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“Adecentando al indecente”, por Carlos Osma

Lunes, 3 de febrero de 2020
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soldado romanoDe su blog Homoprotestantes:

Hay veces que me pregunto cómo es posible que architeólogos y viceteólogas que se han estrujado el cerebro estudiando en las más prestigiosas facultades de teología con sello evangelical, se atrevan a decirnos que la única posibilidad de leer la Biblia es al pie de la letra y que todo lo demás son engaños de munditeólogos y femiteólogas liberales que no tienen otra cosa que hacer que engañar al personal. Y es que sinceramente considero que, sin necesidad de una formación teológica superior, únicamente sabiendo leer y teniendo un mínimo de sentido crítico, uno se da cuenta ojeando la Biblia de que ni siquiera sus propios autores le dieron demasiada importancia a eso de la literalidad.

Hay un milagro de Jesús en el evangelio de Juan que siempre me ha llamado la atención: la curación del hijo del oficial de Herodes Antipas[1]. Y no es por que tenga la extraña característica de ser un milagro a distancia (Jesús sana al hijo del oficial a 39 Km), sino porque cuando uno lee la misma historia en Mateo[2] o Lucas[3] las divergencias son tan notables que podemos llegar a dudar de que se trate del mismo hecho. La justificación que dan algunos especialistas es que Juan utilizó una tradición distinta del milagro que Mateo y Lucas. Vamos, que antes de que todo lo relacionado con la vida de Jesús se pusiera por escrito, sus enseñanzas, acciones, su vida y muerte, se fue transmitiendo de forma oral. Y esa tradición oral, además de diversa, no estaba tan interesada por la literalidad como nuestros hermanos y hermanas evangelicales, sino que su función era concretamente llevar el mensaje del evangelio (las buenas noticias) a cualquier persona.

En ocasiones al presentarnos a mi marido y a mí a alguien lo hacen diciendo: “Este es Manel y Carlos, su compañero”. La palabra compañero es un buen comodín, sirve para tantas cosas que en el imaginario de la persona que recibe la información puede querer decir que trabajamos en el mismo sitio, que somos amigos, o que estamos casados (por poner tres ejemplos). Otras veces, si quien presenta considera que está en territorio hostil nos definirá como “amigos”, que es bastante más vago, y difícilmente hará que se nos clasifique como un matrimonio. Y si por alguna razón nos presentan como “Manel y Carlos” a secas, puede que la otra persona acabe por preguntarnos: ¿Qué sois, hermanos? Con todo lo que tanta gente ha luchado por el derecho al matrimonio, y con lo que nos ha costado a nosotros, creo que no utilizar la palabra marido es una ofensa.

He explicado todo esto porque en el milagro del hijo del oficial pasa algo muy parecido, los evangelistas parece que tienen discrepancias a la hora de aclarar que relación tienen dos hombres. Mateo y Lucas no toman este relato del evangelio de Marcos que es el primero que se escribió y no lo contiene, sino que lo más probable lo hicieron de otra fuente que los especialistas llaman fuente Q. Mateo dice que quien pide el milagro a Jesús es un oficial romano (centurión), y lo pide para su criado (pais). El significado de esta palabra puede ser siervo, hijo, o amante, y teniendo en cuenta que generalmente las tropas romanas vivían lejos de su familia, quien lo escuchara pensaría que era su siervo y/o su amante. Que Lucas no era literalista, y que se dio cuenta de lo que significaba la palabra “pais”, queda claro porque intenta ser algo más ambiguo y la traduce como siervo (doulos), que carece de la connotación sexual. Sin embargo, quizás para mantener cierta ambigüedad, afirma que el centurión “amaba mucho a su siervo”. Pero, ¿qué es lo más escandaloso de esta historia? ¿qué Jesús sanara al amante de un centurión, un pagano al servicio del Impero Romano que oprimía a los israelitas? ¿o qué Jesús sanara al amante de otro hombre?

A la fuente de la que se sirvió Juan[4] para escribir su relato parece que le ponía más nerviosa lo segundo que lo primero. Por eso se salta la santa literalidad y decide convertir al “país” o al “doulos” en hijo (huios), y como los centuriones no vivían con su familia, pues el centurión pasa a ser un oficial de Herodes Antípas. De esta forma, haciendo que la relación entre los dos hombres sea familiar, se acababa cualquier connotación sexual. Que quien pide un milagro a Jesús sea un indecente pagano y que Jesús se lo conceda, tiene un pase, incluso una intención teológica que hace que el cristianismo pueda expandirse por todo el mundo, pero toda indecencia tiene un límite incluso para los indecentes. Y parece que un centurión que amaba a su siervo, superaba con creces los límites de algunos cristianos.

Sin embargo, todo este adecentamiento del milagro del centurión-oficial del rey chirría con el mensaje que Juan quiere dar con el milagro, y que pone en boca de Jesús: “Si no veis señales y prodigios, no creéis”. Y es que el protagonista del milagro, el oficial, es el ejemplo de una persona que tienen fe, que cree en Jesús, y por eso se acerca a pedir el milagro para quien ama. No necesita nada más, no exige ver para poder creer, él ya cree, y es exactamente eso lo que quiere destacar el evangelio de Juan de él para ponerlo como ejemplo para el resto de la comunidad cristiana. Si es la fe sola lo que pide Juan, creo que no hace falta adecentarlo un poco para que sea merecedor de la acción de Jesús. Y si es fe impulsada por el amor a un ser humano que sufre, no es necesario que ese amor sea decente a los ojos de los demás. No hacen falta señales, no es necesario aferrarse a la literalidad de los textos bíblicos para saber en qué creer. Nuestro centurión primero, y nuestro oficial después, son ejemplos claros de que lo importante es la fe, una fe cuyo origen es el amor a los seres humanos y la meta la manifestación del amor de Dios.

