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“Yo soy la puerta de las ovejas”. Domingo 07 de mayo de 2017. 4º Domingo de Pascua.

Domingo, 7 de mayo de 2017
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26-PascuaA4 cerezoLeído en Koinonia:

Hch 2,14a.36-41: Dios lo ha constituido Señor y Mesías
Salmo responsorial 22: El Señor es mi pastor, nada me falta.
1Pedro 2,20b-25: Habéis vuelto al pastor de vuestras vidas
Juan 10,1-10: Yo soy la puerta de las ovejas

La 1ª lectura, tomada del libro de los Hechos, pertenece al discurso de Pedro, ante el pueblo reunido en Jerusalén, a raíz del hecho de Pentecostés. Después de interpretarles el fenómeno de las lenguas diversas en que hablaban los discípulos invadidos por el Espíritu Divino, Pedro les evoca la vida y la obra de Jesús, les anuncia el “Kerygma”, la proclamación solemne de la Buena Nueva, del Evangelio: Cristo ha muerto por nuestros pecados, ha sido sepultado y al tercer día Dios lo hizo levantarse de la muerte librándolo de la corrupción del sepulcro y sentándolo a su derecha, como habían anunciado los profetas. Se trata ya, evidentemente, de una primera elaboración teológica del llamado «kerigma», o síntesis o núcleo de la predicación.

Lógicamente, esa formulación del kerigma está condicionada por su contexto social e histórico. No es que porque aparezca en el Nuevo Testamento ya haya de ser tenida como intocable e ininterpretable. Las palabras, las fórmulas, los elementos mismos que componen ese kerigma, hoy nos pueden parecer extraños, ininteligibles para nuestra mentalidad actual. Es normal, y por eso es también normal que la comunidad cristiana tiene el deber de evolucionar, de recrear los símbolos. La fe no es un «depósito» donde es retenida y guardada, sino una fuente, un manantial, que se mantiene idéntico a sí mismo precisamente entregando siempre agua nueva.

En muchos países tropicales son casi desconocidos los rebaños de ovejas cuidadas por su pastor. Eran y son muy comunes en el mundo antiguo de toda la cuenca del Mediterráneo. Muy probablemente Jesús fue pastor de los rebaños comunales en Nazaret, o acompañó al pastoreo a los muchachos de su edad. Por eso en su predicación abundan las imágenes tomadas de esa práctica de la vida rural de Palestina. En el evangelio de Juan la sencilla parábola sinóptica de la oveja perdida (Mt 18,12-14; Lc 15,3-7) se convierte en una bella y larga alegoría en la que Jesús se presenta como el Buen Pastor, dueño del rebaño por el cual se interesa, no como los ladrones y salteadores que escalan las paredes del redil para matar y robar. Él entra por la puerta del redil, el portero le abre, El saca a las ovejas a pastar y ellas conocen su voz. La alegoría llega a un punto culminante cuando Jesús dice ser “la puerta de las ovejas”, por donde ellas entran y salen del redil a los pastos y al agua abundante. Por supuesto que en la alegoría el rebaño, las ovejas, somos los discípulos, los miembros de la comunidad cristiana. La alegoría del Buen Pastor está inspirada en el largo capítulo 34 del profeta Ezequiel en el que se reprocha a las autoridades judías no haber sabido pastorear al pueblo y Dios promete asumir Él mismo este papel enviando a un descendiente de David.

La imagen del Buen Pastor tuvo un éxito notable entre los cristianos quienes, ya desde los primeros siglos de la iglesia, representaron a Jesús como Buen Pastor cargando sobre sus hombros un cordero o una oveja. Tales representaciones se conservan en las catacumbas romanas y en numerosos sarcófagos de distinta procedencia. La imagen sugiere la ternura de Cristo y su amor solícito por los miembros de su comunidad, su mansedumbre y paciencia, cualidades que se asignan convencionalmente a los pastores, incluso su entrega hasta la muerte pues, como dice en el evangelio de hoy “el buen pastor da la vida por sus ovejas”.

La imagen de «ovejas y pastores» ha de ser manejada con cuidado, porque puede justificar la dualidad de clases en la Iglesia. Esta dualidad no es un temor utópico, sino que ha sido una realidad pesada y dominante. El Concilio Vaticano I declaró: «La Iglesia de Cristo no es una comunidad de iguales, en la que todos los fieles tuvieran los mismos derechos, sino que es una sociedad de desiguales, no sólo porque entre los fieles unos son clérigos y otros laicos, sino, de una manera especial, porque en la Iglesia reside el poder que viene de Dios, por el que a unos es dado santificar, enseñar y gobernar, y a otros no» (Constitución sobre la Iglesia, 1870). Pío XI, por su parte, decía: «La Iglesia es, por la fuerza misma de su naturaleza, una sociedad desigual. Comprende dos categorías de personas: los pastores y el rebaño, los que están colocados en los distintos grados de la jerarquía, y la multitud de los fieles. Y estas categorías, hasta tal punto son distintas entre sí, que sólo en la jerarquía residen el derecho y la autoridad necesarios para promover y dirigir a todos los miembros hacia el fin de la sociedad. En cuanto a la multitud, no tiene otro derecho que el de dejarse conducir y seguir dócilmente a sus pastores» (Vehementer Nos, 1906). La verdad es que estas categorías de «pastores y rebaño», a lo largo de la historia de la Iglesia han funcionado casi siempre -al menos en el segundo milenio- de una forma que hoy nos resulta sencillamente inaceptable. Hay que tener mucho cuidado de que nuestra forma de utilizarlas no vehicule una justificación inconsciente de las clases en la Iglesia.

El Concilio Vaticano II supuso un cambio radical en este sentido, con aquella su insistencia en que más importante que las diferencias de ministerio o servicio en la Iglesia es la común dignidad de los miembros del Pueblo de Dios (el lugar más simbólico a este respecto es el capítulo segundo de la Lumen Gentium del Vaticano II).

Como es sabido, en las últimas décadas se ha dado un retroceso claro hacia una centralización y falta de democracia. La queja de que Roma no valora la «colegialidad episcopal» es un clamor universal. La práctica de los Sínodos episcopales que se puso en marcha tras el concilio, fue rebajada a reuniones meramente consultivas. Las Conferencias Episcopales Nacionales, verdadero símbolo de la renovación conciliar, fueron declaradas por el cardenal Ratzinger como carentes de base teológica. Los «consejos pastorales» y los «consejos presbiterales» establecidos por la práctica posconciliar como instrumentos de participación y democratización, casi han sido abandonados, por falta de ambiente. La feligresía de una parroquia, o de una diócesis, puede tener unánimemente una opinión, pero si el párroco o el obispo piensa lo contrario, no hay nada que discutir en la actual estructura canónica clerical y autoritaria. «La voz del Pueblo, es la voz de Dios»… en todas partes menos en la Iglesia, pues en ésta, para el pueblo la única voz segura de Dios es la de la Jerarquía. Así la Iglesia se ha convertido -como gusta de decir Hans Küng- en «la última monarquía absoluta de Occidente». A quien no está de acuerdo se le responde que «la Iglesia no es una democracia», y es cierto, porque es mucho más que eso: es una comunidad, en la que todos los métodos participativos democráticos deberían quedarse cortos ante el ejercicio efectivo de la «comunión y participación». En semejante contexto eclesial, ¿se puede hablar ingenuamente de «el buen pastor y del rebaño a él confiado» con toda inocencia e ingenuidad? El Concilio Vaticano II lo dijo con máxima autoridad: «Debemos tener conciencia de las deficiencias de la Iglesia y combatirlas con la máxima energía» (Gaudium et Spes 43).

En la Iglesia de Aquel que dijo que quien quisiera ser el primero fuese el último y el servidor de todos, en algún sentido, todos somos pastores de todos, todos somos responsables y todos podemos aportar. No se niega el papel de la coordinación y del gobierno. Lo que se niega es su sacralización, la teología que justifica ideológicamente el poder autoritario que no se somete al discernimiento comunitario ni a la crítica democrática. ¿Qué la Iglesia no es una democracia? Debe ser mucho más que una democracia. Y, desde luego: no ha de ser un rebaño. Leer más…

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Dom 7.5.17.Buen Pastor, una imagen bella e inquietante

Domingo, 7 de mayo de 2017
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18221688_786801624830365_245106477449535522_nDel blog de Xabier Pikaza:

Domingo 4º de Pascua, el Buen Pastor. El argumento pascual de este domingo no es una aparición de Jesús resucitado a las mujeres o discípulos, sino la experiencia de Jesús-Pastor que dirige y guarda, anima y protege a sus amigos que, conforme a un símbolo usual del oriente, aparecen como ovejas.

No voy a comentar de un modo completo el evangelio (Jn 10,1-10), ni tampoco la segunda lectura ( 1 Pedro 2, 20b-25), sino el tema de Jesús pastor y de los “ministros” de su evangelio quienes, según Jesús, deberían ser “buenos pastores”, poniendo su vida al servicio de las ovejas.

La iglesia posterior sigue empleando la imagen del pastor, y así habla de la pastoral, como expresión de servicio o gobierno cristiano. En esa línea, los protestantes han abandonado en general el tema del sacerdocio , pues sólo Jesús es para ellos sacerdote, y así presentan a sus ministros como pastores de las comunidades.

Éste ha de ser el sentido del “mando cristiano”: Un ejercicio de pastoreo, al servicio de las ovejas (con olor a oveja como dice Francisco), pues, en sentido evangélico, no son las ovejas para el pastor, sino el pastor para las ovejas.

18198619_786817478162113_5712814314027295776_n— Esta es una imagen bella, propia del entorno del Mediterráneo y de otros lugares, donde puede hablarse de diversos tipos de pastores (cabreros y ovejeros, boyeros y vaqueros, camelleros etc).

— Pero es, al mismo tiempo, una imagen inquietante, que puede hallarse en gran parte superada, siendo ya anacrónica (el mundo de los viejos pastores está terminando…). En el mundo moderno, los pastores han perdido (o están perdiendo) su vinculación personal con las ovejas (o las cabras, las vacas y los cerdos…), para convertirse en sueños superiores, que se imponen y dirigen a sus animales con medios técnicos…

— Y puede ser también una imagen injusta, pues los fieles (los cristianos) no son ovejas ni cabras, animales que han de ser pastoreados (llevados a sus pastos…), sino personas libres, como sabe el mismo Jesús cuando dice “ya no os llamo siervos, ni ovejas ovejas, sino que os llamo amigos”, pues he querido compartir con vosotros todo lo que Dios me ha dado, todo lo que tengo.

Ésta acaba siendo la gran paradoja del pastor del evangelio, que no manda ni se impone desde arriba sobre las ovejas, sino que las conoce por su nombre y las quiere con amor, de un modo inmediato… dando la vida por ellas. Por eso, lo que importa no son los pastores, sino las ovejas, a cuyo servicio han de ponerse los pastores.

