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La decisión de algunos obispos estadounidenses de prohibir o limitar funerales a quienes convivan con parejas del mismo sexo causa controversia interna

Sábado, 2 de diciembre de 2017
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2171032_n_vir1Funeral del joven gay chileno asesinado Wladimir Sepúlveda

En los últimos meses, dos decisiones muy duras de obispos estadounidenses han encontrado una fuerte oposición dentro de la propia Iglesia católica. En junio, el obispo de Springfield (Illinois) prohibía los funerales para quien viviera en pareja con otra persona de su mismo sexo. Más recientemente, la diócesis de Madison (Wisconsin) ha publicado unas recomendaciones sobre los funerales de personas que vivan en pareja con personas de su mismo sexo en las que indica que deben abordarse de forma muy discreta para evitar el “escándalo”. La noticia, sin embargo, ha provocado fuertes reacciones de rechazo dentro de la propia Iglesia estadounidense, que incluyen además a figuras de relieve, como el sacerdote jesuita James Martin, de quien ya hemos hablado en esta página.

El pasado junio se difundía una decisión del obispo de Springfield (Illinois), Thomas John Paprocki, muy dura hasta para criterios conservadores. A las ya prohibiciones de bendecir a parejas del mismo sexo o de su admisión a la comunión, se unía la negativa a que una persona en riesgo de muerte recibiera los últimos sacramentos salvo que “se arrepintiera”. Más aún, la prohibición se extendía a los funerales: “A menos que dieran algún signo de arrepentimiento antes de su muerte, las personas fallecidas que hayan vivido públicamente en una relación con alguien de su mismo sexo, causando escándalo público a los fieles, quedarán privadas de ritos funerales”.

La decisión provocó una respuesta adversa notablemente amplia. Por ejemplo, Fortunate Families, una red de familias católicas con hijos LGTB, emitió un comunicado en el que acusaba al obispo Paprocki de no tener sensibilidad pastoral: “Al negar a las personas LGTB la recepción de la comunión y ritos funerales, usted de hecho los está excomulgando (…) ¿Estar en un matrimonio con alguien del mismo sexo está al mismo nivel que una persona que niega el Credo?”. Destacó especialmente la reacción del padre James Martin, jesuita y redactor jefe de la revista America, una de las publicaciones católicas más importantes de Estados Unidos. Ya hemos tenido ocasión de hablar de él en esta página, pues ya se ha pronunciado en varias ocasiones a favor del colectivo LGTB, en particular a propósito del atentado de Orlando y de la publicación de un libro donde invitaba a “tender puentes” entre la Iglesia católica y la comunidad LGTB. En esta ocasión, en una publicación en su perfil de Facebook, Martin señaló la incongruencia de aplicar criterios tan severos a las parejas del mismo sexo y no a otras situaciones que, doctrina en mano, son también “irregulares”: “Si los obispos prohíben a miembros de matrimonios del mismo sexo recibir un funeral católico, también tienen que ser coherentes. Debemos prohibir también a católicos divorciados y vueltos a casar a quienes no se les han concedido anulaciones; a mujeres u hombres que han tenido un hijo fuera del matrimonio; a miembros de parejas heterosexuales que viven juntas antes del matrimonio, y a cualquiera que use métodos de control de natalidad. Pues todos ellos también están contra la enseñanza de la Iglesia. Más aún deberán prohibirlos a cualquiera que no cuide a los pobres que no cuide el medio ambiente a cualquiera que apoye la tortura, pues también son doctrinas de la Iglesia. Más fundamentalmente, deben prohibirlos a la gente que no se comporte con amor, que no perdone y que no tenga misericordia; pues estas cualidades representan las enseñanzas de Jesucristo, son las mas fundamentales de todas las enseñanzas de la iglesia. Poner el foco solo en las personas LGTB sin un foco similar el comportamiento moral sexual de las personas heterosexuales es, en palabras del catecismo, un signo de discriminación injusta”.