Carlos Osma

Notas:

[1] Jn 4, 43-54

[2] Mt 8, 5-13

[3] Lc 7,1-10

[4] Me refiero a la comunidad joánica.

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“Empezar “, por José Arregi

Lunes, 13 de enero de 2020
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empezar-de-ceroLeído en su blog:

La Nochevieja, el Año Nuevo, las campanadas, las uvas, los brindis, las galas me emocionan mucho menos que la sonrisa de un niño o de una abuela, o la grácil lavandera blanca o pajarita de las nieves que cada día viene a picotear migajas de pan en la terraza. La mesa de cada día o una campanada cualquiera me emocionan mucho más.

Pero comprendo la excitación de la gente en ciertas fechas. La vida sería más triste sin ritos, esos momentos, lugares y gestos simbólicos capaces de iluminar, siquiera por un momento, la rutina de la vida, capaces de encender una chispa en nuestro corazón, de transportarnos más allá, de alentar nuestra esperanza, de despertarnos al Infinito bueno. De animarnos a estrenar la vida. El motivo y la forma es lo de menos.

Bienvenido, pues, nuevo año 2020, aunque bien sabemos que ni has llegado ni te irás, que no eres más que una convención de nuestras culturas y no existes más que en nuestros calendarios. Tu identidad es arbitraria como nuestras pesas y medidas, fronteras y gramáticas, y como todas nuestras doctrinas y dogmas, aunque los señores de la ortodoxia no lo saben todavía. Es como no saber que el solsticio de invierno en Roma es solsticio de verano en Lima. Así es con todo lo que creemos, pensamos y decimos. Así sucede que los chinos te inaugurarán el 25 de enero, el 19 de septiembre los judíos y el 19 de agosto los musulmanes, y serás el año 4717 del primer calendario para los chinos, el 5781 de la creación del mundo (!) para los judíos y el 1442 de la hégira o “salida” de la Meca para los musulmanes.

Pero sé bienvenido, año nuevo o como queramos llamarte a ti, tan ingenioso como ingenuo marco construido por nuestra mente para domesticar el enigma del tiempo y del espacio o del movimiento de la luz y de los astros, el enigma de un universo o de un multiverso sin centro ni comienzo ni fin que nos lleva en su vertiginosa velocidad, en su infinita calma. Seres maravillosos e insignificantes como somos, habitados de inquietud y de paz, te necesitamos, año nuevo, para poder decir: No estamos perdidos, tenemos un centro y un horizonte, estamos aquí, ayer renací, mañana será fiesta, hoy es hoy y me basta, puedo respirar. Puedo empezar.

Cómo empezar cada día es la gran pregunta, pero no podemos dejar de preguntarnos también, por algo más que una mera curiosidad superficial: ¿cómo empezó este universo visible de 14.000 millones de años y otros universos, si existen? Todas las filosofías y religiones han querido saberlo o decir al menos su ignorancia y descansarla en el Misterio. “Al principio”, se repite en sus mitos. “Al principio no existía ni el Ser ni el No-ser”, se lee en un poema védico hindú de hace 3500 años. “Entonces, el No-Ser decidió ser, se hizo Espíritu, se calentó [deseó alteridad, amó] y de este calor nacieron el fuego y la luz”. El No-ser, perdiéndose como tal, se volvió Espíritu. El Espíritu, vaciándose por amor del otro, se hizo luz. Y de la luz invisible surgió el mundo visible de las formas. Son metáforas de lo indecible.

En la Biblia judía, 1000 años después, se dice: “Al principio creó Dios el cielo y la tierra. La tierra era una soledad caótica y las tinieblas cubrían el abismo, mientras el Espíritu vibraba sobre las aguas. Y dijo Dios: Que exista la luz. Y la luz existió”. Espiró y fue. Vibró y fue. Dijo y fue. Salió de sí y fue. El Espíritu, la Palabra, el salir de sí es la energía creadora originaria, el principio del Ser. El Infinito se retiró para dar lugar al mundo, dirá la Cábala. Como el mar que, al retirarse, crea la playa.

¿Y qué dice la ciencia, con el lenguaje de la matemática? La física de lo inmensamente grande y de lo inmensamente pequeño no parecen todavía del todo compatibles, pero en algo concuerdan: tanto el átomo como el universo están llenos de vacío, de “Nada”. Pero de un vacío o “Nada” que de nada no tiene nada: es puro campo de energía, de magnetismo, de vibración, de relación, de radiación. De fuerza creadora. De luz. Todo empezó y empieza en la luz del vacío. La Palabra –llamémosle Espíritu o energía– era la luz verdadera, dice el evangelio de Juan, y la Palabra se hizo carne. He ahí nuestro origen. He ahí lo que somos: Palabra o Espíritu o Luz invisible devenida forma visible: masa, materia, carne viviente, sensible, consciente.

