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3.6.16. Sagrado Corazón: El Cristo del año de la Misericordia

Viernes, 3 de junio de 2016
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JESÚS - SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS - SacredHeartofJesus-11Leído en el blog de Xabier Pikaza:

Se celebra hoy la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús, la última de las grandes devociones de la Iglesia, que ha tenido una gran importancia en la piedad católica desde el siglo XVIII hasta el XX.

El día Sagrado Corazón reviste una importancia especial este año 2016, que es el Año de la Misericordia, pues el Sagrado Corazón ha sido el signo/icono de la Misericordia de Cristo en tiempos de fuerte devoción y a veces imposición cristiana. Ha sido un Cristo de dos frentes:

Cristo de la Gran Misericordia (=Corazón que se apiada, que se enamora y enamora), signo de la intimidad cordial y gozosa de la vida
— Pero ha sido también a veces el Cristo de un tipo de imposición religiosa, un Cristo que Vence, que Reina, que Impera (al menos en los lugares donde ha triunfado un Nacional-Cristianismo).

Por eso es bueno recordar hoy y recuperar los valores de esta gran fiesta, en especial este año del Cristo de la Misericordia. Buen día a todos, día de corazón, de intimidad, de fiesta de Dios, con Jesús que sigue diciendo “venid a mí…” (Mt 11).

Introducción

No es una fiesta primitiva, ni forma parte del ciclo litúrgico oficial, pero ha tenido un gran influjo en todo el mundo católico. Ella es para muchos la expresión más honda de la humanidad de Dios y de su cercanía afectiva, en un tiempo en que otras formas de entender a Cristo habían perdido su hondura de amor y se había, convertido en un signo sacral alejado de la vida, lo mismo que el Dios, entendido como un ser lejano, juez implacable de vivos y muertos.

Gracias al Sagrado Corazón de Jesús, entronizado en mil casas, colocado en la puerta de millones de hogares, en lo alto de montes y colinas, en el centro muchas ciudades, se ha mantenido firme la experiencia de la humanidad de Dios, la vinculación del Evangelio con la vida concreta, el amor y la familia, la Presencia Providente del misterio. Por eso me parece bueno ofrecer hoy una visión de conjunto de su sentido en la historia cristiana y de su actualidad, este año 2016, cuando para muchos no es tan importante como antes.

Bendecire_1Esta devoción, que ha sido central en la Iglesia católica hasta hace unos decenios, ha permitido vincular a los cristianos con el Jesús real, un hombre “querido”, al que se puede amar y rezar (a pesar de que muchas veces ha tomado formas afectadas, en el mal sentido de la palabra, con imágenes de tipo quizá sensiblero).

Con este motivo quiero evocar el origen e importancia de esta devoción en la historia de la iglesia, una devoción que puede unirse a la del Pantocrator de Oriente y a la de Jesús Crucificado, que ha sido esencial en la piedad de la Iglesia occidental desde la Edad Media.

Esta postal tiene dos partes, que son relativamente independients.

— Empiezo presentando el sentido de varias devociones a (de) Cristo en línea de corazón (para llegar así al Sagrado Corazón, en sentido estricto).

— Me ocupo de la devoción explícita al Sagrado Corazón, para acabar ofreciendo un breve comentario de las palabras principales del Nuevo Testamento sobre el tema…

Venid a mí todos los cansados y agobiados, que yo os daré descanso.
Tomad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí,
pues soy manso y humilde de corazón,
y hallaréis descanso para vuestras almas (vidas) (Mt 11, 28-29)

Buen día del Corazón de Dios a todos sus devotos, buen día a todos los que celebran hoy su fiesta.

A. DEVOCIONES A CRISTO EN LÍNEA DE CORAZÓN

Desarrollo tres modelos, que me parecen más significativos:

(a) Jesús como amado del alma, mística esponsal, que parecía más propia de mujeres.
(b) Jesús como Gran Capitán, mística ministerial, más propia de varones “ordenados” y con poder.
(c) Mística del amor diaconal, del servicio a los demás, propia de varones y mujeres (aunque ha sido más desarrollada en la Iglesia por mujeres).

De estas tres devociones deriva de un modo natural la del Sagrado Corazón, en clave de amor, de compromiso pastoral, de servicio social:

1. Amado del alma:
contemplación esponsal, más “propia” de mujeres.

Esta visión ha sido más desarrollada por mujeres, pero también por varones, al menos desde la Edad Media. Tiene raíces bíblicas, pues el mismo Nuevo Testamento presenta a Jesús como esposo (en una tradición múltiple, presente en Mt y Lc, en Pablo y Juan), siguiendo una experiencia muy honda de los profetas del amor de Dios. Leer más…

Espiritualidad, General, Iglesia Católica , ,

Hacia la herencia inagotable

Miércoles, 11 de mayo de 2016
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6521584José Mª Rivas Conde,
Madrid

ECLESALIA, 27/04/16.- uando  palpa uno su perdición y recapacita sobre ella, aún tiene un último recurso de salvación eterna: la esperanza en Dios acogedor (Lc 15,16-20 y 23,39-43). Parece que sería sensato alimentar esa esperanza a lo largo de la vida, aunque sólo fuere “la del por si acaso” (Ver mi escrito “Insospechable Magnitud de la Respuesta Divina”), procediendo en el día a día de acuerdo sólo con su palabra.

“Sólo con su palabra”, porque es de Él de quien se espera la salvación y no de ninguno otro. Esto lo creo diáfano y asequible a todos. Lo dificultoso para muchos es discernir con seguridad la palabra auténtica de Dios. Porque Él nos habla siempre a través de emisarios, y porque es escurridiza la garantía de disponer de esa condición todos los que se nos presentan como tales y, más aun, la de gozar de ella en todo lo que trasmiten como palabra divina.

En concreto: grande ha sido la cantidad de palabras condicionantes de la salvación eterna, que la propia Iglesia Católica ha catequizado durante siglos equivocadamente como divinas, entremezcladas con la que en verdad lo era. Lo certifica la poda que ella misma ha hecho desde Pío XII a nuestros días. Siempre sin alharaca o, a lo sumo, envuelta en muy razonable justificación. Pero así no se evita que se trate de aboliciones o revocaciones; sino que sólo se muestra la conveniencia de realizarlas.

Imposible recogerlas todas en escritos como éste. Con todo, recordaré unas cuantas que estando decretadas, supuestamente como digo en nombre de Dios, no sólo bajo penas eclesiásticamente remisibles, sino incluso bajo la de condenación eterna, han sufrido cambio o derogación. Así ha sucedido masivamente con motivo de la reforma litúrgica. Así también con preceptos de menor conexión temática entre sí, como santificar el propio día jueves de la Ascensión y el del Corpus; iluminar el sagrario con lamparilla de aceite de oliva; celebrar misa con dos velas de cera de abejas; observar rigurosamente todas las rúbricas del canon de la misa, incluso la “ahora” ridícula de no separar el celebrante los índices de los pulgares desde la consagración hasta después de la comunión; celebrar misa con acólito y que éste fuera de sexo masculino; guardar ayuno total desde las doce horas de la noche previa a comulgar; cumplir, salvo que se tuviera la bula, todos los días de ayuno y abstinencia del año; no ordenar la incineración del propio cadáver ni colaborar en ninguna; no leer obra incluida en el Índice de Libros Prohibidos, ni tenerla o retenerla durante más de un mes aun sin leer; no omitir el subdiaconado antes de conferir las órdenes mayores; no exigir a todos los del rito latino el celibato para el diaconado, o para el ministerio presbiteral (ya no se exige para el de los presbíteros anglicanos convertidos al catolicismo). Y ultimísimamente, aunque de momento sólo en parte, no comulgar viviendo anómalamente la conyugalidad.

Que haya palabras divinas revocables es tan absurdo como que lo eterno pueda perecer. O como que Dios no sea infinitamente sabio desde siempre y a veces necesite rectificar. Por ello, lo que de hecho resulta revocado, por fuerza ha de ser, no sólo revocable en sí mismo, sino además necesariamente humano. Aunque haya sido eclesiástico. Y, urgirlo como palabra de Dios bajo pena del infierno fue, además de engaño, abuso de poder. Porque no existe absolutamente nadie que pueda sancionar el incumplimiento de obligación revocable con pena eterna, como es la del infierno predicado incluso para los que niegan que exista. Sería, en lenguaje de los filósofos, una “contradictio in terminis”: la eternidad de una sanción la niega precisamente la propia derogabilidad de la prohibición. La posibilidad de derogar la obligación entraña la de abolir su pena, no sólo en cuanto a su vigencia como norma, sino además en cuanto a la supervivencia de su aplicación pasada. Como la posibilidad de abatir las columnas dio a Sansón la de derrumbar por completo el templo filisteo que ellas sostenían.

La revocabilidad de las palabras puede entonces servir para distinguir las simplemente humanas de la divina. No tiene tarea caer en la cuenta de ella una vez producida la derogación respectiva; y poca, llegar a conocerla antes. Basta con atender al contenido específico de cada palabra: si eterno, es divina; si temporal, o promulgada en fecha histórica, o de validez dependiente de circunstancias extrínsecas y contingentes (raza, cultura, lugar, siglo, rito, etc.), sólo humana por más alta representación de Dios que ostente quien la haya pronunciado y por explícita que aparezca en los más antiguos textos tenidos por sagrados.

Éste criterio, aunque de sobrada garantía racional, lo creo además acorde con la enseñanza de 1Pe. En razón de la interrelación que aprecio entre 1,3-4 y 1,23-25, sintetizo en uno ambos fragmentos y formulo así su contenido en lo que hace al criterio señalado: “Para la herencia imperecedera que nos está reservada, somos engendrados por la palabra viva y permanente de Dios; no por la corruptible del hombre. Porque todo lo humano es como heno efímero, y toda su gloria como flor de heno. Mas el Señor es eterno y su palabra permanece para siempre”. Supone que la eternidad sólo puede manar de lo eterno, nunca de lo caduco. Que lo efímero pueda parirla sería tan absurdo, al menos, como que un peñasco engendre un hombre. O como que el heno marchitable tenga flor perenne.

Así pues, en orden a alimentar durante la vida nuestra esperanza en Dios atendiendo sólo a su palabra, de todas las que se nos catequizaron divinas podemos empezar por despreocuparnos y desentendernos sin la menor vacilación, de cuantas vinculen la herencia inextinguible o su amejoramiento, a cosas de la vida del hombre sobre la tierra. Por fuerza esas palabras han de ser sólo invención de hombres. Darles valor de salvación imperecedera equivaldría a vivir en la irrealidad de la contradicción señalada: la de afirmar efecto eterno en lo perecedero y caduco.

A la vez que pérdida de tiempo es desatino proclive a aberraciones. En ocasiones hasta las barbaries registradas por la historia y que Jesús anunció como evento aún posible tras su partida (Jn 16,2): “quitar la vida a otro pensando rendir con ello culto a Dios”.

