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Josep Vicent Martínez: Cuaresma, tiempo esperanzador

Martes, 27 de febrero de 2024
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cuaresma_portada_01Para prepararnos convenientemente a las fiestas pascuales de la Resurrección del Señor se nos ofrece la cuaresma, que no tiene por qué ser un tiempo triste, gris o negro, sino un tiempo esperanzador, porque tal y como dice el Papa Francisco en el mensaje para la cuaresma del presente 2024: “a través del desierto Dios nos guía hacia la libertad”

En verdad, nuestra vida puede compararse con un desierto en el que muchas veces nos resulta imposible subsistir.

Cuando Dios sacó a los israelitas de Egipto, el pueblo cayó en la cuenta de que el mismo Señor se había fijado en la dura esclavitud que el pueblo sufría y bajó a liberarlos de sus esclavitudes.

Pero la fe del pueblo debía ser probada para que Dios pudiera cerciorarse de que su pueblo, en verdad, le estaba siendo fiel.

No fue así. El pueblo se rebeló contra su Dios, contra su Libertador, contra su único Señor, y pese a que una y otra vez el pueblo volvía a arrepentirse y pedía perdón, el Señor les perdonaba, pero al cabo de poco tiempo los israelitas volvían a ser infieles a su Dios, el que les había sacado de la esclavitud, y recaían en la idolatría, rechazando al Dios vivo y verdadero.

Algo así es nuestra vida con sus altibajos, con nuestras caídas y nuestras infidelidades, con nuestros momentos de alegría y casi de euforia por tener un Dios rico en misericordia y lealtad, el Dios siempre fiel que nos llama a la verdadera libertad, al amor, a la confianza en Él, a la obediencia a sus mandatos, a servir a todos, en especial a los más pobres, a los descartados, a las víctimas, a los que yacen medio muertos a la orilla del camino sin que nadie les eche una mano, etc.

Pues bien, Dios es siempre fiel y no puede negarse a sí mismo. Nosotros somos débiles, quebradizos, pecadores; nos mata el tener y el poseer, pero los preferimos antes que el ser: es cierto que vivimos en la sociedad de la apariencia y del despilfarro mientras miles y miles de hermanos nuestros no tienen lo necesario para poder vivir dignamente.

El ayuno, la limosna y la oración, (los tres resortes que Jesús nos enseñó a practicar no para que los hombres se fijen en nosotros, sino para que esos resortes nos ayuden en nuestro camino de conversión), siguen siendo vigentes en pleno siglo XXI, siempre que los entendamos en su significado más profundo, el que Jesús les dio.

“Quiero misericordia, no sacrificios” nos exhorta el Señor.

Vamos a atravesar este desierto que es la cuaresma con la mirada fija en Jesús, el que inició y completa nuestra fe, como dice la carta a los Hebreos.

Y vamos a hacerlo en comunión con todos los miembros de la Iglesia, que es el Pueblo santo de Dios, con un gran amor al Papa Francisco, a nuestros Pastores, a los que viven y predican el Evangelio con sus palabras y con sus vidas, a los que están dispuestos a dar su vida por los demás.

Vamos a aprender de las mujeres creyentes, de las más pobres, de los desterrados, perseguidos, asediados, de las víctimas, de los niños, de los migrantes y refugiados, pues ellas y ellos son los preferidos del Señor y nos ayudan a orar en el Espíritu de Cristo, nos ayudan a esperar contra toda esperanza, a creer a pesar de todo.

Vamos a compartir nuestros bienes materiales y no materiales con los demás, que el ayuno y la limosna están para eso, no para presumir de religiosidad.

Recientemente el Papa Francisco nos recordó que hemos olvidado la adoración al Señor y el servicio a los demás.

¿Por qué no aprovechamos los días de la cuaresma para centrarnos en el Señor, y en consecuencia, para amar, servir y promover a los más pobres?

Entonces podremos ver hecho realidad cómo es el Señor mismo quien nos hace pasar del desierto y el egoísmo a la libertad y a la caridad fraterna que hoy tanto necesitamos personal y comunitariamente.

Josep Vicent Martínez, febrero de 2024.

Fe Adulta

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“Éste es mi Hijo amado”. Domingo 25 de Febrero de 2024. Domingo segundo de Cuaresma

Domingo, 25 de febrero de 2024
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20-cuaresma B2 cerezoLeído en Koinonia:

Génesis 22,1-2.9-13.15-18: El sacrificio de Abrahán, nuestro padre en la fe.
Salmo responsorial: 115: Caminaré en presencia del Señor en el país de la vida.
Romanos 8,31b-34: Dios no perdonó a su propio Hijo.
Marcos 9,2-10: Éste e mi Hijo amado.

Después del anuncio de la pasión y del llamado al seguimiento, Marcos introduce el relato de la transfiguración (Mc 9,2-8). Algo así como una “Pascua anticipada”, junto a una crucifixión igualmente “anticipada”. Después viene la discusión sobre la resurrección y el retorno de Elías (Mc 9,9-13) y la historia de la sanación del niño mudo (Mc 9,14-29). Según Xavier Pikaza, los tres relatos tejen un tríptico eclesial que vincula la experiencia de oración, la fe sanadora y el anuncio de la pasión y la resurrección. Así la experiencia pascual (transfiguración) está unida a la acción liberadora.

Veamos en primer lugar la fuerza simbólica del relato, y después “ataremos cabos” para resaltar el mensaje para nuestro HOY:

“Seis días” que evocan los “seis días” de la creación, o los “seis años” de trabajo antes del “año sabático”. Es pues, tiempo productivo, de siembra, de actividad, de preparación. En este ambiente sucede la transfiguración. Pudiéramos decir que la transfiguración pertenece a “otro tiempo”, que irrumpe en el “tiempo ordinario”, con el fin de producir un contraste, un desequilibrio, un llamado de atención, una corrección.

“Tres discípulos”: Pedro, Santiago y Juan, en representación de la comunidad discipular conducida por Jesús. La humanidad masculina en camino al encuentro transformador con la divinidad. Quizá por ello más necesitada de la corrección que va a desarrollarse en lo alto del monte.

“Vestidos resplandecientes” para resaltar la transformación, en donde el resplandor y la blancura expresan la profundidad y la integridad del cambio operado. Las primeras comunidades cristianas usaron vestidos blancos recién lavados para simbolizar la nueva vida que se proponían vivir. Los vestidos exteriores son expresión de los profundos cambios en el interior de las personas.

“Tres seres resplandecientes”: Jesús, Moisés y Elías, en representación de la “comunidad celestial” en comunión. También masculina. Quizá por ello, el encuentro de las dos comunidades sólo suman “seis”. La plenitud del “siete” tendrá lugar mediante la inclusión de la comunidad femenina.

“Tres tiendas”, simbolismo del éxodo y del Dios del éxodo, experiencia tribal originaria y fundacional de Israel. El tiempo de las tiendas es también tiempo de alianza tribal, de solidaridad, de igualdad. En la fiesta de las tiendas sukkot cada familia hacía una choza y habitaba en ella, recordando la salida de Egipto.

Tenemos un énfasis en el simbolismo trinitario: 3 seres celestiales (Jesús, Moisés, Elías), 3 discípulos (Pedro, Juan, Santiago), 3 chozas (éxodo); tres veces tres junto con la gloria de Dios. Tres significa comunidad, perfección, plenitud. Es la propuesta comunitaria de Dios para la humanidad a partir del mismo ser trinitario de Dios. Es el proyecto a construir una vez que se regrese a la llanura.

“Nube”, para los pueblos del desierto significa sombra, lluvia, vida, alegría, bendición. Por eso, siempre está relacionada con Dios. Es un signo visible de la presencia y la compañía gratificante de Dios. Así lo fue durante la travesía del pueblo por el desierto, Dios caminaba delante de él señalando el camino. La voz y la nube van junto al pueblo, cuando este decide construir el proyecto de Dios.

“Subir el monte alto”: evocando Horeb-Sión, lugar donde Moisés y Elías se vieron “cara-a-cara” con Dios. Epifanía que revela el proyecto de Dios y que da fuerza y sabiduría para llevarlo a cabo. Ascenso humanizador, en cuanto capacidad y decisión para realizar lo revelado por Dios.

“Descender del monte”: a la llanura, para el encuentro y la transformación humana y social. En el descenso, quienes experimentaron la resurrección, discuten sobre la “resurrección de los muertos”. El monte está relacionado con la resurrección y la llanura con la muerte. Evocación de los orígenes de Israel en las montañas tribales en contraste con las llanuras tributarias e idolátricas. Producir tal contraste es la tarea permanente de quienes “descienden del monte”. De ahí el imperativo a descender.

En el camino a Jerusalén era necesaria la transfiguración. Galilea había mostrado el “éxito” del reino de Dios. La comunidad discipular identificó allí la realización de los tiempos mesiánicos relacionados con los milagros de Jesús y con las multitudes necesitadas. La expectativa judía de un Mesías liberador de la opresión romana estaba siendo respondida. La comunidad discipular aún no salía de estos moldes mesiánicos. Cuando Jesús anuncia su pasión y crucifixión, hay alarma y desconcierto. No se entiende un mesianismo que pase por la cruz. Para “corregir” esta situación vivida por la comunidad post-pascual de Marcos, el relato introduce la transfiguración.

No sabemos cuál sea el contenido materialmente histórico de este relato teológico, ni es importante conocerlo; este relato, como todo el evangelio, no está escrito tanto “para que sepamos” un dato material de la vida de Jesús, sino “para que creamos”, para alimentar nuestra fe subrayando un aspecto de una verdad salvífica (no una verdad física). Para comunicarnos un mensaje espiritual (una verdad profunda), sin que importe la veracidad fáctica del hecho que sirve de símbolo-vehículo para la transmisión de ese mensaje (o sea, aunque como verdad superficial no fuera cierto tal hecho).

Lo que en el sentido profundo se trasmite en el texto es una vivencia fundamental para toda persona humana, que lo fue sin duda también para Jesús: la necesidad de transcender la superficie de las cosas para captar su sentido profundo. En un momento privilegiado de gracia, los discípulos pudieron acceder a una visión más honda de lo que significaba aquél Jesús humilde que les acompañaba “como uno de tantos”. Y eso les dio ánimos y les fortaleció para continuar la “subida a Jerusalén”.

La fe es la que opera esa “transfiguración”; por ella la vida real, tantas veces chata y sin relieve, rutinaria o hasta decepcionante, se “trasfigura”, mostrándonos sus riquezas de sentido, su trasfondo de dimensiones transcendentes, hasta hacernos experimentar incluso que “todo es gracia”, como dijo Bernanos. Ante esa visión transfigurada de la realidad, uno se extasía, sentimos el deseo de detener el tiempo para contemplar y saborear… Pero esos momentos privilegiados, transfigurados, son excepciones; a lo largo del camino hacia Jerusalén hay pocos montes Tabor…

La fe es la que debe suplir y hacer posible en el fondo del corazón la fuerza para subir al monte Tabor, incluso cuando podamos estar más cerca del otro monte, el Calvario… La fe nos puede dar “una visión contemplativa de la realidad”, una visión mayor, penetrante, transfiguradora, anticipadamente escatológica incluso. Este poema de Casaldáliga que les ofrecemos parece expresar algo semejante.

“Vi un cielo nuevo y una tierra nueva”

Entonces veré el sol con ojos nuevos
y la noche y su aldea reunida;
la garza blanca y sus ocultos huevos,
la piel del río y su secreta vida.

Veré el alma gemela de cada hombre
en la entera verdad de su querencia;
y cada cosa en su primero nombre
y cada nombre en su lograda esencia.

Confluyendo en la paz de Tu mirada,
veré, por fin, la cierta encrucijada
de todos los caminos de la Historia

el reverso de fiesta de la muerte.
Y saciaré mis ojos en Tu gloria,
para ya siempre más ver, verme y verte.

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Carlos Ayala Ramírez: Cuaresma: “Fuera los ídolos que nos agobian, fuera los apegos que nos aprisionan”.

Martes, 20 de febrero de 2024
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IMG_3062El tema del mensaje del papa Francisco para la Cuaresma de 2024 es “A través del desierto Dios nos guía a la libertad”. El mensaje tiene un carácter profético, es decir, cultiva el pensamiento crítico y la urgencia de poner en práctica el hacer que unifica memoria y actualidad, fe y justicia, gratuidad y compromiso, libertad y liberación, realidad y utopía, humanización y desarrollo. El fundamento del mensaje es lo que se conoce como el núcleo de la fe de Israel: “Yo soy el Señor, tu Dios, que te hice salir de Egipto, de un lugar de esclavitud”. La evocación de un hecho pasado se hace en la medida en que tiene vigencia en el presente. El Papa recuerda que el Dios de la Biblia es un Dios que ha visto la opresión de su pueblo, ha oído los gritos de dolor, provocados por sus capataces, conoce muy bien sus sufrimientos y por eso ha bajado a liberarlo del poder opresor. El papa actualizando ese pasado, afirma que también hoy llega al cielo el grito de tantos hermanos y hermanas oprimidos. Y de inmediato invita a preguntarnos: ¿nos llega también a nosotros ese grito? ¿Nos sacude? ¿Nos conmueve?

El obispo de Roma sostiene que estas preguntas siguen desafiándonos y que, el camino cuaresmal 2024 será concreto, si al escucharlas confesamos que seguimos bajo el dominio del Faraón. “Es un dominio que nos deja exhaustos y nos vuelve insensibles. Es un modelo de crecimiento que nos divide y nos roba el futuro; que ha contaminado la tierra, el aire y el agua, pero también las almas”. El faraón de ayer y de hoy, explica el papa, “destruye incluso los sueños, roba el cielo, hace que parezca inmodificable un mundo en el que se pisotea la dignidad y se niegan los vínculos auténticos”. De ahí se deriva un gran peligro: el éxodo puede interrumpirse y los sueños de libertad truncarse. Y de nuevo las preguntas que invitan a pensar y actuar: ¿deseo un mundo nuevo? ¿Estoy dispuesto a romper los compromisos con el mundo viejo?

Pero, según el Papa, más temibles que el faraón son los ídolos que son concebidos como la voz del opresor dentro de nosotros, que se hacen patentes cuando nos sentimos omnipotentes, reconocidos por todos, cuando tomamos ventajas sobre los demás. Todo ser humano, explica el papa, siente en su interior la seducción de esta mentira. “Por eso, podemos  apegarnos al dinero, a ciertos proyectos, ideas, objetivos, a nuestra posición, a una tradición e incluso a algunas personas”. Las consecuencias de estos apegos son gravemente dañinas. El Papa habla de que en lugar de impulsarnos nos paralizan, en lugar de unirnos nos enfrentan, en lugar de compañeros y compañeras de viaje encontramos amenazas y enemigos. La pregunta en este contexto es: ¿cómo opera la voz del opresor en la vida personal y colectiva?

