultura el machismo, con sus degenerantes consecuencias: la postergación y humillación sistemática de la mujer, la entronización de la viril brutalidad como valor supremo y las peores distorsiones y represiones de la vida sexual en nombre de una supuesta normalidad representada por el heterosexualismo. Parece increíble que después de Freud y de todo lo que la ciencia ha ido revelando al mundo en materia de sexualidad en el último siglo la Iglesia Católica —casi al mismo tiempo que la Iglesia Anglicana elegía al primer obispo abiertamente gay de su historia— se empecine en una doctrina homofóbica tan anacrónica como la expuesta en las doce páginas redactadas por el cardenal Joseph Ratzinger”.

Once años después, la Iglesia católica, que sigue siendo apostólica y romana, bajo el reinado de Francisco, que sigue siendo Bergoglio, continúa empecinada en la misma doctrina homofóbica anacrónica, aunque su departamento de marketing y relaciones públicas ahora funcione mucho mejor y algunos crean que ha cambiado algo.

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Mi cuenta en Twitter: @bbimbi / Facebook: Bruno Bimbi. Periodista.

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“Pablo VI ayudó a los obispos españoles, sin intervenir directamente, a ser protagonistas de la Transición”

Domingo, 19 de octubre de 2014
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pablosexto_560x280Un gran Papa: culto, humilde y santo

Su postulador lo define como “un Papa antifascista e incomprendido”

Antonio Marrazo asegura que se opuso a Franco y a Musolini

Pablo VI se quitó la tiara para hacer comprender que la potestad del Papa no viene de un poder humano. Después, vendió la tiara para ayudar a los pobres

El Papa Francisco beatificará este domingo a Pablo VI, un Papa “antifascista” e “incomprendido” que concluyó el Concilio Vaticano II, en una misa que coincidirá con la conclusión de la Asamblea Extraordinaria del Sínodo de los Obispos y que contará con la presencia del Papa Emérito Benedicto XVI.

El postulador de la causa de beatificación de Pablo VI, el padre Antonio Marrazzo, ha asegurado este viernes en rueda de prensa que el Papa Montini, ya desde antes de ser Pontífice, no estuvo a favor de Franco como tampoco lo estuvo de Musolini” porque fue un Papa “antifascista”.

Además, ha destacado el comportamiento de Pablo VI hacia la “democracia” y ha afirmado que “ayudó a los obispos españoles, aunque sin intervenir directamente, a ser protagonistas de la transición.

En este sentido, ha subrayado que “la gran preocupación” del Papa Montini siempre fue una: “ayudar a las personas, a los últimos e indefensos para que pudieran expresarse en su humanidad”.

El cardenal Giovanni Battista Re ha asegurado que Pablo VI fue “un Papa grande pero también incomprendido” que tiene “el mérito de haber dirigido y llevado a término el Concilio Vaticano II” y que destacó por su defensa de la vida humana. Además, ha remarcado que supo respetar el papel de las comisiones y “contribuyó mucho” en la aplicación de las instancias emergentes del Concilio Vaticano II, como el Sínodo de los obispos.

atenagoras-i-y-pablo-viEntre sus gestos, el cardenal Re ha recordado que Pablo VI se quitó la tiara para hacer comprender que la potestad del Papa no viene de un poder humano. Después, vendió la tiara para ayudar a los pobres. Asimismo, ha señalado que fue el primer Pontífice que viajó a Tierra Santa.

Sobre el milagro necesario para beatificar a Pablo VI, el postulador de la Causa ha explicado que se refiere a la protección de un feto que en la semana 34 de embarazo y tras muchas oraciones de su familia a Pablo VI, se curó de todas las patologías que padecía. En la actualidad, el niño está sano y no ha sufrido ninguna consecuencia de aquellas graves patologías.

La reliquia que se presentará este domingo al Papa será un la camiseta de lana ensangrentada que el Papa Pablo VI llevaba puesta cuando en su viaje a Manila (Filipinas) de 1970 fue víctima de un intento de asesinato.

El vicepostulador de la Causa y delegado episcopal para la promoción de la memoria de Pablo VI en la diócesis de Brescia, el lugar de nacimiento de Montini, ha anunciado que tras la beatificación, en Brescia se celebrará un año Montiniano para que sea posible profundizar mejor en la figura del Pontífice.

La Santa Sede espera que acudan a la beatificación miles de personas, entre las cuales, destaca un grupo de unos 3.000 peregrinos de la diócesis de Milán y otro de más de 5.000 de Brescia. Para la Misa de beatificación se ha compuesto un himno basado en el magisterio del Papa Montini.

El ministro de Asuntos Exteriores y de Cooperación, José Manuel García-Margallo, encabezará la delegación española que asistirá este domingo en el Vaticano a la ceremonia de beatificación de Pablo VI, según el real decreto aprobado este viernes en Consejo de Ministros.

En la beatificación de Giovanni Battista Enrico Antonio Maria Montini, se verá juntos al Papa Francisco y al Papa Emérito Benedicto XVI, una imagen que ya se pudo observar en las canonizaciones de Juan Pablo II y Juan XXIII, en abril de este año.

Precisamente, Pablo VI fue el primer pontífice que recibió en el Vaticano a don Juan Carlos y a doña Sofía como Reyes de España, en febrero de 1977. Fue la primera audiencia que concedía además un pontífice en el Vaticano a un jefe de Estado español desde el reinado de Alfonso XIII.

El Papa en la tempestad. Paulo VI

Fuente Religión Digital

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El “favorito” de Benedicto XVI, George Gänswein, reitera que los actos homosexuales son “desordenados” y “contrarios a la ley natural”

Domingo, 12 de octubre de 2014
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011Benito, George y un niño…

Con lo bonito que es ver a una familia feliz, no entiendo la homofobia de algunas monseñorías… Como dice el autor de este artículo, “la mirada de Benedicto XVI se torna aún más dulce. Y sus ojos parecen acariciar la inocencia. A su lado, el rostro de su fiel y guapo secretario, monseñor Georg Gänswein, resplandece de alegría“…

El secretario personal de Benedicto XVI se alinea con los “halcones” del Sínodo

Ganswein sobre los divorciados vueltos a casar: “Contradicen lo indicado por el Señor”

El Papa, el secretario y el bebé

(José Manuel Vidal).- El secretario personal de Benedicto XVI, George Ganswein,  se une al “partido” del cardenal Müller y demás opositores a la telogía de la misericordia del cardenal Kasper, apoyada por el Papa Francisco. Y reitera la doctrina sobre los divorciados vueltos a casar y sobre los gays. En ambientes eclesiásticos se cuestiona el pronunciamiento público del prefecto de la Casa Pontificia. No tanto por lo que dice, sino por quién lo dice y por cuándo lo dice.

Las declaraciones de la mano derecha del Papa emérito aparecen en una entrevista concedida a Alfonso Signorini, director de la revista italiana ‘Chi’. En ellas, entre otro cosas, avanza, de entrada, este principio: “La Iglesia debe tener el coraje de expresar sus convicciones, porque, de lo contrario, no serviría a la verdad”

También aborda dos de los temas más polémicos del Sínodo que se está celebrando en Roma. Sobre la comunión a los divorciados vueltos a casar dice: “Es una cuestión muy delicada. Está en juego el matrimonio sacramental que, según la doctrina católica, es indisoluble, al igual que el amor de Dios hacia el hombre”.

Y añade:El que contrae una nueva unión contradice con su decisión lo indicado por el propio Señor, aunque también es cierto que sólo Dios escruta y conoce la conciencia de cada cual”.

 A su juicio, “el Papa Francisco sigue (en este tema) la línea de sus predecesores, cuyo magisterio sobre el matrimonio sacramental es muy claro“.

De ahí que sobre la discusión de esta temática en el Sínodo declare: “La Iglesia no cierra los ojos ante las dificultades de los fieles que viven en situaciones delicadas y espinosas. Sin embargo, la Iglesia debe ofrecer respuestas sinceras que se orienten no según el espíritu de los tiempos, sino según el Evangelio y la palabra de Jesucristo, que es el hijo de Dios. Es verdad que Dios acoge y perdona, pero también lo es que pide la conversión

En cuanto a la homosexualidad, monseñor Ganswein asegura que “la Iglesia, apoyándose en la Sagrada Escritura y en la Tradición, siempre declaró que los actos homosexuales son intrínsecamente desordenados. Son contrarios a la ley natural, porque impiden al acto sexual el don de la vida“.

Eso sí, el secretario del Papa emérito, advierte, sin embargo, que los homosexuales “deben ser acogidos con respeto, compasión y delicadeza, evitando cualquier injusta discriminación contra ellos.

El alemán Georg Gaenswein, confesó también en la citada entrevista que su celibato en los primeros años “no fue fácil” y explicó que al entrar en el seminario tuvo “luchas interiores” sobre el celibato.

“Cuando entré en el seminario para ser sacerdote lo hice totalmente convencido respecto al desafío del celibato. No faltaron, lo digo sinceramente y sin vergüenza las luchas interiores. No fue fácil, pero todo el vida tiene un precio, explicó.

El celibato no es una vida sin amor. Es la vida de un amor que es más grande que el carnal. Tienes que renunciar a algo que es grande, lo sé, pero lo haces porque hay algo aún más grande que es el reino de los cielos“.

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Monseñor Livieres se revuelve ante su expulsión: “El Papa Francisco tendrá que dar cuentas a Dios”

Domingo, 28 de septiembre de 2014
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rogelio-livieresLemos en Religión Digital:

Durísima réplica del expulsado obispo de Ciudad del Este a Francisco

Destaca que tanto Juan Pablo II como Benedicto XVI siempre le dieron su apoyo

Monseñor Melanio sobre Livieres: “Era un orgulloso…El Vaticano extirpó el tumor”

Lombardi: “Con su reacción es más fácil comprender por qué había un problema”

El líder laico Javier Miranda vincula al prelado con la desaparición de 300.000 dólares

Morirá matando. Fiel a su estilo, Rogelio Livieres Plano replicó a la notificación de su cese como obispo de Ciudad del Este con una durísima carta en la que asegura que el Papa Francisco “tendrá que dar cuentas a Dios”.

En una misiva enviada al prefecto de la Congregación de los Obispos, Marc Ouellet, Livieres afirma que su cese y el nombramiento de Ricardo Valenzuela como administrador apostólico, le fue informada prácticamente en simultáneo con la conferencia de prensa que dio este jueves en Paraguay el nuncio Eliseo Ariotti, y señala que ese hecho es una irregularidad más que se realiza en su contra.

“Tengo entendido que el Nuncio, prácticamente en simultáneo con el anuncio que Su Eminencia me acaba de dar, ha realizado una conferencia de prensa en el Paraguay y ya se dirige hacia la Diócesis para tomar control inmediato de la misma. El anuncio público por parte del Nuncio antes de que yo sea notificado por escrito del decreto es una irregularidad más en este anómalo proceso“, expresó.

Describe a lo ocurrido como “la intervención fulminante de la Diócesis” y manifestó que eso puede deberse al temor que tiene la iglesia “de que la mayoría del pueblo fiel reaccione negativamente ante la decisión tomada, ya que han manifestado abiertamente su apoyo a mi persona y gestión durante la Visita Apostólica”.

Recordó las palabras de despedida que mantuvo con el cardenal Santos Abril poco antes de retirarse tras la investigación que realizó en la Diócesis esteña. “Espero que reciban las decisiones de Roma con la misma apertura y docilidad con que me han recibido a mí“, había dicho el cardenal a lo que Livieres Plano resalta en una pregunta que pareciera ser que con eso ya se estaba indicando cual sería el resultado de la investigación.

livieres-contra-el-papa“¿Estaba indicando que el curso de acción estaba ya decidido antes de los informes finales y el examen del Santo Padre? En cualquier caso, no hay que temer rebeldía alguna. Los fieles han sido formados en la disciplina de la Iglesia y saben obedecer a las autoridades legítimas“, señala además en su carta.

Livieres Plano también resalta que desde su nombramiento como obispo recibió y demostró que fue víctima de ataques y maniobras destituyentes y que tanto el Papa Juan Pablo II como Benedicto XVI le dieron su apoyo, no así Francisco.

En un punto de la carta resalta que no fue notificado del informe que los enviados del Papa elaboraron con motivo de la Visita Apostólica que realizaron a la Diócesis y por ende no pudo responder a las acusaciones que hubiesen.

A pesar de tanto discurso sobre diálogo, misericordia, apertura, descentralización y respeto por la autoridad de las Iglesias locales, tampoco he tenido oportunidad de hablar con el Papa Francisco, ni siquiera para aclararle alguna duda o preocupación. Consecuentemente, no pude recibir ninguna corrección paternal -o fraternal, como se prefiera- de su parte. Sin ánimo de quejas inútiles, tal proceder sin formalidades, de manera indefinida y súbita, no parece muy justa, ni da lugar a una legítima defensa, ni a la corrección adecuada de posibles errores. Sólo he recibido presiones orales para renunciar“, expresa la carta.

Livieres Plano va más allá acusando a opositores y a la prensa local informen con anticipación, lo que finalmente se divulgó este jueves y resaltó que eso “es sin duda otro indicador de que algunas altas autoridades en el Vaticano, el Nuncio Apostólico y algunos Obispos del país estaban maniobrando de forma orquestada y dando filtraciones irresponsables para «orientar» el curso de acción y la opinión pública”.

Resalta que considera la decisión como “infundada y arbitraria y de la que el Papa tendrá que dar cuentas a Dios, ya que no a mí“.

Afirmó una vez más “ante quien quiera escucharlo que la substancia del caso ha sido una oposición y persecución ideológica, prosigue la carta. Sostiene además que con todo esto se busca mantener el statu quo en el manejo de la iglesia Católica en el país. “El que sufre las últimas consecuencias de lo que describo es el pueblo fiel, ya que las Iglesias particulares se mantienen en estado de letargo con gran éxodo a otras denominaciones, casi sin vocaciones sacerdotales o religiosas y con pocas esperanzas de un dinamismo auténtico y un crecimiento perdurable”, agrega. Señala que “el verdadero problema de la Iglesia en el Paraguay es la crisis de fe y de vida moral que una mala formación del clero ha ido perpetuando, junto con la negligencia de los Pastores”.

Casi hacia el final hasta nombra al ex obispo Fernando Lugo y lo pone de ejemplo de cómo se encuentra la problemática dentro de la iglesia paraguaya. “Lugo no es sino un signo de los tiempos de esta problemática reducción de la vida de la fe a las ideologías de moda y al relajamiento cómplice de la vida y disciplina del clero“, expresó. Acusa que entre los que se oponen a toda renovación dentro de la iglesia paraguaya están grupos políticos y asociaciones anti-católicas, además del apoyo de algunos religiosos de la Conferencia de Religiosos del Paraguay.

Finalmente, señala que se negó a renunciar por propia iniciativa por la “responsabilidad moral de obedecer a Dios antes que a los hombres”. Recordó igualmente al pueblo que “expresó abierta y públicamente su apoyo a la labor apostólica que hemos venido haciendo“. Y culminó con la frase El pueblo y yo hemos sido desoídos. En la parte de la firma ya se observa que escribió “Ex Obispo de Ciudad del Este (Paraguay)”.

