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Entradas Etiquetadas ‘Asunción de la Virgen’

Miércoles 15 de Agosto de 2019. La Asunción

Jueves, 15 de agosto de 2019
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SSCC DelegacioPlata7

1ª LECTURA

Apocalipsis 11,19a;12,1.3-6a.10ab

Una mujer vestida del sol, la luna por pedestal

Se abrió en el cielo el santuario de Dios y en su santuario apareció el arca de la alianza. Después apareció una figura portentosa en el cielo: Una mujer vestida de sol, la luna por pedestal, coronada con doce estrellas. Apareció otra señal en el cielo: Un enorme dragón rojo, con siete cabezas y diez cuernos y siete diademas en las cabezas. Con la cola barrió del cielo un tercio de las estrellas, arrojándolas a la tierra. El dragón estaba enfrente de la mujer que iba a dar luz, dispuesto a tragarse el niño en cuanto naciera. Dio a luz un varón, destinado a gobernar con vara de hierro a los pueblos. Arrebataron al niño y lo llevaron junto al trono de Dios. La mujer huyó al desierto, donde tiene un lugar reservado por Dios. Se oyó una gran voz en el cielo:

“Ahora se estableció la salud y el poderío, y el reinado de nuestro Dios, y la potestad de su Cristo.

Salmo responsorial: 44

De pie a tu derecha está la reina, enjoyada con oro de Ofir.

Hijas de reyes salen a tu encuentro,

de pie a tu derecha está la reina,

enjoyada con oro de Ofir. R.

Escucha, hija, mira: inclina el oído,

olvida tu pueblo y la casa paterna;

prendado está el rey de tu belleza:

póstrate ante él, que él es tu Señor. R.

Las traen entre alegría y algazara,

van entrando en el palacio real. R.

2ª LECTURA

1Corintios 15,20-27a

Primero Cristo como primicia; después todos los que son de Cristo

Hermanos:

Cristo resucitó de entre los muertos: el primero de todos. Si por un hombre vino la muerte, por un hombre ha venido la resurrección. Si por Adán murieron todos, por Cristo todos volverán a la vida. Pero cada uno en su puesto: primero Cristo, como primicia; después, cuando él vuelva, todos los que son de Cristo; después los últimos, cuando Cristo devuelva a Dios Padre su reino, una vez aniquilado todo principado, poder y fuerza.

Cristo tiene que reinar hasta que Dios haga de sus enemigos estrado de sus pies. El último enemigo aniquilado será la muerte. Porque Dios ha sometido todo bajo sus pies.

EVANGELIO

Lucas 1,39-56

El Poderoso ha hecho obras grandes por mí; enaltece a los humildes

En aquellos días, María se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías y saludo a Isabel. En cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y dijo a voz en grito:

“¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Dichosa tú, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá.”

María dijo:

“Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos. Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia -como lo había prometido a nuestros padres- en favor de Abrahán y su descendencia para siempre.”

María se quedó con Isabel unos tres meses y después volvió a su casa.

*

Homilía de Monseñor Romero sobre los textos litúrgicos de hoy (15 de Agosto de 1977)

***

SU CUMPLEAÑOS

… todo este gesto tan amable de su presencia y sobre todo de su oración, por este servidor de ustedes, a quien abruma este cariño del pueblo y por el cual estoy dispuesto a seguir dando los años que el Señor me conceda. Y considero como un bello regalo de cumpleaños, que la Iglesia misma se hace, este nuevo diácono que vamos a ordenar.

LA ASUNCIÓN DE MARIA

Y en el ambiente del misterio que celebramos hoy, cómo recobra encanto toda esa fiesta de la Arquidiócesis en su Catedral. La asunción en cuerpo y alma de la Virgen al cielo no es una opinión piadosa. Es un dogma de fe, el dogma diríamos, de moda, el más reciente. Fue al clausurar el año de 1950 aquel gran Año Santo, que llevaba a Roma muchedumbres y que recibía aquel gran Pontífice que fue Pío XII. Durante esos años, se hizo una consulta muy interesante a todos los obispos del Mundo: ¿Cómo estaba en el pueblo la creencia de esta verdad, de que María ha sido llevada en cuerpo y alma al cielo? Al mismo tiempo que recogía la tradición de la liturgia, de la teología, y todo lo profundo que la Iglesia tiene en sus estudios, pudo tener la seguridad, el 1º de noviembre de aquél Año Santo, de proclamar como dogma de fe, y que por tanto es obligatorio creerlo todos los católicos, que María, después de terminar su curso mortal en la tierra, fue asunta, como recogida por Dios, en cuerpo y alma. Podemos decir, hermanos, porque una verdad que corresponde a los orígenes de nuestro cristianismo, a los orígenes del mismo Cristo, apenas en nuestro tiempo se proclama dogma de fe, no es que el Papa Pío XII inventó que María ha sido llevada en cuerpo y alma, como si hubiera inventado esa verdad hoy en 1950. Los dogmas no los hace el Papa. El Papa lo que hace es poner el sello de su autoridad, de su magisterio, para darle seguridad al pueblo de que esa verdad está contenida en la divina revelación. Y lo creemos no sólo porque lo dice el Santo Padre, sino sobre todo porque lo ha dicho Dios y lo ha revelado en la Sagrada Biblia y en la tradición viviente de la Iglesia. Leer más…

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“Seguidora fiel de Jesús”. Asunción de María – C (Lucas 1,39-56)

Jueves, 15 de agosto de 2019
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20-Asunción-385x1024Los evangelistas presentan a la Virgen con rasgos que pueden reavivar nuestra devoción a María, la Madre de Jesús. Su visión nos ayuda a amarla, meditarla, imitarla, rezarla y confiar en ella con espíritu nuevo y más evangélico.

María es la gran creyente. La primera seguidora de Jesús. La mujer que sabe meditar en su corazón los hechos y las palabras de su Hijo. La profetisa que canta al Dios, salvador de los pobres, anunciado por él. La madre fiel que permanece junto a su Hijo perseguido, condenado y ejecutado en la cruz. Testigo de Cristo resucitado, que acoge junto a los discípulos al Espíritu que acompañará siempre a la Iglesia de Jesús.

Lucas, por su parte, nos invita a hacer nuestro el canto de María, para dejarnos guiar por su espíritu hacia Jesús, pues en el «Magníficat» brilla en todo su esplendor la fe de María y su identificación maternal con su Hijo Jesús.

María comienza proclamando la grandeza de Dios: «mi espíritu se alegra en Dios, mi salvador, porque ha mirado la humillación de su esclava». María es feliz porque Dios ha puesto su mirada en su pequeñez. Así es Dios con los sencillos. María lo canta con el mismo gozo con que bendice Jesús al Padre, porque se oculta a «sabios y entendidos» y se revela a «los sencillos». La fe de María en el Dios de los pequeños nos hace sintonizar con Jesús.

María proclama al Dios «Poderoso» porque «su misericordia llega a sus fieles de generación en generación». Dios pone su poder al servicio de la compasión. Su misericordia acompaña a todas las generaciones. Lo mismo predica Jesús: Dios es misericordioso con todos. Por eso dice a sus discípulos de todos los tiempos: «sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso». Desde su corazón de madre, María capta como nadie la ternura de Dios Padre y Madre, y nos introduce en el núcleo del mensaje de Jesús: Dios es amor compasivo.

María proclama también al Dios de los pobres porque «derriba del trono a los poderosos» y los deja sin poder para seguir oprimiendo; por el contrario, «enaltece a los humildes» para que recobren su dignidad. A los ricos les reclama lo robado a los pobres y «los despide vacíos»; por el contrario, a los hambrientos «los colma de bienes» para que disfruten de una vida más humana. Lo mismo gritaba Jesús: «los últimos serán los primeros». María nos lleva a acoger la Buena Noticia de Jesús: Dios es de los pobres.

María nos enseña como nadie a seguir a Jesús, anunciando al Dios de la compasión, trabajando por un mundo más fraterno y confiando en el Padre de los pequeños.

José Antonio Pagola

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Asunción. La meta de la Iglesia está en el cielo, como María, no en el poder.

Jueves, 15 de agosto de 2019
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im22090asuncion-maria-02jpgDel blog de Tomás Muro La Verdad es libre:

El dogma de la Asunción de María.

         La tradición de la Asunción (y veneración) de la Virgen proviene más bien de la Iglesia bizantina (Oriente). Sin embargo la definición del dogma de la Asunción es muy reciente. Fue el papa Pío XII, quien el 1 de noviembre de 1950, propuso a la fe de la iglesia que María, la madre del Señor fue llevada a los cielos en cuerpo y alma.

         Más allá y antes de la definición del dogma, siempre ha estado presente en la memoria de la iglesia que María terminó con su hijo, Jesús, en la casa del Padre, en el cielo.

  1. transfiguración – ascensión.

         Hace unos días, el 6 de agosto, celebrábamos la fiesta de la Transfiguración del Señor. JesuCristo en una montaña estaba cubierto por una nube, que representa la presencia de Dios en Jesús. La nube protegía del rigor del calor a su pueblo en el desierto de la vida hacia la libertad y hacia la tierra de promisión.

         La misma nube, Dios, les quitó a los discípulos de su vista a Jesús en la Ascensión. Jesús volvió al Padre, que dice San Juan. Jesús terminó en Dios Padre.

         Se trata de vivir y caminar por la vida en el ámbito de Dios, protegidos por Dios, cubiertos por Él, por su nube. El hálito de Dios hace ver y entender la vida de un modo pleno y con horizontes insospechados (el cielo).

  1. María vivió y terminó en Dios: Asunción.

         María fue una mujer, por tanto humana; no fue una diosa. María “no tiene medios”, fue débil como nosotros. “No conozco varón”. Pero fue cubierta con la sombra (nube), por el espíritu de Dios, y por la fuerza de Dios es madre de Cristo, madre de quien es expresión de Dios, hijo de Dios.

         Por eso, desde los primeros tiempos de la vida eclesial, los creyentes han tenido presente a María, la madre de Jesús y nosotros celebramos que el camino de María terminó como el de Jesús: en el cielo. Fue llevada, asunta a los cielos.

  1. vivir es caminar hacia el cielo.

María se puso en camino.

         La idea -la realidad- de caminar es importante en la vida. San Lucas compone su evangelio como una subida de Jesús a Jerusalén. María se pone en camino. Los dos de Emaús iban de camino. El hijo pródigo se puso en camino. Los que se quedan al borde del camino son enfermos, paralíticos, etc., pero cuando recuperan la vida, le siguen, caminan con Jesús.

         Vivir es caminar: Jesús -como todos- iba creciendo: caminos materiales, de pensamiento, caminos afectivos

María se puso en camino desde el comienzo de la vida de Jesús.

El camino es largo y lleno de sentido y esperanza. La estación Termini está en el cielo. La esperanza absoluta (Dios) es la alegría del presente. Nos hace bien mirar al cielo.

         La Asunción es una fiesta de esperanza, pues nos indica que nuestra meta, nuestra patria, está en Dios, con JesuCristo, con nuestros mayores en el cielo.

Por todo ello:

Proclama mi alma la grandeza del Señor.

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María no tiene que subir a ningún sitio para identificarse con Dios.

Jueves, 15 de agosto de 2019
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anuncio-a-mariaLc 1,39-56

El hecho de que la Asunción sea una de las fiestas más populares de nuestra religión no garantiza que se haya entendido siempre correctamente. Todo lo que se refiere a María tiene que ser tamizado por un poco de sentido común que ha faltado a la hora de colocarle toda clase de capisayos que la desfiguran hasta hacerla inútil. La mitología sobre María puede ser positiva, siempre que no se distorsione su figura, alejándola tanto de la realidad que la convierta en una figura inservible para un acercamiento a la divinidad.

La Asunción de María fue durante muchos siglos una verdad de fe aceptada por el pueblo sencillo. Solo a mediados del siglo pasado, se proclamó como dogma de fe. Es curioso que, como todos los dogmas, se defina en momentos de dificultad para la Iglesia. En este caso no fueron las discusiones teológicas las que provocaron la definición de una verdad de fe sino la intención de dar al pueblo una confirmación oficial de sus intuiciones sobre María. De esta manera se intentaban apuntalar los privilegios que la sociedad le estaba arrebatando.

Hay que tener en cuenta que una cosa es la verdad que se quiere definir con un dogma, y otra muy distinta la formulación en que se expresa esa verdad. Ni Jesús ni María, ni ninguno de los que vivieron en su tiempo, hubieran entendido nada de esa definición. Sencillamente porque está hecha desde una filosofía completamente ajena a su manera de pensar. Para ellos el ser humano no es un compuesto de cuerpo y alma, sino una única realidad que se puede percibir bajo diversos aspectos, pero sin perder nunca su unidad.

No podemos entender literalmente el dogma. Pensar que un ser físico, María, que se encuentra en un lugar, la tierra, es trasladado localmente a otro lugar, el cielo, no tiene ni pies ni cabeza. Hace unos años se le ocurrió decir al Papa Juan Pablo II que el cielo no era un lugar, sino un estado. Se armó un gran revuelo en los medios de comunicación, aunque nunca la doctrina oficial había dicho que el cielo está allá arriba. Pero me temo que la inmensa mayoría de los cristianos no ha aceptado la explicación, porque está demasiada arraigada la idea de un cielo como lugar a donde irán los buenos.

Cuando el dogma habla de “en cuerpo y alma”, no debemos entenderlo como lo material o biológico por una parte, y lo espiritual por otra. El hilemorfismo, mal entendido, nos ha jugado un mala pasada. Los conceptos griegos de materia y forma son, ambos, conceptos metafísicos. El dogma no pretende afirmar que el cuerpo biológico de María está en alguna parte, sino que todo el ser de María ha llegado a identificarse con Dios.

Cuando nos dicen que fue un privilegio, ¿de qué están hablando? Para los que han terminado el curso de esta vida, no hay tiempo. Todos los que han muerto están en la eternidad, que no es tiempo acumulado, sino un instante eterno. La materialización del más allá, como si fuera un trasunto del más acá, nos ha metido en un callejón sin salida; y parece que muchos se siguen encontrando muy a gusto en él. Del más allá no es una prolongación de la vida del aquí abajo, de la que conocemos sus condicionantes.

No sé lo que pensó Pío XII al proclamar el dogma, pero yo lo entiendo como un intento de proponer, que la salvación de María fue absoluta y total, es decir, que alcanzó su plenitud. Esa plenitud solo puede consistir en una unificación e identificación con Dios. María ha terminado el ciclo terreno por un proceso interno de identificación con Dios. En esa identificación con Dios no cabe más. Ha llegado al límite de las posibilidades. Lo eterno se ha despojado de todo lo caduco y resplandece en ella para siempre.

