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Noemí Ubach: “Si conseguimos desmontar la misoginia en las religiones, estaremos dando un paso adelante en la lucha feminista”

Jueves, 11 de marzo de 2021
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Noemi-Ubach-conseguimos-desmontar-religiones_2320577984_15382739_660x371Entrevista a la portavoz de la coordinadora de mujeres creyentes, ‘Alcem la veu

“El trabajo en red es nuestra fuerza, y las complicidades con mujeres de distintas ciudades, una gran riqueza personal”

“El Papa Francisco ha realizado pequeños cambios, que aunque insuficientes, son importantes simbólicamente porque abren caminos”

“Quedan muchas estancias por airear en la Iglesia, pero hay signos de esperanza que hay leer para aprovecharlos”

Convocadas por la coordinadora de mujeres creyentes ‘Alcem la veu’ (Alcemos la voz), un centenar de personas se manifestaron el pasado domingo 7 de marzo frente a la fachada de la Catedral de Barcelona bajo el lema ‘Per la dignitat i la igualtat de les dones a l’Església’ (Por la dignidad y la igualdad de las mujeres en la Iglesia.

Quieren cambios profundos que permitan el liderazgo compartido entre ambos sexos, un cambio de mentalidad y un reconocimiento diferente de la mujer en el ámbito eclesiástico y teológico. La manifestación fue un paso más de un camino que llevan a cabo con determinación, a sabiendas de las dificultades que, a buen seguro, seguirán encontrando.

Son optimistas de cara al futuro. Tal como reconoce Noemí Ubach, portavoz de ‘Alcem la veu’ y miembro del Movimiento de Profesionales Católicos de Barcelona, “tardará mas o menos, pero si las mujeres estamos convencidas de ello, esta ola feminista es imparable”.

Qué valoración hace del nombramiento de la religiosa francesa Nathalie Becquart, como subsecretaria del Sínodo de los Obispos por el papa Francisco. Hasta ahora es una de las pocas mujeres con voz y voto en el Vaticano y, al igual que otras, comparte la subsecretaría con un varón. ¿Esto es una señal de resistencia de la Santa Sede hacia la plena inclusión de la mujer?

Aplaudimos el nombramiento de mujeres en cargos de responsabilidad y liderazgo en la Iglesia. El Papa Francisco ha realizado pequeños cambios, que aunque insuficientes, son importantes simbólicamente porque abren caminos, como la reforma del Código de Derecho Canónico sobre acolitado y lectorado. Estos pequeños pasos vienen a demostrar que el inmovilismo no tiene la última palabra, ni aún en la Iglesia. Ahora bien, los sectores eclesiales más conservadores, con los que el mismo Papa tiene que lidiar, tienen todavía peso en Roma, ya que para cada cargo femenino hay un doble masculino. Quedan aún muchas estancias por airear, pero hay signos de esperanza que es necesario leer para aprovecharlos: persistir es conseguir.

¿Qué acogida ha tenido Alcem la veu en la Iglesia y en la sociedad desde que hiciera público su manifiesto a inicios de 2020? 

El año pasado en menos de un mes ya teníamos 1.000 adhesiones al manifiesto, y este año en dos o tres días ya se habían agotado las 100 plazas para el acto presencial del 7M (no podíamos ser más por razones sanitarias). Nos ha sorprendido la cantidad de personas que nos han mostrado su apoyo. “Ya era hora que este tema saliera a la luz, yo os sigo”, dicen muchas mujeres y algunos hombres católicos.

Recientemente se ha constituido ‘Alcem la veu Menorca’ a raíz del caso de Carmen Mascaró, que fue apartada del catecismo en octubre de 2020 por casarse con otra mujer. ¿Han brindado ayuda a las compañeras menorquinas? 

Hemos estado en contacto con ellas y les hemos mostrado todo nuestro apoyo. Admiramos su valentía y determinación en hacer público el caso, para que no pase desapercibido. En la medida de nuestras posibilidades hemos querido ser altavoz de este suceso para que este tipo de discriminaciones no queden sin respuesta. En la sección en la que colaboramos de la revista Foc Nou, publicamos un artículo al respecto y mantenemos el contacto para acciones futuras.

