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“Matrimonio igualitario en las iglesias evangélicas españolas”, por Carlos Osma.

Martes, 10 de diciembre de 2024

IMG_8900De su blog Homoprotestantes:

En octubre de 2004, hace ahora 20 años, el Consejo de Ministros español aprobó el proyecto de ley sobre el matrimonio igualitario que en junio de 2005 sería finamente aprobado por el Congreso de los Diputados. En aquellos meses de impás mi marido y yo —como la mayoría del colectivo lgtbiq+— temíamos que al final no tuviese nada de igualitario, y que el Partido Popular junto a los grupos de presión conservadores obligaran a José Luis Rodríguez Zapatero a rebajar sus pretensiones para dejarlo en aquello que había prometido dos años atrás en la revista Zero: «Matrimonio, sí. Adopción, ya veremos» —poniendo aún más dificultades a nuestra decisión de tener hijas, y a la de miles de familias lgtbiq+ que ya las tenían—. O, en el peor de los casos, se optara por crear una figura alternativa al matrimonio, una especie de apartheid para las familias lgtbiq+.

Tengo que reconocer que ese temor convivía con una especie de emoción por estar siendo no solo testigos sino también parte de esa transformación por una sociedad más justa. Estar del lado correcto, no solo de la historia sino también del evangelio, ese lado donde se busca la dignificación de los seres humanos —y no la protección de los privilegios de una parte— hace que los temores sean mucho más llevaderos y no te paralicen. Aunque, y eso no lo voy a negar, como protestantes también nos acompañó la decepción por ver cómo las instituciones evangélicas más relevantes, cometieron uno de los errores estratégicos más importantes de su historia reciente: tratar de reproducir la discriminación que durante años habían sufrido en carne propia, hacia el colectivo lgtbiq+. Hace ya 20 años de todo esto, pero creo que es importante que no se olvide el papel que jugaron algunas instituciones evangélicas en aquel momento.

El primer comunicado oficial de una iglesia evangélica española sobre homosexualidad lo realizó en febrero de 2004 el obispo Carlos Lozano de la Iglesia Evangélica Reformada Episcopal (IERE) en contra de la consagración del obispo episcopaliano abiertamente gay, Gene Robinson, donde aprovechaba para posicionarse contra el matrimonio igualitario con la misma rotundidad como ignorancia: «dos personas del mismo sexo nunca podrán complementarse». La inseguridad y la falta de visión del obispo de una iglesia en la que otras voces sí se estaban posicionando a favor del matrimonio igualitario y de la inclusión de las personas lgtbiq+ dentro de sus comunidades, le hizo acabar el comunicado identificando las demandas de derechos de las familias lgtbiq+ con los ataques «con los que la Iglesia de Dios ha sido atacada a lo largo de la historia», y animando a sus comunidades a centrarse en la buena noticia de que Dios ama a este mundo. Le faltó decir, a este mundo heteronormativo y patriarcal, pero supongo que en aquel momento no hacía falta, todo el mundo lo sobreentendía.

En octubre de 2004, con Pablo Martínez Vila como presidente y Jaume Llenas como secretario general, llegó el comunicado La homosexualidad: ley y moral de la Alianza Evangélica Española (AEE). En él defendían que «no existe un derecho civil al matrimonio homosexual, porque el matrimonio es una institución esencialmente heterosexual», y mostraban su preocupación porque «una opción de vida desde la orientación homosexual se confunda cada vez más con un derecho humano fundamental». Que los hijos y sucesores de los evangélicos/protestantes que padecieron el franquismo utilizaran frases que bien podrían haber escrito sus antiguos opresores cambiando algunos términos: «no existe un derecho civil al matrimonio evangélico, porque el matrimonio es una institución religiosa esencialmente católica», o «una opción de vida desde cualquier secta evangélica no se puede confundir con un derecho humano fundamental», y que no fueran conscientes de ello, dejaron en evidencia la deriva sectaria en la que se habían embarcado.

En marzo de 2005 llegaría la declaración de la Federación de Entidades Religiosas Evangélicas de España (FEREDE), una entidad creada para representar a las diversas iglesias evangélicas ante el Estado, no para imitar a la Conferencia Episcopal Católica marcando perfil en cuanto a las doctrinas y creencias válidas y no tan válidas de las iglesias evangélicas/protestantes que la constituyen. Desde la Associació Cristiana de Gais i Lesbianes de Catalunya les enviamos una carta antes de la reunión que dio lugar a dicha declaración —yo mismo firmé aquella carta— pidiendo que nos dejaran asistir y hablar a personas lgtbiq+ evangélicas/protestantes antes de que tomaran una decisión. Su respuesta fue el silencio. En realidad esa ha sido siempre la estrategia de la mayoría de iglesias evangélicas en España, invisibilizarnos, para luego crear una imagen sobre nosotras que no se corresponde con la realidad, sino con la que necesitan para proteger su visión fundamentalista de la Biblia.

