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“La cuerpa, les cuerpes, el cuerpo”, por Abigail Maritxu.

Jueves, 16 de marzo de 2023
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84832B05-BBB1-4341-A48E-0E3C957154FFDel blog Tras las huellas de Sophia: 

“Nacemos como respuesta, morimos como pregunta” escribe Edmond Jàbes

06.03.2023 | Abigail Maritxu

First-wave African-American feminist Sojourner Truth’s famous question, “Ain’t I a Woman?,” should serve as a powerful reminder that fighting for representation within the term “woman” has been as much a part of the feminist tradition as has asserting the value of womanhood and fighting for social equality between women and men. “Woman” typically has been mobilized in ways that advance the specific class, racial, national, religious, and ideological agendas of some feminists at the expense of other women; the fight over transgender inclusion within feminism is not significantly different, in many respects, from other fights involving working-class women, women of color, lesbian women, disabled women, women who produce or consume pornography, and women who practice consensual sadomasochism.

Susan Stryker

“(De)Subjugated Knowledges, An Introduction to Transgender Studies” [1]

“Nacemos como respuesta, morimos como pregunta” escribe Edmond Jàbes, el poeta del desierto y lo cierto es que nosotres somos varios cuerpos: el que pensamos que tenemos, el que tenemos y el que ven l@s otr@s. Entonces, siento envidia de las caimanas. Si antes de nacer pudiéramos escoger nuestro cuerpo, me hubiera gustado nacer caimana. Ágiles en el agua, rápidas en tierra, gran sentido del humor, dieta omnívora  y muy pacientes. Pero no se pudo. Tampoco pedí este cuerpo y aquí ese problema menudo en el que siempre nos quejamos de nuestro cuerpo. Yo no me quejo, solamente que en el cuarto de entregas de cuerpos y compatibilidades de alma, a mí me mandaron con tres etiquetas: cuerpo de niño, alma vieja y un espíritu muy femenino. ¿Qué quiero decir? Nací bajo circunstancias muy difíciles, yo no estaba planeada pero cuando fue inevitable, mi padre anheló tener una segunda hija y la tuvo con cuerpo de niño.

Nací y la epidemia de influenza devastó la ciudad de Oaxaca, murieron muchísimos bebés de extracción humilde porque no había medicinas y yo estuve encerrad@ en un hospital por un año y medio, después de lo cual me desahuciaron. Gulp. Mi naná se opuso a la muerte, se encerró conmigo en la cocina tres días y salí adelante, es decir, nos fuimos de Oaxaca a Mexicali, de una ciudad caliente a una ardiente, alguien huía. La naná se casó en los Estados Unidos. De pronto, “regresamos” a la Ciudad de México. Al fin un poco de normalidad y una televisión Philco blanco y negros de bulbos pero para tres niñ@s sin ninguna otra cosa que hacer, la televisión era un nuevo mundo. Me enfermé de todo lo que se tiene que enfermar un niñ@, excepto poliomielitis y cáncer en los huesos. Mi exitosa carrera deportiva se fue a la basura cuando me pusieron lentes por una miopía severa. Demonios, tenía 8 años, no era justo. Mis papás usaban lentes, mis herman@s mayores no. Mala lotería. Me quedaban pocas salidas: las chicas, el juego y mi verdadera vida.

A los 14 años, empezó la adolescencia más severa, dolores infernales de cabeza, cada vez que había luna llena. Alguien bromeó que a lo mejor era hombre – lobo, aullaba pero de migrañas, mal humor y sentirme mal con todo mi cuerpo. Hasta la fecha, temo cuando llega la luna llena, repto por las paredes, mi cabeza estalla, lloro y la peor parte, me quitaron uno de mis medicamentos naturales: el café exprés. Sufro, tal vez suba la voz, sudo como loc@, me da el bochorno y la ropa me aprisiona porque estoy hinchad@. Demonios. 48 años después sufro con dignidad la luna llena… en esa misma época, descubrí que era una mujer. Tenía el pelo hasta la cadera, mis herman@s y yo nos vestíamos igual: camisetas dye yourself, collares, pulseras, lentes estilo John Lennon, pantalones acampanados ajustados de mezclilla. ¿Quién es la chica, quién el chico? No había manera de distinguirnos. El ambiente en casa en 1971 es demasiado liberal, me fui a tomar clases de danza contemporánea, la maestra me dio instrucciones de llegar con mi payasito (mi leotardo) y mis mallas negras. Llegué con las prendas y al ir bailando, mi cuerpo era mío, era una chica bailando entre chicas.

