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¡PERDÓN! El dolor de las víctimas y sus familias es también nuestro dolor

Viernes, 21 de septiembre de 2018
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abusosReflexión de instituciones católicas sobre los escándalos de pederastia

Sentimos vergüenza cuando constatamos que nuestro estilo de vida ha desmentido y desmiente lo que recitamos con nuestra voz

Mea culpa’ de Blázquez: “Ha habido abusos sexuales, autoridad prepotente, encubrimiento”

Víctimas demandan a la Iglesia de Pensilvania para que publique los nombres de curas abusadores

Un cura guatemalteco, penado con 16 años de cárcel por violar a una menor

Cardenal Barreto: “Figari es un pervertido sexual, económico y manipulador de conciencias”

El Papa destituye “de forma inapelable” al cura chileno Cristián Precht por abusos

El obispo de Jalandar, acusado de violar a una monja, ofrece al Papa su renuncia temporal

Un grupo de instituciones católicas quiere pedir perdón a la sociedad por los escándalos de pederastia, denunciar algunos defectos de la Iglesia que han podido contribuir a ella y pedirle que estudie todas sus causas (psicológicas, sociales y estructurales), lamentando que todo el servicio humano que la Iglesia intenta aportar quede ofuscado y contaminado por esta peste de nuestra época. Ojalá que la comisión vaticana que acaba de ser convocada encuentre caminos para solucionar este drama.

Eso intenta decir el siguiente texto. Si la prisa, el verano y las inevitables dificultades de este tipo de acciones, han impedido a algunos firmar, queda siempre la posibilidad de adherirse a él (dirigiéndose a Religión Digital).

Nunca será suficiente lo que se haga para pedir perdón y reparar el daño causado… El dolor de las víctimas y sus familias es también nuestro dolor… Sentimos vergüenza cuando constatamos que nuestro estilo de vida ha desmentido y desmiente lo que recitamos con nuestra voz…, que no actuamos a tiempo reconociendo la magnitud y la gravedad del daño que se estaba causando… Es necesario que cada uno de los bautizados se sienta involucrado en la transformación eclesial y social que tanto necesitamos. (Francisco, obispo de Roma, Carta al pueblo de Dios, 20.08.2018)

I.- EL ESCÁNDALO

Quien recibe a un niño a Mí me recibe. Y quien escandalice a uno de esos pequeños, más le valdría que le colgasen en el cuello una muela de tahona y lo arrojasen en alta mar (Mt 18, 5.6).
Jesús fue de Galilea al Jordán y se presentó a Juan Bautista para ser bautizado por él (Mt 3,13)

Las líneas que siguen quieren ser una sincera y pública petición de perdón que, como cristianos, presentamos a la sociedad por el monstruoso escándalo de la pederastia clerical. Si hemos proclamado otras veces que “la iglesia somos todos” eso no puede valer solamente a la hora de participar en decisiones sino también a la hora de asumir responsabilidades por humillantes que éstas sean.

Por otro lado, como cristianos sabemos que nuestra solidaridad llega hasta el extremo de hacer nuestras de alguna manera las culpas de nuestros hermanos, como también (por ese misterio de la “comunión de Lo Santo” que confesamos en el Credo) participamos de la bondad y la fe de nuestros hermanos. Jesús de Nazaret, “el santo de Dios”, se alineó con todos los pecadores en la fila de los que buscaban ser bautizados por Juan y, a pesar de la extrañeza de éste, le obligó a bautizarle. Algo así es el sentido que quisiéramos dar a esta petición de perdón. Porque, en verdad, nos sentimos sinceramente abrumados y sucios por esos escándalos increíbles.

Pero toda petición de perdón es inane si no va acompañada, además de por el dolor, por un decidido propósito de enmienda. Eso es lo que quisiéramos ir poniendo en práctica a lo largo de estas reflexiones: ir buscando las causas y analizar los hechos para ver si es posible que estos no se repitan nunca más. Lo hacemos aun sabiendo que nos falta información, que hay muchos puntos oscuros y que quizá no conocemos todos los contextos. Por eso iremos sugiriendo también las informaciones de que disponemos y que ojalá algún día puedan ir completándose.

Un auténtico sacrilegio.

La pederastia es monstruosa por la minoría de edad de la víctima. En nuestra sociedad hipócrita, tan amiga de cacarear los derechos humanos, solo parecen tener derechos aquellos que tienen fuerza y voz para reclamarlos. Y eso es, precisamente, lo que no tienen los niños.

En un mundo que se suele caracterizar por el desprecio de los niños dado que “no son rentables”, y que ha dado lugar a aberraciones como los niños soldado o los niños esclavos (unos 180 millones hoy en día), nuestra iglesia ha contribuido a esas páginas tan negras, añadiendo la epidemia de los niños abusados. Es como para echarse a llorar y no cesar en ese llanto hasta que desaparezca el dolor de los maltratados.

Paradójicamente, es conocido que la hija pequeña de Karl Marx (Eleanor, 1855-1898), dejó escrito que su padre (“el moro” como le llamaban los hijos, tan hostil por otro lado al cristianismo) “me contó la historia del carpintero de Nazaret que fue crucificado por los poderosos. Mi padre decía que podemos perdonarle mucho al cristianismo porque nos enseñó a amar a los niños”1. El contraste entre ese testimonio y los escándalos actuales no puede sernos más desgarrador.

El crimen mayor: la ocultación.

Cuesta creer que un ser humano pueda experimentar una atracción casi irresistible por el sexo con niños. La pederastia es una enfermedad además de un pecado. No es una simple variante de la sexualidad como pretenden a veces sus defensores. En el orgasmo pleno sexual, al placer material le acompaña siempre una especie de éxtasis psicológico o espiritual que es el que le da su plenitud tan asombrosa. Cuando ese éxtasis espiritual lo constituye el amor pleno, limpio y total hacia la otra persona, la sexualidad funciona.

