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28.5.17. Ascensión. La Montaña y la Cruz de la Presencia

Domingo, 28 de mayo de 2017
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imagesDel blog de Xabier Pikaza:

Ascensión del Señor. Mt 28, 16-20. Culmina el tiempo de pascua con la fiesta de la Ascensión, que solía celebrarse en jueves, a los cuarenta días del domingo de resurrección, pero que se ha pasado ahora, en casi todas las iglesias, al domingo siguiente.

Culmina así el tiempo litúrgico de Pascua…Y aprovecho así la ocasión para desear a todos mis lectores y amigos un feliz final de resurrección. Hoy desarrollo el tema del evangelio del día, indicando que según Mt 18, 16-20 no hay ascensión propiamente dicha, sino revelación y presencia del Señor Jesús en la Montaña del Amor cumplido, la montaña de la Presencia y del Envío, unida a la cruz de la vida que es el amor concreto de aquellos que saben que su misma vida es cielo.

300px-durango_cruz_de_kurutzeagaImagen 1: He estado el jueves 25 en Durango y Abadiño, bajo el Amboto. He hablado a mis “amigos” de infancia de la vida y Ascensión de Jesús, bajo la montaña des Amboto, un símbolo de vida. Ese símbolo de la montaña envuelta abre un horizonte de infinito hecho presente cada día, cada hora, en la vida de los hombres que se aman

Imagen 2. Cruz de Kurutziaga… del finales del XV, como yo la veía de niño todos los días, pasando por delante de los Jesuitas, al ir a estudiar a la Academia. El pasado 25 hablé de Jesús precisamente en el colegio de los Jesuitas… donde estaba antes la cruz, como en esta imagen antigua. Ahora la han llevado al Museo y Ermita de la Vera-Cruz para resguardarla.

Esa cruz misteriosa, con una cara de dolor y otra de gloria… ha sido para mi por años un signo especial de esperanza en la resurrección, entendida ya como deseo de cielo en la tierra… Un símbolo de muerte, símbolo de vida, el cielo entero en la muerte de Jesús y en el amor de sus amigos.

Pascua y Ascensión (sin ascensión) en Galilea.

En el comienzo de pascua hemos escuchado muchas veces la promesa: ¡id a Galilea, allí le encontraréis! (cf Mc 14, 28; 16, 7), que también había repetido el evangelio de Mateo (cf. Mt 16, 32 y 28, 7-10). Todo el evangelio de Mc se encontraba construido sobre esa certeza: los discípulos han ido encontrando al Jesús de la pascua en el camino de su seguimiento en Galilea. Pero sólo Mt 28, 16-20 ha narrado de forma especial esa aparición de Jesús resucitado en la tierra y montaña donde había expandido en vida su mensaje.

Esta es la aparición única y universal de Jesús según Mateo, una “ascensión” que no es subida a otro cielo, sino presencia en esta tierra, hasta el final de los tiempos. Esta “aparición” (que es presencia) tiene valor definitivo: no termina, perdura para siempre. Ella sigue, no ha tenido ni tendrá fin, hasta el día en que acabe la historia. Eso significa que el tiempo de los hombres (discípulos del Cristo) está marcado por la permanencia y frutos de esa gran visión que funda toda su existencia.

Sabíamos por Mc 16, 7 y Mt 28, 7.10 que los discípulos del Cristo debían dirigirse a Galilea, para encontrar en plenitud al Señor resucitado. Galilea significa vuelta hacia el pasado de la historia de Jesús: allí se escucha su palabra, allí se cumple su mensaje. Pero, al mismo tiempo, Galilea es como punto de partida de un camino que debe dirigirse ya al conjunto de los hombres.

Esta elección de Galilea puede resultar extraña para un buen judío, pues va en contra de las expectativas de la historia oficial israelita: según esa esperanza, el reino ha de irrumpir en la ciudad de las promesas (Jerusalén); allí se expresará triunfante el rey mesías, elevando su trono sobre el mundo. Lógicamente, para resaltar la continuidad con Israel, el evangelio de Lc y, en algún sentido, Jn han situado las apariciones de Jesús y el comienzo de la iglesia en Jerusalén. De allí deben salir los discípulos del Cristo, llevando su mensaje a las naciones de la tierra. Pues bien, rompiendo esa visión, Marcos y Mateo han colocado la experiencia pascual en Galilea, para iniciar desde allí el camino del reino.

Esta elección de Galilea es, por lo menos, muy provocativa: ella supone que tenemos que dejar de lado la esperanza propia de Israel, centrada en pueblo y templo. De esa forma abandonamos las promesas que están relacionadas con el triunfo nacional del pueblo santo; en contra de lo que parecen decir algunas profecías, el nuevo reino empieza a revelarse en Galilea. Así, desde la oscura provincia de Jesús se expandirá un camino salvador universal que está fundado en la experiencia de su pascua.

Montaña de pascua, montaña de Ascensión (es decir, de Presencia).

Mc 16, 7 había dicho que Jesús os precede a Galilea, el nuevo centro de la historia salvadora, para iniciar desde allí su camino de expansión universal. Mt 28, 7.10 repitía el mismo dato. Pues bien, cuando narra el cumplimiento de esa palabra, el evangelio ha introducido un rasgo nuevo: dice que Jesús había convocado a sus creyentes sobre una montaña (Mt 28, 16). En el centro de Galilea se eleva la montaña de la nueva y definitiva revelación de Dios en Jesucristo; esa montaña es corazón y centro permanente de la tierra.

Recordemos el valor de las montañas como espacios de revelación en las viejas tradiciones de los pueblos y en el mismo Antiguo Testamento (Sinaí). Mateo ha destacado el tema al situar el gran mensaje de Jesús sobre un lugar que llama la montaña (Mt 5, 1). Pues bien, reasumiendo el valor de aquel pasaje y del lugar donde Jesús ha vivido la experiencia pascual de la transfiguración (Mt 17, 1-8; cf Mc 9, 2-8: 11ª estación), nuestro texto afirma que los discípulos hallaron a Jesús en la montaña del mandato de Jesús, en Galilea (28, 16).

No hace falta precisarla. Esa montaña es el nuevo y conclusivo Sinaí: es lugar y signo de revelación de Dios para los hombres, esta montaña es el mismo Cristo. Como verdadero y nuevo pueblo israelita, el grupo de los seguidores de Jesús, dirigido por las mujeres que llevan el anuncio, ha subido a la altura de Dios, para encontrar allí al Señor pascual. Esta ha sido la peregrinación definitiva, el gran ascenso que define y discierne la historia de los hombres.

Aquí acaba todo, para empezar de nuevo todo, en forma renovada. El camino de Jesús, culminación de la historia israelita, ha venido a desembocar en este gran ascenso. Intentemos fijar la imaginación: un grupo de discípulos van subiendo y subiendo. Se han liberado de todo; han dejado que el mundo quede a sus pies, se vaya perdiendo allí abajo. Conforme a la palabra de Jesús, guiados por la experiencia y ministerio de unas mujeres, ellos van subiendo, en gesto que condensa y culmina nuestra historia.

Esta es montaña de siempre: es el monte de los viejos recuerdos de Israel (el Sinaí), puede ser también la sede del misterio que han soñado muchos pueblos. Pero es, al mismo tiempo, montaña del mensaje y fidelidad de Jesús hacia los pobres (bienaventuranzas y sermón de Mt 5-7). Saliendo del sepulcro vacío, dirigidos por mujeres, suben allí todos los discípulos.

El Señor de la montaña.

Los viejos mitos dicen que Dios mora en las alturas. Sobre el Sinaí tronaba el Dios israelita. Pues bien, cuando sus creyentes suben al monte nuevo de la revelación pascual , los discípulos encuentran al Cristo resucitado.

Jesús no tiene que aparecerse: espera allí, les está aguardando, para mostrarles la verdad y plenitud de amor sobre la tierra. Allí se les muestra como Señor universal. Allí les encomienda su tarea y les ofrece su promesa:

Los Once discípulos fueron a Galilea,
a la Montaña que les había mandado Jesús.
Y viéndole le adoraron, aunque algunos dudaban.
Y Jesús, adelantándose a ellos, les habló diciendo:
-Se me ha dado todo poder en el cielo y sobre la tierra;
id, pues, y haced discípulos a todos los pueblos,
bautizándoles en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo,
enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado
y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días,
hasta la consumación de los tiempos (28, 16-20).

La experiencia pascual se interpreta, según eso, como extensión de la gran soberanía de Dios, una soberanía que es libertad y amor universal. Los hombres se encontraban antes ciegos. Los mismos discípulos del Cristo se hallaban confundidos: no encontraban el misterio de Dios en Jesucristo. Ahora, en cambio, ellos descubren la verdad de Dios y adoran al Señor resucitado. Leer más…

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Ascensión del Señor. Ciclo A.

Domingo, 28 de mayo de 2017
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giotto_-_scrovegni_-_-38-_-_ascensionDel blog El Evangelio del Domingo, de José Luis Sicre sj:

Jesús subiendo al cielo es una imagen bastante representada por los artistas, y la tenemos incorporada desde niños, además de formar parte de nuestra profesión de fe. Alguno podría imaginar que esta escena se encuentra en los cuatro evangelios. Sin embargo, el único que la cuenta es Lucas, y por dos veces: al final de su evangelio y al comienzo del libro de los Hechos. El próximo domingo la primera lectura ofrece la versión de Hechos.

En mi primer libro, querido Teófilo, escribí de todo lo que Jesús fue haciendo y enseñando hasta el día en que dio instrucciones a los apóstoles, que había escogido, movido por el Espíritu Santo, y ascendió al cielo. Se les presentó después de su pasión, dándoles numerosas pruebas de que estaba vivo, y, apareciéndoseles durante cuarenta días, les habló del reino de Dios.
Una vez que comían juntos, les recomendó:
― No os alejéis de Jerusalén; aguardad que se cumpla la promesa de mi Padre, de la que yo os he hablado. Juan bautizó con agua, dentro de pocos días vosotros seréis bautizados con Espíritu Santo.
Ellos lo rodearon preguntándole:
― Señor, ¿es ahora cuando vas a restaurar el reino de Israel?
Jesús contestó:
― No os toca a vosotros conocer los tiempos y las fechas que el Padre ha establecido con su autoridad. Cuando el Espíritu Santo descienda sobre vosotros, recibiréis fuerza para ser mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta los confines del mundo.
Dicho esto, lo vieron levantarse, hasta que una nube se lo quitó de la vista. Mientras miraban fijos al cielo, viéndole irse, se les presentaron dos hombres vestidos de blanco, que les dijeron:
― Galileos, ¿qué hacéis ahí plantados mirando al cielo? El mismo Jesús que os ha dejado para subir al cielo volverá como le habéis visto marcharse.

Curiosamente, esta versión difiere bastante de lo que cuenta Lucas en su evangelio.

ü En el Evangelio, Jesús bendice antes de subir al cielo (en Hch, no).
ü En Hechos, una nube oculta a Jesús (en el evangelio no se menciona la nube).
ü En el evangelio, los discípulos se postran (en Hch se quedan mirando al cielo).
ü En el evangelio vuelven a Jerusalén; en Hch se les aparecen dos personajes vestidos de blanco.

Subir al cielo como imagen del triunfo

Si el mismo autor, Lucas, cuenta el mismo hecho de formas tan distintas, significa que no podemos quedarnos en lo externo, en el detalle, sino que debemos buscar el mensaje profundo.

La idea de la ascensión resulta chocante al lector moderno por dos motivos muy distintos: 1) no es un hecho que hayamos visto; 2) se basa en una concepción espacial puramente psicológica (arriba lo bueno, abajo lo malo), que choca con una idea más perfecta de Dios.

Precisamente por esta línea psicológica podemos buscar la explicación. Desde las primeras páginas de la Biblia encontramos la idea de que una persona de vida intachable no muere, es arrebatada al cielo, donde se supone que Dios habita. Así ocurre en el Génesis con el patriarca Henoc, y lo mismo se cuenta más tarde a propósito del profeta Elías, que es arrebatado al cielo en un carro de fuego. Interpretar esto en sentido histórico (como si un platillo volante hubiese recogido al profeta) significa no conocer la capacidad simbólica de los antiguos.

Sin embargo, existe una diferencia radical entre estos relatos del Antiguo Testamento y el de la ascensión de Jesús. Henoc y Elías no mueren. Jesús sí ha muerto. Por eso, no puede equipararse sin más el relato de la ascensión con el del rapto al cielo.

Es preferible buscar la explicación en la línea de la cultura clásica greco-romana. Aquí sí tenemos casos de personajes que son glorificados de forma parecida tras su muerte. Los ejemplos que suelen citarse son los de Hércules, Augusto, Drusila, Claudio, Alejandro Magno y Apolonio de Tiana. Los incluyo al final para los interesados.