Por su parte, el nuncio apostólico en el Paraguay, monseñor Eliseo Ariotti, y monseñor Claudio Giménez, obispo de Caacupé y presidente de la Conferencia Episcopal Paraguaya, informaron que la decisión de “sustituir” al obispo de Ciudad del Este, monseñor Rogelio Livieres Plano, se hizo necesaria por su “falta de disponibilidad” para presentar voluntariamente su renuncia. Asimismo, recordó que la Pontificia Congregación para los Obispos le pidió que lo hiciera tras la visita apostólica del pasado mes de julio.

En julio pasado, el cardenal Santos Abril y Castelló, arcipreste de la basílica de Santa María la Mayor en Roma, viajó a la diócesis de Ciudad del Este para interiorizarse sobre el ministerio pastoral del obispo Livieres, la situación de los seminarios locales -algo único en el país, ya que solo existe un seminario nacional, en Asunción- y el desempeño del padre Carlos Urrutigoity, acusado en publicaciones periodísticas por presunto abuso sexual.

Ésta es la carta de Livieres al prefecto de la Congregación de Obispos: Cardenal Marc Ouellet

Prefecto de la Congregación para los Obispos
Palazzo della Congregazioni,
Piazza Pio XII, 10,
00193 Roma, Italia

25 de septiembre de 2014

Eminencia Reverendísima:

Le agradezco la cordialidad con que me recibió el lunes 22 y el martes 23 de este mes en el Dicasterio que preside. Igualmente, la comunicación por teléfono que me ha hecho hace unos momentos de la decisión del Papa de declarar a la Diócesis de Ciudad del Este sede vacante y de nombrar a Mons. Ricardo Valenzuela como Administrador Apostólico.

Tengo entendido que el Nuncio, prácticamente en simultáneo con el anuncio que Su Eminencia me acaba de dar, ha realizado una conferencia de prensa en el Paraguay y ya se dirige hacia la Diócesis para tomar control inmediato de la misma. El anuncio público por parte del Nuncio antes de que yo sea notificado por escrito del decreto es una irregularidad más en este anómalo proceso. La intervención fulminante de la Diócesis puede quizás deberse al temor de que la mayoría del pueblo fiel reaccione negativamente ante la decisión tomada, ya que han manifiestado abiertamente su apoyo a mi persona y gestión durante la Visita Apostólica. En este sentido recuerdo las palabras de despedida del Cardenal Santos y Abril: «espero que reciban las decisiones de Roma con la misma apertura y docilidad con que me han recibido a mí». ¿Estaba indicando que el curso de acción estaba ya decidido antes de los informes finales y el examen del Santo Padre? En cualquier caso, no hay que temer rebeldía alguna. Los fieles han sido formados en la disciplina de la Iglesia y saben obedecer a las autoridades legítimas.

Las conversaciones que hemos mantenido y, aparentemente ya que no los he visto, los documentos oficiales, dan por justificación para tan grave decisión la tensión en la comunión eclesial entre los Obispos del Paraguay y mi persona y Diócesis: «no estamos en comunión», habría declarado el Nuncio en su conferencia.

Por mi parte, creo haber demostrado que los ataques y maniobras destituyentes de la que he sido objeto se iniciaron ya desde mi nombramiento como Obispo, antes incluso de que pudiera poner un pie en la Diócesis -hay correspondencia de la época entre los Obispos del Paraguay con el Dicasterio que Su Eminencia preside como prueba fehaciente de ello. Mi caso no ha sido el único en el que una Conferencia Episcopal se ha opuesto sistemáticamente a un nombramiento hecho por el Papa contra su parecer. Yo tuve la gracia de que, en mi caso, los Papas san Juan Pablo II y Benedicto XVI me apoyaran para seguir adelante. Entiendo ahora que el Papa Francisco haya decidido retirarme ese apoyo.

Sólo quiero destacar que no recibí en ningún momento un informe escrito sobre la Visita Apostólica y, por consiguiente, tampoco he podido responder debidamente a él. A pesar de tanto discurso sobre diálogo, misericordia, apertura, descentralización y respeto por la autoridad de las Iglesias locales, tampoco he tenido oportunidad de hablar con el Papa Francisco, ni siquiera para aclararle alguna duda o preocupación. Consecuentemente, no pude recibir ninguna corrección paternal -o fraternal, como se prefiera- de su parte. Sin ánimo de quejas inútiles, tal proceder sin formalidades, de manera indefinida y súbita, no parece muy justa, ni da lugar a una legítima defensa, ni a la corrección adecuada de posibles errores. Sólo he recibido presiones orales para renunciar.

Que mis opositores y la prensa local hayan recientemente estado informando en los medios, no de lo que había pasado, sino de lo que iba a suceder, incluso en los más mínimos detalles, es sin duda otro indicador de que algunas altas autoridades en el Vaticano, el Nuncio Apostólico y algunos Obispos del país estaban maniobrando de forma orquestada y dando filtraciones irresponsables para «orientar» el curso de acción y la opinión pública.

Como hijo obediente de la Iglesia, acepto, sin embargo, esta decisión por más que la considero infundada y arbitraria y de la que el Papa tendrá que dar cuentas a Dios, ya que no a mí. Más allá de los muchos errores humanos que haya cometido, y por los cuales desde ya pido perdón a Dios y a quienes hayan sufrido por ello, afirmo una vez más ante quien quiera escucharlo que la substancia del caso ha sido una oposición y persecución ideológica.

La verdadera unidad eclesial es la que se edifica a partir de la Eucaristía y el respeto, observancia y obediencia a la fe de la Iglesia enseñada normativamente por el Magisterio, articulada en la disciplina eclesial y vivida en la liturgia. Ahora, empero, se busca imponer una unidad basada, no sobre la ley divina, sino sobre acuerdos humanos y el mantenimiento del statu quo. En el Paraguay, concretamente, sobre la deficiente formación de un único Seminario Nacional -deficiencias señaladas no por mí, sino autoritativamente por la Congregación para la Educación Católica en carta a los Obispos de 2008. En contraposición, y sin criticar lo que hacían otros Obispos, aunque hay materia de sobra, yo me aboqué a establecer un Seminario diocesano según las normas de la Iglesia. Lo hice, además, no sólo porque tengo el deber y el derecho, reconocido por las leyes generales de la Iglesia, sino con la aprobación específica de la Santa Sede, inequívocamente ratificada durante la última visita ad limina de 2008.

Nuestro Seminario diocesano ha dado excelentes frutos reconocidos por recientes cartas laudatorias de la Santa Sede en al menos tres oportunidades durante el pontificado anterior, por los Obispos que nos han visitado y, últimamente, por los Visitadores Apostólicos. Toda sugerencia hecha por la Santa Sede en relación a mejoras sobre el modo de llevar adelante el Seminario, se han cumplido fielmente.

El otro criterio de unidad eclesiástica es la convivencia acrítica entre nosotros basada en la uniformidad de acción y pensamiento, lo que excluye el disentimiento por defensa de la verdad y la legítima variedad de dones y carismas. A esta uniformidad ideológica se la impone con el eufemismo de «colegialidad».

El que sufre las últimas consecuencias de lo que describo es el pueblo fiel, ya que las Iglesias particulares se mantienen en estado de letargo, con gran éxodo a otras denominaciones, casi sin vocaciones sacerdotales o religiosas, y con pocas esperanzas de un dinamismo auténtico y un crecimiento perdurable.

El verdadero problema de la Iglesia en el Paraguay es la crisis de fe y de vida moral que una mala formación del clero ha ido perpetuando, junto con la negligencia de los Pastores. Lugo no es sino un signo de los tiempos de esta problemática reducción de la vida de la fe a las ideologías de moda y al relajamiento cómplice de la vida y disciplina del clero. Como ya he dicho, no me ha sido dado conocer el informe del Cardenal Santos y Abril sobre la Visita Apostólica. Pero si fuera su opinión que el problema de la Iglesia en el Paraguay es un problema de sacristía que se resuelve cambiando al sacristán, estaría profunda y trágimente equivocado.

La oposicion a toda renovación y cambio en la Iglesia en el Paraguay no sólo ha contado con Obispos, sino también con el apoyo de grupos políticos y asociaciones anti-católicas, además del apoyo de algunos religiosos de la Conferencia de Religiosos del Paraguay -los que conocen la crisis de la vida religiosa a nivel mundial no se sorprenderán de esto último. El vocero pagado y reiteradamente mentiroso para tales maniobras ha sido siempre un tal Javier Miranda. Todo esto se hizo con la pretensión de mostrar «divisón» dentro de la misma Iglesia diocesana. Aunque la verdad demostrada y probada es la amplia aceptación entre el laicado de la labor que veníamos haciendo.

Del mismo modo que, antes de aceptar mi nombramiento como Obispo, me creí en la obligación de expresar vivamente mi sentimiento de incapacidad ante tamaña responsabilidad, después de haber aceptado dicha carga, con todo el peso de la autoridad divina y de los derechos y deberes que me asisten, he mantenido la gravísima responsabilidad moral de obedecer a Dios antes que a los hombres. Por eso me he negado a renunciar por propia iniciativa, queriendo así dar testimonio hasta el final de la verdad y la libertad espiritual que un Pastor debe tener. Tarea que espero continuar ahora desde mi nueva situación de servicio en la Iglesia.

La Diócesis de Ciudad del Este es un caso a considerar que ha crecido y multiplicado sus frutos en todos los aspectos de la vida eclesial, para felicidad del pueblo fiel y devoto que busca las fuentes de la fe y de la vida espiritual, y no ideologías politizadas y diluídas creencias que se acomodan a las opiniones reinantes. Ese pueblo expresó abierta y públicamente su apoyo a la labor apostólica que hemos venido haciendo. El pueblo y yo hemos sido desoídos.

Suyo afectísimo en Cristo,

+ Rogelio Livieres
Ex obispo de Ciudad del Este (Paraguay)

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“Sueño de esa Iglesia inclusiva que no cierra la mesa del Señor a nadie quien se acerque con fe”. “Los caminos del Amor”. Conferencia internacional para una pastoral con las personas homosexuales y transexuales (Roma, 3 de Octubre de 2014).

Sábado, 13 de septiembre de 2014
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es_wol11El Sínodo extraordinario de los Obispos católicos sobre la familia, convocado en el Vaticano desde el 5 al 19 de Octubre de 2014, se interrogará sobre numerosos temas, desde las uniones «de parejas que viven juntas sin matrimonio religioso o civil», al acompañamiento de los divorciados de nuevo casados, a las uniones de personas del mismo sexo, al problema de la educación de sus hijos. Temas sobre los cuales la Iglesia Católica vuelve por fin a reflexionar y a interrogarse.

Varios grupos y movimientos católicos italianos e internacionales, a pocas horas del comienzo del Sínodo de los Obispos, han decidido organizar en Roma (Italia) para el próximo Viernes 3 de Octubre de 2014 la conferencia internacional “Los caminos del Amor” que quiere proponer a algunos teólogos, procedentes de varias partes del mundo, un tema desafiante: «Qué pastoral con las personas homosexuales y transexuales». Porque en efecto no se puede hablar de familia sin hablar de todas las familias, incluyendo a aquellas que han tenido, que tienen y que tendrán que enfrentarse con la homosexualidad.

“Los caminos del Amor”. Conferencia internacional para una pastoral con las personas homosexuales y transexuales (Roma, 3 de Octubre de 2014)

Aula magna de la Facultad de Teología Valdense, via Pietro Cossa 40, Roma (Italia), entrada libre

Sitio web: http://waysoflove.wordpress.com/
Facebook https://www.facebook.com/waysoflove2014
Email lestradedellamore@gmail.com

 

Reflexiones de Teresa (Sudamérica)
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Dios me creó mujer. Me creó, estoy convencida, sabiendo lo que hacía. Me creó lesbiana. Me creó con ganas de mostrar Su amor a las mujeres con todas sus facetas, y la amistad a los hombres. Estoy muy contenta de cómo me creó. Me reconozco como creada así, no opté por ser lesbiana. Tal como no opté ser mujer.

Ambos son un dado a través del cual y con el cual Dios me llama a construir. Siendo lesbiana, el rechazo de la doctrina de la iglesia católica a mi forma de amar y vivir una entrega completa e integral es lo más doloroso que vivo como miembro de esa misma iglesia – tal vez solamente equiparado con el constante desafío de vivir mi vocación de mujer activa y pensante en ella, a quien no solamente está vetado un sacramento, sino también, la participación activa y simbólica en el kerygma, el anuncio del evangelio.

Siendo lesbiana, la única posibilidad que tengo para vivir mi vocación de amor, entrega y vida en comunidad es violando los preceptos de la Iglesia en esta materia. Sí comulgo plenamente con los principios de ésta: el amor, la fidelidad, la fecundidad, el apoyo mutuo, la denegación de sí mismo en virtud del bien común y del bien de quienes están a nuestro cuidado.
Es solo en las instrucciones de cómo implementar estos principios que mi conciencia no me permite aceptar todas las enseñanzas, ya que éstas se contraponen a la fiel y generosa aplicación de estos mismos principios, o por lo menos, no son lo que más me parece llevar a una vida en amor y caridad.

Es un llamado de mi conciencia vivir esta gracia, este regalo de Dios que es mi sexualidad lesbiana, honrando la manera en que Dios me ha creado, y el Espíritu me inspira. Me parecería un absurdo que las personas homosexuales no tuviéramos ninguna opción de vocación que la vida personal en soledad, negando cualquier vocación a la comunidad íntima o de convivencia. Me parecería más bien una forma de vida profundamente anticristiana.

En ese respecto, lo percibo profundamente violatorio de mi conciencia si la enseñanza de la iglesia propone separar los “actos” de la “orientación” o “condición” homosexuales, ya que así se impide el desarrollo integral y pleno de mi persona ante Dios y el mundo.

En todo otro aspecto de conciencia, los actos responsables son la consecuencia visible, exigida y testimonial de mi vocación como cristiana; así por ejemplo en el trabajo, en la relación con el dinero, con los pobres. ¿Por qué sería distinto para mi sexualidad? Es una contradicción que mi conciencia no puede aceptar.

Los pronunciamientos del último papa (Benedicto XVI) han agudizado este sentido de rechazo, vetando no solamente la vida en pareja, sino también las vocaciones religiosas y de vida en comunidad, además que a las mujeres lesbianas, les está vetado el sacerdocio por ser mujeres. El Evangelio me indica otro camino. No estoy llamada a una vida solitaria, sino, a una vida en comunidad, fidelidad, fecundidad y entrega.

La interiorización de los preceptos de la doctrina, su rechazo a la homosexualidad y el temor de la soledad me han impedido por años asumir mi verdadera vocación ante Dios, a saber, vivir en veracidad la manera en que Él me creó como persona homosexual.