Cuando falta ese amor, la dimensión “espiritual” del sexo es sustituida por otros factores psicológicos como el poder, la posesividad, el desprecio y hasta el odio, los cuales degradan la relación y cumplen aquella tesis de que lo pésimo no es más que la corrupción de lo óptimo2. Cuando la sexualidad discurre por esos cauces antinaturales nunca encuentra la plena satisfacción anhelada y acaba buscándola en formas insólitas y degradadas de relación. Se cumple aquí el famoso diagnóstico del Buda: “tratar de aplacar las pasiones cediendo a ellas es como querer calmar la sed bebiendo agua salada”.

No obstante, lo más monstruoso de estos casos no está en la fragilidad y debilidad humanas que siempre son comprensibles: pues esa fragilidad justificaría una caída particular, pero nunca una hipócrita doble vida, mantenida durante años. Los autores de esas monstruosidades ¿iban a confesarse? Y si era así: ¿qué consejos recibían y qué propósito de enmienda aportaban a esa confesión? ¿Habían llegado a entenebrecer su conciencia hasta el punto de considerar normales esas aberraciones y seguir viviendo con absoluta tranquilidad?

Nuestro mundo ya conoció la tranquilidad con que los nazis juzgaban normales los campos de concentración. Eso era lo más sorprendente y eso es, también ahora, lo que más nos escandaliza de todas estas historias: el intento de haberlas mantenido ocultas durante tanto tiempo. Es increíble el episodio de aquella niña que fue a contar a un cura lo que le había ocurrido y recibió como única respuesta: “confiésate y no lo digas a nadie”.

Por eso, casi más incomprensible que la actuación de esos depravados ha sido la insensibilidad de tantos obispos y responsables a la hora de escuchar a las víctimas, la imposición de silencio y el procedimiento casi sacrílego de limitarse a trasladar al delincuente a otra parroquia. ¿Qué formación moral habían recibido todos aquellos eclesiásticos? ¿No se preguntaron nunca qué apostolado podrían ejercer ni qué bondad podrían transmitir quienes vivían en esa hipócrita doble vida?

Por tanto, parece necesario analizar y buscar las causas no ya personales sino estructurales de toda esta tragedia. Porque el propósito de enmienda personal es inútil en sujetos ya envejecidos o desaparecidos. Y el horror podría seguir repitiéndose en sus sucesores si no han desaparecido las causas que lo propiciaron. Hay que buscar, por así decir, los “pecados” o las complicidades de la institución, que posibilitaban o favorecían conductas tan monstruosas.

II.- PROPÓSITO DE ENMIENDA

Lamentar que en todo nuestro mundo occidental haya una banalización o degradación generalizada de la sexualidad, como han hecho algunas altas jerarquías para justificar escándalos tan horribles, es insuficiente. No basta con echar mano del clásico recurso de culpar a los otros, al que tan propensos somos los humanos. Independientemente de la verdad que pueda tener ese lamento, no es lo que toca ahora. La enmienda ha de afectar a los defectos propios, lo cual supone primero reconocerlos abiertamente.

Sin pretensiones de exhaustividad intentaremos analizar algunos vicios estructurales, arraigados en nuestra Iglesia y que pueden acabar generando disfunciones o “células neoplásicas“, primero quizás leves pero, a la larga, tan terribles como la que estamos intentando comprender aquí.

Este análisis es tanto más necesario cuanto que la Iglesia tenía antes fama de ser extremadamente severa frente a determinados delitos sexuales del clero. Cuando una mujer era solicitada por el cura en el confesonario, el antiguo derecho canónico la obligaba presentar al obispo una denuncia contra el solicitante; la castigaba con excomunión si no hacía esa denuncia, y la excomunión no podía ser levantada mientras no se llevara a cabo la denuncia. Juan XXIII publicó una instrucción titulada “Crimen sollicitationis”, encargando de estos problema no a la congregación del clero sino a la congregación “de la fe” (entonces “santo oficio”), el organismo más importante del entramado curial.

¿Qué ha ocurrido para que se haya podido pasar de aquella severidad al increíble laxismo actual? Sin pretender ser exhaustivos vamos a sugerir algunos puntos para ese análisis. Aunque, de entrada, ya se sospecha intuitivamente que el factor publicidad ha podido ser decisivo en ese cambio.

Clericalismo

No parece tan claro que estos actos espantosos sean solo una consecuencia del celibato obligatorio, pues en bastantes casos parece tratarse de individuos homosexuales que, no sabiendo cómo afrontar su situación, optaron por hacerse curas: tengamos en cuenta que algunos caso son de hace bastantes años, cuando la sociedad no ofrecía a los homosexuales una manera sana y digna de vivir su condición (y ojalá que esto sea también un aviso para la Iglesia).

Estamos en contra del celibato obligatorio, pero no por esta razón sino porque el derecho de las comunidades cristianas a la eucaristía pasa por delante del derecho que pueda tener la autoridad eclesiástica para poner determinadas condiciones a quienes piden ordenarse de presbíteros. Por otro lado, hoy en día el presbítero tiene muchas más facilidades “normales” si quiere ser infiel a su compromiso: lo escandaloso e incompresible no es ahora que un cura intente seducir a una mujer, sino que intente abusar de un niño. Y finalmente (y aunque ha interesado menos a los medios de comunicación informar sobre eso), la plaga de la pederastia se ha dado también en profesionales casados o no vinculados a ninguna ley celibataria. Parece pues que hay que intentar buscar un poco más allá.

