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Todo gueto es un egoísmo amplificado.

Domingo, 26 de septiembre de 2021
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ob_d6b70d_koder-la-joieMc 9, 38-48

El texto de hoy es continuación inmediata del que leímos el domingo pasado. Es Juan el que, sin hacer mucho caso a lo que acaba de decir Jesús, salta con una cuestión al margen de lo que se viene tratando en el evangelio. Este texto tiene un significado aún más profundo si recordamos que, en este mismo capítulo (Mc 9,14-29), justo antes del episodio que hemos leído el domingo pasado, se cuenta que los discípulos no pudieron expulsar un demonio.

Una vez más, Jesús tiene que corregir su afán de superioridad. Siguen empeñados en ser ellos los que controlen el naciente movimiento en torno a Jesús. Con el pretexto de celo, buscan afianzar privilegios. Seguramente se trata de un problema, planteado ya en la primitiva comunidad donde se escribe el evangelio. El resto de lo que hemos leído no es un discurso, sino una colección de dichos que pueden remontarse a Jesús.

No es de los nuestros. El texto griego dice: “porque no nos sigue a nosotros”. Este pequeño matiz podría abrirnos una perspectiva nueva en la interpretación. Solo pronunciar esta frase, supone alguna clase de exclusión y una falta de compresión del evangelio. Todo lo que nos hace diferentes como individuos es accidental y anecdótico. Unirnos a un grupo con la intención de ser superiores y más fuertes es un egoísmo amplificado.

Muchas veces me habéis oído hablar de las contradicciones del evangelio; pues hoy lo vemos con toda claridad. (Mt 12,30) dice exactamente lo contrario de lo que acabamos de oír a Mc: “El que no está con nosotros está en contra nuestra, y el que con nosotros no recoge, desparrama.” En Lucas encontramos las dos fórmulas, (10,50) y (11,23); así que no hay manera de desempatar. No hay contradicción, solo son contextos distintos.

La contradicción es aparente. El mensaje del Jesús no se puede meter en conceptos. La razón necesita crear opuestos para poder explicar la realidad. Solo se puede entender lo que es el frío en contraposición con lo que es el calor. Se entenderá lo que es el color blanco, solo cuando se tenga la idea de negro. La luz solo se puede comprender si tenemos en cuenta la oscuridad. Para poder afirmar algo como verdadero, tenemos que considerar lo opuesto como falso. En el orden espiritual las contradicciones quedan superadas en la unidad.

El que no está conmigo está contra mí, se refiere a que la pertenencia al Reino. Es una opción personal, no es lo natural, no viene dada por el ADN. Hay que hacer un verdadero esfuerzo por descubrirlo y entrar en él. Recordad las frases del evangelio: “El reino de los cielos padece violencia y solo los esforzados lo arrebatan”; y “estrecha y angosta es la senda que lleva a la vida y pocos dan con ella”. Para entrar en el reino hay que nacer de nuevo.

El que no está contra nosotros está a favor nuestro. Quiere decir que del Reino no se excluye a nadie. Todo el que busca el bien del hombre, está a favor del Reino, que predica Jesús. Solo queda fuera el egoísta que rechaza al otro. La posesión diabólica era el paradigma de toda opresión. Expulsar demonios era el paradigma de toda liberación. Jesús anuncia un Dios que es amor y que no excluye a nadie, ni siquiera a los pecadores.

La pretensión de exclusividad ha hecho polvo las mejores iniciativas religiosas de todos los tiempos. Considerar absoluta cualquier idea de Dios como si fuera verdad definiti­va es la mejor manera de entrar en el integrismo, fanatismo e intransigen­cia. Monopolizar a Dios es negarlo. Poner límites a su amor es ridiculizarlo. Nuestra religión ha ido más lejos que ninguna otra en esa pretensión de verdades absolutas y excluyentes. Recordad: fuera de la Iglesia no hay salvación. Fuera de la Iglesia hay salvación. A veces, más que dentro de ella.

En una ocasión en que no los recibieron en Samaría, Santiago y Juan dicen a Jesús: ¿Quieres que mandemos bajar fuego del cielo para que les destruya? Jesús les dice: no sabéis de qué espíritu sois. Seguimos sin enterarnos del espíritu de Jesús. Seguimos pretendiendo defender a Dios, sin darnos cuenta de que estamos defendiendo nuestros intereses. No se trata de tolerar lo malo que hay en los otros. Se trata de apreciar en ellos lo que hay de bueno.

Entre el episodio de la primera lectura y el que nos narra el evangelio hay doce siglos de distancia, pero la actitud es idéntica. Desde que se escribió el evangelio hasta hoy han pasado veinte siglos, y aún no nos hemos movido ni un milímetro. Seguimos esgrimiendo el “no es de los nuestros”. Todo aquel que se atreve a disentir, todo el que piense o actúe de modo diferente sigue excluido. Incluso arremetemos contra todo el que se atreve a pensar.

El espíritu de Jesús va mucho más allá de lo que abarca el cristianismo oficial. Se ha acuñado una frase, “patrimonio de la humanidad”, que se podía aplicar a Jesús. Jesús no es propiedad de la Iglesia. El mensaje de Jesús no se puede encerrar en ninguna iglesia. Jesús intentó que todas las religiones descubriesen que el único objetivo de todas ellas es hacer seres cada vez más humanos. Cualquier religión que no tenga esa meta es simplemente falsa.

De la misma manera que la mente racional potenció el yo para garantizar la subsistencia biológica, el ser humano ha ido creando guetos que potencian ese objetivo de seguridad. Desde la familia a la nación, todas las instituciones tienen como objetivo que nos sintamos más seguros. La socialización ha sido un medio para el progreso humano y debe seguir siéndolo, pero se convierte en el mayor enemigo del hombre si se utiliza para ir contra los demás.

Para los seres humanos ha sido mucho más nefasta la idolatría teísta que el ateísmo. Las mayores barbaridades de la historia se han cometido en nombre de dios. Es un ídolo el dios que hace diferencia entre buenos y malos; el dios que depende de lo nosotros hagamos para estar de nuestra parte o en contra nuestra. Ese dios nos tranquiliza, porque si él hace eso, está justificado que nosotros estemos a favor de los nuestros y en contra de los que no lo son.

Que en el evangelio de Marcos, la causa de Jesús no coincida con la causa del grupo, es un toque de atención para nosotros. Jesús no es monopolio de nadie. Todo el que está a favor del hombre está con Jesús. Todo el que trabaja por la justicia, por la paz, por la libertad, es cristiano. Nada de lo que hace a los hombres más humanos es ajeno a Jesús. Es inquietante que todas las religiones hayan sido causa de las mayores divisiones y guerras.

 

Meditación

Aunque alguien se empeñe en estar en contra nuestra,
nosotros nunca debemos estar contra nadie.
Mi actitud no debe depender de la actitud el otro.
Si aún me cuesta aceptar al otro tal cual es,
es señal de que aún no he comprendido el evangelio.
Estoy esperando que cambie él para sentirme yo bien.

Fray Marcos

Fuente Fe Adulta

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El escándalo.

Domingo, 26 de septiembre de 2021
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Mc 9, 38-43

«El que escandalice a uno de estos pequeñuelos que creen, más le valdría que le encajasen en el cuello una piedra de molino y lo echasen al mar».

Antes de orar, ve a reconciliarte con tu hermano … Cuando te abofeteen una mejilla, pon también la otra … Perdonad setenta veces siete … Devolved bien por mal … No alleguéis tesoros en la Tierra … No podéis servir a Dios y al dinero … Amaros los unos a los otros … Amad también a vuestros enemigos … Convertíos en servidores de todos … Dad de comer al hambriento y de beber al sediento … Que vuestras buenas obras sean reflejo del amor del Padre … ¡Cuánto más dichosos seríais si aprendieseis a vivir con poco, si aprendieseis a sufrir, si fueseis pacíficos y misericordiosos, si trabajaseis por la paz y la justicia! … y si os persiguiesen por ello, todavía seríais más dichosos…

El evangelio nos propone un estilo de vida radicalmente distinto al que nos propone el mundo, porque los criterios de Jesús son los opuestos a los criterios del mundo. Las primeras comunidades eran consecuentes con estos criterios, eran respetadas por sus vecinos y se distinguían por su estilo fraterno de encarar la vida. Vivían a lo cristiano, y en “Hechos” se afirma que estas comunidades eran fértiles y no dejaban de crecer. Eran contagiosas. Respondían a la misión que Jesús encomendó a sus seguidores: «Id por el mundo y proclamad el evangelio a todas las gentes», y lo proclamaban con su simple actitud, con su forma de vida convincente.

A partir de entonces, el movimiento cristiano de ha visto sometido a mil perversiones y manipulaciones —de dentro y de fuera—, pero, a pesar de ello, siempre han existido personas y comunidades que han mantenido su auténtico espíritu, y su testimonio ha sido sin duda la causa de que, a día de hoy, perviva el seguimiento de Jesús. Sin ellos, ni siquiera le habríamos conocido. Como decía Ruiz de Galarreta: «Nuestro seguimiento de Jesús está llamado a ser testimonio: nuestra vida cristiana es “para que el mundo crea”. Pero la otra cara de la moneda es que el mundo dejará de creer en Jesús si nuestro testimonio no es válido».

Y esto tiene su aplicación al evangelio de hoy, pues el escándelo al que se refiere Jesús consiste en impedir el acceso a Dios a aquellos cuya fe es más vulnerable —«estos pequeñuelos que creen»—. Y esto, claro está, se puede producir de muchas formas distintas. Hay personas que “pierden la fe”, o no se deciden abrazarla, como consecuencia de los escándalos mediáticos en los que se ve envuelta la Iglesia, pero también los hay que la pierden porque nuestro testimonio no invita a creer en quien nosotros decimos creer.

Y dicho esto, podemos dar carpetazo el evangelio de hoy señalando con el dedo a la jerarquía: «Estos son los que escandalizan», o podemos tomárnoslo en serio, mirarnos en primer lugar a nosotros mismos, y preguntarnos si nuestra vida invita a creer en Jesús o todo lo contrario.

Miguel Ángel Munárriz Casajús

Para leer el comentario que José E. Galarreta hizo en su momento, pinche aquí.

 Fuente Fe Adulta

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La veracidad a través de los hechos.

Domingo, 26 de septiembre de 2021
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DOMINGO 26º T.O. (B)

(Mc 9,37-42)

“El que no está contra nosotros está a favor nuestro. Si tu mano te hace caer, córtatela”.

A nivel profundo nos comunicamos cuando expresamos vivencias o sentimientos; sólo entonces somos veraces. No basta afirmar verdades, sino ser veraces. La verdad está ligada a la conciencia, a la persona. Somos veraces en la medida que nos revelamos o nos entregamos, en tanto nos expresamos libremente.

Sin embargo, según el pensamiento occidental, el conocimiento consiste en extraer, separar de las cosas su esencia inmutable. Así, la verdad es lo que capta la mente en actitud distanciada, separada.

Ese tipo de conocimiento se ha alejado del modo de entender la verdad y de expresar la veracidad. Verdad equivale en la Biblia a fidelidad y se comprueba a través de los hechos. Es decir, la verdad no sólo se piensa sino que se hace, se practica. Se logra con fidelidad, en actitud comprometida.

Jesús fue veraz porque hizo/practicó la verdad. Incluso afirmó de sí mismo: “Yo soy la verdad”. Amó hasta el extremo a su Abbá y se entregó por la justicia del Reino. A nivel humano le costó muy caro.

¿Quién de nosotros hoy, está dispuesto a practicar así la verdad? ¿Quiénes de los que ejercen el poder y poseen los recursos y los métodos para decir y practicar la verdad en este mundo desgarrado y dividido se dejan la vida construyendo verdad?: personas importantes, influyentes, políticos y gobiernos incapaces de llegar a consensos y ponerse de acuerdo con los opositores en temas esenciales para la normal convivencia de un país (educación, justicia, eutanasia, inmigración, mercantilización de los cuerpos de las mujeres, el paro, el desempleo…), clérigos que han ocultado el sufrimiento vivido por menores a causa de abusos sexuales, de poder y de conciencia cometidos por un número notable de éstos y personas consagradas, cristianos anónimos que decimos seguir a Jesús y no practicamos la justicia que Dios quiere.

En la primera lectura Moisés se lo recuerda a su ayudante Josué. “¿Estás celoso de mí? ¡Ojalá todo el pueblo del Señor fuera profeta y recibiera el espíritu del Señor!”. El espíritu de Dios es luz y fuerza. El que lo recibe, sea quien sea, es su testigo en este mundo opaco y atormentado. Es don gratuito no para propio provecho sino para el servicio a los demás.

Sin embargo, no parecen abundar los Moisés (o las Miriam) que son testigos del espíritu. Seguimos, por poner un ejemplo, en la confrontación, en las discrepancias irreconciliables, en las mezquinas separaciones, en los nacionalismos excluyentes y manipuladores de la historia, en las medias verdades… mientras la humanidad está al borde del abismo en desigualdad económica y social, en violencia de todo tipo, en la degradación de la tierra y de los mares, en la droga que arruina y deshumaniza a los jóvenes o en el ínfimo esfuerzo pedagógico para superar los períodos negros de la historia que han provocado tanto desencuentro y tanta discordia.