“Queremos que la Iglesia entera sea testimonio de vida fraterna, y que la misma estructura eclesial, ahora tan impregnada de prejuicios hacia las mujeres, pueda cambiar”

¿Durante este último año, ha habido algún tipo de complicidad con otras feministas ajenas al catolicismo?

A nivel personal, amigas feministas nos muestran su apoyo: Aprecian nuestra valentía  y saben que tenemos mucho trabajo por delante. A nivel institucional no hemos hecho todavía contactos, más allá de complicidades puntuales en las redes sociales. Algunas mujeres no aceptan que se pueda ser feminista y católica, pero estoy coonvencida de que si conseguimos ir desmontado la misoginia en las religiones (no solo en la católica) estaremos dando un paso adelante en la lucha feminista. Por otro lado, las mujeres reivindicamos el derecho a la libertad religiosa y de culto, como queda recogido en la Declaración de Derechos Humanos.

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¿Cómo es ese trabajo en red que llevan a cabo de forma agrupadas en el colectivo “Revuelta de mujeres en la Iglesia” y con la asociación internacional Catholic Women Council?

Nos coordinamos con el movimiento de la Revuelta para algunas acciones, como por ejemplo fijar la fecha de los actos del 8M. También conjuntamente hemos enviado una carta al Papa Francisco con nuestras reivindicaciones. El año pasado tuvimos la visita de responsables de Voices of Faith el mismo día del acto reivindicativo del 8M y nos ayudaron en la difusión del evento. Este año nos unimos al proyecto de CWC de convocar un sínodo de mujeres para la primavera de 2022. El trabajo en red es nuestra fuerza, y las complicidades con mujeres de distintas ciudades, una gran riqueza personal.

 ¿Por qué se empeñan en seguir formando parte de una institución cuya jerarquía, a menudo, se comporta de forma tan dogmática y excluyente?

Formamos parte de la Iglesia, y es nuestra casa. En muchas de nuestras asociaciones y movimientos laicos hemos podido vivir la Iglesia como comunidad de iguales, han sido espacios de libertad e igualdad, jóvenes, mujeres y hombres juntos compartiendo proyectos, liderazgos, celebrando la fe y dando respuesta a nuestra dimensión espiritual. En ese espacio muchas de nosotras hemos crecido, nos hemos formado, hemos compartido fe y vida, y toda esta experiencia gratificante nos ha conformado como personas.

Por esa misma razón queremos que la Iglesia entera sea testimonio de vida fraterna. Deseamos que la misma estructura eclesial, ahora tan impregnada de prejuicios hacia las mujeres, pueda cambiar. Que el marco cultural y legal que rige los espacios de poder y toma de decisiones, lastrados por el clericalismo, vaya cediendo a un modo de hacer más respetuoso con la diversidad, el diálogo y con la dignidad de todos los bautizados. Porque la defensa de la dignidad sin igualdad es paternalismo o hipocresía. Soñamos una Iglesia mejor porque la hemos vivido y sabemos que no es sólo posible sino deseable.

Fuente Religión Digital

Budismo, Cristianismo (Iglesias), General, Hinduísmo, Islam, Judaísmo , , , , , ,

Mireia Rourera: El cuerpo de las mujeres también encarna a Cristo.

Lunes, 19 de octubre de 2020
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SwNfmhnL_400x400La plataforma de mujeres creyentes ‘Alcem la Veu’ se dio a conocer en Cataluña pocos días antes del 8 de marzo pasado con una concentración ante la catedral de Barcelona. Fue una acción coordinada con otras manifestaciones parecidas que se hicieron en más de 20 ciudades del mundo bajo el paraguas del movimiento internacional de Voices of Faith, en que las mujeres que forman parte de la Iglesia reivindican su papel, su derecho a tener voz y voto, y su compromiso feminista. Una de las impulsoras de Alcem la veu (“Levantemos la voz”) es Neus Forcano.

¿Qué es Alcem la veu?