Confiando en la gracia de Dios, quiero poder responder generosamente a este llamado y poder comprometerme con una mujer en fidelidad, entrega a la sociedad y a quienes estén a nuestro cuidado, en apoyo mutuo y fecundidad en la proclamación del Reino de Dios, siguiendo participando en el pueblo de Dios a través de los sacramentos que nos son fortalecimiento en el camino, y signo real del Dios vivo.

Desde la Iglesia, fue un hito fundamental para poder sentirme más parte de ella, un espacio de encuentro pastoral en la fe, con personas que pueden ver la riqueza de la creación de Dios en como soy y como amo. Es allí donde pueden sanarse las heridas del rechazo, de la discriminación. Es allí también donde la vivencia de la comunidad puede echar nuevas raíces, confirmarse el llamado de Dios a la veracidad y transparencia, y apoyarse el proceso de asumirse ante la familia, los amigos, la comunidad cristiana y el trabajo – procesos complejos, con múltiples desafíos y en una sociedad homofóbica, nada fáciles.

Esos procesos se convierten, confío, si son llevados adelante con caridad y cariño, en el testimonio profético de un Dios cuyo amor rompe cadenas, esquemas y temores, hace 2000 años y hoy. Sueño que esta acogida pastoral no solamente abra puertas para las personas LGBTI, sus padres y madres, sino también dentro de quienes se han declarado los guardianes de la doctrina de la Iglesia.

Que puedan ver la riqueza del amor de Dios que no se limita a las categorías mayoritarias u obvias, sino, cuando hay amor, caridad, fidelidad, humildad, entrega y apoyo mutuo, también se muestra en las parejas lesbianas y homosexuales.

El Pueblo de Dios a veces parece ver a esta riqueza más claramente, como indican las respuestas a la “encuesta sobre familia” del Papa Francisco que se han ido publicando o filtrando en estos meses. Tengo la esperanza que el sínodo de la familia en octubre del 2014 pueda acoger nuestra experiencia, nuestro testimonio, nuestra pasión por el Reino de Dios.

Estoy convencida que Dios quiere una Iglesia inclusiva. Me alegra de sobremanera cada paso que nos acerque a este sueño. No solamente para las personas de la diversidad sexual como yo, sino también: hombres y mujeres; jóvenes y ancianos; educados formalmente y educados por la vida; “discapacitados” o no; de todas las razas y étnias.

Sueño de esa Iglesia inclusiva que no cierra la mesa del Señor a nadie quien se acerque con fe, hambre y generosidad para recibir el regalo que le espera, para acompañarle en su camino hacia el Padre.

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“A la espera de una conversión”, por Juan José Tamayo

Domingo, 7 de septiembre de 2014
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francisco-con-los-obisposLeído en la página web de Redes Cristianas

20 años ha que aterrizaba en Madrid procedente de Santiago de Compostela Antonio María Rouco Varela para hacerse cargo de la archidiócesis de Madrid tras la jubilación del cardenal Ángel Suquía, a quien había sustituido diez años antes al frente de la archidiócesis de Santiago. Unos años después asumía las riendas de la Conferencia Episcopal Española (CEE) acumulando en su persona todo el poder de la Iglesia católica en nuestro país con el apoyo y la legitimación del Vaticano –que no de la ciudadanía cristiana, cada vez más alejada de su ideología y de su forma de gobernar- bajo los pontificados de Juan Pablo II y Benedicto XVI, que le premiaron con cargos muy influyentes en los dicasterios romanos.

Durante cuatro lustros fue configurando un modelo de cristianismo a su imagen y semejanza de espaldas al concilio Vaticano II, a los aires de la modernidad y a la opción por los pobres. Un modelo que extendió a toda la Iglesia católica española con la colaboración del actual arzobispo de Valladolid monseñor Ricardo Blázquez y el recién nombrado arzobispo de Valencia el cardenal Cañizares, y sin voces discrepantes –al menos no audibles- dentro del episcopado. Hablaba y actuaba por todos y nadie le replicaba, se estuviera de acuerdo o no. Era el silencio de los corderos

Así fue instaurando una Iglesia conforme al paradigma restauracionista de los pontificados reinantes, como sucursal y clon del Vaticano; un cristianismo de cristiandad, de grandes concentraciones en espacios públicos, combativo y beligerante contra la secularización, el socialismo y el laicismo; con conciencia de Iglesia perseguida, cuando gozaba de todos los privilegios espirituales y materiales; con pretensiones de confesionalizar la sociedad y de imponer a esta la moral católica; un cristianismo excluyente, homófobo y misógino; insensible al incremento de la desigualdad por mor de la crisis y en alianza con los sectores política y religiosamente más conservadores. Este modelo de Iglesia ha provocado una gran desafección hacia la Iglesia católica traducida en abandono masivo de la práctica religiosa, el incremento del número de apostasías o el alejamiento de facto.

Cumplida la edad de jubilación y ampliado su mandato tres años más por Benedicto XVI, ha tenido que abandonar primero la presidencia de la CEE y ahora el arzobispado de Madrid, al frente del cual Francisco ha nombrado a monseñor Carlos Osoro, arzobispo de Valencia, a quien sustituye el cardenal Cañizares, antes arzobispo de Toledo y primado de España y durante los últimos seis años Prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, nombrado por Benedicto XVI con cuyo proyecto teológico y eclesiástico estaba identificado. Ambos tuvieron importantes responsabilidades en la CEE durante las cuatro presidencias del cardenal Rouco y, por tanto, fueron cómplices del modelo de Iglesia del arzobispo gallego.

¿Qué significan estos nombramientos? De entrada, están hechos desde arriba, sin consulta ni participación de las comunidades cristianas implicadas, de espaldas al principio electivo de las sociedades democráticas modernas: “un ciudadano, una ciudadana, un voto”. Se aleja asimismo de la participación popular en la elección de obispos de los primeros siglos del cristianismo. “Ordénese como obispo a aquel que, siendo irreprochable, haya sido elegido por todo el pueblo”, dice la Tradición Apostólica, del s. III. “No se imponga al pueblo un obispo que el pueblo no desea”, decía Cipriano, obispo de Cartago, del mismo siglo. “Quien debe presidir a todos, debe ser elegido por todos”, afirmaba el papa León Magno en el siglo V

En segundo lugar, se mantiene la estructura patriarcal y misógina. Francisco sigue la misma práctica de sus predecesores de marginar a las mujeres y de excluirlas del ministerio ordenado, de los espacios sagrados, de las responsabilidades directivas y de los órganos de poder, apelando infundadamente a la voluntad de Cristo. En tercer lugar, tengo mis dudas de que estos nombramientos contribuyan a la necesaria reforma y a la deseada primavera de la Iglesia en la dirección que pretende el propio Francisco, salvo que se produzca una conversión. Osoro es un eclesiástico vinculado los nuevos movimientos eclesiales neoconservadores de orientación espiritualista, razón por la cual fue nombrado obispo primero y arzobispo después por Juan Pablo II.

Siendo arzobispo de Toledo y vicepresidente de la CEE, el cardenal Cañizares destacó por sus montaraces condenas de las reformas legales durante los gobiernos socialistas de Rodríguez Zapatero y por pedir a las madres y los padres católicos y a los colegios de confesionalidad cristiana que presentaran objeción de conciencia contra la asignatura de Educación para la Ciudadanía, aprobada democráticamente. En sus ataques furibundos fue incluso más allá que Rouco Varela, con quien formó el tandem quizá más conservador del episcopado español.

Pero no seamos escépticos. Siempre es posible la conversión.

Juan José Tamayo es profesor de la Universidad Carlos III de Madrid y autor de Cincuenta intelectuales para una conciencia crítica (Fragmenta, Barcelona 2013)

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“Los jesuitas y el peronismo, dos escuelas de dirigencia política”, por Hinde Pomeraniec.

Domingo, 17 de agosto de 2014
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1395033292_626072_1395033677_noticia_normalLa ‘Franciscomanía’ en las parroquias

Leído en La Nación.

Uno podría asegurar, casi sin margen de error, que el Papa es actualmente el único jefe de Estado cuya conducción no es cuestionada. En un mundo cada vez más multipolar y sin liderazgos claros, quien hasta hace un año era conocido como Jorge Bergoglio es hoy el líder internacional con mayor aprobación social y política en todo el mundo. Detrás de Francisco hay dos escuelas fenomenales de liderazgo: la orden jesuita que lo vio crecer como pastor y el peronismo, el movimiento político que desde 1945 funciona como termómetro del poder en su país de origen.

 Las cabezas de Estado no pasan un buen momento. La velocidad con que circulan las noticias y la amplificación que de los hechos hacen las redes sociales pueden encumbrar a cualquiera en un segundo tanto como desgastar al más valioso, también en un segundo. Obama, lo sabemos, no está desgastado sólo por Twitter. El prematuro Nobel de la Paz con que lo premiaron en Oslo no se condice con el hombre que estuvo a punto de ordenar la acción militar en Siria que evitó otro de los grandes líderes cuyos pies se desplazan en arenas movedizas, el ruso Vladimir Putin. Las contradicciones sobre Putin son tan conocidas como las de Obama. La última: luego de evitar la guerra en Siria, sus fuerzas militares están al borde de la invasión de Ucrania. Es tal el apoyo popular al Papa en Estados Unidos que el propio Obama lo nombra cuando discute política. Putin -observante ortodoxo- viajó al Vaticano en plena crisis por Siria. A casi un año de su investidura, un sondeo de la CNN mostró que el 88% de los católicos estadounidenses aprobaba la gestión del pontífice: el sueño de cualquier líder.

 Para Chris Lowney, autor del libro clásico El liderazgo al estilo de los jesuitas, el éxito de Bergoglio como líder es que sabe poner en práctica los principios de la orden como el autoconocimiento (para conocer las propias virtudes y debilidades), la innovación (para adecuarse a los cambios), el heroísmo y el amor al prójimo. Muy lejos de la figura erudita y desconfiada de su antecesor Benedicto XVI, Francisco nutre diariamente su fama de abuelo bonachón y callejero. El Papa sabe que su palabra será escuchada por 1200 millones de seguidores en todo el mundo. Y sabe también que un verdadero líder es mucho más que una persona que les dice a los demás qué tienen que hacer. Cualquier libro de liderazgo señala que alinear a la gente es motivar, inspirar, producir cambios. No deja de ser interesante que para la revista Forbes, el papa Francisco da todos los días lecciones de liderazgo con “inusual gracia y determinación de acero”.

 Como en cualquier organización, lo primero que quieren saber los seguidores de su líder es hacia dónde va. En este sentido, Francisco trabaja las palabras y los símbolos en una misma dirección. El teólogo alemán Hans Küng, uno de los hombres más críticos del Vaticano durante décadas, asegura que “el Papa tiene más poder que el mismo presidente de Estados Unidos. No hay legisladores ni Corte Suprema que puedan contradecirlo”. Küng asegura que detrás de ese universo simbólico hay más. “La ropa sencilla, los cambios en el protocolo y el tono de su voz son mucho más que cosas superficiales. Francisco introdujo un cambio de paradigma.

20120726Evita-Charla1padre Eva Perón y su confesor, el  jesuita Hernán Benítez.

Heredero de una Iglesia y un Estado sumidos en el mayor de los descréditos, entre la corrupción, las denuncias por pedofilia y las filtraciones de los llamados Vatileaks, el Papa no perdió ni un momento en marcar sus objetivos. Hace de su presencia un sello. Como el de Asís, Francisco se propuso reconstruir la Iglesia, proteger a los pobres y promover valores como la humildad.

 Hay que reconocer que si un líder sabe cuándo cambiar de dirección, un líder peronista lo sabe más que nadie. Luego de pelear incansablemente en contra de la despenalización del aborto y el matrimonio igualitario en sus tiempos de arzobispo de Buenos Aires, Bergoglio es el primer pontífice que hace un reconocimiento que transmite cierta humanidad al declarar: “¿Si alguien es gay, quién soy yo para condenarlo?

 Ya había mostrado esas aptitudes conciliadoras a la hora de recibir a la Presidenta argentina, en un verdadero duelo de cinturas peronistas. Luego de años de enfrentamientos en alta voz, la noticia de Bergoglio Papa no fue un buen trago para la mandataria y en su primer discurso luego del anuncio, se hizo visible (y audible) ese fastidio. Sin embargo, días después la Presidenta y toda figura pública cercana al Gobierno se convirtieron al francisquismo. El Papa le hizo honor a tamaña reescritura del relato y se mostró adorable y condescendiente al recibir de regalo un mate y las debidas instrucciones para cebarlo por parte de Cristina. Meses después, resistió estoico la forzada foto con la Presidenta y su entonces candidato Martín Insaurralde, en Río.

No hablar no es necesariamente consentir. Gore Vidal citaba en una de sus novelas un proverbio jesuita que asegura que “un hombre sabio no necesita mentir porque ya ha tomado todos los recaudos para que no sea necesario decir toda la verdad”.

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“La primavera de la Iglesia. Francisco vive retos que recuerdan a los que abordó con tanto acierto Juan XXIII”, por Juan José Tamayo

Viernes, 15 de agosto de 2014
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ppfranciscojuanxxiii03052013Leído en la Página web de Redes Cristianas

Pocos días después de la elección de Francisco comenzaron las comparaciones del papa argentino con Benedicto XVI y Juan XXIII: con el primero, destacando las diferencias; con el segundo, los parecidos, que han vuelto a manifestarse con motivo de la canonización de Juan XXIII y de Juan Pablo II el próximo 27 de abril. Se refieren a la cálida y espontánea corriente de comunicación de ambos con el público. La campechanía de Juan XXIII rompía con el hieratismo de su predecesor Pío XII. La sencillez de Francisco contrasta con el gusto por el protocolo de Benedicto XVI.

El parecido se aprecia también en la avanzada edad en el momento de la elección papal de ambos: 77 años, que, no obstante, se disimulan por la vitalidad, la creatividad y los gestos llenos de humanidad poco acordes con los títulos que ostentan: sumo pontífice de la Iglesia universal, vicario de Cristo, santo padre, sucesor del príncipe de los apóstoles, soberano del Estado de la ciudad del Vaticano, etcétera. A ello hay que sumar su permanente capacidad de sorpresa. En la Navidad de 1958, Juan XXIII, recién elegido papa, visitó el Hospital del Niño Jesús para niños con poliomielitis y la cárcel Regina Coeli, junto al Tíber, donde abrazó a un preso condenado por asesinato que antes le había preguntado si había perdón para él. Se reunió con un grupo de personas discapacitadas y con otro grupo de chicos de un orfanato. Luego se encontró con el arzobispo de Canterbury, Geoffrey F. Fissher, y recibió a Rada Kruchev, hija del presidente de la URSS, y a su esposo.