3698__441c4cf2ae9e5(Por eso una imagen de pastores vestidos gala…, como si estuvieran ocupados de sí mismos, acaba siendo para muchos extraña y contraproducente).

En ese sentido, el buen pastor no manda sobre las ovejas, sino que son las ovejas las que mandan sobre el pastor, que debe someterse a ellas (esto es, ponerse al servicio de ellas).

Este inversión (no son ovejas para el pastor, sino el pastor para las ovejas…) define la tarea de la “pastoral cristiana”, que nos sitúa en el centro de la experiencia cristiana de la actualidad, dentro de la gran crisis política y social, en un mundo donde parecemos gobernador por lobos (imagen).

En otro tiempo, reyes y obispos, podían aparecer como “pastores”, de manera que ellos tenían autoridad sobre las ovejas, y quizá lo hacían bien. Per ¿quién se atrevería a llamar hoy “pastores” a los reyes y políticos de turno (Rajoy o Trump, Iglesias, Isabel II o a Putin…?

18222634_786802258163635_5111626132351256258_nPues bien, muchos “pastores cristianos” (obispos, presbíteros…) no se han dado cuenta de este cambio evangélico… y piensan que son ellos los que mandan sobre las ovejas, y no es así: ¡No son los pastores los que mandan sobre las ovejas, sino ellas, las ovejas, las que mandan sobre los pastoes.

El tema de fondo de esta imagen del pastor y de rebaño…. es luminoso, pero está necesitado de un tratamiento serio. Por eso he querido volver a sus orígenes bíblicos, para que cada lector lo replantee. Buen domingo a todos. Seguimos en Pascua… la pascua de los pastores.

(1) La imagen bíblica.

18199069_786817234828804_8606526305946516118_nLa figura del pastor y su rebaño pertenece al mundo cotidiano del antiguo oriente mediterráneo. Desde la perspectiva del Nuevo Testamento, ella culmina en Jn 10, 2-16 (el Buen Pastor) y en Mt 25, 31-46 (juicio final) y ha tenido gran influjo en la visión posterior de la iglesia cristiana que ha concebido a sus ministros como «pastores» y interpretado su acción ministerial como «pastoral».

Pastor es en oriente (Sumeria, Babilonia, Asiria…) el rey, que protege y guía sus rebaños de hombre, ayuda a los débiles, protege a los enfermos. Pastor es en el cielo Dios, aquel que cuida del rebaño grande de los hombres. Ésta es una imagen valiosa, pero corre el riesgo de establecer una distancia entre el guía-pastor que es el único individuo activo y el resto de los hombres, entendidos como rebaño pasivo.

Desde Abel, que es el primer pastor (Gen 4, 2) y desde un hijo de Lamec, que fue padre de todos los que crían ganado y viven en tiendas (cf. Gen 4, 20), y desde los patriarcas, pastores de ganados (cf. Gen 13, 7; 26, 20; 46, 32), la Biblia está llena de pastores, aunque la cultura israelita dominante acaba siendo agrícola y urbana. De todas formas, el recuerdo de David, pastor de ovejas en los campos de Belén (1 Sam 16, 13; 17, 20), se ha mantenido vivo en la tradición mesiánica. Un salmo dice que Dios tomó a David de los rediles de ovejas, para hacerle rey de Israel, de manera que su oficio y tarea de pastor de ovejas sirve de base simbólica para entender su trabajo de pastor del pueblo (cf. Sal 78, 70).

Dios aparece como un pastor que cuida el rebajo de los hombres, especialmente de su pueblo Israel (Is 40, 11; 63, 11; Jer 30, 10 etc). El Antiguo Testamento sabe que Dios es pastor de Israel: «El Señor es mi pastor, nada me falta, por lugares tranquilos me hace reposar…» (Sal 23, 1; cf. Gen 49, 24; Jer 31, 10; 43, 12; Ez 34, 5.12, etc.). Leer más…

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La pascua del pastor. Pedro ¿Me amas?

Domingo, 7 de mayo de 2017
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imagesEl servicio de pascua es, ante todo, una experiencia de amor, como Jesús ha pedido a Pedro, el “primer papa”. En esa línea quiero ampliar y completar el comentario bíblico de ayer sobre “el Buen Pastor” (Dom 4 de Pascua, Jn 10, 1-10), a partir de tres principios.

No está está el rebaño al servicio del pastor, sino el pastor al servicio del rebaño. El pastor bíblico y cristiano no vive del rebaño, sino para el rebaño, en gesto de amor que no es imposición sino experiencia de vida compartida.

El pastor bíblico/cristiano no es jefe, sino amigo. Conoce a las “ovejas”, que son sus amigas (las conozco, me conocen…). Por eso dice: “No os llamo siervas, sino amigas…” porque es digo todo lo que sé (que es amar).

En esa línea, como sabe San Juan de la Cruz, el pastor dice: !Ya no guardo ganado, que ya sólo en amar es mi ejercicio! (Cántico). Ésta que así dice no es pastor, sino pastora, hombre y/o mujer que ama.

En esa línea se entiende la Pascua, como descubrimiento de aquello que Dios nos ha dado en Jesús y que nosotros podemos podemos darle, como ha puesto de relieve el evangelio del amor de Pedro, a quien Jesús le dice sin rubor (de hombre a hombre, o de mujer a mujer etc): Pedro ¿me amas? (Jn 21).

18222597_787240801453114_2118861983041371357_nPedro y los otros discípulos de Jesús pensaban que con la resurrección se resolvería todo. Pero descubren que la resurrección es una tarea de amor. Ser capaces de acoger el amor y responder amando, eso es resucitar.

Así lo ha fijado el evangelio de Juan en la figura de Pedro, que ha sido un hombre especial, pero que es, al mismo tiempo, el signo de todos los cristianos. Conforme a esta visión, todos somos “papas”, es decir, todos somos Pedro: podemos amar porque somos amados, asumiendo así con Pedro la tarea del amor.

En esa línea, como diré mañana, aplicando el tema a la escuela (comentando la segunda imagen), todos los cristianos hemos de ser “profesores de amor”. Hemos “profesado” en amor, no en la línea de los profesionales que realizan un oficio externo, sino como los amigos verdaderos que son lo que enseñan y enseñan lo que son. Buen fin de semana de Pascua para todos

¿Me amas?

Pedro ha hecho todo lo que tenía que hacer: ha pescado, ha recogido la pesca. Ahora Jesús, que le ha dado de comer, le llama y le pregunta:

Simón, hijo de Juan ¿me amas más que estos?
Le dijo: ¡Sí, Señor! Tú sabes que te quiero.
Le dijo: ¡Apacienta mis corderos!
Por segunda vez le dijo: Simón, hijo de Juan ¿me amas?
Le dijo: ¡Sí, Señor! Tu sabes que te quiero.
Le dijo: ¡Apacienta mis ovejas!
Por tercera vez le dijo: Simón, hijo de Juan ¿me quieres?
Se entristeció Pedro porque por tercera vez le había dicho
¿me quieres?
Y le dijo:¡Señor! Tú lo sabes todo, tu sabes que te quiero.
Y le dijo: ¡apacienta mis ovejas! (Jn 21, 15-17)

Este es el texto clave de la tarea de la Iglesia. Muchos desean ser pastores para dominar sobre el rebaño, como sabe ya la tradición de la Escritura (cf Ez 34). Es más, los reyes y señores de los viejos imperios de la tierra se decían pastores de sus gentes: en principio querían ayudarles y guiarles pero muchas veces acababan destruyendo y oprimiendo a su rebaño. Frente a esos malos pastores que no buscan el bien de sus ovejas se ha colocado Jesús. Hay que pasar del plano del salario al plano del amor

Yo soy el buen pastor. El buen pastor da la vida por sus ovejas.
El asalariado, el que no es pastor… mira venir al lobo y huye…,
es asalariado y no le importan las ovejas… (cf Jn 10, 7-13).

Hay un tipo de pastores ladrones y bandidos: dicen cuidar de su rebaño pero lo dominan a su antojo, para su provecho. Hay pastores de interés y economía: les importa su dinero, no la vida del rebaño; por eso en tiempo de estrechez escapan.

Pues bien, en contra de ellos, Jesús se ha presentado como auténtico pastor: guía y acompaña a sus ovejas, dialoga con ellas (se conocen mutuamente) y les ofrece su vida (muriendo por ellas). Esta es la tarea que encomienda en el momento de la pascua a Pedro y así empieza preguntándole: ¿Me quieres?

Examen de amor

Este es el único tema del examen. Por tres veces ha negado Pedro al Cristo en el momento de la prueba: ha visto al lobo (los jueces que condenan a Jesús) y se ha escapado, olvidando su palabra y compromiso (cf Jn 18, 15-18 par). Por tres veces vuelve a preguntarle Cristo, en gesto de confianza renovada: ¿me quieres? Dos son los elementos que se implican en ese amor que Cristo pide a Pedro.

– Por una parte Pedro tiene que amar intensamente a Cristo, identificándose con él, comprometiéndose a dar la vida por los demás. En ese aspecto, Pedro tiene que hacerse discípulo querido. Sólo aquellos que se dejan amar por Jesús y le aman pueden realizar la experiencia de la pascua. Al final de todos los caminos, en la entraña del misterio pascual sólo existe un secreto: el amor. Pedro debe conocer ese secreto, como ya lo conocía el discípulo amado: ha de querer a Jesucristo.
En un segundo momento, el amor a Jesús ha de expandirse y expresarse como amor a sus ovejas. Jn 10 aseguraba que el auténtico pastor ama a su rebaño, está dispuesto a entregar siempre la vida por las ovejas. Esto es lo que Cristo dice a Pedro cuando le confía por tres veces su tarea: apacienta, pastorea a mis ovejas.

De esa forma, la pascua se convierte para Pedro y para los cristianos en expresión y principio de amor activo, de entrega gozosa y servicial en favor de las ovejas de Jesús, es decir, de aquellos hombres y mujeres de la iglesia donde el mismo Cristo pascual se hace presente. Esto es la pascua: pasar del plano del salario en el que todo se determinado según medida de equivalencia (doy para que me den) al plano del amor: doy gratuitamente, porque amor. Amar de un modo gratuito, eso es la pascua de Pedro, la pascua de la Iglesia.

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Señor, Mesías, modelo, puerta del aprisco. Domingo 4º de Pascua.