Ahora bien, la Cuaresma no solo es tiempo para “ver la realidad”, como lo afirma el documento. Es también tiempo de conversión, tiempo de libertad, tiempo de actuar, tiempo de decisiones comunitarias, tiempo para detenerse y reflexionar, tiempo para madurar. En esta línea, el mensaje del Papa invita a reconocer las semillas de nueva humanidad que hay en el mundo: la de los pequeños y humildes que no han sucumbido al encanto de la mentira. “Mientras que los ídolos vuelven mudos, ciegos, sordos, inmóviles a quienes les sirven, los pobres de espíritu están inmediatamente abiertos y bien dispuestos; son una fuerza silenciosa del bien que sana y sostiene el mundo”, afirma el Papa.

El mensaje también subraya que, en Cuaresma, redescubrimos que el amor a Dios y al prójimo es un único amor. Para el Papa no tener otros dioses es detenerse ante la presencia de Dios, en la carne del prójimo. Por eso considera que la oración, la limosna y el ayuno no son tres ejercicios independientes, sino un único movimiento de apertura y vaciamiento.  En ese espíritu proclama: “¡fuera los ídolos que nos agobian, fuera los apegos que nos aprisionan!”.

Pero el itinerario cuaresmal (de la esclavitud a la libertad) no solo tiene un componente personal, sino también social, que ha de traducirse en actitudes, prácticas y actos diarios, individuales y comunitarios, en la familia y en el trabajo, en la oración y en la política. Por tanto, según el mensaje, Cuaresma implica un tiempo para las decisiones pequeñas y grandes, “capaces de cambiar la cotidianidad de las personas y la vida de un barrio: los hábitos de compra, el cuidado de la creación, la inclusión de los invisibles o los despreciados”.

Finalmente, el Papa invita a todas las comunidades cristianas a ofrecer a sus fieles momentos para reflexionar sobre los estilos de vida; a darse tiempo para verificar su presencia en el barrio y su contribución para mejorarlo. En este momento histórico, dice el Papa, “los desafíos son enormes, los quejidos dolorosos —estamos viviendo una tercera guerra mundial a pedacitos—, pero abrazamos el riesgo de pensar que no estamos en una agonía, sino en un parto; no en el final, sino al comienzo de un gran espectáculo”.

La Cuaresma 2024, nos pone en contacto con dos cuestiones radicales de la vida: la esclavitud y la libertad. Si el mensaje reaviva en nosotros la esperanza de un mundo humanizado, vale la pena interiorizarlo, difundirlo y llevarlo a la práctica.

 

Carlos Ayala Ramírez

Profesor de la Escuela de Pastoral Hispana de la Arquidiócesis de San Francisco, CA; Profesor facilitador del Certificado de liderazgo Hispano del Boston College; Docente jubilado de la UCA.

Fuente Fe Adulta

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“Se dejaba tentar por Satanás, y los ángeles le servían”. Domingo 18 de febrero de 2024. Domingo primero de cuaresma

Domingo, 18 de febrero de 2024
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19-cuaresma B1 cerezoLeído en Koinonia:

Génesis 9,8-15: El pacto de Dios con Noé salvado del diluvio.
Salmo responsorial: 24:Tus sendas, Señor, son mi misericordia y lealtad para los que guardan tu alianza.
1Pedro 3,18-22: Actualmente os salva el bautismo.
Marcos 1,12-15:Se dejaba tentar por Satanás, y los ángeles le servían.

La primera lectura, Génesis 9, contiene la «alianza de Dios con Noé». La alianza famosa, la más importante, tendrá lugar más tarde, la alianza con Abraham. La Alianza con Noé pertenece a un segundo plano de “la economía de la salvación”. ¡Nunca más habrá diluvio para destruir la tierra!, le asegura Dios a Noé (Gn 9,11). Y esta promesa va acompañada de un memorial: el arco iris, señal del nuevo pacto entre Dios y la humanidad.

¡El miedo al “diluvio” ha sido quebrado! Ahora tenemos una nueva alianza a partir de una alternativa de vida para todos los seres vivientes. El arca que ha abrigado a la familia se transforma en una gran casa acogedora de la vida, en donde el cuidado con los animales se destaca de una manera especial (Gn 9,1-7). Es la casa de la vida que coloca al ser humano en comunión con la tierra, con la naturaleza, con el cosmos.

El río Jordán, el desierto, y la Galilea son como un mismo “hilo conductor” de un desplazamiento fundamental que da inicio al evangelio de Marcos. Ahí percibimos el movimiento del reino de Dios que nos invita a movilizarnos en búsqueda de nuestros propios “lugares del Reino” donde se concreten y desarrollen nuestras opciones por la vida, por la dignificación de las personas y de las comunidades.

El río Jordán evoca grandes y significativos hechos de la historia de Israel. El más importante, sin duda, cuando Josué y el grupo del desierto atraviesan el río para entrar en la tierra prometida (Jos 3-4). Relato de los orígenes de aquel proyecto de vida igualitaria revelado por Dios a los esclavos fugitivos de Egipto. A partir de esta memoria primordial, Juan el Bautista convoca al pueblo alrededor de una nueva esperanza mesiánica. Allí también acude Jesús, procurando “las aguas de Juan”.

El desierto es muy frecuentemente mediación de discernimiento, formación y maduración en el proyecto de Dios. Jesús es llevado por el Espíritu al desierto, lugar por excelencia donde Israel aprendió a ser pueblo. Sujeto y proyecto anudados alrededor de la memoria del éxodo dando inicio al evangelio de Jesús.

Galilea es el lugar donde Jesús concreta su opción de humanidad y de humanización. Esta geografía es para Jesús el espacio vital del Reino. Es un mar, una tierra y un pueblo abierto a las naciones del entorno. Las fronteras se “cruzan” dando lugar a la inclusión de lo diverso en múltiples “misturas”. Favorabilidad donde madura e irrumpe el kairós del reino de Dios.

El paso del Jordán al desierto, plantea la articulación de movimientos mesiánicos proféticos que tienen en esos lugares, sus fuentes de inspiración y de organización. La confrontación con Satanás, como principio cósmico del mal que Marcos lo vincula con la enfermedad, la marginación y la muerte de los pobres, será para Jesús la definición de su vida por la ruta del reino de Dios. El desierto deja de ser lugar de prueba y penitencia según la tradición judía, para convertirse en lugar de aprendizaje definitivo en la confrontación y el desequilibrio. El Espíritu de Dios lleva a Jesús hasta la memoria fundacional de Israel, donde, venciendo a Satán, la vida se torna en fidelidad hacia Dios y hacia lo humano.

El simbolismo de los “cuarenta” tiene que ver con el trauma del nuevo nacimiento. Los poderes de la historia se hallan enfrentados: Jesús como principio de la humanidad liberada desde Dios, y Satanás, que es signo y causa de la muerte en el mundo. Nos hallamos frente al relato de un nuevo origen. Marcos re-escribe la historia, llevándonos del agua del bautismo a la re-construcción de la humanidad, para decirnos que Jesús está ahí apostando por una opción de vida, dignidad y felicidad humana. Pero Jesús no asume el combate solitario. Está junto con los animales y los ángeles como evocando un nuevo paraíso. El servicio angélico comunica esperanza y porta salvación. Al retomar el “paraíso” para re-iniciar el camino de lo humano, Jesús cuenta con fuerzas naturales y angelicales (la tierra y el cielo) favorables. Jesús se encuentra entre la tentación satánica y el servicio angélico. Es el dilema que permanentemente enfrentaremos. Marcos ha evocado estos poderes como en un espejo para que podamos mirarnos en ellos. Nos ha dicho lo que es tentar y servir, nos ha arraigado en la “historia original”. Ya en la historia concreta esos actores sobrenaturales desaparecen y es cuando Jesús nos enseña a servir, sirviendo a su comunidad discipular.

Obviamente, los cuarenta días del desierto no desaparecen. Duran todo el evangelio, toda la vida. Son paradigma de la contradicción y el desequilibrio que permanentemente atraviesan la historia. En la trama de la vida humana se ha venido a introducir y decidir la trama de pecado y esperanza de todos los vivientes (incluidos los animales, los ángeles y los diablos).

En definitiva, la liturgia nos presenta este evangelio del comienzo del ministerio de Jesús, por paralelo con el comienzo de la cuaresma. La Cuaresma es la vida humana… Leer más…

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Jesús contra el Diablo: demonios del mundo y de la iglesia (Mc 1, 12-13)

Domingo, 18 de febrero de 2024
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Del blog de Xabier Pikaza:

El evangelio de este Dom 1 Cuaresma (Mc 1, 12-15) consta de dos partes. De la segunda (1, 14-15: Mensaje de Jesús: conversión o metanoia) traté ayer. De la primera (1, 12-13: Jesús y el Diablo) trato aquí de forma esquemática. He desarrollado el tema con mucha extensión en otros trabajos. Aquí lo presento de un modo esquemático, como introducción al evangelio de Marcos y reflexión sobre el drama de Dios y la tarea de los hombres. Buen domingo.

Texto, Marcos 1,12-15

En aquel tiempo, el Espíritu empujó a Jesús al desierto. Se quedó en el desierto cuarenta días, dejándose tentar por Satanás; vivía entre animales, y los ángeles le servían.

Cuando arrestaron a Juan, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios. Decía: “Se ha cumplido el plazo, está cerca el reino de Dios: convertíos y creed en el Evangelio.”

Introducción  

            Hoy comento la primera parte del texto, que retoma el  motivo del paraíso (Gen 2-3) y lo aplica a Jesús, como hombre nuevo (verdadero Adán/Eva), principio de la nueva humanidad, presentación de los dos personajes del evangelio de Marcos:  el Diablo y Jesús.  Estos son sus cuatro temas.

— Jesús estuvo en el desierto cuarenta días. Cuarenta días son el tiempo de prueba de la vida, camino que en Éxodo lleva de la esclavitud (Egipto) a la libertad de la tierra. Primitiva. Jesús es la Nueva humanidad, en él condensada, varón y mujer, judíos y gentiles. Esos cuarenta días no son tiempo “cronológico”, sino kairológico (kairos, condición de la vida humana)

— Siendo tentado por Satanás. Jesús es el Hijo (la humanidad de Dios, como acaba de decir la voz de 1,9-11). Es Dios encarnado, realizando la travesía de la humanidad. Satanás (Diablo/Tentador) forma parte de la humanidad/encarnación de Dios. Se le puede entender como condición de la finitud (Dios haciéndose tierra, vida humana) y riesgo de culpabilidad. No  un Satán Externo (Dios o diablo con cuernos y poderes cósmicos). Es la misma tentación o riesgo de la vida.

Dios no lo crea (no es creación, sino anti-creación, un tipo de antimateria). Ese Diablo/tentación es la misma prueba de la vida humana. Es por una parte lo más grande que somos/tenemos (libertad, poder dudar del mismo Dios, de nosotros mismos), siendo por otra parte lo más arriesgado y peligroso (poder de destruirnos, poder de muerte). Según eso, el Diablo/tentación forma  parte necesaria y peligrosa de nuestra vida. No es un diablo material externa, es la condición diabólico/divina de nuestra vida humana.

— Y vivía con las animales (theriôn), es decir de los animales (no de las alimañas como pone de un modo equivocado la traducción litúrgica española). Éste es el nuevo Adán, que pone nombre a los animales, como dice Gen 2-3, pero que esta sólo ante ellos y con ellos, pues no le dan verdadera compañía. La buena nueva de Jesús es un retorno de nuestro origen cósmico y animal, el descubrimiento de que somos tierra/polvo, de que somos árbol/planta, de que somos animales, ha puesto de relieve la tradición ecológica.

—Y los ángeles le servían (Mc 1, 12-13). Siendo parte del mundo animal, el hombre es parte del mundo angélico, es decir, del espíritu y palabra de Dios…Sabiendo que todo está al servicio de los hombres… Igual que los animales están al servicio de los hombres, también están a su servicio los ángeles, las “inteligencias, la vida”, como dice de un modo radical Pablo: “  todo es vuestro: sea Pablo, sea Apolos, sea Cefas, sea el mundo, sea la vida, sea la muerte, sea lo presente, sea lo por venir, todo es vuestro, y vosotros de Cristo, y Cristo de Dios. (1 Cor 3, 22-23).

Esta es la nueva humanidad, condensada en Jesús, a quien el mismo Dios ha llamado (creado, instituido, como Hijo: Mc 1, 10-11) es un relato simbólico, de intenso contenido existencial, que ha de entenderse bien, pues indica la hondura abismal y la tarea de la vida de Jesús (y de los que en él creen/creemos), en términos de fondo sagrado y de intenso compromiso, como ayer mostraba. Es un texto que ha de entenderse como relato de nueva creación (como Rom 5), pero con unas  anotaciones fundamentales

  1. Este Cristo, hijo de Dios, es la humanidad entera, varón y mujer, judíos y gentiles (cf. Gal 3, 28), humanidad que no comienza en un paraíso (Gen 2-3), sino en un desierto que debemos atravesar, para convertirlo en paraíso. El mundo del que nacemos, en el crecemos no es aún paraíso, sino que es desierto que debemos convertir en paraíso.
  2. Esta nueva humanidad no se transmite por generación varón-mujer (como en Gen 2-3), sino por comunicación humana, a través de la palabra y testimonio, por humanidad compartida. No se niega la generación biológico-personal, pero se abre un tipo más alto de comunicación humana.
  3. Desde aquí (a partir de Mc 14-15: tema de la conversión, metanoia o nueva conocimiento-ser) comienza la nueva humanidad, el evangelio como conocimiento nuevo, recreación humana.
  4. Desde ese fondo hay que re-interpretar el tema de las “fieras” (animales, sería), que no son alimañas como he dicho sino el fondo animal de la vida humana… Conforme a la tradición apocalíptica, los animales puede convertirse en fieras destructoras (Dan 7), en un tipo de monstruos demoniacos.
  5. Éste es el prólogo de todo el evangelio. El conjunto de Marcos será la concreción y desarrollo de este comienzo… Este es el tema del Apocalipsis de Juan, pero expresado en forma biográfica, no de escatología consecuente.