Hace ya más de diez años, el obispo australiano Geoffrey Robinson recibió de la Conferencia episcopal de su país el encargo de investigar todos los escándalos de pederastia. Conforme iba adentrándose en su estudio fue viendo que los casos de pederastia no eran solamente un problema de sexualidad, sino sobre todo un problema de poder: y de poder clerical. Y la sorpresa le llegó cuando comenzó a recibir avisos de la curia romana indicándole que orientara sus investigaciones en otra dirección. Como Robinson no hizo caso recibió una reprimenda más clara advirtiéndole de que el papa estaba muy preocupado con su trabajo. Prescindamos ahora de la gran probabilidad de que ese disgusto del papa era una simple invención de la curia, que tantas veces suele actuar de esa manera. Lo decisivo es que el obispo renunció a su trabajo y publicó un libro contando su historia3. Vale la pena citar algún párrafo de esa obra:

“Llegué a la firme convicción de que en la Iglesia católica es imperativo que haya un cambio profundo y duradero” (p. 9). “Todo abuso sexual es ante todo un abuso de poder…, el poder espiritual es el más peligroso de todos (14). “Una ‘mística’ del sacerdocio, un estado de elevación permanente… significaba que el sacerdote no podía ser simplemente expulsado por un delito como cualquier otro trabajador” (p. 15).

Obispo Robinson

Esto por un lado. Por el otro:

“Una carta oficial (7 de agosto de 1996) expresaba ‘la constante preocupación de la Congregación para los Obispos, por haber expresado en los últimos meses opiniones seriamente críticas para con la doctrina magisterial y la disciplina de la Iglesia’. Me decían que ‘en una reciente audiencia el santo padre ha sido plenamente informado de su postura pública en estos temas y ha mostrado seria preocupación respecto de usted’. Dos meses después (16 de octubre de 1966), recibí una nueva carta informándome de que ‘la documentación pertinente será reenviada para información y examen a la Congregación para la Doctrina de la fe’, lo que implicaba que yo era sospechoso de alguna forma de herejía” (p. 23).

“De aquellos polvos estos lodos” dice el refrán castellano. La obsesión por reivindicar el ministerio presbiteral como poder y no como servicio, latente ya en el mismo nombre de “sacerdote” (que el Nuevo Testamento solo aplica a Cristo y nunca a los ministros de la Iglesia), y tan opuesta al espíritu de Jesús que ordenaba rechazar los títulos de “padre” o “maestro” y prohibía aprovecharse del ministerio para obtener ventajas personales (cf. Mt 23,) ha sido con casi seguridad una de las causas estructurales de la peste que hoy lamentamos.

Francisco ha denunciado repetidas veces al clericalismo: ya antes de ser obispo de Roma como “hipocresía” y “mundanidad” contrarias al espíritu de Jesús; y más tarde como forma de impedir la eclesialidad de los laicos y “como uno de los peligros más graves de la Iglesia” (en 2017). Parece también innegable que la obsesión de la congregación romana por frenar las investigaciones del obispo Robinson era, en realidad, una defensa de su propio clericalismo.

Ahora bien: como ya hemos dicho, cuando la dimensión espiritual que acompaña al ejercicio de la sexualidad no es el amor, suele ser muchas veces la del poder: la experiencia de un señorío absoluto al que nada se resiste y que engrandece al que lo posee.

Y lo que es ese clericalismo a niveles individuales, es el eclesiocentrismo a niveles colectivos.

Eclesiolatría

Junto al clericalismo, como hermano gemelo suyo, debemos hablar de un falso amor a la Iglesia, un pecado habitual y estructural de eclesiolatría: de amar a la Iglesia más que a Dios, con la excusa de que es la representante de Dios. De esta manera se pone el “buen nombre” de la Iglesia por encima del buen nombre de Dios, único que merece toda gloria. Y se olvida culpablemente que, según los evangelios, el verdadero objeto del amor de Dios no es la Iglesia sino “el mundo”4. Y la Iglesia no es más que una servidora y manifestadora de ese amor de Dios al mundo.

Desgraciadamente, ambos pecados vienen de lejos. En paralelo con todos los casos de pederastia hemos asistido a la monstruosidad de Marcial Maciel, un episodio verdaderamente patológico que no es hora de contar aquí, pero sobre el que estuvieron llegando quejas a la curia romana durante casi cincuenta años y cuyo protagonista, “por su gran amor a la Iglesia” (a parte de la gran capacidad de engaño y seducción que él poseía), logró sortear todas esas acusaciones como meras calumnias, manchando así el pontificado de Juan Pablo II que lo propuso públicamente como modelo para la juventud.

Hoy consta que el cardenal Ratzinger, cuando dirigía la Congregación de la fe, recibió por valija diplomática un dossier secreto, elaborado entre otros por antiguas víctimas de Maciel y, cuando un año más tarde, los redactores pudieron entrevistarse con él, Ratzinger les declaró que él no podía hacer nada pues Maciel era intocable para el papa, por ser un gran defensor de la Iglesia.

De hecho, una de las primeras medidas de Ratzinger nada más llegar a papa fue ordenar a Maciel, ya anciano, que abandonara toda actividad en la congregación por él fundada y se retirara a orar en silencio5. Por eso, quizá convenga citar aún otros ejemplos más antiguos de esa eclesiolatría que tanto daño ha hecho a la misma Iglesia. Porque muestran que los casos comentados no son del todo excepcionales y que ese falso amor necesita una radical reforma.