Estos ejemplos confirman que el relato tan escueto de Lucas no debemos interpretarlo al pie de la letra, como han hecho tantos pintores, sino como una forma de expresar la glorificación de Jesús.

La segunda lectura de hoy, tomada de la carta a los Efesios, es muy interesante en este sentido. No habla de la ascensión de Jesús al cielo, pero se explaya hablando de su triunfo con una imagen distinta: está sentado a la derecha de Dios, por encima todo y de todos.

Hermanos: Que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, os dé espíritu de sabiduría y revelación para conocerlo. Ilumine los ojos de vuestro corazón, para que comprendáis cuál es la esperanza a la que os llama, cuál la riqueza de gloria que da en herencia a los santos, y cuál la extraordinaria grandeza de su poder para nosotros, los que creemos, según la eficacia de su fuerza poderosa, que desplegó en Cristo, resucitándolo de entre los muertos y sentándolo a su derecha en el cielo, por encima de todo principado, potestad, fuerza y dominación, y por encima de todo nombre conocido, no sólo en este mundo, sino en el futuro. Y todo lo puso bajo sus pies, y lo dio a la Iglesia como cabeza, sobre todo. Ella es su cuerpo, plenitud del que lo acaba todo en todos.

Misión

La primera lectura (Hechos) y el evangelio (Mateo) coinciden en ofrecernos unas palabras de despedida de Jesús a sus discípulos. El evangelio las cuenta así:

En aquel tiempo, los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado. Al verlo, ellos se postraron, pero algunos vacilaban. Acercándose a ellos, Jesús les dijo:
― Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra. Id y haced discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; y enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.

Si comparamos lo que dice Mateo con lo que ha contado Lucas en los Hechos (1ª lectura) encontramos también aquí notables diferencias:

― Lucas sitúa la despedida en Jerusalén, los discípulos muestran una vez más su preocupación política por la restauración del reino de Israel, y Jesús desvía la atención hacia la próxima venida del Espíritu Santo.

― Mateo la sitúa en Galilea, los discípulos no dicen nada, Jesús los envía de inmediato al mundo entero y lo que promete no es la venida del Espíritu sino su compañía continua: “Yo estaré con vosotros hasta el fin del mundo”.

A pesar de estas grandes diferencias, los dos textos coinciden en la importancia de la misión.

Hechos: Recibiréis fuerza para ser mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta los confines del mundo.

Mateo: Id y haced discípulos de todos los pueblos.

Por eso, la Ascensión o triunfo de Jesús no es motivo para quedarse mirando al cielo. Hay que mirar a la tierra, al mundo entero, en el que los discípulos de Jesús debemos continuar su misma obra, contando con la fuerza del Espíritu y la compañía continua del Señor.

Los cuarenta días

El evangelio no dice nada de este período de 40 días entre la resurrección y la ascensión. ¿Qué significa, y por qué lo introduce Lucas? El número 40 se usa en la Biblia para indicar plenitud, sobre todo cuando se refiere a un período de tiempo. El diluvio dura 40 días y 40 noches; la marcha de los israelitas por el desierto, 40 años; el ayuno de Jesús, 40 días… Se podrían citar otros muchos ejemplos. En este caso, lo que pretende decir Lucas es que los discípulos necesitaron más de un día para convencerse de la resurrección de Jesús, y que Jesús se les hizo especialmente presente durante el tiempo que consideró necesario.

Textos clásicos sobre la subida al cielo de un gran personaje

A propósito de Hércules escribe Apolodoro en su Biblioteca Mitológica: “Hércules… se fue al monte Eta, que pertenece a los traquinios, y allí, luego de hacer una pira, subió y ordenó que la encendiesen (…) Mientras se consumía la pira cuenta que una nube se puso debajo, y tronando lo llevó al cielo. Desde entonces alcanzó la inmortalidad…” (II, 159-160).

Suetonio cuenta sobre Augusto: “No faltó tampoco en esta ocasión un antiguo pretor que declaró bajo juramento que había visto que la sombra de Augusto, después de la incineración, subía a los cielos” (Vida de los Doce Césares, Augusto, 100).

Drusila, hermana de Calígula, pero tomada por éste como esposa, murió hacia el año 40. Entonces Calígula consagró a su memoria una estatua de oro en el Foro; mandó que la adorasen con el nombre de Pantea y le tributasen los mismos honores que a Venus. El senador Livio Geminio, que afirmó haber presenciado la subida de Drusila al cielo, recibió en premio un millón de sestercios.

De Alejandro Magno escribe el Pseudo Calístenes: “Mientras decía estas y otras muchas cosas Alejandro, se extendió por el aire la tiniebla y apareció una gran estrella descendente del cielo hasta el mar acompañada por un águila, y la estatua de Babilonia, que llaman de Zeus, se movió. La estrella ascendió de nuevo al cielo y la acompañó el águila. Y al ocultarse la estrella en el cielo, en ese momento se durmió Alejandro en un sueño eterno” (Libro III, 33).

Con respecto a Apolonio de Tiana, cuenta Filóstrato que, según una tradición, fue encadenado en un templo por los guardianes. “Pero él, a medianoche se desató y, tras llamar a quienes lo habían atado, para que no quedara sin testigos su acción, echó a correr hacia las puertas del templo y éstas se abrieron y, al entrar él, las puertas volvieron a su sitio, como si las hubiesen cerrado, y que se oyó un griterío de muchachas que cantaban, y su canto era: Marcha de la tierra, marcha al cielo, marcha” (Vida de Apolonio de Tiana VIII, 30).

Sobre la nube véase también Dionisio de Halicarnaso, Historia antigua de Roma I,77,2: “Y después de decirle esto, [el dios] se envolvió en una nube y, elevándose de la tierra, fue transportado hacia arriba por el aire”.

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Solemnidad de la Ascensión. 28 Mayo, 2017

Domingo, 28 de mayo de 2017
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ascen

“Y sabed que yo estoy con vosotras todos los días, hasta el fin del mundo.”

(Mt 28, 16-20)

Que Jesús se queda con nosotras lo sabemos, pero aun así la tentación de quedarse mirando al cielo es grande. Y es que esa manera tan “encarnada” de quedarse que tiene Jesús da bastante vértigo por eso sale espontáneo lo de mirar al cielo por si cambia de opinión.

La escena me recuerda a cuando era pequeña y alguien con “autoridad” te decía que tenías que hacer algo que a ti te parecía muy difícil o te daba vergüenza. Sabías que tenías que hacerlo pero te daba miedo y levantabas los ojos buscando el coraje que te faltaba…

Aquellos primeros discípulos estaban como niños desconcertados. Entre tímidos y asustados. Con esa mirada que busca en las alturas el valor que le falta por dentro.

Y a nosotras nos pasa exactamente lo mismo. Se acaba la Pascua. La Vigilia Pascual con el “subidón” de alegría nos queda ya lejos. Nuestras “Galileas” personales nos imponen nuevos retos y viejos obstáculos. Pero en medio de esta cotidianidad Tú nos desafías de nuevo. A nosotras se nos escapa una mirada al cielo: ¿yo?, ¿ahora?, ¿cómo?

Y tú, de mil maneras diferentes, a cada una según sus posibilidades, nos repites el encargo:

“-Id y haced discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; y enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado.”

Sí, esto es lo que nos pides. Tan grande y a la vez tan sencillo. Imposible pero real.

Real porque eres Tú quien está “con nosotras todos los días.” no es en el cielo donde encontraremos el coraje que nos falta, sino junto a nosotras mismas, en tu mirada compañera y cómplice.

Oración

¡Gracias Trinidad Santa por quedarte con nosotras de una manera tan cotidiana que a veces nos despista, pero siempre nos acompaña!

*

Fuente Monasterio de Monjas Trinitarias de Suesa

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Muerto Jesús, está fuera de tiempo y espacio.

Domingo, 28 de mayo de 2017
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ASCENSIONMt 28, 16-20

Si hemos vislumbrado en alguna medida lo que nos decía Jn los dos domingos pasados, se nos hará muy cuesta arriba entender la fiesta de hoy y la de los tres domingos siguientes. La subida de Jesús al cielo, la venida del Espíritu, la Trinidad, la Eucaristía están presentadas por los textos litúrgicos como realidades externas que se dieron en otro tiempo. Entendiendo mal los textos, desenfocamos el verdadero sentido.

No podemos seguir utilizando un lenguaje que responde a una visión mítica de la realidad. Cuando se creía que Dios estaba en lo más alto, que el hombre estaba en el medio y que el demonio estaba en lo más bajo, el lenguaje utilizado se entendía perfectamente. De Jesús se dice expresamente: Bajó del cielo, se hizo hombre, descendió a los infiernos y volvió a subir. Nuestra manera de entender la realidad ha cambiado. Hoy no nos dice nada un cielo o un infierno como lugares de referencia.

Debemos entender la ascensión como parte del misterio pascual que es una única realidad. Ni la resurrección, ni la ascensión, ni el sentarse a la derecha del Padre, ni la glorificación, ni la venida del Espíritu, son hechos separados. Se trata de una realidad única que está sucediendo en este mismo instante, porque está fuera del tiempo y del espacio. Decir de Jesús después de muerto: a los tres días, a los ocho días, a los cuarenta días, a los cincuenta días, no tiene sentido ninguno. Hablar de Galilea o de Jerusalén, o decir que está sentado a la derecha de Dios, es absurdo literalmente.

Esto no quiere decir que sea una realidad inventada. Todo lo contrario, esa es la ÚNICA REALIDAD. Es lo que está sujeto al tiempo y al espacio la que no tiene consistencia. Esa realidad intangible ha tenido una repercusión real en la vida de los cristianos, y eso sí se puede descubrir a través de los sentidos. Esa realidad no temporal, es la que hay que descubrir para que tenga también en nosotros la misma eficacia transformadora. Si seguimos creyendo que es un acontecimiento que sucedió hace veinte siglos en un lugar y un tiempo determi­nado, ¿Qué puede significar para nosotros hoy?

Las realidades espirituales, por ser atemporales, pertenecen al hoy como al ayer, son tan nuestras como de Pedro o Juan. No han sucedido en el pasado, sino que están sucediendo en este instante. Son realidades que están afectando a nuestra propia vida. Puedo vivirlas yo como las vivieron los apóstoles. Es más, el único objetivo del mensaje evangélico, es que todos lleguemos a vivirlas como las vivieron ellos.

La ascensión empezó en el pesebre y terminó en la cruz: Todo está cumplido. Ahí terminó la trayectoria humana de Jesús y sus posibilidades de crecer como criatura. Después de ese paso no existe el tiempo, por lo tanto, no puede suceder nada en él. Es todo como un chispazo que dura toda la eternidad. Él había llegado a la plenitud total en Dios. Por haberse despegado de todo lo que en él era transitorio y terreno, solo permaneció de él lo que había de Dios, y con Él se identificó absolutamente.

¿De verdad queremos ser cristianos? ¿Tenemos la intención de recorrer la misma senda, de alcanzar la misma plenitud, la misma meta? ¿Estamos dispuestos a dejarnos aniquilar en esa empresa, a aceptar que no quedará nada de lo que creo ser? Es duro, pero no puede haber otro camino. Si renuncio al don total de mí mismo, renuncio a alcanzar la meta. Como en Jesús, ese don total solo será posible cuando descubra que Dios Espíritu se me ha dado totalmente, y está en mí para llevar a cabo esa obra de amor.

Tal vez nos conformemos con quedarnos pasmados mirando al cielo y esperando que él vuelva. Esa es la mejor manera de hacer polvo todo el quehacer de Jesús en esta tierra. La idea de que Dios o Jesús o el Espíritu pueden hacer, en un momento determinado, algo por mí, ha desvirtuado la religiosidad cristiana. Dios, Jesús y el Espíritu lo están haciendo todo por mí en todo instante. Yo soy el que tengo que hacer algo en un momento determinado para descubrir esa realidad y hacerla mía viviéndola.

El relato de Mt que acabamos de leer, es un prodigio de síntesis teológica. No hay en él ninguna alusión a la subida al cielo, ni a dejar de verlo. Consta simplemente, de una localización dada, una proclamación de poder y tres ideas básicas. Situar la escena en un monte, es una indicación suficiente de que lo que le interesa no es el lugar, sino el simbolismo. El monte significa el ámbito de lo divino, donde está Dios y donde quiere situar también a Jesús. Que lo sitúe en Galilea, tiene un significado muy importante. Judea había rechazado a Jesús y no era ya el lugar donde encontrarse con Dios.

Jesús no pudo decir que se le ha dado todo poder, porque después del bautismo rechazó el poder como una tentación. Este doble lenguaje nos ha despistado. No hay un poder bueno y otro malo. Todos son perversos. Se trata de expresar que ha alcanzado la plenitud absoluta por haberse identificado con Dios en el don total de sí mismo. Debemos tener en cuenta que la primera interpretación del misterio pascual, está formulada en términos de glorificación; antes incluso de hablar de resurrección.

