Comentarios desactivados en Bendecir a las parejas homosexuales puede recordar al mundo de qué se tratan realmente las relaciones
Derrick Witherington
La publicación de hoy es de Derrick Witherington, Ph.D., subdirector del Ministerio del Campus y profesor adjunto en la Universidad Loyola de Chicago, donde imparte cursos de teología sistemática, sacramental e histórica.
El verano pasado, presenté un artículo en la Sociedad de Teología Universitaria sobre las liturgias católicas recientemente desarrolladas para bendecir las uniones entre personas del mismo sexo en Bélgica y Alemania. A pesar de las instrucciones de la Fiducia Supplicans, el documento del Vaticano de 2023, que establece que la bendición de las parejas del mismo sexo debe ser totalmente espontánea, privada, no litúrgica y de ninguna manera considerada como igual al sacramento del matrimonio, estas bendiciones belga y alemana están enmarcadas de manera rúbrica, de naturaleza pública y explícitamente litúrgica. Además, una de estas liturgias incluso ha recibido la aprobación episcopal y ninguna de las dos ha sido criticada o condenada (hasta la fecha) por el Vaticano.
Veamos un par de oraciones de estas dos liturgias.
La liturgia de bendición belga está concebida como una oración de toda la asamblea sobre una pareja:
Dios y Padre, rodeamos hoy a N. y N. con nuestra oración. Tú conoces sus corazones y el camino que tomarán juntos de ahora en adelante. Haz que su compromiso mutuo sea fuerte y fiel. Que su hogar se llene de comprensión, tolerancia y cuidado. Que haya espacio para la reconciliación y la paz. Que el amor que comparten los deleite y los haga útiles a nuestra comunidad. Danos fuerza para caminar con ellos, juntos siguiendo los pasos de tu Hijo y fortalecidos por tu Espíritu.
Lo primero que hay que notar es que la base del compromiso mutuo de la pareja es su fidelidad mutua y su compromiso de ayudarse mutuamente a florecer mientras caminan en los pasos de Jesús y son fortalecidos por el Espíritu. La comprensión, la tolerancia, el perdón y la reconciliación deben ser características distintivas de la relación de pareja. Finalmente, el “fin” o telos de la relación está dirigido hacia afuera, hacia el servicio en su comunidad.
Esta dimensión externa y orientada al servicio de la relación de pareja es lo que me pareció más sorprendente. Una crítica homofóbica común a las personas queer es que son introspectivas y narcisistas, supuestamente ejemplificada por el hecho de que su unión no está orientada a la generación de vida de la misma manera que lo está un matrimonio heterosexual. Esta oración, sin embargo, es muy católica en el sentido de que considera la apertura a la generación de nueva vida como parte constitutiva de la bendita unión, pero la “vida” se entiende aquí de forma mucho más amplia que en un sentido biológico estrecho. La pareja bendecida está llamada a generar vida en el servicio al mundo que los rodea, caminando con los excluidos, creando espacios de sanación, hospitalidad y diálogo, y viviendo una vida común que irradie comprensión, tolerancia, perdón y reconciliación.
Este tema es aún más explícito en la liturgia alemana. Antes de la oración de bendición sobre la pareja, el que preside se dirige a la asamblea:
Hermanos y hermanas en la fe, hemos escuchado el testimonio de N. y N. El reino de Dios está germinando en nuestro tiempo cuando las personas se aman y comparten sus vidas juntas. Por eso, les pregunto: ¿están dispuestos a apoyar a N. y N. para que esta semilla [del Reino] pueda desarrollarse en su asociación y el mundo pueda perfeccionarse en el amor de Dios a través de su testimonio? Si es así, respondan: Sí, con la ayuda de Dios.
Aquí, el amor de la pareja se identifica explícitamente como un signo del Reino de Dios que emerge o “germina” en medio de nosotros. El apoyo que ofrece la comunidad a la pareja se considera como una forma de permitir que la “semilla del Reino” crezca y se desarrolle plenamente hasta que, al final, se perfeccione en el amor de Dios. La oración de bendición sobre la pareja continúa con este tema:
Te pedimos, Padre amoroso, que bendigas a N. y N. y la vida que comparten juntos. Recibe el corazón nuevo que les has dado y que enciende su amor. Permite que su alianza sea fructífera para tu iglesia y para todas las personas, para que tu amor pueda aumentar entre [nosotros] hasta que el mundo se complete en ti.
En esta oración, se identifica a Dios como la fuente de su amor y lo que lo enciende continuamente. Su compromiso mutuo se enmarca en términos de ser una alianza que da frutos orientados hacia afuera para la edificación de la Iglesia.
Del blog de Ramón Hernández Martín Esperanza radical:
Venid, benditos de mi Padre
Francamente, sería muy prolijo recoger todo lo que la “bendición” significa en el mundo cristiano como doctrina y práctica cultual. Si insertamos en la teología la primera acepción que hace el DRAE del vocablo “bendecir”, significando “alabar, engrandecer, ensalzar a alguien”, tendríamos que decir que la mayor bendición que Dios nos prodiga es darnos el ser con todas sus potencialidades, un ser ideado, además, a su imagen y semejanza. De ahí que todo hombre por el solo hecho de serlo, sin exclusión de ninguna especie, lleva en su mismo ser la impronta indeleble de la más sólida y completa “bendición divina”.
En el último día, cuando Jesús ya esté entronizado y la humanidad entera sea llamada a juicio (Mt 25, 31-46), a las ovejas situadas a su derecha les dirá “venid, benditos de mi padre”, mientras que condenará al fuego eterno a las cabras, “malditas”, situadas a su izquierda. Precisemos que se trata de un juicio solo catequético, exhortativo, de invitación a hacer el bien, pues no hay diferencia entitativa alguna en el soporte metafórico entre obedientes ovejas y díscolas cabras al ser todas ellas, también, “benditas” criaturas de Dios. Acto seguido, Jesús se identifica con los hambrientos y los enfermos para realzar cuanto hacemos en favor de nuestros semejantes. Así, pues, hay una bendición divina universal y perenne, esencial para el hombre y constitutiva de un Dios cuya entidad es precisamente gracia. Ello quiere decir que es metafísicamente imposible que exista una “maldición divina”, pues sería pura “contradictio in terminis”, es decir, que, si juntamos los términos Dios y maldición, estalla una tormenta apocalíptica de truenos y rayos. Expresada la misma idea en términos negativos, diríamos que la única maldición divina concebible sería “la nada· en el caso de que siquiera pudiéramos imaginarla.
A nadie extraña que la Iglesia católica se vuelque toda ella en la “benedictio urbi et orbi”, la bendición que el papa lanza a los cuatro vientos en determinados momentos ceremoniosos. Teológicamente, también podemos asegurar que la Iglesia católica (en realidad, todo el cristianismo) es igualmente en sí misma una bendición divina universal que Dios regala a la humanidad. Ello quiere decir quela bendición es constitutiva de esa Iglesia de tal manera que, si alguna vez ella cayera en la tentación de excluir o maldecir a alguien, perdería su razón de ser. De ahí que quepa preguntarse si tendría algún sentido que el sacerdote, al impartir la bendición del Dios todopoderoso y trino al final de la misa, excluyera a los asistentes que estuvieran en “situación irregular”.
En este contexto, asomándonos a cuestiones que en estos momentos traen a mal traer a muchos cristianos, algunos de los cuales se las dan de conspicuos teólogos, hasta el punto de rasgarse las vestiduras porque el buen papa Francisco ha dicho que la iglesia (sus prelados) debe bendecir también a las parejas que la pidan aunque vivan en una supuesta irregularidad, a uno no le cabe más actitud que la de hacerse de cruces de que haya dirigentes capaces de encorsetar tanto la religión, cosa que hacen seguramente para poder manejarla a conveniencia. La Iglesia puede hacer frente a todo lo malo de este mundo de mil maneras, sobre todo mostrándose en todo tiempo y lugar como “hacedora del bien”, pero, salvo que quiera suicidarse, jamás podrá negar su bendición a nadie en ninguna circunstancia.
Cogiendo el toro por los cuernos, aunque el divorciado que se ha vuelto a casar y el homosexual que vive en pareja de forma privada o pública se encuentren en una situación irregular porque la Iglesia oficial (la del dogma, la del derecho canónico y la de la jerarquía) no ha sido capaz de digerir todavía y, mucho menos, de asimilar las imbricaciones de la sexualidad humana, no pueden ser privados, cuando la pidan, ni de la bendición que es de suyo la Iglesia misma ni de la que esta prodiga. Subrayemos, de paso, que la Iglesia estará en condiciones de encaminar por las sendas evangélicas a todos los hombres solo cuando haya superado los enquistados complejos que sufre con relación a la comprensión de lo que realmente es la sexualidad humana y tras hincarle el diente al divorcio y la homosexualidad como supuestas irregularidades.
Recordemos, en cuanto al divorcio, que son muchos los dirigentes eclesiales y los teólogos que, esquivando la cuestión, repiten hasta la saciedad que “lo que Dios ha unido no lo separe el hombre”, obviando, por ejemplo, que el auténtico nexo del matrimonio cristiano es el amor y que, cuando este desaparece, no hay vínculo que permanezca. Aunque el mismo papa case a una pareja en un ceremonial pomposo, si la conveniencia remplaza el amor, que es el único capaz de prometer fidelidad mientras dure la vida, entre los contrayentes no se establece ningún vínculo consistente. En cuanto a la homosexualidad, sin obviar en absoluto que también la reproducción es función primaria de la sexualidad, andaremos perdidos y nos escandalizaremos si no somos capaces de entender, por un lado, que la sexualidad es una potencialidad que nos acompaña de la cuna a la sepultura, y, por otro, que su ejercicio, sea por desajustes o por caprichos de la naturaleza, no siempre se atiene a los cánones considerados naturales o normales.
Centrándonos en el meollo de esta reflexión y dada la confusión creada sobre la declaración papal de que deben ser bendecidas las parejas “irregulares” que se acerquen a la Iglesia en su demanda, se nos impone con diáfana evidencia que el auténtico escándalo en esta dimensión lo producen los “patronos de la religión” que se rasgan las vestiduras y se niegan a bendecirlas por una supuesta irregularidad degradante. En esos casos, lejos de salir indemne y mucho menos fortalecida, la religión se prostituye e incluso dinamita sus propias estructuras evangélicas y teológicas. Dicho sin ambages y descarnadamente: la religión, tan amante del lujo y la elegancia en su ceremonial, tiene mucho que ver de hecho con la “mierda humana”. De forma menos grosera y con cierta pulcritud teológica, diríamos que tiene mucho que ver con el “pecado”. ¿Acaso hemos olvidado la grave acusación que algunos hacían a Jesús porque hablaba con prostitutas y comía con pecadores? De hecho, la Iglesia es gracia que se inserta en la miseria, luz que penetra la oscuridad, vida que desnaturaliza la muerte. Sin ningún ánimo de identificar las supuestas “parejas irregulares” con la miseria, la oscuridad y la muerte, pues haciéndolo cometeríamos una grave injusticia, digamos que esas situaciones humanas, como cualesquiera otras, también necesitan ser redimidas y bendecidas.
Si hay dirigentes a los que les repugnan dichas bendiciones, también a mí me repugna, por ejemplo, no solo el ostracismo y el espíritu carcelario con que ellos acogotan la fe cristiana, sino también su condición de líderes eclesiales, ciegos irredentos que se empecinan en guiar a sus hermanos. Pero, por muy trogloditas que me parezcan, no los repudio y no solo los trato como mis hermanos, sino también los considero como tales, pues también ellos llevan, inserta en su ser, la bendición divina que a mí me hace sentirme afortunado. ¡Con lo hermosa, esperanzadora y alegre que es la fe cristiana, fundada en un Jesús que solo hizo el bien y nunca echó a nadie de su campo de juego! Los seguidores de este blog adivinarán fácilmente que, con las reflexiones que preceden, he querido “dar mi propia bendición” al papa Francisco, animándolo, si fuera necesario, a culminar la paciente tarea de dulcificar y embellecer la Iglesia que se ha echado a la espalda.
Comentarios desactivados en Munilla a lo suyo con sus obsesiones… pide explícitamente la retirada de ‘Fiducia Supplicans’
La compara la declaración vaticana con el apoyo de la Ortodoxia Rusa a Putin
“Ante tanto caos generado, tenemos suficientes signos para concluir que la solución es rectificar; es decir, retirar ‘Fiducia Supplicans’, señala el obispo de Orihuela-Alicante
“Eso sí, al Metropolita del Patriarcado Ruso, nos atrevemos a pedirle que aplique la misma coherencia para condenar la invasión de Putin a Ucrania, por apartarse de la moral cristiana“, perpetra en ‘X’ el polémico prelado
“Ante tanto caos generado, tenemos suficientes signos para concluir que la solución es rectificar; es decir, retirar ‘Fiducia Supplicans'”. El obispo de Orihuela-Alicante, José Ignacio Munilla, no se esconde, y pide directamente a la Santa Sede (y, por elevación, al Papa que firmó la validez de la declaración de Doctrina de la Fe) la retirada del texto que permite las bendiciones no sacramentales de parejas ‘irregulares‘.
En su púlpito de ‘X’, el polémico prelado -junto a Jesús Sanz, los dos principales arietes de la oposición hispana al Papa Francisco- lamenta el “caos generado” por la declaración vaticana, considerando que “era suficiente el ‘responsum’ del año 2021“, el que impedía cualquier tipo de bendición a las uniones homosexuales.
Ante tanto caos generado, tenemos suficientes signos para concluir que la solución es rectificar; es decir, retirar ‘Fiducia Supplicans‘.
Era suficiente el ‘responsum’ del año 2021, en el cual ya estaba incluido cuanto de positivo hay en Fiducia Supplicans.
Eso sí, al… pic.twitter.com/cJYebRHkyK
En un paso más hacia la deriva, Munilla compara la polémica con Fiducia con el apoyo del Patriarcado Ortodoxo de Moscú a la invasión rusa de Ucrania,mezclando este tema con el de las uniones gay, y utilizando la captura de pantalla de una noticia en la que la Iglesia Ortodoxa Rusa “condena” la declaración papal “por apartarse de la moral cristiana”.
“Eso sí, al Metropolita del Patriarcado Ruso, nos atrevemos a pedirle que aplique la misma coherencia para condenar la invasión de Putin a Ucrania, por apartarse de la moral cristiana“, culmina Munilla, que parece otorgarle más autoridad a Kirill que a Francisco.