Eso fueron las inmolaciones rituales de seres humanos en los altares de las religiones primitivas de siglos ha. Como la que Jefté prometió hacer a Yahveh si le concedía vencer a los amonitas (Jue 11,31) y como la que  pretendía hacer Abraham de su hijo Isaac. Y eso fueron las inmolaciones alitúrgicas de las piras de la inquisición de no hace tanto. Y la cruenta de la violencia contra los “disidentes”, aún presente en religiones infectadas de mesianismo imperialista y reivindicador. O la ya incruenta contra los propios fieles, con ayunos, abstinencias u otras penitencias; o ponderándoles la imaginada eficacia del sacrificio. Leer más…

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¿Dónde estás corazón?

Viernes, 6 de mayo de 2016
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12991126_215443435498271_7337234590807495056_nEs difícil vivir cuando el corazón no está en casa. El corazón, por definición, es hogareño, y permanente, necesita un espacio estable. Pero también tiene sus “pecadillos” y, a veces, se va de casa, buscando otros amores. Entonces comienza el caos. No se puede tomar decisiones si el corazón está ausente, ¿cómo llegas al consenso sin consultarlo? Por otro lado, tampoco se puede madurar y afrontar la vida sin optar. Lo “fácil” es continuar dejando que el tiempo te viva. Una forma más sutil de ir asesinando el alma. Vivir descorazonadamente es vivir muriendo.

A veces el corazón se rompe y entonces corremos el peligro de ir por ahí repartiendo pedacitos. Tenemos que ser muy cuidadosos cuando esto sucede, procurando unir con paciencia y tolerancia esos fragmentos perdidos y desorientados.

El corazón no es un buen geógrafo, cuando sale de casa le resulta difícil regresar. Para su orientación necesita de la voluntad y la humildad. ¡Y la paciencia!. Pero, una vez en casa…, ¡ah!, todo cambia.

Necesitamos un corazón en propiedad, nada de en alquiler.

Cuando el corazón está en casa, habitando su espacio en toda su presencia, se producen cambios en la vida. Es curioso que, a mayor permanencia del corazón, mayor movilidad de la existencia. Sí, se crece, se descubren cosas (no siempre agradables, es cierto), se decide, y los ojos adquieren la capacidad de mirar más hacia dentro que hacia fuera, más hacia lo eterno que hacia lo efímero.

Todos tenemos experiencia de corazón casero y de corazón ausente.

Llama hoy a la puerta de tu alma y averigua si está o no el corazón en casa. Búscalo si no hayas respuesta a la primera, insiste, no te canses. Pero… sí, quizás no esté presente, quizás haya partido.

Según la respuesta… tú decides qué hacer. ¿Le sigues en su ausencia o le ayudas a volver a casa?

Fuente: Monasterio Monjas Trinitarias de Suesa

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“Resucitar: Despertar hacia la Vida”, por Juan Masiá sj

Miércoles, 13 de abril de 2016
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tumblr_nxhceyaYfD1sg130wo1_400De su blog Pensar y Vivir en la Frontera:

Espiritualidad es despertar, salir del espejismo y abrir los ojos a la Vida. Por eso Pablo puede decir que “ya hemos resucitado”, que la resurrección no es algo que ocurra después de la muerte sino que empieza cuando, como dice Juan, tenemos “vida eterna ya aquí y ahora” y por eso “quien cree no morirá para siempre”.

Espiritualidad es despertar a la Vida. Resucitar es despertar, levantarse, ponerse en pie, renacer a nueva y auténtica vida en el Espíritu.

Resucitar es despertar hacia la Vida, transformarse y vivir para siempre…

“Cuando traducimos del griego, “anástasis” nos impresiona con el triple impacto de sus significados: levantarse, despertar, resucitar.

En cambio, nos disgusta que la iglesia japonesa haya traducido resucitar como “re-vivir” (en japonés  復活fukkatsu,  復fuku: de nuevo, y  活katsu: vivir). No, resucitar no es volver a esta vida, ni revivir en esta vida, ni sobrevivir indefinidamente en esta vida, sino trans-vivir,.

Resucitar es transformarse, como la crisálida en mariposa, para volar hacia la vida nueva, verdadera y auténtica, la vida en el seno de la Vida.

Por eso la teología que hace esfuerzos por arraigar en la cultura, les propone a los creyentes japoneses traducir resurrección, no como revivir (復活fukkatsu) sino como vida nueva (新活shin-katsu) y vida verdadera (también 真活shin-katsu).

Vida más allá de esta vida y no meramente “vida después”, ni siquiera “vida perdurable”, sino vida transformada en el seno de la Vida de la vida.

Pablo acuñó para ello un término paradójico, pletórico de sentido: cuerpo espiritual, soma pneumatiikón, “Se siembra un cuerpo animal, surge despertando (resucitando hacia la vida) un cuerpo espiritual” (1 Co 15, 45).

(Para leer más, véase: Vivir, ed. Desclée, 2015, pp 181-188)

Fuente Religión Digital

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Jesús nos invita a descentrarnos

Jueves, 24 de marzo de 2016
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imagen14Fernando Torres Pérez, Fundación Luz Casanova,
Madrid.

ECLESALIA, 23/03/16.- El Jueves Santo es el Día de la Caridad. Yendo a lo que se ve, a lo más aparente, es el día en que la colecta de la misa se hace en favor de Caritas parroquial. ¿Sólo eso? Es una pena que nos quedemos ahí. Porque el Jueves Santo es el día en que celebramos la institución de la eucaristía. El Jueves Santo nos habla de una mesa común y de los hermanos y hermanas compartiendo el mismo pan. El Jueves Santo nos habla del amor fraterno. Y la caridad no es más que otro nombre del amor fraterno. El Jueves Santo nos habla de una eucaristía que es mesa abierta en la que nadie es excluido y donde los más débiles tienen un lugar de preferencia. El Jueves Santo nos recuerda la despedida de Jesús, la última cena con sus discípulos pero también las muchas comidas que celebró con sus amigos y con los pecadores y con los que se encontraba por los caminos de Galilea. Porque una comida es siempre encuentro de familia, fraternidad, amistad, acogida… Pasa que nuestras eucaristías son demasiadas veces un ritual frío, y en algunas ocasiones una parodia burlesca, más que el signo de un verdadero encuentro entre hermanos, presidido por el hermano mayor que es Jesús, en el que todos nos sentamos a compartir el pan de la palabra y el pan de la vida para alimento de todos.

En la eucaristía, por definición, la preocupación no se centra en mi bienestar sino en el bien de la comunidad, de los hermanos, de los otros. En la eucaristía los excluidos son acogidos, los débiles reciben los primeros puestos. En la eucaristía el servicio mutuo es el arquitrabe que hace posible seguir construyendo la familia del reino. La caridad fraterna es la argamasa que mantiene unidos a los que somos muchos y diferentes y hace de todos una familia, la de los hijos e hijas de Dios. La eucaristía por eso es, debería ser, signo del reino, catarsis de nuestros mejores sueños, que se convierten por un momento en realidad y, a la vez en promesas de plenitud. Y que, por eso mismo, nos anima al compromiso por hacer de esa fraternidad, de la eucaristía, una realidad, no sólo en el momento de la celebración sino en la vida diaria y cotidiana.

Pero éste es un planteamiento que mucha gente de hoy no entiende. Porque culturalmente la emergencia del yo, del individuo, ha convertido a éste en el centro del universo. Y, como los planetas giran alrededor del sol, también el individuo entiende que todo lo que está en torno a él son materiales que debe utilizar para conseguir sus objetivos personales: su propia plenitud y felicidad, consideradas siempre desde el punto de vista de mi “yo”. Y cuando digo todo es que todo se pone al servicio del “yo”. Todo: la amistad, el estado, los bienes materiales, los derechos y el derecho, la pareja, la familia y hasta el clima.

Hace unas semanas leía en la revista semanal de un periódico un artículo sobre el perdón. El articulista, un psicólogo profesional, desvinculaba, por supuesto, su tema de cualquier tipo de relación con el aspecto religioso del perdón. Nada que ver. Lo suyo era un comentario totalmente laico sobre los beneficios psicológicos del perdón. Eran dos páginas dedicadas a enumerar esos beneficios que se producían sobre todo, casi exclusivamente me atrevería a decir, en la persona que perdona. Por supuesto, dejaba claro que no se trataba de olvidar. El objetivo del perdón era sobre todo que la persona supuestamente ofendida lograse encontrar la paz, la serenidad, la armonía necesarias para vivir. Olvidar la ofensa podría suponer el volver a establecer una relación que podría ser peligrosa para el sujeto. Pero perdonar era condición necesaria para superar la herida.

Desde esta perspectiva, el centro es el “yo” y el bienestar del yo. El perdón no es algo que se oriente a la recreación de las relaciones sociales rotas sino que se dirige básicamente a facilitar el bienestar del yo, que se sitúa en el centro del universo. Es lo más importante.

El artículo me hizo recordar un libro de un sociólogo español, Javier Elzo, sobre la juventud. No recuerdo ahora el nombre del libro pero si un párrafo que me llamó la atención. Hablaba de los jóvenes y la familia y el matrimonio. Y decía Elzo que el mundo de hoy la familia se ha convertido en una prótesis añadida a la persona. Sí, en una prótesis. La persona se sitúa de tal modo en el centro del universo que todo gira en torno a ella. Si no me funcionan los ojos correctamente, para ver bien utilizo una prótesis artificial: las gafas. Si no me funciona el oído, para oír bien utilizo un audífono. Si no me funcionan las piernas, para moverme utilizo una silla de ruedas. Todo se hace para que la persona tenga su funcionalidad plena. Si estoy solo, para tener compañía me busco una pareja. Gracias a él/ella encuentro compañía, familia, etc. Pero como las gafas o los audífonos u otras prótesis llegan un momento en que se estropean y se cambian por otras, también la familia, si se estropea, se cambia por otra –lo de arreglar o reparar no entra en una cultura que se ha acostumbrado al usar y tirar-.

Es decir, el mismo mecanismo que nuestra cultura ha aplicado al uso de los bienes materiales se ha terminado aplicando a la búsqueda de la plenitud personal, de la felicidad. Yo tengo que ser feliz. Tengo derecho a la felicidad. A mi felicidad. Para eso me sirvo de todo lo que está a mi alrededor, ya sean cosas o personas. La pareja me sirve en cuanta me hace sentirme feliz y bien conmigo mismo. Los conflictos, cualquier tipo de conflicto, se ve como un fracaso, una quiebra de ese derecho a ser feliz. El juguete se ha roto y lo que hay que hacer es cambiarlo por otro. Si la pareja no me ayuda a ser feliz, entonces hago lo mismo que con las gafas. Voy al oculista y la cambio por otras. En el caso del matrimonio se va primero al juzgado y luego se busca una nueva pareja. O no. Quizá por un tiempo el “yo” prefiera estar solo y sin compromiso. Los hijos se pondrían en la misma línea. Tener hijos ayudan a sentirse bien. Esa es la gran motivación. Valen en tanto en cuanto. Y nada más.

Así pues, en nuestra cultura hay una ideología o forma de pensar que se sitúa en la línea que acabamos de comentar: “yo” estoy en el centro del mundo. Todo lo que me rodea está para contribuir a mi felicidad. Lo que no sirve para ese objetivo es desechable, carece de interés. De alguna manera, no existe. Es posible que desde esa motivación se busque la fraternidad. Se hace porque en ese ambiente fraterno el “yo” se siente mejor, más arropado, más cálido. Siente menos la soledad. Pero no hay que olvidar que el centro sigue siendo el “yo”. Leer más…

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¿Te vienes a cenar?

