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El don de la maternidad.

Domingo, 20 de diciembre de 2020
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1_madre“Yo vine para que tengan vida, y la tengan en abundancia” Jn 10, 10.

20 de diciembre, domingo IV de Adviento

Lc 1, 39-45

Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre

El don de la maternidad no tiene sexo y es consustancial a todas las criaturas en todo espacio y tiempo.

Cuando Dios se encarna ser humano -y se ha encarnado siempre en todos los seres-, la encarnación es alma que lo anima todo. Es, como dice Arregi: “la dinamys que late en la realidad. Es la presencia operativa, creadora, transformadora, que habita todo cuanto es, desde las partículas hasta las galaxias”.

Jesús lo remarcó en Jn 10, 10: ”Yo vine para que tengan vida, y la tengan en abundancia”. Para compartir gozo y alegría, como compartieron María e Isabel, embarazadas ambas. Dar a luz es dar luz; es inspirar e iluminar: “La religiones mueren cuando fallan sus luces”, escribió el gran teólogo alemán W. Pannenberg (1928-2014).

Uno de los grandes poetas sufíes de la tradición mística musulmana, Rûmî (1207-1273), escribió con enorme hondura mística y apertura ecuménica esta frase:

Nuestro país debe ser la tierra de oportunidad ilimitada para todos. “Nuestro cuerpo es semejante a María: cada uno tiene un Jesús en su interior, pero éste no puede nacer hasta que los dolores de parto no se manifiesten en nosotros”.

Célibe o casado, embarazada o virgen, todos han concebido en un “hágase en mí” gozoso. Un “fiat” que es un peregrinar al templo de nuestro propio ser, a nuestro centro. Y es una invitación a salir luego de nuestro vientre personal, a implicarse en los problemas de los otros y ayudarles a que también ellos puedan acudir cuanto antes al paritorio.

Toda maternidad es don y donación. No se puede engendrar sin parir luego. La Naturaleza, al menos, lo consideraría una traición. Es como impedir que la vida personal siga cumpliendo su mandato espiritual. La decisión de tener un hijo, decía Elizabet Stone, nadadora paralímpica, es trascendental. Se trata de decidir que tu corazón caminará siempre fuera de tu cuerpo”.

El hijo al que canta Gabriela Mistral en su Canción de madre, le reclama ese derecho:

“Los  ojitos que me diste / me los tengo de gastar / en seguirte por los valles / por el cielo y por el mar…”

Únicamente de este modo podremos cambiar el mundo y hacerlo más habitable. En la película Los mejores años de nuestra vida (Usa 1946), decía el director, señor Milton al Consejo de Administración: “Nuestro país debe ser la tierra de oportunidad ilimitada para todos”. ¿Lo decía pensando en la maternidad donante y generosa de la Madre Tierra? 

Y para cambiarnos a nosotros, el doctor japonés Hiromi Shinya, ha descubierto unas enzimas-madre multifuncionales que permiten al organismo corporal autocurarse. En su reciente obra La enzima prodigiosa expone la revolucionaria forma en que nuestra Madre Cuerpo Humano nos ayuda a mantenernos fisiológicamente también sanos.

LA MADREPERLA

Concebiste en tu seno nacarado
las doce puertas que eran doce perlas
según San Juan en el Apocalipsis. 

Y el Evangelio de Jesús compara
el Reino de los Cielos
a un mercader que busca perlas finas. 

Al descubrir una de gran valor
va, vende cuanto tiene y la compra.
¡Es un sueño de amor el que tuviste! 

Yo deseo también ser concebido
en tu iriscente seno nacarado,
y llegar a ser perla de tus sueños.

(NATURALIA.
El Sueño de las Criaturas. Ediciones Feadulta)

Vicente Martínez

Fuente Fe Adulta

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Llamados/as a vivir a la sombra del espíritu.

Domingo, 20 de diciembre de 2020
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annonciationLc 1, 26-38

Como otras muchas veces nos encontramos hoy con un texto evangélico muy conocido, un texto que hemos oído explicar muchas veces referido exclusivamente a María. Es verdad, el texto nos habla de  esta mujer, toda de Dios que bajo la acción del Espíritu Santo consiente, da su SI incondicional al Creador y, así, por su medio, el hijo de Dios se hace hombre, persona humana como nosotros. Esta reflexión nos ha ayudado, sin duda, a conocer y admirar a María. A considerarla realmente la madre de Jesús por obra del Espíritu Santo.

Pero este evangelio, no habla solo de María. No está escrito solo para que la conozcamos, o conozcamos su historia. Estamos ante una catequesis que busca ayudarnos a crecer en la fe. La palabra catequesis significa “resonar, hacer eco”, es decir, una catequesis es la resonancia de una palabra ya dicha. En este caso la resonancia de la Palabra de Dios en nosotros.

Por eso, ante este evangelio, hoy, en este final del adviento de 2020, en las circunstancias que estamos viviendo es bueno que nos preguntemos:

¿Qué resuena en mí al escuchar esta Palabra de Dios? ¿Qué eco queda en mi corazón de lo escuchado en profundidad?

También podemos preguntarnos, ¿qué nos quiere decir Lucas en este texto? ¿Cuál era el mensaje o el propósito de escribir este texto, esta catequesis, que forma parte de los que llamamos evangelios de la infancia de Jesús y que solo él nos narra?

En primer lugar, desvelar o explicar de algún modo los orígenes de Jesús. Este Jesús que ha vivido entre nosotros, al que hemos visto morir a manos de los romanos y del que tenemos la “experiencia” de que está vivo y camina a nuestro lado, aunque de otra forma, ¿Quién es realmente? ¿De dónde viene? ¿Cuál es su origen? Y Lucas contesta inequívocamente: viene de Dios, es obra de su Espíritu; pero a la vez su gestación y nacimiento se realizan a través de una mujer, como el de cada uno de vosotros.

Por eso Jesús es hijo de Dios e hijo de María, una mujer sencilla del pueblo, totalmente disponible ante Dios. María, la esposa de José, por quien Jesús entra a formar parte del pueblo judío, en la tribu de David, y de la humanidad entera (Lc. 3, 23)

Pero también hay un segundo objetivo. Si, como dice Dolores Aleixandre, de todo texto evangélico puedo decir: “esta historia es mi historia”, ¿qué dice de mí y que me dice a mí este evangelio? Si miramos en profundidad dejando un poquito de lado lo que tantas veces hemos oído, podemos descubrir que este texto habla de nosotros. Nos dice a qué estamos llamados todos los seguidores y seguidoras de Jesús, nos habla de nuestra común vocación, poniéndonos como referente a María.

Como a ella, también a cada uno de nosotros nos llega la palabra de Dios, que “entrando donde estamos” allí, en nuestra vida habitual, en nuestras familias y tareas… irrumpe con un saludo que nos paraliza y nos choca. No entraba en nuestros planes, posiblemente. Y como ella nos preguntamos, ¿Qué saludo es este? ¿De qué nos hablas, Señor? Nuestra vida, como la de ella, ya está organizada y planificada aunque ahora el COVID lo líe todo… Ya somos cristianos, medianamente buenos, vamos a misa, rezamos, ayudamos a los pobres… ¿Qué quieres de nosotros ahora?

Nuestra vida, como la de María, está llamada a ser lugar de encuentro con Dios. ¿Nos permite nuestra forma de vivir “enterarnos” de la presencia de Dios, allí donde estamos?

También nosotros nos llenamos de temor, nos da  miedo… Porque intuimos que la llamada de Dios, todas sus llamadas, nos sacan de lo habitual, de lo de todos, de lo que pensábamos… pero con infinito amor y comprensión, en vez de regañar nuestra falta de fe (motivos tendría) nos dice: NO TENGAS MIEDO. No temas María, no temas José, no temas Carmen, Antonio…  “Has encontrado gracias ante mí” Te miro con amor, te he elegido… para que tu vida sea fecunda, y sea una vida que viene de Dios, para que hagas presente a mi hijo en la tierra.

Y nos toca contestar. Arriesgar desde la fe, dejar que sea la fuerza del Espíritu la que nos cubra con su sombra y que lo que nazca de nosotros sea “hijo de Dios, vida de Dios” o… callarnos, o decir que no, o darnos la vuelta y seguir con lo de siempre, con los  cumplimientos que controlamos y nos hacen sentirnos seguros. Quizá hasta justificándonos, “Yo no conozco varón, yo no tengo fuerza, yo no…”

Ojalá que poco a poco, como María, cada uno de nosotros y nosotras, como todas las personas “llamadas” de la Biblia, vayamos descubriendo que el protagonismo y la fuerza vienen de Dios, de su Espíritu, que “nos cubrirá con su sombra”, expresión repetida en el AT tiene un sentido muy profundo. Desde esta experiencia también descubriremos que la inmensidad de la encomienda no es proporcional a nuestras posibilidades de personas creyentes pero débiles. Y entonces, lúcida y confiadamente, respondamos SI a este deseo, voluntad, sueño de Dios. “Si tú lo vas a hacer, por mí no hay problema”. En luz y en oscuridad… pero en confianza y cariño.

En la medida en la que experimentemos que el Espíritu nos habita y nos cubre con su sombra, tomaremos conciencia, con más fuerza, de la necesidad de hacer un mundo más al estilo de Dios, de reconstruir esta sociedad desde otras claves: trabajando para que haya vacuna para todos los pueblos y todas las personas, tejiendo nuevas redes de solidaridad y fraternidad, relativizando estructuras eclesiales, etc.

