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Las tres “S”: salud, sabiduría y sentido.

Domingo, 22 de enero de 2023
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47702_430163937461_92187362461_5294011_7048196_nMt 4,12-23

La presencia de Jesús en medio de su gente puede describirse en términos de plenitud y de abundancia. Podríamos resumirlo diciendo que Jesús ofrece las tres “S”: salud, sabiduría y sentido. Según el texto de Mt 4,12-23, Jesús “curaba toda enfermedad y toda dolencia en pueblo”, enseñaba en las sinagogas y llamaba a una misión que transformaba el trabajo cotidiano en acción fructífera y eficaz; como dice el texto mateano en el versículo 19, los llamados por Jesús pasarán de ser pescadores a pescadores de hombres. Así la presencia de Jesús se vuelve con total claridad la restauración del Reino en un presente habitado por una multitud que anunciará con entusiasmo lo que ha visto, oído y experimentado.

La sociedad actual tiene un hondo anhelo de las tres S. El papa Francisco define a esta sociedad postmoderna en su búsqueda de sentido:

La posmodernidad – en la que el hombre se siente aún más perdido, sin referencias de ningún tipo, desprovisto de valores, porque se han vuelto indiferentes, huérfano de todo, en una fragmentación en la que parece imposible un horizonte de sentido – sigue cargando con la pesada herencia que nos dejó la época anterior, hecha de individualismo y subjetivismo (que recuerdan, una vez más, al pelagianismo y al gnosticismo), así como por un espiritualismo abstracto que contradice la naturaleza misma del hombre, espíritu encarnado y, por tanto, en sí mismo capaz de acción y comprensión simbólica (Desiderio desideravi 27-28).

El anhelo de sentido, de sabiduría y, por ende, de salud corporal y espiritual, siempre presente en todas las épocas como algo propio de la naturaleza humana, nos orienta hacia la trascendencia. Y más aún, este anhelo se acoge con otra “S”. El sí de la acogida a la vida, de la conversión a la orientación de la acción, al discernimiento que surge de la escucha de la Palabra.

El hoy del reino sigue siendo tan actual y actuante como siempre. Configurar el presente y diseñar el futuro en el intercambio recíproco de las expectativas humanas y creaturales y las de Dios mismo es la constatación de que el Reino puede hacerse presente aquí y ahora en el gozne entre la expectativa y la realización cumplida. Así puede resonar con más actualidad aquello de que “el pueblo que habitaba en tinieblas vio una luz grande; a los que habitaban en tierra y sombras de muerte, una luz les brilló” (Mt 4,16).

Paula Depalma

Fuente Fe Adulta

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De las tinieblas a la luz

Domingo, 22 de enero de 2023
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Man pulling curtain of darkness to reveal a new better world. Conceptual change, two worlds, hell and paradise.

III Domingo del Tiempo Ordinario

22 enero 2023

Mt 4, 12-17

El profeta y poeta Isaías anhelaba la luz que disipara las tinieblas de su pueblo. Y los seguidores de Jesús identifican esa luz con la persona de su Maestro.

Durante mucho tiempo, los humanos pensaban que la luz, como la salvación, habría de llegarnos desde “fuera”. Lo cual casa bien con el nivel mítico de consciencia e incluso con nuestras primeras experiencias infantiles: al niño no le cabe otra cosa que esperar todo de los demás.

Sin embargo, ni la luz ni la salvación nos llegarán desde fuera. Esto no niega que haya personas, del presente y del pasado, que nos ayuden a “abrir los ojos”, gracias a la verdad, bondad y belleza que supieron encarnar en sus personas. Pero la luz no se halla fuera, por cuanto constituye la esencia última de todo lo que es. El fondo de lo real y nuestro propio fondo es luz. Acertaron, por tanto, aquellos sabios que designaron lo realmente real como “Dios” (de “dev” = luz o luminosidad). Y lo expresa admirablemente el Jesús del cuarto evangelio cuando proclama: “Yo soy la luz del mundo” (Jn 8,12).

Porque la luz no es “algo” que tengamos; es lo que somos, o mejor aún, aquello que nos está haciendo ser, aquello que se despliega en nosotros. Lo que ocurre es que, con demasiada frecuencia, la luz se ve cegada para nosotros mismos, como consecuencia de nuestro sufrimiento no resuelto -que nos encierra en nosotros mismos- y de nuestra ignorancia -que nos impide ver-.

Ignorancia no es falta de inteligencia. Ignorancia es no saber qué somos. Por eso, equivale a oscuridad, confusión y sufrimiento. Solo la comprensión -el comprender vivencialmente, no el mero entender- hace posible que podamos “ver”. No habrá cambiado nada, pero todo se ve de modo nuevo.

Por más que nos resulte paradójico, el camino hacia la comprensión no pasa por el pensamiento ni por las creencias, sino por el silencio de la mente. Necesitamos entrenarnos en acallar la mente para poder ver más allá de ella, en definitiva, para percibir la luz que somos y así caminar dejándonos iluminar por ella.

Tenía razón el profeta Isaías: tal vez no exista experiencia más gratificante y plena que la de pasar de las tinieblas a la luz.

¿Qué luz hay en mi vida?

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¿Yo soy de Pablo, yo soy de Apolo, yo soy de Cefas, yo soy de Munilla, yo soy de Müller, yo soy de Francisco? Lo que hace hace es que seamos de Cristo: YO SOY DE CRISTO

Domingo, 22 de enero de 2023
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7C49F1BC-025C-4483-BA7C-526DC214AE2FDel blog de Tomás Muro La Verdad es libre:

Ecumenismo: es una palabra que viene del griego: oikos significa “hogar”. (Eco-nomía significa la ley del hogar, eco-logía es el tratado sobre el hogar, etc. Ecumenismo es “el hogar habitado”, que en aquellos tiempos eran –más o menos- los países en torno al mar Mediterráneo. Modernamente el Ecumenismo es el movimiento que trata de reconciliar en el mismo hogar a los cristianos e Iglesias separadas).

01.- Creo en la Iglesia una.

    En el credo decimos: creo en la Iglesia una. Por otra parte, evocando a San Pablo cantamos también: un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo… (Efe 4,5-7). Y recordando el evangelio de San Juan deseamos que todos sean uno, (Jn 17,21).—

    Ahora bien, la unidad no requiere uniformidad. Las “unas formas”, los “uniformes” pertenecen más bien a otros ámbitos, militares, deportivos, etc…

    La Iglesia nació plural. Ya en el NT, desde los primeros momentos surgieron comunidades cristianas (iglesias) unidas pero plurales: las comunidades de Pablo eran carismáticas, diversas de la tradición eclesial judeo-cristiana más unidas a la mentalidad del AT, otro estilo configuraba  las comunidades de Juan mucho más reducidas y más centradas en Cristo (en el “Yo soy” del evangelio de Juan).

    Y es que la verdad no cabe en una fórmula, en una definición dogmática, en una liturgia… (Si tú sabes qué es la verdad, esa no es la verdad)

    Hans Küng expresaba muy bien esta realidad plural:

    La Iglesia de Cristo, según el Nuevo Testamento, no es una Iglesia de unitarismo centralista e igualitarismo –y menos totalitario-. No conoce la uniformidad, sin alegría ni libertad, de una organización única o de tipo único de unidad. No entra en la esencia de la Iglesia ni el culto uniforme, ni la disciplina uniforme, ni la teología uniforme. Apoyándose en Efe 4,4-6 se podría más bien afirmar lo contrario.

       Pluralidad en el culto: un solo Dios, un solo Bautismo, una sola Eucaristía, pero pueblos distintos, comunidades distintas, lenguas distintas, ritos y formas de piedad distintas, cantos y ornamentos distintos, distintas oraciones y, en este sentido, iglesias distintas. Pluralidad también en la teología: Un solo Dios, un solo Señor, una sola fe y una sola esperanza, pero distintas teologías, distintos sistemas, distintos estilos de pensar, aparatos conceptuales y terminologías, distintas escuelas, tradición y tendencias en la investigación, distintas universidades y distintos teólogos y, en este sentido, una vez más, distintas iglesias. Pluralidad finalmente también en el orden eclesiástico: un solo Dios, un solo Señor, un solo Espíritu, un solo cuerpo, pero diversas ordenaciones de vida, diversas estructuras de derecho, diversas naciones y tradiciones, diversos usos y costumbres y sistemas de administración y así finalmente, también en este sentido, distintas iglesias. [1]

02.- Unidad de todas las Iglesias.

    A lo largo de la historia y por “mil” motivos religioso.políticos, la unidad de la Iglesia se fue fragmentando:

+   En el año 1054 se produjo la gran ruptura entre Constantinopla y Roma de la que surgiría la gran tradición Ortodoxa.

+   En el siglo XVI se escindieron la Reforma luterana (protestantismo) y el anglicanismo. Posteriormente fueron surgiendo muchas subdivisiones en las iglesias reformadas.

Movimiento ecuménico por la unidad de los cristianos

    En 1910 en Edimburgo, en el ámbito anglicano (y protestante) nació el movimiento Ecuménico con la nostalgia de volver a la unidad originaria. La Iglesia católico romana no sintonizará con estos nuevos vientos (Espíritu) de reconciliación hasta Juan XXIII, Pablo VI, el cardenal Bea y algunos teólogos: Congar entre ellos, quienes a mediados del siglo XX y con el Concilio Vaticano II simpatizaron con el movimiento Ecuménico.

¿Se logrará la unidad?

Vamos a pensar y orar para que así sea.

Cuando se produzca el acercamiento de las Iglesias esta vuelta a la unidad no será por sometimiento de nadie a nadie, sino que será también una “vuelta plural a la unidad”.

Todos somos y seremos cristianos desde nuestra tradición cristiana. Los ortodoxos seguirán siendo cristianos desde su venerable tradición litúrgica, desde su concepción de iglesias locales, etc… Los hermanos protestantes vivirán su cristianismo desde su amor la Palabra (Biblia) y desde una honda comprensión de la justificación (redención), los católicos romanos seremos siempre más dogmáticos.

Será una unidad en una hermosa pluralidad.

03.- Unidad y pluralismo hacia dentro de la Iglesia católica.

  Dentro de nuestra misma Iglesia católico romana hay tensiones, cuando no enfrentamientos y rupturas. Lo estamos viviendo en nuestra propia diócesis de San Sebastián.

    Nosotros nos podemos aplicar lo que hemos escuchado en la 2ª lectura (1ª Corintios): hay discordias entre vosotros. Y os digo esto porque cada cual anda diciendo: «Yo soy de Pablo, yo soy de Apolo, yo soy de Cefas, yo soy de Cristo». Nosotros decimos: “Yo soy de Munilla, yo de Rouco, yo de Francisco…” Lo que hace falta es que seamos de Cristo:Yo soy de Cristo”.

   Necesitamos volver no tanto a un obispo que sea buena gente y competente: necesitamos volver a Cristo. Hemos sido bautizados en Cristo, no en un obispo.

   Y la vuelta a la unidad intraeclesial e intradiocesana será también en un respeto a la pluralidad de expresiones de la fe

    Esta unidad no se conseguirá por sometimiento a las tendencias teológico-morales férreas, ni por recuperación de liturgias coreográficas más que celebraciones de la Eucaristía que se parezca a las “comidas con pecadores y publicanos” de Jesús. La unidad no se conseguirá por normativas de castigo, que no sirven de nada, sino de sufrimiento, fracaso y frustración como hemos vivido durante estos últimos doce años.

    La unidad en nuestra iglesia local y en la Iglesia se producirá desde un sereno y respetuoso pluralismo no desde el linchamiento de quien no piensa como yo.

   Podremos rezar y cantar: Un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo pero con estilos de pensar diversos, aparatos conceptuales varios, teologías, celebraciones y encuentros plurales.

Que todos sean uno

[1] KÜNG, H. La Iglesia, 329.

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“¿En qué hemos de cambiar?”. 3 Tiempo ordinario – A (Mateo 4,12-23)

Domingo, 26 de enero de 2020
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No es difícil resumir el mensaje de Jesús: Dios no es un ser indiferente y lejano, que se mueve en su mundo, interesado solo por su honor y sus derechos. Es alguien que busca para todos lo mejor. Su fuerza salvadora está actuando en lo más hondo de la vida. Solo quiere la colaboración de sus criaturas para conducir al mundo a su plenitud: «El reino de Dios está cerca. Cambiad».

Pero ¿qué es colaborar en el proyecto de Dios?, ¿en qué hay que cambiar? La llamada de Jesús no se dirige solo a los «pecadores» para que abandonen su conducta y se parezcan un poco más a los que ya observan la ley de Dios. No es eso lo que le preocupa. Jesús se dirige a todos, pues todos tienen que aprender a actuar de manera diferente. Su objetivo no es que en Israel se viva una religión más fiel a Dios, sino que sus seguidores introduzcan en el mundo una nueva dinámica: la que responde al proyecto de Dios. Señalaré los puntos clave.

La compasión ha de ser siempre el principio de actuación

Hay que introducir en el mundo compasión hacia los que sufren: «Sed compasivos como es vuestro Padre». Sobran las grandes palabras que hablan de justicia, igualdad o democracia. Sin compasión hacia los últimos no son nada. Sin ayuda práctica a los desgraciados de la tierra no hay progreso humano.

La dignidad de los últimos ha de ser la primera meta

«Los últimos serán los primeros». Hay que imprimir a la historia una nueva dirección. Hay que poner la cultura, la economía, las democracias y las Iglesias mirando hacia los que no pueden vivir de manera digna.

Hay que impulsar un proceso de curación que libere a la humanidad de lo que la destruye y degrada: «Id y curad»

Jesús no encontró un lenguaje mejor. Lo decisivo es curar, aliviar el sufrimiento, sanear la vida, construir una convivencia orientada hacia una vida más sana, digna y dichosa para todos.

Esta es la herencia de Jesús. Nunca en ninguna parte se construirá la vida tal como la quiere Dios, si no es liberando a los últimos de su humillación y sufrimiento. Nunca será bendecida por Dios ninguna religión, si no busca justicia para ellos.

José Antonio Pagola

 

 

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“Se estableció en Cafarnaún. Así se cumplió lo que había dicho Isaías.”. Domingo 26 de enero de 2017 Domingo 3º del tiempo ordinario

Domingo, 26 de enero de 2020
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11-OrdinarioA3Leído en Koinonia:

Isaías 8,23b-9,3: En la Galilea de los gentiles el pueblo vio una luz grande.
Salmo responsorial: 26: El Señor es mi luz y mi salvación.
1Corintios 1,10-13.17: Poneos de acuerdo y no andéis divididos.
Mateo 4,12-23: Se estableció en Cafarnaún. Así se cumplió lo que había dicho Isaías.