Comentarios desactivados en La Iglesia Ortodoxa Rusa condena Fiducia Supplicans por apartarse de la moral cristiana
Hilarión Alfeyez
La semana pasada se celebró por videoconferencia una reunión plenaria de la Comisión sinodal Bíblica y Teológica de la Iglesia Ortodoxa Rusa, presidida por Hilarión Alfeyez, Metropolitano de Budapest y Hungría. En el orden del día figuraba, por deseo del Patriarca Kirill, el análisis de la declaración Fiducia Supplicas del Dicasterio para la Doctrina de la Fe. Uniéndose a la fachosfera de todas las confesiones religiosas, afirma que el texto vaticano es un golpe de muerte al ecumenismo entre católicos y ortodoxos
Según informa el Patriarcado de Moscú, el punto principal del orden del día de la reunión fue la discusión del texto de la declaración “Fiducia supplicans”, adoptada por la Congregación para la Doctrina de la Fe de la Iglesia Católica Romana. La orden de analizar el documento fue dada a la Comisión Teológica Bíblica sinodal por Su Santidad el Patriarca Kirill de Moscú y de toda Rusia.
La reunión comenzó con el discurso inaugural del metropolitano Hilarion, en el que hizo una breve reseña de las direcciones actuales del trabajo de la comisión, y también informó sobre las tareas que debían resolverse en el marco del pleno.
Los participantes en el encuentro expresaron sus posiciones sobre el contenido teológico de la declaración “Fiducia supplicans”, que por primera vez en la historia de la Iglesia católica propone formas de bendición de las “uniones entre personas del mismo sexo”. Los miembros de la Comisión Teológica Bíblica sinodal fueron unánimes en que esta innovación reflejaba un marcado alejamiento de la enseñanza moral cristiana.
El Metropolita Alfeyev ya advirtió el pasado mes de diciembre que Fiducia Supplicans anula cualquier posibilidad de unión entre su Iglesia y Roma.
Los resultados del trabajo de la Comisión Teológica Bíblica sinodal sobre este tema se enviarán para su consideración a Su Santidad el Patriarca Kirill de Moscú y de toda Rusia.
La Comisión Teológica Bíblica Sinodal es el organismo teológico y doctrinal del Santo Sínodo de la Iglesia Ortodoxa Rusa. Creada el 28 de diciembre de 1993, es sucesora de la Comisión del Santo Sínodo para la Unidad de los Cristianos (creada en 1979), que, a su vez, fue sucesora de la Comisión de la Iglesia Ortodoxa Rusa sobre Relaciones Intercristianas (creada el 28 de agosto de 1960).
Comentarios desactivados en La oposición a las Bendiciones es debida a una “animadversión duradera” contra las personas LGBTQ+, dice el cardenal McElroy
Cardenal Robert McElroy
Un alto cardenal estadounidense ha dicho que la oposición a la Fiducia Supplicans, la declaración del Vaticano que permite bendiciones para parejas en situaciones “irregulares”, se debe a “una animadversión duradera entre demasiados hacia las personas LGBT“.
El cardenal Robert McElroy de San Diego destacó el contraste entre la intensa oposición a bendecir a las parejas del mismo sexo en Estados Unidos y otros lugares, mientras que las críticas a otras “parejas irregulares” eran limitadas. Crux informó:
“Es particularmente preocupante en nuestro propio país que la oposición a Fiducia se centre abrumadoramente en bendecir a quienes tienen relaciones del mismo sexo, en lugar de a muchos más hombres y mujeres que tienen relaciones heterosexuales que no son eclesialmente válidas”, dijo McElroy, quien es ampliamente visto como un líder del ala progresista de la iglesia estadounidense y un firme partidario de Francisco.
“‘Si la razón para oponerse a tales bendiciones es realmente que la práctica desdibujará y socavará el compromiso con el matrimonio, entonces la oposición debería centrarse al menos igualmente en las bendiciones para estas relaciones heterosexuales en nuestro país’, dijo.
“‘Todos sabemos por qué no es así’, dijo McElroy, atribuyéndolo a ‘una animadversión duradera entre demasiados hacia las personas LGBT'”.
McElroy, como lo hizo anteriormente en una carta a los sacerdotes de San Diego, dijo que estaba permitiendo las nuevas bendiciones en su diócesis, pero que era “totalmente legítimo” que los sacerdotes no realizaran bendiciones si el sacerdote “cree que hacerlo socavaría la fuerza del matrimonio”. El cardenal afirmó que no se hicieron cambios doctrinales.
McElroy, hablando en el Congreso de Educación Religiosa de la Arquidiócesis de Los Ángeles, que atrae a unos 30.000 asistentes anualmente, también dijo que las respuestas a Fiducia Supplicans señalaron un cambio hacia la descentralización en la iglesia:
“‘Hemos sido testigos de la realidad de que los obispos en varias partes del mundo han tomado decisiones radicalmente divergentes sobre la aceptabilidad de tales bendiciones en sus países, basándose sustancialmente en factores culturales y pastorales, así como en el neocolonialismo. . .Esto es descentralización en la vida de la Iglesia global.’ …
“‘Esta descentralización no debe oscurecer de ninguna manera la obligación religiosa de cada iglesia local de proteger con justicia y solidaridad a las personas LGBT en sus vidas y en su igualdad de dignidad’”.
Al abordar la inclusión LGBTQ+ en la iglesia de manera más amplia, McElroy dijo que era una “cuestión candente”, evidente por lo “inmensamente prominente” que fue el tema en el Sínodo sobre la Sinodalidad de los últimos dos años:
“[McElroy dijo:] Voces angustiadas dentro de las comunidades LGBT, al unísono con sus familias, gritaron contra la percepción de que la Iglesia y los católicos individuales las condenan de una manera devastadora.’
“Sin embargo, McElroy admitió que entre los obispos y otros participantes reunidos en Roma había desacuerdo sobre el tema, enumerándolo entre lo que llamó áreas de ‘profunda división’ en la asamblea. Los otros incluían cómo empoderar a los laicos sin socavar la naturaleza jerárquica de la iglesia, el alcance y los límites de la inculturación y la descentralización, y la posible ordenación de mujeres diáconos”.
El proceso sinodal, sin embargo, ha expuesto la necesidad de que la iglesia reconsidere sus enseñanzas y prácticas, observó, comentando: “Cada vez está más claro que en algunas cuestiones, la comprensión de la naturaleza humana y la realidad moral sobre la cual se basaron las declaraciones doctrinales anteriores hechos eran en realidad limitados o defectuosos”.
Este próximo domingo 25 de febrero de 2024 a las 16:00 horas. Hora del este de EE. UU., el New Ways Ministry organizará un seminario web,“Being Blessed: The Challenge of Fiducia Supplicans,” (“Ser bendecido: el desafío de Fiducia Supplicans”) ,en para discutir la declaración y su recepción a nivel mundial. Los panelistas serán Xavier Montecel, teólogo que estudia la interacción entre liturgia y ética; Yunuen Trujillo, que trabaja en la extensión pastoral a los católicos LGBTQ+; y SimonMary Aikhiokai, un teólogo que estudia la relación , la raza y la descolonización en múltiples contextos. Los comentarios de los panelistas serán seguidos por un período de preguntas y respuestas.
Para obtener más información y registrarse, haga clic aquí.
—Robert Shine (él/él), New Ways Ministry, 19 de febrero de 2024
Comentarios desactivados en “Fiducia Supplicans: los que comen con las manos limpias”, por Leandro Gaitán
“¿No es una monstruosidad bendecir a la tripulación de un bombardero nuclear para que tenga éxito en su misión?“
“Para muchos laicos, sacerdotes, obispos y cardenales, dicha declaración es una suerte de puerta abierta al mismísimo Averno (las redes sociales son un testimonio lapidario de tales reacciones)”
“Ante semejante conmoción, no puedo evitar recordar cuando, en el año 1945, el padre George Zabelka bendijo a la tripulación del Enola Gay y del Bockstar para que tengan éxito en su misión: arrojar sendas bombas atómicas sobre las ciudades de Hiroshima y Nagasaki”
“Los laicos y sacerdotes que ahora juntan firmas en Change.org para hacer lobbismo mediático contra el Papa Francisco y presionarle para que anule FS (como si la Iglesia fuera una democracia y no una institución jerárquica), ¿dónde estaban en aquel momento?”
“Cuando alguien se horroriza fácilmente con los pecados ajenos nunca está demás responderle con un ‘tu quoque’ (tú también) o dicho de manera coloquial, ¿y por casa cómo andamos?”
| Leandro Gaitán, profesor de la Universidad de Navarra.
Recuerdo que hace algunos años, cuando redactaba mi tesis doctoral, estudié el surgimiento de la llamada “generación Beat”, un movimiento contracultural formado por jóvenes que se revolvían, entre otras cosas, contra el moralismo hipócrita de la sociedad estadounidense de aquellos años (50’ y 60’). Una sociedad en la que una joven podía ser señalada y criticada si utilizaba una falda un poco más corta de lo “permitido” o en la que se retiraba el saludo a una pareja de novios que decidía convivir antes del matrimonio.
Una sociedad que, no obstante, aplaudía como foca la frenética carrera armamentista, las carnicerías humanas de Corea y Vietnam o que perdía la compostura si una persona de color no cedía el asiento a una persona blanca en el autobús (porque muchos estaban a favor de la segregación racial). Eso sí, una sociedad que, al mismo tiempo, jamás faltaba a los servicios religiosos los días domingos.
Con similar perplejidad “beat” contemplo la forma escandalosa con que han reaccionado algunos sectores de la Iglesia por la declaración Fiducia Supplicans(desde ahora, FS). Para muchos laicos, sacerdotes, obispos y cardenales, dicha declaración es una suerte de puerta abierta al mismísimo Averno (las redes sociales son un testimonio lapidario de tales reacciones).
Ante semejante conmoción, no puedo evitar recordar cuando, en el año 1945, el padre George Zabelka bendijo a la tripulación del Enola Gay y del Bockstar para que tengan éxito en su misión: arrojar sendas bombas atómicas sobre las ciudades de Hiroshima y Nagasaki. No eran una pareja, eran un grupo. Según parece, se puede bendecir a un grupo que se une para utilizar armas de destrucción masiva contra población civil.
Y también se pueden bendecir armas, aunque recientemente el Papa Francisco recomendara dejar de hacerlo (¡otra vez el progre y buenista de Bergoglio metiendo sus narices donde nadie le llama!). No tengo noticias de que ese acontecimiento haya generado peticiones tan airadas al entonces Papa Pío XII para que se prohibieran ese tipo de bendiciones. No tan airadas como las que generó FS. Según declara el mismo padre George Zabelka: “Que yo sepa, ningún cardenal ni obispo estadounidense se opuso a estos bombardeos masivos. El silencio en estos asuntos resulta ser aprobación”.
¿Dónde estaban los conservadores en aquel momento para oponerse a semejante monstruosidad? ¿O no es una monstruosidad bendecir a la tripulación de un bombardero nuclear para que tenga éxito en su misión (más aún en un contexto de guerra no-nuclear)? Pues eso aconteció antes del rupturista, discontinuista y cuasi-cismático Concilio Vaticano II (perdón por la ironía). Sospecho entonces que, para los que todavía guardan cierta nostalgia de aquellos tiempos pretéritos, la bendición del padre Zabelka estuvo de maravillas, no así —faltaría más— las bendiciones que permite FS.
También recuerdo que, en el año 1999, el Papa San Juan Pablo II besó solemnemente el Corán delante del imán chiíta de la mezquita de Khadum. Pregunto entonces: si permitir la bendición de parejas irregulares o del mismo sexo es una forma de aprobación, el beso solemne del Corán por parte del Santo Padre, ¿no fue también una especie de aprobación?
Quizás algún lector pensará que estoy incurriendo en falsa analogía, o para decirlo de otra manera, que estoy mezclando “churras con merinas”. Pues no me parece una comparación desacertada. Vamos unos años más adelante. En 2006 el Papa Benedicto XVI bendijo a los exponentes de las comunidades musulmanas de Italia y a los embajadores de los países de mayoría islámica acreditados ante la Santa Sede. Sus palabras fueron éstas: “¡Que el Dios de la paz os llene con la abundancia de sus bendiciones, al igual que a las comunidades que vosotros representáis!”.
¿Fue una bendición litúrgica o de corte pastoral-informal (según el distingo de FS)? Entiendo que fue una bendición pastoral. Los musulmanes que, por su misma condición, no reconocen a Jesucristo como segunda persona de la Trinidad (habiendo tenido, en muchos casos, la posibilidad de conocer el cristianismo), ¿viven o no en pecado? ¿Se puede bendecir una comunidad que no manifiesta ninguna intención de arrepentimiento por negar la divinidad de Jesucristo, ni mucho menos, de conversión al cristianismo? Pues parece que sí se puede, al menos sí de manera informal.
A pesar de eso me pregunto: ¿dónde estaban los conservadores para rechazar en masa la bendición de musulmanes? ¿dónde estaban las Conferencias Episcopales de África para oponerse al Papa Benedicto XVI por bendecir a miembros de una religión que, aún hoy, persigue, secuestra, tortura y asesina masivamente a los cristianos en distintas regiones de aquel continente (y fuera también)? ¿por qué nadie alzó la voz para advertir que un católico no puede besar un libro que legitima toda forma de violencia contra los “infieles” (es decir, contra los mismos católicos)? Qué es más “pecaminoso”, ¿rechazar la divinidad de Jesucristo y combatir a quienes la afirman, o ser homosexual, reconocer la divinidad de Jesucristo y pedir una bendición informal para que el mismo Señor Jesucristo le otorgue su ayuda?
Hago aquí un breve paréntesis para aclarar que no es mi intención emitir juicios de valor sobre el actuar de los papas Juan Pablo II y Benedicto XVI, sino poner en evidencia una contradicción o, por qué no decirlo con todas las letras, una hipocresía. De lo hecho por estos papas, podría decirse que un gesto de caridad no conlleva la aceptación del error.
Ejemplos en sintonía con los recién mencionados hay para hacer dulce. Recordaré uno más. Las bendiciones de narcotraficantes, mafiosos y delincuentes de toda índole. En 1991, el padre Rafael García Herreros bendijo al narco-criminal Pablo Escobar Gaviria y a su séquito de sicarios. Fue otra bendición en grupo, no en pareja. Todos asesinos que fueron bendecidos a pesar de no dar señales de arrepentimiento por el mal cometido y de perseverar en su conducta nefanda. Sí, hablo de Pablo Escobar Gaviria, el mismo que apenas dos años antes, había ordenado hacer estallar un avión de Avianca en pleno vuelo para asesinar a un candidato presidencial. No hubo sobrevivientes de aquel atentado (110 fallecidos).