En definitiva, la experiencia de que Dios le “anuncia” no solo es de María, nos anuncia a cada uno y cada una de nosotras que hemos encontrado gracia ante Él, que gratuitamente nos quiere y quiere hacerse presente, nacer en el mundo por medio nuestro…

Ojalá, aun en medio de pequeños o grandes temores, encontremos la confianza y el amor suficiente, aunque sea para balbucir tan solo: Si, hágase en mí…  El resto es cosa del Espíritu.

Mª Guadalupe Labrador Encinas, fmmdp

Fuente Fe Adulta

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Unas actitudes permanentes

Domingo, 20 de diciembre de 2020
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DFC9BF8C-7237-48A0-956E-F3FADEF06935Domingo IV de Adviento

20 diciembre 2020

Lc 1, 26-38

El relato de la anunciación –como todos los relativos a la infancia de Jesús– presenta un marcado carácter simbólico-teológico. Más que una crónica de lo sucedido, parece ser una construcción del evangelista con la que, a través de imágenes míticas, busca transmitir el contenido nuclear de la fe de aquellas primeras comunidades en Jesús como “Hijo de Dios”.

 Posteriormente, la piedad popular y el arte cristiano harían de esta “escena”, entendida a la letra, un icono del cristianismo y de la devoción a María.

 En cualquier caso, transcendiendo la literalidad del relato, emergen en él unas actitudes luminosas que, coloreando toda la escena, le otorgan una verdad profunda y una actualidad permanente.

  Todo el texto es una invitación a la alegría, a la confianza(“no temas”), al reconocimiento de la “presencia divina”en todo y a la rendición, como actitud sabia ante la vida.

 Tal invitación se apoya en la certeza de que, en lo profundo, todo está bien. Todo se halla transido de la “presencia divina”, es decir, del Fondo último de lo real, como fuente de gozo y de confianza. Tanto los miedos como la tristeza aparecen cuando nos reducimos al impermanente mundo de las formas. Sin embargo, cuando somos capaces de ver más allá, cuando entramos en conexión vivencial con lo profundo, encontramos un océano de quietud y de alegría.

 Ante esa comprensión, la actitud adecuada solo puede ser una: la aceptación profunda que se plasma en rendición: “He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra”.

 La rendición no es justificación de lo que ocurre, ni aprobación de lo que sucede, ni claudicación ciega ni resignación fatalista… Es la actitud sabia que consiste en alinearse con la vida y que, por ello, permite que la vida se exprese en libertad. Resulta significativo el hecho de que la acción adecuada, constructiva y eficaz no nace del “no” a lo que es –de una resistencia que se apoya en una consciencia de separatividad–, sino de la aceptación profunda.

  La “esclava del Señor” –quien se rinde a la vida– no es una persona pusilánime, indolente o fatalmente resignada. Porque la aceptación –cuando es tal– va siempre acompañada de un dinamismo interno que se traduce en acción adecuada y eficaz.

  Una persona teísta cristiana, el jesuita José María Rubio, expresaba esa actitud con estas palabras: El secreto de la sabiduría consiste en “hacer lo que Dios quiere y querer lo que Dios hace”. Y otra persona, atea y crítica con la religión, el filósofo Friedrich Nietzsche lo hacía de este modo: “Quiero ser, un día, alguien que solo dice sí”. Uno y otro, más allá de las referencias mentales de cada cual, estaban diciendo lo mismo.

¿Qué hay en mí de alegría, confianza, presencia divina y rendición a la vida?


Enrique Martínez Lozano

Fuente Boletín Semanal

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Humanamente hablando el nacimiento de Juan Bta y Jesús eran imposibles.

Domingo, 20 de diciembre de 2020
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fray-angelico-la-anunciacion-museo-nacional-del-pradoDel blog de Tomás Muro La Verdad es libre:

  1. Dos personas y dos universos: Juan Bautista y Jesús: la realidad y la historia son de salvación

Humanamente hablando el nacimiento de Juan Bautista y de Jesús son prácticamente imposibles: por ancianidad (Zacarías e Isabel) y porque no se dan las condiciones humanas para ello (José y María).

         Para Dios no hay nada imposible.

         Los niños que están llegando, Juan Bautista y Jesús, configuran y determinan total y felizmente la vida de Zacarías, Isabel, José y María. (También los hijos que nacen determinan la vida de sus padres y de sus familias).

La vida es siempre esperanza. Aunque no lo parezca y aunque siempre estemos peor que nunca, las cosas pueden cambiar, la vida puede nacer y renacer siempre.

         ¡Cuántas cosas hay imposibles en la vida!

         Que uno cambie, que llegue la paz, que cese la pandemia, que termine el paro y el hambre, que renazca la esperanza y la vida son un auténtico milagro, humanamente “casi” imposible. Las cosas de Dios, -y las cosas de Dios son las que nos hacen bien a los hombres-, no acontecen en los cálculos humanos. Si por nosotros fuese no habría nacido ni Juan Bautista, ni Jesús, ni el perdón, ni la caridad, ni el cielo, etc. Para Dios no hay nada imposible.

O2.   El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra.

         (Breves apuntes)

  • o Es difícil conocer cómo Dios pueda entrar en nuestra historia, cómo pueda hablarnos. No es sencillo. El evangelio de Juan dice escuetamente que la Palabra, lo que Dios nos quería decir, se hizo carne (Sarx: debilidad) (Jn 1,14). Mateo y Lucas narran los relatos de la infancia de Jesús: Belén, los pastores, los Magos, la huida a Egipto, etc.
  • o Pero de alguna forma hay que decir lo que es indecible. ¿Cómo Dios nos habla, convive con nosotros?
  • o Los hijos son expresión de los padres. En diversos aspectos, los hijos son, más o menos, un reflejo de los padres: en lo físico, en los psíquico, modos de ser, adn, etc.

En este sentido, Jesús no es expresión de José, sino del Padre. Esto lo dice el mismo Jesús cuando, discutiendo con los doctores de la ley en el templo, les dice a José y María: ¿No sabíais que tengo que ocuparme de las cosas de mi Padre? (Lc 2,49).

Jesús no es expresión de José, sino de Dios Padre. Jesús no va a seguir las tradiciones religiosas, las leyes, el modo judío (José), sino que la vida de Jesús es una referencia continua al Padre, a Dios Padre.

Por eso los Evangelios (Lucas) dice que Jesús nace por la fuerza del Espíritu, del Altísimo. El Espíritu de Dios es quien continuamente impulsa a Jesús durante toda su vida y acciones.

  1. Apertura al misterio.

         Nosotros estamos troquelados por el pensamiento científico, y pensamos que lo que no es ciencia, no es verdad o no existe o es un “cuento chino”.

         Pero para “comprender” la mayor parte de las cuestiones humanas y de las cuestiones religiosas: en nuestro caso: cristianas, hemos de abrirnos al misterio: ¿cómo nació Jesús? ¿Qué significan o cómo fueron gran parte de los milagros de Jesús, la resurrección de Lázaro o de la hija de Jairo? ¿Qué o cómo fue la resurrección de Jesús etc…

         O en otro orden de cosas, pero que son las mismas: ¿Cómo demostrar que la vida tiene sentido? ¿Cómo será nuestra resurrección? ¿Cómo vivir en paz, en libertad, etc.?

         Todo eso escapa a la ciencia. Recurrir a la biología, a la medicina para explicar estas cosas es tarea inútil.

         Todo ese mundo más allá de nuestra historia y de la ciencia lo intuimos en una apertura al misterio.

         Decía K. Rahner (1904-1984) una afirmación que se ha hecho muy popular: El cristiano del siglo XXI será místico o no ser.

         María, José. Jesús se “entienden” desde la mística, no desde la biología, ni desde la ciencia, aunque las ciencias: la historia, la arqueología, las lenguas sirven de mucho a la hora de acercarnos al Jesús de la historia, a una comprensión del NT, de los evangelios, etc.

María acepta la misión que Dios le confía: hágase en mí según tu palabra. Será la madre del hijo de Dios.

         La desconocida muchacha de Nazaret, que “nadie conocía” (Orígenes), será “proclamada por todas las generaciones”, (Lc 1,48).

         La mujer, que, según la tradición judía, no podía osar acercarse al santuario, “contendrá” al Dios que el santuario pretendía guardar-encerrar en sus muros.

         La mujer, que ni tan siquiera podía tocar la Biblia, acogerá dentro de sí la Palabra hecha carne.

         La mujer, que no podía dirigirse al sacerdote y mucho menos tocarlo, será la madre del “Santo de los santos”.

  1. No temas, alégrate llena de gracia.

         En el texto evangélico de hoy se da como una “escalada” gozosa:

         María recibe una noticia (ángel) de Dios, una noticia llena de felicidad (alégrate), una alegría que despeja miedos y angustia: María se turbó, perono temas. En ti está Jesús (Dios salva). El espíritu de Dios te protege, nos protege.

Que el Espíritu del Señor venga también sobre nosotros.

 

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Para Dios nada hay imposible.

Sábado, 8 de diciembre de 2018
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anunciacion_ustungLc 1, 26-38

El relato de la Anunciación es un texto ante el que podemos sentirnos tanto un poco incomodos/as ante los elementos sobrenaturales que parecen describirse en la historia como tentados/as a sublimar la actitud obediente de María ante el milagro que acaece en ella. Ambas percepciones impiden, sin embargo, entender del todo el horizonte de fe y esperanza con que Lucas lo propone en su evangelio.

El relato se inscribe dentro de un género literario (anunciación) muy conocido en la antigüedad con el que se quiere dar a conocer el nacimiento y misión de una figura relevante y el lugar que en esos hechos tiene la divinidad. Con él, el evangelista sitúa, en paralelo con la historia de Juan el bautista, el cumplimiento de la promesa mesiánica en Jesús y a la vez recrea el comienzo de su biografía.