Deberíamos evitar escandalizar o servir de tropiezo a aquellos que, aun sin saberlo, “no están contra nosotros”. El espíritu de Dios penetra hondamente en el ser humano y conlleva la disponibilidad para la lucha concreta y determinada. Eso significa comprometerse en las causas urgentes y cotidianas que afectan a millares de personas.

Si tu ojo, tu mano o tu pie te hace caer… córtatelo!“, porque también nosotros contribuimos a esa porción que obstaculiza el Reino, aquí y ahora.

Más allá de esa brecha que se empeñan en agrandar y profundizar, estamos llamados unos y otros a hacer emerger esos pequeños milagros de cada día. Si se me permite, en el documento preparatorio del Sínodo, bajo el lema: “Por una Iglesia sinodal: comunión, participación y misión”, se destacan, entre otros [1]:

– reconocer y apreciar la riqueza y la variedad de los dones y de los carismas que el Espíritu distribuye libremente, para el bien de la comunidad y en favor de toda la familia humana;

– examinar cómo se viven en la Iglesia la responsabilidad y el poder, y las estructuras con las que se gestionan, haciendo emerger y tratando de convertir los prejuicios y las prácticas desordenadas que no están enraizadas en el Evangelio;

– sostener la comunidad cristiana como sujeto creíble y fiable en caminos de diálogo social, sanación, reconciliación, inclusión y participación, reconstrucción de la democracia, promoción de la fraternidad social;

– la “tragedia global” de la pandemia del coronavirus, ha hecho detonar las desigualdades y las injusticias ya existentes: la humanidad aparece cada vez más sacudida por procesos de masificación y de fragmentación; la trágica condición que viven los migrantes en todas las regiones del mundo patentizan cuán fuertes son aún las barreras que dividen la única familia humana”, como ya se encargó de señalar Francisco en Laudato Si y Fratelli Tutti.

El texto trata de articular una respuesta que sirva para todos los rincones del mundo, el caminar “junto a la entera familia humana”, con otras religiones, los alejados o el mundo de la política, la cultura, la economía o la sociedad civil.

La finalidad del Sínodo, no es producir documentos, sino «hacer que germinen sueños, suscitar profecías y visiones, hacer florecer esperanzas, estimular la confianza, vendar heridas, entretejer relaciones, resucitar la esperanza, aprender unos de otros, y crear un imaginario positivo que ilumine las mentes, enardezca los corazones, dé fuerza a las manos».

Hacer realidad ese anhelo: Que sepamos vivir, amar y respetar en tu nombre.

Shalom!

[1] RD, 07.09.2021, Jesús Bastante

Mª Luisa Paret

Fuente Fe Adulta

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Etnocentrismo y pluralismo.

Domingo, 26 de septiembre de 2021
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D23F5A40-44C4-406D-83E8-B51216308477Domingo XXVI del Tiempo Ordinario

26 septiembre 2021

Mc 9, 38-48

Podría decirse que un signo claro de avance de nuestra especie es el paso de una consciencia etnocéntrica a otra mundicéntrica. La primera, que ha imperado durante siglos y todavía perdura en gran medida, se caracteriza por una visión que gira alrededor del propio grupo (tribu, etnia, raza, pueblo, partido, ideología…), que es absolutizado, como referencia única de verdad y de bondad. Es verdadero lo que el grupo cree y es bueno lo que lo beneficia.

Mientras las personas se hallan en este nivel de consciencia, el diálogo es prácticamente imposible. Tanto la cerrazón al diálogo como el juicio y la descalificación del otro no nacen de la “maldad” de las personas, sino que son consecuencia del nivel de consciencia en que se encuentran. Por lo que, desde este punto de vista, podría decirse que son inevitables…, mientras perdure ese nivel de consciencia.

Desde él, quienes piensan diferente no pueden ser comprendidos; al contrario, es necesario obligarlos a cambiar. Por lo que cualquier propuesta o intento de comprensión será tachada, como mínimo, de “buenismo” condescendiente y radicalmente equivocado.

El fanatismo y la intolerancia nacen de una consciencia etnocéntrica, centrada en el propio grupo (o el propio ego) y se pone de manifiesto en las palabras que aparecen en el texto evangélico de hoy: “No es de los nuestros”. Porque no importa lo que el otro dice o hace sino, simplemente, que no pertenece a nuestro grupo.

La disputa política suele ser un campo donde es fácil advertir ese tipo de funcionamiento: no se valora –mucho menos se apoya– ninguna propuesta de otro partido…, porque no es de los nuestros. Con lo cual se hace evidente lo que mucha gente constata a diario: los partidos políticos no buscan el bien de la sociedad, sino sus propios intereses, entre los que destaca “quedar por encima” del rival (y ganar las próximas elecciones). Este modo de funcionar, que aparece también en otros ámbitos sociales, pone de relieve la extensión y la fuerza que todavía posee entre nosotros la consciencia mítica.

Por el contrario, el proceso de expansión de la consciencia permite asumir una perspectiva pluralista, que se caracteriza por la capacidad de comprender otras perspectivas, distinguir el “mapa” del “territorio”, reconocer la relatividad de todo modo de conocer….

Este nivel de consciencia más amplio (mundicéntrico, pluralista, integral) abre nuestro horizonte, nos libera de la necesidad de tener razón y constituye el fundamento profundo del respeto y la cooperación.

Globalmente, me parece que la humanidad camina desde una consciencia etnocéntrica a otra pluralista o integral. Sin embargo, esto no niega que en cualquier momento y en cualquiera de nosotros puedan activarse viejos registros tribales que nos coloquen en actitudes rígidas e intolerantes.

¿Qué hay en mí de intolerancia y de respeto?

Enrique Martínez Lozano

Fuente Boletín Semanal

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Tomás Muro: “¿Fuera de la iglesia no hay salvación, o fuera de la salvación no hay Iglesia?”

Domingo, 26 de septiembre de 2021
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cristo-cerezo-720_560x280Del blog de Tomás Muro La Verdad es libre:

“Las ‘plantillas’ del Reino de Dios y la Iglesia no concuerdan exactamente”

“Toda persona sensata y de buena voluntad -creyentes y no creyentes- quiere el bien y trata de expulsar los demonios de su persona y de la sociedad”

“El exclusivismo y enquistamiento de cualquier clase que sea, no es cristiano”

“La Iglesia no coincide con el Reino de Dios. Las ‘plantillas’ del Reino de Dios y la Iglesia no concuerdan exactamente. La Iglesia trabaja, -o debe trabajar-, por el Reino de Dios: por la justicia, la paz, el bienestar de las personas, etc., pero la Iglesia no es el Reino”

“Muchas personas buscan la curación, la salvación por caminos que no son los nuestros, pero buscan la vida”

  1. Expulsar demonios.

Demonio y diablo[1] son términos griegos para significar el mundo del mal.

No es que el diablo exista como ser personal con tridente, echando humo y apestando a azufre, pero sí que hay realidades en la vida que, -dañada libertad humana-, pueden constituirse en diabólicas: el poder, el dinero, el placer: droga, erotismo, etc.

Ya de Magdalena habían salido siete demonios con lo que el número siete supone de plenitud. Hay circunstancias y situaciones en la vida en las que el mal se apodera de nosotros. En ciertos momentos, nos encontramos totalmente (siete) despistados en la vida.

 Al mismo tiempo no falta en el ser humano la tendencia al bien y a expulsar los muchos demonios que habitan nuestro mundo y nuestra propia persona.

Toda persona sensata y de buena voluntad -creyentes y no creyentes- quiere el bien y trata de expulsar los demonios de su persona y de la sociedad.

  1. Uno que no era de los nuestros también expulsaba demonios en tu nombre, v 38.

Uno que no era de los nuestros.

         El texto tiene una coloración eclesial. Ya en el grupo de Jesús y en la comunidad naciente comienzan los eternos líos de que estos “son de los nuestros”, los otros no, estos son de los “oficiales y seguros” del partido y estos otros de la Teología de la Liberación y medio heterodoxos. Estos son comunistas y estos otros de la Iglesia. Estos son católicos y aquellos protestantes o de otras religiones.

         Siempre tenemos tendencia a crear “guetos”, grupos sectarios, movimientos que se arrogan la verdad, etc.

El exclusivismo y enquistamiento de cualquier clase que sea, no es cristiano.

  1. Iglesia y Reino de Dios.

La Iglesia no coincide con el Reino de Dios. Las “plantillas” del Reino de Dios y la Iglesia no concuerdan exactamente. La Iglesia trabaja, -o debe trabajar-, por el Reino de Dios: por la justicia, la paz, el bienestar de las personas, etc., pero la Iglesia no es el Reino.

Muchas personas que no son ni están en la Iglesia trabajan también por los grandes valores del Reino de Dios. De modo que, “aunque no son de los nuestros, también expulsan demonios. No se lo impidáis”.

Lo importante es que “cunda” el bien, la justicia y la salud, no quién cura o quién profetiza.

         Lo decisivo no es “mi grupo”, ni las ideologías, ni tan siquiera las iglesias, lo decisivo es el “Reino de Dios para todo ser humano”: reino de justicia, de amor y paz.

La instancia crítica y última no es la Iglesia, sino el Reino.

Allá donde hay quien trabaja por estos grandes valores, allá está o se está haciendo presente el Reino de Dios.

  1. ¿Fuera de la iglesia no hay salvación, o fuera de la salvación, no hay iglesia?

El discípulo Juan, que en este momento es el portavoz del grupo, expresa el malestar de la “institución”. Les molestaba que aquella curación -y otras muchas que se dan en la historia- no estaba en el eje jerárquico-eclesiástico.

La salvación se había dado: aquel hombre endemoniado estaba curado, lo que pasa es que “no la controlaba mi partido”.

Desde hace décadas venimos viviendo y hablando de la descristianización y la marcha de la Iglesia del mundo obrero, de los jóvenes, de los intelectuales, más recientemente la ausencia de la mujer en la Iglesia

Muchas personas buscan la curación, la salvación por caminos que no son los nuestros, pero buscan la vida.

En el seno de la Iglesia hay salvación, hay carismas, gentes honestas, padres y madres creyentes, misioneros, “miles” de tareas de Cáritas, voluntariado, vida contemplativa, “publicanos y zaqueos”, hijos pródigos y “magdalenas”.

         Y fuera de los “límites jurídicos” de lo eclesiástico, también hay Iglesia y salvación. Santo Tomás decía que, la verdad, la diga quien la diga, viene del Espíritu Santo, viene de Dios. Jesús dijo lo mismo de otra manera del bien: el bien, lo haga quien lo haga, viene de Dios.

 En otras religiones y culturas encontramos vestigia Verbi: huellas de la Palabra (que decía el Concilio).

Dios regala su salvación, su vida y la curación a todos y siempre: Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen a la verdad (y a la vida) (1Tim 2,3-6)

Los efectos salvíficos del Reino se pueden experimentar al margen de lo eclesiástico.

Nadie tiene el label de garantía o la denominación de origen de la salvación de Dios ¿Quiénes somos nosotros para determinar dónde y a través de quién tenga que actuar Dios su salvación? La vida de Dios vuela y tú no sabes cómo:

El viento (el espíritu, la vida, la salvación) sopla donde quiere, y oyes su voz,  pero no sabes de dónde viene ni a dónde va.      Así es todo el que nace del Espíritu. (Juan 3,8)

Algunas reflexiones a partir del Documento preparatorio para el Sínodo sobre la “Iglesia sinodal”

  1. Un final esperanzador.

El pasaje del evangelio que hemos leído hoy es muy esperanzador: el que os dé a beber un vaso de agua, porque seguís al Mesías, os aseguro que no se quedará sin recompensa.

Una cierta teología y muchos clérigos fácil y ligeramente nos envía al infierno por menos de nada.

Pero podemos pensar y acoger con esperanza que Dios es amor y el infierno para quien es un gran problema es para Él, para Dios Padre que quiere que todos nos salvemos.

En la vida podremos hacer poco, -quizás mucho-, de bueno. Aunque solamente demos un vaso de agua, Dios Padre nos lo agradecerá.

No se trata de cumplir con normas, ritos y preceptos sino con hacer un poco de bien en la vida. Dios nos lo agradecerá. Y tal agradecimiento (gracia) es el cielo.

[1] Demonio: daimonion: significa espíritu, divinidad (ser como dioses). Diablo: dia – ballein: arrojar a través de: dispersar, “despistar”.

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Amigos

Miércoles, 22 de enero de 2020
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Del blog Nova Bella:

 

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*“Dios me ha querido a través de mis amigos”

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Marguerite Yourcenar

amiguitos

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“Os llamaré amigos “, por Pedro Miguel Lamet

Sábado, 29 de junio de 2019
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caminando con jesus2Leído en su su blog:

En una sociedad de solitarios El que tiene un amigo posee un hilo directo con las más auténticas esencias de la vida.