Otra vez pregunto: ¿estaba el padre García Herreros aprobando solapadamente el actuar de esos criminales con su bendición? Los laicos y sacerdotes que ahora juntan firmas en Change.org para hacer lobbismo mediático contra el Papa Francisco y presionarle para que anule FS (como si la Iglesia fuera una democracia y no una institución jerárquica), ¿dónde estaban en aquel momento? ¿dónde estaban todos los que hoy actúan como auténticas estrellas del lobby “anti-Bergoglio” en las redes sociales para gritar a voz en cuello que esa bendición grupal era inaceptable? Insisto, podría seguir con la casuística ad infinitum. No quiero meterme, por ejemplo, en el oscuro terreno de la política. Bendiciones y comuniones concedidas a dictadores, líderes y miembros de grupos terroristas, etc., en la mayoría de los casos sin que esta gente muestre signos de arrepentimiento ni abandone sus actividades delictivo-criminales.
No puedo evitar experimentar perplejidad “beat” al observar cómo aquellos que callaron ante las situaciones recién descriptas, hiperventilan al pensar que una pareja en situación irregular o del mismo sexo pueda acercarse al despacho parroquial para pedir una bendición e invocar la asistencia de la Gracia. Se parecen a los ortodoxos rusos quienes, por boca del Obispo Hilarión Alfeyev, han afirmado que, a causa de FS, ya no será posible “esperar una futura unidad entre católicos y ortodoxos”.
Sí, ha leído correctamente, lo afirmaron los ortodoxos rusos, que han bendecido submarinos nucleares con misiles balísticos intercontinentales y plataformas de lanzamiento de misiles nucleares desde tierra que podrían convertir una ciudad con millones de habitantes en un páramo infernal sin posibilidades de supervivencia siquiera para las cucarachas. Sin ir más lejos, el patriarca ortodoxo ruso Kirill dijo, el pasado mes de octubre, que las bombas y las ojivas atómicas rusas están bajo la protección de San Serafino de Sarov. ¡Menos mal! Muy tranquilos estarán ahora sus potenciales víctimas sabiendo que, eventualmente, serán borrados de la faz de la Tierra por misiles que se encuentran bajo la protección del santo ruso. Si estas absurdidades no fueran hechos reales, pensaría que son bromas típicas de un 28 de diciembre.
Continúo con mi perplejidad “beat”. Una perplejidad que asume dimensiones mastodónticas cuando pienso en los pecados cometidos “de la cintura para arriba”. Cuando pienso, por ejemplo, si puede un sacerdote bendecir a un comunista, a un fascista o a un capitalista recalcitrante. Sí, también leyó bien, a un capitalista de esos que comulga de rodillas, pero luego te quiere convencer de que está muy bien que una multinacional instale una fábrica en un pueblo perdido de Honduras, para contratar gente a la que hace trabajar 12 hs. por día (de lunes a lunes) produciendo polos que la empresa vende a 60 € en Madrid, Berlín o Londres, mientras les paga (a esos “empleados”) 1 € al mes. Vuelvo sobre lo mismo: parece que es correcto bendecir a gente que defiende y promueve ideas/políticas que justifican, de diferentes maneras, el abuso desmedido de poder sobre otros (frecuentemente en condiciones de vulnerabilidad extrema). ¿Será que me estoy fijando en menudencias? ¿Será que, a fin de cuentas, lo único importante es que sean heterosexuales?
Mi perplejidad “beat” alcanza cotas insospechadas cuando observo que, el gran escándalo de FS, parece deberse a que se mete en un tema de índole sexual. Recuerdo, en este sentido, las reacciones que provocó en su tiempo la publicación de la encíclica Humanae Vitae del Papa Pablo VI. Humanae Vitae y Fiducia Supplicans son, probablemente, los dos documentos del post-concilio que mayor cantidad de reacciones negativas han provocado. En el primer caso, por parte del sector “progresista” y en el segundo caso, del sector “conservador”.
Difícilmente se puedan encontrar documentos o situaciones en la historia reciente de la Iglesia que hayan generado tanto “pataleo” como cuando los Papas se pronunciaron sobre temas vinculados a la sexualidad. Parece que los católicos nos empeñamos porfiadamente en dar la razón a quienes afirman que, para la Iglesia, el tema sexual es materia de escándalo. Abro aquí otro paréntesis para decir que de ningún modo estoy minimizando la importancia antropológico-teológica de la sexualidad, solo pretendo expresar la sorpresa que me produce este particular fenómeno. Los papas han escrito documentos sobre diversidad de temas muy sensibles y complejos. Sin embargo, nunca han logrado suscitar reacciones tan destempladas como cuando han hablado sobre temas relacionados con la sexualidad.
Esto sigue, mi estado de desconcierto y estupefacción casi supera al de los jóvenes “beat” cuando pienso en las contradicciones de la propia vida, esas que quizás no se ven ni son evidentes para los que nos rodean (y de las que nadie está exento, yo el primero). Me refiero, por ejemplo, al varón o mujer heterosexual, eventualmente casado/a por iglesia y con hijos (modelos arquetípicos del laico “bendecible”), que quizás mira pornografía en momentos de soledad, engaña directa o indirectamente a su cónyuge, le maltrata psicológica o físicamente, ignora a sus hijos porque prioriza el éxito profesional y el dinero, difama a los demás, es avaro, soberbio, mentiroso, envidioso, etc.
Todos pecados que confiesa ante el sacerdote cada quince días, pero en los que sistemáticamente vuelve a caer, frecuentemente sabiendo que los repetirá y sin hacer demasiado esfuerzo (o ninguno) para evitarlos, y sin que eso le afecte o provoque una particular crisis de conciencia.
Esa persona, incluso asiste a misa, comulga y recibe la bendición todos los domingos y fiestas de guardar. Situaciones como la recién descripta constituyen el pan nuestro de cada día en la vida de la Iglesia, y todos lo aceptamos porque tiene que ver con la impronta paradojal y dramática de la existencia humana. Tiene que ver, en definitiva, con el hecho fácilmente verificable de que todos somos pecadores, de que nuestra naturaleza está herida por el pecado.
El problema es cuando, quienes así viven, se creen legitimados para actuar como guardias en un panóptico desde donde miran, juzgan y deciden a quién se sube o se baja el pulgar. Y desde ese panóptico, se han lanzado a las redes sociales para escupir sus venenos contra FS y el Papa Francisco. Cuando alguien se horroriza fácilmente con los pecados ajenos nunca está demás responderle con un “tu quoque” (tú también) o dicho de manera coloquial, ¿y por casa cómo andamos?
Hagamos una revisión exhaustiva de nuestras propias vidas y luego veamos qué autoridad tenemos para “tirar la primera piedra” (Jn 8,7). En efecto, ¿es éticamente plausible vivir señalando a quienes “no comen con las manos limpias”, como relata el conocido pasaje evangélico (Mc 7, 1-8 y 14-23), sin atender al estado del propio corazón (quizás convertido en un auténtico lodazal)?
Ante esta lamentable situación de inflexibilidad y vehemente rechazo hacia FS, y ya en el paroxismo de la perplejidad “beat”, me viene a la mente una frase de San Josemaría Escrivá sobre la que creo, modestamente, que convendría reflexionar: “Ten entrañas de piedad, y no olvides que [ese pecador] aún puede ser un Agustín, mientras tú no pasas de mediocre” (Camino, nº 675). Hago un pequeño añadido a esta frase para terminar: tal vez, recibida en el momento adecuado, el tipo de bendición “al paso” que permite FS, podría suponer un antes y un después en la aparición de ese nuevo “Agustín”.
Comentarios desactivados en “Bendecid, no maldigáis, por Míguel Ángel Mesa.
“Mi plena cercanía, apoyo y sintonía con los cambios iniciados o llevados a cabo por Francisco a lo largo de estos diez años de papado”
“Después de leer la Declaración La confianza suplicante, pienso que es un paso adelante, valiente e importante, que invita a dar la bendición de Dios sin exigir nada a cambio, sin pedir un cambio de actitud. Simplemente porque Dios les ama y les acoge como son”
“Pero este paso adelante ha sido criticado fuertemente, como viene siendo habitual, por algunos de los sectores más tradicionalistas, involucionistas e inmovilistas de la jerarquía eclesiástica”
“Mi plena cercanía, apoyo y sintonía con los cambios iniciados o llevados a cabo por Francisco a lo largo de estos diez años de papado, para que la Iglesia se adecúe a los tiempos actuales y sea más fiel al Evangelio de Jesús”
“Cuando dos personas se aman es Dios mismo quien las bendice. Es el sacramento del amor lo que las une. Y las personas en situación “irregular”, es lo más regular y normal en nuestro mundo”
“Estoy plenamente convencido que si Jesús viviera en nuestros días, daría su plena bendición … Lo suyo es la buena noticia”
Allá por el año 2008 escribí un artículo que causó algún revuelo y que titulé La familia de Jesús. En él hablaba de Jesús y el grupo de discípulos y discípulas que le seguían, pero actualizado desde las realidades que vivimos hoy en día. Aparecían en este grupo los inmigrantes, la situación “irregular” de un padre separado con un niño a su cargo, dos hombres que decidieron unir sus vidas y Jesús, junto al resto de sus seguidores, les acompañaron “ayer mismo, cuando se prometieron fidelidad y amor en una ceremonia que tuvimos en la comunidad”.
Había también una pareja de mujeres con una niña a su cargo. Dice Jesús: “Yo nunca he visto miradas tan tiernas, gestos más cariñosos, besos tan dulces como los que se dan. No hay entre ellas mayor ni menor, comparten todas las tareas y la educación de su hija. Son un verdadero matrimonio bendecido por mi buen Padre y Madre Dios. Tienen un amor mucho más puro que el de la mayoría de los matrimonios tradicionales que he visto en mis largos años de andanzas por pueblos y ciudades”.
Y termina diciendo Jesús a quienes se oponen a estas prácticas, haciendo referencia a la ortodoxia, a la ley natural, a la palabra de Dios interpretada de forma autorizada por ellos, varones todos, e invocando la tradición: “Y así podría contaros muchos casos más que hay entre nosotros. No hay un solo tipo de familia, ya lo veis. Y las parejas que desean casarse en la comunidad son llamadas con toda naturalidad matrimonio, porque lo son. Y Dios los bendice cada día reflejando el sol en sus vidas… Ellos y ellas son mi verdadera familia: mi madre, mi padre, mi hermano y mi hermana. Y si mi Padre les ha unido en su amor, vosotros no sois nadie para intentar suplantar a Dios”.
Como habréis supuesto, esta introducción hace referencia a la Declaración La confianza suplicante, firmada por el Prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe y ratificada por el Papa Francisco el pasado 18 de diciembre. En esta declaración se aclaran las formas en que se deben realizar las bendiciones solicitadas por personas en situaciones “irregulares” y parejas del mismo sexo.
Después de leerlo pienso que es un paso adelante, valiente e importante, que invita a dar la bendición de Dios sin exigir nada a cambio, sin pedir un cambio de actitud. Simplemente porque Dios les ama y les acoge como son. Se ha esperado demasiado tiempo para que podamos ver con nuestros propios ojos este cambio histórico hacia parejas del mismo sexo y personas separadas y vueltas a casar.
“Después de leerlo pienso que es un paso adelante, valiente e importante, que invita a dar la bendición de Dios sin exigir nada a cambio, sin pedir un cambio de actitud. Simplemente porque Dios les ama y les acoge como son”
Pero este paso adelante ha sido criticado fuertemente, como viene siendo habitual, por algunos de los sectores más tradicionalistas, involucionistas e inmovilistas de la jerarquía eclesiástica, en distintos países, entre ellos el nuestro, en el que un grupo de sacerdotes ha iniciado una recogida de firmas para que se derogara la declaración y distintos obispos se han mostrado en contra de que se efectúe cualquier bendición de este tipo en sus diócesis.
En primer lugar lo que deseo es mostrar mi plena cercanía, apoyo y sintonía con los cambios iniciados o llevados a cabo por Francisco a lo largo de estos diez años de papado, para que la Iglesia se adecúe a los tiempos actuales y sea más fiel al Evangelio de Jesús, siendo más comunitaria, sinodal, participativa, con una mayor inclusión de la mujer en distintos servicios eclesiales, pobre, junto y para los pobres, encarnada en nuestro mundo de forma misericordiosa y con una dedicación plena y comprometida hacia la población más empobrecida, marginada, excluida, emigrante… Y, en concreto, en el tema que me ocupa sobre la bendición a parejas del mismo sexo y personas en situaciones irregulares.
“Mi plena cercanía, apoyo y sintonía con los cambios iniciados o llevados a cabo por Francisco a lo largo de estos diez años de papado, para que la Iglesia se adecúe a los tiempos actuales y sea más fiel al Evangelio de Jesús”
Pero no quiero finalizar sin mostrar un pero, una salvedad. Este texto, como he dicho anteriormente, me parece un paso adelante, valiente e importante. Pero mínimo. Toda la declaración parece encauzada a no provocar urticaria y que el rito de la bendición, sea breve, alejado de cualquier similitud al del ritual del matrimonio, para que no dé lugar a confusiones.
Me remito a los fragmentos de mi artículo que he reflejado al principio, para dejar constancia de mi forma de pensar. Creo que el amor no hace acepción de personas, sean de un sexo o de otro. El amor proviene de Dios, es Dios mismo, según el Evangelio de Juan. Y cuando dos personas se aman es Dios mismo quien las bendice. Es el sacramento del amor lo que las une.
“Cuando dos personas se aman es Dios mismo quien las bendice. Es el sacramento del amor lo que las une. Y las personas en situación “irregular”, es lo más regular y normal en nuestro mundo”
Y las personas en situación “irregular”, es lo más regular y normal en nuestro mundo. Cuando dos personas con un proyecto de vida en común, de cariño mutuo, después de esforzarse por solucionar las dificultades de la vida matrimonial, ven que es imposible mantener esa unión, lo “normal” es separarse de la forma más humana y amistosa posible. Para seguir su vida y, si lo desean y tienen suerte, encontrar otra persona con la que poder hacerlo. El amor de Dios es eterno, pero en la vulnerabilidad del ser humano, lo más habitual es que haya momentos en los que se abandonen unos caminos, por distintas circunstancias, para encontrar otros nuevos que aporten más felicidad y plenitud.
Estoy plenamente convencido que si Jesús viviera en nuestros días, daría su plena bendición, celebraría el encuentro, el matrimonio, la vuelta a la vida dichosa junto a otra persona, sin hacer preguntas, sin prejuicios, sin teóricas leyes naturales que castigan y alejan. Lo suyo es la buena noticia. Es mucho más felicitante, humana y divina la bendición. El bien decir. El bien hacer. El bien querer. El bien acoger. Y alejemos de nuestras vidas, arrojando a la basura, el rechazo, la maldición, el anatema y la condena.