Esta centralidad de Jesús en el relato no hace, sin embargo, a la figura de María un personaje secundario. Las palabras que le dirige el mensajero divino al inicio del encuentro no son meros piropos, sino que expresa mucho más. Ella es agraciada, regalada por la elección divina con la misión que se le va a anunciar y ante la que se le asegura de ante mano la presencia de Dios junto a ella.

El desconcierto de María no nace por la visita sorpresiva de un enviado divino, sino que lo que le turba es el hecho de que Dios pueda querer contar con ella para algo especial. Al escuchar al ángel se siente desafiada, situada ante algo desconocido y que le asusta. El mensajero divino a continuación, y antes de explicarle el motivo de su visita, le conforta diciendo: “No temas, María, pues Dios te ha concedido su favor”. Las palabras del ángel tienen fuertes resonancias veterotestamentarias y aparecen en contextos de misión y vocación. Ella, es así incluida en la larga lista de figuras que en momentos significativos de la historia de Israel, Dios convoca para ser mediadores de su acción salvadora.

María escucha, como un día escuchó Sara la promesa de su maternidad (Gn 18, 10). Una maternidad cargada de incertidumbre, pero ante la que María responde con profunda confianza porque comprende, como también lo hizo la matriarca que nada hay imposible para Dios (Lc, 1, 37; Gn 18,14). La promesa y la misión se convierten en la vida de la joven Nazarena en un camino de fidelidad en el que, a pesar de las dificultades, se sentirá acompañada y sostenida como lo sintió Israel tantas veces a lo largo de su historia: ¡Sed fuertes y valientes, no temáis, no os acobardéis ante ellos!, que el Señor, tu Dios, avanza a tu lado, no te dejará ni te abandonará”. (Dt 31, 6). En palabras de Lucas: “El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del altísimo te cubrirá con su sombra” (Lc 1, 35)

María, de este modo, se hace agente activo del amor gratuito de Dios y engendra en su seno la palabra salvadora: Jesús. Acompañará su crecimiento, aceptará sus decisiones y acogerá su destino, Su maternidad, no será una misión fácil. Estará cargada de silencios y ausencias, pero también de risas y cantos. Ella es así testigo de que nada es imposible para Dios, no solo en su vida, sino en la de cada ser humano.

Carme Soto Varela

Fuente Fe Adulta

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Dios te salve

Domingo, 24 de diciembre de 2017
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ange-Gabriel

La felicidad se basa en la verdad (…). Es imposible fabricar la verdad o someterla a los propios caprichos; se nos da y hay que inclinarse ante ella. El hombre no puede conquistarla; frente a la verdad es sólo un mendigo que debe servirla.

Aunque María ha acogido el anuncio y ha pronunciado su sí, no ha hecho más que entrar en una verdad que se le comunicaba. No fue ella quien la descubre, ni se ha adueñado de la verdad. María entra en algo que le acontece. Con temor y confianza. No habla, escucha. Es toda oídos. Aunque tenga labios y lengua. Dios y el niño que va a llegar determinan totalmente su existencia. La vida es para ella espera y esperanza y ninguna actitud es tan respetuosa del tiempo como esta actitud cíe adviento, todo espera. En toda la narración de la anunciación se presta muy poca atención al corazón de María, a su yo, a su psicología. Aprendemos mucho más de lo que acontece en Dios que en María. Este amor a la verdad hunde sus raíces en una profunda humildad de creatura («Aquí está la esclava del Señor»). María tiene fe. Por eso da crédito ilimitado a lo que viene de Dios: «Hágase en mí según tu palabra».

El único camino hacia la felicidad consiste en ser hombre, mujer de adviento: uno que escucha más que habla, sobre todo uno que es consciente de que «nada es imposible para Dios». Si Dios nos da poco, significa que hemos esperado poco: y, de hecho, es imposible alimentar a alguien que no tenga hambre

*

Godfried Danneels,
Le síagioni della vita,
Brescia 1998, 208-209.211).

***

En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María. El ángel, entrando en su presencia, dijo:

– “Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.

Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél. El ángel le dijo:

“No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le podrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.

Y María dijo al ángel:

– “¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?”

El ángel le contestó:

“El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible.

María contestó:

“Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.

Y la dejó el ángel.

*

Lucas 1,26-38

***

*

***

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“Un anuncio sorprendente”. 4 Domingo de Adviento – B (Lucas 1,26-38)

Domingo, 24 de diciembre de 2017
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12251

El Concilio Vaticano II presenta a María, Madre de Jesucristo, como «prototipo y modelo para la Iglesia», y la describe como mujer humilde que escucha a Dios con confianza y alegría. Desde esa misma actitud hemos de escuchar a Dios en la Iglesia actual.

«Alégrate». Es lo primero que María escucha de Dios y lo primero que hemos de escuchar también hoy. Entre nosotros falta alegría. Con frecuencia nos dejamos contagiar por la tristeza de una Iglesia envejecida y gastada. ¿Ya no es Jesús Buena Noticia? ¿No sentimos la alegría de ser sus seguidores? Cuando falta la alegría, la fe pierde frescura, la cordialidad desaparece, la amistad entre los creyentes se enfría. Todo se hace más difícil. Es urgente despertar la alegría en nuestras comunidades y recuperar la paz que Jesús nos ha dejado en herencia.

«El Señor está contigo». No es fácil la alegría en la Iglesia de nuestros días. Solo puede nacer de la confianza en Dios. No estamos huérfanos. Vivimos invocando cada día a un Dios Padre que nos acompaña, nos defiende y busca siempre el bien de todo ser humano. Dios está también con nosotros.

Esta Iglesia, a veces tan desconcertada y perdida, que no acierta a volver al Evangelio, no está sola. Jesús, el Buen Pastor, nos está buscando. Su Espíritu nos está atrayendo. Contamos con su aliento y comprensión. Jesús no nos ha abandonado. Con él todo es posible.

«No temas». Son muchos los miedos que nos paralizan a los seguidores de Jesús. Miedo al mundo moderno y a una sociedad descreída. Miedo a un futuro incierto. Miedo a la conversión al Evangelio. El miedo nos está haciendo mucho daño. Nos impide caminar hacia el futuro con esperanza. Nos encierra en la conservación estéril del pasado. Crecen nuestros fantasmas. Desaparece el realismo sano y la sensatez evangélica.

Es urgente construir una Iglesia de la confianza. La fortaleza de Dios no se revela en una Iglesia poderosa, sino humilde. También en nuestras comunidades hemos de escuchar las palabras que escucha María: «No temas».

«Darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús». También a nosotros, como a María, se nos confía una misión: contribuir a poner luz en medio de la noche. No estamos llamados a juzgar al mundo, sino a sembrar esperanza. Nuestra tarea no es apagar la mecha que se extingue, sino encender la fe que, en no pocos, está queriendo brotar: hemos de ayudar a los hombres y mujeres de hoy a descubrir a Jesús.

Desde nuestras comunidades, cada vez más pequeñas y humildes, podemos ser levadura de un mundo más sano y fraterno. Estamos en buenas manos. Dios no está en crisis. Somos nosotros los que no nos atrevemos a seguir a Jesús con alegría y confianza. María ha de ser nuestro modelo.

José Antonio Pagola

Audición del comentario

Marina Ibarlucea

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“Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo”. Domingo 23 de diciembre de 2017. Domingo 4º de Adviento.

Domingo, 24 de diciembre de 2017
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04advientoB4cerezoLeído en Koinonia:

2Samuel 7,1-5.8b-12.14a.16: El reino de David durará por siempre en la presencia del Señor.
Salmo responsorial: 88: Cantaré eternamente tus misericordias, Señor.
Romanos 16,25-27: El misterio, mantenido en secreto durante siglos, ahora se ha manifestado.
Lucas 1,26-38: Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo

La lectura del segundo libro de Samuel nos cuenta que, deseando David edificarle una casa Yahvé en Jerusalén, Yahvé dirigió la palabra al profeta Natán, para comunicarle que no sería David quien le edificaría una casa a Yahvé, sino que Yahvé le edificaría una casa a David. En aquellos tiempos «casa» se entendía de varias maneras, como Templo, como morada, o como descendencia. Esta profecía quiere decir es que Dios le dará una descendencia a David, es decir, la permanencia del linaje de David sobre el trono de Israel. Esta es la promesa que hace Yahvé a David y que la tradición posterior interpretará en relación con el Mesías como hijo-descendiente de David. La primitiva Iglesia entendió estas palabras en relación con Jesús como el verdadero Mesías. Mateo y Lucas se esfuerzan en presentar en sus genealogías a Jesús como descendiente de David, y varias veces se le llama Hijo de David. Es claro, Jesús es el Mesías esperado, en él se cumplen las promesas de Dios.

En los versículos que hemos leído del largísimo salmo 88 están dispuestos en la liturgia para mostrarnos la relación de Jesús con Dios. El salmo es un himno al Creador seguido de un oráculo mesiánico. En este oráculo el salmista pone en boca de Dios estas palabras: yo lo nombraré mi primogénito, altísimo entre los reyes de la tierra. Se refiere al Mesías, al salvador esperado, pero que nosotros como cristianos lo leemos claramente referido a Jesús. Él es el Hijo, la primicia por la que todos seremos salvados, el primogénito entre todos los hombres. Por su predicación, por su sencillez y servicio a los más pequeños, por su sí incondicional a Dios hasta la muerte, Dios lo resucitó haciéndolo altísimo entre los reyes de la tierra.

