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Estrategias por Navidad: Dios decidió convertirse en un inmigrante al venir Jesucristo a este mundo

Martes, 26 de diciembre de 2023
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“Jesús emigró a la tierra para vivir entre nosotros”

“Contemplar el nacimiento en estos días me ha llevado de nuevo a pensar que dentro de todas las estrategias, la “estrategia de Dios” es otra. Cuando tantos proyectos se van a hacer en estos días, pocas veces pensamos en la estrategia posible para realizarlos”

“Lo hace naciendo en un pesebre. No lo ejecuta arrojándose desde el pináculo de la Roca Santa para que sus ángeles lo acunen y lo protejan. Ni haciendo volar panes y peces desde los camiones y aviones celestiales ante las manos en alto de hombres y mujeres hambrientos

Si Dios lo hubiera “sabido”… Si se hubiera dejado aconsejar por nosotros en su migración encarnadora, otro gallo nos hubiera cantado… para lograr “mejores” resultados

No dejan de asombrarme los vericuetos estratégicos de los políticos para introducirse en el mercadeo de las presencias mediáticas. “Ahora te veo”, o “ahora no te veo”. “Nos citamos ” o “no nos citamos tal día u otro”. “Depende donde, con quién y cómo” etc.  ¡Uff ¡. Uno termina cansando de tanta creación de expectativas que luego en la práctica terminan con resultados que parecen de humo la mayoría de las veces. La estrategia de comunicación, no solo la publicitaria navideña sino la de los gurús de los políticos es continua y atosigante . Y estos días , dejando caer progresiva y lentamente gotas de expectativas baratas,  se desvelan más si cabe como un arma estudiada, manejada, actualizada permanentemente… mientras el contenido necesario, real , sincero y verdadero del mensaje a transmitir se esconde entre bambalinas. Los hilos de los estrategas siguen maniobrando para presencias, frases, dimes y diretes con el fin de desbancar al contrario en titulares, fogonazos, fotografías y demás impactos. La verdad termina escondida y recibida casi desde la sospecha.

Metido estos días en la contemplación la Verdad clara y transparente del Nacimiento, un escalofrío se coló en mi vida a través de una pequeña ventana de la gruta desde donde, estos días, la luna de Belén, cada día más grande, se centraba en el pesebre iluminándolo desde lo alto. Luz blanca dirigida a hacia la blanca desnudez del Niño : Dios dirige sus pasos y “emigra”, desde “el cielo” hacia nosotros. Por el camino de la identificación con la pobreza, con la vulnerabilidad, con la necesidad… Mientras tanto, el aliento de los animales (la creación entera) le calienta, y unas manos limpias cubren al Niño con pañales. Arropándole como una “Nana, nanita, nana…”.

Contemplar el nacimiento en estos días me ha llevado de nuevo a pensar que dentro de todas las estrategias, la “estrategia de Dios” es otra. Cuando tantos proyectos se van a hacer en estos días, pocas veces pensamos en la estrategia posible para realizarlos. Por eso me fijo en la encarnación que nos habla siempre de la estrategia de Dios. Que no es nuestra estrategia y que estoy seguro la corregiríamos, si pudiéramos, advirtiéndole al mismo Dios por su manera de hacer las cosas.

Ha habido una decisión divina previa y gratuita –la salvación y la liberación – y una forma sobre “cómo” hacerlo. El “qué” y el “como” .Veamos:  La Trinidad contempla desde “la eternidad” (EE. 101) la realidad de un mundo desconcertado y desorientado en búsqueda de sentido. Las tres personas deciden que la “segunda persona” se abaje y se haga “uno de tantos” para indicarlo y realizarlo. Lo sorprendente no está solo en la decisión, sino en el “cómo hacerlo”. En la estrategia.

Y lo hace naciendo en un pesebre. No lo ejecuta arrojándose desde el pináculo de la Roca Santa para que sus ángeles lo acunen y lo protejan. Ni haciendo volar panes y peces desde los camiones y aviones celestiales ante las manos en alto de hombres y mujeres hambrientos. Tampoco rifando a voleo en las loterías de la vida, riquezas y reinos para que todos adoren al benefactor. No fue así. Muchos piensan que se equivocó de estrategia. Comprensible. El marketing y el manejo de los “big-data” vino “después.

Si Dios lo hubiera “sabido”… Si se hubiera dejado aconsejar por nosotros en su migración encarnadora, otro gallo nos hubiera cantado… para lograr “mejores” resultados.

La segunda persona de la Trinidad, el Dios del universo, decidió convertirse en un inmigrante al venir Jesucristo a este mundo.  Además, Jesús no solamente fue un inmigrante en “su deidad” sino también en su “humanidad”. Como muchos niños, Jesús y su familia huyeron a Egipto. Su familia tuvo que huir a un país extranjero, dejar atrás tierra y cultura. Tuvieron que comunicarse en un idioma diferente, comer comida diferente, convivir con costumbres diferentes. Su padre tuvo que dejar su trabajo y buscar trabajo en una tierra extraña. El evangelio de Mateo nos relata esta historia (Mt 2: 13-15; 19-20). Y la fotografía de Mateo 25 nos retrata su vida.

Dios humanizado vivió entre nosotros. En otras palabras, Jesús emigró a la tierra para vivir entre nosotros. Uno pensaría que su visita fue recibida con regocijo. Pero las expectativas mesiánicas eran acunadas desde otras estrategias (las del poder, las de lo espectacular, las de las riquezas). No sé si como ahora  para sacar provecho propio Pero ya Juan nos indica que “en el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; mas el mundo no le conoció. A los suyos vino, pero los suyos no le recibieron” (Jn.10-11). Jesús, “despojándose de su rango” (Flp. 2,6-11) sufrió el rechazo de aquellos con los que se identificaba y que quería salvar. Jesús ejemplificó perfectamente la gracia y la verdad, pero aun así su presencia no fue celebrada y valorada como era de esperarse. ¿Le falló la estrategia? ¡ Desconcierta¡

¿Cómo es Dios? y nos invita a otras rutas para descubrirlo . ¿Dónde tendemos a encontrarnos con Dios y a verlo? ¿En la fuerza, en el poder? Recordad el poema de Machado al Cristo de los gitanos. “Siempre con sangre en las manos, siempre por desenclavar. No puedo cantar ni quiero a ese Jesús del madero sino al que anduvo en el mar”. El Dios que nos resulta fácil es el Dios del poder, el que anda sobre el mar… El Dios al que aquí no quiere cantar Machado es al Dios de la cruz y del rechazo. “No puedo cantar ni quiero”. Aquí hay una conversión que operar en nosotros. ¿La señal de que Dios está ahí es que se halla envuelto en pañales y recostado en un pesebre?

Así es Dios. Nos los ilumina la luna de Belén.

¿Cómo concebimos a Dios? ¿Qué imagen tenemos de él? ¿Cómo nos lo representamos y, por tanto, en qué Dios creemos y cómo lo predicamos?

En Jn 1,18 y se repite 1 Jn 4, 12, se dice que a Dios nadie le ha visto jamás, que el Hijo nos lo ha dado a conocer. Quizá cuando nosotros decimos Jesús es Dios ya tenemos una definición clara de lo que es Dios. No sé si verdadera o falsa pero una idea:

Quizá cuando nosotros decimos Jesús es Dios ya tenemos una definición clara de lo que es Dios. No sé si verdadera o falsa pero una idea: Dios es todopoderoso, eterno, principio y fin de todas las cosas…

Vamos a poner otro foco en esta imagen. Si en vez de decir que Jesús es Dios decimos que Dios es Jesús (que también es verdad…) ¿cómo es Dios?

 Hoy me lo ilumina la luna en la gruta de Belén, alumbrando al pesebre (o naciendo en una patera). ¿Cómo es Dios? Lo que “veo” es que Dios es pequeño, pobre, necesitado de cariño, que llora, que tiene frío, que produce compasión, que tiene que huir y emigrar…

Dios podrá ser el juez todopoderoso y eterno, inamovible pero lo que sí sé es que cuando se nos ha querido manifestar se nos ha manifestado de otra manera. Se nos ha manifestado como quien nos necesita.

Y ahí me quedo… Delante suyo. En la Gruta de los desplazados. Con José y con María. Ante sus brazos abiertos. Y mis manos extendidas. ¡Se me salta el corazón! Como quien sirve.

Que se lo pregunten estos días a la luna. Luna llena por su cercanía al solsticio del invierno. La luna de las largas noches. Mirada de Dios que ilumina al niño de Belén y posado en él mismo nos invita a seguir reflejando su vida. En el “qué” y en el “cómo”:  Manifestando la clara estrategia de Dios.

Fuente Religión Digital

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Natividad del Señor

Lunes, 25 de diciembre de 2023
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05-Navidad (B) cerezo


Misa del día

Isaías 52,7-10

Verán los confines de la tierra la victoria de nuestro Dios¡Qué hermosos son sobre los montes los pies del mensajero que anuncia la paz, que trae la Buena Nueva, que pregona la victoria, que dice a Sión: “Tu Dios es rey”! Escucha: tus vigías gritan, cantan a coro, porque ven cara a cara al Señor, que vuelve a Sión. Romped a cantar a coro, ruinas de Jerusalén, que el Señor consuela a su pueblo, rescata a Jerusalén; el Señor desnuda su santo brazo a la vista de todas las naciones, y verán los confines de la tierra la victoria de nuestro Dios.

*

Salmo responsorial: 97

Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios.

Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas:
su diestra le ha dado la victoria,
su santo brazo. R.

El Señor da a conocer su victoria,
revela a las naciones su justicia:
se acordó de su misericordia y su fidelidad
en favor de la casa de Israel. R.

Los confines de la tierra han contemplado
la victoria de nuestro Dios.
Aclama al Señor, tierra entera;
gritad, vitoread, tocad. R.

Tañed la cítara para el Señor
suenen los instrumentos:
con clarines y al son de trompetas,
aclamad al Rey y Señor. R.

*

Hebreos 1,1-6

Dios nos ha hablado por el HijoEn distintas ocasiones y de muchas maneras habló Dios antiguamente a nuestros padres por los profetas. Ahora, en esta etapa final, nos ha hablado por el Hijo, al que ha nombrado heredero de todo, y por medio del cual ha ido realizando las edades del mundo. Él es reflejo de su gloria, impronta de su ser. Él sostiene el universo con su palabra poderosa. Y, habiendo realizado la purificación de los pecados, está sentado a la derecha de su majestad en las alturas; tanto más encumbrado que los ángeles, cuanto más sublime es el nombre que ha heredado. Pues, ¿a qué ángel dijo jamás: “Hijo mío eres tú, hoy te he engendrado”, o: “Yo seré para él un padre, y él será para mí un hijo”? Y en otro pasaje, al introducir en el mundo al primogénito, dice: “Adórenlo todos los ángeles de Dios.”

*

Juan 1,1-18

La Palabra se hizo carne y acampó entre nosotrosEn principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. La Palabra en el principio estaba junto a Dios. Por medio de la Palabra se hizo todo, y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho. En la Palabra había vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibió. [Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a la fe. No era él la luz, sino testigo de la luz.] La Palabra era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre. Al mundo vino, y en el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. Pero a cuantos la recibieron, les da poder para ser hijos de Dios, si creen en su nombre. Éstos no han nacido de sangre, ni de amor carnal, ni de amor humano, sino de Dios.

Y la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria propia del Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad. [Juan da testimonio de él y grita diciendo: “Éste es de quien dije: “El que viene detrás de mí pasa delante de mí, porque existía antes que yo.”” Pues de su plenitud todos hemos recibido, gracia tras gracia. Porque la Ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo. A Dios nadie lo ha visto jamás: Dios Hijo único, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer.]

Homilía de Monseñor Romero sobre los textos litúrgicos de hoy
(25 de diciembre de 1977)

Hoy llega a nosotros la noticia del nacimiento de Cristo a través de su Iglesia. Cómo María, como nos cuenta el evangelio, al irse los pastorcitos que vinieron invitados por los ángeles a adorar al Niño Jesús, María se quedó reflexionando todo esto en su corazón. Para una comunidad cristiana la Navidad no tiene sentido si no es a base de una profunda reflexión, por eso para muchos cristianos la Navidad no es más que una fiesta que se espera y que luego pasa efímera, como la pólvora que se quema, y no deja más que basura en las calles. Para el cristiano es algo más que un cohetillo, es la gran noticia que debe reflexionarse y comprometer al hombre con este episodio en que Dios se hace hombre, no en una forma transitoria, sino para siempre, y el hombre debe también reflexionar ante el Señor.

Ese Cristo en Belén lo podemos representar hoy en esta homilía con este título: Cristo manifestación de Dios, Cristo manifestación del hombre y en tercer lugar, la Iglesia manifestación de Cristo.

PROLONGAR LA ENCARNACIÓN

Por eso la Iglesia, que prolonga la encarnación, o sea el Dios hecho hombre, no puede prescindir de la historia. Desde aquel momento Dios ha asumido la humanidad y ha dejado ese encargo de seguir asumiendo hacia Dios a todos los hombres, a la Iglesia, la cual, por tanto, peregrina en la historia, va recogiendo, no puede dejar de vivir las circunstancias en las cuales ella va prolongando esa encarnación. Por eso hermanos, estas noticias en las cuales yo reflejo lo más sobresaliente de la semana, no es con el afán de hacer aquí un noticiero. Lo hace mucho mejor cualquier instrumento de comunicación social, sino que es simplemente decirles a todos mis queridos hermanos, que vivimos en esta semana, en esta hora, que esta Navidad de 1977, siendo la eterna Navidad de Cristo, se ha vivido aquí en El Salvador en estas circunstancias de las cuales no podemos prescindir.

NAVIDADES TRISTES

Así es como tienen un sentido profundo, en medio de tarjetas y telegramas de Navidad, me hayan llegado cartas que son lamentos profundos, por ejemplo de aquellas madres y esposas que “en esta celebración de Navidad que con júbilo espera todo el pueblo cristiano, nosotras expresemos no una Navidad sino el profundo dolor de un calvario al albergar en nuestro corazón esa separación insuperable de nuestros hijos y esposos”. En otra carta parecida dice: “Estamos angustiadas y tristes por el llanto de nuestros hijitos que a cada momento que se despiertan en la noche están llamando a sus padres y de ellos no nos dan ninguna razón en los cuerpos de seguridad”. Y cartas de expresión así dolorosa, pues, son muchas las que llegan. Por nuestra parte hemos tratado de hacer todo lo que está a nuestro alcance recurriendo a recursos jurídicos y estamos dispuestos siempre, pues, a ayudar el dolor de la humanidad. Leer más…

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“No quedarnos fuera”. Natividad del Señor – B (Lucas 2,1-14)

Lunes, 25 de diciembre de 2023
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IMG_1911Hay quienes viven la religión como «desde fuera». Pronuncian rezos, asisten a celebraciones religiosas, oyen hablar de Dios, pero se limitan a ser «espectadores». Como dice el pensador francés Marcel Légaut, lo viven todo desde una «representación extrínseca» de Dios. No «entran» en la aventura de encontrarse con Dios. Se quedan siempre a cierta distancia.

Sin embargo, Dios está en lo íntimo de cada ser humano. No es algo separado de nuestra vida. No es una fabricación de nuestra mente, una representación medio intelectual o medio afectiva, un juego de nuestra imaginación que nos sirve para vivir «ilusionados». Dios es una presencia real que está en la raíz misma de nuestro ser.

Esta presencia no es evidente. No se capta como se captan otras cosas más superficiales. Se la percibe en la medida en que uno se percibe a sí mismo hasta el fondo. Su misterio es tan inalcanzable como lo es el misterio de cada ser humano. Dios se me hace presente cuando me hago presente a mí mismo con verdad y sinceridad. No es posible entrar en la experiencia de Dios si uno vive permanentemente fuera de sí mismo.

Sin esta apertura interior a Dios no hay fe viva. La voz de Dios comenzamos a escucharla cuando escuchamos hasta el fondo nuestra verdad. Dios actúa en nosotros cuando le dejamos activar lo mejor que hay en nuestro ser. Toma cuerpo en nuestra existencia en la medida en que lo acogemos. Su presencia se va configurando en cada uno de nosotros adaptándose a lo que le dejamos ser.

Lo humano y lo divino no son realidades que se excluyen mutuamente. No tenemos que dejar de ser humanos para ser de Dios. Lo humano es «la puerta» que nos permite «entrar» en lo divino. De hecho, las experiencias más intensas de comunicación, de amor humano, de dolor purificador, de belleza o de verdad son el cauce que mejor nos abre a la experiencia de Dios.

No es extraño que el evangelio de Juan presente a Cristo, Dios hecho hombre, como la «puerta» por la que el creyente puede entrar y caminar hacia Dios. En Cristo podemos aprender a vivir una vida tan humana, tan verdadera, tan hasta el fondo, que, a pesar de nuestros errores y mediocridad, nos puede llevar hacia Dios. Pero hemos de escuchar bien la advertencia del evangelista. La Palabra de Dios «vino al mundo», y el mundo «no la conoció»; «vino a su casa», y «los suyos no la recibieron».

José Antonio Pagola

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Cristo entre los escombros…

Lunes, 25 de diciembre de 2023
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Niño Jesús entre escombros. Captura de pantalla del video: Navidad silenciosa en Belén: Solidaridad con los palestinos en Gaza del canal de Al Jazeera en inglés en YouTube.

Una liturgia de lamento

Servicio dado en la Iglesia Evangélica Luterana de la Natividad: Belén, 23 de diciembre de 2023

Este pesebre es nuestro mensaje al mundo de hoy y es simplemente este: El genocidio debe terminar YA. Repitamos al mundo: ¡DETENGAN este genocidio YA!

Belén: cerrado por Navidad. Las iglesias cristianas de Belén han cancelado oficialmente todo tipo de celebraciones.

Estamos enfadados…

Estamos quebrantados…

Este debería haber sido un momento de alegría; en cambio, estamos de luto. Tenemos miedo. Más de 20 mil asesinados. Miles de personas siguen bajo los escombros. Cerca de 9 mil niños y niñas asesinadas de las formas más brutales. Día tras día tras día. ¡Un millón novecientos mil desplazados! Cientos de miles de viviendas destruidas. Gaza, tal como la hemos conocido, ya no existe. Esto es una aniquilación. Es un genocidio. El mundo está mirando; las iglesias están mirando. Los habitantes de Gaza envían imágenes en directo de su propia ejecución. ¿Quizás al mundo le importe? Pero continúa… Nos preguntamos: ¿podría ser este nuestro destino en Belén? ¿En Ramallah? ¿En Yenín? ¿Es este también nuestro destino?

Estamos atormentados por el silencio del mundo. Los líderes de los llamados “libres” se alinearon uno tras otro para dar luz verde a este genocidio contra una población cautiva. Dieron su cobertura. No sólo se aseguraron de pagar la factura por adelantado, sino que ocultaron la verdad y el contexto, proporcionando el respaldo político. Y se ha añadido otra capa más: el respaldo teológico, donde la Iglesia occidental ocupa el centro de atención. Nuestros queridos amigos y amigas sudafricanas nos enseñaron el concepto de “la teología de estado”, definida como la justificación teológica del status quo con su racismo, capitalismo y totalitarismo”. Esto lo logra haciendo un mal uso de conceptos teológicos y textos bíblicos para sus propios fines políticos.

