Gerardo Villar: Siete, sota, caballo y rey.
Y seguimos jugando. Eso es lo que me resuena a mí en el año litúrgico. Suponemos que ya estamos convertidos y que vamos creciendo en nuestra fe con el recorrido de Cristo. Por eso celebramos el año litúrgico: Semana Santa, Pascua y enseguida volvemos de nuevo a Adviento, navidad,…
En los estudios, nadie, que aspire a aprender, pasa de curso sin haber aprobado el curso anterior. Por eso me pregunto: ¿Nos hemos convertido y vivido el bautismo? O son los criterios de la edad física: al nacer, bautismo, adolescencia, confirmación, comunión… Pero puede ocurrir que no hayamos vivido la etapa anterior. Esa es la palabra: yo lo veo como un caminar, pero dado paso a paso y van creciendo en la vivencia de Jesús
Me pregunto si no sería mejor dedicar el tiempo suficiente en cada etapa, aunque dure varios años enteros. Y sí vivimos un adviento (según lo veamos como principio o término), un catecumenado largo en el que descubrimos y optamos por Jesús.
Hay grupos, comunidades que van siguiendo un proceso y no se da un paso sin haber “aprobado” el anterior.
Se ve que se planteó el recorrido del año litúrgico a lo largo del año civil, dando por supuesto que todos estábamos convertidos. Pero la realidad es que hay una gran superficialidad y pasamos de curso, damos el paso sin haber bebido la Salvación.
Así celebramos la fiesta que toca, pero sin las actitudes que requiere ese acontecimiento de la otra partida. No nos paramos a valorar cada carta y cada jugada.
Es cierto que cada festividad puede ser una catequesis para las personas, pero como no hemos vivido en serio cada momento de salvación, vamos recorriendo las fiestas sin que nos acompañe una cristificación a la vez.
Por eso, veo que haría falta una evangelización intensiva y no pasar al bautismo y a los demás momentos de Salvación sin haber saboreado y vivido la anterior etapa.
Cuando juego a las cartas y tengo la suerte de una partida feliz, me paro a marcar el triunfo, a señalar el éxito, a contar los triunfos… Juguemos así en el camino de la Salvación.
Si buscamos formar buenos estudiantes, no se puede pasar curso sin aprobar las asignaturas del curso anterior. De lo contrario “pasamos” de curso, pero no crecemos en conocimientos.
En consecuencia, si queremos ser y hacer cristianos no podemos caminar en aquello de: “sota, caballo y rey y otra partida”. Paremos a ver qué cartas tenemos y lo que valen para la jugada cristiana de la vida. No podemos seguir haciendo catequesis superficiales sin hacer un proceso de descubrimiento y adhesión a Jesús. O un cursillo de novios, o de confirmación, con unas pocas jornadas de cumplimiento.
Veo necesario volver a los antiguos catecumenados, para que conozcamos, aceptemos y vivamos cada paso del seguimiento de Jesús.
Gerardo Villar
Fuente Fe Adulta
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