Un obispo peruano pide excomulgar a los clérigos y laicos pederastas
La ley canónica “no ha sido, ni es actualmente, lista para actuar” en casos de abusos, advierte monseñor Kay Schmalhausen
Advierte de que actualmente se manda el mensaje de que nuestra Iglesia “no es capaz de hacer justicia ni de reparar el daño causado”
“¿A qué llamamos justicia, y cómo encontramos una proporcionalidad justa entre ofensas y sanciones: qué significa reparación?”
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Para los clérigos y fieles que abusan de menores, no basta con apartarles de la vista pública, obligarles a observar una vida de penitencia ni incluso en su caso “reducirles” al estado laical. Hay que excomulgarles. Esa es la opinión del obispo de Ayaviri (Perú), Kay Schmalhausen, quien ha sostenido que ante los “escándalos enormes” de abusos “que degradan el rostro de Cristo y su Iglesia”, y el “daño irreparable que han sufrido tantas víctimas”, “es nuestro deber repensar la aplicación de medidas penales más proporcionales y justas” para fieles y clérigos pederastas y encubridores.
“¿Qué se ha hecho hasta aquí con los perpetradores de tales crímenes? ¿Cómo se está reparando el daño a las víctimas, junto con el escándalo a los fieles de la Iglesia y en los ojos del mundo? ¿Hay incluso un mínimo de proporcionalidad y justicia en las medidas implementadas hasta aquí?” se preguntó Schmalhausen en una entrevista con Crux.
“Claramente la respuesta hoy parece ser que no”, admitió el prelado, obispo de Ayaviri desde 2006. “El resultado es la indignación de muchos católicos y no católicos”, continuó, apuntando que “frente a estos nuevos problemas” de abusos destapados en la Iglesia, “nuestra ley criminal no ha sido, ni es actualmente, lista para actuar”.
Maciel, Figari, Karadima, McCarrick… nunca han pedido perdón
Como ejemplos de castigos que no han llegado lo suficientemente lejos, Schmalhausen citó al fundador pederasta de los Legionarios de Cristo, Marcial Maciel, quien fue apartado del ministerio activo en 2006 por Benedicto XVI pero nunca laicizado. El prelado también mencionó el caso de Luis Figari, tema que le ha afectado personalmente por haber sido miembro del Sodalicio que Figari fundó y del que Figari aún forma parte, pese a sanciones por abusos tanto de la justicia civil como de la canónica. Y los casos de los pederastas chileno y estadounidense Fernando Karadima y Theodore McCarrick, que aunque han sido retirados ambos del sacerdocio, según el obispo Schmalhausen deben ser castigados más.
De estos cuatro hombres “nunca hemos tenido ningún manifiesto público de arrepentimiento ni ninguna petición de perdón; solo el silencio y su desaparición de la escena pública”, lamentó Schmalhausen, añadiendo que los fieles católicos y las víctimas “merecen algo más como medida de reparación”.
Es más, la laicización de Karadima y McCarrick “tampoco parece reparar nada”, ya que hay curas que piden volver al estado laical “como gracia, no como sanción”. “El sentido común advierte de que hay algo que no cuadra”, reconoció el prelado, especialmente si estos pederastas pueden seguir disfrutando de los beneficios materiales y espirituales de la Iglesia, e incluso se les permite en cierta medida el “ritmo natural de vida” de otros ancianos de su misma edad.
“Itinerario penitencial necesario”
Es aquí donde entra el “remedio sano” de la excomunión para los curas pederastas, según Schmalhausen, al estilo de Pablo en el capítulo cinco de su primera carta a los corintios. Aunque reconoció que aunque el repudio también probablemente sea una medida “insuficiente”, al menos requeriría una muestra pública de arrepentimiento y una petición pública de perdón como parte de un “itinerario penitencial necesario” hacia volver al seno de la Iglesia.
Y para los obispos encubridores, más de esta misma medicina, sugirió el obispo de Ayaviri. Como mínimo, las mismas sanciones que actualmente se aplican a los curas perpetradores: retirada del ministerio activo y la entrega de pruebas a la justicia criminal.
La Iglesia, ¿capaz de reparar el daño causado por los abusos?
“Plantear este asunto, entiendo, es muy doloroso y quizás puede crear reacciones adversas”, valoró el prelado. “Pero los interrogantes siempre estarán allí: ¿A qué llamamos justicia, y cómo encontramos una proporcionalidad justa entre ofensas y sanciones: qué significa reparación?”, preguntó.
Sea cómo fuere, para el obispo de Ayaviri hay un peligro real y “preocupante” por el que urgen reformas de este estilo: “Que estemos enviando a nuestros fieles el mensaje equivocado: que nuestra Iglesia no es capaz de hacer justicia ni de reparar el daño causado“, lamentó.
Fuente Religión Digital
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