El envío a predicar. También tiene un carácter absoluto “todos los pueblos”. El tema de la misión es crucial en todos los relatos pascuales. La primera comunidad intenta justificar lo que era ya práctica generalizada de los cristianos. El predicar el “Reino de Dios” no es un capricho de unos iluminados sino mandato expreso de Jesús. Todo cristiano tiene, como primera obligación, llevar a los demás el mensaje de su Maestro.

Es muy importante la particularidad de la enseñanza. No se trata de enseñar doctrinas ni ritos ni normas morales sino de instar a una manera de proceder. Esto está muy de acuerdo con la insistencia de los evangelios en las obras como manifestación de la presencia de Dios en Jesús, y como consecuencia de la adhesión a Jesús. Si tenemos en cuenta que el núcleo del evangelio es el amor, comprenderemos que en la práctica, el amor es lo primero que tiene que manifestarse en un cristiano.

Yo estaré con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Fue el tema del evangelio de los dos domingos pasados. Ya habían dejado claro que todo lo que hizo Jesús era obra del Padre o que era el Espíritu el que actuaba en él. Ahora sigue siendo Dios en sus tres dimensiones el que va a continuar la obra de salvación a través de sus seguidores. Recordar que Jesús habla de enviar al Espíritu, de quedarse él con nosotros, de que el Padre vendrá a cada uno. Esta manera de hablar puede hundirnos. Los tres “vendrán” a mi conciencia cuando me dé cuenta de que están ahí ya.

Meditación-contemplación

Celebramos la Ascensión, pero estará con nosotros siempre.
En esta contradicción (coan) está el secreto.
Ni se va ni se queda. Para Jesús resucitado no hay lugar ni tiempo.
En Dios, estoy fuera del tiempo y del espacio.

No puede haber Vida si no trascendemos el tiempo y el espacio.
Nuestra Vida “divina” es la misma ahora y siempre.
Contemplar, es salir del tiempo y del espacio.
Es identificarse con Dios que es eternidad.

 

Fray Marcos

Fuente Fe Adulta

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Buda también se transfiguró.

Domingo, 28 de mayo de 2017
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buddha_and_jesus1Qué feliz sería la vida si sólo viviéramos para amar (Kalman)

28 de Mayo. VII domingo de Pascua.

Mt 28, 16-20

Yo estaré con vosotros siempre, hasta el fin del mundo

Una transfiguración, se dice, sucedió dos veces en la vida de Buda. Justamente antes de su muerte, su cuerpo brilló tanto, que “los nuevos mantos dorados que estaba portando, parecían haber perdido su lustre”En Jesús se repite la historia con el episodio del Monte Tabor“Delante de ellos se transfiguró: su rostro resplandeció como el sol, sus vestidos se volvieron blancos como la luz” (…) “Jesús se acercó, los tocó y les dijo: ¡Levantaos, no temáis” (Mt 17, 2 y 17, 6).  En nuestro caso, el Maestro de Nazareth se percata del miedo de los suyos –”estaban llenos de miedo”– (Mc 9, 6) y toma conciencia de que necesitan experimentar su cercanía humana. Es decir, el contacto carnal de su mano, y no sólo el resplandor divino de su rostro que probablemente fue lo que, unido a la voz salida de la nube, les amedrentaba. Esta es la Pascua que nos presenta el relato evangélico y la figura de Jesús. Miguel Ángel pintó a Dios en la Capilla Sixtina tocándole su dedo. Hechos de los que podemos concluir que en esta ocasión como en tantas otras, hay historias en todas las culturas que se relatan para ensalzar a sus héroes.

-Es famosa la frase del maestro al principiante: “Si te encuentras a Buda, mátalo, porque no es Buda, sino la imagen que te has construido sobre él a partir de tu propio yo”. Y el Maestro Eckhart dijo: Pido a Dios que me libre de Dios”. Sr. Suzuki, ¿dónde se encuentra Buda?, le preguntó un periodista al Doctor Kotaró Suzuki, director de la sección Internacional de la Asociación budista Kosei-kai. Esta fue la respuesta: “El misterio llamado Buda, Dios o lo Sagrado está en nuestro interior. Montes y ríos, valles y arroyos, todo es cuerpo de Buda, manifestación de su vida. ¿Lo llamaremos Buda, Dios, o Allah? El nombre no importa”.

Las obras de misericordia, tanto corporales como espirituales, son un vademecum (del latín vade, ‘anda’, ‘ven’, y mecum, ‘conmigo’-, que es una referencia elemental para la práctica del Evangelio: Dar de comer al hambriento…, dar posada al peregrino…, enseñar al que no sabe…, consolar al triste…etc, etc. El Papa Francisco, fiel seguidor de Jesús y fiel cristiano, las pone en práctica cada día cubriendo las necesidades del hombre aquí en la tierra, y preguntado a los demás  cristianos: “qué hacéis ahí mirando al cielo”  (Hch 1, 11)

El compositor húngaro Rudolf Kalman (1930-2016) pone en boca de uno de sus protagonistas estas palabras: “¡Qué feliz sería la vida si sólo viviéramos para amar!”. Las transfiguraciones –la iluminación en el caso de Siddharta Gautama- cobran pleno sentido y son eficaces cuando van teñidos del sentimiento plenamente humano del amor.

Mi amigo José Paz Campos, inspirado poeta gallego, pone de relieve en este Poema de su obra El Legendario mundo de Nadá, la idea de ser antorcha de llama que brille en el firmamento y que la doctrina de Jesús se perpetúa en el Reino. Y yo me pregunto: ¿Es que me sirve de algo que, quedarme siguiéndole con los ojos fijos mientras se marchaba para sentarse a la diestra de Dios Padre?

CIENCIA TOTAL (Fragmento)

Nadá se fue pensativo
y a sus hijos reunió.
Les dijo con voz de padre:
“Mirán, Atar y Senita:
un dios nos dejó escrita
esta ley”, y se calló
Y quitándose el complejo
que te crea el mandamiento,
tiende los brazos al viento
y con ardor así exclama:
“¡Seré una antorcha de llama
que brille en el firmamento!”

(………………………………)

”Pero si queréis saber
lo que pasó con Nadá,
ningún hombre os dirá
lo que pudo acontecer;
aunque en mi corto entender
lo más probable sería
que Nadá entregaría
su cuerpo al mundo letal,
pero su Ciencia Total
en el Reino quedaría”.

 

Vicente Martínez

Fuente Fe Adulta

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Contigo al fin del mundo.

Domingo, 28 de mayo de 2017
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7-ASCENSION-297x300Mt 28, 16-20

Tras la Resurrección se fue. Y lo hizo abiertamente. Los discípulos se quedaron mirando atolondrados mientras se iba y pudieron ratificar que realmente se marchó. El Señor tenía que dejar claro que comenzaba una etapa nueva en su forma de estar con nosotros. ¿Qué relación no pasa en su historia por distintas fases para crecer? De hecho, Él insistió en que estaría acompañándonos todos los días hasta el fin del mundo. Por tanto, nada de ruptura. Su decisión apuntaba a un cambio cualitativo para impulsar la unión. Pero ¿cómo se puede permanecer cuando uno se va?

La presencia es algo tan misterioso que es casi imposible de definir. Porque no queda encerrada en los límites de lo físico. Trasciende lo que se puede ver y tocar. Por eso los sentidos más “adelantados” que mejor la perciben son el olfato y el oído. Se pueden escuchar sonidos reales que nos emocionan aunque estén lejos; se puede oler un aroma único que se nos escapa de las manos pero que nos rodea y envuelve, y nos hace soñar y recordar. La realidad es más amplia que aquello que abarcan nuestros ojos. Se puede reconocer al Señor en signos apenas perceptibles que muestran que de verdad no nos ha abandonado: personas que tienen sus mismos gestos, que pronuncian con autenticidad sus palabras, que son como una prolongación de su ser. Quizás por ello animó a los discípulos a guardar y reproducir todo lo que les había enseñado. Para que otros reconocieran su presencia en ellos y creyeran que el amor y la vida no tienen fecha de caducidad.

 “No es lo mismo marcharse que huir”, escribió la poeta Gloria Fuertes. Tenía razón. Jesucristo no “se fue a por tabaco y no volvió” para evadirse de los problemas de este mundo, sino que, destruyendo a la muerte, fortaleció el vínculo que nos une, irrompible ya, para continuar actuando a nuestro favor de un modo distinto. Por eso quiso dejar claro que la resurrección no suponía irse Más Allá, a vivir cómodamente y disfrutar de un merecido descanso después de tanto sufrido. Con esa presencia nueva mostró que resucitar significa vivir más, amar más, compartir más plenitud. Una inyección de ánimo para vacilantes y temerosos. A Jesucristo resucitado, y a los que han resucitado con Él, nadie nos los puede arrebatar.

Así, ser misionero es posible. Contamos de verdad con unos aliados fieles e indestructibles ante las adversidades y la intemperie: El Señor y los que nos han precedido. Jesucristo nos hizo una promesa que ya ha cumplido: estar con nosotros hasta el fin del mundo. Y tú… ¿estarías dispuesto a irte con Él?

María Dolores López Guzmán

Fuente Fe Adulta

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En la Pietá, el Descendimiento es Ascensión

Domingo, 28 de mayo de 2017
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3811200748_009b605605De su blog Vivir y pensar en la Frontera:

En la asignatura transversal sobre Arte y Teología, una pregunta con trampa desconcertó al alumnado interdisciplinar.

Pregunta el profesor: “Si Pilatos, cincuenta días después de la tragedia del Gólgota, manda abrir la tumba de Jesús y encuentran un cadáver en putrefacción, ¿que problema crearía este testimonio contra la predicación sobre el resucitado?

Un alumno de teología, fundamentalista y timorato, responde: “No era el cadáver de Jesús, sino otro que habían colocado allí por orden del consejo de ancianos. Fueron los mismos sobornados por los principales sacerdotes para extender el rumor de que los discípulos robaron el cadáver de Jesús, como se cuenta en Mt 28, 11-15”.

Otro alumno de filosofía, incrédulo y cientificista, responde: “Ese descubrimiento desmonta el argumento de la tumba vacía. Hoy se confirmaría con la prueba del ADN”.

Una alumna de informática, abriendo en su celular la aplicación “túnel del tiempo”, responde; “La foto de la tumba está manipulada. En el twitter siguiente, vemos una instantánea del despegue de la Ascensión, en cohete hacia las nubes, vale para refutar la foto del cadáver en la tumba”.

Otra alumna, de estética y bellas artes, se gana sobresaliente respondiendo así : “Aunque el ADN confirmase que el cadáver es de Jesús, eso no niega la resurrección. Como tampoco niega la resurrección el hecho palpable del cadáver de Jesús sobre el regazo de María en la escena del Descendimiento. Si el momento de la muerte es el mismo de la resurrección, el hecho del cadáver es compatible con la realidad del Viviente. Lo comprendió genialmente Miguel Ángel al representar a la madre contemplando en los restos del crucificado la Presencia de El Que Vive”.

Tenía razón esta alumna, acreedora de Premio extraordinario. Efectivamente, la Piedad de Miguel Ángel es imagen dinámica de Ascensión, como el Cristo de Velázquez es icono sereno de Resurrección.

Haciendo búsqueda de imágenes en la historia del arte, hallaremos otras diferentes. Por ejemplo, la que vemos en la catedral de Notre Dame tiene más de Angustias que de Consuelo. Está con los brazos abiertos en cruz y la mirada hacia el cielo, como si clamase: “¿Por qué le han hecho esto? ¿Por qué nos has hecho esto, Dios mío? ¿Por qué has dejado que le hicieran esto?” Y el cadáver del crucificado, dejándose caer en diagonal hacia el suelo, anticipa un cierre de la tumba sin retorno.

Otras imágenes medievales representan el Descendiemiento con una postura de María inclinada en un abrazo hacia el cadáver del hijo, como cuando lo acunaba hace más de treinta años, pero ahora la sonrisa que amamanta se torna llanto desconsolado.

Por el contrario, la escultura de Miguel Ángel no es Dolorosa, ni Angustias, ni Soledad, sino Piedad de Fe que alumbra Compasión.

Por eso el cuerpo muerto no es trágico, rígido y violentado, sino plácido, sereno y apolíneo, como el Cristo de Velázquez. Por eso la madre no protesta dolorosa hacia las nubes, ni se inclina desconsolada ante el hijo muerto, sino conserva la misma verticalidad con que estaba, stabat mater, de pie ante la cruz. Ahora sigue enhiesta contemplando con fe, no un cadáver, sino un viviente. Su serenidad apacible puede competir con las mejores esculturas orientales de meditación iluminada, a la vez que de su lucidez nace una compasión ilimitada sugerida en el ademán inefable del rostro, ligeramente inclinado para identificar su mirada con los ojos, a la vez cerrados y abiertos, de El Crucificado que Vive.