Jueves, 24 de marzo de 2016
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pan-para-cenarYolanda Chaves, yolachavez66@gmail.com; Mari Paz López Santos,pazsantos@pazsantos.com; Patricia Paz, ppaz1954@gmail.com
Los Ángeles; Madrid; Buenos aires.

ECLESALIA, 24/03/16.- Me invitaron a una cena que promete ser muy especial. Es increíble pero el que firma la invitación es ¡Jesús mismo! Nadie me lo cree, es que ni yo misma me lo creo, pero ahí está el sobre, sencillo y la tarjeta adentro, dice: Si tienes hambre, ven.

Cuando recién me llegó pensé que era una broma de alguno de mis amigos. Imagínense, una invitación firmada por Jesús, quién se lo va a creer. Con el pasar de los días me  llegaron correos de mis amigas Yolanda y Mari Paz y ahí supe que la cosa venía en serio. Es que mis amigas viven en USA y en España y no hay ninguna, o casi ninguna posibilidad, de que mis amigos les puedan hacer la broma a ellas.

Lo otro que me chirriaba  es el tema del hambre, porque ni bien la recibí pensé que se habían equivocado de persona. Con tanta hambre en el mundo, ¿me iba a invitar a mí que pertenezco a la categoría de los privilegiados que tienen satisfechas todas sus necesidades? Pero de a poco empecé a sentir todas las “hambres” que tengo, que no son precisamente de comida, pero que son muchas y empecé a desear que fuera verdad, aunque seguía dudando.

…….

Abrí el buzón del correo con aire distraído. No esperaba recoger más que publicidad y los típicos sobres con ventanita de correspondencia bancaria. Ya nunca llegan cartas con “letra humana” como en otros tiempos.

La primera sorpresa fue aquel sencillo sobre blanco en donde figuraban mi nombre y dirección postal escritos… ¡a mano! Impresionada, di la vuelta para ver quién era el remitente: “Jesús, el de Nazaret”, escrito a bolígrafo en perfecta letra humana.

Esto es una broma o publicidad, pensé mientras me dirigía al ascensor. Abrí con prisa y leí una tarjeta de invitación, también escrita a mano: Si tienes hambre, ven. Puedes traer a otros, todos están invitados, no importa cuántos”, firmado: “Jesús, el de Nazaret”.

Abrí la puerta, dejé el bolso y las llaves y repetí la operación de lectura. Algo no había entendido o eso era una broma. Quizás un atractivo medio publicitario. Nada. Quedé pensativa y aparté el sobre para volver más tarde. Pero no podía dejar de pensar en esa invitación: “Estoy invitada si es que tengo hambre y puedo ir acompañada por quienes considere que les gustaría asistir imagino que siempre y cuando también tengan verdadera hambre”. ¿A quién le cuento yo esto? Creo que escribiré a mis dos amigas Yolanda y Patricia, que seguramente se sorprenderán pero no creen que digan que estoy loca. Escribir “a seis manos” desde tres partes del mundo nos pone en una dimensión de activas “escuchantes” de la realidad, abiertas a las sorpresas con naturalidad.

…….

Aquella madrugada como todos los días, esperaba la ruta que me acerca a mi trabajo en la estación del metro en el centro de Los Ángeles. Esa mañana era como todas; la estación llena de personas apresuradas ascendiendo y descendiendo de las diferentes rutas del metro sin poner atención en los rostros de los transeúntes. De pronto alguien se me acercó “debe ser alguien que necesita dinero para completar su pasaje” pensé, y me apresuré a buscar unas monedas en mi bolso. Era una anciana, confieso que me hubiera gustado relatarles que era una viejecita sonriente y amable, pero no, la anciana que se me acercó tenía el rostro amargado y el aliento alcohólico. Le ofrecí las monedas y ella no las aceptó. Tenía sus manos temblorosas ocupadas con un sobre manchado y maltratado, lo levantó hasta mi cara. “Esto es para ti” dijo, me lo entregó y se fue.

Revisé el sobre, en la parte del remitente estaba escrito: “Jesús de Nazaret” y en la del destinatario mi nombre: “Yolanda”.  Llegó el metro que esperaba, no hubo tiempo de abrir el sobre, a esa hora los vagones del metro van tan llenos que abrirlo y leerlo hubiera sido imposible. Lo guardé en mi bolso, llegué a mi trabajo, y tomé mi lugar en aquel inmenso mar de máquinas de coser. Mientras trabajaba, pensaba: “¿Quién puede conocer mi nombre en la estación del metro?”. Esperé hasta la hora de mi descanso para leer el contenido del sobre, lo abrí y decía: “Hija, sé que tienes hambre, ven. Puedes traer contigo a los que quieran una comida caliente”. Miré a mi alrededor, y pensé: “¿Habrá suficiente para todos ellos?”. No pude dejar de pensar en esa invitación tan personal y cercana. Ya en mi casa, al finalizar la jornada diaria, leía y releía el contenido del sobre. “Si esto es en serio ¿Cómo empiezo a invitar a esa cena especial a todos los que tienen hambre?”. Entonces decidí escribirle a mis amigas: hasta España a Mari Paz y hasta Argentina a Patricia. Seguramente “seis manos” podrán mejor que dos.

…….

Jesús nos convoca a celebrar la Eucarística, la primera, la de siempre, la que no pierde vigencia.  ¿Dónde tenemos que ir? ¿A Jerusalén, como aquella vez?… No, nos espera en cualquier lugar donde haya gente que tenga hambre y sed de Pan y de Vino, de Justicia y Solidaridad, de Fraternidad y Comunidad; donde haya personas que sufren y se sienten rechazadas por cualquier motivo; entre los que huyen de la guerra o la violencia… “Allí nos encontraremos”, nos ha dicho. “Id, cada una de vosotras, al lugar de vuestro continente en donde penséis que debéis estar convocando e invitando a la Cena a la que yo invito. Sois mensajeras como aquellos que mandé al cruce de los caminos…”.

Nos han invitado a una cena muy especial, será íntima y multitudinaria, indicándonos que salgamos a los caminos a buscar comensales. No hay restricciones ni números clausus. No hay que ir de etiqueta ni hay puestos de honor.

Nos han dicho que hagamos llegar la invitación a muchos, que utilicemos los medios a nuestro alcance para que la cena tenga todos los invitados que quieran asistir.

invitaciones-para-la-cena-de-la-empresaQue se expanda por la redes sociales, que lo transmitamos boca a boca en los encuentros de grupos y comunidades;  en las reuniones de la parroquia, de las vicarías, de las diócesis y en la curia vaticana; en monasterios y conventos, en sinagogas y mezquitas, en cárceles y hospitales, en despachos gubernamentales y en prostíbulos de carretera, en reuniones financieras. Que llegue la invitación a la orilla del Mediterráneo mientras se recogen vidas ateridas y chalecos salvavidas.

A los que viven en la calle, a los que huyen del hambre… Todos estáis invitados, nos ha dicho. Hay muchos sitios, no hay cuotas, ni clases, no se necesitan papeles, no tienes que llevar dinero.

Los niños y las niñas son bienvenidos y serán los que tengan un sitio especial al lado del Anfitrión.

¡Tomad nota!… es al atardecer de hoy Jueves, el que llaman Santo. ¡Ven, sí tienes hambre…!

Todos los que lean esto, están invitados; y a los que se lo hagan llegar por el medio que sea. Vayan pensando de qué les gustaría hablar con Jesús y de qué tienen hambre.

No se olviden de contestar a cualquiera de las direcciones de correo que figuran arriba indicando qué motivo les mueve a participar en esta Cena

 (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

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San José, gran patrono

Sábado, 19 de marzo de 2016
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1935800_562361837274346_3356579829000150268_nDel blog de xabier Pikaza:

San Jose ha sido y sigue siendo en la Iglesia , un gran patrono. Así le recordamos como:

Patrono de padres, físicos o adoptivos, de aquellos que saben que la vida es para darla en amor, y para acompañar y guiar el hijo (ver cuadro del Greco, con Toledo al fondo) Felicidades

Patrono de maridos respetuosos, que se fían de sus mujeres, que aceptan el misterio de Dios en ellas, que las aman y comparten la vida con ellas… Felicidades.

Patrono de trabajadores artesanos, sin tierra propia: Así aparece el 1 Mayo, un Día llamado de José Operario, así en la Biblia como obrero

Patrono de novios…. de todos aquellos que buscan mujer buena y que por eso le florece la Vara del amor (ver imagen 2, según tradición oriental, de las Hermanas de Belén)

Patrono de las monjas a las que protege, hombre de la casa que ellas necesitan (así le vio Santa Teresa)

Patrono de la Buena Muerte: así le han visto y rezado nuestro abuelos, porque murió, en manos de Jesús y de María y protege en la muerte a los que le invocan
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Patrono de niños sin padre, pues lo fue del Hijo de Dios, que nació sin protección el mundo… como los niños perdidos y abandonados (recogió al hijo de Dios, recogiendo y reconociendo como suyo al hijo de María)

Patrono de la Iglesia, familia de Jesús, que él ha de proteger, como protegió a Jesús (como declaró el Papa León XIII)

Patrono de “seminaristas”: jóvenes que se preparan para hacer un oficio también vinculado a Jesús…, en clave de familia o celibato, siempre a ras de tierra, como José.

Patrono de emigrantes y forasteros... Así aparece buscando refugio en Egipto, burlando para ello a la policía de Herodes y a las autoridades del nuevo país (que parecen mejores que la de Europa hoy en día, que no dejan pasan a José con su muer y su hijo…)

— Patrono de viudos, pues una tradición (apócrifa) dice que era viudo y que acogió a María abandonada, con su Niño, Hijo de Dios…

Se podrían añadir otros patronazgos, pero voy a limitarme al Nuevo Testamento sabe que es “padre” personal de Jesús (cf. Mt 1-2; Lc 2,1, 26–2, 52; Jn 1, 45; 6, 42) y como fiel ejecutor de la obra de Dios. La tradición católica ha destacado su importancia como “padre humano” (no simplemente biológico) del Hijo de Dios, vinculándole de un modo especial a María, su esposa.

Basta lo dicho… este día de San José. Pueden quedarse aquí todos los que quieran detenerse este día de José en algunos signos de su figura y recuerdo en
la Iglesia, con las dos figuras que presento…

Las reflexiones que siguen recogen una meditación básica sobre el sentido bíblico de Jesús, desde la perspectiva de los evangelios de Lucas y, sobre todo, de Mateo. El texto está tomado básicamente de Historia de Jesús, Verbo Divino, Estella 2013). Buen día de san José a todos.

Datos básicos

(1) Mateo.

La conversión de José… ser padre de Je´sus. Mateo presenta a José como Hijo de David (Mt 1, 20), es decir, como un heredero de las promesas mesiánicas, un hombre «justo» (dikaios) que cumple lo que exige y pide la ley divina (Mt 1, 19). Lógicamente, él tenía que presentarse como trasmisor de las promesas mesiánicas, como alguien capaz de decir a Jesús lo que ha de ser, la forma en que debe comportarse, como portador de la voluntad y de la misión de Dios para su hijo. Pues bien, el ángel de Dios le pide que renuncie a su paternidad, con los derechos que ella implica, poniéndose al servicio de la obra de Dios María, su esposa (Mt 1, 18-25).

