Cristo, de nuevo crucificado: Seguimos con los tres obispos que cargan con una fiereza inusitada contra la ley madrileña de transexualidad
Hoy, Viernes Santo… Cristo de nuevo crucificado…
Pilato volvió a salir y les dijo:
–Mirad, os lo he sacado para que sepáis que yo no encuentro en él ningún delito.
Salió, pues, Jesús, con la corona de espinas en la cabeza y vestido con aquella capa de color rojo oscuro. Pilato dijo:
–¡Ahí tenéis a este hombre!
Cuando le vieron los jefes de los sacerdotes y los guardias del templo, comenzaron a gritar:
–¡Crucifícalo! ¡Crucifícalo!
Pilato les dijo:
–Pues lleváoslo y crucificadle vosotros, porque yo no encuentro ningún delito en él.
Los
judíosle contestaron:–Nosotros tenemos una ley, y según nuestra ley debe morir porque se ha hecho pasar por Hijo de Dios.
Juan 19, 4-7
Volvemos al tema porque es uno de los ataques más graves que han salido de labios episcopales y, por si alguno no ha podido leer este infame comunicado. Y lo hacemos de la mano de Dosmanzanas…
Como publicábamos ayer, los obispos de Alcalá de Henares, Juan Antonio Reig Pla; de Getafe, Joaquín María López de Andújar, y el obispo titular de Mentesa (diócesis titular sin territorio asignado) y auxiliar de Getafe, José Rico, han cargado contra la Asamblea de Madrid por aprobar una avanzada ley integral de transexualidad. Lo han hecho, además, recurriendo al papa Francisco, quien en su encíclica Laudato si’ lanzaba el año pasado un fuerte ataque a las personas transexuales.
El texto de los obispos, titulado “Reflexiones pastorales sobre la ‘Ley de Identidad y Expresión de Género e Igualdad Social y no Discriminación de la Comunidad Autónoma de Madrid’”, es todo un compendio de opiniones contrarias al reconocimiento de la identidad de género disfrazadas de alambicadas argumentaciones teológicas. Comienza diciendo que la aprobación de la ley integral de transexualidad por la Asamblea de Madrid es un hecho “grave e injusto” y pasa inmediatamente a atacar el principio de autodeterminación del género, que los obispos consideran que “choca frontalmente con la antropología cristiana que ha dado sustento y soporte a lo que se ha venido en llamar civilización cristiana u occidental” según la cual “tratar el cuerpo como pura materia que pueda ‘ser construida’ por la libertad no responde a la experiencia humana”.
El texto de los obispos madrileños también insiste en la importancia de “la diferencia sexual varón-mujer”. Acaban remontándose al pecado original y a la “concupiscencia” mediante una argumentación algo compleja de entender… “La diferencia sexual es llamada a la unión amorosa, a la complementariedad y a la procreación como fruto de la colaboración con Dios en el acto conyugal propio del matrimonio. La herida del pecado original (Cf. Charitas in veritate, 34) y de los propios pecados, de la que deriva la concupiscencia, se manifiesta en la relación distorsionada de los dinamismos físicos, psíquicos y espirituales de la propia persona. Por eso otro de los principios de la antropología cristiana es la necesidad de la redención del cuerpo o del corazón. Este dato, desconocido por la cultura dominante secularizada, provoca la no comprensión plena de la persona. La Iglesia Católica sabe por la Revelación y la propia experiencia acumulada en la Tradición que, además de afirmar la unidad en el ser (unión substancial cuerpo-espíritu), es necesario alcanzar la unidad en el obrar (la integración en el acto libre de los dinamismos físicos-psíquicosespirituales del obrar humano)”. Ahí queda…
“Todo está relacionado”
El texto ataca la libertad (“el concepto de libertad presente en esta ley aboca a un pensamiento totalitario: la absolutización de la voluntad que pretende ser la única creadora de la propia persona y la absolutización de la técnica transformada también en un poder prometeico e ideológico”); la ciencia y la técnica que permiten la reasignación genital; la supuesta “ideología de género”, término que el ámbito más conservador utiliza para denigrar tanto al feminismo como a buena parte de las reivindicaciones del colectivo LGTB, y lo que llaman “nihilismo posthumano”.
Los obispos concluyen, de hecho, que todo lo que para ellos son males del mundo están relacionados, y el reconocimiento de los derechos de las personas trans no es una excepción. “Sería un error metodológico considerar el contenido de esta ley como algo separado del proyecto de ingeniería social que se viene propiciando en España y globalmente. Este apartado de la así llamada transexualidad ha de ser contemplado en el contexto más amplio de un proyecto global planificado, científica y sistemáticamente, contra el orden de la creación y de la redención”, aseguran.