Con todo, la reacción más dura, como en su momento recogimos, vino de Michael Sean Winters, del National Catholic Reporter (otra prominente publicación católica), quien pidió directamente a la destitución del obispo: “El motu proprio Come una mare amorevole se publicó en respuesta a la necesidad de retirar obispos que habían sido negligentes en el manejo de las alegaciones de abusos sexuales por parte del clero, pero el texto no limitaba su alcance a este único asunto. Cuando un obispo malinterpreta tanto la cultura como el Evangelio, por no hablar de su papel como obispo, de tal manera que emite un decreto como el que Paprocki ha emitido, demuestra que está tan desquiciado que no puede dirigir una iglesia local. Antes de que haga más daño, debe dimitir o ser despedido”, afirmaba con dureza.

La diócesis de Madison sigue los pasos de Springfield

Más recientemente, otra diócesis que ha tomado una decisión similar ha sido la de Madison (Wisconsin), gobernada por el obispo Robert Morlino. El vicario general, monseñor James Bartylla, ha informado a los sacerdotes en una nota sobre las nuevas pautas en los funerales católicos, que contiene una sección titulada “Consideraciones sobre los ritos funerales para una persona en una unión homosexual”. En ella queda claro que lo que preocupa es el “escándalo”: “El principal problema está en el escándalo y la confusión. La tarea pastoral por tanto es la de minimizar el riesgo de escándalo y confusión a la vez que se está disponible para el fallecido y la familia. Si la situación lo requiere (…) se podrán denegar ritos funerales a pecadores manifiestos en quienes es escándalo público para los fieles no puede evitarse. Si hay duda, se habrá de consultar al ordinario del lugar [el obispo] y seguir su juicio”.

Entre las razones para negar el rito se cita por ejemplo que el fallecido o su pareja fuesen “promotores del ‘estilo de vida gay’”. Haber mostrado en vida algún signo de activismo o de no haber aceptado la enseñanza oficial hace así al fallecido susceptible de no recibir un funeral. Las indicaciones incluyen una serie de preguntas que ha de hacerse el sacerdote en cada caso concreto: “Para minimizar el escándalo, ¿debería haber solo una breve celebración de la Palabra en la funeraria? ¿O quizá un oficio frente a la tumba? Quizá podría ofrecerse una misa funeral con o sin mención explícita del nombre del fallecido o de la ‘pareja’, en la parroquia o incluso en otra parroquia (para evitar el escándalo), con o sin miembros de la familia”. Pero la nota va aún más allá, al plantearse como un “gran riesgo de escándalo y confusión”, el que aparezca el nombre del sacerdote o la parroquia en cualquier esquela u obituario “público (por ejemplo, periódico) o semi-público [sic]”. Tampoco puede haber referencia al compañero viudo en nada publicado por la parroquia, ni ninguna referencia a la “unión no natural”. Igualmente, se aconseja “mantener al mínimo el compromiso del sacerdote o diácono (por ejemplo, limitado a un sacerdote o diácono y en los momentos meramenete esenciales de un oficio o rito, si lo hay)”. En otras palabras, se puede rezar por el fallecido, pero sin que no se note mucho.

Estas indicaciones han vuelto a causar controversia, como ya sucediese con las de Springfield. De nuevo, James Martin se ha pronunciado con claridad: “El problema, como indico en Building a Bridge [su libro a favor del acercamiento entre la Iglesia y el colectivo LGTB antes mencionado] es que estas enseñanzas casi siempre se aplican de manera selectiva. Esto es, no hay un foco equivalente en la moralidad sexual de los católicos heterosexuales en el momento de sus funerales (por ejemplo, ¿estaba él o ella divorciado y casado de nuevo sin anulación? ¿Estaban viviendo juntos antes del matrimonio?). Tampoco se pone bajo tal microscopio la moralidad de los profesores de escuela católicos (por ejemplo, ¿está él o ella viviendo con una pareja antes del matrimonio?). El foco puesto exclusivamente en las personas LGTB y su moralidad sexual, sin un foco equivalente en la moralidad sexual (o moralidad en general) de los católicos heterosexuales, constituye lo que el catecismo denomina ‘discriminación injusta’ (2358)”.