Es sabido que el ateo Ch. Maurras, fundador de la llamada “Action Française”, y predecesor en cierto sentido de la extrema derecha de Le Pen, decía que, pese a su ateísmo, admiraba a la iglesia porque “ha sabido desactivar el veneno del Magníficat que llevaba en su seno”. Pues bien, Pío X se negó siempre a condenar la Action Française porque Maurras era “un gran defensor de la Iglesia“. Y hubo que esperar a que su sucesor Benedicto XV diera ese paso. Resulta irónico (y patético) que luego, este sector de la Iglesia tan engañado en estos casos, tachara de “tontos útiles” a los cristianos de orientación socialista… Pero aún nos queda otro ejemplo.

La tragedia más dolorosa e increíble es del arzobispo Carranza en el siglo XVI: cuando tras varios años en la cárcel de la inquisición, se declaró su inocencia, los inquisidores reaccionaron diciendo: “vale más que sufra un solo hombre que el que padezca desdoro tan santo tribunal”, por lo que Carranza siguió en la cárcel donde murió poco después6.

Esto es lo que algunos han llamado “el principio Caifás”, muy poco cristiano pero demasiadas veces presente en la Iglesia católica. A ese supuesto “desdoro” de tan santa institución le había respondido san Bernardo muchos siglos antes: “yo solo he leído que Dios es Amor. En ningún lugar he leído que sea honor o Dignidad”7.

¡Qué contraste entre esos horrores y las lúcidas palabras del Nazareno: “quien pretenda salvar su vida la perderá. Quien entregue su vida por Mí y el Evangelio, la salvará”! (Mc 8,35). Eso es lo que ha ocurrido con la eclesiolatría. Y esa eclesiolatría tiene una matriz muy concreta.

La curia romana

Sin ánimo de herir, pero desde la necesidad de ser honestos que impone nuestro tema, y con el deseo de que la Iglesia sea la que Dios se merece y no la que más favorece a sus dirigentes, debemos añadir que la curia romana, con su enorme poder frente a toda la iglesia y frente al mismo papa, ha sido la institución donde más han cuajado y desde donde más se han propagado los pecados anteriores. Por algo Francisco ha hablado también del “carrerismo” como otro de los grandes males que nuestra iglesia debe evitar.

Sin caer en el lenguaje panfletario de Lutero (que calificaba a la curia como “la gran prostituta”), sí debemos reconocer que su negativa a la reforma contribuyó a la ruptura de la Iglesia europea del s. XVI, que esa reforma fue reclamada insistentemente en el Vaticano II por cardenales como König y Lercaro (ante las protestas del cardenal Ottaviani), que el intento de reforma de Pablo VI fue aguado por la misma curia, y que tanto los discursos de Francisco a la curia como el nombramiento de una comisión para su reforma, van en la línea de lo que intentamos decir. No tratamos de acusar a nadie sino de poner de relieve cómo unas determinadas condiciones y estructuras pueden cambiar la mentalidad de quienes viven totalmente insertos en ellas y para ellas.

La hipocresía de nombrar a los dirigentes de congregaciones obispos de diócesis inexistentes (contraviniendo así un Canon del Concilio de Calcedonia -¡en el s. V!- que prohibía nombrar obispo a nadie sin una iglesia real a la que servir) ha podido facilitar una mentalidad más propia de lo que la sociología califica como “organisations’man” que de un seguidor de Jesús.

Se ha llegado a decir que la curia romana ha producido más increyentes que Marx, Freud y Nietzsche juntos. Nadie podrá negar, al menos, que en vez de parecerse al grupo de seguidores que caminaban junto a Jesús, se parece más a los otros pequeños grupos de ex sumo-sacerdotes y saduceos que el sanedrín enviaba a espiar a Jesús para ver qué delito podrían encontrarle. Y que fomenta la mentalidad de esos futbolistas que aspiran a jugar en el mejor equipo y ser en él de los mejores: no hace falta ponderar más cuán contrario es eso a la misión de la Iglesia.

Una vez más, no decimos esto con ánimo de inculpar a personas que, seguramente, serán ante Dios mucho mejores que nosotros. Pero es necesario poner de relieve que la Iglesia no está exenta de la ley que amenaza a todas las instituciones sociales: medidas que aportan grandes beneficios a corto plazo pueden acabar siendo nefastas a largo plazo.

Suele ponerse como ejemplo paradigmático el caso de la monarquía de Israel que, de momento, pareció convertir a aquel pequeño pueblo en casi un imperio, pero a medio y largo plazo provocó la división del pueblo de Dios y la corrupción de casi todos los monarcas, favoreciendo así la calamidad posterior del destierro. Puede valer aquí la sabia máxima de Tony de Mello: “una sociedad que domestica a los rebeldes, ha ganado su paz pero ha pedido su futuro”8.

Pero es que, además, la curia romana ha tenido una seria responsabilidad en nuestro siguiente apartado.

Nombramiento de obispos

Una de las cosas que más extrañan en la peste de la pederastia clerical es la presencia de tantos nombres de obispos y hasta cardenales, entre los encubridores pero a veces incluso entre los violadores. Ello suscita la pregunta de cómo y con qué criterios se habían hecho esos nombramientos.

No disponemos de información precisa sobre quién era el papa y el nuncio y el prefecto de la congregación romana de obispos, cuando fueron nombrados los ahora inculpados.

En el caso dramático de Chile habría que investigar hasta qué punto, obispos nombrados durante la dictadura de Pinochet, por un Nuncio totalmente cómplice del dictador, han sido piezas fundamentales en este escándalo. En cualquier caso, parece innegable que existe una vaga tendencia a nombrar los obispos atendiendo mucho menos al pastor que cada iglesia local necesita y mucho más a que no resulten personas conflictivas para la curia romana.