“Estoy plenamente convencido que si Jesús viviera en nuestros días, daría su plena bendición … Lo suyo es la buena noticia”
Comentarios desactivados en “Las bendiciones que brotan de la vida sin necesidad de mediación eclesial”, por Consuelo Vélez.
De su blog Fe y Vida:
“La mayoría sigue su vida sin prestar atención a polémicas y alejándose más y más de la Iglesia”
Para algunos, el Decreto Fiducia Supplicans es un escándalo porque parece cambiar la doctrina de la Iglesia sobre el matrimonio la cual no admite, ni situaciones irregulares y, mucho menos, que el matrimonio no sea entre un varón y una mujer
Para otros, el Decreto es una concreción de los cambios promovidos por Francisco que no suponen modificar la doctrina sino promover una apertura pastoral
Mucha tinta ha corrido comentando el Decreto “Fiducia supplicans”, publicado el pasado 18 de diciembre, por el Dicasterio la Doctrina de la fe sobre la posibilidad de dar una bendición a parejas que conviven y no están casadas por la iglesia y a parejas del mismo sexo.
Para algunos, el Decreto es un escándalo porque parece cambiar la doctrina de la Iglesia sobre el matrimonio la cual no admite, ni situaciones irregulares y, mucho menos, que el matrimonio no sea entre un varón y una mujer. Además de considerar que la única forma de ejercer la sexualidad cristiana es en el contexto del matrimonio. Para otros, el Decreto es una concreción de los cambios promovidos por Francisco que no suponen modificar la doctrina sino promover una apertura pastoral, campo en el cual, no se puede negar ninguna bendición. Hay un sector de iglesia que, aunque tienen una mentalidad tradicionalista y han defendido a “capa y espada” lo que siempre se ha dicho de la moral cristiana, están intentando estar del lado de Francisco y por eso hacen “malabares” para apoyar una declaración de este tipo, sin renunciar a lo que siempre han defendido. Algunos de los escritos en este último sentido tienen tales recovecos en su argumentación para mantenerse en esa cuerda floja que, personalmente, me dan pena tantos esfuerzos inútiles, ya que, en el fondo, son incapaces de soltar la ley que les da seguridad en su vida cristiana, para abrirse a la misericordia inherente a la Buena Noticia del Reino.
Cuántos clérigos y religiosos/as vienen de hogares -llamados por la Iglesia “irregulares” (a los que se les dice “que viven en pecado”), pero, curiosamente, algunos de estos mismos miembros de la Iglesia siguen negando la comunión a quienes no han recibido el sacramento del matrimonio
Ahora bien, mientras corren estas argumentaciones en diversos espacios eclesiales, la mayoría de personas siguen su vida sin prestar ni un mínimo de atención a polémicas de este tipo, sin entender siquiera de qué es lo que se habla, pero lo más grave, alejándose más y más de la Iglesia como institución. Basta salir a las calles y comprobar que parejas del mismo sexo inundan nuestras ciudades, viviendo cada vez con más libertad sus opciones. Ya muchísimas familias cuentan en su seno con miembros de la diversidad sexual y, aunque haya algunas que los rechacen, muchas más los acogen con todo amor y respeto, aceptando esas nuevas situaciones con la mayor naturalidad. Las personalidades públicas ya no tienen reparos en hablar de su orientación sexual y, en muchos países, ya tenemos gabinetes conformados por parejas de muy distintos tipos. En los colegios, los jóvenes exigen ser respetados en sus derechos y las instituciones ya autorizan que una niña vaya con uniforme (u otras prendas o modificaciones externas) de niño (o viceversa) porque está haciendo la transición al otro género. Más de un docente es homosexual o lesbiana o transgénero y son muy respetados y valorados por los estudiantes. Y esto sin contar con que la conformación de las familias desde siempre han sido de lo más variadas. Cuántos clérigos y religiosos/as vienen de hogares -llamados por la Iglesia de “irregulares”(a los que se les dice “que viven en pecado”), cuantos más no son hijos de madres solteras o sus familias han tenido la más diversa conformación: abuelas, tías, primos, etc. Pero, curiosamente, algunos de estos mismos miembros de la Iglesia siguen negando la comunión a quienes no han recibido el sacramento del matrimonio.
Algunos miembros de la Iglesia, al mirar la realidad como ella se presenta, endurecen sus posturas y se creen poseedores y defensores de la doctrina recta, considerando que todo lo que se da en la sociedad es relativismo y origen de todos los males. Pero olvidan que también del legalismo religioso y del tradicionalismo anquilosado han venido muchos males que se han infringido a los que se salen de lo establecido: penas de muerte, excomuniones, exclusiones, condenas, caza de brujas, cruzadas, colonialismo, entre muchas otras situaciones que han sido apoyadas por la Iglesia y que han sido fuente de males para la humanidad. Juan Pablo II pidió perdón por la violencia, persecución y errores por parte de la Iglesia contra los judíos, herejes, mujeres, gitanos, culturas originarias, lo mismo hizo Francisco por los crímenes cometidos contra los pueblos originarios y, así, en algunos momentos se ha reconocido el mal que también la institución ha generado, pero no parece que se aprendiera demasiado de esa memoria histórica. Hay demasiado empeño en no aceptar la complejidad del mundo de la vida y en disponerse a entenderlo, comprenderlo y ayudarlo para que tenga su mejor desarrollo, sino que seguimos aferrados a una doctrina que ya no tiene ninguna recepción, a una tradición que ha sido superada con creces de muy diversas formas en la vida ordinaria, a una fundamentación bíblica literalista o acomodada que no tiene nada que ver con la exégesis ni con los desarrollos actuales de la teología moral.
Hay mucha más bendición en la vida concreta de la gente con sus complejidades y diversidades que en la reflexión eclesial sobre si dar o no la bendición
Ojalá fuéramos capaces de mirar a las personas y sus situaciones de vida con los mismos ojos con los que Jesús miró a los publicanos, a los enfermos, a las mujeres, a los niños, a las prostitutas, a los samaritanos, en definitiva, a todos los personajes que aparecen en el evangelio de los cuales prácticamente ninguno (ni siquiera los apóstoles) cumplían con lo establecido por el judaísmo de aquel tiempo y, a los que Jesús les anunció la Buena Noticia del reino, o en otras palabras, la misericordia infinita de Dios, secundando así la vida concreta de sus contemporáneos y permitiendo que la bendición divina se hiciera presente en todos ellos.
En definitiva, hay mucha más bendición en la vida concreta de la gente con sus complejidades y diversidades que en la reflexión eclesial sobre si dar o no la bendición, si darle en 3 segundos o en media hora, si en decir una palabra o esta otra, si darla en el templo o en la calle, si corriendo o pausada, si con ornamentos o sin ellos. La bendición es la gracia de Dios que vive entre nosotros, permitiendo que haya tanto bien en el mundo, no dependiendo de que la institución eclesial la quiera dar o no. Pero que bien haría la gente de iglesia si entendiera el mundo de hoy y no le negara nada de la gracia divina de la cual ella no es dueña sino mediadora, no es juez sino enviada por el único dueño de la gracia: Dios mismo que ya, de antemano, ha bendecido a toda la humanidad “con una medida buena, apretada, remecida, rebosante” (Lc 6, 38).
Comentarios desactivados en Para situar Fidutia Supplicans. Bendición y maldición en el AT.
Del blog de Xabier Pikaza:
La bendición de homosexuales y de otros tipos de parejas que se suponen “irregulares” se ha vuelto objeto de durísima polémica en los últimos días, a partir del documento de la Congregación de la D. de la fe (Fidutia Supplicans: 8.12.2023), y de un responsum anterior de la misma Congregación (22.2. 2021) como he puesto de relieve en mi última “postal” de RD y FB del pasado 8.1.24 (vuestra casa quedará desierta).
Quedaba al fondo el tema de la “bendición”, con el que comenzaban ambos documentos, con rasgos que, a mi juicio, han de ser mejor desarrollados, sobre todo en referencia a la “pareja” benditos-malditos.
¿Los no bendecidos son malditos? ¿Qué significa no bendecir a homosexuales y otros tipos de irregulares? ¿Tiene la iglesia el poder de no-bendecir/maldecir?
| Xabier Pikaza
Benditos y malditos en Mt 25, 31-46
Este es un tema que estudié en mi tesis sobre Mt 25, 31-46 donde el pastor acoge a las ovejas diciendo “venid benditos de mi Padre” y se rechaza a las cabras diciendo “apartaos de mí malditos”. Este tema es uno de los más importantes de la iconografía y espiritualidad cristiana, que habla por un lado de benditos/buenos/ovejas que van al cielo y por otros de malditos/malos/cabras que son arrojados al infierno ardiente.
Parece que, según muchos críticos del documento de la Congregación de la fe, a los mal-casados se les quiere mandar sin bendición ipso facto al infierno. El tema no es tan simple, pero exige cierto discernimiento.
No pretendo ni puedo resolverlo, pero quiero plantearlo, para que otros sigan pensando y amando. En esa línea recojo aquí unas páginas mi tesis (Hermanos de Jesús y servidores de los más pequeños), que fueron publicados en una nota crítica de la revista Salmanticensis 26 (1979) 277-286). Otro día ofreceré, Dios mediante, una aplicación al tema de la bendición o no bendición de parejas “irregulares”
Introducción
Mt 25, 31-46 se ha convertido en uno de los textos decisivos del N.T. En las páginas que siguen intentamos estudiar el trasfondo veterotestamentario de sus palabras clave: benditos y malditos. De esa forma pensamos contribuir a un mejor conocimiento de la escena del juicio, iluminando la misma temática de la bendición en el mensaje del Jesús y el N.T.
Las palabras de -benditos» y «malditos» (Mt 25, 34.41) se sitúan dentro de un contexto que va del «venid» a «heredad el reino» y del «apartaos de mí» a «al fuego eterno». Son como un pequeño paréntesis, una definición que determina el sentido de cada grupo de los juzgados. “Hoi eulogemenoi” significa «vosotros, los benditos», como una clase absoluta, un tipo definitivo de personas. Hoi kateramenoi lo mismo, pero con el sentido opuesto. Estos vocativos enmarcan, por lo tanto dos tipos, dos formas definitivas del ser humano [1].
Un primer acceso al sentido de esas palabras lo constituye su diferenciación respecto de otro antagonismo clásico del N.T. Junto a la bendición-maldición (eulogemenoi-kateramenoi) de nuestro caso, el N.T. ha desarrollado la pareja bienaventuranza-malaventuranza/ayes (makarios-ouai, Lc 6, 20-26) que encuentra también sus raíces en el A.T. y tiene un sentido diferente.
La bienaventuranza significa una forma de felicitación en la que se supone o se constata la dicha de algo que ya está realizado (lo opuesto es el ay). La bendición es, sin embargo, una palabra eficaz y creadora; no supone que ya exista la dicha sino que la crea. La bienaventuranza deja abierta la posibilidad de un cambio; la bendición, en cambio, realiza lo que en ella está expresado.
Estas precisiones nos parecen importantes para distinguir, al menos de una forma provisional, las bienaventuranzas mesiánicas de Mt. 5, 3-10 de la bendición escatológica de Mt. 25, 34. Con el fin de dar un cierto valor de conjunto a nuestro estudio comenzamos presentando el tema en general para tratar después de aquellos elementos que pueden haber influido más poderosamente en Mt. 25, 34.41.
Lo primero que descubrimos es que la dualidad de bendición-maldición pertenece a un campo de experiencia religiosa que desborda el mundo israelita, pudiendo hallarse unida al plano de la magia (utilización de la divinidad) o al campo del encuentro libremente personal de la experiencia religiosa.
No podemos tratar del planteamiento genérico del problema. Aquí nos interesa la experiencia israelita. También la experiencia israelita de la bendición pertenece al campo de la historia de las religiones. De una forma genérica, dentro de la concepción israelita pueden distinguirse tres estratos o momentos [2]:
Un primer estrato, determinado por la religiosidad popular, sitúa la bendición en el campo de la magia: la palabra pronunciada por un hombre dotado de poderes tiene influjo necesario y automático de tal forma que se cumple inexorablemente Io que dice. En un estadio de ese tipo se sitúan numerosos relatos de la historia patriarcal antigua o de los primeros tiempos de Israel (Gen 27, 1-46;32, 26-32; Num. 22, 67).
Un segundo estrato, determinado por la experiencia cúltica, sitúa la bendición en ámbito de encuentro religioso; dejando de ser palabra autónoma que cumple fatídicamente Io que dice y puede ser manipulada mágicamente, la bendición se convierte en elemento de un culto, que está regulado y sistematizado para la protección del individuo y del conjunto del pueblo; en esto contexto se sitúan los salmos de bendición o los textos de carácter cúltico (SaI. 21, 4ss. 118, 26; 8-9; 115, 12-15; Dt. 27, 12-13).
c) Unido a este segundo estrato se encuentra a veces un tercer tipo de bendición que viene a estar determinado por una experiencia profética: la bendición o maldición de Dios no se liga a una liturgia sino a la vida moral de los hombres. En este tercer plano se hallaría el camino que conduce al NT; un camino que se manifiesta por e.j., en Prov. 3, 33 cuando se afirma que la maldición de Dios amenaza a la casa del malvado mientras que el hogar del justo es bendecido (cfr. Job 31, 30); la actitud cristiana desembocaría así en un puro intento de bendición, del que toda maldición quedaría desterrada (cfr. Lc 6, 28).
Comenzaré, muy brevemente, con una presentación de los aspectos cúlticos del tema,- sea en una forma mágica, sea en modelos más desarrollados y más cuidadosos respecto a la transcendencia de Dios, la bendición se halla unida al culto: forma parte de una experiencia de Dios que se cultiva y se desvela en la El olvido de esto nos puede llevar al olvido del carácter transcendente y gratuito de la bendición de Dios.
En un segundo momento trataré de la bendición como elemento integrante de la visión histórica de Israel, en contexto de pacto: Dios como fuente de bendición es quien escoge a Israel, le bendice y le convierte en mediador de una bendición universal que se identifica con la promesa de salvación para la historia (Gen 12, 1-3).
Finalmente, dentro de la estructura de Israel como pueblo del pacto, la bendición se incluye dentro de un compromiso de fidelidad. Recibir la bendición de Dios Israelita significa, según eso, alcanzar la plenitud de la vida en armonía, la paz que no se rompe, la justicia y transparencia Por la bendición que viene desde el principio (Gen. l, 28; 9, 1) Dios ha hecho al hombre portador de vida, ser que vive en la gracia de la comunicación, de una manera creadora, abierta hacia el misterio [3].