Aquí en Palestina, la Biblia es usada como un arma en contra nuestra. Nuestro propio texto sagrado. En nuestra terminología, en Palestina, hablamos del Imperio. Aquí nos enfrentamos a la teología del Imperio. Un disfraz para superioridad, supremacía, “elección” y el derecho propio. A veces se le pone una bonita portada usando palabras como misión y evangelización, cumplimiento de las profecías y la expansión de la libertad. La teología del Imperio se convierte en una poderosa herramienta para enmascarar la opresión bajo el manto de la sanción divina. Divide a las personas en “nosotros” y “ellos“. Deshumaniza y demoniza. Habla de una tierra sin gente, incluso cuando saben que la tierra tiene gente, y no cualquier gente. Pide vaciar Gaza, del mismo modo que calificó la limpieza étnica de 1948 como “un milagro divino”. Ahora nos pide a nosotros y nosotras, palestinos y palestinas que vayamos a Egipto, o quizá a Jordania, o ¿por qué no directo al mar? Pienso en las palabras que le dijeron a Jesús sus discípulos cuando iban a entrar en Samaria: “Señor, ¿quieres que mandemos que baje fuego del cielo y los consuma?”. Esto dijeron de los samaritanos. Esta es la teología del Imperio, es lo que están diciendo acerca de nosotros hoy.

Esta guerra nos ha confirmado que el mundo no nos ve como iguales. Quizás sea el color de nuestra piel. Tal vez sea porque estamos del lado equivocado de una ecuación política. Ni siquiera nuestro parentesco con Cristo nos protegió. Como han dicho, si es necesario matar a 100 palestinos para capturar a un solo “militante de Hamás“, ¡que así sea! A sus ojos no somos humanos (pero a los ojos de Dios… ¡nadie puede decirnos que no lo somos!). ¡La hipocresía y el racismo del mundo occidental son transparentes y atroces! Siempre toman las palabras de los palestinos con sospecha y reservas. No, no nos tratan por igual. Sin embargo, a la otra parte, a pesar del claro historial de desinformación, ¡casi siempre se considera su palabra como infalible!

A nuestros amigos europeos: ¡No quiero volver a oírlos darnos sermones sobre derechos humanos o derecho internacional! No somos blancos, supongo, por lo que no se aplica a nosotros según la lógica que usan. En esta guerra, las muchas personas cristianas del mundo occidental se aseguraron que el Imperio tuviera la teología necesaria. ¡Es defensa propia, nos dijeron! (Y pregunto nuevamente, ¿de qué manera el asesinato de 9 mil niños y niñas es defensa propia?). Bajo la sombra del Imperio, convirtieron al colonizador en víctima y al colonizado en agresor. ¿Hemos olvidado que ese Estado fue construido sobre las ruinas de las ciudades y pueblos de los mismos habitantes de Gaza?

Estamos indignados por la complicidad de la iglesia. Que quede claro: el silencio es complicidad, y los llamados vacíos a la paz sin un alto el fuego y el fin de la ocupación, y las palabras superficiales de empatía sin acción directa, están todos bajo la bandera de la complicidad. Así que este es mi mensaje: hoy Gaza se ha convertido en la brújula moral del mundo. Gaza era un infierno en la tierra inclusive antes del 7 de octubre y el mundo mantuvo silencio. ¿Nos debería sorprender su silencio hoy?

Si no están consternados por lo que está sucediendo; si no están conmocionados hasta lo más profundo, algo anda mal con su humanidad. Si nosotros, como cristianos y cristianas, no estamos indignados por este genocidio, por el uso de la Biblia como arma para justificarlo, ¡algo anda mal con nuestro testimonio cristiano y está comprometiendo la credibilidad del mensaje del Evangelio! Si dejan de llamar lo que está sucediendo un genocidio, que recaiga sobre ustedes. Es un pecado y una oscuridad lo que abrazan voluntariamente. Algunos ni siquiera han pedido un alto el fuego… Me refiero a las iglesias.

Siento pena por ustedes; estaremos bien. A pesar del inmenso golpe que hemos sufrido, los palestinos nos recuperaremos. Nos levantaremos de nuevo de la destrucción, como siempre lo hemos hecho como palestinos; aunque este es, con diferencia, el mayor golpe que hemos recibido en mucho tiempo. Pero nuevamente, por aquellos que son cómplices, lo siento por ustedes. ¿Podrán algún día recuperarse de esto? Su caridad, sus palabras de asombro DESPUÉS del genocidio, no harán ninguna diferencia. Y sé que estas palabras vendrán. Pero sus palabras de arrepentimiento no te bastarán. No aceptaremos sus disculpas después del genocidio. Lo hecho, hecho está. Quiero que se miren al espejo… y pregunten: ¿dónde estaba yo cuando Gaza estaba viviendo un genocidio?

A nuestros amigos y amigas que están aquí con nosotros: han dejado a sus familias e iglesias para estar con nosotros. Encarnan el término “acompañamiento“: una solidaridad costosa. Pensemos en las palabras de Jesús: “Estábamos en prisión y nos visitaron“. Qué marcada diferencia con el silencio y la complicidad de los demás. Su presencia aquí es lo que significa la solidaridad. Su visita ya ha dejado una impresión que nunca nos podrán quitar. A través de ustedes, Dios nos ha dicho “no están desamparados”. Como dijo esta mañana el padre Rami de la Iglesia Católica, han venido a Belén y, como los Reyes Magos, trajeron regalos, pero regalos que son más preciosos que el oro, el incienso y la mirra. Trajeron el don del amor y la solidaridad”.

Necesitábamos esto. Para esta temporada, tal vez más que nada, nos preocupaba el silencio de Dios. En estos dos últimos meses, los Salmos de lamento se han convertido en preciosos compañeros. Gritamos: Dios mío, Dios mío, ¿por qué has abandonado Gaza? ¿Por qué escondes tu rostro a Gaza? En nuestro dolor, angustia y lamento, hemos buscado a Dios y lo hemos encontrado bajo los escombros en Gaza. Jesús se convirtió en víctima de la misma violencia del Imperio. Cuando estuvo en nuestra tierra fue torturado. Crucificado. Se desangró mientras otros observaban. Lo mataron y gritó de dolor: Dios mío, ¿dónde estás?

Hoy en Gaza, Dios está bajo los escombros. Y en esta temporada navideña, mientras buscamos a Jesús, no lo encontraremos del lado de Roma, sino de nuestro lado del muro. Está en una cueva, con una familia sencilla, bajo ocupación. Vulnerable. Habiendo a duras penas sobrevivido una masacre. Con una familia de refugiados. Aquí es donde se encuentra Jesús.

Si Jesús naciera hoy, nacería bajo los escombros de Gaza.

Cuando glorificamos el orgullo y la riqueza, Jesús está bajo los escombros…

Cuando confiamos en el poder, la fuerza y las armas, Jesús está bajo los escombros…

Cuando justificamos, racionalizamos y teologizamos el bombardeo de niños y niñas, Jesús está bajo los escombros…

Jesús está bajo los escombros. Este es su pesebre. Se siente en casa con los marginados y las marginadas, quienes sufren, los oprimidos y los desplazados.Este es su pesebre. He estado mirando, contemplando esta imagen icónica… Dios está con nosotros, precisamente de esta manera. ESTA es la encarnación. Desmarañado. Ensangrentado. Empobrecido.

Este niño es nuestra esperanza e inspiración. Lo miramos y lo vemos en cada niño asesinado y sacado de debajo de los escombros. Mientras el mundo continúa rechazando a los niños y las niñas de Gaza, Jesús dice: “cuanto le hicieron a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicieron”. “Lo hicieron conmigo“. Jesús no sólo los llama suyos, ¡él es parte de ellos! Él es la niñez de Gaza. Miramos a la Sagrada Familia y la vemos en cada familia desplazada y errante, ahora sin hogar y desesperada. Mientras el mundo discute el destino del pueblo de Gaza, como si fueran cajas no deseadas en un garaje, Dios en la narrativa navideña comparte su destino. Él camina con ellos y los llama suyos.

Este pesebre trata sobre la resiliencia – صمود. La resiliencia de Jesús está en su mansedumbre; debilidad y vulnerabilidad. La majestuosidad de la encarnación reside en su solidaridad con los marginados. Resiliencia porque este mismo niño, se levantó en medio del dolor, la destrucción, la oscuridad y la muerte para desafiar a los Imperios; para decirle la verdad al poder y lograr una victoria eterna sobre la muerte y la oscuridad.

Hoy es Navidad en Palestina y este es el mensaje navideño. No se trata de Papá Noel, árboles, regalos, luces… etc. ¡Dios mío! ¿Cómo retorcimos el significado de la Navidad? ¿Cómo hemos comercializado la Navidad? Estuve en Estados Unidos el mes pasado, el primer lunes después del Día de Acción de Gracias, y me sorprendió la cantidad de adornos y luces navideñas, todos los productos comerciales. No pude evitar pensar: “Nos envían bombas, mientras celebran la Navidad en su tierra. Cantan sobre el príncipe de paz en su tierra, mientras tocan el tambor de la guerra en la nuestra”. Navidad en Belén, lugar del nacimiento de Jesús, es este pesebre. Este es nuestro mensaje al mundo de hoy. Es un mensaje evangélico, un mensaje de Navidad verdadero y auténtico, sobre el Dios que no se quedó callado, sino que dijo su palabra y su Palabra es Jesús. Nacido entre los que están bajo ocupación, las y los marginados, Él es solidario con nosotros en nuestro dolor y quebrantamiento.

Este pesebre es nuestro mensaje al mundo de hoy y es simplemente este: El genocidio debe terminar YA. Repitamos al mundo: ¡DETENGAN este genocidio YA!

Este es nuestro llamado. Esta es nuestra súplica. Esta es nuestra oración. ¡Escucha, oh Dios! Amén.

Sermón completo en inglés: (2) Vidéo | Facebook

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“Natividad del Señor. Tres misas el mismo día”. 25 de diciembre

Lunes, 25 de diciembre de 2023
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62A8447D-D6C4-4A16-A106-872D8E4E133ADel blog El Evangelio del Domingo, de José Luis Sicre sj:

Natividad del Señor

Tres misas el mismo día

La celebración de tres misas el día de Navidad debe de ser muy antigua, porque la famosa misa del Gallo, por la noche, se remonta al siglo V. Sigue la misa de la aurora y se termina con la del día. Cada una de ellas tiene sus lecturas propias, las mismas en los tres ciclos (A, B, C). No es normal que la gente asista a las tres misas. Por eso indico brevemente el mensaje global de los tres evangelios.

El de la misa del Gallo nos habla de un niño que nace muy pobremente, sin nada que envidiarle a los más pobres de la actualidad. Pero, inmediatamente después, un ángel nos presenta a ese niño como Salvador, Mesías y Señor.

El de la misa de la aurora indica diversas reacciones ante ese niño: los pastores corren a visitarlo y vuelven alabando y dando gloria a Dios; los presentes se admiran; María medita todo lo que oye.

El evangelio de la misa del día, el Prólogo de Juan, dice de ese niño algo más grande que el ángel a los pastores: es el Verbo de Dios, que lo acompaña desde el principio, antes de la creación. Y, aunque fue ignorado por el mundo y rechazado por su propio pueblo, se hizo carne, habitó entre nosotros y nos concede poder ser hijos de Dios.

25 de diciembre

Misa de medianoche

Aunque desconocemos el día y la hora en que nació Jesús, imagino que fueron estas palabras del libro de la Sabiduría las que animaron a situar el nacimiento a medianoche: «Un silencio sereno lo envolvía todo, y al mediar la noche su carrera, tu palabra todopoderosa se abalanzó desde el trono real de los cielos» (Sab 18,14-15).

En cualquier caso, el papa Sixto III (siglo V d.C.), introdujo en Roma la costumbre de celebrar en Navidad una vigilia nocturna, a medianoche, «en seguida de cantar el gallo», en un pequeño oratorio situado detrás del altar mayor de la Basílica de Santa María la Mayor. Ya que los antiguos romanos denominaban Canto del Gallo al comienzo del día, a la medianoche, se quedó con el nombre de Misa de Gallo la que se celebraba a esta hora.

La liturgia, con tres lecturas preciosas y muy ricas de contenido, suponen un desafío para quien pretenda comentarlas sin agotar al auditorio.

Tres motivos de alegría (Isaías 9,2-7)

En El Danubio rojo, película ambientada en la Segunda Guerra Mundial, la noche de Navidad, en medio del frío y la nieve, un grupo numeroso de soldados y refugiados comienza a cantar en un tren el villancico «Noche de Dios». Ese es el ambiente más adecuado para entender la primera lectura. El profeta se dirige a un pueblo que camina en tinieblas, que ha sufrido durante un siglo la opresión del imperio asirio, y le anuncia un cambio prodigioso: un mundo de luz y alegría. Por tres motivos:

el fin del opresor, el imperio asirio, que oprime a Israel con el yugo y el bastón, como si fuera un animal de carga; será derrotado, igual que lo fueron los madianitas en tiempos de Gedeón;

el fin de la guerra, simbolizado por la desaparición, no de lanzas y espadas, sino de los elementos menos peligrosos del soldado: bota y túnica;

la aparición de un niño, que se puede interpretar como el nacimiento de un príncipe o su entronización. Influido por el ritual egipcio, se coloca sobre sus hombros un manto que simboliza el poder, y se le dan diversos nombres: en Egipto eran cinco, aquí son cuatro, que expresan las cualidades más admirables que se pueden esperar de un gobernante: que sepa aconsejar, que sepa defender, que se comporte como un padre con sus súbditos, que traiga un reinado de paz. Por último, abandonando el influjo egipcio y con mentalidad plenamente judía, se relaciona a este niño con David. Y su labor de paz, justicia y derecho, aparentemente imposible, será obra del celo de Dios.

El pueblo que caminaba en tinieblas vio una luz grande;

Habitaba en tierra y sombras de muerte, y una luz les brilló.

Acreciste la alegría, aumentaste el gozo:

Se gozan en tu presencia, como gozan al segar,

como se alegran al repartirse el botín.

Porque la vara del opresor, el yugo de su carga, el bastón de su hombro,

los quebrantaste como el día de Madián.

Porque la bota que pisa con estrépito y la túnica empapada en sangre

serán combustible, pasto del fuego.

Porque un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado:

lleva a hombros el principado, y es su nombre:

«Maravilla de Consejero, Dios fuerte,

Padre de eternidad, Príncipe de la paz».

Para dilatar el principado con una paz sin límites,

sobre el trono de David y sobre su reino.

Para sostenerlo y consolidarlo con la justicia y el derecho,

desde ahora y por siempre.

El celo del Señor del universo lo realizará.

Dos motivos de compromiso (Carta a Tito 2,11-14).

El autor une la primera venida de Jesús («se ha manifestado la gracia de Dios») con la segunda y definitiva («la manifestación gloriosa del gran Dios y Salvador nuestro, Jesucristo»). ¿Motivos de alegría? Sin duda. Pero estas dos venidas son también motivo de compromiso. Amor con amor se paga. Hay que renunciar a la vida sin religión y a los deseos mundanos, llevar una vida sobria y honrada, esperar la vuelta del Señor, dedicarse a las buenas obras.

Querido hermano: Se ha manifestado la gracia de Dios, que trae la salvación para todos los hombres, enseñándonos a que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, llevemos ya desde ahora una vida sobria, justa y piadosa, aguardando la dicha que esperamos y la manifestación de la gloria del gran Dios y Salvador nuestro, Jesucristo, el cual se entregó por nosotros para rescatarnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo de su propiedad, dedicado enteramente a las buenas obras.

¿Un niño pobre o un personaje maravilloso? (Lucas 2,1-14)

El evangelio de esta noche consta de dos escenas radicalmente distintas, pero que se complementan.

El nacimiento de un niño pobre

Sucedió en aquellos días que salió un decreto del emperador Augusto, ordenando que se empadronase todo el Imperio. Este primer empadronamiento se hizo siendo Cirino gobernador de Siria. Y todos iban a empadronarse, cada cual a su ciudad. También José, por ser de la casa y familia de David, subió desde la ciudad de Nazaret, en Galilea, a la ciudad de David, que se llama Belén, en Judea, para empadronarse con su esposa María, que estaba encinta. Y sucedió que, mientras estaban allí, le llegó a ella el tiempo del parto y dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo recostó en un pesebre, porque no había sitio para ellos en la posada.

La primera escena, que se desarrolla únicamente en la tierra, contrasta a poderosos y débiles. Empieza hablando del emperador Augusto, con autoridad para dar órdenes a todos sus súbditos, y del gobernador de Siria, Cirino, que manda empadronarse a la población de su provincia, cada cual en su ciudad, sin preocuparle las molestias que eso puede causar.

Frente a los poderosos, los débiles, representados por una familia muy modesta, a la que solo le cabe obedecer, aunque la esposa deba recorrer, embarazada, los 150 km de Nazaret a Belén. Según Lucas, cuando llegan a su destino no encuentran alojamiento y deben pasar algunos días en la parte baja de una casa, donde están los animales. Son pobres, y para ellos no hay sitio en el piso de arriba («la posada»).

Los «nacimientos» que se montan actualmente en iglesias, casas particulares y otros sitios, ofrecen un pesebre bonito y limpio. Lucas piensa en uno muy distinto, en el que habrá comido un animal poco antes, arreglado aprisa para recostar al niño.

Es una escena de pobreza y humillación. Basta pensar en José, un padre que no tiene otra cosa que ofrecer a su mujer y a su hijo. La escena no se presta a comentarios románticos, sino a preguntas candentes: ¿por qué Gabriel no le dijo a María toda la verdad? ¿Por qué le anunció que su hijo sería el rey de Israel sin advertirle que no tendría riqueza ni poder? ¿Por qué elige Dios el camino de la pobreza y la humillación? ¿Por qué rechazamos los cristianos a quienes no pueden pagarse un pasaje en avión o en barco para llegar hasta nosotros? ¿Por qué no imaginamos que Dios pueda nacer en una chabola de mala muerte, en una familia pobre que trabaja recogiendo la aceituna? ¿Se puede esperar algo de este hijo de emigrantes, que no tendrá cultura ni formación?

El Salvador, el Mesías, el Señor

En aquella misma región había unos pastores que pasaban la noche al aire libre, velando por turno su rebaño. De repente, un ángel del Señor se les presentó, la gloria del Señor los envolvió de claridad, y se llenaron de gran temor. El ángel les dijo:

-No temáis, os anuncio una buena noticia, que será de gran alegría para todo el pueblo: hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador, el Mesías, el Señor. Y aquí tenéis la señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre.

De pronto, en torno al ángel, apareció una legión del ejército celestial que alababa a Dios diciendo:

-Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad.

La segunda escena se desarrolla en cielo y tierra. Es también de poderosos y débiles, de ángeles y pastores. La profesión de pastor, aunque a algunos le recuerde a los antiguos patriarcas de Israel, era de las más despreciadas y odiadas en aquel tiempo, sobre todo por los campesinos. En la escala social de la época, los pastores ocupan el penúltimo lugar, el de las clases impuras, porque su oficio se equipara al de los ladrones. Y pasar la noche al aire libre, vigilando el rebaño, no es la ocupación más agradable. El hecho de que el ángel se dirija a ellos deja clara la «política incorrecta» de Dios. El gran anuncio del nacimiento del Mesías no se comunica al Sumo Sacerdote de Jerusalén, ni a los sacerdotes y levitas, ni a los estudiosos escribas, ni a los piadosos fariseos.

Por otra parte, el anuncio modifica totalmente la imagen de la escena anterior. El niño que ha nacido no es un simple niño pobre. Su nacimiento supone «una gran alegría para todo el pueblo», porque es Salvador, Mesías y Señor. Este ángel anónimo es muy escueto. No comenta ninguno de los tres títulos. Pero es más sincero que Gabriel. No oculta que, a pesar de su grandeza, el niño está envuelto en pañales y acostado en un pesebre.

Afortunadamente, los pastores no son especialistas en la Biblia ni teólogos. En tal caso habrían preguntado de inmediato de qué o de quién iba a salvar ese niño; si era un mesías-rey, como David, o un mesías-sacerdote, como Aarón; si su señorío era igual que el de Dios o que el del César; si los pañales y el pesebre debían ser interpretados de forma real o simbólica… y cómo se compagina la «gran alegría para todo el pueblo» con el hecho de que, años después, el pueblo termine alejándose del Calvario golpeándose el pecho. En realidad, los pastores no tienen tiempo de preguntar nada porque, de pronto, aparece una legión del ejército celestial alabando a Dios y proclamando la paz.