Que nadie piense que vamos contra el dogma de la Asunción. Lo que pretendemos es superar una manera de entenderlo que es ininteligible hoy. Es imposible meter las realidades trascendentes en conceptos humanos. Lo vamos a seguir intentando pero, al hacerlo, debemos tener en cuenta la precariedad de los resultados. Los conceptos utilizados no podemos entenderlos en sentido estricto, por eso la manera de entenderlos será siempre acomodada al universo conceptual que en ese momento utilizamos.

El paradigma que nos permite interpretar la realidad en un momento determinado de la historia y de la cultura, no podemos elegirlo a capricho, viene dado por una infinidad de condicionantes que no tenemos más remedio que aceptar, si no queremos quedar aislados y sin posibilidad de entendernos con los demás. Es inútil pretender seguir usando en el ámbito religioso un universo conceptual ya superado. Lo único que conseguiremos será entrar en una esquizofrenia intelectual que puede engañarnos pero no satisfacernos.

Los cristianos tenemos todo el derecho de seguir utilizando a María como ejemplo de acercamiento a la divinidad. No tiene importancia que, al hacerlo, nos alejemos de la paisana de Nazaret que fue la madre de Jesús. Lo que importa es que la María mitificada nos ayude, de verdad, a entender mejor lo que somos todos nosotros.

Desde el momento en que a Jesús fue entendido como Hijo de Dios, hemos caído en la trampa de verlo solo como divino y alejarlo de nuestra humanidad. Esa separación ha llegado a ser tan abismal y lo ha alejado tanto de nosotros que ya no podemos encontrar en él el modelo de ser humano, aunque el único título que Jesús se dio a sí mismo fue el de “Hijo de hombre”. Sin esa indispensable conexión con lo humano, lo colocamos de entrada en el ámbito de lo divino y no lo podemos percibir como uno de nosotros.

El principal objetivo de todo lo que se ha dicho de María, sería precisamente superar este escollo, y descubrir en ella la figura completamente humana que nos permita acercarnos a la divinidad descubriéndola en ella. Precisamente porque no existe el peligro de confundirla con Dios, podemos ensalzarla hasta el infinito y ver en ella reflejada toda la fuerza de la divinidad. De esta manera podemos entender que esa misma divinidad está también involucrada en nuestra propia existencia.

No debemos desmantelar toda la riqueza teología que hemos volcado sobre María durante muchos siglos. Lo que debemos hacer es traducir al lenguaje de hoy todos esos conceptos que ya no son comprensibles para nuestra manera de entender el mundo. Si esta tarea la llevamos a cabo con humildad y coherencia, podemos descubrir un filón de posibilidades de comprensión de la figura de Jesús y de la verdadera encarnación.

Es verdad que el pueblo sencillo no se equivoca nunca. Pero los que interpretamos las convicciones de ese pueblo sí podemos equivocarnos y darles un sentido que no tuvieron en su origen. Debemos estar mucho más atentos a lo que vive la Iglesia como pueblo de Dios, que a lo que nos dicen los teólogos o los especialistas de la religión. Cuando se habla de la infalibilidad, hay que tener en cuenta que es siempre la expresión de un sentir de la comunidad, no de la ocurrencia de una persona por muy Papa que sea.

Meditación

Más allá del tiempo y del espacio,
María está ya en Dios y Dios en ella.
Despojada de todo lo caduco,
lo eterno se desplegó sin límites.
En esa eternidad estamos todos
aunque apegados aún a lo caduco.

Fray Marcos

Fuente Fe Adulta

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¡Vamos de visita!

Jueves, 15 de agosto de 2019
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Dorothy Webster Hawksley, (1884-1970) Visitación de María a su prima IsabelLc 1, 39-56

Cuando era pequeña y escuchaba a mi abuela o mis tías decir: “Me llevo a la niña de visita”, a mí se me ponían los pelos de punta. El plan era un soberano aburrimiento para una niña que lo que quería era estar jugando en casa, o mejor aún, en la calle, pues en la ciudad donde vivía mi abuela, los niños todavía jugaban en la calle.

La lectura de Lc 1, 39-56 me ha llevado de viaje al pasado y, lo que antes me parecía un horror, se ha transformado en un valor.

“Y un día cualquiera, un poco antes de las primeras luces del amanecer, María cierra tras sí la puerta de su pequeña casa de Nazaret e inicia apresurada el camino hacia ‘la montaña, a un pueblo de Judá’, donde vivía Isabel. No había prisa pero el impulso de su corazón movía velozmente sus pies” (1). Este relato nos muestra lo que es visitar.

Visitar implica moverse, cerca o lejos, salir, ponerse en marcha; abandonar el espacio de confort (que decimos ahora); adentrarse en la realidad del otro, la persona que me abrirá la puerta de su espacio y, posiblemente, de lo que vive.

Visitar exige irremediablemente invertir tiempo… ¿quién tiene tiempo hoy para regalarlo desinteresadamente?

Vamos a dejarnos llevar por María y vayamos con ella de visita a casa de Isabel.

Aquellas dos mujeres preñadas, creyentes e ilusionadas (…) envueltas en el silencio de la promesa de Dios, se encuentran y en el mismo instante del abrazo, la palabra se hace presente con la intensidad de la comprensión, la alegría y la intimidad compartida” (2).

La visita empieza a dar frutos desde el primer instante si hay una buena predisposición. La actitud de quien va y quien recibe es elemento primordial.

Ellas estaban felices. Isabel gritó de júbilo y “la criatura salto de alegría en su vientre”. Y María proclamó exultante la oración de alabanza y agradecimiento al Dios de la Vida. “El Magníficat recoge la plegaría del orante que se descubre, desde la humildad, fecundado por su Señor dentro de la Historia de Salvación” (3).

María permaneció en casa de Isabel “unos tres meses y volvió a casa”. Se movió, invirtió su tiempo y podemos imaginar qué maravillosos tres meses pasaron juntas, viendo como la vida crecía dentro de ellas, cuidándose, riendo, compartiendo…

En la sociedad que vivimos, cada vez más fragmentada e individualizada, donde las relaciones se va licuando, quedando en manifestaciones muy superficiales; reducidas a un mero contacto tecnológico a través de whatsapp (el correo electrónico dicen los jóvenes que eso es ya cosa de viejos), Twiter, Instagram, etc., me pregunto si tiene un significado el hecho de visitar, más allá de un contacto comercial, de captación de clientes, o del médico cuando el paciente no se puede mover de la cama.

Después de empaparnos del evangelio de este día hay que preguntarse a qué me mueve el “movimiento” de María visitando a Isabel. Y si realmente, el hecho de visitar, tiene un significado en mi vida.

Hay gente ahí fuera esperando una visita, de persona a persona.

Hay mucha necesidad de abrazos y de afecto, que no se solucionan con emoticonos y fotos con preciosos textos de buenas intenciones en el móvil.

Hay sed de escucha, en las alegrías y en las penas; para las primeras habrá un café o una cerveza y, para las segundas, además, un hombro y un pañuelo para enjugar lágrimas.

Hay enfermos crónicos que al inicio de la enfermedad seguro que tuvieron gente que les visitó, pero cuando la postración es larga, la soledad embarga.

Hay demasiados ancianos que viven demasiado solos, que su puerta nunca se abre para recibir porque nadie se acerca a ser recibido.

Hay muchas personas que han llegado traspasando fronteras, huyendo de sus lugares de origen que necesitan ser escuchados, recibidos, alentados, etc.

Recuerdo aquí lo que nos enseñaban en la catequesis sobre las Obras de Misericordia; dos de ellas se refieren al hecho de “visitar”: visitar a los enfermos y visitar a los presos.

El estado tiene una responsabilidad ineludible en la atención a las necesidades de quienes necesitan determinados servicios que ayuden a mejorar las condiciones de vida de quienes lo necesitan, por edad, enfermedad, etc. Eso es incuestionable. También las ONG’s, fundaciones, e instituciones benéficas tienen un papel importante en dicha atención.

Pero visitar… es otra cosa. Es una labor personal, individual. Es un estar atentos a detalles de la vida cercana, del entorno. Visitar no cuenta en las estadísticas. Es una acción muy silenciosa que no requiere estructuras organizativas, ni contractuales.

María fue. Podía no haber ido. Isabel, mayor y preñada, seguramente estaba bien atendida. Pero María fue. A estar. A escuchar. A compartir.

Mari Paz López Santos

(2) y (3) Del libro: ¿QUÉ QUIERE DIOS QUE YO QUIERA? Magnificat siglo XXI” Mari Paz López Santos

Fuente Fe Adulta

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14/15.8.19. Misterio de Elche. Tradición apócrifa y dogma de la Asunción

Miércoles, 14 de agosto de 2019
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C48DB760-D979-4B99-A895-15C3872CE46FDel blog de Xabier Pikaza:

Fe que mueve montañas y sube a la Virgen al Cielo

Hoy y mañana (14‒15  agosto) se celebra el Elx/Elche (Alicante, Reino de Valencia) el Misteri o Misterio por excelente, que es la muerte y resurrección/ascensión de María, la madre de Jesús.  Los protagonistas (apóstoles y María, Dios y judíos…) cantan y representan en valenciano/catalán el triunfo de la Madre de Jesús, como culmen de la historia de la salvación, como último de los misterios del “rosario” católico,  culmen de la historia de la salvación. Con esta ocasión quiero recoger algunos datos de la historia de María, actualizados por la gran tradición apócrifa de la Iglesia.

Apócrifo no quiere decir “falso”, sino escondido (no oficial).  La historia oficial de la Virgen está recogida en la Biblia, con mucha sobriedad y hondura. Pero al gran pueblo cristiano no le ha bastado la Virgen Canónica, de los textos de Mateo y Lucas, de Marcos y Juan, sino que ha elaborado una intensa visión popular de su vida y misterio, que se centra en dos ciclos:

Con esta ocasión quiero presentar un breve esquema de la Vida Canónica y Apócrifa (¡apócrifo no quiere decir no falsa!) de la Virgen, para presentar después las claves del gran Misterio de Elche.

 HISTORIA CANÓNICA Y APÓCRIFA DE LA VIRGEN MARÍA

EEF0B338-F7D3-402B-96FD-8BC0A802873ETodo nos hace pensar que era de Nazaret de Galilea y que, al principio no formó parte externa del movimiento de Jesús, como indican el evangelio de Marcos y el de Juan. Pero tras la Crucifixión de su Hijo, a quien, según Jn 19, 25‒27 (y quizá Mc 15, 40‒41) acompañó junto a la cruz, ella formó parte importante de su w

 La tradición de Hch 1, 14 supone que ella formaba parte de la Iglesia de los “parientes de Jesús” (de Santiago), cuya “historia” conocemos por Pablo y por Hechos de los Apóstoles. Más aún, ella actuó en ese grupo como “gebira”, Señora, madre del Señor (cf. Lc 1, 42), como he puesto de relieve en Gran Diccionario de la Biblia, Verbo Divino, Estella 1015 (voz Gebira). En esa línea, el evangelio de Lucas como el de Mateo dan testimonio de la importancia de María en esa Iglesia.

La tradición de Jn 19, 25‒27 insiste en que, habiendo formado parte de la comunidad de los “hermanos” de Jesús (cf. Jn 2, 12), ella se integró en “casa” (iglesia) del discípulo amado. Eso parece indicar que entre la iglesia judeo‒cristiana de la circuncisión (vinculada a los parientes de Jesús) y la del discípulo amado, del evangelio de Juan existieron profundas relaciones profundas. Por el contrario, la tradición helenista, retomada por Pablo, no sabe nada de María, aunque conoce a los “hermanos” de Jesús, de los que se dice que eran “apóstoles” y estaban casados (cf. 1 Cor 9, 5; 15, 7).

1D5628DD-E343-466E-BCD9-13233AF5B481Más que el “final” (muerte/dormición, resurrección/asunción) de María a la Iglesia primitiva le ha importado su “principio”, es decir, su relación con el nacimiento de Jesús. En ese sentido se sitúan las genealogías de Mt 1, 1‒17 y de Lc 3, 23‒38, que he estudiado en Historia de Jesús (Verbo Divino, Estella 2013). Pero ellas no van en la línea de María, sino en la de José “desposado con María, de la que nació Jesús. De todas formas, en esa línea, tanto Mt 1‒2 como Lc 1‒2 hablan de un nacimiento más alto de Jesús por obra/presencia del Espíritu de Dios en María (superando la línea genealógica de José).

En esa línea, la Iglesia se ha ocupado pronto del origen y función activa de María en el nacimiento de Jesús, y de esa forma ha “recibido” (desde el II‒III d.C) el Protoevangelio, atribuido a Santiago (hermano del Señor), uno libro clave en la historia y devoción mariana de la Iglesia. Este evangelio combina y recrea tradiciones de la infancia (Mt 1-2; Lc 1-2), en perspectiva judeocristiana, con datos de tipo teológico‒devocional más que histórico. Defiende no sólo el nacimiento virginal de Jesús por obra del Espíritu Santo, sino la virginidad perpetua de María (hija de Joaquín y de Ana), declarando que los “hermanos” de Jesús serían hijos de José, ya viudo y padre al casarse con María. Es un evangelio de tono piadoso con tendencia judeo‒cristiana doceta, y ha influido mucho en la devoción popular y en las fiestas marianas de la Iglesia. Presenta a María como expresión de la Santidad de Dios y la vincula no sólo con el Templo de Jerusalén, sino con la tradición sacerdotal y davídica del judaísmo, viendo en ella la culminación del Antiguo Testamento.

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Miércoles 15 de Agosto de 2018. La Asunción

Miércoles, 15 de agosto de 2018
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SSCC DelegacioPlata7

1ª LECTURA

Apocalipsis 11,19a;12,1.3-6a.10ab

Una mujer vestida del sol, la luna por pedestal

Se abrió en el cielo el santuario de Dios y en su santuario apareció el arca de la alianza. Después apareció una figura portentosa en el cielo: Una mujer vestida de sol, la luna por pedestal, coronada con doce estrellas. Apareció otra señal en el cielo: Un enorme dragón rojo, con siete cabezas y diez cuernos y siete diademas en las cabezas. Con la cola barrió del cielo un tercio de las estrellas, arrojándolas a la tierra. El dragón estaba enfrente de la mujer que iba a dar luz, dispuesto a tragarse el niño en cuanto naciera. Dio a luz un varón, destinado a gobernar con vara de hierro a los pueblos. Arrebataron al niño y lo llevaron junto al trono de Dios. La mujer huyó al desierto, donde tiene un lugar reservado por Dios. Se oyó una gran voz en el cielo:

“Ahora se estableció la salud y el poderío, y el reinado de nuestro Dios, y la potestad de su Cristo.