Domingo, 7 de mayo de 2017
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Young ShepherdDel blog El Evangelio del Domingo, de José Luis Sicre sj:

Estos cuatro títulos resumen lo que afirman de Jesús las lecturas del próximo domingo: que es Señor y Mesías lo dice Pedro en el libro de los Hechos (1ª lectura); como modelo a la hora de soportar el sufrimiento lo propone la Primera carta de Pedro (2ª lectura); puerta del aprisco es la imagen que se aplica a sí mismo Jesús en el evangelio de Juan. En resumen, las lecturas nos proponen una catequesis sobre Jesús, lo que significó para los primeros cristianos y lo que debe seguir significando para nosotros.

No quedarnos en el próximo domingo, mirar hasta el 7º

Cabe el peligro de vivir la liturgia de las próximas semanas sin advertir el mensaje global que intentan transmitirnos las lecturas dominicales. Pretenden prepararnos a las dos grandes fiestas de la Ascensión y Pentecostés, y lo hacen tratando tres temas a partir de tres escritos del Nuevo Testamento.

1. La iglesia (1ª lectura, de los Hechos de los Apóstoles). Se describe el aumento de la comunidad (4º domingo), la institución de los diáconos (5º), el don del Espíritu en Samaria (6º), y cómo la comunidad se prepara para Pentecostés (7º). Adviértase la enorme importancia del Espíritu en estas lecturas.

2. Vivir cristianamente en un mundo hostil (2ª lectura, de la Primera carta de Pedro). Los primeros cristianos sufrieron persecuciones de todo tipo, como las que padecen algunas comunidades actuales. La primera carta de Pedro nos recuerda el ejemplo de Jesús, que debemos imitar (4º); la propia dignidad, a pesar de lo que digan de nosotros (5º); la actitud que debemos adoptar ante las calumnias (6º), y los ultrajes (7º).

3. Jesús (evangelio: Juan). Los pasajes elegidos constituyen una gran catequesis sobre la persona de Jesús: es el pastor y la puerta (4º); camino, verdad y vida (5º); el que vive junto al Padre y con nosotros (6º); el que ora e intercede por nosotros (7º).

Jesús, puerta del aprisco

En aquel tiempo, dijo Jesús:

-«Os aseguro que el que no entra por la puerta en el aprisco de las ovejas, sino que salta por otra parte, ése es ladrón y bandido; pero el que entra por la puerta es pastor de las ovejas. A éste le abre el guarda, y las ovejas atienden a su voz, y él va llamando por el nombre a sus ovejas y las saca fuera. Cuando ha sacado todas las suyas, camina delante de ellas, y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz; a un extraño no lo seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños.»
Jesús les puso esta comparación, pero ellos no entendieron de qué les hablaba. Por eso añadió Jesús:

-«Os aseguro que yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido antes de mí son ladrones y bandidos; pero las ovejas no los escucharon. Yo soy la puerta: quien entre por mí se salvará y podrá entrar y salir, y encontrará pastos. El ladrón no entra sino para robar y matar y hacer estrago; yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante.»

El autor del cuarto evangelio disfruta tendiendo trampas al lector. Al principio, todo parece muy sencillo. Un redil, con su cerca y su guarda. Se aproxima uno que no entra por la puerta ni habla con el guarda, sino que salta la valla: es un ladrón. En cambio, el pastor llega al rebaño, habla con el guarda, le abre la puerta, llama a las ovejas, ellas lo siguen y las saca a pastar. Lo entienden hasta los niños.

Sin embargo, inmediatamente después añade el evangelista: “ellos no entendieron de qué les hablaba”. Muchos lectores actuales pensarán: “son tontos, está clarísimo, habla de Jesús como buen pastor”. Y se equivocan. Eso es verdad a partir del versículo 11, donde Jesús dice expresamente: “Yo soy el buen pastor”. Pero en el texto que se lee hoy, el inmediatamente anterior (Juan 10,1-10), Jesús se aplica una imagen muy distinta: no se presenta como el buen pastor sino como la puerta por la que deben entrar todos los pastores (“yo soy la puerta del redil”).

Con ese radicalismo típico del cuarto evangelio, se afirma que todos los personajes anteriores a Jesús, al no entrar por él, que es la puerta, no eran en realidad pastores, sino ladrones y bandidos, que sólo pretenden “robar y matar y hacer estrago”.

Resuenan en estas duras palabras un eco de lo que denunciaba el profeta Ezequiel en los pastores (los reyes) de Israel: en vez de apacentar a las ovejas (al pueblo) se apacienta a sí mismos, se comen su enjundia, se visten con su lana, no curan las enfermas, no vendan las heridas, no recogen las descarriadas ni buscan las perdidas; por culpa de esos malos pastores que no cumplían con su deber, Israel terminó en el destierro (Ez 34).

La consecuencia lógica sería presentar a Jesús como buen pastor que da la vida por su ovejas. Pero eso vendrá más adelante, no se lee hoy. En lo que sigue, Jesús se presenta como la puerta por la que el rebaño puede salir para tener buenos pastos y vida abundante.

En este momento cabría esperar una referencia a la obligación de los pastores, los responsables de la comunidad cristiana, a entrar y salir por la puerta del rebaño: Jesús. Todo contacto que no se establezca a través de él es propio de bandidos y está condenado al fracaso (“las ovejas no les hicieron caso”). Aunque el texto no formula de manera expresa esta obligación, se deduce de él fácilmente.

En realidad, esta parte del discurso termina dirigiéndose no a los pastores sino al rebaño, recordándole que “quien entre por mí se salvará y podrá entrar y salir, y encontrará pastos”.

Ya que es frecuente echarle la culpa a los pastores de los males de la iglesia, al rebaño le conviene recordar que siempre dispone de una puerta por la que salvarse y tener vida abundantes.

La segunda lectura recuerda a los cristianos perseguidos y condenados injustamente que ese mismo fue el destino de Jesús, y que lo aceptó sin devolver insultos ni amenazas. En ese contexto lo presenta como modelo con unas palabras espléndidas: “Cristo padeció su pasión por vosotros, dejándoos un ejemplo para que sigáis sus huellas”. Al final de esta lectura encontramos la imagen de Jesús como buen pastor (“Andabais descarriados como ovejas, pero ahora habéis vuelto al pastor y guardián de vuestras vidas”.). Como he indicado, no es la esencial del evangelio.

Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro 2, 20b-25

Queridos hermanos: Si, obrando el bien, soportáis el sufrimiento, hacéis una cosa hermosa ante Dios. Pues para esto habéis sido llamados, ya que también Cristo padeció su pasión por vosotros, dejándoos un ejemplo para que sigáis sus huellas. Él no cometió pecado ni encontraron engaño en su boca; cuando lo insultaban, no devolvía el insulto; en su pasión no profería amenazas; al contrario, se ponía en manos del que juzga justamente. Cargado con nuestros pecados subió al leño, para que, muertos al pecado, vivamos para la justicia. Sus heridas os han curado. Andabais descarriados como ovejas, pero ahora habéis vuelto al pastor y guardián de vuestras vidas.

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Cuarto Domingo de Pascua. 7 Mayo, 2017

Domingo, 7 de mayo de 2017
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pascua

“El que entra por la puerta es el pastor del rebaño. El portero le abre, las ovejas oyen su voz, él llama a las suyas por su nombre y las saca.”

(Jn 10, 1-10)

Nuestra vida se desarrolla prácticamente en nuestra mente, donde  pensamos,  mostramos nuestro saber, controlamos, imponemos… Pero Jesús en este evangelio nos dice que  nuestra vida  no se desarrolla en la mente, ni se desarrolla en el corazón, que nuestra vida para ser Vida, hemos de vivirla en la totalidad que somos.

Nuestra mente, nuestro corazón, nuestras extremidades son pequeñas puertas por donde se nos va  haciendo la vida. Y Jesús hoy nos dice: “en vuestra vida sólo hay una puerta que muchas veces cerráis por miedo, por el qué dirán.  Yo os digo: abrid vuestra vida a la Vida que soy yo. Ahí descubriréis el descanso, el sosiego, el amor, la aceptación. Y podréis ser vosotros sin fingir, no se trata de hacer, sino de ser.

Jesús es la puerta que nos permite ser lo que somos.

La llave de nuestra vida la tenemos nosotros.  Si somos capaces de meterla en la cerradura, que no es otra cosa que la oración y el encuentro con Él, se abrirá.  Y aunque en un primer momento nos quedemos paralizados, entraremos, y descubriremos una estancia amplia. Llena de luz. Donde descubriremos lo que somos,  hijos de la casa, hijos de Dios.

Jesús, es la puerta que nos permite acceder a nuestra interioridad, y descubrir su voz en el silencio, donde oímos nuestro nombre y la invitación a que sigamos sus huellas para ir al Padre.

ORACIÓN

Gracias por ser puerta que nos abre a la Vida y nos descubre el sentido y la grandeza de vivir en ti.

*

Fuente Monasterio de Monjas Trinitarias de Suesa

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Jesús nos comunica su Vida, que es la Vida de Dios.

Domingo, 7 de mayo de 2017
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buenpastor6Jn 10, 1-15

Aunque el evangelio de hoy ya no hable de apariciones, no nos apartamos del tema pascual, pues afirma expresamente: “Yo he venido para que tengan Vida y la tengan abundante”. Éste es el verdadero tema de Pascua. Lo que Jn pone en boca de Jesús nos está diciendo lo que de él pensaban los cristianos de finales del siglo I en la comunidad donde se escribe el evangelio, no lo que pudo decir él cuando vivía en Galilea. Esto que vivió una comunidad cristiana, es para nosotros más interesante que las mismas palabras que pudo decir Jesús, porque nos habla de una vivencia provocada por Jesús Vivo.

El relato nos habla de la puerta y del pastor. En el fondo es la misma metáfora, porque la única puerta de aquellos apriscos, era el pastor. El rebaño eran las 5 ó 10 ovejas o cabras, que eran la base de la economía familiar. Por la noche, después de haber llevado a pastar cada uno las suyas, se reunían todas en un aprisco, que consistía en una cerca de piedra con una entrada muy estrecha para que tuvieran que pasar las ovejas de una en una y así poder controlarlas, tanto a la entrada como a la salida. Esa entrada no tenía puerta, sino que un guarda, allí colocado, hacía de puerta y las cuidaba durante la noche.

Por la mañana cada pastor iba a sacar las suyas para llevarlas a pastar. Esto se hacía por medio de un silbido o de una voz que las ovejas conocían muy bien. Incluso tenían su propio nombre como nuestros perros hoy. Cuando oían la voz, las ovejas que se identificaban con ella, salían. Con estos datos se entiende perfectamente el relato. Jesús se identifica con ese pastor/dueño que cuida las ovejas como algo personal, pero no porque de ellas depende su familia, sino porque le interesan las ovejas por sí mismas.