Francisco no ha dejado de sorprender desde que abandonó su Buenos Aires querido y fue elegido papa con gestos significativos: renuncia a vivir en el Vaticano; cese de obispos por llevar una vida escandalosamente antievangélica; auditoría externa para investigar la corrupción del Banco Vaticano; disponibilidad a revisar la normativa sobre la exclusión de la comunión eucarística a los católicos divorciados y vueltos a casar; viaje a Lampedusa y grito indignado de “¡Vergüenza!” como denuncia por los cientos de inmigrantes muertos y desaparecidos ante la indiferencia de Europa; respeto a las diversas identidades sexuales, etcétera. Recientemente nos ha vuelto a sorprender al celebrar el día del “Amor fraterno” en un centro de personas discapacitadas de diferentes continentes, religiones, culturas y etnias, donde se ha arrodillado y lavado los pies a 12 de ellas. El ejemplo no es baladí: queda fijado primero en la retina, luego en la mente y debe traducirse en una práctica compasiva y solidaria, si no quiere convertirse en rutina.

Bergoglio es igualmente consciente de estar viviendo un tiempo nuevo

Pero, a mi juicio, las semejanzas entre Juan XXIII y Francisco van más allá de su talante y de sus gestos. La sintonía se manifiesta en su espíritu reformador del cristianismo con la mirada puesta en el Evangelio desde la opción por el mundo de la exclusión y el compromiso por la liberación de los empobrecidos. Juan XXIII y Francisco coinciden en la necesidad de construir una “Iglesia de los pobres”. El papa Roncalli fue el primero en utilizar esta expresión en un mensaje radiofónico el 11 de setiembre de 1962: “De cara a los países subdesarrollados, la Iglesia se presenta como es y quiere ser: la Iglesia de todos, y, particularmente, la Iglesia de los pobres”. La idea apenas tuvo eco en el aula conciliar, pero se hizo realidad en las decenas de miles de comunidades eclesiales de base que surgieron en América Latina y otros continentes, y en la teología de la liberación, que la convirtió en santo y seña del cristianismo liberador.

Francisco expresó el mismo deseo en una rueda de prensa multitudinaria con periodistas que habían seguido el cónclave, a quienes contó algunas interioridades del mismo. Cuando hubo logrado los dos tercios de los votos, el cardenal Claudio Humes, arzobispo emérito de São Pâulo, le abrazó, le besó y le dijo: “No te olvides de los pobres”. Tras esta confesión y en un arranque de sinceridad, les dijo a los periodistas: “¡Cómo me gustaría una Iglesia pobre y para los pobres!”. Adquiría así públicamente un compromiso que le obligaba a hacer realidad aquel deseo. ¿Lo hará?

Juan XXIII era consciente de que la humanidad estaba viviendo un cambio de era y la Iglesia católica no podía volver a perder el tren de la historia, sino que debía caminar al ritmo de los tiempos. Era necesario poner en marcha un proceso de transformación de la Iglesia universal en sintonía con las transformaciones que se sucedían en la esfera internacional. Francisco es igualmente consciente de estar viviendo un tiempo nuevo, lo que le exige dejar atrás los últimos 40 años de involución eclesial que pesan como una losa y activar una nueva primavera en la Iglesia en sintonía con las primaveras que vive hoy el mundo: la primavera árabe, el movimiento de los indignados, los Foros Sociales Mundiales, etcétera. Bergoglio tiene un compromiso con la historia que no puede eludir: ¡primavera eclesial, ya! ¿Lo cumplirá?

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Juan José Tamayo es director de la Cátedra de Teología y Ciencias de las Religiones de la Universidad Carlos III de Madrid, y autor de Invitación a la utopía (Trotta, 2102) y Cincuenta intelectuales para una conciencia crítica (Fragmenta, 2013).

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Nuevo gesto de Francisco en favor de la Teología de la Liberación: Levanta el castigo de Juan Pablo II al sacerdote y ministro sandinista Miguel D’Escoto.

Miércoles, 6 de agosto de 2014
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1407181648_906668_1407215068_noticia_normalMiguel D’Escoto, este lunes en Managua. / J. Cajina (EFE)

Leemos en El País:

Juan G. Bedoya, 4 AGO 2014

El Papa levanta el castigo de Juan Pablo II al sacerdote y ministro sandinista Miguel D’Escoto

“Miguel D’Escoto: ‘Mi condena fue un abuso de autoridad’

Pueblo de Nicaragua: mi sacerdocio es de ustedes”

D’Escoto, sacerdote y ex canciller de Nicaragua, presidirá la Asamblea General de la ONU

La Teología de la Liberación respira

¿Se acerca el Vaticano a la teología de la liberación?

 Se sabía que el papa Francisco no es muy amigo de los teólogos y sacerdotes de la liberación, tachados tantas veces de comunistas, pero está dando pasos inequívocos de querer rehabilitarlos o, al menos, de librarles de pasadas execraciones o excomuniones. Se nota que convivió con muchos de ellos en su Argentina natal, cuando era el general de los Jesuitas y vivió la experiencia de que su propia congregación era el gran vivero de esa corriente teológica y pastoral en toda Latinoamérica. Algunos sacerdotes que estaban bajo su mando sufrieron entonces la brutal persecución de la dictadura militar, con secuestros, torturas e incluso muertes.

Radio Vaticano ha dado noticia, este lunes, de un nuevo episodio de comprensión o, al menos, de misericordia hacia uno de los teólogos castigados. Se trata del sacerdote y ex ministro de Exteriores de Nicaragua Miguel d’Escoto, de 81 años. Suspendido en 1984 ‘a divinis’ sin contemplaciones por Juan Pablo II, Francisco ha ordenado ahora que se le levante el castigo, es decir, podrá volver a tener trabajo pastoral, sobre todo la celebración de la Eucaristía y la confesión de fieles.

D’Escoto pertenece a la Congregación misionera Maryknoll y escribió la primavera pasada una carta al Papa para expresarle su deseo de volver a celebrar la Eucaristía “antes de morir”. El pontífice argentino no ha tardado en contestar. Además de aceptar la revocación de la “suspensión a divinis”, ha pedido al superior general de la congregación que inicie cuanto antes el proceso de reintegración del sacerdote nicaragüense, informa la agencia EFE.

Miguel D’Escoto Brockmann nació el 5 de febrero de 1933 en Los Ángeles (EEUU). Ordenado sacerdote en Nueva York en 1961, pronto se convirtió en uno de los exponentes de la teología de la liberación. Su colaboración con el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) comenzó en 1975 a través del Comité de Solidaridad en los Estados Unidos. Tras el triunfo de la revolución sandinista, fue llamado por la Junta de Reconstrucción Nacional para ser ministro de Exteriores, con Daniel Ortega en la presidencia de Gobierno. Lo fue durante todo el primer mandato del polémico grupo guerrillero. Tras el regreso al poder del presidente Ortega en enero de 2007, fue nombrado asesor para asuntos limítrofes y de relaciones internacionales, función de la que ya está retirado.

¿Habrá más rehabilitaciones de teólogos de la liberación o de sacerdotes metidos en política en contra de los deseos (o las órdenes) del Vaticano? Es muy probable. El paso de este lunes es un precedente poco habitual en una confesión religiosa nada amiga de rectificarse a sí misma, o que lo hace, si no tiene más remedio, dejando pasar antes incluso siglos. Con razón suele decirse que cuando Roma habla sobre un tema, el caso está cerrado para siempre (‘Roma locuta est, causa finita est’)

Fueron el papa polaco Juan Pablo II y su ‘policía’ de la fe, el cardenal Joseph Ratzinger, ahora emérito Benedicto XVI, quienes emitieron una severa condena de la Teología de la Liberación, echando de sus cargos docentes y del ministerio ordenado a miles de sacerdotes de todo el mundo, algunos también en España. Los casos más sonados, sin embargo, ocurrieron en la Nicaragua de la revolución sandinista, sobre todo cuando el Gobierno de ese país, tras derrocar a una brutal dictadura apoyada por Estados Unidos, entró en guerra no declarada con la gran potencia, con el presidente Ronald Reagan empeñado en desalojarlos del poder.

cardenalJuan Pablo II echó paladas de arena en aquel conflicto, sobre todo durante su viaje a Managua, la capital de Nicaragua, el 14 de marzo de 1983. Pese a ser tachado de anticlerical y comunista, el Gobierno en pleno acudió al aeropuerto a recibir al pontífice romano. Había dos sacerdotes en aquel Ejecutivo: D’Escoto y Ernesto Cardenal, éste como ministro de Cultura. Otro sacerdote, Fernando Cardenal, jesuita y hermano del anterior, dirigía el programa sandinista de alfabetización. Tras un discurso de bienvenida, el presidente Ortega llevó al Papa hacia los miembros del Gobierno. Juan Pablo II quiso saludarlos uno a uno. Cuando llegó delante de Ernesto Cardenal, el monje trapense y ministro se quitó su famosa boina y se arrodilló. Con enérgicos gestos de su mano derecha, el Papa le dijo: “Regulariza tu posición con la Iglesia. Regulariza tu posición con la Iglesia.” La fotografía de aquella reprimenda recorrió el mundo.

Pero Ernesto Cardenal, poeta de fama universal ya entonces, no hizo caso a aquel gesto de desaprobación papal. Tampoco tomó medidas contra él su congregación. Poco después, su hermano Fernando, el jesuita, aceptó el cargo de ministro de Educación. Tuvo peor suerte. Inmediatamente, la Compañía de Jesús, muy presionada por Juan Pablo II, (incluso con amenazas nada veladas de suspenderla, como había ocurrido en el pasado), le comunicó que no podía seguir en la política como jesuita. “Es posible que me equivoque siendo jesuita y ministro, pero déjenme equivocarme en favor de los pobres, porque la Iglesia se ha equivocado durante muchos siglos en favor de los ricos”, respondió a sus superiores.

Como señala el profesor Juan José Tamayo, también miembro de la teología de la liberación, también castigado por Roma, “la presencia de obispos, teólogos, sacerdotes y religiosos en la vida política es una constante en América Latina desde los inicios de la conquista hasta nuestros días. Y no sólo ni siempre del lado de los colonizadores, sino con frecuencia del lado de los sectores marginados”. Casos emblemáticos de compromiso político liberador son el obispo Bartolomé de Las Casas y el dominico Antonio Montesinos.

Pero el compromiso político de teólogos y sacerdotes se intensifica en la década de los sesenta del siglo pasado, incluso con un cristianismo revolucionario que tiene en Camilo Torres un mito tan arraigado, casi, como el del Ché Guevara. Ejemplos de ese activismo, que no siempre acabó bien, hay también en la actualidad. Es el caso de Fernando Lugo (San Pedro del Paraná, 1951), que accedió a la presidencia del Paraguay tras su triunfo electoral en abril de 2008. Era el candidato de la Alianza Patriótica para el Cambio y logró derrotar al Partido Colorado, que llevaba más de sesenta años en el poder. Así resumió resumía su programa de gobierno, nada más ser elegido: “A partir de hoy, mi gran catedral será todo mi país. Hasta ahora estuve en una catedral enseñando, compartiendo, sufriendo, construyendo”.

Había sido maestro. También fue misionero en una de las zonas más depauperadas de Ecuador y después estudiante de sociología en Roma. El Vaticano lo hizo finalmente obispo de la diócesis de San Pedro. Cuando renunció al episcopado, el Vaticano le suspendió a divinis pese a que inicialmente le había dado permiso para retirarse y dedicarse a la política. La dispensa se la concedió en junio de 2008 Benedicto XVI. Es decir, la Santa Sede le permitía su retorno al estado laical, que le da derecho a recibir los sacramentos como católico, pero con pérdida de su estado clerical. Entonces se comunicó, además, que si Lugo, desalojado ya de la presidencia tras un polémico proceso, volviese a pedir su incorporación a la Iglesia católica como obispo, el caso sería “analizado por la Santa Sede”.

Otro caso de compromiso político, también muy polémico, lo protagonizó el salesiano haitiano Jean Bertrand d’Aristide, también en sintonía con la teología de la liberación. Sacerdote en una parroquia pobre de Puerto Príncipe, había participado activamente en el derrocamiento de la dictadura de Duvalier y en diciembre de 1990 fue elegido presidente de Haití con el 67% de los votos. Entre sus prioridades colocó la erradicación de la pobreza y la dignificación de los sectores populares con las que estaba comprometido desde su época de sacerdote. Fue derrocado por un golpe militar y posteriormente rehabilitado. Poco a poco cambió de estilo de vida y se distanció de las opciones liberadoras del comienzo.

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“No me pueden despedir así. Mi hoja de servicios a la Iglesia merece otra cosa”

Martes, 5 de agosto de 2014
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1352461232696Rouco Varela detallednLa última jugada de Rouco

(José Manuel Vidal,  Religión Digital).-

Indignado e incómodo, el cardenal Rouco Varela no daba crédito a lo que estaba pasando. En su fuero interno pensaba: “No me pueden despedir así. Mi hoja de servicios a la Iglesia merece otra cosa. Tuvo que hacer gala de todo su autocontrol ante el Nuncio, aunque en su mente martilleaba sin cesar una idea: Roma estaba cometiendo una gran injusticia con él. En el fondo y en la forma.

Un sudor frío comenzó a recorrer su frente. Y eso que la tarde del 26 de julio hacía un calor de muerte en la calle Pío XII de Madrid, sede de la Nunciatura de la Santa Sede. En el interior del despacho del Nuncio Fratini, sin embargo, el ambiente era apacible. Los gruesos muros del palacete no dejan pasar el calor y el jardín que lo rodea lo mantiene fresco incluso en el fragor del verano madrileño.

Rouco no acababa de creérselo. Y, además, se sentía humillado. El día 25 había estado en Compostela, presenciando en primera fila, como eclesiástico de mayor rango, la primera ofrenda del nuevo Rey, Felipe VI, al Apóstol. Allí, todo el mundo sabía que estaba de salida, pero seguía conservando su aura de poder. En todos los corrillos clericales compostelanos se hablaba de él y de su “secreto” para permanecer en el puesto de arzobispo de Madrid tres años después de haber cumplido los 75 y con un Papa que no es de su cuerda.

Agasajado cordialmente por unos, temido por otros, el cardenal se fue esa misma noche con su sobrino, monseñor Carrasco Rouco, a pernoctar al obispado de Lugo. Y allí recibió, al día siguiente, la llamada del Nuncio de Su Santidad:Eminencia, tengo que verlo mañana sin falta en la sede de Nunciatura. Tengo que darle una noticia en persona”. Ni Rouco preguntó de qué se trataba ni el Nuncio se lo adelantó.