Esa inercia puede ser humanamente comprensible porque toda institución tiende a protegerse (y basta con recordar cómo, en tiempos de Msr. Romero, el Vaticano recibía casi cada domingo, una queja del departamento de estado norteamericano por la homilía de monseñor). Pero, por comprensible que resulte, ese modo de proceder contradice advertencias muy serias de la misma autoridad eclesiástica: “los papas, en el juicio final, han de dar cuenta a Dios de los que ellos promovieron a obispos o abades” declaró el V Concilio de Letrán hacia 1517. Y el concilio de Trento añadió que “pecarán mortalmente, haciéndose cómplices de los pecados ajenos, si no elijen a quienes creen ser más dignos y útiles para cada iglesia”9.

Pero es que, además de todo eso, el sistema actual de nombramiento de obispos es una medida excepcional que se ha convertido en regla, y contradice la práctica eclesial del primer milenio (atribuida a los mismos Apóstoles, por los Padres de la Iglesia), según la cual cada iglesia local elegía sus propios pastores casi por completo. Cuando surgían problemas, se apelaba a Roma y, si la apelación prosperaba, Roma nunca elegía ella al obispo sino que ordenaba repetir las elecciones.

El reiterado eslogan “clerus populusque” (“clero y pueblo”) designaba al sujeto de los nombramientos. Y la norma de san Celestino papa: “no se dé a nadie un obispo que no sea querido” (“nullus invitis detur episcopus”) fue repetida por otros muchos papas del s. V y ha servido incluso como título de un estudio sobre los nombramientos episcopales10. De este modo, en una sociedad no democrática, la Iglesia se convertía en lo que llaman “comunidad de contraste” por su práctica democrática.

Aunque no podamos medir la proporción exacta, parece innegable que el sistema actual de nombramientos ha tenido su parte en la catástrofe de los curas pederastas y de los encubridores. Porque además, ese sistema engendra luego mecánicamente unas formas autoritarias de proceder. A raíz del drama que estamos comentando, un antiguo miembro de la curia romana ha contado que él fue testigo hace años del nombramiento de un cardenal del que la curia sabía que había cometido algún abuso a menores. Pero nadie avisó de eso al papa porque “la creación de cardenales es algo absolutamente personal del papa sin ningún consejo o trámite curial”11.

Parece increíble que esas aberraciones puedan ocurrir en una institución que pretende ser “maestra en humanidad” por su larga historia. Pero la historia sirve para muy poco si nos negamos a aprender de ella.

El cambio de sistema no será fácil. Pero precisamente por eso, nos parece urgente ir poniéndolo en práctica poco a poco, para evitar que luego se haga precipitadamente y con costes mayores.

Como contraste.

Todos esos propósitos no buscan más que poner en práctica lo que la misma Iglesia se ha dictado a sí misma en los tiempos actuales. Permítase mostrarlo con una rápida selección de textos del Vaticano II en su Constitución sobre la Iglesia en el mundo:

“La Iglesia sabe que es mucha la distancia que se da entre el mensaje que ella anuncia y la fragilidad humana de los mensajeros a quienes está confiado el Evangelio… Comprende cuánto le queda por madurar en la relación que debe mantener con el mundo… Necesita de modo muy peculiar la ayuda de quienes por vivir en el mundo, sean o no creyentes, conocen a fondo las diversas instituciones y disciplinas… Reconoce agradecida que recibe ayuda de parte de los hombres de toda clase o condición… Más aún: confiesa que le han sido de mucho provecho y le pueden ser todavía, la oposición y aún la persecución de sus contrarios” (43.44)… Aprecia con el mayor respeto cuanto de verdadero, bueno y justo se encuentra en las variadísimas instituciones fundadas ya o que incesantemente se fundan en la humanidad… No pone su esperanza en privilegios dados por el poder civil; más aún, renunciará al ejercicio de ciertos derechos legítimamente adquiridos, tan pronto como conste que su uso puede empañar la pureza de su testimonio, o las nuevas condiciones de vida exijan otra disposición” (42.76).

Ya sabemos que del dicho al hecho siempre hay un gran trecho. Pero parece claro que en esas palabras no asoman para nada ni el clericalismo ni el eclesiocentrismo que hemos señalado como causas originarias del drama de la pederastia que quisiéramos contribuir a enmendar radicalmente. Aunque, dicho ahora irónicamente, esos textos puedan evocar la lúcida profecía atribuida entonces a uno de los peritos conciliares: lo que encontrará más resistencia en los sectores conservadores de la Iglesia, no es la LG (constitución sobre la Iglesia en sí misma) sino la GS (relación de la Iglesia con el mundo)…

Sería interesante haber podido estudiar la procedencia de los casos de pederastia: si de iglesias ricas o de iglesias pobres. África tiene fama de no guardar demasiado bien el celibato, pero se trata más bien de convivencia con mujer que de pederastia. Nombres como Estados Unidos y Australia (y quizás hasta Chile) también pueden despertar algunas sospechas pero, desgraciadamente, no sabemos si lo que hay en esos países ricos es más corrupción o simplemente más información.

III.- PUBLICIDAD COMPLETA Y LIMPIA

Le presentaron a Jesús una mujer diciéndole: “ha sido sorprendida en flagrante delito de adulterio; la Ley manda apedrear a las tales. Tú ¿qué dices?”. Jesús se inclinó y escribía silencioso sobre la arena. Ante la insistencia de los acusadores, levantó la cabeza y dijo: “el que de vosotros esté sin pecado, que le tire la primera piedra”. Al oír esto, todos se fueron marchando poco a poco, comenzando por los más ancianos. Entonces Jesús se acercó a la mujer: “¿dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te ha condenado?”. Y ella respondió: “ninguno Señor”. Y Jesús: “pues yo tampoco te condeno; vete en paz, pero no peques más” (Juan 8, 1ss.).