¿Cómo empezaremos cada día a vivir de verdad, a ser lo que somos? Librándonos del miedo, la codicia, la posesión y el dominio. Liberándonos del ego, volviendo a la “nada” o al vacío creador, al Uno originario, a la relación magnética, al amor, al aliento que somos.

Quiero volver a empezar cada día. Volver a confiar cada vez en ti y en mí, en la Tierra Madre y en nuestra pobre especie apenas despertada todavía a la humanidad fraterna posible. Y, al confiar y al vencer el miedo, haré que se encarne y se expanda

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A pesar de todo: mis esperanzas para 2020.

Sábado, 11 de enero de 2020
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e78bddb41ca2ab7df9e3d5d9131415faCuando la vida te presente razones para llorar, demuéstrale que tienes mil y una razones para reír”. Que nadie me pregunte quién pudo pronunciar esta frase, porque me llegó a través de uno de los numerosos medios de comunicación de hoy en día; concretamente a través del whatsapp. Me hizo pensar tanto en su momento que la puse bien a recaudo, porque tenía casi la plena convicción de que, tarde o temprano, me resultaría más que oportuna.

Y en ello estamos. Sin pretender ser agorero de desgracias y calamidades, sí quiero presentar algunas realidades de mi entorno, concretamente del mundo y de la sociedad en que vivo y de la Iglesia de la que me siento miembro, aunque no con toda la plenitud que me gustaría. Realidades que me producen ciertos niveles de tristeza e incluso de desánimo en algún momento; pero no lo suficiente como para no vislumbrar en ellas, mal que les pueda pesar a no sé quiénes, una segunda cara que llama al optimismo y a vivir, aún si cabe, con más esperanza.

Haciendo mía la sentencia de Publio Terencio Africano, s. II aC, “Soy un hombre, nada humano me es ajeno”, quiero entrar en la vida, la de aquí principalmente porque es la mía, para sacar a la luz algunas de las sombras que la envuelven, según mi manera de ver. Pero no con la intención de entonar un lamento y ya está, sino con el propósito de traer a colación otras realidades y compromisos de personas y gentes que me insuflan una ilusión necesaria que me ayuda no solo a no desfallecer, sino a continuar caminando con nuevos ánimos y bríos.

Me preocupa, y mucho, decir lo contrario por mi parte sería una gran irresponsabilidad, los brotes más que anecdóticos de racismo que han venido para instalarse de manera cómoda en nuestras ciudades y en nuestros pueblos. No me consuela, todo lo contrario, que lo mismo esté pasando acá y acullá de mis fronteras. Me preocupa que ya no sea el color sino el dinero, o la falta de dinero que acostumbra a acompañar al color, el factor que les sirva a muchos para dirimir los derechos de las personas. Hasta llegar al derecho más sagrado, el de la vida. Ya no vale nada la vida de un inmigrante perdido en altamar a la deriva. Es pobre, ¡qué más da!

Me preocupa la escalada y el auge de grupos sectarios y reaccionarios que llegan al poder o a estar muy cerca de él, aupados por desalmados o por ignorantes en el mejor de los casos. Me preocupa la utilización de la mentira por cierto tipo de personas, pues me resisto a denominarlos ideologías, como el instrumento más eficaz para conseguir de los electores la mayor cantidad de votos posibles. Me preocupa la acusación infundada, rayando la calumnia en numerosos casos, que los citados anteriormente utilizan contra colectivos de personas concretos. Me preocupa el acoso, velado muchas veces, pero totalmente real, contra sectores que plantean sus relaciones humanas de manera diferente a como se ha venido haciendo hasta hace un tiempo.

Me preocupa la pérdida derechos fundamentales vigentes hasta hace muy poco y que hacían más humana la vida de las personas en general, especialmente de los colectivos más desfavorecidos. Me preocupa la aplicación de la ley de manera severa y contundente contra sectores en situación de riesgo y de vulnerabilidad. Me preocupa que muchas de las calles de nuestras ciudades continúen sirviendo de dormitorio para hombres y mujeres que, por razones bien diversas, han llegado hasta lo más bajo, como es el hecho de perder la más elemental autoestima. Me preocupa que, hasta para recibir alimento en los comedores sociales de alguna ciudad del Estado, se hayan abierto listas de espera. Me preocupa el grado de intemperie a que se ve sometida la mujer tanto a nivel laboral como de convivencia en cuanto a pareja se refiere.

Me preocupa, pasando ya a otro colectivo o institución, que la Iglesia no se resigne a asumir que ya no es la única garante moral de las costumbres de las ciudadanas y ciudadanos del mundo en general y de este país en concreto. Me preocupa que la jerarquía de la Iglesia española calle demasiado ante ciertas actitudes inmorales por parte de los gobiernos, sobre todo en relación con los inmigrantes, porque me da la impresión de que tiene miedo a perder el estatus o ciertos privilegios que viene gozando. Me preocupa una Iglesia más obsesionada por el dogma, las creencias y los ritos que por la ética y el compromiso con la vida y con las personas. Me preocupa…

Yo mismo me pregunto ¿puede haber esperanza después de todo esto? No puedo hablar por las demás personas, claro está; por tanto, lo voy a hacer por mí mismo. Por ello, y en cuanto a mí se refiere, quiero decir que al lado justo de las calamidades anteriores existen realidades preñadas de unos valores que animan a seguir viviendo y apostando por la esperanza en una sociedad más justa y en una Iglesia más evangélica.