Es sabido que la liturgia católica está pendiente de una reforma sustancial. La necesidad de reordenar la elección de los textos conforme a criterios nuevos y sobre todo explícitos no es la menor. La incorporación de la segunda lectura a la temática unitaria (en vez de que campe siempre por sus fueros propios), y la posibilidad de que sean varios los ordenamientos litúrgicos de los textos, según objetivos y necesidades distintas, a escoger según variables diversas, serían otras tantas posibilidades. Mientras, es bueno saber que la liturgia no «es» así, sino que la tenemos así a la espera de que le llegue el turno de la renovación. La coyuntura actual nos inspiraría un cierto optimismo… ¿Será posible?

La primera lectura parece haber sido escogida estrictamente por coincidir con la tercera lectura en la alusión geográfica a la zona de Zabulón y Neftalí, en la que Jesús se vino a establecer. La segunda -como hemos dicho que sucede casi siempre- va por sus caminos propios, siendo puramente aleatorio que alguna vez encaje con el mensaje de las otras dos. Diríamos que el evangelio de hoy –dada la altura a la que estamos en el año litúrgico– se adecúa bien a la altura que correspondería dentro de la vida de Jesús siguiendo un criterio simplemente cronológico: el inicio de su actividad pública, el comienzo del despliegue de lo que será el Jesús predicador del Reino en su plenitud.

Son bastantes los detalles que merecen comentario en este evangelio.

-Jesús comienza su actividad tomando como referencia los signos de los tiempos. Al menos el evangelista hace notar que no empezó Jesús sin más cuando quiso, sino al ver que habían encarcelado a Juan. Jesús reacciona ante los hechos de la historia que le rodea. No viene a cumplir una misión ya programada previamente y que ha de llevarse a cabo con la indiferencia del «pase lo que pase».

-Jesús «fue a vivir» a Cafarnaúm. Algunos teólogos (Nolan por ejemplo) hacen notar que «se estableció» allí, y que, probablemente, la que varias veces en los evangelios se cita como «su casa» sería casa no de Pedro, sino la casa de Jesús… No hay seguridad, pero no es improbable. Una duda sobre esa imagen tan fácil que nos hemos hecho del Jesús evangelizador itinerante.

-El contenido de lo que sería la «primera predicación» de Jesús, o más bien, la tónica dominante de la predicación de Jesús: la venida del Reinado de Dios, como buena noticia que invita al cambio… Hoy ya esto lo saben los niños en la catequesis parroquial, cuando hace cuarenta años lo ignorábamos todos los cristianos adultos, incluidos los predicadores: que el centro de la predicación de Jesús fue el «Reinado de Dios», un concepto entre profético y escatológico… O sea: que Jesús no fue un predicador doctrinal teórico, ni un maestro de sabiduría religiosa, ni un asceta… sino un profeta dominado por la urgencia de una pasión, la pasión por el Reinado de Dios que él creía inminente…

-No era sólo un anuncio, sino una con-moción: Jesús anunciaba para empujar al cambio, para animar la esperanza en el cambio que Dios mismo estaba a punto de empujar… Por eso, su anuncio era para la conversión: «cambien su vida y su corazón porque el Reino de los Cielos se ha acercado», traduce la Biblia Latinoamericana.

-Aquí hay una doble dirección: hay que cambiar (convertirse) «porque» viene el Reinado de Dios, y, también, hay que cambiar «para que» venga, para hacer posible que venga, porque cambiando, en nuestro cambiar, ya está viniendo ese Reinado… Son las dos dimensiones: activa y pasiva, receptiva y provocativa, de contemplación y de lucha… sin unilateralismos.

-El carácter concreto del tipo de praxis que Jesús adopta, que no es la de transformar la sociedad él mismo directamente, con sus propias prácticas, no es la de afrontar directamente la tarea, sino la de enrolar a otros, convencer a otros para sumarse a la tarea, y para ello, dedicarse a desbloquear las mentes, a iluminar los corazones, abrir la visión de los demás… para que puedan incorporarse a la transformación de la sociedad. Si se nos permite decirlo así, Jesús, más que una práctica, asume una práctica teórica y simbólica. Él no se hace médico ni se dedica a curar a los enfermos, sino a dar la Buena Noticia, aunque salpica su predicación constantemente con «signos» de curación: «predicaba y sanaba». Teoría y práctica. Esta práctica era apoyo de aquella teoría, y la teoría no era realmente tal, sino una práctica teórica: Jesús ejercía de abridor de mentes, iluminador de corazones, generador de esperanza, transmisor de energías…

-En esa línea se puede enmarcar mejor aún lo de convertir a sus más allegados en «pescadores de personas» (no «de hombres»), lo que él mismo estaba siendo, lo que cualquier discípulo debe también ser. El expansionismo evangelizador misionero proselitista, el querer extender el cristianismo a todo el mundo haciendo tabla rasa de las demás religiones, ya no tiene lugar en una visión a la altura de los tiempos actuales. El ser realmente «evangelizador» apasionado por la Utopía del Reino (utopía que no es enemiga de las demás religiones ni pretende imponer ninguna cultura) sigue teniendo plenamente sentido. Leer más…

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26.1.2020. Fiesta de la Palabra de Dios Una Palabra de Dios y tres biblias

Domingo, 26 de enero de 2020
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A023D056-01AC-44A4-93BC-122F73FB8A89Del blog de Xabier Pikaza:

Biblia judeo-cristiana: Por los caminos “adversos” De Dios

 El Papa Francisco ha creado ha creado la Fiesta de la Palabra de Dios, que ha de celebrarse el domingo más cercano a la Conversión de San Pablo (25 de enero). Ésta es la fiesta que celebramos este año, por primera vez, el 26 de enero, como introducción al Año de la Biblia, al que me he referido ya en otra postal (en referencia a mi libro Ciudad‒Biblia).

Esta Fiesta de la Biblia es la Fiesta de la Palabra como encuentro  de los hombres con Dios. Esta fiesta toma como punto de partida y clave el enunciado de Jn 1, 14 (la Palabra se hizo carne, es decir, se hizo hombre, humanidad). En esa línea, haciéndose “carne”, podemos decir que Dios se ha hecho Palabra en la Historia, una Palabra evocada y expresada de un modo especial en el libro de la Historia de Israel y de los Evangelios de Jesús, como expresión de la presencia de Dios entre los hombres.  Una Biblia judeo‒cristiana, tres biblias. Pero esta Biblia de la historia judeo‒cristiana es inseparable de la Biblia Universal, esto es, de la Palabra de Dios, que se expresa en la vida de los hombres. En esa línea se puede hablar de tres religiones y tres biblias:

1. TRES RELIGIONES

 Religiones de la naturaleza, esto es, del cosmos. Suelen ser “paganas” y divinizan los poderes del mundo y de la vida, de una forma que para otras, que se dicen más avanzada, resulta “idolátrica”. En general no tienen libros sagrados, aunque sí mitos y tradiciones que se han transmitido y recreado a lo largo de milenios. En un sentido extenso, en esas religiones se puede hablar de una Biblia Cósmica, que es el mundo entero, la vida sagrada, como saben sus tradiciones

Religiones místicas, de la interioridad.Son más propias del Oriente (India, China). Tienden a descubrir lo sagrado (divino) en la misma vida interior, en el proceso de maduración personal, de inmersión en la realidad absoluta. La primera Palabra de Dios no es un libro exterior (en piedra, ladrillo, papiro o pergamino), sino la Voz que Dios o lo divino graba de una forma viva en cada corazón de hombre o mujer que la escucha o responde.

 Religiones históricas o proféticas.Son más propias del occidente “semita”: judaísmo, cristianismo, Islam. Han tendido a fijar la revelación de Dios en unos libros sagrados, revelados por un Dios personal, que actúa en la historia a los grandes profetas (Moisés, Jesús, Muhammad), de forma distintas, aunque complementarias. Sólo estas religiones tienen libros “canónicos” o normativos estrictamente dicho

 2. TRES BIBLIAS

 Biblia de la Naturaleza

Es la más antigua, y suele identificarse con la “revelación natural”, que viene dada por la misma vida (el mundo), antes de las revelaciones positivas o posteriores.Las escrituras posteriores, judeo/cristiano/musulmanas, dependen de aquella Biblia Universal del cosmos, que se expresa en mil mitos o relatos sagrados que han ido fundando la historia religiosa de la humanidad.

              La Biblia Cristiana no quiere destruir el valor de ese Libro de la Naturaleza, sino dialogar con él y completarlo. Ella sólo será Palabra de Dios en la medida en que permita recuperar el valor sagrado de la naturaleza y la vida de los hombres y mujeres del mundo. Esta Biblia Universal (propia de la mayoría de la humanidad actual) es variada y unitaria, desplegada a lo largo de toda la cultura humana. Ella ha tenido y tiene infinidad de variantes, pero se funda en el hecho de que Dios (lo divino) habla a los hombres en el mundo y en la vida.

Biblia de la interioridad.

Está vinculada a la capacidad de penetración interior de los hombres, pues como dice San Pablo hay una Escriturao Carta de Dios, escrita en nuestros propios corazones(cf. 2 Cor 3-4).  Sin esa voz interior, sin esta Palabra que resuena en la intimidad de cada ser humano (como sabe también Jr 31, 33), no se puede hablar después de una Biblia judía o cristiana.

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26.1. Fiesta de la Palabra: para leer, celebrar y “vivir” la Biblia

Domingo, 26 de enero de 2020
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aves-cables-alta-tension-2Del blog de Xabier Pikaza:

Canto de Dios: Iniciación a la Palabra (hermenéutica)

Desde antiguo se viene comparando la Biblia con la música de Dios, y así lo ha destacado el Papa Francisco al instituir esta Fiesta de la Palabra, para leer y celebrar, compartir y liberar, como germen e impulso de Dios en el camino de los hombres. Desde ese fondo he querido:

  1. Presentar de nuevo dos reflexiones que expuse hace unos meses en youtube sobre la hermenéutica en la Biblia y en la historia (estudio) de las religiones, poniendo de relieve el hecho de que la Biblia sólo es palabra de Dios en la medida en que se escucha, se lee, se comparte, se interpreta y se celebra, como una obra musical, que no es la “partitura” en sí, sino la celebración de su música.
  2. Exponer algunos elementos básicos de la hermenéutica o interpretación de la Biblia, en línea judía y cristiana, conforme a mi libro Biblia‒Ciudad. Esta segunda parte es más técnica y servirá para descubrir el otro lado de la Biblia, como libro de instrucciones, para manejar, entender, re-interpretar y aplicar la Biblia, en la vida de los hombres y mujeres que la leen y quieren entenderla, actualizarla, recrearla, recreándose por ella.

Un ejemplo triste. La Biblia de Pizarro y Atahualpa

 9788490731765-esA principios del siglo XVI, cuando los españoles al mando de F. Pizarro tomaron el imperio incaico, hubo un encuentro famoso entre el Inca Atahualpa y y Pizarro, el conquistar, representado  por su capellán,Vicente de Valverde, que se acercó al Inca y le ofreció  la Escritura Cristiana (Biblia o Breviario) diciéndole:

‒ Escucha y cumple: Ésta es la Palabra de Dios, y ella te pide que te conviertas a la verdadera fe de Jesucristo.

Atahualpa tomó el libro, lo puso en su oído y no oyendo nada lo dejó caer al suelo. Entonces, el P. Valverde, buen teólogo, alumno de Salamanca y escolar de los Dominicos de Valladolid, exclamó: ¡Cristianos, este hombre ha arrojado por tierra los evangelios, que son la palabra de Dios, prendedle…!

Aquel fue un encuentro fallido… No se podía presentar la “Palabra de Dios” (que se expresa en la Biblia) de esa manera… Para Atahualpa aquel libro no podía ser palabra de Dios, no le podía hablar. Por su parte, Valverde y los españoles tampoco sabían (o no querían saber) lo que implica la Biblia, que es la experiencia de un encuentro personal con Dios…

   Evidentemente, para que Atahualpa escuchara la “música” de la Biblia, Valverde y sus colegas soldados tendrían que habérsela cantado y vivido de otra forma y para ello no estaban (=no querían estar) “preparados”. Fue tristísimo: La Biblia en el suelo y Atahualpa condenado, al fin, a muerte y ejecutado, con la excusa de que la había “profanado” la Biblia. El Papa Francisco es heredero de aquel desencuentro y “crimen” de la Biblia. En esa línea se puede hablar de muchas biblias “malas”:

  1. La Biblia amuleto,   de los que la llevan o tienen en casa como un talismán protector, en línea de idolatría más que de Palabra de Dios.
  2. La Biblia incensada en las celebraciones, biblia olorosa y lujosa en un ambón callado, que a nadie habla.
  3. La Biblia arrojadiza propias, de aquellos que la emplean sólo para argumentar y condenar a los demás, sin jamás llegar a sus entrañas para dejarse convertir por la Palabra.
  4. La Biblia olvidada y polvorienta, en el rincón de una oscura esquina o biblioteca de la casa, como el arpa del poeta (Becquer), con mil melodías y gritos de amor escondidos y mudos en su seno.
  5. Biblia clerical, domada o dogmatizada por algunos, que la interpretan e imponen a su medida, mientras el conjunto de los fieles no pueden leerla, porque está prohibido que piensan… Esa era la Biblia de mis tías muy mayores de Ceberio, heredada de su hermano cura de principios del siglo XX en un gran armario al que los niños no podíamos llegar…

   Esas y otras semejantes son biblias muertas,  que están ahí pero no hablan, que no son (no se hacen) palabra de vida, ciudad donde uno habita por dentro. En contra de eso, ha de estar en nuestra casa y parroquia la Bibia compartida, de la familia y de la juventud, Biblia que se lee y estudia, que se goza y de discute, que se aprende en la medida en que se lee al caminar.

Para los que tienen y leer esa Biblia, quiero ofrecer las reflexiones que siguen, partiendo de lo que he dicho en Ciudad-Biblia, libro preparado precisamente para los que quieran celebrar esta fiesta del 26.1.2020.

HERMENÉUTICA BÍBLICA

Presentación básica de algunos elementos de hermenéutica, para situar, entender y revivir la Biblia como palabra de Vida en la vida de los hombres.

