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Mirada en lo Alto, afán en la Tierra

Martes, 23 de agosto de 2016
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programa-vacaciones-traera-logrono-saharauis_897521342_95654836_667x375Koldo Aldai Agirretxe
Artaza (Navarra).

ECLESALIA, 29/07/15.- No falta en nuestros azarosos días quien nos sugiera cerrar los periódicos, ausentarnos de la dura actualidad, alejarnos de los vientos heladores que aún azotan a la humanidad. Puede tentar la propuesta de la distancia circunstancial, mas no del retiro total. Elegimos encarnar aquí y ahora, al tiempo que comienza a ceder una historia de odio y confrontación y por ende de sufrimiento e infelicidad, y se anuncia la nueva era de paz y por lo tanto de creciente bienestar y felicidad. Podemos tomarnos nuestras licencias, nuestro merecido agosto, nuestras ansiadas vacaciones para cargarnos de luz,  fuerza y  vida imprescindibles, pero aquí y ahora no podemos evadirnos de nuestro compromiso humano.

Estamos en el ayer y en el mañana, en la noche y en el alba, sobre todo estamos en el clarear de lo que ha de ser. Estamos con quienes padecen los azotes de lo que se desploma, estamos con quienes inauguran entre sentidos cantos y sonrisas verdaderas el nuevo escenario liberado y emancipado. Procuraremos el equilibrio para no polarizarnos, ni en la exclusiva aspiración hacia lo Alto con el consiguiente olvido de la suerte de nuestros hermanos, ni en la inmersión total en el barro, de forma que éste nos impida agitar las imprescindibles alas del espíritu.

Seguimos al Nazareno. Deseamos mantenernos en ese nexo sagrado, en ese altar fuera de todos los mapas, donde el Cielo y la Tierra se abrazan y contraen eternos esponsales. Deseamos ser intersección de la vertical y la horizontal, cruz de reconstrucción y resurrección, nunca más de muerte y fatalismo. La mirada siempre hacia lo Alto para no olvidar nuestros destino en las estrellas, pero nuestro puntual afán aquí abajo, junto a nuestros congéneres y sus avatares, junto a una humanidad aún sufriente. Nuestro anhelo hacia Arriba para sentir el calor de ese Sol físico y espiritual en la faz invisible del alma, pero nuestras manos y nuestros pies bien enraizados en la tierra, que es por el momento nuestro terreno de actuación y de trabajo.

No obviaremos el sufrimiento de nuestros semejantes. No tomaremos el expresso hacia ningún “nirvana” mientras algún remoto titular anuncie una gota de sangre, una lágrima perdida en un rincón del mundo. No podemos dar carta blanca al abuso con nuestro olvido. Tampoco podemos quedarnos clavados en ese dolor. Tenemos que revelar las nuevas y esperanzadoras realidades que van emergiendo, el superior destino, la Clara Luz que en el mañana, no sabemos a qué distancia, nos aguarda. Ponemos la fe y el acento en ese Alba que ya se anuncia, pero nuestra mente está también con nuestros semejantes que aún padecen noche oscura. No les podemos dejar de lado en nuestros discursos y peroratas, sobre todo en nuestras oraciones.

Vayamos siempre juntos. Somos uno con los hermanos y hermanas de Turquía, de Siria, Sudán, Pakistán, con los hermanos refugiados…; somos uno en el dolor que irá cediendo, sobre todo en el sano y puro Gozo que está emergiendo 

(Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

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“Barullos interiores”, por Dolores Aleixandre

Jueves, 18 de agosto de 2016
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ESPRITUSANTOYFUEGOCONMANOSDe su blog Un grano de mostaza:

¿Qué tienen que ver entre sí Gregorio el Sinaita, monje bizantino del monte Athos del s. XIV, Sri Aurobindo, sabio hindú muerto en el pasado siglo y Thich Nhat Hant, maestro zen vietnamita , autor actual de numerosos libros? Más allá de la diversidad de sus culturas y épocas, los tres coinciden en señalar la importancia de aquietar ese barullo de pensamientos, juicios, ideas y cavilaciones que nos habitan y que, como una marea incontrolable, nos arrastra como las olas a una botella vacía.

Me avergüenzan mis pensamientos, se queja un orante anónimo del s. X.- vagan por sendas torcidas mientras rezo los salmos; ante los ojos del Dios verdadero se agitan. Sin barcas cruzan los mares, desde la tierra hasta el cielo llegan a mí con rápidos brincos. Van en loca carrera en torno a mí o por tierras lejanas en vertiginosa huida y luego me vuelven. Aunque los quisiera atar y les pusiera grilletes no gustarían de un breve reposo. Ningún cerrojo ni cárcel del mundo, ni fortalezas, ni mares detienen su vuelo…”

“Ya estamos con el rollito del mindfulness ese, que me tiene hasta la coronilla”, estará pensando más de uno. “Vaya hartura de modas orientales, y todo desde que Richard Gere se declara budista…”. “A esos, antes de ponerse a hablar de la atención plena, les ponía yo a rezar los quince misterios del rosario …

Me permito avisar a estos escépticos de que sus resistencias les vienen de su ignorancia acerca de la importancia que da el NT a esos murmullos oscuros de retorcimiento, doblez y descontento y que salen al exterior en forma de crítica, protesta o murmuración: “Del corazón salen los pensamientos malvados (dialogismoi)” (Mt 15,19)

“Estaban allí sentados unos letrados que murmuraban para sus adentros…” (Mc 2,8). Discutían los discípulos sobre quién era el más importante y Jesús “conociendo los pensamientos de sus corazones, tomando un niño lo puso en medio…” (Lc 9,46). Santiago observa las actitudes discriminatorias de los que tratan bien a los ricos y desprecian a los pobres (“siéntate cómodamente aquí”, “quédate ahí de pie…”) y deduce que ese comportamiento procede de sus “pensamientos perversos” (San 2,4).

Jesús dirige a los suyos este reproche en uno de los relatos de apariciones: ¿Por qué suben esos dialogismoi a vuestros corazones? (Luc 24,38) y la imagen espacial (algo sube de lo más hondo del corazón de los discípulos …), hace pensar en una incredulidad agazapada en lo profundo que asciende y ocupa el espacio que debería abrirse a la alegría del Resucitado.

Como aquel salmista que suplicaba a Dios: “¡Que te sean gratos los pensamientos de mi corazón!” (Sal 19,15), necesitamos contagiarnos de su deseo de aquietar y silenciar esos murmullos indeseables que amenazan con ocupar nuestra interioridad. Contamos para ellos con la complicidad del “Dulce Huésped del alma”, el único capaz de sosegar y acallar el barullo de nuestro corazón.

Dolores Aleixandre

Fuente: Alandar Junio 2016

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La primera urgencia de hoy es volver a Jesús (2)

Miércoles, 17 de agosto de 2016
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volver-a-jesusSegunda parte de una entrevista realizada por la Revista ADSIS a José Antonio Pagola sobre la necesidad de “volver a Jesús”.

P: La polémica generada en torno a tu libro Jesús, una aproximación histórica dejó desconcertados a muchos. ¿Qué fue lo que ocurrió y cómo están las cosas ahora?

R: Jesús siempre provocará interrogantes y desafíos. No es tampoco extraño que surjan polémicas y disensiones. Pero pienso que alimentar polémicas como la que se ha provocado con mi libro, nos distraen de lo esencial y no nos conducen a la conversión a Jesucristo… Yo estoy contento porque la polémica ha logrado que muchas personas se hayan planteado la necesidad de conocer y de seguir mejor a Jesús.

P: En todo caso, son más los que han oído hablar de tu libro que los que lo han leído. ¿Cuál crees que es su aporte principal, entre tantos otros que ya se habían escrito?

R: He recibido miles de testimonios de personas que, al leer el libro, se han sentido «tocadas» por Jesús. En muchos momentos he sentido que Jesús está vivo, que su Espíritu sigue actuando en los corazones, que su Evangelio tiene fuerza transformadora… El testimonio de estas personas ha reforzado mi fe, me ha hecho sentir la presencia viva de Jesús. Ha sido una gozada. Lo que más impacta a los lectores es encontrarse con un Jesús tan humano, cercano y accesible. En contra de lo que se ha dicho, el libro no hace daño. Es exactamente lo contrario. La reacción generalizada es esta: Jesús es tan humano que no es como nosotros. Algún misterio debe encerrarse en él. Solo Dios encarnado puede ser tan humano, tan compasivo, tan sincero y auténtico, tan fiel, tan interesado por el ser humano. Muchos me escriben diciendo que ahora creen más en el Dios encarnado en Jesús.

P: Según nos decías en el encuentro que compartimos, «conocer a Jesús nos tendría que llevar a hacer nuestra su espiritualidad». Según tu parecer, ¿cuáles son las claves de la espiritualidad de Jesús?

R: Lo primero que diría es que el centro de la espiritualidad de Jesús no lo ocupa propiamente Dios, sino «el reino de Dios». Jesús no separa nunca a Dios de su proyecto de transformar el mundo. No invita a la gente a «buscar» a Dios, sino a «buscar el reino de Dios y su justicia». No pide simplemente «convertirse» a Dios sino «entrar» en la dinámica del reino de Dios.

En segundo lugar diría que su experiencia de Dios como Padre lleva a Jesús a vivir dos actitudes fundamentales: la confianza total y absoluta en Dios, que le hace vivir de manera innovadora, creativa y audaz al servicio del reino de Dios; y la docilidad incondicional para cumplir su voluntad que consiste en trabajar por una vida más digna y dichosa para todos, empezando por los últimos.

Por eso, según Lucas. Jesús, ungido por el Espíritu de Dios, se siente «enviado a anunciar a los pobres la Buena Noticia». Vivir ungidos por el Espíritu de Jesús es vivir cambiando la vida, haciéndola mejor y más humana. Es estar siempre a favor de las personas y en contra del sufrimiento, del mal y de la injusticia. Vivir la espiritualidad de Jesús es vivir curando heridas, haciendo el bien, potenciando la vida. Dejarse conducir por su Espíritu es vivir defendiendo a los débiles, acogiendo a los excluidos, creando siempre comunión, igualdad, acogida y fraternidad. Nunca separación, exclusión o excomunión.

P: Aterrizando en el contexto de crisis múltiples que vivimos hoy, hay una pregunta inevitable: ¿cómo se mira el futuro «como Jesús» cuando parece que no hay futuro?

R: Con una confianza absoluta en la acción de Dios que sigue trabajando con amor infinito el corazón y la conciencia de todos sus hijos e hijas. Dios no está bloqueado por ninguna crisis. Sigue buscando caminos que solo él conoce para encontrarse con cada persona, esté donde esté. Nadie vive olvidado o abandonado por Dios. Este es el dato decisivo, no nuestros proyectos o planes pastorales.

P: En concreto, ¿cómo crees que podríamos alentar, en nuestro entorno social y eclesial, la esperanza que brota de Jesús?