Entorno bíblico. Los judíos, un pueblo experto en “satanismo ·

IMG_3147División de “espíritus”. Israel ha trazado una separación de campos: ángeles y demonios han dejado de ser equivalentes: Partiendo de un dualismo moral, que adquiere caracteres muy intensos, los ángeles se muestran como poderes buenos, al servicio de Dios y para ayuda de los hombres; los demonios son, en cambio, negativos, destructores.

a) La separación de campos no llega al dualismo teológico: El Diablo no tiene verdadera categoría de antidiós; es simplemente un principio del mal que en ámbito de cosmos y, sobre todo, en un plano de división antropológica. Lo demoníaco forma parte de una historia humana que se destruye a sí misma.

b) Jerarquización de lo demoníaco: El ámbito de poderes o espíritus perversos se halla dominado y dirigido por un príncipe del mal que ha recibido el nombre de Satán, Mastema, Diábolos o Diablo, Belial y Beelzebú, según las tradiciones; los demonios son sus ayudantes y seguidores, son la expresión concreta de lo demoníaco/satánico en la vida de los hombres.

c) Ángeles y demonios realizan (simbolizan) funciones contrarias que se centran, básicamente, en estos cinco espacios: sostenimiento o destrucción de la vida humana, apertura y cierre de la historia, origen del mal, libertad o esclavitid del cosmos, plenitud  (cielo, resurrección) o destrucción de la vida humana (muerte, infierno: retorno al abismo/caos del que ha surgido la humanidad de Dios por medio de la palabra y el amor).

d) Conclusión cristiana: Jesús, gran ángel encarnado en la historia, Hijo de Dios. El Nuevo Testamento reasume esos rasgos y supone esas funciones, pero las transforma y retraduce de una forma que juzgamos decisiva. Para ello, significativamente, rompe el paralelo entre los dos espacios: quien se enfrenta con lo demoníaco no es ya el mundo de los ángeles, sino el mismo Hijo de Dios, que es Jesucristo. Por eso, los ángeles pierden su importancia, al menos desde un punto de vista teológico; la función que ellos podían realizar, como enviados de Dios y amigos de los hombres, vienen a cumplirla Cristo y el Espíritu.

Teología satánica del Antiguo Testamento. Las tres perversiones

             Entre los ángeles que forman la corte de Yahvé y que de acuerdo con la vieja terminología politeísta reciben el nombre de sus «hijos», debe haber como en las cortes de este mundo un funcionario que defienda el interés de Dios y observe los pecados de los hombres, acusándoles delante de su trono. Tal es el personaje que aparece en Job 1 y que se llama, con su nombre de trabajo, el «satán», que significa «aquel que prueba» o adversario.

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Tentación sin tentaciones. Primer domingo de Cuaresma. Ciclo B

Domingo, 18 de febrero de 2024
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IMG_3074“… y los ángeles le servían”

Del blog El Evangelio del Domingo, de José Luis Sicre sj:

Un relato sin tentaciones (Marcos 1,12-13)

Si se hiciera una encuesta a los cristianos sobre las tentaciones de Jesús, algunos mencionarían la de convertir una piedra en pan; otros, que Satanás le ofreció toda la gloria y riqueza si lo adoraba; los más listos incluso recordarían lo de tirarse desde el pináculo del templo. Con eso, demostrarían conocer los relatos de las tentaciones que cuentan Mateo y Lucas. Pero Marcos no dice nada de eso.

En aquel tiempo, el Espíritu empujó a Jesús al desierto. Se quedó en el desierto cuarenta días, siendo tentado por Satanás; vivía con las fieras y los ángeles lo servían.

Más que un relato parece un guion con seis datos que el catequista deberá desarrollar.

El Espíritu. En la tradición bíblica, el Espíritu es el que impulsa a los Jueces y a los profetas a realizar la misión que Dios les encomienda: salvar al pueblo de sus enemigos o transmitir su palabra. En este caso, con notable diferencia, el Espíritu impulsa a Jesús al desierto.

El desierto es el lugar de la prueba, como lo fue para el pueblo de Israel cuando salió de Egipto, camino de la Tierra Prometida. Allí fue tentado para ver si era fiel. Y la inmensa mayoría sucumbió en la prueba, mostrándose un pueblo de corazón duro y obstinado. Jesús, en cambio, superará en el desierto la tentación.

Los cuarenta días equivalen a los cuarenta años que, según la tradición bíblica, pasó Israel en el desierto. Es número de plenitud, de tiempo redondo (recuérdense los cuarenta días del diluvio, los cuarenta días de Moisés en el Sinaí, los cuarenta días entre la resurrección de Jesús y la Ascensión, etc.).

Satanás. Nosotros hemos adornado este personaje con tantos elementos (incluidos cuernos y rabo) que conviene dejar claro cómo lo concibe Marcos. El evangelista usa el nombre de Satanás en cinco ocasiones (1,13; 3,23.26; 4,15; 8,33), y desaparece en la segunda parte del evangelio (cc.9-16); curiosamente, la última vez que se menciona a Satanás no se refiere al demonio sino el apóstol Pedro, que quiere apartar a Jesús de la pasión y la cruz. Por consiguiente, Satanás es el símbolo de la oposición al plan de Dios. Satanás quiere apartar a Jesús del camino que Dios le ha trazado en el bautismo: hacer que se olvide de pobres y afligidos, dejar de consolar a los tristes, de anunciar la buena noticia. O, como hará Pedro más adelante, pedirle que cumpla su misión, pero sin pensar en cruz ni sufrimientos.

Fieras y ángeles. Esta curiosa mención está cargada de simbolismo. Los animales del desierto no son los que ve cualquier campesino galileo a su alrededor: mulos, vacas, ovejas… Son escorpiones, alacranes, etc. Y esto nos recuerda el Salmo 91,11-13, donde aparecen mencionados junto con los ángeles:

  «A sus ángeles ha dado órdenes

  para que te guarden en todos tus caminos;

  te llevarán en sus palmas

  para que tu pie no tropiece en la piedra;

  caminarás sobre chacales y víboras,

  pisotearás leones y dragones».

Jesús, en el desierto, sufre la tentación de Satanás. Pero Dios está a su lado, lo protege mediante sus ángeles, y hace que triunfe en todos los peligros.

Estos elementos (tentación, vivir con los animales, servicio de los ángeles) recuerdan al relato de Adán en el paraíso, tal como se contaba en las tradiciones rabínicas. De este modo, Marcos presenta a Jesús como el nuevo Adán, que, a diferencia del primero, no sucumbe a la tentación, sino que la supera.

Primera actividad de Jesús y síntesis de su predicación (Marcos 1,14-15)

El relato de las tentaciones en Marcos es tan breve que la liturgia ha añadido las frases siguientes. Aunque tratan un tema muy distinto (el comienzo de la actividad de Jesús), la invitación a la conversión encaja muy bien al comienzo de la Cuaresma.

Después de que Juan fue entregado, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios. Decía: «Se ha cumplido el tiempo y está cerca el reino de Dios. Convertíos y creed en el Evangelio».

Esas palabras ya las leímos el domingo 3º del Tiempo Ordinario. Marcos ofrece tres datos: 1) momento en el que Jesús comienza a actuar; 2) lugar de su actividad; 3) contenido de su predicación.

Momento. Cuando encarcelan a Juan Bautista. Como si ese acontecimiento despertase en él la conciencia de que debe continuar la obra de Juan. Nosotros estamos acostumbrados a ver a Jesús de manera demasiado divina, como si supiese perfectamente lo que debe hacer en cada instante. Pero es muy probable que Dios Padre le hablase igual que a nosotros, a través de los acontecimientos. En este caso, la desaparición de Juan Bautista y la necesidad de llenar su vacío.

Lugar de actividad. A diferencia de Juan, Jesús no se instala en un sitio concreto, esperando que la gente venga a su encuentro. Como el pastor que busca la oveja perdida, se dedica a recorrer los pueblecillos y aldeas de Galilea, 204 según Flavio Josefo.

Los judíos de Judá y Jerusalén no estimaban mucho a los galileos: «Si alguien quiere enriquecerse, que vaya al norte; si desea adquirir sabiduría, que venga al sur», comentaba un rabino orgulloso. Y el evangelio de Juan recoge una idea parecida, cuando los sumos sacerdotes y los fariseos dicen a Nicodemo: «Indaga y verás que de Galilea no sale ningún profeta» (Jn 7,52).

Mensaje. ¿Qué dice Jesús a esa pobre gente, campesinos de las montañas y pescadores del lago? Su mensaje lo resume Marcos en un anuncio («Se ha cumplido el tiempo y está cerca el reino de Dios») y una invitación («convertíos y creed en el Evangelio»).

El anuncio encaja en la mentalidad apocalíptica, bastante difundida por entonces en algunos grupos religiosos judíos. Ante las desgracias que ocurren en el mundo, y a las que no encuentran solución, esperan un mundo nuevo, maravilloso: el reino de Dios. Para estos autores era fundamental calcular el momento en el que irrumpiría ese reinado de Dios y qué señales lo anunciarían. Jesús no cae en esa trampa: no habla del momento concreto ni de las señales. Se limita a decir que «está cerca».

Pero lo más importante es que vincula ese anuncio con una invitación a convertirse y a creer en la buena noticia.

Convertirse implica dos cosas: volver a Dios y mejorar la conducta. La imagen que mejor lo explica es la del hijo pródigo: abandonó la casa paterna y terminó dilapidando su fortuna; debe volver a su padre y cambiar de vida. Esta llamada a la conversión es típica de los profetas y no extrañaría a ninguno de los oyentes de Jesús.

Pero Jesús invita también a «creer en la buena noticia» del reinado de Dios, aunque los romanos les cobren toda clase de tributos, aunque la situación económica y política sea muy dura, aunque se sientan marginados y despreciados. Esa buena noticia se concretará pronto en la curación de enfermos, que devuelve la salud física, y el perdón de los pecados, que devuelve la paz y la alegría interior.

El recuerdo del bautismo (dos primeras lecturas)

Desde antiguo, la celebración de la Pascua quedó vinculada con el bautismo de los catecúmenos el Sábado Santo, y eso ha influido en la selección de las lecturas. Ya la primera carta de Pedro ve en la salvación de ocho personas del diluvio atravesando el agua un símbolo del bautismo que ahora nos salva. Este texto se recoge en la segunda lectura. La primera, como es lógico, recuerda el relato del Génesis.

Génesis 9.8-15

Dios dijo a Noé y a sus hijos:

Yo establezco mi alianza con vosotros y con vuestros descendientes, con todos los animales que os acompañan, aves, ganados y fieras, con todos los que salieron del arca y ahora viven en la tierra. Establezco, pues, mi alianza con vosotros: el diluvio no volverá a destruir criatura alguna ni habrá otro diluvio que devaste la tierra.

Y Dios añadió: Esta es la señal de la alianza que establezco con vosotros y con todo lo que vive con vosotros, para todas las generaciones: pondré mi arco en el cielo, como señal de mi alianza con la tierra. Cuando traiga nubes sobre la tierra, aparecerá en las nubes el arco y recordaré mi alianza con vosotros y con todos los animales, y el diluvio no volverá a destruir a los vivientes.

La carta de Pedro (llamada así, aunque no la escribió san Pedro) ve en el diluvio un simbolismo del bautismo: Noé y sus hijos se salvaron cruzando las aguas del diluvio, el cristiano se salva sumergiéndose en el agua bautismal.

  1 Pedro 3, 18-22

Queridos hermanos: Cristo sufrió su pasión, de una vez para siempre, por los pecados, el justo por los injustos, para conduciros a Dios. Muerto en la carne pero vivificado en el Espíritu; en el Espíritu fue a predicar incluso a los espíritus en prisión, a los desobedientes en otro tiempo, cuando la paciencia de Dios aguardaba, en los días de Noé, a qué se construyera el arca, para que unos pocos, es decir, ocho personas, se salvaran por medio del agua. Aquello era también un símbolo del bautismo que actualmente os está salvando, que no es purificación de una mancha física, sino petición a Dios de una buena conciencia, por la resurrección de Jesucristo, el cual fue al cielo, está sentado a la derecha de Dios y tiene a su disposición ángeles, potestades y poderes.

Jesús y nuestro bautismo

La presentación de Jesús como nuevo Adán está estrechamente relacionada con la nueva vida que comienza en el cristiano con el bautismo. La Cuaresma es el mejor momento para profundizar en este sacramento que, en la mayoría de los casos, recibimos sin ser conscientes de lo que recibíamos.

 

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Del Paraíso al desierto y del desierto al Paraíso

Domingo, 18 de febrero de 2024
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IMG_3026Del blog de Tomás Muro La Verdad es libre:

01.-  COMENZAMOS LA CUARESMA: CUARENTA DÍAS.

La cuaresma son los cuarenta días de preparación a la Pascua del Señor.

Cuarenta es un número simbólico que aparece en momentos decisivos de la Biblia, de la cultura del pueblo de Israel y de Jesús.

El número cuarenta aparece más de 100 veces en la Biblia:

+ Cuarenta días y cuarenta noches estuvo lloviendo en el diluvio “bautismal” en tiempos de Noé.

+ De Moisés se dice que vivió 120 años: 40 en Egipto, cuarenta como pastor en Madián y cuarenta años peregrinando con las tribus hebreas tras el Éxodo hasta llegar a la libertad y la tierra de promisión.

+ Cuarenta son los días que Jesús estuvo en el desierto superando las tentaciones del desierto.

+ Jesús asciende a los cielos a los cuarenta días de la resurrección.

Cuarenta Significa un tiempo -toda la vida- de una experiencia humano-religiosa intensa, decisiva.

Llegar a la tierra de promisión, a la felicidad, a la realización personal (y comunitaria), nos va a costar “cuarenta años”, toda la vida de desierto.

02.- EL DESIERTO

El desierto no es solamente algo geográfico, un lugar árido y hostil, el desierto del Sahara…

El desierto en la Biblia tiene un sentido teológico y es una actitud de vida humano-religiosa.

El desierto es el lugar de la austeridad, del silencio, de la oración, es el lugar o la situación de prueba: la dureza de la vida. El desierto es camino y búsqueda.

La vida es un desierto. A lo largo de nuestro caminar atravesamos por un desierto muchas veces entre alimañas de todo tipo como escuchábamos en el evangelio, con tentaciones de todo tipo, con crisis y penas.

Nos hará bien huir del “mundanal ruido”, retirarnos de la algarabía social al desierto, escapar del zapping y cosas por el estilo.

Mejor nos encerramos en nuestra habitación para encontrarnos con nosotros mismos y con Dios.

Por otra parte, una cierta austeridad en la vida nos hace bien.

Parece como que el ideal de vida es pasarlo bien, todo fácil, cuantas menos horas de trabajo, mejor.

Facilitar todo a las generaciones más jóvenes -y a las nuestras- ¿no está creando personas más bien blandas? La vida es desierto, camino, esfuerzo, crisis, gracia, Éxodo, libertad y liberación.