Es hablar de lealtad, de igualdad, de no pedir nada a cambio, de compartir sin pasar recibo ni reprochar porque no me llamas, ni pensar en la herencia o los bienes gananciales.

Queda en el mejor mensaje de despedida de Jesús de Nazaret: “Os llamaré amigos”

La amistad tiene la ventaja sobre el  amor, aunque este también lo englobe, que no nos pone melancólicos. ¡Ay aquel amor que se nos fue! ¡Qué será de fulano o mengana! ¿Por qué se rompió nuestro matrimonio? ¿Qué me ha pasado para que esté solo en la vida, sin perrito que me ladre? Esos amores frustrados, esos reproches en silencio y palabras que piden cuentas a la vida…

          No, cuando se habla de amistad se está hablando de gratuidad. Y también de lealtad, de igualdad, de no pedir nada a cambio, de compartir sin pasar recibo ni reprochar porque no me llamas, ni pensar en la herencia o los bienes gananciales. Tan gratis y espléndida es la amistad que, incluso en los grandes amores de pareja, en los mejores matrimonios, lo que queda al final se asemeja más a la amistad que al amor-contrato, el amor-pasión, el amor-arrullo de las diferentes etapas.

          Por eso un amigo es un tesoro, y el que tiene un amigo posee un hilo directo con las más auténticas esencias de la vida. Entre gente joven, se percibe hasta qué punto los chicos y chicas de ahora mismo valoran la amistad y al mismo tiempo constatan el clima poco propicio que la sociedad de hoy, tan interesada y materialista, que parece querer agostar  todo brote de la misma.

          Del mensaje de Jesús nos queda la escalofriante frase de su despedida : “A vosotros os  he llamado amigos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; pero os he llamado amigos, porque os he dado a conocer todo lo que he oído de mi Padre”. Compartir secretos.

            En la frialdad de una sociedad sumida en noche en la que parecen florecer en la gran ciudad témpanos de soledad y miedo, no estaría mal olvidar que el acento que pone el amigo es “regalarse” en vez de “regalar”.  Un buen fuego para calentarse ahora.

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“Nadie tiene la exclusiva de Jesús”. 26 Tiempo Ordinario – B (Marcos 9,38-43.45.47-48)

Domingo, 30 de septiembre de 2018
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6677d1a5-6eab-44d2-9514-f184ded5f4b6La escena es sorprendente. Los discípulos se acercan a Jesús con un problema. Esta vez, el portador del grupo no es Pedro, sino Juan, uno de los dos hermanos que andan buscando los primeros puestos. Ahora pretende que el grupo de discípulos tenga la exclusiva de Jesús y el monopolio de su acción liberadora.

Vienen preocupados. Un exorcista no integrado en el grupo está echando demonios en nombre de Jesús. Los discípulos no se alegran de que la gente quede curada y pueda iniciar una vida más humana. Solo piensan en el prestigio de su propio grupo. Por eso han tratado de cortar de raíz su actuación. Esta es su única razón: «No es de los nuestros».

Los discípulos dan por supuesto que, para actuar en nombre de Jesús y con su fuerza curadora, es necesario ser miembro de su grupo. Nadie puede apelar a Jesús y trabajar por un mundo más humano sin formar parte de la Iglesia. ¿Es realmente así? ¿Qué piensa Jesús?

Sus primeras palabras son rotundas: «No se lo impidáis». El nombre de Jesús y su fuerza humanizadora son más importantes que el pequeño grupo de sus discípulos. Es bueno que la salvación que trae Jesús se extienda más allá de la Iglesia establecida y ayude a las gentes a vivir de manera más humana. Nadie ha de verla como una competencia desleal.

Jesús rompe toda tentación sectaria en sus seguidores. No ha constituido su grupo para controlar su salvación mesiánica. No es rabino de una escuela cerrada, sino Profeta de una salvación abierta a todos. Su Iglesia ha de apoyar su Nombre allí donde es invocado para hacer el bien.

No quiere Jesús que entre sus seguidores se hable de los que son nuestros y de los que no lo son, los de dentro y los de fuera, los que pueden actuar en su nombre y los que no pueden hacerlo. Su modo de ver las cosas es diferente: «El que no está contra nosotros está a favor nuestro».

En la sociedad actual hay muchos hombres y mujeres que trabajan por un mundo más justo y humano sin pertenecer a la Iglesia. Algunos ni son creyentes, pero están abriendo caminos al reino de Dios y su justicia. Son de los nuestros. Hemos de alegrarnos en vez de mirarlos con resentimiento. Hemos de apoyarlos en vez de descalificar.

Es un error vivir en la Iglesia viendo en todas partes hostilidad y maldad, creyendo ingenuamente que solo nosotros somos portadores del Espíritu de Jesús. Él no nos aprobaría. Nos invita a colaborar con alegría con todos los que viven de manera humana y se preocupan de los más pobres y necesitados.

José Antonio Pagola

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“El que no está contra nosotros está a favor nuestro”. Domingo 30 de septiembre de 2018. Domingo 26º de tiempo ordinario

Domingo, 30 de septiembre de 2018
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53-OrdinarioB26 cerezoDe Koinonia:

Números 11, 25-29: ¿Estás celoso de mí? ¡Ojalá todo el pueblo fuera profeta!
Salmo responsorial: 18: Los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón.
Santiago 5, 1-6: Vuestra riqueza está corrompida.
Marcos 9, 38-43. 45. 47-48: El que no está contra nosotros está a favor nuestro. Si tu mano te hace caer, córtatela

Una clave de comprensión para las lecturas de este domingo: «Nadie puede ser excluido del servicio que se realiza en nombre de Dios».

En medio de las tradiciones del pueblo israelita por el desierto, el libro de los Números nos presenta el relato del «reparto» del espíritu de Moisés, entre setenta miembros del pueblo. La intención es que Moisés no tenga que llevar la carga solo. Con esta decisión de Yavé, la responsabilidad queda repartida: cada uno de quienes han recibido «parte» del espíritu que estaba en Moisés debería ser profeta en el pueblo. Ahora bien, tendríamos que atenernos al contexto para intuir qué características implicaba la tarea de estos personajes.

El capítulo 11 del libro de los Números nos da cuenta de las etapas de la marcha por el desierto; la narración se centra en una dificultad que tiene el pueblo: llevan varios meses comiendo maná y ya se encuentran hastiados: «tenemos el alma seca» (v. 6), «no vemos más que maná» (v. 6b), y con esto viene la tentación de añorar el tiempo de abundancia de comida en Egipto. Por aquí podemos intuir la grave dificultad en que se halla Moisés, ¿cómo hacer para que el pueblo no siga pensando en Egipto? El desierto es el gran desafío. Detrás está Egipto, con su abundancia, pero también con su esclavitud. Hacia delante está la promesa de una tierra, una libertad, una vida digna, pero que hay que conquistar a precio de privaciones, sacrificios, esfuerzos.

El relato causa admiración porque Yavé monta en cólera… Es un recurso literario para introducir la preocupación de Moisés, que se expresa en una bella oración de intercesión por el pueblo. La solución que plantea Yavé es la adecuada: reunir setenta representantes del pueblo para repartir entre ellos el espíritu que estaba en Moisés; de esa manera la dirección, orientación y concientización del pueblo sería obligación de muchos y no sólo de Moisés.

El espíritu que se dona a todas estas personas viene a ser, entonces, profético; es decir, está en función de profetizar. Hay que asumir que esta actividad profética está orientada a ayudar al pueblo a tomar más y más conciencia del plan de Dios con ellos, a entender lo que hay realmente detrás: Egipto y su abundancia de comida pero con su esclavitud que es lo contrario al plan divino, y lo que está por delante: un desierto inevitable, desafiante, mortal, pero al fin y al cabo, un medio que es necesario asumir para poder llegar a la tierra de la libertad, tierra de promisión. A cualquier persona del pueblo que, entendiendo las cosas así, «catequizara» a sus hermanos en este sentido había que verlo como profeta «autorizado» no porque hubiera estado necesariamente en la tienda del encuentro, sino por estar en comunión con el ideal de Yavé.

Ese parece ser el caso de Eldad y Medad. Ellos no estuvieron en el momento del reparto del espíritu y sin embargo estaban profetizando. Viene la reacción de Josué, el mismo que más tarde se encargará de guiar a su pueblo en los trabajos de conquista y ocupación de la tierra prometida. Josué no entiende todavía que todo el que influya de manera positiva en la conciencia del ser hermano, debe ser considerado profeta, y por eso aconseja a Moisés que lo prohíba (v. 28). Por su parte, Moisés ha captado muy bien que en el trabajo de liberación del pueblo, todos y todas tienen una gran tarea, y responde a Josué con palabras aparentemente duras, pero que en definitiva buscan también abrir la conciencia de su ayudante: «ojalá todo el pueblo fuera profeta» (v. 29); ojalá cada uno asumiera con verdadero empeño la tarea de concientizarse y concientizar a su semejante, a su prójimo, ¿no es eso justamente lo que Dios quiere y espera? A Josué pues, no le preocupaba mucho la necesidad de que cada miembro del pueblo tuviera una conciencia bien formada para continuar hacia adelante por el desierto; le preocupaba más defender lo «oficial», lo «autorizado» por Dios en la tienda del encuentro, es decir lo «instituido», la defensa de «los derechos de Dios».

En la misma línea, nos presenta el evangelio de Marcos para este domingo, una situación semejante con los discípulos de Jesús. Apenas transmitida por Jesús la lección sobre quién es el mayor (Mc 9,33-37), se produce un incidente que tiene que ver con la exclusividad de los miembros del grupo seguidor de Jesús. Juan le cuenta a Jesús que le han impedido a un hombre expulsar demonios en su nombre porque no se trataba de uno de los miembros del grupo (v. 38). No hay una pregunta, cómo hacer en casos semejantes, qué posición asumir, etc. La respuesta de Jesús es sabia, «nadie que obre un milagro en mi nombre puede después hablar mal de mí» (v. 39), y «el que no está contra nosotros, está con nosotros». En la tarea de construcción del reino nadie tiene la exclusiva. Tal vez los discípulos no tenían claro o no recordaban que su pertenencia al grupo de Jesús fue un don de pura gratuidad; ninguno de ellos presentó ante Jesús un concurso de méritos para ser elegido; fue Jesús quien se presentó ante ellos, se les atravesó a cada uno por su camino y los llamó, aun a sabiendas de que no eran ni los mejores ni lo más representativo de su sociedad. En ese sentido también otros y otras pueden seguir siendo llamados. En cada hombre y en cada mujer Dios ha sembrado las semillas del bien; cómo y cuándo esas semillas comienzan a germinar y dar frutos, eso es decisión de cada uno. A veces nos parecemos a Juan y al resto de discípulos, nos ponemos celosos de quienes sin pertenecer a la institución hacen obras mejores que las nuestras. Y sale inevitablemente la frase: «pero ése o ésa es de tal o cual religión, o de tal o cual grupo…». Anteponemos a la vocación universal de hacer el bien y a la práctica del amor, unos intereses mezquinos y unos criterios de autoridad y de exclusividad absolutamente rechazados por Jesús (cf. Mc 9,39)

El diálogo de Jesús con sus discípulos refleja la situación de la comunidad para la cual Marcos escribe su evangelio. Una comunidad quizás muy consciente de lo que eran las exclusiones, pero al mismo tiempo en peligro de ser exclusivista, con una excusa quizás aparentemente sana: «ser o no ser de los nuestros», «ser o no ser del camino», «estar o no estar en el proceso…», y en fin otras talanqueras que pretendidamente intentan justificarse con la excusa de defender la «pureza» de la fe o del «credo» o del «orden» o, en definitiva, de «defender los derechos» de Dios.

Pues bien, cuando se cae en el extremo de «defender» a Dios, o los «derechos» de Dios, lo que se logra en definitiva es minimizar a Dios, ponerlo en ridículo ante el mundo, y la consecuencia más inmediata, la que previó Jesús y quizás la que ya se veía en la primera comunidad, era la del escándalo a los más pequeños. A Jesús le preocupan los «pequeños», no sólo los menores de edad, sino los que apenas empiezan a intuir la dinámica del reino con la subsiguiente imagen de Dios que él propone.

Con todo, a través de los siglos, los peligros de la comunidad primitiva se convierten en hechos reales: cuántos creyentes promotores del bien, de la justicia y de la paz excluidos o en entredicho sólo porque «no eran de los nuestros», cuántos Josués y Juanes empeñados todavía en «defender» una pretendida exclusividad que, por supuesto, nadie posee, con lo cual lo único que logran es escandalizar cada vez más a muchos, haciéndoles creer que Dios es tan pequeño, que puede reducirse a los estrechos límites de un grupo o de una institución, aunque sus adeptos se cuenten por millares.