Durante el viaje de Lugo a Madrid no paró de darle vueltas a la llamada del Nuncio. ¿Qué cosa tan importante tendría que comunicarle monseñor Fratini, para hacerle regresar a Madrid a toda prisa? Y repasó asuntos eclesiásticos graves. Podía ser algún caso de pederastia apunto de estallar. O el traslado urgente de algún obispo. O que el representante papal quisiese saber su opinión sobre el caso Pujol. O que Roma quisiese conocer su parecer sobre el sucesor del cardenal Sistach en Barcelona. O que hubiesen llegado al Vaticano rumores sobre el calamitoso estado de las cuentas del arzobispado de Madrid…

Ni por asomo se puso en la tesitura de que el Nuncio le fuese a comunicar que el Papa aceptaba su renuncia. Primero, porque no suele ser el procedimiento habitual. Normalmente, cuando un cardenalazo pasa a la reserva, Roma le comunica con mucha antelación el día en que se va a hacer pública la aceptación de su renuncia, así como el nombre de su sucesor. Esa era la praxis, al menos hasta ahora. Pero ya se sabe que, con Francisco, las cosas han cambiado tanto en tan poco tiempo…

cardenal-Rouco-Varela-manifestacion-matrimonio_EDIIMA20130311_0230_4Y como no se lo esperaba, salió de Nunciatura todavía más dolido. Como un basilisco. Y así sigue: tremendamente herido y enfadado con el mundo. Los que le han visto estos días aseguran que “casi llora por las esquinas” y que, en privado, no hace más que lamentarse. Repite al que quiere oírle casi lo mismo que le dijo al Nuncio: Con lo bien que estoy de salud, puedo seguir. Hace una semana que estuve en Roma y nadie me dijo nada. Y, ahora, me lo sueltan a través del Nuncio. Con Benedicto XVI no habría pasado”.

En su entorno, que cada vez presenta más grietas, aseguran que “cuando se lo dijo el Nuncio, se pilló un rebote monumental y, ahora, está afectadísimo. No quiere irse. No acepta la idea de tener que dejar el cargo y pasar a ser emérito“. Su enfado es tal que, a algunos llegó a decirles que, venga quien venga, él se va a quedar en Madrid. Más aún, amenaza con permanecer en el propio palacio de San Justo, residencia de los arzobispos madrileños: “Haremos un piso abajo para el que venga y yo me quedaré arriba, en mi casa de siempre”.

Para demostrar que está en buena forma y que la archidiócesis sigue funcionando a pleno rendimiento, el cardenal ha llenado de grandes actos su agenda hasta octubre: el 6 de agosto preside, en Compostela, la conmemoración del 25 aniversario de la JMJ de 1989; del 18 al 21 de septiembre Madrid acoge las II Jornadas Sociales Católicas Europeas; el 27 de septiembre la beatificación de monseñor Álvaro del Portillo, sucesor de Escrivá de Balaguer al frente del Opus Dei; y hasta tiene programado ya para el día 7 de octubre el comienzo de la visita pastoral a la vicaría V de la diócesis madrileña.

Pero no por ésas. De ahí que su indignación se acreciente, cuando se para a pensar en la forma en que le comunicaron la aceptación de la renuncia: haciéndolo regresar a toda prisa de su tierra y por boca de un hombre que, hasta ahora, había sido una especie de subalterno para él. El emperador humillado. El vicepapa español despedido por un simple nuncio, al que siempre tuvo controlado y mantuvo sin mando real en el episcopado.

Hombre de poder, acostumbrado a dirigir los hilos de la política eclesiástica española durante más de dos décadas, Rouco se siente, por vez primera, impotente y sin apenas capacidad de maniobra. Pero fiel a sí mismo, no ha parado de buscar explicaciones a la llamada del Nuncio. De entrada, está tan enfadado con monseñor Fratini que hasta le echa la culpa de que el Papa le haya aceptado la renuncia así, de repente y sin previo aviso.

Por otra parte, su indignación subió de tono, cuando la noticia se filtró a los medios y el miércoles 30 de julio, tan sólo tres días después de que se lo comunicase el Nuncio, el diario La Razón publicaba el siguiente titular: El Papa acepta la renuncia de Rouco Varela al frente de Madrid.

Le dolía especialmente que fuese ese diario, por ser el periódico “de cabecera” del cardenal Cañizares, su eventual sucesor. En su entorno más próximo se apresuraron a atribuir al prefecto del Culto la maniobra de la filtración de la noticia. Para quemarlo como eventual sucesor. Pero Rouco no terminó de creérselo. Conoce muy bien al ministro de la liturgia del Papa (desde los tiempos en que eran íntimos amigos) y sabe que no maneja los tiempos ni los medios ni quiere echar más leña al fuego de la sucesión. Le basta con esperar desde la distancia romana. Leer más…

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“La cara y la cruz del Papa Francisco”, por Emilio Marín

Domingo, 13 de julio de 2014
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1396214004_1393258840_frankieLeído en ArgenPress:

Emilio Marín (LA ARENA)

Próximo a cumplir un año y cuatro meses de papado, la gestión del argentino Papa Francisco tiene luces y algunas sombras. En las últimas semanas hubo más material para ese balance contradictorio.

Aunque aún es pronto para emitir una opinión definitiva, Francisco mantiene la ilusión de muchos creyentes en que su etapa en el Vaticano puede ser más que buena.

Lo ayuda en esa sensación el contraste con Benedicto XVI, criticado dentro y fuera de la Iglesia y que renunció en vida, alterando la rutina de siglos.

Hay un estilo de vida de Bergoglio, que ya traía de Buenos Aires y ha impactado favorablemente. Vive con modestia, no se mueve en vehículos de alta gama, tiene roce con la feligresía -a veces algo marketinero- y hasta es un Papa futbolero, que por casualidad coincide con el interés masivo por el mundial de Brasil.

En política internacional lo suyo sin ser brillante ha tenido una buena orientación, como cuando se opuso a las amenazas de guerra e invasión contra Siria. Tal era el plan de Barack Obama, cuando le salió al cruce la oposición rusa y china; el Papa coincidió con esta última postura. Allí se salvaron muchas vidas y la soberanía de Siria.

Por supuesto, como buen jesuita, tiempo después recibió a pura sonrisa al presidente norteamericano, quien le manifestó que era un admirador suyo. Lo bueno es que el halagado no le respondió el cumplido diciendo lo mismo.

También en la columna del Haber debe computarse su gira por Medio Oriente entre el 24 y el 26 de mayo pasado. En Jordania, Palestina e Israel su mensaje reiterado fue a favor de la paz de las dos partes enfrentadas. Aunque no lo dijo expresamente, pareció que también para el jefe del Vaticano la palestina era la parte oprimida del conflicto. Su parada y rezo ante el Muro del Apartheid, cerca de Belén, fue memorable.

Luego ese gesto trató de ser equilibrado con un poco digno homenaje suyo ante la tumba del fundador del sionismo, Theodor Herzl, pero aún computándolo como negativo no tuvo la misma significación que aquél rezo frente al grafitti “Palestine free”.

Invitó a los presidentes de Israel y Palestina para orar juntos por la paz en el Vaticano, que se concretó el 6 de junio. Lamentablemente un triple crimen de adolescentes judíos, cuya autoría no está esclarecida, generó ataques sionistas en Cisjordania y bombardeos en Gaza, con 7 palestinos muertos, decenas de heridos, 500 presos y mucha destrucción material.

Una canción setentista de Violeta Parra se preguntaba: “¿qué dirá el Santo Padre, que vive en Roma, que le están degollando, a sus palomas?“.

Papa peronista

0000986137Después de que salió humo blanco y se anunció que había sido elegido Papa por los obispos de un solo sexo, sin ninguna mujer entre ellos, se abrió una discusión en Argentina porque el kirchnerismo salió a decir que era un “Papa peronista”.

Esa calificación pareció errónea dadas las serias diferencias que el obispo de Buenos Aires tuvo con el kirchnerismo, en torno a la política, los derechos humanos, el matrimonio igualitario, la implementación de los abortos no punibles, la educación sexual en las escuelas, etc.

Por lo visto hasta aquí, parece que tenían razón las dos partes. Francisco no era kirchnerista, pero sí puede ser catalogado de peronista. En sus misas y declaraciones, ha reflotado la doctrina social de la Iglesia, de la que el peronismo dijo ser abanderado. Su núcleo sería la justicia social, en un capitalismo “fifty-fifty” (mitad y mitad entre empresarios y trabajadores) como suele plantear Cristina Fernández de Kirchner.

Francisco ha cuestionado la economía global esencialmente financiera, con la pobreza y crisis subsiguientes; a favor del ser humano. Aunque debería poder hacer algo más por su país de origen, en esta encrucijada entre los “fondos buitres” y los intereses nacionales, lo suyo está mucho más cerca de estos últimos.

No debería hablarle a esos fondos con el corazón, porque ya se sabe que le contestarán con el bolsillo. Tendría que analizar otras opciones, como auspiciar una cumbre mundial contra esta clase de deudas usurarias. Quizás excomulgar a Paul Singer y Thomas Griesa, si es que fueran de su rebaño, o pedirle a sus amigos popes de otras religiones que sí lo hagan.

Mejor tarde…

Papa-Francisco-y-CFK-630x325En los antecedentes de Bergoglio está su papel durante la dictadura militar-cívica. Y en ese tramo recibió fuertes cuestionamientos por no haber defendido a curas víctimas de los represores, como en los casos de Yorio y Jalics.

En este tema, el cronista se ubica del lado de Horacio Verbitsky y sus fundadas investigaciones, y no de quienes defienden al Provincial de los jesuitas.

De todos modos, nobleza obliga, también hay que mencionar que cuando llegó al sillón de Pedro, aquél proporcionó al tribunal riojano que analizaba el asesinato del obispo Enrique Angelelli dos cartas que éste había enviado por medio del nuncio Pío Laghi. Angelelli denunciaba la tremenda represión que existía en la provincia, la situación de los presos políticos, las amenazas de muerte que había recibido y la persecución a que era sometida la iglesia que había hecho opción por los pobres.

Ayer el Tribunal Oral Federal Penal 26 condenó a prisión perpetua al general Luciano B. Menéndez y el brigadier Luis F. Estrella como responsables del crimen del obispo riojano. Se terminó la farsa del “accidente vial“. No es que tales genocidas hayan sido condenados gracias a Bergoglio, pero esas cartas fueron un granito de arena que colaboraron. Más vale tarde…

Ahora la Iglesia debería abrir y compartir sus archivos con la justicia para esclarecer muchos otros casos, entre ellos los de los bebés robados a los desaparecidos.

¿Quién robó a quién?

Una grata sorpresa para quienes no simpatizan con el Vaticano fue la misiva que envió el 2 de junio pasado a los asistentes a un congreso de derecho penal, donde se podía leer: “la experiencia nos dice que el aumento o endurecimiento de las penas con frecuencia no resuelve los problemas sociales, ni logra disminuir los índices de delincuencia”. Fue como un poco de oxígeno para Raúl Zaffaroni y los integrantes de la comisión redactora del Anteproyecto de Código Penal, de integración pluralista, que habían tenido un punto de vista similar al Papa. Y que por eso mismo habían sido objeto de descalificaciones virulentas de Sergio Massa y la oposición conservadora que muchas veces alega contar con el apoyo vaticano. Bienvenida esa toma de posición papal contraria a los linchamientos y a dar 50 años de cárcel a todos los delitos, sin proporcionalidad según el delito cometido.

A fines de junio, el personaje hizo declaraciones a Il Messaggero, diciendo que “los comunistas nos han robado la bandera. La bandera de los pobres es cristiana. Los comunistas dicen que todo esto (por la pobreza) es algo comunista. Sí, claro, ¡cómo no! Pero veinte siglos después (de la escritura del Evangelio). Cuando ellos hablan nosotros podríamos decirles: ¡Pero si son cristianos!“.

En realidad los comunistas no le robaron nada a la Iglesia. El problema fue que ésta abandonó a los pobres, seducida por el capital y aún por los imperios, incluso -caso de Pío XII- por el nazi-fascismo, que provocó 60 millones de muertos en la Segunda Guerra Mundial. Y, en consecuencia, buena parte del mundo, China y Europa oriental vieron nacer gobiernos socialistas. Y en muchos países, como Italia, los comunistas se convirtieron en una fuerza mayoritaria entre los trabajadores y gente humilde.

Si le interesa a Francisco, podría leer los dos tomos de un libro de la cubana Katiuska Blanco. Así sabría cómo fue que un estudiante jesuita se hizo un revolucionario y patriota primero, y socialista y comunista luego: Fidel Castro Ruz.

Reformas pendientes

Donde los avances no lucen como significativos es en las reformas que necesitaría la Iglesia para ponerse a tono con el siglo XXI y principios básicos como el de la igualdad del rol de la mujer.

¿Curas y hasta obispos pederastas? Siguen trámites muy lentos y, de vez en cuando, hay algún sancionado, como sucedió con el ex nuncio en República Dominicana, arzobispo Josef Weselowski. La pena es “dimisión del estado clerical”. La cárcel, una posibilidad por ahora lejana.

¿Fin del celibato? En el avión de regreso de Medio Oriente, el Papa dijo que no era un dogma de fe y podría discutirse. No figura en la agenda, ni siquiera para reformularlo como una opción voluntaria.

¿Corrupción en las finanzas vaticanas? Es un fenómeno que goza relativamente de buena salud. Francisco formó una Comisión de 8 obispos, al que sumó al secretario de Estado y convirtió en Comisión de 9, para aconsejarlo sobre diversas reformas. Se menta una renuncia del alemán que preside el IOR, virtual Banco del Vaticano, lo que significaría otro cambio más de personajes en poco tiempo, protagonistas de negocios poco transparentes.

En esto Francisco merece cierta piedad. Sus banqueros son un desastre y se dejan tentar por la corrupción, pero si sacara el IOR de la órbita vaticana y pusiera la plata en manos de Wall Street, en vez de un Banco Ambrosiano tendría un Lehman Brothers. Contradicción insalvable: el reino de los Cielos con obispos y banqueros en la Tierra. Y ese demonio real no se exorciza con la Asociación Internacional de curas Exorcistas, recién legalizada por el Vaticano.

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El papa Francisco y la oportunidad de opinar sobre las uniones homosexuales

Viernes, 30 de mayo de 2014
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No es común que la vida real genere un experimento de laboratorio que ayude a resolver un debate histórico, pero la política italiana puede crear una ocasión como esta para centrar la atención en una cuestión biográfica clara en relación con el papa Francisco.

Puesto que el tema es el estatus legal de las relaciones entre personas del mismo sexo, la opinión del papa adquiere obviamente un interés que no es meramente histórico.

Antes de ser elegido pontífice, la línea del cardenal de Buenos Aires, Jorge Mario Bergoglio, era la de un conservador bastante convencional, en parte debido a su papel en el encendido debate nacional que tuvo lugar en Argentina en el año 2010 sobre el matrimonio homosexual.

La disputa fue la ocasión perfecta para una de las retóricas políticas más vehementes de Bergoglio, expresada en una carta de julio de 2010 que envió a los monasterios argentinos y en la que les pedía que rezaran por el fracaso de la iniciativa. «No seamos ingenuos. Esto no es simplemente una batalla política, sino un intento de destruir el plan de Dios» escribió. «No es solo un proyecto de ley, sino un gesto del padre de las mentiras que intenta confundir y engañar a los hijos de Dios». Sin embargo, al final Argentina se convirtió en el primer país de América Latina que autorizó el matrimonio gay.

¿Cómo conciliar entonces aquella postura aparentemente dura de Bergoglio en 2010 con la percepción que se tiene hoy en día del papa Francisco como una persona políticamente moderada y decidida a pacificar las guerras entre civilizaciones, un pontífice prudente y considerado abierto hacia los homosexuales por la famosa frase «¿Quién soy yo para juzgar?»?

