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Entradas Etiquetadas ‘Espiritualidad’

“Humanismo cristiano” (Lecturas)

Sábado, 23 de junio de 2018
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Del blog Amigos de Thomas Merton:

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En “Humanismo cristiano”, artículo: San Bernardo, monje y apóstol, páginas 205-219; empieza con una reflexión acerca de los santos en general. Lo más original, este párrafo: “A menudo es difícil ver la vocación de los mayores santos en toda su integridad y simplicidad. Cuanto más grandes y populares son, más posibilidades tienen de ser interpretados equivocadamente, tanto por sus partidarios como por quienes no lo son. Y hay que admitir que no todos los santos gustan a todos los católicos” (Humanismo cristiano, 206). Lo anterior se podría aplicar al propio Merton, aun cuando no sea, hasta hoy, un santo canonizado por la Iglesia.

Otros capítulos importantes de “Humanismo cristiano” (Cuestiones disputadas): El ideal carmelita primitivo (154-195), Lo absurdo en la decoración sagrada (196-204), Luz en la oscuridad: la doctrina ascética de San Juan de la Cruz (145-153), Notas para una filosofía de la soledad (117-144), El arte sagrado y la vida espiritual (93-105), El poder y el sentido del amor (43-69), Cristianismo y totalitarismo (70-89).

“En San Juan de la Cruz encontramos luz y oscuridad, sufrimiento y alegría, sacrificio y amor, tan estrechamente unidos que a veces parece que se identifiquen. No es tanto que lleguemos desde la oscuridad a la luz como que la misma oscuridad es luz. De ahí la simplicidad esencial de su enseñanza: entra en la noche y serás iluminado. NOCHE significa el oscurecimiento de todos nuestros deseos naturales, de nuestro entendimiento natural, de nuestra forma humana de amar, pero este oscurecimiento trae consigo una iluminación. Cuanto mayor sea nuestro sacrificio y más profunda la noche en la que nos sumerja, más pronta y completamente seremos iluminados. Pero lo que debe recordarse cuidadosamente es que no somos iluminados por nuestros esfuerzos, por nuestro amor, por nuestro sacrificio. Por el contrario, estos son oscuridad. Hasta nuestras capacidades espirituales son oscuridad a los ojos de Dios. Todos debemos ser oscurecidos, es decir, olvidados, para que Dios pueda convertirse en la luz de nuestra alma” (148-149).

“Cuando un ser humano es llamado a ser un solitario, aunque sea solo interiormente, no necesita ser nada más, ni se le puede pedir nada más, salvo que permanezca física o espiritualmente solo librando su batalla, que pocos pueden comprender” (121).

“Convenzámonos de la importancia del buen gusto en todo lo relativo a la vida y el culto cristiano, y preocupémonos con un cierto celo por la belleza de la casa de Dios, que nos prohíbe ser indiferentes a la vulgaridad, la poca calidad, la ostentación y la sensualidad mundana en el arte cristiano” (104).

“Un movimiento de masas pone siempre la causa por encima de la persona individual y sacrifica a la persona a los intereses del movimiento. De esta manera, vacía a la persona de todo lo que es suyo, la saca de sí misma, la arroja en un molde que le dota con las ideas y aspiraciones del grupo antes que con las suyas. No hay nada malo en que la persona se sacrifique por la sociedad: puede haber momentos en que esto sea justo y necesario, y en el sacrificio la persona se encontrará a sí misma en un nivel superior. Pero en el caso del movimiento de masas, el vaciamiento del individuo lo convierte en una cáscara, en una máscara, una marioneta que los líderes del movimiento utilizan y manipulan a su antojo. El individuo deja de ser una persona y se convierte simplemente en un miembro, en una cosa que sirve a una causa, no por pensamiento o voluntad, sino porque se le empuja como una bola de billar según los intereses de la causa” (75).

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La otra madre

Martes, 5 de junio de 2018
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madre-tierraJuan Zapatero Ballesteros
Sant Feliu de LLobregat (Barcelona).

ECLESALIA, 23/04/18.- Los medios de comunicación, pero especialmente la radio, vaya, el cuarto poder en general, ¡para qué andar con remilgos!, llevan bombardeándonos desde hace ya algunas semanas, concretamente desde el día 20 de marzo, con spots publicitarios en los que la madre ocupa de manera total y absoluta el protagonismo. He especificado el día en qué comenzó su campaña, porque hasta dos días antes habían hecho exactamente lo mismo con el padre. ¿Quién no se enternece ante una madre y sobre todo ante lo que este ser representa? Digo esto porque los señores y señoras que nos hablan a través de semejantes medios juegan con ventaja. Sea como fuere lo que pretenden estos comunicadores, no voy yo a dudar de sus intenciones, ¡solo faltaba!, pero especialmente de quienes les pagan, es conseguir que todo hijo o hija, que se den por bien nacidos, la muestren su afecto de manera especial en su día que, según marca el calendario, este año es el 6 de mayo. No cabe la menor duda que la intención es a todas luces buenísima. Ahora bien; no lo es tanto, sin embargo, cuando la manera de mostrar dicho afecto queda reducida a que los hijos e hijas obsequien con regalos de todo tipo a su progenitora. Como podéis ver una vez más estamos en lo de siempre: afecto y consumo ligados de manera estrecha. Podría seguir escribiendo sobre el tema, pero pienso que habéis intuido por dónde voy y, por ello, no voy a continuar por semejante derrotero, porque mi intención es otra en este caso.

Afortunadamente cada vez se habla más de otra madre que no es precisamente la que biológicamente no has transmitido la vida a los hijos e hijas. Me refiero a la Tierra, al planeta en donde habitamos. Bien es verdad que son sobre todo los países sudamericanos cuyos orígenes habría que fijarlos en las culturas incaicas, aztecas, mayas etc. quienes más arraigado tienen en su cultura el concepto “madre” aplicado a la Tierra. De ahí la expresión tan propia y tan típica de ellos a la hora de denominarla como “pacha mama”. Sí, la tierra también es nuestra madre; tuya y mía. De ella hemos salido, ella nos ofrece todo lo necesario para nuestro cuidado y alimento y, de una manera u otra, a ella volveremos un día. Tengo la impresión, sin embargo, que de esta madre nos recordamos muy poco. Baste traer a colación, pues creo que no está de más saberlo, que el día dedicado a conmemorar su efeméride no fue otro que ayer, 22 de abril, y que comenzó a celebrarse el año 1970 con el nombre, nada menos que, de “Día internacional de la Madre Tierra”. ¿Qué medios de comunicación lo han puesto en solfa? Creo que lo mejor es callar. Ya no hablo de regalos, por lo que a la “Madre Tierra” se refiere, sino de atropellos, a veces en grado demasiado extremo. ¿Qué hemos hecho de ella? Me parece que bien poca cosa puedo añadir a lo que tú ya no sepas. La hemos troceado en mil añicos, levantando fronteras por todas partes, con las consecuencias que todo esto ha llevado y continúa llevando por diferentes lugares del planeta. Los más poderosos han excluido a los más débiles, aduciendo cuestiones de raza, de cultura, de educación, de pensamiento, de religión, etc. Pero, no nos engañemos, en el fondo de semejante destrozo no existe ninguna otra razón que no sea la fuerza y el poder económico de los más poderosos y potentados. La estamos esquilmando sin piedad ni miramientos, intentando sacar de la misma todo lo que podemos y más, precisamente quienes más pueden para satisfacer sus intereses económicos, sin tener en cuenta para nada las nefastas consecuencias que por ello, con toda certeza, ya están padeciendo muchas personas y padecerán aún más las generaciones venideras. Mientras tanto, los mandatarios y gobernantes no están dispuestos a hacer el más mínimo esfuerzo, no ya para dejarla al menos como está en estos momentos, sino para no llegar más allá, si para ello tienen que renunciar a conseguir pingües ganancias o si ello les supone ser menos que otro país o que la potencia política frente a la cual rivalizan.

Seguramente estarás pensando y me puedes decir, con toda razón, que tú puedes hacer bien poco. Es posible; cada una, cada uno, lo sabrá según su propia conciencia. Yo solamente te sugiero una cosa: que comiences por respetarla desde tu vida diaria. Tú sabrás qué te implica poner en práctica dicho concepto. Pero pienso que es el mejor de los regalos que en estos momentos puedes hacer a la “Madre Tierra”. ¡Gracias!

(Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

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“Nuevos tiempos: un nuevo tipo de educación”, por Leonardo Boff.

Viernes, 1 de junio de 2018
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escuela_bullyingLa realidad en las últimas décadas ha cambiado tanto que ha afectado también a nuestro estilo de educación. Cito algunos de estos cambios:

―Hemos construido el principio de nuestra autodestrucción con armas nucleares, químicas y biológicas. Nada es absolutamente seguro y un accidente cualquiera puede destruir nuestra civilización.

―El calentamiento global crece día a día. Si no hacemos nada, como la comunidad científica norteamericana ha advertido, podemos conocer dentro de algunos años un calentamiento abrupto de hasta 4-6 grados Celsius. Con eso, la mayoría de los seres vivos conocidos no resistirán y desaparecerán. Y parte de la humanidad también.

―La escasez de agua potable (sólo el 0,3% es accesible a los seres humanos y a los animales) puede provocar guerras letales para garantizar el acceso a fuentes de agua dulce. O también alianzas de cooperación.

―La planetización es un hecho nuevo en la historia de la Tierra y de la Humanidad. Salimos un día de África, donde estuvimos durante 4-5 millones de años y por eso somos todos africanos, y después nos esparcimos por los continentes; ahora estamos volviendo y encontrándonos en un solo lugar: la Casa Común, la Tierra.

―La crisis ecológica afecta directamente al sistema-vida y al sistema-Tierra. Estamos destruyendo las bases físico-químicas que sostienen la vida. De continuar la sobrerexplotación de la Tierra, ella no aguantará y nuestra civilización estará amenazada.

―Existe el peligro de que superbacterias que perdieron su hábitat por la deforestación puedan invadir ciudades y diezmar a miles de personas, sin que sepamos cómo enfrentarlas con potentes antibióticos.

Estos son datos, no fantasías. La gran mayoría de las personas no tiene conciencia de los peligros que corre. Es como en tiempos de Noé: todos se divertían y se reían del anciano, y vino el diluvio. Sólo que hoy es diferente: no tenemos un Arca de Noé que pueda salvar a algunos y dejar perecer a los otros. Todos podemos perecer.

Todo esto nos obliga a pensar sobre el futuro común de nuestra especie y de la Casa Común. Todo debe comenzar con una sensibilización general. En casa y en la escuela es donde tal nueva conciencia debe surgir.