¿Qué harán los pastores? Quien desee saberlo tendrá la respuesta en el evangelio de la Misa de la Aurora.

Pero el lector del evangelio puede ponerse en su lugar y advertir el mensaje que le está proponiendo Lucas. La vida de Jesús se puede interpretar de dos formas muy distintas: desde una óptica puramente humana o desde la fe. La primera resulta descarnada y dura. La segunda puede parecer ingenua; si no de cuento de hadas, de cuento de ángeles. Si se mantiene en la primera, terminará viendo a Jesús como un personaje peligroso y considerando justa su condena a muerte. Si acepta la segunda, a pesar de todas las dudas, terminará creyendo en él como su Salvador.

25 de diciembre

Misa de la aurora

El evangelio de la misa del Gallo nos dejaba con una duda: ¿qué harán los pastores tras escuchar al ángel y al coro celeste? No han recibido ninguna orden, solo una buena noticia. Lucas no se limita a contar su reacción.

Tres reacciones ante la noticia (Lucas 2,15-20)

Sucedió que, cuando los ángeles se marcharon al cielo, los pastores se decían unos a otros: «Vayamos, pues, a Belén, y veamos lo que ha sucedido y que el Señor nos ha comunicado». Fueron corriendo y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, contaron lo que les habían dicho de aquel niño.

Todos los que lo oían se admiraban de lo que les habían dicho los pastores.

María, por su parte, conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón.

Y se volvieron los pastores dando gloria y alabanza a Dios por todo lo que habían oído y visto, conforme a lo que se les había dicho.

Empieza y termina con los pastores, que corren a Belén y vuelven alabando y dando gloria a Dios. Esta gente, tan despreciada socialmente, corre hacia Jesús, cree que un niño envuelto en pañales y en un pesebre puede ser el futuro salvador, aunque ellos no se beneficiarán de nada, porque, cuando ese niño crezca, ellos ya habrán muerto. La visita de los pastores simboliza lo que dirá Jesús más tarde: «Te alabo Padre, porque has ocultado estas cosas a los sabios y entendidos y las has revelado a la gente sencilla».

Está también presente un grupo anónimo, que podría entenderse como referencia a la demás personas de la posada, pero que probablemente representa a todos los cristianos, que se admiran de lo que cuentan los pastores.

Finalmente, el personaje más importante, María, que conserva lo escuchado y medita sobre ello. En los relatos de la infancia, Lucas ofrece dos imágenes muy distintas de María. En la anunciación, Gabriel le comunica que será la madre del Mesías, y ella termina alabando en el Magnificat las maravillas que Dios ha hecho en ella. Sin embargo, cuando Jesús nace, Lucas habla de María de forma muy distinta. A partir de ese momento, todo lo relacionado con Jesús le resulta nuevo y desconcertante: lo que dicen los pastores, lo que dirá Simeón, lo que le dirá Jesús a los doce años cuando se quede en Jerusalén. En esas circunstancias, María no repite: «proclama mi alma la grandeza del Señor». Se limita a callar y meditar, igual que hará a lo largo de toda la vida pública de Jesús.

Estas tres actitudes se complementan: la admiración lleva a la meditación y termina en la alabanza de Dios.

Lucas juega con el lector, lo desafía. ¿Qué salvador les ha nacido a los pastores? ¿Qué señal portentosa puede ser un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre? Al día siguiente, los pastores estarán de nuevo con el rebaño, vigilando en medio del frío. Pero su vida ha cambiado, y la dureza de su vida no les impide alabar y dar gloria a Dios. Con ello se convierten en un ejemplo perfecto para el cristiano.

Una buena noticia para Jerusalén y la Iglesia (Isaías 62, 11-12)

Este breve pasaje recoge una imagen típica de la época del destierro en Babilonia: Jerusalén como esposa y madre. Como esposa, su marido, el Señor, la ha abandonado; como madre, ha perdido a su hijos, ha quedado despoblada. El profeta le anuncia un cambio radical: su marido vuelve, como salvador, acompañado de sus hijos.

La liturgia aplica este anuncio de la llegada de un salvador al nacimiento de Jesús. Y en los pastores podemos ver a ese «pueblo santo» y a «los redimidos del Señor». Cuando se piensa en los millones de cristianos que celebran la Navidad, vemos cómo se cumple la antigua profecía.

El Señor hace oír esto hasta el confín de la tierra:

«Decid a la hija de Sión: Mira a tu salvador, que llega.

El premio de su victoria lo acompaña, la recompensa lo precede».

Los llamarán «Pueblo santo», «Redimidos del Señor»,

y a ti te llamarán «Buscada», «Ciudad no abandonada».

Una buena noticia para nosotros (Carta a Tito 3,4-7)

El evangelio habla de tres reacciones ante el nacimiento de Jesús. La carta de Pablo se centra en Dios y en nosotros.

Ante todo, lo ocurrido es una manifestación de la bondad de Dios y de su amor al hombre. Como diría el cuarto evangelio: «De tal manera amó Dios al mundo, que le entregó a su Hijo único» (Juan 3,16). Si la gente se admiró de lo que decían los pastores, igual debemos admirarnos nosotros de esta prueba del amor de Dios. Sobre todo, teniendo en cuenta que no es algo que nosotros hayamos merecido ni ganado por nuestros propios méritos.

Además, la salvación que entonces tuvo lugar se actualiza en nuestro bautismo, que nos hace nacer de nuevo, nos concede abundantemente el Espíritu Santo, y nos hace herederos de la vida eterna, donde «estaremos siempre con el Señor» (1 Tesalonicenses 4,17).

Querido hermano:

Cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador y su amor al hombre, no por las obras de justicia que hubiéramos hecho nosotros, sino, según su propia misericordia, nos salvó por el baño del nuevo nacimiento y de la renovación del Espíritu Santo, que derramó copiosamente sobre nosotros por medio de Jesucristo nuestro Salvador, para que justificados por su gracia, seamos, en esperanza, herederos de la vida eterna.

 

25 de diciembre

Misa del día

La misa de la aurora nos presentó a María meditando lo que han contado los pastores. Es una pena que Lucas, que transmitió en el Magnificat su reacción a las palabras de Isabel, en este caso guarde silencio. Dos teólogos cristianos, los autores del cuarto evangelio y de la carta a los Hebreos, sí nos dejaron su reflexión sobre Jesús y su nacimiento. La liturgia les antepone la visión de un profeta-poeta.

«El Señor ha consolado a su pueblo» (Isaías 52,7-10)

El texto de Isaías de la misa de la aurora presentaba a Jerusalén como esposa y madre, que recupera a su esposo y sus hijos. Este la presenta como ciudad, sin rey y en ruinas después de la caída en manos de los babilonios. Pero el mensaje de esperanza es el mismo: Dios vuelve a ella como rey, y las ruinas, reconstruidas, cantarán de alegría. Como en el caso anterior, la liturgia aplica la venida de Dios-rey a Jesús, que nace como Mesías y Salvador.

Qué hermoso son sobre los montes los pies del mensajero que proclama la paz, que anuncia la buena noticia, que pregona la justicia, que dice a Sión: «¡Tu Dios reina!». Escucha: tus vigías gritan, cantan a coro, porque ven cara a cara al Señor, que vuelve a Sión. Romped a cantar a coro, ruinas de Jerusalén, porque el Señor ha consolado a su pueblo, ha rescatado a Jerusalén. Ha descubierto el Señor su santo brazo a los ojos de todas las naciones, y verán los confines de la tierra la salvación de nuestro Dios.

«El Señor nos ha hablado por su Hijo» (Hebreos 1,1-6)

Imaginemos al autor de la carta ante el pesebre. Pero el niño no acaba de nacer, él escribe bastantes años después. Es mucho lo que ya se ha dicho y discutido sobre Jesús. Y él comienza su carta con un resumen ambicioso, que abarca desde el comienzo de los siglos hasta la glorificación del Señor.

Lo primero que destaca es la novedad de que Dios nos hable a través de su Hijo, no a través de profetas. Un hecho tan grande que no debemos esperar algo distinto y mayor: estamos en la «etapa final».

Luego acumula palabras para describir la dignidad del Hijo. Retrocede del momento en el que hereda todo (se supone que tras la resurrección) al momento en el que intervino en la creación del mundo. Habla de su identidad e identificación con Dios con expresiones misteriosas: «reflejo de su gloria, impronta de su ser». Dedica una frase, casi de pasada, a la vida terrena, en la que solo sugiere, de forma velada, su muerte, que purifica nuestros pecados. Y termina con su triunfo a la derecha de la Majestad y su encumbramiento por encima de los ángeles.

San Ignacio de Loyola, al hablar del nacimiento de Jesús, sugiere al ejercitante pensar cómo el Señor nace en suma pobreza «y al cabo de tantos trabajos, de hambre, de sed, de calor y de frío, de injurias y afrentas, para morir en cruz» (Ejercicios espirituales, 110). El autor de la carta a los Hebreos tiene una perspectiva más amplia. No menciona aquí los sufrimientos y la muerte (tema que desarrollará más adelante) sino su triunfo y su gloria.

En muchas ocasiones y de muchas maneras habló Dios antiguamente a los padres por los profetas. En esta etapa final, nos ha hablado por el Hijo, al que ha nombrado heredero de todo, y por medio del cual ha realizado los siglos.

Él es reflejo de su gloria, impronta de su ser. Él sostiene el universo con su palabra poderosa. Y, habiendo realizado la purificación de los pecados, está sentado a la derecha de la Majestad en las alturas; tanto más encumbrado sobre los ángeles cuanto más sublime es el nombre que ha heredado. Pues ¿a qué ángel dijo jamás: «Hijo mío eres tú, yo te he engendrado hoy»; y en otro lugar: «Yo seré para él un padre, y él será para mí un hijo»? Asimismo, cuando introduce en el mundo al primogénito dice: «Adórenlo todos los ángeles de Dios».

La historia del Verbo de Dios (Juan 1,1-5.9-14) (forma breve)

Dos advertencias:

1. Según muchos comentaristas, el autor del cuarto evangelio utilizó al comienzo un himno sobre el Verbo Dios, introduciendo por medio, en dos ocasiones, sendas referencias a Juan Bautista. La liturgia permite elegir entre la forma larga, con todo el texto actual, y la breve, que suprime lo referente a Juan. Es esta la que comentaré brevemente, presentando el himno como una historia del Verbo de Dios en cinco etapas.

2. Para comprender esta historia habría que conocer las reflexiones sobre la Sabiduría de Dios en los dos siglos antes de Jesús. En el segundo domingo después de Navidad se vuelve a leer el prólogo de Juan, y la lectura que lo acompaña es, con razón, la del libro del Eclesiástico.

Primera etapa: la Palabra junto a Dios

En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba junto a Dios, y el Verbo era Dios. Él estaba en el principio junto a Dios.

«En el principio creó Dios el cielo y la tierra». Así comienza el libro del Génesis. Para el autor del prólogo, en ese momento existía ya el Verbo, junto a Dios. Es lo mismo que se dice de la Sabiduría en el libro de los Proverbios y en el Eclesiástico.

Segunda etapa: el Verbo y la creación

Por medio de él se hizo todo, y sin él no se hizo nada de cuanto se ha hecho. En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. Y la luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no lo recibió.

Aunque parece una nueva matización del Génesis, supone un desarrollo. Allí se dice que Dios crea por su palabra («dijo Dios») y su acción. Aquí, esa palabra se convierte en compañera suya imprescindible durante el acto creador. Todo fue creado por el Verbo: sol, luna, estrellas, montañas, mar, animales de toda especie, ser humano. Además de habernos creado, es también nuestra vida y nuestra luz. Dos términos claves en la teología del cuarto evangelio, que presentará a Jesús como «el camino, la verdad y la vida». En esa misma teología encaja la referencia a la tiniebla como símbolo de la oposición a Jesús y a Dios.

Tercera etapa: el mundo, creado por el Verbo, lo ignora.

En el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de él, y el mundo no lo conoció.

El mundo no se refiere aquí a los seres inanimados sino a las personas que ignoran a Dios, no lo adoran, o prescinden de él. El autor del Prólogo piensa en los pueblos paganos, que podrían haber conocido al Dios verdadero, pero que habían caído en diversas formas de idolatría.

Cuarta etapa: la Palabra se instala en Israel; unos lo rechazan, otros la acogen.

Vino a su casa, y los suyos no lo recibieron. Pero a cuantos lo recibieron, les dio poder de ser hijos de Dios, a los que creen en su nombre. Estos no han nacido de sangre ni de deseo de carne, ni de deseo de varón, sino que han nacido de Dios.

¿Qué hará el Verbo cuando se vea ignorado por el mundo? Para un judío, la respuesta es clara: refugiarse en Israel, el pueblo elegido, igual que hacía la Sabiduría: «Eché raíces entre un pueblo glorioso, en la porción del Señor, en su heredad». Pero el Verbo se encuentra con una desagradable sorpresa: «los suyos no lo recibieron». Da la impresión de que un autor posterior consideró esta afirmación demasiado pesimista y añadió que algunos lo recibieron, convirtiéndose en hijos de Dios. Pero este aparente añadido destruye el dramatismo del himno primitivo.

Quinta etapa: el Verbo se hace carne y habita entre nosotros.  

La Palabra ha sufrido dos derrotas: el mundo la ignora, su pueblo la rechaza. ¿Qué haría cualquiera de nosotros en su lugar? Quedarse junto a Dios y olvidarse de todos. Afortunadamente, Dios no es así. El Verbo toma la decisión más asombrosa que se puede imaginar.

Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria como del Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.

Reflexión final

El fiel cristiano que haya acudido a la iglesia pensando escuchar unas lecturas bonitas y sencillas sobre Jesús niño y los pastores se encuentra en la misa del día con unas lecturas muy teológicas, pero que le recuerdan la dignidad e importancia de ese niño que ve en el pesebre.

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25 Diciembre. Solemnidad de la Natividad del Señor, ciclo B

Lunes, 25 de diciembre de 2023
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No era él la luz, sino testigo de la luz”

(Jn 1, 1-8)

¡El comienzo del Evangelio de Juan me parece tan poético! Si trato de no intentar entenderlo todo y solo escucho… me quedo embobada… La repetición de las palabras (al principio, la Palabra, Dios, el mundo…) nos llevan más y más a nuestro interior sin que nos demos cuenta.

Se nos dice que Juan el Bautista no es la luz, sino testigo de la misma. A menudo nos gustaría ser nosotras la luz, alumbrar y deslumbrar, que nos aplaudan, que nos feliciten, que alaben nuestro trabajo… Hoy se nos muestra a Juan no como el centro, sino como aquel que sabe reconocer en Jesús que Dios Trinidad se involucra con la humanidad. Juan no puede callárselo, sino que necesita compartirlo con los demás. ¿Y nosotras? ¿Queremos ser la luz o dar testimonio? ¿Cómo compartir este testimonio?

Tenemos una figura en el Belén que ponemos en la iglesia, de un pastor con el brazo estirado hacia lo alto. Está indicando a los demás que miren, que escuchen la Buena Noticia que el ángel, mensajero de Dios, anuncia. Me llama la atención que el brazo está realmente separado del cuerpo. Nos invita a salir de nosotras y a señalar allí donde está la luz, allí donde hay personas mensajeras de Dios. Allí donde el silencio acompaña un momento de dolor. Varias personas reunidas celebrando la vida. Una comunidad de laicos acogiendo a una familia refugiada. Un proyecto de ayuda a mujeres obligadas a prostituirse. Jóvenes con y sin discapacidad divirtiéndose juntos. Una mirada de aceptación y una conversación con una persona que vive en la calle…

En estas semanas de correos electrónicos y whatsapps de buenos deseos, podríamos aportar nosotras esas “buenas noticias” que se dan a nuestro alrededor. Podemos ser testigos de la luz.

No nos dejemos engañar. Como dice el versículo 5, “la luz resplandece en las tinieblas”. La oscuridad no apaga la luz. En nuestra sociedad, invadida de malas noticias, tampoco. Sepamos ver la luz, la alegría, la entrega, el amor.

Oración

Gracias, Jesús, por hacerte persona como nosotras. Envíanos tu Espíritu que nos haga vivir conscientes de tu presencia en la humanidad.

*

Fuente Monasterio de Monjas Trinitarias de Suesa

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Sólo la experiencia de Dios puede llevarnos a la comprensión del Prólogo..

Lunes, 25 de diciembre de 2023
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Jn 1,1-18

Retomamos la idea central de la Navidad: La palabra se hizo carne, se hizo vida, se hizo luz. La encarnación es verdad fundamental del cristianismo, pero no siempre la hemos entendido bien. Estamos sin duda ante la página más sublime de toda la literatura. Se trata de un himno cristológico anterior a la redacción del evangelio, fruto de la experiencia de una comunidad eminentemente mística. Es una condensación de todo el evangelio. Es prólogo, pero con la misma rotundidad podía ser epílogo.

Es una osadía atreverme a comentar este texto. Ni tengo la preparación filosófica y teológica suficiente, ni la experiencia mística para hincarle el diente. El único consuelo es saber que lo que digo no es palabra de Dios, sino solamente un apunte que pueda ayudar a alguno a encontrar la dirección de su propia búsqueda. Querer expresar una experiencia mística con palabras es sencillamente descabellado, por eso se recurre a un lenguaje simbólico, poético, que violenta el sentido normal de las palabras.

El primer versículo nos dice ya tres cosas: Que el Logos está en el origen. (En el principio ya existía la Palabra). Que los dos estaban volcados el uno sobre el otro. (La Palabra estaba vuelta hacia Dios). Que, aunque distintos uno y otro eran lo mismo (La Palabra era Dios, Dios era la Palabra). Al comenzar con la misma palabra que el Génesis, nos está diciendo que la encarnación no es el comienzo de algo nuevo, sino la culminación de la creación. El Logos no comenzó, porque es el origen de todo. Luego se hace carne (comienza a ser en el tiempo) para terminar la creación del hombre. Arch no significa principio de tiempo sino origen, fundamento, anterior al tiempo.

La traducción de Logos por Palabra no es la más adecuada, porque se pierde la originalidad del concepto. La palabra Logos ya existía, pero el concepto al que quiere aludir es nuevo. Esta palabra se encuentra por primera vez en Heráclito. s. VI a C, (precisamente en Éfeso, donde parece que se escribió este evangelio) y significaba la realidad permanente dentro del devenir de la realidad material (panta rei). La utilizan los estoicos, Platón, y Filón de Alejandría que la emplea 1.200 veces en sus escritos. En NT tiene un amplísimo y a veces contradictorio significado; desde palabra engañosa hasta el sentido cristológico único del prólogo que estamos comentando.

Repito que aquí el concepto es original; no deducible de las distintas tradiciones literarias anteriores. Ese concepto no se vuelve a repetir ni siquiera en Juan. El concepto es incomprensible sin la experiencia pascual. Sin una experiencia mística no se puede acceder al significado que se quiere expresar. Podíamos decir que es el Proyecto eterno que en un momento dado se ejecuta. Dios crea por medio de su Palabra. También nos puede ayudar a comprender lo que quiere decir, la idea de Sabiduría preexistente de los libros sapienciales.

Es muy interesante la expresión: junto a Dios” (pros ton qeon)= vuelto hacia, volcado sobre. Expresa proximidad pero también distinción. Está en íntima unión por relación pero no se confunda con Dios. En griego (Kai qeos en o Logos) y en latín (et Deus erat Verbum), se dice que la Palabra era Dios, pero también que Dios era la palabra. qeos está sin artículo. Podíamos traducir: lo que era Dios, lo era la Palabra. Para los judíos, Dios era el totalmente trascendente; no podía haber otro. Para los helenistas, el peligro era lo contrario, el politeísmo. Por eso dice que ni es una “mónada” ni son dos.