R: Hemos de abandonar ya una lectura del momento actual en términos casi exclusivos de crisis, secularización, desaparición de la fe, etc. Cristo resucitado tiene fuerza para engendrar una fe nueva. No sabemos qué nacerá ni cómo será. El cristianismo es mucho más que lo que ha podido dar en veinte siglos. Jesucristo no ha dado todavía lo mejor. Puede ser una verdadera sorpresa en la sociedad que está emergiendo.

P: También nos has animado a preguntarnos «por qué caminos quiere encontrarse Dios con las personas que se alejan de la Iglesia hoy». ¿Desde tu experiencia y tu reflexión, qué intuiciones nos puedes compartir?

R: A mi juicio, es un grave error «volver hacia atrás», hacia una cultura pasada, para vivir la fe desde formas, concepciones y sensibilidades nacidas, pensadas y configuradas en otras épocas y para otras épocas que no son la nuestra. Para acoger y comunicar hoy el Evangelio de Jesús hemos de aprender a creer desde la sensibilidad, la inteligencia y la libertad de esta nueva cultura; poner el Evangelio de Jesús en contacto con las preguntas, miedos, aspiraciones, sufrimientos y gozos de nuestros tiempos. La fe nueva que necesita la cultura moderna no nacerá como «clonación» de la fe pasada. Brotará de la fuerza que tiene el Evangelio para engendrar «vida evangélica» en medio de esta sociedad. La fe renace constantemente cuando hay fidelidad al Espíritu de Jesús.

P: Te agradecemos por el tiempo que nos has dedicado, José Antonio. Después de este encuentro y desde lo que nos conoces, ¿qué mensaje nos dejarías a los que buscamos a Jesús desde las comunidades Adsis?

R: No me siento con autoridad para dejaros mensaje alguno. Solo desearos que viváis vuestro carisma de manera creativa y audaz. Leed el Evangelio de Jesús en vuestras comunidades como una llamada que os invita cada día al gozo de la conversión a él. Vuestra vida se decidirá en los próximos años en vuestra capacidad para «volver a Jesús» con más radicalidad y más gozo.

Fuente: Revista ADSIS, Entrevista a José Antonio Pagola (Junio 200

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Charlotte Goiar: “El prejuicio es humano, no es de Dios, Dios es amor”. Una cristiana que hace unos meses se sometió a una operación de reasignación de sexo y ha querido compartir con nosotros su experiencia.

Martes, 12 de julio de 2016
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CharlotteInteresante entrevista que publica Carlos Osma en su blog Homoprotestantes.

 Hace casi un año y medio nos llegó un mensaje al correo de Protestants Inclusius informándonos de que una mujer gallega estaba en Barcelona para someterse a una operación de reasignación de sexo y pedía acompañamiento pastoral. Fue así como nos conocimos, la noche antes de la operación. Recuerdo entrar a la habitación del hospital en la que estabas sola, y encontrar a una mujer decidida que había recorrido un largo camino para llegar hasta allí. Después hubo muchas conversaciones y momentos de oración, e intuí en ti una mezcla de miedo y esperanza. ¿Cómo recuerdas tú aquellos días?

Aquel momento fue muy importante en mi vida. Necesitaba esa operación desde que había nacido. Pero estaba sola como dices, y sometida a mucha tensión tanto psicológica como física por parte de todos, no me confirmaron la fecha de la cirugía hasta apenas unos pocos días antes. Hicieron todo lo posible por agotarme hasta el último momento. Fueron unos días difíciles y a la vez vitales, no entraba a quirófano por capricho, sino por necesidad. Se trataba de cirugía mayor, sabía que personas habían muerto en los quirófanos de todo el mundo al someterse antes a este tipo de intervención tan compleja. Cuando afrontas algo así tú sola, estando completamente sola y devastada emocionalmente, simplemente te supera y te abandonas a algo superior a ti, porque ya no puedes más. Sólo tenía una amiga en Barcelona y vosotros que no os conocía. Lo dejé todo en manos de Dios.

Una de las cosas que más me sorprendió de nuestras conversaciones fue la larga y dura batalla legal que habías tenido que llevar para lograr que la sanidad pública se hiciese cargo de la operación de reasignación. ¿Puedes explicarnos brevemente aquella batalla legal?

El Servicio Gallego de Salud nunca quiso tratarme, a pesar de estar diagnosticada oficialmente desde los 16 años y de necesitar la cirugía desde entonces, siempre me negaron la cirugía que estaba indicada por los médicos. Después de muchos años de lucha administrativa vino la judicial, recurrieron todas las sentencias y demoraron su ejecución lo máximo que pudieron. Posiblemente si lo hubiesen demorado unos pocos meses más me habría suicidado. Hicieron todo lo posible por debilitarme y arruinar mi salud desde mi adolescencia hasta el mismo día que, 25 años después, entré en quirófano.

Descubrí también que la palabra transexual no te hacía sentir cómoda, utilizabas una expresión que no había oído nunca: el síndrome de Harry Benjamin. ¿Puedes explicarnos en qué consiste éste síndrome y porqué no te sientes identificada con la palabra transexual?

Nunca me sentí identificada con esas etiquetas sexuales ambiguas, básicamente por eso mismo, por su ambigüedad e indefinición. Hay un diagnóstico médico que se llama Transexualismo. Afecta a las personas. Usar “transexual” como identidad propia para mi es hacer una personificación de la enfermedad, y yo no soy ese diagnóstico. Mi identidad es mujer. Soy una mujer. Eso es lo que viene reflejado en mi DNI. Y la Organización Mundial de la Salud  (OMS) ahora lo denomina como “Incongruencia de Género” (CIE-11) y también es conocido como síndrome de Harry Benjamin.

Este síndrome es un trastorno del desarrollo sexual que ocurre en aproximadamente en 1/30.000 bebés con genotipo XY y 1/100.000 bebés con genotipo XX, según datos estadísticos de la OMS, en la cual la diferenciación sexual a niveles neurológico y anatómico no se corresponden. Así, una niña nacida con este trastorno, aparenta ser un niño físicamente al nacer, aunque su sexo cerebral es femenino. A la inversa, los niños varones nacidos con este trastorno presentan un desarrollo físico femenino, aunque neurológicamente permanecen siendo varones.

Como cualquier persona se puede imaginar, el trastorno reviste gravedad, y su tratamiento es uno de los más dramáticos de la historia de la medicina, que precisa de múltiples intervenciones médicas y quirúrgicas de por vida.

La operación duró 10 horas, y recuerdo que cuando acabó estabas exhausta, pero aún así querías seguir hablando. A mí me aterrorizan las operaciones, pensé que eras una persona muy valiente. ¿Qué te llevó a la cirugía de reasignación? No todas las personas que están en tú situación optan por la cirugía. ¿Porqué fue necesaria para ti?

La cirugía no es optativa y está indicada por un médico. Depende de un diagnóstico médico concreto y es la única opción terapéutica que existe. Los que no necesitan esta operación no es porque eligen no operarse, sino porque no comparten el mismo diagnóstico, o están mal diagnosticados, porque todos los casos de síndrome de Harry Benjamin revisten gravedad y requieren cirugía.

Me explicaste entre risas que al personal de atención al paciente de la clínica donde te operaron le sorprendió que pidieras acompañamiento pastoral antes de tu ingreso. Te defines como cristiana. ¿Cómo y desde cuándo te introdujiste en el cristianismo?

Sí, antes de la cirugía, había preguntado a la clínica si disponían de servicio de acompañamiento pastoral, como en todas las grandes clínicas europeas, y me habían respondido que no, de una manera que les sorprendió que les hubiese preguntado eso. Me estoy refiriendo a la Clínica Diagonal de Barcelona, que fue dónde me intervinieron y estuve hospitalizada por más de dos meses.

Todo comenzó tras la muerte de mi madre hace tres años, estaba tan afectada por todo, y encima sola y dejada de lado por todos, mientras afrontaba la crueldad e inhumanidad del Servicio Gallego de Salud, que llegó un momento en mi vida que no pude más. Entonces me di cuenta que yo sola no podía sobrevivir a esto, de que tenía que existir una fuerza superior a mi a la cual poder traspasarle esto.

Nunca me había imaginado y sigo sin entender qué culpa tengo yo de haber nacido con esta patología, y el odio que despierta en tantas personas. Me sentía tan vulnerable, aislada y empequeñecida ante la magnitud de lo que estaba afrontando, que me abandoné a algo superior a mi, a quien poder dejarle el control de mi vida. Llegó un momento en que era mi única salvación. Sino fuera por Dios ahora mismo ya estaría muerta.


Mediante una amiga inglesa cristiana, poco a poco comencé a estudiar algunos textos cristianos. Fue así como poco a poco encontré alivio en Dios, como una forma de dejar el curso de todo en manos de una fuerza superior a mí, entonces comencé a leer la Biblia por primera vez poco después de cumplir los 40 años. Profundicé en el estudio de la vida de Jesucristo, Hijo de Dios, en quién siempre había creído ya desde la infancia. Fue así por causa de un momento de profunda desesperación, cuando ya todo parecía perdido y no podía más, que el cristianismo me irradió de una nueva vitalidad para seguir viviendo. Creo en la creación del Universo, creo que un diseño inteligente está por detrás.

Creo en Dios, pero mi concepto de Dios difiere por completo del tradicional, del bíblico, del contenido en las escrituras de los hombres; mi concepto de Dios es mucho más abstracto y elevado. Dios no puede ser contenido en forma material a través de ningún libro o religión humana, pues es la fuente intangible de toda creación.

Como cristiana metodista creo que necesitamos dirigirnos a Dios a través de su hijo, Jesucristo, de una forma más libre y natural, porque Dios habita dentro de lo más profundo de nuestro ser, y para dirigirnos a ese centro, no entiendo ni aplico ninguna regla o escrito humano, de origen mental ni material, porque esa no creo que sea la vía.

¿Has sentido comprensión por parte de la Iglesia? ¿Te has sentido bien tratada?

Por parte, tanto la Iglesia Cristiana Metodista como de Protestants Inclusius ambas de Barcelona, he sentido una comprensión absoluta, y una total sensibilidad y humanidad hacia mí y mi proceso médico, de una forma extraordinaria. No sólo me he sentido tratada con todo respeto y cariño, sino es que además todo el acompañamiento, los detalles, cualquier cosa que necesitase estabais allí. Cuando, por contraste, ni una sola persona de mi familia de sangre se interesó lo más mínimo por si había salido viva de la cirugía y su post-operatorio.

No existe ningún verso bíblico que condene a las personas que sufren de trastornos congénitos. Todo lo contrario, cuando los que se creían justos preguntaron a Jesucristo, el Hijo de Dios: “¿cuándo te vimos enfermo y fuimos a verte?”. El les respondió: “De cierto os digo que cuando lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí me lo hicisteis” (Mateo 25, 39-40).

El problema no está en el cristianismo en sí mismo, sino en las personas y la interpretación tergiversada que hacen de las escrituras bíblicas y cómo lo llevan a la práctica. El prejuicio es humano, no es de Dios. Dios es Amor, no tiene prejuicios contra nadie. Es totalmente contradictorio a su propia naturaleza y a la propia esencia del cristianismo. El cristianismo no condena a nadie, lo hacen los hombres en su nombre, lo cual es un error del hombre, no del cristianismo.