***

 HERMENÉUTICA JUDÍA

La Biblia es Palabra de Dios en la medida se lee y actualiza, se comenta y aplica, de una forma viva, activa, comprometida y creadora dentro de una comunidad de creyentes, es decir, de lectores vivos que descubren y despliegan a través de ella su experiencia y camino creyente.

Tres principios

  1. La Biblia es Palabra de Dios en la medida en que habla, esto es, Dios sigue hablando por ella en el corazón y en la mente de los hombres y mujeres que la toman como referencia básica de su encuentro con Dios. Cerrada en sí, como libro que está ahí, como una “cosa”, por bella o importante que sea, la Biblia no es palabra de Dios.
  2. La Biblia es un libro vivo de toda una comunidad creyente… Cuando algunos particulares, por importantes que sean (ministros‒jerarcas o estudiosos‒escribas…) se apoderan de ella y la toman como propia, esa Biblia deja de ser Palabra de Dios y se convierte en ideología o signo de poder de algunos grupos especiales de especialistas (perdónese la redundancia).
  3. El Papa Francisco ha querido “devolver la Biblia a todos los cristianos católicos”, pues antes, por siglos, había estado secuestrada por estamentos jerárquico‒académicos, de forma que ella no era el libro de reverencia de la Palabra de Dios, sino texto heráldico o de dominación de algunos.

Todo el judaísmo es una interpretación bíblica, como he puesto de relieve al final del estudio del AT (Biblia y judaísmo).  Teniendo eso en cuenta, quiero recoger algunas normas de la  lectura e interpretación de la Biblia, elaboradas por el judaísmo,  desde el mismo interior del texto, entendido como un libro vivo.

Punto de partida.

Los escribas judíos (los grandes rabinos) no se preocupan por deducir de la Biblia unas teorías sobre Dios o sobre el mundo, sino por fijar a partir de ella y de las tradiciones del judaísmo unas normas de vida para el pueblo. Ciertamente, ellos saben que la Ley es gracia, don de Dios, revelación de un misterio que les sobrepasa, regalo sagrado y salvador que Dios mismo ha querido dar a su pueblo para guiarle sobre el mundo a lo largo de una historia que se narra en los libros proféticos (la primera parte de los libros proféticos son los que suelen llamarse históricos, de Josué a 2 Reyes).

Reglas de interpretación

Hay varios métodos de exégesis rabínica, que pueden resumirse en las reglas de Hillel, de R. Ismael o de R. Jose ha-Galili (siglos I y II d. C.). Leer más…

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Comienzo de la actividad de Jesús. Domingo tercero Tiempo Ordinario. Ciclo A

Domingo, 26 de enero de 2020
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2f847-pesca_milagrosa_2bDel blog El Evangelio del Domingo, de José Luis Sicre sj:

En los dos domingos anteriores estuvimos junto al río Jordán, recordando el bautismo de Jesús y el testimonio que ofreció de él Juan Bautista. La liturgia da ahora un salto notable. Omite las tentaciones de Jesús (que se leerán el primer domingo de Cuaresma) y nos sitúa en un momento posterior, cuando Herodes, molesto por la predicación de Juan, decide meterlo en la cárcel. Lo que ocurre a continuación lo cuenta el evangelio de Mateo en tres pasajes breves: actividad inicial de Jesús, vocación de los cuatro primeros discípulos, y resumen de la actividad en Galilea. La liturgia permite limitarse al primero, eligiendo la forma breve del evangelio. Dada su importancia, quizá sea lo más aconsejable. Pero añadiré algo sobre los otros dos.

  1. La actividad inicial de Jesús (Mt 4,12-17)

Al enterarse Jesús de que habían arrestado a Juan, se retiró a Galilea. Dejando Nazaret, se estableció en Cafarnaúm, junto al lago, en el territorio de Zabulón y Neftalí. Así se cumplió lo que había dicho el profeta Isaías: «País de Zabulón y país de Neftalí, camino del mar, al otro lado del Jordán, Galilea de los gentiles. El pueblo que habitaba en tinieblas vio una luz grande; a los que habitaban en tierra y sombras de muerte, una luz les brilló.» Entonces comenzó Jesús a predicar diciendo: Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos.

            Quien se sienta desconcertado por la presentación inicial de Jesús, poniéndose en la fila de los pecadores para bautizarse, tiene motivos para desconcertarse todavía más al leer los comienzos de su actividad. Dicho en palabras muy rápidas, lo primero que hace es huir; lo segundo, actuar en la región más olvidada; lo tercero, repetir al pie de la letra la predicación de Juan Bautista. Pero todo esto encierra un misterio que Mt nos ayuda a desentrañar. Una vez más, para comprender este pasaje conviene compararlo con el de Marcos, que presenta los hechos del siguiente modo.

«Cuando detuvieron a Juan, Jesús se fue a Galilea a pregonar de parte de Dios la buena noticia. Decía: Se ha cumplido el plazo, el reinado de Dios está cerca. Arrepentíos y creed la buena noticia».

            La breve noticia de Marcos contiene tres datos: 1) momento en que comienza a actuar Jesús; 2) lugar de su actividad (Galilea); 3) contenido de su predicación. Mt modifica el primero y el tercero y amplía el segundo.

            Momento de actividad

            Es una pena que los evangelistas sean tan sobrios, porque el primer dato resulta más profundo de lo que parece a primera vista. Jesús no empieza a actuar hasta que encarcelan a Juan Bautista. Como si ese acontecimiento despertase en él la conciencia de que debe continuar la obra de Juan.

            Nosotros estamos acostumbrados a ver a Jesús de manera demasiado divina, como si supiese perfectamente lo que debe hacer en cada instante. Pero es muy probable que Dios Padre le hablase a Jesús igual que nos habla a nosotros, a través de los acontecimientos. Y el gran acontecimiento es la desaparición de Juan Bautista y la necesidad de llenar su vacío.

            Pero hay una diferencia muy sutil entre Mc y Mt. Según Mc, en cuanto encarcelan a Juan comienza Jesús a predicar. Según Mt, lo primero que hace Jesús es retirarse a Nazaret. Desde un punto de vista histórico y psicológico parece una interpretación más adecuada, que abre paso también a una visión más humana de Jesús, como si se tomase un tiempo de reflexión y decisión.

            Lugar de actividad

            La elección del lugar de actividad es sorprendente, más aún que en el caso de Juan Bautista. Juan no predica su mensaje de penitencia en Jerusalén, pero el lugar donde actúa, el desierto, está lleno de reminiscencias simbólicas. Es el lugar donde se espera la manifestación de Dios. Jesús, en cambio, se retira a una región que carece de importancia dentro de la historia judía, incluso conocida con el despreciativo nombre de «Galilea de los paganos». «Si alguien quiere enriquecerse, que vaya al norte; si desea adquirir sabiduría, que venga al sur», comen­taba un rabino orgulloso. El evangelio de Juan recoge una idea parecida, cuando los sumos sacerdotes y los fariseos dicen a Nicodemo: «Indaga y verás que de Galilea no sale ningún profeta» (Jn 7,52).

            La elección de Galilea por parte de Jesús tiene sus ventajas y sus riesgos. Ventajas: moverse en una región conocida, y la posibilidad de escapar fácilmente hacia el norte en caso de persecución. Riesgo: proclamar su mensaje en la zona más politizada de Palestina, en un ambiente bastante revolucionario, que se presta a graves conflictos.

            Dentro de Galilea, escoge Cafarnaúm, ciudad de pescadores, campesinos y comerciantes, lugar de paso, que le permite el contacto con gran variedad de gente y un fácil acceso a los pueblecitos cercanos.

            Sin embargo, Mt ve las cosas de forma distinta que el historiador moderno. La elección de Galilea le recuerda una profecía de Isaías, en la que se habla de las terribles desgracias sufridas por esa región durante la invasión asiria del siglo VIII a.C. y se le anuncia la salvación para el futuro. El poema de Isaías 8,23b-9,6 habla de tres motivos de alegría: el fin de la opresión, el fin de la guerra, y el nacimiento de un niño (¿el rey Ezequías?). Pero a Mateo le interesa el primero, para presentar a Jesús como la luz grande que ilumina a Galilea. En esto se centra la primera lectura.

En otro tiempo, humilló el Señor la tierra de Zabulón y la tierra de Neftalí, pero luego ha llenado de gloria el camino del mar, el otro lado del Jordán, Galilea de los gentiles.

            El pueblo que caminaba en tinieblas vio una luz grande; habitaba en tierra y sombras de muerte, y una luz les brilló. Acreciste la alegría, aumentaste el gozo; se gozan en tu presencia, como gozan al segar, como se alegran al repartirse el botín. Porque la vara del opresor, el yugo de su carga, el bastón de su hombro, los quebrantaste como el día de Madián.

            Para Mateo, lo esencial es que Jesús no va a dirigirse a la gente importante, a los que pueden cambiar el mundo, sino a «los que habitan en tinieblas», «los que habitaban en tierra y sombra de muerte». La gente más despreciada y olvidada (campesinos y pescadores) será el primer auditorio de Jesús. Para ellos se convierte en una «gran luz».

            El mensaje inicial

            Mateo lo sintetiza en dos cuestiones: conversión e inminencia del reinado de Dios. «Convertíos, que el reinado de Dios está cerca».

            La conversión abarca dos aspectos: vuelta a Dios (como el hijo pródigo vuelve a su padre) y el consiguiente cambio de forma de vida, actuando como Dios quiere.

            Mientras lo anterior lo entendeos todos, la inminencia del reinado de Dios puede provocar bastante desconcierto, sobre todo si la relacionamos con el fin del mundo. Para comprender lo que dice Jesús (lo mismo que decía Juan) hay que partir de la experiencia histórica. Desde el siglo VI a.C. el pueblo judío estuvo sometido a potencias extranjeras (Babilonia, Persia, Grecia, Egip­to, Siria). La opresión cada vez resultó más dura, y fue despertando el anhelo de que Dios reinase en el mundo para acabar con toda esa serie de arbitrariedades e injusticias que lo dominaban. Surge así la idea del reinado de Dios (o «de los cielos», para evitar pronunciar el nombre divino). Algunos grupos lo entienden de forma simbólica: Dios reina a través de las autoridades religiosas judías. Otros lo interpretan en sentido estricto, como auténtica veni­da de Dios para establecer un mundo nuevo y definitivo. Estos grupos apocalípticos estaban convencidos de que esa venida de Dios, el fin del mundo presente, era inminente.

            Se entiende el éxito que encuentra este mensaje entre los contemporáneos: a gente pobre, sencilla, opri­mida por los romanos y sus colaboradores, anuncia un mundo nuevo, de justicia, paz, tranquilidad, amor, en el que Dios será el verdadero rey. ¿Es eso lo que piensa y promete Jesús? Mateo despejará las dudas muy pronto, en el Sermón del Monte, que leeremos los próximos domingos.

            Nuestra respuesta

            Este breve pasaje nos obliga a interrogarnos sobre nuestra propia vida. ¿Sería la misma si Jesús no hubiera comenzado a actuar y proclamar su mensaje? ¿Somos conscientes de que nosotros, como los habitantes de Galilea, estábamos sumergidos en la tiniebla y hemos visto una gran luz? ¿Nos dejamos interpelar por la llamada de Jesús a volver a Dios y a cambiar nuestra forma de vida?

  1. Los primeros discípulos (Mt 4,18-22)

Vocación pescadoresPasando junto al lago de Galilea, vio a dos hermanos, a Simón, al que llaman Pedro, y a Andrés, su hermano, que estaban echando el copo en el lago, pues eran pescadores. Les dijo:

            ‒ Venid y seguidme, y os haré pescadores de hombres.

            Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron.

            Y, pasando adelante, vio a otros dos hermanos, a Santiago, hijo de Zebedeo, y a Juan, que estaban en la barca repasando las redes con Zebedeo, su padre. Jesús los llamó también. Inmediatamente dejaron la barca y a su padre y lo siguieron.

            Este breve pasaje, aparentemente tan fácil de entender, está plagado de misterios cuando se piensa en los principales protagonistas.

            Empezando por Jesús, ¿quién contrataría a cuatro pescadores para fundar y dirigir una multinacional? Solo un loco. No necesitan un título de las universidades de Jerusalén o Babilonia. No es preciso que hayan estudiado con los mejores rabinos ni que se sepan la Torá de memoria. Basta que quieran seguirlo renunciando a todo.

            Si misteriosa resulta la conducta de Jesús, también lo es la de los cuatro llamados. ¿Qué los mueve a dejarlo todo, incluso al padre, y seguir a Jesús sin conocerlo previamente? Aquí hay dos cuestiones distintas: el conocimiento previo y el seguimiento radical.

            Que ya conocían a Jesús lo dan por seguro algunos aludiendo al cuarto evangelio, donde se dice que Jesús entró en contacto con ellos cuando el bautismo (Jn 1,35-51). O afirmando que el verdadero orden de los acontecimientos es el que se ha conservado en el evangelio de Lucas (4,31-5,11): después de curar a un hombre con espíritu inmundo, a la suegra de Pedro, después de otras muchas curaciones y expulsiones de demonios, cuando Jesús es ya de sobras conocido, es cuando llama a los cuatro primeros discípulos y estos lo siguen.

            Pero este conocimiento previo no resuelve el problema del seguimiento radical, renunciando a todo. ¿Qué les movió a ello? Marcos no lo dice en este momento. Más adelante indicará que Santiago y Juan lo hicieron, al menos en parte, por ambición política: estaban convencidos de que Jesús llegaría a reinar en Jerusalén y ellos pretendían los dos primeros puestos en su corte (Mc 10,35-37). También Simón, al confesar a Jesús como Mesías, rechazando el sufrimiento y la muerte, demuestra una preocupación política. Cosa que deja muy clara Lucas cuando habla de los discípulos de Emaús y en el último diálogo antes de la ascensión: concebían a Jesús como quien había de liberar a Israel (Lc 24,21) e instaurar su soberanía (Hch 1,6). Sin embargo, la explicación anterior, aunque sea válida, supone adelantar datos. En este momento nos quedamos sin saber qué movió a los cuatro a seguir a Jesús.

            Lo que no admite duda es que lo siguieron. Estos cuatro discípulos representan el primer fruto de la predicación de Jesús: creen en la buena noticia del Reinado de Dios, lo siguen y cambian radicalmente de vida.

            Y esto debía provocar en los primeros lectores del evangelio un profundo asombro ante el poder de atracción de Jesús y de la disponibilidad absoluta de los discípulos. Algo en lo que se verían reflejados, porque también ellos y ellas habían sentido la llamada de Jesús y, a pesar de todas las dificultades y críticas, lo habían seguido.