Me anima la movilización de la mujer a través de colectivos bien diferentes denunciando su discriminación respecto al varón en tantas facetas de la vida, como son, entre otras, la laboral, la educacional y la familiar. Me anima la fuerza con que adolescentes y jóvenes han salido a las calles de numerosas ciudades del mundo, también de nuestro país, denunciando el abuso pertinaz que se está haciendo contra el planeta que habitamos. Me anima el órdago que los/las pensionistas de nuestro país han echado a los dirigentes públicos y políticos reclamándoles justicia, no limosna. Me anima que el colectivo LGTBI vaya consiguiendo, no sin esfuerzos ni zancadillas, que sus derechos sean reconocidos cada vez por más número de personas. Me anima el estilo de Iglesia, acorde con el Evangelio, que Francisco va convirtiendo poco a poco en realidad. Me animan todos los grupos y comunidades cristianas que viven su fe a la intemperie y hacen de la opción por los pobres la razón de su seguimiento a Jesús. Me anima…

A lo mejor es poco, pueden decir algunos/as. Pero para mí es suficientemente grande e importante como para mantener viva mi esperanza durante el 2020.

¡FELIZ AÑO!

Juan Zapatero Ballesteros

Fuente Fe Adulta

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Feliz año, si cambiamos con él

Jueves, 9 de enero de 2020
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Este año que está a punto de empezar, no será diferente, si nosotros y nosotras no cambiamos con él.

Sin grandes deseos irrealizables. Sin esfuerzos que no podamos llevar a cabo.

Desde la cotidianidad y el sueño de transformar la realidad más inmediata, brindado la ternura de la solidaridad en tierras cercanas o allende los mares.

Que los recortes no nos rebajen los ánimos, la sonrisa, la ternura, la alegría.

Que la indignación no dé paso al desencanto, sino a la participación, la lucha, el trabajo diario por un mundo mejor.

Que la crisis nos ayude a cambiar de paradigmas, viviendo una vida más sencilla, más fraterna, más feliz.

Que las dificultades nos hagan descubrir nuevas posibilidades, nuevas personas para solucionar los problemas con fe y esperanza.

Que sigamos gozando de la vida, dando vida a nuestro alrededor, en compañía de la familia, los amigos y compañeros de camino. Ellos y ellas son nuestro mejor tesoro.

Feliz año si lo intentamos vivir así.

*

Miguel Ángel Mesa Bouzas
Fuente Fe Adulta

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“Recordatorio anual”, por Gabriel Mª Otalora

Jueves, 9 de enero de 2020
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Calendario-2020ECLESALIA, 03/01/20.- El libro del Génesis es el de los comienzos, el libro que habla del principio de todo, tomando prestados temas de la mitología mesopotámica adaptados al pueblo israelita creyente en un solo Dios. La llegada de un nuevo año no deja de ser también una génesis por mor de los calendarios: el final de un tiempo concreto que da comienzo a otro tiempo nuevo que llamamos 2020, lleno de sorpresas, incertidumbres y esperanzas.

Pensando sobre lo que supone otro año de vida, lo siento de manera coral desde mi óptica cristiana, es decir, más allá de los doce meses que finalizan y el nuevo año que llama a la puerta. Dios ha creado todo el universo, poniendo buen cuidado en no finalizar la creación; al contrario, ha puesto una buena parte de la misma en manos del ser humano, como un colaborador necesario, un verdadero  co-creador a partir de los mimbres dejados por el Padre Dios. El resultado obtenido siglo tras siglo, año tras año, supone esfuerzo, evolución, ejercitarse en el método de prueba y error así como lo más importante de todo: una necesaria colaboración entre seres humanos sin la cual nada que tenga fundamento es posible.

Estamos hechos a imagen y semejanza de Dios con el atributo principal de ser capaces de amar. Además, tenemos la capacidad de elegir libremente lo esencial de nuestra vida a la que han inoculado el “cromosoma” del anhelo de la felicidad plena. Pero nuestro desarrollo óptimo debe realizarse en comunidad, nos guste o no. Un ejemplo relevante de esto es la llamada Declaración Universal de los Derechos Humanos, en el sentido de ser la culminación de siglos de avances que para un cristiano son el resultado de un plan mayor de Dios. A pesar de aprobarse en 1948, todavía es un punto de partida que busca la extensión generalizada de los principales derechos humanos en base a la dignidad de la persona.

Ahora, trabajar en red en cualquier área del conocimiento es fundamental, conviviendo con los egos y miserias humanas que dificultan cualquier avance de la humanidad. Los avances de unos se sustentan en los descubrimientos de sus predecesores.  El desarrollo de la genética, el descubrimiento estructura del ADN, la teoría de la relatividad, la energía nuclear, los descubrimientos astrofísicos del cosmos, los enormes avances médicos, la informática y las redes sociales… todo es fruto de la colaboración y esfuerzo de muchas generaciones.

Todas las etapas de su vida  son parte de un proceso constante de aprendizaje y evolución, a partir de las experiencias propias o ajenas. Que el ser humano es un ser social por naturaleza lo formuló Aristóteles para constatar que todos nacemos con la característica social de la necesidad de los otros para sobrevivir y mejorar. Todos poseemos, por tanto, una doble dimensión -individual y social- para alcanzar nuestro desarrollo pleno.