Veamos qué tareas nuevas se presentan a los maestros y qué nueva percepción deben desarrollar en los educandos. Lógicamente la escuela debe llevar adelante su tarea básica, como la enunció la UNESCO:

(1) Aprender a conocer todo lo que el pasado nos legó. Como escribió Montaigne (1533-1592) en sus Ensayos: «el educador debe tener la cabeza sobre todo bien montada, más que bien llena». Es decir, saber la situación real de la Tierra y trasmitirla a los estudiantes;

(2) aprender a pensar, sabemos mucho y todo está en Google, pero no pensamos lo que sabemos. El saber es un poder que puede construir una bomba atómica o un antibiótico. El saber no es neutro. Pensar es detectar a quien sirve el saber y quiénes son los dueños del saber;

(3) aprender a vivir, que es crear un carácter recto, amante de la verdad, es ser un buen ciudadano participativo con un proyecto solidario de vida;

(4) aprender a convivir, pues hoy vivimos en medio de las mayores diferencias de raza, religión, ideas, opciones sexuales; no permitir que la diferencia se transforme en desigualdad; todos tienen derecho de vivir su modo de ser; importa estar abierto en las redes sociales al destino de los pueblos, muchas veces trágico como ahora en Siria; interesarse por el sufrimiento de los más pobres y excluidos;

(5) aprender a cuidar. Esto es nuevo pues sabemos que el cuidado es la ley básica de todos los seres vivos y también del universo; si no cuidamos del agua, la basura, de nosotros mismos y de las relaciones sociales, podemos dar espacio a la degradación; todo lo que amamos, lo cuidamos, y todo lo que cuidamos, lo amamos;

(6) aprender a tener una ética y una espiritualidad. La religión puede ayudar pero no necesariamente, pues muchas hacen guerra y matan; ser ético es orientarse hacia el bien, asumir las consecuencias de nuestros actos, buenos o malos; optar por el bien común, por la verdad contra toda corrupción.

La espiritualidad es una dimensión antropológica, como lo es la razón, la voluntad y la libido; somos espirituales cuando planteamos preguntas últimas: ¿por qué estoy aquí, cuál es el sentido del universo, de la vida y de mi propia existencia…? Ser espiritual es desarrollar lo que neurólogos y neurolingüistas llaman el “punto Dios en el cerebro”: siempre que abordamos aspectos de lo sagrado y del sentido último de la vida hay una aceleración de nuestras neuronas; es el “punto Dios”, que nos permite intuir que por detrás de todas las cosas hay una Realidad amorosa y poderosa que sustenta todo, las estrellas y también nuestras vidas. El “punto Dios” está hecho de amor, de compasión, de solidaridad y de devoción; nos hace más sensibles a los otros, y más humanos; cultivar el “punto Dios” es superar el materialismo actual y nutrir la esperanza sobre el fin bueno de todo.

Los educadores deben imbuirse de estos nuevos desafíos y enseñárselos a sus educandos. Sólo así estaremos a la altura de los graves peligros que se nos presentan.

Leonardo Boff

2018-03-14

Fuente Fe Adulta

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Nuestro momento espiritual.

Lunes, 28 de mayo de 2018
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javier_melloni-bigJavier Melloni, S.J. es especialista en diálogo interreligioso. Ofrece retiros de meditación y silencio en la Cueva de Manresa y ha comenzado junto con otras personas una comunidad contemplativa transreligiosa. En sus charlas sobre espiritualidad defiende la diversidad y la unidad de las religiones. Más de 300 personas acudieron en Madrid a su taller “La ola es el mar… pero no todo el mar”.

¿Cómo caracteriza el momento actual desde el punto de vista espiritual?

Como un tiempo emergente, que es postreligioso y postsecular a la vez. Ese “post” indica algo nuevo que empieza a germinar, aunque todavía es tenue. Digo que estamos en un momento “postreligioso” en el sentido de que las religiones ya no se pueden comprender como se comprendían a sí mismas hasta hace poco, porque han quedado afectadas tanto por el encuentro entre las demás religiones como por el fenómeno de la secularización. Pero la secularización también ha cambiado. Ya no tiene la ferocidad del siglo XX. Nuestra sociedad arreligiosa se está dando cuenta de que hay una dimensión de trascendencia en el ser humano que no podemos negligir o eliminar porque entonces dejamos de ser humanos. Están apareciendo brotes de algo nuevo que todavía no sabemos qué forma tendrá, pero todo apunta a que ya no es invierno y que está llegando la primavera.

¿Dónde ve usted esos apuntes de la primavera?

Primero, como ya he dicho, en la convicción cada vez más generalizada de que el ser humano no puede abandonar su dimensión espiritual; segundo, en la convicción también cada vez más compartida de que la forma con que se vive esa dimensión espiritual o religiosa no puede ser absolutizada negando las otras formas y, la tercera, la evidencia cada vez más compartida de que nos necesitamos los unos a los otros en todos los campos del saber y que no tiene sentido la competitividad entre las diferentes aproximaciones. Nos requerimos unos a otros, desde la ciencia a la filosofía, la teología, la tecnología, la biología, la ecología, la psicología… Disciplinas  que antes estaban enfrentadas las unas a las otras, ahora nos damos cuenta de que o co-inspiramos entre todos para transformar este mundo o perecemos como civilización. Como nadie quiere que perezca, aunque sea a regañadientes, se están dando conexiones nuevas, se están dando fecundaciones de disciplinas que antes jamás habían dialogado y, aunque de forma germinal, empieza a reverdecer la tierra, ya no es invierno.

“No podemos definirnos en una sola tradición religiosa”, ha dicho. ¿No resulta esto inquietante?

No es inquietante, es celebrante. ¿Cómo puede haber en una fiesta solo un canto, un instrumento o una música? ¿Cómo puede haber en un jardín solo unas flores o en un bosque solo una especie? Incluso en un bello y espeso bosque de coníferas conviven especies diferentes y son necesarias para su ecosistema. Consiste en pasar de competir entre pretensiones de totalidad a compartir plenitudes. Que una idea o creencia deje de ser totalitaria no significa que deje de ser plena. El diálogo con el otro no te quita tu plenitud sino tu pretensión de totalidad. Esto nos hace un poco más humildes y la humildad está más cerca de la verdad que cualquier otra cosa. Los que son verdaderamente religiosos o espirituales en su tradición, al final se alegrarán, aunque en estos momentos todavía temen perder algo. Pero no lo perderán sino que se ampliará, mientras no confundan su creencia con una totalidad sino con una plenitud.

La no-dualidad, defendida hoy por muchas corrientes espirituales, es muy difícil de explicar.

Ya va bien que sea difícil de explicar, porque así nos damos cuenta de que no lo podemos dominar. Ante una palabra que no comprendemos nos descalzamos y solo así, descalzos, podemos empezar a recorrerla. En la propia palabra hay una contradicción: no-dos; no dice que sea uno y tampoco que sea dos (separación). Por un lado, indica la unidad que subyace a todo y, por otro, afirma la diversidad que brota de esa unidad; la realidad se manifiesta en la pluralidad pero no en la fragmentación, porque hay un fondo que sostiene cada ser. Tan sagrado y necesario es atender la originalidad y especificidad de cada manifestación de la vida y de cada ser humano como comprender que todo emana de una única fuente y regresa a esa única fuente. Cuando se sostienen las dos cosas a la vez se produce una claridad en la mente y una expansión del corazón que es a lo que la no-dualidad apunta. Solo apunta, porque la palabra no puede sustituir a la experiencia.

Desde la tradición cristiana de relación personal con Dios, eso de disolvernos como ola en el mar provoca un poco de inquietud.

En los evangelios se dice que quien quiera seguir a Jesús debe de morir a sí mismo. Jesús también tuvo que morir; si no, no hubiera habido resurrección. Nosotros también tenemos que morir con Él para desprendernos de nuestra autorreferencia. Si deseamos participar de la plenitud de Jesús, debemos de pasar por esa muerte. Pero esa muerte no es nuestra disolución sino nuestra liberación. Una vez más recurrimos a la imagen de la gota de agua: cuando se funde en el mar pierde su contorno, pero no pierde su acuidad. Nosotros pensamos que somos el contorno y nos identificamos con él, pero en verdad somos el agua que está dentro de ese contorno y lo que hay que soltar es esa membrana, que no es lo que somos sino lo que limita lo que somos.  Quien lo entienda, que camine confiadamente en la clave de la no-dualidad; a quien no le resuene, que no se agobie, porque ya se le dará a entender. Pero quisiera transmitir que el paradigma de la no-dualidad no va en contra del cristianismo, sino que, al contrario, pone al alcance de todos lo que antes solo era para los místicos. La novedad del tiempo presente es que lo que hasta ahora había sido el punto de llegada, hoy está llamado a ser punto de partida. Los textos de Teresa de Jesús, de Juan de la Cruz, del Maestro Eckhart, que solo leía una minoría, hoy son necesarios para que pueda caminar la mayoría. Ahora bien, tampoco se pueden banalizar. Sin la muerte del yo no hay experiencia mística. Para adentrarse en ese bien mayor hay que dar un salto de confianza y atravesar esa muerte, que tampoco le fue ahorrada a Jesús. ¿Es solo para los místicos esa experiencia o es tiempo de que la hagamos todos? Lo que era antes punto de llegada, es ahora punto de partida, solo así podremos ser plenamente cristianos.

Usted afirma que Oriente y Occidente se fecundan mutuamente. ¿Cómo?

Occidente aporta el principio de personalización y Oriente el principio de oceanización. Oriente nos recuerda que todo está sostenido por algo mucho más profundo que las concreciones particulares y Occidente se adentra en lo específico y lo concreto; de este modo, el uno y lo múltiple que se complementan perfectamente. Oriente aporta sabiduría, Occidente conocimiento; Oriente aporta presente, Occidente aporta recuerdo del pasado y anhelo del futuro;  Occidente aporta acción y Oriente aporta no-acción, que no es pasividad sino un dejarse hacer por aquello mismo que hacemos, de modo que nuestra actuación se hace menos pretenciosa, porque es participativa de una acción mucho más amplia que actúa sobre todas las cosas.

Sus recomendaciones hoy para una vida espiritual sana serían…

Considero indispensable preservar una pausa significativa diaria para tomar conciencia de lo que somos y vivimos. Así como no podemos pasar ni un día sin dormir, comer o asearnos, tampoco deberíamos pasar un día de nuestra existencia sin dedicar, al menos, media hora de meditación. Por meditación entiendo cualquier forma de detención y quietud de la mente que permita la toma de conciencia de lo que estamos viviendo. No tiene que ser necesariamente sedente, puede ser practicando yoga, Chi Kung, contemplando la naturaleza o por la vía de la contemplación estética.

 ¿Qué más?