De esa forma le pide lo más fuerte y costoso que puede pedirse a un hombre, especialmente si es israelita: que renuncie a su derecho y que acepte, acoja y cuide la obra que Dios ha realizado en su mujer María. Frente al varón dominador que duda de su esposa y la utiliza, frente al hombre que pretende «conquistar» a las mujeres y tomarlas como territorio sometido, se eleva aquí la voz más alta del ángel de Dios pidiendo al varón José que respete a la mujer María, aceptando lo que Dios realiza en ella. En el principio de la historia de la liberación cristiana está la fe de este buen varón José, que se ha dejado cambiar, convirtiéndose de algún modo en cristiano ante María.

(2) Lucas.

La diferencia de José. Se sitúa ya en la vida pública de Jesús, que acaba de anunciar su mensaje de gracia universal (Lc 4, 18-19), retomando el mensaje de Is 61, 1-2 y 58, 6 y anunciando el gran → jubileo, pero omitiendo las palabras clave de Is 61, 2 donde de habla «del día de venganza de nuestro Dios». Eso significa que abre el mensaje de salvación a todos los pueblos, como sigue suponiendo el texto, cuando alude a la tradición del mensaje y milagros de Elías y Eliseo, que ofrecieron su ayuda los extranjeros (habiendo en Israel muchos enfermos (Lc 4, 24-26). Leer más…

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Oración de súplica

Sábado, 5 de marzo de 2016
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oracion-suplica*

A ti dirijo mi súplica, buen Dios, en esta primavera que no florece.

No te canses, Señor, espera otros tres años más, o los que sean necesarios.

Yo hoy soy higuera que no da fruto, que sólo aparenta y está llena de espléndidas hojas y grandes ramas. Sé que vienes una y otra vez a mí, buscando el fruto, el resultado de la semilla que colocaste un día lejano. Aún no, mi pereza, mi infidelidad, mi miedo… tantos obstáculos coloco que es imposible que la tu savia me nutra de verdad hasta que explote mi vida en un fruto.

Pero sé que eres paciente hortelano más que guardián ávido de encontrar resultados. También sé que tu sueño es que yo dé fruto, grande o pequeño, sé que tu deseo es que de mí brote un surtidor de vida.

En ocasiones soy higuera estéril, pero tú riegas con paciencia, y le pides al tiempo y a la existencia que prolongue los minutos para que yo me dé cuenta y reverdezca y brote. No me pides cuentas, no crees que ocupe un espacio que hago inútil.

Será mi propio camino, mi propio esfuerzo quien marque el resultado de mi vida.

Pero tú continúa viniendo a mi tierra, observando amorosamente si despuntan mis brotes. Te paciencia, no te canses, en lo oscuro del invierno está escondida la semilla de la primavera.

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Abba de misericordia y Buda de compasión”, por Juan Masiá sj

Jueves, 3 de marzo de 2016
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buddha_and_jesus1Coincidiendo con la Semana Mundial de la Armonía Interconfesional (proclamada por la Asamblea General de Naciones Unidas en su resolución 65/5 de 2010), en una pequeña “comunidad de base cristiano-budista” , que se reúne en el barrio de Nerima (Tokyo), hemos celebrado un día de retiro y meditación sobre el perdón y la reconciliación en medio del mundo conflictivo actual.

Para orar juntos por la paz en una liturgia interconfesional, se eligieron dos lecturas, una budista y otra cristiana. La budista fue el capítulo 20 del Sutra del Loto: El bodisatva despreciado que a nadie despreció”; la cristiana, el Padre Nuestro, en el contexto del capítulo 6 del Evangelio según la tradición de Mateo.

Los versos del Sutra del Loto sobre el bodisatva Sin Menosprecio rezan así:

Eran los días del Dharma en decadencia / los monjes especulaban con teorías / carentes de autenticidad / El bodisatva Sin Menosprecio / se les acercaba y decía: / No os menosprecio, estáis llamados a la Iluminación. / Ellos, al oirle, se burlaban y le injuriaban. / Pero él lo soportaba inmutable. / Gracias a este bodisatva, mucha gente se convirtió / y caminó hacia la iluminación.

Para compartir el Padre Nuestro, nos sirvió la paráfrasis compuesta hace unos años en un taller de espiritualidad interconfesional. La he recogido traducida en mi libro Vivir. Espiritualidad en pequeñas dosis, Desclée, 2016. Dice así:

Oración desde la vida a la Vida:

Fuente de la Vida, que estás en la vida, que estás en mi vida, que estás en todas partes, vivificándolo todo. ¡Gracias por la Vida que nos vive!

Que nos demos cuenta de que está llegando siempre el Reinado de la Vida. Que lo construyamos vivificándonos, dándonos vida mutuamenye y dando en todo un sí a la Vida.

Que recibamos fuerza de vivir, fortaleza de cuerpo y espíritu con pan de vida y esperanza.

Que nos capacitemos para vivir en reconciliación, recibiendo y dando perdón,y para convivir con las personas más desfavorecidas, con quienes son diferentes y con quienes nos muestran enemistad.

Que seamos liberados de todo mal: del mal en nuestro interior, y del mal que vulnera las relaciones humanas. Y que de fruto el trabajo por la liberación del mal social.

(Vivir. Espiritualidad en pequeñas dosis, Ed. Desclee, 2016, cap. 66)

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“Más allá de los humanos”, por José Arregi

Miércoles, 2 de marzo de 2016
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A VIDA livroLeído en su blog:

En Arroa Behea luce un sol radiante. El sauce reverdece. El petirrojo y la malviz cantan. Una madre joven columpia a su hijita, una y otra vez, suavemente. Llega el tren y luego se va, tra-ca-ta-tá, tra-ca-ta-tá… La madre y la niña siguen jugando. El mundo parece pura armonía, y el ser humano su gloria, su corona, su ángel de la guarda. Con razón canta el salmo judío: “Lo coronaste de gloria y dignidad”. Todos los salmos no bastan para cantar tanta belleza sublime, tanta paz. Misterio del mundo, Gracia de ser.

¿Y tantos horrores humanos? Un padre abusa sexualmente de un bebé de 18 meses, hija de su pareja, y la arroja por la ventana. Ocho mujeres muertas en un mes en España a manos de sus parejas. Personas hechas y derechas que sucumben víctimas del alcohol, del sexo, de la venganza, del dinero. Esta corrupción generalizada. Esas entrañas y fronteras cerradas a hambrientos y a los fugitivos de la guerra. Esta Europa indecente que defiende su bienestar robado a los países más pobres.

Tenía razón San Pablo: “No acabo de entender mi conducta, pues no hago el bien que quiero, sino el mal que aborrezco”. ¿A eso llamamos dignidad, conciencia, libertad? ¿Es libre este pobre ser humano capaz de hundirse en el rencor o en la angustia por un pequeño fracaso, por una simple palabra de ofensa o de crítica, o por el temor de algo que ni siquiera sabe que vaya a suceder? Y nos llamamos Homo Sapiens, y nos creemos los señores del mundo, cuando no somos dueños de nosotros mismos. Y cuanto menos libres nos sentimos más nos empeñamos en dominar a los demás. Y cuanto menos felices somos más daño hacemos y más desgraciados nos volvemos. ¿Qué nos pasa a los humanos?

Antes era fácil: el “pecado original” tenía la culpa de todo. Pero las ciencias, todas ellas a la vez, han vuelto imposible seguir pensando que haya existido alguna vez un paraíso, una caída, un castigo divino. Y han demostrado que todas las formas conocidas de vida en esta tierra son fruto de la evolución de una misma forma inicial, y apuntan con unanimidad creciente la probabilidad de que la vida –tal vez en formas distintas de las que conocemos– sea un fenómeno difundido por todo el universo, aunque ésa es otra historia. Todo nos lleva a pensar que no somos el centro del universo ni la cima de la evolución de la vida.

Las ciencias nos llevan también a pensar que el género Homo, aparecido hace 2 millones de años, y esta especie nuestra Sapiens aparecido hace 150.000 años, no es ni siquiera el centro ni el culmen de la evolución de la vida en nuestro planeta. Nos distingue del resto de los primates una mayor capacidad cerebral, de la que dependen todas las funciones que abusivamente llamamos “específicamente humanas”: la conciencia, la libertad, el lenguaje, el arte, la herramienta, la cultura… Son funciones que, en grados diferentes, se dan en todos los primates y en muchísimas especies animales.

Las diferencias son siempre de grado, aunque quien así lo prefiera puede llamarlas “saltos cualitativos”. Entre el sauce que verdea y la malviz que canta, entre la malviz y el perro, entre el perro el chimpancé, hay muchos y grandes saltos cualitativos, pero dentro de un continuum infinito de complejización creciente. De lo “inferior” emerge lo “superior”. ¿Pero por qué esta necesidad de afirmarnos superiores?

Afortunadamente, no estamos al final de la evolución. La vida seguirá buscando a tientas –y seguro que irá encontrando– nuevas formas vivientes mejor adaptadas, más armónicas –esperemos– que esta nuestra especie tan ambigua todavía, tan contradictoria, tan violenta. Tan incipiente. La evolución nos llevará, en millones de años, a formas posthumanas o transhumanas, con capacidades “superiores”… ¡Ojalá!

Lo nuevo del momento histórico en que vivimos es que la evolución hacia esas formas transhumanas depende cada vez más de nuestra especie, está en nuestras manos. Las neurociencias, la ingeniería genética, las prótesis robóticas externas o internas… más pronto que tarde crearán otros seres más inteligentes que nosotros. No hay duda de que eso sucederá algún día. La duda –enorme, inquietante duda– es si eso será para nuestro bien y el suyo. El gran desafío y nuestra gran responsabilidad es que lo sea.

Empecemos ya, aquí. Demos cada día el pasito que podamos para cuidar la vida, para que vivir sea una gracia para nosotros mismos y los demás, también para la vida de quienes vendrán luego, sean seres humanos o no.

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Su luz atraviesa mis tinieblas

Martes, 1 de marzo de 2016
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TuLuz*

Jesús es la Luz. Él mismo nos dice “quien cree en mi no camina en tinieblas porque tendrá la luz de la vida”

En la Escritura encontramos testimonios estremecedores de ausencia de luz. Baste como ejemplo el aullido de Job:

“¡Desaparezca el día en que nací y la noche que dijo: “ha sido concebido un hombre”! Que ese día se convierta en tinieblas, que Dios desde su morada no lo recuerde más, que la luz no brille sobre él.”

Job, en pleno duelo, agarra con su mano la oscuridad, desea cubrirse con ella, casi hacerse invisible, desaparecer. Es tal su dolor que todo lo que sea claro, todo lo que signifique vida es incompatible con su angustia. También en nuestra vida cotidiana encontramos situaciones oscuras…

En la Cuaresma se nos invita al ayuno e Isaías nos explicita qué podemos hacer para que  “brille tu luz como la aurora”: abrir, liberar, compartir, hospedar, preocuparnos por el hermano….