Por molesta y dolorosa que haya sido la publicidad de esos escándalos, hay que agradecerla con toda el alma porque será la única manera de que puedan tener remedio. Pero esa información tiene también su ética que no siempre ha sido respetada. El pasaje del evangelio que encabeza esta tercera parte ofrece un contraste llamativo: por un lado Jesús reconoce claramente la razón de los acusadores al decir a la mujer que no vuelva a pecar. Sin embargo, a pesar de eso, niega a los acusadores capacidad para condenarla: porque cuando la condena es impura, mancha también al acusador. Leer más…

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Mensaje final del 37 congreso de la “Juan XXIII”

Lunes, 11 de septiembre de 2017
Comentarios desactivados en Mensaje final del 37 congreso de la “Juan XXIII”

inauguracion-del-congreso-de-teologia_560x280“Denunciamos que se castigue con la excomunión a las mujeres ordenadas sacerdotes en la Iglesia católica”

“Entre feminismo y religión no hay contradicción; se puede ser creyente y feminista”

(Jesús Bastante).- “La lección que hemos aprendido en este Congreso es que entre feminismo y religión no hay contradicción y que se puede ser creyente y feminista. Ese es el desafío al que hemos de responder”. Este domingo concluyó el 37 Congreso de la Asociación de Teólogos “Juan XXIII”, que giró en torno a “Mujeres y religión: de la discriminación a la igualdad de género”.

En su mensaje final, la asociación denuncia el patriarcado como “sistema de dominación contra las mujeres, las niñas, los niños y las personas más vulnerables de la sociedad”. Un sistema que “se encuentra en alianza con otros modelos de dominación: capitalismo, colonialismo, fundamentalismo, depredación de la naturaleza, y provoca discriminaciones de género, clase etnia, cultura, religión, procedencia geográfica y orientación sexual en todas las esferas de la vida: lenguaje, vida cotidiana, política, economía, educación, trabajo, familia, espacio doméstico, cultura, ciencia, creación artística, lugares de ocio, medios de comunicación, publicidad”.

La crítica del congreso “se extiende a las religiones” y su “estructura patriarcal”, que “trasnsmiten una ideología androcéntrica, imponen una moral machista y desarrollan prácticas sexistas”, que considera a las mujeres “como sujetos religiosos y éticos, sino que las consideran inferiores, subalternas y dependientes. Las excluyen de los espacios de lo sagrado, las marginan de los puestos de responsabilidad, del ejercicio del poder y de los ámbitos de decisión. Generan en ellas actitudes de obediencia y sumisión calificadas como virtudes”.

Tras condenar la violencia contra las mujeres, los abusos a menores, la trata de personas y las agresiones contra gais, lesbianas, bisexuales o transexuales, recordando especialmente “la retirada de la custodia de los hijos y las hijas a las madres y entrega a los padres condenados por maltrato, sin citar el caso de Juana Rivas.

“Los dirigentes religiosos se prodigan en condenas contra el aborto, el divorcio, las relaciones prematrimoniales, los métodos anticonceptivos, el matrimonio homosexual, la fecundación in vitro, los derechos sexuales y reproductivos”, denuncia el manifiesto final, que constata la “insensibilidad hacia la violencia de género, el patriarcado, el sexismo y la LGTBIfobia.

“En la Iglesia católica se veta a personas sexualmente disidentes el acceso al ministerio sacerdotal y la participación en actividades pastorales”, añade.

“Valoramos positivamente el encuentro fecundo entre feminismo y cristianismo, que ha provocado la rebelión de las mujeres contra el sistema patriarcal y el nacimiento de la teología feminista, que reconoce el protagonismo de las mujeres en el movimiento de Jesús entendido como discipulado igualitario, apunta la nota, que concluye afirmando que “la exclusión de las mujeres del ministerio ordenado no responde a razones bíblicas, teológicas o históricas, sino que es el resultado de la pervivencia del patriarcado instalado en la cúpula del poder y en la organización de las instituciones religiosas”. “Denunciamos que se castigue con la excomunión a las mujeres ordenadas sacerdotes en la Iglesia católica”, culmina.

MENSAJE DEL 37 CONGRESO DE TEOLOGÍA. MUJERES Y RELIGIÓN: DE LA DISCRIMINACIÓN A LA IGUALDAD DE GÉNERO

1. Del 7 al 10 de septiembre de 2017 hemos celebrado el 37 Congreso de Teología sobre “Mujeres y Religión: De la discriminación a la Igualdad de Género” en un clima de debate sereno, diálogo sincero y encuentro fraterno-sororal. Comenzamos guardando un minuto de silencio como expresión de condena por los atentados terroristas de Barcelona y Cambrils y de solidaridad con las familias, y otro por los asesinatos de mujeres producidos en España y en todo el mundo. Nos unimos con un nuevo minuto de silencio al dolor de los pueblos afectados por varios huracanes y terremotos que han causado decenas de muertos en Estados Unidos, México y El Caribe.

2. Hemos hecho un análisis crítico del patriarcado como sistema de dominación contra las mujeres, las niñas, los niños y las personas más vulnerables de la sociedad. Este sistema se encuentra en alianza con otros modelos de dominación: capitalismo, colonialismo, fundamentalismo, depredación de la naturaleza, y provoca discriminaciones de género, clase etnia, cultura, religión, procedencia geográfica y orientación sexual en todas las esferas de la vida: lenguaje, vida cotidiana, política, economía, educación, trabajo, familia, espacio doméstico, cultura, ciencia, creación artística, lugares de ocio, medios de comunicación, publicidad.