Si logramos tomar conciencia de que Dios es más grande que un grupo o una institución y que en ningún momento nuestra vocación es la de defender unos supuestos derechos de Dios, sino simplemente servir, ponernos en función de construir el Reino con y desde las múltiples posibilidades que ello implica dada la insondable riqueza del mismo espíritu, entonces jamás se nos ocurrirá pensar si éste o aquél es o no es «de los nuestros», sino mejor… ¡como cooperar más y mejor con aquél o aquélla que tan bien están luchando por construir aquí el Reino! Leer más…

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30.9.18. Si tu mano escandaliza… Una sociedad e iglesia de escándalo

Domingo, 30 de septiembre de 2018
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3f6c29f4-9266-4a7e-a30e-5abeaaf95f4cDel blog de Xabier Pikaza:

Dom 26. Mc 9, 38-48.Dejo a un lado el tema del exorcista no comunitario, para centrarme en el tema del escándalo de los pequeños:

Está en el fondo el motivo de una sociedad e iglesia de fuertes, que se creen capaces de utilizar (escandalizar: hacer caer) a los pequeños, es decir, a los más débiles, los pobres, los niños, en un plano religioso y social, afectivo e incluso sexual.

– Vivimos en una sociedad de escándalo…, que utiliza y destruye a los pequeños… Hay un escándalos de gastos militares, de mentiras políticas generalizadas, de riqueza ostentosa que atrae y destruye a los más pequeños… El escándalo de una sociedad espectáculo, hecha para escandalizar… con su resultado de pateras perdidas en los mares, de fronteras cerradas, de miles de muertos.

vivimos en una iglesia de poder social y religioso de escándalo, que se establece desde arriba, en línea jerárquica y “patriarcalista” de dominio, donde los que se creen dotados de un poder legítimo (superiores) utilizan a los más pequeños (los de abajo) en línea económica, afectiva y religiosa y, sobre todo, de “conciencia”, apareciendo y actuando a veces como “terroristas mentales”, diciendo a los demás lo que son y han de ser, utilizando para ello un tipo de “poder de conciencia”.

En ese contexto sitúa el evangelio el gran pecado que consiste en “escandalizar” (utilizar, hacer caer, pervertir) en un plano social y sexual, económico y religioso a los más pequeños, como en un “imperio establecido por la fuerza…”. En ese contexto introduce Jes´s la referencia simbólica a la mano, al pie o al ojo que escandaliza o destruye a los otros, añadiendo que el buen creyente ha de ser capaz de cortar la mano o pie o de arrancar el ojo, a fin de conservarse así “entero” para el Reino (de no destruir a los demás). En esa línea se puede situar el “pecado de la pederastia” que no es sólo de tipo sexual, sino también afectivo y de dominio de vidas y conciencias.

Hay, sin duda, un escándalo individual, propio del “cristiano” autosuficiente, que se justifica y exalta a sí mismo, pero destruye a los otros. Ese cristiano debe, sin duda, cortarse simbólicamcante la mano, el ojo o el pie que escandaliza a los demás (y que le destruye a sí mismo), para seguir de esa manera a Jesús y para hace bien a los pequeños.

Ciertamente, es duro un tipo de pequeño escándalo sexual, con niños, con personas menores… Pero el escándalo al que alude Jesús es también social y de Iglesia. La Iglesia en su conjunto ha de mirarse y ver cémo escandaliza (hace caer) a los pequeños, no sólo dentro de ella, sino fuera (en su entorno social), pues, para ser verdadera, ella ha de estar dispuesta a “arrancarse” muchas de las cosas que parecen muy valiosas:

¿Qué debe cortar la Iglesia para no ser escándalo? Jesús habla de mano, pie, ojo (genitales…), en sentido radical, pero no físico (pues esa mutilación no sería radical, iría en contra de Mc 7, 14-23)? Otras cosas tiene que cortar la iglesia en línea de poder opresor de conciencias, de riqueza escandalosa, de falta de humanidad y de evangelio? Dejo ahora la respuesta para los lectores.

De esa Iglesia que se “automutila” y se vuelve “pequeña” para acompañar y ayudar a los pequeños, haciéndose evangelio y abriendo así un camino de comunión y ayuda mutua con los menores y los pobres (pequeños, alejados), quiere hablar esta postal.

Esta es la iglesia de Jesús que, en vez de “comportarse como un Dios más alto”, utilizando a su servicio a los demás, se hizo pobre entre los pobres, encarnándose en la vida y el camino de los más pequeños, para compartir con ellos el camino y la esperanza del Reino. Buen domingo a todos.

Texto (reducido)

El que escandalice a uno de estos pequeños que creen, más le valdría que le encajasen en el cuello una piedra de molino y lo echasen al mar (Mc 9,42).

Si tu mano escandaliza, córtatela: más te vale entrar manco en la vida, que ir con las dos manos al infierno, al fuego que no se apaga.

Y, si tu pie escandaliza, córtatelo: más te vale entrar cojo en la vida, que ser echado con los dos pies al infierno.

Y, si tu ojo escandaliza, sácatelo: más te vale entrar tuerto en el reino de Dios, que ser echado con los dos ojos la infierno, donde el gusano no muere y el fuego no se apaga (Mc 9, 43.45-48).

Escandalizar, hacer caer a los pequeños

El principio general (Mc 10, 42) hablaba de escandalizar a “uno de estos pequeños que creen en mí”, es decir, de poner tropiezos en el camino de los más débiles, para así hacerles caer. Se refería de esa forma al riesgo de convertir la Iglesia en una sociedad de fuertes/grandes, sin lugar real para los pequeños. Pues bien, las tres concreciones que siguen (escandalizar con la mano, el pie, el ojo) nos sitúan ante el principio del escándalo, que tiene un aspecto interior (yo escandalizo y me destruyo así a mismo) y otro exterior (con el escándalo destruyo a los otros, a quienes utilizo para mi provecho egoísta). Leer más…

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De amigos y enemigos. Domingo 26. Ciclo B

Domingo, 30 de septiembre de 2018
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beber-agua-con-bicarbonatoDel blog El Evangelio del Domingo, de José Luis Sicre sj:

Jesús enseñaba a menudo a base de frases breves, que se pueden memorizar fácilmente, como “El Hijo del Hombre no ha venido a llamar a los justos sino a los pecadores”. Los evangelistas reunieron más tarde esas frases, agrupándolas por el contenido o por alguna palabra clave que se repetía. En el evangelio de hoy podemos distinguir las siguientes:

1.- “Quien no está contra nosotros está a favor nuestro”.

Juan le dijo:

Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu nombre y no viene con nosotros y tratamos de impedírselo porque no venía con nosotros.

Pero Jesús dijo:

No se lo impidáis, pues no hay nadie que obre un milagro invocando mi nombre y que luego sea capaz de hablar mal de mí. Pues el que no está contra nosotros, está por nosotros.

Juan se presenta muy ufano ante Jesús para contarle lo que han hecho con uno que echaba demonios en su nombre. Jesús, en vez de elogiar esa conducta, les hace caer en la cuenta de que han actuado de forma poco lógica: quien hace un milagro en nombre de Jesús no hablará mal de él. Luego añade una enseñanza general. Frente a la postura de ver enemigos por todas partes, enseña a ver amigos: «Quien no está contra nosotros, está a nuestro favor.»

            ¿Por qué han actuado los discípulos de ese modo? Si relacionamos el evangelios con la primera lectura de hoy, el motivo serían los celos. El libro de los Números cuenta que Josué, cuando se entera de que Eldad y Medad están profetizando en el campamento, lo interpreta como un ataque a la dignidad de Moisés y le pide a este que se lo prohíba. La escena recuerda bastante a la del evangelio, con el agravante de que Josué le dice a Moisés que se lo prohíba, mientras que los discípulos se atribuyen el poder de prohibir, sin contar primero con Jesús. El fallo de los discípulos radicaría en ese celo injustificado y algo mezquino.

Sin embargo, conviene tener en cuenta otra posible interpretación. Dos veces justifican los discípulos su conducta aduciendo que ese individuo «no va con nosotros». Según ellos, hay que excluir a todo el que no los acompañe.

Debemos recordar que Jesús era un predicador itinerante, acompañado de los doce, de un grupo de mujeres y de otros discípulos más. Este grupo, muy radical, había renunciado al domicilio estable, a la familia y a las posesiones. En el contexto de esta vida tan dura, de tanta renuncia para seguir a Jesús, se entiende la insistencia de Juan y los discípulos en que ese «no va con nosotros». No ha renunciado al domicilio estable, a la familia, a las posesiones, pero se permite echar demonios en nombre de Jesús.

El relato pudo tener mucha importancia para la iglesia primitiva, ya que en ella se fueron imponiendo las comunidades urbanas, en las que no se renunciaba al domicilio estable, ni a la familia y las posesiones. La tentación de los cristianos itinerantes, con su vida tan dura, era excluir a los otros, a los que «no van con nosotros». Este pasaje les enseña a comportarse con moderación y a tolerar otras formas de vida. Lo esencial no es «ir con nosotros» sino «estar a favor nuestro».

2.-  “Quien os dé a beber un vaso de agua en atención a que sois del Mesías os aseguro que no perderá su paga”.

El episodio anterior terminaba con la enseñanza: “Quién no está contra nosotros está a nuestro favor”. Esta frase da un paso adelante. Habla del que toma una postura positiva ante los seguidores del Mesías, simbolizada en el gesto de dar un vaso de agua.

3.- Dos trampas (dos escándalos) en el camino

En griego, el sentido básico de “escándalo” es el de «trampa», la tendida en el suelo, que hace caer a una persona o a un animal. Si recordamos que la vida cristia­na es un seguimiento de Jesús, un caminar detrás de él, se comprenden los dos peligros de los que habla el evangelio:

 a) Poner trampas a los pequeños

Y al que escandalice a uno de estos pequeños que creen, mejor le es que le pongan al cuello una de estas piedras de molino que mueven los asnos y que le echen al mar.

Que alguien le ponga una trampa a uno de los pequeños que creen, lo haga caer y se quede descolgado del grupo que sigue a Jesús. Estas palabras resultan enigmáticas, porque no queda claro a quién se dirigen. ¿Quién puede escandalizar? ¿Un cristiano o una persona ajena a la comunidad (escriba, fariseo, saduceo, pagano)? ¿Quiénes son los pequeños que creen: un grupo dentro de la comunidad o todos los cristianos? La historia de la iglesia y la vida corriente demuestran que todos los casos son posibles. El tropiezo puede ponerlo una persona no cristiana, con sus críticas y ataques a Jesús y su mensaje. Pero también cualquier actitud nuestra, cualquier palabra, que aparta a otros del seguimiento de Jesús, de la forma de vida que él propone, cae bajo su condena.

El gran peligro del escándalo no es sólo las revistas porno­gráfica, las películas violentas, la droga, sino tantas cosas que se aceptan con naturalidad dentro de la Iglesia (lujo, vanidad, ambición, prestigio), incluso a los más altos niveles. Los casos de pederastia, que tanto angustian ahora a la iglesia, son un ejemplo actual de ese escándalo de los pequeños que, por ese motivo, como ha recordado recientemente el Papa Francisco, han dejado de creer en Jesús.

Jesús deja muy clara la gravedad del pecado al hablar de la condena que merece: ser arrojado al mar con una enorme piedra atada al cuello. Se refiere a la piedra superior del molino grecorromano, que giraba tirada por un asno, un caballo o un esclavo. Tirar al mar o al río era un castigo especialmente cruel, ya que el cadáver quedaba insepulto, algo terrible en la mentalidad judía y griega.

Estas palabras tan duras plantean un serio problema: ¿carece de perdón el escándalo? ¿No basta el arrepentimiento y la penitencia, ni siquiera de por vida? Negar la posibilidad de perdón iría en contra del evangelio. Pablo, que fue motivo de escándalo para tantos cristianos, no se tiró al mar con una piedra al cuello. Entregó su vida a propagar la fe en Jesús.

b) Ponerme trampas a mí mismo

Y si tu mano derecha te escandaliza (te es ocasión de pecado), córtatela. Más vale que entres manco en la Vida que, con las dos manos, ir a la gehenna, al fuego que no se apaga.

Y si tu pie te escandaliza (te es ocasión de pecado), córtatelo. Más vale que entres cojo en la Vida que, con los dos pies, ser arrojado a la gehenna.

Y si tu ojo te escandaliza (te es ocasión de pecado), sácatelo. Más vale que entres con un solo ojo en el Reino de Dios que, con los dos ojos, ser arrojado a la gehenna, donde su gusano no muere y el fuego no se apaga.

Las diversas posibilidades las enumera Mc hablando de la mano, el pie y el ojo. Jesús piensa en tendencias que surgen del interior de cada uno de nosotros y que debemos controlar con cuidado.

Para dejar clara la gravedad de lo que puede ocurrir, Jesús exhorta a cortar la mano o el pie, o sacarse el ojo. Estas palabras no hay que interpretarlas al pie de la letra, porque después de habernos cortado una mano y un pie, y habernos sacado un ojo, surgirían nuevas tentaciones y necesitaríamos seguir con la otra mano, el otro pie y el otro ojo. Y no entraríamos en la vida mancos, cojos y tuertos, sino ciegos y sin ningún miembro.

En el caso anterior, el castigo era sumergir en el mar; aquí, ir a parar a la gehena, «al fuego inextinguible», «donde el gusano no muere y el fuego no se apaga». La gehena como lugar de castigo se basa en la tradición apocalíptica judía; el gusano y el fuego, en unas palabras del libro de Isaías. A los pintores y a los predicadores les han dado materia abundante de inspiración, a menudo desbocada.