Es una buena fórmula para que poco a poco, muy poco a poco, como le pasó a Job, emerjamos del abismo y exclamemos: “Te conocía solo de oídas, pero ahora te han visto mis ojos”. Para él, el dolor, la oscuridad, le empuja a un diálogo sincero con su realidad, con su Creador y así, su vida, iluminada de Vida, le hace gritar de nuevo, esta vez de plenitud.

No es malo cruzar tinieblas, atravesar oscuridades, lo malo es permanecer en ellas, creer que son opacas, estériles, que no sirven para saltar, que son como una ciénaga que nos absorbe.

Luz y oscuridad, son las dos realidades de nuestra vida. Absurdo es negar que vivimos iluminados, e igualmente absurdo sería negar que las tinieblas también nos rodean, incluso, a veces,  nos penetran.

Por eso en este tiempo de cuaresma, agarramos una vela y nos adentramos en nuestras propias oscuridades. El hecho de que haya tinieblas, que las hay, no quiere decir que ellas nos dominen. Más fuerte que nuestra soberbia, nuestra envidia, nuestra competitividad o el sentirnos mejores que los demás es Jesús, que no permite que esas realidades nos cieguen sino que nos da su luz para entrar en la generosidad, la comprensión, la esperanza, la serenidad, la colaboración y la fraternidad.

¡Agarra tu vela y caminemos hacia la Luz!

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“Voces en el desierto”, por Gabriel Mª Otalora

Lunes, 11 de enero de 2016
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BCF0E5CF-CE84-4045-A118-B17648B006F9.jpg__680__460__CROPz0x680y460Leído en la página web de Redes Cristianas

Mucho se ha hablado y escrito sobre el descubrimiento de América, sobre los desmanes coloniales que allí se perpetraron de manera continuada en nombre de nobles causas. Sin embargo, hubo quienes denunciaron sin pelos en la lengua aquella tropelía legalizada a manos de portugueses y castellanos, de cristianos y maleantes, que allí todos fueron mezclados en busca de riquezas y gloria, amparados en la necesaria conversión de aquellos pueblos tratados como infrahumanos.

Hubo de todo, ciertamente, pero el regusto fue de conquista con mucho salvajismo codicioso lleno de racismo. Y entre los que alzaron la voz contra los latrocinios de los compadres del rey Fernando, “El católico”, se encontraban dos dominicos: fray Bartolomé de las Casas, que escribió un alegato que pone los pelos de punta (Alianza lo sigue publicando en edición de bolsillo) y fray Antonio de Montesinos, algo menos popular, pero que se merece igualmente un gran lugar en la historia. Fue un poco antes de estas fechas navideñas de 1511, posiblemente a mediados del Adviento, cuando Montesinos pronunció su célebre discurso en la actual República Dominicana, con el título joánico de “Voz que clama en el desierto”.

Quienes fueron a escucharle, esperaban palabras de refuerzo cristiano para sus acciones sanguinarias contra los indígenas. Pero lo que se encontraron fueron preguntas como estas: ¿Con qué derecho y con qué justicia tenéis en tan cruel y horrible servidumbre a estos indios? ¿Con qué autoridad habéis hecho tan detestables guerras a estas gentes que estaban en su tierras, mansas y pacíficas, con muertes y estragos nunca oídos, habéis consumido? ¿Cómo los tenéis tan presos y extenuados, sin darles de comer ni curarlos de sus enfermedades, que de los excesivos trabajos que les dais se os mueren, y por mejor decir, los matáis por sacar oro cada día? ¿Es que estos no son hombres? ¿No tienen almas racionales? ¿No estáis obligados a amarlos como a vosotros mismos?

Y así durante toda su alocución hasta anunciarles que estaban en pecado mortal. Todos se quedaron consternados pero no parece que cambiaron sus costumbres contra aquellos pueblos, tratados como si fueran animales. Cuatro años más tarde, Montesinos y De las Casas volvieron a la metrópoli española para denunciar con hechos las salvajadas y los exterminios que estaban ocurriendo en ultramar. A partir de entonces y durante muchos años, De las Casas defendería con pasión en su país los derechos de los indios incluso frente a poderosos teólogos españoles que justificaban el fin con lo injustificable.

Vaya nuestro reconocimiento a ambos religiosos, sobre todo a Montesinos, que logró al menos una conversión, que ya no se recuerda: influyó decisivamente en la de Bartolomé de las Casas, quien en un principio tomaba parte en las conquistas sanguinarias por las que recibió esclavos indígenas a su servicio así como sus bienes y tierras… hasta que escuchó a su compañero dominico, cambiando radicalmente de actitud.

Todavía estamos en fechas pascuales de Navidad. Todavía somos muchos que nos decimos cristianos, o por lo menos no contrarios al mensaje de Cristo. Y siguen las injusticias estructurales en América latina y bastante más cerca, con muchos inmigrantes víctimas directas de esta crisis tan injusta. La Buena Noticia pasa por este mundo antes de llegar al otro, y precisa de todas las personas de buena voluntad para hacer un mundo mejor, más solidario y menos esclavo, en nuestro caso del consumismo capaz de deshumanizar hasta embrutecernos, como lo estaban aquellos conquistadores esclavos de su tiempo. Tuvieron mucho mérito los dos dominicos que al final no han sido tratados por la Iglesia como se merecen los profetas, incómoda con la Teología. cuando la primicia fue de estos dos frailes. Ambos actuaron como los primeros cristianos: tuvieron muy claro el tipo de armas que debían utilizar para ser testigos de Cristo: servicio, coraje, amor y ejemplo. Supieron darse y se hicieron vulnerables por amor a pesar de las consecuencias.

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“Nueva Espiritualidad”. Bautismo del Señor – C (Lucas 3,15-16.21.22)

Domingo, 10 de enero de 2016
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10_Bautismo-del-Señor_C-286x300«Espiritualidad» es una palabra desafortunada. Para muchos solo puede significar algo inútil, alejado de la vida real. ¿Para qué puede servir? Lo que interesa es lo concreto y práctico, lo material, no lo espiritual.

Sin embargo, el «espíritu» de una persona es algo valorado en la sociedad moderna, pues indica lo más hondo y decisivo de su vida: la pasión que la anima, su inspiración última, lo que contagia a los demás, lo que esa persona va poniendo en el mundo.

El espíritu alienta nuestros proyectos y compromisos, configura nuestro horizonte de valores y nuestra esperanza. Según sea nuestro espíritu, así será nuestra espiritualidad. Y así será también nuestra religión y nuestra vida entera.

Los textos que nos han dejado los primeros cristianos nos muestran que viven su fe en Jesucristo como un fuerte «movimiento espiritual». Se sienten habitados por el Espíritu de Jesús. Solo es cristiano quien ha sido bautizado con ese Espíritu. «El que no tiene el Espíritu de Cristo no le pertenece». Animados por ese Espíritu, lo viven todo de manera nueva.

Lo primero que cambia radicalmente es su experiencia de Dios. No viven ya con «espíritu de esclavos», agobiados por el miedo a Dios, sino con «espíritu de hijos» que se sienten amados de manera incondicional y sin límites por un Padre. El Espíritu de Jesús les hace gritar en el fondo de su corazón: ¡Abbá, Padre! Esta experiencia es lo primero que todos deberían encontrar en las comunidades de Jesús.

Cambia también su manera de vivir la religión. Ya no se sienten «prisioneros de la ley», las normas y los preceptos, sino liberados por el amor. Ahora conocen lo que es vivir con «un espíritu nuevo», escuchando la llamada del amor y no con «la letra vieja», ocupados en cumplir obligaciones religiosas. Este es el clima que entre todos hemos de cuidar y promover en las comunidades cristianas, si queremos vivir como Jesús.

Descubren también el verdadero contenido del culto a Dios. Lo que agrada al Padre no son los ritos vacíos de amor, sino que vivamos «en espíritu y en verdad». Esa vida vivida con el espíritu de Jesús y la verdad de su evangelio es para los cristianos su auténtico «culto espiritual».

No hemos de olvidar lo que Pablo de Tarso decía a sus comunidades: «No apaguéis el Espíritu». Una iglesia apagada, vacía del espíritu de Cristo, no puede vivir ni comunicar su verdadera Novedad. No puede saborear ni contagiar su Buena Noticia. Cuidar la espiritualidad cristiana es reavivar nuestra religión.

José Antonio Pagola

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La Navidad, “mucho ruido y pocas nueces”

Lunes, 4 de enero de 2016
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4Miguel Esquirol Vives
Cochabamba (Bolivia).

ECLESALIA, 28/12/15.- Otra vez Navidad, pero hoy ha perdido el sentido profundo que alguna vez tuvo. Se ha quedado vacía por dentro y ha sido suplantada por el Papa Noel y la Coca cola.

La Navidad, sin embargo, nos descubre algo muy importante, la unión de lo humano y lo divino. Jesús no necesitó un templo para nacer, nace en un establo, sin sacerdotes, sólo con sus padres, en un parto como tantos otros y la compañía de unos miserables pastores, verdaderos ángeles para aquella pobre familia.

Pero las iglesias tradicionales, han cometido el más grave divorcio, el de separar lo que Dios había unido, lo humano y lo divino, lo sagrado y lo profano. Así se han fabricado personas sagradas, lugares sagrados y tiempos sagrados, como en la religión que encontró Jesús en su tiempo, dejando a todo lo demás como profano. Como consecuencia, un cristianismo separado de la realidad, la fe de la vida y con miedo al mundo, al cuerpo y al placer.

Y por eso la religión cada día interesa menos a mucha gente. Y como las religiones se habían considerado las únicas dueñas del espíritu y de su manifestación la espiritualidad, el pueblo en general considerado profano y el cristiano en particular se ha quedado ignorante de la dimensión más profunda de su ser, dimensión tan suya como su cuerpo, como es su espíritu.

Y así nos estamos quedando mutilados en nuestro ser. Con un vacío enorme que necesitamos llenar de alguna forma, a veces errónea, como cuando los jóvenes lo buscan en el ruido, la velocidad, el sexo y el alcohol desmedidos o en las drogas.

Y los adultos en el dinero y las cosas, de ahí el consumismo, el materialismo y la corrupción. O en el poder y de ahí la decadencia de la clase política que lo busca para servirse a sí misma o caer en el terrorismo o en el belicismo.

Otros siguen buscando su espiritualidad, pero sin nadie que los oriente, y sin embargo está tan cerca, por ejemplo, creando buen ambiente en la familia, en la amistad, en el trabajo, en sanos esparcimientos, gozando de la naturaleza y el arte, en la fiesta, en la alegría y el placer, en la política sincera, la educación o el estudio con ganas, la justicia, la honradez y la solidaridad.

