Asunción (II), vestida de Sol (Ap 12), Virgen de Guadalupe (México)
Del blog de Xabier Pikaza:
“Y apareció una señal grande en el cielo: Una Mujer, revestida del sol, con la luna bajos sus pies”
Presenté ayer las cuatro mujeres del Apocalipsis, insistiendo en su importancia para situar la Asunción, con la simbología femenina del cristianismo, vinculando Ap 12 con la Asunción y Guadalupe
Ap 12, 1-6 (y el Apocalipsis en conjunto) expone el drama escatológico, representado en la Mujer-Madre celeste y en su lucha contra el Dragón que intenta devorar a su Hijo, sus hijos, que son la Humanidad entera. Esa Mujer Celeste padece en el mundo, perseguida por el Dragón y amenazada por la Prostituta Sangrienta, pero al final vence y se revela como Novia del Cordero, celebrando las Fiestas de la Humanidad reconciliada (Ap 21-22). Así comienza el drama:
“Y apareció una señal grande en el cielo: Una Mujer, revestida del sol, con la luna bajos sus pies y en su cabeza una corona de doce estrellas; y estaba encinta y gritaba en dolores de parto, torturada por dar a luz.
Y apareció otra señal en el cielo y era esta: un Dragón rojo, grande, con siete cabezas y diez cuernos y sobre sus cabezas siete diademas;y su cola arrastró un tercio de los astros del cielo y los arrojó sobre la tierra.
Y el Dragón se colocó delante de la Mujer que debía dar a luz, a fin de devorar al a su Hijo (tekton) cuando lo alumbrara. Pero ella dio a luz un Hijo (huion) Varón, que debe pastorear a todos los pueblos con vara de hierro. Y su Hijo fue raptado hacia Dios y hacia su Trono y la Mujer huyó al desierto, donde tiene un lugar preparado por Dios, y allí la alimentan mil doscientos sesenta días” (Ap 12, 1-6)[1].[2].
El drama aquí anunciado se despliega a lo largo del Apocalipsis, como seguiré indicando… En ese contexto se sitúa y desde ese fondo se entiende la “mariofanía” más significativa de la iglesia católica en los tiempos modernos: La “Revelación” de la Virgen de Guadalupe (México), el año 1531.
La “conquista” española había sido traumática;la gran cultura náhuatl del altiplano estaba desapareciendo, por derrota militar, pandemia sanitaria, sometimiento político y cansancio vital. Pero, de un modo sorprendente, a partir del 1531, muchos “indígenas” empezaron a revivir, “pactando” cultural y religiosamente con los “invasores” cristianos, re-descubriendo en la Virgen-Madre de Ap 12, 1-6a su antigua Diosa-Madre, Tonancin, reina de los cielos.
Éste es el “milagro” del renacimiento americano, que se entiende desde Ap 12 y la religión pre-cristiana de México, que era muy valiosa en sí misma y que muchos hispanos e indígenas tomaron como Antiguo Testamento de Cristo, con el título, por otra parte muy significativo, deVirgen de Guadalupe (Extremadura, España).
Introducción:
- En el lugar donde se hallaba el Sol-Guerrero amenazado de muerte vino a colocarse el Señor Jesús que muere en verdad por los hombres, sin más necesidad de sangre y sacrificios humano.
- – En el hueco de la antigua Tonancin, Señora de la dualidad, Diosa del cielo, vestida de sol, con manto de estrella de la noche y la luna bajo sus pies, pudo situarse ya María, con el título antiguo y nuevo de Virgen de Guadalupe.
Esta Virgen-Madre, que vincula en una misma fe a cristianos españoles e indígenas “convertidos”, contiene muchos rasgos y motivos nuevos, vinculados al anuncio del evangelio y a la experiencia religiosa de los náhuatl, de manera que en un sentido puede hablarse de una ruptura traumática en relación con la experiencia religioso anterior de los aztecas.
Pero en otro plano es claro que los españoles ofrecieron a los indígenas también antes oprimidos del altiplano la posibilidad de recuperar elementos de sus raíces culturales: el Señor Jesús, muerto por ellos, como auténtico Sol que ya no exige sacrificios humanos, les permite reconciliarse con la Madre Tonancin, que los aztecas habían reprimido bajo su imperio militar violento.
RECUERDO ACADÉMICO. UNA TESIS DOCTORAL PENDIENTE
El año 1994 vino a inscribir, escribir y defender su tesis doctoral el Lcdo. P. Ch, que era por entonces profesor de Biblia en un importante teologado americano (omito su nombre por respeto a su tarea de formador y dirigente de Iglesia).
P. Ch. era ya un pensador y profesor experto, y tenía el trabajo doctoral bien avanzado, por lo que pudimos ajustar pronto el tema y articular su desarrollo. Se titularía El Apocalipsis y la Virgen de Guadalupe y constaría de tres partes:
- La Mujer-Madre vestida de Sol (Ap 12). Partíamos del supuesto de que en el fondo de la Virgen de Guadalupe estaba la figura de la Mujer del Apocalipsis, con su trasfondo universal (pagano), su novedad israelita (bíblica) y su desarrollo posterior cristiano, tal como aparece en la mariología hispana (europea) de la Edad Media, representada de un modo especial por la Virgen Madre de Guadalupe (Extremadura), negra de color y vinculada a la victoria cristiana (hispana) contra los enemigos diabólicos, representados por los enemigos de los cristianos españoles.
- La Mujer-Diosa Tonancin, figura principal de la religión y cultura náhuatl, en parte oprimida y relegada por el Dios-Sol azteca. Nos daba la impresión de que la eclosión del culto de la Virgen de Guadalupe representaba, desde el año 1531, el triunfo del sustrato materno de la Tonancin/Diosa Madre no sólo sobre el sol guerrero azteca, sino sobre un tipo de religión conquistadora hispana. Se podría hablar, incluso, con cierto humor, de una “revancha” de la Diosa, tendiendo un puente entre el símbolo de Ap 12 y la religión mexicana originaria.