Una cosa que observé durante aquellos días de postoperatorio es que no vives una fe teórica, sino una que está profundamente relacionada con tu experiencia. ¿Ha cambiado algo en tu forma de entender la fe cristiana desde entonces?

El pecado y la maldad del hombre son horripilantes, su fealdad se contrapone de una manera diametralmente opuesta a la belleza y la bondad natural de la gloria de Dios. Somos hermosos y hermosas porque estamos conectados a Dios. Toda la armonía de su creación se traslada a la experiencia estética cotidiana que nos rodea, a través de actos bellos y nobles, cuya bondad se siente y se transmite de unos a otros, y es aquí dónde yo he podido experimentar la presencia divina.

Las muestras de afecto y amor incondicional de tantas personas, las experiencias positivas que me sucedíanTodo esto es de Dios. Todo lo demás es ajeno a él. Siempre percibí a Dios a través de la experiencia directa y genuina de la vida. Eso no ha cambiado, sigo percibiendo a Dios y entendiendo la fe cristiana del mismo modo, a través de las experiencias de la vida misma.

Aún así, sigues manteniendo una relación “cotidiana” con Dios. ¿Cómo es esa relación?

Es una relación espontánea y natural. No me arrodillo a orar ni esas cosas. Simplemente vivo en una relación continuada con Él, en todo momento sé que Él está ahí presente, no hacen falta las palabras ni los textos, sólo los sentimientos. Pero está bien orar, y sobre todo hacerlo en grupo, como cuando lo hicimos en la clínica tantas veces mientras estuve ingresada, es una experiencia única que hasta que no la vives no sabes lo que te revitaliza y la paz interior que te produce. La oración es una forma más de dirigirse a Dios, y creo que debe ser lo más espontánea posible.

Para terminar, y pensando en las familias cristianas o no cristianas, con hijos o hijas que están pasando por una experiencia similar a la que tú has pasado. ¿Qué te gustaría decirles? ¿Cuál crees que es la mejor manera de ayudar y acompañar a esos niños?

“Dejad a los niños venir a mí y no se lo impidáis, porque de ellos es el Reino de los Cielos” (Mateo 19:14). Pienso que es muy importante que estos padres y madres de estos niños no pierdan la fe debido a los errores humanos de los demás, pues de los niños es el Reino de los Cielos, y es precisamente en esta situación tan dramática por la que estos niños están pasando, que es justamente cuando más necesario y vital resulta mantener la fe, tanto para los padres, como para sus propios hijos e hijas.

Muchas gracias Charlotte


Que Dios os bendiga Carlos

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Tu leve pestañeo

Viernes, 8 de julio de 2016
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Del blog del  Monasterio Monjas Trinitarias de Suesa:

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Es entonces cuando te despierta el leve pestañeo.

Solo entonces.

No es el fragor de los minutos deseando hacerse un espacio concreto.

No es el frío gélido de la distancia emborronada.

Tampoco la oscuridad del miedo atrincherado tras las costuras del interrogante.

Ni siquiera la violencia de una pasión del alma que desconcierta.

No.

No es nada de eso.

En ocasiones no nos despierta lo grande,

lo alborotador,

ni aquello que aúlla alrededor.

Es más sencillo.

Casi siempre es más sencillo.

Y más breve.

En ocasiones,

pero en muchas ocasiones,

lo que nos despierta es el leve pestañeo que descubre tu mirada

posada sobre nuestro corazón.

Despierta, corazón comunitario.

Ábrete al cuidado de Dios,

Trinidad enamorada que no perdona porque ama,

que ama en su entrega

y que regala a  la libertad todo el espacio del tiempo

*

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“Más allá del homo sapiens”, por José Arregi.

Miércoles, 22 de junio de 2016
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homo-sapiensLeído en su blog:

Más pronto que tarde, los avances científicos nos obligarán a repensar casi todo lo que la filosofía y la teología nos han enseñado y que en buena medida seguimos pensando acerca del ser humano y de su “singularidad”: su autoconciencia y libertad, su razón y corazón, su mente o espíritu. ¿Somos tan singulares como hemos pensado durante miles de años? Necesitamos una gran cura de humildad, que es como decir sabiduría. O humanidad. O incluso transhumanidad.

Lo cierto es que nos hallamos en camino, aunque no sabemos exactamente hacia dónde. A las religiones monoteístas y sus teologías les está costando más asumir esta visión inacabada, provisional, evolutiva del ser humano; están anclados en un paradigma demasiado antropocéntrico y fixista, ligado a dogmas que consideran revelados e intocables. Pero las ciencias nos irán obligando, nos están obligando ya a superar esa visión.

Las neurociencias demuestran que todo lo que llamamos “humano” depende de las neuronas, que son células, que son moléculas, que son átomos organizados. Y todos los animales, salvo las esponjas, poseemos neuronas, en grados muy diversos de complejidad organizativa. A cerebros más complejos capacidades más altas. Y esa evolución que nos lleva desde el átomo a la autoconciencia es un proceso unitario de saltos cualitativos, y los saltos cualitativos se producen a medida que se da una mayor complejización cuantitativa.

Cierto, la mente y los factores sociales que la condicionan contribuyen también a modelar el cerebro, por eso que llaman “plasticidad” del cerebro. Hay una cierta interacción: del cerebro emerge la mente, y la mente actúa sobre el cerebro. La mente o “espíritu” también hace ser en alguna medida al cerebro que nos hace ser inteligentes o espirituales. Los sentimientos, los pensamientos y la conciencia son sin duda más que mera biología (células, genes y neuronas), y la biología es sin duda más que mera química (átomos, moléculas, sustancias). Pero la psicología existe gracias a la biología y no puede existir sin ella, ni la biología sin la química. La mente o “espíritu” no puede ser sin el cerebro. Dependemos de las neuronas para reír y llorar, pensar y hablar, recordar y proyectar, confiar y temer, amar y odiar, ser fieles o infieles, valientes o cobardes. Y para creer y orar, amar e imaginar a Dios para bien o para mal. Nos diferenciamos de las lombrices por el número de neuronas y de conexiones neuronales. Somos más que neuronas, pero siempre por medio de las neuronas, y de los átomos y las moléculas que las forman.

Hay más. Las neurociencias no solo estudian el cerebro, sino que abren caminos para cambiarlo profundamente. Lo que ayer era insospechable es hoy realidad. Lo que hoy solo se empieza a barruntar, e infinitamente más, algún día será realidad. Que sea para bien o para mal, he ahí la cuestión. Pero será. Hace tres meses, en marzo del 2016, 20 años después de que un ordenador venciera al mejor jugador de ajedrez de la época, Gary Kasparov, el programa AlphaGo de Google ganó por 4 a 1 uno al surcoreano Lee Sedol, el mejor jugador mundial de go, una especie de ajedrez oriental que consiste en ir colocando piedras negras y blancas sobre las casillas de un tablero. Parece sencillo, pero debe de ser más complicado que el ajedrez convencional. Pues bien, un ordenador le puede al cerebro humano mejor preparado.

Y la capacidad del ordenador aumentará sin medida. Stephen Hawking no alberga ninguna duda de que este hecho tendrá lugar, sino sobre si cuando tenga lugar será beneficioso para nosotros. En septiembre de 2015, dijo en una entrevista: “Los ordenadores superarán a los humanos gracias a la inteligencia artificial en algún momento de los próximos cien años. Cuando eso ocurra, tenemos que asegurarnos de que los objetivos de los ordenadores coincidan con los nuestros”.

¿Pero no podrán igualmente mejorar las capacidades del cerebro humano? Éste ya es absolutamente portentoso, con sus 100.000 millones de neuronas y 500 billones de conexiones entre ellas (conexión más, conexión menos). Nada impide, sin embargo, pensar que sus capacidades puedan aumentar y sus prestaciones “mejorar” indefinidamente, gracias, por ejemplo, a implantes de nanorobots invisibles. Y entonces ¿qué seremos? Çuando nuestro cerebro actual llegue a ser o lo hagamos ser mucho más capaz…, ¿seremos aún humanos? La pregunta es ineludible, como ineludible parece la futura interacción y simbiosis creciente entre el cerebro y el robot. Cuando Nicholas Negroponte, hace 30 años, predijo libros electrónicos y videoconferencias, nadie le creyó; hace unos meses anunció que podremos aprender idiomas con solo tomar una pastilla, que instalará un nanochip en nuestro cerebro. Así será con todo.

¿Con todo? ¿También con nuestras cualidades “espirituales”: conciencia, libertad, inteligencia, amor? ¿Y por qué no? Todas las funciones que llamamos “espirituales”, insisto, emergen de lo que llamamos materia: de menos surge más, gracias a relaciones u organizaciones más complejas. Pero es ingenuo –y sería descorazonador– pensar que, con nuestra especie humana, la evolución ha llegado al máximo grado de capacidad cerebral o neuronal, al máximo grado de desarrollo “espiritual”, a la última “singularidad” posible… ¿Qué nos permite pensar, además, que no puedan existir ya en algún lugar de este o de otros universos otros seres más “espirituales” que nuestra especie sapiens? En cualquier caso, la evolución prosigue, con una peculiaridad: la de que la especie humana se ha convertido ahora –esto no lo sospechó Darwin– en el factor decisivo de su propia evolución y de la evolución de la vida en general en todo el planeta. ¿Hasta dónde llegaremos? Y vuelve la pregunta más inquietante: ¿Será para bien del ser humano y de la comunidad de los vivientes? ¿Qué habremos ganado con todos nuestros progresos si no nos llevan a cuidar mejor la vida en su conjunto?

El horizonte está lleno de enormes amenazas y de inmensas posibilidades. Todo nos llama a dar un gran salto más allá de nuestros esquemas y conductas tan estrechas, de nuestros intereses tan egoístas, tan engañosos al final. No habrá esperanza para nuestra especie y para todas las especies que dependen cada vez más de nosotros, mientras no superemos nuestro actual nivel “espiritual” de conciencia y libertad. Y no lo logramos solo con las ciencias, pero tampoco sin ellas. Ciencia, educación, política, espiritualidad… todo nos hará falta para ser espirituales o más sabios.

Solo seremos sabios cuando seamos humildes, cuando nos sepamos tierra, humus, misteriosa “materia” dotada de movimiento y relación y gracias a ello de infinita creatividad, de posibilidad de ser más, de misterioso “espíritu” emergiendo de la materia. Seremos sabios cuando queramos y podamos ser de verdad hermanas, hermanos de todos los seres. Y es posible que para eso tengamos que dejar de ser esta especie que hoy llamamos muy impropiamente homo sapiens.

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3.6.16. Sagrado Corazón: El Cristo del año de la Misericordia

Viernes, 3 de junio de 2016
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JESÚS - SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS - SacredHeartofJesus-11Leído en el blog de Xabier Pikaza:

Se celebra hoy la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús, la última de las grandes devociones de la Iglesia, que ha tenido una gran importancia en la piedad católica desde el siglo XVIII hasta el XX.