Bendición-maldición en contexto cúltico.
Más que abordar directamente el problema del culto nos importa situar la bendición en un contexto transcendente, como algo que se enraíza en Dios y brota de su misma vida y fuerza. Sólo Dios es en verdad Señor y dueño de la bendición; la religión israelita, en el proceso de profundización del monoteísmo, va descubriendo cada vez con mayor nitidez el carácter exclusivamente divino de la bendición: proviene de Dios y no existe ningún tipo de origen diferente para ella. Cada vez de una forma más clara, la bendición se identificará con la presencia creadora y transformante de Dios en medio de los hombres de su pueblo.
El problema consiste en el cómo se expresa o actualiza esta bendición entre los hombres. Un lugar fundamental en ese aspecto lo ha formado siempre el culto. La actualización y cercanía de la bendición de Dios en el ritual cúltico constituye uno de los primeros elementos de la experiencia religiosa; por eso, uno de los objetivos fundamentales del servicio del templo en Israel consistirá en asegurar, transmitir y aumentar la bendición de Dios entre los hombres de su pueblo. Una de las tareas originales de los levitas Israel consiste en «bendecir en nombre de Yahvé (Dt 10, 8)12. Uno de los textos más antiguos y valiosos de bendición sacerdotal Io ofrece Núm. 6, 23-26:
“Di a Aarón y a sus hijos: Así bendeciréis a los israelitas: El Señor te bendiga y te guarde, el Señor te muestra su rostro radiante y tenga piedad de tí, el Señor te muestre su rostro y te conceda la paz. Así invocarán mi nombre sobre los israelitas y yo los bendeciré”.
Nos encontramos ante una institución bien fijada (Aarón y sus hijos tienen que bendecir asl); una institución cúltica cuya finalidad consiste en transmitir la bendición de Dios para los hombres. Es normal que el gesto se realice dentro de un servicio cúltico. Así Ío indican de diversas formas numerosas salmos que aluden a la bendición del sacerdote sobre la comunidad (SaI 115, 11 s.; 118, 26: etc.) o sobre un individuo (Sal 91,121). En esta mediación cúltica de la bendición de Dios ocupa un lugar básico el templo. El templo se convierte en ámbito donde se hace presente la bendición de Dios (cfr. 1 Rey 8), lugar de donde se difunde sobre todo el resto del pueblo y de la tierra.
Comentarios desactivados en Vuestra casa quedará desierta…. Esta iglesia no bendecirá, pues nadie pedirá su bendición
Del blog de Xabier Pikaza:
El problema se planteó el año 2021 cuando algunos cristianos “preguntaron” a la Congregación si había una bendición para los “matrimonios homosexuales” y la Congregación, presidida por el Card. Ladaria respondió que no (del 15.02.2021; cf. Responsum (imagen: Arco y ruinas de Gerasa, donde Jesús fue a echar demonios).
| Xabier Pikaza
No han pasado ni tres años y la misma Congregación ha matizado aquel documento, con otro titulado Fidutia Supplicans (del 8.12.2023), afirmando que en determinadas circunstancias las parejas homosexuales pueden ser bendecidas.
Debe tratarse de un tema grave, con un cambio significativo de opinión del mismo Papa Francisco, antes a través de L. Ladaria y ahora a través del Card. V.M. Fernández. Expondré el tema de la bendición en los próximos días. Aquí me limito a situarlo en la perspectiva Mt 23, 38: Vuestra casa quedará desierta.
Vuestra casa quedará desierta
23 37 ¡Jerusalén, Jerusalén, la que mata a los profetas y apedrea a los que le son enviados! ¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como una gallina reúne a sus pollos bajo las alas, y no habéis querido! 38 He aquí que vuestra casa quedará desierta. 39 Porque os digo que ya no me volveréis a ver hasta que digáis: ¡Bendito el que viene en nombre del Señor!
Jesús ha querido impedirlo, pero no lo ha logrado, porque Jerusalén (la iglesia oficial) lo ha impedido. El tema es claro:
-Jesús como gran ave materna ha querido reunir a todos los polluelos sus alas, todos los expulsados sociales, a los excluidos a los oprimidos… y en nuestro contexto a los homosexuales(Mt 25, 31-46). Pero los jerarcas de la antigua Jerusalén y de la reciente iglesia se han negado; no orecen bendición ni lugar de vida para los homosexuales (y otro tipo de personas estigmatizadas.)
– He aquí que vuestra casa quedará desierta. Este es el final de las grandes lamentaciones de Jesús (Mt 23, 13-33). Jesús no maldice a nadie (ni a los jerarcas de un tipo de Jerusalén o de Iglesia), pero se lamenta, su duele: ¡Ay de vosotros”. El tema de fondo está tomado Dt 32, 22 y de la gran tradición profética. Jesús, como último de los grandes profetas anuncia la ruina de Jerusalén y de un tipo de iglesia que se niega a ofrecer su bendición a los “polluelos” de Dios (entre ellos a los homosexuales).Jesús actúa así como defensor divino de los pobres y excluidos de Jerusalén.
– El tema no son por tanto los homosexuales (los polluelos amenazados de diverso tipo), pues tienen en Dios su protector, el autor de bendición… El problema no son ellos, es Jerusalén, la gran iglesia que va a quedar (que está quedado). Mateo se muestra así convencido de que no hay remedio (al menos por un tiempo…) para la vida y culto de Jerusalén y de su templo, para un tipo de iglesia como la nuestra… aunque hay una posible conversión.
‒ Y ya no me volveréis a ver hasta que digáis: ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! (23, 39). Jesús no habla aquí solo a los escribas y fariseos del judaísmo rabínico, que optan por su ley en vez de optar por los pobres y excluidos. Como saben todos los lectores de Mt 23, esta palabra (vuestra casa quedará desierta) se dirige de un modo especial a aquellos “jerarcas de la iglesia” que no cuidan, acogen y bendicen a los oprimidos y expulsados. Los que vienen en nombre del Señor son los hambrientos, sedientos, desnudos, expulsados, encarcelados de Mt 25, 31-46.Una iglesia que no es bendición para hambrientos, expulsados, homosexuales y encarcelados (enfermos) se destruye a sí misma.
–Vuestra casa quedará desierta… El templo de Jerusalén, la gran casa clerical de una iglesia triunfante que no acoge ni bendice a los pobres y excluidos… Cerrada en sí misma, no siendo bendición para homosexuales y expulsados de la tierra de la vida se destruye a sí misma.
Mateo no ha inventado ese dicho, sino que lo ha recogido y situado en este lugar clave de su evangelio. Él sabe que la condena de Israel no es (no puede ser) definitiva, como lo sabía Pablo, treinta años atrás, cuando anunciaba que al final se convertirían (se volverían) los judíos, de manera que “todo Israel será salvado” (Rom 11, 26).
Desde una perspectiva israelita (que después no aparece retomada expresamente al final del evangelio, dirigido desde el Monte de Galilea a todos los pueblos (28, 16-20), Mateo supone aquí que Jesús como Mesías de Israel volverá a Jerusalén, en la línea de eso que suele llamarse la “segunda venida”, que debe integrarse en el esquema apocalíptico de Mt 24, en las parábolas del juicio de Mt 25 y sobre todo en la misión universal de la pascua Mt 28.
Reflexión posterior. Tres concreciones
En un plano general, hoy por hoy, pienso que el matrimonio “oficial”, entre un varón y una mujer, debe dejarse como está, tal como fue establecido en la Edad Media, con papeles especiales, con una bendición solemne. Antes de la Edad Media hubo otras formas de celebrar el matrimonio, sin papeles ni ordenamientos jurídicos, dentro de la tradición de cada iglesia. Pero lo que entonces hizo la Teología y el Derecho, al “canonizar” un tipo de matrimonio ha sido bueno, y así es bueno que quede. De todas formas, eso que hizo entonces y sigue hoy haciendo la iglesia no es único, pues hay otras bendiciones, como la de Esaú al lado de la Jacob, en el Pentateuco.
Al lado de ese matrimonio canónico que viene del medioevo, desde su raíz de evangelio y de experiencia actual, la iglesia puede y debe ofrecer también su bendición a las parejas homosexuales que lo pidan (para que ella, la Iglesia entera reciba también la bendición del evangelio homosexual). Algunos no le llamarán “matrimonio”, sino bendición de amor.
Quizá no será necesario abrir unos libros distintos de “comuniones homosexuales”; no es necesario que haya nuevos papeles canónicos (como los de un tipo de la sociedad civil), pues los “papeles” de la Iglesia son la palabra el testimonio del amor celebrado en comunidad, con la bendición de la vida. En esa línea, me parece absolutamente necesario que la iglesia acepte como “parejas bendecidas” a las parejas de homosexuales cristianos que así lo pidan y que sean aceptados así como bendición… por el resto de los cristianos.
Lo que importa no es “la canonicidad” de ese rito, sino la bendición de la vida, la bendición del amor del que son transmisores los homosexuales cristianos que (a pesar de todo) aman a la iglesia: Que los homosexuales que se sientan cristianos no pidan bendición por obligación, sino porque lo quieren y se quieren como pareja ante la iglesia, pidan una bendición de Iglesia y que ella se la ofrezca, no por imposición, sino por gozo y tarea de amor. Los que más dan son en este caso los homosexuales que se amen en clave de libertad, de generosidad de evangelios…
Ese “matrimonio entre homosexuales” no es un “octavo sacramento”, distinto de los anteriores, sino una forma externamente distinta, internamente complementaria, de celebrar la unión de amor de dos personas, como un modo intenso de vivir el amor cristiano.
Homosexualidad y gracia, superar la ley. Pablo (Rom 1-2) condena la homosexualidad si es que ella es ley de un deseo que destruye al otro, si no arranca al hombre (varón o mujer) de su egoísmo, sino que le cierra en un plano de talión, de manera que cada uno se busca a sí mismo en el otro, sin salir de sí, sin experimentar la alteridad como gracia, sin convertir la vida en encuentro de fe, de apertura gratuita. Por eso, cuando Pablo se refiere a la homosexualidad está hablando en el fondo de un tipo de auto-erotismo, es decir, de un tipo unión sin gratuidad, de pareja como reino del puro egoísmo. Pablo no condena la homosexualidad como forma de amor, sino un tipo de homosexualidad (y de heterosexualidad) entendida como dictadura de unos sobre otros, sin fe, sin comunión personal de vida.
Al situarse en ese nivel, Pablo está planteando un tema que es mucho mayor que el de la homosexualidad físico-biológico; está planteando el tema de un erotismo sin respeto personal, como esclavizamiento de unos sobre/contra otros, una forma de buscarse uno a sí mismo no al otro ni en el otro. Pues bien, el tipo de mal erotismo puede darse no sólo en las relaciones homo-sexuales, sino también (e incluso mucho más) en las hetero-sexuales donde el varón domina y esclaviza a la mujer.
La gracia de la homosexualidad. La homosexualidad (y la hétero-sexualidad) se opone al evangelio si es que niega el valor de la alteridad (la existencia y vida del otro) y destruye por tanto la gracia. Sólo así se pude afirmar que ella es pecado, con los otros dos «pecados» que Pablo condena en Rom 1, 19-31: la idolatrízación de uno mismo y la lucha de todos contra todos demás ).
Ciertamente, el tema resulta complejo en plano psicológico y social, de manera que es difícil ofrecer en este plano unas respuestas que agraden a todos. Pero el intento de condenar toda forma de homosexualidad física desde la antropología bíblica y en especial desde Rom 1, 24-27 (donde se asume y culmina para los cristianos lo dice el Antiguo Testamento sobre el tema) carece de sentido y acaba siendo contrario al argumento de Pablo. Condenar la homosexualidad por ley implica caer en la peor de las leyes que Pablo ha querido superar en todo su evangelio.
Homosexualidad evangélica. Ser homosexual para ser cristiano. En la línea anterior, si mantienen y desarrollan el principio y experiencia de la gracia, muchas uniones homo-sexuales pueden ser y son más evangélica (más paulinas) que aquellas uniones hetero-sexuales en los que cada uno se busca a sí mismo en el otro, e incluso en los hijos. Partiendo de estos principios se podría elaborar también una antropología del celibato (cf. 1 Cor 7), poniendo de relieve que la vida del célibe sólo tiene valor cristiano en la medida en que aparece como posibilidad de apertura a los demás en cuanto distintos (personales) y al Dios que es principio de toda alteridad amorosa.
Allí donde el celibato se vuelve expresión de clausura de un hombre o mujer en sí mismos (de auto-erotismo más o menos espiritualizado) va en contra del ideal cristiano. El ese sentido, el celibato cristiano como trascendimiento positivo (no de simple negación) del amor intersexual puede vincularse a un tipo de homosexualidad, que no se entienda sólo como pura negación de alteridad sexual, sino como búsqueda de otros tipos de comunicación personal y gratificante con los otros.
El problema no está por tanto en el sexo de aquellos que se aman (varones y/o mujeres), sino en la forma de relación personal que establezcan, en línea de alteridad, de manera que cada uno no se busque a sí mismo en el otro, sino que busque y encuentre al otro como distinto y así en el otro, con el otro, pueda compartir la vida como gracia, superando las diversas formas de imposición y dominio económico, social y personal que Pablo entiende como idolatría o negación de Dios. Por eso, todo lo que Pablo dice en Rom 1 sobre homosexualidad ha de reinterpretarse desde lo que va diciendo en Rom 1-3 (pecado universal) y desde lo que dice sobre el pecado y la gracia de Dios, a lo largo de la carta a los Romanos.
La «condena» de la homosexualidad greco-romana de Rom 1 forma parte del argumento retórico de Rom 2, donde Pablo condena la «no-homosexualidad egoísta» de aquellos que se cierran en su soledad soberbia para condenar a los otros, como ciertos cristianos que niegan la bendición de Dios y de la videa a los homosexuales. Por eso, entender esa condena de la homosexualidad de un modo objetivista, como algo ya resuelto al comienzo de la carta, olvidando que se trata de un argumento retórico, que se invierte y recrea a través del desarrollo y, sobre todo, al final del espléndido despliegue de gracia y amor que ofrece Romanos (culminando en Rom 12-13), significa negarse a entender a Pablo. Vuestra casa quedará desierta… El único defecto de esta sentencia es que se queda corta…. Hoy, desde occidente, no podemos decir “quedará desierta”, sino que ha quedado ya… Se nos está quedando desierta la “casa de la iglesia”, pero no por el presunto pecado de los homosexuales, sino por el de aquellos que niegan el pan y la (la bendición) a los homosexuales.
