“No se puede ser hombre, mujer o cosa intermedia a voluntad”: El obispo de Bilbao, Joseba Segura defendió que uno no puede “construir su identidad a voluntad”.
La verdad es que se ha “lucido” con esta barbaridad. Y este es de los “moderados”… A una persona culta se le exige un mayor rigor y empatía en sus manifestaciones. Traemos la noticia y sus repercusiones, y un artículo interesante sobre el tema:
Joseba Segura declaró el pasado jueves día 15, en la misa de La Ascensión, que se “intenta imponer la idea de que el cuerpo no tiene nada que decir” y que no se declaren una serie de limitaciones sobre el cuerpo y la voluntad de uno mismo.
El 15 de agosto en Bilbao se celebra la Virgen de Begoña y el obispo de la diócesis, Joseba Segura, presidió la eucaristía principal en la basílica en la que se venera esta advocación mariana. Hasta aquí todos normal. Pero su homilía, comentado las lecturas del día de la Ascensión de María, se ha hecho viral y indignado a algunos colectivos que no han entrado en el razonamiento antropológico del prelado.
En un momento dado de su homilía, el prelado defendió que uno no puede “construir su identidad, ser hombre o ser mujer, o cualquier cosa intermedia o ninguna de ellas, a voluntad, sin referencia al cuerpo con el que hemos nacido”. Una cita que se enmarcaba, según él, dentro del misterio mariano de la Ascensión, ya que “los creyentes celebramos que María fue llevada a la gloria celestial en cuerpo y en alma”, algo que, añadió, “nos enseña que el cuerpo es bueno, que es esencial a nuestro ser”, señaló según el texto íntegro publicado en la web de la diócesis.
En este sentido denunció que “se predica una libertad para ser que no tiene ni siquiera que demostrar ni justificar nadacomo si efectivamente el puro deseo fuera capaz de crear realidad”; cuando, ejemplificó que, “lamentablemente, no todos valemos para jugar al fútbol, ni somos capaces de ganar medallas olímpicas, ni nadamos como los peces, ni volamos como las aves, ni vamos a ser mucho más guapos de lo que ya somos”. Y redondeó, de manera lamentable que: “Se nos dice tú puedes ser lo que quieras, pero sabemos que no es así porque, si fuera así, la cantera de estrellas del Athletic de Bilbao, masculino y femenino, no estaría nunca a falta de candidatos”,
Por ello, recordó que “la mortalidad es descanso final, es cumplimiento, es horizonte limitado y, por eso, urgencia para aprovechar los días, las horas para disfrutar” de lo vivido.
Esto ha provocado la indignación de diversos colectivos. Entre las reacciones a las palabras del obispo, la presidenta del Consejo Vasco de la Juventud, Iratxe Uriarte, definió la homilía episcopal como “declaraciones tránsfobas”. En una entrevista en Radio Euskadi, recogida por Europa Press, señaló se que este mensaje “se aleja bastante de los valores que enseña el catolicismo” de “amar al prójimo”. Para la activista, el obispo, “en este caso, lo único que hace es impulsar esa ola reaccionaria que está habiendo en todo Euskadi o en todo el Estado español, y hacer declaraciones bastante tránsfobas”. Por ello, recomendó a la Iglesia que si “quiere acercar a los jóvenes a ella, tienen que modernizar ese discurso y cambiar ese paradigma”.
Durante el acto eclesiástico estuvieron presentes varios miembros del Ayuntamiento de Bilbao, junto con otros representantes institucionales como la presidenta de las Juntas Generales de Bizkaia, Ana Otadui. Por si fuera poco, Segura aseguró que la sociedad vive un “tiempo peculiar“.
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La “ideología de género” y la dignidad de todo ser humano, creado a “imagen y semejanza” de Dios
Ante las acusaciones de ‘transfobia‘ contra Joseba Segura
Así leído e interpretado, el relato del Génesis es el eje vertebrador de una antropología magisterial en la que no hay sitio para lo que vaya más allá de la sexualidad binaria. Este es el hilo vertebrador de la antropología magisterial y de la “teología del cuerpo” de Juan Pablo II
He leído esta mañana -16 de agosto de 2024- que mons. Joseba Segura, obispo de Bilbao, sostuvo ayer, en la homilía del día de la Asunción, en la basílica de Begoña, que uno no puede “construir su identidad, ser hombre o ser mujer, o cualquier cosa intermedia o ninguna de ellas, a voluntad, sin referencia al cuerpo con el que hemos nacido”. Y tambien he podido leer algunas reacciones, casi todas indignadas.