Diría tres cosas más. La primera es que lo más importante, sea cual sea la vía, es que nos lleve a la apertura. Si estamos a la defensiva, necesariamente estaremos a la ofensiva. Solo si cultivamos una actitud de apertura la realidad puede llegar a nosotros de una forma fresca que haga que nuestra respuesta sea creativa y no repetitiva. ¿Cómo sabemos que vivimos en estado abierto? Cuando hay gratitud y no juicio, queja o exigencia. No nos damos cuenta pero estamos continuamente criticando, sospechando o exigiendo y esto es muy tóxico. Nos hace personas muy duras, incapaces de dejar que advenga lo que viene. La segunda es pasar de juzgar a bendecir y a venerar. Cada vez que juzgamos condenamos a los demás y a la realidad, al reducirlos a nuestra medida. El modo de si estamos abiertos o cerrados es si brota de nosotros bendición o maledición (maldición). Cuando no juzgamos, tenemos la capacidad de bendecirlo todo, incluso lo que más nos molesta.

 ¿Y…?

Y lo tercero es el desprendimiento, el vivir sueltos. Estamos muy tensos, aferrados a  cosas, a roles y a personas. Esto nos desgasta terriblemente. Estamos faltos de una confianza básica. Al tratar de asegurarlo todo consumimos lo mejor de nuestra energía y la vida se nos escapa entre las manos. Soltar es confiar en que cada momento vendrá lo que tiene que venir y que lo sabremos recibir. En cambio, atrapados en nuestro temor, lo que adviene como liberación se convierte en prisión.

O sea, que lo de meditar es bastante más que una pura técnica.

La meditación es la condición de posibilidad para vivir en este estado de apertura. De ahí brota de modo espontáneo la capacidad de bendecir, de agradecer y de soltar. Es lo que permite trasmutar nuestros impulsos ofensivos, defensivos y depredadores en gratuidad, bendición y desprendimiento. Si no hay meditación, no se puede reinvertir ese movimiento. Cuando esto no lo haga solo una persona o un grupo, sino que lo haga toda una ciudad, un país, el planeta entero, entonces tendremos el Reino de los cielos. La otra posibilidad es aumentar el infierno que nosotros mismos estamos provocando. Cielo o infierno no dependen más que de nuestra decisión en cada momento. Diría que la vida espiritual no es más que tratar de ir de aquí a Aquí. El primer aquí es un exilio, cuando vivimos desde la sospecha y la exigencia, a la defensiva y a la ofensiva, mientras el otro Aquí  es paraíso, presencia, porque se vive desde la gratitud, el reconocimiento y la entrega. Que sea de un modo o de otro es algo que depende de la decisión indelegable de cada uno y que se renueva a cada instante. Requiere una gran determinación y una atención constante, pero eso nos permite participar de las fuentes de la vida que están aquí mismo. La luz y la sombra están en el mismo lugar. Me gusta mucho esta frase: “La sombra es la luz bajo la luz del árbol que se interpone”. La forma que tiene nuestra sombra indica el camino para llegar a la luz; en la comprensión de nuestra sombra está nuestra salvación; en ella están las claves de la luz, pero para eso hay que ser honestos y veraces.

Esa actitud, ¿produce una repercusión, una fecundidad social?

Por supuesto. Es inseparable. Cuando estamos abiertos, todo se abre y se expande y ello repercute al instante en nuestro modo de estar en el mundo. Supone pasar del rechazo al abrazo, de la indiferencia a la solidaridad, del individualismo a la compasión.

Entrevista de Lala Franco a JAVIER MELLONI

Fuente Alandar

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Gota a gota

Jueves, 17 de mayo de 2018
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2017_01_30_em_ninos_surfistas_aprenden_perseveranciaMagdalena Bennasar
Bilbao.

ECLESALIA, 11/05/18.- Era un día de primavera cálido y despejado, salí como muchos días, a pesar de lluvias y vientos taciturnos del norte, a caminar por el paseo de la playa. Quería anochecer, pero el sol radiante que sin ninguna nube, sin ninguna niebla, sin ninguna duda, iba bajando majestuoso era la evidencia de que los ciclos naturales terminan, como ese precioso día iba a terminar en pocos minutos, pero volvería con la misma fuerza, el mismo calor, los mismos colores indescriptibles, a las pocas horas, porque en primavera, tiempo de pascua a Pentecostés la noche es cada vez más corta y la luz no se acaba, se prolonga erguida porque ha vencido la noche y como novia engalanada para el novio danza y danza sobre las olas, salpicando a todo el que se acerca con su risa y su música. Los surferos me recordaban que tal vez lo de Jesús caminando sobre las aguas era algo así, un anticipo gracioso de la capacidad de disfrutar de la naturaleza sin límite casi. Me gusta lo de Jesús surfero.

También sabemos que en las sociedades agrícolas en primavera siembran y dejan que madure lo sembrado con las lluvias primaverales y el sol de cada vez más potente. Tienen que madurar y refrescar nuestras mesas, las hortalizas y frutas de verano que tan adecuadamente en este tiempo madre tierra nos regala. Sólo hay que sembrar a tiempo para poder cosechar en su punto. Madre tierra nos cuida en su seno las semillas.

Lucas se inspira en los 50 días que iban de la fiesta de la Pascua Judía que marcaba el principio de la cosecha, a la fiesta de Pentecostés.  Esta marcaba la plenitud de la cosecha: de las primeras espigas, del pan sin fermentar para no mezclarlo con el pan del año anterior al de la Pascua, al pan con levadura, plenitud de la cosecha, que se ofrece a Dios con calma y con tiempo para degustar y celebrar la Vida.

Lucas propone estos 50 días como metáfora del tiempo de maduración pascual de la Iglesia. La Pascua de Resurrección había sido el comienzo, Pentecostés será el tiempo pleno: tiempo de expansión de la Palabra y de la presencia del Resucitado a todo el mundo.

Lucas ofrece así una poderosa imagen del origen de la Iglesia.  Por ello podemos decir que los primeros cristianos no empezaron teorizando sobre la Resurrección sino que se descubrieron transformados por la presencia de Amor del Espíritu, se descubrieron recreados por su fuerza.

Este es el tiempo en el que estamos sumergidos ahora. ¿Sabemos interpretar nuestra vida normal y ordinaria a la luz de esta experiencia que la Iglesia nos propone repetidamente para que no se nos olvide?

¿De qué estamos hablando? De la experiencia  de saberte movida y habitada por el Espíritu de Jesús Resucitado. De la experiencia de no haberte quemado con todo lo negativo y decepcionante que hayas vivido. De la experiencia de revivir por dentro sólo con una gota de esa agua de la Vida que Jesús nos regala.

Es inspirador ver como en la tierra de Jesús han convertido kilómetros cuadrados de desierto, de pura arena con hierbajos resecos, en vergel. Gota a gota. El sistema de riego gota a gota, como el suero del moribundo o extremadamente debilitado, gota a gota, va alimentando aquella semillita perdida en la oscuridad de madre tierra, y en el hondón del misterio, se forma la vida o la cuida recuperándola cuando ya el enfermo no puede por sí mismo.

Gota a gota, así ha dado vida una mujer joven muy cercana, su hijo nació prematuro, súper pequeño, sin casi fuerza para mamar. Y, gota a gota de esa leche materna a demanda, como Dios, noche y día, sin horarios, siempre disponible…hoy 3 meses después, el chaval es un machote precioso, regordete y sonriente, lleno de energía y de futuro. Pronto será bautizado, y ¿qué se encontrará? ¿Vamos preparando, gota a gota, un modo nuevo de contagiar a Jesús? ¿Quién lo hará? ¿La tatarabuela? Porque hoy ya ni las abuelas están por la labor… ¿Con qué método?

Nos pasa que nos gustan las cosas a presión, rápidas, exprés. La Ruah nos recuerda que gota a gota todo “todo” se consigue. Yo así lo vivo cuando de madrugada me enchufo el suero, el gota a gota del silencio y la Palabra. Tantas veces distraída, tantas veces preocupada, pero ahí está la Ruah, que madrugó antes que yo, ahí está la ciudad en silencio todavía y se hace fácil entrar y despacio, sin prisa, te van alimentando.

Recientemente hemos acompañado en unas horas de retiro a una comunidad parroquial que llevan decenas de años con grupos de Biblia, preparando la liturgia, dando catequesis… pero “nunca” se habían  parado unas horas a escuchar y rezar en silencio, en comunidad. No fue fácil, pero mereció la pena por si alguna de esas personas, sin importar la edad, se abren al gota a gota.

No importa la edad, podemos empezar con pequeños de tres años, y son una esponjita. Son un libro abierto, aprenden sin proponérselo. El futuro es de ellos y ellas. Les formateamos nosotros ¿qué queremos dejarles en herencia?

La madre del chavalín del que os hablo hace yoga, pero no va a la iglesia porque se aburre, me dice… ¿qué os parece que le enseñará a su hijo del milagro gota a gota? ¿Evangelio o yoga? No tiene por qué ser incompatible, pero no es lo mismo. ¿Qué le digo? ¿Alguna idea? ¿A alguien le pasa?

Gota a gota tenemos que ir renovando los lenguajes, los métodos para que a cualquier edad tengamos la seguridad de la Vida, del gota a gota a mano, y así continuar, como en la tierra de Jesús, sembrando, robándole al desierto la Vida para todos, niños y ancianos, todos gota a gota, recuperando el planeta, recuperando las relaciones humanas, recuperando la paz en nuestro mundo, peligrosamente desertizado. Armado hasta los dientes no precisamente de sistemas de riego gota a gota.

Yo por mi parte me voy a trabajar lo de Jesús surfero, tal vez los de por aquí me entiendan mejor, voy a contemplar su esfuerzo, su compromiso hasta que consiguen navegar sobre la cresta de la ola. La imagen es potente, ayer les veía, al atardecer, con el sol de fondo, impresionante. Fijo que Jesús andaría por ahí. Y tienen que esperar a que venga esa ola que ellos puedan montar. Esperan y esperan. Gota a gota, paso a paso, intento a intento.

(Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

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“Recuerdo y olvido”, por Carlos Osma

Martes, 15 de mayo de 2018
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balletmenDe su blog Homoprotestantes:

Es difícil para las personas LGTBI tenérnoslas que ver con el recuerdo y el olvido de las experiencias opresivas que un día sufrimos, sobre todo en nuestro entorno más cercano, cuando sentíamos que no había otra forma de sobrevivir que comportarnos como heterosexuales. O también todo aquel rechazo del que fuimos objeto por parte de personas a las que queríamos, y a las que siempre habíamos estado dispuestos a apoyar, cuando les dijimos que éramos LGTBI. Pero es difícil hablar de todo esto generalizando, pensando que todas y todos hemos pasado por los mismos lugares, y que hay una única manera de sobrevivir al daño que la heteronormatividad nos ha infringido. Por eso esta reflexión, aunque creo que puede ser compartida por otras personas LGTBI, es ante todo una reflexión personal sobre la dicotomía entre recordar y olvidar, a la que he tenido que enfrentarme para poder vivir libremente como un hombre gay.