Reflexión final

            En pocas palabras nos da Marcos abundante materia de reflexión y de examen sobre nuestra actitud ante los demás y ante nosotros mismos: ¿excluimos a quienes nos van con nosotros, a quienes consideramos que no viven un cristianismo tan exigente como el nuestro? ¿Valoramos el gesto pequeño de dar un vaso de agua, o nos escudamos en la necesidad de grandes gestos para terminar no haciendo nada? ¿Pongo obstáculos a la fe de la gente sencilla o de los menos importantes dentro de la iglesia? ¿Me voy tendiendo trampas yo mismo que me impiden caminar junto a Jesús?

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Domingo XXVI del Tiempo Ordinario. 30 de septiembre de 2018

Domingo, 30 de septiembre de 2018
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El que no está contra nosotros está a favor nuestro.”

(Mc 9, 38-43.45.47-48)

Esto es algo que muy pocas personas han descubierto en nuestra Iglesia. Por eso cuando nos encontramos con alguien que sabe “sumar”, que sabe incluir, nos quedamos asombradas.

No sé cómo será en otras sociedades, en otras culturas, pero la nuestra, y lo que he podido atisbar de las que nos rodean, nos enseñan a dividir.

Nos pasamos media vida dividiendo y separando. Dividimos y separamos a quienes son de una raza y otra. De una cultura y otra. Una ideología y otra. De una religión y otra. Una orientación sexual y otra.

Y con estas divisiones decidimos quiénes son buenos y quienes son malos. Quiénes son de los nuestros… Los buenos, por supuesto, son siempre los que pertenecen a mi grupo. Los demás que no se atrevan a tocar nada de lo nuestro.

Nos pasa lo mismo en la Iglesia. Nos enfada que la gente se vaya a hacer yoga o zen, queremos que vengan a misa. O en la vida consagrada nos enfada que otras congregaciones tengan vocaciones.

No nos alegramos si la gente no se encuentra con la imagen de Dios que tenemos nosotros. ¡Pobres de nosotros! Nos creemos que Dios es tan estrecho como nuestra mente o nuestro corazón.

Después de más de dos mil años todavía no comprendemos que “quien no está contra nosotros está a favor nuestro”.

Dios no nos quiere a todos iguales: del mismo color, las mismas ideas y las mismas sensibilidades. Si nos quisiera a todas iguales nos habría creado diferentes.

Diferentemente iguales. Sí, así nos quiere Dios. ¿Qué quiere decir esto? Pues que Dios nos quiere igualmente a todos. Seamos como seamos. Hagamos lo que hagamos. A todos nos ama igual, con la misma intensidad.

Somos iguales porque toda persona tiene una dignidad inviolable. Pero somos diferentes, diversos, variados… Porque solo en esa diversidad podemos alcanzar a reflejar lo que Dios es en su Totalidad.

El Dios en el que creemos los cristianos es Trinidad, es diversidad, es relación de diferentes. Por eso nuestra Iglesia solo se parecerá al Reino cuando crezca en pluralidad, inclusión y humildad.

Oración

Trinidad Santa, enséñanos a descubrir que en tu Amor todo ocurre “a favor” nuestro y que solo cuando amamos podemos convertir las diferencias en ventajas

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Fuente Monasterio de Monjas Trinitarias de Suesa 

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Todos son de los nuestros.

Domingo, 30 de septiembre de 2018
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ob_d6b70d_koder-la-joieMc 9, 38-48

El texto de hoy es continuación inmediata del que leímos el domingo pasado. Es Juan el que, sin hacer mucho caso a lo que acaba de decir Jesús, salta con una cuestión al margen de lo que se viene tratando en el evangelio. Este texto tiene un significado aún más profundo si recordamos que, es este mismo capítulo (Mc 9,14-29), justo antes del episodio que hemos leído el domingo pasado, se cuenta que los discípulos no pudieron expulsar un demonio.

Una vez más, Jesús tiene que corregir su afán de superioridad. Siguen empeñados en ser ellos los que controlen el naciente movimiento en torno a Jesús. Con el pretexto de celo, buscan afianzar privilegios. Seguramente se trata de un problema, planteado ya en la primitiva comunidad donde se escribe el evangelio. El resto de lo que hemos leído no es un discurso, sino una colección de dichos que pueden remontarse a Jesús.

No es de los nuestros. El texto griego dice: “porque no nos sigue a nosotros”. Este pequeño matiz podría abrirnos una perspectiva nueva en la interpretación. Solo pronunciar esta frase, supone alguna clase de exclusión y una falta de compresión del evangelio. Todo lo que nos hace diferentes como individuos es accidental y anecdótico. Unirnos a un grupo con la intención de ser superiores y más fuertes es un egoísmo amplificado.

Muchas veces me habéis oído hablar de las contradicciones del evangelio; pues hoy lo vemos con toda claridad. (Mt 12,30) dice exactamente lo contrario de lo que acabamos de oír a Mc: “El que no está con nosotros está en contra nuestra, y el que con nosotros no recoge, desparrama.” En Lc encontramos las dos fórmulas, (10,50) y (11,23); así que no hay manera de desempatar. Además, estas palabras de Jesús están en contradicción con lo que él mismo dice en (Mt 7,22) “No hemos profetizado en tu nombre, y no hemos expulsado muchos demonios… Yo les responderé: No os conozco de nada, apartaros de mí, malvados”.

La contradicción es aparente. El mensaje del Jesús no se puede meter en conceptos. La razón necesita crear opuestos para poder explicar la realidad. Solo puede entender lo que es el frio en contraposición con lo que es el calor. Entenderá lo que es el color blanco, solo cuando tenga la idea de negro. La luz solo se puede comprender si tenemos en cuenta la oscuridad. Para poder afirmar algo como verdadero, tenemos que considerar lo opuesto como falso. En el orden espiritual las contradicciones quedan superadas en la unidad.

El que no está conmigo está contra mí, se refiere a que la pertenencia al Reino es una opción personal, no es lo natural, no viene dada por el ADN. Hay que hacer un verdadero esfuerzo por descubrirlo y entrar en él. Recordad las frases del evangelio: “El reino de los cielos padece violencia y solo los esforzados lo arrebatan”; y “estrecha y angosta es la senda que lleva a la vida y pocos dan con ella”. Para entrar en el reino es imprescindible un proceso. Hay que nacer de nuevo, y para ello es preciso morir a lo terreno.

El que no está contra nosotros está a favor nuestro. Quiere decir que del Reino no se excluye a nadie. Todo el que busca el bien del hombre, está a favor del Reino, que predica Jesús. Solo queda fuera el egoísta que rechaza al hombre. La posesión diabólica era el paradigma de toda opresión. Expulsar demonios era el paradigma de toda liberación. En contra de todos los movimientos religiosos de la época, saduceos, fariseos, Qumrán, etc., Jesús anuncia un Dios que es amor y que no excluye a nadie, ni siquiera a los pecadores.

La pretensión de exclusividad, ha hecho polvo las mejores iniciativas religiosas de todos los tiempos. Considerar absoluta cualquier idea de Dios como si fuera definiti­va, es la mejor manera de entrar en el integrismo, fanatismo e intransigen­cia. Monopolizar a Dios, es negarlo. Poner límites a su amor es ridiculizarlo. Nuestra religión ha ido más lejos que ninguna otra en esa pretensión de verdades absolutas y excluyentes. Recordad: fuera de la Iglesia no hay salvación. Fuera de la Iglesia hay salvación. A veces, más que dentro de ella.

En un ocasión en que no los recibieron en Samaría, Santiago y Juan dicen a Jesús: ¿Quieres que mandemos bajar fuego del cielo para que les destruya. Jesús les reprendió; pero algunas traducciones añaden: no sabéis de qué espíritu sois. Seguimos sin enterarnos del espíritu de Jesús. Seguimos pretendiendo defender a Dios, sin darnos cuenta de que estamos defendiendo nuestros intereses más rastreros. No se trata simplemente de tolerar lo malo que hay en los otros. Se trata de apreciar todo lo que hay en los demás de bueno.

Entre el episodio de la primera lectura y el que nos narra el evangelio hay doce siglos de distancia, pero la actitud es idéntica. Desde que se escribió el evangelio hasta hoy, han pasado veinte siglos, y aún no nos hemos movido ni un milímetro. Seguimos esgrimiendo el “no es de los nuestros”. Todo aquel que se atreve a disentir, todo el que piense o actúe de modo diferente sigue excluido. Incluso arremetemos contra todo el que se atreve a pensar.

El espíritu de Jesús va mucho más allá de lo que abarca el cristianismo oficial. Se ha acuñado una frase últimamente: “patrimonio de la humanidad”que se podía aplicar a Jesús sin restricción alguna: Cristo no es de la Iglesia. En realidad, el mensaje de Jesús no se puede encerrar en ninguna iglesia o institución religiosa. Jesús intentó que todas las religiones, incluida la suya, descubriesen que el único objetivo de todas ellas es hacer seres cada vez más humanos. Cualquier religión que no tenga esa meta, es simplemente falsa.

De la misma manera que la mente racional creó el yo individual para garantizar la subsistencia biológica, el ser humano ha ido creando guetos y grupos que potencian ese objetivo de mayor seguridad. Desde la familia a la nación todas las instituciones tienen como objetivo que nos sintamos más seguros gracias a ese egoísmo amplificado. La socialización ha sido un medio muy adecuado para el progreso humano y debe seguir siéndolo, pero puede convertirse en el mayor enemigos del hombres si se utilizad para ir contra los demás.

Tenemos que decirlo con toda claridad. Para los seres humanos ha sido mucho más nefasta la idolatría teísta que el ateísmo. Las mayores barbaridades de la historia se han cometido en nombre de dios. Es un ídolo el dios que hace diferencia entre buenos y malos. Es un ídolo el dios que depende de lo nosotros hagamos para estar de nuestra parte o en contra nuestra. Claro que ese dios nos tranquiliza, porque si él hace eso, está más que justificado que nosotros estemos a favor de los nuestros y en contra de los que no lo son.

Que en el evangelio de Mc, la causa de Jesús no coincida con la causa del grupo de los doce, es un toque de atención para los cristianos de todos los tiempos. Jesús no es monopolio de nadie. Todo el que está a favor del hombre está con Jesús. Todo el que trabaja por la justicia, por la paz, por la libertad, es cristiano. Nada de lo que hace a los hombres más humanos es ajeno a un seguidor de Jesús. Es inquietante que todas las grandes religiones monoteístas hayan sido y siguen siendo causa de las mayores divisiones y guerras.

Meditación

Aunque alguien se empeñe en estar en contra nuestra,
nosotros nunca debemos estar contra nadie.
Mi actitud no debe depender de la actitud el otro
Si aún me cuesta aceptar al otro tal cual es,
es señal de que aún no he comprendido el evangelio.
Estoy esperando que cambie él para sentirme yo bien.
¿Puedo imaginarme que Dios hiciera conmigo lo mismo?

Fray Marcos

Fuente Fe Adulta

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Universalidad del Evangelio.

Domingo, 30 de septiembre de 2018
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circonstance_vie“Prefiero contemplar la naturaleza, y esta contemplación permite acercarse a lo sagrado antes que dominarla” (Frédéric Lenoir)

30 de septiembre. Domingo XXVI del TO

Mc 9, 38-43. 45. 47-48

Jesús respondió: No se lo impidáis. Aquel que haga un milagro en mi nombre no puede luego hablar mal de mí 

La Biblia de nuestro pueblo hace esta consideración: “La universalidad del Evangelio no se refiere sólo a los destinatarios, sino también a los agentes. Los discípulos de Jesús deberíamos incluso propiciar alianzas o proyectos comunes con quienes, siendo de otras religiones o con quienes no profesan ninguna, dedican su vida al servicio de la Humanidad. Hacer el bien es un evangelio universal”. Un bien y una competencia de todos los cristianos.

Tanto la figura de Jesús como su doctrina tienen mucho que ver con el carácter universal del Evangelio, en el sentido de que su misión es para todos los seres humanos sin distinción. En su primera carta a Timoteo dice que Dios quiere “que todos los hombres se salven” (1 Ti 2, 4). Y que también desea “que el universo, lo celeste y lo terrestre, alcancen su unidad en el Mesías”. El visionario de Patmos escuchó el canto de los veinticuatro Ancianos que con sus cítaras y copas de oro llenas de perfume cantaban un Cántico nuevo al Cordero: “con tu sangre compraste para Dios hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación”. Universalidades vinculadas ambas a la esencia del Evangelio. No hacerlo es renunciar al compromiso de servicio de la Humanidad entera.

El primer principio es la formulación cristológica del Sermón de la Montaña. Jesús encarna la espiritualidad común a todas las religiones. Toda religión entiende la vida santa como libertad frente a las necesidades. En esto, un discípulo de Cristo es también “discípulo ” de Buda, y viceversa. Como ésta es una espiritualidad universal, se sigue que cualquier rama del cristianismo que no se la apropie deja de ser una vía de salvación o religión universal y, a fortiori, la religión de Cristo.