“Conviene contemplar en su conjunto las distintas piezas del puzle: Injusticia social (con la síntesis del marxismo y el liberalismo), ecología idolátrica y fragmentada, anticoncepción, esterilización, aborto, ‘amor romántico’, divorcio, ‘amor libre’, técnicas de reproducción asistida, ‘pornificación’ de las relaciones personales y de la cultura, sexualidad sin verdad, usurpación deliberada de la filiación natural de los niños, manipulación hormonal/amputación y extirpación de órganos sanos/reasignación de la identidad personal, eutanasia y suicidio asistido, manipulación de embriones, ‘poliamor’, realidad virtual sustitutiva, etc., son sólo una parte de los escalones, programados, científica y sistemáticamente, en orden a la deconstrucción de la ‘identidad-misión’, querida por Dios para el ser humano: en su unidad sustancial cuerpo-espíritu, en la diferencia varón-mujer, en la llamada a la comunión con el prójimo y en la vocación a adorar y amar, sobre todas las cosas, a la Santísima Trinidad”, añaden…
¿Llamada a la desobediencia?
Por supuesto, los obispos cargan también contra las derivadas educativas y sanitarias de la ley integral de transexualidad y acaba por considerar un ataque “a la libertad religiosa” la inclusión de un paquete sancionador.
Los obispos acaban considerando que la nueva ley madrileña “es una ley sustancialmente inicua que regula graves atentados contra el quinto mandamiento de la Ley de Dios, y, en su caso, los facilita respecto al sexto y noveno mandamientos”. “Se trata, en su esencia, de una ley injusta y, por tanto, a nadie obliga en conciencia”, añaden, en lo que bien parece un llamamiento a la desobediencia. Los obispos apelan a una “emergencia cívica de los católicos”, a los que llaman a “emerger y hacernos presentes en todos los ámbitos de la vida social”.
Alusiones al papa Francisco
Especial atención merece la mención expresa al papa Francisco y a su encíclica Laudato si’, posiblemente el más importante ataque a las personas transexuales surgido del ámbito católico en los últimos años. Ya lo avisamos en su momento. La encíclica de Francisco sobre el medio ambiente (que tantas alabanzas recibió en su momento desde círculos progresistas…) contiene un claro mensaje tránsfobo. Es, en concreto, en el punto 155 de la encíclica, donde el argentino aprovechaba para considerar que el respeto a la ecología incluye “la aceptación del propio cuerpo como don de Dios” y su “valoración en su femineidad o masculinidad” para “reconocerse a sí mismo en el encuentro con el diferente”. Según aseguraba el papa, “cancelar la diferencia sexual” no es una actitud sana.
No era el primer aviso de Francisco. “Pensemos en las armas nucleares, en su capacidad de aniquilar en unos pocos instantes un alto número de vidas humanas. Pensemos en la manipulación genética, en la manipulación de la vida, o en la teoría de género, que no reconocen el orden de la creación. Con esta actitud, el hombre comete un nuevo pecado contra Dios el Creador”, expresaba el papa solo unos meses antes de su encíclica.
La obsesión de la Iglesia católica con la transexualidad
Cartas como la ahora publicada por estos tres obispos o las últimas negativas a permitir que personas transexuales puedan ser padrinos o madrinas en los bautizos de sus propios familiares refuerzan la idea a la que ya hemos hecho mención en anteriores entradas: a la enfermiza fijación contra las relaciones entre personas del mismo sexo, la jerarquía católica añade ahora la condena a las personas trans, tradicionalmente ignoradas por la institución. El propio obispo de Alcalá de Henares no ha dudado en incluirlas en sus diversas diatribas, como la que lanzó en diciembre de 2014, cuando incluyó a la “despatologización de la así llamada transexualidad” en la lista de supuestos objetivos de una perversa agenda LGTB.
Otro ejemplo es el del obispo de Córdoba, Demetrio Fernández, que en enero de 2013 difundía su mensaje tránsfobo en una carta pastoral en la que criticaba la “ideología de género” que “sitúa al hombre por encima de Dios”. “La ideología de género es una filosofía, según la cual el sexo ya no es un dato originario de la naturaleza, que el hombre debe aceptar y llenar personalmente de sentido, sino un papel social del que se decide autónomamente”, añadía. “Ya no valdrían las ecografías que detectan el sexo de la persona antes de nacer. Esperamos un bebé. ¿Es niño o niña? La ecografía nos dice claramente que es niña. No. Lo que vale es lo que el sujeto decida. Si quiere ser varón, puede serlo, aunque haya nacido mujer. Y si quiere ser mujer puede serlo, aunque haya nacido varón. No se nace, se hace. Al servicio de esta ideología existen una serie de programas formativos, médicos, escolares, etc. que tratan de hacer ‘tragar’ esta ideología a todo el mundo, haciendo un daño tremendo en la conciencia de los niños, adolescentes y jóvenes”, aseguraba enonces el obispo de Córdoba.
Fuente Dosmanzanas
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