¡Tengo tanto miedo de abrir mis puños cerrados! ¿Quién seré cuando ya no tenga nada a lo que aferrarme? ¿Quién seré cuando esté ante ti con las manos vacías? Ayúdame, por favor, a abrir poco a poco mis manos y a descubrir que no soy lo que tengo, sino lo que tú quieres darme. Y que lo que tú quieres darme es amor: amor incondicional y eterno.
Amén.
***
Henri Nouwen Con las manos abiertas. Editorial lumen. Argentina 2003
***
Aquel mismo domingo, por la tarde, estaban reunidos los discípulos en una casa con las puertas bien cerradas, por miedo a los judíos. Jesús se presentó en medio de ellos y les dijo:
– La paz esté con vosotros.
Y les mostró las manos y el costado. Los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor.
Jesús les dijo de nuevo:
– La paz esté con vosotros.
Y añadió:
– Como el Padre me envió a mí, así os envío yo a vosotros.
Sopló sobre ellos y les dijo:
– Recibid el Espíritu Santo.
A quienes les perdonéis los pecados, Dios se los perdonará; y a quienes se los retengáis, Dios se los retendrá.
Tomás, uno del grupo de los doce, a quien llamaban «El Mellizo», no estaba con ellos cuando se les apareció Jesús.
Le dijeron, pues, los demás discípulos:
– Hemos visto al Señor.
Tomás les contestó:
– Si no veo las señales dejadas en sus manos por los clavos y meto mi dedo en ellas, si no meto mi mano en la herida abierta en su costado, no lo creeré.
Ocho días después, se hallaban de nuevo reunidos en casa todos los discípulos de Jesús. Estaba también Tomás. Aunque las puertas estaban cerradas, Jesús se presentó en medio de ellos y les dijo:
– La paz esté con vosotros.
Después dijo a Tomás:
– Acerca tu dedo y comprueba mis manos; acerca tu mano y mótela en mi costado. Y no seas incrédulo, sino creyente.
Tomás contestó:
– ¡Señor mío y Dios mío!
Jesús le dijo:
– ¿Crees porque me has visto? Dichosos los que creen sin haber visto.
Jesús hizo en presencia de sus discípulos muchos más signos de los que han sido recogidos en este libro.
Éstos han sido escritos para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis en él vida eterna.
*
Juan 20,19-31
***
El mundo tiene una ardiente sed de la paz de Dios, anhela ver resplandecer el arco iris de la divina gracia después de la tempestad, pero no consigue liberarse de la agitación y de la inquietud, puesto que es un mundo caído al que se le ha infligido el destino inexorable de no conocer la paz. Si se me preguntara en qué consiste esa paz, sólo podría sugerir la imagen de algo que sea transitorio para proporcionar la idea de lo que es imperecedero. Conocéis la paz de un niño adormecido, también sabéis algo de la paz que experimenta un hombre en sí mismo cuando encuentra a la mujer amada, algo de la paz que encuentra el amigo cuando mira a los ojos del amigo fiel; conocéis algo de la paz que experimenta un niño en brazos de su madre, de la paz que reposa en ciertos rostros maduros en la hora de la muerte; de la paz del sol vespertino, de la noche que lo cubre todo y de las estrellas perennes; conocéis algo de la paz de aquel que murió en la cruz. Pues bien, tomad todo eso como signo caduco, como símbolo pobre de lo que puede ser la paz de Dios. Estar en paz significa saberse seguro, saberse amado, saberse custodiado; significa poder estar tranquilo, tranquilo del todo; estar en paz con un hombre significa poder construir firmemente sobre la fidelidad, significa saberse una sola cosa con él, saberse perdonados por él. La paz de Dios es la fidelidad de Dios a pesar de nuestra infidelidad.
En la paz de Dios nos sentimos seguros, protegidos y amados. Es cierto que no nos quita del todo nuestras preocupaciones, nuestras responsabilidades, nuestras inquietudes; pero por detrás de todas nuestras agitaciones y de todas nuestras preocupaciones se ha levantado el arco iris de la paz divina: sabemos que es él quien lleva nuestra vida, que ésta forma unidad con la vida eterna de Dios.
Que Dios haga de nosotros hombres de su paz incomparable, hombres que reposen en él, aun en medio del trastorno de las cosas del mundo, que esta paz purifique y serene nuestras almas y que algo de la pureza y de la luminosidad de la paz que Dios pone en nuestros corazones irradie en otras almas sin paz; que nos convirtamos el uno para el otro, el amigo para el amigo, el esposo para la esposa, la madre para el hijo, en portadores de esta paz que viene de Dios.
