La homosexualidad en el cine y la televisión franquistas
Cartel de ‘Diferente’ en 1961 y en su reestreno en 1978, ya con referencia explícita a la homosexualidad.
Investigadores de las universidades de Salamanca y Complutense de Madrid han analizado las formas de representación de una orientación sexual prohibida y tabú.
Investigadores de la Universidad de Salamanca y de la Universidad Complutense de Madrid han analizado la aparición de la homosexualidad en el cine y la televisión del franquismo. En una época de prohibición y tabú acerca de esta orientación sexual, los expertos han identificado diferentes formas de representación que convivían con la censura. Además, han estudiado cómo las producciones audiovisuales de la actualidad reflejan aquella época de manera más próxima a la sensibilidad contemporánea que a la realidad histórica, según recoge SINC.
La primera forma de representación identificada es la ocultación. “A través de referencias implícitas que no forman parte del discurso se interpreta que un personaje es homosexual”, explica Beatriz González de Garay, profesora de la Universidad de Salamanca. Por ejemplo, en la película Diferente (1961) el protagonista tiene problemas para asumir su condición, “pero no se dice cuál es esta condición, sino que se muestran aspectos que el espectador puede interpretar, como su afición por el baile o los libros de Óscar Wilde, un autor homosexual”, señala.
En televisión ocurre lo mismo. Programas de Televisión Española (TVE) como Historia de la frivolidad “juegan con equívocos para mostrar planos sugerentes entre personajes del mismo sexo”. El objetivo es hacerle llegar un mensaje al espectador, “pero como no pueden hacerlo de una manera explícita, intentan marear al censor”.
Muy diferente es otra de las formas de representación que han encontrado los investigadores: la caricaturización. En este caso, la referencia a la homosexualidad sí es explícita, debido a que el objetivo es ridiculizar esta conducta en línea con el pensamiento más tradicional. En este contexto aparece el hombre feminizado. Sin embargo, nunca ocurre al contrario, “una mujer masculinizada no hace gracia”. Aparecía oculta en mensajes no explícitos, caricaturizada o solo visible a los ojos del espectador que hiciera su propia lectura.
Además, dentro de ese tono cómico la interpretación final puede ser muy conservadora. “En No desearás al vecino del quinto (1970) el personaje que hace de homosexual en realidad está fingiendo para tener un acceso más fácil a las mujeres, es decir, el mensaje para el espectador tradicional es tranquilizador porque al final no se sale de la normalidad heterosexual”, comenta González de Garay.
Finalmente, el estudio encuentra una tercera forma de representación de la homosexualidad que en realidad es involuntaria. “Es lo que llamamos apropiación, porque un argumento da pie a que el espectador pueda hacer una lectura que en realidad no parece que fuera la buscada por los autores”, comenta la experta.
Por ejemplo, en la película A mí la legión (1942) se presenta “una amistad tan exagerada entre dos hombres que un espectador lo puede interpretar como una atracción homosexual, algo que compruebo en clase con mis alumnos”, afirma la investigadora, “pero no parece ser lo que el guión pretende”. Probablemente, también en los melodramas protagonizados por folclóricas, que sufren por amor, el público LGTBIQ puede verse identificado.
Todas estas conclusiones aparecen en el último número de L’Atalante. Revista de estudios cinematográficos, donde además los investigadores indagan sobre la representación de la homosexualidad en el franquismo que se realiza en las producciones audiovisuales contemporáneas.
Series como Amar en tiempos revueltos presentan el conflicto de la homosexualidad “de forma amable, al igual que ocurre con otros problemas, como el machismo, al que se le lava la cara para que sea aceptable por el espectador actual”, indica la experta. Así, los personajes homosexuales tienen una actitud reivindicativa, cuando la realidad es que en aquel tiempo lo más probable es que simplemente ocultaran su condición.
El cine y la televisión de la democracia también se caracterizan por recuperar figuras históricas homosexuales, con Federico García Lorca como gran estandarte. “Curiosamente, casi siempre pertenecen al campo de las letras y las artes, no a la ciencia y la política, probablemente porque en estos ámbitos era más difícil revelar sentimientos personales”, apunta la autora. En esta reivindicación de los homosexuales del pasado tampoco aparece la figura femenina.
Fuente Cáscara amarga
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