Salmo responsorial: 44

De pie a tu derecha está la reina, enjoyada con oro de Ofir.

Hijas de reyes salen a tu encuentro,

de pie a tu derecha está la reina,

enjoyada con oro de Ofir. R.

Escucha, hija, mira: inclina el oído,

olvida tu pueblo y la casa paterna;

prendado está el rey de tu belleza:

póstrate ante él, que él es tu Señor. R.

Las traen entre alegría y algazara,

van entrando en el palacio real. R.

2ª LECTURA

1Corintios 15,20-27a

Primero Cristo como primicia; después todos los que son de Cristo

Hermanos:

Cristo resucitó de entre los muertos: el primero de todos. Si por un hombre vino la muerte, por un hombre ha venido la resurrección. Si por Adán murieron todos, por Cristo todos volverán a la vida. Pero cada uno en su puesto: primero Cristo, como primicia; después, cuando él vuelva, todos los que son de Cristo; después los últimos, cuando Cristo devuelva a Dios Padre su reino, una vez aniquilado todo principado, poder y fuerza.

Cristo tiene que reinar hasta que Dios haga de sus enemigos estrado de sus pies. El último enemigo aniquilado será la muerte. Porque Dios ha sometido todo bajo sus pies.

EVANGELIO

Lucas 1,39-56

El Poderoso ha hecho obras grandes por mí; enaltece a los humildes

En aquellos días, María se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías y saludo a Isabel. En cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y dijo a voz en grito:

“¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Dichosa tú, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá.”

María dijo:

“Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos. Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia -como lo había prometido a nuestros padres- en favor de Abrahán y su descendencia para siempre.”

María se quedó con Isabel unos tres meses y después volvió a su casa.

*

Homilía de Monseñor Romero sobre los textos litúrgicos de hoy (15 de Agosto de 1977)

***

SU CUMPLEAÑOS

… todo este gesto tan amable de su presencia y sobre todo de su oración, por este servidor de ustedes, a quien abruma este cariño del pueblo y por el cual estoy dispuesto a seguir dando los años que el Señor me conceda. Y considero como un bello regalo de cumpleaños, que la Iglesia misma se hace, este nuevo diácono que vamos a ordenar.

LA ASUNCIÓN DE MARIA

Y en el ambiente del misterio que celebramos hoy, cómo recobra encanto toda esa fiesta de la Arquidiócesis en su Catedral. La asunción en cuerpo y alma de la Virgen al cielo no es una opinión piadosa. Es un dogma de fe, el dogma diríamos, de moda, el más reciente. Fue al clausurar el año de 1950 aquel gran Año Santo, que llevaba a Roma muchedumbres y que recibía aquel gran Pontífice que fue Pío XII. Durante esos años, se hizo una consulta muy interesante a todos los obispos del Mundo: ¿Cómo estaba en el pueblo la creencia de esta verdad, de que María ha sido llevada en cuerpo y alma al cielo? Al mismo tiempo que recogía la tradición de la liturgia, de la teología, y todo lo profundo que la Iglesia tiene en sus estudios, pudo tener la seguridad, el 1º de noviembre de aquél Año Santo, de proclamar como dogma de fe, y que por tanto es obligatorio creerlo todos los católicos, que María, después de terminar su curso mortal en la tierra, fue asunta, como recogida por Dios, en cuerpo y alma. Podemos decir, hermanos, porque una verdad que corresponde a los orígenes de nuestro cristianismo, a los orígenes del mismo Cristo, apenas en nuestro tiempo se proclama dogma de fe, no es que el Papa Pío XII inventó que María ha sido llevada en cuerpo y alma, como si hubiera inventado esa verdad hoy en 1950. Los dogmas no los hace el Papa. El Papa lo que hace es poner el sello de su autoridad, de su magisterio, para darle seguridad al pueblo de que esa verdad está contenida en la divina revelación. Y lo creemos no sólo porque lo dice el Santo Padre, sino sobre todo porque lo ha dicho Dios y lo ha revelado en la Sagrada Biblia y en la tradición viviente de la Iglesia. Leer más…

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La Asunción de la Virgen María (B)

Miércoles, 15 de agosto de 2018
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corazonmariaMi espíritu se alegra en Dios mi Salvador.

Los evangelistas presentan a la Virgen con rasgos que pueden reavivar nuestra devoción a María, la Madre de Jesús. Su visión nos ayuda a amarla, meditarla, imitarla, rezarla y confiar en ella con espíritu nuevo y más evangélico.

María es la gran creyente. La primera seguidora de Jesús. La mujer que sabe meditar en su corazón los hechos y las palabras de su Hijo. La profetisa que canta al Dios, salvador de los pobres, anunciado por él. La madre fiel que permanece junto a su Hijo perseguido, condenado y ejecutado en la cruz. Testigo de Cristo resucitado, que acoge junto a los discípulos al Espíritu que acompañará siempre a la Iglesia de Jesús.

Lucas, por su parte, nos invita a hacer nuestro el canto de María, para dejarnos guiar por su espíritu hacia Jesús, pues en el “Magníficat” brilla en todo su esplendor la fe de María y su identificación maternal con su Hijo Jesús.

María comienza proclamando la grandeza de Dios: «mi espíritu se alegra en Dios, mi salvador, porque ha mirado la humillación de su esclava». María es feliz porque Dios ha puesto su mirada en su pequeñez. Así es Dios con los sencillos. María lo canta con el mismo gozo con que bendice Jesús al Padre, porque se oculta a «sabios y entendidos» y se revela a «los sencillos». La fe de María en el Dios de los pequeños nos hace sintonizar con Jesús.

María proclama al Dios «Poderoso» porque «su misericordia llega a sus fieles de generación en generación». Dios pone su poder al servicio de la compasión. Su misericordia acompaña a todas las generaciones. Lo mismo predica Jesús: Dios es misericordioso con todos. Por eso dice a sus discípulos de todos los tiempos: «sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso». Desde su corazón de madre, María capta como nadie la ternura de Dios Padre y Madre, y nos introduce en el núcleo del mensaje de Jesús: Dios es amor compasivo.

María proclama también al Dios de los pobres porque «derriba del trono a los poderosos» y los deja sin poder para seguir oprimiendo; por el contrario, «enaltece a los humildes» para que recobren su dignidad. A los ricos les reclama lo robado a los pobres y «los despide vacíos»; por el contrario, a los hambrientos «los colma de bienes» para que disfruten de una vida más humana. Lo mismo gritaba Jesús: «los últimos serán los primeros». María nos lleva a acoger la Buena Noticia de Jesús: Dios es de los pobres.

María nos enseña como nadie a seguir a Jesús, anunciando al Dios de la compasión, trabajando por un mundo más fraterno y confiando en el Padre de los pequeños.

José Antonio Pagola

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15.8.18. María (1). Mujer histórica, símbolo del cristianismo

Miércoles, 15 de agosto de 2018
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39102662_1056753577835167_3360614439408631808_nDel blog de Xabier Pikaza:

Celebramos el próximo 15, el día de la “dormición” o “asunción” de María, la más importante de sus fiestas en la Iglesia de occidente.

En ese contexto, en la línea de otras postales que he dedicado en este blog a su figura, quiero presentar nuevamente algunos rasgos de su historia, como mujer concreta (madre y seguidora de Jesús) y de su memoria creyente (María de la fe) en el principio de la Iglesia, partiendo de la misma Biblia.

La visión mariana de la Iglesia ha sido obra de la gente, más que de la reflexión de los teólogos o de algún tipo de planificación jerárquica. Gran parte del pueblo cristiano antiguo (y moderno) se ha identificado de algún modo con María, la mujer histórica, la madre de Jesús, convertida en gran símbolo cristiano.

39070673_1056753837835141_4319958946191245312_nSeguirán tras esta dos “postales”, que quieren ofrecer una pequeña mariología de verano, desde la perspectiva católica, en el hemisferio norte. Irán dedicadas a todos los que, manteniendo de un modo agradecido la memoria de María, que fue una mujer “gebira” (como verá quien siga leyendo), llegando a ser quizá el signo más importante de la iglesia católica en los últimos siglos, como han dicho, con evidente exageración algunos protestantes, que nos acusan (a los católicos) de ser papistas y mariólatras.

Será bueno saber lo que puede haber detrás de esa acusación, desde una perspectiva de María. Posiblemente, los católicos debemos saber lo que implica María en nuestra forma de vida cristiana, pero también han de saberlo (y aprender) muchos protestantes. Buenos días de víspera del Día de María 2018.

Será bueno pre-sentir lo que ella (María) puede seguir ofreciendo como judía histórica y como cristiana originaria a la vida y tarea del evangelio en este siglo XXI.
Imagen 1: La Virgen de la aldea (de Chagall, pintor judío)
Imagen 2: María y el niño (una mujer oriental)

1. Quién fue, los datos principales de una vida.

Fue una mujer histórica, que vivió en Nazaret de Galilea, y después (presumiblemente), tras el asesinato de Jesús, en Jerusalén, entre el 20 a.C. y el 40/50 d.C., dentro de un contexto cultural, social y familiar muy definido. No ha sido un puro signo sagrado, una idea general (eterno femenino), ni una diosa, sino una mujer, madre discutida y seguidora de Jesús, pretendiente mesiánico judío, crucificado el año 30 d.C.

Hubo a su lado otras mujeres (en especial María Magdalena), pero sólo su recuerdo ha sido cultivado y recreado de un modo tan fuerte en la historia posterior del cristianismo. Los seguidores de Jesús no sólo la han recordado, sino que han agrandado su figura, con una intensidad única en la historia de occidente.

Tuvo una vida compleja, de manera que se relaciona no sólo con el judaísmo (en cuyo seno nace y vive), sino con la historia de Jesús (con quien se relaciona de forma materna y dramática) y con el principio de la Iglesia. No hay ningún otro personaje del Nuevo Testamento (ni siquiera Pedro, ni María Magdalena) que haya recogido (catalizado) en el arco de su vida tantos rasgos y aspectos como ella. Éstos son los datos principales de su historia:

1. Fue judía galilea, del Mediterráneo oriental, de comienzos de nuestra era, y, como otros miles de mujeres, vivió en unas condiciones de sometimiento femenino, bajo el cuidado y vigilancia de sus padres, y después de su marido. Fue creyente y encarnó su vida la tradición de las madres mesiánicas judías, que confiaron en el Dios de su pueblo y revivieron la esperanza de una salvación nacional, pero el canto de Lc 1, 47-56 la presenta vinculada con los pobres de todas las naciones. En esa línea se ha podido decir que ella ha expresado los rasgos primordiales de lo humano, en clave de mujer y de mujer judía .

2. Fue esposa de José, un “descendiente de David”, nazoreo de Galilea, un hombre comprometido al servicio de la libertad nacional de su pueblo judío, en unas condiciones duras de sometimiento social y militar, bajo el dominio de los reyes herodianos, vasallos Roma. A Jesús, el hijo de José, le llamarán “el nazoreo”, pero no directamente por su madre, sino por José, su “padre”. Vivió en ese contexto de compromiso de liberación nacional.

3. Fue madre de Jesús, pretendiente mesiánico judío, de una línea al parecer “nazorea” , pero con rasgos propios y muy significativos, dentro de un ambiente de duro enfrentamiento cultural y social. Tuvo probablemente otros hijos de los que habla Mc 6, 1-6, que al parecer no estaban de acuerdo con la pretensión mesiánica de Jesús, lo que fue causa de duros enfrentamientos en la familia. Todo nos permite suponer que estaba viuda cuando Jesús inició su vida pública, de manera que debió que actuar como “gebîra” o mujer de autoridad sobre su familia. De manera sorprendente, Mc 6, 3 llama a Jesús “el hijo de María”.

4. Su relación con Jesús fue compleja, y parece que al principio no aceptó su mesianismo, permaneciendo así al lado de sus otros hijos, que tampoco la aceptaban (como supone no sólo Mc 3, 31-35 y 6, 1-6, sino Jn 7, 1-9). En ese contexto ha de entenderse su posible presencia ante la cruz, donde Jesús murió condenado como pretendiente mesiánico (Jn 19, 25-27; cf. Mc 15, 50); sea como fuere, ella acabó siendo “cristiana”.

5. Se integró en la iglesia o comunidad de los discípulos de Jesús, con el resto de sus hijos (cf. Hch 1, 13-14), viniendo a jugar así un papel importante en la comunidad, que le recuerda de un modo crítico (rechazando su “pretensión” de imponer sus derechos sobre Jesús: cf. Mc 3, 31-35), pero también en un sentido ejemplar y edificante, de tal forma Lc 1-2 y en algún sentido Jn 19, 25-27 la presentan como modelo de cristiana.

6. Finalmente, María ha sido “creída” dentro de la iglesia. Por razones que algunos suponen evidentes, y que otros piensan que se deben precisar y justificar, ella vino a convertirse pronto en lugar de referencia o modelo para la comunidad cristiana, como testifica en perspectivas diferentes el conjunto del NT. En esa línea, Lucas le llama “gebîra”, Madre del Señor (cf. 1, 43) y afirma que la llamarán bienaventurada todas las generaciones (Lc 1, 48).

2. Historia e interpretaciones

Entre los primeros grupos que han ido formando la iglesia de Jesús, su Madre ha sido recordada e interpretada en líneas distintas, y su imagen ha quedado reflejada en algunos de los textos más significativos del Nuevo Testamento. En ese aspecto podemos hablar y hablaremos de una mariología de la historia y de varias mariologías de la fe:

− Una mariología de la historia. No son muchas las cosas que de ella sabemos en un nivel de pura historicidad factual, pero son muy importantes. Estas parecen (resumiendo lo antes dicho), las más significativas. 1) Era una mujer judía, de familia creyente y significativa, de Nazaret de Galilea; se llamaba María y estaba casada con José. 2) Fue madre de Jesús, con quien se vinculó de forma dramática; pero tuvo también una familia más extensa, compuesta por varones y mujeres que el Nuevo Testamento llama normalmente hermanos de Jesús y que parecen ser hijos de María. 3) Tras la muerte de Jesús, ella perteneció a su comunidad de seguidores, y ejerció un papel importante dentro de la iglesia, que la ha recordado.