Se trata de una plataforma que se crea el julio del 2019. Nace cuando un grupo de mujeres activas en movimientos y parroquias que nos conocemos de coincidir en diferentes manifestaciones, congresos o cursos, nos decidimos a crear una entidad para reivindicar nuestros derechos y para manifestar públicamente la Iglesia en que creemos. Algunas de estas mujeres provienen del Movimiento de Profesionales Católicos de Barcelona (MPCB); otras, de la HOAC; otras participan en la Acción Católica Obrera (ACO)… y también hay mujeres del Col·lectiu de Dones en l’Església, las pioneras.

¿Quiénes son?

La reivindicación de los derechos de las mujeres dentro de la Iglesia la venía protagonizando en Cataluña, de forma muy activa y desde el 1986, el Col·lectiu: Maria Pau Trayner, Roser Soler, Sefa Amell, Maria Martinell… Algunas de nosotras hemos aprendido de ellas, hemos querido agrandar el movimiento. Con la plataforma Alcem la veu nos damos a conocer coincidiendo con el 8 de marzo, a pesar de que la concentración la convocamos unos días antes para no dividir la concentración unitaria del día 8, en la que siempre hemos participado.

¿Qué es lo que decís?

Queremos explicar que en la Iglesia católica también hay mujeres conscientes que reivindicamos la igualdad, nos sabemos dignas y no queremos renunciar a formar parte de las comunidades dónde celebramos y compartimos la fe. Queremos que la gente sepa que la Iglesia católica no es uniforme, que también existe nuestra visión, la de mujeres feministas.

¿Y escribisteis un manifiesto?

El manifiesto no pretende ser un punto de origen, recoge reivindicaciones históricas de las mujeres de Iglesia. Es un manifiesto maduro que explicita que las mujeres católicas podríamos ejercer las mismas funciones y tener acceso directo a los ministerios como los hombres, y añadimos que esto no esté pasando es una discriminación clarísima. Tenemos argumentos teológicos, argumentos racionales y los derechos humanos que nos avalan. Hemos crecido en un cristianismo que esto lo entiende y lo ve factible. Lo que nos extraña es que no haya un cambio, que no haya más eco dentro de la Iglesia para que esto pueda ser una realidad.

Bien es verdad que los cambios son lentos.

Si se observa solo el organigrama eclesiástico, todo es muy lento y no hay visibilidad de las mujeres. Ahora bien, si vas conociendo movimientos y personas que trabajan dentro de organizaciones eclesiales, las mujeres toman relevancia y tienen un papel importante. Hay mujeres en el ámbito académico, en acción social, algunas forman parte de los equipos de coordinación o de representación en movimientos y grupos eclesiales, pero no en órganos de decisión directa de la jerarquía eclesial. No hay ningún obispo o ningún jerarca que públicamente haga un alegato a favor de la participación más explícita de las mujeres en órganos de decisión de la Iglesia, prefieren callar, como si fuera algo que sólo reivindicamos nosotras, como si fuera sólo cosa nuestra. A nivel particular, pueden reconocerlo, pero no lo harán públicamente. Las mujeres ya ejercen de diáconas y, sin embargo, no pueden ser ordenadas como diáconas ni reciben la denominación de diáconas. ¿Por qué no se puede llamar diácona a una mujer que ejerce de diácona?

¿Qué lo impide?

El Código Canónico. Pero el derecho canónico es derecho, es ley que responde a la evolución de la historia de la Iglesia. No hay nada que no pueda ser cambiable. Y dentro de la Iglesia, como en todas partes, hay personas más estrictas, que se acogen a la ley, y personas de vanguardia que se atreven a nombrar lo que ya es una realidad.

En Barcelona este año sólo se habrán ordenado cinco presbíteros. La Iglesia tendrá que acabar aceptando las mujeres.