El día Sagrado Corazón reviste una importancia especial este año 2016, que es el Año de la Misericordia, pues el Sagrado Corazón ha sido el signo/icono de la Misericordia de Cristo en tiempos de fuerte devoción y a veces imposición cristiana. Ha sido un Cristo de dos frentes:

Cristo de la Gran Misericordia (=Corazón que se apiada, que se enamora y enamora), signo de la intimidad cordial y gozosa de la vida
— Pero ha sido también a veces el Cristo de un tipo de imposición religiosa, un Cristo que Vence, que Reina, que Impera (al menos en los lugares donde ha triunfado un Nacional-Cristianismo).

Por eso es bueno recordar hoy y recuperar los valores de esta gran fiesta, en especial este año del Cristo de la Misericordia. Buen día a todos, día de corazón, de intimidad, de fiesta de Dios, con Jesús que sigue diciendo “venid a mí…” (Mt 11).

Introducción

No es una fiesta primitiva, ni forma parte del ciclo litúrgico oficial, pero ha tenido un gran influjo en todo el mundo católico. Ella es para muchos la expresión más honda de la humanidad de Dios y de su cercanía afectiva, en un tiempo en que otras formas de entender a Cristo habían perdido su hondura de amor y se había, convertido en un signo sacral alejado de la vida, lo mismo que el Dios, entendido como un ser lejano, juez implacable de vivos y muertos.

Gracias al Sagrado Corazón de Jesús, entronizado en mil casas, colocado en la puerta de millones de hogares, en lo alto de montes y colinas, en el centro muchas ciudades, se ha mantenido firme la experiencia de la humanidad de Dios, la vinculación del Evangelio con la vida concreta, el amor y la familia, la Presencia Providente del misterio. Por eso me parece bueno ofrecer hoy una visión de conjunto de su sentido en la historia cristiana y de su actualidad, este año 2016, cuando para muchos no es tan importante como antes.

Bendecire_1Esta devoción, que ha sido central en la Iglesia católica hasta hace unos decenios, ha permitido vincular a los cristianos con el Jesús real, un hombre “querido”, al que se puede amar y rezar (a pesar de que muchas veces ha tomado formas afectadas, en el mal sentido de la palabra, con imágenes de tipo quizá sensiblero).

Con este motivo quiero evocar el origen e importancia de esta devoción en la historia de la iglesia, una devoción que puede unirse a la del Pantocrator de Oriente y a la de Jesús Crucificado, que ha sido esencial en la piedad de la Iglesia occidental desde la Edad Media.

Esta postal tiene dos partes, que son relativamente independients.

— Empiezo presentando el sentido de varias devociones a (de) Cristo en línea de corazón (para llegar así al Sagrado Corazón, en sentido estricto).

— Me ocupo de la devoción explícita al Sagrado Corazón, para acabar ofreciendo un breve comentario de las palabras principales del Nuevo Testamento sobre el tema…

Venid a mí todos los cansados y agobiados, que yo os daré descanso.
Tomad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí,
pues soy manso y humilde de corazón,
y hallaréis descanso para vuestras almas (vidas) (Mt 11, 28-29)

Buen día del Corazón de Dios a todos sus devotos, buen día a todos los que celebran hoy su fiesta.

A. DEVOCIONES A CRISTO EN LÍNEA DE CORAZÓN

Desarrollo tres modelos, que me parecen más significativos:

(a) Jesús como amado del alma, mística esponsal, que parecía más propia de mujeres.
(b) Jesús como Gran Capitán, mística ministerial, más propia de varones “ordenados” y con poder.
(c) Mística del amor diaconal, del servicio a los demás, propia de varones y mujeres (aunque ha sido más desarrollada en la Iglesia por mujeres).

De estas tres devociones deriva de un modo natural la del Sagrado Corazón, en clave de amor, de compromiso pastoral, de servicio social:

1. Amado del alma:
contemplación esponsal, más “propia” de mujeres.

Esta visión ha sido más desarrollada por mujeres, pero también por varones, al menos desde la Edad Media. Tiene raíces bíblicas, pues el mismo Nuevo Testamento presenta a Jesús como esposo (en una tradición múltiple, presente en Mt y Lc, en Pablo y Juan), siguiendo una experiencia muy honda de los profetas del amor de Dios. Leer más…

Espiritualidad, General, Iglesia Católica , ,

Hacia la herencia inagotable

Miércoles, 11 de mayo de 2016
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6521584José Mª Rivas Conde,
Madrid

ECLESALIA, 27/04/16.- uando  palpa uno su perdición y recapacita sobre ella, aún tiene un último recurso de salvación eterna: la esperanza en Dios acogedor (Lc 15,16-20 y 23,39-43). Parece que sería sensato alimentar esa esperanza a lo largo de la vida, aunque sólo fuere “la del por si acaso” (Ver mi escrito “Insospechable Magnitud de la Respuesta Divina”), procediendo en el día a día de acuerdo sólo con su palabra.

“Sólo con su palabra”, porque es de Él de quien se espera la salvación y no de ninguno otro. Esto lo creo diáfano y asequible a todos. Lo dificultoso para muchos es discernir con seguridad la palabra auténtica de Dios. Porque Él nos habla siempre a través de emisarios, y porque es escurridiza la garantía de disponer de esa condición todos los que se nos presentan como tales y, más aun, la de gozar de ella en todo lo que trasmiten como palabra divina.

En concreto: grande ha sido la cantidad de palabras condicionantes de la salvación eterna, que la propia Iglesia Católica ha catequizado durante siglos equivocadamente como divinas, entremezcladas con la que en verdad lo era. Lo certifica la poda que ella misma ha hecho desde Pío XII a nuestros días. Siempre sin alharaca o, a lo sumo, envuelta en muy razonable justificación. Pero así no se evita que se trate de aboliciones o revocaciones; sino que sólo se muestra la conveniencia de realizarlas.

Imposible recogerlas todas en escritos como éste. Con todo, recordaré unas cuantas que estando decretadas, supuestamente como digo en nombre de Dios, no sólo bajo penas eclesiásticamente remisibles, sino incluso bajo la de condenación eterna, han sufrido cambio o derogación. Así ha sucedido masivamente con motivo de la reforma litúrgica. Así también con preceptos de menor conexión temática entre sí, como santificar el propio día jueves de la Ascensión y el del Corpus; iluminar el sagrario con lamparilla de aceite de oliva; celebrar misa con dos velas de cera de abejas; observar rigurosamente todas las rúbricas del canon de la misa, incluso la “ahora” ridícula de no separar el celebrante los índices de los pulgares desde la consagración hasta después de la comunión; celebrar misa con acólito y que éste fuera de sexo masculino; guardar ayuno total desde las doce horas de la noche previa a comulgar; cumplir, salvo que se tuviera la bula, todos los días de ayuno y abstinencia del año; no ordenar la incineración del propio cadáver ni colaborar en ninguna; no leer obra incluida en el Índice de Libros Prohibidos, ni tenerla o retenerla durante más de un mes aun sin leer; no omitir el subdiaconado antes de conferir las órdenes mayores; no exigir a todos los del rito latino el celibato para el diaconado, o para el ministerio presbiteral (ya no se exige para el de los presbíteros anglicanos convertidos al catolicismo). Y ultimísimamente, aunque de momento sólo en parte, no comulgar viviendo anómalamente la conyugalidad.

Que haya palabras divinas revocables es tan absurdo como que lo eterno pueda perecer. O como que Dios no sea infinitamente sabio desde siempre y a veces necesite rectificar. Por ello, lo que de hecho resulta revocado, por fuerza ha de ser, no sólo revocable en sí mismo, sino además necesariamente humano. Aunque haya sido eclesiástico. Y, urgirlo como palabra de Dios bajo pena del infierno fue, además de engaño, abuso de poder. Porque no existe absolutamente nadie que pueda sancionar el incumplimiento de obligación revocable con pena eterna, como es la del infierno predicado incluso para los que niegan que exista. Sería, en lenguaje de los filósofos, una “contradictio in terminis”: la eternidad de una sanción la niega precisamente la propia derogabilidad de la prohibición. La posibilidad de derogar la obligación entraña la de abolir su pena, no sólo en cuanto a su vigencia como norma, sino además en cuanto a la supervivencia de su aplicación pasada. Como la posibilidad de abatir las columnas dio a Sansón la de derrumbar por completo el templo filisteo que ellas sostenían.

La revocabilidad de las palabras puede entonces servir para distinguir las simplemente humanas de la divina. No tiene tarea caer en la cuenta de ella una vez producida la derogación respectiva; y poca, llegar a conocerla antes. Basta con atender al contenido específico de cada palabra: si eterno, es divina; si temporal, o promulgada en fecha histórica, o de validez dependiente de circunstancias extrínsecas y contingentes (raza, cultura, lugar, siglo, rito, etc.), sólo humana por más alta representación de Dios que ostente quien la haya pronunciado y por explícita que aparezca en los más antiguos textos tenidos por sagrados.

Éste criterio, aunque de sobrada garantía racional, lo creo además acorde con la enseñanza de 1Pe. En razón de la interrelación que aprecio entre 1,3-4 y 1,23-25, sintetizo en uno ambos fragmentos y formulo así su contenido en lo que hace al criterio señalado: “Para la herencia imperecedera que nos está reservada, somos engendrados por la palabra viva y permanente de Dios; no por la corruptible del hombre. Porque todo lo humano es como heno efímero, y toda su gloria como flor de heno. Mas el Señor es eterno y su palabra permanece para siempre”. Supone que la eternidad sólo puede manar de lo eterno, nunca de lo caduco. Que lo efímero pueda parirla sería tan absurdo, al menos, como que un peñasco engendre un hombre. O como que el heno marchitable tenga flor perenne.

Así pues, en orden a alimentar durante la vida nuestra esperanza en Dios atendiendo sólo a su palabra, de todas las que se nos catequizaron divinas podemos empezar por despreocuparnos y desentendernos sin la menor vacilación, de cuantas vinculen la herencia inextinguible o su amejoramiento, a cosas de la vida del hombre sobre la tierra. Por fuerza esas palabras han de ser sólo invención de hombres. Darles valor de salvación imperecedera equivaldría a vivir en la irrealidad de la contradicción señalada: la de afirmar efecto eterno en lo perecedero y caduco.

A la vez que pérdida de tiempo es desatino proclive a aberraciones. En ocasiones hasta las barbaries registradas por la historia y que Jesús anunció como evento aún posible tras su partida (Jn 16,2): “quitar la vida a otro pensando rendir con ello culto a Dios”.

Eso fueron las inmolaciones rituales de seres humanos en los altares de las religiones primitivas de siglos ha. Como la que Jefté prometió hacer a Yahveh si le concedía vencer a los amonitas (Jue 11,31) y como la que  pretendía hacer Abraham de su hijo Isaac. Y eso fueron las inmolaciones alitúrgicas de las piras de la inquisición de no hace tanto. Y la cruenta de la violencia contra los “disidentes”, aún presente en religiones infectadas de mesianismo imperialista y reivindicador. O la ya incruenta contra los propios fieles, con ayunos, abstinencias u otras penitencias; o ponderándoles la imaginada eficacia del sacrificio. Leer más…

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¿Dónde estás corazón?