  1. Resumen (Mt 4,23)

Recorría toda Galilea, enseñando en las sinagogas y proclamando el Evangelio del reino, curando las enfermedades y dolencias del pueblo.

            Esta frase tan breve puede pasar desapercibida. Pero supone un complemento esencial a lo dicho en el punto 1. Allí, la actividad de Jesús se centra en la enseñanza. Aquí, la enseñanza va acompañada de la acción: recorre, enseña, proclama, cura. Curar enfermedades y dolencias ocupa gran parte del tiempo de Jesús. Hace dos domingos, Pedro resumía todo con las palabras: «pasó haciendo el bien».

            Pero hay en este resumen algo que generalmente no valoramos: Recorría toda Galilea. Supone esfuerzo, sacrificio, pasar de 38º en el lago a pueblecillos nevados en invierno. Por eso añado un complemento sobre esta región tan importante en la vida de Jesús, tomado de José Luis Sicre, El cuadrante. Parte IILa apuesta, Editorial Verbo Divino, Estella 1997, p. 45-46. Todo el capítulo 2 de esa obra lo dedico a “La tierra que conoció Jesús” (págs. 29-52).

GALILEA

        Galilea2 «Quedaba comprendida entre el Jordán, el Líbano, la llanura fenicia, el monte Carmelo y la llanura de Yezrael. Sus dimensiones eran 70 km de largo por 40 de ancho. Según Josefo estaba dividida en dos regiones, la Alta y la Baja, delimitadas geográficamente por el valle que corre hacia Tolemaida (Acco). La Alta Galilea se sitúa entre los 600 y los 1200 m con el Jermak como altura máxima. En cambio, la Baja Galilea está entre los 300 y los 600 m: el monte más alto, el Tabor, tiene 588 m.

En la Baja Galilea comienza Jesús su actividad y en ella reside la mayor parte del tiempo. No debemos imaginarla como una zona pobre y marginada. La antigua alusión que encontramos en el libro de Isaías (“Galilea de los paganos”) ha jugado una mala pasada a muchos lectores del evangelio. Es cierto que en el Antiguo Testamento Galilea cuenta muy poco. Pero en tiempos de Jesús era una zona rica, importante y famosa, como afirma Flavio Josefo en el libro tercero de la Guerra judía (BJ III, 41-43).

Wilkinson admite para Séforis una población de 50.000 habitantes; Josefo indica 40.000 para Tariquea y Jotapata; y para Jaffa, el “pueblo” más grande de Galilea, muy cercano a Nazaret, 17.130 personas. Según Wilkinson, ya que Josefo habla de 204 pueblos, admitiendo un promedio de 500 habitantes, tendríamos unos 365.000 para toda Galilea.

Más importante que el número es la población en sí misma. Galilea, tras numerosas vicisitudes, en tiempo de Jesús se ha estabilizado como región judía. Sólo en Séforis y Tiberíades abunda el elemento pagano. Sin embargo, los judíos del sur no sentían gran estima de los galileos: “Si alguien quiere enriquecerse, que vaya al norte; si desea adquirir sabiduría, que venga al sur”, comentaba un rabino orgulloso. Y el evangelio de Juan recoge una idea parecida, cuando los sumos sacerdotes y los fariseos dicen a Nicodemo: “Indaga y verás que de Galilea no sale ningún profeta” (Jn 7,52).»

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Domingo III del Tiempo Ordinario. 26 enero, 2020

Domingo, 26 de enero de 2020
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Recorría toda Galilea enseñando en las sinagogas y proclamando el Evangelio del Reino, curando enfermedades y dolencias del pueblo”.

(Mt 4, 12-23)

Este fragmento del Evangelio de Mateo es muy intenso, trata muchos y variados temas: las dificultades, la misión, la vocación, el Reino, la Buena Noticia…

Y esa Buena Noticia, es la Palabra. Hoy celebramos por primera vez el Domingo de la Palabra, una fiesta liturgica dedicada a las Sagradas Escrituras. A la Palabra viva que nos sigue vivificando. ¿Y qué nos dice hoy esa Palabra?

Empieza con una noticia inquietante: Juan Bautista ha sido encarcelado y Jesús al enterarse se retira. Es lo más sensato. Si a Juan lo han arrestado mejor será “quitarse de en medio”.

Pero parece que ese retirarse de Jesús es solo para tomar impulso porque unos versículos más abajo empiezan a predicar. “Entonces comenzó Jesús a predicar diciendo: -Convertíos, porque está cerca el Reino de los cielos”.

Jesús no se esconde. Toma el relevo. Si Juan no está alguien tendrá que continuar con su misión. La misión de anunciar el Reino.

Pero el Reino se construye siempre en comunidad por eso Jesús mientras predica va llamando a otras personas: “Venid y seguidme”.

De la propia misión surgen las vocaciones. El Reino de Dios cautiva, trasforma. Y lo hace de forma rápida y eficaz.

La pasión por el Reino no admite demoras: “Inmediatamente”. La invitación personal de Dios al corazón de cada persona tiene que ir ligada a una respuesta inmediata y totalizante. Las medias tintas, las dudas, las excusas…¡no tienen cabida!

Si la llamada de Dios no trasforma tal vez no ha encontrado la tierra buena donde germinar. Si hay demasiados “peros” para seguirle probablemente nunca se inicie el seguimiento verdadero.

Y, además, la respuesta siempre implica una renuncia. “Dejaron las redes”. Hay que soltar, dejar a tras lo valioso de nuestra propia vida, aquello que nos da seguridad.

“Inmediatamente dejaron las redes (la barca y a su padre) y le siguieron”. La respuesta a Dios tiene que ser como su llamada: plena.

Y termina este evangelio con tres verbos: enseñando, proclamando y curando. Vuelve a tomar protagonismo la figura de Jesús que ahora recorre la misma Galilea a la que se había retirado.

Oración

Ensancha, Trinidad Santa, nuestro corazón a la medida exacta de tu Amor para que podamos responderte con la misma generosidad con la que tú nos llamas.

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Fuente Monasterio de Monjas Trinitarias de Suesa

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El Reinado de Dios ya está en mí.

Domingo, 26 de enero de 2020
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cristoy-jovenMt 4,12-23

Desde el punto de vista teológico, es muy importante para Mt dejar claro que Jesús comienza su actividad lejos de Judea, de Jerusalén, del templo, de las autoridades religiosas. Quiere desligar la actividad de Jesús de toda posible conexión con la institución. También quiere dejar claro que la predicación de Jesús es continuación de la de Juan, iniciando las dos con la misma frase. Otra obsesión de Mt consiste en explicar la actividad de Jesús desde el AT. Estamos al comienzo del evangelio y ya ha repetido seis veces: “Esto sucedió para que se cumpliera la Escritura”.

Hace sesenta años que comencé a predicar el evangelio y dada día que pasa me cuesta más esfuerzo el comprenderlo y mucho más explicarlo. Al principio me preguntaba por qué se nos proponía un texto tan pequeño en cada liturgia. Hoy cada frase me parece un pozo sin fondo del que nunca seremos capaces de extraer toda el agua que contiene. También hoy nos vamos a concentrar en una sola frase para intentar sacarle más jugo. “Arrepentíos porque está cerca el Reino de los cielos”. Ya hemos dicho que es la misma que pone Mt en boca del Bautista.

Arrepentíos. La primera palabra es ya una dificultad. El primer significado del “metanoeo” griego no es arrepentirse ni hacer penitencia sino cambiar de opinión, rectificar y de ahí, cambiar de mentalidad. Si cambias de mentalidad, cambiarás de rumbo. Etimológicamente sería ir más allá de lo que tienes en la mente. Al traducirlo por arrepentirse, damos por supuesto que la actitud anterior era pecaminosa. Pero también se puede cambiar de una opinión buena a otra mejor. Por no tener esto en cuenta, damos por supuesto que solo se tiene que convertir el “pecador”.

Todos tenemos que estar cambiando de mentalidad todos los días. Convertirse es rectificar la dirección que llevo, cuando me he dado cuenta de que la meta no está en la dirección que llevo sino en otra. El esfuerzo debe orientarse a descubrir lo que me hace más humano, que es la meta. Debemos tener en cuenta que muchas veces no es posible descubrir que una senda es equivocada, hasta que no la hemos recorrido. Por eso el rectificar es de sabios, como decían los antiguos. El mayor peligro es creer que no tengo nada que rectificar. Por muy clara que tengamos la meta, siempre podemos descubrir otra más ajustada.

Está cerca el Reino. Para dar cuenta de la dificultad de esta idea basta recordar dos textos de los evangelios. Los fariseos le preguntan cuándo llegará el Reino, contesta: no está aquí ni está allá, está dentro de vosotros (entre vosotros). Cuando Pilato le pregunta, Jesús responde: mi Reino no es de este mundo. Me encanta reflexionar sobre las contradicciones del evangelio porque nos obligan a no tomar ninguna formulación como absoluta. Está aquí y no está. Los primeros cristianos decían: ya pero todavía no. Esta aparente contradicción nos obliga a no instalarnos sino estar siempre en marcha hacia una meta aún no conseguida.

Reino de los Cielos. Los demás evangelis­tas (también alguna vez Mt) hablan de “el Reino de Dios”. Las dos fórmulas expresan la misma realidad. A los judíos les resultaba violento emplear la palabra Dios y empleaban circunloquios para evitarla. Uno de ellos era la expresión “los Cielos”. Sería el ámbito de lo divino. En los escritos más tardíos del NT se habla ya del Reino de Cristo. Expresión muy peligrosa porque nos induce pensar que Jesús es la meta y olvidarnos que Jesús nunca se predicó a sí mismo sino que predicó e hizo presente el Reino de Dios.

Hoy podemos asegurar que el núcleo de la predicación de Jesús, fue “El Reinado de Dios”. Jesús acentúa la presencia liberadora de Dios. Lo contrario del Reino de Dios no es el reino de Herodes sino el  “ego-ismo”. Si no reina el amor no puede haber Reino de Dios. La predicación de Jesús fue fruto de una profunda experiencia, que tuvo como punto de partida su religión, pero que la superó. La importancia de Jesús estriba en que fue la fiel manifestación del Reino que es Dios.

La palabra griega “basileia” se refiere en primer lugar, al poder ejercido por el rey, no al territorio ni a los súbditos. Sería más acertado traducirlo por “Reinado de Dios”. Es muy difícil concretar lo que entendió Jesús por ‘Reino de Dios’. Aunque hay decenas de imágenes, nunca se explica su significado en los evangelios. Seguramente se fue desvelando a través de su vida. Pudo partir del significado que tenía para los judíos de su tiempo y que se fuera enriqueciendo con su experiencia. También es probable que pensara en una llegada inmediata de ese Reino.

Es imposible entender esta expresión si no salimos de la idea de un dios soberano, todopoderoso que desde su trono del cielo gobierna el universo. Mientras no superemos ese dios mítico no habrá manera de entender el mensaje de Jesús. Dios es Espíritu. Cuando decimos: Reina la paz, “reina la oscuridad” o “reina el amor”, no pensamos en entes que están dominando alguna parte de la realidad sino en un ambiente, en un medio inmaterial en el que se desarrolla la realidad.

Reinado de Dios, quiere decir que el ser humano debe desarrollarse por lo que tiene de espiritual, que el ámbito de lo divino está presente en lo humano y constituye su atmósfera y su fundamento propio. El Reino es una atmósfera en que las relaciones humanas conmigo mismo, con los demás, con las cosas son posibles. Juan dijo: Él bautizará con Espíritu Santo. Siempre que el hombre se deja mover por el Espíritu y actúa desde él, está haciendo presente el Reino.

No se trata de que Dios, en un momento determinado de la historia, haya decidido establecer una relación nueva con los hombres. Con la venida de Jesús no ha cambiado nada por parte de Dios. Él ha estado siempre inundándolo todo. Lo que ha cambiado es la toma de conciencia por parte de Jesús de esa realidad y la actitud ante los hombres. Entrar en el Reino es tomar conciencia de esa realidad de Dios en mí e inmediatamente actuar en consecuencia. La dinámica del Reino se despliega de dentro a fuera, no imponiendo unas normas obligatorias.

En el evangelio de hoy está muy clara esta dinámica. Primero propone lo que Jesús decía, pero termina el relato diciendo que, eso que decía, lo practicaba. “Y recorría toda Galilea enseñando en la sinagogas y proclamando el Evangelio del Reino, curando todas las enfermedades y dolencias del pueblo”. Un cristianismo que no me empuje a darme a los demás, no tiene nada que ver con Jesús. El Reino se manifiesta en el que “cura”, no en el curado. Es Jesús, al preocuparse del débil, quien hace presente a Dios, no el cojo o el ciego cuando dejan de serlo.

El Reinado de Dios, significa la radical fidelidad y entrega de Dios al hombre. Por lo tanto, la realidad primera de ese Reino la constituye Dios que se derrama y se funde con cada ser humano. No es una realidad que hace referencia en primer lugar al hombre, sino a Dios. El hombre debe descubrirla y vivirla. Dios no hace un favor al hombre, sino que responde a su ser, que es amor. Esto sí que es un evangelio, es decir, “buena noticia”. El Reino de Dios surge cuando despliego mi verdadero ser, que no es ni materia ni espíritu sino ambas cosas a la vez.

El hombre, para ser fiel a Dios no tiene que renunciar a sí mismo, al contrario, la única manera de ser él mismo, es descubrir lo que Dios es en él. Por eso no puede haber otra perspectiva para el ser humano. En cuanto pone su fin fuera de Dios (fuera de sí mismo), el hombre falla estrepitosamente a su verdadero ser y no hay ya posibilidad de ser fiel ni a Dios ni a sí mismo, de una manera extrínseca, cumpliendo unas órdenes que vienen de fuera. Solamente si soy fiel a mí mismo puedo ser fiel a Dios. La plenitud de humanidad, en Jesús y nosotros, es lo divino.

Meditación

Es muy difícil afrontar un cambio de mentalidad
El punto de partida es una toma de conciencia:
Soy un diamante, pero lleno de impurezas adheridas.
El valor absoluto ya está ahí, aunque camuflado.
Mi tarea es limpiar, tallar, pulir; pero nada que añadir.

Fray Marcos

Fuente Fe Adulta

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Reparando redes.