Existen dos teorías de fondo al respecto. Una sostiene que el verdadero Francisco es el de la carta de 2010 y que la fascinación actual por el guante de seda ignora el puño de hierro que hay debajo. Dadle tiempo, afirma esta teoría, y mostrará su verdadera naturaleza. Este punto de vista está extendido tanto entre los conservadores, que quieren que el papa dé pautas, como entre los activistas a favor de los derechos de los homosexuales, que temen que haga justamente eso.

La otra teoría defiende que quien escribió aquella carta en 2010 no era el verdadero Bergoglio que, por el contrario, estaba tranquilamente dispuesto a aceptar una solución de compromiso para las uniones civiles como alternativa al matrimonio gay, pero que finalmente adoptó esa rígida postura en público porque era presidente de la Conferencia Episcopal y sentía el deber de expresar la  opinión de la mayoría.

El padre argentino Jorge Oesterheld, que era portavoz de la Conferencia Episcopal Argentina durante los seis años en los que Bergoglio fue su presidente, entre 2005 y 2011, afirmó precisamente esto último en una entrevista a National Catholic Reporter (NCR) en el mes de abril: «Algunos [obispos] eran más inflexibles que otros» afirmó Oesterheld. «El cardenal actuó según el deseo de la mayoría. Pensaba que su deber como presidente de la conferencia episcopal era defender lo que la mayoría había decidido y no imponer su propia visión a otros obispos.»

Dentro de poco la política italiana le dará a Francisco otra oportunidad para ocuparse de este tema. A principios de enero de este año, el nuevo líder carismático del Partido Democrático de centro-izquierda italiano, el ex alcalde de Florencia Matteo Renzi, expuso las bases de su programa en una carta a los líderes de los partidos. Los sondeos señalaban a Renzi, de 39 años, como favorito para convertirse en el primer ministro del país.

Uno de los puntos de su programa es el apoyo a las uniones civiles, que sigue líneas similares a las del Civil Partnership Act adoptado en Reino Unido durante el gobierno de Tony Blair.

Dado que el sistema de valores italiano es profundamente católico, los analistas consideran que en Italia es improbable contemplar un matrimonio en el sentido pleno de la palabra para las parejas del mismo sexo, aunque las encuestas muestran que existe gran apoyo popular a las uniones civiles. «No son derechos civiles, sino deberes civiles», afirmó Renzi. «¿Cómo puede llamarse civil una nación que no afronta estos problemas con seriedad?»

A pesar del apoyo popular, los expertos en política italiana consideran la de Renzi una postura en cierto modo arriesgada, ya que el apoyo mostrado a una medida similar en los años 2006-2008 contribuyó a la caída del segundo gobierno de centro-izquierda del primer ministro Romano Prodi. Prodi defendía una medida para la unión civil, conocida en Italia con el acrónimo Dico (Derechos y deberes de las personas que conviven establemente), la cual despertó una feroz oposición por parte de la Iglesia italiana.

Oposición guiada por el entonces poderosísimo presidente de la Conferencia Episcopal Italiana, el cardenal Camillo Ruini, con el firme apoyo del Vaticano y del papa Benedicto XVI. La propuesta no salió adelante porque Prodi dimitió en 2008 debido a una pérdida de confianza por parte del Senado italiano.

Suponiendo que Renzi saque adelante la propuesta, el impulso para las uniones civiles podría presentarse de nuevo bajo un gobierno de centro-izquierda y entonces la pregunta sería ¿será diferente la respuesta de Francisco?

Basándose en el tono que el nuevo papa ha usado hasta ahora, muchos observadores esperan que así sea. Escribiendo en La Stampa del 3 de enero, el periodista Fabio Martini sostiene que en la era de Francisco los denominados teo-con, es decir, los políticos que apelan a valores cristianos para defender posiciones conservadoras, «se han convertido en personajes sin voz que difícilmente volverán a tener fuerza».

Dos observaciones: primero, Francisco ha afirmado en repetidas ocasiones que la Iglesia no debería posicionarse en política directamente y, por tanto, es improbable que exprese su opinión explícitamente; segundo, es una persona que cree fuertemente en la toma de decisiones colegiales, por lo que más bien preferiría dejar que fueran los obispos italianos los que se hicieran cargo de este asunto.

Dicho esto, el nuevo régimen de la Conferencia Episcopal Italiana estará sin duda ansioso de inspirarse en el Papa. Francisco está dejando huella sobre la dirección del grupo, ya que ha nombrado recientemente al obispo Nunzio Galantino, de la diócesis de Cassano all’Jonio (Calabria) como secretario del organismo de los obispos. Una vez constituido el gobierno de Renzi, las riendas estarán firmemente en manos de los “bergoglianos”.

El 2 de enero Maurizio Gasparri, vicepresidente del Senado italiano y representante del centro-derecha, dijo que la variable crítica en el inminente debate será la manera en que reaccionen los católicos en las dos principales coaliciones. Sin embargo, para el mundo en general la pregunta más intrigante será ¿cómo reaccionará el papa Francisco?

* John L. Allen Jr. es periodista en el National Catholic Reporter (Estados Unidos), cuya sede en Roma dirigió en el año 2000. Desde tal posición, informó de la crisis americana provocada por los abusos sexuales en la Iglesia católica, de la oposición del Vaticano a la guerra de EE. UU. contra Irak, del fallecimiento de Juan Pablo II y de la elección de Benedicto XVI.

En el verano de 2006, Allen regresó a EE. UU., lo que le permitió hablar tanto sobre la Iglesia americana como sobre el panorama católico mundial, aunque seguía con la vista puesta en Roma. Allen es autor de siete libros sobre la Iglesia católica, entre ellos: All the Pope’s Men, The Rise of Benedict XVI, Opus Dei (Opus Dei: La verdad al desnudo) y A people of Hope.

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Texto original: Papa Francesco e l’opportunità di esprimersi sulle unioni gay

Fuente Progetto Gionata

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“¿Dos papas santos? Juan Pablo II vs Juan XXIII”, por Jesús Bastante.

Lunes, 28 de abril de 2014
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canoni_560x280De su blog El Barón Rampante:

Francisco : “San Juan XXIII y San Juan Pablo II no se avergonzaron de la carne de Cristo ni del hermano”

El Papa : “Juan XXIII y Juan Pablo II fueron dos hombres valerosos”

Juan XXIII y Juan Pablo II, inscritos en el libro de los santos

El rey rememora al ‘Papa Bueno‘: “España es una sonrisa de Dios

El día de los cuatro Papas

La gloria de los dos sumos pontífices santos, según Francisco

Martín Gelabert: En compañia de Juan XXIII

Juan XXIII: un papa bueno no es una redundancia

Juan Pablo II: las sombras de un pontífice luminoso

Rafael Plaza Veiga: Karol Wojtyla, un “santo súbito” por la puerta de atrás

Víctimas de abusos exigen paralizar la canonización de Wojtyla

Dos papas vivos y dos papas santos

La autenticidad de Juan XXIII: No quiso que le besasen los pies

Juan Pablo II: ¿Sabes quiénes se oponen a que sea santo y por qué?

La canonización, en fotos

Fotos | Canonización de dos papas

Este domingo, se vivirá una jornada histórica en Roma. Por primera vez, se darán cita cuatro papas en la plaza de San Pedro. Francisco canonizará a dos de sus antecesores, Juan XXIII y Juan Pablo II, en presencia de su inmediato antecesor, el emérito Benedicto XVI. Más de un millón de fieles abarrotan ya la Ciudad Eterna. En su mayoría, los antiguos “papaboys”, que siguieron a Juan Pablo II por todo el mundo, y que hace nueve años gritaron aquel “santo subito” desde esta misma plaza.

Y es que la de Karol Wojtyla será la canonización más rápida de la bimilenaria historia de la Iglesia. Una canonización polémica, pues la figura del Papa polaco tiene muchos puntos oscuros. Al contrario que la de Juan XXIII, el Papa bueno, el que abrió las puertas al Concilio Vaticano II, que empujó a la Iglesia católica al siglo XX después de 450 años anclada en la Contrarreforma de Trento.

No hay muchas dudas sobre la santidad de Juan XXIII. Sin embargo, son muchos los que han pedido al Papa que frene la de Juan Pablo II. La actuación de la Iglesia católica ante los abusos sexuales durante su pontificado y, especialmente, el caso del pederasta Marcial Maciel, a quien Wojtyla calificó de “guía ejemplar de la juventud”, salpica, y mucho, la santidad del papa polaco.

¿Por qué canonizar a la vez a dos papas tan diferentes? Los más optimistas aseguran que Francisco ha querido aunar las dos “almas” que laten en la Iglesia católica actual. Los adalides de una Iglesia conservadora, aferrada al dogma y obsesionada por la moral sexual y la incidencia pública, que durante los últimos 35 años han gobernado a sus anchas tanto en el Vaticano como en la Iglesia universal (el modelo Wojtyla y sus colaboradores: kikos, Opus Dei, Legionarios de Cristo, Comunión y Liberación…); y los que optan por una Iglesia más aferrada al Evangelio y a la opción preferencial por los pobres, que no viva aferrada al cumplimiento de unas normas sino que trata de cumplir el sueño de Jesús de Nazaret de construir una sociedad más justa y solidaria.

Esta podría ser la razón por la que el Papa Bergoglio hubiera decidido la canonización de Juan XXIII sin necesidad de haber confirmado un milagro atribuido a su intercesión. Dado que el ascenso a los altares de Juan Pablo II parecía inevitable, Francisco quiso al menos colocar un “contrapeso” con el Papa bueno, y de paso reivindicar los frutos del Concilio Vaticano II, de cuyo arranque se acaba de cumplir medio siglo.

No cabe duda que Bergoglio está más cercano a la Iglesia que soñó Juan XXIII que la que dejó atada y bien atada Juan Pablo II, pero también que las reformas que Francisco siente que necesita la Iglesia no será posible si deja fuera a -querámoslo o no- millones de católicos conservadores que tienen que adaptarse al nuevo modelo surgido del cónclave que eligió al primer pontífice americano de la historia.

Juan XXIII es el modelo de Iglesia de puertas y ventanas abiertas, de preguntas, de libertad y de alegría. El Papa Roncalli, que apenas dirigió la Santa Sede durante cinco años, convocó un Concilio que revolucionó la historia de la Iglesia. Porque, por muy difícil que nos resulte pensarlo, hasta hace 50 años, era impensable tener una Biblia en casa, escuchar una misa en tu propia lengua, los judíos eran considerados culpables de la muerte de Jesús y los otros cristianos eran poco menos que herejes. Por no hablar de musulmanes o ateos. Con Juan XXIII, las mujeres y los laicos comenzaron a tener protagonismo en la Iglesia, y la institución se comprometió a la opción preferencial por los pobres y a una relación con el mundo y con la sociedad basada en la igualdad.

Como todo sueño, la “primavera” conciliar no duró mucho, y tras la muerte de Juan XXIII los perdedores del Concilio -que controlaban la todopoderosa Curia vaticana- comenzaron a mover sus hilos, ahogando las intenciones del sucesor de Juan, Pablo VI, y comenzando el golpe de timón. La muerte jamás explicada de Juan Pablo I (apenas 33 días) y la elección de Juan Pablo II consumaron un progresivo “invierno eclesial” que duró 35 años y que tuvo al papa polaco y a su sucesor, Joseph Ratzinger, como principales protagonistas.

Frente al imperio de la conciencia auspiciado por Juan XXIII, Juan Pablo II impuso una férrea doctrina, especialmente en lo político y en la moral sexual; frente a la opción por los pobres, llegó la condena a la Teología de la Liberación; frente a la apuesta por la cercanía y el diálogo con el mundo, vino la denuncia de la secularización y la imposición de una moral exclusiva ; frente al diálogo interreligioso, la declaración de que fuera de la Iglesia católica no había salvación.

En todo caso, la canonización de este domingo no dejaría de ser un acto “privado” de aquellos que se consideran católicos, si no fuera por el gran escándalo que salpica la vida de un papa que, por otro lado, batió todos los récords de permanencia, viajes y presencia mediática: los abusos sexuales. Una lacra que ha salpicado a la Iglesia católica en todo el mundo, y que resulta doblemente sangrante porque, además de los abusos en sí (que no afectan a todos los eclesiásticos, sino a una ínfima minoría), se produjo una política sistemática de ocultamiento de los mismos.

Durante décadas, la política eclesiástica hizo callar a las víctimas y defendió al agresor, a quien a lo sumo se trasladaba de parroquia, ocultando bajo mil capas el delito. No se tomaron medidas, no se denunció a las autoridades ni se colaboró con ellas en la investigación. Hasta finales de los años noventa, cuando comenzaron las primeras denuncias colectivas en Estados Unidos, la pederastia en la Iglesia era denunciada como una burda mentira de los medios de comunicación. Y sin embargo, ha habido decenas de miles de casos en los cinco continentes.

Juan Pablo II “no supo advertir la magnitud de este problema”, acaba de reconocer quien fuera su portavoz, Joaquín Navarro Valls. ¿No sabía el Papa lo que estaba pasando? ¿O no le dio importancia? En cualquiera de los casos, la política de la Iglesia católica ante la pederastia fue demencial, y sólo comenzó a cambiar cuando, ya agonizante Juan Pablo II, Ratzinger se decidió a investigar el gran escándalo: el del fundador de los Legionarios de Cristo, Marcial Maciel, condenado en 2006 pero cuyas denuncias habían llegado a Roma desde 1948.

¿Se debe canonizar a un Papa que consintió, por omisión o desconocimiento, los abusos sexuales y que nombró “apóstol de la juventud” a un brutal pederasta? ¿Podría Francisco paralizar un proceso que ya estaba más que cerrado cuando llegó al Papado? ¿Es Juan XXIII, como señalan Redes Cristianas, un “comodín” para subir a los altares a Wojtyla sin hacer demasiado ruido? Este domingo, pocos pensarán en ello desde esta abarrotada plaza de San Pedro. Dos papas vivos, y otros dos, “santos”.

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Navarro Valls asegura que Juan Pablo II “fue informado” del proceso contra Marcial Maciel.

Domingo, 27 de abril de 2014
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juan-pablo-ii-bendiciendo-a-marcial-macielLeemos en Religión Digital:

El ex portavoz vaticano reconoce que el Papa no advirtió la magnitud de los casos de abusos

Benedicto XVI le ordenó comunicar a los medios la sanción al fundador de la Legión

Xabier Pikaza: Juan Pablo II: Mano fuerte, canonización discutida

Juan Cejudo, No comparto la decisión de canonizar a Juan Pablo II

La diócesis de Utrech reconoce los abusos sexuales de su obispo en la década de los cincuenta: Entre 10.000 y 20.000 menores, víctimas en Holanda

Juan Pablo II fue informado de las pesquisas hechas por la Congregación para la Doctrina de la Fe contra el fundador de los Legionarios de Cristo, Marcial Maciel, iniciadas al final de su pontificado, reveló hoy Joaquín Navarro-Valls.