El encabezado del comunicado comenzaba con la frase: «Declaración pidiendo protección del matrimonio heterosexual», tratando así de tergiversar la realidad, de manipularla, de hacer parecer las demandas de igualdad de los colectivos lgtbiq+ un ataque al resto de la sociedad. Después, entre otras demandas, pedían que las parejas de distinto sexo o las personas solas que querían adoptar, tuvieran prioridad legal a las parejas del mismo sexo. Mostrando así, no solo la más absoluta ignorancia sobre la diversidad de formas en las que las familias lgtbiq+ —y también no lgtbiq+— se constituyen,  sino su voluntad de que fuéramos legalmente discriminados, marcados como los últimos padres y madres que un niño, niña, o niñe necesita.

Cuando pensábamos que el comunicado anterior, firmado por Mariano Blazquez y José María Baena, sería el momento más vergonzoso y alejado del evangelio de la historia reciente de las iglesias evangélicas/protestantes en España, en abril de 2005 llegó el único comunicado conjunto de la historia de los representantes de la Conferencia Episcopal Española, FEREDE, la Federación de Comunidades Judías de España y el Vicario General en funciones y Deán de la Catedral Ortodoxa Griega en Madrid. Y el motivo para tan increíble suceso no fue pedir un salario justo para todos, exigir el final de una guerra, demandar una sanidad pública de calidad, posicionarse contra los delitos de odio, la xenofobia, o los asesinatos machistas,  ni siquiera para defender la libertad religiosa; sino para que no se aprobase la ley de matrimonio igualitario y se buscara otro tipo de unión que no pudiera afectar -es decir, que privilegiara- al matrimonio entre personas de distinto sexo.

Una de las cosas que más nos abrió los ojos a mi marido y a mí sobre los efectos de una religiosidad que se aleja de la realidad y del prójimo para tratar de parapetarse tras supuestas verdades que le dan seguridad, es que más allá de las siglas de instituciones como la IERE, AEE o FEREDE, está el nombre de personas que desde esas instituciones trataron de oponerse —y todavía hoy lo siguen haciendo— a los derechos de sus propios hijos, hermanas, padres… a los derechos de personas con las que han convivido y a las que conocen. Personas que hablaron de los homosexuales como si vivieran en otro mundo y fueran un peligro para la sociedad, cuando sabían que eran parte de sus comunidades y de sus propias familias —no entiendo cómo son capaces de mirarles a los ojos—. Cuando alguien es capaz de hacer algo semejante, creo que queda totalmente desacreditado como cristiano, y ya solo le queda recorrer el camino del arrepentimiento y la demanda de perdón a quienes han fallado.

El 1 de julio de 2005, dos días antes de que entrara en vigor la ley de matrimonio igualitario, llegó el comunicado de la Iglesia Evangélica Española (IEE) en el que valoraba como positiva la legalización por parte del Estado del matrimonio igualitario —al que se refería como «nuevas formas de convivencia basadas en relaciones de amor y fidelidad»—. Para nosotros, como para muchas otras personas de fe evangélica/protestante, aquel comunicado fue muy importante porque sentimos que en la lucha por los derechos de nuestras familias había otras personas con nuestra misma fe que nos acompañaban. En aquel comunicado la IEE se comprometía a impulsar un proceso de reflexión dentro de sus comunidades, que en solo diez años —un periodo tan breve para una iglesia como inasumible para una familia— haría posible la Declaración de Mamré de 2015 en contra de la discriminación y a favor de la apertura de sus comunidades a las personas homosexuales y sus familias. Aquello fue sin duda un acto de valentía, alejándose de las posiciones fundamentalistas que imperan en el movimiento evangélico español —que desde entonces han tratado de marginarla—, y una muestra de que es posible vivir el evangelio sin negar la realidad, abriéndose a la realidad del otro.

En diciembre de 2007 mi marido y yo nos casamos en la Església Evangélica de parla Alemanya de Barcelona. El pastor Enric Capó, de l’Església Protestante Barcelona-Centre, ofició nuestra boda. Desde entonces, otras parejas evangélicas/protestantes lgtbiq+ se han casado en diferentes iglesias evangélicas del Estado, sobre todo iglesias de la IEE —pero también de otras denominaciones— a pesar de que FEREDE mantiene su —nada evangélica, lgtbiqfóbica, y opino que ilegal— amenaza de expulsar a las pastoras y pastores que casen a personas del mismo sexo. Quizás ya es hora de que otras iglesias den el paso —pienso por ejemplo en la IERE— y se abran por fin a la inclusión, al reconocimiento y a la bendición del amor entre personas lgtbiq+. No es imposible, solo hace falta valentía, o mejor dicho, solo hace falta estar a la altura del evangelio. Negar la bendición del matrimonio a una pareja del mismo sexo, es negar la bendición a toda la comunidad a la que estas personas pertenecen. Porque bendecir el matrimonio de una pareja del mismo —o diferente sexo— es una bendición que alcanza a toda la comunidad.