*
Dietrich Bonhoeffer,
Memoria y fidelidad,
Magnano 1995, pp. 146-149, passim.
Sostenme, Por favor, con tu silencio con Tupresencia, Con tuausencia.
Salgo a combatir.
Tú sabes,
El buen combate.
Contra mí mismo.
Contra mi dependencia,
Contra lo que me encadena,
Contra lo que me oprime.
Salgo a combatir.
Para estar libre y disponible.
Eres tú quien me has dado la fuera
Para ir al combate.
Tú eres un amigo extraordinario.
No sé si esperas, Pero me gustaría poder decir: No volveré Hasta que haya ganado.
No sé si voy a ganar. No sé.
Eres tan fuerte, tú.
A pesar de tu juventud.
Eres tan fuerte,
¿Me esperarás
¿Me esperarás?
Tienes tantas otras cosas
Que vivir.
Sin embargo, lo haré.
Me voy al combate.
Es por ti,
Es por mí.
Es por mí.
Es por tu causa,
Porque eres un amigo exigente.
Y aunque estés ausente
Cuando vuelva,
Tu presencia tan tenue es un regalo precioso.
Z – 11 mayo 2016
Fuente Foto : Blake Griffin, jugador americano de basket-ball.
***
En aquel tiempo, mucha gente acompañaba a Jesús; él se volvió y les dijo:
– “Si alguno se viene conmigo y no pospone a su padre y a su madre, y a su mujer y a sus hijos, y a sus hermanos y a sus hermanas, e incluso a sí mismo, no puede ser discípulo mío.
Quien no lleve su cruz detrás de mí no puede ser discípulo mío.
Así, ¿quién de vosotros, si quiere construir una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, a ver si tiene para terminarla?
No sea que, si echa los cimientos y no puede acabarla, se pongan a burlarse de él los que miran, diciendo: “Este hombre empezó a construir y no ha sido capaz de acabar.”
¿O qué rey, si va a dar la batalla a otro rey, no se sienta primero a deliberar si con diez mil hombres podrá salir al paso del que le ataca con veinte mil?
Y si no, cuando el otro está todavía lejos, envía legados para pedir condiciones de paz.
Lo mismo vosotros: el que no renuncia a todos sus bienes no puede ser discípulo mío.”
*
Lucas 14, 25-33
***
Jerusalén es para mí el lugar más bello y más querido del mundo. En Jerusalén está la capilla del Calvario, en la basílica del Santo Sepulcro. Algunos de vosotros ya habéis estado en ella, otros iréis ciertamente, antes o después. Subiendo una serie de escalones, se llega a una capilla donde hay un pequeño altar reservado a los monjes griegos, y allí podemos detenernos a orar. Bajo el altar se ve un orificio que pretende recordar el lugar donde fue clavado el leño de la cruz de Jesús. Delante, una gran tabla pictórica bizantina: Jesús en la Cruz, la Virgen María, el evangelista Juan, María Magdalena. He pasado en esa pequeña capilla muchísimas horas de mi vida y no me he cansado nunca de permanecer mucho tiempo, en oración silenciosa, sin conseguir decir nada especial. Estaba allí, y sentía que estaba en el centro del mundo, comprendí que el mundo se manifestaba en su verdad sólo si era mirado desde arriba de la cruz y con la mirada de Jesús.
Todavía ahora continúo con esta oración fundamental que es la contemplación de la cruz como significado y clave de toda la historia humana. No hay persona, no hay acontecimiento humano que no tenga su punto de referencia en la escucha contemplativa del mensaje de la cruz. Por consiguiente, le pido a Jesús esta gracia para cada uno de vosotros: que podáis contemplar, cada vez más, la luz que se desprende de su cruz, para referir a ella todas las realidades de vuestra vida y todas las realidades de la historia.
*
Carlo María Martini, Tú me sondeas y me conoces,
Editorial Verbo Divino 1995.
Cuando nos preguntamos honestamente cuáles personas son las más importantes y queridas en nuestras vidas, descubrimos a menudo que son aquellas que, en lugar de brindar consejos, soluciones o curas, eligen mejor compartir nuestro dolor y tocar nuestras heridas con mano tierna y cariñosa. El amigo que puede guardar silencio con nosotros en un momento de desesperación o confusión, que puede quedarse con nosotros a la hora de una pena y pérdida, que puede admitir no saber, no curar, no sanar y sin embargo encarar con nosotros la realidad de nuestras debilidades: ese es un verdadero amigo.