La segunda lectura tomada de la carta de Pablo a los Romanos nos presenta una oración de alabanza a Dios (doxología) con la que concluye toda la carta. La oración está dirigida a Jesucristo, en él cual se revela el misterio que Dios había mantenido oculto por siglos, pero que ahora, gracias a la Escritura y la predicación del mismo Jesucristo fue dado a conocer a todos, pero especialmente a los gentiles para la obediencia de la fe. Finaliza con una bendición tomada de las costumbres judías. Reconocemos que el misterio oculto por los siglos, es Jesús mismo que ahora nos revela el rostro del Padre y que se convierte en salvación para de todos los hombres.

En el evangelio leemos el anuncio del ángel a María del nacimiento de Jesús, que la convierte en la primera discípula y evangelizada: escucha la palabra de Dios, es capaz de reconocer que la acción de Dios pasa por los más pequeños y humildes. María era una mujer joven y pobre de un pueblo muy pequeño del norte del país. Ella recibe el anuncio del ángel, que la sorprende pero que sabe reconocer la acción de Dios en el anuncio. Le dice sí a Dios. A diferencia de Zacarías el signo que pide María no parte de la incredulidad, sino de la necesidad de poner por obra las palabras del ángel.

El evangelista Lucas pone de manera consecutiva el anuncio a Zacarías y el anuncio a María para resaltar que la acción de Dios se manifiesta fuera del Templo, fuera del lugar sagrado, en medio de los pobres y abandonados, como lo es María triplemente excluida por ser mujer, por ser pobre y por ser joven. Y es en ese lugar de marginación y pobreza donde el proyecto de Dios para la humanidad va a fructificar, por medio del sí consciente de María y de todos los que se identifican con ella.

El niño que nacerá de María será el Salvador, el Mesías, un «Hijo de Dios». Dios se hace ser humano en la persona de Jesús para que siendo como él, los seres humanos seamos semejantes a Dios. Pero no lo hace en contra de la voluntad de los hombres. María, con su «sí» al proyecto de Dios, introduce a Jesús en la historia, haciéndose hombre pobre y creyente.

Adviento es tiempo de preparación, de espera de la fiesta de la Natividad, de la manifestación del Mesías. Participar de esta fiesta es asumir la misma dinámica de María que le dice sí a Dios, y la misma actitud de Dios que se hace pobre para nuestra salvación en la persona de Jesús de Nazaret. Leer más…

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Tres mensajeros, tres promesas y un misterio. Domingo 4º de Adviento. Ciclo B

Domingo, 24 de diciembre de 2017
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fra-angelico-the-annunciationDel blog El Evangelio del Domingo, de José Luis Sicre sj:

Primer mensajero (Natán) y primera promesa (a David)

                Al final de numerosas aventuras, David se ha convertido en rey del Norte y del Sur, de Israel y Judá.

Ha conquistado una ciudad, Jebús (Jerusalén) que le servirá de capital. Se ha construido un palacio. Y ahí es donde comienzan los problemas.

Mientras se aloja cómodamente en sus salas, le avergüenza ver que el arca de Dios, símbolo de la presencia del Señor, está al aire libre, protegida por una simple tienda de campaña. Decide entonces construirle una casa, un templo.

El profeta Natán está de acuerdo. Dios, no. Será Él quien le construya a David una casa, una dinastía. A su heredero lo tratará como un padre a su hijo. “Tu casa y tu reino durarán por siempre en mi presencia; tu trono permanecerá por siempre”.

Lectura del segundo libro de Samuel 7,1-5. 8b-12. 14a.16

Cuando el rey David se estableció en su palacio, y el Señor le dio la paz con todos los enemigos que le rodeaban, el rey dijo al profeta Natán:

̶  Mira, yo estoy viviendo en casa de cedro, mientras el arca del Señor vive en una tienda.

Natán respondió al rey:

̶  Ve y haz cuanto piensas, pues el Señor está contigo.

Pero aquella noche recibió Natán la siguiente palabra del Señor:

̶  Ve y dile a mi siervo David: “Así dice el Señor: ¿Eres tú quien me va a construir una casa para que habite en ella? Yo te saqué de los apriscos, de andar tras las ovejas, para que fueras jefe de mi pueblo Israel. Yo estaré contigo en todas tus empresas, acabaré con tus enemigos, te haré famoso como a los más famosos de la tierra. Daré un puesto a Israel, mi pueblo: lo plantaré para que viva en él sin sobresaltos, y en adelante no permitiré que los malvados lo aflijan como antes, cuando nombré jueces para gobernar a mi pueblo Israel. Te pondré en paz con todos tus enemigos, te haré grande y te daré una dinastía. Y, cuando tus días se hayan cumplido y te acuestes con tus padres, afirmaré después de ti la descendencia que saldrá de tus entrañas, y consolidaré el trono de su realeza. Yo seré para él padre, y él será para mí hijo. Tu casa y tu reino durarán por siempre en mi presencia; tu trono permanecerá por siempre.”

Segundo mensajero (Gabriel) y segunda promesa (a Israel)

El anuncio de Gabriel a María es como un cuadro que solo comprendemos bien cuando lo comparamos con otro situado a su izquierda: el anuncio de Gabriel a Zacarías. Entonces, contemplando las diferencias, captamos mejor su mensaje.

[El cuadro de la anunciación a María, tan distinto del de Fray Angelico, es de Henry Ossawa Tanner, 1898.]

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1) El anuncio a Zacarías tiene lugar en el espacio sagrado del templo, el de María, en un pueblecillo desconocido de Galilea, de doscientos habitantes.

2) Gabriel se aparece a un anciano venerable, casado con una mujer muy piadosa, los dos israelitas modélicos; luego Dios lo envía a una pareja joven, todavía sin casar, de los que no se menciona ninguna virtud.

3) En el primer caso, el protagonista es un varón, Zacarías; en el segundo, una muchacha, María.

4) En ambos casos se anuncia el nacimiento de un niño, pero con enormes diferencias entre ellos: Juan será un profeta, al estilo de Elías, y su misión consistirá en preparar al pueblo; Jesús será un rey que gobernará en la Casa de David eternamente. A menudo se pasa por alto el fuerte contenido político de las palabras relativas a Jesús: «Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.» Si tenemos en cuenta que «Hijo del Altísimo» no significa «Segunda persona de la Santísima Trinidad», sino que es un título del rey de Israel, las palabras de Gabriel repiten insistentemente la idea de la realeza de Jesús. Pero su reino no es universal, se limita a «la casa de Jacob».

5) En ambos casos, el nacimiento parece imposible: Zacarías e Isabel son ancianos; María no ha tenido relaciones con José. [La traducción habitual: “no conozco varón” se presta a malentendido, ya que María conoce a José, es su novio; lo que quiere decir es “no he tenido relaciones sexuales con ningún hombre”.]

6) Ante esa dificultad, Zacarías pide una garantía de que eso pueda ocurrir [algo que solo se percibe claramente en el texto griego: kata. ti, gnw,somai tou/toÈ]; María se limita a formular una pregunta: “¿Cómo puedo quedarme embarazada si no he tenido relaciones con un hombre?” [pw/j e;stai tou/to( evpei. a;ndra ouv ginw,skwÈ].

7) En consecuencia, mientras Zacarías queda mudo hasta el día del nacimiento de Juan, María es la que pronuncia la última palabra: “Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.

Lectura del santo evangelio según san Lucas 1,26-38

En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María. El ángel, entrando en su presencia, dijo:

̶  Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo; bendita tú eres entre las mujeres.

Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél. El ángel le dijo:

̶  No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.

Y María dijo al ángel:

̶  ¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?

El ángel le contestó:

̶  El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible.

María contestó:

̶  Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.

Y la dejó el ángel.

Tercer mensajero (Pablo) y tercera promesa (al mundo entero)

                Pablo no ha visitado todavía Roma cuando escribe su carta a los romanos. Pero tiene una larga experiencia de apostolado y de reflexión. Sobre todo, ha tenido una experiencia fundamental en el momento de su vocación: el Mesías Jesús no ha sido destinado por Dios sólo al pueblo de Israel, sino a todas las naciones.

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 16,25-27

Hermanos: Al que puede fortaleceros según el Evangelio que yo proclamo, predicando a Cristo Jesús, revelación del misterio mantenido en secreto durante siglos eternos y manifestado ahora en los escritos proféticos, dado a conocer por decreto del Dios eterno, para traer a todas las naciones a la obediencia de la fe al Dios, único sabio, por Jesucristo, la gloria por los siglos de los siglos. Amén.

El misterio

Desde David hasta Pablo se recorre un largo camino y la perspectiva se abre de modo asombroso: lo que comenzó siendo la promesa a un rey, más tarde un pueblo, termina siendo la promesa al mundo entero. Como dice la segunda lectura, esta es la “revelación del misterio mantenido en secreto durante siglos eternos”.

Tres reacciones a tres mensajeros

                ¿Cómo reaccionan los interesados antes los mensajes que reciben?

                La respuesta de David no la recoge la lectura, pero es una extensa oración de alabanza y acción de gracias por la promesa que Dios le hace (2 Samuel 7,18-29).

                María reacciona con aceptación y fe. No imagina los momentos tan duros que tendrá que aceptar por causa de Jesús (“una espada te atravesará el alma”) ni la cantidad de fe que necesitaría cuando vea a su hijo criticado y condenado por terrorista y blasfemo.

                La reacción de Pablo, la que desea inculcar a sus lectores romanos, es cantar la sabiduría y la gloria de Dios a través de Jesucristo.

Tres reacciones muy adecuadas para vivir estos días previos a la Navidad.

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La encarnación de Dios en Jesús es la clave.

Domingo, 24 de diciembre de 2017
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annunciation-mary-bible-video-1398414-galleryLc 1, 26-38

Los textos que vamos a leer estos días, están tomados del “evangelio de la infancia”. Debemos tomar conciencia del sentido no histórico de los textos. El anuncio del nacimiento de un hijo de dios, el nacimiento de madre virgen, el nacimiento en una gruta, los pastores adorando al niño, el intento de matar al niño, la huída después de un aviso, la muerte de los inocentes, el anuncio por medio de una estrella, la adoración de unos magos, etc.; todos son relatos míticos ancestrales y ninguno es original del cristianismo.

