Anton Krasovsky, abiertamente gay, aspira a concurrir en las elecciones para ser alcalde de Moscú
Anton Krasovsky, el periodista que fuera despedido tras admitir su homosexualidad en un programa de televisión en directo, esta registrado como candidato para concurrir en las elecciones para ser alcalde de Moscú, siempre que el Kremlin de el visto bueno y consiga los avales que necesita.
Anton Krasovsky, la única persona abiertamente homosexual en un país de más de 140 millones de habitantes, donde los políticos y burócratas son capaces de afirmar que los miembros del colectivo LGBT son personas anormales, es capaz de presentarse por la carrera para convertirse en alcalde de Moscú el próximo septiembre, si las autoridades se lo permiten. Así lo revela el mes pasado en una emisora de radio independiente, confirmando que ya está registrado como candidato, debiendo recoger las firmas de 110 diputados municipales que avalen su candidatura antes de este martes, 3 de julio.
«Casi me meo en los pantalones cuando me decidí a correr para alcalde de Moscú», admite el precandidato, al que no le amilana la mera idea ser un único guerrero en un campo político minado por el odio y la homofobia.
En realidad, no es la primera vez que Krasovsky demuestra su valor ya que en 2013 se atreve a salir del armario en Konst TV, a través de un programa en directo en el que proclama: « Soy homosexual y soy la misma persona que usted, querido público, como el presidente Putin, como el primer ministro Medvedev y los diputados de nuestra Duma », siendo fulminantemente despedido. El año pasado revela su condición de seropositivo desde 2011, trabajando desde entonces como voluntario y activista para presionar a las autoridades a la legalización de tratamientos con metadona para combatir el VIH y la epidemia del sida en Rusia, alertando a los aficionados al fútbol LGBT de la falta de seguridad en los estadios de fútbol donde se desarrolla la Copa del Mundo.
Después de trabajar como corresponsal de Vogue y presentador de televisión, asegura que podría trabajar perfectamente en Nueva York o cualquier otra ciudad europea, emigrando como han hecho muchos de sus amigos y otras personas que no se sienten seguras en Rusia. Sin embargo, decide emprender esta carrera política «porque todo apesta aquí», lo que le lleva a estar convencido de que ni siquiera el Kremlin le va a permitir concurrir finalmente a las elecciones, lo que igualmente considera no servirá para otra cosa que para afianzar su trayectoria política.
El mes pasado se cumplía un lustro desde que el Gobierno de Vladimir Putin aprobara la Ley de propaganda homosexual, mediante la que se excluye cualquier material impreso o audiovisual, incluyendo cine y literatura que contemple cualquier aspecto relacionado con personas homosexuales, bisexuales y transexuales. Desde entonces, Putin ha sido criticado por no hacer lo suficiente para ayudar a los homosexuales asesinados y perseguidos en la violenta represión de Chechenia, tal y como denunciaba el activista británico, Peter Tatchell, el mismo día de la inauguración de la Copa del Mundo. «Es tremendamente importante que el presidente Putin no obtenga un golpe indiscutido de relaciones públicas con la Copa del Mundo. Debe ser llamado a abandonar la persecución de personas LGBT +, su supresión de los derechos civiles de los ciudadanos rusos y sus crímenes de guerra en Siria», declara Krasovsky en referencia a la protesta de Tatchell.
«Creo que alrededor del 90 % de mis amigos de los círculos bohemios de Moscú se han matado a sí mismos con el abuso de alcohol y drogas y el resto se han reconstruido a sí mismos dentro del actual sistema estatal. Es un milagro que yo no me haya dado a la bebida hasta matarme», admite el candidato, consciente de que en estos últimos años, la pequeña comunidad rusa de activistas LGBT ha sido mermada por violentos nacionalistas y la acción de la policía. La mayoría de las personas homosexuales deciden abandonar la lucha por sus derechos, escapar a otros países o volverse invisibles en sus pequeños círculos.
«Es una ilusión que Rusia sea un país homofóbico por naturaleza (…). Mi homosexualidad no me ha ayudado en el camino de mis objetivos profesionales. Si constantemente se les dice a las personas que son bastardos, y que los venzan porque quieren estar desnudos, algunos van y golpean a las personas LGBT», admite a la vez que insiste en que a pesar de que el Kremlin fomente la homofobia, la mayoría de la gente común no odia a los miembros del colectivo LGBT. «A la gente no le importa si eres homosexual o no, ni a nadie le interesa tu VIH ni ningún otro problema de salud», afirma Krasovsky, asegurando que «alguien como el líder checheno, Ramzan Kadyrov, no me daría la mano», pero que él si se la ofrecería «si quiere estrechar la mano de un gay».
Fuente Universogay
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