Con la intención de propiciar un diálogo lo más objetivo y sereno que sea posible, me permito exponer los términos más importantes del debate -en este caso, escriturístico- que, en la actualidad, se está desarrollando en el seno de la comunidad católica sobre las personas trans y la llamada ideología o teoría de género. A él habría que sumar el debate sobre la homosexualidad, la cirugía de reasignación de sexo, la gestación subrogada, los abusos sexuales en la Iglesia y la indignidad que, todavía, sigue padeciendo la mujer en la estructura eclesial.
En concreto, centro la atención en la lectura que me atrevo a calificar literalista -y que algunos llegan a considerar “arqueológica”– de Gn 1, 26-27 (“Dios creo al hombre a su imagen, a imagen de Dios; varón y hembra los creó”); por otra parte, muy típica en bastantes ambientes cristianos, incluso progresistas. Este pasaje escriturístico es importante porque, a la vez que permite superar determinados planteamientos anclados en la llamada ley natural, se abre a reconocer -cuando se subraya la imagen y semejanza de todo ser humano con el Creador, incluidas las personas trans u homo- la indudable dignidad de todos ellos.
Pero también puede ser utilizado para detener cualquier desarrollo ulterior que vaya más allá del discurso binario de tres maneras: deduciendo, en primer lugar, del relato de la creación una naturaleza del “hombre” dada por el Creador. En segundo lugar, interpretando que sólo el varón y la mujer han sido creados a imagen de Dios. Y, en tercer lugar, colocando a ambos en una complementariedad puramente binaria.
Una interpretación que vaya más allá de estas últimas consideraciones puede ser percibida como desviada o contraria a la naturaleza concedida por Dios. Cuando ello sucede, no extraña que se rechace con el argumento de que el ser humano no se crea a sí mismo.
La consecuencia de todo ello es que los derechos de las personas trans ya no pueden ser de recibo porque tales derechos entran en flagrante contradicción con la naturaleza dada y contra el Creador. Y, por tanto, contra la misma naturaleza, el lugar en el que se realiza y desarrolla la dignidad de un varón y de una hembra creados a imagen de Dios. Así leído e interpretado, el relato del Génesis es el eje vertebrador de una antropología magisterial en la que no hay sitio para lo que vaya más allá de la sexualidad binaria.
Este es el hilo vertebrador de la antropología magisterial y de la “teología del cuerpo” de Juan Pablo II, toda ella fundada en una exaltación espiritual de la sexualidad humana y de la fertilidad, afincada en una estricta separación entre el varón y la mujer y que, por ello, ni se plantea la cuestión de la identidad de género. Pero, afortunadamente, no es el fundamento escriturístico y racional que Adriano Oliva detecta en la interpretación de Sto. Tomás de Aquino del citado pasaje del libro del Génesis; ni tampoco, el del Camino Sinodal Alemán. Pero sí lo es el de mons. Joseba Segura, al precio de descuidar que todos los seres humanos -incluidas las personas trans y homo- hemos sido “creados a imagen y semejanza” de Dios y, por ello, dotadas de una “dignidad infinita”.
Dejo, como he adelantado, para otro momento, el cruce epistolar -y magisterial- habido al respecto entre Jeaninne Gramick (una religiosa estadounidense, responsable de un grupo católico de apoyo a personas LGTBQ) y el papa Francisco con ocasión del debate provocado por la publicación de la Declaración “Dignitas Infinita” del pasado 8 de abril y el limitado desarme que, desde entonces, viene experimentando sobre este asunto el magisterio eclesial con respecto al de Juan Pablo II y Benedicto XVI, gracias al actual Papa.
Fuente Agencias/Vida Nueva/Religión Digital
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