Mi primer tutú se tradujo en mi primer orgasmo femenino. No hubo erección ni ese olor horrendo de lo que expiden los hombres, no, tenía mojadas las piernas desde el perineo hasta las nalgas y estaba feliz e incómoda por estar empapada. Luego, vendrían días monstruosos. Sentimientos de confusión, abuso sexual del adolescente masculino que mi cuerpo indicaba y aplausos para la bailarina que se esforzaba en clase y la misma persona ejercía esas actividades. Siempre me he preguntado, que hubiera pasado si le hubiera dicho a mi madre soltera que su hijo menor era / es una mujer. Hice teatro, danza, quise averiguar si era homosexual y tuve un novio brillantísimo y muy tímido pero solamente nos besábamos y nunca llegamos a más. Lo mataron junto con unas monjas católicas en la guerra civil de El Salvador. La presión social me obligó a ser alguien en la vida, estudiar una carrera, casarme, anhelar tener hijos (yo quería ser la mamá) y punto. Primer divorcio. Dos años de alcohol, sexo promiscuo y drogas. Bajé de 90 a 56 kilos, comía una vez al día porque no tenía empleo y cuando me empecé a vestir de mujer  a escondidas, me sentí en paz, mi alma, mi cuerpo, mi espíritu por fin se empataban en una sola caimana pero era fugaz y tenía que socializar como hombre para poder comer…

¿Qué cuerpo me imagino que soy? ¿Qué cuerpo real tengo? Mi tumblr refleja un diamante y una mujer esquizofrénica con personalidades múltiples: soy Big Mama Thornton, Madame Emma Bovary, Josephine Baker, Susan Sontag, Anna Wintour, Madame Chaosofia. Tengo 63 años, cuatro meses meses y 24 días con el cuerpo de Carlos pero soy una mujer trans de 62 años, 10 meses y 2 días, peso 64 kilos, mido 1.65 mts, un corazón que creció, tres operaciones inguinales, una retina derecha desprendida y reunida a pedazos en una red, dos ojos operados de cataratas, cambié de talla 40 de hombre a 28 de mujer en los pantalones y tallas S – M dependiendo de la hechura de la ropa, perdí las nalgas divinas que tenía y la talla de mi bra pasó de un 36B qué era decente a un magro 34A y los tacones del siete, siete y medio pasé a un seis – seis y medio, lo cual me permite comprar zapatos donde quiera. ¿Me gusta mi cuerpo? Mucho. Si mi cuerpo lo tolerase, me quitaría la extensión vegijal y los testículos que me estorban. Sería la única cirugía que le haría a mi cuerpo. Me casé dos veces más, viví con cinco mujeres distintas más y  una de ellas, me ponía su ropa para calmar mi angustia. Todo me quedaba, asumo que lo sabía porque preparaba su / la ropa para que me la pusiera, lo mismo que los zapatos…

Un día ya no pude más, se lo dije a mi hermana, a mi compañera y a la directora de la escuela, las tres me mostraron su cariño, su apoyo y entonces, pude ser yo, aquella adolescente que bailaba y era feliz y nací un 24 de agosto y en casi tres años he hecho lo que no hice en 45 años, ser ágil en el agua, rápida en tierra, tener gran sentido del humor, disfrutar una dieta omnívora limitada, ser muy paciente y sabia

***

[1]  La famosa pregunta de Sojourner Truth, feminista afroamericana de primera ola, “¿No soy una mujer?”, debería servir como un poderoso recordatorio de que luchar por la representación dentro del término “mujer” ha sido una parte tan importante de la tradición feminista como lo ha sido reafirmar el valor de la feminidad y luchar por la igualdad social entre mujeres y hombres. La “mujer” generalmente se ha movilizado de maneras que promueven las agendas específicas de clase, raciales, nacionales, religiosas e ideológicas de algunas feministas a expensas de otras mujeres; La lucha por la inclusión transgénero dentro del feminismo no es significativamente diferente, en muchos aspectos, de otras luchas que involucran a mujeres de clase trabajadora, mujeres de color, mujeres lesbianas, mujeres discapacitadas, mujeres que producen o consumen pornografía y mujeres que practican el sadomasoquismo consensuado.

Susana Stryker

“Saberes (des)subyugados, una introducción a los estudios transgénero”

 

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