Por medio de la Palabra se hizo todo”. En el AT, Dios crea por su Palabra. No se trata de un sonido que emite Dios. Otra vez tenemos que ir más allá del sentido primero. Quiere decir que el Logos es origen de todo. Con una redundancia, intenta llevarnos más allá de la misma palabra. Al margen de Dios y del Logos, no existe nada. No se trata sólo de lo que existe en el tiempo, sino de todo lo que existe en absoluto.

En la Palabra había Vida, y la Vida era la luz de los hombres”. Ojo al dato: No llegamos a la Vida a través de la luz, sino al revés. Jesús no es un Maestro que nos trae salvación con su enseñanza (como se da a entender en otras cristologías) sino Vida que nos lleva a la comprensión total viviéndola. Para la espiritual, el concepto es clave. Vivir es anterior a comprender. Sin vivencia no podremos comprender nada.

Y la tiniebla no la recibió. El mundo no la conoció. Vino a su casa y los suyos no la recibieron. Esta insistencia tiene que hacernos reflexionar. En Juan se percibe esa lucha entre la luz y la tiniebla. Era una idea que flotaba en el ambiente. En un escrito de Qunrám se dice: Que la luz no sea vencida por las tinieblas. Ni siquiera los suyos fueron capaces de descubrirla. Tenemos aquí el primer reproche al pueblo judío que no fue capaz de ver en Jesús la Vida que podía llevarle a la comprensión de la ley.

Pero a cuantos la recibieron… Vemos que lo anterior era una exageración. Unos no la recibieron, pero otros sí la recibieron. Se habla de creer en sentido bíblico. No se trata de la aceptación de verdades sino de aceptar su persona. Sería: Los que confían en el espíritu de Jesús. Les da poder para ser hijos de Dios. Aquí está la buena noticia. El que cree es engendrado como hijo de Dios. En Juan, se ve una diferencia clara en el concepto de hijo cuando se dice de Jesús y cuando se dice de otros. Para designar a Jesús dice uios y tekna para designar a otros, se emplea aquí y en Jn 11,52.

Es muy importante aclarar este concepto. En AT se usa la expresión “hijo de Dios” para referirse a los ángeles, al rey y al pueblo. Estos conceptos no sirven ni para aplicarlos a Jesús ni a los demás hombres. Nos dan una pista para poder comprender lo que quiere decir Juan. En el AT, el término hijo, se empleaba con sentido mesiánico. Se decía del enviado a cumplir una tarea de salvación en nombre de Dios. Esta idea, unida a la de la Sabiduría, pudo dar origen al concepto de “Hijo”, ser preexistente vuelto al Padre.

Y la Palabra se hizo carne. Meta de todo lo anterior. Se trata de la nueva presencia. Dios no está ya en el templo, ni en la tienda del encuentro. Ahora está en Jesús. No se identifica Palabra y Jesús. Se deja un margen para el misterio. Para la antropología semita hombre-carne, hombre-cuerpo, hombre-alma, hombre-espíritu, son aspectos de una solo realidad, el hombre. Se hizo hombre-carne; limitado pero susceptible de Espíritu. Se hizo carne, sin dejar de ser Logos, sin dejar de estar volcado sobre Dios.

Y habitó entre nosotros”. “eskenosen” significa plantar una tienda para vivir. Hace referencia a la presencia de Dios entre pueblo (tienda del encuen­tro). También de la Sabiduría se dice: “Habita en Jacob, pon tu tienda en Israel”. Siendo uno de nosotros, levantando su tienda en nuestro propio campamento, hizo presente y visible a Dios.

Fray Marcos

Fuente Fe Adulta

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Duerme el niño Jesús

Lunes, 25 de diciembre de 2023
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llegamos-Navidad-pandemia-cuestas_2295980381_15161048_660x371Lc 2, 1-14

«Y aquí tenéis la señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre».

Ella estaba encinta, anochecía y se acercaba su hora. Recorrían las posadas pidiendo alojamiento, pero no había sitio para ellos. María aguantaba como podía el dolor y la zozobra. José suplicaba impotente y desgarrado, consciente del sufrimiento de su esposa. Al fin, un posadero les ofreció la cuadra para que María pudiese dar a luz con alguna intimidad.

Tras el parto se acurrucaron en un rincón sonriendo al niño que acababa de nacer. Algún pastor de los alrededores oyó su llanto en aquel lugar insólito y se acercó. Vio a María y José sonrientes en su rincón, pero ateridos de frío y extenuados de cansancio. Fue en busca de sus compañeros y volvieron con mantas y algo de alimento que llevaban en sus zurrones. Hicieron fuego y todos pudieron participar de la paz infinita de aquel momento. El niño dormía plácidamente.

Pasó lentamente la noche y llegó el alba. Parecía que todo seguía igual, pero todo había cambiado, porque el mundo, que caminaba en tinieblas, se había visto envuelto en una gran claridad. Como dijo el ángel a los pastores: «En la ciudad de David, ha nacido un salvador: el Mesías, el Señor».

Que Jesús hubiese nacido así es una magnífica señal. Si hubiera nacido en el Templo de Jerusalén, hijo de reyes y rodeado de gente importante, todos podríamos decir: “más de lo mismo” … Pero nace desapercibido para todos los poderes y anunciado a los marginales; y ésa es la mejor señal de que todo ha cambiado. Es la señal de que por fin Dios está con los que le necesitan, que Dios está para salvar, no para oprimir, que ningún poder opresor tiene nada que ver con Dios; que Dios no está con los poderosos para asegurar su poder, sino con las víctimas de su poder para liberarlos

Como decía Ruiz de Galarreta: «El signo de la Navidad es la luz en la noche vista solo por los más sencillos. La noche sigue siendo noche, sigue habiendo dolor, vejez y desgracia, nos siguen apeteciendo mil cosas que destrozan nuestra vida… Vivimos en la noche, pero en la noche hay luz para ver mejor y poder caminar por la vida sin tropiezo».

«Aquí tenéis la señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre»

Para ver a Dios, mirad a ese niño.

 

Miguel Ángel Munárriz Casajús 

Para leer el comentario que José E. Galarreta hizo sobre este evangelio, pinche aquí

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Como niebla que se filtra bajo la puerta cerrada.

Lunes, 25 de diciembre de 2023
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Quizá cuando lleguemos a la eucaristía el día de Navidad y escuchemos el evangelio nos quedemos un tanto sorprendidos. Casi sin pensarlo estábamos esperando la lectura de Lucas, ese texto entrañable que nos hace visualizar a María y José con el Niño, a la mula y el buey… eso que en un día como el de Navidad todos tenemos hondamente grabado.

Y sin embargo nos encontramos con un evangelio que, de entrada, puede resultarnos un tanto difícil. Conocido como prólogo del evangelio de Juan, nos presenta lo que podemos considerar un resumen de la revelación: Desde siempre y continuamente, Dios creador de todo, que es la Vida y la Luz, hace una alianza extraordinaria con el mundo, con la humanidad, entregándole a su Hijo. Pero este mundo amado por Dios puede aceptar esta alianza aceptando a Jesús o no hacerlo y de ello se siguen unas consecuencias que van a la raíz de la persona a su modo de ser y vivir en el mundo, como “hijo” o como extraño. Y nos lo dice en un lenguaje que responde al momento cultural en que fue escrito, en muchos aspectos distinto al nuestro. Por eso vamos a intentar acercarnos al texto preguntándonos, ¿qué quiere decir el autor a los primeros cristianos de la comunidad de Juan, cristianos que vivían fuera del contexto judío? ¿Qué nos quiere decir a nosotros hoy?

Os propongo que nos paremos en aquellas expresiones que nos resulten más significativas, que enganchen con nuestra vida. Pueden ser alguna de estas:

“Vino a su casa y los suyos no lo recibieron. Pero a cuantos lo recibieron les dio poder de ser hijos de Dios”

Vino a su casa es una expresión entrañable. Juan dice que el mundo, nuestro mundo, es la casa de Dios, ¿lo creemos y lo sentimos así? Nuestro mundo con todo lo que en él hay, con todas las personas y realidades. A todo ello Dios llama “su casa”.

Es más, si Dios viene a nosotros, cada uno de nosotros somos “casa” de Dios. ¿Lo experimentamos y disfrutamos así? Quizá sería bueno que pensásemos, si Dios viene a mi casa, ¿me encontrará en ella? ¿O estaré fuera corriendo enredada en mil cosas, incluso para preparar la Navidad?

¿Dónde busco a Dios? ¿Dónde espero encontrarle? Porque nos avisa “en el mundo estaba… y el mundo no le conoció” ¿Participo de ese afán que tenemos los seres humanos de clasificar, de hacer apartados y de dejar a Dios lejos, en su cielo, cuando Él, nos dice el evangelio, vino y está continuamente, desde el principio, viniendo a “su casa” que es nuestro mundo, nuestra persona…?

Y si no le reconocemos, ¿cómo vamos a recibirle? ¿No estamos muchas veces “recibiendo” a un Dios hecho a nuestra medida, según nos conviene, que poco tiene que ver con el Dios de Jesús?

La gran noticia de la Navidad no es solo que Dios nos entrega a su Hijo en ese niño, ser humano como nosotros, es también que nosotros podemos ser hijos de Dios. Pero solo si le descubrimos, si le acogemos, si le recibimos… a Él, a ese Jesús hecho niño, pobre, indefenso, vulnerable… todo eso que a nosotros no nos gusta, de lo que tantas veces huimos. Esta Navidad, ¿nos decidimos a abrir nuestro corazón y acoger a este Dios que nos sorprende y nos descoloca? Solo cuando lo hagamos podremos experimentar el inmenso amor de Dios que nos transforma en sus hijas e hijos queridos.

“Y la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros”

La Palabra, el hijo de Dios, Jesús, que estaba junto a Dios desde el principio, viene para estar junto a nosotros. En estos días valoramos mucho el “juntarnos”, el estar cerca de las personas a las que queremos, sentirnos arropados, acompañados y protegidos. Y escuchamos que esta Palabra, este Jesús hijo de Dios, deja de estar solo junto a Dios para estar junto a nosotros.

Y el evangelio suele traducir el texto con el verbo acampar. Es importante, el que acampa se va a quedar, no viene de visita. Pero acampar es distinto de instalarse, de residir. Se queda con nosotros de una forma humilde y pobre. No viene al palacio, al templo, ni siquiera a una buena casa en una barriada segura. Las tiendas de campaña nos hablan de existencia cercana y precaria, en la que se comparte mucho con los vecinos, en la que no nos protegemos con puertas blindadas ni con alarmas, en las que nos conocemos todos y confiamos en los que nos rodean… Así ha venido Dios a vivir entre nosotros, sin deslumbrar, sin imponer…

¿Y nosotros, hemos acampado así en nuestro mundo, en nuestro entorno, o estamos parapetados tras unos gruesos muros que nos aíslan y defienden?

La Navidad, año tras año, también nos dice que esta alianza de Dios con nuestro mundo es definitiva. Que por mucho mal que veamos y experimentemos, nuestro Dios está presente en la raíz de nuestra naturaleza humana, de nuestro mundo y su historia. Que la Encarnación no es algo que sucedió, es algo que sucede continuamente. A veces es verdad, lo hace de una forma casi imperceptible, en palabras del Papa Francisco, “como la niebla que se filtra bajo la puerta cerrada” (LS 112) pero se filtra, aunque no abramos la puerta. ¡Qué gran promesa!

Nos queda a nosotros, llamados a ser hijos e hijas, descubrir esta empecinada resistencia del bien y la bondad en nuestro mundo, acogerla y multiplicarla acogiendo a este Niño que trastocará nuestra vida pero nos hará inmensamente felices para siempre. ¡Feliz Navidad!

 

Mª Guadalupe Labrador Encinas, fmmdp

Fuente Fe Adulta

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La vida tiene sentido y dirección desde el principio hasta el final

Lunes, 25 de diciembre de 2023
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31803518206_a8dc0b97a0_kDel blog de Tomás Muro La Verdad es libre:

01.- Prólogo del evangelio de San Juan

        En este día de Navidad hemos escuchado el prólogo del Evangelio de San Juan. Un texto -un tejido- solemne.

Algún místico dijo con toda sensatez que, en diciendo el Logos / la Palabra, Dios ya no tenía nada más que decirnos a los seres humanos.

        El prólogo de S Juan es una meditación acerca de cómo Dios entra en la historia de la humanidad.

        Este prólogo no habla de cómo nació Jesús, ni dónde, ni cuándo, ni quienes fueron sus padres, ni de Belén, ni Herodes, ni magos…

        Todo queda centrado en que el Verbo, la Palabra se hicieron debilidad: sarx. El Verbo se hizo carne.

        S Juan se sitúa antes del tiempo, antes de la creación. La creación viene después: por medio de la Palabra.

02.- La Palabra (logos)

        La Palabra no es una cuestión gramatical, del Diccionario de la Lengua. La Palabra es lo que Dios nos quería decir. Y lo que Dios nos quería decir es Jesús: Dios salva.

        La Palabra, el Logos, significa también razón de ser, sentido de la vida.

        La Palabra es la luz, que ilumina al ser humano y confiere sentido a la existencia.

        Desde el principio, -en  principio- la existencia humana tiene sentido

Si miramos a nuestro mundo no podemos decir que la luz el sentido y la vida iluminen nuestro momento: cegueras culturales, guerras, depresión, suicidios…         En esta etapa de vacío nihilista, de sinsentido, de depresión humana, de suicidio, nos hace bien recordarnos a nosotros mismos que la vida tiene sentido. La Palabra llena de sensatez -sentido- la vida.

        Nos hace bien volver al niño nacido y ver en la Palabra  la expresión de Dios: luz y vida.

03.- La Palabra se hizo carne

El Evangelio de san Juan nos dice desde el principio que la Palabra se ha hecho carne (sarx), debilidad, ser humano.  Y esto es lo que celebramos en Navidad: que Dios es aquel, que menor no puede ser pensado: un débil y pobre niño.

        Con respeto hacia otras religiones, el cristianismo no es una religión pseudomística, un éxtasis, un nirvana o un yoga, mucho menos el cristianismo es una vivencia espiritualoide.

        Las comunidades que leían el evangelio de Juan habían sufrido las primeras desviaciones espiritualistas (gnósticas) de tipo griego a las que repugnaba lo material y corpóreo. Por eso San Juan desde el comienzo subraya que la Palabra se hizo no un dios etéreo y flotante, sino que se hizo hombre, sarx.

Los cristianos de aquellas comunidades joánicas se sentían herederos de una tradición muy noble, santamente corpórea y materialista: el Discípulo Amado había recostado su cabeza en el corazón de Cristo: la cabeza había entendido lo que decía el amor. Habían experimentado el servicio en el lavatorio de sus pies. El ciego vio con sus ojos la luz de la nueva creación del barro y el espíritu (saliva) de Jesús. Esa comunidad cristiana nacía al pie de la cruz (María y el Discípulo Amado). Tomás había tocado el cuerpo resucitado del Señor metiendo su mano en el costado bautismal del Señor.

        Os transmitimos lo que hemos visto y oído, (1Jn 1,3).

El Dios de Jesús, Jesús está en medio de la vida, de la humanidad: “En el corazón de las masas”, que decía aquel libro que R Voillaume publicó en 1968. [1]

Feliz Navidad

[1] R Voillaume perteneció a los “Hermanitos de Foucauld”, cristianos con una presencia callada, silenciosa en medio del mundo. Ni tan siquiera evangelizan, están con una silenciosa presencia pre-evangelizadora.

 

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Gloria a Dios, paz en los hombres (Vigilia Navidad: Lc 2,14)

Domingo, 24 de diciembre de 2023
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Navidad1Del blog de Xabier Pikaza:

Éste es el himno de los ángeles de Navidad: Gloria a Dios en las alturas (hypsistois) “y” en la tierra paz (eirênê) en/entre los hombres a quienes él ama (hombres de la eudokia o buena voluntad de Dios). Las gloria celeste de Dios se identifica con la paz terrestre de los hombres.

Buena voluntad (amor) de Dios, eso es la Navidad

Esa expresión (eudokía) podría referirse a la buena voluntad de algunos hombres (como cuando se dice: nosotros los demócratas, nosotros los pacíficos, nosotros  los de buena voluntad), dejando fuera de ese círculo de buenos al grupo inmenso de hombres y mujeres de mala voluntad, que serían en general “los otros” (bárbaros, incultos, pobres de la tierra).

Pero esa traducción referida a la buena/mala voluntad de los hombres es imposible por razones teológicas, psicológicas y de contexto

  • (a) Éste es un texto de “pasivo divino” y la buena voluntad a la que alude no puede ser la de los hombres, sino la de Dios. Los hombres no son aquí agentes,  sino destinatarios de la buena voluntad de Dios.
  • (b) Si el texto aludiera a unos hombres que presumen de “buena voluntad” sería una expresión de orgullo, y se le podría aplicar el refrán: “Dime de qué presumes y te diré de lo que careces”.
  • (c) Este es texto de “oráculo divino” (angélico) de navidad, como expresión suprema la buena voluntad de Dios (=amor)  que se expresa en el niño nacido de esa buena voluntad divina.

La Gloria a Dios en la altura se expresa en (=se identifica con) la paz en la tierra en los hombres de la buena  voluntad de Dios (= amados por Dios

Gloria de Dios “y” paz de los hombres no son dos cosas, de manera que una se pueda sumar a la otra, sino que son lo mismo:

La gloria de Dios es la paz entre los hombres, pues el “y” que une los dos “esticos” o elementos del paralelismo poético no es un “y” de separación o contraste, sino de identificación profunda, como en el caso del adagio de Ireneo de Lyon:  gloria dei / vivens homo, la gloria de Dios es el hombre viviente (la gloria de Dios consiste en que los hombre “vivan”)

En esa línea, el canto de los ángeles de Lc 2, 14 puede traducirse gloria dei / pax in hominibus bonae voluntatis, es decir, la gloria de Dios en la altura es la paz en la tierra entre los hombres de (la)  buena voluntad. Dios se expresa en el cielo como gloria/majestad y en la tierra como paz,  una paz que proviene su buena voluntad salvadora.

Navidad, paz de Dios en los hombres

Ésta es la expresión más honda de la Navidad, la teología de la encarnación, que Jn 1, 14 ha expresado de un modo muy suyo, diciendo “y el Verbo se hizo Carne” y que Lc 2, 14 describe de una forma casi idéntica: La gloria (doxa) de Dios se encarna en la paz (eirênê) entre los hombres.

No se podía haber dicho de un modo mejor, ni en un momento más oportuno (año 2023, tiempo de guerra en Israel), por boca del canto de los ángeles que son los mensajeros  de la verdad de Dios, tal como se revela en el cielo como gloria  y en la tierra como en la paz entre los hombres (que son depositarios de la buena voluntad de Dios.

            Éste es el himno supremo de la Navidad, el villancico de los ángels

Una palabra esa está latente en todo el AT, pero sólo se revela y despliega, se  canta y acoge plenamente en la Navidad del Hijo de Dios. Hay muchos que no se han enterado todavía, incluso dentro de los órdenes más altos de la iglesia, pensando que hay un tipo de “piedad/religión” que se expresa como gloria de Dios (en forma litúrgica o pietista), fuera del camino de paz entre los hombres. En contra de eso, según este canto de Navidad, la gloria de Dios (religión, piedad) se identifica con la paz/amor entre los hombres.No hay religión, hay culto, ni misa, ni hay santidad, sino en forma de paz entre los hombres

El Dios de Navidad no es obligación, imposición, ni miedo; no es amenaza ni castigo…  sino gloria divina y principio de paz  para cada familia, para todos los hombres y pueblos, que son presencia de la buena voluntad de Dios sobre la tierra. La gloria/culto de Dios consiste en que los hombres se amen, es decir, reciban y desplieguen en su vida la paz de la vida de Dios. Este es el lenguaje, éste es el canto y el “dogma” glorioso de la Navidad.

