Alertan sobre la arriesgada situación LGTB en Rusia, Malasia, Egipto y otros países africanos
El director del Programa de Derechos Humanos LGTB de Human Rights Watch denuncia en un amplísimo artículo las mermas de los derechos del colectivo en varios países cuyas autoridades autoridades gubernamentales usan la homofobia como estrategia para mantener su poder represivo a toda la ciudadanía.
No hay duda de que nos encontramos en un favorable momento para el impulso de los derechos LGTBI en todo el mundo. Prueba es el efecto dominó que ha suscitado en tan sólo cuatro meses la aprobación del matrimonio igualitario en EEUU, una decisión judicial que ha motivado la legalización del derecho en otros países occidentales como México, Irlanda, y el debate de la opinión pública, como es el caso de Italia.
Sin embargo, la estos notables desarrollos en el reconocimiento y apoyo a las personas homo, bi, trans e intersexuales tienen lugar de manera paralela al recrudecimiento de los discursos de odio y leyes contra el colectivo que se emiten desde los poderes políticos de determinados países, con objetivos puramente represivos y de conservación de la estructura que patrocina el estatus dirigente.
Con el fin de arrojar luz y alertar a la comunidad internacional sobre los réditos políticos que materializa la demonización de las personas LGTB, el director del Programa de Derechos Humanos LGTB de Human Rights Watch Graeme Reid ha publicado un extenso artículo en ESTUDIOS DE POLÍTICA EXTERIOR localizando los puntos del planeta donde se promociona -y ejecuta- el odio antiLGTB de manera institucional.
¿Cómo funciona la estrategia política homofóbica?
Tal y como afirma Graeme Reid, el uso político de la homofobia se ha convertido en un componente omnipresente del paisaje contemporáneo, en el que las élites dirigentes utilizan la mano dura contra las personas LGBT para obtener rédito político a corto plazo.
Por esta razón, en los últimos tiempos se han aprobado un buen número de leyes que prohíben la expresión pública o apoyo al colectivo, otorgando a los gobiernos el poder de frenar a sus adversarios acusándolos de simpatía o respaldo a las causas homosexuales.
De esta manera, es fácil observar cómo las leyes homófobas sirven a los intereses de los Estados represivos, pues al calificar a un grupo social como marginal y amenazador, la legislación crea una dicotomía entre ”integrados” y ‘‘marginales”, estableciendo los parámetros de la ”comunidad’ e identificando a las personas LGBT como una amenaza externa.
Y con no sólo son los grupos LGTB lo que pueden ser víctimas de estas políticas represoras. Declarar ilegal la expresión pública de la identidad va acompañada casi siempre de ataques más amplios, pues la opresión LGBT proporciona la coartada para restringir el papel que desempeña la sociedad civil en su totalidad.
¿Dónde se observa su impacto?
África subsahariana:
- Nigeria: Desde inicios de 2014, el presidente de Nigeria se alineó con otros dirigentes africanos para criminalizar la condición homosexual y castigar a las ONG dedicadas al colectivo. Lo que consigue con este movimiento es desviar la atención de los graves problemas políticos y sociales a los que se enfrenta su estado. Además, la redacción vaga de la ley permite la acusación arbitraria de miembros de la oposición, lo que constituye un poderoso mecanismo en su favor.
- Uganda: Al mismo tiempo que su homólogo nigeriano, el presidente de Uganda -desde 1986-, dio su visto bueno a otra ley antigay. Y pesar de la presión internacional contra su mandato, durante el tiempo que fue discutida se benefició de la distracción que produjo frente a las protestas contra la inflación y la ineficacia de gestión de su gobierno. Razón por la cual no extraña que después de su derogación por el Tribunal Constitucional, amenace de nuevo de cara a su candidatura presidencial del año que viene.
- Gambia: Su presidente se vio sometido a la presión de la Unión Europea debido a su pésimo historial en materia de derechos humanos. Y su reacción fue enarbolar incendiarios discursos de odio contra la población LGTB de su país, acusándoles de ser víctimas del ”contagio de las prácticas sodomitas europeas” y persiguiéndoles con su policía secreta a través de una ley antigay calcada de la ugandesa. No obstante, en la actualidad es posible que la misma estrategia política comience a volverse en su contra, pues la mediatización de su odio LGTB ha sacado a la luz más que nunca los abusos cotidianos que ejerce sobre toda su población.
Oriente Próximo y norte de África:
- Egipto: El presidente golpista, refrendado por las elecciones de 2014, ha recurrido a leyes en favor de la ”moral y contra el libertinaje” para desviar la atención de las detenciones arbitrarias generalizadas, las torturas y el desprecio por los derechos civiles y políticos en su país. En un incidente ampliamente difundido, la policía detuvo a 26 hombres durante una redada en unos baños de El Cairo, y ocho de ellos se enfrentaron a un juicio por ”practicar el libertinaje’‘. Su humillación pública sirve como método ejemplarizante para reprimir la expresión de la homosexualidad en todos los estratos sociales. Y su extensión a los turistas extranjeros supone un paso más en la intrusión en la privacidad de la sociedad egipcia.
Asia:
Malasia: Según investigaciones de la Iniciativa por la Candidatura de las Mujeres, desde 1938 se ha invocado siete veces la sección 377 del Código Penal que prohíbe la sodomía en Malasia. ¿El objetivo? Utilizarla reiteradamente contra oponentes políticos con una alta proyección pública, como es el caso del exviceprimer ministro Anwar Ibrahim, a quien se le ha retirado la posibilidad de volver al Parlamento durante los próximos 5 años por haber cumplido una pena de cárcel por sodomía. A sus 67 años, esta prohibición extigue prácticamente el futuro de su carrera política.
Europa y Asia Central:
- Rusia: Uno de los casos más mediáticos desde la celebración de los JJOO de Invierno en Sochi. La homosexualidad se ha identificado despectivamente con las políticas de acercamiento y confluencia europea por el Ejecutivo de Vladimir Putin, que se erige como defensor de los valores ”tradicionales” y ”familiares” como blindaje político antioccidental. En el plano nacional, esto se ve traducido en leyes contra la expresión homosexual, y en el internacional, en la ofensiva rusa contra los derechos de las personas LGBT.
- Ucrania: El impacto del conflicto en el Este sobre las personas LGBT ha hecho que muchas de ellas hayan buscado refugio en la zona oeste de Ucrania, sumándose al aproximadamente millón de desplazados internos -según la ONU- a causa de los enfrentamientos. Sus derechos son hoy objeto de fricción entre las relaciones de Europa y Ucrania, con la influencia rusa que pretende supeditar legalmente los derechos individuales a los colectivos -definir la familia en términos de entidad y no como producto de sus integrantes-.
- En otros paises como Armenia, Kazajstán, Kirguistán, Letonia, Lituania y, Moldavia se han producido intentos de aprobar medidas legislativas para combatir la expresión de la condición homosexual al modo ruso, algo que la Federación Rusa ha utilizado para aglutinar sus esfuerzos por extender a la UE su influencia dentro de la Unión Aduanera.
En conclusión, Graeme Reid afirma que en esta época específica los derechos de las personas LGBT se han convertido en ”un pararrayos’‘ que atrae a dos visiones del mundo enfrentadas: una en la que los derechos humanos se consideran un valor que hay que conservar y defender, y otra en la que son vistos como una profunda amenaza para quienes están en el poder.
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