La historia secreta de amor gay en el antiguo Egipto entre el faraón Pepi II y el general Sisene
No existen fuentes claras sobre la homosexualidad en el antiguo Egipto. En el Libro de los Muertos hay un fragmento que se puede interpretar como una condena: ‘No yazcas con un yacedor’, dice el texto pero la traducción y la interpretación es demasiado vaga para extraer conclusiones seguras. Lo cierto es que en pinturas e inscripciones han llegado hasta nuestros días algunas representaciones eróticas que quizás muestran relaciones homosexuales entre hombres, pero estas representaciones no son lo suficientemente detalladas y, por lo tanto, no son seguras.
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Una indicación de una opinión despectiva de la homosexualidad podría ser la palabra ‘Jem ḥm’, que quizás se pueda traducir como ‘marica’ o ‘cobarde’. El significado sexual de la palabra parece seguro, debido al falo con el que está escrita. La palabra es generalmente empleada en los textos para difamar a alguien. No queda claro si ḥm se usa para la homosexualidad en el sentido moderno occidental o si se trata solamente del pasivo dentro del acto sexual.
Los egipcios eran politeístas, es decir, que adoraban a muchos dioses representados con rasgos humanos, animales o con formas que combinaban ambos. El dios más importante fue Ra, dios del sol, creador del mundo. Los dioses más conocidos eran Hathor, Horus, Osiris, Isis, Maat, Thot, Bastet y Seth. Pero lo que durante siglos perduró en esta cultura es que el faraón representaba a la divinidad en la tierra. Por eso, era inadmisible que un Rey-Dios pudiera tener debilidad por otro ser de su mismo sexo.
Ha trascendido muy poco sobre la homosexualidad en el Antiguo Egipto pero si queda un escrito que habla claramente sobre la historia secreta amorosa que mantuvo el Faraón Neferkara (Pepi II) con el general Sisene (o Sasenet), durante la Dinastía VI (2460-2200 a.C.) en el Reino Antiguo. A pesar de que el principio del texto está dañado, no hay una referencia a ninguna mujer.
Tres copias fragmentarias, descubiertas a partir de las Dinastías XIX y XXV (1295-656 a.C.), cuentan como un plebeyo llamado Teti (y supuesto espía de la faraona-madre Anjenesmerire II) se le encomendó la tarea de seguir al monarca. Lo vió salir por la noche a caminar de incógnito y sin escolta que lo protegieran mientras permanecía oculto en las sombras, Teti se dice a sí mismo, que las sospechas infundadas que corrían por la corte sobre las salidas nocturnas del faraón son ciertas. Tetis lo sigue hasta la casa del General, donde el faraón arroja una piedra indicando su llegada, de inmediato es lanzada una escalera por donde sube. El texto indica y cita textualmente la traducción:
“Cuando su persona divina había hecho lo que quería con el general, regresó al palacio”…Teti señala a continuación que el Faraón fue a la casa del general ‘en la cuarta hora de la noche y pasó cuatro horas allí‘.
Esta estela muestra los nombres que recibió el faraón Neferkare Pepi II
El texto del plebeyo Teti, al parecer un espía de la madre del Faraón, Anjenesmerire II, que quería saber de las andanzas de su hijo, hace hincapié en la naturaleza clandestina del asunto y, con la descripción, la forma de escabullirse para reunirse en la casa del general. Aunque la narrativa implica una censura de la homosexualidad, Neferkari “no es criticado por sí mismo por tener relaciones sexuales con otro hombre, sino por ser un mal gobernante”.
Algunos egiptólogos han sugerido que esta obra, incluyendo el asunto homerótico, transmite una atmósfera de la corrupción real, pero muchos señalan que la misma descripción es bastante neutral en el tono y sin prejuicios. Sin embargo, los contemporáneos podrían haber mirado ese tipo de actividad por parte de un monarca, que era una encarnación de la deidad, como indigno e inapropiado. Sin embargo, el faraón, evidentemente, tenía deseos homosexuales lo suficientemente fuerte como para escaparse en solitario y sin escoltas para encontrarse con su amante secreto y de manera nocturna para satisfacerlas felizmente, al menos hasta que fue descubierto.
Para hablar del personaje, tenemos que conocer su historia y lo que ha trascendido de Pepi II es que era denominado Neferkara en la Lista Real de Abidos y en la Lista Real de Saqqara. Algunos escritos le atribuyen 66 años de reinado, mientras que otros hablan de 90. Manetón, según Julio Africano, comenta que ‘Fiops’ (Pepi II) ‘comenzó a reinar a la edad de seis años y continuó haciéndolo hasta los cien años’.
Esta estatua demuestra lo denostado que fue el faraón Pepi II
Durante su largo reinando se fue deteriorando el poder central menfita y acrecentándose el de los nomarcas, o gobernadores locales. Durante los primeros años se realizaron expediciones a Nubia. Se conserva un papiro que describe el interés de un faraón, todavía niño, por los pigmeos que se traían desde el sur para ser empleados como bufones. Al final de su vida su salud se deterioró y los nomarcas terminaron convirtiéndose en virtuales soberanos de sus provincias. La actividad de los talleres reales de Menfis se incrementó durante su reinado y se explotaron las canteras de alabastro de Hatnub. Pepi fue enterrado en una pirámide de Saqqara-Sur.
Tras su muerte le sucedieron por un par de reyes de corto reinado y poca relevancia histórica, tras los cuales se desintegró definitivamente lo poco que quedaba del centralizado estado faraónico y Egipto se fraccionó en varias comarcas independientes, que en ocasiones luchaban entre sí, dando comienzo al Primer Periodo Intermedio de Egipto.
En este jeroglífico se muestra como los faraones estaban al mismo nivel que los dioses
La longevidad de Pepi II es una prueba del buen nivel de vida logrado en Egipto durante el tercer milenio antes de Jesucristo. Se ha calculado que la vida media de los egipcios rondaría los cincuenta años, cuando en otras partes del mundo raramente sobrepasaban la treintena; esto se fundamenta en dataciones efectuadas de restos exhumados.
Fuente Ragap
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