El año pasado se incautaron más de 170 relojes en 11 centros comerciales porque simbolizaban el Orgullo.
Por Mira Lazine Sábado, 30 de noviembre de 2024
Un tribunal de Malasia falló en contra del gobierno del país después de que el año pasado confiscara 172 relojes arcoíris porque simbolizaban la bandera del Orgullo. Malasia ahora debe devolver los relojes al fabricante de relojes, Swatch.
El juez del Tribunal Superior de Kuala Lumpur, Amarjeet Singh Serjit Singh, dictaminó que Malasia carecía de una orden judicial para confiscar los relojes y que la incautación era ilegal porque se aprobó una ley que prohibía la venta de los relojes después del hecho.
Las tiendas Swatch fueron allanadas en mayo de 2023, pero no se prohibió la venta de los relojes hasta agosto de ese año. Por tanto, Swatch no cometió ningún delito a los ojos del tribunal.
Los relojes fueron confiscados porque presentaban “elementos LGBT“. La homosexualidad es ilegal en el país y puede dar lugar a penas de hasta 20 años de prisión.
El ministro del Interior de Malasia, Saifuddin Nasution Ismail, dijo que el gobierno y su equipo legal tendrán que “examinar la base de la sentencia” antes de dar una indicación sobre si apelarían la sentencia. Ismail añadió que “deben respetar la decisión, o de lo contrario se consideraría un desacato al tribunal”.
Swatch argumentó en 2023 que el producto “no era de ninguna manera capaz de causar ninguna alteración del orden público o la moralidad o ninguna violación de la ley”. Argumentaron que la incautación perjudicó significativamente su negocio y que la bandera del Orgullo es un “símbolo de humanidad que habla por todos los géneros y razas”.
No se concedió ninguna indemnización por daños y perjuicios en el caso, sin embargo, la empresa puede presentar una demanda por daños y perjuicios más adelante si se descubre que los relojes han sufrido algún tipo de daño.
Se incautaron más de 170 relojes en 11 centros comerciales de todo el país durante un período de tres días. También se advirtió a cinco establecimientos por tener en stock estos relojes.
Las fuerzas del orden alegaron que los relojes tenían la inscripción “LGBTQ”.
Un entorno difícil para las personas LGTBIQ+.
Varias organizaciones de derechos humanos han expresado su preocupación por la increíblemente arcaica visión de Malasia sobre los derechos de las personas LGBTQ+.
Actualmente, el país encarcela a las personas abiertamente LGBTQ+, además de impedir el matrimonio entre personas del mismo sexo y la transición de género.
Según una encuesta de Ipsos en 2021, Malasia es uno de los peores países en cuanto a la opinión pública sobre las personas LGBTQ+. En total, el 65% de los ciudadanos malayos cree que no se debe permitir a las parejas del mismo sexo contraer matrimonio ni obtener ningún tipo de reconocimiento legal, como la unión civil. Por el contrario, sólo un 8% dijo que apoyaba el matrimonio entre personas del mismo sexo.
El país no sólo castiga la homosexualidad con la cárcel, sino que apoya activamente los centros de terapia de conversión con financiación del gobierno. Un informe de Human Rights Watch reveló que el gobierno de Malasia financia retiros de terapia de conversión sancionados por el Estado, cuyo objetivo es “rehabilitar” a las personas LGBTQ+. A pesar de que estas instituciones afirman que la orientación sexual puede cambiarse, las identidades LGBTQ+ no pueden curarse, ya que no son enfermedades, ni tampoco enfermedades mentales.
En entradas anteriores hemos venido hablando de la escalada de LGTBfobia de Estado en Malasia. El pasado 2023 se supo que el gobierno de Malasia podría ampliar los casos en los que se juzguen delitos según la sharia. En noviembre de 2022, detenían a 20 personas LGTB+ durante la fiesta de Halloween por ser “Culpables de travestirse y fomentar el vicio”
Dos mujeres malasias, de 22 y 32 años, respectivamente, recibían en septiembre de 2018 seis latigazos por orden de un tribunal, tras ser descubiertas por agentes islámicos en el estado conservador de Terengganu «intentando participar en actos sexuales en un automóvil». El Gobierno, por otra parte, no solo dejaba claro su apoyo a la redada que días antes tenía lugar en un bar de ambiente gay de Kuala Lumpur sino que, en boca del ministro del Territorio Federal, Khalid Samad, expresaba que «esperamos que esta iniciativa pueda mitigar que la cultura LGTB se extienda a nuestra sociedad».