En su obra El poder de la alegría, Frédéric Lenoir escribe esta consideración: “El amor no se limita a la relación con el prójimo. El vínculo de comunión no se limita a las relaciones interpersonales. Los griegos se referían a la idea de “aceptar el mundo” de manera armoniosa. No ir a destiempo. Inscribirse en el círculo de la vida. Participar en la sinfonía, sin ser el instrumento disonante. Aceptar el mundo es entrar en consonancia con los que nos son próximos, con la ciudad, con la naturaleza, con el cosmos. Es negarse a destruir y saquear el planeta, el mantener unas relaciones respetuosas con todos los seres sensibles”.

Un cristianismo que haya renunciado a la predicación y la práctica de las bienaventuranzas como ideal utópico no será un cristianismo profético y estará fuera de lugar. Ésta es la crisis de significado o la falta de orientación de las que hoy nos lamentamos la mayoría de nosotros. En realidad, el italiano Francisco de Asís (1182-1226), santo, diácono y fundador de la Orden Franciscana, el Maestro Eckhart Hochheim (1260-1328), dominico alemán, teólogo y místico, Thomas Merton (1915-1968), monje trapense, poeta y místico y Bede Griffithts (1906-1993), monje y místico benedictino que vivió en el sur de la India, etc. etc. etc, son extraños hoy para la mayoría de los cristianos. Y, sin embargo, todos ellos fueron auténticos cristianos universales, capaces de proclamar la Buena Nueva para toda persona en el mundo que tiene sed del Agua de la Vida. Jesús no tiene inconveniente en hablar con la mujer samaritana, pecadora y no judía, y compartir con ella su agua viva.

“Prefiero contemplar la naturaleza, y esta contemplación permite acercarse a lo sagrado antes que dominarla”, dice Frédéric Lenoir, dándonos a entender que lo trascendental es estar más allá de las propias creencias y doctrinas. Y Jesús replica a los discípulos, que negaban la potestad taumatúrgica a un exorcista anónimo que no era de los suyos diciéndoles: “No se lo impidáis. Aquel que haga un milagro en mi nombre no puede luego hablar mal de mí. (Mc 9, 39).

“Quien beba del agua que yo le daré no tendrá sed jamás” (Jn 4, 14)

TRAVELLING

Vino sonoro y silencioso al mundo
guiado por la brújula del Viento,
con alpargatas líricas de esparto,
con estruendosas voces y silencios.

Sembraba música de flor y amores
en el paisaje de los Evangelios. 

(EVANGÉLICO CUARTETO.
Ediciones Feadulta)

Vicente Martínez

 Fuente Fe Adulta

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¡Ni tú… ni vosotros!

Domingo, 30 de septiembre de 2018
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cn26tn-bbEn el Antiguo Testamento ya tenían problemas por la mala comprensión que tiene el ser humano para mirar a los otros como iguales. Diría que es casi una enfermedad endémica a través de los siglos: cuando nos vemos reunidos en grupo, con un nombre, siempre el mismo, “yo-nosotros”, y miramos hacia fuera y vemos al “tú-vosotros” como algo ajeno.

Es una patología que parece venir inscrita en el ADN humano, girando en algún gen loco que se resiste a reinventarse.

Ahí tenemos a Moisés reprendiendo a Josué, su mano derecha, que se siente potente como para inducir a su jefe a gestionar quien puede o no profetizar. La actitud de apropiarse de lo que el Espíritu da gratis a quien quiere, hace clamar a Moisés: “¡Ojalá todo el pueblo del Señor recibiera el espíritu del Seños y profetizara!”.(Núm 11, 25-29)

También Jesús tuvo que lidiar con el mismo tema en la versión de hacer el bien al prójimo: “Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu nombre, pero, como no viene con nosotros, hemos tratado de impedírselo”. Era Juan, el discípulo que tuvo que recostarse en el pecho de Jesús para saber cómo latía su corazón y aprender que late por quien hace el bien, le conozca o no. Y late también por quien no lo hace pero, con paciencia infinita e incalculable, espera que antes o después se una a los que ponen el Amor en el primer puesto de prioridades.

Imagino la mirada de Jesús y un cierto aire cansino en su voz: “No se lo impidáis…”. Sus radicales palabras nos previenen de lo que sería mejor para quienes en algún momento podamos sentirnos como propietarios, gestores o administradores de lo que el Espíritu quiere hacer en la vida de cada persona.

No olvidemos aquello de que “el viento sopla donde quiere, y oyes su rumor, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así es todo el que nace del Espíritu”. Lo escribe Juan, ya maduro en la vida del Espíritu, cuando escribe su evangelio (Jn 3, 8). Entendió desde el corazón el mensaje de Jesús. Lo hizo suyo y nos lo dejo bien escrito, inspirado por el Espíritu para que otros nazcan al Espíritu.

Revisemos, personal y comunitariamente, no demos todo por hecho. ¿A quiénes considero de los nuestros? ¿A quiénes digo: ni tú… ni vosotros sois de los nuestros? ¿A quién dejo fuera? ¿A quiénes encierro en estereotipos o en guetos?

Más aún. ¿Qué hago con mi mano, con mi pie y con mi ojo? ¿Escandalizo al que se me acerca apartándole de un manotazo o dándole un puntapié? ¿Le echo una mirada de esas que invisibilizan o matan?

No dijo Jesús nada de la boca, pero mejor callar y entrar sin lengua en el Reino de Dios antes que soltar dardos en forma de palabras contra quienes no considero “de los míos”.

Cuando tengamos dudas sobre lo imprevisible e impredecible del movimiento del Espíritu, volvamos al centro, al corazón de Pentecostés. Nos remite a los tiempos antiguos indicando que ya se habló de ello con profética visión de futuro: “Derramaré mi Espíritu sobre todo mortal y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas; vuestros jóvenes verán visiones y vuestros ancianos soñarán sueños. Y también sobre mis siervos y sobre mis siervas derramaré mi Espíritu…”. (Hch 2, 17-18). Me ha refrescado ver que no hace distingos: hijos e hijas, jóvenes y ancianos; siervos y siervas.

Escuchemos al Espíritu que nos dice: “Tened paz unos con otros” (Mc 9, 50).

Mari Paz López Santos

Fuente Fe Adulta

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Buenos y malos hay en todas partes.

Domingo, 30 de septiembre de 2018
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cristo-cerezo-720_560x280Del blog de Tomás Muro La Verdad es libre:

BUENOS Y MALOS HAY EN TODAS PARTES.

Personas honradas, buenas y otras que no lo son las ha habido y las hay en todo grupo humano, ideología, en todas las religiones e iglesias.

Personas que intentan expulsar los demonios del paro, de la droga, del racismo, de la injusticia, del totalitarismo, etc. las hay también dentro y fuera de la Iglesia.

Sin embargo ya desde el comienzo, desde los primeros discípulos, hay personas religiosas a las que les molesta que gente que no pertenece a la Iglesia, expulse demonios: hemos visto a uno que echaba demonios en tu nombre, y se lo hemos querido impedir, porque no es de los nuestros.

Uno que no era de los nuestros, es decir uno que no pertenecía al mundo religioso, también había expulsado algún diablo: alguna corrupción, algún abuso de poder, había trabajado contra la droga, el paro, etc.

El texto es claramente eclesial. Ya en el grupo de Jesús y en la comunidad naciente comienzan los eternos líos de que estos “son de los nuestros”, los otros no, estos son de los “oficiales y seguros” del partido y estos otros de la Teología de la Liberación y medio herejes. Estos son comunistas y estos otros de la Iglesia. Estos son católicos y aquellos ortodoxos o de otras religiones.

La Iglesia es una comunidad abierta a todos.

El pluralismo y la diversidad, la libertad y la apertura de mente son también cristianas.

Los no creyentes, los que no militan en la Iglesia también pueden ser -son- “buena gente” que tratan de hacer el bien.

02. ¿DENTRO O FUERA DE LA IGLESIA?

15345579293_2c71259d7aMuchos cristianos nos sentimos cercanos a JesuCristo, creemos en Él, al menos intentamos vivir y seguir al Señor. Pero al mismo tiempo, vivimos en tensión y distanciados de determinadas instituciones y personas eclesiásticas.

Jesús se opone a la mentalidad de “ghetto”, de cerrazón. Ya desde el comienzo de la Iglesia se dio el fanatismo, el fundamentalismo, la intransigencia. Hoy también en nuestra iglesia hay grupos y tendencias intransigentes, sectarios, que además se creen los puros, los auténticos y la élite de la iglesia. Son grupos combativos con todos los que no piensan y viven como ellos. (El fanático -puesto que no piensa, no tiene razón-, embiste, topa).

Jesús no quiere entre sus discípulos gente cerrada, intolerante y mucho menos, gente excluyente, que se considere con el monopolio de la verdad y los demás, además son malos.

Para Jesús todo el que hace el bien, todo el que libera a las gentes de opresiones y sufrimientos, esté en el grupo que esté, sea de la religión que sea, sea de la tendencia teológica que sea y tenga las creencias que tenga, merece respeto y nuestra acogida, sin más.
El evangelio de Jesús no es una religión excluyente, acoge a toda persona que busca el bien, sea de la ideología que sea.

“Se trata de ser capaces de percibir el Reino fuera de la Iglesia, en los que luchan incluso contra ella, fuera de mi pequeño círculo de identidad particular. ¡Somos tan propensos a crear partidos y a excluir a los otros dentro de la misma Iglesia!”. (Javier Garrido).

03. SER CREYENTE.

No es lo mismo ser creyente, tener fe, que ser bueno.

No es lo mismo fe que moral

Ser creyente, tener fe es confiar, fiarse de Dios y confiar en Él y en la vida. Ser cristiano ese vivir serenamente en la bondad de Dios, confiar en la bondad de Dios.

Como consecuencia trataremos, intentaremos vivir lo más honestamente posible, pero sin hacernos muchas ilusiones de que lo “vayamos a hacerlo bien”.

Sigamos a S Felipe de Neri, que decía a los suyos: sed buenos, si podéis. La historia de la humanidad, la historia de la salvación y la historia de la Iglesia están llenas de grandes pecadores: desde Adán y Eva, el rey David, Magdalena, Pedro, etc. fueron grandes creyentes y grandes pecadores.

Podemos ser profundamente pecadores y profundamente creyentes. Precisamente quien es consciente de su pecado, puede llegar a ser gran creyente. En el fondo esta es la experiencia de Lutero, de todo el mundo protestante, que es una gran tradición cristiana.

04. LO DECISIVO ES EL REINO.

Lo decisivo no es “mi grupo”, ni mi “ghetto eclesiástico”, ni mi ideología, ni tan siquiera las iglesias, lo decisivo es el “Reino de Dios para todo ser humano”: reino de justicia, de amor y paz.

En el seno de la Iglesia hay salvación, hay carismas, gentes honestas, sacerdotes honestos y honrados, padres y madres creyentes, misioneros, tareas de Cáritas, catequistas, voluntarios, vida contemplativa, publicanos y “zaqueos”, “hijos pródigos” y “magdalenas”.

Las “plantillas” de la iglesia y del Reino de Dios no coinciden. No es lo mismo la Iglesia que el Reino de Dios. El Reino de Dios es infinitamente más amplio y hermoso que lo eclesiástico. La instancia crítica y última no es la Iglesia, sino el Reino.

Y fuera de los “límites jurídicos” de lo eclesiástico, también hay Iglesia y salvación.

Santo Tomás decía que, la verdad, la diga quien la diga, viene del Espíritu Santo, viene de Dios. Jesús dijo lo mismo de otra manera del bien: el bien, lo haga quien lo haga, viene de Dios.

El humanismo del Evangelio termina por acoger a todos.

Fuera de la salvación, no hay Iglesia.

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Cada Amigo es único

Viernes, 6 de mayo de 2016
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Del blog de Henri Nouwen:
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 *

 “No hay dos amigos iguales. Cada uno tiene su propio regalo para nosotros. Si esperamos que un amigo esté en posesión de todo cuanto necesitamos, seremos siempre hipercríticos y no estaremos nunca satisfechos de lo que se tiene.

Un amigo puede ofrecernos afecto, otro proporcionarnos estímulos intelectuales, un tercero, fortalecer nuestra alma. Cuanto más capaces seamos de recibir las distintas dádivas que cada amigo tiene para darnos, más capaces seremos nosotros de ofrecerles la nuestra propia, única, pero limitada.

Así, las amistades pueden crear un bello tapiz de amor.”

*

Henri Nouwen

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“Son amigos, no adversarios”. 26 Tiempo Ordinario – B (Marcos 9,38-43.45.47-48)

Domingo, 27 de septiembre de 2015
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26-852862-300x190A pesar de los esfuerzos de Jesús por enseñarles a vivir como él, al servicio del reino de Dios, haciendo la vida de las personas más humana, más digna y dichosa, los discípulos no terminan de entender el Espíritu que lo anima, su amor grande a los más necesitados y la orientación profunda de su vida.