03.- NOSTALGIA DE PLENITUD

Todos tenemos un anhelo infinito de vida y felicidad. Somos un eterno deseo de bienestar, de vivir bien. Somos una pasión infinita.

Nuestra vida, nuestro Éxodo, siempre está marcado también por el esfuerzo, heridas y alimañas: el mal, la culpa y muerte ¿Tres heridas incurables?

Somos siempre una asignatura pendiente para nosotros mismos. Somos una diferencia entre lo que somos y lo que quisiéramos vivir, incluso somos un pequeño abismo entre lo que somos y lo que deberíamos ser.

El hombre moderno (Ilustración) piensa que puede darse a sí mismo la felicidad y la plenitud, pero eso no es cierto. Pensamos que el progreso, la técnica, los políticos nos van a traer el paraíso terrenal, pero seamos conscientes de que no está en nuestras manos concedernos la plena felicidad.

Ninguna realidad humana llena nuestro corazón. Nunca el placer es bastante, nunca el dinero, ni el poder colman el corazón de ser humano.

Nuestro corazón no se aquieta con la simple realización de nuestras necesidades.

El ser humano no puede, no podemos colmar nuestra vida.

San Agustín escribía aquello de: Nos hiciste para Ti y nuestro corazón está inquieto, pues solamente descansará cuando te encuentre.1

Un salmo expresa muy bien estas cosas:

Mi alma tiene sed de ti, mi vida ti ansia de Ti,

como tierra reseca, agostada, sin agua,

(Salmo 63,2)

04.-  LA CUARESMA TIEMPO DE GRACIA.

Es cierto que la cuaresma es tiempo de penitencia y de conversión, pero, sobre todo, es tiempo de gracia.

No carguemos las tintas en el pecado y la penitencia con sus secuelas de culpabilidades, miedos, angustias, condenaciones, etc.

Convertirse no es un esfuerzo titánico contra el mal a base de penitencias y castigos, ayunos, cilicios y disciplinas. Nuestra conversión es comprender y vivir que Dios es bueno. Convertirnos es pasar de la imagen de un Dios justiciero a la realidad de un Dios de bondad y misericordia.

La cuaresma, el Éxodo es mirar al futuro con esperanza. Lo que esperamos de la bondad de Dios es la alegría del presente.

Que tengamos una serena travesía creyendo en el Evangelio de la gracia: Dios está de nuestra parte,

Dios hizo un pacto con la humanidad (Noé – alianza).

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Trans en Turquía: “La ONU volvió a darle vida a mis sueños”

Jueves, 1 de febrero de 2024
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Derechos humanos


Shiraz, una mujer trans de 23 años de Alejandría (Egipto), intentó suicidarse al no ser aceptada por su familia. Hoy, con el apoyo de la agencia de migración de la ONU (OIM), ve un futuro mejor en su nuevo hogar en la ciudad turca de Esmirna.

 A primera vista, nadie se daría cuenta del tumultuoso viaje que Shiraz ha afrontado para encontrar su lugar en el mundo. Shiraz estudia programación y sueña con ser cardiocirujana. Le gusta la danza del vientre, y sus videos de en la plataforma social TikTok acumulan miles de visitas y likes.

Sin embargo, el observador perspicaz notaría las cicatrices de sus brazos, que revelan su historia de manera silenciosa.

“La primera vez que me identifiqué como niña fue de pequeña”, recuerda. “Anhelaba ir a una escuela para niñas“.

La revelación de la infancia de Shiraz marcó un cambio en su vida. Su familia conservadora, incapaz de comprender su identidad de género, respondió con violencia. Más tarde, cuando era adolescente, la sometieron a una dolorosa terapia electroconvulsiva y la convencieron de que su identidad de género era un trastorno mental.

Después de un par de sesiones, no pude soportarlo más e intenté suicidarme. Me tiré desde un tercer piso. Me rescató la gente que se reunía abajo”, relata.

A pesar de que sufría un tormento inimaginable, Shiraz no recibió el apoyo necesario. La diferencia entre su apariencia física y la apariencia que figuraba en sus documentos de identidad oficiales le convirtió la vida en un reto.

Durante un tiempo encontró refugio en casa de su abuela, quien era su único apoyo, hasta que también ella recibió amenazas de violencia. Entonces, Shiraz quedó abandonada en la calle.

Fue entonces cuando supo de la existencia de una ONG que ayudaba a personas como ella. Al tener la oportunidad de reflexionar sobre su futuro, se planteó la posibilidad de emigrar. Así empezó su viaje a Turquía.

Primero se trasladó a Estambul y luego a Mersin, en el sur del país. Allí la vida tampoco fue fácil al principio, tuvo que enfrentarse a retos similares, buscar apoyo y protección.

“Estaba deprimida. Nunca imaginé que volvería a estudiar”, rememora.

Una organización local remitió a Shiraz al Centro Municipal y Comunitario de Inmigrantes de Mersin, gestionado por la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) en coordinación con el Ayuntamiento Metropolitano de Mersin, que brinda a asistencia a quienes necesiten desde apoyo psicosocial, hasta asesoramiento jurídico y facilitación de trámites esenciales.

Fue la OIM la que volvió a darle vida a mis sueños“, sostiene.

En los dos últimos años, el Centro se ha convertido en un faro de esperanza para Shiraz. Recibió el apoyo psicosocial que tanto precisaba, al igual que ayuda con el alojamiento. Además, el Centro le facilitó servicios de traducción para obtener sus documentos de identidad y la ayudó a matricularse en una universidad de Esmirna.

Ahora estudio en la Facultad de Programación, pero quiero cambiar a Medicina. Para eso necesito mejorar mi turco“, explica. “Quiero ser cardiocirujana, ya que a menudo nos duele el corazón. Quiero ayudar a la gente.

En vías de su reasentamiento en un tercer país, Shiraz anticipa una nueva etapa en su vida y está dispuesta a hacer realidad sus sueños, “como debería hacer toda chica“. Domina el árabe, el alemán, el inglés, francés y español, y confía en su capacidad para instalarse pronto en su hogar definitivo.

El Centro Municipal y Comunitario de Inmigrantes, que forma parte del programa de Protección y Resiliencia de la OIM, se gestiona en cooperación con el Ayuntamiento Metropolitano de Mersin. Es uno de los seis centros que funcionan en toda Turquía, cuyo objetivo es prestar la asistencia necesaria a los migrantes y refugiados y fomentar la cohesión entre las comunidades. El apoyo a través de los centros es posible gracias a la Oficina de Población, Refugiados y Migración del Departamento de Estado de Estados Unidos.

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United Nations


Mirada global Historias humanas

Fuente Noticias ONU.

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Ser cristiano es vivir lo que vivió Jesús.

Domingo, 14 de enero de 2024
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101493197DOMINGO 2 º (B)

Jn 1,35-42

Este 2º domingo del tiempo ordinario sigue hablando del comienzo. Juan acaba de presentar a Jesús como el ‘Cordero de Dios’ que quita el pecado del mundo e ‘Hijo de Dios’. Lo que hemos leído, sigue refiriendo otros títulos: ‘Rabí’, ‘Mesías’. En los que siguen se refiriere a aquel de quien han hablado la Ley y los Profetas, para terminar diciendo Natanael: Tú eres el ‘Hijo de Dios’, tú eres el ‘Rey de Israel’. Juan hace un despliegue de títulos cristológicos al principio de su evangelio para dejar clara la idea que tiene de Jesús. Naturalmente es una reflexión de la comunidad de finales del s. I.

No tiene sentido que nos preguntemos si los primeros discípulos fueron Andrés y otros que siguieron a Jesús en Judea o si Pedro y su hermano fueron llamados por él junto al lago de Galilea. No me cansaré de repetir que los evangelios no se proponen decirnos lo que pasó sino comunicarnos verdades teológicas con ‘historias’ que pueden hacer referencia a hechos reales o pueden ser inventadas. En este caso lo importante es que desde el principio un pequeño grupo siguió a Jesús de cerca.

Este es el cordero de Dios. El cordero pascual no tenía valor sacrificial ni expiatorio. Era símbolo de la liberación de la esclavitud, al recordar la liberación de Egipto. El que quita el pecado del mundo no es el que carga con nuestros crímenes, sino el que viene a eliminar la injusticia. En el evangelio de Juan, el único pecado es la opresión. No solo condena al que oprime, sino que denuncia también la postura del que se deja oprimir. Esto no lo hemos tenido claro los cristianos, que incluso hemos predicado el conformismo y la sumisión. Nadie te puede oprimir si no te dejas.

La frase del Bautista no es suficiente para justificar la decisión de los dos discípulos. Para entenderlo tenemos que presuponer un conocimiento más profundo de lo que Jesús es. Si Juan lo conocía es probable que sus discípulos también hubieran tenido una estrecha relación con él. Antes había dicho que Jesús venía hacia Juan. Ahora nos dice que Jesús pasaba, lo adelanta, pasa delante de él. “El que viene detrás de mí…”

Siguieron a Jesús, indica mucho más que ir detrás de él, como hace un perro. “Seguirle” es un término técnico en el evangelio de Juan. Significa el seguimiento de un discípulo que va tras las huellas de su maestro, es decir, que quiere vivir como él vive. “Quiero que también ellos estén conmigo donde estoy yo” (17,24). Es la manera de vivir de Jesús lo que les interesa. Es eso lo que él les invita a descubrir.

¿Qué buscáis? Una relación profunda solo puede comenzar cuando Jesús se vuelve y les interpela. La pregunta tiene mucha miga. Juan deja claro que hay maneras de seguir a Jesús que no son adecuadas. La pregunta: ¿Dónde vives?, aclara la situación; porque no significa el lugar o la casa donde habita Jesús, sino la actitud vital de éste. La pregunta podría ser: ¿En qué marco vital te desenvuelves? Nosotros queremos entrar en ese ámbito. Jesús está en la zona de la Vida, en la esfera de lo divino.

No preguntan por su doctrina sino por su vida. No responde con un discurso, sino con una invitación a vivir. A esa pregunta no se puede responder con una dirección de correos. Hay que experimentar lo que Jesús es. ¿Donde moras? Es la pregunta fundamental. ¿Qué puede significar Jesús para mí? Nunca será suficiente la respuesta que otro haya dado. Jesús es algo único e irrepetible para mí, porque le tengo que ver desde una nueva perspectiva. La respuesta dependerá de lo que yo busque.

Venid y lo veréis. Así podemos entender la frase siguiente: “Vieron como vivía y aquel mismo día se quedaron a vivir como él. No tiene mucho sentido la traducción oficial, (y se quedaron con él aquel día), porque el día estaba terminando, (cuatro de la tarde). Los dos primeros discípulos todavía no tienen nombre; representan a todos los que intentan pasar al ámbito de lo divino, a la esfera donde está Jesús.

Serían las cuatro de la tarde, no es una referencia cronológica, no tendría la menor importancia. Se trata de la hora en que terminaba un día y comenzaba otro. Es la hora en que se mataba el cordero pascual y la hora de la muerte de Jesús. Nos está diciendo que algo está a punto de terminar y algo muy importante está a punto de comenzar. Se pone en marcha la nueva comunidad, el pueblo de Dios que permite la realización cabal de hombre. Es el modelo del itinerario que debe seguir todo discípulo.

Lo que vieron es tan importante que les obliga a comunicarlo a los demás. Andrés llama a su hermano Simón para que descubra lo mismo, hablándole del Mesías hace referencia a la bajada del Espíritu sobre Jesús. Unos versículos después, Felipe encuentra a Natanael y le dice: hemos encontrado a Jesús. Estas anotaciones tan simples nos están diciendo cómo se fue formando la nueva comunidad de seguidores.

Fijando la vista en él. Lo mismo que Juan había fijado la vista en Jesús. Indica una visión penetrante de la persona, mucho más que una simple visión. Se trata de un conocimiento profundo e interior. Pedro no dice nada. No ve clara esa opción que han tomado los otros dos, pero muy pronto va hacer honor al apodo que le pone Jesús: Cefas, piedra, testarudo; que se convertirá en fortaleza, una vez que se convenza.

En la Biblia se describen distintas vocaciones de personajes famosos. Eso nos puede llevar a pensar que, si Dios no actúa de esa manera, no hay vocación. En los relatos bíblicos se nos intenta enseñar, no como actúa Dios sino como respondieron ellos a la llamada de Dios. El joven Samuel no tiene idea de cómo se manifiesta Dios, ni siquiera sabe que es Él quien le llama, pero cuando lo descubre se abre totalmente a su discurso. Los dos discípulos buscan en Jesús la manifestación de Dios.

Dios no llama desde fuera. La vocación de Dios no es nada distinto de mi propio ser; desde el instante mismo en que empiezo a existir, soy llamado por Dios para ser lo que soy. En lo hondo de mi ser, tengo que buscar los planos para la construcción de mi vida. Dios no nos llama en primer lugar a desempeñar una tarea determinada, sino a la plenitud de ser. No somos más por hacer esto o aquello sino por cómo lo hacemos.

El haber restringido la “vocación” a la vida religiosa es inaceptable. Cuando definimos ese camino como “camino de perfección” estamos distorsionando el evangelio. La perfección es un mito que ha engañado a muchos y desilusionado a todos. Esa perfección, gracias a Dios, no ha existido nunca. Mientras seamos humanos, seremos imperfectos, a Dios gracias. Los “consagrados” constituyen un % mínimo de la Iglesia, pero son el noventa y nueve por ciento de los declarados “santos”. Algo no funciona.

 Fray Marcos

Fuente Fe Adulta

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“¿Soy cristiano? ¿Es necesario ser cristiano?”, por Gonzalo Haya

Martes, 9 de enero de 2024
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SER HERMANO - MEMORIA PROFETICA DE JESUS - ESP - sin cintillo_resizeEl cristianismo ha heredado del judaísmo la necesidad de un Salvador, aunque la idea de salvación ha evolucionado mucho en treinta siglos.

La nación judía se constituyó mediante un pacto, ratificado con la circuncisión, en el que Yahvé les hacía la Promesa de un Mesías que traería la Salvación de su pueblo (salvación esencialmente política y social, salida de Egipto y posesión de la tierra prometida) y ellos se comprometían a cumplir La Ley.

Jesús, como Mesías, proclamó la llegada del Reino de Dios en este mundo (en fraternidad social, no en poder político) y más allá del fin de este mundo.