− Varias mariologías: María de la fe. Los textos del Nuevo Testamento y de la primera iglesia no recuerdan a María por afán historicista, sino porque ha formado parte del misterio de una fe, que se centra en Jesús, su hijo, y que se expresa y configura de formas distintas en las comunidades. En principio, no existe una fe mariana (o mariología) única y normativa, que pudiera imponerse sobre todos los creyentes, sino diversas formas de mariología y fe mariana, que se diversifican según los lugares y formas de vida de las comunidades, según el Nuevo Testamento. Este fenómeno no ha sido a veces suficientemente valorado y define a nuestro juicio todo el tema. Pero esas mariologías pueden vincularse y se vinculan en el credo de la iglesia cuando afirman que Jesús “concebido por obra del Espíritu Santo y nacido de la Virgen María”. Leer más…

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(2) Dormitio (Asunción). Gebira, el primer “culto” mariano de la Iglesia

Miércoles, 15 de agosto de 2018
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39177662_1057847694392422_770753721175900160_nDel blog de Xabier Pikaza:

La tradición antigua hablaba de la “dormitio” (dormición, muerte venerable), de María, Madre de Jesús, cuya memoria más antigua se conserva en la Iglesia del Valle Cedrón de Jerusalén (imagen 1).

La tradición posterior de occidente ha preferido hablar de “asunción” (elevación) de María, pero sin olvidar que ella es la Gebira, origen y signo más hondo de la “carne/autoridad” humana de de Jesús, Dios Encarnado

Dese desde ese fondo, siguiendo en la línea de la postal de ayer quiero o presentar a María como signo hondo de la humanidad/divinidad de Jesús (nacido de mujer, Gal 4,4), poniendo de relieve, ya desde el principio, los tres rasgos principales de su identidad, según el evangelio:

− María forma parte de la historia de Jesús. No es un “espíritu” aparecido sobre el mundo (docetismo), ni es un ser extramundano, sino que pertenece esencialmente a la historia de Jesús (pues de ella nacido), lo mismo que Pilato (responsable de su muerte). Por eso, rechazando a María como mujer histórica se rechaza el cristianismo. Sólo porque ha nacido de hecho como “hijo de mujer” (Gal 4, 4), Jesús ha podido resucitar de hecho, como salvador. Las interpretaciones de ese nacimiento y resurrección pueden ser distintas, pero todas comparten la referencia al Jesús histórico a quien interpretan de un modo mesiánico.

− María, un signo universal. Al principio, María forma parte de la iglesia judeo-cristiana de Jerusalén (como parecen suponer todavía Pablo y Marcos), de manera que su figura no importa para el resto de las iglesias. Pues bien, en un momento posterior ella aparece en el conjunto de las iglesias como madre humana (universal, para todos), superando, por obra del Espíritu-Santo, un tipo de límites “carnales-cerrados” del judaísmo), de manera que puede concebirse como signo de presencia de Dios para todos los cristianos. Esta opción por la universalidad está fundada en la tendencia helenista de la iglesia (desarrollada sobre todo por Pablo), pero los evangelios de Mateo, de Lucas y de Juan la vinculan ya a figura concreta de María, madre de Jesús.

39119401_1057849314392260_2499822570027614208_n− María, carne de Dios. Esta visión universa de María supera un tipo de “exclusivismo intra- judío”, pero no para “excluir la carne” (la vida real, la historia), sino para fundar la historia y vida de Jesús en la “carne humana, universal”, de María, que se no entiende de un modo espiritualista, como pura gnosis interior, sino de un modo concreto, vital, económico, social, en la línea de Jn 1, 14, donde se dice que la Palabra de Dios se hizo carne.

María no es carne en oposición a espíritu, no es “tierra” en oposición a cielo, sino que es humanidad llena de Dios, como mujer, como persona. Sin esta afirmación de la “carne” (historia, humanidad) de María Jesús hubiera sido un fantasma, el cristianismo pura “ideología”.

Desde ese fondo tenemos que poner de relieve el origen judío de la “mariología”, es decir, de la importancia de María en la visión del cristianismo (en la comunidad judeo-cristiana de Jerusalen, dejando ahora a un lado la tradición de Galilea).Buen día de María a todos los amigos y lectores de este blog.

Santa María de Jerusalén, la primera Iglesia

Ciertamente, el movimiento de Jesús ha seguido vinculado a su misión prepascual de Galilea, con su anuncio profético-escatológico del Reino de Dios, su enseñanza sapiencial y su acción carismática, centrada en gestos milagrosos, que se concretizaron en la acogida y curación de los enfermos y expulsados. Estos elementos (cf. Mt 4, 23; 9, 35), constituyen la base galilea del movimiento de Jesús y le definen como profeta, maestro y sanador .

En ese contexto podemos añadir que su propuesta fue al menos parcialmente escuchada y recibida, de manera que muchos parecían dispuestos a iniciar con él un camino de reino. Pues bien, entre ellos no se hallaba María, su madre, ni tampoco sus hermanos, como atestigua Mc 3, 31-35 y 6, 1-6. Esa “falta de fe” de María (cf. Jn 7, 1-9) no se puede entender como infidelidad o pecado, sino como opción mesiánica distinta, dentro de una familia de intenso compromiso “nazoreo”, en una línea de esperanza davídica .

Pues bien, con ocasión de las fiestas de Pascua, Jesús subió a Jerusalén, para ofrecer allí su proyecto de Reino. Le siguieron los Doce, algunas mujeres y otros simpatizantes. Todo parece suponer que su propuesta fue aceptada por algunos, pero rechazada por los sacerdotes del Templo, que se sintieron amenazados por las consecuencias sociales y sacrales de su mensaje. Todo nos permite suponer que la propuesta de Jesús fue discutida y que las autoridades del Templo actuaron por miedo (cf. Mc 11, 15-15; 14, 1-2.57). Algunos discípulos le traicionaron y negaron (cf. 14, 43-50.66-72). Intervino también la autoridad romana que condenó a muerte a Jesús.

Es muy posible que la madre de Jesús estuviera en Jerusalén en ese momento de fiesta (habría subido para cumple la ley de peregrinación judía, quizá para “ver” la suerte de su hijo). Sigue siendo posible que ella estuviera entre las mujeres que Mc 15, 40 sitúa ante la cruz de Jesús (como ratifica Jn 19, 25-27). Pero no es seguro que estuviera allí como creyente; pudo haberlo hecho simplemente como madre. Sea como fuere, la muerte de Jesús fue un acontecimiento desencadenante, que marca la nueva experiencia pascual de la Iglesia.

Pues bien, en el comienzo de esa experiencia hay unas mujeres, entre las que podría hallarse su madre (cf. Mc 16,1-8 par), pero no podemos asegurarlo. Los primeros “creyentes” oficiales, aceptados por la tradición cristiana fueron galileos (como supone de Mc 16, 1-8; cf. Mc 26, 69 par; Hch 1, 16; 2, 7; Hch 9, 31; 13, 31) y, sobre todo, aquellas donde se supone que Pedro y los restantes discípulos vieron a Jesús resucitado en Galilea, iniciando desde allí la misión eclesial (cf. Mc 16, 7-8 y la reinterpretación de Mt 28, 16-20, con el mandato misionero que; cf. Jn 21) .

Los primeros seguidores de Jesús se llamaron nazarenos (nazoreos) o galileos y allí, en el entorno donde Jesús había realizado la mayor parte de su anuncio de Reino, siguieron manteniendo su misión, como portadores de su mensaje. Algunos, en especial los Doce elegidos por Jesús para simbolizar el retorno y cumplimiento de las doce tribus de Israel pudieran haber residido en Jerusalén, esperando el pronto retorno de Jesús resucitado

Pues bien, al lado de esa iglesia primitiva de los Doce, surgió pronto en Jerusalén una iglesia de tipo más judeo-cristiano, representada ante todo por los “parientes de Jesús”, que interpretan de un modo algo distinto su mensaje, aunque siempre en conexión con Pedro y con los Doce (y también con Pablo y su línea, aunque siempre con dificultades). En esta iglesia judeo-cristiana se sitúa sin duda la Madre de Jesús

Iglesia judeo-cristiana de Jerusalén. María y los parientes de Jesús

Como indican los textos anteriores, el movimiento de Jesús ha creado divisiones y rupturas entre sus parientes, porque él ha querido suscitar una familia universal, abierta a los expulsados y excluidos de la comunidad israelita. En ese contexto se entiende el surgimiento y riesgo del grupo eclesial de los seguidores judeo-cristianos de Jerusalén, con Santiago y los ‘hermanos’ de Jesús, entre los que se encuentra sin duda la Madre María .

Según el testimonio de 1 Cor 15, 7 y al conjunto de la obra paulina, confirmada de algún modo por Hch 1, 13-14 (y 12, 17), podemos suponer que la comunidad judeo-cristiana de Jerusalén, reunida en torno a Santiago, no ha nacido por escisión o separación, ni a través de un posible “golpe de mano” de los parientes de Jesús, sino por una experiencia pascual de Santiago y de esos familiares de Jesús, que han establecido en Jerusalén su propia iglesia, entre el año 30-33 d.C.

No han vuelto a Galilea como Pedro y los doce (cf. Mc 16, 7-8), para continuar allí el tipo de misión de Jesús, sino que han fundado un nuevo tipo de “sacralidad mesiánica”, en torno al templo, esperando, sin duda, el próximo retorno de Jesús como Hijo de David, mesías escatológico .

Como Jn 7, 1-9 recoge de forma tardía pero exacta, los parientes no habían aceptado la misión mesiánica de Jesús en Galilea, pero le “vieron” tras su muerte y le aceptaron como mesías de Israel. Nos gustaría saber la relación que tenían con la madre de Jesús y la posibilidad de que su visión pascual estuviera vinculada al ‘luto’ funerario por la muerte de su hermano, pero carecemos de datos para precisarlo . También nos gustaría conocer mejor sus vinculaciones con Pedro y los Doce (las comunidades de Galilea), pero tampoco tenemos testimonios más precisos de ello. Leer más…

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(3) Asunción, el último “dogma” de la Iglesia Católica

Miércoles, 15 de agosto de 2018
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9e8f880d-11b0-4cb7-96a7-1f30066b9cb6Del blog de Xabier Pikaza:

Ayer mismo (era yo un niño), el año 1950, en lenguaje de su tiempo, el Papa Pío XII,“definió” este dogma, él “último” de la Iglesia:

Pronunciamos, declaramos y definimos que la Inmaculada Madre de Dios, la Siempre Virgen María, cumplido el transcurso de su vida terrestre, fue elevada (Asunta) en cuerpo y alma a la gloria celeste (Denzinger-Schönmetzer 3903).

De esa forma completó y culminó hasta hoy (2018) la “conciencia” mesiánica más espiritualista de la Iglesia católica, aplicando a María el don y experiencia pascual de Jesús, algo que no es exclusivo de ella sino de todos los creyentes, y en el fondo de todos los hombres que viven inmersos en la vida del Dios de la Vida.

Éste es el último dogma de la Iglesia católica romana, en la línea de Nicea (323). María ha sido una mujer en Dios, inserta en y con Cristo, su Hijo, en la Vida Originaria que es la Vida en plenitud (en este mismo mundo).

Después con el Vaticano II (1962-1965) no hubo ya dogmas de María (ni de la Iglesia), sino cartas y textos pastorales. Hoy el Papa Francisco (tan lejano y tan cercano a Pío XII) tiene otros temas pendientes de Iglesia, no está quizá para dogmas marianos, aunque éste de la Asunción abre un camino esencial en la conciencia más “divina” de la iglesia más “humana”, como seguiré indicando en lo que sigue.

En la imagen un Icono tradicional de la Dormitio/Asunción:María muere, y así queda su cuerpo en la “cama” del sepulcro, mientras Cristo su Hijo toma su alma (María en pequeño) y la lleva a su Gloria. Los Doce de Jesús (con algunas mujeres al fondo) quedan ya solos en torno al sepulcro de la Madre.

Quizá, para completar el dogma de María en línea del Concilio de Nicea, habría que completar el dogma diciendo que la Asunción ha sido y es la plena humanización de María (y de la humanidad en Dios), representada en ese icono por los Doce de Jesús, una “compañía mesiánica” en camino, que deberá se más claramente de hombres y mujeres, no sólo de varones.
Buen día de la Asunción a todos.

Situar del dogma, decir la experiencia católica de María

‒ Éste es un dogma pascual. El dogma de la Inmaculada insistía en el nacimiento sin pecado de María. Este nuevo dogma la vincula a la pascua: Resurrección y Ascensión al “cielo”. La declaración no dice cómo murió en sentido externo, de tal forma que algunos han podido afirmar que no murió, sino que fue arrebatada directamente a la Gloria del Cristo, como 1 Tes 4, 17 supone para los justos de la última generación, es decir, de la de Pablo. Pero ése es un tema secundario (aunque en otro tiempo haya sido muy discutido). De un modo u otro, María ha culminado su camino, siendo acogida con Cristo, y así se dice que ha sido asumida (Asunción) y no que se ha elevado por sí misma como Cristo (Ascensión), para destacar su condición de criatura. La iglesia sabe que ella ha culminado su camino, alcanzando así la gloria mesiánica de Dios.

‒ Éste es, también, un dogma anti-helenista, es decir, contrario a un espiritualismo que dividen al hombre, diciendo que en la muerte “el cuerpo vuelve al polvo y el alma vuela al cielo”. En contra de eso, María ha vinculado en su vida cuerpo y alma, lo mismo que Jesús, Logos de Dios, de quien se dice que es carne (Jn 1, 14). María es carne, es decir, una vida histórica concreta, que ha nacido por gracia (Inmaculada) y que gratuitamente culmina su existencia, en manos de Dios, con Jesús. La tendencia helenista, dominante en la iglesia, ha venido afirmando que el alma de los justos sube al cielo tras la muerte, pero que el cuerpo tiene que esperar hasta el momento de la resurrección final. En contra eso, abriendo un camino nuevo de experiencia antropológica y de comunión pascual, este dogma afirma que María ha culminado ya su vida en Dios, por medio de Jesús, en cuerpo y alma, es decir, como carne personal, persona histórica. De esta forma, la mariología nos sitúa en el centro del misterio cristiano, sin separación de cuerpo y alma.

‒ Éste es un dogma abierto a la simbología teológica, como ha destacado la tradición de la iglesia en la escena de la “Coronación de María como reina del cielo y de la tierra”. Evidentemente, se trata de una imagen, pero es muy significativa: María es recibida en el misterio de la Trinidad de manera que el Padre y el Hijo unidos la coronan con el Espíritu Santo (que puede aparecer en forma de paloma). De esa manera, ella que es humanidad, persona de este mundo, queda integrada en el misterio de Dios, pero no en nombre propio, sino en nombre y en lugar del conjunto de la historia humana.