3. Nuestra crítica se extiende a las religiones, que tienen una estructura patriarcal, transmiten una ideología androcéntrica, imponen una moral machista y desarrollan prácticas sexistas. En la mayoría de los casos no se reconoce a las mujeres como sujetos religiosos y éticos, sino que las consideran inferiores, subalternas y dependientes. Las excluyen de los espacios de lo sagrado, las marginan de los puestos de responsabilidad, del ejercicio del poder y de los ámbitos de decisión. Generan en ellas actitudes de obediencia y sumisión calificadas como virtudes.

4. Hemos analizado críticamente y condenado la violencia contra las mujeres y las identidades sexuales disidentes en sus múltiples manifestaciones: cuerpos colonizados; violencia machista como arma de guerra, violaciones, prostitución, trata de mujeres, vientres de alquiler, abusos sexuales de niñas y niños, venta de órganos, niñas y niños robados, penas de muerte, feminicidios, agresiones contra gais, lesbianas, bisexuales, transexuales, intersexuales, maltrato a la infancia, retirada de la custodia de los hijos y las hijas a las madres y entrega a los padres condenados por maltrato.

5. Los dirigentes religiosos se prodigan en condenas contra el aborto, el divorcio, las relaciones prematrimoniales, los métodos anticonceptivos, el matrimonio homosexual, la fecundación in vitro, los derechos sexuales y reproductivos. Descalifican la teoría de género a la que llaman “ideología de género” y la consideran la más perversa de la humanidad. Condenan los movimientos feministas y el LGTBI y muestran su oposición a las leyes de igualdad efectiva entre hombres y mujeres. En sus documentos y declaraciones públicas generan con frecuencia diferentes formas de violencia de género: sexual, simbólica, religiosa, psicológica, y fomentan actitudes y comportamientos machistas y homofóbicos en las personas creyentes y en la ciudadanía. Muestran, sin embargo, insensibilidad hacia la violencia de género, el patriarcado, el sexismo y la LGTBIfobia. En la Iglesia católica se veta a personas sexualmente disidentes el acceso al ministerio sacerdotal y la participación en actividades pastorales.

6. Hemos dado la palabra a mujeres activistas que han expuesto las aportaciones de los movimientos feministas en diferentes áreas geoculturales, especialmente en América Latina, África y España, y a mujeres creyentes que han hablado de los Movimientos de Mujeres en las religiones que, en sintonía con los movimientos feministas, luchan contra todo tipo de discriminación y en defensa de la igualdad de género.

7. Valoramos positivamente el encuentro fecundo entre feminismo y cristianismo, que ha provocado la rebelión de las mujeres contra el sistema patriarcal y el nacimiento de la teología feminista, que reconoce el protagonismo de las mujeres en el movimiento de Jesús entendido como discipulado igualitario, en el nacimiento de la Iglesia cristiana por ser testigos de la resurrección y en las primeras comunidades cristianas donde ejercían los ministerios y los carismas sin discriminación, conforme a la afirmación de Pablo de Tarso: “Ya no hay judío ni griego; ni esclavo ni libre; ni hombre ni mujer, ya que todos vosotros sois uno en Cristo Jesús” (Gálatas 3,28).

La exclusión de las mujeres del ministerio ordenado no responde a razones bíblicas, teológicas o históricas, sino que es el resultado de la pervivencia del patriarcado instalado en la cúpula del poder y en la organización de las instituciones religiosas. Denunciamos que se castigue con la excomunión a las mujeres ordenadas sacerdotes en la Iglesia católica.

8. Fecundo está siendo el encuentro entre el feminismo decolonial y las teologías feministas, que critican el feminismo hegemónico-occidental, cuestionan la colonialidad del poder, del saber, del tener, del ser y del género, defienden la descolonización de las mentes, del discurso teológico y de las prácticas liberadoras de las religiones y recuperan los saberes, los símbolos y la espiritualidad de los pueblos originarios.

9. Hemos descubierto que espiritualidad y política son dos realidades indisociables y hemos tomado conciencia de la necesidad y urgencia de una espiritualidad política, que lleva a escuchar el grito de la Tierra y el clamor desgarrador de millones de personas hambrientas de pan y de derechos y a luchar por Otro Mundo Posible.

10. La lección que hemos aprendido en este Congreso es que entre feminismo y religión no hay contradicción y que se puede ser creyente y feminista. Ese es el desafío al que hemos de responder.
Madrid, 10 de septiembre de 2017

Fuente Religión Digital

Cristianismo (Iglesias), General, Iglesia Católica , ,

“Mujeres y religión. De la discriminación a la igualdad de género”: 37 Congreso de Teología de la Asociación “Juan XXIII”

Viernes, 11 de agosto de 2017
Comentarios desactivados en “Mujeres y religión. De la discriminación a la igualdad de género”: 37 Congreso de Teología de la Asociación “Juan XXIII”

Del 7 al 10 de septiembre de 2017

Tríptico 37 Congreso Teologia
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CONVOCA

Asociación Teológica Juan XXIII

c/ Ginzo de Limia, 55 28034 Madrid

Tel: 651 781 877

INSCRIPCIONES

30 €. Todo el Congreso

25 € Sábado y domingo

FORMA DE PAGO

· Transferencia bancaria: – Asociación de Teólogos Juan XXIII –

Cuenta: ES 58 0182 4031 2000 10108873

· En el Congreso: En metálico

LUGAR

Salón de Actos Marcelino Camacho C/ Lope de Vega, 40. 28014 Madrid

Metro: Banco de España y Atocha

Autobuses: 10-14-27-34 y 45

PROGRAMA

Jueves 7 de septiembre

19:00 Presentación del congreso.
Asociación de Teólogas y Teólogos Juan XXIII
19:30-21:00 Primera ponencia.
Análisis crítico de la sociedad patriarcal