Domingo, 26 de enero de 2020
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redes-manosEra imposible volver atrás para reparar lo que había ocurrido; es inútil poner una tirita sobre un alma herida (Michael Connelly)

26 de enero. DOMINGO III DEL TO

Mt 4,12-23

Arreglando las redes

Estaban Santiago y Juan su hermano, reparando redes en la barca de su padre; les vio Jesús y les dijo: Veníos conmigo y os haré pescadores de hombres, como les había dicho a otros dos hermanos: Andrés y Pedro.

Esta mañana, al pasear por la playa de mi mente, me encontré con Jesús y me dijo:

¿Te gustaría seguirme?

Le miré sorprendido, pero no me atreví a mirarle, pues sus ojos eran un espejo, aunque en realidad todo su cuerpo lo era, y en él se relejaba la música de todo mi cuerpo y mi alma.

Me vi en esos dos espejos desnudo de cuerpo y reflejado, sus ojos y su cuerpo eran tan cristalinos, que no sentí vergüenza alguna, y continuamos juntos paseando por aquella, ahora desnudos los dos, él solo de alma, y yo de alma y vida.

Las aguas de la mar también se desnudaron, y un par de cormoranes sin vergüenza, se zambulleron en ellas.

En aquella playa mía no había redes que pudieran cogerlos, y siguieron pescando hasta la tarde.

Yo les dije:

No tengáis miedo, yo no apreso cormoranes, soy pescador de hombres, y Jesús me miró muy satisfecho.

El papa Francisco dijo en una Homilía:

Hoy el Señor te invita a caminar con Él la ciudad, te invita a caminar con Él tu ciudad. Te invita a que seas discípulo misionero, y así te vuelvas parte de ese gran susurro que quiere seguir resonando en los distintos rincones de nuestra vida: ¡Alégrate, el Señor está contigo!

En estos menesteres no basta con soñar, hay que lanzar las redes y sacar peces del agua.

Era imposible volver atrás para reparar lo que había ocurrido; es inútil poner una tirita sobre un alma herida (Michael Connelly)

Y si los que, por vocación, lo que debes pescar son personas, no lances las redes en la iglesia, y menos en las calles, extiéndelas simplemente, y deja que se dejen pescar en ella cuantos quieran.

Victor Solano dice

QUIERO REPARAR TU CORAZÓN

Hoy estoy buscando la mejor
manera de  decir te amo
y al mirarte, el amor despierta
mi emoción por ti.
Hoy mis ojos miran
y contemplan el otoño gris.
Cuando muera el día piensa
que hay alguien que vive por ti.
Quiero que llegue el día,
que mi tiempo sea para ti.
Quiero que mi poesía
sea para ti.
Quiero que cantes solo para mí.
Piensa en mí, que tus ojos brillen
y seas feliz.
Yo sé que el tiempo ha pasado.
Yo te prometo ser tuyo
y lo digo con orgullo.
Sin que me quede nada por dentro
yo sé que te has sentido
feliz sentada junto a mi
dejando tu primavera pasar.
Recuérdame y vive tus quince años.
Quiero reparar tu corazón.
Dime Dios cómo quererla
con todo mi corazón. Como manda tú
palabra sin que yo pierda la calma.
Dame valor para esperar
y para poder aguantar a que me
diga que sí y hacerla feliz
como disponen los santos escritos,
te lo suplico por favor.

 

Vicente Martínez

Fuente Fe Adulta

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Convertíos porque está cerca el reino de los cielos. En el año de la Biblia y el Domingo de la Palabra de Dios.

Domingo, 26 de enero de 2020
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47702_430163937461_92187362461_5294011_7048196_n26.1.2020. (Mt 4, 12-23)

En el evangelio de hoy, Mateo sitúa a Jesús en Cafarnaún, la Galilea de los gentiles, para que se cumpliera lo que había dicho el profeta Isaías que leemos hoy en la primera lectura: “El pueblo, que habitaba en tinieblas, vio una luz grande; a los que habitaban en tierra y sombras de muerte, una luz les brilló”. Jesús es esa luz porque está lleno del Espíritu de Dios.

Estamos en el principio de la vida pública de Jesús. El evangelio de hoy nos presenta tres elementos muy importantes de esa vida pública: 1. El mensaje inicial de Jesús: “Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos”. 2.  La elección de los primeros discípulos: “Venid en pos de mí y os haré pescadores de hombres”. 3. Breve preludio- resumen de lo va a ser la misión de Jesús: “Jesús recorría toda Galilea enseñando en sus sinagogas, proclamando la Buena Noticia del reino y curando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo”. En hacer esto consistió, para Jesús y consiste para nosotros, la realización del reinado de Dios en la tierra. Así de sencillo, así de claro, así de exigente.

Todo empezó en Galilea, con los que están en tinieblas y sombras de muerte. Los gentiles. Los que están perdidos, extraviados y descarriados. Los enfermos que necesitan un médico. Con los “nadie”, los necesitados. Y allí la tiniebla se vuelve luz. Jesús sabía para qué y para quién estaba en el mundo: “no necesitan médico los sanos, sino los enfermos. No he venido a llamar a justos, sino a pecadores”. Nosotros también sabemos por dónde hay que empezar: Los últimos tienen que ser los primeros. Iglesia en salida hacia las periferias sociales y existenciales.

“Convertíos, porque está cerca el reinado de Dios”. Y para que esté cerca.  El mensaje inicial y programático de Jesús vincula la conversión y el reinado de Dios. Ya Juan había pedido conversión pero los motivos y fines de Jesús para ella son distintos que los de Juan. No porque se ha cumplido el plazo (parusía) sino porque lo exige el Reino para que éste sea una realidad en todos los hombres. Convertíos, cambiad de mentalidad, de estilo de vida. Cambiad el corazón. De un corazón de piedra a un corazón de carne, a un corazón fraterno y solidario, más humano. Convertíos en mejores personas. Como Jesús que pasó la vida haciendo el bien, así tienen que ser y hacer sus seguidores. El termómetro de nuestra conversión será nuestra capacidad de hacer el bien siempre y a todos. Es decir, nuestra humanidad. La conversión supone una renovación permanente. Siempre inacabada. Cambiar a algo nuevo y mejor. Siempre plus ultra. Esto es lo que exige la conversión al Reino, sus criterios, valores y estilo.

Elección de los primeros discípulos: ”Venid y seguidme”, en imperativo. Desde el inicio de su vida pública, Jesús quiso incorporar a los hombres en la tarea de construir el reinado de Dios en la tierraEl reinado de Dios no está hecho, hay que trabajar para su implantación. Para ayudarle en esta misión Jesús llamó a los primeros discípulos y hoy nos convoca a nosotros que aún vivimos porque el reinado de Dios está inacabado mientras haya un ser humano que necesite de nuestra palabra y nuestras obras. Jesús escoge a sus discípulos para que le acompañen y ayuden en la implantación y desarrollo de su proyecto. Desde ese momento en el movimiento de los seguidores de Jesús la vocación y la misión en el Reino son inseparables. Lo propio y diferencial de ese movimiento es que se trabaja en “compañía-comunidad y en ayuda mutua, en equipo”.

Tareas del Reino: El final del evangelio de hoy es un resumen-anticipo de las actividades de Jesús durante su vida pública. Enseñar y cuidar. Palabra y sanación. Dichos y hechos. Sus enseñanzas explican el misterio del Reino. Las curaciones son anticipos y “signos” del Reino.  Pasó la vida haciendo el bien y diciendo cómo se hace el bien. Y esto para darnos ejemplo, para que nosotros hagamos lo mismo que él y como él. Como buen maestro nos enseña a nosotros, sus discípulos y seguidores, a hacer lo mismo y hacerlo como él lo hizo. Nuestra tarea es continuar la obra empezada por él. Es una cuestión de actitudes y comportamientos identificados con las actitudes y comportamientos de Jesús. Nosotros tenemos que hacer presente el Reinado de Dios con nuestra vida, transparencia de la de Jesús.  Como Jesús, siendo contemplativos en la acción y sobre todo en la relación. Cuidar y curar el dolor y el sufrimiento, sanear la vida, trabajar por una vida más sana, digna y dichosa para todos. Esta es la vida que Dios quiere para todos los hombres. Nosotros hoy somos su providencia, su amor y cuidado, su presencia en medio de los hombres. Dios nos necesita y cuenta con nosotros. De nosotros depende la respuesta.

Y este mensaje del evangelio de hoy contextualizado en…

En el año de la Biblia y el Domingo de la Palabra de Dios.

La Biblia es la historia de la presencia de Dios en la vida de los hombres. Es la Palabra de Dios en vocabulario humano. Y es Palabra viva porque nos habla hoy a nosotros, nos interpela, nos ofrece caminos de salvación que intuimos pertinentes. En la Biblia podemos descubrir el plan -proyecto de Dios para los hombres. La Biblia es una Buena Noticia de Dios para nosotros. La Biblia es la historia de la salvación y fue dicha para nuestra salvación. Nos dice cómo podemos conseguir nuestra plenitud, nuestros anhelos. Nos habla de salvación, felicidad, plenitud. Es nuestra luz, guía y fortaleza.

El 30 de septiembre de 2019 el papa Francisco publicó una Carta Apostólica en forma de “Motu Proprio” Aperuit Illis (Les abrió el entendimiento. Lc 24, 13-35. Los discípulos de Emaús). En ella establece que el III Domingo del Tiempo Ordinario esté dedicado a la celebración, reflexión y divulgación de la Palabra de Dios. Se instituye así el Domingo de la Palabra de Dios: «un domingo completamente dedicado a la Palabra de Dios para comprender la riqueza inagotable que proviene de ese diálogo constante de Dios con su con su pueblo».

África de la Cruz

Fuente Fe Adulta

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Luz en medio de la oscuridad

Domingo, 26 de enero de 2020
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Luz.4Domingo III del Tiempo Ordinario 

26 enero 2020

Mt 4, 12-17

“El pueblo que habitaba en tinieblas y vio una luz grande” somos nosotros. A quienes habitan “en tierra y sombras de muerte, una luz les brilló”.

          Ahí se nombra nuestra paradoja: la oscuridad, la tiniebla y la muerte en todas sus formas constituyen el alimento cotidiano para estos descendientes de primates, que se denominan a sí mismos como “homo sapiens sapiens”. Con frecuencia, es muy poco lo que se requiere para que una persona se vea sumida en la tiniebla del desconcierto y de la inseguridad. Es cierto que tenemos cierta habilidad para sortear dificultades y capear circunstancias adversas. Pero mientras no salgamos de la ignorancia –la fuente de toda oscuridad–, nos veremos privados de la Luz.

          Es solo aquella primera ignorancia la que nos reduce con facilidad a la oscuridad que nos rodea y que aparece a primera vista, a la vez que nos ciega, ocultándonos –negando incluso– la Luz que somos.

         La comprensión experiencial no elimina oscuridades ni evita el dolor, pero nos hace verlos en su justo lugar, y de ese modo nos capacita para vivir con sabiduría la paradoja que somos.

          Luz y tinieblas, Plenitud y carencia, Vida y muerte…: las dos caras de la paradoja. Pero no son realidades “simétricas”. No es que seamos, a la vez, Luz y tinieblas: somos Luz que se está experimentado en una forma limitada donde la oscuridad es inevitable; somos Vida que adopta la forma tanto de nacimiento como de muerte… Hay paradoja, no-dualidad, pero no simetría: una cosa es lo que somos y otra la manera en que, temporalmente, nos estamos experimentando.

          Cuando se regala la comprensión, todo es Luz. Y tampoco es una luz que viniera desde “fuera” –¿desde dónde?– o desde algún Ser separado. Es la Luz de lo que es, de lo que somos. La Luz que es una con lo Real.

¿Me dejo atraer por el anhelo de la Luz?

Enrique Martínez Lozano

Fuente Boletín Semanal

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El pueblo ¿siempre camina en tinieblas?

Domingo, 26 de enero de 2020
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68C0C71B-463F-4E5F-9E0F-1B93ECFF71DFDel blog de Tomás Muro La Verdad es libre:

  1. Galilea de los gentiles.

         El evangelio de hoy sitúa a Jesús dejando Judea (la región religiosa por excelencia: Jerusalén, el Templo, sacerdotes, etc.) y dice el texto que Jesús se retiró a la Galilea de los gentiles, tierra de paganos, al territorio de Neftalí y Zabulón, (los dos hijos de Jacob).

Jesús comienza su ministerio en esta región de Galilea en la que nació el movimiento mesiánico zelota, grupo revolucionario armado del que la mayor parte eran galileos. (Hasta el punto de que galileo era sinónimo de “subversivo”).

El cristianismo no se desenvuelve en territorios piadosos, sino en el mundo, en el paganismo, en la sociedad. Recordemos aquello que decía nuestro obispo Don José Mª Setién: el cristiano -por y desde su fe- ha de adentrase en la sociedad, en la vida y “mancharse las manos”, precisamente como Jesús: para sembrar el Reino. Algo de esto es lo que dice también el papa Francisco: prefiero una Iglesia que se equivoque, a una iglesia que se quede en sus trincheras o, quizás, oliendo ya a formol.

Una fe aséptica, lejos de la vida y del mundo es un “falso pietismo”.

2. El pueblo que caminaba en tinieblas vio una gran luz.

         Las tinieblas son el caos primordial del Génesis: al comienzo era una oscuridad(Gn 1,2). Dios es e hizo la luz. Jesús es luz: Yo soy la luz del mundo, (Jn 8,12).

El ser humano busca la luz como el centinela la aurora (Salmo 129,6).

La humanidad, nuestro pueblo, los pueblos vivimos en tinieblas. (Solamente algunos fanáticos e iluminados pretenden poseer la luz).

La luz, la verdad, son una búsqueda continua en la vida.

En nuestro propio país bajan turbias y turbulentas las aguas de la luz, de la verdad. En el mundo de la educación se eliminan aquellas materias que pudieran aportar un poco de luz: se desprecia, si no se elimina la filosofía, la ética, la misma religión.

         ¿De dónde nos vendrá luz?

         ¿De una investidura? ¿de los parlamentos? ¿del fanatismo de algunas ideologías? ¿de los fundamentalismos religiosos? ¿de las comunidades eclesiales? ¿Quién y cómo ha de estructurar los planes de educación?

         No son iguales los planes de educación que puedan emanar de los grandes valores que los planes que surjan de unos intereses de las ideologías políticas o de fundamentalismo religiosos.

         Que el estado sea laico y en ocasiones la iglesia haya gestionado estas cuestiones peor que regular, no significa que no hayamos de “echar una pensada a la vida” y transmitirla a la sociedad y a las nuevas generaciones.