Carlos Osma

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“Alianza Evangélica Española: entre la transfobia y la ignorancia”, por Carlos Osma

Jueves, 17 de diciembre de 2020
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trans-bandera-movilh-chile-820x394De su blog Homoprotestantes:

La Alianza Evangélica Española (AEE) ha enviado al Ministerio de Igualdad un documento con unas supuestas propuestas para tener en cuenta en la próxima elaboración, por parte de dicho ministerio, de una ley que pretende garantizar la igualdad plena y efectiva de las personas trans. Lo primero que tenemos que decir de dicho documento es que hay que encasillarlo en el mundo de las ideas de la AEE, ya que no conocemos ninguna iniciativa real y palpable de dicha entidad en relación con la atención o la defensa de los derechos de las personas trans. Para que se entienda lo que estoy diciendo, el poderoso lobby fundamentalista dentro del movimiento evangélico en España, pero insignificante a su pesar en la sociedad española, me refiero claro a la AEE, es como el cuñado que nunca ha puesto un tornillo en su vida, pero que cuando tú estás intentando poner uno, te da clases magistrales de cómo tienes que hacerlo.

En el comunicado la AEE se presenta como una entidad que ha luchado contra la discriminación desde 1877. Puede ser cierto, pero me parece a mí que ha luchado más bien contra la discriminación de las personas evangélicas en un país de mayoría católica, y ni siquiera de todas, únicamente de las que son de su cuerda. Y seguro que lo han hecho lo mejor que han podido con las dificultades que seguro les han puesto, pero creo que por falta de inteligencia y de visión han sido incapaces de darse cuenta de lo que muchos otros colectivos sí han aprendido: que contra la discriminación hay que trabajar juntas. Que las personas no somos unidimensionales, que no solo formamos parte de una minoría religiosa, que también somos LGTBIQ, mujeres, desempleados, inmigrantes, etc. Y que la consecución de un derecho en cualquiera de esos colectivos, es también un avance para el resto, y lo que es más importante, para la sociedad en general. Que la Iglesia Católica tenga un concordato con el Estado, que supone un claro privilegio respecto del resto de confesiones religiosas, es algo que no solo afecta a los evangélicos, judíos, musulmanes… también lo hace a las personas LGTBIQ. Que una persona trans no tenga los mismos derechos en la práctica que una persona cisgénero, también afecta a los evangélicos. Y no solo porque hay personas trans evangélicas, o que los evangélicos también tenemos hijos, padres, hermanas, amigas trans, sino porque independientemente de que no formemos parte de un colectivo discriminado, no podemos aceptar en silencio las injusticias.

Las supuestas correcciones de la AEE al documento del Ministerio pasan por decir que existe un documento, el DSM-5, que incluye en su clasificación la disforia de género. Se le olvida a la AEE que también existe un documento que dice que un pueblo puede exterminar a otro cuando lo conquiste, se llama Biblia: “El Señor, tu Dios, pondrá en tus manos estas naciones, y tú las derrotarás y las consagrarás al exterminio. No pactes ni tengas piedad” (Dt 7,2). Pero debemos poner siempre en contexto estos textos de terror, tanto los del DSM-5 como el del Deuteronomio. La otra corrección de la AEE es aclarar que debe haber un error en los datos del Ministerio de Igualdad, que dicen que el 42% de las personas trans han sido discriminadas en el acceso a un puesto de trabajo, cuando la Unión Europea tiene un documento que lo cifra en el 11%. Vemos aquí de nuevo, lo de siempre, el legalismo: ¿qué dice un texto y qué dice otro?, como si la verdad de la discriminación de las personas trans fuera un dato. Eso solo lo hace la gente que se mueve en el mundo de la teoría, de las ideas. Pero lo más preocupante, es que esta aclaración puede ser leída como una muestra de que las personas trans no son tan discriminadas como dicen. Es verdaderamente lamentable, muestra de una enorme capacidad de retórica acompañada de una infinita falta de empatía y conexión con la realidad. ¿Hay alguien en este país que crea que las personas trans no sufren discriminación en el entorno laboral?

A partir de aquí parecen desaparecer las propuestas del documento (si lo que hemos comentado anteriormente se puede entender como una propuesta, claro), y se pide que las personas trans que “decidan recuperar la congruencia con su sexo biológico” puedan recibir libremente tratamiento profesional. ¿De verdad que la AEE va a defender las terapias llamadas reparativas? ¿De verdad que en su ofuscamiento por aferrarse a que el plan de dios en la Biblia es la persona cis y heterosexual está dispuesta a pasar por encima de la vida del resto de seres humanos? ¿De verdad que su literalismo y fundamentalismo lo tienen que pagar las personas LGTBIQ? No sería mejor que recordasen que “la letra mata, pero el Espíritu da vida” (2 Cor 3,6). Y lo que es más importante, ¿no sería mejor que si no conocen la realidad trans, porque la niegan y la expulsan de sus comunidades, se informasen? Da un poco de vergüenza ajena leer en un comunicado de una entidad evangélica dirigido al Ministerio de Igualdad, que se confunda la transexualidad con la homosexualidad. La razón que esgrimen para oponerse a que un niño o niña trans pueda rectificar el género en el registro, es que según unos estudios: “la investigación indica que un porcentaje de los menores en su proceso madurativo siente alguna atracción por el mismo sexo… al llegar a la madurez la mayoría de estos menores tiene atracción por el sexo contrario”. La ignorancia es atrevida, y la ignorancia de las ideas, esa que no tiene contacto con la realidad de la que quiere hablar, es patética.