Viernes, 6 de mayo de 2016
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12991126_215443435498271_7337234590807495056_nEs difícil vivir cuando el corazón no está en casa. El corazón, por definición, es hogareño, y permanente, necesita un espacio estable. Pero también tiene sus “pecadillos” y, a veces, se va de casa, buscando otros amores. Entonces comienza el caos. No se puede tomar decisiones si el corazón está ausente, ¿cómo llegas al consenso sin consultarlo? Por otro lado, tampoco se puede madurar y afrontar la vida sin optar. Lo “fácil” es continuar dejando que el tiempo te viva. Una forma más sutil de ir asesinando el alma. Vivir descorazonadamente es vivir muriendo.

A veces el corazón se rompe y entonces corremos el peligro de ir por ahí repartiendo pedacitos. Tenemos que ser muy cuidadosos cuando esto sucede, procurando unir con paciencia y tolerancia esos fragmentos perdidos y desorientados.

El corazón no es un buen geógrafo, cuando sale de casa le resulta difícil regresar. Para su orientación necesita de la voluntad y la humildad. ¡Y la paciencia!. Pero, una vez en casa…, ¡ah!, todo cambia.

Necesitamos un corazón en propiedad, nada de en alquiler.

Cuando el corazón está en casa, habitando su espacio en toda su presencia, se producen cambios en la vida. Es curioso que, a mayor permanencia del corazón, mayor movilidad de la existencia. Sí, se crece, se descubren cosas (no siempre agradables, es cierto), se decide, y los ojos adquieren la capacidad de mirar más hacia dentro que hacia fuera, más hacia lo eterno que hacia lo efímero.

Todos tenemos experiencia de corazón casero y de corazón ausente.

Llama hoy a la puerta de tu alma y averigua si está o no el corazón en casa. Búscalo si no hayas respuesta a la primera, insiste, no te canses. Pero… sí, quizás no esté presente, quizás haya partido.

Según la respuesta… tú decides qué hacer. ¿Le sigues en su ausencia o le ayudas a volver a casa?

Fuente: Monasterio Monjas Trinitarias de Suesa

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“Resucitar: Despertar hacia la Vida”, por Juan Masiá sj

Miércoles, 13 de abril de 2016
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tumblr_nxhceyaYfD1sg130wo1_400De su blog Pensar y Vivir en la Frontera:

Espiritualidad es despertar, salir del espejismo y abrir los ojos a la Vida. Por eso Pablo puede decir que “ya hemos resucitado”, que la resurrección no es algo que ocurra después de la muerte sino que empieza cuando, como dice Juan, tenemos “vida eterna ya aquí y ahora” y por eso “quien cree no morirá para siempre”.

Espiritualidad es despertar a la Vida. Resucitar es despertar, levantarse, ponerse en pie, renacer a nueva y auténtica vida en el Espíritu.

Resucitar es despertar hacia la Vida, transformarse y vivir para siempre…

“Cuando traducimos del griego, “anástasis” nos impresiona con el triple impacto de sus significados: levantarse, despertar, resucitar.

En cambio, nos disgusta que la iglesia japonesa haya traducido resucitar como “re-vivir” (en japonés  復活fukkatsu,  復fuku: de nuevo, y  活katsu: vivir). No, resucitar no es volver a esta vida, ni revivir en esta vida, ni sobrevivir indefinidamente en esta vida, sino trans-vivir,.

Resucitar es transformarse, como la crisálida en mariposa, para volar hacia la vida nueva, verdadera y auténtica, la vida en el seno de la Vida.

Por eso la teología que hace esfuerzos por arraigar en la cultura, les propone a los creyentes japoneses traducir resurrección, no como revivir (復活fukkatsu) sino como vida nueva (新活shin-katsu) y vida verdadera (también 真活shin-katsu).

Vida más allá de esta vida y no meramente “vida después”, ni siquiera “vida perdurable”, sino vida transformada en el seno de la Vida de la vida.

Pablo acuñó para ello un término paradójico, pletórico de sentido: cuerpo espiritual, soma pneumatiikón, “Se siembra un cuerpo animal, surge despertando (resucitando hacia la vida) un cuerpo espiritual” (1 Co 15, 45).

(Para leer más, véase: Vivir, ed. Desclée, 2015, pp 181-188)

Fuente Religión Digital

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Jesús nos invita a descentrarnos

Jueves, 24 de marzo de 2016
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imagen14Fernando Torres Pérez, Fundación Luz Casanova,
Madrid.

ECLESALIA, 23/03/16.- El Jueves Santo es el Día de la Caridad. Yendo a lo que se ve, a lo más aparente, es el día en que la colecta de la misa se hace en favor de Caritas parroquial. ¿Sólo eso? Es una pena que nos quedemos ahí. Porque el Jueves Santo es el día en que celebramos la institución de la eucaristía. El Jueves Santo nos habla de una mesa común y de los hermanos y hermanas compartiendo el mismo pan. El Jueves Santo nos habla del amor fraterno. Y la caridad no es más que otro nombre del amor fraterno. El Jueves Santo nos habla de una eucaristía que es mesa abierta en la que nadie es excluido y donde los más débiles tienen un lugar de preferencia. El Jueves Santo nos recuerda la despedida de Jesús, la última cena con sus discípulos pero también las muchas comidas que celebró con sus amigos y con los pecadores y con los que se encontraba por los caminos de Galilea. Porque una comida es siempre encuentro de familia, fraternidad, amistad, acogida… Pasa que nuestras eucaristías son demasiadas veces un ritual frío, y en algunas ocasiones una parodia burlesca, más que el signo de un verdadero encuentro entre hermanos, presidido por el hermano mayor que es Jesús, en el que todos nos sentamos a compartir el pan de la palabra y el pan de la vida para alimento de todos.

En la eucaristía, por definición, la preocupación no se centra en mi bienestar sino en el bien de la comunidad, de los hermanos, de los otros. En la eucaristía los excluidos son acogidos, los débiles reciben los primeros puestos. En la eucaristía el servicio mutuo es el arquitrabe que hace posible seguir construyendo la familia del reino. La caridad fraterna es la argamasa que mantiene unidos a los que somos muchos y diferentes y hace de todos una familia, la de los hijos e hijas de Dios. La eucaristía por eso es, debería ser, signo del reino, catarsis de nuestros mejores sueños, que se convierten por un momento en realidad y, a la vez en promesas de plenitud. Y que, por eso mismo, nos anima al compromiso por hacer de esa fraternidad, de la eucaristía, una realidad, no sólo en el momento de la celebración sino en la vida diaria y cotidiana.

Pero éste es un planteamiento que mucha gente de hoy no entiende. Porque culturalmente la emergencia del yo, del individuo, ha convertido a éste en el centro del universo. Y, como los planetas giran alrededor del sol, también el individuo entiende que todo lo que está en torno a él son materiales que debe utilizar para conseguir sus objetivos personales: su propia plenitud y felicidad, consideradas siempre desde el punto de vista de mi “yo”. Y cuando digo todo es que todo se pone al servicio del “yo”. Todo: la amistad, el estado, los bienes materiales, los derechos y el derecho, la pareja, la familia y hasta el clima.

Hace unas semanas leía en la revista semanal de un periódico un artículo sobre el perdón. El articulista, un psicólogo profesional, desvinculaba, por supuesto, su tema de cualquier tipo de relación con el aspecto religioso del perdón. Nada que ver. Lo suyo era un comentario totalmente laico sobre los beneficios psicológicos del perdón. Eran dos páginas dedicadas a enumerar esos beneficios que se producían sobre todo, casi exclusivamente me atrevería a decir, en la persona que perdona. Por supuesto, dejaba claro que no se trataba de olvidar. El objetivo del perdón era sobre todo que la persona supuestamente ofendida lograse encontrar la paz, la serenidad, la armonía necesarias para vivir. Olvidar la ofensa podría suponer el volver a establecer una relación que podría ser peligrosa para el sujeto. Pero perdonar era condición necesaria para superar la herida.

Desde esta perspectiva, el centro es el “yo” y el bienestar del yo. El perdón no es algo que se oriente a la recreación de las relaciones sociales rotas sino que se dirige básicamente a facilitar el bienestar del yo, que se sitúa en el centro del universo. Es lo más importante.

El artículo me hizo recordar un libro de un sociólogo español, Javier Elzo, sobre la juventud. No recuerdo ahora el nombre del libro pero si un párrafo que me llamó la atención. Hablaba de los jóvenes y la familia y el matrimonio. Y decía Elzo que el mundo de hoy la familia se ha convertido en una prótesis añadida a la persona. Sí, en una prótesis. La persona se sitúa de tal modo en el centro del universo que todo gira en torno a ella. Si no me funcionan los ojos correctamente, para ver bien utilizo una prótesis artificial: las gafas. Si no me funciona el oído, para oír bien utilizo un audífono. Si no me funcionan las piernas, para moverme utilizo una silla de ruedas. Todo se hace para que la persona tenga su funcionalidad plena. Si estoy solo, para tener compañía me busco una pareja. Gracias a él/ella encuentro compañía, familia, etc. Pero como las gafas o los audífonos u otras prótesis llegan un momento en que se estropean y se cambian por otras, también la familia, si se estropea, se cambia por otra –lo de arreglar o reparar no entra en una cultura que se ha acostumbrado al usar y tirar-.

Es decir, el mismo mecanismo que nuestra cultura ha aplicado al uso de los bienes materiales se ha terminado aplicando a la búsqueda de la plenitud personal, de la felicidad. Yo tengo que ser feliz. Tengo derecho a la felicidad. A mi felicidad. Para eso me sirvo de todo lo que está a mi alrededor, ya sean cosas o personas. La pareja me sirve en cuanta me hace sentirme feliz y bien conmigo mismo. Los conflictos, cualquier tipo de conflicto, se ve como un fracaso, una quiebra de ese derecho a ser feliz. El juguete se ha roto y lo que hay que hacer es cambiarlo por otro. Si la pareja no me ayuda a ser feliz, entonces hago lo mismo que con las gafas. Voy al oculista y la cambio por otras. En el caso del matrimonio se va primero al juzgado y luego se busca una nueva pareja. O no. Quizá por un tiempo el “yo” prefiera estar solo y sin compromiso. Los hijos se pondrían en la misma línea. Tener hijos ayudan a sentirse bien. Esa es la gran motivación. Valen en tanto en cuanto. Y nada más.

Así pues, en nuestra cultura hay una ideología o forma de pensar que se sitúa en la línea que acabamos de comentar: “yo” estoy en el centro del mundo. Todo lo que me rodea está para contribuir a mi felicidad. Lo que no sirve para ese objetivo es desechable, carece de interés. De alguna manera, no existe. Es posible que desde esa motivación se busque la fraternidad. Se hace porque en ese ambiente fraterno el “yo” se siente mejor, más arropado, más cálido. Siente menos la soledad. Pero no hay que olvidar que el centro sigue siendo el “yo”. Leer más…

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¿Te vienes a cenar?

Jueves, 24 de marzo de 2016
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pan-para-cenarYolanda Chaves, yolachavez66@gmail.com; Mari Paz López Santos,pazsantos@pazsantos.com; Patricia Paz, ppaz1954@gmail.com
Los Ángeles; Madrid; Buenos aires.

