Jueves, 21 de abril de 2022
De la ascesis de pobreza surge cada día un hombre nuevo, todo paz, benevolencia y dulzura. Queda para siempre marcado por el arrepentimiento, pero un arrepentimiento lleno de alegría y de amor que aflora por todas partes y siempre y permanece en segundo plano de su búsqueda de Dios. Este hombre ha alcanzado ya una paz profunda, pues fue quebrantado y reedificado en todo su ser por pura gracia. Apenas se reconoce. Es diferente. En el mismo instante en que tocó el abismo profundo del pecado, fue precipitado al abismo de la misericordia. Ha aprendido a entregar las armas ante Dios, a no defenderse ante él. Está despojado y sin defensa.
Ha renunciado a la justicia personal y no tiene proyectos de santidad. Sus manos están vacías o sólo conservan su miseria, que se atreve a exponer ante la misericordia. Dios se ha hecho verdaderamente Dios para él, y nada más que Dios. Eso es lo que quiere decir Salvator, salvador del pecado. Incluso está casi reconciliado con su pecado, como Dios se ha reconciliado con él.
Para sus hermanos y prójimos se ha convertido en un amigo benevolente y dulce que comprende sus debilidades. No tiene ya confianza en sí mismo, sino sólo en Dios. Es el primer pecador -así lo piensa-, pero pecador perdonado. Por eso debe abrirse, como a un igual y a un hermano, a todos los pecadores del mundo. Se siente cercano a ellos porque no se cree mejor que los demás. Su oración preferida es la del publicano, que se parece a su respiración y al latir del corazón del mundo, su deseo más profundo de salvación y curación: “Seńor Jesús, ten piedad de mi, pobre pecador”
*
André Louf,
A merced de su gracia,
Madrid 1991, 125s, passim).
***
"Migajas" de espiritualidad, Espiritualidad
Ascetismo, Gracia, Jesús, Pobreza
Lunes, 19 de octubre de 2020
Del blog Amigos de Thomas Merton:
“El camino hacia la contemplación es una oscuridad tan intensa que ya no es ni siquiera dramática. No queda nada en ella que pueda ser asido y acariciado como heroico ni aun insólito. Así, para el contemplativo, hay un valor supremo en la rutina ordinaria de trabajo, pobreza, penalidad y monotonía que caracteriza la vida de la gente pobre, ininteresante y olvidada del mundo.
Cristo, que vino a la tierra para formar contemplativos y enseñar a los hombres la ruta de la santidad y la oración, habría podido fácilmente rodearse de ascetas que lo dejaran morir de hambre y aterraran a la gente con extraños éxtasis. Pero sus Apóstoles fueron trabajadores, pescadores, publicanos que se distinguían tan solo por su indiferencia hacia la mayor parte de la complicada red de devociones, prácticas rituales y moral gimnástica de los santos profesionales.
El ascetismo más seguro es la inseguridad amarga, el trabajo y pequeñez de los realmente pobres. Depender absolutamente de otros. Ser desconocido, menospreciado y olvidado. No conocer la comodidad ni la limpieza. Vivir en la suciedad y comer mal. Recibir órdenes y trabajar mucho por poco dinero. Esto es una dura escuela, que la mayoría de las personas piadosas hacen todo lo posible por evitar”.
*
Thomas Merton
“Semillas de contemplación“
***
"Migajas" de espiritualidad, Espiritualidad
Ascetismo, Semillas de contemplación, Thomas Merton, Trabajo
Martes, 2 de abril de 2019
Del blog Amigos de Thomas Merton:
“La esperanza es la médula del ascetismo. Nos enseña a negarnos a nosotros mismos y a dejar el mundo; no porque nosotros o el mundo seamos malos, sino porque sin una esperanza sobrenatural que nos eleve sobre las cosas temporales no estamos en condiciones de usar perfectamente de nosotros ni de la verdadera bondad del mundo. Mas nosotros nos poseemos y poseemos todas las cosas en la esperanza, pues en ella las tenemos, no según son en sí, sino como son en Cristo: plenas de promesas. Todas las cosas son a un tiempo buenas e imperfectas. La bondad da testimonio de la bondad de Dios y la imperfección de todas las cosas nos recuerda separarnos de ellas, para vivir en esperanza. Son de por sí insuficientes. Hemos de pasar sobre ellas hacia Aquel en quien ellas tienen su ser verdadero.
No abandonamos los bienes de este mundo porque no son buenos, sino sólo porque no son buenos para nosotros más que en cuanto integran una promesa. Ellos, en cambio, dependen de nuestra esperanza y de nuestro desapego, para el cumplimiento de su destino. Si lo usamos mal, nos arruinamos junto con ellos; si los empleamos como promesa para los hijos de Dios, los llevamos, junto con nosotros, a Dios”.
*
Thomas Merton.
Los hombres no son islas.
***
Lo que ha de hacer el discípulo es encarnar la Palabra, hacerla vida, y transformar este mundo desde dentro; y para ellos ha de aprender a mirar el mundo con los ojos de Dios, con ojos de misericordia.
***
"Migajas" de espiritualidad, Espiritualidad
Ascetismo, Esperanza, Los hombres no son islas, Thomas Merton
Viernes, 19 de agosto de 2016
Del blog Nova Bella:
DEMASIADAS COSAS
El asceta es consciente de demasiadas cosas.
Un exceso de amor lo amarra al mundo.
Cada casualidad se convierte en un vínculo.
Siente cada palabra, cada letra.
(…)
A veces tiene miedo de que su corazón alcance el tamaño del cosmos.
Por eso con paciencia va deshaciendo nudos.
Corta ataduras. Se le va la vida
en desentenderse.
*
Juan Antonio González-Iglesias
***
"Migajas" de espiritualidad, Espiritualidad
Asceta, Ascetismo, Cosas
Comentarios recientes