Tu presencia es un bálsamo en mi vida,
abre espacios,
Desplaza fronteras,
Y todo esto sin palabras.
Toco tu cuerpo
Y eres tú quien me tocas sin gestos.
Toco tu corazón
Y mi corazón se abrasa,
se expande, crece.
Escruto tu mirada
Y tus ojos me reenvían mis profundidades.
saboreo tu sonrisa
Y todavía la aumentas para mí.
Guauu,
Esta presencia, allí, de repente,
Entre nosotros, fuera de nosotros …
Guauu,
¿ Que haces, amigo mío,
Que haces?
¿Bienamado por Dios,
Pequeño enviado del cielo,
¿Cómo pues, eres tan sanador ?
Eres pascua,
aunque tus proyectos fracasen,
si mantienes la confianza en hombres y mujeres
y dejas a Dios ser Padre y Madre.
Eres pascua,
aunque tu vida parezca estéril,
si te sientes habitado por su presencia amiga
que misteriosamente te acompaña y salva.
Eres pascua,
aunque en nada destaques,
si bebes en sus manantiales
y te conformas con ser simplemente cauce.
Eres pascua,
aunque andes errante,
si compartes lo que eres y tienes
y despiertas alegría en otros caminantes.
Eres pascua,
aunque seas débil y torpe,
si escuchas su palabra serena y abierta
–”Soy yo, no temas”– y dejas que florezca.
Eres pascua,
aunque pidas pruebas para creer,
si besas las llagas que otros tienen
y esperas entre hermanos su presencia.
Eres pascua,
aunque tus manos estén vacías,
si te abres al otro, el que sea,
y le dejas que ponga tu corazón en ascuas.
Eres pascua,
aunque no lo creas,
aunque te rompas en mil pedazos,
aunque mueras en primavera…,
porque Él pasa y te libera.
Eres pascua,
aunque tengas las puertas y ventanas cerradas,
porque Él te ama y se hace presente
para abrirte a la vida y alegrarte.
*
Florentino Ulibarri
***
Aquel mismo domingo, por la tarde, estaban reunidos los discípulos en una casa con las puertas bien cerradas, por miedo a los judíos. Jesús se presentó en medio de ellos y les dijo:
– La paz esté con vosotros.
Y les mostró las manos y el costado. Los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor.
Jesús les dijo de nuevo:
– La paz esté con vosotros.
Y añadió:
– Como el Padre me envió a mí, así os envío yo a vosotros.
Sopló sobre ellos y les dijo:
– Recibid el Espíritu Santo.
A quienes les perdonéis los pecados, Dios se los perdonará; y a quienes se los retengáis, Dios se los retendrá.
Tomás, uno del grupo de los doce, a quien llamaban «El Mellizo», no estaba con ellos cuando se les apareció Jesús.
Le dijeron, pues, los demás discípulos:
– Hemos visto al Señor.
Tomás les contestó:
– Si no veo las señales dejadas en sus manos por los clavos y meto mi dedo en ellas, si no meto mi mano en la herida abierta en su costado, no lo creeré.
Ocho días después, se hallaban de nuevo reunidos en casa todos los discípulos de Jesús. Estaba también Tomás. Aunque las puertas estaban cerradas, Jesús se presentó en medio de ellos y les dijo:
– La paz esté con vosotros.
Después dijo a Tomás:
– Acerca tu dedo y comprueba mis manos; acerca tu mano y mótela en mi costado. Y no seas incrédulo, sino creyente.
Tomás contestó:
– ¡Señor mío y Dios mío!
Jesús le dijo:
– ¿Crees porque me has visto? Dichosos los que creen sin haber visto.
Jesús hizo en presencia de sus discípulos muchos más signos de los que han sido recogidos en este libro.
Éstos han sido escritos para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis en él vida eterna.