El texto habla de comparación (paroimian). Utilizamos una comparación cuándo queremos explicar lo que es una cosa a través de otra que conocemos mejor. No se trata de una identificación sino de una aproximación. Ni Jesús es un pastor ni nosotros borregos. Jesús nos lleva a los pastos después de haberse alimentado él en los mismos. Y ya sabemos que su alimento fue hacer la voluntad de su Padre. El relato empieza por una referencia a esos dirigentes de todos los tiempos, que debían ser pastores, pero que en ved de cuidar de las ovejas, se pastorean a sí mismos y utilizan las ovejas en beneficio propio.

Las ovejas atienden a su voz porque la conocen. Una frase con profundas resonancias bíblicas. Oír la voz del Señor es conocer lo que nos pide, pero sobre todo obedecerle. Las llama por su nombre, porque cada una tiene nombre propio. Las que escuchan su voz, salen de la institución opresora y quedan en libertad. Jesús no viene a sustituir una institución por otra. No las saca de un corral para meterlas en otro. No son los miembros de la comunidad los que deben estar al servicio de la institución. Es la institución y la autoridad la que debe estar al servicio de cada uno.

En un mismo aprisco había ovejas de muchos dueños, por eso dice que saca todas las suyas. Porque son suyas, conocen su voz y le siguen. El texto quiere dejar bien claro que las ovejas no podían salir por sí mismas del estado de opresión, porque para ellas no había alternativa. Es Jesús el que les ofrece libertad y capacidad para decidir por sí mismas. Los dirigentes judíos son “extraños”, que no buscan la vida de las ovejas. Ellos las llevan a la muerte. Jesús les da vida. La diferencia no puede ser más radical.

Él camina delante y las ovejas le siguen. Esto tiene más miga de lo que parece. Jesús recorrió de punta a cabo una trayectoria humana. Esa experiencia nos sirve a nosotros de guía para recorrer el mismo camino. Para nosotros, esto es difícil de aceptar, porque tenemos una idea de Jesús-Dios que pasó por la vida humana de manera ficticia y con el comodín de la divinidad en la chistera. Ese Jesús no tendría ni idea de lo que significa ser hombre, y por lo tanto no puede servirnos de modelo a seguir.

Yo soy la puerta. No se refiere al elemento que gira para cerrar o abrir, sino al hueco por donde se accede a un recinto. El pastor que las cuidaba era la única puerta. Por eso dice que es la puerta de las ovejas, no del redil. Todos los que han venido antes, son ladrones y bandidos, no han dado libertad/vida a las ovejas. Son tres los productos interesantes de las ovejas: leche, lana y carne. Los pastores buscan ese interés. A ninguno le interesan las ovejas”. A las ovejas tampoco pueden interesarles esos pastores.

Entrar por la puerta que es Jesús, es lo mismo que “acercarse a él”, “darle nuestra adhesión”; esto lleva consigo asemejarse a él, es decir, ir como él a la búsqueda del bien del hombre. Él da la vida definitiva, y el que posee esa Vida, quedará a salvo de la explotación. Él es la alternativa al orden injusto. En Jesús, el hombre puede alcanzar la verdadera salvación. “Podrá entrar y salir”, es decir, tendrá libertad de movimiento. “Encontrará pastos”, dice lo mismo que “no pasará hambre, no pasará sed”. Así se identifica el pasto con el pan de vida que es él mismo.  La Ley sustituida por el amor.

Yo he venido para que tengan Vida y les rebose. El ladrón (dirigentes), no sólo roba, despoja a la gente del pueblo de lo que es suyo, sino que sacrifica a las ovejas, es decir, les quita la vida. La misión de Jesús es exactamente la contraria: les da Vida y las restituye en su verdadero ser. Los jerarcas les arruinan la vida biológica. Jesús les da la verdadera Vida y con ella la biológica cobra pleno sentido. Jesús no busca su provecho ni el de Dios. Su único interés está en que cada oveja alcance su propia plenitud.

Es muy importante el versículo siguiente, que no hemos leído, para entender el significado del párrafo. “El pastor modelo se entrega él mismo por las ovejas”. El griego dice: “el modelo de pastor” (ho poimên ho kalos). La expresión denota excelencia (el vino en 2,10). Sería el pastor por excelencia. “kalos” significa: bello, ideal, modelo de perfección, único en su género. No se trata solo de resaltar el carácter de bondad y de dulzura. En griego hay una palabra (agathos), que significa “bueno”; pero no es la que aquí se emplea. Jesús es para aquella comunidad y para nosotros hoy, el único pastor.

Se entrega él mismo” (tên psykhên autou tithesin”) = entrega su vida. En griego hay tres palabras para designar vida: zoê, bios y psukhê; pero no significan lo mismo. El evangelio dice psykhên = vida psicológica, no biológica. Se trata de poner a disposición de los demás todo lo que uno es como ser humano, mientras vive, no muriendo por ellos. La característica del pastor-modelo es que pone su vida al servicio de las ovejas para que vivan, sin limitación alguna. Al hacer esto, pone en evidencia la clase de Vida que posee y manifiesta la posibilidad de que todos los que le siguen tengan acceso a esa misma Vida.

Meditación

Tener Vida es el objetivo de Jesús y debe ser también el mío.
Ningún otro objetivo puede ser suficiente para mí.
La VIDA ya está en mí, pero tengo que alimentarla y vivirla.
Se trata de la misma Vida de Dios. “Yo vivo por el Padre”.
……………………

Si no despliego esa Vida, mi humanidad quedará frustrada;
mis posibilidades de SER humano quedarán disminuidas;
mi conocimiento, reducido a simple ciencia;
mi felicidad, incompleta, porque será simple hedonismo.

Fray Marcos

Fuente Fe Adulta

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Rebelde con causa.

Domingo, 7 de mayo de 2017
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008230a757cb941739d6c8ef92ca22caDavid y Goliat, por Jules-Elie Delaunay

Pensar contra la corriente del tiempo es heroico; decirlo, una locura (Ionescu)

7 de mayo. IV domingo de Pascua

Jn 10, 1-10

Yo soy la puerta: quien entra por mí se salvará; podrá entrar y salir y encontrar pastos

La Biblia -y en particular el NT- invitan constantemente a los hijos de Dios a la dignidad y libertad de conciencia. Las palabras de Jesús en Juan son pasaporte legal para entrar y salir de su redil sin cortapisas; para buscar los pastos que más apetecen y convienen. En Hechos 2, 37 se dice: “Lo que oyeron les llegó al corazón y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles ¿qué debemos hacer hermanos?” Pero la idea de Jesús parece ser más bien ésta: es cada uno de nosotros quien debe dar respuesta a cuanto el Evangelio nos pregunta y nos conmueve. Pablo nos dice (Rom 2, 21) que la humanidad tiene que emanciparse de la esclavitud de la corrupción “para obtener la libertad gloriosa de los hijos de Dios”. Pero sobre todo para, como dice el último versículo del evangelio de hoy, para que sus ovejas “tengan vida y la tengan en abundancia” (Jn 10,10).

Al contrario del Rebelde sin causa, del director estadounidense Nicholas Ray 1955, Jesús sí tuvo motivos para rebelarse y está más próximo a los protagonistas de otra película de rebeldes –The Outsiders, dirigida por Francis Ford Coppola 1983- en la que los protagonistas buscan un espacio en una sociedad en la que no se ven reflejados, e incluso luchan por transformarla. Lucha sin estridencias, sin ruidos de sables, como lo describe Mozart en duelo en que muere el Condestable; sin gigantes que derrotar, pues con frecuencia son tan sólo molinos de viento, señor Don Quijote de la Mancha. Y esto hay que distinguirlo claramente.

Como hay que distinguir también la rebeldía frente a la sociedad y la frente a sí mismo. Con frecuencia nos gustan más los combates contra molinos externos que contra los internos: son más vistosos y halagan más el ego. Lo habitual es pensar que quienes tienen que cambiar son los otros. Y esto tiene que ver con el término griego metanoia, que significa “cambio de mente”. Su sentido pleno va más lejos, implica tomar una decisión de girar, afrontar una nueva dirección, dar vuelta hacia la luz. Cosa que nos cuesta aceptar y afrontar. Un gesto escénico, el de mirar dentro de nuestro teatro interior, que no nos gusta porque al hacerlo se suele apoderar de nosotros un cierto miedo escénico.

“La rebeldía a los ojos de todo aquel que haya leído algo de historia, es la virtud original del hombre”, escribió Oscar Wilde. Jesús la poseía en grado óptimo porque la había leído casi toda. Particularmente la del AT. Por eso puso tanto empeño en practicarla en el Nuevo. Con cierta santa ira a veces (Mc 11, 15); en ocasiones con inusitada templanza (Lc 2, 49); en otros momentos, enormemente sabio (Mt 5, 7).

Revolucionario es el que lucha o se esfuerza por cambiar esquemas y estructuras que no cumplen con sus funciones correctas. Y en este sentido podemos afirmar que Jesús fue un líder revolucionario, aunque pacífico. Ofrecía un mundo mejor y una nueva forma de practicar la vida moral-religiosa y de amar al prójimo. Se enfrentó a los jerarcas religiosos de su tiempo y les criticó llamándoles hipócritas, raza de víboras y sepulcros blanqueados (Mt 23, 13-33).

Sin duda alguna, su doctrina preocupaba muy seriamente a las máximas autoridades judías. Fue particularmente un predicador de paz, amor, y solidaridad humana. Sus enseñanzas revolucionaron y cambiaron moral, espiritual y humanamente una gran parte del mundo. Por eso le prendieron y mataron, como ha ocurrido con tantos otros en la historia.

Khalil Gibran dijo que “Jesús no vivió como un cobarde ni murió quejándose de su suerte, pero vivió como un revolucionario y fue crucificado como un rebelde. Vino a soplar en nosotros un alma nueva y fuerte, que hace de cada corazón un templo, de cada alma un altar y de cada ser humano un sacerdote”.

Musicalmente, Jackson Browne (Heidelberg 1948) le cantó en su famoso villancico The Rebeld Jesus, y dice en la letra: “Le llamaremos Príncipe de la Paz. / Rezamos cuando truenan fariseos / ebrios de poder, de opulencia y de soberbia. / Habéis hecho del templo de piedad y fe / una cueva de ladrones”.

El dramaturgo Eugène Ionesco ha dicho que “Pensar contra la corriente del tiempo es heroico; decirlo, una locura”. Jesús lo pensó, y tuvo el sensato delirio de decirlo.

DAVID Y GOLIAT

(Siempre es Historia)

El circo de mi vida, cerrado estuvo un tiempo.
Eran los años del panem et circenses,
más tarde trasladado al Vaticanus Mons
y de él al mundo entero.

Siguió el Circo cerrado. Y dentro,
-degollando el cristiano que yo era-
Goliat con dogmática espada y legal solideo.
“La sombra del ciprés es alargada”,me dije con Delibes.

Armado de valor, eché mano a la honda.
Del morral de mi mente
saqué con rabia el guijarro certero
que le impactó en la frente.

