El activista LGTBI Munir Baatur, se presenta a las elecciones presidenciales en Túnez
Munir Baatur, abogado y activista LGBTI en Túnez tiene 48 años, se presenta como candidato en las elecciones presidenciales de un país que mantiene en vigor una ley que castiga con hasta tres años de cárcel las prácticas homosexuales. Sin embargo, las organizaciones que defienden los derechos de la comunidad LGBTI son legales desde la revolución de 2011, y Baatur es el presidente de la organización Shams.
Baatur, sin embargo afirma que “Mi orientación sexual no es una cuestión relevante. A los otros candidatos no se les pregunta por ello. No me molesta que los medios lo mencionen, pero me veo como el simple candidato de un partido”, el Partido Liberal Tunecino, que también preside y que fue creada en 2011 para defender de los derechos de las minorías y la separación entre religión y política en la esfera pública. Asegura que tiene más de las 10.000 firmas para oficializar la candidatura cuando se abra el plazo de inscripción.
Su participación en los comicios estuvo en riesgo hasta la semana pasada ya que el Parlamento había aprobado en junio una serie de enmiendas a la ley electoral que incluyen como condición para los candidatos la presentación de una hoja de antecedentes penales limpia y Baatur pasó tres meses en la cárcel condenado por ser homosexual, pero el presidente Beji Caïd Essebsi se negó a firmar la ley, que también prohíbe a los partidos realizar actividades caritativas, provocando una crisis constitucional pues a menos de tres meses para las elecciones legislativas y de cuatro para las presidenciales, todavía no está del todo claro qué requisitos deberán cumplir los candidatos para presentarse.
Tras la caída de la dictadura de Ben Alí, se empezó a discutir acerca de la homosexualidad sobre todo, gracias al activismo de diversas organizaciones LGBTI, pero la aplicación de las leyes continúa. “La situación es catastrófica. La tendencia es que los arrestos se multiplican. El año pasado hubo 130”, denuncia Baatur.
En la cuestión de los derechos de las minorías sexuales la mentalidad continúa anclada en una visión muy conservadora como muestra una reciente encuesta de la cadena BBC en varios países árabes, ya que tan solo un 7% de los tunecinos considera “aceptable” la homosexualidad, un porcentaje sensiblemente inferior al de otros países considerados menos progresistas, como Argelia (26%), Marruecos (21%) o Sudán (17%).
Baatur pretende instar al futuro Parlamento a despenalizar la homosexualidad, y compara la situación con la existente en los años cincuenta cuando se ilegalizó la poligamia: “La sociedad tunecina se adaptará al cambio, como lo hizo entonces, cuando una mayoría era conservadora y estaba en contra de aquel cambio radical”. Otra posible vía para abolir el artículo 230, incluido en el código penal por los colonizadores franceses, sería mediante una sentencia del Tribunal Constitucional que lo declarara contrario a la Carta Magna aunque cinco años después de su aprobación, la corte suprema no ha sido todavía creada por falta de acuerdo de los partidos políticos sobre la identidad de sus magistrados.
Sin embargo, ni Baatur ni su organización despiertan muchas simpatías entre una parte de la comunidad LGBTI tunecina. Hasta el extremo de que varias ONG que defienden sus derechos han firmado un manifiesto contra su candidatura. Entre otras cosas, les acusan de “numerosas violaciones de la vida privada con la publicación de informaciones personales de individuos LGBTQI+ sin su consentimiento con el único objetivo de atraer atención mediática”.
La hostilidad contra los ciudadanos LGTB tunecinos
La persecución social y de Estado hacia los hombres homosexuales y bisexuales tunecinos es incesante. Las detenciones por mantener relaciones sexuales con personas del mismo sexo, son constantes y las condenas a prisión habituales, lo que ha sido calificado por la asociación Shams como una auténtica «cacería».
Además, los defensores de los derechos LGTB —que luchan por la derogación del citado artículo 230 del Código Penal, que castiga las relaciones homosexuales con penas de hasta 3 años de prisión— sufren constantes agresiones, hasta el punto de que algunos de ellos han tenido que exiliarse ante las repetidas amenazas de muerte. Un reportaje de la red de noticias Konbibi reflejaba esta situación hace unos meses. En marzo recogíamos una de las pocas noticias positivas que nos llegaba del país. Rached Ghannouchi, líder del partido Ennahdha que forma parte de la coalición de Gobierno actual, declaraba en una entrevista que «la homosexualidad es un fenómeno natural y no hay que interferir en los deseos y comportamientos de la gente». Esperemos que poco a poco se vaya imponiendo su visión.
Con información del artículo de Ricard González en El País y Cristianos Gays
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