En un encuentro con periodistas, en la sala de prensa del Vaticano, el ex portavoz papal recordó que la investigación canónica de las denuncias contra Maciel por abusos sexuales a menores comenzó todavía cuando Karol Wojtyla estaba vivo.

Pero aclaró que a su fallecimiento, en abril de 2005, el proceso no había sido terminado, al menos en cuanto a la determinación final de la Doctrina de la Fe.

El primer paso fue mandar a (Charles) Scicluna, (promotor de justicia de la Doctrina de la Fe), a hablar con todas las personas. Esto ocurrió durante el pontificado de Juan Pablo II y el Papa fue informado de este proceso, indicó.

“Comprobar un caso de estas dimensiones tomó tiempo, aunque estaba referido a una sola persona tenía muchos involucrados. Cuando todo el material recopilado por Scicluna fue traído aquí y se llegaron a las conclusiones, ya el Papa había fallecido“, agregó.

Aseguró que al inicio del pontificado de Benedicto XVI, él habló con el Papa y le señaló que, pese a tratarse de un caso triste, debía ser comunicado a la opinión pública.

Sostuvo que el Papa no reflexionó mucho, le hizo un par de preguntas y decidió: informe mañana. Entonces Navarro-Valls precisó: “Al otro día yo lo hice”.

“Juan Pablo II no tuvo en la mano el resultado de esta investigación pero sabía que había comenzado el proceso, para ir a fondo en ese caso”, ponderó.

El caso de Marcial Maciel, culpable no sólo de abusos contra menores sino también de otros actos inmorales (como por ejemplo haber procreado varios hijos con diversas mujeres), ha sido una de las principales críticas de los detractores de la canonización de Juan Pablo II.

Navarro-Valls se refirió también a la reacción de Wojtyla ante los primeros casos de abusos sexuales contra menores que comenzaron a llegar al Vaticano a finales de los años 90 del siglo pasado.

Reconoció que el Papa no se dio cuenta inmediatamente de la magnitud del flagelo, porque “nadie lo había comprendido en ese momento”.

“Este cáncer comenzó en una zona geográfica concreta, en Estados Unidos, y con casos aislados. Por otra parte esos casos aislados que habían aparecido en ese tiempo, se referían a episodios de mucho tiempo antes, unos 30 años antes. Esto no hacía el problema menos grave, pero era así, precisó.

“Pero poco a poco esto fue creciendo, el Papa se preocupó mucho. Para la pureza de su pensamiento aceptar esa realidad era imposible, era increíble, pero la aceptó”, agregó.

El exportavoz señaló que la primera respuesta del pontífice fue tomar inmediatamente decisiones. Entre otras cosas convocó a Roma a todos los cardenales de Estados Unidos, ante la imposibilidad de llamar a la totalidad de los obispos, que era un número muy alto.

En su reunión con los cardenales se abordaron los casos que ya comenzaban a salir a la luz y se establecieron determinaciones concretas, que eran de naturaleza jurídica.

“Una de las decisiones fue la de dar plenos poderes, de acuerdo con la ley eclesiástica o fuera de la vigente ley eclesiástica, a la Congregación para la Doctrina de la Fe, al cardenal Ratzinger. Así se inició un proceso de aclaración y de saber qué hacer”, estableció.

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“La Iglesia católica española, ¿al ritmo de Francisco?”, por Juan José Tamayo, teólogo.

Miércoles, 26 de marzo de 2014
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jesus pasion joven apasionado fuerzaLeído en la página web de Redes Cristianas:

El cardenal Rouco Varela y monseñor Blázquez han liderado la Iglesia católica española durante los últimos diez años, unas veces por vía sucesoria, como lo fue en 2005 y 2008 y lo ha vuelto a ser ahora, y otras gobernando al alimón, ejerciendo el primero la presidencia y el segundo la vicepresidencia. Y lo han hecho en alianza, complicidad y sin fisuras, sin alejarse un ápice del programa restaurador de Juan Pablo II y del pensamiento dogmático de Benedicto XVI. Durante esos años la Iglesia católica española ha carecido de autonomía local, se ha convertido en sucursal del Vaticano y ha actuado como un clon del cristianismo oficial, al tiempo que ha funcionado como una perfecta “patriarquía”.

Bajo el liderazgo de ambos la jerarquía católica ha configurado un cristianismo en alianza con los sectores más conservadores de la Iglesia católica, que son el brazo largo de la jerarquía y a quienes esta les ha reconocido de hecho un especial protagonismo, y con las ideologías políticas igualmente conservadoras, hasta tener programas intercambiables en la mayoría de los temas de la agenda política y religiosa: educación, moral, modelo de sociedad; Relaciones iglesia y Estado, etc. Ha seguido promoviendo las masivas beatificaciones “políticas” de los mártires de la Cruzada que venían produciéndose en décadas anteriores, la última en Tarragona con el apoyo del papa Francisco.

Ha creado una Iglesia beligerante contra la secularización y el laicismo, que estuvo en permanente confrontación con el gobierno de Rodríguez Zapatero. No debe olvidarse que fue con monseñor Blázquez al frente de la Conferencia Episcopal Española (CEE), de 2005 a 2008, cuando esta arreció sus críticas contra dicho gobierno. Críticó con especial severidad la ley de la memoria histórica, acusada de selectiva, y se opuso a asignatura de educación para la ciudadanía y a cuantas leyes se distanciaban del credo y la moral católicas. Fue entonces cuando el gobierno socialista aumentó la asignación tributaria a la Iglesia católica, única religión que la percibe, por la vía del IRPF, del 0,52 al 0,70%, que supone un significativo incremento económico cada año en las arcas episcopales.

Con monseñor Blázquez como presidente de la todopoderosa CEE, la jerarquía católica debe responder a los nuevos desafíos de la sociedad española, caracterizada por la secularización, la indiferencia religiosa, el pluralismo cultural, religioso y étnico, las dramáticas consecuencias de la crisis económica en los sectores más vulnerables de la sociedad, entre ellas el incremento de la desigualdad. Es una sociedad la española políticamente muy activa; desarrolla nuevas y creativas formas de participación política (Indignados, mareas, escraches, movilizaciones contra los desahucios, protestas estudiantiles) frente a una democracia representativa que no representa a las ciudadanos. Una sociedad que considera como EL principal y más grave problema la corrupción -instalada en las cúpulas del poder- contra la que lucha.

El nuevo presidente ha dicho que no tiene programa. Con la idea de ayudarle a conformarlo, le sugiero tres tareas que me pareen prioritarias.

1. Ubicarse en el mundo de la marginación y de la exclusión, lugar social del cristianismo, para luchar contra las causas que las provocan. Los obispos deben salir de la burbuja eclesiástica en que están encerrados, pisar la calle y ser sensibles a los problemas reales de sociedad española, que poco o nada tienen que ver con las preocupaciones y obsesiones eclesiásticas por la ortodoxia doctrinal y la moral sexual. Para ello tienen que renunciara los privilegios de que gozan y que le impiden ejercer la solidaridad con los sectores más vulnerables de la sociedad.

2. Fomentar la cultura del diálogo dentro y fuera de la Iglesia católica. En esta nueva etapa me parece fundamental que los obispos tiendan puentes de diálogo y de comunicación no solo con las organizaciones religiosas, culturales, políticas y sociales que no piensan como ellos, sino también con las organizaciones, asociaciones y movimientos críticos comprometidos en la transformación del modelo económico y político neoliberal (“Otro mundo es posible”) y en el cambio del actual paradigma (“Otra Iglesia es posible”), que hasta ahora han sido tachados del organigrama eclesiástico, cuando no condenados. Me refiero a las comunidades de base, movimientos apostólicos, asociaciones de teólogos y teólogas, movimientos de mujeres, movimientos de solidaridad, revistas de pensamiento teológico en diálogo con los nuevos climas culturales, etc.

3. Esta cultura del diálogo de traducirse en la creación de una Iglesia inclusiva de todos los sectores que ahora son excluidos: mujeres, inmigrantes, jóvenes, homosexuales y transexuales, parejas de hecho, personas divorciadas que han vuelto a casarse, colectivos cristianos críticos, religiosas y religiosos en zonas populares, etc. Es la condición necesaria para que pueda hablarse de una Iglesia universal. De lo contrario la Iglesia católica española correría el peligro de convertirse en una organización sectaria, algo que no espero ni deseo.

¿Es posible el cambio de estación en la Iglesia católica española? ¿Volverá la primavera tras el largo y helador invierno vivido durante el último tercio de siglo? Más que posible, es necesario. Me gustaría que los nuevos dirigentes de la CEE apoyaran, al menos, la reforma de la Iglesia que quiere Francisco, caminaran a su ritmo y la aplicaran a la realidad española, no miméticamente, sino de forma creativa, respondiendo a los desafíos que tienen delante, si bien con más celeridad y radicalidad, no frenando los procesos, sino respondiendo a los desafíos que plantea la sociedad española.

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“Un año con Francisco como obispo de Roma”, por Antonio Duato.

Miércoles, 19 de marzo de 2014
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gm1e9781imo011663668320Leído en Atrio:

Sabéis la simpatía y la esperanza con que desde el principio seguí en ATRIO la elección y trayectoria del nuevo papa. Él ha ocupado la mayor parte de los post de este último año, hasta recibir quejar por la excesiva atención. Habiendo vivido la elección y primer año de Juan XIII parecía que se repetía la historia, sobre todo por esa sintonía del nuevo papa con el pueblo sencillo.

Un papa argentino y más joven que yo hizo también que lo siguiera con  más simpatía. ¿A dónde irá este pibe? Y me parecieron de maravilla los signos que iba dejando de sencillez y libertad.

Ya sabéis que me alineé a los esperanzados desde el principio. Para mí ha empezado una verdadera primavera, muy semejante a lo que sentíamos tras el primer año de Juan XXIII o más. Y así sigo, sin que nadie me quite la convicción de que se están tirando resueltamente piedrecitas hacia los talones de barro en que se apoya toda la grandeza y oropeles del Vaticano y de la Católica, aunque algunas decisiones parezca que intentan aputalarla.

Mi preocupación hoy es que acaben con él y con sus proyectos de cambio, no ya con  la posible desaparición física, sino con las muchas trampas que le tenderán, en las que puede caer o dejarse enredar. Voy a enumerar hoy sólo algunas:

1º Fomentar un nuevo culto a la personalidad, una franciscomanía o papalatría que ya están cultivando a su alrededor los ojeadores de estrellas mediáticas. Mondadori, gran editorial dirigida por la hija de Berlusconi, acaba de sacar una revista semanal titulada Il mio papa, totalmente dedicada a Francisco, con fotos, gestos y cosas sobre él. La página oficial de Vatican.va acaba de colgar un album de 35 fotos que he seguido una a una. Al final me producían náuseas.

2º Vender como reformas meros maquillajes. Un ejemplo. Con la excusa de una mayor trasparencia, se va a desmontar el vergonzante banco del IOR, acusado de ser un lavadero de dinero sucio y prácticas impresentables. Pero se va hacer, montando una nueva gran superestructura económica de la Iglesia católica. Nada menos que una Secretaria de Economía, tan poderosa como la Secretaría de Estado e independiente de ella, destinada a potenciar y rentabilizar mejor los grandes capitales que tiene la Iglesia católica en el Vaticano y en todo el mundo. Tras el trabajo de muchos comités de expertos y el consejo de las mayores asesorías y auditorías financieras del mundo, tal vez el nuevo banco vaticano funcione con más confianza internacional (base para extender su imperio económico) pero ese proyecto no da muestra alguna de que lo que se esperaba: una descapitalización de la Iglesia, una Iglesia realmente más pobre y para los pobres. Se trata, por lo que se sabe hasta el momento, de una reorganización capitalista de la mayor empresa del mundo. Eso es la Iglesia católica si coordina con criterios de eficacia toda la actividad económica de diócesis, órdenes y congregaciones religiosas, fundaciones y asociaciones católicas. Da vértigo pensarlo. Y todo lo demás se retrasa: ¿Para cuándo una verdadera cesión de bienes eclesiásticos para que se pongan al servicio de los más pobres, a través de de fundaciones claras que se encarguen de administrarlos y distribuirlos para resolver los problemas reales de los necesitados? ¿O se trata, con nuevas normas de control, de seguir registrando propiedades de edificios y catedrales para ir incrementando el activo de la institución siempre más? ¿Seguirá la Santa Sede siendo sostenida principalmente por sus ganancias financieras y por la afluencia de turistas a sus museos más que por las donaciones libres de los cristianos, como reflejan los últimos balances? ¿Seguirá la iglesia de poseyendo la cuarta parte de todos los inmuebles alquilados en Roma y aprovechando las nuevas leyes italianas para subir alquileres históricos y desahuciar a muchísimas familias pobres? ¿Ha habido cambios reales sobre esto en la diócesis de Francisco? ¿Se ha hecho alguna donación considerable y simbólica (subastando por ejemplo alguna propiedad u obra de arte significativa), a favor de la FAO por ejemplo, para aminorar el hambre del mundo? En 2008 ya hablamos una vez de esto en ATRIO, co n ocasión de un rumor que desgraciadamente no se averó: Benedicto XVI estudia una gran acción en favor de los pobres.

refudos_560x2803º No limpiar el Vaticano de quienes se aprovechan de la Iglesia para aumentar prestigio y medrar. Un ejemplo sólo. ¿Qué hace un personaje como Santiago Calatrava como miembro del Consejo de Cultura de la Santa Sede? Como valenciano tengo clavada esa espina. A Calatrava lo sufrimos sus paisanos, pero no sólo nosotros. Se ha especializado en hacer obras suntuarias no funcionales por todas las partes del mundo, aprovechando la fama el mismo Vaticano está, tal vez inconscientemente, contribuyendo a incrementar. Quien esté interesado en saber quién es ese arquitectos, qué pifias ha hecho por dónde ha pasado, cuántos millones de los ciudadanos ha cobrado de meros proyectos no realizados o de obras más hechas, que visite la página Calatrava te la clava. Es una página que Calatrava, con su cohorte de abogados, ha querido cerrar sin que el juez lo aceptase. Tiene su fama bien trabajada. Le vimos devotamente arrodillado frente a Benedicto XVI cuando se celebró en 2006 aquel Día Internacional de las Familias con sus estructuras como fondo, gran operación mediática del PP que permitió muchos negocios sucios que aún se están juzgando. Sabemos que en Valencia ha renovado una casa en la mismísima plaza de la Virgen, donde reside cuando viene a su tierra, aunque su negocio lo tiene domiciliado en Suiza, sin que pague por ello impuestos en España. ¡Un verdadero ejemplo de arquitecto insolidario a quien el Vaticano no cesa de darle un trato privilegiado! Ver, como muestra, la gran exposición en la misma columnata de San Pedro.

Pero hoy, querido hermano Francisco, querido Jorge Bergoglio, es un día para renovar la alegría que tuve el día de tu elección hace un año. Y decirte que sigo esperanzado y rezando por ti, como siempre pides, desde el primer momento. Deseo vivamente que cada vez estés más acertado en esa tarea de gobernar, que implica la difícil tarea de discernir espíritus al elegir personas.