Vigilia de Navidad

Será bueno, en esta vigilia de Navidad 2023,  crear un momento de silencio, para que cada uno y todos podamos escuchar, la palabra del canto de paz que nos llega a todos, desde la noche de Belén, con los ángeles del cielo y los pastores de la tierra, acompañándonos unos a otros, acogiéndonos en amor, de manera que no quede nadie expulsado, condenado y rechazado sobre el mundo.

 No dijeron más los ángeles en la noche de Belén, ni más se necesitaba; pero tampoco dijeron menos. Sólo acogiendo, viviendo y comunicando la paz del Cristo de Belén podemos celebrar la Navidad.  Shalam/shalom aleikum, Eirênê hymin, Paz a vosotros, “feliz Navidad Gabon, Egun barri.

DESARROLLO BÍBLICO

(1) Principios y elementos.Paz (shalom) es una de las palabras y experiencias centrales del judaísmo. La Biblia supone que hombre real vive amenazado por la guerra, aunque llamado a la paz, como sabe un texto clave del Deuteronomio: «hoy pongo ante ti bien y mal, vida y muerte» (cf. Dt 30, 15). Dios coloca al hombre ante la paz y la guerra, pero no se mantiene indiferente, como si nada le importara una cosa ni otra, sino que se  compromete por la paz, de manera que la experiencia de Israel, su religión, viene a mostrarse como una llamada y camino de paz, que se identifica con el triunfo de la vida.

Es una paz histórica, vinculada a la presencia del Dios soberano que “truena y cabalga” sobre las nubes de la tormenta, conforme a la palabra solemne deSal 29: desde el alto cielo, sentado sobre el trono, al final del huracán, Dios extiende su mano y bendice a su pueblo con la paz (cf. Sal 29, 11). Ésta es la paz del reino mesiánico, cuya venida se espera y se canta en el templo, es la paz de una vida que puede extenderse gozosa, abundante, por toda la tierra, desde el centro de Jerusalén.:

«Oh Dios, da tu juicio al rey, y tu justicia al hijo del rey. Él juzgará a tu pueblo con justicia, y a tus pobres con rectitud. Los montes producirán paz para el pueblo; y las colinas, justicia. Juzgará a los pobres del pueblo; salvará a los hijos del necesitado y quebrantará al opresor. Durará con el sol y la luna, generación tras generación… En sus días florecerá el justo; habrá abundancia de paz, hasta que no haya más luna» (Sal 77, 1-7; cf. 86, 8-10).

Es una paz vinculada al orden del cosmos. Arco iris. Los textos apocalípticos empezaban a propagar la idea de que el mismo cosmos se hallaba pervertido, de que había una lucha superior de astros contra astros, de satanes contra arcángeles (como pone de relieve la literatura del ciclo de Henoc). Pues bien, en ese contexto, después de haber destacado el riesgo del pecado y desmesura, que puede llevarnos al diluvio, el autor bíblico ha querido poner de relieve el fundamento de paz de este mundo que se expresa, por encima del diluvio, en el arco iris. Éste es el pacto de una paz, expresada en la estabilidad básica del mundo, al servicio del hombre:

«No volveré jamás a maldecir la tierra por causa del hombre… Tampoco volveré a destruir todo ser viviente… Mientras exista la tierra, no cesarán la siembra y la siega, el frío y el calor, el verano y el invierno, el día y la noche» (Gen 8, 21-22). «Ésta será la señal del pacto que establezco entre yo y vosotros…: Yo pongo mi arco en las nubes como señal del pacto que hago entre yo y la tierra. Y sucederá que cuando yo haga aparecer nubes sobre la tierra, entonces el arco se dejará ver en las nubes…» (Gen 9, 12-14).

Ésta, al mismo tiempo, una paz mesiánica, vinculada a la ciudad de Jerusalén. Es la paz del mensajero de Dios (evangelista) que llega a su ciudad, para anunciar la concordia. Es la paz de los que vienen a Sión, para aprender el oficio de la concordia, destruyendo sus armas, haciendo de las espadas arados y de las lanzas podaderas, conforme a la visión y esperanza final de Is 2, 2-4. En el fondo, el mesianismo israelita se identifica con la paz, entendida como plenitud y justicia, como reconciliación y alabanza. Por eso se dice ante el Mesías, portador de paz: «Alégrate mucho, hija de Sion! ¡Da voces de júbilo, oh hija de Jerusalén! He aquí, tu rey viene a ti, justo y victorioso, humilde y montado sobre un asno, sobre un borriquillo, hijo de asna. Destruiré los carros de Efraín y los caballos de Jerusalén. También serán destruidos los arcos de guerra, y él hablará de paz a las naciones. Su dominio será de mar a mar y desde el Río hasta los confines de la tierra». Éste es el rey de la paz mesiánica que Jerusalén ha esperado, como sabía Jesús de Nazaret, cuando subió de esa manera a la ciudad, aunque (evidentemente) no todos los judíos hayan aceptado su signo ni todos los cristianos lo hayan seguido (Zac 9, 9-10; cf. Mt 21, 4-7). A continuación presento algunos de los rasgos de esa paz mesiánica.

(2) Esa paz implica renuncia a la guerra, nueva Jerusalén. Otros pueblos han esperado también algún tipo de paz final, entendida como paraíso. Pero Israel lo ha hecho de un modo muy especial, partiendo de su visión de Dios que Fuente de Paz, y que así ha venido (viene) a revelarse a los hombres y mujeres de su pueblo Israel, que responden confiados y comprometidos:   «Asiria no nos salvará, no montaremos a caballo ni llamaremos “dios” a la obra de nuestras manos» (Os 14, 4). En esa línea, los grandes profetas han condenado a los que buscan la paz por medio de las armas: «Ay de los que bajan a Egipto por auxilio, confiados en su caballería; confían en los carros numerosos, en los jinetes fuertes, sin mirar al Santo de Israel… Pues bien, los egipcios son hombre y no dioses; sus caballos, carne, y no espíritu» (Is 31, 1-3). Leer más…

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“Recuperar lo esencial de la Navidad”, por Consuelo Vélez.

Domingo, 24 de diciembre de 2023
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IMG_1987De su blog Fe y Vida:

Diciembre es un mes lleno de esperanza, alegría, fiesta, familia, novedad. A nivel social se celebra el fin de año con todo lo que esto trae de celebración, de terminar tareas y de esperar nuevos proyectos para el año que viene

A nivel religioso, para los que somos cristianos, se suma el acontecimiento que cambió la historia hace XXI siglos: la encarnación del Hijo de Dios y con ello la posibilidad de conocer a Dios a través de Jesús, de comprender lo que quiere sobre la humanidad, de experimentar que nuestro Dios no está lejos

Diciembre es un mes lleno de esperanza, alegría, fiesta, familia, novedad. A nivel social se celebra el fin de año con todo lo que esto trae de celebración, de terminar tareas y de esperar nuevos proyectos para el año que viene. A nivel religioso, para los que somos cristianos, se suma el acontecimiento que cambió la historia hace XXI siglos: la encarnación del Hijo de Dios y con ello la posibilidad de conocer a Dios a través de Jesús, de comprender lo que quiere sobre la humanidad, de experimentar que nuestro Dios no está lejos, sino que vive en medio de nosotros, porque Él es el Emanuel: “Dios con nosotros (Mt 1, 23).

Sin embargo, en medio de nuestras sociedades cada vez más secularizadas, se hace urgente volver a recordar el significado de esta fiesta y hacer el esfuerzo de vivirla con la profundidad que ella merece. No es una tarea fácil porque el clima de fiesta que acompaña estos días, no distingue mucho entre una tradición cultural y una religiosa. No quiere decir que han de oponerse, sino que muchos viven la navidad porque la sociedad de consumo la utiliza para promocionar sus ventas, pero no entienden prácticamente nada de lo que significa.

Navidad es alegría y fiesta, pero no puede ser ajena al dolor del mundo, a la exclusión de miles de personas de una vida digna, a las víctimas de las guerras y a tantos dolores, fruto del egoísmo humano y que no logramos revertir o no ponemos el suficiente empeño para ello. De eso nos habla lo que sufrieron María y José al llegar como peregrinos a Belén y “no encontrar sitio para ellos en el mesón (Lc 2, 7).

Donación y generosidad

Navidad es alegrarnos porque Dios ha tomado rostro humano y podemos reconocerlo en nuestra realidad, pero esto no puede ser ajeno a que vivimos en un mundo donde no se reconoce la presencia de Dios en los más vulnerables, en los más pobres, en los más necesitados. Continuamente se cumple lo que pasó en aquella noche del nacimiento de Jesús: solo los pastores creen el anuncio de los ángeles y van a ver al Niño, reconociéndolo y alabando a Dios por lo que habían visto y oído (Lc 2, 15-20). Los demás habitantes de Belén ni se dan cuenta de esa presencia divina en medio de ellos.

Navidad es donación y generosidad, pero lamentablemente este tiempo es más de derroche y lujo, gastos y desborde, pero no práctica de la solidaridad, constitutiva de la vida cristiana. Algunos se contentan con comprar regalos para algunos niños pobres, pero no lo relacionan con la urgente actitud de dar y repartir no solo de lo que nos sobra sino de incluso lo que estrictamente tenemos para vivir, a imagen de la primera comunidad cristiana, donde todo lo ponían en común para que nadie pasara necesidad entre ellos” (Hc 2, 44-45).

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Necesitamos volver a la simplicidad del relato de Lucas sobre el nacimiento de Jesús (Lc 2, 1-20), dejando que este texto tan conocido, tan representado, tan invocado, vuelva a conectarnos con lo esencial de la Buena Noticia que nos transmite. Es urgente recuperar lo esencial de la Navidad, liberándonos de tanta superficialidad que no tienen nada que ver con este acontecimiento. Lo esencial de la navidad es reconocer al niño Jesús entre nosotros, sentirlo en nuestro mundo, alegrarnos porque se ha hecho parte de nuestra historia y sigue viviendo entre nosotros. Lo esencial también es darnos cuenta que Jesús al encarnarse se puso de un lado de la historia: del lado de los más necesitados, de los excluidos, de los pobres. Pero también del lado de la justicia, de la misericordia, de la entrega, de la paz, de la reconciliación, del perdón, del cuidado de la creación. ¿Será que, junto a la fiesta, las luces, la música, los regalos, la comida, las novenas y todo el trajín de la navidad como tradición cultural, podremos volver a lo esencial, buscar lo esencial, querer lo esencial? Este podría ser el mejor propósito que podamos tener para este tiempo de navidad que viviremos. Vale la pena recrear, resignificar, recuperar la navidad con todo lo que ella trae para alimentar nuestra fe, nuestra esperanza, nuestro amor.

Especial importancia tiene también en la navidad la presencia de María por su papel en la historia de salvación. El sí que dio cuando el ángel le anunció los planes de Dios sobre ella, hizo posible la navidad. No fue un sí ingenuo, irreflexivo, ciego. Fue un sí consciente y comprometido: ¿Cómo podrá ser esto si no conozco varón? (Lc 1, 34) y ante la respuesta del ángel, confirmó su aceptación y se dispuso a colaborar para hacerlo posible. De alguna manera, navidad también es una pregunta a cada cristiano sobre nuestra disposición a colaborar en hacer presente a Dios en la historia que vivimos. No somos espectadores de algo que pasó hace tantos siglos, sino que somos continuadores del misterio de la salvación en este presente.

Pidamos, entonces, que este tiempo navideño sea más que un tiempo festivo. Que sea la renovación de nuestro sí al estilo de María, que aceptó, gestó, dio a luz y acompañó la vida de su Hijo hasta el final. Estamos llamados a trasparentar a Jesús en nuestras vidas, testimoniarlo con nuestras actitudes, hacerlo creíble con nuestras obras. Navidad es el compromiso de hacer posible un mundo donde “amor y verdad se han dado cita, justicia y paz se abrazan, la verdad brota de la tierra y de los cielos baja la justicia (Salmo 85,10).

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Tuyo es todo esto, y todo es para ti.

Jueves, 14 de diciembre de 2023
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Juan de Yepes, hijo de Gonzalo de Yepes y de Catalina Álvarez, nació en Fontiveros (Ávila) en el año 1542. Tras una niñez llena de miseria, entró en 1563 en el Carmelo. En 1567, año de su ordenación sacerdotal, conoció a Teresa de Jesús en Medina del Campo y decidió seguirla en la fundación de la nueva familia del Carmelo. Fue primero carmelita descalzo en Duruelo, en 1568, y ocupó a continuación el cargo de maestro y formador.

En 1572 lo reclamó Teresa para confesor del monasterio de la Encarnación del que era priora. Fue perseguido y encerrado, entre diciembre de 1577 y agosto de 1578, en la cárcel conventual de Toledo, donde realizó una fuerte experiencia del sufrimiento y de la «noche oscura». Tras salir de la cárcel, se incorporó a la vida de la naciente Reforma y ocupó el cargo de superior en Segovia. Murió en Ubeda el 14 de diciembre de 1591. Fue canonizado por Benedicto XIII en 1726 y proclamado doctor de la Iglesia por Pío XI el 24 de agosto de 1926.

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En la Fiesta del poeta enamorado de lo Indecible, Juan de la Cruz, traemos esta preciosas palabras… Hasta su prosa es poesía. El ritmo y la cadencia lo acompañan en revestir de palabra lo inefable.

La obra de Juan es un tratado ecológico, una espiritualidad telúrica. La primera mitad del Cántico Espiritual es un canto de amor a la creación y de comunión con ella. Versos arrobadores que cantan el desposorio con la creación. La relación entrañable con el cosmos, con la madre tierra, muestra una espiritualidad telúrica admirable:

 “Buscando mi amores…

¡Oh cristalina fuente…!

Mi Amado las montañas…

La música callada

 la soledad sonora

la cena que recrea y enamora”.

*

Cántico espiritual

***

San Juan

Míos son los cielos y mía es la tierra; mías son las gentes, los justos son míos y míos los pecadores; los ángeles son míos, y la Madre de Dios y todas las cosas son mías; y el mismo Dios es mío y para mí, porque Cristo es mío y todo para mí. Pues, ¿qué pides y buscas, alma mía? Tuyo es todo esto, y todo es para ti. No te pongas en menos ni repares en meajas que se caen de la mesa de tu Padre.”

*
Oración de alma enamorada

*

San Juan de la Cruz

***

Juan de la Cruz es un enamorado de Dios. Trataba familiarmente con él, hablaba constantemente de él. Lo llevaba en el corazón y en los labios, porque constituía su verdadero tesoro, su mundo más real. Antes de proclamar y cantar el misterio de Dios, es su testigo; por eso habla de él con pasión y con dotes de persuasión no comunes: «Ponderaban los que le oían, que así hablaba de las cosas de Dios y de los misterios de nuestra fe, como si los viera con los ojos corporales». Gracias al don de la fe, los contenidos del misterio llegan a formar para el creyente un mundo vivo y real. El testigo anuncia lo que ha visto y oído, lo que ha contemplado, a semejanza de los profetas y de los apóstoles (cf. 1 Jn 1,1-2).

Como ellos, el santo posee el don de la palabra eficaz y penetrante; no sólo por la capacidad de expresar y comunicar su experiencia en símbolos y poesías transidos de belleza y lirismo, sino por la exquisitez sapiencial de sus dichos de luz y amor, por su propensión a hablar «palabras al corazón, bañadas en dulzor y amor», «de luz para el camino y de amor en el caminar».

La viveza y el realismo de la fe del doctor místico estriban en la referencia a los misterios centrales del cristianismo. Una persona contemporánea del santo afirma: «Entre los misterios que me parece tenía grande amor era al de la Santísima Trinidad y también al del Hijo de Dios humanado». Su fuente preferida para la contemplación de estos misterios era la Escritura, como tantas veces atestigua; en particular, el capítulo 17 del evangelio de san Juan, de cuyas palabras se hace eco: «Ésta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y al que tú has enviado, Jesucristo» (Jn 17,3).

Teólogo y místico, hizo del misterio trinitario y de los misterios del Verbo Encarnado el eje de la vida espiritual y el cántico de su poesía. Descubre a Dios en las obras de la creación y en los hechos de la historia, porque lo busca y acoge con fe desde lo más íntimo de su ser: «El Verbo Hijo de Dios, juntamente con el Padre y el Espíritu Santo, esencial y presencialmente está escondido en el íntimo ser del alma… Gózate y alégrate en tu interior recogimiento con él, pues le tienes tan cerca. Ahí le desea, ahí le adora».

¿Cómo consigue el místico español extraer de la fe cristiana toda esa riqueza de contenidos y de vida? Sencillamente, dejando que la fe evangélica despliegue todas sus capacidades de conversión, amor, confianza, entrega. El secreto de su riqueza y eficacia estriba en que la fe es la fuente de la vida teologal: fe, caridad, esperanza. «Estas tres virtudes teologales andan en uno».

Una de las aportaciones más valiosas de san Juan de la Cruz a la espiritualidad cristiana es la doctrina acerca del desarrollo de la vida teologal. En su magisterio escrito y oral centra su atención en la trilogía de la fe, la esperanza y el amor, que constituyen las actitudes originales de la existencia cristiana. En todas las fases del camino espiritual son siempre las virtudes teologales el eje de la comunicación de Dios con el hombre y de la respuesta del hombre a Dios.

La fe, unida a la caridad y a la esperanza, produce ese conocimiento íntimo y sabroso que llamamos experiencia o sentido de Dios, vida de fe, contemplación cristiana. Es algo que va más allá de la reflexión teológica o filosófica. Y la reciben de Dios, mediante el Espíritu, muchas almas sencillas y entregadas.

Al dedicar el Cántico espiritual a Ana de Jesús, anota el autor: «Aunque a Vuestra Reverencia le falte el ejercicio de teología escolástica con que se entienden las verdades divinas, no le falta el de la mística que se sabe por amor en que no solamente se saben, mas juntamente se gustan». Cristo se les revela como el Amado; aún más, como el que ama con anterioridad, como canta el poema de «El pastorcico» .

*

Carta apostólica Maestro en la fe,
en el IV centenario de la muerte de san Juan de la Cruz, 8-10.

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“Fuera de su nativa España, San Juan de la Cruz nunca fue un santo muy popular. Su doctrina es considerada como “difícil”, y le exige a los demás la misma austeridad intransigente que él practicó durante su vida entera. Sin embargo, un estudio más ceñido a su doctrina…, probaría que San Juan de la Cruz poseía todo el equilibrio, la prudencia y la “discreción” que caracteriza a la más elevada santidad. No es un fanático aplicado a sobrecargar a sus subordinados con fardos insoportables que acabarían por reducirlos a ruinas morales y físicas. Las exigencias que formula son inflexibles en lo esencial pero flexibles en sus aspectos accidentales. Su único propósito consiste en situar al hombre entero, cuerpo y alma, bajo la guía del Espíritu de Dios. En la práctica, San Juan de la Cruz se opuso inexorablemente al formalismo y la inhumanidad de quienes comparaba con “herreros espirituales” que martillaban violentamente las almas de sus víctimas para hacerlas calzar en algún modelo convencional de perfección ascética. Sabía muy bien que este tipo de ascetismo era uno de los más defectuosos, porque a menudo era una manifestación de incorregible orgullo espiritual. La claridad y la lógica de este carmelita español, sumada a su insuperable y experimentado conocimiento de las cosas de Dios, lo sitúan de lejos como uno de los más grandes y más confiables de todos los teólogos místicos”.

Ascenso a la Verdad”, páginas 320-323

Thomas Merton

Ed. Lumen,
vía Amigos de Thomas Merton

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14.12.23. Juan de la Cruz, ecología enamorada

Jueves, 14 de diciembre de 2023
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são joão da cruzDel blog de Xabier Pikaza:

Hoy es el día de Juan de la Cruz, representante supremo de la ecología enamorada. El  concibe la naturaleza como espacio y camino de amor, en este tiempo de experiencia y tarea ecológica.