*
Juan 20,19-31
***
El mundo tiene una ardiente sed de la paz de Dios, anhela ver resplandecer el arco iris de la divina gracia después de la tempestad, pero no consigue liberarse de la agitación y de la inquietud, puesto que es un mundo caído al que se le ha infligido el destino inexorable de no conocer la paz. Si se me preguntara en qué consiste esa paz, sólo podría sugerir la imagen de algo que sea transitorio para proporcionar la idea de lo que es imperecedero. Conocéis la paz de un niño adormecido, también sabéis algo de la paz que experimenta un hombre en sí mismo cuando encuentra a la mujer amada, algo de la paz que encuentra el amigo cuando mira a los ojos del amigo fiel; conocéis algo de la paz que experimenta un niño en brazos de su madre, de la paz que reposa en ciertos rostros maduros en la hora de la muerte; de la paz del sol vespertino, de la noche que lo cubre todo y de las estrellas perennes; conocéis algo de la paz de aquel que murió en la cruz. Pues bien, tomad todo eso como signo caduco, como símbolo pobre de lo que puede ser la paz de Dios. Estar en paz significa saberse seguro, saberse amado, saberse custodiado; significa poder estar tranquilo, tranquilo del todo; estar en paz con un hombre significa poder construir firmemente sobre la fidelidad, significa saberse una sola cosa con él, saberse perdonados por él. La paz de Dios es la fidelidad de Dios a pesar de nuestra infidelidad.
En la paz de Dios nos sentimos seguros, protegidos y amados. Es cierto que no nos quita del todo nuestras preocupaciones, nuestras responsabilidades, nuestras inquietudes; pero por detrás de todas nuestras agitaciones y de todas nuestras preocupaciones se ha levantado el arco iris de la paz divina: sabemos que es él quien lleva nuestra vida, que ésta forma unidad con la vida eterna de Dios.
Que Dios haga de nosotros hombres de su paz incomparable, hombres que reposen en él, aun en medio del trastorno de las cosas del mundo, que esta paz purifique y serene nuestras almas y que algo de la pureza y de la luminosidad de la paz que Dios pone en nuestros corazones irradie en otras almas sin paz; que nos convirtamos el uno para el otro, el amigo para el amigo, el esposo para la esposa, la madre para el hijo, en portadores de esta paz que viene de Dios.
*
Dietrich Bonhoeffer,
Memoria y fidelidad,
Magnano 1995, pp. 146-149, passim.
Sostenme, Por favor, con tu silencio con Tupresencia, Con tuausencia.
Salgo a combatir.
Tú sabes,
El buen combate.
Contra mí mismo.
Contra mi dependencia,
Contra lo que me encadena,
Contra lo que me oprime.
Salgo a combatir.
Para estar libre y disponible.
Eres tú quien me has dado la fuera
Para ir al combate.
Tú eres un amigo extraordinario.
No sé si esperas, Pero me gustaría poder decir: No volveré Hasta que haya ganado.
No sé si voy a ganar. No sé.
Eres tan fuerte, tú.
A pesar de tu juventud.
Eres tan fuerte,
¿Me esperarás
¿Me esperarás?
Tienes tantas otras cosas
Que vivir.
Sin embargo, lo haré.
Me voy al combate.
Es por ti,
Es por mí.
Es por mí.
Es por tu causa,
Porque eres un amigo exigente.
Y aunque estés ausente
Cuando vuelva,
Tu presencia tan tenue es un regalo precioso.
Z – 11 mayo 2016
Fuente Foto : Blake Griffin, jugador americano de basket-ball.
***
En aquel tiempo, mucha gente acompañaba a Jesús; él se volvió y les dijo:
– “Si alguno se viene conmigo y no pospone a su padre y a su madre, y a su mujer y a sus hijos, y a sus hermanos y a sus hermanas, e incluso a sí mismo, no puede ser discípulo mío.
Quien no lleve su cruz detrás de mí no puede ser discípulo mío.
Así, ¿quién de vosotros, si quiere construir una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, a ver si tiene para terminarla?
No sea que, si echa los cimientos y no puede acabarla, se pongan a burlarse de él los que miran, diciendo: “Este hombre empezó a construir y no ha sido capaz de acabar.”
¿O qué rey, si va a dar la batalla a otro rey, no se sienta primero a deliberar si con diez mil hombres podrá salir al paso del que le ataca con veinte mil?
Y si no, cuando el otro está todavía lejos, envía legados para pedir condiciones de paz.
Lo mismo vosotros: el que no renuncia a todos sus bienes no puede ser discípulo mío.”