Mi Colosseum Flavian quedó abierto
y en Roma… un filisteo gigante
vive muerto.

(EN HIERRO Y EN PALABRAS. Ediciones Feadulta)

 Vicente Martínez

Fuente Fe Adulta

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Vida que rebosa.

Domingo, 7 de mayo de 2017
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wp_20161203_11_15_15_proEl lugar donde vivo sólo me habla de vida, de vida nueva. Rebaños de ovejas rodeadas por sus crías que juegan y corren todo el día; vacas y terneras juntas… ahora maman, luego van probando la hierba poco a poco, al igual que los potros junto a las yeguas…

Qué decir de las campas salpicadas de multitudes de flores silvestres que, aunque sencillas y frágiles, colorean el paisaje haciéndolo idílico.

Los árboles son de especial mención porque a lo largo del año han pasado por todas las etapas de muerte de las hojas, del desnudo de sus ramas, el inicio de los primeros brotes y hasta hace pocas semanas del esplendor de sus flores, anunciando los frutos por doquier, cada cual con sus formas y colores.

Incluso las montañas altas y rocosas que parecen haber estado ahí siempre, sufren su lento cambio y un movimiento no perceptible pero real. Están tan vivas como nosotros.

Todo me habla del resurgir de la vida una vez más como cada año.

Y nosotros, ¿por qué no resurgimos con la nueva vida? ¿Cómo nos levantamos de nuestros “inviernos y nuestras muertes”?

Llamados también a vivir y vivir rebosando vida, ¿por qué nos arrastramos? La única manera de vivir plenamente es vivir conscientemente. ¡Qué regalo tan grande poder saborear el comienzo de cada nuevo día como una posibilidad de vivir en libertad!

La libertad que nos da el saber a quién seguimos y quién es nuestro pastor. Para recibirla y poseerla hacemos real nuestra adhesión a Él.

Por su parte se acerca, nos llama por nuestro nombre, y nos va sacando poco a poco. Cuando aprendemos a distinguir su voz ya conocemos a quien nos va delante y difícilmente erraremos el camino.

Un camino que no es lineal ni cíclico sino espiral. Supone primero de todo bajar las defensas, hacer silencio para que vaya desapareciendo el “yo” egoísta y prepotente que se cuela de la manera más sutil, incluso en la oración diaria, y dejar que la Palabra transforme mi vida: mi manera de pensar, mis sentimientos y mi forma de actuar.

No es un escuchar superficial; el evangelio tiene poco de novedad cuando se lee deprisa para sacar conclusiones moralizantes. Es dejar que su persona cale dentro como la lluvia fina, poco a poco hasta que me empape los huesos.

Escuchar a Jesús y también a la comunidad cristiana con la que vamos discerniendo la liberación propia y la de los demás. Liberación al estilo del evangelio basada en el amor que lo da todo, hasta la propia vida.

Nos tocan tiempos duros, ¿y cuáles no lo han sido? Ante tanto dolor e injusticia, ante tanto atentar contra la dignidad de todo, contra la vida, no me puedo esconder con el pretexto de que ¿qué puedo hacer yo?

Nadie, solo nuestra propia conciencia, puede dar una respuesta satisfactoria. Tú tienes vida que rebosa.

Un año más ante el resurgir de la vida se me presenta el reto: ¿quieres vivir de verdad, plenamente?

Carmen Notario

www.espiritualidadintegradoracristiana.es

Fuente Fe Adulta

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Emaús: la experiencia de una toma de distancia.

Domingo, 30 de abril de 2017
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¿Y si el texto (Lc 13, 35) quería presentar justamente este alejamiento de Jerusalén, esta toma de distancia con relación a la Iglesia naciente (representada por los Once) y con relación a la muerte-resurección de Jesús como necesario para el progreso de la fe de estos dos discípulos? ¡En efecto, los discípulos son presentados como dando la espalda a Jerusalén, y a la fe de los Once (eh sí! Ya habían oído hablar del testimonio de las mujeres, pero sin poder compartir su fe). Observamos en seguida que este alejamiento no es que sea pasivo. El texto afirma que se interrogan por el camino. Procuran comprender. ¡ Podemos ver allí una toma de distancia, una reflexión, un tiempo de duda y de interrogación que es presentado por el texto como necesario para ellos!

¿Cuántos de nosotros no han vivido la misma experiencia? ¿Los discípulos de Emaús serían un ejemplo que hay que seguir, por lo menos para algunos de nosotros? Toda una enseñanza que hay que retener para los y las que temen tanto a los “distantes” y los “descolgamientos” …

*

Claude Bouchard, Extractos, Leer el texto completo

Leer también : Lo importante está más allá

Lo que afirma  Michèle Jeunet en TC

*

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Dos discípulos de Jesús iban andando aquel mismo día, el primero de la semana, a una aldea llamada Emaús, distante unas dos leguas de Jerusalén; iban comentando todo lo que había sucedido. Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con ellos. Pero sus ojos no eran capaces de reconocerlo. Él les dijo:

“¿Qué conversación es esa que traéis mientras vais de camino?”

Ellos se detuvieron preocupados. Y uno de ellos, que se llamaba Cleofás, le replico:

“¿Eres tú el único forastero en Jerusalén, que no sabes lo que ha pasado allí estos días?”

Él les pregunto:

“¿Qué?”

Ellos le contestaron:

“Lo de Jesús, el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y palabras, ante Dios y ante todo el pueblo; cómo lo entregaron los sumos sacerdotes y nuestros jefes para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que él fuera el futuro liberador de Israel. Y ya ves: hace dos días que sucedió esto. Es verdad que algunas mujeres de nuestro grupo nos han sobresaltado: pues fueron muy de mañana al sepulcro, no encontraron su cuerpo, e incluso vinieron diciendo que habían visto una aparición de ángeles, que les habían dicho que estaba vivo. Algunos de los nuestros fueron también al sepulcro y lo encontraron como habían dicho las mujeres; pero a él no lo vieron.

Entonces Jesús les dijo:

“¡Qué necios y torpes sois para creer lo que anunciaron los profetas! ¿No era necesario que el Mesías padeciera esto para entrar en su gloria?”

Y, comenzando por Moisés y siguiendo por los profetas, les explicó lo que se refería a él en toda la Escritura.

Ya cerca de la aldea donde iban, él hizo ademán de seguir adelante; pero ellos le apremiaron, diciendo:

-“Quédate con nosotros, porque atardece y el día va de caída.”

Y entró para quedarse con ellos. Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio. A ellos se les abrieron los ojos y lo reconocieron. Pero él desapareció. Ellos comentaron:

“¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras?”

Y, levantándose al momento, se volvieron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los Once con sus compañeros, que estaban diciendo:

“Era verdad, ha resucitado el Señor y se ha aparecido a Simón.”

Y ellos contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.

*

Lucas 24,13-35

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“Jesucristo Verdaderamente Vive”

Domingo, 16 de abril de 2017
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Cristo, resucitado y glorioso
es la fuente profunda de nuestra esperanza.
Su resurrección no es algo del pasado;
Entraña una fuerza de vida
que ha penetrado el mundo.

Donde parece que todo ha muerto,
por todas partes vuelven a aparecer
Brotes de la resurrección.
Es una fuerza imparable.

Verdad que muchas veces
parece que Dios no existiera:
Vemos injusticias, maldades, indiferencias
y crueldades que no ceden.

Pero también es cierto
que en medio de la oscuridad
siempre comienza a brotar algo nuevo,
que tarde o temprano produce un fruto.

En un campo arrasado
Vuelve a aparecer la vida,
tozuda e invencible.
Habrá muchas cosas negras,
Pero el bien siempre tiende
A volver a brotar y difundirse.

Cada día en el mundo renace la belleza,
Que resucita transformada
A través de los tormentos de la historia…
esta es la fuerza de la resurrección
y cada evangelizador
es un instrumento de este dinamismo.

*

Papa Francisco

 Exhortación Apostólica  “La alegría del Evangelio” n.276.

Fuente: Red Mundial de Comunidades Eclesiales

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¡Cristo verdaderamente ha resucitado!

¡Feliz Pascua!

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El primer día de la semana, María Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro. Echó a correr y fue donde estaba Simón Pedro y el otro discípulo a quien quería Jesús, y le dijo:

– “Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto.”

Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; y, asomándose, vio las vendas en el suelo; pero no entró. Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro. Vio las vendas en el suelo y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no por el suelo con las vendas, sino enrollado en un sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó. Pues hasta entonces no había entendido la Escritura: que él había de resucitar de entre los muertos.

*

Juan 20, 1-9

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Con tu pan y copa en mis manos

Jueves, 13 de abril de 2017
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Con tu pan y copa en mis manos

quiero recorrer los caminos y sendas

menos frecuentados de nuestra tierra.

Con tu pan y copa en mis manos

me siento invitado a ser buena noticia

entre mis hermanos y ciudadanos.

Con tu pan y copa en mis manos

comparto lo que tengo y soy

con alegría y sin pedir nada a cambio.

Con tu pan y copa en mis manos

salgo del cenáculo en el que estamos

a proclamar tu entrega y la Pascua que llega.

Con tu pan y copa en mis manos

quiero seguir horneando la vida entera

y compartirla antes que anochezca.

Con tu pan y copa en mis manos

levanto mesas para que nadie quede fuera

del banquete y fiesta que esperamos.

Con tu pan y copa en mis manos

quiero acercarme a los hambrientos de siempre

y saciar un poco sus necesidades más urgentes.

Con tu pan y copa en mis manos

no me importa el escándalo de compartir

y hacerme pobre siguiendo tus pasos.

Con tu pan y copa en mis manos

lavo y abrazo cuerpos desechos por nuestra avaricia

para ungirlos con tu perfume de resurrección y vida.

Con tu pan y copa en mis manos

las fronteras se vuelven tienda de encuentro

y el grito de los excluidos tu evangelio más claro.

Con tu pan y copa en mis manos

buscamos cenáculos a quienes andan perdidos

y revivimos tu vida y mensaje casi olvidados.

Con tu pan y copa en mis manos

anunciamos y denunciamos lo que hemos visto y oído

y nos sentimos dichosos de ser discípulos y hermanos.

Con tu pan y copa en mis manos

sentimos la presencia de tu reino que viene

como primicia gratuita y tarea urgente.

Con tu pan y copa en mis manos

no queremos perderte de vista aunque te vayas

y anhelamos comulgarte en todo hermano.

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Florentino Ulibarri

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Patxi Loidi: La Cuaresma Hoy.

Miércoles, 5 de abril de 2017
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cuarema_020216Es frecuente escuchar que estamos en horas bajas para la religión. No lo voy a negar. Pero me parece que refugiarse en esa realidad no nos estimula. Ha habido una forma de ser cristiana, que está quedando atrás. Los cambios de nuestras sociedades los arrumban.