Cuando trabajamos en equipo conseguimos resultados completamente diferentes a hacerlo de otras maneras. El efecto que tiene la comunidad en el logro es exponencial al generar sinergias y un impacto global. Cuando hay resultados positivos, cada uno vibra con el trabajo que ha hecho, pero debería valorar todo lo que ha recibido: “Si he visto más lejos es porque estoy sentado sobre los hombros de gigantes”, dijo Newton. Esfuerzo, confianza, pertenencia, reconocimiento, legado… Lo cierto es que no solemos pararnos a pensar en la importancia de los esfuerzos colectivos. Y cuanto mayor es la implicación por motivación, mayor es también el beneficio y la satisfacción individual.

El cambio de año es tan señalado en la mayoría de culturas que muchos lo ven como una oportunidad para nuevos propósitos; otros lo sienten como una fecha triste al subrayar que la vida se va poco a poco (la nuestra y la de los seres queridos). Yo prefiero valorar la existencia como un regalo lleno de oportunidades y posibilidades, pues creo que nuestra intervención puede tener influencia directa en muchos resultados, sobre todo cuando nos apoyamos los unos en los otros. Si la creación es fruto del amor de Dios, nuestra vida también lo es. Nada hay cerrado y definitivo hasta la muerte. Somos parte de un Plan mayor y nuestras capacidades envueltas en la confianza en Dios serán capaces de transformar lo que hoy parece inamovible. No hay más que leer algunas buenas biografías de cualquier tiempo y lugar para constatarlo. Hagamos pues de nuestra fe una palanca transformadora de cada día contando con los demás, poniendo la confianza en Dios si pretendemos resultados relevantes.

¡Feliz nuevo año de corazón!

(Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

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2020: Año de la Biblia. Guía de lectura en doce meses

Miércoles, 8 de enero de 2020
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2CA919D9-C762-4F16-9232-00C5A2BB45BDDel blog de Xabier Pikaza:

Renovar el cristianismo y recrear la Iglesia

El libro consta de tres partes: (a) Presentación general de la Biblia en esquemas. (b) Motivos fundamentales. (c) Camino y guía de lectura en doce meses. Ahora insisto en la tercera parte, recogiendo algunos elementos de ese esquema de lectura  en doce meses, para aquellos que quieran dedicar un año (este año 2020) al estudio general de la Biblia.
El libro ofrece, según eso,  una guía de lectura  e inmersión completa en la Ciudad-Biblia,  a lo largo de doce meses, como “esquema” orientativo, para aquellos que quieran conocerla y dejarse sorprender por ella. Evidentemente, no  expongo  aquí todos los esquemas, motivos y estrategias de conocimiento de la Biblia, que he detallado en el libro (en especial en pag 257-285,  con las pertinentes orientaciones bibliográficas), pero ofrezco un resumen de su contenido.

  En esa línea, conforme a los deseos del Papa Francisco, el lector interesado, podrá recorrer el doce meses los caminos de la Ciudad-Biblia, para renovar el Cristianismo y recrear la Iglesia. (Presentación del libro A. Piñero, Una “Guía” breve para adentrarse en el mundo de los libros de la Biblia:   http://www.religiondigital.org/el_blog_de_antonio_pinero/Guia-breve-adentrarse-libros-Biblia_7_2190750907.html)

Primer mes 1 (enero…?). Los evangelios sinópticos 

              En el comienzo de la Biblia cristiana está la vida de Jesús, tal como ha sido recogida e interpretado por los evangelios sinópticos. Por eso será bueno empezar por ellos:

Primera semana: Marcos, leído entero cada día. Distingan las dos partes principales del texto: (a) Mc 1, 1-8, 26: Vida y mensaje de Jesús en Galilea, anunciando y preparando la llegada del Reino de Dios. (b) Mc 8, 27-16, 8: Camino de Jesús hacia Jerusalén, donde las autoridades de la ciudad le condenan a muerte. Descubran la necesidad de volver a empezar el camino de Jesús en Galilea (16, 1-8). Marcos no ha escrito el evangelio para que sus lectores se limiten a conocer la historia pasada, sino para que retomen el camino de Jesús y lo recorran con él.

Segunda semana: Mateo, leído también por entero cada día. Pronto descubrirán es que Mateo ha incluido un prólogo con el nacimiento de Jesús (Mt 1-2) y un epílogo con escenas de su resurrección (Mt 28), “completando” el texto de Marcos, al que añade unos materiales que provienen del Q (libro de sermones de Jesús, no conservado). Descubrirán también que Mateo ha introducido cinco grandes sermones (Mt 5-7; 10; 13; 18 y 223-25), donde recoge la doctrina de Jesús, de un modo catequético y sistemático, presentando así a Jesús como un predicador sabio.

 Tercera semana: Lucas, también entero cada día. Lucas retomó el texto de Marcos, unido al Q (lo mismo que Mt) para judíos, cristianos y paganos, presentando a Jesús como figura religiosa importante, que debe ser conocida en el ambiente culto de su tiempo, pues su vida y mensaje aporta algo que otros no han conocido. Lucas quiso decir que la historia de Jesús tiene que continuarse en la Iglesia. Por eso termina su evangelio diciendo que Jesús ha “subido” al cielo, encargando su tarea mesiánica a los hombres (prometiéndoles la venida del Espíritu Santo).