La primera posibilidad es el olvido, siguiendo el consejo de Isaías: “No os acordéis de las cosas pasadas, ni traigáis a la memoria las cosas antiguas. He aquí yo hago cosa nueva; pronto saldrá a la luz, ¿no la conoceréis? Otra vez abriré camino en el desierto y ríos en la tierra estéril[1]”. Escapar del infierno evitando por todos los medios mirar hacia atrás, tratar de impedir que todo aquello nos limite, que nos haga plantear nuestra existencia simplemente como una reacción a la opresión, sin liberación real, sin vida nueva. Se trataría de abandonar lo aprendido, las instituciones y los entornos que nos harían estar dando vueltas constantemente sobre lo mismo, impidiéndonos avanzar. Se trataría de romper la dinámica de la repetición, y salir en busca de algo nuevo… Rechazando instituciones como la familia o la religión, y buscando nuevos lugares y nuevas instituciones como la amistad, el asociacionismo, los grupos de autoayuda o espiritualidades alternativas para llenar nuestra vida de algo completamente distinto. Si pudiéramos olvidarlo todo, si fuéramos capaces de no actuar meramente de forma reactiva, si todo fuera nuevo, también nosotras y nosotros… Si pudiéramos padecer una amnesia selectiva, lograríamos ser quien realmente somos, y no lo que tanta opresión ha querido hacer con nosotras.

En el otro extremo nos encontramos con el recuerdo, haciendo lo que el Deuteronomio aconsejó al pueblo israelita: “te acordarás de que fuiste esclavo en Egipto y que de allí te rescató el Señor, tu Dios[2]”. Tener siempre presente de donde salimos es la mejor manera de saber dónde no queremos volver a estar, es la vacuna infalible para que la nostalgia no nos juegue una mala pasada. El recuerdo puede ser una denuncia de las estructuras opresoras, una exigencia para implicarse en la realidad y transformarla. Nos ayuda a poner las cosas en su sitio, nombrando las acciones que tantas personas a las que queríamos quieren negar. El recuerdo es el espejo que ponemos delante de nuestra familia, iglesia y sociedad; para que vean reflejada su verdadera naturaleza homófoba. Pero es también un intento de dar coherencia a nuestra vida, sin renunciar a nada, otorgándonos un relato de continuidad, y evidenciando que somos unos supervivientes, que logramos escapar de la opresión que, en algún momento gracias a Dios y a nuestra determinación por vivir en libertad, vencimos. Y si vencimos una vez, eso significa que la heteronormatividad no es todopoderosa, que tiene pies de barro, y que la podremos volver vencer si intenta otra vez someternos.

La línea que va del recuerdo al olvido es larga, y cada persona transita entre ambos extremos. El olvido total es imposible, por mucho que lo pretendamos no podemos huir de nosotros mismos, porque somos en parte lo que anteriormente hemos sido. Hay tantas veces que saltan como resortes experiencias que pensábamos ya superadas, que no podemos negar las huellas que nos ha dejado la heteronormatividad y que siguen latentes debajo de nuestra piel, de nuestras emociones y comportamientos. Pero, por otro lado, sobre todo cuando hablamos con personas que actualmente están pasando por experiencias que nosotros hemos superado, nos percatamos de que el recuerdo tiene sus límites. Es difícil volver a tener el mismo miedo, la misma sensación de estar atrapado, que cuando vivíamos oprimidos por la heteronormatividad. El tiempo nos ha ayudado a olvidar parte de aquel infierno, y aunque las heridas pueden no haber cicatrizado del todo, es evidente que ya no están abiertas como antes. Huir de la opresión, solo es posible con la colaboración del olvido. Nuestra psicología es sabia, no podemos negarlo.

Cada cual podrá situarse hoy en un punto entre el olvido y el recuerdo, y mañana probablemente estará en otro. Sin embargo, me gustaría hacer dos breves observaciones sobre la manera de conjugar ambas dimensiones, teniendo en cuenta los dos textos bíblicos que he citado anteriormente. En el texto de Isaías sobre el olvido, en realidad está implícito el recuerdo; puesto que lo que el profeta quiere decir es que la liberación de las personas cautivas de Babilonia será mucho mayor que la que conocían por el relato de la salida de Egipto. Dicho de otra forma, no se debían limitar a lo ya vivido, a lo que habían recibido por tradición, porque siempre es posible una liberación mayor que no somos capaces de imaginar. El olvido por tanto en este texto, no es tanto la negación o el abandono del pasado, sino la denuncia de que ese pasado puede ser limitante. Es la llamada a la apertura, a la esperanza que siempre supera todo lo que anteriormente hemos vivido, al abandono de cualquier límite. Por otro lado, el texto del Deuteronomio habla del recuerdo poniéndolo en relación directa con el prójimo. Lo que pretende es un comportamiento ético justo hacia otras personas desfavorecidas como los extranjeros, huérfanos y viudas. No se trata de recordar para autoflagelarse, para vengarse, para victimizarse; sino que se hace una sociedad mejor cuando quienes hemos vivido oprimidos, al liberarnos, somos sensibles a otras opresiones con las que quizás estamos colaborando.

No olvidar el pasado, pero sin dejarse atrapar por él. No recordar lo vivido sin ponerlo en conexión con el presente, y con quienes tenemos cerca. Olvido y recuerdo tienen un difícil equilibrio para las personas LGTBI, pero estamos abocados a intentar encontrarlo. Siempre está latente la tentación de decantarse por uno u otro, pero es una tentación engañosa, no es posible tal cosa. La única posibilidad real es compatibilizarlos, y lo más inteligente, es hacerlo de manera que siempre estemos abiertos a nuevas liberaciones personales, pero también colectivas. Olvidar y recordar; en realidad tratar de ser felices y hacer felices a quienes tenemos cerca.

Carlos Osma

[1] Is 43, 18-19

[2] Dt 24, 18

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“De la epidermis a la vida interior”.

Martes, 1 de mayo de 2018
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silvia-rodriguez-rivero-ofrendas-3Una de las características de la posmodernidad es la reducción de la cultura a mero entretenimiento y la exacerbación de los sentidos en detrimento de la razón y del espíritu. Para estimular el consumismo, se utilizan como anzuelo recursos capaces de hacernos sentir más y pensar menos. Eso vale para la publicidad, ciertos programas de televisión e incluso algunos rituales religiosos.

Se propaga una cultura centrada en lo epidérmico, en la que hay más estética que ética, nalgas que cabezas, alaridos que melodías, ambiciones que principios, devaneos que utopías.

Todo es aquí y ahora, para ser devorado por ojos y oídos, el cuerpo entregado a un frenesí de sensaciones que hace del placer simulacro de la felicidad y el amor.

Los seres humanos, que somos relacionales y racionales, como subrayan los filósofos desde Sócrates, ahora nos vemos reducidos a ser seres extróficos, vueltos hacia afuera, extraños a nosotros mismos, como lamentaba Kierkegaard, porque nuestra autoestima pasa a depender de lo que viene de afuera: desde la gula y la antropofagia visual hasta los remedos de la fama, la fortuna y el poder.

Pascua significa travesía, pasaje. Tal vez uno de los más difíciles sea el de recorrer el camino entre la epidermis y la vida interior, no para establecer una dualidad entre polaridades, sino para rescatar la unidad ontológica. El budismo tibetano tiene razón al afirmar que, a pesar de todos los avances científicos y tecnológicos, cada persona es ontológicamente la misma desde que el simio tomó conciencia de que el gajo de árbol que tenía en sus manos podía servirle de arma de ataque o defensa.

Aristóteles nos resumió en las esferas sensitiva, racional y espiritual, como una unidad que exige equilibro. La exacerbación de una implica la atrofia de las otras. Solo el predominio de lo espiritual es capaz de dotar de sensatez a las “locas de la casa”, como dice Teresa de Ávila, evitando el sabor de la náusea de los sentidos, descrito por Sartre, así como el racionalismo que, al contrario de Tomás de Aquino, juzga equivocadamente que la razón es la expresión suprema de la inteligencia.

Hacer la Pascua en uno mismo es cultivar la interioridad. “Beber del pozo propio”, sugieren los místicos. Desnudarse de ilusiones egocéntricas, hacer ayunar los sentidos, adecuar la razón a sus límites, orar y meditar para poder contemplar.

Somos seres con vocación de trascendencia. Como decía Hélio Pellegrino, cuya tansvivenciación cumple ahora 30 años, un helecho disfruta de su plenitud vegetal. Nosotros no; esclavos del deseo, tenemos huecos en el cuerpo y en el alma. Es la “gula de Dios” de la que hablaba Rimbaud.

Al dejar de recorrer las veredas que conducen al Absoluto, corremos el riesgo de perdernos en el accidentado terreno que convierte el absurdo en cotidiano: iras y ansiedades, envidia y competencia, miedo y, sobre todo, una incómoda sensación de no saber exactamente qué hacer de nuestro breve período de existencia.

La Pascua está precedida por la muerte que la tradición cristiana, emblemáticamente, califica de pasión, de acto de amor, de entrega, que hace refluir todo lo que dispersa, aliena y ofusca. Jesús en el túmulo simboliza el silencio, la vuelta a lo más íntimo de uno mismo, abrazar la soledad sin sentirse solitario.

Frei Betto

Fuente Religión Digital

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Déjate leer

Martes, 17 de abril de 2018
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Del blog de Henri Nouwen:

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“Leer significa a menudo reunir información, adquirir una nueva perspectiva, un nuevo conocimiento, llegar a dominar un campo nuevo. Puede proporcionarnos títulos, diplomas, certificados.

Pero la lectura espiritual es algo distinto.

No quiere decir simplemente leer sobre cosas espirituales, sino también leer sobre cosas espirituales de una manera espiritual, lo cual requiere una disposición, no sólo a leer sino también a ser leídos, no sólo a dominar las palabras sino a dejar que las palabras nos dominen a nosotros. Mientras leamos la Biblia o cualquier otro libro espiritual con el solo fin de adquirir conocimientos, nuestra lectura no nos ayudará en nuestras vidas espirituales.

Podemos llegar a poseer muy amplios conocimientos de los temas espirituales sin llegar por eso a ser personas espirituales.

Mientras que, si leemos espiritualmente sobre cosas espirituales, abrimos nuestros corazones a la voz de Dios. A veces deberemos estar dispuestos a dejar el libro que estamos leyendo y escuchar lo que Dios nos dice a nosotros por medio de esas palabras.”

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Henri Nouwen

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Privado

Lunes, 16 de abril de 2018
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Del blog Nova Bella:

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“Sólo se empieza verdaderamente a descubrir qué es la vida espiritual cuando nacen, en cada uno de nosotros, unas exigencias suficientemente propias como para que los demás no las conozcan. De modo que esas exigencias nos personalizan y nos singularizan no porque queramos que nos personalicen o singularicen sino porque, de no seguirlas, nos negaríamos a nosotros mismos. Para mí, la vida espiritual empieza, pues, en el momento en que cada uno de nosotros –cada uno a su hora– descubre, dentro de sí, aquellas exigencias que le son propias y que no se deducen de doctrina, ideología, disciplina o imitación alguna. Se trata de algo mucho más personal y singular, de manera que quienes están a nuestro lado no tienen por qué conocer esas exigencias de la misma manera que nosotros.”