Un recuerdo que guardo del pasado reciente es que en el sábado santo –que no era sábado de gloria– había siempre estrenos teatrales de categoría. ¿Qué ocurría? Que en cuaresma no había teatro o apenas había. Los directores y actores se volcaban para el sábado santo. Es un ejemplo de todo un conjunto diferente, porque también desaparecían o disminuían los cantantes y los demás espectáculos. Y no había el pluralismo cultural y religioso que tenemos ahora. Hay gente cristiana no católica que no va a sumarse a nuestra cuaresma.

Estamos en esta situación. Pluralismo cultural y religioso. Apertura de tiendas a todas las horas del día y de la noche. Tenemos toda clase de espectáculos todos los días, a todas horas. Nuestras sociedades, a pesar de su enorme desigualdad, siguen cargadas de todo lo imaginable en cualquier época del año. Y tenemos internet, WhatsApp, con sus inmensas posibilidades, incuso de entontecer a las personas y vaciar la interioridad. El ambiente cuaresmal, que la gente mayor hemos vivido, no va a volver. En la sociedad no se va a notar que estemos en cuaresma, absolutamente nada, aunque saquemos el Santísimo por las calles y hagamos públicamente otros muchos signos. Asumamos que la fuerza social de la Iglesia es menor que en la época anterior y seguirá disminuyendo. ¿Qué hacer en estas circunstancias? No vamos a señalar cosas específicas; el problema es mucho más profundo. Daré algunas pequeñas pinceladas.

No volvamos al pasado ni a nada que se le parezca. Hay gente empeñada en volver al pasado, quizás confundida por ciertas predicaciones, ciertos seudo-pastores y ciertos signos emocionales.

Evitemos también la espiritualidad acumulativa. No crecemos por acumulación, ni física ni espiritualmente, sino por buena digestión y asimilación. Inevitablemente habrá un aumento de actos durante la cuaresma. Pero que sea un aumento sobrio. No abusemos de ellos. Lo que logramos por esa vía es cargar a la gente que trabaja y tiene hijos pequeños, y entretener a quienes no tienen mucho que hacer. O sea, dar gusto interior.

El punto más importante es fortalecer la interioridadfortalecer el núcleo de las personas. Cuando el ambiente nos es adverso, la solución no está en competir con él, sino en acrecentar el amor a Jesús, un amor apasionado. Acrecentar las devociones no es precisamente fortalecer el núcleo. Probablemente lleva a dispersarlo. Es posible que, inicialmente, las devociones nos aumenten la clientela; pero la gente necesitará pronto otra novedad.

Enseñemos a nuestra gente a orar, pero una oración centrada en Jesús. Nuestra gente ora poco; no sabe qué hacer en la oración. Oran en grupo y con canciones, con escasos tiempos para penetrar en sí mismas. Cantar, aplaudir, moverse, son tan superficiales, que lo que logran es dar algunas emociones fáciles. Enseñemos a la gente a orar a solas con regularidad y constancia, aunque sea costoso. Enseñemos a orar con menos palabras. Comentemos el texto de Mateo 6,6. Lo tenemos a mano, sin necesidad de acudir a novedades. ‘Cuando ores, entra en tu habitación, cierra la puerta y ora a tu Padre en lo secreto. (…) Y no hables mucho en la oración. Tu Padre sabe de antemano lo que vosotros necesitáis’.

La oración personal, hecha con regularidad y constancia fortifica el núcleo de la persona y lo transforma. Desde ahí se expande la transformación al resto de la persona. Muchos rezos, sí los hay, en ciertos ambientes; mucha espiritualidad acumulativa. Oración penetrante y creciente, escasa. Y nos cuesta mucho dar este tipo de educación religiosa.

Comprendo que habría que añadir más cosas. Habrá ocasiones para volver sobre este tema.

Patxi Loidi

Periodista Digital

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“Prisas”, por Dolores Aleixandre

Lunes, 27 de marzo de 2017
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33094355531_f786f1b309_zDe su blog Un grano de mostaza:

De un tiempo a esta parte las prisas se precipitan en caída libre por el abismo del desprestigio. Se las critica sin piedad y todo son encomios para el ritmo slow: la gimnasia sueca de toda la vida desaparece ante los movimientos lentos del chi-kung; triunfa quien resiste más tiempo en atención plena mientras saborea una pasa y en el kinhin, paseo meditativo del zen, se emplean quince minutos en recorrer diez metros.

El Papa Francisco apoya la tendencia: “A la continua aceleración de los cambios de la humanidad y del planeta se une hoy la intensificación de ritmos de vida y de trabajo, en eso que algunos llaman «rapidación». (…) La velocidad que las acciones humanas imponen hoy contrasta con la natural lentitud de la evolución biológica” (Laudato Si’, 18).

Influenciada por estos argumentos, aplico la sospecha a la Biblia y descubro a algunos de sus personajes claramente afectados por la rapidación: Abraham, por ej., queriendo agasajar a sus huéspedes, corrió a ordenar a Sara “¡Deprisa! Amasa tres medidas de flor de harina…!” (Gen 18,6). Es evidente que ese tono desabrido, impropio del patriarca y más parecido al de Donald dirigiéndose a Hilaria, pobrecilla, solo podía nacer de las prisas. También el administrador de la parábola, gürtélico a tope, azuzaba así a un deudor de su amo: “¡En seguida! Siéntate y escribe 50 (Lc 16,6).

Hasta aquí bien. El problema surge cuando aparece María caminando a toda prisa a casa de su prima Isabel; o los pastores en la noche de Belén y las mujeres en la mañana de Pascua, corriendo sin aliento en busca del Niño o del Resucitado. O Jesús mismo pidiéndole a Zaqueo: “¡Baja deprisa!” Para estos casos sería conveniente crear, a título excepcional, el apartado Rapidación Mesiánica”: así sus protagonistas podrían acogerse a esta especie de “quinta enmienda” y seguir con su apasionamiento apresurado exentos de reproches, y hasta resultando modelos ejemplares de diligencia y presteza.

Quizá algún canonista pueda matizar y mejorar la propuesta.

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Religión y Espiritualidad

Jueves, 23 de marzo de 2017
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Hermoso texto de Pierre Teilhard de Chardin (nacido en Orcines, 1 de mayo, 1881 – Murió en Nueva York 10 de abril de1955),  sacerdote jesuita, teólogo, filósofo y paleontólogo francés que intentó construir una visión integrada de la ciencia y la teología. Gracias hermano Abdías por el regalo…:

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“La religión no es sólo una, hay cientos.
La Espiritualidad es una.
La religión es para los que duermen.
La Espiritualidad es para los que están despiertos.
La religión es para aquellos que necesitan que alguien les diga qué hacer y quieren ser guiados.
La Espiritualidad es para aquellos que prestan atención a su voz interior.
La religión tiene un conjunto de reglas dogmáticas.
La Espiritualidad invita a razonar sobre todo, a cuestionar todo.
La religión amenaza y asusta.
La Espiritualidad da Paz interior.
La religión habla de pecado y culpa.
La Espiritualidad dice, “aprender del error” ..
La religión reprime todo, y en algunos casos es falsa.
La Espiritualidad trasciende todo, te muestra la diferencia entre la realidad y la Verdad!
La religión no es Dios.
La Espiritualidad es todo y, por tanto, es Dios.
La religión inventa.
La Espiritualidad encuentra.
La religión no pide ninguna pregunta.
La Espiritualidad cuestiona todo.
La religión es humana, es una organización con reglas.
La Espiritualidad es Divina, sin reglas.
La religión es la causa de las divisiones.
La Espiritualidad es la causa de la Unión.
La religión te busca para que creas.
La Espiritualidad necesita que investigues que busques.
La religión sigue los preceptos de un libro sagrado.
La Espiritualidad busca lo sagrado en todos los libros.
La religión se alimenta del miedo.
La Espiritualidad verifica y se alimenta de la confianza y la fe.
La religión está viviendo en el pensamiento.
La Espiritualidad es vivir en la conciencia ..
La religión se ocupa de hacer.
La Espiritualidad tiene que ver con el ser.
La religión se alimenta el ego.
La Espiritualidad nos permite trascender.
La religión nos hace renunciar al mundo.
La Espiritualidad nos permite vivir en Dios, no se da a él.
La religión es el culto.
La Espiritualidad es la meditación.
La religión nos hace soñar la gloria y el paraíso en el futuro.
La Espiritualidad nos permite vivir la gloria y el paraíso aquí y ahora.
La religión vive en el pasado y en el futuro.
La Espiritualidad vive en el presente.
La religión en-claustra nuestra memoria.
La Espiritualidad libera nuestra conciencia.
La religión cree en la vida eterna.
La Espiritualidad nos hace conscientes de la vida eterna.
La religión promete después de la muerte.
La Espiritualidad es encontrar a Dios en nuestro interior durante toda la vida.

No somos seres humanos que pasan por una experiencia espiritual …
Somos seres espirituales que pasan por una experiencia humana … “”

*

Pierre Teilhard de Chardin

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Puertas. (Cuaresma con Merton 2)

Martes, 21 de marzo de 2017
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Del blog Amigos de Thomas Merton:

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“Las tres puertas (una sola puerta).

1. La puerta del vacío. De lo que no está en ninguna parte. De la ausencia de un lugar para el yo, que un yo no puede atravesar. Y que, por lo tanto, no le sirve a quien va en busca de un lugar. ¿Es o no es una puerta? Es puerta que no es puerta.

2. La puerta sin letrero, sin indicaciones, sin información. Sin nada que la defina. De la que, por ese mismo motivo, nadie puede decir “¡Esta es! ¡Esta es la puerta!” No se la reconoce como puerta. No hay nada que conduzca a ella. “No somos eso, pero aquí está la puerta”. No hay letrero que indique la salida y es inútil buscar indicaciones. Toda puerta con un letrero, toda puerta que se proclame puerta no es la puerta. Pero no busquen un letrero que diga “Esta no es la puerta”. Ni tampoco uno que diga “Esta no es la salida”.