El relato de Marcos es muy iluminador. Los discípulos informan a Jesús de un hecho que les ha molestado mucho. Han visto a un desconocido «expulsando demonios». Está actuando «en nombre de Jesús» y en su misma línea: se dedica a liberar a las personas del mal que les impide vivir de manera humana y en paz. Sin embargo, a los discípulos no les gusta su trabajo liberador. No piensan en la alegría de los que son curados por aquel hombre. Su actuación les parece una intrusión que hay que cortar.

Le exponen a Jesús su reacción: «Se lo hemos querido impedir porque no es de los nuestros». Aquel extraño no debe seguir curando porque no es miembro del grupo. No les preocupa la salud de la gente, sino su prestigio de grupo. Pretenden monopolizar la acción salvadora de Jesús: nadie debe curar en su nombre si no se adhiere al grupo.

Jesús reprueba la actitud de sus discípulos y se coloca en una lógica radicalmente diferente. Él ve las cosas de otra manera. Lo primero y más importante no es el crecimiento de aquel pequeño grupo, sino que la salvación de Dios llegue a todo ser humano, incluso por medio de personas que no pertenecen al grupo: «el que no está contra nosotros, está a favor nuestro». El que hace presente en el mundo la fuerza curadora y liberadora de Jesús está a favor de su grupo.

Jesús rechaza la postura sectaria y excluyente de sus discípulos que solo piensan en su prestigio y crecimiento, y adopta una actitud abierta e inclusiva donde lo primero es liberar al ser humano de aquello que lo destruye y hace desdichado. Este es el Espíritu que ha de animar siempre a sus verdaderos seguidores.

Fuera de la Iglesia católica, hay en el mundo un número incontable de hombres y mujeres que hacen el bien y viven trabajando por una humanidad más digna, más justa y más liberada. En ellos está vivo el Espíritu de Jesús. Hemos de sentirlos como amigos y aliados, nunca como adversarios. No están contra nosotros pues están a favor del ser humano, como estaba Jesús.

José Antonio Pagola

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“El que no está contra nosotros está a favor nuestro”. Domingo 27 de septiembre de 2015. Domingo 26º de tiempo ordinario

Domingo, 27 de septiembre de 2015
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53-OrdinarioB26 cerezoDe Koinonia:

Números 11, 25-29: ¿Estás celoso de mí? ¡Ojalá todo el pueblo fuera profeta!
Salmo responsorial: 18: Los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón.
Santiago 5, 1-6: Vuestra riqueza está corrompida.
Marcos 9, 38-43. 45. 47-48: El que no está contra nosotros está a favor nuestro. Si tu mano te hace caer, córtatela

Una clave de comprensión para las lecturas de este domingo: «Nadie puede ser excluido del servicio que se realiza en nombre de Dios».

En medio de las tradiciones del pueblo israelita por el desierto, el libro de los Números nos presenta el relato del «reparto» del espíritu de Moisés, entre setenta miembros del pueblo. La intención es que Moisés no tenga que llevar la carga solo. Con esta decisión de Yavé, la responsabilidad queda repartida: cada uno de quienes han recibido «parte» del espíritu que estaba en Moisés debería ser profeta en el pueblo. Ahora bien, tendríamos que atenernos al contexto para intuir qué características implicaba la tarea de estos personajes.

El capítulo 11 del libro de los Números nos da cuenta de las etapas de la marcha por el desierto; la narración se centra en una dificultad que tiene el pueblo: llevan varios meses comiendo maná y ya se encuentran hastiados: «tenemos el alma seca» (v. 6), «no vemos más que maná» (v. 6b), y con esto viene la tentación de añorar el tiempo de abundancia de comida en Egipto. Por aquí podemos intuir la grave dificultad en que se halla Moisés, ¿cómo hacer para que el pueblo no siga pensando en Egipto? El desierto es el gran desafío. Detrás está Egipto, con su abundancia, pero también con su esclavitud. Hacia delante está la promesa de una tierra, una libertad, una vida digna, pero que hay que conquistar a precio de privaciones, sacrificios, esfuerzos.

El relato causa admiración porque Yavé monta en cólera… Es un recurso literario para introducir la preocupación de Moisés, que se expresa en una bella oración de intercesión por el pueblo. La solución que plantea Yavé es la adecuada: reunir setenta representantes del pueblo para repartir entre ellos el espíritu que estaba en Moisés; de esa manera la dirección, orientación y concientización del pueblo sería obligación de muchos y no sólo de Moisés.

El espíritu que se dona a todas estas personas viene a ser, entonces, profético; es decir, está en función de profetizar. Hay que asumir que esta actividad profética está orientada a ayudar al pueblo a tomar más y más conciencia del plan de Dios con ellos, a entender lo que hay realmente detrás: Egipto y su abundancia de comida pero con su esclavitud que es lo contrario al plan divino, y lo que está por delante: un desierto inevitable, desafiante, mortal, pero al fin y al cabo, un medio que es necesario asumir para poder llegar a la tierra de la libertad, tierra de promisión. A cualquier persona del pueblo que, entendiendo las cosas así, «catequizara» a sus hermanos en este sentido había que verlo como profeta «autorizado» no porque hubiera estado necesariamente en la tienda del encuentro, sino por estar en comunión con el ideal de Yavé.

Ese parece ser el caso de Eldad y Medad. Ellos no estuvieron en el momento del reparto del espíritu y sin embargo estaban profetizando. Viene la reacción de Josué, el mismo que más tarde se encargará de guiar a su pueblo en los trabajos de conquista y ocupación de la tierra prometida. Josué no entiende todavía que todo el que influya de manera positiva en la conciencia del ser hermano, debe ser considerado profeta, y por eso aconseja a Moisés que lo prohíba (v. 28). Por su parte, Moisés ha captado muy bien que en el trabajo de liberación del pueblo, todos y todas tienen una gran tarea, y responde a Josué con palabras aparentemente duras, pero que en definitiva buscan también abrir la conciencia de su ayudante: «ojalá todo el pueblo fuera profeta» (v. 29); ojalá cada uno asumiera con verdadero empeño la tarea de concientizarse y concientizar a su semejante, a su prójimo, ¿no es eso justamente lo que Dios quiere y espera? A Josué pues, no le preocupaba mucho la necesidad de que cada miembro del pueblo tuviera una conciencia bien formada para continuar hacia adelante por el desierto; le preocupaba más defender lo «oficial», lo «autorizado» por Dios en la tienda del encuentro, es decir lo «instituido», la defensa de «los derechos de Dios».

En la misma línea, nos presenta el evangelio de Marcos para este domingo, una situación semejante con los discípulos de Jesús. Apenas transmitida por Jesús la lección sobre quién es el mayor (Mc 9,33-37), se produce un incidente que tiene que ver con la exclusividad de los miembros del grupo seguidor de Jesús. Juan le cuenta a Jesús que le han impedido a un hombre expulsar demonios en su nombre porque no se trataba de uno de los miembros del grupo (v. 38). No hay una pregunta, cómo hacer en casos semejantes, qué posición asumir, etc. La respuesta de Jesús es sabia, «nadie que obre un milagro en mi nombre puede después hablar mal de mí» (v. 39), y «el que no está contra nosotros, está con nosotros». En la tarea de construcción del reino nadie tiene la exclusiva. Tal vez los discípulos no tenían claro o no recordaban que su pertenencia al grupo de Jesús fue un don de pura gratuidad; ninguno de ellos presentó ante Jesús un concurso de méritos para ser elegido; fue Jesús quien se presentó ante ellos, se les atravesó a cada uno por su camino y los llamó, aun a sabiendas de que no eran ni los mejores ni lo más representativo de su sociedad. En ese sentido también otros y otras pueden seguir siendo llamados. En cada hombre y en cada mujer Dios ha sembrado las semillas del bien; cómo y cuándo esas semillas comienzan a germinar y dar frutos, eso es decisión de cada uno. A veces nos parecemos a Juan y al resto de discípulos, nos ponemos celosos de quienes sin pertenecer a la institución hacen obras mejores que las nuestras. Y sale inevitablemente la frase: «pero ése o ésa es de tal o cual religión, o de tal o cual grupo…». Anteponemos a la vocación universal de hacer el bien y a la práctica del amor, unos intereses mezquinos y unos criterios de autoridad y de exclusividad absolutamente rechazados por Jesús (cf. Mc 9,39)

El diálogo de Jesús con sus discípulos refleja la situación de la comunidad para la cual Marcos escribe su evangelio. Una comunidad quizás muy consciente de lo que eran las exclusiones, pero al mismo tiempo en peligro de ser exclusivista, con una excusa quizás aparentemente sana: «ser o no ser de los nuestros», «ser o no ser del camino», «estar o no estar en el proceso…», y en fin otras talanqueras que pretendidamente intentan justificarse con la excusa de defender la «pureza» de la fe o del «credo» o del «orden» o, en definitiva, de «defender los derechos» de Dios.

Pues bien, cuando se cae en el extremo de «defender» a Dios, o los «derechos» de Dios, lo que se logra en definitiva es minimizar a Dios, ponerlo en ridículo ante el mundo, y la consecuencia más inmediata, la que previó Jesús y quizás la que ya se veía en la primera comunidad, era la del escándalo a los más pequeños. A Jesús le preocupan los «pequeños», no sólo los menores de edad, sino los que apenas empiezan a intuir la dinámica del reino con la subsiguiente imagen de Dios que él propone.

Con todo, a través de los siglos, los peligros de la comunidad primitiva se convierten en hechos reales: cuántos creyentes promotores del bien, de la justicia y de la paz excluidos o en entredicho sólo porque «no eran de los nuestros», cuántos Josués y Juanes empeñados todavía en «defender» una pretendida exclusividad que, por supuesto, nadie posee, con lo cual lo único que logran es escandalizar cada vez más a muchos, haciéndoles creer que Dios es tan pequeño, que puede reducirse a los estrechos límites de un grupo o de una institución, aunque sus adeptos se cuenten por millares.

Si logramos tomar conciencia de que Dios es más grande que un grupo o una institución y que en ningún momento nuestra vocación es la de defender unos supuestos derechos de Dios, sino simplemente servir, ponernos en función de construir el Reino con y desde las múltiples posibilidades que ello implica dada la insondable riqueza del mismo espíritu, entonces jamás se nos ocurrirá pensar si éste o aquél es o no es «de los nuestros», sino mejor… ¡como cooperar más y mejor con aquél o aquélla que tan bien están luchando por construir aquí el Reino! Leer más…

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Dom 27.9.15. No impidáis al exorcista: Cosas buenas fuera de la Iglesia

Domingo, 27 de septiembre de 2015
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simone-weil2Simone Weil, fascinada por Cristo,hermana de los sufrientes… nunca fue bautizada.

Del blog de Xabier Pikaza:

Dom 26 del tiempo ordinario. Ciclo B. Éste es el domingo del exorcista “no comunitario”, es decir, que no forma parte de la Iglesia “oficial”.

¿Qué pasa con un hombre que hace cosas buenas en nombre de Jesús, o siguiendo su ejemplo, pero no forma parte de la iglesia organizada, es decir de la Comunidad Zebedea?

Juan Zebedeo, uno de los primeros jerarcas de la iglesia, se lo impide: No quiere que utilicen el nombre de Jesús, pues le parece propiedad de su Iglesia.Se pone así a mandar en la Iglesia, decidiendo por su cuenta lo que se puede hacer y no hacer en nombre de Jesús (y quiénes pueden hacerlo)

Pero Jesús,se opone a Juan: quiere que los “exorcistas”, es decir, los que liberan y ayudan a los otros, puedan “utilizar” su nombre, aunque no forman parte de su iglesia externa. Jesús no quiere tener el monopolio del evangelio, ni de las obras buenas. Lo que importa es que se haga el bien, no que triunfe en lo externo el grupo de Jesús

Ésta postal se dividirá en dos parte.

En la primera comento sencillamente el texto del evangelio (la primera parte, que es importante por sí misma, no todo el evangelio de este domingo).

En la segunda me refiero a las frases de la imagen que se atribuyen al Papa Francisco (en la línea de este evangelio), aunque posiblemente no son propias de él. Buen fin de semana a todos.

1. UN EXORCISTA QUE NO FORMA PARTE DE LA IGLESIA DE JUAN

Evangelio: Marcos 9, 38-43.45.47-48.

En aquel tiempo, dijo Juan a Jesús: “Maestro, hemos visto a uno que echaba demonios en tu nombre, y se lo hemos querido impedir, porque no es de los nuestros”.
Jesús respondió: “No se lo impidáis, porque uno que hace milagros en mi nombre no puede luego hablar mal de mí. El que no está contra nosotros está a favor nuestro.

El riesgo de la iglesia zebedea

Losenviados deben realizar su misma obra, expulsando a los demonios y curando a los enfermos (cf. Mc 3, 14-15; 6, 6b-13). Es normal que se organicen, para realizar mejor esa tarea. Pues bien, muy pronto, algunos de ellos, quieren “tomar el poder” e imponer sus condiciones, impidiendo que “los de fuera del grupo” apelen al nombre de Jesús cuando hacen obras buenas. Ésta es la actitud de Juan, uno de los dos zebedeos, que intentarán tomar el poder dentro de la iglesia (cf. Mc 10, 35-45). Por eso hablamos ya aquí del riesgo de la iglesia zebedea.