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Marcel Legaut

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Juan Masiá, sj: “Si no tenemos sensibilidad para lo poético no podemos leer la Biblia”

Sábado, 7 de abril de 2018
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20150319_juanmasiaEl teólogo jesuita presenta ‘El Que Vive. Relecturas de Evangelio‘ (Desclée)

“La confesión de fe nos da algo mucho más y mejor que la felicidad. Sabe a poco reducir la fe a su instrumentalización al servicio de una felicidad superficial y egocéntrica”

(José M. Vidal).- “Re-leer y re-vivir los evangelios con y desde el Espíritu“, con una lectura “comprometida, crítica, creativa y contemplativa” y “con todo el cuerpo y alma unimismados”. Eso es lo que se propone el teólogo jesuita y bloguero de RD Juan Masiá en su nuevo libro, El Que Vive. Relecturas de Evangelio (Desclée), y eso con el fin de “despertar a la vida en tres ámbitos: la gratitud, la convivencia y la liberación”.

¿Qué pretende con su nuevo libro?

Dar testimonio de que El Que Vive me hace vivir. Y, al mismo tiempo, invitar a revivir el Evangelio releyendo los evangelios desde la cuádruple perspectiva de una lectura “comprometida, crítica, creativa y contemplativa”.

Este libro es hermano gemelo del publicado en la misma editorial en 2015: Vivir. Espiritualidad en pequeñas dosis. En aquél expresé, en lenguaje poético y narrativo, con la ayuda de los pictogramas chino-japoneses, el encuentro de la espiritualidad cristiana con las tradiciones orientales, para despertar a la vida en tres ámbitos: la gratitud, la convivencia y la liberación.

La cuarta parte -Espíritu vivificante- es la clave para entender cómo está escrito, en 2017, El Que Vive. Relecturas de Evangelio. La clave es re-leer y re-vivir los evangelios con y desde el Espíritu; releerlos, como decía el jesuita y maestro del Zen, Juan K. Kadowaki -con una expresión unamuniana del ‘Cristo’ de Velázquez-, “con todo el cuerpo y alma unimismados”.

¿Releer el Evangelio desde la vida es la única forma de leer el Evangelio?

Releer los evangelios desde la vida nos lleva a redescubrir en medio de la vida el Evangelio de El Que Vive. Pero “desde la vida” es solamente una de las cuatro perspectivas mencionadas antes. Esas cuatro perspectivas no son compartimentos estancos; tampoco están alineadas a la misma altura. La perspectiva contemplativa ha de añadirse a cada una de las otras tres. La lectura solamente comprometida o solamente crítica o solamente creativa se quedaría en la superficie de la esfera. En cambio, las lecturas comprometido-contemplativa, crítico-contemplativa y creativo-contemplativa ahondan hacia el centro de la esfera desde cualquier punto de su superficie, profundizan hacia el centro de la vida y del Evangelio.

¿Cuáles son las claves hermenéuticas del libro?

Cuatro cuadernos sobre mi mesa: 1) el diario personal que registra hechos de vida que comprometen con la vida (de él están tomadas las entradillas entre corchetes al comienzo de cada capítulo); 2) los apuntes de exégesis y hermenéutica (que justifican la lectura crítica y el aparato de estudio oculto tras la apariencia desenfadada de algunas interpretaciones atrevidas como, por ejemplo, la compatibilidad de virginidad y materno-paternidad de María y José); 3) los cuadernos del blog y homilías semanales (en los que el lenguaje literario ayuda a recrear la tradición, como hicieron los evangelistas para decir mitopéticamente la verdad por medio de la ficción y el símbolo” [Paul Ricoeur]); 4) el cuaderno personal de oración y ejercicios espirituales, ayuda ignaciana de la contemplación y el discernimiento.

Por supuesto, la imagen de los cuadernos se ha quedado anticuada. Hoy son las correspondientes carpetas de archivar documentos en el PC: 1) Hermenéutica aplicada a la vida, 2) crítica histórico-textual, 3) creación literaria y… 4)?… No, el cuarto cuaderno tiene que seguir siendo cuaderno, para escribir a mano, con pluma estilográfica (o pergeñar con pincel caracteres japoneses) el recuerdo de lo que san Ignacio llamaba “mirar cómo me ha ido en la contemplación” (Ejercicios espirituales, n. 77) o “reminiscencia de las cosas contempladas” (id. n. 64).

¿Cuál es la confesión de fe del jesuita y teólogo Masiá?

Es la confesión de fe del hombre de carne y hueso que responde a esta pregunta diciendo Confiteor et credo, es decir, confieso y creo. Es la confesión que he formulado en el prólogo: “Creo en Jesús, El Que Vive. Creo que Él es El Que vive. Creo porque su Espíritu me hace creer”. Confesar significa reconocer, en el sacramento de la sanación y el perdón; cuando decimos confiteor, queremos decir: yo reconozco. Reconozco dos cosas: reconozco que necesito ser sanado, perdonado. Reconozco y agradezco que estoy siendo sanado, perdonado y que el Espíritu me hace creer.

¿Puede decir que, con esa confesión de fe, fue y es feliz?

La confesión de fe nos da algo mucho más y mejor que la felicidad. Sabe a poco reducir la fe a su instrumentalización al servicio de una felicidad superficial y egocéntrica. Lo que nos da la fe es el estar “anclados en la esperanza” tanto en medio de la felicidad como de la infelicidad (cf. Hebreos 6, 19: “áncora segura y firme”, texto elegido para el recordatorio de mi primera misa, que le sugiero para la homilía a quien celebre mi funeral).

¿La cultura japonesa, que asumió en su vida, le facilitó el acceso a Jesús?

La cultura japonesa como la murciana tiene luces y sombras, lo mismo que las personas que viven en esa cultura. No son ellas y ellos orientales y nosotros o nosotras occidentales. Todos y todas tenemos que redescubrir otro Oriente profundo en el fondo del Oriente y Occidente geográficos o históricos; la tradición eterna, que decía Unmuno, conecta con el presente eterno de Nishida; la presencia de Dios en medio de los pucheros, de Teresa de Jesús, conecta, como explica el Maestro Kadowaki, con el “sentado así, sin más, tal cual” de la mística de Dogen; la noche oscura y noche sosegada de Juan de la Cruz o de Unamuno en el ‘Cristo’ de Velázquez, puden conectar con el arte del pintor y escultor Toshima, que vivió enamorado del Albaicín y mezcló en sus pinturas la puesta del sol en la Vega con el recuerdo de la luz que se filtra por la espesura del bosque sintoista (Toshima leía a Unamuno y San Juan dela Cruz y vibraba participando en la Semana Santa andaluza, a la vez que revivía el Bushido caballeresco del japonés, lector del Hagakure cuando gozaba con el Quijote…).

Pero volviendo a la pregunta, lo principal del acceso a Jesús, dicho en una palabra, es lo siguiente. Tú creías que ibas a llevar allí a Jesús, pero descubres que Él Que Vive ya estaba allí antes de tú lo llevaras y, por otra parte, tú no lo tenías tanto o tan bien como creías. Entonces su Espiritu te hace despojarte de las falsas imágenes de Él que te habías hecho o te habían imbuido, a la vez que lo redescubres…

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¿Tiene futuro lo religioso/espiritual en una sociedad supervanzada y supertecnológica como la japonesa?

Lo tendrá si Japón recupera lo mejor de sí mismo, que lo tiene tan olvidado como también tenemos olvidado en nuestro país lo mejor de la tradición eterna de los hombres y mujeres de nuestros pueblos…

¿Y el catolicismo?

Eso ya es más difícil. Tendría que despojarse mucho el catolicismo del peso de exclusivismos, así como del lastre racionalista y legalista que arrastra durante siglos. Por otra parte Japón tendría que despojarse de la obsesión típica de los nacionalismos estrechos seducidos por el mito de la diferencia y unicidad.

Volvamos a los relatos evangélicos de su libro. ¿Por qué en Caná faltó agua y sobró vino?

Si no tenemos sensibilidad para lo simbólico y poético no podemos leer la Biblia. De eso es, en una palabra, de lo que va el 50% de mi libro. Sin ese sentido de lo mitopoético, quedarán desconcertados los lectores y lectoras que juzguen inconcebibible que Lázaro y el joven de Naím no revivan, o que en Caná no haya magia, o que el Espíritu Santo entre en María por la misma puerta de la vida por donde entra su esposo…

Dice usted que creer en Jesús es buscarlo. ¿Basta sólo con eso?

Pablo lo captó muy bien. Iba corriendo detrás de Jesús para alcanzarle. Descubre que Jesús no iba delante, sino detrás de él. empujándole para que le buscara. Juan de la Cruz, en la noche oscura, va buscando alcanzar amor. En la noche sosegada descubre que ha sido él alcanzado por el amor.

¿Cuál es la cuarta vía que usted dice que propone y practica el Papa Francisco?

Ni la primera vía fundamentalista, inmovilista y de marcha atrás; ni la segunda vía desarraigada (que tira al bebé junto con el agua de la bañera); ni la tercer vía (que no es vía, sino punto quieto), del punto medio de medas tintas de diplomacia vaticana, sino la cuarta vía, la auténtica vía media, no mero punto medio estático, sino en camino de discernimiento dinámico, junto con todos hacia el futuro, escuchando hacia donde sopla el viento del Espíritu, el “tiempo más que el espacio”…(cf. Introduccion de Amoris laetitia y cap 52 de El Que Vive).

¿En qué vía se situaron los predecesores de Bergoglio?

Juan XXIII fue clarísimamente cuarta vía y primavera eclesial, que Francisco retomará medio siglo después.

El Pablo VI angustiado de la Humanae vitae se quedaba en la tercera, el punto medio diplomático. Pero en la Evangelii nuntiandi sugería aperturas de puertas que retomará Francisco (que lo citó mucho desde el comienzo).

El Ratzinger del Informe sobre la fe marcaba la vuelta atrás a la primera vía, mezclada luego en su pontificado con prudentes y tímidas recomendaciones de tipo tercera vía.

Juan Pablo II, a menudo contradictorio con una mezcla de audaces propuestas de principios y marcha atrás en las conclusiones, a comienzo del n. 84 de Familiaris consortio empieza a abrir la puerta que Francisco pondrá de par en par, porque dice que no todos los casos son iguales y que la clave es el discernimiento. Pero no llega a la cuarta vía. Al final de ese número tiene el desliz de la tristemente célebre recomendación al divorciado y casado de nuevo para que viva como “hermano y hermana“, con lo cual ha vuelto a la tercera vía de la diplomacia vaticana…

¿La primavera de Francisco es irreversible?