Dios quiere que despleguemos todas las posibilidades de alcanzar plenitud humana. El modo de alcanzarlo es asunto nuestro, pero no tiene que ser uniforme para todos. (Fray Marcos, A la fuente de cada día, Ediciones Feadulta.com, martes segunda semana).

         La razón ilumina. El pensamiento cristiano ilumina.

         Si no somos buenos -que no lo somos-, al menos seamos inteligentes.

3. Convertíos. / Y le siguieron

         La palabra “conversión” en el evangelio griego de Mateo se dice: metanoia, que significa cambiar de mentalidad, de pensamiento. Cuando en la conversión se inyectó el pecado nos hicieron un flaco favor, porque se culpabilizó todo el cristianismo.

         La conversión es cambiar la mentalidad en lo que hace referencia a las perspectivas de la vida, cambiar el pensamiento sobre el principio y fundamento de la existencia, el sentido de la vida, la persona humana, la justicia, la sexualidad, el trabajo, el dinero, etc. En un segundo momento llegarán en la medida de lo posible las consecuencias morales

Aquellos primeros discípulos no eran muy distintos de nosotros: El dinero de Zaqueo era el mismo que el de la Kutxa, es decir el dinero es el mismo (y el dinero no cree ni en Dios ni en los hombres).

La “fiebre” de poder de la suegra -familia- de Pedro, Santiago y demás, no era muy diferente del ansia de poder de una campaña electoral actual o del gusto eclesiástico por el poder.

El robo, la injusticia y prostitución de entonces no eran cosas distintas de las nuestras.

La pérdida de la vida (sangre) de la hemorroísa o del hijo pródigo eran más o menos como las nuestras.

¿Pero los pocos que le siguieron por qué le siguieron?

Si uno ve y se pone a pensar en lo que barajamos en nuestros andamiajes religiosos y eclesiásticos, ¿vale la pena? Aquellos primeros ¿le habrían seguido a Jesús por nuestras Misas y ritos? ¿le habrían seguid por el trato que parte de la jerarquía ofrece a los divorciados, homosexuales o por los dogmas, por los ritos y viajes que realiza el mundo eclesiástico?

Lo dudo.

Muchos sectores y estilos eclesiásticos ni divierten ni convierten. El evangelio de Jesús es luz.

4. El Reino de Dios está cerca.

         Jesús recorría toda Galilea proclamando el Evangelio del reino, curando las enfermedades y dolencias del pueblo.

         Jesús curaba, sanaba las enfermedades y las dolencias del pueblo. Pasó su vida haciendo el bien.

         El Reino de Dios está cerca no por el número de bautizados ni de los que asistimos a Misa.

¿El momento eclesiástico en que vivimos es bondadoso, sana a la gente, quiere a la gente?

         Es cierto que en muchos ámbitos eclesiales hemos conocido y experimentado la sanación, la promoción del ser humano, de la mujer, de los marginados, etc. La labor de muchos misioneros es realmente evangélica, la dedicación a los más pobres del P. Ángel, el movimiento creado por la madre Teresa, la noble tarea de las comunidades que viven en el ámbito de la Teología de la Liberación son realmente un seguimiento de Cristo.

         Es más, muchas veces hemos tenido experiencia de la bondad de Dios fuera de los ámbitos eclesiásticos. No olvidemos que también hay gente que no son de los nuestros, pero expulsan demonios.

El Reino de los cielos “está cerca” en “Alcohólicos Anónimos”, en “Proyecto hombre”, en los comedores sociales: Aterpe, en la escucha callada de una persona hundida en la miseria “en tristeza y angustia”, en la experiencia de la bondad y ayuda a quien lo necesita, en sentirnos amados por Dios, etc.

         La conversión cristiana es, pues, a la bondad, al amor, a la salud-sanación de Dios expresada en JesuCristo. Y ser cristiano es ser testigo comprometido de la sanación de Dios en el mundo.

Jesús recorría toda Galilea proclamando el Evangelio del reino, curando las enfermedades y dolencias del pueblo.

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“Algo nuevo y bueno”. 3 Tiempo ordinario – A (Mateo 4,12-23)

Domingo, 22 de enero de 2017
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10-03-to-a-600x809El primer escritor que recogió la actuación y el mensaje de Jesús lo resumió todo diciendo que Jesús proclamaba la «Buena Noticia de Dios». Más tarde, los demás evangelistas emplean el mismo término griego (euaggelion) y expresan la misma convicción: en el Dios anunciado por Jesús, las gentes encontraban algo «nuevo» y «bueno».

¿Hay todavía en ese Evangelio algo que pueda ser leído, en medio de nuestra sociedad indiferente y descreída, como algo nuevo y bueno para el hombre y la mujer de nuestros días? ¿Algo que se pueda encontrar en el Dios anunciado por Jesús y que no proporciona fácilmente la ciencia, la técnica o el progreso? ¿Cómo es posible vivir la fe en Dios en nuestros días?

En el Evangelio de Jesús, los creyentes nos encontramos con un Dios desde el que podemos sentir y vivir la vida como un regalo que tiene su origen en el misterio último de la realidad que es Amor. Para mí es bueno no sentirme solo y perdido en la existencia ni en manos del destino o el azar. Tengo a Alguien en quien puedo confiar y a quien puedo agradecer la vida.

En el Evangelio de Jesús nos encontramos con un Dios que, a pesar de nuestras torpezas, nos da fuerza para defender nuestra libertad sin terminar siendo esclavos de cualquier ídolo; para seguir aprendiendo siempre formas nuevas y más humanas de trabajar y de disfrutar, de sufrir y de amar. Para mí es bueno poder contar con la fuerza de mi pequeña fe en ese Dios.

En el Evangelio de Jesús nos encontramos con un Dios que despierta nuestra responsabilidad para no desentendernos de los demás. No podremos hacer grandes cosas, pero sabemos que podemos contribuir a una vida más digna y más dichosa para todos pensando sobre todo en los más necesitados e indefensos. Para mí es bueno creer en un Dios que me pregunta con frecuencia qué hago por mis hermanos. Me hace vivir con más lucidez y dignidad.

En el Evangelio de Jesús nos encontramos con un Dios que nos ayuda a entrever que el mal, la injusticia y la muerte no tienen la última palabra. Un día, todo lo que aquí no ha podido ser, lo que ha quedado a medias, nuestros anhelos más grandes y nuestros deseos más íntimos alcanzarán en Dios su plenitud. A mí me hace bien vivir y esperar mi muerte con esta confianza.

Cada uno de nosotros tiene que decidir cómo quiere vivir y cómo quiere morir. Cada uno ha de escuchar su propia verdad. Para mí no es lo mismo creer en Dios que no creer. A mí me hace bien poder hacer mi recorrido por este mundo sintiéndome acogido, fortalecido, perdonado y salvado por el Dios revelado en Jesús.

José Antonio Pagola

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Domingo 22 de enero de 2017 Domingo 3º del tiempo ordinario

Domingo, 22 de enero de 2017
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11-ordinarioa3Leído en Koinonia:

Isaías 8,23b-9,3: En la Galilea de los gentiles el pueblo vio una luz grande.
Salmo responsorial: 26: El Señor es mi luz y mi salvación.
1Corintios 1,10-13.17: Poneos de acuerdo y no andéis divididos.
Mateo 4,12-23: Se estableció en Cafarnaún. Así se cumplió lo que había dicho Isaías.

Es sabido que la liturgia católica está pendiente de una reforma sustancial. La necesidad de reordenar la elección de los textos conforme a criterios nuevos y sobre todo explícitos no es la menor. La incorporación de la segunda lectura a la temática unitaria (en vez de que campe siempre por sus fueros propios), y la posibilidad de que sean varios los ordenamientos litúrgicos de los textos, según objetivos y necesidades distintas, a escoger según variables diversas, serían otras tantas posibilidades. Mientras, es bueno saber que la liturgia no «es» así, sino que la tenemos así a la espera de que le llegue el turno de la renovación. La coyuntura actual nos inspiraría un cierto optimismo… ¿Será posible?

La primera lectura parece haber sido escogida estrictamente por coincidir con la tercera lectura en la alusión geográfica a la zona de Zabulón y Neftalí, en la que Jesús se vino a establecer. La segunda -como hemos dicho que sucede casi siempre- va por sus caminos propios, siendo puramente aleatorio que alguna vez encaje con el mensaje de las otras dos. Diríamos que el evangelio de hoy –dada la altura a la que estamos en el año litúrgico– se adecúa bien a la altura que correspondería dentro de la vida de Jesús siguiendo un criterio simplemente cronológico: el inicio de su actividad pública, el comienzo del despliegue de lo que será el Jesús predicador del Reino en su plenitud.

Son bastantes los detalles que merecen comentario en este evangelio.

-Jesús comienza su actividad tomando como referencia los signos de los tiempos. Al menos el evangelista hace notar que no empezó Jesús sin más cuando quiso, sino al ver que habían encarcelado a Juan. Jesús reacciona ante los hechos de la historia que le rodea. No viene a cumplir una misión ya programada previamente y que ha de llevarse a cabo con la indiferencia del «pase lo que pase».

-Jesús «fue a vivir» a Cafarnaúm. Algunos teólogos (Nolan por ejemplo) hacen notar que «se estableció» allí, y que, probablemente, la que varias veces en los evangelios se cita como «su casa» sería casa no de Pedro, sino la casa de Jesús… No hay seguridad, pero no es improbable. Una duda sobre esa imagen tan fácil que nos hemos hecho del Jesús evangelizador itinerante.

-El contenido de lo que sería la «primera predicación» de Jesús, o más bien, la tónica dominante de la predicación de Jesús: la venida del Reinado de Dios, como buena noticia que invita al cambio… Hoy ya esto lo saben los niños en la catequesis parroquial, cuando hace cuarenta años lo ignorábamos todos los cristianos adultos, incluidos los predicadores: que el centro de la predicación de Jesús fue el «Reinado de Dios», un concepto entre profético y escatológico… O sea: que Jesús no fue un predicador doctrinal teórico, ni un maestro de sabiduría religiosa, ni un asceta… sino un profeta dominado por la urgencia de una pasión, la pasión por el Reinado de Dios que él creía inminente…

-No era sólo un anuncio, sino una con-moción: Jesús anunciaba para empujar al cambio, para animar la esperanza en el cambio que Dios mismo estaba a punto de empujar… Por eso, su anuncio era para la conversión: «cambien su vida y su corazón porque el Reino de los Cielos se ha acercado», traduce la Biblia Latinoamericana.

-Aquí hay una doble dirección: hay que cambiar (convertirse) «porque» viene el Reinado de Dios, y, también, hay que cambiar «para que» venga, para hacer posible que venga, porque cambiando, en nuestro cambiar, ya está viniendo ese Reinado… Son las dos dimensiones: activa y pasiva, receptiva y provocativa, de contemplación y de lucha… sin unilateralismos.

-El carácter concreto del tipo de praxis que Jesús adopta, que no es la de transformar la sociedad él mismo directamente, con sus propias prácticas, no es la de afrontar directamente la tarea, sino la de enrolar a otros, convencer a otros para sumarse a la tarea, y para ello, dedicarse a desbloquear las mentes, a iluminar los corazones, abrir la visión de los demás… para que puedan incorporarse a la transformación de la sociedad. Si se nos permite decirlo así, Jesús, más que una práctica, asume una práctica teórica y simbólica. Él no se hace médico ni se dedica a curar a los enfermos, sino a dar la Buena Noticia, aunque salpica su predicación constantemente con «signos» de curación: «predicaba y sanaba». Teoría y práctica. Esta práctica era apoyo de aquella teoría, y la teoría no era realmente tal, sino una práctica teórica: Jesús ejercía de abridor de mentes, iluminador de corazones, generador de esperanza, transmisor de energías…

-En esa línea se puede enmarcar mejor aún lo de convertir a sus más allegados en «pescadores de personas» (no «de hombres»), lo que él mismo estaba siendo, lo que cualquier discípulo debe también ser. El expansionismo evangelizador misionero proselitista, el querer extender el cristianismo a todo el mundo haciendo tabla rasa de las demás religiones, ya no tiene lugar en una visión a la altura de los tiempos actuales. El ser realmente «evangelizador» apasionado por la Utopía del Reino (utopía que no es enemiga de las demás religiones ni pretende imponer ninguna cultura) sigue teniendo plenamente sentido.

Muchos detalles, muchos temas, en un evangelio sencillo pero enjundioso. Leer más…

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Dom 22.1.17. Los cristianos, unos galileos

Domingo, 22 de enero de 2017
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hermon_panoramicaDel blog de Xabier Pikaza:

Domingo 3, tiempo ordinario. Ciclo A. Mt 4, 12-14 Este evangelio narra el comienzo del camino de Jesús según Mateo e incluye dos temas: (1) Galilea. (2) El Reino de Dios.

Ambos están vinculados, pero hoy sólo quiero ocuparme del primero: ¿Por qué empezó Jesús en Galilea? ¿Cómo podemos y debemos volver y empezar allí nosotros? ¿Somos los cristianos unos galileos?

Se trata de de-construir para re-construir la Iglesia de Jesús, que empezó en Galilea, y que siguió después con Pedro, Pablo y Santiago, la Iglesia de Magdalena y Salomé, la Iglesia del mar a la derecha y del desierto al fondo, que hoy quiero mirar desde el Monte Hermón (primera imagen)

Una tierra.

Geográficamente, Galilea es un país pequeño, como muestra esta foto tomada desde el monte Hermón, en la frontera entre Israel, Líbano y Siria.

‒ Desde allí se descubre, mirando hacia el sur, en primer plano las zonas del Golán, con la alta Galilea, a la derecha el mar, empezando desde Tiro (el gran puerto), siguiendo por la bahía de Haifa y el Carmelo, hacia el sur todo el más de Palestina, perdiéndose al fondo por Gaza, hacia Egipto. A la izquierda los montes del Golán y la meseta de Basán.

‒ En el centro esta el Lago de Tiberíades (la ciudad se ve muy bien), a la izquierda la zona de la actual Jordania, a la derecha la zona de la baja Galilea, donde empezó Jesús. Al norte del lago está Cafarnaum, a la la derecha Nazareti: Colinas y valles tierras bajas, en el cruce de los grandes caminos del mundo, que pasaban por allí, como sin pararse.

‒ Hacia el sur, por la hoya del Jordán, siguen las aguas, a un lado Jordania, al otro Palestina, desembocando (¡se ve muy bien!) en el Mar muerto, con la zona del desierto de Judá (una mancha blanca a la derecha: de de Jericó a Qumrán). Allí mismo, más a la derecha puede casi vislumbrarse Jerusalén. Más al sur el gran desierto del Sinaí y de Arabia…. (las otras dos imágenes son del mar de Balilea y de su entorno).