Situar el Dogma

Esta definición mariana de la Asunción ha completado el ciclo de las definiciones antropológicas marianas. El dogma de la Inmaculada suponía que Dios ha dirigido de manera personal el nacimiento y despliegue de María. El dogma de la asunción añade, de manera consecuente, que Dios mismo ha querido recibirla (en la pascua de Cristo) tras la muerte.
Según eso, María no ha sido un alma que ha descendido de la altura inmortal, sino una persona histórica, y de esa forma se ha venido realizando a lo largo de un tiempo concreto, que va del nacimiento hasta la muerte. De Dios ha nacido, naciendo de otros hombres y mujeres (de sus padres); en diálogo con Dios y con su entorno (especialmente con Jesús) ha realizado su vida, llegando a ser plenamente en su muerte, que no ha sido una vuelta a la nada, sino una plenitud personal, una apertura en manos de Dios, con Jesucristo:

‒ Jesús ha resucitado en perspectiva humana, como mesías de la nueva humanidad reconciliada, culminando así su camino de Hijo de Dios, condenado por los hombres, pero vivificado por su Padre, que le acoge y transfigura, haciéndose así principio y centro de nueva humanidad reconciliada, mesiánica.

‒ María ha muerto también: ha entregado su existencia en Dios,y Dios le ha recibido en la gloria de su mismo Hijo Jesucristo, en el Espíritu. Así podemos afirmar, en lenguaje simbólico, que ella es la primera de los hombres ya resucitados en el Cristo, la primera (¡no la única!) de aquellos que culminan su camino personal, siendo así recibidos (¡culminados!) dentro del triunfo pascual de Jesús, Hijo de Dios.

El texto ya citado de la definición de 1950 presenta este misterio con palabras teológicas de entonces. Por un lado, para no adentrarse en controversias de carácter teológico, ha evitado hablar de la muerte de María, diciendo «cumplido el curso de su vida terrestre fue asunta…». Por otro lado emplea categorías de alma y cuerpo, para señalar de esa manera el sentido total, abarcador, de la asunción de María; ella culmina en Dios del todo (en alma y cuerpo) y no sólo en un aspecto separado o parcial de su existencia.

Este uso teológico está determinado por una tradición católica que emplea los conceptos de alma y cuerpo en relación a la persona y vida del cristiano: el hombre «es alma», es decir, un ser viviente espiritual, distinto de la pura materia; el hombre «es cuerpo», ser del mundo que se encuentra integrado en el proceso vital y material del cosmos. Esos conceptos se han solido emplear de muchas formas, aunque en términos normales han tendido a interpretarse de manera disociada: muchos han visto al hombre como un alma inmortal unida por un tiempo al cuerpo. Por la muerte cesa es unidad y el alma sube al cielo, por los méritos de Cristo, si es que ha sido justa sobre el mundo, mientras el cuerpo se corrompe sobre el mundo hasta la resurrección final. Así se podría decir que sólo María está en el cielo en cuerpo y alma.

Tiempo de María, el futuro de la historia.

Al afirmar que María «ha sido asunta» (asumida, elevada) en la gloria de los cielos tras la muerte, este dogma supone que ella ha entrado en el tiempo pascual de la resurrección de los muertos; ella no es Dios ni tiene eternidad, pero ha recibido en Cristo la forma de existencia plena, como persona ya plenamente realizada. El tiempo no discurre para ella como sobre el mundo, en un camino que avanza sin cesar entre principio (nacimiento) y muerte, sino que se ha cumplido y, de esa forma, integrándose en el Cristo, ella participa de la nueva creación que es la plenitud de Dios para los hombres. En esa línea podemos distinguir tres tipos de «tiempo», si es que puede emplearse en cada caso esa palabra:

‒ Hay un tiempo eterno que es propio de Dios, como amor originario, encuentro de vida sin fin, en forma de Trinidad, antes de la creación y de la historia de los hombres, pero en el fondo de ella. Estrictamente hablando, este es un tiempo “abstracto”, pues de hecho, en la historia de la salvación, Dios se hace tiempo pascual (de plena encarnación) para los hombres.

‒ Hay un tiempo histórico, propio de la vida de los hombres en el mundo, como proceso que discurre del nacimiento hasta la muerte. También este tiempo es “abstracto”, pues los hombres no quedan encerrados en su propio tiempo, sino que se abren en Cristo al tiempo pascual de Dios (a no ser que escojan ellos mismos la muerte).

‒ Hay finalmente un tiempo pascual, que es la plenitud de Dios para los hombres, como unión de los tiempos precedentes; éste es el tiempo propio de Jesús resucitado (en cuanto humano) y de aquellos que acogen su camino y participan de su reino. Es el tiempo de María asunta al cielo. Leer más…

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La Virgen María, “Nuestra Señora de las Ecologías”

Miércoles, 15 de agosto de 2018
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la-virgen-de-la-ecologia_560x280Nuestro país se viste de advocaciones marianas relacionadas con el medio ambiente

Montaña, Paloma, del Arroyo, Guadalupe, Montserrat, Manzano, Castañar, Encina, Nieves…

(Antonio Aradillas).- En su expresión ecológica tan sublime, como espectacular y religiosa, la Santísima Virgen María, con sus advocaciones piadosas, se hace popularmente presente sobre todo en el calendario festivo propio del verano.

De ahí nuestras prisas en destacar tal realidad y reconocimiento, con lo que poder contribuir de alguna manera a la conservación del planeta “mundo” , en cuya destrucción egoísta se da la triste y estadística impresión de estar tantos empeñados, hasta impiadosa y sacrílegamente.

Desde el pináculo de cualquier calendario mariano festivo, me asomo aquí y ahora, con el deseo de adscribirnos de alguna manera a ritos, ceremonias, tradiciones y comportamientos del pueblo- pueblo, en la relación establecida religiosamente con la Divinidad, por la mediación de la Virgen, en el rosario de sus advocaciones “naturales”, tanto o más teológicas que las misteriosamente “sobrenaturales” , antes y después de dejar constancia brillante de que son tantos, tan bellos y tan reparadores los nombres y los sobrenombres, que no todos pueden caber en el resplandeciente listado de sus letanías.

El Camino -Nuestra Señora del Camino- lo inicia en las tozudas y empobrecidas tierras turolenses de una de sus comarcas -quince son los pueblos que componen su Cofradía-, patroneados por la Santísima Virgen de la Langosta“, con inexcusables referencias no a los crustáceos marinos tan preciados en la gastronomía, sino “a los insectos salteadores que se alimentan de vegetales y se multiplican con tal rapidez, que forman plagas con efectos devastadores para la agricultura”, con flagrante ruina de quienes pueblan y viven de sus tierras. Gracias a la protección de la Virgen, y a la fe de sus gentes, estas pudieron pervivir y superar dificultades tan graves, en unos tiempos o edades en las que el campo y sus cosechas solo estaban en manos de Dios y no en las de la química.

Madrid, capital de las Españas, lo es también de advocaciones marianas tan representativas ecológicamente como la Almudena, Atocha –“atochar”– y Paloma. Los accidentes geográficos relacionados con el terreno en los que “aparecieron” sus imágenes, le confieren en multitud de versiones nombres tan sagrados como el Mar, Collado. Montaña, Navahonda, Prado, Monte, Castellar, Castillo, Valle, Sierra, Dehesa, Cabeza, Finisterre. Muela o Cerro, Peñalosa, Piélago, Puerto, Fuente -en singular o en plural-, Fuensanta, Fuencisla, Aguasantas, Fuensalida, del Río, del Arroyo, Guadalupe, Covadonga, Monserrat….Árboles y frutos les salen al paso a los peregrinos por los caminos y santuarios ecológicos marianos, que demandan protección y ayuda a favor de la salvación del mundo, con denominaciones tales como Guía, Manzano, Castañar, del Castaño, Encina, Olmos, de la Oliva, Peral, Navalazarza, de las Flores, Rosario, Poveda, Paular, Alameda, Espinar, del Espino, Huertas y Huerto, Madroño…

La Estrella es referencia de seguridad, de Esperanza y de Luz. Las Nieves lo son de pureza y blanco -Blanca-, aún en pleno verano. Con sobrenombres de aves y pájaros  las advocaciones de la Virgen tachonan los cielos, y multitud de pueblos, regiones y Comunidades Autónomas, con mención reiterada, verbenera y popular, para la Paloma Palomares, el Águila y la Divina Pastora.

Por su abundancia y matices en sus nombres oficiales o populares, es de difícil catalogación exacta, entre otras, la Candelaria, Begoña, Aránzazu, del Refugio, Aurora, del Pazo, Altamira, Sonsoles, Los Llanos, Trabajo, Destierro, de la Leche, del Buen Parto, del Santo Celo, Azucena, Alarilla, Butarque, –“lugar de légamos”-, Chavela -“lugar de robles”-, Buena Vista, Somosierra ,-“la Sierra por antonomasia”-, el Rocío.. Piedra Escrita,- o del Enigma-, Roncesvalles, del Yugo, del Puy, Riánsares, Piedras Albas, Fuentes Claras…

No hay una necesidad que atender por esos mundos de Dios, y más si estos son hispanos y además, rurales, en cuya presurosa atención no se haga presente la Virgen en cualquiera de sus piadosas y exactas advocaciones, con ritos, preces, letanías, sermones, procesiones, cánticos e himnos, peregrinaciones, y hasta dulces o platos típicos en el listado de su rica y variada gastronomía, por supuesto, que todos ellos, con nombres muy santos, y algunos, aún indulgenciado, previas las gestiones canónicas de sus cofrades. En esta tarea intervienen con idéntica piedad, las advocaciones, cuyas identidades hayan respondido, y respondan, a las lenguas llamadas vernáculas, sin exclusión de las de procedencia latina, griega, celta, ibérica o pre-ibérica, sin faltar a la cita las provenientes de “allende los mares”, y más cuando patrióticamente se alardea de que “en cuyos dominios jamás se ponía el sol…

Es posible “que no sea oro todo cuanto reluce” . Pero hay mucho oro en todo, reluzca o no reluzca. La devoción popular tiene nombres y atributos de Virgen. Si la ecología, y parte de lo que todavía queda de “mundo” -limpio y reluciente- al mundo, se cuidara, por creyentes y no tanto, es de confiar en la efectividad de la protección de la Virgen, una de cuyas advocaciones más socorridas es precisamente la de la Esperanza.

Todo el mundo es templo de Dios y santuario de la Virgen. También lo es de cuantas personas lo habitan y viven, aunque posiblemente, y con más activas responsabilidades, de quienes dicen profesar la fe cristiana como acto de adoración a Dios, mediante el servicio a los más necesitados.

En unos tiempos de tantas y tan graves profanaciones del mundo universo, Nuestra Señora de las Ecologías – ciencia que estudia las relaciones de los seres vivos entre sí y con el medio ambiente-, ¡rogad por nosotros¡“, es -será- oración, y programa de vida, prevalentes. Y es que “el hombre no es ya simplemente un servidor de los dioses, sino un ser que piensa”, gracias sean dadas a Dios, AMÉN,

Fuente Religión Digital

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María no es el fruto de ningún privilegio.

Miércoles, 15 de agosto de 2018
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3750880Lc 1, 39-56

No debemos caer en el error de considerar a María como una entidad paralela a Dios, sino como un escalón que nos facilita el acceso a Él. El cacao mental que tenemos sobre María, se debe a que no hemos sido capaces de distinguir en ella dos aspectos: uno la figura histórica, la mujer que vivió en un lugar y tiempo determinado y que fue la madre de Jesús; otro la figura simbólica que hemos ido creando a través de los siglos, siguiendo los mitos ancestrales de la Diosa Madre y la Madre Virgen. Las dos figuras han sido y siguen siendo muy importantes para nosotros, pero no debemos mezclarlas.

De María real, con garantías de historici­dad, no podemos decir casi nada. Los mismos evangelios son extremadamente parcos en hablar de ella. Una vez más debemos recordar que para aquella sociedad la mujer no contaba. Podemos estar completamente seguros de que Jesús tuvo una madre y además, de ella dependió totalmente su educación durante los once o doce primeros años de su vida. El padre en la sociedad judía del aquel tiempo, se desentendía totalmente de los niños. Solo a los 12 ó 13 años, los tomaban por su cuenta para enseñarles a ser hombres, hasta entonces se consideraban un estorbo.

De lo que el subconsciente colectivo ha proyectado sobre María, podríamos estar hablando semanas. Solemos caer en la trampa de equiparar mito con mentira. Los mitos son maneras de expresar verdades a las que no podemos llegar por vía racional. Suelen ser intuiciones que están más allá de la lógica y son percibidas desde lo hondo del ser. Los mitos han sido utilizados en todos los tiempos, y son formas muy valiosas de aproximarse a las realidades más misteriosas y profundas que afectan a los seres humanos. Mientras existan realidades que no podemos comprender, existirán los mitos.

En una sociedad machista, en la que Dios es signo de poder y autoridad, el subconsciente ha encontrado la manera de hablar de lo femenino de Dios a través de una figura humana, María. No se puede prescindir de la imagen de lo femenino si queremos llegar a los entresijos de la divini­dad. Hay aspectos de Dios, que solo a través de las categorías femeninas podemos expresar. Claro que llamar a Dios Padre o Madre, son solo metáforas para poder expresarnos. Usando solo una de las dos, la idea de Dios queda falsificada porque podemos quedar atrapados en una de las categorías masculinas o femeninas.

El hecho de que la Asunción sea una de las fiestas más populares de nuestra religión es muy significativo, pero no garantiza que se haya entendido correctamente el mensaje. Todo lo que se refiere a María tiene que ser tamizado por un poco de sentido común que ha faltado a la hora de colocarle toda clase de capisayos que la desfiguran hasta incapacitarla para ser auténtica expresión de lo divino. La mitología sobre María puede ser muy positiva, siempre que no se  distorsione su figura, alejándola tanto de la realidad que la convierte en una figura inservible para un acercamiento a la divinidad.

La Asunción de María fue durante muchos años una verdad de fe aceptada por el pueblo sencillo. Solo a mediados del siglo pasado, se proclamó como dogma de fe. Es curioso que, como todos los dogmas, se defina en momentos de dificultad para la Iglesia, con el ánimo de apuntalar sus privilegios que la sociedad le estaba arrebatando.

Hay que tener en cuenta que una cosa es la verdad que se quiere definir y otra muy distinta la formulación en que se mete esa verdad. Ni Jesús, ni María, ni ninguno de los que vivieron en su tiempo, hubieran entendido nada de esa definición dogmática. Sencillamente porque está hecha desde una filosofía completamente ajena a su manera de pensar. Para ellos el ser humano no es un compuesto de cuerpo y alma, sino una única realidad que se puede percibir bajo diversos aspectos, pero sin perder nunca su unidad.

La fiesta de la Asunción de María nos brinda la ocasión de profundizar en el misterio de toda vida humana. Se trata de la aplicación a María de toda una filosofía de la vida, que puede llevarnos mucho más allá de consideraciones piadosas. Cuando el dogma habla de “en cuerpo y alma”, no debemos entenderlo como lo material o biológico por una parte, y lo espiritual por otra. El hilemorfismo, mal entendido nos ha jugado un mala pasada. Los conceptos griegos de materia y forma, son ambos conceptos metafísicos. El dogma afirma que todo el ser de María ha llegado a identificarse con Dios.