*
Lucas 14, 25-33
***
Jerusalén es para mí el lugar más bello y más querido del mundo. En Jerusalén está la capilla del Calvario, en la basílica del Santo Sepulcro. Algunos de vosotros ya habéis estado en ella, otros iréis ciertamente, antes o después. Subiendo una serie de escalones, se llega a una capilla donde hay un pequeño altar reservado a los monjes griegos, y allí podemos detenernos a orar. Bajo el altar se ve un orificio que pretende recordar el lugar donde fue clavado el leño de la cruz de Jesús. Delante, una gran tabla pictórica bizantina: Jesús en la Cruz, la Virgen María, el evangelista Juan, María Magdalena. He pasado en esa pequeña capilla muchísimas horas de mi vida y no me he cansado nunca de permanecer mucho tiempo, en oración silenciosa, sin conseguir decir nada especial. Estaba allí, y sentía que estaba en el centro del mundo, comprendí que el mundo se manifestaba en su verdad sólo si era mirado desde arriba de la cruz y con la mirada de Jesús.
Todavía ahora continúo con esta oración fundamental que es la contemplación de la cruz como significado y clave de toda la historia humana. No hay persona, no hay acontecimiento humano que no tenga su punto de referencia en la escucha contemplativa del mensaje de la cruz. Por consiguiente, le pido a Jesús esta gracia para cada uno de vosotros: que podáis contemplar, cada vez más, la luz que se desprende de su cruz, para referir a ella todas las realidades de vuestra vida y todas las realidades de la historia.
*
Carlo María Martini, Tú me sondeas y me conoces,
Editorial Verbo Divino 1995.
«Yo estoy con vosotros». La frase es de una sencillez absoluta, pero el misterio que encierra es grande. Cuando se toma en serio esta afirmación, todo cambia. ¿Quién es este hombre que ha marcado con su huella toda mi vida, mi única vida? ¿Quién es este hombre que ha condicionado y condiciona todos mis pensamientos y decisiones? ¿Quién es este hombre invisible que dice estar siempre conmigo?
Es extraño: hay momentos en los que la suya es la presencia de alguien con el rostro velado. No sé nada de él. Sin embargo, he apostado mi vida por él. Y hay momentos en los que me parece que no conozco a nadie como él. Ignoro el color de sus ojos, el timbre de su voz, el gesto de su mano; sin embargo, sé que le reconoceré al instante, como a un viejo amigo. Jesús está siempre con nosotros, pero eso no implica que nosotros estemos siempre con él. Tenemos garantizada la fidelidad de Cristo, pero no tenemos garantizada la nuestra. «Pero, cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará fe en la tierra?» (Le 18,8).
Jesús está siempre con nosotros: se trata de ser capaces de ver a este compañero de viaje que no nos deja nunca. El cielo del espíritu es todavía más mutable que el que tenemos sobre nuestras cabezas. Nuestros días son siempre diferentes. Están los días de la alegría y los días de las lágrimas, los días de las tempestades y los días de la tranquilidad, los días aburridos y los días apasionados, los días del ofuscamiento y los días de los resplandores inesperados, los días de la exaltación y los días del cansancio metafísico. Pero no hay ningún día sin Cristo, ningún día es incompatible con su presencia salvífica.
El invisible compañero de nuestro viaje es también un guía. Con él todo paso que demos, todo metro que avancemos por nuestro camino tiene una meta. Con él, ninguna etapa de nuestro camino está perdida: no hay extravío que al final no revele su motivación providencial; no hay vuelta ociosa que no aparezca lógicamente orientada.
*
G. Biffi, Meditazioni sulla vita ecclesiale,
Cásale Monf. 1993, pp. 59-63, passim
Your arms are always open when I need a hug.
Your heart understands when I need a friend.
Your gentle eyes are stern when I need a lesson.
Your strength and love guide me and give me wings…
*
Tus brazos están siempre abiertos cuando necesito un abrazo.
Tu corazón comprende cuando necesito un amigo.
Tus ojos son severos estrellas cuando necesito una lección.
Tu fuerza y tu amor me guían y me dan alas …
*
(Adaptación de un texto de Sujal Kishor, Krupal’s Friend, Facebook)
***
[Publicado por Loquito el 8 de marzo de 2014 en anotherdaylight.wordpress.com]
Tu presencia es un bálsamo en mi vida,
abre espacios,
Desplaza fronteras,
Y todo esto sin palabras.
Toco tu cuerpo
Y eres tú quien me tocas sin gestos.
Toco tu corazón
Y mi corazón se abrasa,
se expande, crece.
Escruto tu mirada
Y tus ojos me reenvían mis profundidades.
saboreo tu sonrisa
Y todavía la aumentas para mí.