Ojalá lo sea, pero… vivimos inolvidablemente la primavera de Juan XXIII y el Vaticano II, vivimos después largos años de vuelta atrás y otoño eclesial, pero cuando parecía que la partida de ajedrez estaba perdida (y no valía decir “me enroco” o “me en-Rouco”…), pues el Espíritu que nunca se queda en el paro nos dio la sorpresa de Francisco. Pues sigamos confiando en el Dios de las sorpresas…

Para saber más acerca del nuevo libro de Masiá, pincha aquí:

Fuente Religión Digital

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“Espiritualidad del desierto”, de Gisbert Greshake

Viernes, 6 de abril de 2018
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499cb0c495d0363083eaad4ffd790ee5Una verdadera historia de la espiritualidad desde la clave del desierto

«El desierto es una tierra fría con un sol ardiente», dicen los tuaregs.

La particularidad del desierto consiste precisamente en que reúne y mantiene juntos elementos extremos.

El desierto significa indisolublemente calor y frío, esterilidad y vida, inmensas zonas sin agua y fértiles oasis, arena y piedra, llanura y altas montañas.

La relación entre todo ello es la de un equilibrio inestable.

Con su tensión entre polos tan opuestos, el desierto es una de las más elocuentes imágenes de nuestra vida, marcada asimismo por tensiones y rupturas.

Justamente con su doble polaridad de «lugar de muerte» y «lugar de vida», el desierto, cual persuasivo «icono», invita a ver en su imagen de un modo nuevo la propia vida.

*

Ficha técnica:

Autor : Gisbert Greshake

ISBN:9788428832298

Fecha publicación:22/02/2018

Encuadernación: Semiflexible

Núm. páginas: 304

Código interno: 178489

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Fuente Editorial PPC

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San José

Lunes, 19 de marzo de 2018
Comentarios desactivados en San José

Teresa de Jesús nos dice de José:

“Y tomé por abogado y señor al glorioso san José y me encomendé mucho a él. Vi claro que, tanto de esta necesidad como de otras mayores, de perder la fama y el alma, este padre y señor mío me libró mejor de lo que yo lo sabía pedir. No me acuerdo hasta hoy de haberle suplicado nada que no me lo haya concedido

(Vida 6,6).

iman-maleki-5-49524393c8San josé

En vez del hombre de poder,

prefiero al hombre de presencia y de ternura,

el compañero que da el gusto de vivir.

*

(Fuente)

***

“Explícanos, José,

cómo se es grande sin exhibirse,

cómo se lucha sin aplauso,

cómo se avanza sin publicidad,

cómo se persevera y se muere uno

sin esperanza de un póstumo homenaje,

cómo se alcanza la gloria desde el silencio,

cómo se es fiel sin enfadarse con el cielo.

Dínoslo en este tu día, buen padre José.”

*

Oración popular

***

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Escuchen qué cosa y cosa
tan maravillosa, aquesta:
un padre que no ha engendrado
un Hijo, a quien otro engendra.

Un hombre que da alimentos
al mismo que lo alimenta;
cría al que lo crió, y a mismo
sustenta que lo sustenta.

Manda a su propio Señor
y su Hijo Dios respeta;
tiene por ama a una esclava,
y por esposa a una reina.

Celos tuvo y confianza,
seguridad y sospechas,
riesgos y seguridades
necesidad y riquezas.

Tuvo, en fin, todas las cosas
que pueden pensarse buenas;
y es fin, de María esposo
y, de Dios, padre en la tierra. Amén.

*

Sor Juana Inés de la Cruz

***

Al igual que la Comunidad Anawin de Zaragoza, de quienes hemos tomado este video, desde este blog no somos de hacer publicidad pero hoy haremos una excepción por su mensaje:

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Lecturas del día de la Fiesta de San José

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Despertad

Miércoles, 14 de marzo de 2018
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Del blog Nova Bella:

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La gran tragedia de la vida no es tanto lo que sufrimos como lo que nos perdemos. Los seres humanos nacen dormidos, viven dormidos y mueren dormidos… No despertamos jamás. Y eso es justamente lo que pretende la espiritualidad: despertar.

*

Anthony de Mello

mistico

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“Espiritualidad y cambio social”, por Enrique Martínez Lozano.

Viernes, 9 de marzo de 2018
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fotophapson9Chan Phap Son, nombre espiritual de Michael Schwammberger, fue durante 15 años monje en Plum Village -Francia-, la sede y comunidad del Maestro zen Thich Nhat Hanh. Ahora se dedica a enseñar libremente en Inglaterra y España.

¿Qué es el mindfulness? ¿En qué nos beneficia el estar presentes? ¿Cómo podemos mejorar nuestra vida y el mundo?

¿Qué es el mindfulness y qué nos puede aportar a los ciudadanos con vidas ocupadas?

Mindfulness es la cualidad de estar presente, de ser más conscientes de lo que pasa a nuestro alrededor. Con mindfulness tenemos unas referencias mucho más positivas. Al ser más consciente de mí mismo esa conciencia me ayuda a esclarecerme, a tener claridad de mi experiencia, a saber dónde tengo que poner energía y saber cómo responder a los retos.

¿Es más fácil practicar el mindfulness en un monasterio que en el día a día trabajando?

Para entender la función de mindfulness es bueno hacer un curso o equivalente, así sabremos lo que es exactamente. Una vez tenemos esa experiencia ya podemos aplicarla a la vida cotidiana. La finalidad del monasterio es apoyar primero la “estructura mindfulness”, para poder después introducirla en vida cotidiana.

Con “la que está cayendo”, ¿el mundo necesita más mindfulness o más revolución activa?

La imagen que me viene a la cabeza es de Gandhi. Sin su componente espiritual difícilmente hubiera podido emprender cambios con la repercusión y profundidad que tuvo. No hay que divorciar el aspecto espiritual del revolucionario. La cuestión es qué clase de revolución queremos. No es necesariamente suficiente ser consciente de una injusticia. Tenemos que tener una perspectiva mucho más amplia en la que se basa nuestra acción.

La plena conciencia nos ayuda a saber cómo está todo esto conectado. Nos ayuda a saber que hay una injusticia pero que está conectada a una estructura mucho más amplia. Esa es la finalidad de la plena conciencia: quizá hay una injusticia particular, pero la causa de esa injusticia es mucho más amplia. Todo llega al mismo sitio. Mindfulness no es lineal, no es “voy a hacer una acción para cambiar algo”, sino que se identifican todas las causas. El aspecto espiritual es importante que esté vivo cuando hablamos de una revolución, de una acción social más expresiva, porque es el contexto general el que quieres arreglar, no una cosa particular.

Para que nos entendamos, propongo este ejemplo: las acciones de Greenpeace ayudaron años atrás a concienciar sobre los problemas de los vertidos en el mar del norte, y eso es muy importante. Pero todavía más importante es saber por qué consumimos tanto.

¿Cómo sería la sociedad si casi todos practicásemos esta conciencia plena?

No sería perfecta, pero habría más condiciones para crear armonía. Para mejorar lo que se puede mejorar, para nuestro crecimiento personal a un nivel más profundo. Ese conocimiento ya nos hace sentir mucho más felices. A veces la infelicidad viene porque no sabemos quiénes somos. Nos dejamos llevar por estructuras mentales superficiales, como la rabia.

¿Desde qué edad podemos inculcar esto a nuestros hijos?

Cualquier edad. Pero no se trata de inculcar, es más bien una cualidad que incluye amor, paciencia, benevolencia, compasión, cualidades que automáticamente podemos sentir. Cualquier niño puede sentirse conectado con esas cualidades. No son un adoctrinamiento, son estar en contacto con cualidades que nutren nuestro espíritu.

¿Es optimista Thich Nhat Hanh sobre el futuro? Porque en sus últimas declaraciones augura una extinción.

Un buen maestro siempre nos va a decir cuáles son los problemas que tenemos que afrontar, va a definir la situación de peligro. Él siente que si no cambiamos pronto, el futuro no es predecible, y como lo siente lo tiene que decir. No para causar pánico, sino para que podamos asumir responsabilidades. Para que no dejemos que la situación empeore y nos veamos forzados a actuar.

Thay dice que lo peor es la desesperanza. Hay una frase que me gusta mucho de Martin Luther, y que viene a decir: “Aunque yo supiese que el mundo se acaba mañana, aun así, hoy plantaría un árbol”. Si emprendo una acción positiva, va a tener una resonancia. Si tengo en mí cualidades de “no miedo”, hay una resonancia que va a ayudar a no crear pánico, miedo, etc. Debemos cultivar cualidades de “no miedo” para no caer en la depresión.

¿Cuáles serían tus 10 consejos para mejorar nuestras vidas?

– Parar y descansar más. Necesitamos saber parar para saber cómo actuar desde un sitio de mayor claridad y amor. Parar y descansar son cruciales.

– Debemos simplificar nuestras vidas. Llenarlas tanto crea un vacío interior en el que sentimos el impulso de querer llenar; cuanto más lo intentamos llenar (este vacío) más vacíos nos sentiremos. La simplicidad nos ayuda a reconocer lo que ya está presente en nuestras vidas… y siempre ha estado presente, simplemente no lo vemos.

– Nutrir nuestras mentes de cosas positivas.

– Evitar consumir cosas negativas: ideas, alimentos, conversaciones, ambientes, etc. No es cuestión de evitar, es cuestión de usar nuestra inteligencia para saber lo que nos hace bien y lo que no nos ayuda.

– Practicar la generosidad. Esto ayuda a los demás y nos ayuda a estar en contacto con los demás.

– Pasar más tiempo con personas sanas y que nos hacen sentir bien tanto intelectual como emocionalmente e incluso espiritualmente.

– Practicar una disciplina mental: yoga, meditación, etc.

– Cuidar nuestra nutrición.

– Contribuir a una concienciación social positiva. No nos quedemos en casa, salgamos a expresar nuestros sentimientos. No dejemos que sean los políticos, economistas, etc., los únicos que dicten qué clase de sociedad queremos.

– No destruir, minimizar todo acto que cause daño, que cause destrucción.

Enrique Martínez Lozano

Entrevista a Michael Schwammberger.

Fuente Fe Adulta

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“Acción y espiritualidad”, por Carlos F. Barberá.

Martes, 6 de marzo de 2018
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ayuda-help-fair-play-empatia-foul-solidaridadNo hace mucho estuve en una reunión con el cardenal de Madrid. En un momento tomé la palabra y me dirigí a él en estos términos: “Creo que los obispos vivís en un mundo aparte pero lo cierto es que mis amigos creyentes y críticos están ya hartos, cansados, aburridos de la Iglesia. Porque cuando no es un reportaje en la Sexta sobre un cura pederasta que se jubiló con todos los honores es un cardenal que dice que el independentismo no es compatible con la conciencia católica, cuando no es una diócesis que arrambla con todas las fincas que puede… Y es que de la Iglesia sólo vienen malas noticias, salvo las que proceden de Francisco. Mira: hace poco en una conferencia una persona muy seria contó una entrevista con el Papa: Santo Padre, le damos las gracias por las iniciativas que toma, por los pasos que da. La contestación fue: Sí, pero yo miro atrás y no veo que nadie me siga”.