¿Por qué un niño o una niña cis puede ver reconocido legalmente su sexo sentido y un niño o niña trans no? ¿Por qué hay que esperar a qué los segundos se aclaren mientras para los primeros es normal que lo tenga claro? La inmensa mayoría de menores se identifican como niños o niñas a muy temprana edad, solo la presión social hace que esa identificación sea más o menos problemática. Además, y no voy a entrar ahora en algo que ni siquiera se ha planteado la AEE, hay menores que no se identifican con ninguna de esas dos posibilidades, y otros que lo pueden hacer con ambas… ¿De verdad que la manera natural con la que un niño, niña, niñe, (o cualquier otra etiqueta) se percibe a sí misma, tiene que ser limitado legalmente? Cualquier persona, sin necesidad de haber leído un estudio de uno u otro color, pero que ha convivido con un menor o adulto trans, sabe que, como las personas cis, se sienten respetadas si son tratadas con el sexo con el que se identifican. ¿Quién es la AEE para meterse en la vida de un niño y decirle que tiene que esperar a la edad adulta para ver reconocida su identidad? ¿Es un castigo? ¿Una pena por no haber sido fiel al género?

La forma en la que la AEE percibe a las mujeres al final de sus “recomendaciones” es tan machista y paternalista que me cuesta entender por qué ninguna de las mujeres que forman parte de la AEE ha hecho una queja o ha pedido una rectificación. Resumiendo su última recomendación (yo no veo recomendación por ningún lado): que “un hombre inscrito en el registro civil como una mujer” (una definición muy desafortunada de una mujer trans, la verdad) vea reconocido legalmente su sexo sentido puede crear problemas de convivencia, ya que le permite tener acceso a espacios reservados para mujeres. Tengo que informarles a los hombres que han escrito este último párrafo, que los mayores problemas de convivencia se crean cuando mujeres trans tienen que convivir obligatoriamente en espacios de hombres cisgénero. Y los problemas no los crean estas mujeres trans, sino los hombres cis que las ridiculizan, las insultan, las maltratan, las violan o las asesinan.

Para acabar me gustaría decir a la AEE, que en vez de encerrarse en sus verdades y negarse a repensarlas, la próxima vez que quiera hacer un comunicado sobre un tema que desconoce, que se informe con personas que se han arremangado para trabajarlo. Lo demás es hacer el ridículo, y dejar en ridículo al resto de evangélicos que quedan como ignorantes y fundamentalistas ante la opinión pública. Y aunque sea un imposible, les pediría un poco de valentía y que abriesen en su seno un espacio de reflexión realmente plural donde también puedan ser escuchadas voces evangélicas que no siguen los divinos dogmas evangélicos españoles de principios del siglo XXI. Personas LGTBIQ evangélicas hay muchísimas, no son legión como las cisgénero heterosexuales, pero pueden aportar tanto o más como ellas a la construcción de iglesias realmente evangélicas. Yo mismo me ofrezco voluntario, aquí tienen mi correo por si nuestro Señor les ilumina algún día: homoprotestantes@gmail.com

Carlos Osma

Consulta dónde encontrar “Solo un Jesús marica puede salvarnos”

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Marxismo, ideología de género y la Santa Alianza

Miércoles, 10 de enero de 2018
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ideologia-de-genero_560x280“Cortina de humo de la extrema derecha”

“¿Es que el cristianismo no es una fuerza liberadora?”

(Alex Roig).- Aunque la Alianza Evangélica Española (AEE) no es la Conferencia Episcopal Española (CEE), juega a serlo. Con la reciente publicación del documento Origen y desarrollo de la Ideología de Género, escrito por Juan Varela, de la Comisión de Familia, la AEE pretende ofrecer al lector evangélico un manual breve que de forma sencilla y asequible informe de los peligros que nos acechan en medio de una sociedad cada vez más alejada de los principios de la Palabra, donde poderosos agentes sociales están imponiendo la ideología de género en las políticas de la mayoría de sus países occidentales.

El autor no pretende ser alarmista, sin embargo afirma que las doctrinas impositivas de los colectivos LGTBI se está cebando principalmente en la población cristiana y particularmente en la familia natural a la que se quiere destruir, como parte de una corriente de pensamiento totalitario dentro del nuevo orden mundial.

Tan grave es la situación, dice, que supera cualquier otro tiempo anterior. “Nunca en la historia de la humanidad, ni siquiera las ideologías nazis o los regímenes comunistas más severos, se había logrado imponer a extremos como los que hoy empezamos a vivir, una ideología con pretensiones de destruir al ser humano en sus bases ontológicas y crear una nueva civilización de seres mutantes capaces de redefinirse y reinventarse al capricho objetivo de cada individuo” (Varela, p. 4).