La espiritualidad de Jesús no es la espiritualidad del sacrificio, la perfección, el pecado y la culpa, es la espiritualidad de la felicidad y la alegría para la gente. La predicaba con hechos, asistiendo a bodas, comidas festivas y banquetes que le servían como símbolo de ese otro mundo diferente que enseñaba, repartiendo vida, dando su lugar a las mujeres y demás excluidos y liberando a los oprimidos por la causa que fuera. No acudía a rezar al templo, pues para él todo era sagrado, el lago, los cerros y sobre todo la gente. Para Jesús tan sagrado era comer como rezar. Es la alegría del evangelio del papa Francisco

(Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

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2016, bajo el signo de la confianza

Viernes, 1 de enero de 2016
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Señor, tú me sondeas y me conoces;
me conoces cuando me siento o me levanto,
de lejos penetras mis pensamientos;
distingues mi camino y mi descanso,
todas mis sendas te son familiares.

No ha llegado la palabra a mi lengua,
y ya, Señor, te la sabes toda.
Me estrechas detrás y delante,
me cubres con tu palma.
Tanto saber me sobrepasa,
es sublime, y no lo abarco.

¿Adónde iré lejos de tu aliento,
adónde escaparé de tu mirada?
Si escalo el cielo, allí estás tú;
si me acuesto en el abismo, allí te encuentro;

si vuelo hasta el margen de la aurora,
si emigro hasta el confín del mar,
allí me alcanzará tu izquierda,
me agarrará tu derecha.

Si digo: «Que al menos la tiniebla me encubra,
que la luz se haga noche en torno a mí»,
ni la tiniebla es oscura para ti,
la noche es clara como el día.

* * *

Tú has creado mis entrañas,
me has tejido en el seno materno.
Te doy gracias,
porque me has escogido portentosamente,
porque son admirables tus obras;
conocías hasta el fondo de mi alma,
no desconocías mis huesos.

Cuando, en lo oculto, me iba formando,
y entretejiendo en lo profundo de la tierra,
tus ojos veían mis acciones,
se escribían todas en tu libro;
calculados estaban mis días
antes que llegase el primero.

¡Qué incomparables encuentro tus designios,
Dios mío, qué inmenso es su conjunto!
Si me pongo a contarlos, son más que arena;
si los doy por terminados, aún me quedas tú.

Señor, sondéame y conoce mi corazón,
ponme a prueba y conoce mis sentimientos,
mira si mi camino se desvía,
y guíame por el camino eterno.

*

Salmo 139 (138)

***

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Natividad del Señor

Viernes, 25 de diciembre de 2015
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05-navidad (C) cerezo

Leído en Koinonia:

Misa del día

Isaías 52,7-10

Verán los confines de la tierra la victoria de nuestro Dios¡

Qué hermosos son sobre los montes los pies del mensajero que anuncia la paz, que trae la Buena Nueva, que pregona la victoria, que dice a Sión: “Tu Dios es rey”! Escucha: tus vigías gritan, cantan a coro, porque ven cara a cara al Señor, que vuelve a Sión. Romped a cantar a coro, ruinas de Jerusalén, que el Señor consuela a su pueblo, rescata a Jerusalén; el Señor desnuda su santo brazo a la vista de todas las naciones, y verán los confines de la tierra la victoria de nuestro Dios.

Salmo responsorial: 97

Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios.

Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas:
su diestra le ha dado la victoria,
su santo brazo. R.

El Señor da a conocer su victoria,
revela a las naciones su justicia:
se acordó de su misericordia y su fidelidad
en favor de la casa de Israel. R.

Los confines de la tierra han contemplado
la victoria de nuestro Dios.
Aclama al Señor, tierra entera;
gritad, vitoread, tocad. R.

Tañed la cítara para el Señor
suenen los instrumentos:
con clarines y al son de trompetas,
aclamad al Rey y Señor. R.

Hebreos 1,1-6

Dios nos ha hablado por el Hijo

En distintas ocasiones y de muchas maneras habló Dios antiguamente a nuestros padres por los profetas. Ahora, en esta etapa final, nos ha hablado por el Hijo, al que ha nombrado heredero de todo, y por medio del cual ha ido realizando las edades del mundo. Él es reflejo de su gloria, impronta de su ser. Él sostiene el universo con su palabra poderosa. Y, habiendo realizado la purificación de los pecados, está sentado a la derecha de su majestad en las alturas; tanto más encumbrado que los ángeles, cuanto más sublime es el nombre que ha heredado. Pues, ¿a qué ángel dijo jamás: “Hijo mío eres tú, hoy te he engendrado”, o: “Yo seré para él un padre, y él será para mí un hijo”? Y en otro pasaje, al introducir en el mundo al primogénito, dice: “Adórenlo todos los ángeles de Dios.”

Juan 1,1-18

La Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros

En principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. La Palabra en el principio estaba junto a Dios. Por medio de la Palabra se hizo todo, y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho. En la Palabra había vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibió. [Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a la fe. No era él la luz, sino testigo de la luz.] La Palabra era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre. Al mundo vino, y en el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. Pero a cuantos la recibieron, les da poder para ser hijos de Dios, si creen en su nombre. Éstos no han nacido de sangre, ni de amor carnal, ni de amor humano, sino de Dios.

Y la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria propia del Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad. [Juan da testimonio de él y grita diciendo: “Éste es de quien dije: “El que viene detrás de mí pasa delante de mí, porque existía antes que yo.”” Pues de su plenitud todos hemos recibido, gracia tras gracia. Porque la Ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo. A Dios nadie lo ha visto jamás: Dios Hijo único, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer.]

 

Homilía de Monseñor Romero sobre los textos litúrgicos de hoy
(25 de diciembre de 1977)

Hoy llega a nosotros la noticia del nacimiento de Cristo a través de su Iglesia. Cómo María, como nos cuenta el evangelio, al irse los pastorcitos que vinieron invitados por los ángeles a adorar al Niño Jesús, María se quedó reflexionando todo esto en su corazón. Para una comunidad cristiana la Navidad no tiene sentido si no es a base de una profunda reflexión, por eso para muchos cristianos la Navidad no es más que una fiesta que se espera y que luego pasa efímera, como la pólvora que se quema, y no deja más que basura en las calles. Para el cristiano es algo más que un cohetillo, es la gran noticia que debe reflexionarse y comprometer al hombre con este episodio en que Dios se hace hombre, no en una forma transitoria, sino para siempre, y el hombre debe también reflexionar ante el Señor.

Ese Cristo en Belén lo podemos representar hoy en esta homilía con este título: Cristo manifestación de Dios, Cristo manifestación del hombre y en tercer lugar, la Iglesia manifestación de Cristo.

PROLONGAR LA ENCARNACIÓN

Por eso la Iglesia, que prolonga la encarnación, o sea el Dios hecho hombre, no puede prescindir de la historia. Desde aquel momento Dios ha asumido la humanidad y ha dejado ese encargo de seguir asumiendo hacia Dios a todos los hombres, a la Iglesia, la cual, por tanto, peregrina en la historia, va recogiendo, no puede dejar de vivir las circunstancias en las cuales ella va prolongando esa encarnación. Por eso hermanos, estas noticias en las cuales yo reflejo lo más sobresaliente de la semana, no es con el afán de hacer aquí un noticiero. Lo hace mucho mejor cualquier instrumento de comunicación social, sino que es simplemente decirles a todos mis queridos hermanos, que vivimos en esta semana, en esta hora, que esta Navidad de 1977, siendo la eterna Navidad de Cristo, se ha vivido aquí en El Salvador en estas circunstancias de las cuales no podemos prescindir.

NAVIDADES TRISTES

Así es como tienen un sentido profundo, en medio de tarjetas y telegramas de Navidad, me hayan llegado cartas que son lamentos profundos, por ejemplo de aquellas madres y esposas que “en esta celebración de Navidad que con júbilo espera todo el pueblo cristiano, nosotras expresemos no una Navidad sino el profundo dolor de un calvario al albergar en nuestro corazón esa separación insuperable de nuestros hijos y esposos”. En otra carta parecida dice: “Estamos angustiadas y tristes por el llanto de nuestros hijitos que a cada momento que se despiertan en la noche están llamando a sus padres y de ellos no nos dan ninguna razón en los cuerpos de seguridad”. Y cartas de expresión así dolorosa, pues, son muchas las que llegan. Por nuestra parte hemos tratado de hacer todo lo que está a nuestro alcance recurriendo a recursos jurídicos y estamos dispuestos siempre, pues, a ayudar el dolor de la humanidad.

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Krzysztof Charamsa: Nuevo manifiesto de liberación gay – Vaticano, 3 de octubre de 2015 –

Lunes, 16 de noviembre de 2015
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Los “diez mandamientos” de Charamsa
“La Iglesia católica no mata a las personas, pero las mata psicológicamente”

El sacerdote publica un “Nueva manifiesto de liberación gay”

Krzysztof Charamsa, el cura polaco que escandalizó al Vaticano anunciando su homosexualidad, escribió un manifiesto de liberación gay con diez mandamientos dirigidos a la Iglesia católica para que abandone “la persecución” contra este colectivo. “No es como el caso del Estado Islámico que persigue personas homosexuales matándolas. La Iglesia católica no mata a las personas, pero las mata psicológicamente. Las mata con su posición retrógrada, con su rechazo, con su desprecio y con las continuas enseñanzas contra los homosexuales”, explicó Charamsa sobre las razones del “Nuevo manifiesto de liberación gay que escribió.

En él, reclama al Vaticano anular los documentos ofensivos de la enseñanza católica sobre las personas homosexuales, revisar la interpretación eclesial de los textos bíblicos en relación a esta materia y admitir a las personas homosexuales en el sacerdocio.

Asimismo, propone iniciar un diálogo con las confesiones evangélica y anglicana, más avanzadas en el reconocimiento de los derechos homosexuales, y exige disculpas del Vaticano “por sus omisiones y silencios, sus persecuciones y crímenes realizados contra las personas homosexuales a lo largo de los siglos”.

Actualmente, la doctrina católica señala que las relaciones homosexuales “faltan de la forma humana”, “son intrínsicamente desordenadas” y “contrarias a la ley natural”. Pide “respeto y compasión” para ellos pero les exige castidad. Estos textos deben ser juzgados como ideológicos, es como decir que la Tierra es plana y no se mueve. Están más cerca de las posiciones del fundamentalismo islámico que de la razón”, acusó Charamsa.

La postura se basa en pequeños fragmentos de la Biblia que, en su opinión, no condenan explícitamente la homosexualidad y deben enmarcarse “en el contexto histórico y cultural de su escritura”. “Hace siglos usábamos la Biblia para defender la esclavitud“, recordó.

En su manifiesto, también exige a la Iglesia que no critique la legalización del matrimonio sexual en algunos países mientras que no condena la penalización de la homosexualidad en decenas de países del mundo. “La Iglesia católica se alegra, está contenta con estos casos de persecución y penalización porque la penalización de la homosexualidad es una confirmación legal de su enseñanza sobre la homosexualidad. Hasta que no rechace y condene abiertamente esta penalización es cómplice del terror antihomosexual”, afirmó.

Hace ya un mes que anunció públicamente su homosexualidad, con una explosiva conferencia de prensa en Roma justo el día antes del inicio de un sínodo sobre la familia en el Vaticano. Ahora vive en el barrio gay de Barcelona y no se arrepiente de su decisión.