El decir “mítico” no quiere decir “mentira”. Este es el primer error a superar. El mito es un relato que intenta desvelar una verdad radical que atañe al hombre entero, y que no se puede explicar por medio de discursos racionales. Al decir que estos relatos son míticos, no estamos devaluando su contenido, sino todo lo contrario; nos estamos obligando a descubrir el significado profundo y vital que tienen. Lo nefasto es haber considerarlo los relatos míticos como crónicas de sucesos sin mayor alcance vital.

Todo esto lo ha descubierto la exégesis hace muchas décadas. No acabo de comprender por qué existe tanto miedo a que el pueblo conozca la verdad. ¿No nos dice el mismo evangelio que la verdad os hará libres? ¿O es que lo que nos asusta es esa libertad? Es verdad que la explicación del sentido profundo de estos textos no es sencilla, pero es precisamente esa dificultad la que debía espolearnos. He visto a la gente abrir ojos como platos cuando han comprendido la profundidad del mensaje.

En las lecturas de hoy se destaca el contraste entre la actitud de David, que después de hacerse un palacio, decide hacer un favor a Dios, construyéndole un templo para que habite; y la actitud de María que ve solo la gratuidad de Dios para con ella. La humildad de María hace posible el acercamiento a Dios. La soberbia de David le aleja de Él. La lección es clara: Nosotros no podemos hacer nada por Dios, es Él, quien lo hace todo por nosotros. Ni siquiera tenemos que comprar su voluntad a partir de sacrificios y oraciones.

Lo que Lc nos propone, es la teología de la encarnación entendida desde el AT. Casi todas las palabras del relato hacen referencia a situaciones bíblicas. El evangelista acaba de narrar la concepción de Juan, que tiene como modelo la de Isaac. Para la concepción de Jesús, Lc toma como modelo la creación de Adán. Como Adán, Jesús nace de Dios mismo sin intermediarios; y como él va a ser el comienzo de una nueva humanidad. No es uno más de los grandes personajes de la historia de Israel. Esta es la clave de todo el relato.

Ángel=mensajero, no tiene, en el AT, la misma connotación que tiene para nosotros. No debemos pensar en unos seres al servicio de Dios, sino en la presencia de Dios de una manera humana para que el hombre pueda soportarla. El pueblo de Nazaret no es nombrado en todo el AT; es algo completamente nuevo. Galilea era la provincia alejada del centro de la religiosidad oficial. La intervención divina en Jesús rompe con el pasado y va a constituir una auténtica novedad. Todo sucede lejos del templo y de la oficialidad.

La escena se desarrolla en una casa sencilla de un pueblecito desconocido. A una virgen= doncella, no ligada a la institución, sino completamente anónima. Ni tiene ascendencia ni cualidad alguna excepcional. De los padres de Juan acaba de hacer grandes elogios, de María, ninguno. Virgen no debemos entenderla según nuestro concepto actual. Se trata de una niña aun no casada. Alude a la absoluta fidelidad a Dios, por oposición a la imagen del pueblo rebelde, tantas veces representado por los profetas como la adúltera o prostituta. María representa al pueblo humilde, sin relieve social alguno, pero fiel.

Alégrate, agraciada, el Señor está de tu parte. Alusión también a los profetas: “Alégrate hija de Sión, canta de júbilo hija de Jerusalén”. Es un saludo de alegría en ambiente de salvación. Cercanía de Dios a los israelitas fieles. Dios se ha volcado sobre ella con su favor. La traducción oficial, “llena de gracia”, nos despista, porque el concepto que nosotros ponemos detrás de la palabra “gracia”, se inventó muchos siglos después. No se trata de la gracia, (un ser divino) sino de afirmar que le ha caído en gracia a Dios.

Al contrario que en Mt, José, descendiente de David, no tiene papel alguno en el plan de salvación anunciado en Lc María misma impondrá el nombre a Jesús = Salvado. No será hijo de David, sino del Altísimo. Ser Hijo, en el relato mítico, no significa generación biológica, sino heredar la manera de ser del padre, y tener por modelo al Padre. No será David ni cualquier otro ser humano, el modelo para Jesús, sino Dios. Jesús no puede tener padre humano, porque en ese caso tendría la obligación de obedecerle e imitarle.

El Espíritu Santo y la fuerza del Altísimo son lo mismo. Cubrir con su sombra hace referencia a la gloria de Dios que en el Génesis se representaba por una nube que cubría el campamento. Santo=Consagrado, Hijo de Dios, son designaciones mesiánicas. Consagrado hace referencia siempre a una misión. El rey ungido era desde ese instante, hijo de Dios. El Espíritu no actúa sobre el cuerpo, sino sobre el ser de Jesús, dándole calidad divina. “De la carne nace carne, del Espíritu nace Espíritu”, dice Jn. No es la carne de Jesús la que procede del Espíritu, sino su verdadero ser. Claro que Jesús fue ‘engendrado’ por obra del Espíritu, pero de un modo más profundo de lo que pensamos.

Aquí esta la esclava del Señor. Hemos insistido tanto en los privilegios de María que hemos convertido en impensable la encarnación de Dios en alguien, que no sea perfecto. Pablo nos habla del misterio escondido y revelado. El misterio mantenido en secreto por generaciones, es que Dios es encarnación. Dios salva desde dentro de cada persona, no desde fuera con actos espectaculares. La buena noticia es una salvación que alcanza a todos. Misterio que está ahí desde siempre, pero que muy pocos descubren. No es que Dios realice la salvación en un momento determinado, Dios no tiene momentos.

Cambia el concepto de Dios para el evangelista. El Dios que a través de todo el AT se manifiesta como el poderoso, el invencible, el dador de la muerte y la vida, pide ahora el consentimiento a una humilde muchacha para llevar a cabo la oferta más extraordinaria en favor de los hombres. Ese formidable cambio de la manera de concebir a Dios no es fácil de comprender. Una y otra vez, hemos vuelto al Júpiter tonante, que está a nuestro favor y en contra de nuestros enemigos, pero estará contra nosotros si le fallamos.

Dios se hace presente en la sencillez. Seguimos esperando portentos y milagros en los que se manifieste el dios que nos hemos fabricado. Ningún acontecimiento espectacular hace presente a Dios. Al contrario en cualquier acontecimiento por sencillo que sea, podemos descubrirlo. Somos nosotros los que ponemos a Dios allí donde lo vemos. Pascal dijo: “Toda religión que no predique un Dios escondido, es falsa”. Los budistas repiten: “Si te encuentras al Buda, mátalo”. Todo dios que percibimos viniendo de fuera, es un ídolo.

Meditación

La disponibilidad de María es la clave del mensaje.
Dejar hacer a Dios es descubrir lo que está haciendo.
Él lo está haciendo todo en cada instante.
Descubrir esta presencia activa,
Es la esencia de toda vida espiritual auténtica.
No tienes que hacer nada ni conseguir nada.
En ti está ya la plenitud, que quieres alcanzar.

Fray Marcos

Fuente Fe Adulta

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El Tecnicolor de Jesús.

Domingo, 24 de diciembre de 2017
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annonciationCrear y vivir están unidos (Mahler)

24 de diciembre, domingo IV de adviento

Lc 1, 26-38

Mira, concebirás y darás a luz un hijo, a quien llamarás Jesús

La consagración que María hace al Señor cuando dijo “Aquí está la esclava del Señor: que se cumpla en mí tu palabra”, dice Pedro Olalde en sus Comentarios Evangélicos, “va directamente de corazón a corazón. Es la libre corriente del amor mismo de persona a persona. El sentido de una consagración viene dado por el amor que ponemos en dicho acto”.

El cielo de la película de Jesús en tecnicolor, no perderá su arco-iris porque, como dicen Newberg y Aquili en ¿Porquoi “Dieu” ne disparaîtra pas?“La primera función del ritual religioso es transformar las historias espirituales en experiencias espirituales; transformar algo en lo que se cree en algo que se puede sentir”. Y ésta iba a ser la tarea del hijo de María.

San Agustín nos insta a emprender con empeño esta misma tarea de Jesús en su Sermón El Nacimiento del Señor: “Su madre le llevó en el seno; llevémosle nosotros en el corazón; la virgen quedó grávida por la encarnación de Cristo, estén grávidos nuestros corazones de la fe en Cristo; ella alumbró al salvador; alumbremos nosotros las alabanzas a Dios. No seamos estériles; dejemos que nuestras almas las fecunde Dios”. La historia, viene a decir el obispo de Hipona, estaba grávida de Cristo y él fue creciendo hasta nacer.

Un crecer constante como lo hace la planta desde el instante en que fue depositada como semilla en el vientre fecundo de la tierra, y a continuación se extiende para dar cobijo a las aves, y sombra y alimento a los necesitados. José Mª Castillo lo expresó en La religión de Jesús, de esta manera: “El Dios trascendente se nos da a conocer en el pobre y desamparado niño que nació de María. Así se hizo Dios presente, visible y tangente en la Historia”.

