Felice y Lilly, una historia de amor lésbico durante la Segunda Guerra Mundial
Esta es la historia de una pareja de lesbianas cuyo amor se convirtió en tragedia por las fatales consecuencias que tenía ser judío durante la represión nazi.
Felice Scharagenheim fue una más entre los 80.000 judíos que en el año 1942, en plena Segunda Guerra Mundial, no habían conseguido escapar de Alemania. Una más salvo por su –por aquel entonces peligrosa– condición de lesbiana “confesa” y porque trabajaba en una publicación nazi de la que obtenía información que luego pasaba a la resistencia para salvar a muchos otros judíos en su misma situación.
Lejos de dejarse arrastrar por el miedo, y si bien es cierto que el nazismo perseguía más la homosexualidad masculina, Felice vivía su lesbianismo de manera pública y llegó a tener una historia de amor con otra mujer que poco dista de la de Romeo y Julieta, salvo porque este romance nunca se vivió en secreto. Felice se enamoró perdidamente de Elisabeth “Lilly” Wust, respetada esposa de un héroe nacional y orgullosa defensora del ideario nazi. Lo suyo fue un flechazo y se fueron a vivir juntas sin que Lilly supiese que su chica era judía. Fueron de hecho los celos que le producían las repentinas e inexplicadas ausencias de Felice, ocasionadas por sus compromisos con la resistencia, lo que llevó a ésta a descubrirle el secreto. El shock que la revelación produjo en Lilly fue demoledor, y la obligó a enfrentarse a la verdad de lo que el régimen que tanto idolatraba estaba haciendo a gente como Felice.
Este descubrimiento, lejos de afectar a su relación, las fortaleció aún más y continuaron teniendo una vida normal como la de cualquier matrimonio, aunque siempre con el miedo de que se descubriese la verdadera identidad de Felice. Un día de agosto de 1943, cuando regresaban de una excursión en el lago Havel, se encontraron a varios miembros de la Gestapo esperándolas para detener a Felice, que fue enviada a un campo de concentración. Lilly, que aún mantenía contactos en el Régimen, consiguió que se les permitiera mantener correspondencia, pero nunca lograron verse. De hecho, nunca nadie llegó a confirmar a Lilly que su pareja estuviese dentro del campo de concentración. Desesperada, Lilly se terminó presentando allí para rogarle al oficial al mando que le dejara verla. Éste se negó y la echó y, según algunos historiadores, este frustrado intento llevó a que, a partir de ese momento, Felice fuera trasladada continuamente de campo en campo, para evitar que pudiera ser localizada.
El 26 de diciembre de 1944, Felice envió a Lilly su última carta. “Es increíble de lo que una es capaz sin mono ni calzoncillos largos. Te quiero mucho. A ti, a tus padres y a los chicos, todo mi amor, Jaguar”. “Jaguar” era el apodo que desde el principio de la relación le había puesto Lilly, quien por su parte era “Aimée”. Lilly tardó cuatro años en averiguar que muy probablemente Felice había fallecido cinco días después de esa última carta, durante una de las “marchas de la muerte” en las que las prisioneras eran obligadas a caminar hasta que no podían más, y muy probablemente de tuberculosis.
Durante el tiempo que aún duró la guerra, Lilly salvó la vida de otras tres judías, y durante décadas guardó el legado de Felice, una maleta llena de sus escritos y poemas. A los ochenta años reveló su historia, que inspiró el libro Aimée y Jaguar, de Erica Fischer, y la película del mismo título que ganó el Oso de Plata a la mejor actriz en el Festival de Berlín en 1999. Lilly Wust murió en 2006 en Berlín, a los 92 años de edad, no sin antes cumplir la promesa de entregar la maleta de Felice al Museo Judío de Berlín.
Fuente Cáscara Amarga
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