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“Un nuevo clima pastoral”, por Victor Codina.

Sábado, 15 de marzo de 2014
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Francisco2_t670Publicado en Cristianismo y justicia:

Victor Codina. [Vida Pastoral] En el  conocido cuento de Hans Christian Andersen sobre El traje nuevo del rey, el rey, creyendo estar vestido con un traje maravilloso elaborado por unos grandes sastres, salió a la calle desnudo, enseñando sus vergüenzas, pero nadie se atrevía a decir nada porque temían ofender al monarca y perder sus favores; a mitad del recorrido, un niño se atrevió a alzar la voz y gritó, ante el asombro de todos: ¡el rey va desnudo!

El rey del cuento no representa a una persona sino a un sistema, sea político o  religioso. Pero hasta ahora los “niños” que decían que el rey caminaba desnudo, eran tenidos por imprudentes, utópicos e ingenuos.

Los que proclamaban que “otro mundo es posible” eran ridiculizados por los sensatos economistas y estadistas reunidos en Davos. Cuando H. Küng escribía cartas a los obispos pidiendo reformas en la Iglesia o el jesuita egipcio H. Boulad se dirigía a Benedicto XVI con varias peticiones de cambio, cuando se hablaba del peligro de que la Iglesia se convirtiese en un gueto, o se detectaba un cisma silencioso de gente que abandonaba la Iglesia… los “sensatos” creíamos que exageraban.

Y resulta que ahora Francisco, el nuevo obispo de Roma, es el que, como el “niño” del cuento, dice que el sistema económico liberal, basado en la idolatría del dinero es injusto, pues enriquece a unos pocos y convierte a una gran mayoría en masas sobrantes; que la actitud de los países ricos ante los emigrantes africanos y asiáticos, muchos de los cuales mueren en el intento de llegar a las costas europeas, es una vergüenza; que vivimos en la burbuja del consumo y con el corazón anestesiado ante el sufrimiento ajeno. Francisco condena las armas químicas y ante los niños muertos en Siria lanza una campaña de oración y ayuno para evitar una nueva guerra; en Brasil les dice a los jóvenes que hagan lío y sean revolucionarios en busca de un mundo mejor y más justo; que el problema de la Iglesia es el desempleo de los jóvenes; que las confesiones religiosas del mundo deben aunarse para resolver el problema del hambre y de la falta de educación…

Francisco se reconoce pecador y pide oraciones; recuerda que la Iglesia necesita una conversión y una continua reforma; que el ambiente cortesano es la lepra del Papado; que la curia es vaticano-céntrica y traslada su visión al mundo; que el clericalismo no es cristiano; que la Iglesia no puede ser restauracionista ni añorar el pasado; que los pastores han de oler a oveja y no convertirse en clérigos de despacho o coleccionistas de antigüedades, ni caer en el carrerismo; que los obispos no pueden estar siempre en los aeropuertos; que la confesión no puede ser una tortura sino un lugar de misericordia; que hay que evitar el centralismo y el autoritarismo en el gobierno de la Iglesia; que no hay que teorizar desde el laboratorio sino experimentar la realidad del pueblo; nos invita a no tener una visión monolítica, a respetar la diversidad, a no ser narcisistas, y a recordar que la Iglesia no es una ONG piadosa sino la casa de Dios que ha de desnudarse de todo lo mundano.

¿Quién hubiera esperado hace algún tiempo que el Papa fuese este “niño” que denuncia que el “rey” camina desnudo por la historia…?

Un Papa cristiano

El dibujante “El Roto, que publica en el diario El País de España unas viñetas humorísticas, siempre críticas y muchas veces incluso ácidas, dibujó hace poco a un personaje vestido de rojo (¿cardenal? ¿obispo? ¿monseñor?) que exclamaba indignado: “Nos ha salido un Papa cristiano. ¡Qué calamidad!”

Dejando a un lado la ironía sarcástica del humorista, es muy cierto que lo que Francisco dice y hace no es otra cosa que traducir el evangelio al mundo de hoy: estar  más preocupado del hambre del mundo que de los problemas intraeclesiales, hacer que la Iglesia sea un signo del perdón y misericordia de Dios, una Iglesia pobre y de los pobres, ser como un hospital de campaña que sana heridas; que ha de salir a la calle, ir a las fronteras existenciales aun con peligro de accidentes; que respete a los laicos y la dignidad de las mujeres; que viva en una atmósfera de diálogo con todas las confesiones religiosas sin proselitismo, buscando ante todo el bien de la humanidad; que respete la conciencia de cada persona que es la que debe optar por el bien; que no se centre obsesivamente en temas morales como el aborto, el matrimonio de los homosexuales y el divorcio, sino que anuncie la buena noticia de la salvación en Cristo; que camine con otros en medio de las diferencias, en espíritu sinodal y fraterno; que reconozca que todos somos hijos e hijas del mismo Padre y hermanos y hermanas, una Iglesia con entrañas maternales de misericordia, que refleje la ternura de Dios y cuide de la creación… que no se grite ni aclame al Papa Francisco, sino a Jesús.

Al Papa no le tiembla el pulso, ha criticado públicamente a un monseñor implicado en tráfico de divisas, ha apartado de sus cargos a un obispo que ha construido un lujoso  palacio episcopal y a un nuncio acusado de pedofilia.

Se respira un aire nuevo, oxigenante, con olor a Evangelio. Esto que sorprende positivamente a creyentes y no creyentes, comienza a suscitar recelo y miedo en algunos sectores eclesiales que se escandalizan farisaicamente de muchas acciones y palabras del Papa. Algunos le llaman despectivamente “el argentinito” y piden que “lo iluminen o lo eliminen”

Las florecillas del Papa Francisco

Lo más sorprendente es que el nuevo obispo de Roma ha causado un impacto por sus gestos y símbolos y por sus expresiones gráficas más que por largos discursos o encíclicas que muy pocos leen. Los semiólogos explican la importancia y el impacto de los símbolos para influir y cambiar la mentalidad del pueblo. Francisco ha optado por el método de Jesús que hablaba en parábolas y hacía signos del Reino: sanar enfermos, alimentar al pueblo hambriento, comer con pecadores, lavar los pies a sus discípulos…

La encíclica Lumen fidei, firmada por Francisco pero escrita mayormente por Benedicto XVI, ha tenido poca resonancia, pero en cambio el pueblo creyente y no creyente ha captado sus gestos: besar a un niño discapacitado, lavar los pies a una joven musulmana, comer en Asís con niños con síndrome de Down, lanzar al mar en Lampedusa una corona de flores amarillas y blancas en memoria de los emigrantes fallecidos, usar sus zapatos viejos de antes, no vivir en los Palacios Apostólicos, viajar por Roma en un sencillo y pequeño coche, contestar a las preguntas de un periodista no creyente, invitar a Santa Marta al rabino de Buenos Aires, regalar unos zapatitos al nieto de Cristina Fernández de Kirschner, recibir a Gustavo Gutiérrez, celebrar la eucaristía el día de San Ignacio en la Iglesia del Gesù y llevar un ramo de flores a la tumba del P. Pedro Arrupe, ex General de la Compañía de Jesús que había sido cuestionado y marginado por el Vaticano…

Las florecillas del Papa Francisco recuerdan las florecillas de San Francisco de Asís y las del Papa Juan XXIII. Se ha cambiado el clima eclesial. No sabemos si el Papa Francisco podrá llevar adelante la reforma de la curia y de la Iglesia, pero ha desbloqueado el ambiente, y el invierno eclesial parece ceder a unos sencillos y todavía tímidos brotes de primavera. ¿Volverá la primavera conciliar?

Un icono pastoral latinoamericano

Este Papa venido del Sur, de América Latina, aporta a toda la Iglesia un estilo nuevo pastoral que refleja el caminar de la Iglesia latinoamericana desde Medellín a Aparecida: la opción por los pobres, la denuncia de las estructuras injustas de pecado, el respeto a la fe y religiosidad del pueblo sencillo, la devoción mariana, la sencillez y cordialidad, el cuidado de la Madre tierra, la confianza en la misericordia de Dios que siempre está abierto al perdón.

Detrás de sus gestos y palabras está su experiencia pastoral y teológica latinoamericana, argentina, sus contactos frecuentes con las villas de miseria y los curas villeros, su sentido de pueblo, ¿el influjo de la teología de Lucio Gera y de Juan Carlos Scannone…?

El programa pastoral del Papa es Aparecida, de cuya última redacción él fue el responsable: discípulos y misioneros de Jesucristo para que el pueblo tenga vida, conversión pastoral, Iglesia en estado de misión, Iglesia casa y comunidad, opción por la formación de laicos, ver en los pobres el rostro de Jesús, pues no se puede hablar de Cristo sin hablar de los pobres… Todo lo de oler a oveja, salir a la calle, ir a las fronteras… huele a América Latina y es un mensaje para todo el mundo, pero en especial para el Continente Americano. No en vano hemos de observar ese detalle significativo de que el Papa ha regalado el documento de Aparecida a varios líderes latinoamericanos.

Desde el Sur de la Iglesia sopla el Espíritu, desde los pobres, los marginados, las mujeres, los jóvenes, los indígenas, desde “el niño” que descubre que el “rey”, sea la sociedad o la Iglesia, está desnudo…

Nos toca ahora proteger la desnudez del “rey”, cubrir sus vergüenzas, instaurar entre todos un mundo más justo y fraterno, una Iglesia más sencilla y comunitaria, más nazarena, que huela a Jesús y a Evangelio.

¡Qué maravilla, tenemos un Papa realmente cristiano!

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“Francisco, un año de esperanza y de incógnitas”, por Juan José Tamayo.

Jueves, 13 de marzo de 2014
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Francesco-Gänswein Nov-13-2013Nos extraña que en este artículo ni se mencione la situación de las personas LGTB… Leemos en El País:

El Papa recupera la idea de solidaridad, pero las mujeres siguen marginadas en la Iglesia

Ha interpretado la crisis actual como resultado de un capitalismo salvaje

Desde su elección el 13 de marzo de 2013, Francisco no ha cesado de sorprender a fieles y escépticos por sus gestos y palabras, que han cambiado, al menos de cara al exterior, la imagen del Papa y la han hecho más cercana al pueblo y más creíble. Su primer mensaje desde el balcón del Vaticano no fue para bendecir urbi et orbi cual monarca absoluto, sino para pedir a los reunidos en San Pedro que rezaran por él.

El Jueves Santo “transgredió” las rúbricas litúrgicas al celebrar tan importante efemérides en un centro penitenciario donde lavó los pies a 12 jóvenes, entre ellos a dos mujeres, una musulmana. Durante su viaje a Brasil visitó la favela Varginha, criticó la indiferencia ante las desigualdades y, en plena movilización de los indignados, lejos de apagar el fuego de la protesta, se puso del lado de los jóvenes, a quienes les dijo: “Espero lío, que haya lío, que la Iglesia salga a las calles”.

El viaje a Brasil era una excelente oportunidad para encontrarse con las comunidades eclesiales de base y con los teólogos y teólogas de la liberación, algunos de ellos condenados por los papas anteriores. Dicho encuentro no se produjo. Es verdad, no obstante, que durante los últimos meses se han dado pasos importantes de acercamiento del Vaticano hacia la tan castigada teología latinoamericana de la liberación, al menos en la persona del peruano Gustavo Gutiérrez, considerado el padre de dicha tendencia teológica, al que papa ha recibido y del que L’Osservatore Romano ha publicado un importante artículo, algo impensable con Juan Pablo II y Benedicto XVI.

Al menos ha comenzado el deshielo y se ha pasado del anatema al diálogo y del silenciamiento a la palabra. Con todo falta, a mi juicio, un paso importante por dar: la retirada de las sanciones contra los teólogos y teólogas de las diferentes tendencias teológicas más vivas y creativas actuales: de la liberación, de las religiones, feminista, etcétera.

Es un paso que no tendría que serle difícil dar a Francisco, ya que su crítica del capitalismo, su teología del bien común y su propuesta de la “Iglesia de los pobres” van en la dirección de la teología de la liberación e incluso se inspiran en ella. Un ejemplo es: la exhortación apostólica La alegría del Evangelio, que crítica el neoliberalismo en continuidad con las tradiciones antiidolátricas de ayer y de hoy: de ayer, los profetas de Israel y Jesús de Nazaret; de hoy, los Foros Sociales Mundiales, los movimientos alterglobalizadores y los indignados.

Es un texto revolucionario que interpreta la crisis actual como resultado de un capitalismo salvaje dominado por la lógica del beneficio a cualquier precio y pronuncia cuatro noes: a una economía de la exclusión, a la nueva idolatría del dinero, a un dinero que gobierna en lugar de servir y a la inequidad que genera violencia. Recupera la palabra “solidaridad” que corre el riesgo de ser eliminada del diccionario y es “una palabra incómoda, casi una palabrota” para los mercados.

Critica la utilización de los derechos humanos como justificación para la defensa exacerbada de los derechos individuales y de los derechos de los pueblos más ricos. Pone en el centro de su mensaje las palabras que molestan al sistema neoliberal: ética, solidaridad mundial, distribución de bienes, preservar las fuentes del trabajo, dignidad de los débiles.

Uno de los ámbitos donde se juegan tanto la credibilidad del Papa como la autenticidad de su reforma es la actitud hacia las mujeres. Francisco reconoce, es verdad, el hecho de la marginación de las mujeres en la Iglesia católica; afirma que le produce un profundo sufrimiento ver cómo en ella o en algunas organizaciones eclesiales el servicio de las mujeres desemboca en servidumbre. Defiende su incorporación a los ámbitos de responsabilidad eclesial.

Pero hasta ahora no ha dado pasos en esa dirección. Ha mostrado su negativa al acceso de las mujeres a los ministerios ordenados, lo que es contrario a las investigaciones bíblicas, históricas, arqueológicas, teológicas y pastorales que avalan el ejercicio de todas las funciones ministeriales por parte de las mujeres. Defiende la elaboración de una “teología de la mujer”, que justifica las tareas diferenciadas en función del sexo y recurre al discurso de la excelencia.

Francisco no parece tener en cuenta las principales aportaciones de la teología feminista: el movimiento de Jesús como comunidad (no clónica) de iguales hombres y mujeres; la hermenéutica de la sospecha aplicada a los textos androcéntricos de la Biblia y de la teología; la crítica de la organización jerárquico-patriarcal de la Iglesia; la defensa de una Iglesia inclusiva y no sexista, etcétera. Papel importante en el mantenimiento de la discriminación de las mujeres está jugando el prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe cardenal Müller. Haría bien el papa Francisco en vigilar de cerca al “vigilante de la ortodoxia” o en sustituirlo.

Un año después de su elección, hay muchas esperanzas depositadas en Francisco, pero siguen quedando no pocas incógnitas.

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Juan José Tamayo es director de la cátedra de Teología y Ciencias de las Religiones de la Universidad Carlos III de Madrid y autor de Cincuenta intelectuales para una conciencia crítica (Fragmenta, Barcelona, 2013).

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