Ante la carencia de presbíteros ya se decía hace tiempo que habría que aceptar a las mujeres, como diáconas, como presbíteras…. Pero no. Han preferido confiar en varones de otros países que no conocen ni la cultura, ni las lenguas de aquí. Siguen una formación, pero acaban siendo las mujeres y los laicos de las parroquias quienes los forman y los acogen para que puedan presidir la Eucaristía a pesar de las dificultades con el idioma, el choque cultural e incluso dificultades de integración en la comunidad… ¡Todo muy artificial!

En el Sínodo de la Amazonia, Francesc admitió que a falta de presbíteros hay mujeres que hacen sus funciones: casan, bautizan, hacen misa, dan la comunión…

Por supuesto. El papa Francisco es inteligente y sabe que está en una posición en que tampoco puede ser vanguardia unilateral de muchas cosas. Como papa intentará crear espacios, encuentros y lugares donde los creyentes puedan ir hablando, donde la Iglesia pueda ir madurando, y bendecirá estos movimientos. Está haciendo una política de dejar que cada cual en su lugar intente avanzar lo máximo que pueda en esta dirección más abierta, más plural, más inclusiva… A nosotras nos está bien, pero sabemos y no esperamos que desde la Iglesia del Vaticano, desde la jerarquía, se nos abra la puerta. Lo que nosotras queremos es darlo por hecho allí donde estamos, donde compartimos nuestra fe y nuestra experiencia comunitaria.

Concentració de Alcem la Veu

Concentració de Alcem la Veu

¿Qué quiere decir?

Que nosotras, desde la base, desde los movimientos, desde nuestros lugares, lo vivamos y lo celebremos como si esta posibilidad ya existiera. Es lo que hicieron las primeras comunidades cristianas. La primera comunidad cristiana es una comunidad judía con pluralidad de voces, donde una secta mesiánica cree que el personaje llamado Jesús es ya el Mesías definitivo, el que ya ha hecho el gesto de amor total. Y a partir de ahí se lee la historia bíblica de forma diferente, y se cambian ritos. Si no hubiera habido personas que hubieran creído en esta nueva secta, no se habría separado esta sinagoga cristiana de la sinagoga judía.

¿Y vosotras, hacéis lo mismo?

Nuestra fe es imposible vivirla desde esquemas o formulaciones que no concuerdan con nuestro sentir. Participamos en nuestras comunidades, pero también organizamos plegarias y celebraciones donde nosotras somos concelebrantes. No significa que estemos haciendo una Iglesia paralela. Formamos parte de la Iglesia y lo que reivindicamos es que ésta no es uniforme, no es sólo la Iglesia jerárquica. No queremos pasar desapercibidas ni ser silenciadas, queremos tener voz. Y lo queremos hacer público para que la gente sepa que hay un cristianismo que piensa y que vive así.

¿Y cuando decís que queréis recuperar la memoria de mujeres de la Iglesia?

En este punto también tenemos que romper el tópico de que, en la Iglesia, las mujeres no han tenido nunca voz. No sería justo decirlo así porque, precisamente en el cristianismo europeo y en todos los siglos, las mujeres han podido hacer cosas que quizás los códigos civiles o las normas y costumbres de las sociedades del momento no les permitían hacerlo con la misma libertad. El papel que ellas tuvieron en la Iglesia fue también una apertura a poder hacer más en el ámbito público, de cara a la comunidad, con un valor y una dignidad de la que tal vez no gozaban en la sociedad civil del momento.

Por Corpus Christi, este pasado junio, hicisteis una plegaria muy especial.

Partimos de las palabras de Pablo cuando dice “todos sois uno”, un solo cuerpo, y todos formamos parte de este cuerpo, que es el Cristo. Nosotras, que nos sentimos plenas y formando parte de este cuerpo, quisimos celebrar el día del Cuerpo de Cristo siguiendo las propuestas de la teóloga Emma Martínez Ocaña, que habla de la palabra encarnada en el cuerpo de las mujeres. Valorar las diferentes partes de nuestro cuerpo nos hace conscientes para conocernos y animarnos a movernos, a saber dónde queremos ir, qué queremos construir…Hicimos la plegaria celebrando el cuerpo de las mujeres, porque el cuerpo de las mujeres es digno y encarna también a Jesús, el Cristo. Así, todo aquello que hacemos desde la fe en Cristo forma parte del hacer Iglesia, del hacer camino.