Se siente “liberado”, “en paz”. “Ahora me siento mejor gay y más sacerdote que antes, afirmó con una amplia sonrisa. Por ahora no tiene trabajo, más allá de atender las numerosas entrevistas de los medios de comunicación. “Con 43 años no es fácil encontrar algo”, dijo. Su intención es reanudar la enseñanza universitaria –era profesor de teología en Roma– y escribir un libro sobre su experiencia como homosexual en el Vaticano. Para él, su caso es ejemplo de “la eliminación y persecución de personas gays dentro de la Iglesia“. Por ello, exige que se anule la instrucción del papa Benedicto XVI en 2005 conforme los curas homosexuales no deben reconocer públicamente su orientación sexual. “Ante esta instrucción, todos los curas homosexuales tienen la obligación moral de salir del armario para mostrar al Vaticano que existimos y somos buenos curas, aseguró. Si los tuvieran que expulsar a todos, “sería posible que la Iglesia se quedara bastante sola”, advirtió.

(RD/Agencias)

El nuevo manifiesto de liberación gay – Vaticano, 3 de octubre de 2015 –

1. Abandono de la homofobia y de la discriminación de las personas homosexuales Exigimos que la iglesia católica abandone la actitud, la mentalidad y el lenguaje homofóbicos, de odio y desprecio, de marginalización, de estigmatización y de exclusión de las personas LGBTI. Exigimos también que la iglesia finalice su discriminación y persecución encubierta (soft persecusion) dentro y fuera de sus muros.
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2. Condena de la penalización de las personas por su condición de homosexuales y de las terapias correctivas Exigimos que la iglesia se exprese clara e inequívocamente contra la penalización, contra la pena de muerte y de prisión, contra la persecución con actos de violencia, contra cualquier discriminación por causa de la orientación sexual, y contra la corrección o “conversión” de las personas pertenecientes a las minorías sexuales.
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3. No interferencia de la iglesia en el reconocimiento de derechos humanos de los homosexuales por parte de estados democráticos Exigimos que la iglesia revise, atenúe y equilibre su actitud ante los estados, naciones y pueblos que tratan de garantizar derechos humanos a las personas gays, como son su derecho al amor y al matrimonio civil. La iglesia debe respetar que los estados civiles sean autónomos en la gestión del bien común de todos, no sólo del de los católicos.
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4. Anulación de documentos incompetentes y ofensivos de la enseñanza católica sobre las personas homosexuales Exigimos que el papa revise el catecismo y cancele todos los documentos ofensivos, violentos e incompetentes, relativos a las personas homosexuales, compadecidas y estigmatizadas; en particular los documentos de la congregación por la doctrina de la fe, heredera de la oscura memoria de la santa inquisición*.
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5. Inmediata cancelación de la instrucción discriminatoria relativa a la no admisión de las personas homosexuales en el sacerdocio católico Exigimos que el papa cancele inmediatamente la vergonzosa instrucción relativa a la no admisión de personas homosexuales en la ordenación sacerdotal firmada por el papa Benedicto XVI en el 2005.
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6. Inicio de una seria reflexión interdisciplinaria sobre la moralidad de la sexualidad humana Exigimos que la iglesia inicie una reflexión científica seria e imparcial sobre la moral de la sexualidad. Exigimos que tome conciencia del desarrollo de las ciencias, que hasta ahora juzga de ideológico: sexología, medicina, psicología, psiquiatría, biología, sociología, antropología, estudios sobre género, etc.
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7. Revisión de la interpretación eclesial de los textos bíblicos en relación a la cuestión homosexual Exigimos que la iglesia tome en serio la interpretación de la Biblia, que se libere de fundamentalismos, que estudie las Escrituras que al hablar de personas homosexuales no las condenan, y que además contextualice los textos bíblicos que tratan la cuestión de los actos homogenitales.
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8. Inicio de un serio diálogo ecuménico con los hermanos evangélicos y anglicanos sobre la homosexualidad Exigimos que la iglesia emprenda un serio diálogo ecuménico sobre la homosexualidad con los cristianos evangélicos y anglicanos, quienes han alcanzado importantes progresos en su maduración abierta y sincera de las mismas posiciones, las cuales pueden ayudar a la iglesia católica a entender la realidad.
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9. Necesidad de pedir perdón por las culpas pasadas y presentes de la iglesia respecto a las personas homosexuales Exigimos que la iglesia emprenda el camino para pedir perdón por sus propias culpas seculares, sus omisiones y silencios, sus persecuciones y crímenes realizados contra las personas homosexuales a lo largo de los siglos, y que deje hoy de actuar en dicho sentido.
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10. Respeto para los homosexuales creyentes y reparación de la inhumana propuesta eclesial para su vida cristiana Exigimos que la iglesia abra los ojos por fin a las personas homosexuales creyentes, para las cuales no tiene ningún derecho de proponer la inhumana solución de abstinencia total de vida de amor, de sana vida sexual. Exigimos que respete su naturaleza y orientación sexuales. (Krzysztof Charamsa)
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* Los documentos inaceptables son:
1. la falsa y retrasada declaración Persona humana del 1975, habla, además, de “inadaptación social” y de “anomalía” de las personas homosexuales, además de ofrece un falso panorama de “causas de la homosexualidad”;
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2. la ofensiva Carta sobre la cura pastoral de las personas homosexuales del 1986, encomienda la “compasión” para los homosexuales y preve una “justa discriminación” de los homosexuales, porque sólo excluye aquella “injusta”;
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3. las escandalosas Algunas consideraciones concernenti la respuesta a propuestas de ley sobre ella no discriminación de las personas homosexuales, del 1992 y
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4. la igualmente censurables Consideraciones acerca de los proyectos de reconocimiento legal de las uniones entre personas homosexuales del 2003, la homosexualidad sería “priva de un verdadero complementarietà afectivo”, mientras las relaciones homosexuales no serían “humanas”, o bien “faltan de la forma humana y ordenada de las relaciones sexuales”;
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5. el Catecismo de la Iglesia Católica, nn. 2357-2359, insignia que no sólo los actos pero la inclinación homosexual, la tendencia o, precisamente nosotros diríamos, la orientación es “intrínsecamente desordenada”; luego añade que para la mayor parte de nosotros nuestra tendencia es una prueba y una dificultad, que solicita compasión de parte de los otros, pero no hace evitar una justa discriminación: ¿de dónde sabe la iglesia qué comporta nuestro sufrimiento y dificultad? Éstas sólo nacen de la homofobia de la iglesia, no de la orientación sexual. La enseñanza resumida por el catecismo es ofensiva, aparte el hecho que la definición de la homosexualidad es lagunosa, si no completamente falsa; falsa es el análisis esperienziale de la situación de las personas homosexuales, mientras que la actitud de emprender delante de ellas y la propuesta de vida para los homosexuales son completamente injustas. El catecismo insiste que naturalmente en las personas homosexuales no existe alguno complementarietà afectivo con las otras personas humanas que ellas quieren.

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Leonardo Boff: “El próximo paso del mundo es descubrir el capital espiritual de los seres humanos”

Jueves, 29 de octubre de 2015
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congreso-continental-en-belo-horizonte(Luis M. Modino, enviado especial a Belo Horizonte).- La ciudad brasileña de Belo Horizonte acoge desde este lunes, 26 de octubre, el II Congreso Continental de Teología organizado por Amerindia en el que participan teólogos y teólogas latinoamericanos hasta el próximo viernes. Como se señalaba en la celebración de abertura “nos han convocado los gritos y clamores que brotan de hombres y mujeres empobrecidos”.

Nos ha convocado el clamor que sube al cielo de las y los migrantes, desplazados de sus tierras por el hambre y la miseria, la violencia y la pobreza; el clamor de la inocencia y la esperanza arrebatada de niños y jóvenes; el dolor de mujeres oprimidas, violentadas y marginadas. Los clamores de pueblos y culturas indo-americanas pisoteadas. El clamor de la madre tierra saqueada, desgarrada que gime en dolores de parto”.

“No podemos olvidarnos de nuestros hermanos que sufren” decía la teóloga mexicana Socorro Martínez, una de las articuladoras del Congreso, pero al mismo tiempo resaltaba que “estamos de fiesta, respirando la alegría de otra Iglesia”, y por eso somos llamados a “impulsar desde las bases” todo lo que a lo largo de estos días va a ser debatido.

Al fin y al cabo, el congreso, como ha señalado la teóloga mexicana, junto con el uruguayo Pablo Bonavia, quiere ser una oportunidad con la que descubrir la fuerza de lo pequeño y de los pequeños, y de impulsar una forma de ser Iglesia que tuvo su mejor expresión en Medellín en 1968 y que ha recuperado su vigor con la elección del Papa Francisco, que muestra una nueva forma de estar y actuar, que vive y fomenta la solidaridad con los excluidos y con la madre tierra, queriendo construir una sociedad que promueva la dignidad de todos y todas.

En su opinión, el Obispo de Roma deja claro que la opción por los excluidos es la mejor confesión de fe acerca de Dios y su forma de ser, llamando a la promoción del Reino antes que a la autopromoción institucional y siendo partícipes de la construcción de un paradigma de sociedad alternativa y, al mismo tiempo, haciendo nuestro aporte al proceso de reforma eclesial. Todo ello sin olvidar la necesidad de intensificar nuestro compromiso con los pequeños, místicos, profetas y todos los que se sienten artesanos de un nuevo mundo posible.

Pero el plato principal de esta jornada inaugural ha corrido a cargo de Leonardo Boff, quien ha reflexionado a partir del tema “El factor religioso en el contexto de la conflictividad global”. El teólogo brasileño ha partido de la idea de que la religión y la teología están en alza, pues movilizan un gran número de personas y son causas de muchas guerras, especialmente en el ámbito musulmán.

Siguiendo las ideas de Samuel Huntington, afirma que en el mundo moderno la religión es tal vez la fuerza central y que eso hace que, en última instancia, lo que cuenta para las personas no son las ideas políticas o el interés económico y sí las convicciones religiosas, por las cuales combaten y están dispuestas a dar su vida. Los países occidentales ven la religión como algo pasado de moda, cosa de quienes no piensan o han dejado de pensar (niños y ancianos). Frente a eso, en el islam la religión camina junto a la política.

Boff señala que dentro de las religiones existe la enfermedad del fundamentalismo, fenómeno surgido en el ámbito del cristianismo protestante conservador estadounidense un siglo atrás, que pretendía mantener la fe original de los fundadores a partir de la lectura literal bíblica.

Esto se fue extendiendo a otras religiones e inclusive a la Iglesia católica, que llegó a afirmar que fuera de ella no hay salvación, y que es la única, pues las otras sólo tienen algunos elementos eclesiales. Creerse los únicos portadores de la verdad condena al fundamentalismo y a la intolerancia, entendiendo mi doctrina y mi verdad como las únicas verdaderas.

Pero el fundamentalismo no afecta solamente a la dimensión religiosa, también a la dimensión social y económica, manifestándose en la macroeconomía capitalista y el neoliberalismo, que quiere imponer esa fórmula a todos. Por eso dice que desde el Pentágono se sostiene la idea de que un mundo, un imperio, y frente a esto, el Papa Francisco defiende que un mundo, una casa común.

También afirma que otro tipo de fundamentalismo es la arrogancia de la cultura occidental, que se cree superior al resto y es causa de muchos de los conflictos que hoy tienen lugar en el mundo, en consecuencia de la voluntad de imponer esa cultura en todos los rincones.