Guauu,
Esta presencia, allí, de repente,
Entre nosotros, fuera de nosotros …
Guauu,
¿ Que haces, amigo mío,
Que haces?
¿Bienamado por Dios,
Pequeño enviado del cielo,
¿Cómo pues, eres tan sanador ?
*
Zabulon
***
Aquel mismo domingo, por la tarde, estaban reunidos los discípulos en una casa con las puertas bien cerradas, por miedo a los judíos. Jesús se presentó en medio de ellos y les dijo:
– La paz esté con vosotros.
Y les mostró las manos y el costado. Los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor.
Jesús les dijo de nuevo:
– La paz esté con vosotros.
Y añadió:
– Como el Padre me envió a mí, así os envío yo a vosotros.
Sopló sobre ellos y les dijo:
– Recibid el Espíritu Santo.
A quienes les perdonéis los pecados, Dios se los perdonará; y a quienes se los retengáis, Dios se los retendrá.
Tomás, uno del grupo de los doce, a quien llamaban «El Mellizo», no estaba con ellos cuando se les apareció Jesús.
Le dijeron, pues, los demás discípulos:
– Hemos visto al Señor.
Tomás les contestó:
– Si no veo las señales dejadas en sus manos por los clavos y meto mi dedo en ellas, si no meto mi mano en la herida abierta en su costado, no lo creeré.
Ocho días después, se hallaban de nuevo reunidos en casa todos los discípulos de Jesús. Estaba también Tomás. Aunque las puertas estaban cerradas, Jesús se presentó en medio de ellos y les dijo:
– La paz esté con vosotros.
Después dijo a Tomás:
– Acerca tu dedo y comprueba mis manos; acerca tu mano y mótela en mi costado. Y no seas incrédulo, sino creyente.
Tomás contestó:
– ¡Señor mío y Dios mío!
Jesús le dijo:
– ¿Crees porque me has visto? Dichosos los que creen sin haber visto.
Jesús hizo en presencia de sus discípulos muchos más signos de los que han sido recogidos en este libro.
Éstos han sido escritos para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis en él vida eterna.
*
Juan 20,19-31
***
El mundo tiene una ardiente sed de la paz de Dios, anhela ver resplandecer el arco iris de la divina gracia después de la tempestad, pero no consigue liberarse de la agitación y de la inquietud, puesto que es un mundo caído al que se le ha infligido el destino inexorable de no conocer la paz. Si se me preguntara en qué consiste esa paz, sólo podría sugerir la imagen de algo que sea transitorio para proporcionar la idea de lo que es imperecedero. Conocéis la paz de un niño adormecido, también sabéis algo de la paz que experimenta un hombre en sí mismo cuando encuentra a la mujer amada, algo de la paz que encuentra el amigo cuando mira a los ojos del amigo fiel; conocéis algo de la paz que experimenta un niño en brazos de su madre, de la paz que reposa en ciertos rostros maduros en la hora de la muerte; de la paz del sol vespertino, de la noche que lo cubre todo y de las estrellas perennes; conocéis algo de la paz de aquel que murió en la cruz. Pues bien, tomad todo eso como signo caduco, como símbolo pobre de lo que puede ser la paz de Dios. Estar en paz significa saberse seguro, saberse amado, saberse custodiado; significa poder estar tranquilo, tranquilo del todo; estar en paz con un hombre significa poder construir firmemente sobre la fidelidad, significa saberse una sola cosa con él, saberse perdonados por él. La paz de Dios es la fidelidad de Dios a pesar de nuestra infidelidad.
En la paz de Dios nos sentimos seguros, protegidos y amados. Es cierto que no nos quita del todo nuestras preocupaciones, nuestras responsabilidades, nuestras inquietudes; pero por detrás de todas nuestras agitaciones y de todas nuestras preocupaciones se ha levantado el arco iris de la paz divina: sabemos que es él quien lleva nuestra vida, que ésta forma unidad con la vida eterna de Dios.
Que Dios haga de nosotros hombres de su paz incomparable, hombres que reposen en él, aun en medio del trastorno de las cosas del mundo, que esta paz purifique y serene nuestras almas y que algo de la pureza y de la luminosidad de la paz que Dios pone en nuestros corazones irradie en otras almas sin paz; que nos convirtamos el uno para el otro, el amigo para el amigo, el esposo para la esposa, la madre para el hijo, en portadores de esta paz que viene de Dios.