En Dubai, COP 28, se busca la manera de reducir los carburantes tóxicos para que el mundo pueda tener mejor salud, de forma que sea espacio de amor para los hombres.

Preparando la Navidad, plazas y calles se adornan con motivos ecológicos: Renos y abetos… Mi amado las montañas, los valles solitario, nemorosos.

Es tiempo para recordar dos cantos ecológicos supremos de Juan de la Cruz: Cántico Espiritual B: Canto 5 y 14/15.

Juan de la Cruz (1542-1591), poeta y mítico católico de Castilla, España, ha sido, heredero de una intensa tradición ecológica judía y musulmana, medieval y renacentista,   en comunión de espíritu con los grandes creadores y reformadores cristianos. Sus versos marcan lo que puede ser el punto de partida de la nueva espiritualidad cósmica y enamorada.

Benito Espinosa (1632-1677), el iniciador judío  (hispano-holandés)de la modernidad dijo “Deus sive natura”, Dios es principio viviente (humano-divino) de la naturaleza. Juan de la cruz, le abrió camino, desde una perspectiva hispano-judía universal, elevando su inmenso canto cósmico sagrado de la naturaleza, del que tomo y comento una estrofa simple (Canto 4) y una doble (Canto 14-14).

CANTO 5. Mil gracias derramando pasó por estos sotos

Mil gracias derramando pasó por estos sotos con presura, y, yéndolos mirando, con sola su figura vestidos los dejó de hermosura.

 Este pasaje ofrece rasgos de fábula (los mismos bosques hablan), pero, a diferencia de las fábulas, ofrece una revelación de Dios por la naturaleza, en la línea de muchos salmos del AT, como ratifica el libro de Sabiduría o Rom 1-3. La Biblia sabe que “cielo y tierra proclaman la gloria de Dios” (Sal 19) y que el mismo cosmos actúa así como mensajero de su voz, señal de su misterio. A diferencia de Francisco, Juan de la Cruz no empieza preguntando a los astros del alto (sol, luna y estrellas…), sino a “sotos”, lugares bajos de Dios por los que pasan los pastores…

Las criaturas son como un rastro del paso de Dios, por el cual se rastrea su grandeza, potencia y sabiduría. Según dice san Pablo, el Hijo de Dios es resplandor de su gloria y figura de su sustancia (Heb 1,3). Es, pues, de saber que con sola esta figura de su Hijo miró Dios todas las cosas, que fue darles el ser natural…El mirarlas mucho buenas (cf. Gen 1,31) era hacerlas mucho buenas en el Verbo, su Hijo (CE 5, 3.4).

 De este paso de amor (Dios) por el mundo trata nuestro texto, hablando así de la creación, por la que Dios refleja su gloria y hermosura en todo lo creado, de manera que ellas, las creaturas del mundo, son positivas, buenas, amorosas, aunque no sean sin más el Amado en contra de lo que sucede en algunos dualismos extremos, que condenan el mundo como malo. En contra de ellos, Juan de la Cruz interpreta el mundo como encarnación y presencia de Dios [1].

            Esta es una ecología de la mirada. Las ovejas, que ella había guardado en su tiempo de pastora, no causaban sobresaltos ni problemas: estaban quietas, domesticadas, dóciles a perros y pastores y podíamos hallarlas siempre que quisiéramos, entre las majadas al otero. Pero ahora, al iniciar su ejercicio de amor, alejándose de los caminos trillados del trabajo de la tierra, la Amante ha preguntado a bosques, flores y espesuras, y ellos han podido y querido responderle, recogiendo así la voz del Amado [2].

El paso del Amado, Dios excelso, presencia de Belleza, por los sotos o espacios inferiores, define y establece todo lo que existe, como experiencia primordial de hermosura, que sólo en amor logra conocerse.La tarea primordial del hombre, el gozo que marca y configura su existencia, consiste en vincularse a la hermosura del paso del Amado Dios entre las cosas.

Mil gracias derramando. En el fondo de este verso, parece reflejarse el signo del sol-fuego que expande sin cesar sus rayos, como fuente de Vida que mana y derrama el agua por los campos, de manera desbordada, generosa, estando en todo, siendo, al mismo tiempo, lejana y esquiva. Es como un foco o manadero múltiple de gracia, que es totalmente nuestro, pero se evade y desaparece tan pronto como intentamos poseerle por la fuerza. Es nuestro, todo nuestro, y sin embargo ya no está si queremos agarrarle [3].

Pasó por estos sotos con presura. El Amado va cruzando y derramando gracia, porque ser es crear en amor, como saben los que aman. De esa forma actúa Dios: Lo hace todo, pero no se impone sobre nada, ni exige cosa alguna. De esa forma “es”, haciendo que las cosas sean. Lo enriquece todo, pero nada se reserva; todo lo puede, de nada se apodera. Por eso va pasando raudo, abriendo sendas con su propia vida.

Pasar por los sotos es criar los elementos, que aquí llama sotos; por los cuales dice que derramando mil gracias pasaba, porque de todas las criaturas los adornaba que son graciosas… Y dice que este paso fue con presura, porque las criaturas son las obras menores de Dios – que las hizo como de paso –, porque las mayores… eran las de la Encarnación del Verbo y misterios de la fe cristiana… (CE 5, 3).

 El Amado es Pascua, paso y presencia de amor, como ciervo que aparece y lo ilumina todo con su rayo y después desaparece, a fin de que podamos buscarle mejor, de manera que buscándole seamos, pues si no pudiéramos hacerlo moriríamos. Más tarde, cuando la Amante vaya encontrando al Amado (al final del itinerario), el tiempo podrá retardarse, de modo que la presura del paso se vuelva eternidad y la rapidez se vuelva calma amorosa, como evoca otro poema: “Quedéme y olvidéme /el rostro recliné sobre el Amado; /cesó todo y déjeme /dejando mi cuidado / entre las azucenas olvidado” (Noche 8) [4].

Y, yéndolos mirando, con sola su figura. Todo lo que existe es mirada de Amado, de forma que la misma hermosura de montes y prados es reflejo de sus ojos que nos miran, haciendo así que todo sea hermoso y todo bueno porque miró Dios y descubrió que las cosas eran buenas, haciéndolas buenas, como dice Juan de la Cruz (CE 5,4; cr.Gén 1,31). El Amado miró y con sus ojos fue llenando todo de hermosura, para que pudiéramos ser al responderle también con nuestros ojos [5]

Con sola su figura. Los científicos del siglo XVII y XVIII decían que Dios era matemático, pues todo lo había construido con números, leyes y signos de geometría (o álgebra). Juan de la Cruz ha penetrado en un nivel más hondo pues sabe que Dios no ha creado las cosas con leyes de ciencia, sino con la luz de su mirada. La realidad menos perfecta, de tipo material, puede empezar a medirse con leyes sobre átomos y fuerzas que están ante nosotros, pero la misma física sabe que la realidad más honda es luz, un cruce misterioso de miradas.

La mirada posesiva viola, desnuda y destruye al mirado. Al contrario, la mirada gratuita del Amado viste de gracia y enriquece a quienes mira [6]. Conforme a Gén 3, los hombres caídos se vieron desnudos, tuvieron vergüenza y debieron vestirse con ropas externas (de fibra de higuera). El deseo posesivo nos desnuda de manera que debemos revestirnos de materia opaca (ropas), pues no somos ya capaces de vivir en un espacio de miradas transparentes. Pero aquí se ha invertido ese proceso de recubrimiento, porque el amor, cuando es profundo y verdadero, no tiene ya necesidad de trajes exteriores, pues viste y reviste de hermosura a personas y a cosas [7].

Canto  14‒15: Mi amado las montañas

Mi Amado las montañas, los valles solitarios nemorosos, las ínsulas extrañas, los ríos sonorosos, el silbo de los aires amorosos (CE 14)

El Papa Francisco habla de la ecología “enamorada” de Juan de la Cruz, destacando unas palabras centrales de su comentario: «Las montañas tienen alturas, son abundantes, anchas, y hermosas, o graciosas, floridas y olorosas. Estas montañas es mi Amado para mí. Los valles solitarios son quietos, amenos, frescos, umbrosos, de dulces aguas llenos, y en la variedad de sus arboledas y en el suave canto de aves hacen gran recreación y deleite al sentido, dan refrigerio y descanso en su soledad y silencio. Estos valles es mi Amado para mí» (CE XIV-XV, 6-7).

San Francisco de Asís había cantado, una por una, las grandes criaturas como hermanas (sol y luna, estrellas y elementos: tierra y agua, fuego y aire…). Más que hermanas, ellas son para San Juan de la Cruz realidad y presencia del Amado. No hay ecología sin enamoramiento de vida, que se expresa en forma de amor hacia los otros.

             Dice la amante que todas estas cosas (montañas, valles…) es su Amado en sí y lo es para ella, porque en lo que Dios suele comunicar en semejantes excesos, siente el alma y conoce la verdad de aquel dicho que dijo San Francisco, es a saber: ¡Dios mío y todas las cosas!

             La ecología es un tema político y económico, científico y social, pero es sobre todo fondo un tema de enamoramiento. Sólo por amor se respeta, se admira y se cuida el mundo, para gloria de Dios, para bien de los demás seres humanos. El mundo es, según eso, Un don que se da y comparte gratuitamente, sabiendo que cuanto más doy y comparto más tengo, pues las cosas sólo se disfrutan cuando se regalan y comparten. Los cinco elementos aquí cantados (montes, valles, islas, ríos, silbido del aire) no son referencia al Amado, sino el mismo Amado, que es montes y valles…

– Elección de elementos. San Francisco había sido más tradicional, citando, con el sol, luna y estrellas, las cuatro esencias o elementos básicos: tierra y agua, aire y fuego. Juan de la Cruz ha prescindido de los astros y del fuego (que aparece sólo en CE 39) y ha destacado algunos rasgos importantes de tierra, agua y aire, construyendo un universo simbólico de gran densidad que contrapone montes y valles, islas y ríos, para insistir finalmente en el silbo del viento, que volveremos a escuchar en CE 39. Pues bien, ese universo simbólico “es” Dios, no un simple camino que lleva a Dios.

– Naturaleza, Dios en amor. Aquí no hay ciudades ni plazas, no hay estados políticos ni pueblos. En un momento anterior (CE 3), Juan de la Cruz había aludido a los fuertes y fronteras, dejando abierta la amenaza de las divisiones y luchas sociales, la lucha de unos hombres contra otros. Es como si todas las restantes cosas hubieran quedado superadas y sólo contara el amor universal que vincula todo lo que existe, un amor que es Dios, unas realidades (montes, ríos…) que son Dios para los hombres. Ahora, al ver/admirar el mundo está viendo a Dios, pues como decía San Agustín: Ves la Trinidad si ves la caridad (Vides Trinitatem si caritatem vides, De Trinitate, VIII, 8,12).

– Un silbo de amor. Todas las criaturas culminan en el aire hecho llamada de amor. En esa línea (adaptando un famoso título de K. Rahner, “Oyente de la palabra”),definimos al hombre como aquel que puede escuchar y acoger el silbo amoroso de Dios. Pastores, ganados guardianes se comunican muchas veces por silbidos que sólo ellos entienden. También los enamorados en la noche silban y así se reconocen, de un modo personal, enviando sus mensajes. Pero sólo los enamorados de Dios escuchan el silbo de Dios (su llamada) en la voz del viento.

 La amante había dicho descubre tu hermosura (CE 11) y el Amado, apareciendo como ciervo vulnerado en el otero, ha respondido, CE 13). De esa forma, la amante recupera en el Amado todas las cosas, transfiguradas en amor, en un canto cósmico que vincula (identifica mundo y Dios). Hasta ahora, el mundo había ofrecido diversos perfiles de majadas y oteros (CE 2), montes y riberas (CE 3), bosques y espesuras (CE 4) donde podían rastrearse las huellas del Amado (CE 5). Pero ahora, el Amado/Dios se revela como mundo (CE 14) [8].

San Francisco había cantado, una por una a las criaturas como hermanas (sol y luna, estrellas y elementos: tierra y agua, fuego y aire…). Más que hermanas, ellas son para Juan de la Cruz expansiones y presencia del Amado. No las separa, diciendo “amada montaña, amados valles”, sino que las une y vincula con el único Amado, pues Dios se identifica con ellas, un Dios que no es ya padre ni madre, ni siquiera creador, sino, sencillamente Amado (divino, humano), en cada una de las cosas:

            Dice la esposa que todas estas cosas (montañas, valles…) es su Amado en sí y lo es para ella, porque en lo que Dios suele comunicar en semejantes excesos, siente el alma y conoce la verdad de aquel dicho que dijo San Francisco, es a saber: ¡Dios mío y todas las cosas! De donde, por ser Dios todas las cosas al alma y el bien de todas ellas, se declara la comunicación de este exceso por la semejanza de la bondad de las cosas… Que, por cuanto en este caso se une el alma con Dios, siente ser todas las cosas Dios, según lo sintió San Juan, cuando dijo: Lo que fue hecho en Él era vida Y así no se ha de entender que lo que aquí se dice que siente el alma es como ver las cosas en la Luz o las criaturas en Dios, sino que en aquella posesión siente serle todas las cosas Dios (Jn 1, 4. Juan de la Cruz CE, 14, 5).

                        Juan de la Cruz sabe que las cosas no son Dios (ni un amado humano) y pocos han destacado como él la fragilidad y finitud del mundo. Pero, en otro sentido, vinculándose al Amado, él sabe o, mejor dicho, siente que todas son Dios para él, siendo el Amado. En el ámbito del conocimiento racional, ellas son diferentes del amado, en dura objetividad. Pero en contemplación de amor son hermanas, son el mismo Amado. Sólo quien ama descubre y sabe que, desbordando argumentos y razones, todas las cosas son Amado, pues en él existen y se hacen presentes (cf. Jn 1, 1-5; Col 1, 15-18) [9].

                        Mi Amado, las montañas. Ellas son lo primero: altura de Dios que se desvela sobre la fuente de amor, cuando el Amado “asoma por el otero” de su vida hecha belleza que se expande de manera generosa, imponente y cercana.

Las montañas tienen alturas, son abundantes, anchas, hermosas, graciosas, floridas y olorosas. Esas montañas es mi Amado para mí (CE 14-15, 6)

            Los valles solitarios nemorosos. El mismo monte es valle solitario por el que discurre el agua de la fuente fresca, plenitud de enamorados, espacio nemoroso, bosque sagrado del Dios que en todas las cosas nos ama:

             Los valles solitarios son quietos, amenos, frescos, umbrosos, de dulces aguas llenos, y en la variedad de sus arboledas y suave canto de aves hacen gran recreación y deleite al sentido, dan refrigerio y descanso en su soledad y silencio. Esos valles es mi Amado para mí (CE14-15, 7).

Las ínsulas extrañas. El Amado es lo más alto y lo más bajo, monte y valle. Pues bien, aquí aparece, al mismo tiempo, como el más lejano, sorprendente y distinto, allende los mares. Las ínsulas más raras son Dios para el amante:

             Las ínsulas extrañas están ceñidas con la mar y allende de los mares, muy apartadas y ajenas de la comunicación de los hombres… Y así por las grandes y admirables novedades y noticias extrañas, alejadas del conocimiento común, que el alma ve en Dios, le llama (a Dios) ínsulas extrañas (CE14-15, 8).

Los ríos sonorosos. El Amado que era Fuente plateada es aquí fluir de vida, corriente de agua creadora que discurre con fragor inmenso y poder inasequible (cf. Ez 1, 24-25). Corrientes y aguas bravías no son enemigas de Dios (cf. Gn 1, 1-2; Sal 46, 3-4), sino potencia del Amado:

 Los ríos tienen tres propiedades: la primera, que todo lo que encuentran embisten y anegan; la segunda, que hinchen todos los bajos y vacíos que hallan delante; la tercera, que tienen tal sonido que todo otro sonido privan y ocupan. Y porque, en esta comunicación de Dios que vamos diciendo, siente el alma en Él estas tres propiedades, dice que su Amado es los ríos sonorosos… voz infinita… (CE14-15, 9).

 El silbo de los aires amorosos… La voz perene del río, que todo lo arrastra y aturde, voz del Dios fuerte, se vuelve suave silbo amoroso, llamada de vida que invita, en lo más íntimo del alma, susurro de gracia que anima en nosotros la existencia:

 Llámale silbo porque, así como el silbo, del aire causado, se entra agudamente en el vasillo del oído, así esta sutilísima y delicada inteligencia se entra con admirable sabor y deleite en lo íntimo de la sustancia del alma, que es muy mayor deleite que todos los demás(cf. CE 14-15, 14).

             Los grandes fenómenos (montes y valles, ínsulas y ríos) desembocan y culminan en este silbido de amor en la hondura de Dios (cf. 1 Rey 19, 11-13). Pero ahora este silbido no se opone a los signos anteriores (huracán, terremoto, fuego), que Elías había sentido sin ver allí a Dios, sino que los asume y culmina. La naturaleza entera silba desde Dios en amor.        Posiblemente existen otros tipos de enamoramiento, que estrechan y reducen la atención del amante, que queda así achicado, cerrado en el mundo reducido de sus propias visiones. Pero nuestro amor ensancha y amplía la mirada del amante, que ahora puede contemplarlo todo de un modo más hondo, como el primer día de la creación, aprendiendo así a nombrar en Dios en todas las cosas.

            San Francisco había sido más tradicional, citando, con el sol, luna y estrellas, las cuatro esencias o elementos básicos: tierra y agua, aire y fuego. Juan de la Cruz ha prescindido de los astros y del fuego (que aparece sólo en CE 39) y ha destacado algunos rasgos importantes de tierra, agua y aire, construyendo un universo simbólico de gran densidad que contrapone montes y valles, islas y ríos, para insistir finalmente en el silbo del viento, que volveremos a escuchar en CE 39. Pues bien, ese universo simbólico no es un camino que lleva a Dios, sino el mismo Dios, revelándose en su belleza y misterio [10].

– Naturaleza virgen. Este es un canto a la naturaleza, sin intervención humana. Aquí no hay ciudades ni plazas, no hay estados políticos ni pueblos. En un momento anterior (CE 3), Juan de la Cruz había aludido a los fuertes y fronteras, dejando abierta la amenaza de las divisiones y luchas sociales, la lucha de unos hombres contra otros. Pues bien, aquí han desaparecido esos rasgos de una guerra inter-humana y nos hallamos ante un mundo virgen, abierto sólo al amor, sin castillos ni campos militares. Es como si todas las restantes cosas hubieran quedado superadas y sólo contara el amor universal que vincula todo lo que existe, un amor que es Dios, unas realidades (montes, ríos…) que son Dios para los hombres [11].

– Un silbo de amor. Todas las criaturas culminan en el aire hecho llamada de amor. En esa línea (adaptando el título de un libro de K. Rahner, “Oyente de la palabra”),definimos al hombre como aquel que puede escuchar y acoger el silbo amoroso de Dios. Pastores, ganados y perros guardianes se comunican muchas veces por silbidos que sólo ellos entienden. También los enamorados en la noche silban y así se reconocen, de un modo personal, enviando sus mensajes. Pero sólo los enamorados de Dios escuchan el silbo de Dios (su llamada) en la voz del viento [12].

NOTAS

 [1] El mundo es presencia del Amado (Dios), pues los hombres no han sido criados para servir y someterse a Dios, como han dicho algunos moralistas ilustrados, sino para acoger y gozar su belleza enamorada en todas las cosas (bosques, prados…; cf. Jn 1, 1-3).

[2] Bosques y praderas han escuchado a la Amante y le responden. No hablan de ovejas que pastan en rebaños, sino del Ciervo de Amor que pasa y penetra en la espesura, sin que podamos aferrarle o encerrarles en los cortijos o majadas que vamos construyendo Para la Amante enamorada, el mundo entero habla del Ciervo de amor, que aparece ante ella como fuente de todas las palabras, manantial de creación (Jn 1, 1-14, cf. Col 1, 15), multiforme Amor, Amado.