Es necesario rescatar y articular otras formas de saber, más allá del saber científico, pues todo saber es una ventana sobre la realidad, que es algo que no conocemos lo que es. Ese rescate de saberes enriquece nuestra lectura de la realidad, por ello hay que rescatar con urgencia la razón cordial, sensible, más allá de la razón intelectual, aspecto que el Papa Francisco recoge en su última encíclica.

Leonardo Boff nos hace caer en la que cuenta que no son las religiones, y sí nosotros, quienes somos fundamentalistas y no queremos darnos cuenta de eso, que no podemos imponer nuestra forma de pensar la sociedad, de venerar a Dios, como la única forma legítima. Leonardo recuerda las palabras de Antonio Machado, en las que dice “¿Tú verdad? no, la verdad; y ven conmigo a buscarla. La tuya guárdatela”. La verdad no es la posesión de uno o de otro.

El otro aspecto importante que aborda es el del terrorismo, que quiere ocupar la mente de las personas y mantenerlas rehenes por el miedo, obligándolas a desconfiar. Este terrorismo es fruto de una amargura histórica y de humillación secular contra los musulmanes.

Leonardo Boff defiende el papel de las religiones como salvaguarda, como aquello que mueve la mente de las personas y, a partir de las ideas de Edward Wilson, ve necesario una alianza entre la tecnociencia y las religiones si queremos salvar la vida de la tierra. La ciencia tiene que decir a las religiones que tienen que dejar de ser fundamentalistas y descubrir el valor sagrado de cada ser creado, y la religión dice a la ciencia que tiene que ser una ciencia con conciencia, no hecha para el mercado sino para la vida, para mejorar la vida.

Por último se pregunta ¿cuál es el próximo paso? Señala dos opciones, una que aboga por una tragedia sin remedio y otra que muestra que estamos en el corazón de una gran crisis civilizatoria que purifica y traerá como consecuencia la creación de algo nuevo. Dice creer en esta segunda opción, movido por la esperanza en lo que el Papa dice, que Dios es el enamorado amante de la vida y que no va a permitir que la vida desaparezca.

Por eso, el próximo paso es descubrir el capital espiritual de los seres humanos. Hemos explotado todo el capital material y en función del enriquecimiento hemos puesto en crisis todo lo existente. Este capital espiritual es infinito, pues no tiene límite el amor, la espiritualidad, el arte, la comunicación, el perdón, la convivencia, la fraternidad… y eso va a poder hacer posible el tener una tierra de la buena esperanza, de la bio civilización, donde el eje estructurador es la vida.

A partir de estas reflexiones debe ser construida esa Iglesia que camina con espíritu y desde los pobres. Depende del análisis de la realidad que sea llevado a cabo y de las actitudes que sean desenvueltas a partir de esa realidad en la que vivimos.

Fuente Religión Digital

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Insospechable magnitud de la respuesta divina

Miércoles, 28 de octubre de 2015
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manos-dios-y-adc3a1nJosé María Rivas Conde. Madrid.

ECLESALIA, 19/10/15.- La relación humana “empleado/empleador” no pide agradecimiento por recibir jornal a cambio del trabajo realizado. El salario no es dádiva, sino abono de deuda contraída. Salvo que se perciba más de lo establecido. Como los peones aquellos de la parábola que, empleados después de empezar la jornada, cobraron el denario del día sin completarla. Por pura magnanimidad del empleador el importe de lo percibido superaba lo devengado en justicia, tanto más cuanto más tarde emperezara cada uno a trabajar.

No sucede así en la relación trascendente “creatura/ Creador”, simbolizada en la anterior. En el ámbito de esta segunda relación, el solo hecho de recibir remuneración o recompensa lleva ya a gratitud, prescindiendo por completo del monto de la misma.

Nadie en efecto puede merecer, ni menos reclamar, retribución propiamente tal por sólo cumplir con lo que debe. Nadie puede devengarla por pagar la deuda que tiene. A nadie le reconocemos ese derecho, cuando todo su hacer es saldar el débito que tiene. ¡Es que ni le agradecemos su pago, salvo por condescendiente cortesía inusual! Lo suyo es demandárselo o incluso exigírselo.

Nosotros, a quienes el Creador nos da todo nuestro existir, somos de arriba abajo “deuda integral a nuestro Hacedor”. No podemos tener con Él relación de reciprocidad, como si existiéramos independientemente de Él y estuviéramos a su nivel. El suyo es el de Señor y Amo por título de creación; el nuestro, el de posesión suya. Aunque nos trate como si estuviéramos en plano de igualdad, nuestros únicos derechos ante Él son los fundados en sus promesas; no en merecimientos nuestros. Éstos nos son imposibles en relación a Él por nuestra dependencia esencial de Él. En razón de la misma, todos nuestros méritos y rendimientos son de su propiedad antes de que se los ofrezcamos. Parecido a como las uvas, aunque frutos de la vid, son del dueño de la viña. Servirle, por lo demás, incluso con fidelidad extrema, no es obsequiarle, ni hacerle favor alguno, ni remediarle en nada: ¡imposible que Él, siendo Dios, tenga carencias ni necesidad alguna! Sólo es, por nuestra parte, pagarle la deuda esencial que tenemos con Él; y, por la suya, condición puesta exclusiva y libérrimamente por Él para conferir su “donación”.

Esta consecuencia del dominio del Creador sobre nosotros se la catequizó Jesús a sus apóstoles con un ejemplo tomado del mundo de la esclavitud. A los esclavos no se les reconocía de hecho más ser ni destino que el de existir y estar al servicio de su dueño. Viviendo ellos tan próximos a esa realidad y teniendo viva conciencia religiosa del señorío de Dios sobre todos, tal vez captaran mejor que nosotros el alcance de las palabras de Jesús: «Suponed que uno de vosotros tiene un esclavo ocupado en la labranza o el pastoreo. Al llegar a casa de vuelta del campo, ¿por ventura le dirá: “Pasa tú primero a la mesa”? ¿No le dirá más bien: “Prepárame de cenar, ponte el delantal y sírveme mientras yo como y bebo; después comerás y beberás tú?” ¿O es que el amo ha de estar agradecido al esclavo porque hizo lo que le mandó? Pues vosotros lo mismo: cuando hubiereis hecho todo lo que se os ordenó, decid: “Somos siervos sin provecho ―sin capacidad de ganancia propia―; lo que debíamos hacer, eso hicimos”» (Lc 17,7-10).

Si por esa incapacidad nuestra, el denario de la parábola aludida arriba no tolera en el plano de lo real el significado estricto de salario, tampoco por su monto. Porque éste habría que simbolizarlo no en un denario, sino en… ¿mil millones? Puede que nos ayuden a tomar conciencia de su enormidad la aplicación al mismo de las ponderaciones del profeta Isaías respecto de las proezas de Iahveh en favor de su pueblo Israel: «Nunca se oyó. No se oyó decir, ni se escuchó, ni ojo vio a un Dios sino a Ti, que tal hiciese para el que espera en Él» (64,3).

Esa aplicación la empezó haciendo Pablo al referirlas a la obra de salvación de Dios en Jesús: «Lo que ojo no vio, ni oído oyó, ni se le antojó a corazón de hombre, eso es lo que Dios preparó para quienes le aman» (1Cor 2,9).

La expresión “para quienes le aman” es matización introducida por el propio Pablo en las palabras de Isaías. Prefiero la expresión utilizada por el profeta, tal como traduce la Biblia de Jerusalén: “para el que espera en él”. La del apóstol, además de alterar la cita de Isaías, resulta restrictiva y poco avenida con casos como el del Buen Ladrón.

La contrición perfecta, condición en el catecismo para el perdón inmediato de los pecados, y la exquisitez de amor a Dios que ella requiere, no parece en efecto que tengan cabida en la psicología de un agonizante ajusticiado por facineroso. Ni aunque termine confesando por temor a Dios la justicia de su muerte y la injusticia de la de Jesús (Lc 23,40-41). Pero en esa psicología sí puede caber una esperanza tan tenue como la de la súplica del malhechor Dimas: «Acuérdate de mí, cuando vengassi vinieresen la gloria de tu reino». Sin embargo ella resultó suficiente como para recibir la promesa de Jesús: «Te lo aseguro: hoy estarás conmigo en el paraíso» (Lc 23,43).

Nosotros tenemos muy idealizados los sentimientos de Dimas; pero en realidad no parece haber contado con base para más esperanza que la del “por si acaso”, si puede decirse así. A la evidencia presencial de la serenidad y bondad sobrehumanas de Jesús en el suplicio, sólo podía unir dos datos: la posibilidad latente en la vacilación popular sobre si sería o no el Mesías (Lc 23,39) y su identificación oficial en el letrero de la cruz: «Éste es el Rey de los Judíos». Oficial, sí; pero hecha por un donnadie en la materia y por deseo de legalizar, parece que con un tanto de sorna (Jn 19,15), una condena sin base (19,6).

Seguro que Dimas, al encontrarse con Jesús esa tarde, prorrumpiría en acción de gracias y alabanza sin vestigio alguno de engreimiento propio. Obrero de ultimísima hora, carecía por completo de méritos para ser hecho ciudadano del Reino. Lo mismo les sucede a los de horas anteriores y hasta a los de la primera. La “gratificación” divina que se recibe es de magnitud tan grandiosa y exaltadora que resulta inasequible incluso para los más fieles y esforzados, aunque sus actos entrañaran mérito de salario estricto.

Ser «participantes de la divina naturaleza una vez escapados de la corrupción que reina en el mundo» (2Pe 1,4); ser verdaderos hijos de Dios, capaces de verle tal cual es (1Jn 3,1-2); entrar en la intimidad del gozo de nuestro Señor (Mt 25,21.23) y participar de su dicha inexpresable en lenguaje humano (2Cor 12,2), tiene que ser pura entrega de amor libremente hecha por Dios de sí mismo. Sólo condicionada por Él mismo a servirle hasta la caída de la tarde mediante vida de esperanza en Él. Bien desde el amanecer, bien desde cualquier hora más tardía. Incluso la ultimísima. Y aunque se tratare de una esperanza tan tenue como la de Dimas. ¡Así de desbordado e inaudito es el amor de nuestro Dios y Padre!

Entonces todos nos sentiremos impelidos a vocear gratitud: “Engrandece mi alma al Señor y se alegra mi espíritu en Dios nuestro salvador. Porque puso sus ojos en la nonada de sus siervos y con invencible poder realizó en nosotros prodigios impensables

 (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

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Orar

Jueves, 13 de noviembre de 2014
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Del blog de la Communion Béthanie:

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Orar, es penetrar despacio,
tranquilamente,
En el silencio de Dios,
Dejar a Dios darse
y darme su silencio,
Para que pueda dejar mi corazón
Latir al unísono del suyo,
Dejar mi respiración entrar
En la respiración de Dios,
Dejarme entrar en Su presencia,
Darme cuenta cada vez más
De que Dios está dentro de mí,
No, evidentemente, para evitar a mis hermanos,
Sino para llevarles más,
Porque es verdaderamente imposible
acercarse al Crucificado sin acercarse
A los crucificados del mundo entero.

*
Jean Vanier.

***

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