Para el autor, no hay duda que “la ideología de género es una ideología política de corte neomarxista y sesgo totalitario, que defiende que las diferencias entre el hombre y la mujer, a pesar de la obviedad anatómica y biológica, no corresponden a una naturaleza fija, sino que son construcciones culturales y convencionales, que responden a roles y estereotipos que a lo largo de la historia la sociedad ha ido creando” (p. 8).

ideologia-de-generoVarela coincide en su diagnóstico con muchos otros autores y colectivos conservadores y recalcitrantes que señalan el marxismo como origen de este nuevo mal que va absorbiendo la mente de nuestros pueblos. Hace un par de años, el obispo de San Sebastián, José Ignacio Munilla, proclamó que la “ideología de género” no es sino una metástasis del marxismo, asumida ahora por la cultura secularizada, mayoritaria en Occidente”.

A principios de siglo José Ángel Agejas, profesor de la Universidad Francisco de Vitoria, administrada por los Legionarios de Cristo, asentó. “Se puede comprobar fácilmente cómo la dialéctica marxista de supresión de la diferencia por la lucha se aplica, paso por paso, a este caso del género”. Es a esta tesis a la que se suma el Sr. Varela: Se sustituyó la lucha de clases por la lucha de sexos, y la lucha contra el capitalismo burgués por la lucha contra el sistema familiar tradicional” (p. 9). “El marxismo cultural ha invadido todos los aspectos de las sociedades democráticas occidentales actuales. Hoy observamos con asombro y estupor cómo la estrategia se redefine y reinventa a lo largo de la historia: del obsoleto comunismo del s. XIX, se pasa al marxismo cultural del s. XX, y de ahí evoluciona a la ideología de género del s. XXI” (Varela, p. 14).

La identificación de la llamada ideología de género con la izquierda marxista, a la que se añade el feminismo “radical“, y otros, como el presidente de Hazte Oir, Ignacio Arsuaga, incluyen la masonería más esotérica, e incluso el judaísmo sionista, da mucho que pensar.

Obedece al pensamiento integrista que durante siglos lleva considerando el desarrollo de la historia moderna como una conspiración de élites destructivas que operan en las sombras. Y sorprende más todavía que la Gran Conspiración se centre ahora en la ideología de género, como última maniobra contra la sociedad tradicional.

“Aquí se producen las reivindicaciones de los lobbys LGTBI, la legalización del matrimonio homosexual, la cultura del aborto, los intereses de organizaciones internacionales preocupadas por el control de la natalidad y los recursos alimenticios, junto con diversos intereses comerciales. Todo ello, como ya se ha mencionado, financiado por poderosas asociaciones y fundaciones filantrópicas” (Varela, p. 12).

el-libro-negro-de-la-nueva-izquierdaPara completar el cuadro, el abogado argentino Nicolás Márquez y el escritor y politólogo Agustín Laje, lanzan su libro El libro negro de la nueva izquierda: Ideología de género o subversión cultural, donde hablan de la transformación que ha llevado a la izquierda a dejar de reclutar obreros explotados porque estos habían encontrado oportunidades en el desarrollo capitalista de sus países, para dedicarse a capturar “almas atormentadas o marginales” a fin de lanzarlas contra el orden establecido. A la postre, este marxismo cultural es el origen del movimiento ecológico, el feminismo radical, el indigenismo militante y de la actual ideología de género que es el centro de los debates en varios países del mundo.

Aquí aparece un nuevo personaje en la escena conspiracionista: “el movimiento ecológico”, bestia negra del capitalismo mundial y de todos los negacionistas del cambio climático. Y en medio de este bestiario apocalíptico moderno, la “ideología de género”, el agente de cambio más subversivo de todos.

“Su contenido constituye la prioridad militante en esta izquierda desarmada que resolvió canalizar su odio por medio de grupos marginales o conflictuados que aquella captura y adoctrina para sí, con el fin de vehiculizarlos de manera funcional a su causa y, de esta forma, dominar la academia, hegemonizar la literatura, monopolizar las artes, manipular los modos del habla, modificar hábitos e influir en los medios de comunicación. La nueva izquierda no busca más secuestrar empresarios sino el sentido común; no persigue tomar una fábrica sino la cátedra, y no se trata de confiscar cuentas bancarias sino la manera de pensar: ‘todo lo demás vendrá por añadidura’, vaticinan sus cultores”.

jesus-era-gay-1436216028No deja de ser sospechoso que Agustín Laje recibiera una beca para estudiar contraterrorismo en el Center of Hemispheric Defense Studies de la National Defense University (Washington DC), que es una institución de educación mayor del Departamento de Defensa de los Estados Unidos, cuya meta es facilitar la formación de alto nivel, educación y desarrollo de estrategias de seguridad nacional y políticas de gobierno. La misión de dicha universidad es preparar a los líderes militares y civiles de los Estados Unidos y otros países para abordar los desafíos nacionales e internacionales de seguridad.

Una vez más, todo esto de la “ideología de género” nos suena a una cortina de humo creada por la ideología liberal-conservadora de la extrema derecha estadounidense que busca manipular los prejuicios y odios de cierto sector de la población para desviar la atención de los verdaderos problemas del pueblo, que no coinciden, precisamente, con esa ideología del neoliberalismo económico.

capitalismo¿Qué hay de verdad en eso de que el marxismo cultural, o como quiera llamársele, está en el origen de la “ideología de género”?