3. La puerta que no responde a un deseo. No deseada. La puerta no prevista. Jamás deseada. No querida. No deseable como puerta. Ni una broma ni una trampa. No selecta. No exclusiva. No para unos pocos. No para muchos. No puerta hacia algo. Puerta sin propósito. Puerta sin fin. Puerta que no se abre con llave; no piensen que tienen una llave. No tengan esperanzas de tenerla. No sirve de nada preguntar, pero hay que hacerlo. ¿Quién? ¿Para qué? Si pidiéramos una lista de todas las puertas existentes, esta es la que no figuraría en la lista. Si preguntáramos los números de todas las puertas, esta es la que no tendría número. No se engañen pensando que esta puerta es simplemente difícil de encontrar y de abrir. Cuando la buscan, se esfuma. Se aleja. Se reduce. Es nada. No hay umbral. No hay nada en que apoyarse. No es espacio vacío. No es este mundo ni otro. No depende de nada. Por no tener cimientos, es el fin del dolor. Nada queda pendiente. Por eso, no hay umbral, no hay escalón, ni avance ni retroceso ni entrada ni no entrada. Así es la puerta que pone fin a toda puerta: inexistente, imposible, indestruida, atravesada por todos los fuegos ya apagados. “

*

Thomas Merton

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Seguimos con el libro Tropiezos celestiales de Roger Lipsey.  Editorial MAITRI.  Su segundo capítulo son 34 reflexiones tomadas de diferentes textos de TM, que acompañan algunos de sus dibujos y grabados. Resulta un buen compañero de camino para esta Cuaresma, y estamos compartiéndolas en varias entradas.

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Tengo sed.

Domingo, 19 de marzo de 2017
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El que beba del agua que yo le daré, jamás volverá a tener sed (Juan 4:14).

Al que tenga sed le daré a beber gratis del manantial del agua de la vida.” (Ap 21, 6)

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Mientras que los teólogos discuten sobre el origen del agua,

los místicos la beben.

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En aquel tiempo, llegó Jesús a un pueblo de Samaria llamado Sicar, cerca del campo que dio Jacob a su hijo José; allí estaba el manantial de Jacob. Jesús, cansado del camino, estaba allí sentado junto al manantial. Era alrededor del mediodía. Llega una mujer de Samaria a sacar agua, y Jesús le dice:

-“Dame de beber.”

Sus discípulos se habían ido al pueblo a comprar comida. La samaritana le dice:

-“¿Cómo tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana?”

Porque los judíos no se tratan con los samaritanos. Jesús le contestó:

“Si conocieras el don de Dios y quién es el que te pide de beber, le pedirías tú, y él te daría agua viva.”

La mujer le dice:

“Señor, si no tienes cubo, y el pozo es hondo, ¿de dónde sacas el agua viva?; ¿eres tú más que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, y de él bebieron él y sus hijos y sus ganados?”

Jesús le contestó:

“El que bebe de esta agua vuelve a tener sed; pero el que beba del agua que yo le daré nunca más tendrá sed: el agua que yo le daré se convertirá dentro de él en un surtidor de agua que salta hasta la vida eterna.

La mujer le dice:

“Señor, dame esa agua: así no tendré más sed, ni tendré que venir aquí a sacarla.”

Él le dice:

-“Anda, llama a tu marido y vuelve.”

La mujer le contesta:

“No tengo marido.

Jesús le dice:

“Tienes razón, que no tienes marido: has tenido ya cinco, y el de ahora no es tu marido. En eso has dicho la verdad.”

La mujer le dice:

“Señor, veo que tú eres un profeta. Nuestros padres dieron culto en este monte, y vosotros decís que el sitio donde se debe dar culto está en Jerusalén.”

Jesús le dice:

“Créeme, mujer: se acerca la hora en que ni en este monte ni en Jerusalén daréis culto al Padre. Vosotros dais culto a uno que no conocéis; nosotros adoramos a uno que conocemos, porque la salvación viene de los judíos. Pero se acerca la hora, ya está aquí, en que los que quieran dar culto verdadero adorarán al Padre en espíritu y verdad, porque el Padre desea que le den culto así. Dios es espíritu, y los que le dan culto deben hacerlo en espíritu y verdad.”

La mujer le dice:

“Sé que va a venir el Mesías, el Cristo; cuando venga, él nos lo dirá todo.

Jesús le dice:

“Soy yo, el que habla contigo.”

En esto llegaron sus discípulos y se extrañaban de que estuviera hablando con una mujer, aunque ninguno le dijo:

-“¿Qué le preguntas o de qué le hablas?”

La mujer entonces dejó su cántaro, se fue al pueblo y dijo a la gente:

“Venid a ver un hombre que me ha dicho todo lo que ha hecho; ¿será éste el Mesías?”

Salieron del pueblo y se pusieron en camino adonde estaba él.

Mientras tanto sus discípulos le insistían:

-“Maestro, come.”

Él les dijo:

“Yo tengo por comida un alimento que vosotros no conocéis.”

Los discípulos comentaban entre ellos:

“¿Le habrá traído alguien de comer?”

Jesús les dice:

“Mi alimento es hacer la voluntad del que me envió y llevar a término su obra. ¿No decís vosotros que faltan todavía cuatro meses para la cosecha? Yo os digo esto: Levantad los ojos y contemplad los campos, que están ya dorados para la siega; el segador ya está recibiendo salario y almacenando fruto para la vida eterna: y así, se alegran lo mismo sembrador y segador. Con todo, tiene razón el proverbio: Uno siembra y otro siega. Yo os envié a segar lo que no habéis sudado. Otros sudaron, y vosotros recogéis el fruto de sus sudores.”

En aquel pueblo muchos samaritanos creyeron en él por el testimonio que había dado la mujer:

-“Me ha dicho todo lo que he hecho.

Así, cuando llegaron a verlo los samaritanos, le rogaban que se quedara con ellos. Y se quedó allí dos días. Todavía creyeron muchos más por su predicación, y decían a la mujer:

-“Ya no creemos por lo que tú dices; nosotros mismos lo hemos oído y sabemos que él es de verdad el Salvador del mundo.”

*

Juan 4,5-42

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“¿La dimensión perdida?, por Enrique Martínez lozano

Jueves, 23 de febrero de 2017
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shutterstock_131983562Leía recientemente un comentario periodístico a propósito de las celebraciones navideñas. El autor se lamentaba de que, en el mundo actual, “nos faltan objetivos”. A la vez que denunciaba la superficialidad, la fiebre por el consumo y el individualismo de nuestra sociedad, citaba a Paul Tillich para afirmar que “la gran tragedia del hombre moderno es haber perdido la dimensión de profundidad”.

Paul Tillich (1886-1965) fue uno de los teólogos más influyentes del siglo XX. Y, en cierto modo, podría decirse que el leitmotiv de su obra es una insistente invitación a recuperar la que él llamaba dimensión de profundidad. Expresión, por cierto, con la que se refería al Misterio que las religiones han nombrado como “Dios”.

Sin duda, son ciertas las dos afirmaciones del gran teólogo germano-estadounidense, autor de libros tan interesantes como La dimensión perdida o El coraje de existir, aparte de su monumental Teología sistemática. Por una parte, salta a la vista la tendencia humana a instalarnos en la superficialidad –llámese “zona de confort” o simplemente comodidad– y, por otra, no es menos evidente la certeza de estar habitados por un anhelo que nos llama constantemente hacia la profundidad, de cualquier modo que se la nombre: nuestras raíces, nuestro ser…, en definitiva, nuestra “casa”.

Esa es la paradoja humana. Y, sin duda, entre ambos extremos –superficialidad y profundidad– nos debatimos, del modo que mejor sabemos y podemos.

Sin embargo, en el artículo al que me refería, el periodista, citando a otro teólogo –español en este caso-, afirmaba: “Las generaciones actuales no tienen ya el coraje de plantearse estas cuestiones [las preguntas acerca de nuestro origen y nuestro destino, nuestros valores y objetivos] con la seriedad y la hondura con la que lo han hecho las generaciones pasadas”.

Sin negar la primera parte de esa afirmación –los humanos estamos lejos aún de vivir en la consciencia de lo que somos–, la segunda, sin embargo, me parece poco ajustada, al idealizar tiempos pasados de los que no puede decirse, con rigor, que vivieran con más consciencia que nuestros contemporáneos.

Pareciera como si los sectores más conservadores sintieran añoranza de épocas anteriores, en las que se daba un mayor consenso social, cultural y religioso. Pero, en mi opinión, eso no significaba que nuestros antepasados se plantearan aquellas cuestiones fundamentales con mayor “hondura”, sino que sencillamente se adaptaban acríticamente a las creencias social y culturalmente aceptadas.

En ese sentido, es innegable que se ha producido un radical “cambio de paradigma”: del monolitismo anterior hemos pasado a una situación de pluralismo difícilmente imaginable hace solo unas décadas. Pero aun con la zozobra que suele acompañar tales movimientos, y con las ambigüedades propias de todo lo humano –incluidos los síntomas denunciados por el periodista–, parece que la humanidad camina hacia una consciencia cada vez mayor.

Tal vez, la llamada por Tillich “dimensión perdida” no sea otra cosa que nuestra verdadera identidad. Pero no llegaremos a ella a través del esfuerzo voluntarista, sino gracias a la comprensión. Comprensión que conecta con la propuesta que han hecho los sabios a lo largo de toda la historia (“conócete a ti mismo”) y que define lo que es el genuino “trabajo espiritual”: responder experiencialmente a la pregunta “¿quién soy yo?” y vivir en conexión con lo que realmente somos.

Desde ahí comprenderemos que todo lo demás –superficialidad, consumismo, individualismo- son solo pálidas compensaciones que tratan de aliviar el vacío de quien se halla lejos de casa, a la vez que “cantos de sirena” que distraen de lo verdaderamente importante: vivir lo que somos.

No somos el yo que se siente llevado a vivir de una manera egocentrada, girando en torno a sus intereses y generando mecanismos de defensa frente a sus miedos y necesidades –aunque tengamos que tener en cuenta todo ello–, sino la Plenitud una, que se está expresando temporalmente a través de esta “forma” (yo) que tenemos.

Enrique Martínez Lozano

Fuente Fe Adulta

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“Espiritualidad y narcisismo (I)”, por Enrique Martínez Lozano

Viernes, 17 de febrero de 2017
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46172-500-543Siempre son de agradecer las voces que alertan del riesgo de narcisismo que puede acechar a la espiritualidad, en este resurgir del que estamos siendo testigos. Todo sin excepción es susceptible de ser apropiado por el yo en beneficio propio, y a ello no escapa la espiritualidad. Con todo, me parece obligado reconocer que el problema no está en la espiritualidad, sino en la apropiación que el ego pueda hacer de la misma, para construirse un paraíso narcisista en el que busca su bienestar por encima de cualquier otra cosa.

Ahora bien, la lucidez requiere añadir algunas puntualizaciones para seguir abriéndonos a una verdad mayor que nos permita vivir más conscientes.

Es indudable que el narcisismo puede estar presente en cualquier ámbito de la existencia humana: desde las relaciones interpersonales a la relación de pareja, desde la política a la religión… Porque todo puede vivirse desde el ego.

A veces, entre quienes acusan a la espiritualidad de ser intimista y de “mirar hacia dentro”, parece producirse un fenómeno curioso: parecieran confundir la insistencia en el compromiso con el compromiso mismo. Lo cual rechina particularmente cuando se utiliza el “compromiso” para afirmar la supuesta “superioridad” moral de una religión determinada sobre la espiritualidad que critican.