Viernes 8 de septiembre

10:00-11:30 Comunicaciones
Modera: Comunidad Fray Pacífico

Descanso
12:00- 13:30 Primera Mesa Redonda
Movimientos de mujeres

  • En América latina. Ana Marcela Montanaro. Máster Universitario en Estudios Avanzados en Derechos Humanos. Costa Rica.
  • En África. Alicia Cebada. Universidad Carlos III de Madrid. Responsable de Programas de Formación de la Fundación Mujeres por África.
  • En España. Beatriz Gimeno. Activista feminista. ILGTB
16:30-16:30 Comunicaciones abiertas
16:30-18:00 Segunda Mesa redonda
¿Qué hacemos/Qué hacen con nuestros cuerpos?

Descanso
18:30-20:00 Segunda ponencia
Cuerpos, sexualidades y derechos de las mujeres

Sábado 9 de septiembre

10:00-11:30 Tercera ponencia
El ministerio eclesial de las mujeres, el patriarcado y el poder en las iglesias

Descanso
12:00-13:30 Cuarta ponencia
Identidades sexuales y cristianismo

  • Krzysztof Charamsa. Teólogo y filósofo. Ex secretario adjunto de la Comisión Teológica Internacional
16:00-16:30 Comunicaciones abiertas
16:30-18:00 Quinta ponencia
Teología de la liberación y género

Domingo 10 de septiembre

10:00 Avisos
10:10-11:30 Sexta ponencia
La urgencia de una espiritualidad política

12:00 Celebración de la eucaristía (C.E.M.I.) y colecta solidaria.

Mensaje del Congreso

 

 

Cristianismo (Iglesias), General ,

“Migrantes, refugiados y fronteras de la exclusión a la hospitalidad”: 36 Congreso de Teología de la Asociación “Juan XXIII”

Miércoles, 7 de septiembre de 2016
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36-congreso-de-teologc3ada8-11 septiembre 2016

36 CONGRESO DE TEOLOGÍA

Migrantes, refugiados y fronteras de la exclusión a la hospitalidad

JUAN JOSÉ TAMAYO, Secretario general de la Asociación de Teólogos y Teólogas Juan XXIII, juanjotamayo@gmail.com
MADRID.

ECLESALIA, 05/09/16.- Queridas amigas, queridos amigos: Del 8 al 11 de septiembre de 2016 celebraremos en Madrid el 36 Congreso de Teología sobre “Migrantes, refugiados y fronteras: de la exclusión a la hospitalidad”. Es un tema que responde al drama de millones de migrantes, refugiados, desplazados y exiliados que llaman a las puertas de Europa huyendo del hambre, de las guerras, del terrorismo, de los regímenes dictatoriales y de las políticas neoliberales, y nosotros se las cerramos a cal y canto provocando miles de muertos, desaparecidos y excluidos.

El drama afecta de manera especial a las mujeres que tienen que soportar todo tipo de agresiones a su dignidad: violencia sexual, tener que hacerse cargo de sus hijos e hijas en condiciones infrahumanas, sentirse impotentes al no poder alimentarlos e incluso verlos morir en sus brazos.

Este Congreso quiere hacer presentes y dar la voz a las personas y a los colectivos que sufren estas situaciones, a los pueblos sojuzgados como el Saharaui, el Palestino, el Kurdo y a las organizaciones que trabajan solidariamente por la defensa sus derechos: Cruz Roja, Amnistía Internacional, Mensajeros de la Paz, CEAR, Proyecto Esperanza…

Para  orientarnos y ayudarnos en la reflexión sobre la más grave crisis humanitaria del siglo XXI contaremos con especialistas en Migración y Refugio, Relaciones Internacionales y Estudios de Género. La reflexión teológica estará guiada por teólogas y teólogos de la liberación que ofrecerán un análisis crítico del papel que han jugado las religiones en esta crisis, activarán sus mejores tradiciones hospitalarias y harán propuestas éticas orientadas a la acogida solidaria en un clima de diálogo y encuentro.

El Congreso de Teología quiere ser una llamada de urgencia a los dirigentes políticos y a los poderes económicos europeos a un cambio de modelo político y económico que posibilite la libre entrada de migrantes y refugiados en cumplimiento del derecho humanitario y les proporcione condiciones de vida y de trabajo dignas. Es, asimismo, una invitación a las ciudadanas y ciudadanos a colaborar en la construcción de una Europa de puertas abiertas que impida la tragedia de miles de muertos del Sur, facilite la acogida a quienes son nuestras hermanas y nuestros hermanos y contribuya a cambiar de actitud y de mentalidad: de la exclusión a la hospitalidad.

Queremos agradecer al M. A. S. su extraordinaria y generosa dedicación a los trabajos de administración y coordinación del Congreso ininterrumpidamente durante 20 años. Al M. A. S. se debe la continuidad, la cuidada preparación y el riguroso desarrollo de los congresos año tras año. Toma el relevo el Seminario de Teología Feminista, a quienes agradecemos su colaboración. La continuidad está garantizada ya que el M. A. S. seguirá colaborando este año en el desarrollo del 36 Congreso.

Os invitamos a difundir la celebración de este Congreso a través del correo electrónico y de otros medios a vuestro alcance, así como a participar en el mismo. Este año la inscripción puede hacerse por transferencia banca a la siguiente cuenta: Asociación de Teólogos Juan XXIII, Nº de Cuenta: ES58 0182 4031 2000 10108873.

Os esperamos.

Para más informacióncongresodeteologia.info

(Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

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