Al contemplar el Descendimiento como Ascensión, nuestra mirada recorre el cuerpo de Jesús desde los pies a la cabeza. Superado el ángulo recto de la rodilla, único residuo de rigidez mortal, comienza una curva elegante de ascensión hasta la cima y, al cruzarse con la verticalidad de la madre, columna y torre ebúrnea, configura una cruz, que ya no es patíbulo, sino sede gloriosa.

Definitivamente, esta Piedad de Miguel Ángel y el Cristo de Velázquez son para mí las mejores imágenes de Resurrección y Ascensión.

Unamuno no habría logrado la maravilla del poema al Cristo de Velázquez
, si lo hubiera compuesto ante la imagen del Cristo Yacente de Santa Clara, al que en otra ocasión dedicó terribles versos…”. Pero para contemplar la blancura serena de La Pietá como reflejo de la Ascensión del hijo y anticipo de la Asunción de la madre, me ayuda la inspiración unamuniana:

Eres Tú de los muertos primogénito,
Tú el fruto, por la Muerte ya maduro,
del árbol de la vida que no acaba…

Eres Tú, la Verdad que con su muerte,
resurrección al fin, nos vivifica

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Domingo 7º De Pascua. La Ascensión

Domingo, 28 de mayo de 2017
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comentarios_desglose_ilustComentarios a las dos primeras lecturas

Hechos 1, 1-11

En mi primer libro, querido Teófilo, escribí de todo lo que Jesús fue haciendo y enseñando hasta el día en que dio instrucciones a los apóstoles que había escogido movido por el Espíritu Santo, y ascendió al cielo, Se les presentó después de su pasión, dándoles numerosas pruebas de que estaba vivo, y apareciéndoseles durante cuarenta días les habló del reino de Dios. Una vez que estaban juntos les recomendó:

– No os alejéis de Jerusalén; aguardad a que se cumpla la promesa de mi Padre, de la que yo os he hablado. Juan bautizó con agua; dentro de pocos días vosotros seréis bautizados con Espíritu Santo.

Ellos lo rodearon preguntándole:

– Señor, ¿es ahora cuando vas a restaurar la soberanía de Israel?

Jesús les contestó:

– No os toca a vosotros conocer los tiempos y las fechas que el Padre ha establecido con su autoridad. Cuando el Espíritu Santo descienda sobre vosotros, recibiréis fuerza para ser mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y hasta los confines del mundo.

Dicho esto lo vieron levantarse hasta que una nube se lo quitó de la vista: mientras miraban fijos al cielo. Viéndolo irse, se les presentaron dos hombres vestidos de blanco, que les dijeron:

– Galileos, ¿qué hacéis ahí plantados mirando al cielo? El mismo Jesús que os ha dejado para subir al cielo, volverá como le habéis visto marcharse.

Repasemos el conjunto de relatos y textos del NT en torno a la Ascensión para poder comprenderlos mejor.

MATEO

Para Mateo, no hay apariciones del Resucitado en Jerusalén. La “despedida de Jesús” se produce en Galilea, en un monte. No se señala cuándo. El final es:

“Se me ha concedido pleno poder en el cielo y en la tierra. Por tanto, id a hacer discípulos entre todos los pueblos, bautizadlos consagrándolos al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo y enseñadles a cumplir cuanto os he mandado. Yo estaré con vosotros siempre, hasta el fin del mundo.”

MARCOS (En el epílogo añadido)

Los discípulos novan a Galilea. La despedida se hace en el Cenáculo, en Jerusalén, el mismo domingo de resurrección. Jesús les da un mensaje de misión semejante el de Mateo. El texto termina así:

“El Señor Jesús, después de hablar con ellos, fue llevado al cielo y se sentó a la derecha de Dios. Ellos salieron a predicar por todas partes, y el Señor cooperaba y confirmaba el mensaje con las señales que les acompañaban.”

LUCAS (Lo hemos leído en el texto del evangelio de hoy)

Los discípulos no van a Galilea. La despedida se hace en el camino de Betania, el domingo de Resurrección. El último párrafo es:

“Después los sacó hacia Betania y, levantando las manos, los bendijo. Y, mientras los bendecía, se separó de ellos. Ellos se volvieron a Jerusalén con gran alegría; y estaban siempre en el templo bendiciendo a Dios”

JUAN (Primera conclusión)

La despedida se hace en el cenáculo, ocho días después del Domingo de Resurrección. El “discurso de despedida” se ha puesto ocho días antes, en la aparición sin Tomás. Dice:

“Paz a vosotros, como el Padre me envió, así os envío yo a vosotros.” Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: “Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a los que se los retengáis, les quedan retenidos.”

En la aparición con Tomás no hay discurso de misión. No se hace mención alguna a la “partida” de Jesús.

Tras la primera conclusión, se presenta a un grupo de discípulos pescando en el lago Genesaret. Jesús se manifiesta, come con ellos y confirma la misión de Pedro.

HECHOS (La primera lectura de hoy)

La despedida se hace desde el Monte de los olivos, cuarenta días después de la resurrección. Hay un sermón de misión y una descripción de la subida de Jesús al cielo, por los aires, con la promesa de que volverá.

Resumiendo las semejanzas y las diferencias:

Los cuatro evangelios y los Hechos constatan un sermón de Misión como final del mensaje de Jesús.

Mateo y Juan no hablan de la “partida” de Jesús, pero recogen la tradición de Galilea, mientras que…

Marcos, Lucas y Hechos describen la partida: “El Señor Jesús, después de hablar con ellos, fue llevado al cielo y se sentó a la derecha de Dios”. “Y, mientras los bendecía, se separó de ellos.” Ambos sitúan la acción en Jerusalén y sus alrededores. HECHOS describe la partida como un despegar hacia las nubes.

El primer Marcos, Lucas y Juan (1ª conclusión) terminan el mismo domingo de la resurrección.

El final añadido a Marcos, Mateo y Juan (2ª conclusión) suponen un tiempo intermedio indefinido.

Hechos habla expresamente de cuarenta días.

El mismo Pablo, en 1Cor,15, nos da otra versión, y también diferente.

“Porque os transmití, en primer lugar, lo que a mi vez recibí: que Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras; que fue sepultado y que resucitó al tercer día, según las Escrituras; que se apareció a Cefas y luego a los Doce; después se apareció a más de quinientos hermanos a la vez, de los cuales todavía la mayor parte viven y otros murieron. Luego se apareció a Santiago; más tarde, a todos los apóstoles. Y en último término se me apareció también a mí, como a un abortivo.

Evidentemente, por todo ello, no nos encontramos ante la simple narración de un suceso, sino de algo más, del significado del suceso, de la fe en lo que sucede en el fondo de lo que se ve. En este sentido, no debemos olvidar algunas conclusiones claras:

• No es posible la reconstrucción de una “cronología de la resurrección y ascensión del Señor”. No lo dan los textos.

• No es posible ignorar el carácter de “relatos de los sucesos de aquel fin de semana” que tienen los textos en las primeras escenas, junto al sepulcro, y el carácter de “profesiones de fe en Jesús-Señor” que van adquiriendo los relatos.

• Los textos de la Ascensión son de género literario “Teofanía”, están escritos desde la intención de manifestar la Fe en Jesús Señor. Serían los textos propios de la Fiesta de Cristo Rey del Universo. Alguno de ellos tiene incluso fuerte carácter litúrgico.

• El hecho de que Juan los omita – en paralelismo con la omisión del mismo Juan del pasaje de la institución de la Eucaristía – nos muestra a las claras que hay en los evangelistas varias maneras de proclamar la Fe en Jesús Resucitado Señor.

En conclusión. Nos encontramos en la transición del relato de historia (la muerte de Jesús en la cruz y su entierro) y la proclamación de la Fe en Jesús Señor exaltado por Dios. Y todo ello, en la perspectiva de la Misión, y con la promesa del Espíritu.

EFESIOS 1, 17-23

[Por tanto, también yo, el enterarme de cómo creéis en el Señor Jesús y amáis a todos los consagrados, no ceso de dar gracias por vosotros y, recordándoos en mis oraciones pido…]

Que el Dios del Señor nuestro Jesucristo, el Padre de la gloria, os dé espíritu de sabiduría y revelación para conocerlo, ilumine los ojos de vuestro corazón para que comprendáis cuál es la esperanza a la que os llama, cuál la riqueza de gloria que da en herencia a los santos, y cuál la extraordinaria grandeza de su poder para nosotros, los que creemos, según la eficacia de su fuerza poderosa que desplegó en Cristo, resucitándolo de entre los muertos y sentándolo a su derecha en el cielo, por encima de todo principado, potestad, fuerza y dominación, y por encima de todo nombre conocido, no sólo en este mundo, sino en el futuro.

Y todo lo puso bajo sus pies y lo dio a la Iglesia, como Cabeza, sobre todo. Ella es su cuerpo, plenitud del que lo acaba todo en todos.

La carta a los efesios, probablemente no es una carta, sino un tratado, redactado casi con seguridad por un discípulo de Pablo (el estilo es muy diferente del de las cartas de Pablo). Es uno de los textos del Nuevo Testamento más ricos en cuanto a su tema, que es fundamentalmente acerca de la Iglesia, nueva creación y humanidad nueva, edificio compacto y cuerpo en crecimiento, pueblo de Dios y esposa del Mesías. Predominan en la carta, más que los aspectos jurídicos, los místicos, la fuerza del Espíritu como fuente de la unidad de la Iglesia.

El texto de hoy pide luz para la esperanza; es un escrito que linda con las imágenes del Apocalipsis, pero lleno de ideas, tan sublimes que escapan un tanto a la explicación:

Cristo es presentado como manifestación de la fuerza poderosa de Dios, que le hace resucitar y subir al cielo, por encima de todo lo creado;

la Iglesia es la plenitud de la obra de Dios, la que completa a Cristo, cuerpo de Cristo, plenitud y consumación de todo.

Tenemos quizá la tentación de reducir los símbolos a realidades históricas: Cristo subiendo como un cohete y sentándose en un trono; la Iglesia con el Papa al frente reconocida y aclamada por todos los Estados del planeta…

Pero estos no son relatos de sucesos sino profesiones de fe. Son símbolos de la realidad espiritual, del triunfo de Dios y el triunfo de la humanidad, por el conocimiento y la conversión.

También puede leerse como segunda lectura la siguiente…

Hebreos 9, 28-48 y 10, 19-23

Cristo ha entrado, no en un santuario construido por hombres -imagen del auténtico – sino en el mismo cielo, para ponerse ante Dios, intercediendo por nosotros. Tampoco se ofrece a sí mismo muchas veces -como el sumo sacerdote que entraba en el santuario todos los años y ofrecía sangre ajena-. Si hubiese sido así, Cristo tendría que haber padecido muchas veces, desde el principio del mundo. De hecho, él se ha manifestado una sola vez, en el momento culminante de la historia, para destruir el pecado con el sacrificio de sí mismo.

El destino de los hombres es morir una sola vez, y, después de la muerte, el juicio. De la misma manera, Cristo se ha ofrecido una sola vez para quitar los pecados de todos. La segunda vez aparecerá, sin ninguna relación al pecado, para salvar definitivamente a los que lo esperan

Teniendo entrada libre en el santuario, en virtud de la sangre de Jesús; contando con el camino nuevo y vivo que él ha inaugurado para nosotros a través de la cortina, o sea de su carne; y teniendo un gran sacerdote al frente de la casa de Dios, acerquémonos con corazón sincero y llenos de fe, con el corazón purificado de mala conciencia y con el cuerpo lavado en agua pura. Mantengámonos firmes en la esperanza que profesamos, porque es fiel quien hizo la promesa.

La carta a los Hebreos es un escrito doctrinal, escrita en círculos cercanos a Pablo. (Tertuliano dice que su autor es Bernabé, y Clemente de Alejandría dice que fue Lucas quien tradujo al griego el original hebreo).

Dirigida a judíos, posiblemente a judíos deseosos de convertirse, se basa en continuas correspondencias entre el Antiguo Testamento y Jesús. Jesús el gran Mediador (como Moisés), el Sumo Sacerdote (sólo comparable a Melquisedec).

En este texto se ilustra la muerte de Jesús con la imagen del sacrificio anual de Expiación (el día del Yom-Kippur) del Sumo Sacerdote de Israel. Cristo no ofrece víctimas, sino que se ofrece, y una sola vez, como en la muerte de todos los humanos. Cristo no entra en el templo, un santuario de piedras, sino en el Santuario definitivo, del cual el templo de la tierra no es más que una imagen.