La espiritualidad invita ciertamente a mirar hacia “dentro”. Pero ese “dentro” del que habla la espiritualidad no es el “dentro narcisista o egoico” de quien vive conjugando permanentemente el “yo, mi, me, conmigo”, sino aquel “Dentro” que constituye nuestra “casa común” y que todos compartimos. Es precisamente ahí donde brota el compromiso ajustado, gratuito y sin pretensiones, porque nace de la comprensión de que somos no-separados y que, por ello mismo, “tu bien es mi bien”. “Dentro” es compasión y disolución del ego, es desapropiación y desapego, es Nada.

Decía más arriba que todo puede vivirse desde el ego: la espiritualidad, pero también el compromiso. Lo vivimos así cuando, en la forma que sea, “presumimos” de ello o lo utilizamos para compararnos con otros. Esa manera de vivirlo ofrece ventajas al ego: mejora la (auto)imagen, refuerza la sensación de ser “alguien comprometido”, canaliza la necesidad de ser reconocido, compensa de posibles culpabilidades ocultas…, en definitiva, lo sostiene y reafirma: ¡un “yo comprometido” es un ego muy poderoso!

Me parece que la salida de la trampa narcisista, que puede tentarnos a todos, se halla justamente en la respuesta a esta pregunta: ¿desde dónde me vivo? Lo cual remite, una vez más, a la pregunta central de la espiritualidad: ¿quién soy yo?

Si me creo un “ser separado” (yo o ego, reducido a mi “personalidad”), no podré evitar que todos mis comportamientos sean egocentrados, es decir, giren en torno a mí, trátese de la espiritualidad o del compromiso.

Solo en la medida en que crezco en comprensión experiencial de que no soy ese “yo” que busca autoafirmarse, sino la única Consciencia o Vida que alienta en las diferentes formas que tenemos, crecerá también de su mano una actitud y un comportamiento des-egocentrados, gratuitos y entregados. De hecho, el compromiso auténtico es aquel que no tiene a ningún “yo” por sujeto, ningún yo que presuma de lo realizado: nace de la gratuidad, porque brota de lo que somos, sin rastro de apropiación egoica.

Enrique Martínez Lozano

Fuente Fe Adulta

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“Espiritualidad transreligiosa”, por Enrique Martínez Lozano

Miércoles, 15 de febrero de 2017
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12261a-errores-practicar-espiritualidadLa comprensión de la diferencia que hay entre “religión” y “espiritualidad” permite comprender que “existe una alternativa entre el ateísmo materialista y la religión tradicional, entre la concepción científico-técnica del mundo y una visión mítica preilustrada”.

Quien así se expresa es el filósofo Feliciano Mayorga, en un libro que acaba de publicar, en la editorial Kairós, con título provocativo y sugerente: “El ateísmo sagrado. Hacia una espiritualidad laica”.

Parece innegable que el imaginario colectivo de nuestro entorno sociocultural se mueve, efectivamente, en un “credo materialista”, cuyo dogma fundamental afirma que solo existe aquello que podemos experimentar. Poco importa que tal “creencia” ignore cuestiones hoy científicamente irrebatibles, como el hecho de que apenas conocemos un 4% de la realidad existente, o que, como se viene afirmando desde la física cuántica, el origen de la materia es inmaterial. Sabemos bien que cuando un dogma se asienta en el imaginario colectivo es difícil tomar distancia del mismo, someterlo a crisis y abrirse a una verdad mayor. Parece que el cerebro humano justifica con facilidad aquello a lo que previamente se ha aferrado…, por más que resulte objetivamente insostenible. Esto suele ocurrir en todo tipo de creencias –en la religión hay casos notables de dogmas “increíbles”–, y el nuevo “credo” materialista o cientificista no es una excepción. La ironía consiste en que el materialismo moderno crítica el dogmatismo religioso y su carácter mítico, sin ser consciente de sus propios pre-juicios que le mantienen encerrado en el mismo error de fondo.

Para el cientificismo materialista, todo lo que suene a espiritualidad solo se sostiene en el delirio narcisista –proyectarse en lo eterno–, que escapa al control humano. No advierte que lo que realmente constituye un delirio narcisista es la reducción de la realidad a lo que puede ser controlado por el ser humano. Este es el delirio de la razón absolutizada o del racionalismo patológico, causa de un efecto hipnótico, que obliga a creer que solo existe lo que, bajo tal hipnosis, es posible percibir. Junto con sus logros extraordinarios –entre ellos, la emergencia de la “razón crítica”–, esa fue la más triste y empobrecedora herencia de la Ilustración: la razón fascinó y hechizó al ser humano, hasta el punto de quedar hipnotizado por ella, con la consecuencia de no aceptar absolutamente nada que la propia razón no comprobara.

Nos hallamos así ante una paradoja: por una parte, la no asunción de la modernidad condena a las personas religiosas a posiciones fundamentalistas –no parece desacertado afirmar que esa es precisamente una de las carencias graves de la religión islámica, aunque no solo de ella–; por otra, su absolutización desemboca en la “cultura chata”, nihilista, vacía y carente de sentido que parece haberse enseñoreado de no pocos sectores de nuestra sociedad.

Entre ambas “creencias” –la religión preilustrada y el materialismo dogmático, dos formas “gemelas” de hipnosis mental–, la espiritualidad muestra un camino de apertura incondicional a la verdad de lo que somos.

En la auténtica espiritualidad no hay dogmas ni creencias –se valora la razón y, sin absolutizarla, se la integra y trasciende–, sino apertura lúcida a la comprensión de lo real. Así, ofrece “instrucciones”, pautas o caminos para ir más allá de la mente y, de ese modo, responder adecuadamente a la única pregunta que realmente importa: ¿Quién soy yo?

Cada vez somos más conscientes que la mente nunca podrá atrapar la verdad. Por lo que tampoco es capaz de otorgarnos certezas definitivas. Todo lo que nace de ellas son –no puede ser de otro modo– “construcciones mentales”, es decir, creencias de todo tipo, religiosas o no.

Necesitamos, por tanto, aprender a acallar la mente para poder “ver” en profundidad.

Y, dado que no tiene nada que ver con las creencias, la espiritualidad es transreligiosa, por el simple hecho de que es transmental. En esta línea, son de agradecer los intentos que están surgiendo en los últimos años favoreciendo la llamada “espiritualidad laica” o “espiritualidad atea”. En esta línea, además del libro de Mayorga, ya citado, y que me ha dado pie a esta reflexión, es obligado mencionar otros dos:

Marià CORBÍ, Una espiritualidad laica. Sin religiones, sin creencias, sin dioses, Herder, Barcelona 2007.

André COMTE-SPONVILLE, El alma del ateísmo. Introducción a una espiritualidad sin Dios, Paidós, Barcelona 2006.

Finalmente, a quien esté interesado en una visión más de conjunto de toda esta cuestión de la “espiritualidad transreligiosa”, me permito reenviarle a dos libros míos:

La botella en el océano. De la intolerancia religiosa a la liberación espiritual, Desclée De Brouwer, Bilbao 2009.

Vida en plenitud. Apuntes para una espiritualidad transreligiosa, PPC, Madrid 32013.

Enrique Martínez Lozano

Fuente Fe Adulta

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In memoriam: Día de Conmemoración en Memoria de las Víctimas del Holocausto. יום הנצחה לזכרם של קורבנות השואה

Viernes, 27 de enero de 2017
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«Sería un peligroso error pensar que el Holocausto fue un simple producto de la locura de un grupo de criminales nazis. Más bien todo lo contrario, el Holocausto fue la culminación de milenios de odio, culpabilización y discriminación de los judíos, lo que ahora llamamos antisemitismo.».

Secretario General de las Naciones Unidas, António Guterres.

El 27 de enero se celebra internacionalmente el Día de Conmemoración en Memoria de las Víctimas del Holocausto, una fecha que Naciones Unidas estableció en 2005 con el objetivo de rendir homenaje a las víctimas del genocidio judío. En 2014 se conmemora este recuerdo, cuando se cumplen 73 años del envío de homosexuales a campos de concentración nazis.  
*

 

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Fuga de Muerte:

(Traducción de José María Pérez Gay)

Leche negra del alba te bebemos de tarde
te bebemos al mediodía y en la mañana
te bebemos de noche
bebemos y bebemos
cavamos una tumba en el aire
donde no estamos encogidos
Un hombre vive en la casa
juega con las serpientes
escribe cuando oscurece a Alemania tu pelo de oro
Margarete
escribe y sale de la casa
y brillan las estrellas y silba a sus perros
silba a sus judíos
y los manda a cavar una tumba en la tierra
y nos ordena ahora toquen para bailar

Leche negra del alba te bebemos de noche
te bebemos de mañana y al mediodía
te bebemos de tarde
bebemos y bebemos
Un hombre vive en la casa
y juega con las serpientes y escribe
y escribe cuando oscurece a Alemania
tu pelo de oro Margarete
tu pelo de ceniza Sulamith
cavamos una tumba en el aire
donde no estamos encogidos
Grita
caven más hondo canten unos toquen otros
y empuña el acero del cinto
lo blande
sus ojos son azules
hundan más hondo las palas
toquen unos bailen otros

Leche negra del alba te bebemos de noche
te bebemos de mañana y al mediodía
te bebemos de tarde
bebemos y bebemos
un hombre vive en la casa
tu pelo de oro Margarete
tu pelo de ceniza Sulamith
un hombre juega con serpientes
Grita toquen más dulce la muerte
La muerte es un maestro de Alemania
y grita toquen más oscuro los violines
luego ascienden al aire
convertidos en humo
sólo entonces tienen una tumba en las nubes
donde no están encogidos.

Leche negra del alba te bebemos de noche
te bebemos al mediodía
la muerte es un maestro de Alemania
te bebemos en la tarde y de mañana
bebemos y bebemos
la muerte es un maestro de Alemania
sus ojos son azules
te alcanzan sus balas de plomo
te alcanzan sin fallar
un hombre vive en la casa
tu pelo de oro Margarete
lanza sus mastines contra nosotros
nos regala una tumba en el aire
juega con las serpientes y sueña
la muerte es un maestro de Alemania
tu pelo de oro Margarete
tu pelo de ceniza Sulamith.

*
Paul Celan

(1952)

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Día internacional de Conmemoración en memoria de las victimas del Holocausto. 27 de enero

Calendario de actos de 2017 de las Naciones Unidas

72 años ya de la liberación del Campo de Auschwitz

Francisco: “Auschwitz es un grito de dolor que está pidiendo un futuro de respeto, de paz y de encuentro”

Día de las Víctimas del Holocausto: el mundo recuerda también hoy a los homosexuales asesinados.

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Espiritualidad, General, Historia LGTBI , ,

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