En el escrito de la Alianza Evangélica Española se nos dice que “cuando Marx, desde su modelo de lucha de clases, proclama que la religión es el opio del pueblo, Engels publica El origen de la familia, la propiedad privada y el estado, y Nietzsche, desde el nihilismo sentencia la ‘muerte de Dios’, se constata el resquebrajamiento de los fundamentos sociales, morales y éticos que contenían principios normativos y universales” (Valera, p. 9).

Esta misma referencia al Engels de El origen de la familia, aparece las páginas web de este estilo de plataformas, pero sin referencias concretas y ciertamente sin haber leído la obra culpable del delito. Los más ilustrados mencionan la siguiente frase: “El derrocamiento del derecho materno fue la gran derrota histórica del sexo femenino en todo el mundo. El hombre empuñó también las riendas en la casa; la mujer se vio degradada, convertida en la servidora, en la esclava de la lujuria del hombre, en un simple instrumento de reproducción”. Si aquí hay algún indicio de “ideología de género”, que venga Dios y lo vea.

Los hechos son los hechos, y es un hecho que Karl Marx apenas trató el tema de la sexualidad. En la correspondencia privada entre Marx y Engels a menudo dicen cosas muy crudas sobre el tema, que reflejan los prejuicios sexistas y racistas de sus contemporáneos. Cuando Karl Heinz Ulrichs (1825-1895) escribió la primera defensa de la homosexualidad que conocemos, en un libro que envió a Marx y Engels, esperando encontrar apoyo en ellos, Marx no le prestó atención y Engels, más familiarizado con temas culturales, lo calificó de “suciedad convertida en teoría”.

marxA nivel político, muchos estados socialistas consideraron que la homosexualidad era el resultado de la decadencia de la sociedad capitalista burguesa. La homosexualidad fue un delito común en algunas Repúblicas soviéticas durante los años 1920. En 1933 Stalin añadió el Artículo 121 al código penal de toda la Unión Soviética, que hizo de la homosexualidad masculina un delito punible con hasta cinco años de prisión y trabajos forzados. A los homosexuales les fue denegada la afiliación o fueron expulsados de partidos comunistas de muchos países del mundo durante gran parte del siglo XX, como fue el caso de Jaime Gil de Biedma o Pier Paolo Pasolini.

Para concluir este punto. La Santa Sede, igual que hace la santa Alianza Evangélica, defiende un concepto casi idéntico del matrimonio y las relaciones sexuales, y en la cuestión de la homosexualidad el Catecismo de la Iglesia católica dice expresamente: “Apoyándose en la sagrada Escritura que los presenta como depravaciones graves, la Tradición ha declarado siempre que ‘los actos homosexuales son intrínsecamente desordenados’. Son contrarios a la ley natural. Cierran el acto sexual al don de la vida. No proceden de una verdadera complementariedad afectiva y sexual. No pueden recibir aprobación en ningún caso” (n. 2357). Sin embargo, la Santa Sede no olvida de añadir una nota positiva, pastoral: “Los hombres y mujeres con atracción sexual hacia el mismo sexo deben ser acogidos con respeto, compasión y delicadeza. Se evitará, respecto a ellos, todo signo de discriminación injusta. Estas personas están llamadas a realizar la voluntad de Dios en su vida, y, si son cristianas, a unir al sacrificio de la cruz del Señor las dificultades que pueden encontrar a causa de su condición” (2358).

integrismo-catolicoEs esta misma nota pastoral la que hemos echado en falta en el documento de la Alianza Evangélica Española, una falta total de visión cristiana, de pastoral elemental, de generosidad humana, de simpatía hacia todas aquellas personas que por su orientación sexual han sido y siguen siendo discriminados, violentados, asesinados; todos aquellos y aquellas que sufren en silencio un calvario personal que en muchos casos termina en suicidio.

¿Es que el cristianismo no es una fuerza liberadora; acaso no está el Evangelio por la promoción de la persona subsumida en la persona de Cristo, el Nuevo Ser que hace nuevas todas las cosas? ¿Va el cristianismo a aliarse con las fuerzas recalcitrantes y opresoras de este mundo sin pararse a pensar en esa fuerza de la gracia que se caracteriza por la ruptura de velos, muros y vallas que dividen a los seres humanos? ¿Acaso es tan miope el cristianismo que no es capaz de ejercer su propia crítica, desde la fe de Jesús, y ofrecer una respuesta desde sus mismos planteamientos de amor y aceptación?

Fuente Religión Digital

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El País retira un artículo de Juan Arias tras la protesta evangélica

Martes, 13 de septiembre de 2016
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57cdb95c174b6_elpaisG(Protestante Digital).- El artículo ¿Los hombres que cocinan pueden acabar gais? publicado por el corresponsal de El País en Brasil, Juan Arias (basado en una supuesta afirmación de “las iglesias evangélicas”) ha recibido multitud de críticas.

Las múltiples protestas han surgido de parte de lectores evangélicos en el propio artículo de la web y en el facebook de El País, y en un contacto personal con El País desde la Alianza Evangélica Española (AEE). Pedro Tarquis, como portavoz de la AEE, se dirigió a la Defensora del Lector, Lola Galán, mostrando su disconformidad y razonándole con datos que el artículo de Arias se fundamenta en una “web satírica” sin ninguna relación ni representatividad con las iglesias evangélicas.