La imagen es cercana a la del texto anterior: la iglesia y la humanidad tendiendo a la plenitud, a la consumación, por la acción poderosa de Dios manifestada en Jesucristo.

Así pues, los tres textos propuestos para hoy se mueven entre el simbolismo y el mensaje, y, juntos, nos ayudan a comprender la Ascensión del Señor. Demasiadas veces trivializamos la Ascensión como si fuera un episodio de la vida de Jesús, un “viaje final”. La muerte en cruz, el sepulcro vacío, son sucesos: hubo testigos, creyentes o no, que podrían atestiguarlos. La Encarnación, la Resurrección y la Ascensión no son sucesos que los ojos vieron. Son “sucesos de la fe”. Y sus relatos no cuentan lo que vieron los ojos, sino lo que la fe creyó.

José Enrique Galarreta, S.J.

Fuente Fe Adulta

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La Corte Suprema de Bermudas dictamina a favor del matrimonio igualitario

Miércoles, 10 de mayo de 2017
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bm!mottoLas islas Bermudas se convierten en el séptimo territorio británico que permite a las parejas del mismo sexo contraer matrimonio. La magistrada de la Corte Suprema Charles-Etta Simmons sentenció el viernes pasado a favor de dos hombres que habían demandado por su derecho a casarse. El fallo establece una interpretación incluyente con las personas LGTB de la ley sobre matrimonio vigente, que se deberá reformar.

En junio del año pasado, la población de Bermudas, territorio británico de ultramar situado frente a la costa este de los Estados Unidos, rechazaba en referéndum la posibilidad de reconocer las uniones entre personas del mismo sexo, ya sea en forma de matrimonio o de unión civil. El reférendum, consultivo y no vinculante, no alcanzó sin embargo el quórum necesario para ser considerado válido.

El fracaso del plebiscito abría la puerta al Parlamento para aprobar a medio plazo una norma (posiblemente de uniones civiles) sin sombra de ilegalidad. Ese es el deseo, por ejemplo, del ex primer ministro sir John Swan, que en su momento llegó a votar en contra de despenalizar las relaciones homosexuales y que ahora se muestra convencido de las bondades del matrimonio igualitario. El actual primer ministro, Michael Dunkley, había comentado por su parte antes del referéndum que había que seguir la “la voluntad del pueblo”.

Pero paralelamente se había puesto en marcha también la vía judicial. La pareja formada por el bermudeño Winston Godwin y el canadiense Greg DeRoche presentó en julio del años pasado una demanda ante la Corte Suprema después de que el registro civil rechazara su solicitud para contraer matrimonio. La juez Charles-Etta Simmons escuchó las alegaciones en febrero de este año. Tres meses después ha llegado la sentencia.

Simmons considera que la legislación sobre matrimonio vigente en Bermudas es incompatible con la de derechos humanos, ya que contiene una discriminación basada en la orientación sexual de los contrayentes. Por ello, considera que los demandantes tienen derecho a contraer matrimonio y declara que la ley matrimonial debe interpretarse como aplicable a las parejas del mismo sexo. La sentencia tiene efectos inmediatos y establece recomendaciones para reformar la normativa, de manera que haga referencia a “dos personas” en lugar de a “hombre y mujer”.

La bermudeña es una sociedad especialmente conservadora. No despenalizó la homosexualidad hasta 1994, y por ejemplo la edad de consentimiento para las relaciones homosexuales masculinas sigue siendo dos años superior que para las relaciones heterosexuales o lésbicas (18 años frente a 16). Ello no ha evitado que se produzcan avances significativos. En 2013, por ejemplo, el Parlamento aprobó una ley que prohíbe discriminar por razones de orientación sexual (a finales de 2012 nos hicimos eco de la misma). Y a principios de 2015 la Corte Suprema de Bermudas falló a favor de la adopción homoparental, lo que permite a las parejas del mismo sexo adoptar en igualdad de condiciones a las parejas de distinto sexo. Sin embargo, pese a que la adopción homoparental es posible, no existía hasta ahora ningún reconocimiento jurídico de las relaciones entre personas del mismo sexo.

Bermudas se une ahora a Gibraltar, las Islas Pitcairn, el Territorio Antártico Británico y la base de Acrotiri y Dekhelia, que completan el grupo de los cuatro territorios de ultramar británicos en permitir el matrimonio igualitario. Las islas Malvinas lo han aprobado el pasado mes de abril. Otros ocho de estos territorios no lo permiten, o lo hacen solo parcialmente (como la Isla Ascensión, que forma parte del territorio de Santa Elena, Ascensión y Tristán de Acuña), mientras que dos de ellos, Montserrat y las Islas Turcas y Caicos, lo prohíben taxativamente en sus constituciones.

En cuanto a las tres dependencias británicas, la Isla de Man aprobó el matrimonio entre personas del mismo sexo el pasado mes de abril, el Bailinazgo de Guernsey lo hizo en el mes de septiembre, y el Bailinazgo de Jersey lo aprobará previsiblemente este verano.

En el Reino Unido estrictamente hablando, las legislaciones sobre el matrimonio igualitario están vigentes en Inglaterra, Gales y Escocia, quedando tan solo Irlanda del Norte como el único reducto que se resiste a la igualdad en el acceso al matrimonio para las parejas del mismo sexo.

Fuente Dosmanzanas

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El matrimonio igualitario llegará a la Antártida por iniciativa del Gobierno británico

Miércoles, 24 de agosto de 2016
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56f1641e150000ad000b2d1fEl matrimonio igualitario puede “conquistar” en los próximos meses el continente de hielo. El ministerio de Asuntos Exteriores del Reino Unido va a actualizar la legislación en varios ámbitos en el Territorio Antártico Británico (BAT) y equipararla a la vigente en Inglaterra y Gales. La definición igualitaria del matrimonio, en vigor desde marzo de 2014, es parte de la normativa que se quiere adaptar.

La Antártida, en función del Sistema del Tratado Antártico, es un área desmilitarizada que no pertenece a ningún Estado. Sin embargo, siete países mantienen reclamaciones sobre partes de su superficie: Argentina, Australia, Chile, Francia, Noruega, Nueva Zelanda y Reino Unido. El BAT tiene la consideración legal de territorio británico de ultramar (como Gibraltar).

La normativa local en la zona reclamada por Gran Bretaña en la Antártida no recoge el matrimonio igualitario aprobado en 2013 para Inglaterra y Gales. El ministerio de Asuntos Exteriores ha decidido redactar una Ordenanza sobre Matrimonio con el objetivo expreso, entre otros, de “permitir que personas del mismo sexo se puedan casar en el Territorio”. La norma establecerá que la ley matrimonial vigente en Inglaterra será de aplicación en el BAT. A partir de su publicación el pasado 2 de agosto, se abre un plazo de dos meses de deliberación e introducción de enmiendas, tras los cuales entrará en vigor la modificación legal. Entre 200 y 250 residentes permanentes en las bases científicas del territorio podrán hacer uso de la medida.

Cuando el cambio legal salga adelante, el BAT se unirá a las islas Pitcairn, que ya reconocen el matrimonio igualitario. En la isla Ascensión (que forma parte del territorio de Santa Elena, Ascensión y Tristán de Acuña), la medida ya promulgada no entrará en vigor hasta que se apruebe también en Santa Elena. El resto de territorios carecen de igualdad matrimonial, o incluso la prohíben en sus constituciones, si bien Gibraltar y las islas Malvinas han expresado su intención de aprobarla.

Se desconoce el estatus legal del matrimonio igualitario en las zonas reclamadas por los otros países donde estos enlaces son posibles: Argentina, Francia, Noruega y Nueva Zelanda, aunque por el momento es el Reino Unido el único que ha dado un paso para reconocer explícitamente este derecho. Por el momento no se han celebrado bodas entre personas del mismo sexo en la Antártida.

El primer continente “LGTB-friendly”

La primera iniciativa que puso sobre la mesa la igualdad LGTB en el continente polar tuvo lugar el pasado mes de marzo. La organización Planting Peace, famosa por instaurar una “Casa de la Igualdad” con los colores del arco iris frente a la homófoba Iglesia Baptista de Westboro, transportó una bandera LGTB hasta la Antártida para promover el respeto a los derechos humanos de las personas lesbianas, gais, trans y bisexuales que vivan en el continente o lo visiten.

Fuente Dosmanzanas

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Nuestra propia Ascensión

Viernes, 20 de mayo de 2016
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Del blog de Henri Nouwen:

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“Jesús nos enseña cómo vivir en el tiempo presente. Identifica nuestro tiempo presente con el fin de los tiempos, el tiempo que nos brinda mil oportunidades para dar testimonio de Jesús y de su Reino. Los muchos desastres de nuestro mundo y las tragedias que les suceden a las gentes a diario pueden llevarnos fácilmente a la desesperanza y convencernos de que somos las tristes víctimas de las circunstancias. Pero Jesús ve estas circunstancias de una manera radicalmente distinta. Él las llama oportunidades de dar testimonio.

Jesús nos recuerda que no pertenecemos a este mundo. Hemos sido enviados para ser testigos vivientes del amor incondicional de Dios, haciendo un llamamiento a todos de mirar más allá de las realidades pasajeras de nuestra existencia temporal hacia la vida eterna que nos ha sido prometida”

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Henri Nouwen

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El día en que Jesús “hizo las maletas”. ¿Dónde estaban Mateo y Juan?

Domingo, 8 de mayo de 2016
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La Ascensión del Cristo es el complemento lógico de su Resurrección y el preludio necesario para su divinización.

En posts anteriores he señalado que se suponía que el mítico fundador de Roma, Rómulo, había corrido la misma suerte .

Añadiré hoy un complemento sobre el valor histórico, desde el punto de vista de algunos, que convendría conceder a tal hecho, bajo el pretexto de que figuraría en documentos que son históricos y presentados como testimonios. Cuando digo “de”, entendamosnos: el relato de la Ascensión figura bien en ciertos evangelios apócrifos; pero dejemos éstos de lado por hoy, ya que, según el punto de vista que adopto, es decir el de la historia infestada de teología, los llamados evangelios apócrifos no serían creíbles, de todo modo; mientras que los cuatro canónicos lo serían. Veamoslos pues.

Primera observación: de los cuatro Evangelios decretados creíbles, sólo dos hablan de la Ascensión : Marcos y Lucas. El pasaje de Marcos es de una brevedad notable: “Entonces, el Señor Jesús, después de hablar con ellos, fue elevado al cielo y se sentó a la diestra de Dios. “ (Marcos 16 , 19 ) . Cada uno sacará las conclusiones que quiera. Lucas es un poco más largo, pero tiene una vaga mirada de la narración, ya que el lugar es mencionado como un gesto (bendición) : “Después los llevó Jesús hasta Betania; allí alzó las manos y los bendijo. Sucedió que, mientras los bendecía, se alejó de ellos y fue llevado al cielo”. (Lucas 24, 50-51) Esto es realmente corto , sobre todo teniendo en cuenta el hecho de que los Evangelios de Marcos y Lucas son muy abundantes en los detalles de género “vivido” y esto para cantidad de episodios que están lejos de tener la importancia de este último.

Los teólogos no tuvieron ningún problema para edificar un razonamiento para establecer que esta brevedad es querida y significativa; posiblemente veremos allí el signo tangible de la salida simultánea del tiempo y del espacio que debía tener su equivalente en el estilo del relato… ¿Por qué no? Pero los historiadores no pueden, evidentemente, seguirlo y se preguntarán más bien si no se trata, muy tontamente, de una interpolación, es decir de un añadido ulterior debido a un copista que encontraba sin duda que la Ascensión, que conocía por otro lado, sea por la tradición oral, sea por otros evangelios, verdaderamente faltaba en éste y que esto podía ser sólo como consecuencia de un error de uno de sus predecesores, un error que había que reparar.

¿Pero entonces, en este caso, por qué la Ascensión no figuraba en el Evangelio de Mateo y en el de Juan, ya que, de cerca o de lejos, no se encuentra en estos dos textos ninguna mención de tal acontecimiento? Pues bien, primero: nada permite afirmar que no hubieran existido evangelios, según Mateo y según Juan, que no hubieran contenido, precisamente, una mención breve, a manera de Marcos y Lucas, del último episodio de la Ascensión. Haré, un poco más tarde, un post sobre los primeros manuscritos íntegros de los evangelios que poseemos. Los manuscritos muy antiguos de los cuatro evangelios no están exentos de divergencias entre ellos con gran numero de variaciones en relacion a los más antiguos que poseemos. Pero no hay ninguno, claro está, que se sepa que incluya una mención de la Ascensión. No obsante, la hipótesis de que haya existido alguno no es descabellada.

Desconfiemos, sin embargo, de hipótesis históricas y quedémonos con el hecho de que Mateo y Juan no mencionan la Ascensión. Pero recordamos también el hecho, porque está ahí, que Orígenes y Jerónimo se quejan de las variantes que observan en los diversos manuscritos que tienen a su disposición.