En la más clásica filosofía occidental encontramos tres conceptos que se han calificado como trascendentales: “unum”, “verum”, “bonum” (unidad, verdad y bondad). Pero la más simple lógica nos dice que, si esos conceptos se pueden aplicar a todos los seres, no hay lugar para sus contrarios: multiplicidad, falsedad y maldad. Esta contundente conclusión nos lleva a desestimar estas cualidades contrarias y negativas, como realidades realmente existentes. Este aparente callejón sin salida nos obliga a considerar estas tres últimas realidades como apariencias sin consistencia verdadera.

Allí donde encontramos multiplicidad, falsedad, maldad, debemos profundizar hasta descubrir en lo más hondo de todo ser, la unidad, la verdad y la bondad. Toda apariencia debe ser superada para encontrarnos con la auténtica realidad. Esa REALIDAD está en el origen de todos y está escondida en todo. En el momento que desaparezcan las apariencias, se manifestará toda realidad como una, verdadera y buena. Es decir, que la meta de todo ser se identificará con el origen de toda realidad.

La creación entera está en un proceso de evolución, pero aquella realidad hacia la que tiende, es la realidad que le ha dado origen. Ninguna evolución sería posible si esa meta no estuviera ya en la realidad que va a evolucionar. Ex nihilo nihil fit, (de la nada, nada puede surgir) dice también la filosofía. Si como principio de todo lo que existe ponemos a Dios, resultaría que la meta de toda evolución sería también Dios.

Lo que queremos expresar en la celebración de una fiesta de la Asunción de María, es precisamente esto. No podemos entender literalmente el dogma. Pensar que un ser físico, María, que se encuentra en un lugar, la tierra, es trasladado localmente a otro lugar, el cielo, no tiene ni pies ni cabeza. Hace unos años se le ocurrió decir al Papa Juan Pablo II que el cielo no era un lugar, sino un estado. Pero me temo que la inmensa mayoría de los cristianos no ha aceptado la explicación, aunque nunca la doctrina oficial había dicho otra cosa.

El dogma propone que la salvación de María fue absoluta y total, es decir, que alcanzó su plenitud. Esa plenitud solo puede consistir en una identificación con Dios. Se trata de un cambio de estado. María ha terminado el ciclo de su vida terrena y ha llegado a su plenitud. No a base de añadidos externos sino por un proceso interno de identificación con Dios. En esa identificación con Dios ha llegado al límite de las posibilidades. Todas las apariencias han sido superadas. Esa meta es la misma para todos.

Cuando nos dicen que fue un privilegio, porque los demás serán llevados de la misma manera al cielo, pero después del juicio final, ¿De qué están hablando? Para los que han terminado el curso de esta vida, no hay tiempo. Todos los que han muerto están en la eternidad, que no es tiempo acumulado, sino un instante. Concebir el más allá, como si fuera continuación del más acá, nos ha metido en un callejón sin salida; y parece que muchos se encuentran muy a gusto en él. Del más allá no podemos saber nada. Lo único que podemos descartar es que sea prolongación de la vida del aquí.

Fray Marcos

Fuente Fe Adulta

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María: Madre y memoria de Jesucristo

Miércoles, 15 de agosto de 2018
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imagesDel blog de Tomás Muro La Verdad es libre:

00. NOTA PREVIA. EL DOGMA DE LA ASUNCIÓN.

La tradición de la veneración a la Virgen proviene desde el comienzo de la Iglesia. El Concilio de Éfeso (año 431) ya dijo que María era theo-tokos: madre de Dios (la que ha dado a luz a Dios). Sin embargo la definición del dogma de la Asunción es reciente. Fue el papa Pío XII, quien el 1 de noviembre de 1950, María, la madre del Señor fue llevada a los cielos en cuerpo y alma.

¡Cómo no vamos a creer que María terminó con su Hijo, Jesús, en la casa del Padre, en el cielo!

01. UNA FIESTA LLENA DE VIDA Y ALEGRÍA

El relato evangélico de hoy está lleno de vida y vitalidad:

Dos mujeres que están creando vida, de qué van a hablar si no es de la misma vida, llenas de alegría, esperanza y, quizás, algo de preocupación.

o El encuentro de dos familias, dos mujeres que están gestando dos nuevas vidas: María e Isabel, Jesús y Juan.

o Bendita entre las mujeres

o La criatura salta de alegría en el seno materno de Isabel

o María canta a Dios: Proclama mi alma

o Se alegra mi espíritu en Dios.

o Le felicitarán todas las generaciones.

Sabemos que la vida tiene dificultades, pero la existencia humana es encuentro, es crear vida, es bendición, es alegría, es felicitarse por las pequeñas -y las grandes- cosas que acontecen en la historia y en nuestras vidas.

02. MARÍA: MADRE.

02.1 MARÍA ES NUESTRA MADRE .

En el discurso de clausura del Concilio, en 1965, el papa Pablo VI proclamó (como en el Magnificat) que:

María Santísima es Madre de la Iglesia, es decir, Madre de todo el pueblo de Dios, así de los fieles como de los pastores que la llaman Madre amorosa.

Ya desde la cruz, Jesús unió a María y al discípulo amado en una relación materno-filial. La iglesia naciente al pie de la cruz se constituye por el amor y el perdón: en el Calvario únicamente hay redención, salvación, cariño infinito: mujer, ahí tienes a tu hijo (y le dijo al Discípulo Amado), ahí tienes a tu madre, (Jn 19,26-27).

No olvidemos, recordemos que todos somos discípulos amados, no porque nosotros seamos buenos, sino porque Dios es bueno nos ama y porque María nos quiere como a hijos suyos, pues somos hermanos de Jesús.

02.2 LA MADRE ES SIEMPRE MEMORIA

En la vida familiar la madre es siempre memoria para el hijo, para la familia. El filum afectivo, quien “convoca” la familia es la madre. (Incluso en los problemas y conflictos, la memoria suele ser la madre).

En estas sencillas comunidades cristianas nuestras, María nos recuerda, nos remite al Señor. María es siempre la memoria. Dirigir nuestra mirada a María, como ella vuelve a nosotros sus ojos misericordiosos, es dirigir nuestra mirada a Jesús.

María, la madre, nos recuerda siempre al Hijo.

En estos momentos de dificultades eclesiásticas nos hace bien mirar a María para encontrarnos con Cristo. María, la mariología no es un “arma arrojadiza”, especialmente contra el mundo protestante , sino que la madre es siempre encuentro con los hermanos, con Cristo.

03. MARÍA: MEDITÓ Y PROCLAMÓ EN SILENCIO.

Llama la atención la discreción de María. Excepto en los relatos para el nacimiento de Jesús (la visita del ángel y el Magníficat), no tenemos más “palabras” de María. Los evangelios con alguna frecuencia repiten aquello de que María conservaba todas estas cosas meditándolas en su corazón, (Lc 2,19.51). María guarda un silencio acogedor del misterio (Dios) durante toda su vida.

Quizás el único momento en que proclama es cuando es consciente de que va a ser madre. Y proclama el agradecimiento: llena de gratitud, canta al Señor.

Bueno será también en estos momentos acoger a Cristo, conservar el Evangelio en nuestro corazón y vivir con agradecimiento en el fondo de nuestro ser: agradecimiento a nuestros padres, a la comunidad y momento eclesial en el que hemos vivido, a María y al Señor.

04 LA FIESTA DE LA ASUNCIÓN ES CANTO DE ESPERANZA A LA VIDA.

Dios no nace, no llega a nosotros como un extraterrestre en una nave espacial. Dios vino a nosotros -y viene- como venimos todos. Por medio de personas embarazadas de vida que, como Isabel o María, traen vida a la humanidad, dan luz a la vida, aportan esperanza desde su estado de buena esperanza.

María e Isabel se visitaron en ese estado por una parte de dificultad y, por otra, de buena y gran esperanza. ¿Y si nosotros visitáramos con esperanza a nuestros hermanos en situaciones de dificultad?

El nivel de esperanza de nuestra civilización está bajo mínimos. La fiesta de la Asunción puede ser como una palabra que sostiene la esperanza de los sencillos, apoyando la causa de los pobres, dando sentido al clamor de los hambrientos, estando siempre al lado de quienes nos necesitan, dando vida a quienes se encuentran abatidos por el pesimismo de quien no tiene fe y no ve más allá de los límites de este pequeño mundo que es nuestra historia.

05. FIESTAS DE MUCHAS CIUDADES Y PUEBLOS.

En este día, en estos días muchos pueblos y ciudades celebramos la fiesta central de la vida comunitaria de nuestros pueblos.

Solemos celebrar los contenidos de la vida: el cumpleaños, un aniversario, un éxito, etc. Se celebran contenidos

El mes de agosto es un mes de vacaciones , pero no es lo mismo estar de vacaciones -necesarias, por otra parte- que celebrar una fiesta, un contenido. Vacación significa vacío, vacuo. Las vacaciones son necesarias para descansar un poco de los cansancios de la vida, aunque el capitalismo nos programa los cansancios, pero para programarnos las vacaciones.

Celebrar, lo que se dice celebrar, hoy celebramos poco o nada. Tenemos más días libres que nunca, pero celebramos poco.

La fiesta de la Asunción es el contenido de nuestras fiestas, aunque sociológicamente sean más importantes los fuegos y los piratas de la Concha que la Asunción. Los cristianos disfrutamos de la vida y de las fiestas como todo ser humano, pero con un plus de contenido, de esperanza y de futuro.

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Nuevas imágenes para la Asunción de María.

Miércoles, 15 de agosto de 2018
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estos_son_mi_madre_y_hermanosLa imagen de Asunción despierta imágenes de movimiento, de atracción hacia arriba, de impulso ascensional; nuestra mirada es atraída hacia la altura y vemos a María elevada hacia ese ámbito que llamamos “cielo” donde, con palabras de Pablo, están “las cosas de arriba“, por contraposición a “las cosas de abajo” (Col 3,1). Pero además de esta imagen espacial, podemos explorar otras que nos acerquen a María:

La obra terminada

Al hablar de la Asunción nos referimos al resultado final y a la culminación del proceso vital de María. Pero la meta supone siempre un camino, el fruto ha tenido una larga maduración en el árbol, la piedra preciosa ha cristalizado lentamente durante miles de años en la hondura de la roca. Cuando se emprende una obra pública de envergadura se suele construir una maqueta que muestre el proyecto que se está construyendo y se expone en un lugar visible para que todos puedan ver cómo va a ser el final: al mirarla, contemplamos e imaginamos la obra ya terminada. La Iglesia nos pone hoy ante una “maqueta” que nos muestra el resultado final de la obra de Dios en la mujer que no opuso ninguna resistencia a su acción: “Hágase en mí…”, dijo María, la mujer de la Nueva Creación, acogiendo sobre ella la presencia del mismo Espíritu que “se cernía sobre la faz de las aguas” (Gen 1,2) en la mañana de la primera creación.

El fruto de la nueva Tierra

Cuando Moisés no sabía cómo convencer a un pueblo cansado, escéptico y desmotivado para entrar en la tierra de la promesa, envió exploradores a Canaan que volvieron cargados con gigantescos racimos de uvas dulces, frescas y apetitosas: ¡Estos son los frutos de la tierra hacia la que nos dirigimos!”, dijo Moisés al mostrárselos a los israelitas (Num 13). Algo así hace la Iglesia cuando nos presenta la Asunción de María, como si nos dijera: “Mirad las primicias de la humanidad nueva, ella es el fruto ya granado de la Tierra hacia la que nos dirigimos. Dichosos vosotros por haber recibido la buena noticia del campo donde echa sus raíces el Árbol de la Vida que produce semejante fruto, compartid con otros ese secreto a voces, ese sabor del vino que llena de alegría”. La existencia ya glorificada de María y su alegría, son los únicos instrumentos de que dispone para decirnos: “Es una tierra que mana leche y miel. Vale la pena subir a conocerla”.

La casa preparada

Me voy a prepararos lugar, decía Jesús, y cuando vaya y os prepara el lugar, vendré de nuevo a llevaros a mi casa para que donde yo esté, estéis también vosotros (Jn 14, 2-3).

María, la primera en llegar a la Casa, toma parte con su Hijo en la tarea de preparar ese lugar para que un día, donde ella esté, estemos también nosotros. Ella nos espera “a mesa puesta” en ese banquete del que le gustaba hablar a su Hijo.

La meta alcanzada

La imagen es de Pablo en su carta a los Filipenses: Hermanos, yo no lo he alcanzado aún, ni he llegado ya a ser perfecto, sino que continúo mi carrera a fin de poder alcanzar a aquel por quien yo mismo fui alcanzado, Cristo Jesús. (Fil 3,12). El evangelio nos presenta a María desde el comienzo “caminando deprisa” desde Nazaret de Galilea a la sierra de Judea para llegar a casa de su prima Isabel y en aquella primera “meta” de su carrera, recibió de labios de Isabel la primera bienaventuranza: “Dichosa tú que has creído…”. Y aquello no fue sino un anticipo de la felicitación que iba a recibir en el final definitivo de su trayectoria. Toda la vida de María consistió en dirigirse apasionadamente hacia esa meta definitiva que no podía ser otra cosa que su propio Hijo. Como cuando llega la primavera y el ánade salvaje emprende el vuelo de retorno y nada puede detener su impulso ascensional.

Dolores Aleixandre

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María nos ha hecho descubrir lo femenino de Dios.

Jueves, 17 de agosto de 2017
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SONY DSC Lc 1, 39-56 LA ASUNCIÓN

No debemos caer en el error de considerar a María como una entidad paralela a Dios, sino como un escalón que nos facilita el acceso a Él. El cacao mental que tenemos sobre María, se debe a que no hemos sido capaces de distinguir en ella dos aspectos: uno la figura histórica, la mujer que vivió en un lugar y tiempo determinado y que fue la madre de Jesús; otro la figura simbólica, mitológica que hemos ido creando a través de los siglos, siguiendo los mitos ancestrales de la Diosa Madre y la Madre Virgen. Las dos figuras han sido y siguen siendo importantes para nosotros, pero no debemos mezclarlas.

De María real, con garantías de historici­dad no podemos decir casi nada. Los mismos evangelios son extremadamente parcos en hablar de ella. Una vez más debemos recordar que para aquella sociedad la mujer no contaba. Podemos estar completamente seguros de que Jesús tuvo una madre y además, de ella dependió totalmente su educación durante los once o doce primeros años de su vida. El padre en la sociedad judía del aquel tiempo, se desentendía totalmente de los niños. Solo a los 12 ó 13 años, los tomaban por su cuenta para enseñarles a ser hombres, hasta entonces se consideraban un estorbo.