¿Una plegaria con sororidad?

La palabra sororidad, como defiende la antropóloga mexicana Marcela Lagarde, se usa en el feminismo para indicar la unión o el vínculo que hay entre mujeres por un objetivo político, o para reivindicar algo justo. Esto es lo que le da miedo a la Iglesia. Las mujeres somos mayoría pero no tenemos acceso a la acción ministerial. Queremos conseguirlo cómo lo han hecho las anglicanas o cómo lo disfrutan las protestantes. El catolicismo está a la cola de ponerse al día, pero no lo decimos con rabia, porque desde hace tiempo, cuando conviene, nosotras también celebramos. En Europa hay movimientos fuertes a favor de la ordenación de católicas y también hay mujeres que voluntariamente han querido ser presbíteras y han buscado quién las pudiera ordenar…

Pensaba que solo estaba la polaca Ludmila Javorova…

Hay más. En el Estado hay una gallega, Christina Moreira, que es presbítera y forma parte también de este movimiento. Su comunidad le da un apoyo total. Son realidades que ya existen pero que la gente no las conoce… ni la jerarquía deja que se vean.

Desde vuestra entidad estáis apoyando a una teóloga francesa que quiere ser arzobispo de Lyon.

Sí, a Anne Soupa. El cardenal Philippe Barbarin tuvo que renunciar el mes de marzo al arzobispado de Lyon por haber encubierto un caso de abusos sexuales, y Anne escribió al nuncio del papa pidiendo poder ocupar el cargo de obispo. Tiene 73 años, es teóloga y tiene claro que está capacitada para ocupar este lugar y que una mujer tiene que tener la oportunidad para ocuparlo. Argumenta que las mujeres pueden ocupar lugares funcionales de la Iglesia sin necesidad de tener el ministerio ordenado. No sólo la apoyamos sino que creemos que, si más mujeres estuvieran dirigiendo la Iglesia y participaran en la política, en general, podrían cambiar cosas.

¿De cara al año que viene estáis trabajando para poder hacer una peregrinación a Roma?

Sí. Uno de los objetivos del año que viene es participar en la convocatoria internacional para ir a Roma el noviembre del 2021. Ya veremos si se podrá hacer, pero lo más importante no es la meta sino el camino… así que cada grupo y cada comunidad está trabajando en diferentes acciones para dar visibilidad al pensar de las mujeres, al hacer de las mujeres y a la voz de las mujeres dentro de la Iglesia. Por eso pretendemos hablar con todas las mujeres que están implicadas en movimientos de la Iglesia catalana, que son activas en parroquias o que son teólogas. Queremos saber qué piensan de su papel dentro de la Iglesia, y en función de lo que expresen, organizaremos diferentes acciones o encuentros. Otros grupos españoles también se suman a esta iniciativa. Todas las contribuciones, reflexiones, las compartiremos en la plataforma internacional Voices of Faith, desde donde se organiza este peregrinaje mundial para el reconocimiento del pensar y el querer de las mujeres de Iglesia.

Mireia Rourera

Fuente Atrio

Neus Forcano es licenciada en filología y da clases de lengua y literatura de bachillerato en una escuela concertada de Barcelona. Hizo un máster de historia de las mujeres y ha estudiado ciencias religiosas en el Instituto Superior de Ciencias Religiosas de Barcelona (ISCREB). Siempre interesada en la teología, ha formado parte del Col·lectiu de Dones en l’Església y ahora es una de las impulsoras de la plataforma de mujeres creyentes Alcem la veu. Entre los temas que más ha estudiado y por los cuales se ha interesado hay las primeras comunidades cristianas y también recuperar y dar a conocer las voces de las mujeres que han hecho Iglesia, muchas de las cuales han sido silenciadas. Es miembro de la Asociación Europea de Mujeres para la Investigación Teológica (ESWTR), miembro del Consejo de Dirección de Iglesia Viva y colaboradora de Cristianisme i Justícia.

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