 Cuarta semana: (a)  Completen aquellas cosas que no han quedado claras en las tres anteriores. Siéntanse capaces de leer los sinópticos por sí mismos, sacando las consecuencias que vieren, no las que otros les han dicho. (b)  Apunten las cosas más importantes que han visto en los tres evangelios. Dejen los temas abiertos, pues habrá que volver a esta Plaza de Jesús (con los sinópticos) al fin de todo el recorrido.

2º mes (¿febrero…?). Historia israelita

              Para entender a Jesús, la lectura del AT ha de empezar los libros de los historia de Israel, entendida como revelación de Dios en la vida de los hombres. Sólo los israelitas conciben su historia como “teofanía, presencia activa de Dios:

– Primera semana. Será bueno empezar por 1-2 Sam y 1-2 Rey, que son los libros centrales de la obra deuteronomista (siglos VI-V aC) donde se ha plasmado la raíz de la identidad israelita, en la historia anterior al exilio.

– Segunda semana. Se pasará Esd-Neh, 1-2 Cron, que se han tomado a veces como obra del “cronista” (IV aC), para conocer que momentos básicos de la “restauración” de Israel tras el exilio (Esd-Neh) y la forma como los judíos de ese tiempo han entendido su historia, desde una perspectiva sacral (de templo).

Tercera semana. En este momento se podrá estudiar y entender la reconstrucción deuteronomista de la historia original del pueblo, según el apartado c (Josué y Jueces).

– Cuarta Semana. Se podrán leer los libros Rut, 1-2 Mac, para completar de esa manera la visión de la historia israelita. Si hay tiempo, esos libros pueden y deben compararse con la obras de los historiadores griegos (Herodoto y Tucídides).

 Tercer Mes: Hechos de los Apóstoles  

               Es necesario pasar de la historia de Jesús  (y de la historia del AT) al surgimiento de la Iglesia. Por eso será conveniente dedicar el segundo mes al estudio de ese tema, insistiendo en el libro de los Hechos de los Apóstoles

– Primera semana. Léase cada día la primera parte de Hechos (Hech 1-15), fijando los motivos, precisando las escenas, distinguiendo los protagonistas, e insistiendo de un modo especial en las claves del del conflicto que lleva al Concilio, con la solución allí propuesta (Hch 15).

– Segunda semana. Léase también cada día la segunda parte del libro (Hch 15-28), empezando de nuevo por el Concilio (Hch 15) y fijando los momentos fundamentales de la misión (éxito y fracaso) de Pablo hasta llegar a Roma.

– Tercera semana. Para completar lo anterior, esta semana se pueden leer algunos textos más biográficos de Pablo, y más centrados en la iglesia (Gal 1-2; 1 Cor 1-4. 11-15; 2 Cor 9-12 y todo Flp), comparando así la visión de Hechos con la de otros textos del NT (y también con los libros históricos del AT, leídos el mes anterior).

– Cuarta semana. Se volverá a los sinópticos y a los libros históricos del AT, comparando el mensaje y destino de Jesús con el despliegue de Israel y el de la Iglesia, para destacar así la diferencia y la continuidad que existe entre ambos acontecimientos.

 4º Mes. Libros proféticos

          Para el estudio del Antiguo Testamento, después de los libros de historia, vienen los proféticos, pues la Biblia es un libro profético. Éste es un tema muy extenso, que no se puede exponer en un mes… pero se pueden  ofrecer las bases fundamentales para su estudio:

 Primera Semana. Se leerán los relatos de vocación (Is 6, Jer 1‒2, Ez 1‒3) y los textos de los profetas más citados en el NT (como Isaías 40‒55 y Zac), que son más conocidos y que servirán de introducción a todo lo que sigue.

Segunda Semana. Se leen los profetas Mayores (Is, Jer, Ez), dedicando a uno cada dos días, y destacando los pasajes más significativos: Libro del Emmanuel (Is 7-11); Relatos biográficos, con oráculos de restauración (Jr 26-45); Primera actividad (Ez 12-24).

Tercera Semana. Dedicados a los profetas Menores (Oseas, Joel, Amós, Abdías, Jonás Miqeas….), leyendo dos cada día. De lectura obligada, más atenta son Oseas, Amos y Miqueas.

Cuarta Semana. Servirá para recapitular las semanas anteriores, insistiendo en los textos más significativos y comparando a los profetas de Israel con filósofos y personajes proféticos de nuestro tiempo.

5º Mes. Pablo (corpus paulino) 

Conocemos ya Pablo por  Hechos (mes 3º), donde se ofrece una visión general de su historia. Este mes pasamos a sus cartas, que son el primer testimonio escrito de la profecía y novedad cristiana. Pablo traduce  en ellas el Mensaje de Pascua de Jesús en forma de palabra (anuncio y denuncia) para las comunidades que ha fundado, apareciendo como profeta (comparar Gal 1, 15 con Jr 1,5; Is 49, 1), al que Dios ha llamado para extender a las naciones el mensaje de su Hijo Jesucristo. Por eso, proponemos su lectura después de los profetas del AT:

 Primera semana. Empezaremos leyendo las primeras cartas auténtica l Tes, 1-2 Cor, con Flp y Fl (a lo que se puede añadir 2 Tes, que es posterior) para conocer su visión de Cristo y de la Iglesia.