[3] El Dios Amado de SJC no es una simple efusión de bondad impersonal, sino Alguien a quien queremos amar, una persona, que desea ser buscada y que así se va y se oculta cuando pensamos haberla poseído, de manera que debemos dejar todo y salir a buscarle, hasta que él quiera respondernos.

[4] Este paso parece estar marcado por la prisa, es decir, por el deseo de que Dios se encarne del todo. Pero esa prisa no es signo de la imperfección del mundo (y mucho menos de Dios), sino expresión de nuestra propia imperfección en el amor, pues no hemos penetrado todavía en las “subidas cavernas” de su misterio (cf. CE 37). De esa forma, aquello que pudiera parecer impotencia (el Amado se va tan de prisa que parece que jamás le alcanzaremos) se vuelve estímulo, aguijón que nos impulsa para seguirle raudos en la marcha hacia su amor, en inquietud amorosa.

[5] En este momento, el Amado es ante todo una mirada que nos saca de la oscuridad para que existamos, una conversación de ojos que nos provoca y eleva, tras despertarnos cuando estábamos dormidos, un brillo de Pasión que nos alza, nos enciende y nos pacifica, haciéndonos capaces de emprender la marcha hacia la verdad de nuestra vida, que es Vida en-amorada (en el Amor que es Dios).

[6] Los ojos no son para mirar cosas sin más, sino para mirarse unos a otros y descubrirse en amor.

[7] El bosque y la pradera se convierten de esa forma en lugar para el encuentro, lugar donde el Amado se irá mostrando en gratuidad abierta a la hermosura (cf. CE 11). En un determinado nivel, Dios ha hecho el mundo para que los hombres trabajen en sus cosas y así puedan construir su vida. Lo ha creado para que piensen, resuelvan los problemas que ese mismo mundo les plantea y de esa forma se piensen a sí mismos… Pero todo eso acaba siendo al fin subordinado. Dios ha creado este mundo para que así contemplemos su belleza, viviendo de esa forma en ella.

[8] Juan de la Cruz cita a Francisco, asumiendo el espíritu y fuerza de su Canto de las Criaturas.

[9] Muchos contemplativos y amantes, neoplatónicos, cabalistas judíos y renacentistas, sufíes musulmanes o místicos cristianos, han tenido una experiencia parecida, en perspectiva filosófica y/o religiosa. Muchos grandes pensadores de la modernidad, Espinosa y Schelling, Hegel y Nietzsche, parecen haber vislumbrado esa experiencia de la totalidad divina del mundo (aunque en forma menos amorosa). Juan de la Cruz vincula mundo y Amado, en enamoramiento personal y trasfiguración cósmica.

[10] En un momento anterior (CE 4), SJC había contrapuesto montes y riberas, como signo de totalidad; pero había evocado también otras oposiciones (flores y fieras: lo que atrae y lo que aleja). Aquí evoca la totalidad de elementos también contrapuestos (montañas-valle, ríos-islas), que culminan en el silbo del aire.

[11] SJC ha querido llevarnos a la naturaleza primigenia para que encontremos allí a Dios en soledad y en comunión completa con el mundo. Ciertamente, esa contemplación cósmica de Dios resulta inseparable de la justicia de la comunión interhumana y de la experiencia de la cruz, pero este elemento cósmico resulta fundamenta-

[12] En este contexto ha recordado SJC el carácter paciente o receptivo del entendimiento humano, que puede acoger la “inteligencia sustancial” de Dios, como Elías “a la boca de la cueva”, cuando escuchó el “silbo de aire delgado” de Dios (1 Rey 19, 12; cf. CE14, 13). Para SJC, el aire tiene otras funciones, que culminan en el “boca a boca” del beso enamorado (CE 17 y 39), pero aquí aparece como portador del “divino silbo que entra por el oído del alma”. El Cántico se vuelve así un ejercicio de escucha, en la línea de las revelaciones bíblicas, desde Elifaz que recibió en su oído “las venas de un susurro” divino (Job 4, 12-16), hasta Pablo “que oyó palabras secretas que al hombre no es lícito hablar” (2 Cor 12, 4).

[13]Montes y valles, ínsulas o ríos parecen apagarse en la noche, y queda el cosmos en su unidad, como música de cielo, sobre las restantes melodías A la música de las esferas astrales ha dedicado fray Luis de León varios poemas, que he comentado en Cántico Espiritual, Paulinas, Madrid 1992, 74-93

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“Estar bien con Dios”, por Gema Juan OCD

Jueves, 14 de diciembre de 2023
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st-john-of-the-crossDe su blog Juntos Andemos:

Visitar a Juan de la Cruz es siempre un disfrute. Más allá de lo útil, que nunca falta en la cita, se da la dicha del encuentro con un hombre entero. Si fue recordado por quienes le trataron como alguien sumamente amable y afectuoso, todavía ahora, al escucharle en letra de molde, una impresión muy cálida cobija al que se acerca.

Juan de la Cruz se hace próximo y aproxima a lo profundo del ser y de la vida. A la bondad y a la luz. Acerca a Dios. Y, cerca de él, se aprende libertad.

Palabras graves y pequeños consejos, poemas inmensos junto a dichos y letrillas, densa teología, sabiduría y alguna regañina… En su arquilla, que eso parecen sus obras completas, hay multitud de cosas. No es que tenga de todo, es que con él se vislumbra el Todo.

No deja de ser impresionante que el mismo hombre que habla de la terrible profundidad que puede alcanzar la noche de los humanos y de la maravillosa hondura que tiene Dios en todas las personas, ese mismo hombre es capaz de resumir todo el itinerario de la fe, diciendo que se trata de «estar bien con Dios». Así de sencillo.

Eso escribía Juan, desde Segovia, a una doncella de un pueblecito de Ávila. Y con mucha suavidad, reconducía la conversación que llevaban entre manos, pacificándola e invitándola a ir hacia dentro. A conocerse y reconocerse ante Dios, a no gastarse en lo que no llena y a no vaciarse en lo que consume.

«Procure el rigor de su cuerpo con discreción» –apuntaba– nada de excesos externos, Juan era enemigo de toda exterioridad. En cambio, la animaba a la «mortificación y no querer hacer su voluntad y gusto en nada». Y eso –una vez más hay que recordarlo hablando de este santo– no tiene nada que ver con generarse fastidio a uno mismo sino, como él mismo aclara: todo se refiere a «la pasión del Señor» y eso quiere decir que, al igual que Jesús, cualquier renuncia está dirigida a unir la voluntad al Padre bueno y, por tanto, a cuidar de los demás.

Juan creía que los artificios violaban la sinceridad y, en su mayor parte, «el rigor» del tipo que sea, es búsqueda y alarde de sí. Mientras que no buscar la propia voluntad y gusto es, literalmente, preocuparse del bien de los demás, descentrarse del ego y poner delante la alegría y el bien de los otros.

A esta mujer, y en otros lugares de sus escritos, invita Juan a hacer hábito de la presencia de Dios, a acostumbrarse a encontrarle en cualquier circunstancia, para «estar bien con Él». Si a la doncella le recuerda que Dios siempre da gracia, es decir, siempre da su Espíritu para vivir, en otra ocasión dirá que «cuanto más se fuere habituando el alma en dejarse sosegar», en dejarse en las manos de Dios, más crecerá la «amorosa noticia» de Dios.

Y no solo eso. Estar bien con Dios siempre será estar bien con uno mismo: avanzar por el camino de la integración, de la sanación y la liberación. A la doncella le hablará de lograr «toda en todo» vivir en el amor. La unificación profunda. En otro escrito, hablará de «paz interior y quietud y descanso». Y la paz es siempre señal de plenitud.

Después, como si quisiera resumir el evangelio y ponerlo en las manos de todos, desgranando cómo se está bien con Dios, escribió un Dicho que decía:

«Andar a perder y que todos nos ganen es de ánimos valerosos, de pechos generosos; de corazones dadivosos es condición dar antes que recibir, hasta que vienen a darse a sí mismos, porque tienen por gran carga poseerse, que más gustan de ser poseídos y ajenos de sí, pues somos más propios de aquel infinito Bien que nuestros».

Descubrir que «somos más propios de aquel infinito Bien que nuestros» y que la infinita bondad es nuestra, nos hace generosos y nos lleva a sentir con el evangelio. Juan sabía que solo «el hilo del amor» descubre esa pertenencia y une a Dios. Por eso, confiaba a esa experiencia la salud del corazón y la transformación de la vida:

«Hace tal obra el amor
después que le conocí
que si hay bien o mal en mí
todo lo hace de un sabor
y al alma transforma en sí
y así en su llama sabrosa
la cual en mí estoy sintiendo
apriesa sin quedar cosa,
todo me voy consumiendo».

Eso es estar bien, dejarse ganar por el amor. Eso es estar bien con Dios, dejar que su amor consuma todo lo que no es Él.

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“María y la liberación de los pobres”, por Segundo Galilea.

Martes, 12 de diciembre de 2023
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191213_4084586_Reaparece_imagen_de_la_Virgen_de_Guadalupe_bEl tema de María en la liberación cristiana e integral de los pobres y oprimidos va a surgir como el resultado del encuentro entre la devoción popular mariana (que es la propia de esos pobres) y la aspiración y movilización de esos mismos pobres en busca de su dignidad, de sus derechos y de su libertad violados por sistemas socialmente injustos y muchas veces políticamente opresivos.

La cuestión puede plantearse así: ¿de qué manera influye la piedad y espiritualidad popular mariana en las aspiraciones y tareas de liberación de los pobres? ¿Tiene María un lugar en una sana teología espiritual de la liberación de los pobres? La respuesta eclesial es afirmativa. Puede ser articulada teológicamente e integrarse en la tradición mariológica de la iglesia. Ello es posible debido a que el tercer mundo católico ha ido tomando conciencia, casi simultáneamente: a) de los caminos de su liberación, b) de la naturaleza colectiva que ésta tiene en los pobres, c) de las potencialidades liberadoras de su catolicismo popular y de su piedad mariana.

Por eso, la relativamente reciente reflexión cristiana sobre la liberación ha dado un lugar a María desde el inicio, al lado del lugar central de Jesucristo. Esta mariología liberadora se ha ido enriqueciendo en los últimos años, no sólo con la experiencia espiritual de las comunidades cristianas y con la elaboración de los teólogos, sino muy decisivamente con intervenciones del magisterio de la iglesia. Los enfoques de Juan Pablo II sobre María y la liberación, la dignidad de los pobres y la justicia, expresados sobre todo en sus viajes a América Latina, son abundantes al respecto.

No se trata de extrapolar los evangelios a nuestra situación actual, ni de forzar las fuentes de la revelación, haciendo de María una militante de la liberación y de la justicia, en los términos y maneras que hoy lo entendemos. Ello sería tan errado como innecesario. Si María tiene un lugar en la liberación y justicia de los pobres, es por su actitud y por su capacidad de inspiración evangélica y humanizadora, y no tanto como modelo de acción militante. Así como María es también modelo de acción misionera e inspiración y criterio para los misioneros, aunque ella nunca haya sido misionera en el sentido que hoy lo entendemos. No; de cara a la misión o a la liberación, María no fue una militante, ni hay que buscar en ella modelos de militancia según los términos actuales.

El lugar de María en la liberación es mucho más profundo: ella nos revela por el testimonio de su vida las grandes actitudes cristianas que deben acompañar a los militantes de la liberación; por la función maternal que ejerce en los hijos de Dios ella inspira y nutre las motivaciones de los cristianos que luchan por la liberación y la justicia; ella es un signo que alimenta la esperanza cristiana en la liberación total de los pobres y sufrientes. María es necesaria para que los pobres y oprimidos tengan presentes las actitudes y criterios que se requieren para hacer de su liberación un camino auténtico de libertad de toda forma de servidumbre humana. María les testimonia, por su pobreza y humildad, que la verdadera liberación y libertad no es hacerse rico, ni actuar insolidariamente, ni buscar poder para abusar de otros más débiles, ni acceder al desarrollo para caer en servidumbres nuevas de hedonismo y materialismo.

La contribución de María a una espiritualidad de solidaridad liberadora con los pobres puede resumirse así:

1. La Predilección de María por los pobres y oprimidos.

María formó parte del pueblo llano de su tiempo, compartió su vida ardua y anónima. (El grado sociológico de la pobreza de María —o de Jesús, para el caso— no tiene importancia aquí.) Por ello se identifica con los sencillos y modestos de la tierra. Al compartir su suerte les revela su dignidad: la madre de Dios y de los hombres es una mujer como ellos. Esta solidaridad de María con la pobreza y los pobres es ya un factor en su liberación, pues la liberación comienza y se alimenta con el descubrimiento de la dignidad de los pobres y de su mutua solidaridad.

Esta opción preferencial por los pobres en María no es sólo un hecho evangélico: en la condición ardua y pobre del nacimiento de Jesús, en la inseguridad de la persecución de Herodes, que la llevó a exiliarse en Egipto con su familia, en la vida opaca y modesta de Nazaret como una mujer más del pueblo, etc. Es también un aspecto de la devoción popular mariana. El pueblo sencillo y pobre siente a María cercana, una de ellos. Las tradiciones sólidas de apariciones marianas (Guadalupe, Lourdes, Fátima como ejemplos bien conocidos) se dan en lugares pobres y a gente sencilla, a menudo niños y niñas. Los grandes lugares de veneración mariana son visitados sobre todo por los más pobres, necesitados, sufrientes y oprimidos, aun sociopolíticamente. Todo esto encierra un gran mensaje mariano sobre la dignidad de los pobres y una llamada a la solidaridad por su liberación humana.

2. María arroja una nueva luz en la liberación de inspiración cristiana.

Ésta se afirma esencialmente en la dignidad de los pobres y en los derechos que esta dignidad reclama. La liberación es la plenitud de la dignidad humana. La liberación tiene también por base la solidaridad fraterna de todos los hombres, creados todos a semejanza de Dios e hijos de Dios por gracia. La liberación debe conducir no sólo a sistemas más justos, sino sobre todo a la convivencia fraterna, debe transitar por los caminos de la solidaridad y no por las vías del odio, de la violencia y la lucha ciega y sistemática. Los logros puramente materiales de la liberación son relativos y aun ambiguos si no conducen a crecer en dignidad y en fraternidad de lo cual María fue modelo y es inspiración.

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3. María era consciente y solidaria con las miserias y servidumbres del pueblo de Israel.

Participaba en el anhelo de liberación de ese pueblo; integró ese anhelo en la promesa de Dios y en la obra de Cristo como redentor del pecado y como salvador de toda servidumbre humana. María dio a los anhelos de liberación de su pueblo un horizonte de esperanza en la venida del reino de Dios, que haría nuevas todas las cosas.

Esta actitud de María está condensada en su Magnificat (Lc 1,46-55). En el tercer mundo creyente se reza el Magníficat teniendo presente esta actitud. En algunos lugares se ha convertido en un texto clave para entender la actitud de María en la liberación de su pueblo. El propio magisterio de la iglesia ha hecho uso de él en este sentido (cf Puebla 297; instrucción sobre “Libertad cristiana y liberación”, Cong. de la Fe, n. 48; encíclica de Juan Pablo II sobre la “Bienaventurada Virgen María en la vida de la iglesia peregrina” (Redemptoris Mater, n. 37). El tema ha sido reiterado por el propio papa Juan Pablo II, particularmente en sus viajes a Iberoamérica, comenzando por su homilía en Zapopán, México (AAS LXXI, p. 230). En todo esto no hay abuso sociológico o ideológico con respecto al Magníficat; sólo la constatación de que las promesas de Dios, que se han comenzado a realizar con la venida de Cristo, por las que María da gracias al haber sido elegido como humilde instrumento, incluyen la realización de un reino de justicia entre los hombres. Un reino que enaltece a los humildes y derriba a los poderosos, que colma de bienes a los hambrientos y despide vacíos a los ricos (Lc 1,51-53). Esta promesa forma parte para siempre de la esperanza de los pobres, de la que María es un testigo privilegiado.

El mordiente liberador de la piedad mariana, ¿es sólo una hermosa teoría o responde a experiencias y hechos? ¿Ha habido momentos en la historia de esos pueblos en que María haya simbolizado e inspirado la causa de la justicia y la libertad? Hechos pasados y recientes responden que sí. Aunque en esto las motivaciones del pueblo o de los líderes sean complejas y se dé siempre la tentación de utilizar política o ideológicamente la devoción religiosa con las ambigüedades consiguientes, existe siempre el hecho de que en momentos de crisis, cuando está en juego la libertad, la intuición religiosa popular vio en María una protección y un símbolo de Dios que hace suya la justa causa de los pobres. Todo país en que la devoción mariana tiene una envergadura popular podría contribuir con ejemplos. Ya recordamos más atrás el caso, entre otros, del lugar de María en las gestas de emancipación de los países de Iberoamérica. Ejemplos contemporáneos tampoco faltan, desde los campesinos mexicoamericanos que en California luchan por sus reivindicaciones bajo el estandarte de la Virgen de Guadalupe hasta el pueblo filipino, que en 1986 cambió su sistema de gobierno no con armas ni puras consignas políticas, sino con manifestaciones pacíficas presididas por imágenes de María y rezando el rosario.

Segundo Galilea

Diccionario de Mariología

Fuente Reflexión y Liberación

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“El Evangelio de las actitudes”, de Gabriel Mª Otalora.

Sábado, 11 de noviembre de 2023
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El evangelio de las actitudes(portada).inddHoy, día en que que recordamos a San Martín de Tours, modelo de compasión y solidaridad, viene bien traer a la web este libro

En un mundo en constante cambio y confusión, donde la fe parece perder relevancia, este libro ofrece un decálogo de actitudes fundamentales basadas en el Evangelio ya que “el Evangelio va de actitudes”, como nos recordaba el autor en un artículo que ya publicamos en agosto del pasado año en Cristianos Gays.

Partiendo del significado de «perplejo» como alguien confundido y desconcertado, nos invita a mirar profundamente en nuestro interior y a cuestionarnos cómo afrontar los retos que la vida moderna nos presenta.

A través de este libro descubriremos cómo nuestras actitudes cotidianas son el terreno donde la fe cobra vida.

Otalora nos desafía a vivir al estilo de Jesús, no por obligación, sino desde la alegría de sentirnos amados y transformados por su amor.

Autor: GABRIEL Mª OTALORA

Editorial: SAN PABLO COMUNICACION SSP

Año de edición: 1ª ed. (15/10/2023)

Materia Espiritualidad

Páginas: 150

Dimensiones: 19,0 x 12,0 cm

Idioma: Español

ISBN9788428569934

ISBN-10: 8428569932

Encuadernación: Tapa blanda. Con solapas

Fuente: Remitido por el autor.

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Las mujeres trans en Myanmar, encuentran libertad y dignidad como médiums espirituales

Viernes, 3 de noviembre de 2023
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IMG_1010Linn Linn, una mujer trans que hace malabarismos entre ser nat-kadaw y maquilladora.
Foto: Proporcionada por Linn Linn

Por Bikash Bhattacharya

Las mujeres trans todavía enfrentan discriminación en Myanmar, pero aunque desempeñan el papel de médium espiritual, son reverenciadas temporalmente.

Con su cabello ondulado recogido en un moño, Linn Linn se acurruca sobre una alfombra, con los ojos cerrados y las manos suplicando en oración. Un grupo de seguidores, hombres y mujeres de mediana edad, se arrodillan a su alrededor en reverencia, buscando bendiciones. Poco después se pone un vestido morado. gaung baung (turbante) y baila una serie de nat Música (espiritual), comenzando con ritmos lentos que gradualmente se aceleran. El momento termina cuando ella entra en un estado de trance.