*
Dietrich Bonhoeffer, Memoria y fidelidad,
Magnano 1995, pp. 146-149, passim.
Comentarios desactivados en Engancha a tu amigo a tu alma
Del blog Pays de Zabulon:
“Une a tu alma con vínculos de acero aquellos amigos que adoptaste después de examinada su conducta; pero no acaricies con mano pródiga a los que acaban de salir del cascarón y aún están sin plumas“.
*
William Shakespeare,
Hamlet, Acto I, escena VIII
***
Fuente de foto y cita: página de Facebook del bailarín Célestin Boutin (17 de junio de 2016)
No estoy ni en el ídolo Ni en la peregrinación Ni enel aislamiento de los confines del mundo Ni enel templo Nila mezquita
Ni en la Kaaba o sobre el Monte Kailash Yo estoy en ti, amigo
Estoy ahí, en ti
Ni en la oración o las austeridades
Ni en la disciplina o el ayuno.
No estoy ni en las buenas acciones
Ni en el yoga de la renuncia.
Ni en el prana ni en la pindala
Ni en el éter de Brahma
Ni en el Dharma o en el Karma.
Aquí ni los Vedas ni puja.
Yo estoy en el aliento de todo lo que respira.
Si me buscas de veras me verás enseguida,
y llegará el momento en que me encuentres.
“¿Dónde está la casa del Amigo?” (Título en persa:Direcciónنشانی)
Fue al alba cuando el jinete hizo la pregunta. “¿Dónde queda la casa del Amigo?”
El cielo se detuvo,
el peregrino entregó a las tinieblas de arena
la rama de luz que tenía en los labios,
luego señaló con el dedo un álamo y dijo:
“Antes de llegar al árbol hay una callejuela… más verde que el sueño de Dios donde el amor es tan azul como el plumaje de la sinceridad. Vete hasta el final de esta callejuela que aparece pasada la adolescencia, luego gira hacia la flor de la soledad. A dos pasos de la flor, párate al pie de la fuente eterna de los mitos de la tierra. Allí te envolverá un miedo transparente, en la intimidad fluida del espacio oirás cierto crujido, verás a un niño encaramado en un pino alto para coger un polluelo del nido de la luz y le preguntarás:
“¿Dónde está la casa del Amigo?”
*
Sohrab Sepehri,
poeta persa (1920-1980),
¿Dónde está la casa del Amigo? Lettres Persanes, 2005
***
Fuente 1ª Foto : Campesinos en Pendjab (www.terraeco.net). 2ª foto internet
Sostenme, Por favor, con tu silencio con Tupresencia, Con tuausencia.
Salgo a combatir.
Tú sabes,
El buen combate.
Contra mí mismo.
Contra mi dependencia,
Contra lo que me encadena,
Contra lo que me oprime.
Salgo a combatir.
Para estar libre y disponible.
Eres tú quien me has dado la fuera
Para ir al combate.
Tú eres un amigo extraordinario.
No sé si esperas, Pero me gustaría poder decir: No volveré Hasta que haya ganado.
No sé si voy a ganar. No sé.
Eres tan fuerte, tú. Yo espèreras-tu?A vivir.
A pesar de tu juventud.
Eres tan fuerte,
¿Me esperarás
¿Me esperarás?
Tienes tantas otras cosas
Que vivir.
Sin embargo, lo haré.
Me voy al combate.
Es por ti,
Es por mí.
Es por mí.
Es por tu causa,
Porque eres un amigo exigente.
Y aunque estés ausente
Cuando vuelva,
Tu presencia tan tenue es un regalo precioso.
Z – 11 mayo 2016
Fuente Foto : Blake Griffin, jugador americano de basket-ball.
***
En aquel tiempo, mucha gente acompañaba a Jesús; él se volvió y les dijo:
– “Si alguno se viene conmigo y no pospone a su padre y a su madre, y a su mujer y a sus hijos, y a sus hermanos y a sus hermanas, e incluso a sí mismo, no puede ser discípulo mío.
Quien no lleve su cruz detrás de mí no puede ser discípulo mío.
Así, ¿quién de vosotros, si quiere construir una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, a ver si tiene para terminarla?
No sea que, si echa los cimientos y no puede acabarla, se pongan a burlarse de él los que miran, diciendo: “Este hombre empezó a construir y no ha sido capaz de acabar.”
¿O qué rey, si va a dar la batalla a otro rey, no se sienta primero a deliberar si con diez mil hombres podrá salir al paso del que le ataca con veinte mil?