El cristianismo se fue formando con las comunidades de judíos y paganos creyentes en Jesús como Señor y Mesías y como participantes en el Reino de Dios, entendido como ampliación de la Promesa. Esta ampliación se realizaba sin necesidad de la circuncisión ni el cumplimiento de La Ley, según aprobó el concilio de Jerusalén a instancias de Pablo. (El retraso del Reino facilitó la evolución desde una salvación política y social en este mundo hacia una salvación eterna).

Todavía Benedicto XVI, en el siglo XX, consideraba que “fuera de la Iglesia no hay salvación” (salvación considerada ya fundamentalmente personal y eterna). Para muchos cristianos y teólogos esta exclusión de los creyentes de todas las demás religiones sería un fracaso del proyecto y del amor de Dios; y el teólogo Karl Rahner incluyó a toda persona de buena fe como cristianos anónimos, herederos de la Promesa de salvación.

Actualmente el Pluralismo religioso reconoce que Dios se ha manifestado muchas veces y de diversas maneras a los distintos pueblos según la cultura de su época y región, y en consecuencia tienen la misma esperanza de salvación.

Según el Evangelio ¿fueron cristianos Marta, María y Lázaro? ¿Fue cristiana la mujer sirofenicia, que hizo ver a Jesús que el Reino de Dios se ofrecía también a los paganos? ¿Fue cristiano el geraseno al que Jesús envió a anunciar a sus paisanos las maravillas que Dios le había concedido?

¿Fue cristiano Santiago el hermano del señor y representante de la Iglesia de Jerusalén? ¿Fue cristiano Pedro que acudía al Templo a orar, rehusaba comidas prohibidas por la Ley, y entrar en casa de un pagano?

En la parábola del Juicio final la división no es entre creyentes o no creyentes sino entre los que escucharon la voz de la conciencia, la compasión, y los que no la escucharon.

No necesitamos un Salvador porque la salvación la llevamos dentro: Dios constituye nuestro verdadero Ser; sólo necesitamos dejar que se manifieste. Las religiones sólo pueden facilitar que se “encarne” en nuestra vida espaciotemporal, como el campesino colabora en el desarrollo espontáneo de la semilla.

Creo por tanto que no es imprescindible ser cristiano para colaborar en la salvación terrenal del género humano (y de todo el planeta) y para desarrollar más allá del tiempo nuestra dimensión espiritual. El cristianismo no es necesario, pero Jesús es un personaje cautivador que ha despertado los valores dormidos de mi conciencia.

¿Soy cristiano?

Si ser cristiano es estar bautizado, soy cristiano. Si ser cristiano es aceptar como infalibles las doctrinas y preceptos de la Iglesia jerárquica, no soy cristiano.

Si ser cristiano es tomar como orientación los escritos del Nuevo Testamento (recopilados y aceptados por las primeras comunidades cristianas), soy cristiano. Si ser cristiano es tomar estos escritos como revelados y “palabra de Dios”, no soy cristiano.

No sé si puedo llamarme cristiano. Si ser cristiano es aceptar el proyecto de Jesús y proponerme seguirlo y transmitirlo, como una manera socializada de vivir el mensaje inscrito en el corazón de todo ser humano, soy cristiano.

Si Jesús me preguntara ¿me amas más que los creyentes de otras religiones? le respondería, evitando las comparaciones, Señor, tú lo sabes todo. Tú sabes que te amo”.

Gonzalo Haya

gonzalohaya@telefonica.net

Espiritualidad

liberador El diluvio, el mar Rojo, el Jordán: espléndidas catequesis sobre el Éxodo liberador

Domingo, 7 de enero de 2024
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Bautismo_CDel blog de Tomás Muro La Verdad es libre:

01. Relatos de revelación

        En Navidad y Epifanía hemos celebrado la presencia de Dios en nuestra historia por medio de Jesús. Hoy, la fiesta del Bautismo del Señor, es también un relato de Revelación.

Tanto el Bautismo de Jesús como la Transfiguración, (Mc 9,2) son relatos de Revelación. Ambos relatos (Bautismo y Transfiguración) tienen elementos comunes tomados del AT: el cielo, la nube, la voz que surge, los cielos se abren. Y -sobre todo- se nos dice de Jesús que: “Este es mi hijo amado, escuchadle”.

        San Marcos no narra el nacimiento de Jesús. La inserción de Jesús en la humanidad la presenta Marcos con el relato de bautismo de Jesús en el río Jordán, asumiendo la condición de pecado de la humanidad. El que no tenía ni era pecado, descendió con nuestro pecado a las aguas bautismales del Jordán.

        Por otra parte, tanto el Bautismo de Jesús como la Transfiguración son la experiencia, el camino que aquellos primeros cristianos hicieron de que Dios nos habla en la persona de Jesús, es la Palabra: Cristo es mi hijo amado, escuchadle.

        Aquellos primeros discípulos de Jesús llegaron a ver y creer en que en Jesús hombre como todos, era la expresión, la Palabra de Dios. Y le escucharon: Este es mi hijo muy amado, escuchadle…

02.- Jesús descendió a las aguas abismales (Jordán – Nuevo Éxodo).

        El río Jordán es  una evocación, un recuerdo del Éxodo.

Los relatos bíblicos que emplean el simbolismo del agua son como catequesis bautismales. Podemos evocar para nosotros:

  • En las aguas bautismales del diluvio queda sepultado el pecado de la humanidad. (Gn 7)
  • En la aguas del mar Rojo que sepultados los carros de combate de la opresión del faraón, que inicia el éxodo de la libertad. (Ex 1-12).
  • Cuando Jesús desciende al río Jordán queda sepultado el pecado de la humanidad pecado y comienza una nueva vida, un Éxodo hacia la libertad. (Mc 1)
  • El agua de la samaritana (Jn 4) nos ofrece ya el agua que salta hasta la vida eterna.
  • En la tradición de San Juan del costado de Jesús crucificado brota agua y sangre (agua y nueva vida en el Espíritu>): es el bautismo en la Iglesia naciente representada por la madre del Señor y el Discípulo Amado. (Jn 19,34).

Con Jesús comienza un nuevo y definitivo Éxodo de libertad.

La vida es un Éxodo, siempre caminando hacia la libertad, hacia la felicidad. Tendremos cansancios como los israelitas se cansaban de caminar en la vida:

Los hijos de Israel (caminando cansados por el desierto) decían:

Ojalá hubiéramos muerto a manos del Señor en la tierra de Egipto cuando nos sentábamos junto a las ollas de carne, cuando comíamos pan hasta saciarnos; pues nos habéis traído a este desierto para matar de hambre a toda esta multitud. (Exodo 16,2)

A veces se oye decir que en tiempos de la dictadura vivíamos mejor, o que en aquellos años pasados de la Iglesia vivíamos más seguros.

Podremos tener cansancios y retrocesos en la vida, pero no renunciemos a caminar, a seguir hacia adelante, a vivir en  Éxodo (salida) hacia la libertad.

Nos hará bien recordar aquella canción de Labordeta:

Habrá un día en que todos al levantar la vista veremos una tierra que ponga libertad

03.- Los cielos se rasgaron y desciende la bondad de Dios.

        El cielo era el “lugar” de Dios, pero estaba cerrado a los seres humanos. Con JesuCristo se abren los cielos, Dios se acerca al ser humano y se inicia un nuevo Éxodo de la esclavitud de Egipto a la libertad; comienza la vuelta a la casa “lugar” del Padre, su casa está abierta definitivamente para la humanidad.

De hecho Dios nunca dio un portazo a la humanidad.

        Es lo que significa el “rasgarse los cielos” es la misma expresión que utiliza el evangelista san Marcos cuando a la hora de la muerte de Jesús dice que el velo del templo se rasgó. La redención de Cristo “rasga el velo del templo” (Mc 15,38 / Mt 27,51).

Las alianzas religiosas de los templos quedan abolidas, rasgadas. Estamos ya en una amistad (una nueva Alianza) sellada definitivamente por JesuCristo.

04.- Este es mi Hijo amado.

        Los hijos son expresión de sus padres. Los hijos tienen parecido con sus padres, parecidos físicos, modos de ser, modos de vivir.

Cristo también “se parece”, “es” como su Padre. Los cristianos vemos y experimentamos a Dios en Jesús.

        La experiencia que Jesús tiene de Dios y que Dios tiene de Jesús es amable: Este es mi Hijo amado.

        Por tanto el “adn” de Jesús y de Dios es el amor. Somos hermanos del hijo amado de Dios.

        Dios nos ama incondicionalmente. Dios no nos quiere porque nosotros  “creemos” que somos buenos o listos, o rectos, Dios nos ama porque Él es bueno.

No mires un revuelvas el pasado, viejas cuestiones, antiguos -o nuevos- pecados. “Me has curado y me has hecho revivir y volviste la espalda a todos mis pecados”, (Cántico de Isaías 38).

        El Dios de Jesús se hace notar por su amor: “De Ti procede el perdón, y así infundes respeto”. (Salmo 129,4).

        El mal y el pecado de la humanidad, el nuestro, quedó sepultado en las aguas bautismales del Jordán.

05.- Escuchadle.

El relato del Bautismo como el de la Transfiguración terminan con la exhortación: Este es mi Hijo amado y añade: escuchadle. (Mc 9,7).

El bautismo no es un mero rito al comienzo de la vida. Para bautizarse hay que escuchar a Cristo.[1] A lo mejor no estamos realmente bautizados hasta que no escuchamos a Cristo y lo que Cristo nos dice de Dios es que Dios le ama y nos ama.

Este es el Hijo amado, escuchadle

[1] En la vida pastoral si no hay escucha de la Palabra y fe, no hay bautismo. Como aquel eunuco de los HH: primero escucha la palabra y luego pide el Bautismo. (HH 8,35-36)

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La estrella y el camino de la verdad.

Sábado, 6 de enero de 2024
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IMG_2192Fiesta de Epifanía.

Mt 2, 1-12

Parece claro que el presente texto es una construcción del evangelista, que le sirve para mostrar la dimensión universal del nacimiento de Jesús, como apertura o “epifanía” (manifestación) a todos los humanos, personificados en los “magos de Oriente”.

         Con ello prepara el próximo relato –debido a la persecución de Herodes, los padres del niño huirán con él a Egipto–, en el que se hace presente la intención de Mateo de presentar a Jesús como el “nuevo Moisés” que vendrá de Egipto para liberar a su pueblo.

        Más allá de la intencionalidad del evangelista, el texto encierra un profundo simbolismo, cargado de sabiduría.

         Todo empieza con una “estrella”. Es la luz interior (intuición, insight) la que desencadena el proceso de búsqueda y nos pone en camino. Puede aparecer de manera inesperada en cualquier momento y, con frecuencia, suele surgir en una situación de crisis que, al remover nuestros hábitos, hace que nos abramos a una dimensión más profunda.

        En cualquier caso, se trata siempre de la voz del anhelo que nos habita, y que no es otra cosa que expresión de nuestra verdadera identidad que nos llama para “volver a casa”.

     La estrella no tiene otra finalidad que la de conducirnos a “casa”. Pero apenas iniciamos el camino aparecen las dificultades: los apegos que no estamos dispuestos a soltar, las formas de funcionar que se nos han hecho habituales, el miedo a la incomodidad que supone todo cambio, el susto ante lo desconocido… y, en último término, la ignorancia básica que nos hace tomarnos por lo que no somos y nos mantiene en esa noria de insatisfacción que empieza y acaba en el yo.

          El relato dice que los magos llevaron oro, incienso y mirra. La meta a la que apunta la voz del anhelo requiere desapego y desprendimiento de nuestros “tesoros”. Y eso solo es posible cuando comprendemos que aquello a lo que nos habíamos aferrado palidece ante la verdad de lo que somos.

          En efecto, el camino en el que nos introduce el anhelo es el camino de la verdad: la estrella siempre conduce a la verdad. Y sabemos o intuimos que la verdad nos va a desnudar de todo aquello que habíamos absolutizado. Por ese motivo es importante que nos preguntemos si realmente buscamos la verdad… o nos conformamos con cualquier sucedáneo.

        Puede ser que afirmemos alegremente que deseamos la verdad y, sin embargo, nos embarquemos en el llamado “camino espiritual” buscando sencillamente bienestar, tranquilidad o seguridad, es decir, una situación que podamos controlar. Si es así, no será extraño que nos veamos zarandeados por la Vida y, antes o después, confrontados con la motivación real que mueve nuestra búsqueda.

¿Busco la verdad por encima de cualquier otra cosa o busco que se puedan realizar mis expectativas?

Enrique Martínez Lozano

Fuente Boletín Semanal

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Navidad: Netanyahu (Herodes) y la matanza de inocentes en Gaza

Viernes, 29 de diciembre de 2023
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IMG_2082Netanyahu, como Herodes Imagen generada por IA

“Feliz Navidad a todos con mucha compasión por tantas víctimas en Gaza, con luz y discreta alegría

“En su furor vengativo, su fuerza militar, aérea, marítima y terrestre ha asesinado a miles de niños, muchos de ellos todavía yacen bajo los escombros, además de a muchos otros miles de civiles que ni siquiera pertenecen a Hamas. No podemos dejar que esta tragedia oscurezca la fiesta radiante de Navidad. Ella es demasiado preciosa para no ser recordada y celebrada”

“Dios entró en el mundo en la oscuridad de la noche, sin que nadie lo supiese. No hay pompa ni gloria, que imaginaríamos adecuadas a un niño que es Dios. Pero prefirió llegar fuera de la ciudad, entre animales”

“Es una alegría inaudita: nuestra humanidad, débil y mortal, a partir de Navidad empezó a pertenecer al mismo Dios. Por eso algo nuestro ha sido ya eternizado por el Divino Niño que nos garantiza que los Herodes de la muerte jamás triunfarán”

En estos días estamos asistiendo a la actualización del relato bíblico: un rey feroz, celoso de su poder, manda matar a todos los niños menores de un año. El Herodes de hoy tiene un nombre, Benjamín Netanyahu. En su furor vengativo, su fuerza militar, aérea, marítima y terrestre ha asesinado a miles de niños, muchos de ellos todavía yacen bajo los escombros, además de a muchos otros miles de civiles que ni siquiera pertenecen a Hamas. No podemos dejar que esta tragedia oscurezca la fiesta radiante de Navidad. Ella es demasiado preciosa para no ser recordada y celebrada.

Volvamos al relato que nos llena de encanto aún ahora, más de dos mil años después. José y María, su esposa, embarazada de nueve meses, vienen de Nazaret, en el norte de Palestina, a Belén, en el sur. Son pobres como la mayoría de los artesanos y campesinos mediterráneos. A las puertas de Belén, en estos días arrasada por las tropas de Netanyahu, María se pone de parto: se sostiene el vientre pues la larga caminada ha acelerado el proceso de gestación. Llaman a la puerta de una posada y oyen lo que los pobres de la historia oyen siempre: “no hay sitio para ustedes en la posada” (Lc 2,7).