Además, le expuso,ataca en base a una simple burla a toda una confesión religiosa en su conjunto. A esto se une la repercusión y el daño que hace a los cristianos evangélicos que un diario de la difusión y calidad habitual de El País publique algo así”.

A este ‘hoax‘, que además se repite desde 2014 con diferentes formatos, añadía Juan Arias varios postulados “que son cuando menos cuestionables” expuso Tarquis. Entre ellos, “habla de las ideas medievales de los evangélicos, cuando fue la Reforma protestante uno de los factores esenciales para la aparición de la sociedad moderna, en todas sus dimensiones: política, industrial, científica, y de derechos humanos”.

Se critica además a los cristianos evangélicos “por su menosprecio a la mujer, cuando el movimiento feminista original surgió en EE.UU. de la mano de iglesias evangélicas (como la lucha contra el racismo). Además, desde hace años hay pastoras evangélicas (incluso obispas anglicanas) mientras en nada considera Arias el ostracismo de la mujer -y de las monjas en especial- en el catolicismo de Roma”.

DEFENSORA DEL LECTOR Atendiendo a los razonamientos y datos aportados, Lola Galán ha respondido a la AEE que el artículo de Juan Arias ha sido retirado de la versión online de El País, y que tampoco saldrá publicado en su edición impresa. “La primera y fundamental -explica Lola Galán en su artículo publicado este miércoles– es que hemos atribuido a una iglesia evangélica chilena una afirmación que figura, en realidad, en una cuenta satírica de Facebook que la suplanta. Entiendo las explicaciones de Juan Arias respecto a la dificultad de apreciar la burla, sin embargo, antes de publicar una noticia que afirma algo tan ridículo como que cocinar estimula la homosexualidad, creo que era exigible una investigación más amplia del tema y de la cuenta de Facebook en cuestión. En la duda, debiera haber intentado contrastar la información con las iglesias evangélicas chilenas. Al contrario que Arias, yo no interpreto la nota del pastor Elías Ramírez como una disculpa por la absurdez recogida por algunos medios de comunicación. Me parece más bien una nota resignada de una institución quizá acostumbrada ya a este tipo de burlas”.

“Otra cuestión distinta -por más que se enrede en la misma historia, confundiéndola- es que la condena de la homosexualidad que hacen las iglesias evangélicas (compartida, por cierto, por la Iglesia Católica), suscite críticas. Arias tiene todo el derecho a sumarse a quienes consideran cuando menos anacrónica dicha condena. Pero debe hacerlo basándose en afirmaciones auténticas de los evangélicos, no en burdas falsificaciones”, concluye la Defensora del lector.

Tarquis muestra su agradecimiento y piensa que se trata de “una actuación ejemplar de la labor -siempre difícil- que desarrolla habitualmente de forma excelente la figura del Defensor/a del Lector en El País”, y que es un acto de justicia y de profesionalidad que se eviten este tipo de publicaciones que aportan una imagen totalmente falsa y caricaturesca de la realidad del cristianismo evangélico, que sufre prejuicios y tópicos atávicos en los medios de comunicación de forma habitual”.

De hecho, recuerda Tarquis, la figura del Defensor del Lector es inhabitual por no decir excepcional en los medios de comunicación españoles y latinos, lo que evidencia una gran carencia y a la vez realza la labor que esta figura realiza en El País desde su origen”.

Fuente Religión Digital

 

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“Jaume Llenas. Sí, pero no.”, por Carlos Osma

Sábado, 9 de mayo de 2015
Comentarios desactivados en “Jaume Llenas. Sí, pero no.”, por Carlos Osma

JAUMELLENASDel blog Homoprotestantes:

Hace unos días llegó a mi página de facebook el mensaje de un amigo que decía: “Dale al link y lee el artículo Carlos, vale la pena”.  Cuando hice lo que pedía me sorprendió ir a parar a la página de la revista Protestante Digital, y mucho más a un artículo de Jaume Llenas, presidente de la Alianza Evangélica Española (AEE). Para quien lo desconozca, la AEE no es una iglesia o denominación evangélica, actualmente se comporta más bien como un lobby que intenta imponer una visión fundamentalista dentro de las entidades evangélicas en España.

El artículo llevaba el título de “Vergüenza y desvergüenza[1] y venía a denunciar de una forma clara y contundente la imposición por parte del Cardenal de Barcelona Lluís Martínez i Sistach de una ceremonia de Estado católica por las víctimas del accidente aéreo de Germanwings. Jaume Llenas afirmaba en su artículo con mucho acierto que los Estados democráticos no deberían ser confesionales, ni dar preferencia a ninguna religión en detrimento del resto. Reconocía que lo que más le dolía era la desvergüenza de la jerarquía católica, que seguía pensando que el país era suyo, y la actuación de los representantes políticos que habían acatado lo que Cardenal Sistach les imponía. Finalmente sentenciaba: “siento vergüenza de lo que veo en este país que no siente como suyo al diferente, al secular, al laico, al judío, al musulmán, al evangélico”.