250px-sea_of_galileeCamino del mar, Galilea de las gentes… Un lago abierto al mundo

El evangelio no empieza en los centros de poder religioso o político (Jerusalén, Roma…), sino en una tierra del margen social y religioso. Allí, en la oscura Galilea entre gentes marginadas y oprimidas, en el camino de los gentiles y del mar, empezó el movimiento de Jesús. Volver a Galilea (cf. Mc 16, 6-7; Mt 28, 16-20) sigue siendo una tarea pendiente de sus seguidores.

El mismo historiador San Lucas que no ha dado después (en todo el libro de los Hechos de los Apóstoles) ninguna importancia a Galilea, para interpretar el cristianismo en un camino que va desde Jerusalén, por Antioquía hasta Roma, tiene que reconocer que la cosa empezó en Galilea (Hech 10, 37). Allí empezó, allí tiene que volver si quiere recuperar su principio, retomar su fuerza.

En un momento clave de la Iglesia y de la humanidad. Empezar en Galilea

‒ El Concilio Vaticano II nos dijo que debíamos volver a los orígenes, pero seguimos demasiado prendidos en tradiciones secundarias. Por eso debemos hoy, sin duda, volver a Galilea, para retomar el camino allí donde lo empezó Jesús, como nos dice el evangelio de hoy.

‒ El mismo Lutero, cuyo quinto centenario estamos celebrando, quiso volver también a los orígenes, pero ha corrido el riesgo de quedarse en un tipo de Pablo, en un tipo de fe y tradición que es también secundaria, sin volver a la raíz del mensaje y camino de Jesús en Galilea.

Unos y otro hemos querido mantenernos en los centros del poder para dominar (¿servir?) de esa manera al mundo. Pero el evangelio nos pide retomar otro camino, el de Jesús, volviendo a Galilea (desde las tierras de los marginados y oprimidos) situándonos así en la raíz del evangelio.

Así lo indicaré en esta postal, que tiene dos partes. (a) Una más general, sobre el mensaje de este texto de Mateo. (b) Otra más específica, con motivos tomados de mi comentario a Mateo. Antes citaré el texto del evangelio.

Texto

Al enterarse Jesús de que habían arrestado a Juan, vino a Galilea. Dejando Nazaret, se estableció en Cafarnaún, junto al lago, en el territorio de Zabulón y Neftalí. Así se cumplió lo que habla dicho el profeta Isaías (cf. Is 8, 23− 9, 1):

País de Zabulón y país de Neftalí, camino del mar, al otro lado del Jordán, Galilea de los gentiles. El pueblo que habitaba en tinieblas vio una luz grande; a los que habitaban en tierra y sombras de muerte, una luz les brilló.

a. SENTIDO GENERAL, GALILEA

galilea7Profecía de Isaías. Una luz que viene de Galilea

En el fondo de este pasaje está el famoso texto de Isaías sobre Galilea, la tierra del Norte de Israel que había caído en manos de gentiles (conquista asiria del 732 a.C.), perdiendo en gran parte su carácter israelita, por varias razones: (a) deportación de parte de sus habitantes; (b) introducción de grupos paganos del entorno, bajo presión asiria; (c) opresión del conjunto de los habitantes.

Pues bien, en un momento de cambio (quizá tras el año 700, cuando los asirios abandonaron el cerco de Jerusalén), Isaías abre un horizonte de esperanza para Galilea, la tierra del Norte, rodeada de gentiles en la Gran Ruta del Mar, que une Asiria con Egipto… diciendo que lleva una luz, una esperanza de redención. Hay autores que piensan que este oráculo se encuentra desplazado y que debe situarse en el contexto de las profecías de Jeremías, tras el año 640 dC, cuando el rey Josías (tras la caída del imperio de Asiria) empezó una política de restauración de Israel, que le llevó hasta Galilea.

Sea como fuere, en la Biblia de Israel había un pasaje esencial donde se hablaba, en el lugar más denso del libro de Isaías, de la restauración de Galilea, de una luz de Dios (de una salvación humana), que viene por Galilea, no desde Jerusalén.

Experiencia cristiana: la cosa empezó en Galilea

Jesús comenzó a proclamar su mensaje (la llegada del Reino de Dios) en Galilea, después de haber acompañado por un tiempo a Juan Bautista, compartiendo su programa de conversión y de esperanza de juicio (con bautismo) en el río Jordán. Pues bien, en un momento determinado, dejando a Juan y su lugar junto al río, dejando la práctica penitencial del bautismo, Jesús volvió a su tierra y comenzó a proclamar e iniciar el mensaje (el camino del Reino) en Galilea.

Éste es uno de los datos fundamentales de la tradición evangélica, como sabe Lucas y lo dice en el libro de los Hechos (la cosa empezó en Galilea: Hch 10, 37). Pero la Iglesia posterior, empezando por el mismo Lucas y por el evangelio de Juan (y de un modo especial por Pablo) ha tendido a olvidarse de Galilea, poniendo de relieve la importancia de Jerusalén, lugar de la muerte de Jesús y también del comienzo (previsible) de la Iglesia.

En esa línea se puede hablar de un “ocultamiento” de Galilea, de un olvido del primer mensaje de Jesús, que fue un mensaje “aldeano”, provinciano…, un mesianismo de campesinos, hombres y mujeres de pueblo, un movimiento laico de transformación de Israel y de esperanza escatológico, que empezó en Galilea, entre los oprimidos de una zona oprimida de la tierra.

Pues bien, los evangelios de Marcos y Mateo han programado ya un fuerte “retorno a Galilea”. Ciertamente, admiten y ponen de relieve el “paso” por Jerusalén, con todo lo que implica para Jesús y para el evangelio (con la muerte, la experiencia de la tumba vacía…). Pero el comienzo y raíz, el centro del evangelio, se encuentra para ellos en Galilea.

Así lo dice Marcos, de forma programática, en 1, 14-15 (Jesús empezó a proclamar en Reino en Galilea); así lo resalta al final del evangelio, cuando dice a las mujeres (y por ellas al resto de los discípulos) que vuelvan a Galilea, para retomar el camino de Jesús, dejando Jerusalén (Mc 16, 6-7).

Así lo dice Mateo, de un modo todavía más solemne. Ciertamente, para Mateo la Ley de Jerusalén (con el templo y con los sacerdotes) sigue teniendo su importancia. Pero el centro y raíz del evangelio es Galilea, la tierra de los pescadores y campesinos a los que Jesús anunció el Reino.

(a) Por eso retoma el comienzo del evangelio en Galilea, apelando a la cita básica de Isaías: la tierra antes condenada, tierra de sombra y de muerte, ha sido el principio de la luz, el lugar donde ha comenzado la salvación del Reino (texto de este domingo: Mt 4, 12-14).

(b) Por eso, tras haber recorrido el camino de muerte, tras haber cumplido su tarea en Jerusalén, después de haber sido condenado por los Sacerdotes de la Ciudad Santa y del Templo (¡tema central, durísimo, de Mateo!), el Jesús pascual vuelve con sus discípulos a Galilea y desde allí (no desde Jerusalén) les envía al mundo entero, a crear comunidades de discípulos (Mt 28, 16-20).

Galilea y Jerusalén. Recuperar el evangelio en Galilea

Ciertamente, Jerusalén es importante, como tierra del Templo y de sus Sacerdotes, lugar del mensaje final y del “fracaso” de Jesús, ciudad donde le matan y le entierran…. Más aún, el evangelio de Jesús de entroncarse en las traiciones de Jerusalén, como ha puesto de relieve Pablo (¡que no cita a Galilea…!), como ha destacado luego Lucas (tanto en su evangelio como en Hechos quiere arraigar el camino de la Iglesia de Jesús en Galilea…). Leer más…

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Comienzo de la actividad de Jesús. Domingo tercero Tiempo Ordinario. Ciclo A

Domingo, 22 de enero de 2017
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2f847-pesca_milagrosa_2bDel blog El Evangelio del Domingo, de José Luis Sicre sj:

En los dos domingos anteriores estuvimos junto al río Jordán, recordando el bautismo de Jesús y el testimonio que ofreció de él Juan Bautista. La liturgia da ahora un salto notable. Omite las tentaciones de Jesús (que se leerán el primer domingo de Cuaresma) y nos sitúa en un momento posterior, cuando Herodes, molesto por la predicación de Juan, decide meterlo en la cárcel. Lo que ocurre a continuación lo cuenta el evangelio de Mateo del modo siguiente (Mt 4,12-23). Este pasaje podemos dividirlo en tres partes.

  1. La actividad inicial de Jesús

Al enterarse Jesús de que habían arrestado a Juan, se retiró a Galilea. Dejando Nazaret, se estableció en Cafarnaúm, junto al lago, en el territorio de Zabulón y Neftalí. Así se cumplió lo que había dicho el profeta Isaías: «País de Zabulón y país de Neftalí, camino del mar, al otro lado del Jordán, Galilea de los gentiles. El pueblo que habitaba en tinieblas vio una luz grande; a los que habitaban en tierra y sombras de muerte, una luz les brilló.» Entonces comenzó Jesús a predicar diciendo: Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos.

            Quien se sienta desconcertado por la presentación inicial de Jesús, poniéndose en la fila de los pecadores para bautizarse, tiene motivos para desconcertarse todavía más al leer los comienzos de su actividad. Dicho en palabras muy rápidas, lo primero que hace es huir; lo segundo, actuar en la región más olvidada; lo tercero, repetir al pie de la letra la predicación de Juan Bautista. Pero todo esto encierra un misterio que Mt nos ayuda a desentrañar. Una vez más, para comprender este pasaje conviene compararlo con el de Marcos, que presenta los hechos del siguiente modo.

«Cuando detuvieron a Juan, Jesús se fue a Galilea a pregonar de parte de Dios la buena noticia. Decía: Se ha cumplido el plazo, el reinado de Dios está cerca. Arrepentíos y creed la buena noticia».

            La breve noticia de Marcos contiene tres datos: 1) momento en que comienza a actuar Jesús; 2) lugar de su actividad (Galilea); 3) contenido de su predicación. Mt modifica el primero y el tercero y amplía el segundo.

            Momento de actividad

            Es una pena que los evangelistas sean tan sobrios, porque el primer dato resulta más profundo de lo que parece a primera vista. Jesús no empieza a actuar hasta que encarcelan a Juan Bautista. Como si ese acontecimiento despertase en él la conciencia de que debe continuar la obra de Juan.

            Nosotros estamos acostumbrados a ver a Jesús de manera demasiado divina, como si supiese perfectamente lo que debe hacer en cada instante. Pero es muy probable que Dios Padre le hablase a Jesús igual que nos habla a nosotros, a través de los acontecimientos. Y el gran acontecimiento es la desaparición de Juan Bautista y la necesidad de llenar su vacío.

            Pero hay una diferencia muy sutil entre Mc y Mt. Según Mc, en cuanto encarcelan a Juan comienza Jesús a predicar. Según Mt, lo primero que hace Jesús es retirarse a Nazaret. Desde un punto de vista histórico y psicológico parece una interpretación más adecuada, que abre paso también a una visión más humana de Jesús, como si se tomase un tiempo de reflexión y decisión.

            Lugar de actividad

            Mc decía simplemente que «Jesús se fue a Galilea». La elección del lugar de actividad es sorprendente, más aún que en el caso de Juan Bautista. Juan no predica su mensaje de penitencia en Jerusalén, pero el lugar donde actúa está lleno de reminiscencias simbólicas. El desierto es el lugar donde se espera la manifestación de Dios. Jesús se retira a una región que carece de importancia dentro de la historia judía, incluso conocida con el despreciativo nombre de «Galilea de los paganos».

            Desde un punto de vista histórico, la elección de Galilea por parte de Jesús tiene sus ventajas y sus riesgos. Ventajas: moverse en una región conocida, y la posibilidad de escapar fácilmente hacia el norte en caso de persecución. Riesgo: proclamar su mensaje en la zona más politizada de Palestina, en un ambiente bastante revolucionario, que se presta a graves conflictos.

            Dentro de Galilea, escoge Cafarnaúm, ciudad de pescadores, campesinos y comerciantes, lugar de paso, que le permite el contacto con gran variedad de gente y un fácil acceso a los pueblecitos cercanos.

            Sin embargo, Mt ve las cosas de forma distinta que el historiador moderno. La elección de Galilea le recuerda una profecía de Isaías (1ª lectura), en la que se habla de las terribles desgracias sufridas por esa región durante la invasión asiria del siglo VIII a.C. y se le anuncia la salvación para el futuro.

            Para Mateo, lo esencial es que Jesús no va a dirigirse a la gente importante, a los que pueden cambiar el mundo, sino a “los que habitan en tinieblas”, “los que habitaban en tierra y sombra de muerte”. La gente más despreciada y olvidada (campesinos y pescadores) será el primer auditorio de Jesús. Para ellos se convierte en una “gran luz”.

            El mensaje inicial

            Mc dice: «Se ha cumplido el plazo, el reinado de Dios está cerca. Arrepentíos y creed la buena noticia». La fuerza recae en la inminencia del reinado de Dios, con lo que supone de buena noticia que exige el arrepentimiento. Estas palabras podían provocar la impresión ‒y de hecho la crearon‒ de que el fin del mundo era inminente. Las primeras comunidades cristianas vivieron casi con angustia esta sensación.

            Mt, que escribe hacia los años 70/80, quiere evitar este equívoco y, al mismo tiempo, subrayar la idea del arrepentimiento. Para ello, las dos afirmaciones de Mc las resume en una sola: «arrepentíos, que el reinado de Dios está cerca». Al suprimir las palabras «se ha cumplido el plazo» evita la impresión de que el fin del mundo es inminente.

            Por otra parte, aunque este resumen del mensaje coincide por completo con el de Juan Bautista (3,2), no debemos interpretarlo como falta de originalidad por parte de Jesús, sino como un acuerdo básico con la predicación de Juan. Ambos coinciden en lo esencial y esto debe provocar en el lector del evangelio el interés por el tema. De hecho, Mt esta insinuando aquí lo que será el contenido primario del mensaje de Jesús: en qué consiste el Reino de Dios y cómo se puede formar parte de él.