En definitiva, si las decisiones de obispos como los de Springfield o Madison dejan bien claro que persisten actitudes fuertemente discriminatorias dentro de la Iglesia católica, también parece confirmarse que en Estados Unidos hay una creciente contestación interna, que contrasta con lo que sucede en en otros lugares, como España, donde afirmaciones fuertemente discriminatorias de otros obispos no cuentan por el momento con oposición significativa de voces católicas “autorizadas”. Veremos si eso cambia en el futuro.

Fuente Dosmanzanas

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El sacerdote jesuita James Martin llama a las iglesias a pronunciarse contra la persecución homófoba en Chechenia

Lunes, 24 de abril de 2017
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james-martin-sj-y-la-portada-de-su-nuevo-libroOtro jesuita, para más señas papa, Francisco, permanece mudo ante este genocidio, como mudo ha estado en sus visitas a países africanos donde se nos persigue, acosa, asesina… Sus obispos, mudos, como los monos de Gibraltar que ni ven, ni oyen, ni dicen nada, pero con un agravante: Francisco y sus obispos SI ven, SI oyen… pero no dicen nada pisoteando el profetismo del Evangelio.

Las iglesias cristianas deben pronunciarse contra la persecución a las personas LGTB en Chechenia. Así de rotundo se ha expresado James Martin, un sacerdote de Estados Unidos del que ya hablamos el pasado 11 de abril. Se trata de un jesuita de notable relevancia que ya en ocasiones anteriores se ha destacado por su apoyo a las personas LGTB. Lo hizo, por ejemplo, tras el atentado de Orlando, y próximamente publicará un libro a favor del acercamiento entre jerarquía y comunidad LGTB que ha cosechado alabanzas de importantes miembros de la jerarquía católica.

James Martin es sacerdote jesuita y periodista. Actualmente es editor jefe de America, una importante publicación católica de Estados Unidos. Es también una de las voces más prominentes a favor de la inclusión de las personas LGTB en la Iglesia católica. Con ocasión del atentado en Orlando, Martin estuvo entre los primeros en alzar la voz: pidió que la jerarquía condenase el atentado hablando claramente de homofobia, bifobia y transfobia, y que se solidarizase explícitamente con el colectivo LGTB.

Con anterioridad, Martin había hablado de la probable homosexualidad del teólogo y mártir protestante Dietrich Bonhoeffer, según una reciente y acreditada biografía, señalando, significativamente que “importa” que Bonhoeffer fuera gay, porque muestra que “los hombres y mujeres gais pueden ser santos, muy santos, incluso mártires“.

Ahora ha vuelto a destacarse por dos actos. El más reciente ha sido su pronunciamiento público contra la persecución en Chechenia; y el segundo es la próxima publicación de un libro a favor de la inclusión de las personas LGTB.

Llamamiento a pronunciarse contra la persecución en Chechenia

Así, en primer lugar, James Martin ha llamado a los católicos a denunciar la persecución de los homosexuales en Chechenia a través de sus perfiles en redes sociales. La propia revista America, de hecho, ha informado sobre la persecución.

Por una parte, James Martin ha publicado tres tuits: en el último afirma claramente que “el encarcelamiento de hombres gais en Chechenia es un asunto de dignidad humana. Las iglesias deben pronunciarse”; en el anterior recuerda la afirmación del Catecismo de que se debe evitar todo signo de discriminación injusta, y en el primero, que acompaña de un enlace al artículo de America, señala que la persecución en Chechenia es precisamente un ejemplo de discriminación injusta, acompañándolo significativamente de una foto de Putin.