Y si no, cuando el otro está todavía lejos, envía legados para pedir condiciones de paz.
Lo mismo vosotros: el que no renuncia a todos sus bienes no puede ser discípulo mío.”
(Cuestión propuesta por la revista La Vie, a jóvenes de 8 a 15 años, para realizar su dossier de agosto sobre la amistad )
Ferdinand (11 años)
“Es fácil: un verdadero amigo, es aquél que es capaz de compartir mis tristezas y mis alegrías sin abandonarme. Si le avergüenzas y se queda, es un amigo verdadero. ¡No es fácil ser un buen amigo! Hace falta gentileza, generosidad. Pero tampoco hay que buscar un amigo perfecto porque nadie es perfecto. ”
Fuente : La Vie n° 3701-2702, del 4 al 17 de agosto de 2016
” Hace falta un amigo “ dice Aristóteles. Esta necesidad está ligada a nuestra finitud. “¿Qué pasacuando uno no tieneamigos? “ Se me planteó la pregunta ayer por la noche después de la reunión. No tener un amigo es una de las tragedias de la existencia. El amigo es el que por su palabra, por su mirada o por su sola presencia y su sola existencia, te libera – e abre en confianza en lo que tú eres. Nadie más que el amigo puede hacer esto por tí. Es irreemplazable. Es por eso que Aristóteles dice que la philia [amistad] es la cosa más necesaria para llevar una vida plenamente humana. “
*
Hadrien France-Lanord, Abrirse en la amistad, Editions du Grand Est, 2010, p. 77.
Tengo un amigo extraordinario y su nombre es … No, ese es nuestro secreto.
Tengo un amigo extraordinario, el se reconocerá o no, leyendo estas líneas.
Tengo un amigo extraordinario, porque nuestra relación es virtual.
¡Oh, esto! debe hacerle sonreir, ¿que puede haber de bueno en lo virtual?
Bueno, se olvida que el corazón de los hombres, no es virtual.
Detrás de cada amigo virtual, hay un hombre, un corazón, una vida.
Sin duda, lo más a menudo es completamente superficial. Pero no es menos cierto, lo digo alto y claro que tengo un amigo especial;
Nuestra relación es sólo virtual, pero tiene una sensibilidad que me ha tocado, y lo mismo a él.
Esto plantea muchas preguntas, sobre la definición de la amistad, la posibilidad de confusiones, ilusiones o manipulación.
Pero sigue siendo: Tengo un amigo maravilloso.
No hablamos a menudo, y siempre con palabras mesuradas. En realidad, nole gusta mucho dispersarse en charletas como lo haría yo fácilmente. Pero cada palabra, cada intervención, es planteada, sentida, ajustada. Cada intercambio nos revela, nos hace nacer y crecer.
¿Por qué digo que es un amigo?
Porque su sensibilidad responde a la mía, sin conocernos sentimos las mismas cosas y nos complementamos fácilmente. No hay largos discursos, nada de largas demostraciones. Nos comprendemos, nos apreciamos, sabemos que estamos presentes el uno en el otro sin necesidad de añadir nada.
Él está atento a lo que escribo, Estoy atento a lo que escribe. la palabra dulce, amable y que hace avanzar. Siempre justa. Él dice lo mismo de mí, me parece.
Es un amigo extraordinario.
Tal vez nunca nos encontraremos, Tal vez sea así. Esto no parece tener una gran importancia.
Pero si nos encontramos un día Me gustaría que no hubiera muchas palabras. Me gustaría que sumergiéramos nuestras miradas la una en la otra, suavemente, en silencio, sin miedo ni vergüenza, que no tenemos nada que ocultar y no hay necesidad de palabras para decirlo.
Tal vez mantener los ojos cerrados, de la mano, para que nada estropee este encuentro.
O tal vez no.
Es posible que este amigo
sienta vergüenza al expresar sus sentimientos
Y disfrutsar, únicamente disfrutar,
la Presencia.
Será como nuestros intercambios virtuales,
será como nuestra amistad presente,
tal vez más grande
e igualmente triste
ya que será necesario separarse y dejarse.
Tal vez esto sea muy corto, incluso muy sigiloso,
porque somos diferentes.
Yo concentrado en la intensidad relacional del momento,
Él en la relación abierta y compartida en lo absoluto
Peroesta presencia, este corazóna corazón, esta dulzura compartida , es lo ordinario de la verdadera amistad.
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