Pirueta mental del cristianismo, que pone en marcha el quehacer inexcusable y conjunto de Dios y de los hombres –de Dios en los hombres- hasta alcanzar la plenitud del hombre y de los tiempos. En el Club de Cristo (la ekklesia) juega Pablo con la esperanza de lograr el premio merecido: “Sólo me espera la corona de la justicia, que el Señor como justo juez me entregará aquel día. Y no sólo a mí sino a cuantos desean su manifestación”. (2 Tim 4, 8)

Una pirueta que aconseja realizar Daniel, protagonista del film sueco Tierra de ángeles (2004) dirigido por Kay Pollak, cuando le dice al Coro: “Todo comienza con escuchar. Imaginar que toda la música ya existe. Que está aquí vibrando, esperando a que la plasmemos. Y para plasmarla, primero tenemos que escuchar, tenemos que encontrarla dentro de nosotros. Cada persona tiene un tono que le es exclusivo, un tono totalmente individual. Todos tenemos una tonalidad que nos es exclusiva. Ahora intentaremos encontrarla. La música es ante todo saber escuchar”.

Esa misma pirueta que aconseja Daniel se hace realidad en Norma, una ópera renovadora en el arte del italiano Vincenzo Bellini, en la que se muestra liberado de la influencia de su compatriota Gioachino Rossini, y en la que, con admirable afán se esfuerza por llevar a la música los sentimientos humanos con una presencia viva que ninguno de sus predecesores había conseguido antes. ¿No era ésta, acaso, la misión con que venía al mundo el niño de Belén?

Llevar los sentimientos a la vida con una presencia viva es lo que hacen las personas comprometidas. Acabo de recibir la “Carta de Navidad” de Patxi Loidi, compañero de estudios en Salamanca. Hoy trabaja entregado a los necesitados, como hizo Jesús, en Antiguo Cuscatlán (El Salvador). Dice en ella: “Me gustaría que todos mis amigos y amigas se acercaran más a Él en estos días. Y con él, a la gente pobre, donde están sus preferidas y preferidos. Es un dolor ir a esas zonas pobres, donde los egoísmos humanos se notan igual que en otras partes. Pero es un dolor necesario para no deshumanizarse”.

Gioconda Belli (1948), es una poetisa y novelista nicaragüense cuya obra se caracteriza por rescatar y ahondar en el mundo femenino, reivindicando el papel de las mujeres en la sociedad y en la construcción de la cultura. En su poema A media voz, se ve unida al pueblo, caminando hacia un nuevo y luminoso porvenir: el que, en palabras de Mahler, “Crear y vivir están unidos”.

A MEDIA VOZ

Me felicito porque voy comprendiendo
la importancia que tiene mi existencia
y la de todos, por mi mano unida a otras manos,
mi canto unido a otros cantos…
Y por eso quiero caminar de frente
hacia una nueva mañana,
donde hombres y mujeres nuevos,
van naciendo erguidos,
luminosos, como volcanes. ¡Vamos!

(Gioconda Belli)

Vicente Martínez

Fuente Fe Adulta

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Dios quiere estar con nosotros.

Domingo, 24 de diciembre de 2017
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imagesDel blog de Tomás Muro La Verdad es libre:

01. DIOS QUIERE ESTAR CON NOSOTROS: ANUNCIACIÓN.

Lo de Dios es un diálogo de amor con los seres humanos. Dios quiere convivir con nosotros. Los paseos con Adán y Eva en el paraíso, la marcha con su pueblo por el desierto, la presencia de su Palabra entre nosotros: el Verbo se hizo uno de nosotros, (Jn 1,14) no son otra cosa que Dios está siempre con su gente, con su pueblo, con la humanidad.

Ahora bien, la cuestión de fondo y difícil es cómo Dios, la Palabra de Dios, se hace presente entre nosotros, en nuestra historia.

02. MANIFESTACIONES Y PRESENCIAS DE DIOS EN EL AT (Y EN OTRAS CULTURAS Y PUEBLOS).

Las presencias de Dios en el AT son descritas siempre de modo simbólico, poético. No es que ocurrieran como nos narran los textos, pero lo decisivo es que Dios está siempre con nosotros:

o Dios pasea con Adán y Eva en el paraíso terrenal.

o Aunque un poco lejano, Dios se muestra a Moisés en la zarza ardiendo (Ex 3).

o Isaías evoca el Éxodo y dice: Dios se han montado en una nube y llega a Egipto (Is 19,1).

o Dios no estaba ni en el viento, ni en el terremoto, ni en el fuego, sino en la suave brisa, (1Re 19,11-13).

o Una nube fue la que cubría la Transfiguración en el monte Tabor, así como también una nube les ocultó a JesuCristo en la Ascensión.

Pero, dice el mismo evangelio que a Dios nadie le ha visto nunca jamás, (Jn 1,18), ¿cómo podrá hacerse presente en nuestra historia?

03. ANUNCIACIÓN.

ppvirgenmaria-726630El Evangelio de hoy nos anuncia la cercana presencia de Dios en medio de nosotros, que eso significa Emmanuel: Dios con nosotros.

Pero el anuncio de Gabriel es un anuncio imposible.

Se anuncian dos vidas y las dos de modo absurdo: Juan Bautista hijo de unos ancianos (Zacarías e Isabel) y Jesús, hijo de una virgen.

Acerquémonos estos textos con un poco de delicadeza, otro poco de poesía y sobre todo, fe. Mejor que dejemos de lado curiosidades morbosas.

Quien lea estas cosas desde la biología, no entenderá nada y puede terminar siendo escéptico o fanático.

Humanamente la procreación de la vida humana es imposible en la ancianidad y en la virginidad.

La acogida de María en la Anunciación significa que, quien de ella nacerá, es puro don, regalo, gracia.

Jesús es la Palabra de Dios, no del hombre, no de la humanidad. María acepta a Dios en su vida, acepta la Palabra de Dios.

Los hijos son expresión de sus padres. Jesús es expresión del Padre, de Dios Padre. Jesús no dice, no expresa la línea de José, de la estirpe de David, del mundo judío, etc. Jesús es la expresión, la Palabra (el Logos) del Padre, por eso es hijo de Dios.

María es como figura de todo creyente y de la humanidad que acoge en sí la Palabra.

04. ¿CÓMO SERÁ ESTO, PUES NO CONOZCO A VARÓN?

Si -en el lenguaje bíblico- María hubiese conocido a varón, quien habría nacido de María, no sería Palabra de Dios, hijo de Dios.

María es madre de Dios, por ello el hombre (masculino) queda relegado y cobra protagonismo el Espíritu de Dios: el mismo Espíritu creador de vida en la noche del Génesis. El mismo espíritu libertador de la noche de Egipto. Creemos en el Espíritu señor y dador de vida.

05. ALÉGRATE, NO TEMAS QUE EL SEÑOR ESTÁ CONTIGO.

En las turbulencias de la vida, en las “noches oscuras”, cuando todo está perdido, cuando no vemos salida: no temamos, vivamos en serenidad. El Señor está siempre con nosotros.

o El Eterno se ha hecho tiempo-historia.

o El Lejano se ha acercado a nosotros: Emmanuel.

o El Inmenso se ha hecho pequeño. San Anselmo (1033-1109) decía que Dios es aquel que mayor, no puede ser pensado. En el caso de Jesús podríamos dar la vuelta al argumento y decir que Dios es aquel que menor, no puede ser pensado.

Puesto que el hombre no puede hacerse Dios, Dios ha decidido hacerse hombre.

No temas, alégrate. No temas en la vida, aunque no la entendamos, aunque suframos las injusticias, aunque nos golpee el poder político, eclesiástico, económico. Vive en paz, sereno. La Palabra, la verdad no están en el poder, sino en la sencillez y en la debilidad.

06. ANUNCIACIÓN EN NUESTRO MUNDO.

Esta Palabra y esta vida que nos anuncia el Evangelio de hoy, no parece estar presente ni en nosotros mismos, ni en las metas de nuestra cultura y sociedad, ni en los criterios y medios que empleamos. La vida no está en el estilo y ni en el espíritu de la guerra, ni del poder, ni de la corrupción, ni en la patria, ni en la potestad del Templo, ni en el superlujo y la supermiseria…

El Espíritu que cubra la tierra y la humanidad habrá de ser otro para que brote la vida. El mismo Espíritu que descendió sobre María, habrá de cubrir la faz de la tierra para que brote la vida.

07. APERTURA A LA PALABRA.
57e8d62df7c69c77fd6bef4e31bc9627Toda palabra para ser acogida ha de ser escuchada. Hay quien oye, pero no escucha. La mera audición se produce por un órgano físico auditivo. La escucha es una actitud personal.

María acogió en sí la Palabra de Dios como la tierra acoge la semilla de trigo. La cuestión de María no es un asunto meramente fisiológico, sino de fe. María cree y ama la vida y en ella brota la vida.

Quizás nuestro problema no sea tanto religioso cuanto de apertura a la palabra, a toda palabra que se pronuncia en la historia.

No cerremos caminos, búsquedas, horizontes ni en el ámbito cultural, teológico, bíblico-exegético, escolar, universitario y, mucho menos cerremos caminos y búsquedas en la Iglesia.

(A la jerarquía eclesiástica, muchas búsquedas le parecen perniciosas, absurdas y heterodoxas, ¿por eso en algunas iglesias y movimientos religiosos hay más fósiles que vida?).

Los caminos que buscó Dios para acercarse a nosotros fueron absurdos: la ancianidad de Isabel y la sencillez de María.

K Rahner termina su obra: “Oyente de la Palabra” con esta idea: el ser humano es aquel que ha de prestar oído, escuchar toda Palabra que se pronuncie en la historia, también una posible palabra de Dios.

Somos “oyentes de la Palabra” que hoy se nos anuncia también a nosotros.

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Dios te salve

Domingo, 21 de diciembre de 2014
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Del blog Pays de Zabulon:

ange-Gabriel

 Evangelio de Jesucristo según San Lucas

 Al sexto mes de Isabel,
fue enviado por Dios el ángel Gabriel
a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret,
a una virgen
desposada con un hombre llamado José,
de la casa de David;
el nombre de la virgen era María.