Ya con anterioridad, el nuevo Ejecutivo de Malasia había defraudado las expectativas despertadas cuando insinuó que el colectivo LGTB no debe visibilizarse porque incomoda «a la mayoría» del país. Lo hacía a cuenta de la censura de los retratos de los activistas Pang Khee Teik y Nisha Ayub en una exposición de George Town (ciudad del Estado de Penang) por orden administrativa. Y en 2019, el ministro de turismo Datuk Mohamaddin bin Ketapi afirmaba en un evento en Alemania, que “No hay gays en Malasia”.
Malasia, una de las economías emergentes del sudeste asiático, es un país de variada composición étnico-religiosa, aunque de mayoría musulmana, en el que conviven leyes civiles, de obligado cumplimiento para todos, y leyes islámicas, de aplicación a los ciudadanos musulmanes. Las relaciones homosexuales, en cualquier caso, son ilegales y se castigan con penas de hasta 20 años de cárcel. De hecho, en 2011 nos hacíamos eco de las intenciones de varios líderes musulmanes malasios de endurecer las medidas contra la homosexualidad y en 2015 el entonces primer ministro, Najib Razak, comparaba a las personas LGTB con el Estado Islámico, alegando que carecen de derechos humanos.
La LGTBfobia social y política imperante en Malasia ha llevado a situaciones que rozan el absurdo, y que hemos recogido en esta misma página. En febrero del año 2017, en un vídeo promovido por el Departamento de Desarrollo Islámico de Malasia se sugería a los homosexuales que «aprender» a ser hetero es como iniciarse en la equitación. En febrero de 2018 nos hacíamos eco de un artículo que ejemplificaba la estigmatización de la comunidad LGTB también desde los medios de comunicación. En abril, nos enterábamos de que la Universidad de Ciencias de Malasia (USM) celebró un concurso de carteles para “convertir”alumnos gays en heterosexuales. Y en mayo que el gobierno de Malasia ha comenzado a bloquear páginas LGTB+, incluido el portal Utopia-Asia que es la principal fuente de información para viajeros gais en la región.
Otros ejemplos son el anuncio de censura de programas con personajes homosexuales; la censura de una escena de La Bella y la Bestia, de la que ya hemos hablado, y de una canción de Lady Gaga o la cancelación de un Festival que se celebraba desde 2008 para promover el respeto a la diversidad sexual. En 2021, una mujer trans enfrenta años de prisión por usar ropa de mujer .
Especialmente preocupante fue lo sucedido en 2012, cuando un joven gay musulmán recibió amenazas de muerte por difundir un vídeo en el que animaba a otros homosexuales a salir del armario. En junio del año 2017 conocíamos la muerte de un adolescente, T. Nhaveen, después de cinco días en coma y sufrir una dura agresión de carácter homofóbica que le había dejado con varias heridas y quemaduras en la espalda, además de ser sodomizado con una barra. T. Nhaveen, de dieciocho años de edad, había quedado con su mejor amigo, T. Previin, de 19 años de edad, el sábado, 10 de junio, alrededor de las 11 de la mañana en una hamburguesería de Gelugor, un zona residencial de George Town, en Penang, para celebrar que iba a comenzar su vida como estudiante de música en Kuala Lumpur, pero falleció el jueves, 15 de junio, tras ser víctima de una dura agresión homofóbica que le deja en coma durante cinco días. Un episodio más de bullying homofóbico que en esta ocasión había consternado a la sociedad de Malasia por su dureza y violencia. Ante este escenario, podría pensarse que un suceso tan terrible como este debería servir de acicate para que el respeto a la diversidad gane posiciones en Malasia. Mucho nos temíamos que no iba a ser así, a la vista del hecho de que los mismos medios locales y autoridades que habían reaccionado con horror ni siquiera precisaron que el acoso que el joven sufría era de naturaleza homofóbica. Esperemos, al menos, que se haga justicia con los asesinos de T. Nhaveen. Está claro, sin embargo, que ni siquiera un hecho tan terrible como este ha servido de acicate para que el respeto a la diversidad gane posiciones en Malasia, como ya entonces pronosticábamos. Y para corroborarlo, en julio radicales religiosos de Malasia e Indonesia se rebelaban contra Starbucks por su apoyo al colectivo LGBT…
Fuente LGBTQNation/Cristianos Gays
General, Homofobia/ Transfobia., Islam
Amarjeet Singh Serjit Singh, Arco Iris, Homofobia/Transfobia, Islam, Malasia, Saifuddin Nasution Ismail, Swatch, Tribunal Superior de Kuala Lumpur
Comentarios recientes