ECLESALIA, 24/03/16.- Me invitaron a una cena que promete ser muy especial. Es increíble pero el que firma la invitación es ¡Jesús mismo! Nadie me lo cree, es que ni yo misma me lo creo, pero ahí está el sobre, sencillo y la tarjeta adentro, dice: Si tienes hambre, ven.

Cuando recién me llegó pensé que era una broma de alguno de mis amigos. Imagínense, una invitación firmada por Jesús, quién se lo va a creer. Con el pasar de los días me  llegaron correos de mis amigas Yolanda y Mari Paz y ahí supe que la cosa venía en serio. Es que mis amigas viven en USA y en España y no hay ninguna, o casi ninguna posibilidad, de que mis amigos les puedan hacer la broma a ellas.

Lo otro que me chirriaba  es el tema del hambre, porque ni bien la recibí pensé que se habían equivocado de persona. Con tanta hambre en el mundo, ¿me iba a invitar a mí que pertenezco a la categoría de los privilegiados que tienen satisfechas todas sus necesidades? Pero de a poco empecé a sentir todas las “hambres” que tengo, que no son precisamente de comida, pero que son muchas y empecé a desear que fuera verdad, aunque seguía dudando.

…….

Abrí el buzón del correo con aire distraído. No esperaba recoger más que publicidad y los típicos sobres con ventanita de correspondencia bancaria. Ya nunca llegan cartas con “letra humana” como en otros tiempos.

La primera sorpresa fue aquel sencillo sobre blanco en donde figuraban mi nombre y dirección postal escritos… ¡a mano! Impresionada, di la vuelta para ver quién era el remitente: “Jesús, el de Nazaret”, escrito a bolígrafo en perfecta letra humana.

Esto es una broma o publicidad, pensé mientras me dirigía al ascensor. Abrí con prisa y leí una tarjeta de invitación, también escrita a mano: Si tienes hambre, ven. Puedes traer a otros, todos están invitados, no importa cuántos”, firmado: “Jesús, el de Nazaret”.

Abrí la puerta, dejé el bolso y las llaves y repetí la operación de lectura. Algo no había entendido o eso era una broma. Quizás un atractivo medio publicitario. Nada. Quedé pensativa y aparté el sobre para volver más tarde. Pero no podía dejar de pensar en esa invitación: “Estoy invitada si es que tengo hambre y puedo ir acompañada por quienes considere que les gustaría asistir imagino que siempre y cuando también tengan verdadera hambre”. ¿A quién le cuento yo esto? Creo que escribiré a mis dos amigas Yolanda y Patricia, que seguramente se sorprenderán pero no creen que digan que estoy loca. Escribir “a seis manos” desde tres partes del mundo nos pone en una dimensión de activas “escuchantes” de la realidad, abiertas a las sorpresas con naturalidad.

…….

Aquella madrugada como todos los días, esperaba la ruta que me acerca a mi trabajo en la estación del metro en el centro de Los Ángeles. Esa mañana era como todas; la estación llena de personas apresuradas ascendiendo y descendiendo de las diferentes rutas del metro sin poner atención en los rostros de los transeúntes. De pronto alguien se me acercó “debe ser alguien que necesita dinero para completar su pasaje” pensé, y me apresuré a buscar unas monedas en mi bolso. Era una anciana, confieso que me hubiera gustado relatarles que era una viejecita sonriente y amable, pero no, la anciana que se me acercó tenía el rostro amargado y el aliento alcohólico. Le ofrecí las monedas y ella no las aceptó. Tenía sus manos temblorosas ocupadas con un sobre manchado y maltratado, lo levantó hasta mi cara. “Esto es para ti” dijo, me lo entregó y se fue.

Revisé el sobre, en la parte del remitente estaba escrito: “Jesús de Nazaret” y en la del destinatario mi nombre: “Yolanda”.  Llegó el metro que esperaba, no hubo tiempo de abrir el sobre, a esa hora los vagones del metro van tan llenos que abrirlo y leerlo hubiera sido imposible. Lo guardé en mi bolso, llegué a mi trabajo, y tomé mi lugar en aquel inmenso mar de máquinas de coser. Mientras trabajaba, pensaba: “¿Quién puede conocer mi nombre en la estación del metro?”. Esperé hasta la hora de mi descanso para leer el contenido del sobre, lo abrí y decía: “Hija, sé que tienes hambre, ven. Puedes traer contigo a los que quieran una comida caliente”. Miré a mi alrededor, y pensé: “¿Habrá suficiente para todos ellos?”. No pude dejar de pensar en esa invitación tan personal y cercana. Ya en mi casa, al finalizar la jornada diaria, leía y releía el contenido del sobre. “Si esto es en serio ¿Cómo empiezo a invitar a esa cena especial a todos los que tienen hambre?”. Entonces decidí escribirle a mis amigas: hasta España a Mari Paz y hasta Argentina a Patricia. Seguramente “seis manos” podrán mejor que dos.

…….

Jesús nos convoca a celebrar la Eucarística, la primera, la de siempre, la que no pierde vigencia.  ¿Dónde tenemos que ir? ¿A Jerusalén, como aquella vez?… No, nos espera en cualquier lugar donde haya gente que tenga hambre y sed de Pan y de Vino, de Justicia y Solidaridad, de Fraternidad y Comunidad; donde haya personas que sufren y se sienten rechazadas por cualquier motivo; entre los que huyen de la guerra o la violencia… “Allí nos encontraremos”, nos ha dicho. “Id, cada una de vosotras, al lugar de vuestro continente en donde penséis que debéis estar convocando e invitando a la Cena a la que yo invito. Sois mensajeras como aquellos que mandé al cruce de los caminos…”.

Nos han invitado a una cena muy especial, será íntima y multitudinaria, indicándonos que salgamos a los caminos a buscar comensales. No hay restricciones ni números clausus. No hay que ir de etiqueta ni hay puestos de honor.

Nos han dicho que hagamos llegar la invitación a muchos, que utilicemos los medios a nuestro alcance para que la cena tenga todos los invitados que quieran asistir.

invitaciones-para-la-cena-de-la-empresaQue se expanda por la redes sociales, que lo transmitamos boca a boca en los encuentros de grupos y comunidades;  en las reuniones de la parroquia, de las vicarías, de las diócesis y en la curia vaticana; en monasterios y conventos, en sinagogas y mezquitas, en cárceles y hospitales, en despachos gubernamentales y en prostíbulos de carretera, en reuniones financieras. Que llegue la invitación a la orilla del Mediterráneo mientras se recogen vidas ateridas y chalecos salvavidas.

A los que viven en la calle, a los que huyen del hambre… Todos estáis invitados, nos ha dicho. Hay muchos sitios, no hay cuotas, ni clases, no se necesitan papeles, no tienes que llevar dinero.

Los niños y las niñas son bienvenidos y serán los que tengan un sitio especial al lado del Anfitrión.

¡Tomad nota!… es al atardecer de hoy Jueves, el que llaman Santo. ¡Ven, sí tienes hambre…!

Todos los que lean esto, están invitados; y a los que se lo hagan llegar por el medio que sea. Vayan pensando de qué les gustaría hablar con Jesús y de qué tienen hambre.

No se olviden de contestar a cualquiera de las direcciones de correo que figuran arriba indicando qué motivo les mueve a participar en esta Cena

 (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

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San José, gran patrono

Sábado, 19 de marzo de 2016
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1935800_562361837274346_3356579829000150268_nDel blog de xabier Pikaza:

San Jose ha sido y sigue siendo en la Iglesia , un gran patrono. Así le recordamos como:

Patrono de padres, físicos o adoptivos, de aquellos que saben que la vida es para darla en amor, y para acompañar y guiar el hijo (ver cuadro del Greco, con Toledo al fondo) Felicidades

Patrono de maridos respetuosos, que se fían de sus mujeres, que aceptan el misterio de Dios en ellas, que las aman y comparten la vida con ellas… Felicidades.

Patrono de trabajadores artesanos, sin tierra propia: Así aparece el 1 Mayo, un Día llamado de José Operario, así en la Biblia como obrero

Patrono de novios…. de todos aquellos que buscan mujer buena y que por eso le florece la Vara del amor (ver imagen 2, según tradición oriental, de las Hermanas de Belén)

Patrono de las monjas a las que protege, hombre de la casa que ellas necesitan (así le vio Santa Teresa)

Patrono de la Buena Muerte: así le han visto y rezado nuestro abuelos, porque murió, en manos de Jesús y de María y protege en la muerte a los que le invocan
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Patrono de niños sin padre, pues lo fue del Hijo de Dios, que nació sin protección el mundo… como los niños perdidos y abandonados (recogió al hijo de Dios, recogiendo y reconociendo como suyo al hijo de María)

Patrono de la Iglesia, familia de Jesús, que él ha de proteger, como protegió a Jesús (como declaró el Papa León XIII)

Patrono de “seminaristas”: jóvenes que se preparan para hacer un oficio también vinculado a Jesús…, en clave de familia o celibato, siempre a ras de tierra, como José.

Patrono de emigrantes y forasteros... Así aparece buscando refugio en Egipto, burlando para ello a la policía de Herodes y a las autoridades del nuevo país (que parecen mejores que la de Europa hoy en día, que no dejan pasan a José con su muer y su hijo…)

— Patrono de viudos, pues una tradición (apócrifa) dice que era viudo y que acogió a María abandonada, con su Niño, Hijo de Dios…

Se podrían añadir otros patronazgos, pero voy a limitarme al Nuevo Testamento sabe que es “padre” personal de Jesús (cf. Mt 1-2; Lc 2,1, 26–2, 52; Jn 1, 45; 6, 42) y como fiel ejecutor de la obra de Dios. La tradición católica ha destacado su importancia como “padre humano” (no simplemente biológico) del Hijo de Dios, vinculándole de un modo especial a María, su esposa.

Basta lo dicho… este día de San José. Pueden quedarse aquí todos los que quieran detenerse este día de José en algunos signos de su figura y recuerdo en
la Iglesia, con las dos figuras que presento…

Las reflexiones que siguen recogen una meditación básica sobre el sentido bíblico de Jesús, desde la perspectiva de los evangelios de Lucas y, sobre todo, de Mateo. El texto está tomado básicamente de Historia de Jesús, Verbo Divino, Estella 2013). Buen día de san José a todos.

Datos básicos

(1) Mateo.

La conversión de José… ser padre de Je´sus. Mateo presenta a José como Hijo de David (Mt 1, 20), es decir, como un heredero de las promesas mesiánicas, un hombre «justo» (dikaios) que cumple lo que exige y pide la ley divina (Mt 1, 19). Lógicamente, él tenía que presentarse como trasmisor de las promesas mesiánicas, como alguien capaz de decir a Jesús lo que ha de ser, la forma en que debe comportarse, como portador de la voluntad y de la misión de Dios para su hijo. Pues bien, el ángel de Dios le pide que renuncie a su paternidad, con los derechos que ella implica, poniéndose al servicio de la obra de Dios María, su esposa (Mt 1, 18-25).