Para concluir sobre la Ascensión, la ausencia de este episodio en Mateo y Juan parece estar más cerca del hecho de que, – por lo menos teóricamente ¿debiera suscribirlo? Es otra la cuestión – Mateo y Juan son testigos directos de los acontecimientos que cuentan, contrariamente a Marcos y Lucas.

Suponiendo que Mateo y Juan hayan estado ocupados con otras cosas el día de la Ascensión – lo que sería poco menos que un desastre – por lo menos debían habernos dicho que sus compañeros habían visto … ¿Será que la importancia de la Ascensión se les había escapado? Pero, en este caso, habría sido necesario que el Espíritu Santo que los inspiraba, se hubiera, él mismo,  distraído…

*
Jean-Paul Yves le Goff

http://www.lelivrelibre.net

Fuente:  fr.soc.religio

JESUS-CON-MALETAS-2

***

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

– “Así estaba escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día y en su nombre se predicará la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén.

Vosotros sois testigos de esto. Yo os enviaré lo que mi Padre ha prometido; vosotros quedaos en la ciudad, hasta que os revistáis de la fuerza de lo alto.”

Después los sacó hacia Betania y, levantando las manos, los bendijo.

Y mientras los bendecía se separó de ellos, subiendo hacia el cielo.

Ellos se postraron ante él y se volvieron a Jerusalén con gran alegría; y estaban siempre en el templo bendiciendo a Dios.

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Lucas 24, 46-53

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“Crecimiento y Creatividad”.Ascensión del Señor – C (Lucas 24,46-53)

Domingo, 8 de mayo de 2016
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7-ASCENSION-297x300Los evangelios nos ofrecen diversas claves para entender cómo comenzaron su andadura histórica las primeras comunidades cristianas sin la presencia de Jesús al frente de sus seguidores. Tal vez, no fue todo tan sencillo como a veces lo imaginamos. ¿Cómo entendieron y vivieron su relación con él, una vez desaparecido de la tierra?

Mateo no dice una palabra de su ascensión al cielo. Termina su evangelio con una escena de despedida en una montaña de Galilea en la que Jesús les hace esta solemne promesa: «Sabed que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo». Los discípulos no han de sentir su ausencia. Jesús estará siempre con ellos. Pero ¿cómo?

Lucas ofrece una visión diferente. En la escena final de su evangelio, Jesús «se separa de ellos subiendo hacia el cielo». Los discípulos tienen que aceptar con todo realismo la separación: Jesús vive ya en el misterio de Dios. Pero sube al Padre «bendiciendo» a los suyos. Sus seguidores comienzan su andadura protegidos por aquella bendición con la que Jesús curaba a los enfermos, perdonaba a los pecadores y acariciaba a los pequeños.

El evangelista Juan pone en boca de Jesús unas palabras que proponen otra clave. Al despedirse de los suyos, Jesús les dice: «Yo me voy al Padre y vosotros estáis tristes… Sin embargo, os conviene que yo me vaya para que recibáis el Espíritu Santo». La tristeza de los discípulos es explicable. Desean la seguridad que les da tener a Jesús siempre junto a ellos. Es la tentación de vivir de manera infantil bajo la protección del Maestro.

La respuesta de Jesús muestra una sabia pedagogía. Su ausencia hará crecer la madurez de sus seguidores. Les deja la impronta de su Espíritu. Será él quien, en su ausencia, promoverá el crecimiento responsable y adulto de los suyos. Es bueno recordarlo en unos tiempos en que parece crecer entre nosotros el miedo a la creatividad, la tentación del inmovilismo o la nostalgia por un cristianismo pensado para otros tiempos y otra cultura.

Los cristianos hemos caído más de una vez a lo largo de la historia en la tentación de vivir el seguimiento a Jesús de manera infantil. La fiesta de la Ascensión del Señor nos recuerda que, terminada la presencia histórica de Jesús, vivimos «el tiempo del Espíritu», tiempo de creatividad y de crecimiento responsable. El Espíritu no proporciona a los seguidores de Jesús «recetas eternas». Nos da luz y aliento para ir buscando caminos siempre nuevos para reproducir hoy su actuación. Así nos conduce hacia la verdad completa de Jesús.

José Antonio Pagola

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“Mientras los bendecía, iba subiendo al cielo”. Domingo 8 de mayo de 2016. Ascensión del Señor

Domingo, 8 de mayo de 2016
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32-AscensionC cerezoLeído en Koinonia:

Hechos de los apóstoles 1, 1-11: Lo vieron levantarse.
Salmo responsorial: 46: Dios asciende entre aclamaciones; el Señor, al son de trompetas.
Efesios 1, 17-23: Lo sentó a su derecha en el cielo.
O bien:
Hebreos 9, 24-28; 10, 19-23:
Cristo ha entrado en el mismo cielo.
Lucas 24, 46-53: Mientras los bendecía, iba subiendo al cielo.

En primer lugar recomendamos vivamente revisitar un excelente texto de Leonardo BOFF, tanto para quienes han de preparar una homilía, como para quienes quieran utilizarlo en la reunión de estudio bíblico, o incluso para el estudio personal; puede ser tomado de la biblioteca de los Servicios Koinonía, aquí: http://www.servicioskoinonia.org/biblico/textos/ascension.htm Además, les ofrecemos un comentario tradicional.

Lucas ha escrito dos libros: un evangelio y los Hechos de los apóstoles. En Hch 1,1-2 Lucas retoma la referencia a Teófilo que hizo al comienzo de su Evangelio (“oh ilustre Teófilo” Lc 1,3). «Teó–filo» significa “amigo de Dios”. El hecho de agregarlo aquí, después de separarse su obra en dos, refuerza la idea que Teófilo es una designación simbólica general. Todos los que leemos estos libros somos Teó-filos, amigos, buscadores de Dios.

Su evangelio termina con «Jesús llevado al cielo» (Lc 24,51). Los Hechos comienzan con el relato de «Jesús yéndose al cielo» (Hch 1,6-11). En el evangelio se presenta a Jesús con su cuerpo. En los Hechos ya no está corporalmente. Actúa por medio de su Espíritu. La orden que Jesús da a los apóstoles en Hch 1,4 exige pasividad total: no ausentarse de la ciudad y aguardar. En Lc 24,49 es semejante: permanecer en la ciudad (con la connotación de esperar sin hacer nada). La permanencia y espera pasiva debe durar “hasta que sean bautizados en el Espíritu Santo” (Hch 1,5) o “hasta que sean revestidos del poder de lo alto” (Lc 24,49). Lucas se está aquí refiriendo claramente a Pentecostés.

El misterio del resucitado se expresa de muchas maneras en el Nuevo Testamento: está vivo, se ha despertado, se ha levantado… En la Carta a los Efesios vemos un ejemplo de estas manifestaciones: Pablo hace un claro énfasis en la glorificación de Jesús a la derecha del Padre. Y es a partir de esa glorificación como nosotros y nosotras, sus discípulos, recibiremos la fuerza del Espíritu Santo, espíritu de sabiduría y de revelación, para conocerle perfectamente y conocer así su voluntad, asumiendo por completo el desafío de continuar su tarea a favor del Reino.

Lucas quiere mostramos también que Jesús ha sido «glorificado» por Dios: ha entrado en la gloria del Padre. Separa ambos eventos (resurrección y ascensión), para subrayar el carácter histórico que cada uno de ellos tiene. Jesús resucitado, antes de su ascensión-exaltación-glorificación, convive con sus discípulos: come con ellos y los instruye. La ascensión de Jesús señala, en Lucas, la tensión en la que entra la comunidad de los discípulos desde aquel momento, una vez que han terminado las apariciones del Resucitado: tensión entre la ausencia y al mismo tiempo la presencia del Señor. Jesús continúa su acción y enseñanza después de ser llevado al cielo; Jesús resucitado sigue actuando y enseñando en la comunidad después de su ascensión. Lucas (como también Pablo en el pasaje de la segunda lectura) une íntimamente la ausencia física con el Don del Espíritu Santo.

La insistencia de que los discípulos veían a Jesús subiendo hacia el cielo, podría considerarse alusiva a las escenas de asunción de Elías, cuando Eliseo tuvo asegurado el espíritu de profecía del maestro porque pudo verlo. Así, la comunidad de los discípulos queda configurada en la ascensión como la comunidad profética que hereda el Espíritu de Jesús para continuar su misión. En la ascensión Jesús no se va, sino que es exaltado, glorificado. La parusía no es el retorno de un Jesús ausente, sino la manifestación gloriosa de un Jesús que siempre ha estado presente en la comunidad. Esto aparece claramente en las últimas palabras de Jesús en Mt 28,19: “he aquí que yo estoy con ustedes todos los días hasta el fin de este mundo”. La ascensión expresa el cambio en Jesús resucitado, una nueva manera de ser, gloriosa, glorificada, pero siempre histórica, pues Jesús glorificado sigue viviendo en la comunidad.

La narración de la ascensión es para Lucas, la culminación del itinerario de Jesús, y el tránsito entre el “tiempo de Jesús” y el “tiempo de la Iglesia”, inaugurada con el Espíritu Santo, prometido por Jesús. Al recibir el Espíritu la comunidad de los creyentes asume en sí la misión de continuar el trabajo inaugurado por Jesús, de manifestar el Reino del Padre. Leer más…

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Dom 8.5.15. Ascensión de Jesús: El Cielo, el Monte o las Maletas de Emigrante

Domingo, 8 de mayo de 2016
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imagesDel blog de Xabier Pikaza:

El próximo domingo es la fiesta de la Ascensión que, hasta hace poco, se celebraba el jueves anterior, a los cuarenta días de la Pascua.

Estrictamente hablando, no es una fiesta nueva, sino otra versión de la Pascua, que aparece ahora como ascensión y triunfo: Jesús se ha sentado a la derecha de Dios, con sus amigos, los pobres y enfermos, las prostitutas y los pecadores y con aquellos que han aceptado y aceptan su camino.

Tomada en sentido estricto, esta es la fiesta del Cielo, de Lucas, y ha sido formuladas simbólicamente, para siempre, al final de su Evangelio (Lc 24) y al Principio de los Hechos (Hch), como seguiré indicando. Ésta es la versión “litúrgica”, que quiere representar las cosas del Cielo de Jesús con figuras visibles. Y ciertamente, en un sentido, podemos decir que Jesús está en el Cielo, Sentado a la Derecha del Padre. Pero tanto Mateo como Lucas, los evangelios anteriores, han formulado esta fiesta de otra forma.

— Según Mt 28, 16-20 no hay Ascensión al Cielo, sino presencia animadora de Jesús en el Monte de Galilea. Él no ha subido todavía al “cielo” de Dios, lo hará cuando llegue el momento y culmine su historia. Jesús está en pie “en el monte de Galilea”, es decir, en la tierra de su amor y su tarea, y desde allí nos envía diciendo: “id al mundo entero”, haced que todos los pueblos descubran el Camino de la Vida; ofrecedles el regalo de Dios (Padre, Hijo, Espíritu Santo), enseñadles a vivir según el evangelio (perdón, amor mutuo, comunión de alma y cuerpo). No asciende, no se va ni nos deja, sino que anima y dirige desde el monte nuestro camino.

imageseMc 16, 1-8 da un paso más y dice que Jesús no se ha marchado al Cielo, como en Lucas, ni le hemos encontrado todavía en la montaña, como Mateo., pues nosotros, sus discípulos miedosos, mujeres de la pascua en camino y varones del olvido, seguimos vacilando, no nos hemos decidido a encontrarla de verdad en Galilea…

Ésta es la versión más fuerte y hermosa de este día, según Marcos. Jesús nos ha dicho: “Yo os precedo a Galilea, allí me encontrareís, pues no hemos escuchado su palabra, no hemos ido todavía, no hemos estrenado su evangelio, ni siquiera Pedro (que sería el Papa, que está hoy, 2016, progresando adecuadamente), ni los otros discípulos (varones y mujeres).

Jesús se ha ido con sus maletas, que son las nuestras, pues él no las necesitas, como emigrante de Galilea (con los miles y millones de emigrantes de este año 2016), para que así podamos encontrarle a él, con los suyos, en la Nueva Galilea, para celebrar la Ascensión de la vida.

Seguimos dispersos, dudando, con miedo al evangelio. No hemos podido celebrar todavía la “ascensión”, no hemos sido transformado, recreados… Sólo cuando los seamos veremos a Jesús, nos dejaremos transformar, transformaremos la vida de los hombres.

Éstas son las tres versiones de la Ascensión. Este año 2016, ciclo C, toca litúrgicamene la versión de Lucas, como verá quien siga leyendo. Pero no olvidemos que son tan importantes (¡y quizá más bíblicas!) las versiones de Mateo (Jesús nos anima desde el Monte) y la de Marcos (él va con las maletas de los emigrantes, aún no le hemos encontrado…). Escoja cada uno su versión para celebrar con su vida esta fiesta.