Segunda Semana. Seguimos con las cartas auténtica,  empezando quizá por Flp y Fl, para centrarnos en Gal y Rom, que nos sitúan en el corazón de la teología paulina (pecado y gracia, salvación por la fe, unión de todos los hombres en Cristo).

Tercera Semana. Se estudiarán las cartas posteriores de la escuela de Pablo, de tipo místico-eclesial (Col-Ef), con las pastorales (1-2Tim, Tito), tal como aparecen en la “vía de la derecha”, para conocer el despliegue de la misión y teología paulina.

Cuarta Semana. Será bueno recoger, en forma de síntesis, la experiencia y teología de Pablo. En contra de lo que a veces se ha dicho, él no ha inventado una nueva religión, sino que ha expresado (ha sacado las consecuencias) del movimiento de Jesús, partiendo de su pascua (muerte y resurrección mesiánica). Leer más…

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Año de la Biblia

Jueves, 2 de enero de 2020
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7191906unhombrejovenleyendolabibliaaotrojovenenlacrcel-1024x684Hermanas y hermanos, amigas y amigos: Vayan por delante nuestros mejores deseos de paz y felicidad para el Año Nuevo.

El Consejo Mundial de Iglesias y el Papa Francisco han declarado 2020 como el Año de la Biblia. Su objetivo es que todos los cristianos tengamos un conocimiento directo y personal de la Biblia. La Biblia, para un cristiano, es el álbum de familia; no para copiar la vestimenta de nuestros abuelos, sino para conocer nuestras raíces. No leemos la Biblia porque la distancia de culturas, a lo largo de más de veinte siglos, nos la hacen incomprensible, contradiciendo nuestros conocimientos científicos y nuestra conciencia ética.

Por eso Fe Adulta quiere desarrollar durante estos doce meses un plan que contextualice y haga comprensible la lectura gradual del libro sagrado. Sabemos que la Biblia no es palabra inalterable de Dios, sino palabras humanas que expresan nuestra búsqueda de Dios. Comencemos este mes con unas orientaciones generales para la lectura personal de la Biblia. El resto de meses iremos proponiendo material para estudiar los principales libros del Nuevo y del Antiguo Testamento.

Cada mes recomendaremos unos vídeos y unas lecturas para profundizar en nuestro acercamiento a la Biblia.

Libros recomendados:

A la fuente cada día, de Fray Marcos Rodríguez. Un comentario al evangelio diario para el que sienta la necesidad de hacer un rato de oración cada día. Un motor de puesta en marcha para adentrarse después en las profundidades del mensaje de Jesús. Editorial Fe Adulta.

Ciudad Biblia, de Xabier Pikaza. Una guía para adentrarse, perderse y encontrarse en los libros bíblicos. Editorial Verbo Divino.

Vídeos recomendados:

Hermenéutica Bíblica (I), de Xabier Pikaza: Principios básicos de la Hermenéutica Bíblica: Cómo leer la Biblia. Para interpretar la Biblia hay que contextualizarla en el tiempo y en su momento cultural. Las grandes Religiones antiguas no tenían libro. Los fenicio-palestinos lograron una escritura fácil de aprender y se democratizó la cultura escrita hasta tal punto que lo más característico del pueblo judío es su libro sagrado, que recoge la identidad de Israel.

Hermenéutica Bíblica (II), de Xabier Pikaza: La palabra hermenéutica significa interpretar. No hay lectura sin interpretación. Repasamos varios métodos de interpretación de la Biblia: método patrístico-medieval, escolástico y protestante. El más importante surgió a raíz de la Ilustración y es el método crítico, que comprende el análisis riguroso desde la crítica histórica, literaria, filosófica, psicológica y sociológica. Dentro de cada rama del saber hay métodos de análisis, Por ejemplo, para hacer crítica literaria se recurre al análisis de las formas o la lectura de la redacción.

Hermenéutica desde la mujer, de Carmiña Navia: La hermenéutica afirma que los textos hablan en la medida en que responden a las preguntas que le plantea el lector. La herencia sociocultural que arrastramos hace que la mirada de la mujer sea distinta a la del varón y por lo tanto, las preguntas que las mujeres plantean en la lectura de la Biblia son diferentes a las que han venido planteando los varones durante más de veinte siglos.

Cómo se formaron los evangelios, de Pope Godoy: José Godoy, experto en Ciencias Orientales y análisis semánticos del Nuevo testamento, nos da unas pinceladas muy interesantes sobre cómo se formaron los evangelios: cómo se pasó de la tradición oral a la escrita, cuál es el evangelio más antiguo, de qué fuentes se alimentan, etc. Además de sus conocimientos como teólogo, Pope Godoy aporta ese entusiasmo por la figura de Jesús, que le ha llevado a ser un incansable defensor de los derechos sociales y gran comunicador de los evangelios.

Cómo leer la Biblia, artículo de Gonzalo Haya.

Cuentan que el inventor del fuego, entusiasmado con la utilidad de su descubrimiento, recorrió todos los pueblos enseñándoles a encender el fuego. Pasado un tiempo volvió a visitarlos para apreciar los progresos que habrían logrado con su descubrimiento. Al llegar vio que los nativos habían levantado un monumento en la montaña y allí conservaban un altar con el fuego. Ese era todo el progreso conseguido.