De esa forma le pide lo más fuerte y costoso que puede pedirse a un hombre, especialmente si es israelita: que renuncie a su derecho y que acepte, acoja y cuide la obra que Dios ha realizado en su mujer María. Frente al varón dominador que duda de su esposa y la utiliza, frente al hombre que pretende «conquistar» a las mujeres y tomarlas como territorio sometido, se eleva aquí la voz más alta del ángel de Dios pidiendo al varón José que respete a la mujer María, aceptando lo que Dios realiza en ella. En el principio de la historia de la liberación cristiana está la fe de este buen varón José, que se ha dejado cambiar, convirtiéndose de algún modo en cristiano ante María.

(2) Lucas.

La diferencia de José. Se sitúa ya en la vida pública de Jesús, que acaba de anunciar su mensaje de gracia universal (Lc 4, 18-19), retomando el mensaje de Is 61, 1-2 y 58, 6 y anunciando el gran → jubileo, pero omitiendo las palabras clave de Is 61, 2 donde de habla «del día de venganza de nuestro Dios». Eso significa que abre el mensaje de salvación a todos los pueblos, como sigue suponiendo el texto, cuando alude a la tradición del mensaje y milagros de Elías y Eliseo, que ofrecieron su ayuda los extranjeros (habiendo en Israel muchos enfermos (Lc 4, 24-26). Leer más…

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Oración de súplica

Sábado, 5 de marzo de 2016
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oracion-suplica*

A ti dirijo mi súplica, buen Dios, en esta primavera que no florece.

No te canses, Señor, espera otros tres años más, o los que sean necesarios.

Yo hoy soy higuera que no da fruto, que sólo aparenta y está llena de espléndidas hojas y grandes ramas. Sé que vienes una y otra vez a mí, buscando el fruto, el resultado de la semilla que colocaste un día lejano. Aún no, mi pereza, mi infidelidad, mi miedo… tantos obstáculos coloco que es imposible que la tu savia me nutra de verdad hasta que explote mi vida en un fruto.

Pero sé que eres paciente hortelano más que guardián ávido de encontrar resultados. También sé que tu sueño es que yo dé fruto, grande o pequeño, sé que tu deseo es que de mí brote un surtidor de vida.

En ocasiones soy higuera estéril, pero tú riegas con paciencia, y le pides al tiempo y a la existencia que prolongue los minutos para que yo me dé cuenta y reverdezca y brote. No me pides cuentas, no crees que ocupe un espacio que hago inútil.

Será mi propio camino, mi propio esfuerzo quien marque el resultado de mi vida.

Pero tú continúa viniendo a mi tierra, observando amorosamente si despuntan mis brotes. Te paciencia, no te canses, en lo oscuro del invierno está escondida la semilla de la primavera.

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Abba de misericordia y Buda de compasión”, por Juan Masiá sj

Jueves, 3 de marzo de 2016
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buddha_and_jesus1Coincidiendo con la Semana Mundial de la Armonía Interconfesional (proclamada por la Asamblea General de Naciones Unidas en su resolución 65/5 de 2010), en una pequeña “comunidad de base cristiano-budista” , que se reúne en el barrio de Nerima (Tokyo), hemos celebrado un día de retiro y meditación sobre el perdón y la reconciliación en medio del mundo conflictivo actual.

Para orar juntos por la paz en una liturgia interconfesional, se eligieron dos lecturas, una budista y otra cristiana. La budista fue el capítulo 20 del Sutra del Loto: El bodisatva despreciado que a nadie despreció”; la cristiana, el Padre Nuestro, en el contexto del capítulo 6 del Evangelio según la tradición de Mateo.

Los versos del Sutra del Loto sobre el bodisatva Sin Menosprecio rezan así:

Eran los días del Dharma en decadencia / los monjes especulaban con teorías / carentes de autenticidad / El bodisatva Sin Menosprecio / se les acercaba y decía: / No os menosprecio, estáis llamados a la Iluminación. / Ellos, al oirle, se burlaban y le injuriaban. / Pero él lo soportaba inmutable. / Gracias a este bodisatva, mucha gente se convirtió / y caminó hacia la iluminación.

Para compartir el Padre Nuestro, nos sirvió la paráfrasis compuesta hace unos años en un taller de espiritualidad interconfesional. La he recogido traducida en mi libro Vivir. Espiritualidad en pequeñas dosis, Desclée, 2016. Dice así:

Oración desde la vida a la Vida:

Fuente de la Vida, que estás en la vida, que estás en mi vida, que estás en todas partes, vivificándolo todo. ¡Gracias por la Vida que nos vive!

Que nos demos cuenta de que está llegando siempre el Reinado de la Vida. Que lo construyamos vivificándonos, dándonos vida mutuamenye y dando en todo un sí a la Vida.

Que recibamos fuerza de vivir, fortaleza de cuerpo y espíritu con pan de vida y esperanza.

Que nos capacitemos para vivir en reconciliación, recibiendo y dando perdón,y para convivir con las personas más desfavorecidas, con quienes son diferentes y con quienes nos muestran enemistad.

Que seamos liberados de todo mal: del mal en nuestro interior, y del mal que vulnera las relaciones humanas. Y que de fruto el trabajo por la liberación del mal social.

(Vivir. Espiritualidad en pequeñas dosis, Ed. Desclee, 2016, cap. 66)

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“Más allá de los humanos”, por José Arregi

Miércoles, 2 de marzo de 2016
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A VIDA livroLeído en su blog:

En Arroa Behea luce un sol radiante. El sauce reverdece. El petirrojo y la malviz cantan. Una madre joven columpia a su hijita, una y otra vez, suavemente. Llega el tren y luego se va, tra-ca-ta-tá, tra-ca-ta-tá… La madre y la niña siguen jugando. El mundo parece pura armonía, y el ser humano su gloria, su corona, su ángel de la guarda. Con razón canta el salmo judío: “Lo coronaste de gloria y dignidad”. Todos los salmos no bastan para cantar tanta belleza sublime, tanta paz. Misterio del mundo, Gracia de ser.

¿Y tantos horrores humanos? Un padre abusa sexualmente de un bebé de 18 meses, hija de su pareja, y la arroja por la ventana. Ocho mujeres muertas en un mes en España a manos de sus parejas. Personas hechas y derechas que sucumben víctimas del alcohol, del sexo, de la venganza, del dinero. Esta corrupción generalizada. Esas entrañas y fronteras cerradas a hambrientos y a los fugitivos de la guerra. Esta Europa indecente que defiende su bienestar robado a los países más pobres.

Tenía razón San Pablo: “No acabo de entender mi conducta, pues no hago el bien que quiero, sino el mal que aborrezco”. ¿A eso llamamos dignidad, conciencia, libertad? ¿Es libre este pobre ser humano capaz de hundirse en el rencor o en la angustia por un pequeño fracaso, por una simple palabra de ofensa o de crítica, o por el temor de algo que ni siquiera sabe que vaya a suceder? Y nos llamamos Homo Sapiens, y nos creemos los señores del mundo, cuando no somos dueños de nosotros mismos. Y cuanto menos libres nos sentimos más nos empeñamos en dominar a los demás. Y cuanto menos felices somos más daño hacemos y más desgraciados nos volvemos. ¿Qué nos pasa a los humanos?

Antes era fácil: el “pecado original” tenía la culpa de todo. Pero las ciencias, todas ellas a la vez, han vuelto imposible seguir pensando que haya existido alguna vez un paraíso, una caída, un castigo divino. Y han demostrado que todas las formas conocidas de vida en esta tierra son fruto de la evolución de una misma forma inicial, y apuntan con unanimidad creciente la probabilidad de que la vida –tal vez en formas distintas de las que conocemos– sea un fenómeno difundido por todo el universo, aunque ésa es otra historia. Todo nos lleva a pensar que no somos el centro del universo ni la cima de la evolución de la vida.

Las ciencias nos llevan también a pensar que el género Homo, aparecido hace 2 millones de años, y esta especie nuestra Sapiens aparecido hace 150.000 años, no es ni siquiera el centro ni el culmen de la evolución de la vida en nuestro planeta. Nos distingue del resto de los primates una mayor capacidad cerebral, de la que dependen todas las funciones que abusivamente llamamos “específicamente humanas”: la conciencia, la libertad, el lenguaje, el arte, la herramienta, la cultura… Son funciones que, en grados diferentes, se dan en todos los primates y en muchísimas especies animales.

Las diferencias son siempre de grado, aunque quien así lo prefiera puede llamarlas “saltos cualitativos”. Entre el sauce que verdea y la malviz que canta, entre la malviz y el perro, entre el perro el chimpancé, hay muchos y grandes saltos cualitativos, pero dentro de un continuum infinito de complejización creciente. De lo “inferior” emerge lo “superior”. ¿Pero por qué esta necesidad de afirmarnos superiores?

Afortunadamente, no estamos al final de la evolución. La vida seguirá buscando a tientas –y seguro que irá encontrando– nuevas formas vivientes mejor adaptadas, más armónicas –esperemos– que esta nuestra especie tan ambigua todavía, tan contradictoria, tan violenta. Tan incipiente. La evolución nos llevará, en millones de años, a formas posthumanas o transhumanas, con capacidades “superiores”… ¡Ojalá!

Lo nuevo del momento histórico en que vivimos es que la evolución hacia esas formas transhumanas depende cada vez más de nuestra especie, está en nuestras manos. Las neurociencias, la ingeniería genética, las prótesis robóticas externas o internas… más pronto que tarde crearán otros seres más inteligentes que nosotros. No hay duda de que eso sucederá algún día. La duda –enorme, inquietante duda– es si eso será para nuestro bien y el suyo. El gran desafío y nuestra gran responsabilidad es que lo sea.

Empecemos ya, aquí. Demos cada día el pasito que podamos para cuidar la vida, para que vivir sea una gracia para nosotros mismos y los demás, también para la vida de quienes vendrán luego, sean seres humanos o no.

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Su luz atraviesa mis tinieblas

Martes, 1 de marzo de 2016
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TuLuz*

Jesús es la Luz. Él mismo nos dice “quien cree en mi no camina en tinieblas porque tendrá la luz de la vida”

En la Escritura encontramos testimonios estremecedores de ausencia de luz. Baste como ejemplo el aullido de Job:

“¡Desaparezca el día en que nací y la noche que dijo: “ha sido concebido un hombre”! Que ese día se convierta en tinieblas, que Dios desde su morada no lo recuerde más, que la luz no brille sobre él.”

Job, en pleno duelo, agarra con su mano la oscuridad, desea cubrirse con ella, casi hacerse invisible, desaparecer. Es tal su dolor que todo lo que sea claro, todo lo que signifique vida es incompatible con su angustia. También en nuestra vida cotidiana encontramos situaciones oscuras…

En la Cuaresma se nos invita al ayuno e Isaías nos explicita qué podemos hacer para que  “brille tu luz como la aurora”: abrir, liberar, compartir, hospedar, preocuparnos por el hermano….

Es una buena fórmula para que poco a poco, muy poco a poco, como le pasó a Job, emerjamos del abismo y exclamemos: “Te conocía solo de oídas, pero ahora te han visto mis ojos”. Para él, el dolor, la oscuridad, le empuja a un diálogo sincero con su realidad, con su Creador y así, su vida, iluminada de Vida, le hace gritar de nuevo, esta vez de plenitud.