A mi juicio (en medio de este lío de disputas de cardenales y teólogos contra el papa) sería mejor celebrar la fiesta según Marcos, pues me parece la más franciscana: Aún no hemos encontrado a Jesús en Galilea, debemos seguir buscando…, pues él ha ido allí con nuestras malestas.

JESUS-CON-MALETAS-2A pesar de ello, por seguir la liturgia comentaré los textos de Lc 24 y Hch 1. Con ellos os dejo, pues es tiempo de “subir” al Cielo de la Vida en Dios (que es la justicia y la misericordia), para culminar la obra del Reino y “sentarse” y descansar en plenitud con los marginados y excluidos de los reinos de la tierra. Es la fiesta del cielo que empieza en esta tierra… la fiesta del Jesús de la maleta.
((sigue)).

Tema y textos.

La experiencia pascual de la Iglesia se centra y despliega en tres afirmaciones que son inseparables, conforme al esquema trazado por Lucas-Hechos, que se ha vuelto “canónico” en la liturgia, no en la Biblia, ni en la vida de la Iglesia.

(a) Resurrección, pasado triunfante: Jesús ha vencido a la muerte y sus discípulos le han visto.

(b) Ascensión, presente de gloria: Jesús ha subido al cielo, esta sentado a la derecha del Padre.

(c) Esperanza futura: Jesús vendrá pronto, para culminar su obra, en la parusía.

De un modo especial suelen unirse las afirmaciones del pasado (resucitó al tercer día) y las del presente (está en la gloria del Padre), que tanto Pablo como Mateo y Juan han vinculado, viéndolas como dos momentos o aspectos del mismo triunfo pascual de Jesús, al servicio del Reino. Lucas, en cambio, tanto en su evangelio como en el libro de los Hechos, ha separado esos momentos, situando la Ascensión a los cuarenta días de la resurrección.

Hoy no he querido comentar los textos, tomados de Lucas y de Hechos. Por eso me limito a citarlos, para exponer después, con cierto detalle, el sentido de la Ascensión de Jesús, que está Sentado a la Derecha de Dios, con sus amigos los pobres y los marginados. Es la fiesta de la Gloria de Jesús, la fiesta de su gente, de su pueblo.

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: “Así estaba escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día y en su nombre se predicará la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén. Vosotros sois testigos de esto. Yo os enviaré lo que mi Padre ha prometido; vosotros quedaos en la ciudad, hasta que os revistáis de la fuerza de lo alto.” Después los sacó hacia Betania y, levantando las manos, los bendijo. Y mientras los bendecía se separó de ellos, subiendo hacia el cielo. Ellos se postraron ante él y se volvieron a Jerusalén con gran alegría; y estaban siempre en el templo bendiciendo a Dios (Lc 24, 46-53).

Jesús…se les presentó después de su pasión, dándoles numerosas pruebas de que estaba vivo, y, apareciéndoseles durante cuarenta días, les habló del reino de Dios. Una vez que comían juntos, les recomendó:

“No os alejéis de Jerusalén; aguardad que se cumpla la promesa de mi Padre, de la que yo os he hablado. Juan bautizó con agua, dentro de pocos días vosotros seréis bautizados con Espíritu Santo.”

Ellos lo rodearon preguntándole:

“Señor, ¿es ahora cuando vas a restaurar el reino de Israel?” Jesús contestó: “No os toca a vosotros conocer los tiempos y las fechas que el Padre ha establecido con su autoridad. Cuando el Espíritu Santo descienda sobre vosotros, recibiréis fuerza para ser mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta los confines del mundo.” Dicho esto, lo vieron levantarse, hasta que una nube se lo quitó de la vista. Mientras miraban fijos al cielo, viéndolo irse, se les presentaron dos hombres vestidos de blanco, que les dijeron: “Galileos, ¿qué hacéis ahí plantados mirando al cielo? El mismo Jesús que os ha dejado para subir al cielo volverá como le habéis visto marcharse.” (Hch 1, 111)

1. Introducción. El Señor Sentado.

No quiero hoy hacer un comentario exegético de los textos, sino ofrecer una visión general de la Asunción: de Jesús glorificado y sentado a la Derecha de Dios Padre. Sobre la glorificación de Jesús y su presencia salvadora entre los hombres, el Nuevo Testamento ofrece varias visiones:

Jesús asiste a sus enviados hasta el día de la consumación del mundo (Mt 28, 20);

Jesús es cabeza que sostiene y vitaliza el cuerpo de la iglesia (tradición paulina);

Jesús es vida y luz que alumbra a los creyentes (Juan)…

Pues bien, al lado de esas perspectivas, la dogmática cristiana ha resaltado de manera constante y uniforme una visión que, enraizada en el Antiguo Testamento (Sal 110, 1), supone que el Kyrios o Señor está sentado, a la Derecha de Dios Padre, en ámbito de cielo, culminada la historia, enviando su Espíritu:

– Sentado. Este es un gesto específicamente humano. Los animales se sostienen en sus patas, nadan, vuelan, caminan, se agazapan o se acuestan. Algunos pueden sentarse físicamente, pero sólo de manera material. No liberan las manos para la comunicación dialogada, no construyen una sede o trono como signo de su autoridad. Por el contrario, los humanos se definen como aquellos que pueden ponerse en pie (liberando las manos para el trabajo) y sentarse (para descanso, autoridad y/o convivencia). Leer más…

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El triunfo de Jesús y de los mártires de hoy Fiesta de la Ascensión. Domingo 7º de Pascua. Ciclo C.

Domingo, 8 de mayo de 2016
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FontanadiTrevi_DanielIbanezACIPrensa_29042016Del blog El Evangelio del Domingo, de José Luis Sicre sj:

El 29 de abril de 2016, a las 8 de la tarde, se iluminó la Fontana di Trevi, en Roma, como homenaje y recuerdo a los miles de cristianos martirizados y perseguidos en nuestro tiempo. Mientras escuchaba las diversas intervenciones, me preguntaba qué dirían las lecturas de la fiesta de hoy a esos hermanos y hermanas nuestras que se juegan la vida cada vez que acuden a la celebración de la eucaristía.

Ante todo, la Ascensión, fiesta que celebra el triunfo de Jesús, les puede recordar la ascensión de tantos familiares y amigos muertos, a los que ya no pueden ver, pero que han triunfado y siguen estando muy presentes. En segundo lugar, que la persecución y la muerte no pueden encerrarlos en sus casas muertos de miedo; deben animarse, recordando que a los primeros discípulos la pasión y muerte de Jesús los impulsó a predicar el evangelio al mundo entero. Por último, pedir esa “fuerza de lo alto”, la fuerza del Espíritu, que Jesús les promete.

Una sola cadena de televisión con dos visiones muy distintas

Los dos textos principales de la misa de hoy (Hechos de los Apóstoles y evangelio de Lucas) se prestan a una interpretación muy simplista, como si el monte de los Olivos fuese una especie de Cabo Cañaveral desde el que Jesús sube al cielo como un cohete. Cualquier cadena de televisión que hubiera filmado el acontecimiento habría ofrecido la misma noticia, aunque hubiera variado el encuadre de las cámaras.

En este caso solo hay presente una cadena de televisión: la de Lucas. A los otros evangelistas parece no haberles interesado la noticia. Pero Lucas ha elaborado dos programas sobre la Ascensión, uno en el evangelio y otro en los Hechos, y cuenta lo ocurrido de manera muy distinta, con notables diferencias. Eso demuestra que para él lo importante no es el hecho histórico sino el mensaje que desea transmitir. Tanto el evangelio como Hechos podemos dividirlos en dos partes: las palabras de despedida de Jesús y la ascensión. Para no alargarme, omito la introducción al libro de los Hechos.

Palabras de despedida de Jesús

En el evangelio, Jesús dice a los discípulos que su pasión, muerte y resurrección estaban anunciadas en las Escrituras (“Así estaba escrito” se refiere a los libros atribuidos a Moisés y los profetas). Por consiguiente, lo ocurrido no debe escandalizarlos ni hacerles perder la fe. Todo lo contrario: deben predicar la penitencia y el perdón a todos los pueblos. Para llevar a cabo esa misión necesitan la fuerza del Espíritu Santo, que deben esperar en Jerusalén.

            «Así estaba escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día y en su nombre se predicará la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén. Vosotros sois testigos de esto. Yo os enviaré lo que mi Padre ha prometido; vosotros quedaos en la ciudad, hasta que os revistáis de la fuerza de lo alto.»

En el libro de los Hechos se repite lo esencial, esperar al Espíritu Santo, pero se añaden dos temas: la preocupación política de los discípulos y la idea de ser testigos de Jesús en todo el mundo (cosa que en el evangelio sólo se insinuaba).

             Una vez que comían juntos, les recomendó:

            – «No os alejéis de Jerusalén; aguardad que se cumpla la promesa de mi Padre, de la que yo os he hablado. Juan bautizó con agua, dentro de pocos días vosotros seréis bautizados con Espíritu Santo.» 

            Ellos lo rodearon preguntándole:

            – «Señor, ¿es ahora cuando vas a restaurar el reino de Israel?»

            Jesús contestó:

            – «No os toca a vosotros conocer los tiempos y las fechas que el Padre ha establecido con su autoridad. Cuando el Espíritu Santo descienda sobre vosotros, recibiréis fuerza para ser mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta los confines del mundo.»

La ascensión: dos relatos muy distintos

Versión del evangelio

            Después los sacó hacia Betania y, levantando las manos, los bendijo. Y mientras los bendecía se separó de ellos, subiendo hacia el cielo. Ellos se postraron ante él y se volvieron a Jerusalén con gran alegría; y estaban siempre en el templo bendiciendo a Dios.

Versión de Hechos

            Dicho esto, lo vieron levantarse, hasta que una nube se lo quitó de la vista. Mientras miraban fijos al cielo, viéndolo irse, se les presentaron dos hombres vestidos de blanco, que les dijeron: – «Galileos, ¿qué hacéis ahí plantados mirando al cielo? El mismo Jesús que os ha dejado para subir al cielo volverá como le habéis visto marcharse. » 

  •  En el Evangelio, Jesús bendice antes de subir al cielo (en Hch, no).
  •  En Hechos una nube oculta a Jesús (en el evangelio no se menciona la nube).
  •  En el evangelio, los discípulos se postran (en Hch se quedan mirando al cielo).
  •  En el evangelio vuelven a Jerusalén; en Hch se les aparecen dos personajes vestidos de blanco.

Dadas estas diferencias, ¿cuál es el mensaje que pretende transmitir Lucas?

La explicación hay que buscarla en la línea de la cultura clásica greco-romana, en la que se mueve Lucas y la comunidad para la que él escribe. También en ella hay casos de personajes que, después de su muerte, son glorificados de forma parecida a la de Jesús. Los ejemplos que suelen citarse son los de Hércules, Augusto, Drusila, Claudio, Alejandro Magno y Apolonio de Tiana. Estos ejemplos confirman que los relatos tan escuetos de Lucas no debemos interpretarlos al pie de la letra, como han hecho tantos pintores, sino como una forma de expresar la glorificación de Jesús. El final largo del evangelio de Marcos subraya este aspecto al añadir que, después de la ascensión, Jesús “se sentó a la derecha de Dios”.

La ascensión en la cultura greco-romana.

Por si a alguno le interesa, copio los textos clásicos.

A propósito de Hércules escribe Apolodoro en su Biblioteca Mitológica: “Hércules… se fue al monte Eta, que pertenece a los traquinios, y allí, luego de hacer una pira, subió y ordenó que la encendiesen (…) Mientras se consumía la pira cuenta que una nube se puso debajo, y tronando lo llevó al cielo. Desde entonces alcanzó la inmortalidad…” (II, 159-160).

Suetonio cuenta sobre Augusto: “No faltó tampoco en esta ocasión un expretor que declaró bajo juramento que había visto que la sombra de Augusto, después de la incineración, subía a los cielos” (Vida de los Doce Césares, Augusto, 100).

Drusila, hermana de Calígula, pero tomada por éste como esposa, murió hacia el año 40. Entonces Calígula consagró a su memoria una estatua de oro en el Foro; mandó que la adorasen con el nombre de Pantea y le tributasen los mismos honores que a Venus. El senador Livio Geminio, que afirmó haber presenciado la subida de Drusila al cielo, recibió en premio un millón de sestercios.

De Alejandro Magno escribe el Pseudo Calístenes: “Mientras decía estas y otras muchas cosas Alejandro, se extendió por el aire la tiniebla y apareció una gran estrella descendente del cielo hasta el mar acompañada por un águila, y la estatua de Babilonia, que llaman de Zeus, se movió. La estrella ascendió de nuevo al cielo y la acompañó el águila. Y al ocultarse la estrella en el cielo, en ese momento se durmió Alejandro en un sueño eterno” (Libro III, 33).