Carlos Osoro contestó ensalzando las cosas buenas que hace la Iglesia y enumerando algunas en concreto. Y ahí se acabó el tiempo y el debate. Faltó, claro está, la réplica evidente: si la Iglesia hace tantas cosas buenas ¿por qué tiene tan mala imagen?

Pensando en ese episodio, se me ha ocurrido algo que tiene que ver a la vez con los 500 años de la Reforma que acabamos de conmemorar.

Como es sabido, Hans Küng ha utilizado muchas veces en sus obras el concepto de paradigma y lo ha aplicado en concreto al proceso de la ruptura de Lutero. Sostiene el teólogo suizo que el enfrentamiento de Lutero con la Iglesia oficial no fue provocado por la corrupción de la jerarquía sino por el choque entre dos paradigmas: frente al católico-romano medieval vigente en la Iglesia desde San Agustín, el fraile agustino formuló un nuevo paradigma mucho más acorde con los tiempos. De ahí su enorme éxito y su amplia y rápida disuasión. El espíritu de la época exigía un modelo nuevo y Lutero fue capaz de darle voz y palabra.

Pensando en todo esto me pareció encontrar una clave para dar razón del descrédito de la Iglesia católica. Paradójicamente, en comparación con los siglos anteriores, el catolicismo tiene una mejor teología, es más cercano al Evangelio, es mucho más libre, lleva a cabo en su seno una crítica permanente y sin embargo su declive es innegable. Creo que la razón estriba en que, salvo en el caso de Francisco, se empeña en mantener un paradigma que ya no responde al espíritu de este tiempo.

Los que nos iniciamos en la religión en los años cuarenta o cincuenta aprendimos un cristianismo que era ante todo doctrina y culto. En los colegios católicos se enseñaba la doctrina –condensada en el catecismo– y se obligaba a oír misa y rezar el rosario diariamente y a confesar de cuando en cuando. En esas dos palabras se encerraba todo: doctrina y culto. Cuando muchos pusieron en cuestión la doctrina –escolástica– y abandonaron un culto aburrido y repetitivo, no les quedó ya nada. El paradigma hijo de Trento era ya inservible.

¿Y cuál debería ser el nuevo paradigma para una Iglesia en un mundo multireligioso, multicultural y poscristiano? A mi modo de ver, lo definen también dos palabras: acción y espiritualidad. Por una parte, esta díada responde directamente al mensaje de Jesús, que decía: cambiad, el reino de Dios está en medio de vosotros. Y decía: dad la vida unos por otros. Es decir, contemplad la acción de Dios en todas las cosas y echad a los demonios del sufrimiento, de la soledad, del abandono, del hambre, de la opresión, de la falta de sentido.

Por otra parte este modelo responde a lo que vivimos en este tiempo. La espiritualidad es, como ahora suele decirse, una tendencia. Está en el ambiente, con variadas formas y caminos. Y la acción a favor del mundo y de los humanos es una necesidad imperiosa y urgente.

A mi modo de ver, este paradigma permitiría a la Iglesia ser más fiel a Jesucristo y más fiel al mundo a cuyo servicio está. Y le haría más fácil el diálogo con las otras confesiones, religiones y culturas.

¿Quiere esto decir que abandonemos la doctrina? Por supuesto que no, pero será una doctrina surgida de la experiencia, que ayude a formularla. ¿Y que abandonemos el culto? Sin duda que no, pero un culto que ayude a expresar la espiritualidad, que se dirija a nosotros y no a Dios, que no lo necesita.

Sólo una nota más para terminar. Al comienzo he evocado la figura de Francisco. Lo que ha llegado al pueblo de su actuación ha sido no la doctrina –como con Benedicto XVI– ni el culto multitudinario –como con Juan Pablo II– sino la espiritualidad que traslucen sus actuaciones y la acción multiplicada a lo largo del mundo. Sn duda por eso fue nombrado enseguida hombre del año por la revista Time. Vieron sin duda que encajaba en lo que necesitaba este mundo, que se acordaba con un mundo que necesita un paradigma nuevo para sobrevivir.

Carlos F. Barberá

Fuente Atrio

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Fin de año: “gracias” y “sí”, por Enrique Martínez Lozano.

Martes, 6 de febrero de 2018
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young man and sunset El cambio de año suele ser época de balances y de propósitos: analizar y evaluar lo acontecido para programar el futuro o proponerse metas a alcanzar. En este sentido, podría hablarse de balances económicos, informativos, psicológicos, de imagen…

Sin negar la validez de cada uno de ellos en el campo en que se realice, la comprensión sabia de lo que somos –la “mirada espiritual” – otorga una visión de la realidad caracterizada por dos palabras: “Gracias” y “Sí”.

Son las palabras con las que terminaba el diario de un amigo, quien me lo entregó para que lo leyera días antes de que él mismo falleciera en un accidente de tráfico.

Tras hacer un recorrido por lo que consideraba más significativo de su existencia, este hombre joven cerraba su relato en esa fecha con estas palabras: “Por todo lo que ha sido, gracias; a todo lo que venga, sí”.

Esas expresiones revelan, a mi parecer, la comprensión de la que hablaba. El pasado ha sido exactamente como tenía que ser; del mismo modo, el futuro será como tenga que ser. De ahí que la actitud sabia no pueda ser otra que la aceptación profunda, que consiste en alinearse con lo que es. De esa actitud brotará siempre gratitud y aceptación.

Ahora bien, esto no es accesible para el yo ni para la lectura que la mente hace de los acontecimientos. La mente alberga siempre la pretensión de que las cosas sean como ella desea y el yo se afirma justamente en la resistencia a lo que es.

Y parece que, aun siendo conscientes de que aquella pretensión –“las cosas deberían ser diferentes de lo que son”– y aquella resistencia, generan siempre sufrimiento inútil, nos cuesta reconocer el error sobre el que se basan y seguimos manteniéndolas activas.

Una y otra se apoyan, en realidad, en una doble creencia errónea: que somos “algo” separado o desgajado de la vida (lo Real), y que llevamos las riendas de lo que sucede. Sin embargo –las mismas ciencias modernas apuntan en esta dirección– parece que no es cierto ni lo uno ni lo otro. No somos el yo separado que nuestra mente piensa, sino la Vida misma que se expresa en esta forma concreta que llamamos “yo” o “personalidad”. Y tampoco somos, por tanto, portadores de una supuesta libertad individual o libre albedrío, capaz de modificar la realidad a nuestro antojo.

Si nuestra verdadera identidad es una con la totalidad, es claro que somos libertad. Pero el sujeto de la misma no es el yo que, erróneamente, se cree libre, sino la misma totalidad que somos. Ni hay separación ni hay libre albedrío, aunque nuestra mente nos haga tener la sensación subjetiva de que es así.

Cuando comprendes que eres uno con la totalidad –la totalidad misma que se despliega en todas las formas y en lo que percibimos como secuencia espacio-temporal–, desde esa profunda unidad radical, y en la certeza de que aquello que eres está más allá de todas las formas y siempre a salvo de toda circunstancia, de tu interior solo pueden brotar dos palabras: por todo lo que ha sido, gracias; a todo lo que ha de venir, sí.

Enrique Martínez Lozano

Boletín Semanal

Fuente Fe Adulta

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¡Sorprenderse es gratis!

Miércoles, 31 de enero de 2018
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sorprenderse-es-gratis

Del blog del Monasterio de Monjas Trinitarias de Suesa:

¿Has estado alguna vez mirando el cielo durante un largo rato? ¿Lo has contemplado a la misma hora en diferentes días? ¡Son increíbles los cambios que se producen!

Un día me dejo acariciar por el sol y al siguiente corro para no calarme. Por la mañana aves posadas sobre la ría y por la tarde volando en la dirección en la que las lleva el viento.

Así es también nuestra vida: cada mañana empieza una nueva aventura. Hoy no es ni como ayer ni como el mismo día del año pasado. Aunque me levante a la misma hora, trabaje, ore o coma con la misma rutina… hay algo nuevo esperándome: la forma de una nube, el color del atardecer, un vaso de agua bien fresquita o un  chocolate caliente.

Hay novedad en cada día que nos levantamos si somos capaces de mirar con ojos que saben sorprenderse.  Esta opción no existe solo en los “días buenos”. Es una decisión a tomar a cada momento.

El mismo trayecto en metro, los mismos temas en el trabajo, orar repitiendo los salmos… Podemos vivirlos como la aburrida rutina o como si lo descubriésemos hoy.

Recuerdo la primera vez que abrí la ventana de mi habitación en el monasterio y me encontré con la ría. Era un día lluvioso, diluviaba… pero ¡era tan hermoso! Cada día, al mirar por la ventana, trato de sorprenderme como aquel primer día.

Y no solo con la mirada…, escuchar… mucho más allá del ruido más fuerte. En las ciudades también es interesante. Puedes probar hoy. Escucha atentamente todos los sonidos. Quizás primero se oigan los coches, la gente hablando por teléfono o alguna máquina trabajando…, ¿y si seguimos escuchando?: unos niños jugando, algún pájaro quizás, las risas de un grupo de amigos…

Disfrutar de la enésima vez que pones la mesa, el cómo colocar el vaso o la servilleta. Llevar a los hijos a las clases extraescolares y compartir la alegría de sus descubrimientos…

Un semáforo en rojo puede convertirse en tiempo ganado cuando nos detenemos a observar las decenas de cosas que pasan en medio minuto.

¡Sorprenderse es gratis! Dios va poniendo a nuestro alcance miles de cosas cada día por las que alegrarnos y dar gracias. Está es nuestra mano (en nuestros ojos y oídos) el poner atención a la novedad. Vivamos de comienzo en comienzo

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In memoriam: Día de Conmemoración en Memoria de las Víctimas del Holocausto. יום הנצחה לזכרם של קורבנות השואה

Sábado, 27 de enero de 2018
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 «Sería un peligroso error pensar que el Holocausto fue un simple producto de la locura de un grupo de criminales nazis. Más bien todo lo contrario, el Holocausto fue la culminación de milenios de odio, culpabilización y discriminación de los judíos, lo que ahora llamamos antisemitismo.».