Eso es lo que hemos hecho con la Biblia: la hemos encerrado en una vitrina, fuera del polvo y del desgaste de nuestras manos. No la leemos, ni siquiera la consultamos como se consulta un diccionario, porque nos han enseñado a interpretarla literalmente (“al pie de la letra”) y esa lectura contradice nuestros conocimientos científicos, históricos, y éticos. Por eso nos parece mejor sacralizarla en su urna; conservarla como aquel fuego en lo alto de la montaña, sin que influya en nuestra vida diaria.

¿Cómo leer la Biblia? Es absolutamente necesario situar cada libro en su momento histórico y cultural. Para situarlos necesitamos algunas orientaciones generales, una introducción a cada libro, o notas a pie de página. Sin embargo lo más importante será cotejar cada texto con nuestra conciencia y con nuestra búsqueda de Dios.

La Biblia no es palabra intangible de Dios, sino una novela histórica sobre nuestra búsqueda de Dios, con nuestros aciertos y nuestros errores. Al leerla, no sólo con los ojos sino con el corazón, nosotros añadimos una nueva página a la Biblia que Dios ha situado en el altar del universo.

Dios se ha manifestado siempre en la Historia, pero los hombres lo hemos entendido según la medida de nuestros conceptos y experiencias. Lo que se recibe adopta la configuración del recipiente, decía santo Tomás (Quidquid recipitur ad modum recipientis recipitur); y nosotros le hemos ido dando a Dios la configuración de nuestras capacidades culturales. Por eso Josué, caudillo de un pueblo en busca de tierra en la que asentarse, interpretó a Yahvé como Señor de los ejércitos. Nuestros conceptos filosóficos y éticos han evolucionado, y nuestra idea de Dios tiene que evolucionar, sin abandonar sus raíces; porque como decía un pedagogo indígena boliviano “no hay desarrollo sino a partir del propio rollo”.

En cada Carta semanal, se propondrán algunas lecturas que ayuden a contextualizar e interpretar los respectivos libros, pero aquí quiero anticipar algunas orientaciones que el Papa Francisco consignó en su encíclica Evangelii gaudium (nº 145-154).

· Lo más importante es descubrir cuál es el mensaje principal… lo cual implica reconocer el efecto que el autor ha querido producir.

· Para entender un texto hay que ponerlo en conexión con el mensaje de toda la Biblia.

· Acercarnos a la Palabra con un corazón dócil y orante… para que engendre una mentalidad nueva.

· Preguntarnos qué nos dice a nosotros ese texto.

· Sentir que nos invita a dar un paso más, pero no nos exige una respuesta plena si todavía no hemos recorrido el camino que la hace posible.

· Discernir lo que el Señor desea decir en esa determinada circunstancia.

Gonzalo Haya

Fuente Eclesalia/Fe Adulta

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Cristianos Gays os desea un Feliz Año Nuevo 2020

Miércoles, 1 de enero de 2020
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Mafalda4

“Cuidado hemos de tener, no sea que por confiados
en los auxilios humanos, perdamos algo de
la confianza que debemos tener en Dios.

(San Fco. Javier)

Al comenzar el 2020 queremos felicitaros este año nuevo con la alegría propia de los hijos de Dios.

Tenemos 366 días por delante para llevar a cabo esos propósitos nacidos a la luz de Navidad y que, con el impulso del Espíritu, nos ayudara a madurar en nuestra vida cristiana.

Estamos llamados a llevar la alegría del Evangelio a tantos y tantos hermanos y hermanas nuestros que sienten la soledad espiritual y física de estar escuchando constantemente que la forma de amar que Dios hizo nacer en nuestro corazón, por pura gracia, es pecado abominable. Debemos llevar la alegría de quien se sabe querido por Dios, se sabe hijo de Dios, a todos nuestros rincones cotidianos. No seamos nunca hombres y mujeres tristes: un cristiano jamás puede serlo. Nunca nos dejemos vencer por el desanimo. Nuestra alegría no es algo que nace de tener tantas cosas, sino de haber encontrado a una persona, Jesús; que está entre nosotros; nace del saber que, con Él, nunca estamos solos, incluso en los momentos difíciles, aun cuando el camino de la vida tropieza con problemas y obstáculos que parecen insuperables, ¡y hay tantos!… Sigamos a Jesús en este año nuevo. Nosotros acompañamos, seguimos a Jesús, pero sobre todo sabemos que Él nos acompaña y nos carga sobre sus hombros: en esto reside nuestra alegría, la esperanza que hemos de llevar a todos en este mundo nuestro. Y, por favor, no os dejéis robar la esperanza. Esa que nos da Jesús.

Ojala los pastores de todas las confesiones, de todas, sean capaces de transmitir esa esperanza y alegría propia de Dios, solo de Dios.

Desde Cristianos Gays os deseamos a todos un feliz año nuevo 2020 lleno de momentos preciosos e íntimos con el Señor.

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Feliz Año Nuevo, Urte berri on, Bon any nou, Feliz aninovo, Bon añu nuevu, Bon annada

feliz_año_nuevo

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Felix sit annus novus
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Y en casi todos los idiomas del Mundo: Leer más…

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