Con respecto a Apolonio de Tiana, cuenta Filóstrato que, según una tradición, fue encadenado en un templo por los guardianes. “Pero él, a medianoche se desató y, tras llamar a quienes lo habían atado, para que no quedara sin testigos su acción, echó a correr hacia las puertas del templo y éstas se abrieron y, al entrar él, las puertas volvieron a su sitio, como si las hubiesen cerrado, y que se oyó un griterío de muchachas que cantaban, y su canto era: Marcha de la tierra, marcha al cielo, marcha” (Vida de Apolonio de Tiana VIII, 30).

Sobre la nube véase también Dionisio de Halicarnaso, Historia antigua de Roma I,77,2: “Y después de decirle esto, [el dios] se envolvió en una nube y, elevándose de la tierra, fue transportado hacia arriba por el aire”.

Resumen

Ante la ascensión no debemos tener sentimientos de tristeza, de abandono o soledad. Como dice el evangelio, la marcha de Jesús debe provocar una gran alegría y el deseo de bendecir a Dios. Porque lo que celebramos es su triunfo, como demuestran los textos de la cultura greco-romana en los que se inspira Lucas. Me viene la imagen del acto de fin de carrera, cuando el estudiante recibe su diploma y la familia y amigos lo acompañan llenos de alegría.

Al mismo tiempo, las palabras de despedida de Jesús nos recuerdan dos temas capitales: el don del Espíritu Santo, que celebraremos de modo especial el próximo domingo, de Pentecostés, y la misión “hasta el fin del mundo”. Aunque estas palabras se refieren ante todo a la misión de los apóstoles y misioneros, todos nosotros debemos ser testigos de Jesús en cualquier parte del mundo. Para eso necesitamos la fuerza del Espíritu, y eso es lo que tenemos que pedir.

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La Ascensión

Domingo, 8 de mayo de 2016
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Pascua16

Si me quedo embebida mirando fijamente el punto por el que te has ido…

Si mis ojos siguen el camino por el que te he visto marchar… entonces mi vida se quedará en lo mediocre de la melancolía.

El miedo creado por tu ausencia, la segunda tras la del sepulcro, es lo que, al final, me hará más fuerte. Yo guiaré mi camino, avanzaré temblorosa pero con esperanza, confiada en tu presencia. Llegaré al puerto de un vívido Pentecostés en el que ya no habrá soledad estéril.

Comienza el tiempo de la madurez, la etapa adulta del pensamiento, de la práctica.

No voy a quedarme quieta, absorta la mirada en una nube y una oscuridad.

Cuanto más arriba asciendas tú más firmes se anclarán mis pies en la tierra, porque la espera y la esperanza no revolotean por lo alto sino que se mueven a ras de suelo.

Envía, Señor, sobre cada una de nosotras un reguero largo y dulce de vida eterna.

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“¿Qué significa que Cristo subió a los cielos?”, por Leonardo Boff.

Domingo, 28 de septiembre de 2014
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cropped-tumblr_n340k21idt1scvowlo1_1280Leído en Adital
El cielo no es un lugar al que vamos sino una situación en la que seremos transformados si vivimos en el amor y en la gracia de Dios. El cielo de las estrellas y de los viajes espaciales de los astronautas y el cielo de nuestra fe no son idénticos. Por eso cuando rezamos el Credo un domingo tras otro y decimos que Cristo subió a los cielos no queremos decir que El, anticipándose a la ciencia moderna, emprendiera un viaje sideral. En el cielo de la fe no existe el tiempo, la dirección, la distancia ni el espacio. Eso vale para nuestro cielo espacial. El cielo de la fe es Dios mismo de quien las Escrituras dicen: “Habita en una luz inaccesible” (1 Tim 6,16).

Del mismo modo, la subida de Cristo al cielo no es igual a la subida de nuestros cohetes; éstos se trasladan constantemente de un espacio a otro, se encuentran constantemente dentro del tiempo y nunca pueden salir de estas coordenadas por más lejanos que viajen por espacios indefinidos. La subida de Cristo al cielo es también un pasar, pero del tiempo a la eternidad, de lo visible a lo invisible. de la inminencia a la transcendencia, de la opacidad del mundo a la luz divina, de los seres humanos a Dios.

Con su ascensión al cielo Cristo fue por consiguiente entronizado en la esfera divina; penetró en un mundo que escapa a nuestras posibilidades. Nadie sube hasta allí si no ha sido elevado por Dios (cfr. Lc 24,51; Hch 1,9). El vive ahora con Dios, en la absoluta perfección, presencia, ubicuidad, amor, gloria, luz, felicidad, una vez alcanzada la meta que toda la creación está llamada a lograr. Cuando proclamamos que Cristo subió al cielo pensamos en todo eso.

¿Qué decir entonces de la narración de san Lucas al final de su evangelio (24,50-53) y al comienzo de los Hechos de los Apóstoles (1,9-11) donde cuenta con algunos detalles la subida de Cristo a los cielos hasta que una nube lo oculto de los ojos de los espectadores? Si la ascensión de Cristo no significa una subida física al cielo estelar, ¿por qué entonces San Lucas la describió así? ¿Qué pretendía decir? Para dar respuesta a esto tenemos que comprender una serie de datos acerca del estilo y género literario de la literatura antigua.

La ascensión, ¿fue visible o invisible?

En primer lugar constatemos el hecho de que es Lucas el único que narra el acontecimiento de a ascensión en términos de una ocultación palpable y de un desaparecer visible de Cristo en el cielo, cuarenta días después de la Resurrección. Marcos sólo dice: «El Señor Jesús, después de hablar con ellos, fue llevado al cielo y está sentado a la derecha de Dios» (16, 19). Sabemos que el final de Marcos (16, 9-20) es un añadido posterior y que este fragmento depende del relato de Lucas. Mateo no conoce ninguna escena de ocultamiento de Jesús; termina así su evangelio: «Jesús les dijo: se me ha dado todo poder en el cielo y en la tierra… Yo estaré con vosotros todos los días hasta la consumación de los siglos» (28, 18-20). Para San Mateo, Jesús ya ascendió al cielo al resucitar. El que dice «todo poder me ha sido dado en el cielo y en la tierra» ya ha sido investido de ese poder; ya está a la derecha de Dios en los cielos. Para San Juan la muerte de Jesús significó ya su pasar al Padre (Jn 3, 13): «Dejo el mundo y voy al Padre» (16,28). Cuando dice: «Recibid el Espíritu Santo», según la teología de Juan eso significa que Jesús ya está en el cielo y envía desde allá su Espíritu (Jn 7, 39; 16, 7). Para Pablo la resurrección significaba siempre elevación en poder junto a Dios (Rom 1,3-4; Flp 2, 9-11). Pedro habla también de Jesucristo «que subió al cielo y está sentado a la derecha de Dios» (1 Pe 3, 22). 1 Tim 3, 16 habla de su exaltación a la gloria.

En todos estos pasajes la ascensión no es un acontecimiento visible para los apóstoles, sino invisible y en conexión inmediata con la resurrección. Esta perspectiva que contemplaba conjuntamente resurrección y ascensión se mantuvo, a pesar del relato de Lucas, hasta el siglo IV, como atestiguan los Padres como Tertuliano, Hipólito, Eusebio, Atanasio, Ambrosio, Jerónimo y otros. San Jerónimo, por ejemplo, predicaba: «el domingo es el día de la resurrección, el día de los cristianos, nuestro día. Por eso se llama el día del Señor, porque en este día Nuestro Señor subió, victorioso, al Padre» (Corpus Christianorum, 78,550).

De igual manera la liturgia celebró hasta el siglo V como fiesta única la pascua y la ascensión. Sólo a partir de entonces, con la historificación del relato lucano, se desmembró la fiesta de la ascensión en cuanto fiesta propia.

El sentido de la ascensión era el mismo que el de la resurrección: Jesús no fue revivificado ni volvió al modelo de vida humana que poseía antes de morir. Fue entronizado en Dios y constituido Señor del mundo y juez universal, viviendo la vida divina en la plenitud de su humanidad. Leer más…

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El día en que Jesús “hizo las maletas”. ¿Dónde estaban Mateo y Juan?

Domingo, 1 de junio de 2014
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Del blog À Corps… À Coeur:

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La Ascensión del Cristo es el complemento lógico de su Ressurrección y el preludio necesario para su divinización.

En posts anteriores he señalado que se suponía que el mítico fundador de Roma, Rómulo, había corrido la misma suerte .

Añadiré hoy un complemento sobre el valor histórico, desde el punto de vista de algunos, que convendría conceder a tal hecho, bajo el pretexto de que figuraría en documentos que son históricos y presentados como testimonios. Cuando digo “de”, entendamosnos: el relato de la Ascensión figura bien en ciertos evangelios apócrifos; pero dejemos éstos de lado por hoy, ya que, según el punto de vista que ataco, es decir el de la historia infestada de teología, los llamados evangelios apócrifos no serían creíbles, de todo modo; mientras que los cuatro canónicos lo serían. Veamoslos pues.

Primera observación: de los cuatro Evangelios decretados creíbles, sólo dos hablan de la Ascensión : Marcos y Lucas. El pasaje de Marcos es de una brevedad notable: “Entonces, el Señor Jesús, después de hablar con ellos, fue elevado al cielo y se sentó a la diestra de Dios. “ (Marcos 16 , 19 ) . Cada uno sacará las conclusiones que quiera. Lucas es un poco más largo, pero tiene una vaga mirada de la narración, ya que el lugar es mencionado como un gesto ( bendición) : “Después los llevó Jesús hasta Betania; allí alzó las manos y los bendijo. Sucedió que, mientras los bendecía, se alejó de ellos y fue llevado al cielo”. (Lucas 24, 50-51) Esto es realmente corto , sobre todo teniendo en cuenta el hecho de que los Evangelios de

Marcos y Lucas son muy abundantes en los detalles de género “vivido ” y esto para cantidad de episodios que están lejos de tener la importancia de este último.

Los teólogos no tuvieron ningún problema para edificar un razonamiento para establecer que esta brevedad es querida y significativa; posiblemente veremos allí el signo tangible de la salida simultánea del tiempo y del espacio que debía tener su equivalente en el estilo del relato… ¿ Por qué no? Pero los historiadores no pueden, evidentemente, seguirlo y se preguntarán más bien si no se trata, muy tontamente, de una interpolación, es decir de un añadido ulterior debido a un copista que encontraba sin duda que la Ascensión, que conocía por otro lado, sea por la tradición oral, sea por otros evangelios, verdaderamente faltaba en éste y que esto podía ser sólo como consecuencia de un error de uno de sus predecesores, un error que había que reparar.

¿Pero entonces, en este caso, por qué la Ascensión no figuraba en el Evangelio de Mateo y en el de Juan, ya que, de cerca o de lejos, no se encuentra en estos dos textos ninguna mención de tal acontecimiento? Pues bien, primero: nada permite afirmar que no hubieran existido evangelios, según Mateo y según Juan, que no hubieran contenido, precisamente, una mención breve, a manera de Marcos y Lucas, del último episodio de la Ascensión. Haré, un poco más tarde, un post sobre los primeros manuscritos íntegros de los evangelios que poseemos. Los manuscritos muy antiguos de los cuatro evangelios no están exentos de divergencias entre ellos con gran numero de variaciones en relacion a los más antiguos que se encuentra en nuestra posesión. Pero no hay ninguno, claro está, que se sepa que incluya una mención de la Ascensión. No obsante, la hipótesis de que haya existido alguno no es descabellada.

Desconfiemos, sin embargo, de hipótesis en historia y quedémonos con el hecho de que Mateo y Juan no mencionan la Ascensión. Pero recordamos también el hecho, porque es de allí, que Orígenes y Jerónimo se quejan de las variantes que observan en los diversos manuscritos que tienen en su disposición.

Para concluir sobre la Ascensión, la ausencia de este episodio en Mateo y Juan parece estar más cerca del hecho de que, – por lo menos teóricamente ¿debiera suscribir? Es otra la cuestión – Mateo y Juan son testigos directos de los acontecimientos que cuentan, contrariamente a Marcos y Lucas.

Suponiendo que Mateo y Juan hayan estado ocupados con otras cosas el día de la Ascensión – lo que sería poco menos que un desastre – por lo menos debían habernos dicho que sus compañeros habían visto …
¿Será que la importancia de la Ascensión se les había escapado? Pero, en este caso, habría sido necesario que el Espíritu Santo que los inspiraba, se hubiera el mismo distraído…

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Jean-Paul Yves le Goff

http://www.lelivrelibre.net

Paru sur fr.soc.religio

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