Juan busca el control eclesial del nombre de Jesús, que aparece así como algo propio (nuestro y de aquellos que nos siguen: akolouthein hêmin). No le parece mal que existan otros exorcistas y que actúen y hagann obras buenas. Pero quiere que no apelen al nombre de Jesús, pues ese nombre le parece propiedad de la iglesia zebedea. A su juicio, sólo los que “fichan” en la iglesia pueden llamarse “cistianos” y empler el nombre de Jesús.

Los de Juan quieren ser iglesia oficial. Humanamente, parace que tiene razón. Es como si los cristinos de la iglesia oficial hubieran inscrito el nombre de Jesús en un tipo de registro de propiedad: sólo ellos poseen el derecho de llamarse los del Cristo (cf. 10, 41). Quieren controlar el evangelio y por eso reaccionan con fuerza, quizá con violencia, oponiéndose al exorcista ajeno (¡le impiden que actúa como representante de Jesús, le excomulgan: ¡se los hemos impedido: ekôlyomen auton!). De esa forma inician un camino de imposición y exclusivismo cristiano que ha sido normal en largos trechos de historia cristiana, una iglesia que quiere la exclusiva de Jesús, quizá por pureza (¡sólo nosotros lo hacemos bien!), quizá por egoísmo (¡este camino es nuestro!). )No tendrá razón? )Para qué sirve si Jesús cura a los posesos fuera de ella?

Muchos siguen dando la razón a Juan Zebedro, y así ponen de relieve estos estos aspectos de la Iglesia:

— los cristianos forman un grupo que tiene identidad social (es importante ser del grupo, seguir a los jefes); propiedad sobre el Nombre (ser de Jesús, el Cristo);

— los cristianos tienen una obra propia, que nadie más pueda realizar de manera que se constituyen como un grupo cerrado, con una obra exclusiva, que sólo ellos controlan;

— todos los que quieren ser cristianos tienen que someterse a los poderes y las autoridades oficiales.

Respuesta de Jésús

Pues bien, en contra de eso, Jesús no ha creado un grupo de control, no quiere el triunfo de “su” iglesia, en clave de poder o imposición interna. Es profeta de gracia universal, no rabino de escuela cerrada, nombre sagrado de un grupito de iniciados que desean adquirir dominio con gestos milagrosos. Así responde a los jerarcas zebedeos:

a: Principio general: ¡No se lo impidáis, no impidáis al exorcista! (9, 39a). Los discípulos no pueden controlar a Jesús, emplear la fuerza para asegurar el evangelio. Así lo exige elcamino de pasión; no es Jesús quien hace, le hacen; no es él quien impone y exige, le imponen.

b: Razón 1ª: Pues nadie que haga un milagro en mi nombre… (9, 39b). El “nombre” de Jesús (su mensaje fundante, su fama) es mayor que la iglesia. Por eso es bueno que se extienda, que ayude a los humanos a cambiar y curarse. No es Jesús quien se pone al servicio de la iglesia sino al contrario: la iglesia ha de ponerse al servicio del nombre, es decir, la acción liberadora de Jesús.

c: Razón 2ª: Pues quien no esté contra nosotros estará con nosotros (9, 40). Jesús aparece vinculado a sus discípulos, formando con ellos un mismo nosotros donde se incluyen aquellos que actúan en su nombre, aunque no formen parte oficial de la iglesia. Frente a las luchas intracristianas por cuestión de exclusivas, privilegios y controles de ortodoxia jerarquizante (social), ha elevado aquí Jesús el principio de unificación suprema: lo que vincula a sus creyentes es la obra mesiánica de liberación que realizan no algún tipo de poder de grupo.

a’: Ampliación: Pues quien os dé a beber un vaso de agua en nombre (en onomati) de que sois del Cristo, en verdad os digo que no quedará sin recompensa (9, 41). En este contexto recuerda Jesús a los suyos su nombre verdadero: khristou (=del Cristo, cristianos). Pero ello no les da poder para imponerse sino todo lo contrario: les hace servidores de los otros (como ha dicho 9, 35), poniéndoles en manos de quienes les acojan o rechacen (como en 6, 6b-13).

Aplicación. Una iglesia no zebedea

Los verdaderos seguidores de Jesús no son “cristianos” (es decir, del Cristo), para así imponerse sobre los demás desde el propio grupos sino para ayudar siempre a los demás, sin formar un grupo cerrado, sin querer controlar el nombre de Jesús. Ellos han de querer que el evangelio se extienda, por encima de las fronteras del propio grupo; por eso, deben alegrarse de que haya otros que apelen al nombre de Jesús, de otras maneras, sin formar parte del grupo, siempre que lo hagan para bien de los pobres y enfermos.

En este contexto se ha iniciado la primera disputa de poder dentro de la iglesia. Los zebedeos han reaccionado como grupo amenazado. Lógicamente, desean controlar: necesitan que la iglesia sea estructura de dominio (como cierto judaísmo), con poder sobre los bienes mesiánicos. Jesús, en cambio, deja que loa “cristianos no eclesiásticos” (que no forman parte de la iglesia oficial) utilicen su nombre: no les controla, ni quiere que su grupo se convierta en familia exclusivista de influjos y poderes, al servicio de sí misma. Así sacude el miedo de los cristianos, haciéndoles iglesia abierta, vinculada por gracia y entrega de la vida al servicio de los “endemoniados” (de los pobres), no por dominio espiritual o control sobre los bienes mesiánicos.

Ciertamente, la iglesia zebedea es mediadora de salvación (realiza exorcismos en nombre de Jesus), pero sólo puede serlo si renuncia a ser única, es decir, si acepta el poder de salvación o/y competencia mesiánica de otros grupos cristianos. Es evidente que el exorcismo realizado fuera de ella es sacramento en el sentido fuerte de ese término: signo y presencia de la salvación de Dios.

Eso significa que Jesús está en la iglesia, pero no se encierra en ella. Por eso, sus discípulos deben renunciar a toda competencia y a todo dominio sobre el evangelio: son de Cristo (khristou, es decir cristianos), allí donde quedan, como pobres de los pobres, en manos de aquellos que les puedan dar (o negar) un vaso de agua. Eso es ser de Cristo: estar como necesitado en manos de los otros, pero ofreciéndoles desde esa misma necesidad la gracia de la transformación mesiánica (cf. 6, 6-12). A los zebedeos les importaba su poder dentro de la iglesia, a Jesús el bien de los posesos

NO ES NECESARIO CREER EN DIOS PARA SER BUENA PERSONA…

Las palabras de la imagen del comienzo de esta postal se atribuyen al Papa Francisco, y recogen sin duda elementos de su magisterio; puede haberlas dicho en diversos contextos, y de algún modo recogen aspectos de su Magisterio. Pero tomadas en sí mismas (por lo que yo sé, tras haber hecho un rastreo importante, aunque no exhaustivo de su enseñanza) no son de Francisco, sino que han sido creadas por alguien que quiere hablar en su nombre.

Tienen un sentido, se pueden asumir en parte desde el evangelio, pero no me parece justo atribuírselas sin más al Papa.

Me las han mandado algunos amigos, las conozco hace algún tiempo, pero sólo he querido referirme hoy a ellas, porque tienen cierta semejanza con el mensaje del evangelio de este domingo: Jesús alaba a un “exorcista no comunitario”, a un hombre que no forma parte de la Iglesia Zebedea, y que hace cosas buenas (ayuda a los posesos), utilizando incluso su nombre. Vaya desde aquí un breve comentario a esas palabras:

“No es necesario creer en Dios para ser una buena persona”.

No sé si el Papa Francisco ha dicho algo así, pero es evidente que lo piensa y que podría haberlo dicho. Algo así he leído en una entrevista que le hicieron al Papa en algún diario (creo que en La Repubblica). Por otra parte, ésa es una doctrina de Pablo en la Carta a los Romanos y del mismo Concilio Vaticano II (Lumen Gentium).

Invirtiendo la sentencia, el mismo Jesús sabe y dice en el Evangelio de Mateo (cap. 23) que hay personas que apelan a Dios para hacer el mal, cosa que es bien sabida. De todas formas, una verdadera fe en Dios ayuda a ser buenas personas.

“En cierta forma, la idea tradicional de Dios no está actualizada”.

Ésta es una frase muy, muy ambigua ¿dónde no está bien actualizada? ¿En algunos manuales de teología? ¿En alguno sermones? En la mente de muchos amigos de discusiones de café que piensan que pueden opinar sin más de Dios sin tener una idea de lo que Dios implica.

Es evidente que hay una “idea tradicional” de Dios poco actualizada según el evangelio cristiano… y que Francisco quiero superarla, acudiendo a las bases del menaje de Jesús. Pero hay en las tradición cristiana visiones espléndidas de Dios, como la de Francisco de Asís o Juan de la Cruz. Nos toca a los cristianos actualizar la ideal del Dios cristianos, como dice de un modo impresionante en Vaticano II, en la Lumen Gentium sobre los ateos.

Mis dos últimos libros (Teodicea. Itinerarios del hombre a Dios y Trinidad. Itinerario de Dios al hombre) están dedicados a actualizar la idea de Dios, en sentido tradicional y actual.

“Uno puede ser espiritual pero no religioso”.

Esto no lo ha podido decir así el Papa, al menos no me suena como suya esta distinción de espiritualidad y religión…. Francisco va más en la línea de un evangelio social, comprometido… que de un espiritualismo separado de la religión y del compromiso social.

Esta oposición de espiritualidad y religión es algo que está muy de moda, por todas partes, de un modo muy ambiguo. Así se dice “sí a la espiritualidad y no a la religión”… Como si la espiritualidad fuera buena (un Buda difuso y mal conocido) y la religión mala (cosa de oscurantismos e inquisiciones).

Si la espiritualidad es buena y la religión es buena no hay problema… Pero hay una tendencia a una espiritualidad muy intimista, sin compromiso social, sin ética, sin justicia… y eso es simplemente malo, un engaño. Ciertamente, puede haber una religión impositiva, sin espiritualidad, sin libertad… Y eso es también malo.

Para entender lo que significa esa frase hay que precisarla… y distinguir bien los términos. Una espiritualidad sin “religión” (es decir, sin religación social) tiende a ser un engaño.

“No es necesario ir la Iglesia y dar dinero”.

Esta frase es una obviedad y una tontería… No se le puede atribuir al Papa Francisco… Para entenderla hay que situarse… Es evidente que no es necesario “ir” a una iglesia; lo que importa es “ser iglesia”, es decir, ser comunión… Ciertamente no es necesario dar dinero en el “cepillo” de la Iglesia (¿no habrá leído el autor de la frase lo que dice el evangelio de Marcos de la gente que da dinero por aparentar… y de la viuda que da su propia vida…?)

Ciertamente, no es preciso “dar” dinero en un tipo de cepillo de iglesia… Pero si no se comparte el dinero, es decir, si no se hace justicia, si no se tiene misericordia con los necesitados, no se puede hablar del Dios cristiano. En ese sentido “es necesario dar dinero”… ¿Habrá leído el autor de esta frase algo del evangelio de Lucas cuando habla de convertir el dinero en signo y medio de fraternidad?

“Para muchos, la naturaleza puede ser una Iglesia”.

Esto es evidente, Nadie mejor que Francisco ha destacado la relación entre la naturaleza y Dios, en su Encíclica sobre la Ecología. Ciertamente, la naturaleza es la primera iglesia…¡pero si esa es la doctrina primera que uno se topa en la Biblia, en Gen 1, donde el orden cósmico, luz y aguas, tierras y mares, estrellas y animales.. forman el primer templo de Dios. Por tanto, destacar así esta frase es una obviedad.

El problema está en que la naturaleza es iglesia para y por los hombres… La naturaleza es Iglesia cristiana cuando está al servicio del pan compartido (¡fruto de la tierra y del trabajo de los hombres!). Hay un nivel de encuentro fraterno, de pan compartido, de recuerdo de Jesús que forma parte de la fe en Dios para los cristianos. En esa línea, una naturaleza cerrada en sí misma no es la iglesia cristiana sin más.

“Algunas de las mejores personas de la historia no creían en Dios, mientras que muchos de los peores actos se hicieron en su nombre”.

No hay duda… Desde siempre se viene hablando en la iglesia católica de los “santos paganos”… y de las “semillas del Verbo” (es decir del germen de Dios) en los hombres antiguos, en los nos creyentes… Más aún, el evangelio de Mateo afirma que muchos que no han conocido a Dios expresamente han hecho el bien a los demás… mientras que otros muchos creyentes falsos no lo hecho. Éste es el ABC de todo el cristianismo (Mt 25, 31-46). Pero al lado de eso han de hacerse dos anotaciones:

1. Muchos ateos han hecho y hacen el mal. Hay una falta de respeto por lo divino que puede conducir y conduce no sólo a la impiedad sino a la destrucción humana (sin negar que hay ateos muy buenos…, por favor).

2. Y hay muchos teístas, creyentes en Dios, que son fieles a la vida, a la honradez, a la justicia, al amor.

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