Secretario General de las Naciones Unidas, António Guterres.
El 27 de enero se celebra internacionalmente el Día de Conmemoración en Memoria de las Víctimas del Holocausto, una fecha que Naciones Unidas estableció en 2005 con el objetivo de rendir homenaje a las víctimas del genocidio judío. En 2018 se conmemora este recuerdo, cuando se cumplen 77 años del envío de homosexuales a campos de concentración nazis.  
*

 

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Fuga de Muerte:

(Traducción de José María Pérez Gay)

Leche negra del alba te bebemos de tarde
te bebemos al mediodía y en la mañana
te bebemos de noche
bebemos y bebemos
cavamos una tumba en el aire
donde no estamos encogidos
Un hombre vive en la casa
juega con las serpientes
escribe cuando oscurece a Alemania tu pelo de oro
Margarete
escribe y sale de la casa
y brillan las estrellas y silba a sus perros
silba a sus judíos
y los manda a cavar una tumba en la tierra
y nos ordena ahora toquen para bailar

Leche negra del alba te bebemos de noche
te bebemos de mañana y al mediodía
te bebemos de tarde
bebemos y bebemos
Un hombre vive en la casa
y juega con las serpientes y escribe
y escribe cuando oscurece a Alemania
tu pelo de oro Margarete
tu pelo de ceniza Sulamith
cavamos una tumba en el aire
donde no estamos encogidos
Grita
caven más hondo canten unos toquen otros
y empuña el acero del cinto
lo blande
sus ojos son azules
hundan más hondo las palas
toquen unos bailen otros

Leche negra del alba te bebemos de noche
te bebemos de mañana y al mediodía
te bebemos de tarde
bebemos y bebemos
un hombre vive en la casa
tu pelo de oro Margarete
tu pelo de ceniza Sulamith
un hombre juega con serpientes
Grita toquen más dulce la muerte
La muerte es un maestro de Alemania
y grita toquen más oscuro los violines
luego ascienden al aire
convertidos en humo
sólo entonces tienen una tumba en las nubes
donde no están encogidos.

Leche negra del alba te bebemos de noche
te bebemos al mediodía
la muerte es un maestro de Alemania
te bebemos en la tarde y de mañana
bebemos y bebemos
la muerte es un maestro de Alemania
sus ojos son azules
te alcanzan sus balas de plomo
te alcanzan sin fallar
un hombre vive en la casa
tu pelo de oro Margarete
lanza sus mastines contra nosotros
nos regala una tumba en el aire
juega con las serpientes y sueña
la muerte es un maestro de Alemania
tu pelo de oro Margarete
tu pelo de ceniza Sulamith.

*
Paul Celan

(1952)

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Día internacional de Conmemoración en memoria de las victimas del Holocausto. 27 de enero

Calendario de actos de 2018 de las Naciones Unidas

73 años ya de la liberación del Campo de Auschwitz

Francisco: “Auschwitz es un grito de dolor que está pidiendo un futuro de respeto, de paz y de encuentro”

Día de las Víctimas del Holocausto: el mundo recuerda también hoy a los homosexuales asesinados.

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“Homo Deus”, por José Arregi

Viernes, 19 de enero de 2018
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25466e1e6Leído en su blog:

Así se titula, como el lector seguramente conoce, el último libro de Yuval Noah Harari. Dos años después de su primera gran obra, Sapiens, que le encumbró a la fama, el joven historiador-pensador israelí publicó en 2016 esta segunda, Homo Deus, que concreta y analiza los inquietantes horizontes posthumanistas con los que concluía la primera: la divinización transhumanizadora –¿deshumanizadora?– de la especie humana. La vuelta de la Navidad con su mundo de motivos tan humano-divinos, tan conmovedores, puede ser un momento indicado para reparar de cerca en las previsiones que traza para el futuro y en las advertencias sobre los peligros que corremos.

El Homo Sapiens, nuestra especie, según los restos más antiguos hallados hasta hoy, apareció en Marruecos hace 300.000 años. Fue un simio más hasta que, hace 70.000 años –aquí arranca la historia de Noah Harari– tuvo lugar en la especie una extraordinaria revolución cognitiva, que le dio una capacidad “superior” de comunicación, entendimiento mutuo, colaboración y transcendencia simbólica, y le encumbró sobre las demás especies humanas y animales en general. La mejora de sus capacidades le convirtió en Homo Depredator y Exterminator. ¿Precio inevitable del progreso? ¿Pasos hacia la divinización? ¿Pero qué es divinización, qué es divinidad?

Hace 10.000 años tuvo lugar un segundo y decisivo salto –lo llamamos avance o progreso–: la revolución agraria y ganadera. El nacido de la Tierra se volvió su dueño y señor. El hijo de la Tierra sometió a su madre y la violó. Las heridas siguen abiertas. Y la paradoja es más sangrante que nunca: los señores de la tierra se esclavizaron los unos a los otros.

He ahí las consecuencias del poder humano, lo mejor y lo peor inseparablemente unidos. En esa sociedad agraria “avanzada” nacieron las grandes religiones, con sus múltiples divinidades de rasgos humanos, presididos por un Dios monarca absoluto, máximo garante del sistema de poder vigente, en lugar de instancia crítica suprema del sistema de poder. Las religiones institucionalizadas acabaron siempre sucumbiendo a la tentación del poder. Aunque la llama creadora originaria nunca pudo ser ahogada.

Esa llama espiritual poderosa y transformadora –permítaseme una breve digresión– prendió también en Jesús de Nazaret, el profeta hereje de Nazaret, el profeta de las Bienaventuranzas, radicalmente crítico de la religión y del Imperio, de la injusticia establecida y de la paz de los vencedores. Anunció el reinado de Dios, pero invirtió el sentido de la realeza divina, la convirtió en solidaridad desarmada y poderosa en favor de los sin- poder. Invirtió a Dios. Eso es Dios, se dijeron quienes lo comprendieron. Deus homo, confesaron. Dios es carne humana, hecha de tierra, hermana de todos los vivientes. Un Dios desendiosado. No hay otro ‘Dios’. No existe el ‘Dios’ del templo y del clero, ni el ‘Dios’ omnipotente del cielo.

Pero muy pronto el movimiento de Jesús se convirtió en religión jerárquica, clerical y patriarcal, en religión imperial, aliada y esclava del poder, y enseñó que la salvación consiste en volverse divino, es decir, inmortal y omnipotente como el Dios del templo judío o como el Zeus del Olimpo griego. El cristianismo volvió a ser una más de las antiguas religiones del ser humano en busca de inmortalidad y dominio, seducidas por el viejo señuelo: ‘Serás como Dios”. Ése ha sido el fracaso del cristianismo.

Volvamos a Noah Harari. La revolución científica del Homo Sapiens, iniciada hace 500 años, gracias a la biotecnología, las neurociencias, la informática y la inteligencia artificial, parece cada vez más cerca de colmar los deseos de la especie y de cumplir las promesas de sus viejas religiones: la curación –bendita curación– de todas las enfermedades y la conquista de los atributos divinos: amortalidad, omnisciencia, omnipotencia. El Homo Sapiens está mutándose en Homo Deus, en forma de organismo mejorado, de ciborg o de robot más inteligente que el Sapiens.

Nos hallamos ante la mayor mutación que la evolución de la vida en nuestro planeta ha conocido hasta ahora, y ya no debida al azar, sino a la acción directa del propio ser humano. La especie humana, gracias a las ciencias, está llegando a poseer las llaves de la evolución, y esto está muy bien a condición de que sea para bien. La pregunta es: ¿será para beneficio propio y ajeno o será para desgracia propia y ajena, para bendición o para condena? Homo Deus. Pero ¿qué significará para el Homo llegar a ser Deus?

¿Seguiremos llamando “Dios” a esa quimera hecha de nuestras grandes ambiciones, que no son sino el reverso de nuestros grandes miedos? Se cuenta que un día, hace mucho tiempo, el primer humano se sentía desgraciado con su ser y acudió a Dios con una demanda: “Cambiemos los papeles por un solo día: yo seré Dios y tú serás un humano. Solo por un día”. Dios le pregunto: “¿No te da miedo?”. El humano respondió: “A mí no. ¿Y a ti?”. Dios aceptó. Pero cuando el primer ser humano se vio Dios, se negó a volver a su condición humana. Y así hasta hoy. Desde entonces, Dios y el ser humano se encuentran con sus papeles invertidos, y ni el uno ni el otro encuentra su paz o su ser verdadero. El humano divinizado se aferra a su conquista; el Dios humanizado lamenta su pérdida. Ambos son desdichados.

¿Qué es, pues, ser humano y ser divino? ¿Encontrará nuestra especie la felicidad que busca mientras la busque en la conquista del poder? Y aun suponiendo que lo conquiste, ¿a quién beneficiará? Ahora bien, es imposible que, en la pugna por el poder, lo alcancen todos. ¿Quién lo alcanzará, pues, y qué será de quienes no lo alcancen? ¿Quién accederá al privilegio divino de la vida sin fin, a la posesión de toda la información y al ejercicio de todos los poderes? ¿Y qué hará con el resto esa élite “divina” omnipotente? ¿Qué pasará si el Homo Deus hace con nuestra especie lo que nosotros hemos hecho con todas las demás? Certificaría el definitivo fracaso evolutivo del Homo Sapiens. El horizonte me aterra.

Tal vez he trazado una historia y un futuro del Homo Sapiens de tintes demasiado pesimistas. No obstante, creo profundamente en la potencialidad inagotable que alberga la materia, y creo en las posibilidades ilimitadas de la evolución. También en sus riesgos. Cada posibilidad está acompañada de un riesgo. Las posibilidades y los riesgos de la evolución en la Tierra dependen hoy, como nunca hasta ahora, de esta especie maravillosa y contradictoria que somos. Y creo firmemente que lo mejor puede prevalecer sobre lo peor, pero solo si aplicamos en ello todas nuestras energías.

Las ciencias serán indispensables para hacer que la vida sea mejor, e incluso para mejorar nuestra especie (salud, memoria, armonía, paz, humildad, bondad, felicidad…), para mejorar nuestra especie física, psíquica, espiritualmente. Buena falta nos hace.

Pero las ciencias no bastarán, pues siempre dependerá de quién las controle y a quien sirvan. Para que todas las mejoras lo sean de verdad, será también indispensable una espiritualidad profunda, que consiste en aprender a vivir la única humanidad divina, siendo más felices con menos, aceptando gustosos decrecer para ser en comunión solidaria con todos los vivientes empezando por los últimos, en el Corazón Divino desendiosado de todo lo Real. El Espíritu de La vida nos llama a hacer lo que podamos para que los seres posthumanos que vayamos a crear, cosa que parece segura, sean de verdad “divinos”, es decir, desendiosados. Es nuestro máximo reto espiritual y político, y lo debemos intentar aun en el caso de que sea tarde.

José Arregi

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2018, bajo el signo de la confianza

Lunes, 1 de enero de 2018
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sous-le-signe-de-la-confiance

 

El Señor es mi pastor,
nada me puede faltar.
Él me hace descansar en verdes praderas,
me conduce a las aguas tranquilas
y repara mis fuerzas;
me guía por el recto sendero,
por amor de su Nombre.
Aunque cruce por oscuras quebradas,
no temeré ningún mal,
porque tú estás conmigo:
tu vara y tu bastón me infunden confianza.
Tú preparas ante mí una mesa,
frente a mis enemigos;
unges con óleo mi cabeza
y mi copa rebosa.
Tu bondad y tu gracia me acompañan
a lo largo de mi vida;
y habitaré en la Casa del Señor,
por muy largo tiempo.

*

Salmo 22 (23)

***

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