  1. Los primeros discípulos

Pasando junto al lago de Galilea, vio a dos hermanos, a Simón, al que llaman Pedro, y a Andrés, su hermano, que estaban echando el copo en el lago, pues eran pescadores. Les dijo:

            ‒ Venid y seguidme, y os haré pescadores de hombres.

            Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron.

            Y, pasando adelante, vio a otros dos hermanos, a Santiago, hijo de Zebedeo, y a Juan, que estaban en la barca repasando las redes con Zebedeo, su padre. Jesús los llamó también. Inmediatamente dejaron la barca y a su padre y lo siguieron.

            La segunda escena es capital para comprender a Jesús. Desde el primer momento busca unos discípulos que le acompañen y ayuden en su tarea. No es el predicador solitario, ni el individualista que piensa poder hacerlo todo por sí solo.

            En este contexto encaja el llamamiento de los cuatro primeros discípulos: Pedro y Andrés, Santiago y Juan. Mateo, siguiendo a Marcos, presenta los hechos de la forma más normal del mundo. «Paseando junto al lago de Galilea vio a dos hermanos…» Esto provoca extrañeza en el lector. ¿Es posible que cuatro muchachos sigan a Jesús sin conocerlo? Quien ha leído el evangelio de Juan sabe que Jesús los conoció cuando el bautismo.

            Pero estos detalles psicológicos e históricos no les interesan a Mt y Mc, que prefieren presentar de forma radical el seguimiento de Jesús. El relato de Mt es casi idéntico al de Mc. Sólo hay una diferencia de detalle, que puede parecer mínima, pero que considero significativa. Mc dice que Santiago y Juan, al ser llamados por Jesús, «dejaron a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros y se marcharon con él». Mt suprime la mención de los jornaleros, con lo cual la escena resulta más dura para el padre y los hijos. Resuena aquí el tema del seguimiento de Jesús, que será esencial en el evangelio.

  1. Resumen

Recorría toda Galilea, enseñando en las sinagogas y proclamando el Evangelio del reino, curando las enfermedades y dolencias del pueblo.

            Esta frase tan breve puede pasar desapercibida. Pero supone un complemento esencial a lo dicho en el punto 1. Allí, la actividad de Jesús se centra en la enseñanza. Aquí, la enseñanza va acompañada de la acción: recorre, enseña, proclama, cura.

            Curar enfermedades y dolencias ocupa gran parte del tiempo de Jesús. Hace dos domingos, Pedro resumía todo con las palabras: «pasó haciendo el bien».

            Pero hay en este resumen algo que generalmente no valoramos: Recorría toda Galilea. Supone esfuerzo, sacrificio, pasar de 38º en el lago a pueblecillos nevados en invierno. Por eso añado un complemento sobre esta región tan importante en la vida de Jesús.

COMPLEMENTO: GALILEA

     google1«Quedaba comprendida entre el Jordán, el Líbano, la llanura fenicia, el monte Carmelo y la llanura de Yezrael. Sus dimensiones eran 70 km de largo por 40 de ancho. Según Josefo estaba dividida en dos regiones, la Alta y la Baja, delimitadas geográficamente por el valle que corre hacia Tolemaida (Acco). La Alta Galilea se sitúa entre los 600 y los 1200 m con el Jermak como altura máxima. En cambio, la Baja Galilea está entre los 300 y los 600 m: el monte más alto, el Tabor, tiene 588 m.

En la Baja Galilea comienza Jesús su actividad y en ella reside la mayor parte del tiempo. No debemos imaginarla como una zona pobre y marginada. La antigua alusión que encontramos en el libro de Isaías (“Galilea de los paganos”) ha jugado una mala pasada a muchos lectores del evangelio. Es cierto que en el Antiguo Testamento Galilea cuenta muy poco. Pero en tiempos de Jesús era una zona rica, importante y famosa, como afirma Flavio Josefo en el libro tercero de la Guerra judía (BJ III, 41-43).

Wilkinson admite para Séforis una población de 50.000 habitantes; Josefo indica 40.000 para Tariquea y Jotapata; y para Jaffa, el “pueblo” más grande de Galilea, muy cercano a Nazaret, 17.130 personas. Según Wilkinson, ya que Josefo habla de 204 pueblos, admitiendo un promedio de 500 habitantes, tendríamos unos 365.000 para toda Galilea.

Más importante que el número es la población en sí misma. Galilea, tras numerosas vicisitudes, en tiempo de Jesús se ha estabilizado como región judía. Sólo en Séforis y Tiberíades abunda el elemento pagano. Sin embargo, los judíos del sur no sentían gran estima de los galileos: “Si alguien quiere enriquecerse, que vaya al norte; si desea adquirir sabiduría, que venga al sur”, comentaba un rabino orgulloso. Y el evangelio de Juan recoge una idea parecida, cuando los sumos sacerdotes y los fariseos dicen a Nicodemo: “Indaga y verás que de Galilea no sale ningún profeta” (Jn 7,52).»

Tomo estos párrafos de José Luis Sicre, El cuadrante. Parte IILa apuesta, Editorial Verbo Divino, Estella 1997, p. 45-46. Todo el capítulo 2 de esa obra lo dedico a “La tierra que conoció Jesús” (págs. 29-52).

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Domingo III del Tiempo Ordinario. 22 enero, 2017

Domingo, 22 de enero de 2017
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“Recorría toda Galilea enseñando en las sinagogas y proclamando el Evangelio del Reino, curando enfermedades y dolencias del pueblo”.

(Mt 4, 12-23)

Este fragmento del Evangelio de Mateo es muy intenso, trata muchos y variados temas: las dificultades, la misión, la vocación, el Reino…

Empieza con una noticia inquietante: Juan Bautista ha sido encarcelado y Jesús al enterarse se retira. Es lo más sensato. Si a Juan lo han arrestado mejor será “quitarse de en medio”.

Pero parece que ese retirarse de Jesús es solo para tomar impulso porque unos versículos más abajo empiezan a predicar. “Entonces comenzó Jesús a predicar diciendo: -Convertíos, porque está cerca el Reino de los cielos”.

Jesús no se esconde. Toma el relevo. Si Juan no está alguien tendrá que continuar con su misión. La misión de anunciar el Reino.

Pero el Reino se construye siempre en comunidad por eso Jesús mientras predica va llamando a otras personas: “Venid y seguidme”.

De la propia misión surgen las vocaciones. El Reino de Dios cautiva, trasforma. Y lo hace de forma rápida y eficaz.

La pasión por el Reino no admite demoras: “Inmediatamente”. La invitación personal de Dios al corazón de cada persona tiene que ir ligada a una respuesta inmediata y totalizante. Las medias tintas, las dudas, las excusas… ¡no tienen cabida!

Si la llamada de Dios no trasforma tal vez no ha encontrado la tierra buena donde germinar. Si hay demasiados “peros” para seguirle probablemente nunca se inicie el seguimiento verdadero.

Y, además, la respuesta siempre implica una renuncia. “Dejaron las redes”. Hay que soltar, dejar atrás lo valioso de nuestra propia vida, aquello que nos da seguridad.

“Inmediatamente dejaron las redes (la barca y a su padre) y le siguieron”. La respuesta a Dios tiene que ser como su llamada: plena.

Y termina este evangelio con tres verbos: enseñando, proclamando y curando. Vuelve a tomar protagonismo la figura de Jesús que ahora recorre la misma Galilea a la que se había retirado.

Oración

Ensancha, Trinidad Santa, nuestro corazón a la medida exacta de tu Amor

para que podamos responderte con la misma generosidad con la que tú nos llamas.

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Fuente Monasterio de Monjas Trinitarias de Suesa

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El Reinado de Dios depende de mí

Domingo, 22 de enero de 2017
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cristoy-jovenMt 4, 12-23

Desde el punto de vista teológico, es muy importante para Mt dejar claro que Jesús comienza su actividad lejos de Judea, de Jerusalén, del templo, de las autoridades religiosas. Quiere desligar la actividad de Jesús de toda posible conexión con la institución. Quiere dejar claro que la predicación de Jesús es continuación de la de Juan. También queda reflejada otra obsesión de Mt. Estamos al comienzo del evangelio y ya ha repetido seis veces: “Esto sucedió para que se cumpliera la Escritura”.

No hemos tenido suficientemente claro que Jesús nunca se predicó a sí mismo, sino que el centro de su mensaje fue siempre el “Reinado de Dios”. Es verdad que él se identificó totalmente con ese Reino, pero es muy conveniente tratar de ver la diferencia. La predicación de Jesús es fruto de una profunda experiencia humana. La importancia de Jesús estriba en que fue la más fiel manifestación del Reino que es Dios.

Mt habla de “el Reino de los Cielos”, los demás evangelis­tas y también alguna vez Mt, hablan de “el Reino de Dios”; con las dos fórmulas se quiere expresar la misma realidad. A los judíos les resultaba violento emplear la palabra Dios, por eso empleaban circunloquios para evitarla. Uno de ellos era esta expresión “los Cielos”. Sería el ámbito de lo divino, la divinidad. En los escritos más tardíos del NT se habla ya del Reino de Cristo. Expresión muy peligrosa porque nos induce pensar que Jesús es la meta.

Hoy podemos asegurar que el núcleo de la predicación de Jesús, fue “El Reinado de Dios”. Es curioso que Mt pone en boca de Jesús, al iniciar su predicación, exactamente la misma frase que había puesto en boca de Juan Bautista: “Arrepentíos, está cerca el Reino de los Cielos”. Esto no quiere decir que la predicación de Juan y de Jesús sea idéntica. Juan entiende la frase desde la perspectiva del AT. Jesús le da una significación nueva. Juan pone el énfasis en el arrepentimiento. Jesús acentúa la presencia liberadora de Dios. Lo contrario del Reino de Dios no es el reino de Herodes sino el “ego-ismo”.

Convertíos porque está cerca el reino de los cielos. La primera palabra es ya una dificultad. El primer significado de “metanoeo” es cambiar de opinión, y también rectificar y de ahí, cambiar de mentalidad, cambiar de rumbo. Al traducirlo por arrepentirse, damos por supuesto que la actitud anterior era pecaminosa. Pero también se puede cambiar de una opinión buena a otra mejor. Por no tener esto en cuenta, damos por supuesto que sólo se tiene que convertir el “pecador”.

Convertirse es rectificar la dirección que llevo, cuando me he dado cuenta de que la meta no está en la dirección que mantengo sino en otra. El esfuerzo debe orientarse a descubrir lo que me hace más humano, que es la meta. Debemos tener en cuenta que muchas veces no es posible descubrir que una senda es equivocada, hasta que no la hemos recorrido. Por eso el rectificar es de sabios como decían los antiguos.

Es muy difícil concretar lo que entendió Jesús por Reino de Dios. Nunca se explica su significado en los evangelios. Seguramente ese significado se irá desvelando a través de toda su vida. Es muy probable que partiera del significado que tenía para los judíos de su tiempo y que se fuera enriqueciendo con su experiencia. También es muy probable que pensara en una llegada inmediata de ese Reino. La palabra griega “basileya” se refiere en primer lugar, al poder ejercido por el soberano, no al territorio ni a los súbditos. Sería más acertado traducirlo por “Reinado de Dios”.

Es imposible entender esta expresión si no salimos de la idea de un dios soberano, todopoderoso que desde su trono del cielo gobierna el universo entero. Mientras no superemos ese dios arcaico, no habrá manera de entender el mensaje de Jesús. Dios es Espíritu. Cuando decimos: “reina la paz”, “reina la oscuridad” o “reina el amor”, no pensamos en entes que están dominando alguna parte de la realidad sino en un ambiente, en un medio inmaterial en el que se desarrolla la realidad.

Reinado de Dios, quiere decir que el ser humano debe desarrollarse por lo que tiene de espiritual, que el ámbito de lo divino está presente en lo humano y constituye su atmósfera y su fundamento propio. El Reino es una atmósfera en que las relaciones verdaderamente humanas conmigo mismo, con los demás, con las cosas son posibles. Juan Dijo: “Él bautizará con Espíritu Santo”. Siempre que el hombre se deja mover por el Espíritu y actúa desde él, está haciendo presente el Reino, lo divino.

No se trata de que Dios en un momento determinado de la historia haya decidido establecer una relación nueva con los hombres. Con la venida de Jesús no ha cambiado nada por parte de Dios. Él ha estado siempre inundándolo todo. Lo que ha cambiado es la toma de conciencia de esa realidad y la actitud de los hombres ante ella. Entrar en el Reino es tomar conciencia de esa realidad de Dios en mí e inmediatamente actuar en consecuencia. La dinámica del Reino se despliega de dentro a fuera.

En el evangelio de hoy está muy clara esta dinámica. Primero propone lo que Jesús decía, pero termina el relato diciendo que, eso que decía, lo practicaba. “Y recorría toda Galilea enseñando en la sinagogas y proclamando el Evangelio del Reino, curando todas las enfermedades y dolencias del pueblo”. Un cristianismo que no me empuje a darme a los demás, no tiene nada que ver con Jesús. El Reino se manifiesta en el que “cura”, no en el curado. Es Jesús el que hace presente a Dios, no el cojo o el ciego cuando dejan de serlo.

El Reinado de Dios, significa la radical fidelidad y entrega de Dios al hombre. Por lo tanto la realidad primera de ese Reino la constituye Dios que se derrama y se funde con cada ser humano. No es una realidad que hace referencia en primer lugar al hombre, sino a Dios. El hombre debe descubrirla y vivirla. Dios no hace un favor al hombre, sino que responde a su ser, que es amor. Esto es un evangelio, es decir, una “buena noticia”.

El hombre, para ser fiel a Dios no tiene que renunciar a sí mismo, al contrario, la única manera de ser él mismo, es descubrir lo que Dios es en él. Por eso no puede haber otra perspectiva para el ser humano. En cuanto pone su fin fuera de Dios (fuera de sí mismo), el hombre falla estrepitosamente a su verdadero ser. Ya no hay posibilidad de ser fiel ni a Dios ni a sí mismo, de una manera extrínseca, cumpliendo unas órdenes que vienen de fuera. Solamente si soy fiel a mí mismo puedo ser fiel a Dios.

Meditación

¿Arrepentirse o rectificar?
Es muy difícil entrar en la dinámica de conversión
sin caer en el sentimiento de culpabilidad.
El punto de partida es una toma de conciencia:
Soy un diamante, pero lleno de impurezas adheridas.
El valor absoluto ya está ahí, aunque camuflado.
Mi tarea es limpiar, tallar, pulir; pero nada que añadir.
Está ya todo ahí, porque está Dios.

Fray Marcos

Fuente Fe Adulta

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