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Navidad de paz entre Israel y palestina Agustín de la Torre

Bajan la cabeza y se alejan preocupados. ¿Cómo va a dar a luz? Descubren en las cercanías un establo de animales. Allí hay un pesebre con pajas, un buey y una mula que, extrañamente, permanecen en silencio, observando. Ella da a luz un niño, entre los animales. Hace frío. Lo envuelve en pañales y lo acuesta sobre las pajas. El crío llora alto como todos los recién nacidos.

Hay pastores que velan en la noche, vigilando el rebaño. Según los criterios de pureza legal de la época, los pastores eran considerados impuros y por eso despreciados, por estar siempre rodeados de animales, su sangre y sus excrementos. La visión idílica de los griegos y de los romanos que idealizan la figura de los pastores, tocando alegremente su flauta, era diferente. Pero son estos pobres e impuros los primeros en ver al Puer divinus, al niño divino.

De repente los envolvió una luz y escucharon desde lo Alto una voz anunciándoles: “no temáis, os anuncio una gran alegría, que es para todo el pueblo; acaba de nacer el Salvador; esta es la señal: encontrareis un niño envuelto en pañales, acostado en un pesebre”. Al ponerse, presurosos, en camino oyeron un cántico maravilloso, de muchas voces, que venía de lo Alto: “Gloria a Dios en las alturas y paz en la Tierra a los hombres amados por Dios” (Lc 2,8-18). Llegan y confirman todo lo que se les había comunicado: ahí está el niño, tiritando, envuelto en pañales y acostado en un pesebre, en compañía de animales.

Algún tiempo después, he aquí que vienen bajando por el camino tres sabios de Oriente. Sabían interpretar las estrellas. Llegan. Se extasían ante la misteriosidad de la situación. Identifican en el niño a aquel que iría a sanar la existencia humana herida. Se inclinan, reverentes, y dejan presentes simbólicos: oro, incienso y mirra. Con el corazón ligero y maravillados toman el camino de vuelta, evitando la ciudad de Jerusalén, pues ahí reinaba un “Netanyahu” terriblemente belicoso, dispuesto a mandar matar a quien viera al niño divino.

Lección: Dios entró en el mundo en la oscuridad de la noche, sin que nadie lo supiese. No hay pompa ni gloria, que imaginaríamos adecuadas a un niño que es Dios. Pero prefirió llegar fuera de la ciudad, entre animales. No constó en la crónica de la época, ni en Belén, ni en Jerusalén, mucho menos en Roma. Sin embargo, ahí está Aquel que el universo estaba gestando dentro de sí hacía miles de millones de años, la “luz verdadera que ilumina a cada persona que viene a este mundo” (Jn 1,10).

Debemos respetar y amar la forma como Dios quiso entrar en este mundo: anónimo como anónimas son las grandes mayorías pobres y menospreciadas de la humanidad. Quiso empezar desde abajo para no dejar fuera a nadie. La situación humillada y ofendida de ellos fue la que el propio Dios quiso hacer suya.

Pero hay también sabios y hombres estudiosos de las estrellas del universo, los cosmólogos, los astrofísicos que captan por detrás de las apariencias el misterio de todas las cosas. Ven en este niño que tirita de frio, moja los pañales, lloriquea y busca, hambriento, el pecho de su madre, el Sentido Supremo de nuestro caminar y del propio universo. Para ellos también es Navidad. Dios vino no para divinizar al ser humano, vino para humanizarse, para enseñarnos a vivir.

Es verdad lo que se dice:“Todo niño quiere ser hombre. Todo hombre quiere ser rey. Todo rey quiere ser Dios. Solo Dios quiso ser niño”.

Este es un lado, gozoso: un rayo de luz en medio de la noche oscura. Un poco de luz tiene más derecho que todas las tinieblas.

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Pero hay otro lado, sombrío y también trágico, mencionado antes. Hay un “Netanyahu” que no teme matar inocentes. José, atento, pronto se da cuenta de que quiere mandar matar al niño recién nacido. Huye a Egipto con María y el niño en brazos, que duerme, busca el pecho y vuelve a dormir.

Miles de niños han sido asesinados en tierras de la Franja de Gaza parte de Palestina, la tierra de Jesús. Entonces se oyó uno de los lamentos más conmovedores de todas las Escrituras: “En Ramá se oye una voz, gran llanto y gemidos, es Raquel que llora a sus hijos asesinados y no quiere ser consolada porque los perdió para siempre” (Mt 2,18).

Los Herodes se perpetúan en la historia, también durante cuatro años en Brasil, bajo el presidente Bolsonaro que, insensible, dejó morir 300 mil ciudadanos por negarles las vacunas salvadoras y actualmente en Palestina, bajo un cruel Primer Ministro de Israel, Netanyhau. No obstante, habrá siempre una estrella, como la de Belén, que ilumine nuestros caminos. Por más perversos que sean los Herodes, ellos no pueden impedir que el sol nazca cada mañana trayéndonos esperanza, especialmente aquel que fue llamado “El Sol de la Esperanza”.

Es una alegría inaudita: nuestra humanidad, débil y mortal, a partir de Navidad empezó a pertenecer al mismo Dios. Por eso algo nuestro ha sido ya eternizado por el Divino Niño que nos garantiza que los Herodes de la muerte jamás triunfarán.

Feliz Navidad a todos con mucha compasión por tantas víctimas en Gaza, con luz y discreta alegría.

Fuente Religión Digital

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Estrategias por Navidad: Dios decidió convertirse en un inmigrante al venir Jesucristo a este mundo

Martes, 26 de diciembre de 2023
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“Jesús emigró a la tierra para vivir entre nosotros”

“Contemplar el nacimiento en estos días me ha llevado de nuevo a pensar que dentro de todas las estrategias, la “estrategia de Dios” es otra. Cuando tantos proyectos se van a hacer en estos días, pocas veces pensamos en la estrategia posible para realizarlos”

“Lo hace naciendo en un pesebre. No lo ejecuta arrojándose desde el pináculo de la Roca Santa para que sus ángeles lo acunen y lo protejan. Ni haciendo volar panes y peces desde los camiones y aviones celestiales ante las manos en alto de hombres y mujeres hambrientos

Si Dios lo hubiera “sabido”… Si se hubiera dejado aconsejar por nosotros en su migración encarnadora, otro gallo nos hubiera cantado… para lograr “mejores” resultados

No dejan de asombrarme los vericuetos estratégicos de los políticos para introducirse en el mercadeo de las presencias mediáticas. “Ahora te veo”, o “ahora no te veo”. “Nos citamos ” o “no nos citamos tal día u otro”. “Depende donde, con quién y cómo” etc.  ¡Uff ¡. Uno termina cansando de tanta creación de expectativas que luego en la práctica terminan con resultados que parecen de humo la mayoría de las veces. La estrategia de comunicación, no solo la publicitaria navideña sino la de los gurús de los políticos es continua y atosigante . Y estos días , dejando caer progresiva y lentamente gotas de expectativas baratas,  se desvelan más si cabe como un arma estudiada, manejada, actualizada permanentemente… mientras el contenido necesario, real , sincero y verdadero del mensaje a transmitir se esconde entre bambalinas. Los hilos de los estrategas siguen maniobrando para presencias, frases, dimes y diretes con el fin de desbancar al contrario en titulares, fogonazos, fotografías y demás impactos. La verdad termina escondida y recibida casi desde la sospecha.

Metido estos días en la contemplación la Verdad clara y transparente del Nacimiento, un escalofrío se coló en mi vida a través de una pequeña ventana de la gruta desde donde, estos días, la luna de Belén, cada día más grande, se centraba en el pesebre iluminándolo desde lo alto. Luz blanca dirigida a hacia la blanca desnudez del Niño : Dios dirige sus pasos y “emigra”, desde “el cielo” hacia nosotros. Por el camino de la identificación con la pobreza, con la vulnerabilidad, con la necesidad… Mientras tanto, el aliento de los animales (la creación entera) le calienta, y unas manos limpias cubren al Niño con pañales. Arropándole como una “Nana, nanita, nana…”.

Contemplar el nacimiento en estos días me ha llevado de nuevo a pensar que dentro de todas las estrategias, la “estrategia de Dios” es otra. Cuando tantos proyectos se van a hacer en estos días, pocas veces pensamos en la estrategia posible para realizarlos. Por eso me fijo en la encarnación que nos habla siempre de la estrategia de Dios. Que no es nuestra estrategia y que estoy seguro la corregiríamos, si pudiéramos, advirtiéndole al mismo Dios por su manera de hacer las cosas.

Ha habido una decisión divina previa y gratuita –la salvación y la liberación – y una forma sobre “cómo” hacerlo. El “qué” y el “como” .Veamos:  La Trinidad contempla desde “la eternidad” (EE. 101) la realidad de un mundo desconcertado y desorientado en búsqueda de sentido. Las tres personas deciden que la “segunda persona” se abaje y se haga “uno de tantos” para indicarlo y realizarlo. Lo sorprendente no está solo en la decisión, sino en el “cómo hacerlo”. En la estrategia.

Y lo hace naciendo en un pesebre. No lo ejecuta arrojándose desde el pináculo de la Roca Santa para que sus ángeles lo acunen y lo protejan. Ni haciendo volar panes y peces desde los camiones y aviones celestiales ante las manos en alto de hombres y mujeres hambrientos. Tampoco rifando a voleo en las loterías de la vida, riquezas y reinos para que todos adoren al benefactor. No fue así. Muchos piensan que se equivocó de estrategia. Comprensible. El marketing y el manejo de los “big-data” vino “después.

Si Dios lo hubiera “sabido”… Si se hubiera dejado aconsejar por nosotros en su migración encarnadora, otro gallo nos hubiera cantado… para lograr “mejores” resultados.

La segunda persona de la Trinidad, el Dios del universo, decidió convertirse en un inmigrante al venir Jesucristo a este mundo.  Además, Jesús no solamente fue un inmigrante en “su deidad” sino también en su “humanidad”. Como muchos niños, Jesús y su familia huyeron a Egipto. Su familia tuvo que huir a un país extranjero, dejar atrás tierra y cultura. Tuvieron que comunicarse en un idioma diferente, comer comida diferente, convivir con costumbres diferentes. Su padre tuvo que dejar su trabajo y buscar trabajo en una tierra extraña. El evangelio de Mateo nos relata esta historia (Mt 2: 13-15; 19-20). Y la fotografía de Mateo 25 nos retrata su vida.

Dios humanizado vivió entre nosotros. En otras palabras, Jesús emigró a la tierra para vivir entre nosotros. Uno pensaría que su visita fue recibida con regocijo. Pero las expectativas mesiánicas eran acunadas desde otras estrategias (las del poder, las de lo espectacular, las de las riquezas). No sé si como ahora  para sacar provecho propio Pero ya Juan nos indica que “en el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; mas el mundo no le conoció. A los suyos vino, pero los suyos no le recibieron” (Jn.10-11). Jesús, “despojándose de su rango” (Flp. 2,6-11) sufrió el rechazo de aquellos con los que se identificaba y que quería salvar. Jesús ejemplificó perfectamente la gracia y la verdad, pero aun así su presencia no fue celebrada y valorada como era de esperarse. ¿Le falló la estrategia? ¡ Desconcierta¡

¿Cómo es Dios? y nos invita a otras rutas para descubrirlo . ¿Dónde tendemos a encontrarnos con Dios y a verlo? ¿En la fuerza, en el poder? Recordad el poema de Machado al Cristo de los gitanos. “Siempre con sangre en las manos, siempre por desenclavar. No puedo cantar ni quiero a ese Jesús del madero sino al que anduvo en el mar”. El Dios que nos resulta fácil es el Dios del poder, el que anda sobre el mar… El Dios al que aquí no quiere cantar Machado es al Dios de la cruz y del rechazo. “No puedo cantar ni quiero”. Aquí hay una conversión que operar en nosotros. ¿La señal de que Dios está ahí es que se halla envuelto en pañales y recostado en un pesebre?

Así es Dios. Nos los ilumina la luna de Belén.

¿Cómo concebimos a Dios? ¿Qué imagen tenemos de él? ¿Cómo nos lo representamos y, por tanto, en qué Dios creemos y cómo lo predicamos?

En Jn 1,18 y se repite 1 Jn 4, 12, se dice que a Dios nadie le ha visto jamás, que el Hijo nos lo ha dado a conocer. Quizá cuando nosotros decimos Jesús es Dios ya tenemos una definición clara de lo que es Dios. No sé si verdadera o falsa pero una idea:

Quizá cuando nosotros decimos Jesús es Dios ya tenemos una definición clara de lo que es Dios. No sé si verdadera o falsa pero una idea: Dios es todopoderoso, eterno, principio y fin de todas las cosas…

Vamos a poner otro foco en esta imagen. Si en vez de decir que Jesús es Dios decimos que Dios es Jesús (que también es verdad…) ¿cómo es Dios?

 Hoy me lo ilumina la luna en la gruta de Belén, alumbrando al pesebre (o naciendo en una patera). ¿Cómo es Dios? Lo que “veo” es que Dios es pequeño, pobre, necesitado de cariño, que llora, que tiene frío, que produce compasión, que tiene que huir y emigrar…

Dios podrá ser el juez todopoderoso y eterno, inamovible pero lo que sí sé es que cuando se nos ha querido manifestar se nos ha manifestado de otra manera. Se nos ha manifestado como quien nos necesita.

Y ahí me quedo… Delante suyo. En la Gruta de los desplazados. Con José y con María. Ante sus brazos abiertos. Y mis manos extendidas. ¡Se me salta el corazón! Como quien sirve.

Que se lo pregunten estos días a la luna. Luna llena por su cercanía al solsticio del invierno. La luna de las largas noches. Mirada de Dios que ilumina al niño de Belén y posado en él mismo nos invita a seguir reflejando su vida. En el “qué” y en el “cómo”:  Manifestando la clara estrategia de Dios.

Fuente Religión Digital

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Cristo entre los escombros…

Lunes, 25 de diciembre de 2023
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Niño Jesús entre escombros. Captura de pantalla del video: Navidad silenciosa en Belén: Solidaridad con los palestinos en Gaza del canal de Al Jazeera en inglés en YouTube.

Una liturgia de lamento

Servicio dado en la Iglesia Evangélica Luterana de la Natividad: Belén, 23 de diciembre de 2023

Este pesebre es nuestro mensaje al mundo de hoy y es simplemente este: El genocidio debe terminar YA. Repitamos al mundo: ¡DETENGAN este genocidio YA!