De lo que el subconsciente colectivo ha proyectado sobre María, podíamos estar hablando semanas. Solemos caer en la trampa de equiparar mito con mentira. Los mitos son maneras de expresar verdades a las que no podemos llegar por vía racional. Suelen ser intuiciones que están más allá de la lógica, que son percibidas desde lo hondo del ser. Los mitos han sido utilizados en todos los tiempos, y son formas muy valiosas de aproximarse a las realidades más misteriosas y profundas que afectan a los seres humanos.

En una sociedad machista, en la que Dios es signo de poder y autoridad, el subconsciente ha encontrado la manera de hablar de lo femenino de Dios a través de una figura humana, María. No se puede prescindir de la imagen de lo femenino si queremos llegar a los entresijos de la divini­dad. Hay aspectos de Dios, que solo a través de las categorías femeninas podemos expresar. Claro que llamar a Dios Padre o Madre, son solo metáforas para poder expresarnos. Usando solo una de las dos, la idea de Dios queda falsificada.

Durante milenios, se ha utilizado la idea de Dios Padre, de una manera machista para identificar al varón con Dios y de ese modo creerse el detentador del poder con relación a la mujer. Esto sigue pasando hoy día a todos los niveles, y no tenemos más remedio que denunciarlo como una tergiversación de la idea de Dios y una devaluación de todo lo femenino, incluida la parte de feminidad que existe en cada ser humano masculino.

La idea de la Madre Virgen es un mito ancestral que no tiene en absoluto connotaciones sexuales. Se trata de la Madre primordial que no necesita concurrencia de nadie para producir la vida. Seguramente la “Madre”, origen de todo lo que existe, fue la primera idea de divinidad que surgió entre los humanos. Un Dios Padre hace la creación. Un Dios Madre da a luz, procrea. La diferencia entre estos conceptos es enorme. El Padre puede desentenderse de lo creado. La Madre seguirá pendiente de lo que ha nacido de ella.

El hecho de que la Asunción sea una de las fiestas más populares de nuestra religión no garantiza que se haya entendido correctamente. Todo lo que se refiere a María tiene que ser tamizado por un poco de sentido común, que ha faltado a la hora de colocarle toda clase de capisayos que la desfiguran hasta hacerla incapaz de ser expresión de lo divino. La imagen mitológica de María será positiva, mientras no distorsione su figura, alejándola tanto de la realidad, que la convierte en inservible para acercarnos a lo divino.

La Asunción de María fue durante muchos años una verdad de fe aceptada por el pueblo sencillo. Solo a mediados del siglo pasado, se proclamó como dogma de fe. Es curioso que, como todos los dogmas, se defina en momentos de dificultad para la Iglesia, con el ánimo de apuntalar los privilegios que la sociedad le estaba arrebatando.

Hay que tener en cuenta que una cosa es la verdad que se quiere definir y otra muy distinta la formulación en que se mete esa verdad. Ni Jesús, ni María, ni ninguno de los que vivieron en su tiempo, hubieran entendido nada de esa definición. Sencillamente porque está hecha desde una filosofía completamente ajena a su manera de pensar. Para ellos el ser humano no es un compuesto de cuerpo y alma, sino una única realidad que se puede percibir bajo diversos aspectos, pero sin perder nunca su unidad.

No podemos entender literalmente el dogma. Pensar que un ser físico, María, que se encuentra en un lugar, la tierra, es trasladado localmente a otro lugar, el cielo, no tiene ni pies ni cabeza. Hace unos años se le ocurrió decir al Papa Juan Pablo II que el cielo no era un lugar, sino un estado. Pero me temo que la inmensa mayoría de los cristianos no ha aceptado la explicación, aunque nunca la doctrina oficial había dicho tal cosa.

Cuando el dogma habla de “en cuerpo y alma”, no debemos entenderlo como lo material o biológico por una parte, y lo espiritual por otra. El hilemorfismo, mal entendido, nos ha jugado un mala pasada. Los conceptos griegos de materia y forma, son ambos conceptos metafísicos. El dogma no afirma que el cuerpo biológico de María está en alguna parte, sino que todo el ser de María ha llegado a identificarse con Dios.

Cuando nos dicen que fue un privilegio, porque los demás serán llevados de la misma manera al cielo, pero después del juicio final, ¿De qué están hablando? Para los que han terminado el curso de esta vida, no hay tiempo. Todos los que han muerto están en la eternidad, que no es tiempo acumulado, sino un instante. Concebir el más allá, como si fuera continuación del más acá, nos ha metido en un callejón sin salida; y parece que muchos se encuentran muy a gusto en él. Del más allá no sabemos nada.

El dogma es un intento de proponer que la salvación de María fue absoluta y total, es decir, que alcanzó su plenitud. Esa plenitud solo puede consistir en una identificación con Dios. Como en el caso de la ascensión, se trata de un cambio de estado. María ha terminado el ciclo de su vida terrena y ha llegado a su plenitud, no a base de añadidos externos sino por un proceso interno de identificación. En esa identificación con Dios no cabe más. Ha llegado al límite de las posibilidades. Esa meta es la que nos espera. En lenguaje bíblico “cielos” significa el ámbito de lo divino. María está ya en “el cielo”.

Los relatos de la infancia son teología. No tiene sentido entenderlos literalmente. Inspirándose en el AT, Lc nos traza los rasgos fundamentales de lo que descubrieron en Jesús los primeros cristianos. Lo que afirma de Jesús, es lo que pensaban de él cuando ya había desarrollado su actividad. María, una vez concebido Jesús, se convierte en cristiana. Va a ayudar a su prima que la necesitaba. Lo que sucede entre Jesús y Juan en el vientre de sus madres, pretende dejar claro que Jesús es más que Juan.

Meditación

El Magníficat: resumen de las aspiraciones de un pueblo.
Este cántico pone en boca de María estos sentimientos
y nos invita a desarrollarlos interiormente.
Su mejor obra la desplegó Dios en María, al decir “Fiat”.
La seguirá desplegando en cada uno de nosotros,
En la medida que sepamos estar, como ella, disponibles.

Fray Marcos

Fuente Fe Adulta

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Martes 15 de Agosto de 2014. La Asunción

Martes, 15 de agosto de 2017
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SSCC DelegacioPlata7

1ª LECTURA

Apocalipsis 11,19a;12,1.3-6a.10ab

Una mujer vestida del sol, la luna por pedestal

Se abrió en el cielo el santuario de Dios y en su santuario apareció el arca de la alianza. Después apareció una figura portentosa en el cielo: Una mujer vestida de sol, la luna por pedestal, coronada con doce estrellas. Apareció otra señal en el cielo: Un enorme dragón rojo, con siete cabezas y diez cuernos y siete diademas en las cabezas. Con la cola barrió del cielo un tercio de las estrellas, arrojándolas a la tierra. El dragón estaba enfrente de la mujer que iba a dar luz, dispuesto a tragarse el niño en cuanto naciera. Dio a luz un varón, destinado a gobernar con vara de hierro a los pueblos. Arrebataron al niño y lo llevaron junto al trono de Dios. La mujer huyó al desierto, donde tiene un lugar reservado por Dios. Se oyó una gran voz en el cielo:

-“Ahora se estableció la salud y el poderío, y el reinado de nuestro Dios, y la potestad de su Cristo.”

Salmo responsorial: 44

De pie a tu derecha está la reina, enjoyada con oro de Ofir.

Hijas de reyes salen a tu encuentro,

de pie a tu derecha está la reina,

enjoyada con oro de Ofir. R.

Escucha, hija, mira: inclina el oído,

olvida tu pueblo y la casa paterna;

prendado está el rey de tu belleza:

póstrate ante él, que él es tu Señor. R.

Las traen entre alegría y algazara,

van entrando en el palacio real. R.

2ª LECTURA

1Corintios 15,20-27a

Primero Cristo como primicia; después todos los que son de Cristo

Hermanos:

Cristo resucitó de entre los muertos: el primero de todos. Si por un hombre vino la muerte, por un hombre ha venido la resurrección. Si por Adán murieron todos, por Cristo todos volverán a la vida. Pero cada uno en su puesto: primero Cristo, como primicia; después, cuando él vuelva, todos los que son de Cristo; después los últimos, cuando Cristo devuelva a Dios Padre su reino, una vez aniquilado todo principado, poder y fuerza.

Cristo tiene que reinar hasta que Dios haga de sus enemigos estrado de sus pies. El último enemigo aniquilado será la muerte. Porque Dios ha sometido todo bajo sus pies.

EVANGELIO

Lucas 1,39-56

El Poderoso ha hecho obras grandes por mí; enaltece a los humildes

En aquellos días, María se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías y saludo a Isabel. En cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y dijo a voz en grito:

“¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Dichosa tú, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá.”

María dijo:

“Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos. Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia -como lo había prometido a nuestros padres- en favor de Abrahán y su descendencia para siempre.”

María se quedó con Isabel unos tres meses y después volvió a su casa.

*

Homilía de Monseñor Romero sobre los textos litúrgicos de hoy (15 de Agosto de 1977)

***

SU CUMPLEAÑOS

… todo este gesto tan amable de su presencia y sobre todo de su oración, por este servidor de ustedes, a quien abruma este cariño del pueblo y por el cual estoy dispuesto a seguir dando los años que el Señor me conceda. Y considero como un bello regalo de cumpleaños, que la Iglesia misma se hace, este nuevo diácono que vamos a ordenar.

LA ASUNCIÓN DE MARIA

Y en el ambiente del misterio que celebramos hoy, cómo recobra encanto toda esa fiesta de la Arquidiócesis en su Catedral. La asunción en cuerpo y alma de la Virgen al cielo no es una opinión piadosa. Es un dogma de fe, el dogma diríamos, de moda, el más reciente. Fue al clausurar el año de 1950 aquel gran Año Santo, que llevaba a Roma muchedumbres y que recibía aquel gran Pontífice que fue Pío XII. Durante esos años, se hizo una consulta muy interesante a todos los obispos del Mundo: ¿Cómo estaba en el pueblo la creencia de esta verdad, de que María ha sido llevada en cuerpo y alma al cielo? Al mismo tiempo que recogía la tradición de la liturgia, de la teología, y todo lo profundo que la Iglesia tiene en sus estudios, pudo tener la seguridad, el 1º de noviembre de aquél Año Santo, de proclamar como dogma de fe, y que por tanto es obligatorio creerlo todos los católicos, que María, después de terminar su curso mortal en la tierra, fue asunta, como recogida por Dios, en cuerpo y alma. Podemos decir, hermanos, porque una verdad que corresponde a los orígenes de nuestro cristianismo, a los orígenes del mismo Cristo, apenas en nuestro tiempo se proclama dogma de fe, no es que el Papa Pío XII inventó que María ha sido llevada en cuerpo y alma, como si hubiera inventado esa verdad hoy en 1950. Los dogmas no los hace el Papa. El Papa lo que hace es poner el sello de su autoridad, de su magisterio, para darle seguridad al pueblo de que esa verdad está contenida en la divina revelación. Y lo creemos no sólo porque lo dice el Santo Padre, sino sobre todo porque lo ha dicho Dios y lo ha revelado en la Sagrada Biblia y en la tradición viviente de la Iglesia. Leer más…

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“Seguidora fiel de Jesús”. Asunción de María – A (Lucas 1,39-56)

Martes, 15 de agosto de 2017
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20-Asunción-385x1024Los evangelistas presentan a la Virgen con rasgos que pueden reavivar nuestra devoción a María, la Madre de Jesús. Su visión nos ayuda a amarla, meditarla, imitarla, rezarla y confiar en ella con espíritu nuevo y más evangélico.

María es la gran creyente. La primera seguidora de Jesús. La mujer que sabe meditar en su corazón los hechos y las palabras de su Hijo. La profetisa que canta al Dios, salvador de los pobres, anunciado por él. La madre fiel que permanece junto a su Hijo perseguido, condenado y ejecutado en la cruz. Testigo de Cristo resucitado, que acoge junto a los discípulos al Espíritu que acompañará siempre a la Iglesia de Jesús.

Lucas, por su parte, nos invita a hacer nuestro el canto de María, para dejarnos guiar por su espíritu hacia Jesús, pues en el «Magníficat» brilla en todo su esplendor la fe de María y su identificación maternal con su Hijo Jesús.

María comienza proclamando la grandeza de Dios: «mi espíritu se alegra en Dios, mi salvador, porque ha mirado la humillación de su esclava». María es feliz porque Dios ha puesto su mirada en su pequeñez. Así es Dios con los sencillos. María lo canta con el mismo gozo con que bendice Jesús al Padre, porque se oculta a «sabios y entendidos» y se revela a «los sencillos». La fe de María en el Dios de los pequeños nos hace sintonizar con Jesús.

María proclama al Dios «Poderoso» porque «su misericordia llega a sus fieles de generación en generación». Dios pone su poder al servicio de la compasión. Su misericordia acompaña a todas las generaciones. Lo mismo predica Jesús: Dios es misericordioso con todos. Por eso dice a sus discípulos de todos los tiempos: «sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso». Desde su corazón de madre, María capta como nadie la ternura de Dios Padre y Madre, y nos introduce en el núcleo del mensaje de Jesús: Dios es amor compasivo.

María proclama también al Dios de los pobres porque «derriba del trono a los poderosos» y los deja sin poder para seguir oprimiendo; por el contrario, «enaltece a los humildes» para que recobren su dignidad. A los ricos les reclama lo robado a los pobres y «los despide vacíos»; por el contrario, a los hambrientos «los colma de bienes» para que disfruten de una vida más humana. Lo mismo gritaba Jesús: «los últimos serán los primeros». María nos lleva a acoger la Buena Noticia de Jesús: Dios es de los pobres.

María nos enseña como nadie a seguir a Jesús, anunciando al Dios de la compasión, trabajando por un mundo más fraterno y confiando en el Padre de los pequeños.

José Antonio Pagola

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15. 8. 17. Ascensión al cielo, encarnación en la historia: Dorothy Day

Martes, 15 de agosto de 2017
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20526068_838079009702626_4461301964745255976_nDel blog de Xabier Pikaza:

Celebramos hoy la fiesta de la Ascensión/Asunción de María, Madre de Jesús, al cielo, y muchos han pensado que se trata de una salida, de una especie de abandono.

Ella, la Santa Virgen, deja de la tierra, supera la lucha y dolor de la historia, y sube radiante al cielo azul de la pura belleza, de la absoluta transparencia. Así la hemos pintado y sentido muchas veces.