En el camino tomado por la Congregación de la fe…, al menos en Europa y el mundo, occidental, está llegando la hora en que la iglesia no podrá bendecir a nadie, homo- o hétero-sexual, pues nadie pedirá su bendición.
Comentarios desactivados en “Confianza suplicante, bendición asegurada”, por Gabriel Mª Otalora
De su blog Punto de Encuentro:
| Gabriel Mª Otalora
Leo con interés la declaración Fiducia supplicans (confianza suplicante) sobre el sentido pastoral de algunas bendiciones. Y lo hago también con pena por algunas reacciones que parecen salidas de quienes leen el Evangelio al revés poniendo por delante las normas a las actitudes. Estamos ante un texto doctrinal, o lo que es lo mismo, un texto que trata sobre las verdades del Evangelio bajo el precioso título “Confianza suplicante”, tan ligado al salmo 27: Dios da paz y alivio especialmente en los momentos más duros de la vida. Y la dura exclusión no es menor en el caso que nos ocupa.
Jesús se acercaba decididamente y sin exclusiones a las periferias poniendo amor y deseando de corazón y con hechos el bien de todos. Especialmente en el caso de los excluidos por cualquier causa. El Evangelio está plagado de esta actitud de bendición (desear activamente el bien), igual que lo está de lo contrario: el rechazo a bendecir y sanar por parte de quienes ostentaban las esencias de la Ley de Dios. Ahora es el caso de las personas del mismo sexo, a los católicos vueltos a casar civilmente sin haber recibido una anulación…
Esta Declaración, en palabras del propio texto, “implica una evolución real de lo que se ha dicho sobre las bendiciones en el magisterio y en los textos oficiales de la Iglesia”. Y remacha afirmando el valor de ofrecer una contribución específica e innovadora al significado pastoral de las bendiciones. Esto amplía y enriquece la comprensión clásica de las bendiciones, encorsetada en la expresión litúrgica. El propio documento es su punto 9, afirma que “desde un punto de vista estrictamente litúrgico, la bendición requiere que aquello que se bendice sea conforme a la voluntad de Dios”. ¿Y en qué texto bíblico aparece que la voluntad de Dios es excluir la bendición a quienes en verdad se aman?
El texto comienza con el recordatorio del Papa Francisco: “Es una bendición para toda la humanidad”, sin exclusiones. De lo contrario, ¿cómo encajar algo más radical, como es amar a nuestros enemigos y a quienes nos persiguen? Si no podemos desear el bien a parejas homosexuales, ¿cómo vamos a cumplir el mandato de bendecir a quienes nos persiguen? Si reducimos lo esencial de la bendición al rito litúrgico, es imposible captar el sentido pastoral basado en el espíritu evangélico, creador de fraternidad humana. La liturgia es expresión de la doctrina vivida, y no al revés.
Cuánta necesidad de un Dicasterio de la Ortopraxis, como lo he señalado en alguna otra ocasión. Tan severos en la ortodoxia, se nos va la verdadera esencia de Cristo por el sumidero de la arrogancia, la exclusión, el adoctrinamiento y la falta absoluta de compasión.
Si con la exhortación Amoris laetitia el Papa clamaba por una pastoral familiar en clave de escucha, discernimiento y misericordia, y le tildaron de hereje, esos mismos censores inmisericordes no iban a quedarse callados. Hereje, sí, acusado de propagar nada menos que 7 posturas heréticas en la Correctio filialis de haeresibus propagatis (Müller, Burke…) a la que obispos como Sanz y Munilla aplauden, y otros muchos a favor de la línea de Francisco callan por una cobardía teñida de prudencia; esta es otra forma de escandalizar, que conste.
En definitiva, el Dicasterio para la Doctrina de la Fe afirma en la nota introductoria de Fiducia supplicansque “se puede bendecir a parejas en situación irregular y a parejas del mismo sexo sin validar oficialmente su estatus ni cambiar en modo alguno la enseñanza perenne de la Iglesia sobre el matrimonio”. Un avance, pues en 2021 se decía que sólo era posible bendecir a los individuos por separado. ¡No me imagino a Cristo puntualizando estas disquisiciones! Se bendice a las dos personas, y se pide para esa pareja salud, trabajo, paciencia, y que puedan vivir cada vez con mayor fidelidad al Evangelio. Es decir, con amor verdadero.
Qué no decir si esas parejas son personas cristianas, o con sensibilidad cristiana, que ven el Evangelio como la puerta al amor y la misericordia desde su opción honesta, pero que han tenido que vivir en la clandestinidad evangélica: la Buena Noticia inclusiva no era para ellos.
POSDATA – Merece la pena leer, en clave de todo lo anterior, el capítulo quinto de Los Hermanos Karamazov, de Fedor Dostoievsky. Se titula “El gran inquisidor”. Así podremos entender lo que subyace en esta cada vez menos soterrada beligerancia contra el Papa Francisco y su defensa del amor de Cristo. Una parábola que no deja indiferente a nadie, digna de su relectura. Está publicada también como separata en Alianza Editorial.
El día en que un documento del Papa o de cualquier oficina de la Santa Sede diga que se le puede dar el saludo de paz a las personas diversas sexualmente van a decir que no.
El día en que en una homilía el Obispo de Roma o de cualquier otra diócesis diga que está bien orar por las peticiones de una persona que se reconoce L, G, B, T , I ó + también van a decir que no.
El día en que en una audiencia o entrevista de esas de los vuelos, el sucesor de Pedro insinúe que está bien hacer algo bueno por alguien que no sea heterosexual van a decir que no.
Van a decir que no el lunes, y también el martes. Van a gritar que no el miércoles y especialmente el jueves, y no van a parar el fin de semana de decir en la calle, en los templos, en sus canales y sus podcast que no, que absoluta y definitivamente no. Porque les odian
Odian su esencia, su existencia, su materia, su forma, su sustancia y sus accidentes. Odian todo de las personas que no se ajustan a su relato mediocre y excluyente, odian a todos los que no caben en su diminuta y precaria comprensión de lo humano. Odian su manera de vestir, de hablar, de expresarse, odian su forma de amar y, lo peor, odian su forma de creer. El odio les brota por los poros cuando pronuncian tan premeditadamente aquel “intrínsecamente desordenado” y se les hace rabia líquida en los colmillos cuando dicen “sodoma”, como quien se imagina una tortura ajena y la disfruta.
Odian saber que muchos de ellos también son gais, odian reconocer que fueron formados por muchos gais, odian recordar que la historia de la iglesia está atestada de personalidades gais. Y predican ese odio.
No tiene que ver con la doctrina, porque saben bien que la doctrina no ha cambiado ni una, ni veinte, sino cientos de veces en estos 20 siglos, aunque mientan a diario al negarlo, con tal de justificar su odio. Tampoco con la tradición, que hipócritamente defienden como algo estático e imperturbable, cuando ninguno de ellos podría vivir cinco minutos como lo hacían en su anhelado siglo XIII, y rogarían a gritos volver a Francisco si les tocara vivir a un papa como Inocencio o alguno de los primeros Benedictos, pero lo desprecian para alimentar su odio. Y si hay algo maldito entre el cielo y la tierra, es ese odio.
Lejos de la imaginería estrafalaria de lo maldito como algo oscuro y sangriento, la maldición bíblica es el desprecio, el deseo de ruina, la petición de una desgracia que caiga sobre el otro. Un deseo que se hace realidad en los actos de quien lo alberga, de quien lo consiente. La maldición no es una fuerza invisible que provoca daños, sino la ruptura real, consciente y cotidiana con aquello que le hace bien al otro, es una abstinencia de la misericordia, y a eso se han dedicado desde siempre, a enterrar el talento, a cosechar su cizaña y ofrecerla como trigo. Entonces, la maldición sucede, y llega, y muchas personas siguen siendo discriminadas, marginadas, violentadas y exterminadas a causa de su condición sexual, en una cultura que todos los días se nutre también de ese odio envuelto en numerales de catecismo.
Desde hace unos días que han desatado cualquier pudor que les quedase para dedicarse a maldecirles, y al hacerlo, también están maldiciendo a todos los heterosexuales de la iglesia, pues sentados sobre la cátedra de su credibilidad les anuncian en videos de cuantas horas sea posible (qué idea puede tener un youtuber de su audiencia si les hace video tras video de más de una hora cada uno) que está bien odiar así, disimuladamente, diciendo que se ama la verdad, que no ven, mientras desprecian a sus herman@s a los que sí ven. Y cuando a muchos les han obligado a tomar partido, y han ofrecido el cisma y el sacrilegio como excusa para odiar, han hecho maldita esa porción suya de la iglesia que – como todas – nació para hacer benditas a todas las personas de la tierra. Les han decretado ayunar de compasión y borrar toda obra de misericordia que no sea corregir al que se equivoca en aquello en lo que yo estoy bien.Y esa es otra vieja maldición.
No saben lo insignificantes que se ven cuando odian. Pero el señor, que nos ve a todos, y sobre todos hace brillar el sol, sabrá curarles. Porque lo único intrínsecamente desordenado es su homofobia.
Comentarios desactivados en “¿Cuestionar algunas bendiciones?”, por Gabriel María Otalora
Foto publicada por la Diócesis de Aquisgrán para promover las bendiciones para las parejas en torno al Día de San Valentín
De su blog Punto de Encuentro:
Sobre todo, las homosexuales
| Gabriel Mª Otalora
Se ha puesto en cuestión la bendición a ciertas personas y colectivos. Incluso llegando a cuestionar al mismo Papa Francisco por estar abierto a la bendición de las uniones homosexuales: ha tenido que responder a las “dudas” de cinco cardenales conservadores expresadas en una carta muy torticera, que me ha recordado a las preguntas envenenadas que los fariseos le hicieron a Jesús.
Pero Francisco opina que la caridad pastoral exigeno tratar sin más de ‘pecadores‘ a otras personascuya culpabilidad o responsabilidad pueden estar atenuadas por diversos factores que influyen en la imputabilidad subjetiva. Muy en línea con su exhortación Amoris Laetitia, que por causa de ella también ha sido duramente cuestionado en una ´Correctio filialis de haeresibus propagatis’, es decir, ‘Una corrección filial con respecto a la propagación de herejías’, donde sus interpelantes le acusan a Francisco de sostener nada menos que 7 posturas heréticas en referencia al matrimonio, la vida moral y la recepción de los sacramentos, así como de propalar opiniones heréticas.
En paralelo, los obispos flamencos permiten la bendición a parejas del mismo sexo basándose, precisamente, en su interpretación de ciertos pasajes de Amoris Laetitia, donde el Papa afirma, entre otras cosas, “que toda persona, independientemente de su orientación sexual, debe ser respetada en su dignidad y acogida con respeto” (AL 250). Y leo también que los sacerdotes católicos que dan su bendición nupcial a las parejas homosexuales en Alemania lo hacen desde el mensaje de que ´el amor vence‘.
En el fondo subyace la consideración de relaciones pecaminosas a las parejas homosexuales por serlo, da igual si son egoístas o llenas de amor y entrega. Yo quiero especificar un poco más y poner la pluma en la llaga de las relaciones de personas del mismo sexo que son cristianas, que se aman entre sí y a la vez tratan de seguir el camino del Evangelio. Incluso me refiero a quienes se aman ejemplarmente, y no son necesariamente cristianos.
No creo que podemos negar que dichas parejas tengan capacidad y voluntad de amarse, de entregarse con amor regalado y sincero. La primera conclusión que cae por su peso es que el amor verdadero, ¡nunca puede ser pecado! Se podrá comparar, opinar sobre el hecho mismo de las opciones no heterosexuales, pero donde hay amor, allí está Dios. Esta afirmación es un axioma que ilumina todo el Evangelio.
La siguiente puntualización es que el pecado nunca es objetivo; no puede serlo. Tienen que darse subjetividades varias para que la conducta sea moralmente reprobable. Ocurre hasta en los ordenamientos jurídicos, que una cosa es la norma fría y otra su aplicación en cada caso, condicionada totalmente por la subjetividad -y la influencia del contexto del hecho o la omisión- de la persona encausada. No parece de recibo que haya personas católicas que todavía considere las relaciones entre personas del mismo sexo “objetivamente pecaminosas”.
Hay una tercera puntualización a las convicciones de algunos expertos en el Dios cristiano, sobre que la homosexualidad es una enfermedad. Si damos por válida esta afirmación, que es mucho afirmar, tampoco sería pecado. No existe ninguna disposición moral que dictamine una enfermedad como pecado: o es una “desviación enfermiza”, o es pecado. Considerar las dos posibilidades conjuntamente, indica lo muy superficial de los argumentos de quienes los enarbolan.
Si reflexionamos todo esto en positivo, bendecir a alguien significa desearle el bien. Es lo que hizo Jesús durante toda su vida pública, especialmente con quienes estaba excluidos social y religiosamente, sufriendo un calvario anímico. Él les consideró, les escuchó y les bendijo.
Jesús acogía a pecadores y les deseaba el bien. Y en lugar de quedarse en el ejemplo, nos exhortó a bendecir a los que nos maldicen, yendo todavía más lejos cuando añade el imperativo “amad a vuestros enemigos” (Mt 5, 44-48). Cuánto más bendecir a quienes se aman.
Aceptar una bendición presupone una buena intención por parte de quien la recibe. Y cuando se afirma que dichas bendiciones colisionan y van en contra del orden de la creación de Dios, como se ha afirmado por Congregación para la Doctrina de la Fe (cardenal Ladaria), entonces hay que colegir que el mismo Jesús de Nazaret está bajo sospecha, a tenor de sus propias manifestaciones recogidas por el Evangelio de Mateo, que acabamos de señalar, aunque hay muchas otras similares. Tan es así que le mataron los expertos en la Ley religiosa de entonces. Solo Dios sabe lo que Jesúshubiera durado vivo hoy con aquél mensaje, que es el nuestro al decirnos sus seguidores.
¿Por qué las parejas homosexuales con relaciones sexuales duraderas, vividas con amor verdadero, y monógamas, no pueden recibir una bendición cristiana de Dios Amor?
En definitiva, que vivir el amor sincero y honesto no puede ser pecado. Aunque los expertos afirmen que, técnicamente, otras formas de amor sean más plenas y consideren cuestionable el amor homosexual en pareja. Yo vivo un matrimonio heterosexual feliz, con mi mujer, pero no se me ocurre condenar a nadie de buena voluntad que vive su amor como realmente lo siente su conciencia y su ser, y menos todavía si siguen a Cristo ¡y piden la bendición! A tenor de todo lo anterior, siuna ley choca con el amor sincero y verdadero, habrá que revisar la ley; desde luego que lo que no es de revisar es la esencia acogedora y sanadora del amor que impregna el Evangelio.