Y entrando, le dijo:
«Alégrate, llena de gracia,
el Señor está contigo.»

 

 

Ella se conturbó por estas palabras,
y discurría qué significaría aquel saludo.

El ángel le dijo:
«No temas, María,
porque has hallado gracia delante de Dios;
vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo,
a quien pondrás por nombre Jesús.

El será grande
y será llamado Hijo del Altísimo,
y el Señor Dios
le dará el trono de David, su padre;
reinará sobre la casa de Jacob por los siglos
y su reino no tendrá fin
María respondió al ángel:
«¿Cómo será esto,
puesto que no conozco varón?»

El ángel le respondió:
«El Espíritu Santo vendrá sobre ti
y el poder del Altísimo
te cubrirá con su sombra;
por eso el que ha de nacer será santo
y será llamado Hijo de Dios.

Mira, también Isabel, tu pariente,
ha concebido un hijo en su vejez,
y este es ya el sexto mes
de aquella que llamaban estéril,
porque ninguna cosa es imposible para Dios

Dijo María:
«He aquí la esclava del Señor;
hágase en mí según tu palabra.»

Y el ángel dejándola se fue.

***

 

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“Un anuncio sorprendente”. 4 Domingo de Adviento – B (Lucas 1,26-38)

Domingo, 21 de diciembre de 2014
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04advientoB4cerezoLucas narra el anuncio del nacimiento de Jesús en estrecho paralelismo con el del Bautista. El contraste entre ambas escenas es tan sorprendente que nos permite entrever con luces nuevas el Misterio del Dios encarnado en Jesús.

El anuncio del nacimiento del Bautista sucede en «Jerusalén», la grandiosa capital de Israel, centro político y religioso del pueblo judío. El nacimiento de Jesús se anuncia en un pueblo desconocido de las montañas de Galilea. Una aldea sin relieve alguno, llamada «Nazaret», de donde nadie espera que pueda salir nada bueno. Años más tarde, estos pueblos humildes acogerán el mensaje de Jesús anunciando la bondad de Dios. Jerusalén por el contrario lo rechazará. Casi siempre, son los pequeños e insignificantes los que mejor entienden y acogen al Dios encarnado en Jesús.

El anuncio del nacimiento del Bautista tiene lugar en el espacio sagrado del «templo». El de Jesús en una casa pobre de una «aldea». Jesús se hará presente allí donde las gentes viven, trabajan, gozan y sufren. Vive entre ellos aliviando el sufrimiento y ofreciendo el perdón del Padre. Dios se ha hecho carne, no para permanecer en los templos, sino para «poner su morada entre los hombres» y compartir nuestra vida.

El anuncio del nacimiento del Bautista lo escucha un «varón» venerable, el sacerdote Zacarías, durante una solemne celebración ritual. El de Jesús se le hace a María, una «joven» de unos doce años. No se indica dónde está ni qué está haciendo. ¿A quién puede interesar el trabajo de una mujer? Sin embargo, Jesús, el Hijo de Dios encarnado, mirará a las mujeres de manera diferente, defenderá su dignidad y las acogerá entre sus discípulos.

Por último, del Bautista se anuncia que nacerá de Zacarías e Isabel, una pareja estéril, bendecida por Dios. De Jesús se dice algo absolutamente nuevo. El Mesías nacerá de María, una joven virgen. El Espíritu de Dios estará en el origen de su aparición en el mundo. Por eso, «será llamado Hijo de Dios». El Salvador del mundo no nace como fruto del amor de unos esposos que se quieren mutuamente. Nace como fruto del Amor de Dios a toda la humanidad. Jesús no es un regalo que nos hacen María y José. Es un regalo que nos hace Dios.

José Antonio Pagola

Ver en la web

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“Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo”. Domingo 21 de diciembre de 2014. Domingo 4º de Adviento.

Domingo, 21 de diciembre de 2014
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Leído en Koinonia:

122512Samuel 7,1-5.8b-12.14a.16: El reino de David durará por siempre en la presencia del Señor.
Salmo responsorial: 88: Cantaré eternamente tus misericordias, Señor.
Romanos 16,25-27: El misterio, mantenido en secreto durante siglos, ahora se ha manifestado.
Lucas 1,26-38: Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo

 

La lectura del segundo libro de Samuel nos cuenta que, deseando David edificarle una casa Yahvé en Jerusalén, Yahvé dirigió la palabra al profeta Natán, para comunicarle que no sería David quien le edificaría una casa a Yahvé, sino que Yahvé le edificaría una casa a David. En aquellos tiempos «casa» se entendía de varias maneras, como Templo, como morada, o como descendencia. Esta profecía quiere decir es que Dios le dará una descendencia a David, es decir, la permanencia del linaje de David sobre el trono de Israel. Esta es la promesa que hace Yahvé a David y que la tradición posterior interpretará en relación con el Mesías como hijo-descendiente de David. La primitiva Iglesia entendió estas palabras en relación con Jesús como el verdadero Mesías. Mateo y Lucas se esfuerzan en presentar en sus genealogías a Jesús como descendiente de David, y varias veces se le llama Hijo de David. Es claro, Jesús es el Mesías esperado, en él se cumplen las promesas de Dios.

En los versículos que hemos leído del largísimo salmo 88 están dispuestos en la liturgia para mostrarnos la relación de Jesús con Dios. El salmo es un himno al Creador seguido de un oráculo mesiánico. En este oráculo el salmista pone en boca de Dios estas palabras: yo lo nombraré mi primogénito, altísimo entre los reyes de la tierra. Se refiere al Mesías, al salvador esperado, pero que nosotros como cristianos lo leemos claramente referido a Jesús. Él es el Hijo, la primicia por la que todos seremos salvados, el primogénito entre todos los hombres. Por su predicación, por su sencillez y servicio a los más pequeños, por su sí incondicional a Dios hasta la muerte, Dios lo resucitó haciéndolo altísimo entre los reyes de la tierra.

La segunda lectura tomada de la carta de Pablo a los Romanos nos presenta una oración de alabanza a Dios (doxología) con la que concluye toda la carta. La oración está dirigida a Jesucristo, en él cual se revela el misterio que Dios había mantenido oculto por siglos, pero que ahora, gracias a la Escritura y la predicación del mismo Jesucristo fue dado a conocer a todos, pero especialmente a los gentiles para la obediencia de la fe. Finaliza con una bendición tomada de las costumbres judías. Reconocemos que el misterio oculto por los siglos, es Jesús mismo que ahora nos revela el rostro del Padre y que se convierte en salvación para de todos los hombres.

En el evangelio leemos el anuncio del ángel a María del nacimiento de Jesús, que la convierte en la primera discípula y evangelizada: escucha la palabra de Dios, es capaz de reconocer que la acción de Dios pasa por los más pequeños y humildes. María era una mujer joven y pobre de un pueblo muy pequeño del norte del país. Ella recibe el anuncio del ángel, que la sorprende pero que sabe reconocer la acción de Dios en el anuncio. Le dice sí a Dios. A diferencia de Zacarías el signo que pide María no parte de la incredulidad, sino de la necesidad de poner por obra las palabras del ángel.

El evangelista Lucas pone de manera consecutiva el anuncio a Zacarías y el anuncio a María para resaltar que la acción de Dios se manifiesta fuera del Templo, fuera del lugar sagrado, en medio de los pobres y abandonados, como lo es María triplemente excluida por ser mujer, por ser pobre y por ser joven. Y es en ese lugar de marginación y pobreza donde el proyecto de Dios para la humanidad va a fructificar, por medio del sí consciente de María y de todos los que se identifican con ella.

El niño que nacerá de María será el Salvador, el Mesías, un «Hijo de Dios». Dios se hace ser humano en la persona de Jesús para que siendo como él, los seres humanos seamos semejantes a Dios. Pero no lo hace en contra de la voluntad de los hombres. María, con su «sí» al proyecto de Dios, introduce a Jesús en la historia, haciéndose hombre pobre y creyente.

Adviento es tiempo de preparación, de espera de la fiesta de la Natividad, de la manifestación del Mesías. Participar de esta fiesta es asumir la misma dinámica de María que le dice sí a Dios, y la misma actitud de Dios que se hace pobre para nuestra salvación en la persona de Jesús de Nazaret. Leer más…

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Dom. 21 XI 14. “Adviento. Sólo una mujer, una mujer con varón”

Domingo, 21 de diciembre de 2014
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165Anunciación de  Raúl Berzosa

Del blog de Xabier Pikaza:

Domingo 4º Adviento. Lc 1, 26-38. María ha dialogado con Dios (que se le muestra a través de Gabriel) y, en el interior de ese diálogo, se atreve a preguntarle a Dios (¿cómo será eso…?) y Dios le responde diciéndole su Palabra, dándole a su Hijo.

Dios no se impone, no avasalla, sino que dialoga. Busca un interlocutor humano para ser (nacer como) Dios en la tierra, y necesita la palabra de María, una mujer, para que su Hijo nazca…

En ese momento decisivo la mujer ha de actuar como persona, es decir, con autonomía, pudiendo afirmar “no conozco varón”, para añadir que ella misma tiene una palabra, que puede vincularse a la Palabra de Dios.

De esta palabra de Mujer depende la Palabra de Dios, y en esa línea, en este final de Adviento, descubrimos a María como mujer autónoma, amorosa, libre y decidida, capaz de poner su vida al servicio de la Vida de Dios.