- Posible aplicación a la cultura, religión y vida cristiana de México, a finales del siglo XX, dentro de una perspectiva de diálogo cultural y religiosa…
Pero la tesis así concebida no pudo realizarse, por la envergadura y repercusiones eclesiales del tema y, sobre todo, por exigencias laborales de P. Ch. a quien estaban encargado importantes funciones no sólo en México, sino en la iglesia universal. Él decidió escoger otro tema bíblico-religioso más sencillo y, de acuerdo conmigo, cambió de director (le recomendé al Prof. J. Martín Velasco), y a los pocos meses defendió con gran éxito su nueva tesis en la Univ. Pontificia de Salamanca, siendo yo su censor (a finales del año 1996 o principios del 1997, tendría que mirar los archivos).
Virgen de Guadalupe, recreación “mexicana” de la Mujer de Ap 12
La tesis guadalupana de P. Ch. sigue siendo una tarea “pendiente”. No sé si, tras sus trabajos pastorales, él podría hoy culminarla. Yo conservo en alguna carpeta semi-perdida mucha documentación sobre tema: Bibliografía, comentarios del “relato” de Gudalupe, interpretaciones religioso-culturales de diverso tipo. En este contexto sólo puede recordar telegráficamente cuatro motivos:
- La Virgen de Guadalupe mexicana, tal como está representada por su imagen y su culto, recoge e interpreta sólo un motivo del Ap 12 (y del conjunto del Apocalipsis). Es Madre-Sagrada, vestida de sol, con luna bajo los pies, con manto de estrellas… Pero le falta la lucha contra el Dragón, su etapa de persecución y la Bodas finales de Ap 21-22.
- En vez de luchar o defenderse del Dragón, la Virgen de Guadalupe está en pie sobre el Ángel bueno, que representa la victoria de Dios contra el mal. Este ángel de la base de la imagen, que sostiene triunfante a la Virgen del Sol, luna y estrellas, con el Hijo Divino en sus entrañas, es el signo del triunfo de la mujer-madre (Madre de Jesús, Madre Tonancin) sobre todos los enemigos. Así aparece ella a solas, como signo cósmico y humano (femenino) de Dios. Lleva a Cristo en su entraña de mujer encinta; pero Cristo no se ve, la imagen es sólo de ella.
- Este Madre-Virgen de Guadalupe aparece de manera estática y total y representa no sólo el “paganismo” sagrado de la Gran Madre, sino la mujer celeste de la apocalíptica judía y, sobre todo, la Madre Cristiana de Jesús… Es una de las imágenes más importantes no sólo del catolicismo moderno, sino del conjunto de la cristiandad y de la cultura universal. Es una Virgen-Madre ecuménica, con rasgos paganos, judíos, cristianos, mexicanos, una Virgen-Madre del pasado, del presente y del futuro.
- Su historia no ha sido todavía plenamente escrita ni entendida. Así lo pude sentir una tarde en Nazaret, ante la imagen de Guadalupe de la Basílica superior, discutiendo acaloradamente con un judío mexicano que, creyéndose muy universal y culto, se dedicaba a criticar de forma enfermiza el signo “pagano, antijudío, antifemenino, antimoderno” de Guadalupe. Cuando terminamos la discusión, y el anti-guadalupano se fue, se me acercó otro judío, también de lengua hispana, para darme gracias por mi interpretación ecuménica de María de Nazaret, Madre de Ap 12, Tonancin de Gudalupe: “Si no aprendemos a dialogar, me dijo, destruiremos, la herencia judía, la aportación cristiana y la cultura universal representada por esta mujer”.
- No puedo desarrollar aquí el programa primitivo de la tesis de P. Ch., por falta de tiempo y de conocimiento, pero puedo y quiero situar la imagen y culto de la Virgen de Guadalupe en el contexto del Ap 12, dentro del capítulo fascinante de las metamorfosis de la mujer (mujeres) del conjunto del libro final de la Biblia. Éste es un tema que, a mi juicio, no ha sido desarrollado de manera suficiente todavía, por prevención de algunos (como el judío-mexicano ya citado), por desarrollo insuficiente de la historia, teología, culto y pastoral de fondo de la Iglesia católica de México… y por falta de recreación valiente de los símbolos cristianos. Y con esto vengo ya directamente al texto de Ap 12.
Mujer y Dragón en el cielo (Ap 12, 1-4).
Conforme a muchos mitos teogónico-cosmogónicos, al principio hay una Mujer, primer signo celeste y positivo de Dios (misterio de la vida), madre fecunda que lleva en su entraña al Hijo salvador.También el Dragón está al principio, pero no es poder activo sino re-activo, no es principio engendrador (no da de sí) sino destructor (devora lo engendrado); no quiere ni puede comer a la Mujer, pues si lo hiciera todo habría terminado: la tiniebla habría aniquilado a la luz y el Dragón quedaría para siempre en solitario, encerrado en su dinámica de muerte sin fin.
El Dragón aparece tras la mujer y de alguna forma deriva de ella: Su esencia es reactiva, como realidad envidiosa, que vive de y para matar al Hijo de la Mujer, por eso vigila y amenaza (“cuida” de algún modo) a la mujer para aprovecharse de su fruto. Mujer y Dragón parecen oponerse eternamente (una engendra, otro devora) y su oposición es la esencia de una historia en la que todo pasa (está pasando) sin que nada cambie, como indican las religiones cósmicas o de la naturaleza.
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