Comentarios desactivados en La diócesis de Aquisgrán promueve las bendiciones del Día de San Valentín con una foto de una pareja queer besándose
Foto publicada por la Diócesis de Aquisgrán para promover las bendiciones para las parejas en torno al Día de San Valentín
Una diócesis alemana ha promovido bendiciones para las parejas, incluidas las del mismo sexo, incluso publicando una foto de dos hombres besándose con las palabras “El amor lo es todo”.
La Diócesis de Aquisgrán publicó en Facebook a principios de esta semana sobre las bendiciones para conmemorar el Día de San Valentín. El texto que acompaña a la foto decía:
“Este va para todas las parejas y recién casados: ¡Les deseamos un maravilloso Día de San Valentín!
“Si deseas bendecir tu amor: En la Diócesis de Aquisgrán hay celebraciones o servicios de bendición en todas las regiones. (Fechas y lugares en la historia).
“¿Cómo celebras el día de San Valentín? Cuéntanos eso en los comentarios”.
La promoción queer-inclusiva de las bendiciones para parejas de la Diócesis de Aquisgrán probablemente se deba al obispo local, Helmut Dieser, quien es un destacado defensor de que la iglesia evolucione en su comprensión de los problemas LGBTQ+. A fines del año pasado, dijo que tener una orientación homosexual es “la voluntad de Dios” y la enseñanza de la iglesia debe evolucionar en consecuencia porque “no hace justicia a ciertas realidades en el área de la sexualidad humana”. También es partidario del movimiento #OutInChurch de trabajadores eclesiásticos LGBTQ+ alemanes, emitiendo un compromiso por escrito de no despedir a dichos empleados en su diócesis.
Sobre las bendiciones del mismo género específicamente, Dieser desafió la prohibición del Vaticano, diciendo que los sacerdotes y otros ministros pastorales deben guiarse por sus conciencias al decidir si bendecir a las parejas. Como copresidente del foro Synodal Way sobre moralidad sexual, Dieser ha tenido una gran influencia en el desarrollo de documentos que hablan positivamente sobre las personas queer y sus relaciones.
Era impensable, incluso hace unos pocos años, que una diócesis católica publicara una foto de una pareja queer besándose y le diera la bienvenida a las personas LGBTQ+ para bendecir sus relaciones. Sin embargo, la evolución está ocurriendo. El obispo Dieser reconoció el año pasado que su propia comprensión sobre la homosexualidad creció a medida que los fieles lo desafiaban, y dijo en una entrevista:
“Durante mucho tiempo he creído que la homosexualidad es una limitación de la identidad masculina o femenina. A menudo lo he pensado así. Pero especialmente con los jóvenes, sentí lo inaceptable que era. Eso me mantuvo ocupado. Y he aprendido que tales perspectivas no son teológicamente convincentes”.
Es cierto que la Diócesis de Aquisgrán y la iglesia alemana en general son casos atípicos en cuanto a cuán lejos llegan sus esfuerzos para la inclusión LGBTQ+. Pero en su progreso hay lecciones para los católicos a nivel mundial. Una de esas lecciones es que, de hecho, el amor lo es todo y, cuando los líderes de la iglesia aceptan invitaciones para encontrarse con personas y aliados LGBTQ+, a menudo el amor gana.
—Robert Shine (él/él), New Ways Ministry, 18 de febrero de 2023
Comentarios desactivados en Curas alemanes ‘responden’ a Doctrina de la Fe y bendecirán simultáneamente a parejas gay el próximo 10 de mayo
“El amor gana. El amor es una bendición. Las personas que se aman son bendecidas”
“No rechazamos una ceremonia de bendición. Hacemos esto en nuestra responsabilidad como pastores, que prometen a las personas en momentos importantes de sus vidas las bendiciones que solo Dios da”
“No aceptamos que una moral sexual exclusiva y anticuada se lleve a cabo a espaldas de las personas y socave nuestro trabajo en la pastoral”
“Dios es amor. Confiamos en eso. En esta confianza les agradecemos el amor que da a su unión, para que ambos puedan convertirse en una bendición el uno para el otro. Demos gracias a Dios por esto y oremos por la cercanía y la compañía de Dios”. Así arranca la bendición que un grupo de sacerdotes católicos alemanes han preparado para una gran ceremonia simultánea, en varios templos del país, que tendrá lugar el próximo 10 de mayo, a las siete de la tarde, y que congregará a cientos de parejas homosexuales. “Sin ningún secreto”
“En vista de la negativa de la Congregación para la Doctrina de la Fe a bendecir las asociaciones homosexuales, alzamos la voz y decimos: Continuaremos acompañando a las personas que se unan a una unión para el futuro, y bendeciremos su relación”, se lee en la declaración pública que ha emitido la plataforma #liebegewinnt (el amor ganó), que aglutina a los católicos que se han posicionado en contra del ‘Responsum’ del Vaticano.
“No rechazamos una ceremonia de bendición. Hacemos esto en nuestra responsabilidad como pastores, que prometen a las personas en momentos importantes de sus vidas las bendiciones que solo Dios da”, añade el documento, que muestra cómo “respetamos y valoramos su amor, y también creemos que las bendiciones de Dios están sobre ellos”.
“No aceptamos que una moral sexual exclusiva y anticuada se lleve a cabo a espaldas de las personas y socave nuestro trabajo en la pastoral”, culmina el escrito.
Noé, el progenitor de todos los géneros
¿Por qué el 10 de mayo? Según la enciclopedia ecuménica de los santos, el 10 de mayo se conmemora a Noé, considerado “el progenitor de todos los géneros en la Biblia. Dios le envió el arco iris como señal de su pacto. El nombre Noah se traduce como: el que trae calma, el consolador”, señalan desde la plataforma.
Porque “el amor gana. El amor es una bendición. Las personas que se aman son bendecidas”, concluyen los organizadores. “No queremos excluir a nadie. Celebramos la diversidad de los diferentes planes de vida e historias de amor de las personas y pedimos la bendición de Dios. Sin ningún secreto”. ¿Podrán?
El texto de la imagen dice:
“Danos del amarillo de la luz, del naranja del calor, del verde de la esperanza, del rojo del amor, del violeta de la conversión, del azul de la razón, del marrón de la estabilidady mucho del dorado de la humanidad”
El obispo de Essen no tomará medida alguna contra los sacerdotes que bendigan uniones homosexuales
Por otra parte, se ha conocido que el obispo de Essen, Mons. Franz-Josef Overbeck, ha declarado en una entrevista que los sacerdotes de su diócesis no deben esperar ninguna consecuencia si proceden a bendecir las uniones homosexuales. “No haré nada”. No suspendería ni pondría otras sanciones eclesiásticas a un sacerdote de la diócesis” si bendijera una relación homosexual.
“Hay muchas bendiciones para las parejas del mismo sexo”, dijo Overbeck en una entrevista de la WDR . También admitió que la cuestión no era el rechazo de las personas homosexuales, sino la cuestión de “la forma de convivencia de las personas homosexuales”. En esta cuestión, la iglesia en el mundo se encuentra, en su opinión, “en culturas muy diferentes”.
La abierta oposición de un grupo importante de obispos alemanes -y de organismos y medios de comunicación diocesanos- a la nota de la Congregación para la Doctrina de la Fe, que negaba la posibilidad de bendecir las uniones homosexuales lleva días causando revuelo en todo el mundo. Algo que habría resultado impensable hace tan solo unos pocos años, hoy ha alcanzado unas dimensiones muy importantes, sobre todo en países centroeuropeos, señal de que los fieles católicos no están dispuestos a tragar con ruedas de molino ni aceptar una moral sexual obsoleta y deshumanizadora.
Benditos los gatos persas, los siameses, los bobtail japoneses, los tonkineses y los monteses. Benditos los perros rottweilers, los bulldogs, los caniches, los pastores alemanes y los salchichas. Benditos los canarios, las cacatúas, los loros, los jilgueros y los papagayos. Benditas las tortugas, las iguanas, las cobayas, los hámster y los hurones. Benditos los caballos, las vacas, los burros, las gallinas y los cerdos. Benditos éstos y el resto de animales que nos acompañan, dice el sacerdote el día de San Antonio Abad.
Benditos los camiones rígidos, los articulados, los frigoríficos y las cisternas. Benditos los trasatlánticos, los petroleros, los yates y los barcos de pesca. Benditas las autocaravanas capuchinas, las perfiladas, las integrales y las camper. Benditos los coches Mercedes, los Audis, los Citroën, los Nissan y los Alfa Romeo. Benditas las motos Kawasaki, las Suzuki, las Ducati, las KTM y las Harley-Davidson. Benditas las bicicletas, las tándem, los triciclos, los monociclos, los patinetes y los patines. Benditos éstos y el resto de vehículos con los que nos desplazamos, dice el obispo el día de San Cristóbal.
Benditos los pantanos, los puentes, las plataformas petrolíferas y los diques. Benditos los palacios, los museos, los monumentos, las plazas y los ayuntamientos. Benditas las autopistas, las autovías, las carreteras nacionales y las locales, y los caminos que llevan hasta las ermitas. Benditas las catedrales, los conventos, los monasterios, las casas parroquiales y las capillas. Benditas las primeras piedras de los rascacielos, los grandes hoteles, los edificios de oficinas, las urbanizaciones, las casas unifamiliares y los edificios de viviendas. Benditas estas y otras construcciones humanas, dice el diácono cuando comienzan las obras.
Benditas las espadas, las flechas, las pistolas, los subfusiles, los lanzagranadas y las ametralladoras MG42. Benditos los soldados rasos, los sargentos, los cabos, los coroneles y los generales. Benditos los cazabombarderos, los submarinos de guerra, los tanques, los helicópteros apache, y los misiles GBU-43. Benditas las guerras santas, la Reconquista, las cruzadas, la conquista de América, las guerras de religión, la quema de brujas y la invasión de Irak. Benditos los Reyes Católicos, Mussolini, el régimen franquista, Jorge Rafael Varela, Obiang y el Valle de los Caídos. Benditas las armas, los ejércitos, las guerras y los tiranos, benditos quienes nos acercan al poder, han dicho papas, obispos, o capellanes castrenses de todos los siglos.
Benditas las monjas que robaban bebés a las madres que vivían en pecado, benditos quienes usurparon los bienes de los demás y los pusieron a nombre de la Iglesia Católica, benditos los sacerdotes que realizaron terapias de reconversión a homosexuales que acabaron por suicidarse, bendito el dinero que se depositó en las catatumbas del Banco Vaticano, benditos los obispos y arzobispos que silenciaron los abusos sexuales del clero, benditos los sacerdotes que abusaron de niños y niñas. Benditos los curas y las monjas que se opusieron a la liberación de la mujer, al derecho al aborto, a la eutanasia y al reconocimiento civil del matrimonio entre personas del mismo sexo. Benditas y benditos quienes sostienen con sus impuestos tanta bendición.
Benditos los maltratadores que se casan por la iglesia, benditos los matrimonios concertados, las bodas de divorciados y divorciadas que han pagado lo que conviene al Tribunal de Rota, bendito el matrimonio católico y romano de reyes y reinas ateas, benditos los dineros que han de depositar las parejas heterosexuales que quieren casarse en una iglesia. Bendita la boda de Franco y Carmen Polo, la renovación religiosa de votos matrimoniales de Mussolini y Rachele Guidi, el matrimonio de Pinochet y Lucía Hiriart, o la boda del genocida Robert Mugabe y la defraudadora Grace Ntombizodwa que ofició el arzobispo católico Patrik Chakaipa.
Hace unos días La Congregación para la Doctrina de la Fe aclaró que la Iglesia católica no puede bendecir la unión de dos mujeres o dos hombres que se aman porque «Dios no puede bendecir el pecado». Como en otras ocasiones que escucho mensajes de odio de esta u otras iglesias hacia sus hermanos y hermanas LGTBIQ, me vienen a la mente las palabras que proclamó el profeta contra quienes pervierten los principios morales de Yahvé; y las bendije: «¡Ay de los que a lo malo dicen bueno y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce y lo dulce por amargo… los que por soborno declaran justo al culpable, y al justo le quitan su derecho! Por tanto, como la lengua del fuego consume el rastrojo y la llama devora la paja, así será su raíz como podredumbre y su flor se desvanecerá como polvo, porque desecharon la ley del Señor y abominaron la palabra del Santo de Israel». [1]
En la Biblia, “bendecir” se emplea en dos sentidos: en primer lugar, Dios bendice al ser humano dándole la vida, la fecundidad, el éxito. Después, a su vez, éste bendice a Dios por la gracia de sus dones, le da las gracias. La palabra «bendecir» procede del verbo latino bene-dicere, «decir bien».
En la primera lectura de hoy esa bendición es todavía más explícita:
Dios nos aconseja que pidamos no sólo la bendición sino también su protección
Nada es más propio de un padre y de una madre que el proteger. Ellos, no sólo comunican la vida sino que acompañan la vida del retoño en todo momento: cuidándolo, aconsejándole, enseñándole…sobre todo con el ejemplo de sus propias vidas.
En algunos países de Latinoamérica todavía se guarda una bonita costumbre de “pedir la bendición” a uno de los progenitores, antes de salir de casa y al irse a dormir… “Padre, madre, bendición”-dicen-y se colocan a sus pies, agachan la cabeza y esperan esa oración con la mano extendida sobre su cabeza, que es un gesto de la bendición misma de Dios.
¿Pedimos entonces una protección para que nada malo nos ocurra? ¿Y qué pasa cuando están ocurriendo tantas cosas malas como la pandemia, los desastres naturales, las guerras con todas sus consecuencias?
La imagen de un Dios “intervencionista” que todo lo ve, que todo lo juzga y a quien debemos implorar todavía está presente en algunos ambientes y si nos descuidamos nos atrapa a nosotrxs también. Dios no nos envía calamidades para que cambiemos de actitud; nosotrxs nos buscamos nuestra propia ruina cuando pisoteamos a los demás pensando sólo en nuestro propio bienestar.
El problema de entender la bendición de Dios como el éxito, la abundancia, el progreso es que quien no participa de estos bienes puede ser considerado como objeto de maldición; esa imagen que nos presentaron en el catecismo de un Dios que premia a los buenos y castiga a los malos.
Nuestras decisiones, nuestras opciones y también nuestras omisiones van decidiendo el curso de la historia. En este momento tan coyuntural tenemos más información de la que necesitamos para cambiar nuestros estilos de vida para proteger la vida en la Tierra y así cambiar la suerte de los más débiles y desprotegidos.
