“Yo te esperaba, Seńor Jesús, y por fin has llegado; has dirigido mis pasos con el Evangelio, has infundido en mi boca un canto nuevo: el Nuevo Testamento .”
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Ambrosio de Milán,
“Comentario al salmo XXXIX, 3”
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En Cristo lo tenemos todo.
Somos todos del Seńor y Cristo es todo para nosotros:
si deseas sanar tus heridas, él es médico;
si estás angustiado por la sed de la fiebre, él es fuente;
si te encuentras oprimido por la culpa, él es justicia;
si tienes necesidad de ayuda, él es poder;
si tienes miedo de la muerte, él es vida;
si deseas el paraíso, él es vía;
si aborreces las tinieblas, él es luz;
si andas en busca de comida, él es alimento.
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Ambrosio de Milán,
“Sobre la virginidad” 99.
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Bebe primero el Antiguo Testamento, para beber también después el Nuevo Testamento […]. Bebe los dos cálices, el del Antiguo y el del Nuevo Testamento, porque en ambos bebes a Cristo. Bebe a Cristo, que es la vid; bebe a Cristo, que es la roca de donde ha brotado el agua. Bebe a Cristo, que es la fuente de vida; bebe a Cristo, que es el río cuya corriente fecunda la ciudad de Dios; bebe a Cristo, que es la paz; bebe a Cristo, que es el vientre de donde brotan veneros de agua viva; bebe a Cristo para beber su discurso. Su discurso es el Antiguo Testamento, su discurso es el Nuevo Testamento. La Escritura divina se bebe, la Escritura divina se devora, cuando el jugo de la palabra eterna desciende a las venas de la mente y a las energías del alma.”
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Ambrosio de Milán,
Comentario al salino I
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"Migajas" de espiritualidad, Espiritualidad
Ambrosio de Milán, Cristo
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