Belén: cerrado por Navidad. Las iglesias cristianas de Belén han cancelado oficialmente todo tipo de celebraciones.

Estamos enfadados…

Estamos quebrantados…

Este debería haber sido un momento de alegría; en cambio, estamos de luto. Tenemos miedo. Más de 20 mil asesinados. Miles de personas siguen bajo los escombros. Cerca de 9 mil niños y niñas asesinadas de las formas más brutales. Día tras día tras día. ¡Un millón novecientos mil desplazados! Cientos de miles de viviendas destruidas. Gaza, tal como la hemos conocido, ya no existe. Esto es una aniquilación. Es un genocidio. El mundo está mirando; las iglesias están mirando. Los habitantes de Gaza envían imágenes en directo de su propia ejecución. ¿Quizás al mundo le importe? Pero continúa… Nos preguntamos: ¿podría ser este nuestro destino en Belén? ¿En Ramallah? ¿En Yenín? ¿Es este también nuestro destino?

Estamos atormentados por el silencio del mundo. Los líderes de los llamados “libres” se alinearon uno tras otro para dar luz verde a este genocidio contra una población cautiva. Dieron su cobertura. No sólo se aseguraron de pagar la factura por adelantado, sino que ocultaron la verdad y el contexto, proporcionando el respaldo político. Y se ha añadido otra capa más: el respaldo teológico, donde la Iglesia occidental ocupa el centro de atención. Nuestros queridos amigos y amigas sudafricanas nos enseñaron el concepto de “la teología de estado”, definida como la justificación teológica del status quo con su racismo, capitalismo y totalitarismo”. Esto lo logra haciendo un mal uso de conceptos teológicos y textos bíblicos para sus propios fines políticos.

Aquí en Palestina, la Biblia es usada como un arma en contra nuestra. Nuestro propio texto sagrado. En nuestra terminología, en Palestina, hablamos del Imperio. Aquí nos enfrentamos a la teología del Imperio. Un disfraz para superioridad, supremacía, “elección” y el derecho propio. A veces se le pone una bonita portada usando palabras como misión y evangelización, cumplimiento de las profecías y la expansión de la libertad. La teología del Imperio se convierte en una poderosa herramienta para enmascarar la opresión bajo el manto de la sanción divina. Divide a las personas en “nosotros” y “ellos“. Deshumaniza y demoniza. Habla de una tierra sin gente, incluso cuando saben que la tierra tiene gente, y no cualquier gente. Pide vaciar Gaza, del mismo modo que calificó la limpieza étnica de 1948 como “un milagro divino”. Ahora nos pide a nosotros y nosotras, palestinos y palestinas que vayamos a Egipto, o quizá a Jordania, o ¿por qué no directo al mar? Pienso en las palabras que le dijeron a Jesús sus discípulos cuando iban a entrar en Samaria: “Señor, ¿quieres que mandemos que baje fuego del cielo y los consuma?”. Esto dijeron de los samaritanos. Esta es la teología del Imperio, es lo que están diciendo acerca de nosotros hoy.

Esta guerra nos ha confirmado que el mundo no nos ve como iguales. Quizás sea el color de nuestra piel. Tal vez sea porque estamos del lado equivocado de una ecuación política. Ni siquiera nuestro parentesco con Cristo nos protegió. Como han dicho, si es necesario matar a 100 palestinos para capturar a un solo “militante de Hamás“, ¡que así sea! A sus ojos no somos humanos (pero a los ojos de Dios… ¡nadie puede decirnos que no lo somos!). ¡La hipocresía y el racismo del mundo occidental son transparentes y atroces! Siempre toman las palabras de los palestinos con sospecha y reservas. No, no nos tratan por igual. Sin embargo, a la otra parte, a pesar del claro historial de desinformación, ¡casi siempre se considera su palabra como infalible!

A nuestros amigos europeos: ¡No quiero volver a oírlos darnos sermones sobre derechos humanos o derecho internacional! No somos blancos, supongo, por lo que no se aplica a nosotros según la lógica que usan. En esta guerra, las muchas personas cristianas del mundo occidental se aseguraron que el Imperio tuviera la teología necesaria. ¡Es defensa propia, nos dijeron! (Y pregunto nuevamente, ¿de qué manera el asesinato de 9 mil niños y niñas es defensa propia?). Bajo la sombra del Imperio, convirtieron al colonizador en víctima y al colonizado en agresor. ¿Hemos olvidado que ese Estado fue construido sobre las ruinas de las ciudades y pueblos de los mismos habitantes de Gaza?

Estamos indignados por la complicidad de la iglesia. Que quede claro: el silencio es complicidad, y los llamados vacíos a la paz sin un alto el fuego y el fin de la ocupación, y las palabras superficiales de empatía sin acción directa, están todos bajo la bandera de la complicidad. Así que este es mi mensaje: hoy Gaza se ha convertido en la brújula moral del mundo. Gaza era un infierno en la tierra inclusive antes del 7 de octubre y el mundo mantuvo silencio. ¿Nos debería sorprender su silencio hoy?

Si no están consternados por lo que está sucediendo; si no están conmocionados hasta lo más profundo, algo anda mal con su humanidad. Si nosotros, como cristianos y cristianas, no estamos indignados por este genocidio, por el uso de la Biblia como arma para justificarlo, ¡algo anda mal con nuestro testimonio cristiano y está comprometiendo la credibilidad del mensaje del Evangelio! Si dejan de llamar lo que está sucediendo un genocidio, que recaiga sobre ustedes. Es un pecado y una oscuridad lo que abrazan voluntariamente. Algunos ni siquiera han pedido un alto el fuego… Me refiero a las iglesias.

Siento pena por ustedes; estaremos bien. A pesar del inmenso golpe que hemos sufrido, los palestinos nos recuperaremos. Nos levantaremos de nuevo de la destrucción, como siempre lo hemos hecho como palestinos; aunque este es, con diferencia, el mayor golpe que hemos recibido en mucho tiempo. Pero nuevamente, por aquellos que son cómplices, lo siento por ustedes. ¿Podrán algún día recuperarse de esto? Su caridad, sus palabras de asombro DESPUÉS del genocidio, no harán ninguna diferencia. Y sé que estas palabras vendrán. Pero sus palabras de arrepentimiento no te bastarán. No aceptaremos sus disculpas después del genocidio. Lo hecho, hecho está. Quiero que se miren al espejo… y pregunten: ¿dónde estaba yo cuando Gaza estaba viviendo un genocidio?

A nuestros amigos y amigas que están aquí con nosotros: han dejado a sus familias e iglesias para estar con nosotros. Encarnan el término “acompañamiento“: una solidaridad costosa. Pensemos en las palabras de Jesús: “Estábamos en prisión y nos visitaron“. Qué marcada diferencia con el silencio y la complicidad de los demás. Su presencia aquí es lo que significa la solidaridad. Su visita ya ha dejado una impresión que nunca nos podrán quitar. A través de ustedes, Dios nos ha dicho “no están desamparados”. Como dijo esta mañana el padre Rami de la Iglesia Católica, han venido a Belén y, como los Reyes Magos, trajeron regalos, pero regalos que son más preciosos que el oro, el incienso y la mirra. Trajeron el don del amor y la solidaridad”.

Necesitábamos esto. Para esta temporada, tal vez más que nada, nos preocupaba el silencio de Dios. En estos dos últimos meses, los Salmos de lamento se han convertido en preciosos compañeros. Gritamos: Dios mío, Dios mío, ¿por qué has abandonado Gaza? ¿Por qué escondes tu rostro a Gaza? En nuestro dolor, angustia y lamento, hemos buscado a Dios y lo hemos encontrado bajo los escombros en Gaza. Jesús se convirtió en víctima de la misma violencia del Imperio. Cuando estuvo en nuestra tierra fue torturado. Crucificado. Se desangró mientras otros observaban. Lo mataron y gritó de dolor: Dios mío, ¿dónde estás?

Hoy en Gaza, Dios está bajo los escombros. Y en esta temporada navideña, mientras buscamos a Jesús, no lo encontraremos del lado de Roma, sino de nuestro lado del muro. Está en una cueva, con una familia sencilla, bajo ocupación. Vulnerable. Habiendo a duras penas sobrevivido una masacre. Con una familia de refugiados. Aquí es donde se encuentra Jesús.

Si Jesús naciera hoy, nacería bajo los escombros de Gaza.

Cuando glorificamos el orgullo y la riqueza, Jesús está bajo los escombros…

Cuando confiamos en el poder, la fuerza y las armas, Jesús está bajo los escombros…

Cuando justificamos, racionalizamos y teologizamos el bombardeo de niños y niñas, Jesús está bajo los escombros…

Jesús está bajo los escombros. Este es su pesebre. Se siente en casa con los marginados y las marginadas, quienes sufren, los oprimidos y los desplazados.Este es su pesebre. He estado mirando, contemplando esta imagen icónica… Dios está con nosotros, precisamente de esta manera. ESTA es la encarnación. Desmarañado. Ensangrentado. Empobrecido.

Este niño es nuestra esperanza e inspiración. Lo miramos y lo vemos en cada niño asesinado y sacado de debajo de los escombros. Mientras el mundo continúa rechazando a los niños y las niñas de Gaza, Jesús dice: “cuanto le hicieron a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicieron”. “Lo hicieron conmigo“. Jesús no sólo los llama suyos, ¡él es parte de ellos! Él es la niñez de Gaza. Miramos a la Sagrada Familia y la vemos en cada familia desplazada y errante, ahora sin hogar y desesperada. Mientras el mundo discute el destino del pueblo de Gaza, como si fueran cajas no deseadas en un garaje, Dios en la narrativa navideña comparte su destino. Él camina con ellos y los llama suyos.

Este pesebre trata sobre la resiliencia – صمود. La resiliencia de Jesús está en su mansedumbre; debilidad y vulnerabilidad. La majestuosidad de la encarnación reside en su solidaridad con los marginados. Resiliencia porque este mismo niño, se levantó en medio del dolor, la destrucción, la oscuridad y la muerte para desafiar a los Imperios; para decirle la verdad al poder y lograr una victoria eterna sobre la muerte y la oscuridad.

Hoy es Navidad en Palestina y este es el mensaje navideño. No se trata de Papá Noel, árboles, regalos, luces… etc. ¡Dios mío! ¿Cómo retorcimos el significado de la Navidad? ¿Cómo hemos comercializado la Navidad? Estuve en Estados Unidos el mes pasado, el primer lunes después del Día de Acción de Gracias, y me sorprendió la cantidad de adornos y luces navideñas, todos los productos comerciales. No pude evitar pensar: “Nos envían bombas, mientras celebran la Navidad en su tierra. Cantan sobre el príncipe de paz en su tierra, mientras tocan el tambor de la guerra en la nuestra”. Navidad en Belén, lugar del nacimiento de Jesús, es este pesebre. Este es nuestro mensaje al mundo de hoy. Es un mensaje evangélico, un mensaje de Navidad verdadero y auténtico, sobre el Dios que no se quedó callado, sino que dijo su palabra y su Palabra es Jesús. Nacido entre los que están bajo ocupación, las y los marginados, Él es solidario con nosotros en nuestro dolor y quebrantamiento.

Este pesebre es nuestro mensaje al mundo de hoy y es simplemente este: El genocidio debe terminar YA. Repitamos al mundo: ¡DETENGAN este genocidio YA!

Este es nuestro llamado. Esta es nuestra súplica. Esta es nuestra oración. ¡Escucha, oh Dios! Amén.

Sermón completo en inglés: (2) Vidéo | Facebook

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“Natividad del Señor. Tres misas el mismo día”. 25 de diciembre

Lunes, 25 de diciembre de 2023
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62A8447D-D6C4-4A16-A106-872D8E4E133ADel blog El Evangelio del Domingo, de José Luis Sicre sj:

Natividad del Señor

Tres misas el mismo día

La celebración de tres misas el día de Navidad debe de ser muy antigua, porque la famosa misa del Gallo, por la noche, se remonta al siglo V. Sigue la misa de la aurora y se termina con la del día. Cada una de ellas tiene sus lecturas propias, las mismas en los tres ciclos (A, B, C). No es normal que la gente asista a las tres misas. Por eso indico brevemente el mensaje global de los tres evangelios.

El de la misa del Gallo nos habla de un niño que nace muy pobremente, sin nada que envidiarle a los más pobres de la actualidad. Pero, inmediatamente después, un ángel nos presenta a ese niño como Salvador, Mesías y Señor.

El de la misa de la aurora indica diversas reacciones ante ese niño: los pastores corren a visitarlo y vuelven alabando y dando gloria a Dios; los presentes se admiran; María medita todo lo que oye.

El evangelio de la misa del día, el Prólogo de Juan, dice de ese niño algo más grande que el ángel a los pastores: es el Verbo de Dios, que lo acompaña desde el principio, antes de la creación. Y, aunque fue ignorado por el mundo y rechazado por su propio pueblo, se hizo carne, habitó entre nosotros y nos concede poder ser hijos de Dios.

25 de diciembre

Misa de medianoche

Aunque desconocemos el día y la hora en que nació Jesús, imagino que fueron estas palabras del libro de la Sabiduría las que animaron a situar el nacimiento a medianoche: «Un silencio sereno lo envolvía todo, y al mediar la noche su carrera, tu palabra todopoderosa se abalanzó desde el trono real de los cielos» (Sab 18,14-15).

En cualquier caso, el papa Sixto III (siglo V d.C.), introdujo en Roma la costumbre de celebrar en Navidad una vigilia nocturna, a medianoche, «en seguida de cantar el gallo», en un pequeño oratorio situado detrás del altar mayor de la Basílica de Santa María la Mayor. Ya que los antiguos romanos denominaban Canto del Gallo al comienzo del día, a la medianoche, se quedó con el nombre de Misa de Gallo la que se celebraba a esta hora.

La liturgia, con tres lecturas preciosas y muy ricas de contenido, suponen un desafío para quien pretenda comentarlas sin agotar al auditorio.