La bendición, el bien-decir de Dios es creador y protector. Su bien-decir sobre nosotrxs, sobre toda la creación, nos va convirtiendo en criaturas a su imagen y semejanza, pero sólo si nosotrxs lo queremos.
Por eso, en un día como hoy, al comienzo de un nuevo año que quisiéramos que fuera diferente al año pasado, podemos tomar algunas decisiones que nos harán cambiar la perspectiva de los acontecimientos que vayan sucediendo. Por ejemplo: puedo decidir pensar más lo que voy a decir y cómo lo voy a decir para no descalificar al otrx, escuchar más para entender su punto de vista, ben-decir con mi palabra, mis actitudes, mi compromiso; intentar construir más que destruir.
Hoy, primer día del año celebramos esa vida que se nos regala y de una manera especial a María, como madre que no solo gesta y da a luz a Cristo sino que bendice y es bendecida por Dios.
Ella, a través de lo que vive y observa va creciendo en conciencia de su papel en la historia, de la manera de actuar de Dios en su vida: “bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre”…, y lo hace “conservando y meditando todas estas cosas en su corazón”. En unas pocas palabras Lucas nos describe la actitud de quien está atenta a los acontecimientos, los escucha, los rumia y actúa en consecuencia.
Una invitación a “ponderar”, a saborear para alcanzar la verdadera sabiduría que no viene de los grandes conocimientos sino de la experiencia de nutrir el misterio en nuestro interior.
Se irá revelando nuestro auténtico yo y más que luchar contra nuestro “ego”, éste irá desapareciendo para dar paso al hijx de Dios que somos.
El fruto será la paz.
Una paz que no es sólo ausencia de conflictos interpersonales, familiares, entre países. Tampoco una paz ñoña, una sensación placentera de bienestar. SHALOM, es un deseo mucho más profundo: “que seas una persona completa, acabada” y que eso lo podamos extender a todas las áreas de nuestra vida.
Lo mismo que deseo para mí te lo deseo a ti, y me comprometo a hacer todo lo que esté en mi mano para que lo logremos.
Ese el verdadero “rostro” de Dios. Ojalá lo veamos.
Comentarios desactivados en Teólogos austríacos abogan por una “bendición sacramental” para las parejas gays
Ewald Volgger: “Si la Iglesia reconoce esa forma de vida, reduciría la discriminación”
El hecho sería mucho más que una simple bendición, “estaría registrada en una oficina de la Iglesia” tal y como se menciona el matrimonio en el libro bautismal
Aunque no se habla directamente de matrimonio gay, los expertos admiten que sería “un proceso gradual” de reconocimiento
‘Bendición para parejas el mismo sexo’, es el título del informe que un grupo de trabajo, liderado por el teólogo Ewald Volgger, elaboró para la Conferencia Episcopal de Austria, sobre la posibilidad de bendecir a parejas homosexuales, y en el que se aboga por una “bendición sacramental” para las personas del mismo sexo que deciden convivir en pareja, y seguir formando parte de la Iglesia.
Volgger es claro: “Los homosexuales, como individuos, siempre pueden ser bendecidos, y en cada celebración litúrgica reciben la bendición como los demás. La pregunta, entonces, es: ¿pueden dos personas del mismo sexo llevar una vida en común y recibir la bendición oficial de la Iglesia?”, se pregunta.
Un proceso gradual
“Si la Iglesia reconoce esa forma de vida, evitaría desilusiones y sufrimientos, y reduciría la discriminación” de las personas homosexuales, aclara el teólogo. Estas parejas podrían “presentarse en público como personas bendecidas por la Iglesia”. El hecho sería mucho más que una simple bendición, “estaría registrada en una oficina de la Iglesia” tal y como se menciona el matrimonio en el libro bautismal.
El documento no habla directamente de la aprobación del matrimonio gay en la Iglesia, porque “es apropiado un cierto grado de moderación”, aunque Volgger habla de “proceso gradual”. En todo caso, el quid de la cuestión está en “la admisión de la convivencia sexual como un bien humano precioso”.
¿Está el matrimonio gay en el horizonte? “El nombre no es el objetivo principal, de lo que se trata es de reconocer la forma de vida en común de dos personas del mismo sexo que Dios reúne”.
“Cada bendición es sacramental”
¿No basta con una simple bendición informal? “Cada bendición es sacramental”, aclara el teólogo, que pide “mantener abierta la discusión” en el ámbito eclesiástico, y preguntarse “por qué no es posible” hacerlo. Sin embargo, el Catecismo no reconoce esta posibilidad. En este sentido, Volgger recuerda las palabras del nuevo presidente de los obispos alemanes, Geog Bätzing, y las “nuevas ideas” que se dejan ver desde ‘Amoris Laetitia’–
“Queda un largo camino por recorrer, pero eso significa que hay un camino, y que queremos recorrerlo”, sostiene.
Una medida de este tipo, ¿provocaría un cisma en la Iglesia? Para Volgger, esta división “ya se ha anunciado con otros asuntos. Los que amenazan con la división de la iglesia deberían permitir la discusión y el diálogo”. “Los homosexuales tienen el mismo derecho en una sociedad responsable que los heterosexuales”.
Para el teólogo, la Iglesia “ya está dando forma a la integración de las personas homosexuales. Muchas personas del mismo sexo hacen su trabajo en diferentes contextos de la iglesia, desde la parroquia hasta los niveles más altos de la jerarquía de la iglesia”.
“Si la Iglesia lo nombra abiertamente y reconoce la huella de estas personas, entonces también abrirá el camino a una vida en pareja del mismo sexo. Después de todo, es también un mandato básico de la Sagrada Escritura que las personas busquen la unión: y los homosexuales tienen el mismo derecho a una pareja responsable que los heterosexuales”., finaliza Volgger.
“Me di cuenta de la importancia de bendecir y ser bendecido, y pienso que es un signo del amado. Las bendiciones que nos damos mutuamente son expresiones de la bendición que anida en nosotros desde toda la eternidad. Es la más profunda afirmación de nuestro ser. No es suficiente con ser elegido. Necesitamos continuas bendiciones que nos permitan escuchar, de nuevas formas, que pertenecemos a nuestro Dios amoroso, que no sólo no nos va a abandonar jamás, sino que permanecerá con nosotros siempre. Que somos guiados por Dios en cada paso de nuestra vida”.
Comentarios desactivados en “¿Bendecirán las iglesias a parejas LGTB casadas civilmente?”, por Juan Masiá Clavel
Leído en su blog Vivir y pensar en la Frontera:
Esta semana estarán hablando los sinodales en Roma sobre la acogida evangélica de todas las personas en las comunidades cristianas; y, concretamente, sobre la acogida comunitaria y bendición eclesial de las parejas LGTB que han formalizado civilmente su enlace matrimonial.
Una persona participante en el Sínodo, que habla con condición de confidencialidad, hace la siguiente pregunta: “Respetando lo prescrito en el Derecho Canónico sobre el matrimonio, y reconociendo que no puedo presidir y testificar como celebrante el matrimonio de dos contrayentes LGTB (discúlpeseme el recurso a las abreviaturas), pregunto: ¿Podría celebrarse litúrgicamente -aunque no canónicamente- la acogida eclesial de esa pareja que se ha casado ya civilmente? ¿Podría hacerse según un ritual de bendición (hay decenas de ejemplos en el benediccional ritual romano, desde la bendición del agua hasta la de las semillas, pasando por la bendición de la mujer embarazada y del feto, o la bendición de los hogares, o de la primera piedra de un edificio o de los altares,etc…); podría celebrarse con esta bendición el enlace de la pareja, incluso con un ritual semejante al de la liturgia matrimonial, aunque no se trate de una “boda canónica”?
La respuesta a su pregunta, estimado pastor, es sencillamente que sí.
Pero reconozco que le estoy respondiendo desde la moral evangélica y la reflexión teológica. Si le hace usted esta pregunta a quien identifique la moral teológica con el derecho canónico, es posible que no se atreva a darle esta respuesta.
Permítame sugererirle que, en vez de gastar tiempo y energías en argumentar en contra o a favor de la “ideología de la indisolubilidad” , empleasen tiempo y estudio para plantear cómo liberar la vida sacramental del control por el derecho canónico, y cómo reconocer que lo que necesitamos no es una mano de pintura pastoral a la fachada del “castillo de la iglesia”, sino cómo “salir del castillo” una iglesia “en salida” que peregrina hacia la Vida pernoctando en tienda de campaña.
Han reptido muchos de ustedes estos días que solo pretenden adaptaciones pastorales, sin tocar doctrinas. ni magisterios inmutables. Pero el problema es reconocer humildemente la evolución de las doctrinas y la falibilidad histórica de los magisterios, sin miedo a que se desmorone la fe por salir del castillo de las doctrinas y magisterios que la oprimen.
Y no tengan miedo a que esto provoque divisiones en la comunidad. Lo que nos une es la fe y no las teologías, nos une el Evangelio y no las ideologías. La fe permanece, las doctrinas cambian y evolucionan, y hasta los dogmas se reinterpretan…
Desde esta postura, monseñor, le respondo a su pregunta: Sí, podemos bendecir en la iglesia a esas parejas, aunque hoy por hoy no se permita formalmente su boda canónica.
Además, creo que podemos justificarlo con la reflexión siguiente, basada en la definición conciliar de matrimonio.
“Comunidad íntima de vida y amor” es la definición que resume el ideal de la unión esponsal propuesta por el Concilio Vaticano II en la Constitución pastoral sobre la Iglesia en el mundo de hoy (Gaudium et spes, 1965, n.48).
Las uniones civilmente reconocidas de personas gays, lesbianas, transexuales o bisexuales (LGTB), podrían reconocerse incluídas en el marco de esa definición conciliar; por tanto, sería justificable la bendición religiosa de estas uniones en la iglesia católica (aunque, por el momento, no se haya formalizado oficialmente su institucionalización como boda canónica). Debería ser posible acoger sacramentalmente a esas personas, e incluso celebrar pastoral y litúrgicamente una bendición de quienes ya están socialmente constituidos como familia con todos sus derechos civilmente reconocidos.
La definición conciliar del enlace como comunión de vida y amor es amplia y profunda, como para que tenga cabida en ella la relación conyugal de una pareja tanto heterosexual como no heterosexual.
Comunión de amor. No de amor como mero enamoramiento transitorio solamente. Se casaron no solo porque se querían, sino para quererse más y mejor.
Comunión de vida, porque se prometieron recorrer unidos el camino de su vida, no meramente “hasta que la muerte los separe”, sino “hasta que la vida entera recorrida al unísono los acabe de unir por completo”.
Comunión, que es un proceso que dura lo que dure la vida juntos, si la debilidad humana no separa la unión deseada por Dios para que la pareja la consume con el camino de su vida.
Por el momento, mientras la iglesia-institución no da el paso de cambiar o abolir determinaciones canónicas, las iglesias-comunidad de fe podrían y deberían dar pasos eficaces y positivos en la acogida de las personas.
Podría servir, como un ejemplo de referencia, la práctica, aprobada por Roma, de celebrar en la iglesia católica de Japón una ceremonia religiosa para el enlace de personas no bautizadas, que “se casan en la iglesia sin casarse por la iglesia”, si se permite la expresión popular para referirse a estas celebraciones religiosas sin “boda canónica”.
“El matrimonio entre personas no bautizadas y no creyentes, celebrado según el ritual católico, ha sido una de las actividades habituales de la Iglesia en Japón desde hace varias décadas, con la aprobación de la Santa Sede”. Así escribe (en la Respuesta al Secretariado del Sínodo extraordinario de los Obispos, n.2) el arzobispo Peter Takeo Okada, de la archidiócesis de Tokyo, Presidente de la Conferencia episcopal japonesa.
No es una “boda según el derecho canónico”, sino una celebración religiosa para bendecir el enlace que ya han contraido civilmente los cónyuges (mediante la inscripción en el registro civil según la ley del país). Por eso está justificada la expresión popular, que sería inapropiada si hablamos con precisión jurídico-doctrinal: se casan “en” la iglesia, pero no “por” la iglesia. Dicho sencillamente, se bendice en la iglesia el enlace de quienes han contraido matrimonio civilmente.
Esta práctica pastoral -que separa claramente el enlace civil y la celebración religiosa- proporcionaría un modelo para los dos casos siguientes que, según propuestas desde Japón al Sínodo, se deseaba que fuesen tratados por la asamblea episcopal:
1) Celebración religiosa (en este caso sacramental, aunque no sea boda canónica) de un nuevo matrimonio contraido civilmente por personas católicas divorciadas y vueltas a casar.
2) Celebración religiosa de la unión de parejas no heterosexuales, que han contraido enlace civilmente cuando, donde y según lo determinan las leyes del país respectivo.
Esta propuesta, que parecerá demasiado radical, es más bien insuficiente. La propuesta radical debería ser sacar los sacramentos por completo fuera del derecho canónico, separar canonicidad y sacramentalidad, no juridificar la vida de fe… Pero no es previsible, lamentablemente, que la Iglesia vaya a ser capaz de soltar ese lastre pesado de muchos siglos…
Cuando se anunció el resultdo del referendum irlandés, en el que prevaleció el apoyo al reconocimiento del enlace matrimonial igualitario, se suscitó preocupación y tristeza entre quienes creían identificar una derrota en la defensa de la institución matrimonial. Más bien habría que decir lo contrario: no es una derrota ni una amenaza para la institución matrimonial, sino un apoyo. Hay también quienes aceptan a regañadientes el reconocimiento civil de la unión homosexual, pero impondrían la condición de no llamarla matrimonio ni equipararla con la unión heterosexual. Hay también quienes fuerzan el argumento, jugando con las etimologías de “matrimonio”, “patrimonio” etc… No sé si les tranquilizaría, sin enredarse en pros y contras de género, hablar en ambos casos de “enlace esponsal”. En todo caso, a quienes insisten, con razón, en “hacer todo lo posible para defender, proteger y promover la institución matrimonial y la familia”, habría que tranquilizarles, porque el enlace igualitario no amenaza, sino apoya precisamente la institución matrimonial, al insistir en la formalización social del enlace, en vez de reducirlo al ámbito privado de la convivencia de hecho más o menos estable.
Se ha diagnosticado, en el contexto de la llamada cultura de la provisionalidad, que aumenta el divorcio, así como la falta de interés por formalizar civilmente las uniones, sin reducirlas a convivencia de hecho con dudosa estabilidad. Precisamente en ese contexto resulta significativo el interés, deseo y reclamación, por parte de parejas LGBT, del reconocimiento social, jurídico y cultural (que podría y debería ser también religioso) de su unión matrimonial.
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