Creo que la mayoría de protestantes de este país compartimos las palabras de Jaume Llenas, aunque algunos como Guillem Correa, Secretario general del Consell Evangèlic de Catalunya, se prestase por decisión propia a ser palmero del Cardenal de Barcelona en la misa que finalmente se realizó en la Sagrada Familia. Sin lugar a dudas ha sido un desprecio a las familias no católicas que han perdido a un ser querido, pero también a todas aquellas que creemos que el cristianismo debe intentar unir, y no dividir, y que los representantes políticos lo son de todas y todos, no sólo de quienes profesan la religión mayoritaria. El catolicismo ya no es como dijo el dictador Francisco Franco la única religión de la nación española, también hay desde hace cientos de años musulmanes, judíos o protestantes, por nombrar algunos. Y sobre todo, hay una mayoría de la población a la que le importa bien poco la religión.

Como me sentí bastante cercano a las palabras de Jaume Llenas, busqué otras declaraciones que había realizado anteriormente sobre temas similares, y encontré muchas que comparto: “el grado de justicia de una sociedad se mide por su respeto a las minorías”, “Debemos defender la libertad de cada uno de comportarse, creer o vestir como desee”, o “No se puede fomentar el odio, la exterminación del otro, ni hacer apología del odio o la violencia[2]”. Y volví a preguntarme qué hace el presidente de una organización fundamentalista como la AEE haciendo estas afirmaciones. ¿Era un discurso sincero, o simplemente una pose?

No me hizo falta mucho tiempo para descubrir que al enarbolar la bandera del respeto a las minorías sólo buscaba el beneficio de la comunidad evangélica, y que bien poco le interesaba el respeto a otras minorías. Su discurso eran sólo palabras, bien diferentes a las que utilizó en el año 2005 para oponerse a que los homosexuales pudiéramos alcanzar el reconocimiento como ciudadanos con los mismos derechos y obligaciones que el resto. Jaume Llenas firmó un comunicado en el que se oponía a que dos personas del mismo sexo pudieran casarse y a que sus hijos e hijas pudieran ver reconocidos legalmente a sus dos madres o padres. Es decir, se posicionó contra los derechos de otra minoría, que por cierto, es más numerosa que la evangélica en España.

En diciembre de 2014 en una entrevista que concedió a la revista Protestante Digital Jaume Llenas volvió a quitarse la careta de defensa de la libertad individual y de oposición a los discursos de odio y afirmó que no le parecía bien que las iglesias inclusivas ministraran el pecado del colectivo homosexual haciéndoles sentir bien, que lo que él quería era ministrar a este colectivo para sacarlos del lugar en el que están. La entidad que preside, la AEE, sigue promoviendo todavía hoy la idea de que el homosexual puede ser reorientado hacia la heterosexualidad con una terapia apropiada, o que debe permanecer célibe toda la vida. Esa es su idea de respeto a las minorías.

Cuando alguien habla de respeto a las minorías, lo debe hacer cuando en el seno de la entidad que preside existe ese mismo respeto. Nadie puede obligar a nadie a que piense de una determinada manera, pero cuando se silencia la experiencia de cristianos y cristianas lgtbi, cuando se niega su existencia dentro de las iglesias evangélicas, cuando se les anima a unas terapias peligrosas, o cuando se les obliga a ser como la mayoría para poder ser escuchados y tenidos en cuenta; uno queda invalidado para pedir que la minoría a la que pertenece sea tratada con respeto. También muchos cristianos y cristianas sienten vergüenza y decepción cuando ven que las iglesias evangélicas en España no sienten como suyos a los diferentes, a la lesbiana, al transexual, a la bisexual, o al gay. Si el señor Llenas cree que es un desprecio la identificación de español y católico, muchos sentimos lo mismo cuando se identifica evangélico y heterosexual. La apropiación que los heterosexuales evangélicos como Jaume Llenas han hecho de la iglesia, es una verdadera indignidad. Por lo menos el Cardenal de Barcelona Lluís Martínez i Sistach ofreció un lugar decorativo a quienes no eran católicos.

Me gustaría terminar parafraseando un párrafo del artículo “Vergüenza y desvergüenza” del señor Jaume Llenas.

“Somos una iglesia de memoria herida, somos una iglesia invertebrada, porque nuestra iglesia se construye los unos contra los otros. Somos una iglesia vergonzosa porque la heteronormatividad  la ha construido uniformizándola e imponiéndose a quienes no son heterosexuales, y se han utilizado púlpitos, iglesias, revistas, consejos evangélicos, alianzas y federaciones para reprimir, callar e incluso eliminar físicamente a quienes no eran heterosexuales”.

Carlos Osma

[1] http://protestantedigital.com/blogs/35990/verguenza_y_desverguenza

[2] http://protestantedigital.com/sociedad/31129/El_grado_de_justicia_de_una_sociedad_se_mide_por_su_respeto_a_las_minoriasrsquo

Espiritualidad, General, Iglesias Evangélicas , , , , , , , , , , ,

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