Aquí en Amarapura – la antigua capital real de Myanmar y ahora un polvoriento municipio situado junto al río Ayeyarwady en las afueras de Mandalay – Linn Linn actúa como médium espiritual, conocida como nat kadaw (esposa espiritual), en una empresa privada. nat pweo ceremonia de apaciguamiento de espíritus.

Un nat, que se traduce como “señor”, es un espíritu que tiene cierto dominio sobre un grupo de personas o sobre cierto objeto u objetos y tiene el poder de beneficiar o dañar a las personas.

Hace un año, la primera vez que la conocí, vi a Linn Linn en acción como una experta maquilladora. Estaba sentada trenzando el hari de su amiga en su salón de maquillaje, un cobertizo de bambú limpio y ordenado en un rincón tranquilo de Taungbyone, un pueblo a 10 kilómetros de Mandalay, la segunda ciudad más grande de Myanmar.

De cuarenta y tantos años y siempre jovial, hace malabares entre ser maquilladora y nat kadaw. De hecho, estas se encuentran entre las pocas profesiones que las mujeres trans como Linn Linn, llamaron meinmasha en el idioma de Myanmar, tienen acceso ilimitado a.

Una llamada interior

IMG_1011Imágenes nat en un santuario nat ubicado en los límites exteriores de la Pagoda Shwezigon, un templo del siglo XI en Bagan, en el centro de Myanmar. Fue aquí donde se desarrolló el culto a los 37 nats, o toungze khunna min, Fue consagrado oficialmente y subordinado al budismo Theravāda en el siglo XI, convirtiéndolo en una parte importante de la práctica religiosa birmana. Foto de Soe Sandar Win

El término meinmasha se traduce literalmente como “alguien que imita a ser mujer” o “alguien destinado a ser mujer”, con la connotación de un “hombre homosexual pasivo” o “un gay que asume el papel de una mujer en una pareja homosexual”. .

Históricamente, los nat kadaw eran mujeres y la mediumnidad espiritual se transmitía hereditariamente de madre a hija. Sin embargo, las cosas empezaron a cambiar en los años 1980. Según un estudio de 2009 realizado por la antropóloga Tamara C. Ho, desde la década de 1980 la profesión ha estado cada vez más saturada por meinmashas, individuos de género fluido, especialmente aquellos asignados como varones al nacer y que se identifican como mujeres. Esto también ha resultado en una confusión occidental errónea de nat-kadaws con individuos homosexuales.

En el conservador Myanmar budista, la homosexualidad se considera el resultado del karma, derivado de una conducta sexual inapropiada en vidas pasadas. Además del estigma social, la homosexualidad sigue siendo ilegal, y un código penal británico de la época colonial prohíbe las “relaciones carnales contra el orden de la naturaleza”. Si bien la prohibición rara vez se aplica, efectivamente convierte a la comunidad LGBTQ+ en ciudadanos de segunda clase a los ojos de la ley.

Aunque son abrumadoramente budistas Theravāda, una gran mayoría de birmanos cree simultáneamente en el culto a toungze khunna min, 37 bebidas espirituosas naturales. De hecho, Melford E. Spiro, uno de los antropólogos más destacados que ha estudiado la cultura birmana, afirmó en el libro de 1967 Sobrenaturalismo birmano que la cosmovisión birmana “está informada no por una, sino por dos tradiciones religiosas, un culto espiritual indígena (nat) y una de las grandes religiones del mundo, el budismo, una importación de la India… (siendo estas) dos religiones separadas, aunque interrelacionadas .”

Se cree comúnmente que los nats benefician a las personas cuando se los apacigua adecuadamente. Y para apaciguar y comunicarse con los espíritus nat, uno debe pasar por nat kadaws que bailan y hablan con los espíritus en estado de trance.

Yay Chan, un autor birmano de Mandalay, dice: “Los adoradores de Nat creen que pueden curar las preocupaciones y ayudar a generar riqueza y mejorar la salud. El nat kadaw habla con el nat en nombre del cliente”.

 Normalmente, a los nat kadaws se les paga alrededor de 10.000 kyats (unos 5 dólares) por responder una pregunta al cliente. En un país donde el ingreso mínimo mensual está legislado en menos de 70 dólares, este es un salario relativamente bueno.

La razón principal detrás de que los meinmashas se conviertan en nat kadaws, como lo señaló el aclamado autor birmano Nu Nu Yi en su novela galardonada con el Premio Literario Man Asian de 2007. Smile as They Bow, (Sonríe mientras ellas se inclinan) que la comunidad trans encuentra libertad, aceptación y dignidad en esta profesión.

Si bien son estigmatizados en la vida social cotidiana, los meinmasha nat kadaws son muy venerados durante el pwès, ya que se cree que tienen poderes sobrenaturales. “Entre los creyentes, estos nat kadaws inspiran un respeto extraordinario como conductos entre el mundo humano y lo sobrenatural”, dice Yay Chan. “Sin embargo, esta veneración es temporal y no todos creen en los nats en Myanmar. En general, estas mujeres trans todavía enfrentan discriminación”.

 Nat kadaw Daisy Bond, la protagonista de la novela de Nu Nu Yi, describe la atmósfera liberadora que el nat pwè ofrece a la comunidad LGBTQ+:

Cuando llegué por primera vez a Taungbyone (el nat pwè más destacado de Myanmar), sólo quería vestirme como una mujer. En mi ciudad natal, gay o no, tenía que parecer un hombre. . . Pero cuando oí hablar de los chicos de Taungbyone, de cómo se vestían y maquillaban cuando querían, todos muy felices y, bueno, alegres. Sólo tenía que ir a ver este Taungbyone por mí mismo. Yo no era un nat kadaw entonces, no sabía nada sobre nats… No es que tuviera la opción de convertirme en nat kadaw o no. Tan pronto como puse un pie en Taungbyone, esa sangre nat, ese espíritu nat estaba en mí. ¿Cómo podría ver todo ese baile en trance y no imaginarme poseído?

La propia experiencia de Linn Linn refleja la del protagonista de la novela de Nu Nu Yi. “Cuando fui por primera vez a Taungbyone nat pwè hace veinticinco años, fui de visita cuando era joven. Una vez allí, me di cuenta de mi vocación interior”, dijo Linn Linn, originaria de la región de Magway.

“Estoy atrapado en un cuerpo masculino. Mientras crecía, siempre me sentí como una niña, pero tenía que actuar como un hombre en mi pueblo”, añade. “Sin embargo, no pasó mucho tiempo antes de que comenzara a convertirme nwe.”

El término birmano nwè se asocia con afeminamiento y se refiere aproximadamente a los gestos femeninos en las prácticas corporales.

Se hizo cada vez más imposible reprimir mi nwè y actuar como un hombre. Fue entonces cuando decidí convertirme en nat-kadaw y maquillador y finalmente me mudé a Taungbyone”.

 Una suspensión de la normatividad

IMG_1012Una pareja joven haciendo ofrendas a los nacionales en Taung Kalat. Se cree ampliamente que los nats ayudan a mejorar la vida y crear riqueza cuando se los apacigua adecuadamente. Si bien la gente hace ofrendas de rutina en los santuarios nat, se cree que los rituales de adoración nat mediados por médiums espirituales nat-kadaw son más eficaces. Históricamente, las mujeres cisgénero actuaban como nat-kadaws, pero desde la década de 1980 la profesión ha estado dominada por mujeres trans meinmasha. Foto de Soe Sandar Win

A medida que la comunidad LGBTQ+ se recluye en nat pwès y santuarios nat, las anteriores mujeres cisgénero nat-kadaw han sido cada vez más marginadas de la profesión.

Min Min, un personaje central en la novela de Nu Nu Yi, se lamenta: “…estas ancianas natkadaws; Tienen tan pocos seguidores hoy en día que pocos permanecen en Taungbyone. Los gays son mucho mejores para complacer a la gente, dan un mejor espectáculo. Los tiempos han cambiado: ser un nat kadaw hoy es ser gay…”

En una de sus historias anteriores publicada en 1994, La esposa desatendida o complacer a los nacionales, De hecho, Nu Nu Yi había retratado la vida de una mujer nat-kadaw, madre de tres hijos.

Hla Myat Tun, un activista LGBTQ+ en Yangon, ha dicho que hay otro factor que lleva a los meinmashas a la profesión nat kadaw. “Existe una noción generalizada de que las mujeres transgénero son más limpias que las mujeres porque no tienen la menstruación. Por lo tanto, es más limpio para los nat poseer estos cuerpos”.

Si bien no existe una estimación oficial de la población LGBTQ+ en Myanmar, la mayoría de la comunidad, especialmente las mujeres trans meinmasha, encuentran empleo temporal y dignidad en nat pwès y santuarios nat. Los más destacados de estos nat pwès se llevan a cabo en Taungbyone, Taung Kalat, un santuario nat sagrado cerca del monte Popa, y Amarapura.

Los nat pwès están marcados por la suspensión de la normatividad. La antropóloga Tamara Ho escribe: “Los festivales Nat proporcionan una socialidad temporalmente transformada… un espacio autorizado de transgenerismo, donde los niños pueden disfrazarse, maquillarse y ser ‘gays’”.

Fuente LGBTQ Nation

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Leonardo Boff: C.G.Jung: La espiritualidad como dimensión esencial del alma.

Miércoles, 25 de octubre de 2023
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IMG_0853Carl Gustav Jung en 1915

Hoy existe una preocupación fundamental: rescatar la razón sensible o cordial (del corazón) para equilibrar el exceso desastroso de la razón instrumental-analítica. Tenemos que armonizar el logos con el pathos, el anima con el animus si queremos resolver los problemas sociales y enfrentar la alarma ecológica. La mente está incorporada siempre, por lo tanto, siempre impregnada de sensibilidad y no solo cerebrizada. Jung vivía esta conexión profunda.

En sus Memorias dice: «hay tantas cosas que me llenan: las plantas, los animales, las nubes, el día, la noche y el eterno presente en los hombres. Cuanto más inseguro me siento sobre mí mismo, más crece en mí el sentimiento de mi parentesco con todo» (p. 361).

En este contexto afirma: «es importante proyectarnos en las cosas que nos rodean. Mi yo no está confinado a mi cuerpo. Se extiende a todas las cosas que hice y a todas las cosas a mi alrededor. Sin esas cosas, yo no sería el mismo, no sería un ser humano, sería tan solo un simio humano, un primate. Todo lo que me rodea es parte de mí… Estoy profundamente comprometido con la idea de que la existencia humana debe estar enraizada en la Tierra» (pp.189;190).

Para Jung, todas las cosas son más que cosas. Nos penetran en forma de símbolos y arquetipos, cargados de emociones y van componiendo la constelación de nuestro yo profundo. Viene al caso recordar esta confesión de C.G. Jung: «mi vida es la historia de la autorrealización del inconsciente». No dice de “mi inconsciente”, sino del inconsciente colectivo que posee dimensiones humanas, cósmicas, animales y vegetales. La culminación del proceso de individuación reside en la integración del todo del cual nos sentimos parte y parcela.

Pocos estudiosos del alma humana han dado más importancia a la espiritualidad que Jung. Veía en la espiritualidad una exigencia arquetípica fundamental de la naturaleza humana en la escalada rumbo a su completa individuación. La imago Dei o el arquetipo “Dios” ocupa el centro del Self: aquella energía poderosa, en lo más profundo de nuestra psique, que atrae todos los arquetipos y los ordena a su alrededor como el sol hace con los planetas (cf. el libro clásico de R. Hostie, C.G.Jung und die Religion, Karl Alber, Freiburg/München 1957).

Sin la integración de este arquetipo axial, el ser humano queda manco y con una incompletitud abismal. Por eso escribe:

«Entre todos mis clientes en la segunda mitad de la vida, es decir, con más de 35 años, no hubo uno solo cuyo problema más profundo no fuera la cuestión de su actitud religiosa. Todos en última instancia estaban enfermos por haber perdido aquello que una religión viva ha dado siempre, en todos los tiempos, a sus seguidores. Y ninguno se curó realmente sin recobrar la actitud religiosa que le era propia. Esto, está claro, no depende en modo alguno de la adhesión a un credo particular, ni de hacerse miembro de una iglesia, sino de la necesidad de integrar su dimensión espiritual».

La función principal de la religión o de la espiritualidad es religarnos a todas las cosas y a la Fuente de donde promana todo ser, Dios. Ese es el propósito básico del Mysterium Conjunctionis que Jung consideraba su opus magnum. Pues en él se trata de realizar la conjuntio, es decir, la conjunción del hombre integral con el mundus unus, el mundo unificado, el mundo del primer día de la creación cuando todo era uno y no había aún ninguna división ni diferenciación. Era la situación plenamente urobórica del ser. Esa fusión es el anhelo más secreto y radical del ser humano y el permanente llamado del Self.

El drama del hombre actual es haber perdido la espiritualidad y su capacidad de vivir un sentimiento de pertenencia.

Lo que se opone a la religión o a la espiritualidad no es el ateísmo o la negación de la divinidad. Lo que se opone es la incapacidad de ligarse y religarse con todas las cosas. Hoy las personas están desenraizadas, desconectadas de la Tierra, del anima, y por eso sin espiritualidad.

Para Jung el gran problema hoy es de naturaleza psicológica. No de la psicología entendida como disciplina o solo una dimensión de la psique, sino de la psicología en el sentido abarcador que le daba, como la totalidad de la vida y del universo en cuanto percibidos y articulados con el ser humano, sea por el consciente sea por el inconsciente personal y colectivo. Y en este sentido escribe: «Es mi convicción más profunda que, a partir de ahora hasta un futuro indeterminado, el verdadero problema es de orden psicológico. El alma es padre y madre de todas las dificultades no resueltas que lanzamos en dirección al cielo» (Cartas III, p.243). Siempre tuvo preocupación por el futuro de la humanidad. Previó, en sus visiones, a partir del inconsciente colectivo, la primera y la segunda guerra mundial. Ocurrieron como lo previó.

Me gustaría saber qué visiones tendría Jung sobre la alarma ecológica actual. Nos dejó una pista: una semana antes de su muerte, el 6 de junio de 1961, tuvo una terrible visión que reveló a Marie-Louise von Franz, que lo acompañó hasta el final: gran parte del mundo sería destruído. Pero añadió: “Gracias a Dios, no todo (Jung vida e obra: uma memória biográfica por Barbara Hannah, Vozes 2022, p.478). Es lo que grandes analistas prevén en el caso de que no cambiemos el rumbo de nuestra cultura anti-vida, consumista y materialista.

El hecho es que la Tierra está enferma porque nosotros estamos enfermos. La Covid-19 lo mostró bien. En la medida en que nos transformamos, transformamos también la Tierra. Jung buscó esta transformación hasta su muerte. Es el único camino que nos puede librar de su visión terrible de destrucción de gran parte de nuestro mundo.

C.G.Jung demuestra ser un maestro y un guía que nos dibuja un mapa apto para orientarnos en estos momentos dramáticos en que vive la humanidad. Él creía profundamente en lo Transcendente y en el mundo espiritual. No será seguramente el capital material sino el capital espiritual, colocado ahora en el centro de nuestras búsquedas, el que nos permitirá evitar un armagedón ecológico. Entonces, así lo creo y espero, podremos vivir una fase nueva de la Tierra y de la Humanidad, la fase planetaria y ecoespiritual.

Leonardo Boff

Traducción de Mª José Gavito Milano

*Leonardo Boff es coeditor de la traducción de la obra completa de C.G.Jung (19 vol), publicada por la Editora Vozes.

Fuente Leonardo Boff.org

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“Juntos andemos, Señor”… de la mano de Teresa de Jesús

Sábado, 14 de octubre de 2023
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Esta tarde, con las primeras vísperas de su fiesta, el Carmelo Teresiano, la Iglesia Católica y muchos creyentes del mundo entero, recordaremos a esta genial mística castellana y española, Teresa de Jesús… Yo os recomiendo vivamente leer sus Obras completas, acercarse a alguna de las buenas biografías que hay en el mercado. Caminemos de la mano de esta mística de la Humanidad de Cristo, maestra de oración que en el capítulo ocho de su autobiografía nos recuerda que, “No es otra cosa oración mental, a mi parecer, sino tratar de amistad estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos nos ama” (V 8, 5).

 

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“Estando en la Encarnación el segundo año que tenía el priorato, octava de San Martín, estando comulgando, partió la Forma el Padre fray Juan de la Cruz, que me daba el Santísimo Sacramento, para otra hermana. Yo pensé que no era falta de Forma, sino que me quería mortificar, porque yo le había dicho que gustaba mucho cuando eran grandes las Formas (no porque no entendía no importaba para dejar de estar el Señor entero, aunque fuese muy pequeño pedacico). Díjome Su Majestad: «No hayas miedo, hija, que nadie sea parte para quitarte de Mí»; dándome a entender que no importaba. Entonces representóseme por visión imaginaria, como otras veces, muy en lo interior, y dióme su mano derecha, y díjome: «Mira este clavo, que es señal que serás mi esposa desde hoy. Hasta ahora no lo habías merecido; de aquí adelante, no sólo como Criador y como Rey y tu Dios mirarás mi honra, sino como verdadera esposa mía: mi honra es ya tuya y la tuya mía». Hízome tanta operación esta merced, que no podía caber en mí, y quedé como desatinada, y dije al Señor que o ensanchase mi bajeza o no me hiciese tanta merced; porque, cierto, no me parecía lo podía sufrir el natural. Estuve así todo el día muy embebida. He sentido después gran provecho, y mayor confusión y afligimiento de ver que no sirvo en nada tan grandes mercedes.”

*

Rel 35;Cfr 7M 2, 1).

***

“Lo que pasa en la unión del matrimonio espiritual es muy diferente: aparécese el Señor en este centro del alma sin visión imaginaria sino intelectual, aunque más delicada que las dichas , como se apareció a los Apóstoles sin entrar por la puerta, cuando les dijo: «Pax vobis»“. Continúa diciendo sobre esta unión de Dios y el alma: “Es un secreto tan grande y una merced tan subida lo que comunica Dios allí al alma en un instante, y el grandísimo deleite que siente el alma, que no sé a qué lo comparar, sino a que quiere el Señor manifestarle por aquel momento la gloria que hay en el cielo, por más subida manera que por ninguna visión ni gusto espiritual“. *

*

 Moradas. 7, capítulo 2, núm 2,3

***

Acaecióme que, entrando un día en el oratorio, vi una imagen que habían traído allá a guardar, que se había buscado para cierta fiesta que se hacía en casa. Era de Cristo muy llagado y tan devota que, en mirándola, toda me turbó de verle tal, porque representaba bien lo que pasó por nosotros. Fue tanto lo que sentí de lo mal que había agradecido aquellas llagas, que el corazón me parece se me partía, y arrojéme cabe El con grandísimo derramamiento de lágrimas, suplicándole me fortaleciese ya de una vez para no ofenderle.”

*

(Libro de la Vida, capítulo 9,1)

***

“Bendito seáis por siempre, que aunque os dejara yo a Vos, no me dejasteis Vos a mí tan del todo, que no me tornase a levantar, con darme Vos siempre la mano; y muchas veces, Señor, no la quería, ni quería entender cómo muchas veces me llamabais de nuevo.

*

(Libro de la Vida, capítulo 6,9)

*

“Juntos andemos Señor.

Por donde vayas tengo que ir,

por donde pases tengo que pasar.”

*

(Camino de Perfección 21, 26)

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Entre los pucheros anda el Señor…

 

“No es sola esta persona, que otras he conocido de la misma suerte, que no las había visto algunos años había y hartos; y preguntándoles en qué se habían pasado, era todo en ocupaciones de obediencia y caridad. Por otra parte, veíalos tan medrados en cosas espirituales, que me espantaban. Pues ¡ea, hijas mías!, no haya desconsuelo cuando la obediencia os trajere empleadas en cosas exteriores; entended que, si es en la cocina, entre los pucheros anda el Señor ayudándoos en lo interior y exterior.”

*

Fundaciones 5, 8

***

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