Desde ese fondo quiero comentar la parte final del pasaje bíblico (Lc 1, 26-38) que la liturgia presenta como texto clave del Adviento, ofreciendo algunas consideraciones sobre el diálogo de Dios con María, centrándome en Lc 1, 34: No conozco varón (para dejar abierta la relación de María con José y con Jesús).

the-nativity-story-5-1280[1]Sólo a partir de ese fondo negativo (no conozco varón) podrá expresarse, en un segundo momento, el principio positivo integrador donde María aparece ante sí misma y ante Dios como persona. Ya no podrá decir “no conozco varón”, sino que conoce a José como varón y padre de su Hijo (del Hijo de Dios), tal como suponen de forma sorprendente los evangelios de Mateo y Lucas al poner de relieve la función de José en el principio de la historia de Jesús. María será en ese momento, tanto en Mt 1-2 como en Lc 2, una como mujer con varón, persona dual.

En ese contexto habiendo dicho que María se alza sola ante Dios, dialogando con él, debemos añadir que ella recibe y educa a Jesús como “mujer con varón”. Así conocemos (=nos conocemos) y así somos al amarnos (sin amarnos no seríamos), de manera que Dios mismo puede nacer en nuestra vida.

Esta mujer María del primer adviento que no conoce varón abre el camino para un conocimiento más alto de varón y de mujer que sea acogida y engendramiento de Dios, como indica ya el segundo adviento, la segunda imagen o icono de Jesús con María y José.

María no dialoga ya sólo con un ángel de Dios, sin varones (como en el primer icono), sino que dialoga con Dios compartiendo la vida del mismo Dios (Jesús, el hijo) en compañía de un hombre, que es José. Para educar a Jesús, hijo de Dios (hijo suyo) María ha dialogado en intimidad creadora con ese hombre, hijo de David, de manera que el niño (siendo de Dios) aparece en la imagen y en la experiencia de la Iglesia como Hijo de ambos.

Dios no nace allí donde falta el conocimiento humano (de varón o de mujer), sino allí donde ese conocimiento siendo palabra de intimidad total con Dios (como seguirá diciendo esta postal), se abre en forma de diálogo activo de un hombre y una mujer (María y José) que acogen y educan en humanidad (es decir, en divinidad) al mismo Hijo Eterno de Dios que es Jesús. Las reflexiones que siguen son un balbuceo de esa experiencia insondable que ilumina la vida de los creyentes cada Adviento-Navidad

Lucas 1,26-38

En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María. El ángel, entrando en su presencia, dijo: “Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.” Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél.

El ángel le dijo: “No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le podrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.” Y María dijo al ángel: “¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?”

El ángel le contestó: “El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible.” María contestó: “Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.” Y la dejó el ángel.

– 1,34. Objeción de María. Más allá de la obra del varón

Dios pide a María su compromiso de persona al decirle concebirás, introduciendo en ella una fuente de vida y compromiso que ella debe asumir en forma personal. El ángel le ha indicado que su hijo será hijo de David… Es evidente que ella tiene que pensarlo, interpretarlo, repitiendo de forma distinta el proceso de Eva en Gen 3.

Es como si en este contexto más hondo de vida el varón (antes Adán, ahora José) quedara al margen, no pudiera decir ni decidir lo más excelso. Es ella, la mujer (antes Eva, ahora María) quien decide. Esta es la raíz, el momento fundante de todo realidad humana: la más alta acción se entiende así como concepción.

La primera respuesta de María parece devolvernos al espacio de los varones. Es como si ella no pudiera, no quisiera. Le han educado diciendo que el surgimiento mesiánico es cosa de engendradores varones, creadores de estirpe y familia sobre el mundo, de profetas y guerreros victoriosos. Ellos son quienes deben asumir la responsabilidad y resolverla. Por eso responde diciendo que está sola, prometida a un marido pero sola. Desde su pequeñez de mujer sin voz en aquel mundo, pregunta:

¿Cómo sucederá esto,
pues no conozco varón? (1, 34).

Sin entrar en la multitud de interpretaciones de esta respuesta, muchas de ellas positivas y convergentes, quiero situar el tema sobre el fondo de esperanza y deseos de una mujer como María. Ante el despliegue de Dios que le promete un niño, en perspectiva de cumplimiento mesiánico, (en la línea de todo el pensamiento y teología israelita) ella eleva su dificultad diciendo: ¿dónde está el varón?

Tiene que pensar así, tiene que decirlo. No se mueve en un nivel de paganismo en el que dioses y humanos cohabitan y engendran; no es filósofa de tipo filoniano, experta en engendramientos interiores (Dios que suscita un valor espiritual dentro del alma, en clave de contemplación). Leer más…

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Tres mensajeros, tres promesas y un misterio. Domingo 4º de Adviento. Ciclo B

Domingo, 21 de diciembre de 2014
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anunciacion_ustungDel blog El Evangelio del Domingo, de José Luis Sicre sj:

Primer mensajero (Natán) y primera promesa (a David)

                Al final de numerosas aventuras, David se ha convertido en rey del Norte y del Sur, de Israel y Judá. Ha conquistado una ciudad, Jebús (Jerusalén) que le servirá de capital. Se ha construido un palacio. Y ahí es donde comienzan los problemas. Mientras se aloja cómodamente en sus salas, le avergüenza ver que el arca de Dios, símbolo de la presencia del Señor, está al aire libre, protegida por una simple tienda de campaña. Decide entonces construirle una casa, un templo. El profeta Natán está de acuerdo. Dios, no. Será Él quien le construya a David una casa, una dinastía. A su heredero lo tratará como un padre a su hijo. “Tu casa y tu reino durarán por siempre en mi presencia; tu trono permanecerá por siempre”.

Lectura del segundo libro de Samuel 7,1-5. 8b-12. 14a.16

Cuando el rey David se estableció en su palacio, y el Señor le dio la paz con todos los enemigos que le rodeaban, el rey dijo al profeta Natán:

̶  Mira, yo estoy viviendo en casa de cedro, mientras el arca del Señor vive en una tienda.

Natán respondió al rey:

̶  Ve y haz cuanto piensas, pues el Señor está contigo.

Pero aquella noche recibió Natán la siguiente palabra del Señor:

̶  Ve y dile a mi siervo David: “Así dice el Señor: ¿Eres tú quien me va a construir una casa para que habite en ella? Yo te saqué de los apriscos, de andar tras las ovejas, para que fueras jefe de mi pueblo Israel. Yo estaré contigo en todas tus empresas, acabaré con tus enemigos, te haré famoso como a los más famosos de la tierra. Daré un puesto a Israel, mi pueblo: lo plantaré para que viva en él sin sobresaltos, y en adelante no permitiré que los malvados lo aflijan como antes, cuando nombré jueces para gobernar a mi pueblo Israel. Te pondré en paz con todos tus enemigos, te haré grande y te daré una dinastía. Y, cuando tus días se hayan cumplido y te acuestes con tus padres, afirmaré después de ti la descendencia que saldrá de tus entrañas, y consolidaré el trono de su realeza. Yo seré para él padre, y él será para mí hijo. Tu casa y tu reino durarán por siempre en mi presencia; tu trono permanecerá por siempre.”

Segundo mensajero (Gabriel) y segunda promesa (a Israel)

El evangelio es tan conocido que necesita poco comentario. Pero a veces se pasa por alto el fuerte contenido político de las palabras del ángel a María cuando habla de Jesús: «Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.» Si tenemos en cuenta que «Hijo del Altísimo» no significa «Segunda persona de la Santísima Trinidad» sino que es un título del rey de Israel, las palabras de Gabriel repiten insistentemente la idea de la realeza de Jesús. Pero su reino no es universal, se limita a «la casa de Jacob».

Lectura del santo evangelio según san Lucas 1,26-38

En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María. El ángel, entrando en su presencia, dijo:

̶  Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo; bendita tú eres entre las mujeres.

Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél. El ángel le dijo:

̶  No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.

Y María dijo al ángel:

̶  ¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?

El ángel le contestó:

̶  El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible.

María contestó:

̶  Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.

Y la dejó el ángel.

Tercer mensajero (Pablo) y tercera promesa (al mundo entero)

                Pablo no ha visitado todavía Roma cuando escribe su carta a los romanos. Pero tiene una larga experiencia de apostolado y de reflexión. Sobre todo, ha tenido una experiencia fundamental en el momento de su vocación: el Mesías Jesús no ha sido destinado por Dios sólo al pueblo de Israel, sino a todas las naciones.

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 16,25-27

Hermanos: Al que puede fortaleceros según el Evangelio que yo proclamo, predicando a Cristo Jesús, revelación del misterio mantenido en secreto durante siglos eternos y manifestado ahora en los escritos proféticos, dado a conocer por decreto del Dios eterno, para traer a todas las naciones a la obediencia de la fe al Dios, único sabio, por Jesucristo, la gloria por los siglos de los siglos. Amén.

El misterio

Desde David hasta Pablo se recorre un largo camino y la perspectiva se abre de modo asombroso: lo que comenzó siendo la promesa a un rey, más tarde un pueblo, termina siendo la promesa al mundo entero. Como dice la segunda lectura, esta es la “revelación del misterio mantenido en secreto durante siglos eternos”.

Tres reacciones a tres mensajeros

                ¿Cómo reaccionan los interesados antes los mensajes que reciben?

                La respuesta de David no la recoge la lectura, pero es una extensa oración de alabanza y acción de gracias por la promesa que Dios le hace (2 Samuel 7,18-29).

                María reacciona con aceptación y fe. No imagina los momentos tan duros que tendrá que aceptar por causa de Jesús (“una esperada te atravesará el alma”) ni la cantidad de fe que necesitaría cuando vea a su hijo criticado y condenado por terrorista y blasfemo.

                La reacción de Pablo, la que desea inculcar a sus lectores romanos, es cantar la sabiduría y la gloria de Dios a través de Jesucristo.

Tres reacciones muy adecuadas para vivir estos días previos a la Navidad.

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