“Otro mundo es posible”, por Miguel Ángel Mesa
De su blog Otro mundo es posible:
«Si no aspiras a su Reino, no reces para alcanzarlo. Pero si aspiras a él, tienes que hacer algo más que rezar; tienes que esforzarte por alcanzarlo»
(John Ruskin).
Toda la predicación de Jesús estuvo imbuida por una idea omnipresente: «el Reinado de Dios está ya presente». Y lo hacía presente no solo con sus palabras de consuelo, anuncio y denuncia, sino con sus actitudes vitales, su compromiso y sus obras de sanación y liberación. Estos son los signos de la llegada del Mesías y del Reinado de Dios con Él, como les dijo a los discípulos del Bautista (Mt 11,2-6).
Los grandes teólogos y exégetas han estudiado en profundidad todos los textos del Nuevo Testamento (y del Antiguo) que hacen referencia al Reino o Reinado de Dios (en griego basileia tou theou), intentando descifrar su significado, definiéndose por lo general como el gobierno del proyecto de Dios sobre la sociedad y el mundo.
Al nombrar Mateo el Reinado de Dios como Reino de los cielos, se ha pretendido diferir la llegada del Reino a la llegada del juicio final, cuando «todas las cosas sean recapituladas en Cristo». Pero Jesús ni lo vivió ni lo entendió así, al contrario, él creía firmemente que el Reino lo hacía presente con su palabra, sus curaciones y exorcismos. No es algo que vendrá, sino que ya está latente («ya, pero todavía no»).
Más aún, según el mismo Jesús, «el Reino de Dios está dentro de vosotros» (Lc 17,21). Unas palabras asombrosas, que no llegamos a comprender en toda su dimensión y potencialidad. En otro momento dirá el mismo Jesús, de nuevo sorprendiendo a sus discípulos y a nosotros hoy, que incluso llegaremos a realizar signos mayores que los suyos. José Saramago, desde otra perspectiva, pero con el mismo fondo, dijo: «Existen dos superpotencias en el mundo; una es Estados Unidos; la otra lo eres tú».
José Antonio Pagola, actualizando la expresión de Jesús, afirma que el Reinado de Dios es el proyecto humanizador de Dios. Y José Ignacio González Faus lo traduce en un lenguaje de nuestros días como «otro mundo es posible desde el Dios que anuncia Jesús».
Este proyecto humanizador, para construir otro mundo posible, no será efectivo si no cambiamos nuestra forma de ser y actuar en la vida (conversión, metanoia en lenguaje bíblico), junto a un cambio de estructuras de pecado: salida de uno mismo hacia el otro, (especialmente hacia quien sufre) siendo compasivos, solidarios; mediante una vida sencilla, sin dejarse consumir por el consumo; por medio de un compromiso con el medio ambiente, sintiéndose parte del mismo; volviéndonos hacia el misterio de Dios, para encontrarnos a nosotros mismos…
Podemos acabar con un profundo poema de Pedro Casaldáliga, que no ha dejado de vivir “al acecho del Reino diferente”, humanizando el mundo, dejando a Dios ser Dios en su vida, para transmitirlo con un amor tierno y justo hacia los demás.
«Al acecho del Reino diferente,
voy amando las cosas y la gente,
ciudadano de todo y extranjero.
Y me llama Tu paz como un abismo
mientras cruzo las sombras, guerrillero
del mundo, de la Iglesia y de mí mismo».
«Felices quienes no desean solo cambios políticos y económicos, sino que trabajan por otras formas de relación, de humanidad, de fraternidad, desde un profundo espíritu de amistad y concordia».
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