Pero he recibido hace unos días esta foto de Dorothy Day, defendiendo la paz y la justicia social, en medio de unos duros defensores de un tipo de orden de la tierra. Ciertamente, ella ha subido al cielo, pero lo ha hecho “bajando” a la historia de la lucha social, de la batalla más dura por la vida, precisamente en USA, territorio duro de riqueza a injusticia.

Dorothy Day es para mí el símbolo mayor de la Iglesia Católica de Estados Unidos, como ha recordado el Papa Francisco, una Iglesia que a veces parece vendida a la mamona, pero que tiene en sus raíces un fuerte testimonio de servicio a favor de los necesitados.

En medio de sus debilidades y problemas, esa iglesia sigue siendo una comunidad ejemplar de creyentes que pueden ofrecer y ofrecerán una semilla de evangelio y esperanza en este mundo cambiante y paradójico en el que viven.

En ese contexto he querido recordar unidas a María de Nazaret y a Dorothy Day, este día de la Ascensión:

inmarubensa) Porque María subíó al cielo, pero subió diciendo que “Dios derriba del trono a los potentados, y eleva a los oprimidos, colma de bienes a los hambrientos y a los ricos los despide vacíos…” (Lc 1). Sube bajando a la injusticia de la historia, sube protestando contra la opresión, sube afimándo el derecho de los pobres, sube pisando a la serpiente (queriendo destruis, con Dios, por Jesús, los poderes de injusticia de la historia.

b) Por su parte Dorothy Day ha bajado al infierno de la injusticia, desde una vida dura de periodista, mujer engañada, madre frustrada…, símbolo de las grandes luchadoras feministas o, mejor decir, humanas del siglo XX, al servicio de los obreros con trabajo y especialmente de los obreros sin trabajo en tiempos de la Gran Depresión

Ha bajado para convertir el infierno USA de los años 30-40 en camino de cielo. Su vida ha sido una Ascensión… en manos de Dios, como la de María, una Asunción: Por Dios en Cristo ha querido subir hasta el cielo de la vida a los pobres del mundo. Por eso quiero recordarla hoy, día de María de Nazaret, su amiga, en medio de tantas diferencias que no son para separar, sino para unir.

D. Day. Algunos aspectos de su vida.

imagesEntre las figuras de esa Iglesia recuerdo hoy como he dicho Dorothy Day (1897-1980), cofundadora del Catholic Worker Movement (Movimiento de trabajadores católicos), activista ejemplar al servicio de la Justicia social, en contra de la violencia de un capitalismo financiero que destruye a los pobres y de un militarismo vinculado al capital que impone su terror a las naciones.

Recojo algunos temas de su vida partiendo de la obra de D. G. GROODY, Globalización, espiritualidad y justicia, Verbo divino, Estella 2009, que yo mismo traduce al castellano. Los recojo en este día de Ascensión/Asunción de María al cielo, con la Cebolla de Dios, al servicio de todos los oprimidos.

En diciembre del 1932, mientras trabajaba como periodista autónoma (freelance) en Washington DC, cubriendo para la prensa una marcha de hambre, organizada por los comunistas, pudo ver que muchos “cumplidores religiosos cómodos” prestaban poca atención la miseria de los necesitados y al gemino de los pobres. Tras la marcha, habiendo compartido el hambre de miles de obreros que habían perdido su dignidad y su trabajo, fue al Santuario del Inmaculado Corazón, en Washington, y se hincó de rodillas en la cripta. Recordando ese momento, ella escribió:

“Allí elevé una oración especial, una oración que nació con lágrimas y con angustia y que, de alguna manera, me impulsaría a utilizar el talento que tengo a favor de mis compañeros trabajadores, a favor de los pobres” .

Cuando volvió a casa, en un encuentro que ella interpretó más tarde como una respuesta a sus oraciones, Dorothy Day encontró, esperándole a la puerta, a un hombre brillante, apasionado, aunque tosco, llamado Peter Maurin . Él empezó a compartir con ella una gran visión, que vendría a expresarse más tarde en el Movimiento Obrero Católico, siguiendo un programa en tres puntos, que se resumían así:

Buscar la verdad, a través de discusiones en mesa redonda para “clarificar” el pensamiento, para conocer por experiencia la verdad, en un mundo dominado por una información al servicio del poder.

Crear casas de Hospitalidad, para la práctica de obras de misericordia, centradas en la acogida a los que carecían de familia,de grupo social, de pueblo.

. (3) Promover universidades agrónomicas, o mejor dicho: comunas agrarias donde “los obreros pueden volverse estudiantes y los estudiantes pueden volverse obreros”, en una línea abierta a los ideales del socialismo.

Dorothy Day quiso que la la Iglesia fuera consecuente, que descubriera en la práctica el potencia de su enseñanza social, que podía ser muy hermosa, pero que quedaba en meros principios , en proclamas sin contenido, en palabras sin carne.

Así decía Peter Maurin, compañero y amigo de D. Day, cofundador con ella del movimiento de los trabajadores cristianos:

Si la Iglesia Católica no es en la actualidad la fuerza dinámica dominante de la sociedad, ello se debe al hecho de que los estudiosos católicos han tomado la dinamita de la Iglesia, la han envuelto en una hermosa fraseología, la han colocado en un container hermético y se han sentado sobre la tapadera. Ha llegado el tiempo de abrir la tapadera, a fin de que la Iglesia Católica pueda volverse de nuevo la fuerza dominante de la dinámica social
(Peter Maurin, Easy Essays, Franciscan Herald Press, Chicago 1977).

D. Day. La metáfora fundamental de la vieja y la cebolla

D. Day se sintió impresionada por la historia la historia de la vieja y la cebolla que contaba Grushenka en los Hermanos Karamazov de Dostoyevsky:

Había una vez una vieja asquerosa y horrible, muy mala. Cuando murió, se vio que no había dejado tras ella ni siquiera una obra buena. Lógicamente, los demonios se apoderaron de ella y la arrojaron al lago de fuego. Mientras tanto, su ángel de la guarda se mantuvo firme, tratando de pensar en alguna obra buena que ella hubiera cumplido, a fin de presentarla ante Dios, de manera que así se pudiera salvar.

Después de un tiempo, el ángel logro recordar y le dijo a Dios: “Una vez, ella arrancó una cebolla de su huerto y se la dio a una mendiga”. Entonces, Dios le dijo al ángel: “Toma la cebolla, colócate con ella sobre el fuego, haz que la mujer la agarre e intenta sacarla de allí. Si ella se agarra y logra salir, haz que entre en el cielo; pero, si la cebolla se rompe, esa mujer deberá quedarse donde estaba.”. El ángel corrió hasta donde estaba la mujer, le ofreció la cebolla y le dijo que se agarrara a ella con fuerza, bien firme.

Entonces, el ángel comenzó a empujar cuidadosamente, de manera que la mujer estaba ya casi totalmente fuera del lago de fuego; pues bien, cuando otros pecadores vieron cómo ella estaba siendo empujada hacia fuera, se agarraron a ella con toda fuerza, a fin de que también ellos pudieran salir de las llamas. Pero cuando ella les vio, entonces, aquella mujer malvada, horrible, empezó a darles patadas diciendo: “Soy yo la que estoy siendo sacada de aquí, no vosotros; la cebolla es mía, no es vuestra”.

Pero tan pronto como ella dijo eso la cebolla se rompió y la mujer cayó de nuevo en el lago de fuego, donde ella se sigue quemando, hasta el día de hoy. Y el ángel de la guarda empezó a llorar y se alejó de allí (Historia incluída en F. Dostoyevsky, Los Hermanos Karamazov, en Obras Completas III, Aguilar, Madrid 1964].

D. Day quiso ser la “mujer de la cebolla para todos”, siguiendo en la línea del mensaje de las obras de misericordia (Mt 25, 31-46). Ella había descubierto la misericordia y el perdón de Dios en su vida, y quiso ofrecer su cebolla de salvación a todos. Así quiso:

Dar de comer al hambriento, dar de beber al sediento, ofrecer un cobijo al que no tiene casa, acoger a los perdidos y visitar a los encarcelados. Esto era para ella el evangelio.

Desde ese fondo quiso desarrollar en USA un cristianismo social, muy centrado en la piedad interior, muy abierto al compromiso a favor de los más pobres, un cristianismo de la cebolla.

Uno de sus grandes legados fue el Movimiento Obrero Católico. La primera Casa de Hospitalidad se fundo en 1933 y todavía existen en la actualidad más de cien tipo de casas de como esas, con Comunidades de Obreros Católicos en treinta y dos estados de Estados Unidos y en ocho países extranjeros.

Dorothy Day fue también inspiradora de movimientos de paz y fundó grupos tales como la Pax Christi, la Catholic Peace Fellowship (Hermandad Católica de la paz) y la Association of Catholic Trade Unionists (Asociación de sindicalistas católicos). Su amor a la Escrituras, su solidaridad con los pobres, su testimonio profético a favor de la paz y de la no violencia, sus devociones religiosas diarias y su amor por la eucaristía pueden significar un principio de renovación profunda de la Iglesia en USA

Iglesia USA. La vieja mala y el compromiso social de la cebolla

He querido presentar a D. Day como símbolo de los riesgos y valores de la Iglesia USA, a la que presento como “iglesia de la cebolla”. Ciertamente, tiene aspecto negativos (como la vieja de la parábola de Dostoiewsky), pero es evidente que “ha dado” y quiere seguir dando la cebolla, a favor de todos los necesitados, en un gesto impresionante de solidaridad con los más pobres y de apertura ecuménica a todos

Es una iglesia con “maldades y problemas” (entre los que he citado el escándalo de algunos miembros de su clero…), pero es una iglesia que ha dado muchísimas cebollas. Es una Iglesia que, a pesar de hallarse vinculada al capitalismo mundial, tiene una visión fuerte de las exigencias de la solidaridad.

Ciertamente, hay muchos males en USA y somos muchos los que acusamos a la política y al capitalismo de las grandes multinacionales, centras den Estados Unidos de los grandes males del mundo…

Ciertamente, ha existido en USA un clero católico prepotente, con problemas de tipo económico y sexual (incluso con un riesgo de pederastia del clero). Pero, al lado de eso han existido y existen ejemplos admirables de compromiso cristianos, como el de D. Day, y por eso he querido recordarla este día.

Posiblemente, ella será beatificada y canonizada en los próximos años, a pesar (o precisamente) por sus “pecados” de juventud y por su conversión posterior. Pero no sé si necesita ser beatificada… Yo la recuerdo así, como ha sido, como es.

Fue activista social, no escritora. Pero algunos de sus libros merecen ser leídos todavía, tanto desde una perspectiva más comprometida o mas tradicional de la Iglesia:

La larga soledad: autobiografía. Sal Terrae. 2000. ISBN 9788429313598.
Panes y peces. Sal Terrae. 2002. ISBN 9788429314304.
Mi conversión: De Union Square a Roma. Ediciones Rialp. 2014

El Papa Francisco la ha citado como ejemplo. Su vida ha sido una simiente de gracia y esperanza para muchos.

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Cuatro imágenes para la Asunción.

Martes, 15 de agosto de 2017
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d48ed900e79fa9547169c26138b4cd8d_xlDe las cosas de Dios (como de tantas cosas humanas…) sólo podemos hablar con lenguaje simbólico que, más que definir y fijar, evoca y pro-voca nuestra mirada en una determinada dirección; son como una vidriera que nos cuenta algo de la luz que brilla detrás de ella. Las imágenes que siguen nos acercan a María en la fiesta de su Asunción:

La maqueta

Cuando se emprende una obra pública de envergadura se suele construir una maqueta que muestre el proyecto que se está construyendo y se expone en un lugar visible para que todos puedan ver cómo va a ser el final y “disculpen las molestias” e inconvenientes que la construcción va a traer consigo. Al mirarla, contemplamos e imaginamos la obra ya terminada. La fiesta de la Asunción de María nos pone ante una “maqueta” que nos muestra el resultado final de la obra de Dios en la mujer que no opuso ninguna resistencia a su acción. Si a todos nos gusta terminar las cosas que empezamos, podemos pensar que a Dios le ocurrirá lo mismo y no dejará fácilmente a medias la obra comenzada.

El fruto de la nueva Tierra

Cuando Moisés no sabía cómo convencer a un pueblo cansado, escéptico y desmotivado para entrar en la tierra de la promesa, se le ocurrió una estrategia fantástica: envió exploradores a Canaan que volvieron cargados con gigantescos racimos de uvas dulces, frescas y apetitosas: ¡Estos son los frutos de la tierra hacia la que nos dirigimos!”, dijo Moisés al mostrárselos a los israelitas (Num 13). Algo así hace la Iglesia cuando nos presenta la Asunción de María, como si nos dijera: “Mirad las primicias de la humanidad nueva, ella es el fruto ya granado de la Tierra hacia la que nos dirigimos. Dichosos vosotros por haber recibido la buena noticia del campo donde echa sus raíces el Árbol de la Vida que produce semejante fruto, compartid con otros ese secreto a voces, ese sabor del vino que llena de alegría”.

La existencia ya glorificada de María y su alegría, son los únicos instrumentos de que dispone para decirnos: “Es una tierra que mana leche y miel. Vale la pena subir a conocerla”.

– La casa preparada

Me voy a prepararos lugar, decía Jesús, y cuando vaya y os prepara el lugar, vendré de nuevo a llevaros a mi casa para que donde yo esté, estéis también vosotros (Jn 14, 2-3).

Podemos pensar que María, la primera en llegar a la Casa, toma parte con su Hijo en la tarea de preparar ese lugar para que un día, donde ella esté, estemos también nosotros. La canción popular “Un día verla iré” admite también esta otra versión: “Un día allí estaré, sentado “a mesa puesta…

La meta alcanzada

La imagen es de Pablo en su carta a los Filipenses: Hermanos, yo no lo he alcanzado aún, ni he llegado ya a ser perfecto, sino que continúo mi carrera a fin de poder alcanzar a aquel por quien yo mismo fui alcanzado, Cristo Jesús. (Fil 3,12). El evangelio nos presenta a María desde el comienzo “caminando deprisa” desde Nazaret de Galilea a la sierra de Judea para llegar a casa de su prima Isabel y en aquella primera “meta” de su carrera, recibió de labios de Isabel la primera bienaventuranza: “Dichosa tú que has creído…”. Aquello no fue sino un anticipo de la felicitación que iba a recibir en el final definitivo de su trayectoria. Toda la vida de María consistió en dirigirse apasionadamente hacia esa meta definitiva que no podía ser otra cosa que su propio Hijo. Como cuando llega la primavera y el ánade salvaje emprende el vuelo de retorno y nada puede detener su impulso ascensional.

Dolores Aleixandre

Fuente Fe Adulta

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