No es malo cruzar tinieblas, atravesar oscuridades, lo malo es permanecer en ellas, creer que son opacas, estériles, que no sirven para saltar, que son como una ciénaga que nos absorbe.

Luz y oscuridad, son las dos realidades de nuestra vida. Absurdo es negar que vivimos iluminados, e igualmente absurdo sería negar que las tinieblas también nos rodean, incluso, a veces,  nos penetran.

Por eso en este tiempo de cuaresma, agarramos una vela y nos adentramos en nuestras propias oscuridades. El hecho de que haya tinieblas, que las hay, no quiere decir que ellas nos dominen. Más fuerte que nuestra soberbia, nuestra envidia, nuestra competitividad o el sentirnos mejores que los demás es Jesús, que no permite que esas realidades nos cieguen sino que nos da su luz para entrar en la generosidad, la comprensión, la esperanza, la serenidad, la colaboración y la fraternidad.

¡Agarra tu vela y caminemos hacia la Luz!

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“Voces en el desierto”, por Gabriel Mª Otalora

Lunes, 11 de enero de 2016
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BCF0E5CF-CE84-4045-A118-B17648B006F9.jpg__680__460__CROPz0x680y460Leído en la página web de Redes Cristianas

Mucho se ha hablado y escrito sobre el descubrimiento de América, sobre los desmanes coloniales que allí se perpetraron de manera continuada en nombre de nobles causas. Sin embargo, hubo quienes denunciaron sin pelos en la lengua aquella tropelía legalizada a manos de portugueses y castellanos, de cristianos y maleantes, que allí todos fueron mezclados en busca de riquezas y gloria, amparados en la necesaria conversión de aquellos pueblos tratados como infrahumanos.

Hubo de todo, ciertamente, pero el regusto fue de conquista con mucho salvajismo codicioso lleno de racismo. Y entre los que alzaron la voz contra los latrocinios de los compadres del rey Fernando, “El católico”, se encontraban dos dominicos: fray Bartolomé de las Casas, que escribió un alegato que pone los pelos de punta (Alianza lo sigue publicando en edición de bolsillo) y fray Antonio de Montesinos, algo menos popular, pero que se merece igualmente un gran lugar en la historia. Fue un poco antes de estas fechas navideñas de 1511, posiblemente a mediados del Adviento, cuando Montesinos pronunció su célebre discurso en la actual República Dominicana, con el título joánico de “Voz que clama en el desierto”.

Quienes fueron a escucharle, esperaban palabras de refuerzo cristiano para sus acciones sanguinarias contra los indígenas. Pero lo que se encontraron fueron preguntas como estas: ¿Con qué derecho y con qué justicia tenéis en tan cruel y horrible servidumbre a estos indios? ¿Con qué autoridad habéis hecho tan detestables guerras a estas gentes que estaban en su tierras, mansas y pacíficas, con muertes y estragos nunca oídos, habéis consumido? ¿Cómo los tenéis tan presos y extenuados, sin darles de comer ni curarlos de sus enfermedades, que de los excesivos trabajos que les dais se os mueren, y por mejor decir, los matáis por sacar oro cada día? ¿Es que estos no son hombres? ¿No tienen almas racionales? ¿No estáis obligados a amarlos como a vosotros mismos?

Y así durante toda su alocución hasta anunciarles que estaban en pecado mortal. Todos se quedaron consternados pero no parece que cambiaron sus costumbres contra aquellos pueblos, tratados como si fueran animales. Cuatro años más tarde, Montesinos y De las Casas volvieron a la metrópoli española para denunciar con hechos las salvajadas y los exterminios que estaban ocurriendo en ultramar. A partir de entonces y durante muchos años, De las Casas defendería con pasión en su país los derechos de los indios incluso frente a poderosos teólogos españoles que justificaban el fin con lo injustificable.

Vaya nuestro reconocimiento a ambos religiosos, sobre todo a Montesinos, que logró al menos una conversión, que ya no se recuerda: influyó decisivamente en la de Bartolomé de las Casas, quien en un principio tomaba parte en las conquistas sanguinarias por las que recibió esclavos indígenas a su servicio así como sus bienes y tierras… hasta que escuchó a su compañero dominico, cambiando radicalmente de actitud.

Todavía estamos en fechas pascuales de Navidad. Todavía somos muchos que nos decimos cristianos, o por lo menos no contrarios al mensaje de Cristo. Y siguen las injusticias estructurales en América latina y bastante más cerca, con muchos inmigrantes víctimas directas de esta crisis tan injusta. La Buena Noticia pasa por este mundo antes de llegar al otro, y precisa de todas las personas de buena voluntad para hacer un mundo mejor, más solidario y menos esclavo, en nuestro caso del consumismo capaz de deshumanizar hasta embrutecernos, como lo estaban aquellos conquistadores esclavos de su tiempo. Tuvieron mucho mérito los dos dominicos que al final no han sido tratados por la Iglesia como se merecen los profetas, incómoda con la Teología. cuando la primicia fue de estos dos frailes. Ambos actuaron como los primeros cristianos: tuvieron muy claro el tipo de armas que debían utilizar para ser testigos de Cristo: servicio, coraje, amor y ejemplo. Supieron darse y se hicieron vulnerables por amor a pesar de las consecuencias.

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“Nueva Espiritualidad”. Bautismo del Señor – C (Lucas 3,15-16.21.22)

Domingo, 10 de enero de 2016
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10_Bautismo-del-Señor_C-286x300«Espiritualidad» es una palabra desafortunada. Para muchos solo puede significar algo inútil, alejado de la vida real. ¿Para qué puede servir? Lo que interesa es lo concreto y práctico, lo material, no lo espiritual.

Sin embargo, el «espíritu» de una persona es algo valorado en la sociedad moderna, pues indica lo más hondo y decisivo de su vida: la pasión que la anima, su inspiración última, lo que contagia a los demás, lo que esa persona va poniendo en el mundo.

El espíritu alienta nuestros proyectos y compromisos, configura nuestro horizonte de valores y nuestra esperanza. Según sea nuestro espíritu, así será nuestra espiritualidad. Y así será también nuestra religión y nuestra vida entera.

Los textos que nos han dejado los primeros cristianos nos muestran que viven su fe en Jesucristo como un fuerte «movimiento espiritual». Se sienten habitados por el Espíritu de Jesús. Solo es cristiano quien ha sido bautizado con ese Espíritu. «El que no tiene el Espíritu de Cristo no le pertenece». Animados por ese Espíritu, lo viven todo de manera nueva.

Lo primero que cambia radicalmente es su experiencia de Dios. No viven ya con «espíritu de esclavos», agobiados por el miedo a Dios, sino con «espíritu de hijos» que se sienten amados de manera incondicional y sin límites por un Padre. El Espíritu de Jesús les hace gritar en el fondo de su corazón: ¡Abbá, Padre! Esta experiencia es lo primero que todos deberían encontrar en las comunidades de Jesús.

Cambia también su manera de vivir la religión. Ya no se sienten «prisioneros de la ley», las normas y los preceptos, sino liberados por el amor. Ahora conocen lo que es vivir con «un espíritu nuevo», escuchando la llamada del amor y no con «la letra vieja», ocupados en cumplir obligaciones religiosas. Este es el clima que entre todos hemos de cuidar y promover en las comunidades cristianas, si queremos vivir como Jesús.

Descubren también el verdadero contenido del culto a Dios. Lo que agrada al Padre no son los ritos vacíos de amor, sino que vivamos «en espíritu y en verdad». Esa vida vivida con el espíritu de Jesús y la verdad de su evangelio es para los cristianos su auténtico «culto espiritual».

No hemos de olvidar lo que Pablo de Tarso decía a sus comunidades: «No apaguéis el Espíritu». Una iglesia apagada, vacía del espíritu de Cristo, no puede vivir ni comunicar su verdadera Novedad. No puede saborear ni contagiar su Buena Noticia. Cuidar la espiritualidad cristiana es reavivar nuestra religión.

José Antonio Pagola

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La Navidad, “mucho ruido y pocas nueces”

Lunes, 4 de enero de 2016
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4Miguel Esquirol Vives
Cochabamba (Bolivia).

ECLESALIA, 28/12/15.- Otra vez Navidad, pero hoy ha perdido el sentido profundo que alguna vez tuvo. Se ha quedado vacía por dentro y ha sido suplantada por el Papa Noel y la Coca cola.

La Navidad, sin embargo, nos descubre algo muy importante, la unión de lo humano y lo divino. Jesús no necesitó un templo para nacer, nace en un establo, sin sacerdotes, sólo con sus padres, en un parto como tantos otros y la compañía de unos miserables pastores, verdaderos ángeles para aquella pobre familia.

Pero las iglesias tradicionales, han cometido el más grave divorcio, el de separar lo que Dios había unido, lo humano y lo divino, lo sagrado y lo profano. Así se han fabricado personas sagradas, lugares sagrados y tiempos sagrados, como en la religión que encontró Jesús en su tiempo, dejando a todo lo demás como profano. Como consecuencia, un cristianismo separado de la realidad, la fe de la vida y con miedo al mundo, al cuerpo y al placer.

Y por eso la religión cada día interesa menos a mucha gente. Y como las religiones se habían considerado las únicas dueñas del espíritu y de su manifestación la espiritualidad, el pueblo en general considerado profano y el cristiano en particular se ha quedado ignorante de la dimensión más profunda de su ser, dimensión tan suya como su cuerpo, como es su espíritu.

Y así nos estamos quedando mutilados en nuestro ser. Con un vacío enorme que necesitamos llenar de alguna forma, a veces errónea, como cuando los jóvenes lo buscan en el ruido, la velocidad, el sexo y el alcohol desmedidos o en las drogas.

Y los adultos en el dinero y las cosas, de ahí el consumismo, el materialismo y la corrupción. O en el poder y de ahí la decadencia de la clase política que lo busca para servirse a sí misma o caer en el terrorismo o en el belicismo.

Otros siguen buscando su espiritualidad, pero sin nadie que los oriente, y sin embargo está tan cerca, por ejemplo, creando buen ambiente en la familia, en la amistad, en el trabajo, en sanos esparcimientos, gozando de la naturaleza y el arte, en la fiesta, en la alegría y el placer, en la política sincera, la educación o el estudio con ganas, la justicia, la honradez y la solidaridad.

La espiritualidad de Jesús no es la espiritualidad del sacrificio, la perfección, el pecado y la culpa, es la espiritualidad de la felicidad y la alegría para la gente. La predicaba con hechos, asistiendo a bodas, comidas festivas y banquetes que le servían como símbolo de ese otro mundo diferente que enseñaba, repartiendo vida, dando su lugar a las mujeres y demás excluidos y liberando a los oprimidos por la causa que fuera. No acudía a rezar al templo, pues para él todo era sagrado, el lago, los cerros y sobre todo la gente. Para Jesús tan sagrado era comer como rezar. Es la alegría del evangelio del papa Francisco

(Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

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