También en Facebook ha dejado un mensaje en el que afirma: “La iglesia tiene una absoluta responsabilidad moral y debe pronunciarse a favor de todos aquellos que son marginados y perseguidos, en este caso los hombres gais en Chechenia que están siendo encarcelados y asesinados. Da igual lo que pienses sobre temas LGTB, esto es un claro ejemplo de ‘discriminación injusta’, condenada por el Catecismo de la Iglesia Católica (2358) y hay que oponerse. El encarcelamiento de estos hombres es un asunto de dignidad humana; el asesinato de estos hombres es un asunto de vida humana”.

Un libro que invita a “tender puentes” entre los católicos LGTB y la jerarquía

Por otra parte, este mismo sacerdote publicará próximamente un libro titulado Construyendo un puente (“Building a bridge”) en el que se pronuncia a favor del acercamiento entre la Iglesia católica y las personas LGTB. El libro está basado en una charla dada por James Martin con ocasión de un premio recibido por parte de New Ways Ministry, una organización que lleva más de 20 años trabajando a favor de la inclusión de las personas LGTB en la Iglesia católica. En dicha charla, animaba tanto a la jerarquía de la Iglesia como a los católicos LGTB a establecer un puente.

En la “primera dirección” de este puente, desde la jerarquía a los fieles católicos LGTB, destaca en particular la insistencia en que la jerarquía se refiera al colectivo con el nombre que dicho colectivo emplea para sí mismo. Esto significa dejar de utilizar términos como “estar aquejados de atracción por el mismo sexo” (que por ejemplo emplea con profusión en España el obispo Reig Pla, utilizando incluso el acrónimo AMS para darle más empaque) o incluso “homosexualidad”, por tener connotaciones excesivamente clínicas. Martin propone usar en su lugar los términos de la misma militancia, como LGTB o LGTBQ.

Ciertamente, Martin también pide a las personas LGTB católicas que tengan “comprensión” y “respeto” con la jerarquía, atendiendo a lo que, dentro de la doctrina, es su misión de enseñar. Puede que en algunos asuntos disientan, pero un camino de diálogo debe incluir, afirma Martin, el reconocimiento, por parte de los propios católicos LGTB, del papel que pese a todo corresponde a los obispos según la fe que ellos mismos profesan. Se ha de evitar por ello, afirma, el lenguaje agresivo que en ocasiones se escucha de parte de ámbitos LGTB católicos. En este sentido, invita también a ir más allá de los pronunciamientos en materia LGTB y a atender a otros mensajes de tipo social frecuentemente pasados por alto: “Frecuentemente, especialmente en asuntos de justicia social, puede que encuentres que te desafían con una sabiduría que no escucharás en ningún otro lugar en el mundo”.

Lo más interesante de este libro ha sido el apoyo explícito de algunas altas autoridades eclesiásticas, en forma de elogios que aparecerán en la cubierta del mismo. El cardenal Kevin Farrell, prefecto del dicasterio Laicos, Familia y Vida, ha afirmado que es “un libro bienvenido y muy necesario que ayudará a obispos, sacerdotes, colaboradores pastorales, y a todos los líderes eclesiales a ejercer un ministerio más compasivo a la comunidad LGTB. Ayudará también a los católicos LGTB a sentirse más en casa en la que, a fin de cuentas, es su iglesia”. El cardenal Joseph Tobin, hasta hace poco arzobispo de Indianápolis y ahora arzobispo de Newark, afirma por su parte que “en demasiadas partes de nuestra iglesia, las personas LGTB se les ha hecho sentir que no son bienvenidas, se les ha hecho sentir excluidas e incluso avergonzadas. El libro valiente, profético e inspirador de James Martin marca un paso esencial en la invitación a los líderes eclesiales a ejercer su ministerio con mayor compasión y al recordar a los católicos LGTB que son tan parte de nuestra iglesia como cualquier otro católico”.

En definitiva, se trata de una toma de postura positivamente destacable por venir de una figura prominente y por suscitar reconocimiento incluso entre miembros de la jerarquía católica. Poco que ver todavía, en cualquier caso, con la situación que vive la Iglesia católica en España.

Fuente Dosmanzanas

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