Tres motivos de alegría (Isaías 9,2-7)

En El Danubio rojo, película ambientada en la Segunda Guerra Mundial, la noche de Navidad, en medio del frío y la nieve, un grupo numeroso de soldados y refugiados comienza a cantar en un tren el villancico «Noche de Dios». Ese es el ambiente más adecuado para entender la primera lectura. El profeta se dirige a un pueblo que camina en tinieblas, que ha sufrido durante un siglo la opresión del imperio asirio, y le anuncia un cambio prodigioso: un mundo de luz y alegría. Por tres motivos:

el fin del opresor, el imperio asirio, que oprime a Israel con el yugo y el bastón, como si fuera un animal de carga; será derrotado, igual que lo fueron los madianitas en tiempos de Gedeón;

el fin de la guerra, simbolizado por la desaparición, no de lanzas y espadas, sino de los elementos menos peligrosos del soldado: bota y túnica;

la aparición de un niño, que se puede interpretar como el nacimiento de un príncipe o su entronización. Influido por el ritual egipcio, se coloca sobre sus hombros un manto que simboliza el poder, y se le dan diversos nombres: en Egipto eran cinco, aquí son cuatro, que expresan las cualidades más admirables que se pueden esperar de un gobernante: que sepa aconsejar, que sepa defender, que se comporte como un padre con sus súbditos, que traiga un reinado de paz. Por último, abandonando el influjo egipcio y con mentalidad plenamente judía, se relaciona a este niño con David. Y su labor de paz, justicia y derecho, aparentemente imposible, será obra del celo de Dios.

El pueblo que caminaba en tinieblas vio una luz grande;

Habitaba en tierra y sombras de muerte, y una luz les brilló.

Acreciste la alegría, aumentaste el gozo:

Se gozan en tu presencia, como gozan al segar,

como se alegran al repartirse el botín.

Porque la vara del opresor, el yugo de su carga, el bastón de su hombro,

los quebrantaste como el día de Madián.

Porque la bota que pisa con estrépito y la túnica empapada en sangre

serán combustible, pasto del fuego.

Porque un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado:

lleva a hombros el principado, y es su nombre:

«Maravilla de Consejero, Dios fuerte,

Padre de eternidad, Príncipe de la paz».

Para dilatar el principado con una paz sin límites,

sobre el trono de David y sobre su reino.

Para sostenerlo y consolidarlo con la justicia y el derecho,

desde ahora y por siempre.

El celo del Señor del universo lo realizará.

Dos motivos de compromiso (Carta a Tito 2,11-14).

El autor une la primera venida de Jesús («se ha manifestado la gracia de Dios») con la segunda y definitiva («la manifestación gloriosa del gran Dios y Salvador nuestro, Jesucristo»). ¿Motivos de alegría? Sin duda. Pero estas dos venidas son también motivo de compromiso. Amor con amor se paga. Hay que renunciar a la vida sin religión y a los deseos mundanos, llevar una vida sobria y honrada, esperar la vuelta del Señor, dedicarse a las buenas obras.

Querido hermano: Se ha manifestado la gracia de Dios, que trae la salvación para todos los hombres, enseñándonos a que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, llevemos ya desde ahora una vida sobria, justa y piadosa, aguardando la dicha que esperamos y la manifestación de la gloria del gran Dios y Salvador nuestro, Jesucristo, el cual se entregó por nosotros para rescatarnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo de su propiedad, dedicado enteramente a las buenas obras.

¿Un niño pobre o un personaje maravilloso? (Lucas 2,1-14)

El evangelio de esta noche consta de dos escenas radicalmente distintas, pero que se complementan.

El nacimiento de un niño pobre

Sucedió en aquellos días que salió un decreto del emperador Augusto, ordenando que se empadronase todo el Imperio. Este primer empadronamiento se hizo siendo Cirino gobernador de Siria. Y todos iban a empadronarse, cada cual a su ciudad. También José, por ser de la casa y familia de David, subió desde la ciudad de Nazaret, en Galilea, a la ciudad de David, que se llama Belén, en Judea, para empadronarse con su esposa María, que estaba encinta. Y sucedió que, mientras estaban allí, le llegó a ella el tiempo del parto y dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo recostó en un pesebre, porque no había sitio para ellos en la posada.

La primera escena, que se desarrolla únicamente en la tierra, contrasta a poderosos y débiles. Empieza hablando del emperador Augusto, con autoridad para dar órdenes a todos sus súbditos, y del gobernador de Siria, Cirino, que manda empadronarse a la población de su provincia, cada cual en su ciudad, sin preocuparle las molestias que eso puede causar.

Frente a los poderosos, los débiles, representados por una familia muy modesta, a la que solo le cabe obedecer, aunque la esposa deba recorrer, embarazada, los 150 km de Nazaret a Belén. Según Lucas, cuando llegan a su destino no encuentran alojamiento y deben pasar algunos días en la parte baja de una casa, donde están los animales. Son pobres, y para ellos no hay sitio en el piso de arriba («la posada»).

Los «nacimientos» que se montan actualmente en iglesias, casas particulares y otros sitios, ofrecen un pesebre bonito y limpio. Lucas piensa en uno muy distinto, en el que habrá comido un animal poco antes, arreglado aprisa para recostar al niño.

Es una escena de pobreza y humillación. Basta pensar en José, un padre que no tiene otra cosa que ofrecer a su mujer y a su hijo. La escena no se presta a comentarios románticos, sino a preguntas candentes: ¿por qué Gabriel no le dijo a María toda la verdad? ¿Por qué le anunció que su hijo sería el rey de Israel sin advertirle que no tendría riqueza ni poder? ¿Por qué elige Dios el camino de la pobreza y la humillación? ¿Por qué rechazamos los cristianos a quienes no pueden pagarse un pasaje en avión o en barco para llegar hasta nosotros? ¿Por qué no imaginamos que Dios pueda nacer en una chabola de mala muerte, en una familia pobre que trabaja recogiendo la aceituna? ¿Se puede esperar algo de este hijo de emigrantes, que no tendrá cultura ni formación?

El Salvador, el Mesías, el Señor

En aquella misma región había unos pastores que pasaban la noche al aire libre, velando por turno su rebaño. De repente, un ángel del Señor se les presentó, la gloria del Señor los envolvió de claridad, y se llenaron de gran temor. El ángel les dijo:

-No temáis, os anuncio una buena noticia, que será de gran alegría para todo el pueblo: hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador, el Mesías, el Señor. Y aquí tenéis la señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre.

De pronto, en torno al ángel, apareció una legión del ejército celestial que alababa a Dios diciendo:

-Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad.

La segunda escena se desarrolla en cielo y tierra. Es también de poderosos y débiles, de ángeles y pastores. La profesión de pastor, aunque a algunos le recuerde a los antiguos patriarcas de Israel, era de las más despreciadas y odiadas en aquel tiempo, sobre todo por los campesinos. En la escala social de la época, los pastores ocupan el penúltimo lugar, el de las clases impuras, porque su oficio se equipara al de los ladrones. Y pasar la noche al aire libre, vigilando el rebaño, no es la ocupación más agradable. El hecho de que el ángel se dirija a ellos deja clara la «política incorrecta» de Dios. El gran anuncio del nacimiento del Mesías no se comunica al Sumo Sacerdote de Jerusalén, ni a los sacerdotes y levitas, ni a los estudiosos escribas, ni a los piadosos fariseos.

Por otra parte, el anuncio modifica totalmente la imagen de la escena anterior. El niño que ha nacido no es un simple niño pobre. Su nacimiento supone «una gran alegría para todo el pueblo», porque es Salvador, Mesías y Señor. Este ángel anónimo es muy escueto. No comenta ninguno de los tres títulos. Pero es más sincero que Gabriel. No oculta que, a pesar de su grandeza, el niño está envuelto en pañales y acostado en un pesebre.

Afortunadamente, los pastores no son especialistas en la Biblia ni teólogos. En tal caso habrían preguntado de inmediato de qué o de quién iba a salvar ese niño; si era un mesías-rey, como David, o un mesías-sacerdote, como Aarón; si su señorío era igual que el de Dios o que el del César; si los pañales y el pesebre debían ser interpretados de forma real o simbólica… y cómo se compagina la «gran alegría para todo el pueblo» con el hecho de que, años después, el pueblo termine alejándose del Calvario golpeándose el pecho. En realidad, los pastores no tienen tiempo de preguntar nada porque, de pronto, aparece una legión del ejército celestial alabando a Dios y proclamando la paz.

¿Qué harán los pastores? Quien desee saberlo tendrá la respuesta en el evangelio de la Misa de la Aurora.

Pero el lector del evangelio puede ponerse en su lugar y advertir el mensaje que le está proponiendo Lucas. La vida de Jesús se puede interpretar de dos formas muy distintas: desde una óptica puramente humana o desde la fe. La primera resulta descarnada y dura. La segunda puede parecer ingenua; si no de cuento de hadas, de cuento de ángeles. Si se mantiene en la primera, terminará viendo a Jesús como un personaje peligroso y considerando justa su condena a muerte. Si acepta la segunda, a pesar de todas las dudas, terminará creyendo en él como su Salvador.

25 de diciembre

Misa de la aurora

El evangelio de la misa del Gallo nos dejaba con una duda: ¿qué harán los pastores tras escuchar al ángel y al coro celeste? No han recibido ninguna orden, solo una buena noticia. Lucas no se limita a contar su reacción.

Tres reacciones ante la noticia (Lucas 2,15-20)

Sucedió que, cuando los ángeles se marcharon al cielo, los pastores se decían unos a otros: «Vayamos, pues, a Belén, y veamos lo que ha sucedido y que el Señor nos ha comunicado». Fueron corriendo y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, contaron lo que les habían dicho de aquel niño.

Todos los que lo oían se admiraban de lo que les habían dicho los pastores.

María, por su parte, conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón.

Y se volvieron los pastores dando gloria y alabanza a Dios por todo lo que habían oído y visto, conforme a lo que se les había dicho.

Empieza y termina con los pastores, que corren a Belén y vuelven alabando y dando gloria a Dios. Esta gente, tan despreciada socialmente, corre hacia Jesús, cree que un niño envuelto en pañales y en un pesebre puede ser el futuro salvador, aunque ellos no se beneficiarán de nada, porque, cuando ese niño crezca, ellos ya habrán muerto. La visita de los pastores simboliza lo que dirá Jesús más tarde: «Te alabo Padre, porque has ocultado estas cosas a los sabios y entendidos y las has revelado a la gente sencilla».

Está también presente un grupo anónimo, que podría entenderse como referencia a la demás personas de la posada, pero que probablemente representa a todos los cristianos, que se admiran de lo que cuentan los pastores.

Finalmente, el personaje más importante, María, que conserva lo escuchado y medita sobre ello. En los relatos de la infancia, Lucas ofrece dos imágenes muy distintas de María. En la anunciación, Gabriel le comunica que será la madre del Mesías, y ella termina alabando en el Magnificat las maravillas que Dios ha hecho en ella. Sin embargo, cuando Jesús nace, Lucas habla de María de forma muy distinta. A partir de ese momento, todo lo relacionado con Jesús le resulta nuevo y desconcertante: lo que dicen los pastores, lo que dirá Simeón, lo que le dirá Jesús a los doce años cuando se quede en Jerusalén. En esas circunstancias, María no repite: «proclama mi alma la grandeza del Señor». Se limita a callar y meditar, igual que hará a lo largo de toda la vida pública de Jesús.

Estas tres actitudes se complementan: la admiración lleva a la meditación y termina en la alabanza de Dios.

Lucas juega con el lector, lo desafía. ¿Qué salvador les ha nacido a los pastores? ¿Qué señal portentosa puede ser un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre? Al día siguiente, los pastores estarán de nuevo con el rebaño, vigilando en medio del frío. Pero su vida ha cambiado, y la dureza de su vida no les impide alabar y dar gloria a Dios. Con ello se convierten en un ejemplo perfecto para el cristiano.

Una buena noticia para Jerusalén y la Iglesia (Isaías 62, 11-12)

Este breve pasaje recoge una imagen típica de la época del destierro en Babilonia: Jerusalén como esposa y madre. Como esposa, su marido, el Señor, la ha abandonado; como madre, ha perdido a su hijos, ha quedado despoblada. El profeta le anuncia un cambio radical: su marido vuelve, como salvador, acompañado de sus hijos.

La liturgia aplica este anuncio de la llegada de un salvador al nacimiento de Jesús. Y en los pastores podemos ver a ese «pueblo santo» y a «los redimidos del Señor». Cuando se piensa en los millones de cristianos que celebran la Navidad, vemos cómo se cumple la antigua profecía.

El Señor hace oír esto hasta el confín de la tierra:

«Decid a la hija de Sión: Mira a tu salvador, que llega.

El premio de su victoria lo acompaña, la recompensa lo precede».

Los llamarán «Pueblo santo», «Redimidos del Señor»,

y a ti te llamarán «Buscada», «Ciudad no abandonada».

Una buena noticia para nosotros (Carta a Tito 3,4-7)

El evangelio habla de tres reacciones ante el nacimiento de Jesús. La carta de Pablo se centra en Dios y en nosotros.

Ante todo, lo ocurrido es una manifestación de la bondad de Dios y de su amor al hombre. Como diría el cuarto evangelio: «De tal manera amó Dios al mundo, que le entregó a su Hijo único» (Juan 3,16). Si la gente se admiró de lo que decían los pastores, igual debemos admirarnos nosotros de esta prueba del amor de Dios. Sobre todo, teniendo en cuenta que no es algo que nosotros hayamos merecido ni ganado por nuestros propios méritos.

Además, la salvación que entonces tuvo lugar se actualiza en nuestro bautismo, que nos hace nacer de nuevo, nos concede abundantemente el Espíritu Santo, y nos hace herederos de la vida eterna, donde «estaremos siempre con el Señor» (1 Tesalonicenses 4,17).

Querido hermano:

Cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador y su amor al hombre, no por las obras de justicia que hubiéramos hecho nosotros, sino, según su propia misericordia, nos salvó por el baño del nuevo nacimiento y de la renovación del Espíritu Santo, que derramó copiosamente sobre nosotros por medio de Jesucristo nuestro Salvador, para que justificados por su gracia, seamos, en esperanza, herederos de la vida eterna.

 

25 de diciembre

Misa del día

La misa de la aurora nos presentó a María meditando lo que han contado los pastores. Es una pena que Lucas, que transmitió en el Magnificat su reacción a las palabras de Isabel, en este caso guarde silencio. Dos teólogos cristianos, los autores del cuarto evangelio y de la carta a los Hebreos, sí nos dejaron su reflexión sobre Jesús y su nacimiento. La liturgia les antepone la visión de un profeta-poeta.

«El Señor ha consolado a su pueblo» (Isaías 52,7-10)

El texto de Isaías de la misa de la aurora presentaba a Jerusalén como esposa y madre, que recupera a su esposo y sus hijos. Este la presenta como ciudad, sin rey y en ruinas después de la caída en manos de los babilonios. Pero el mensaje de esperanza es el mismo: Dios vuelve a ella como rey, y las ruinas, reconstruidas, cantarán de alegría. Como en el caso anterior, la liturgia aplica la venida de Dios-rey a Jesús, que nace como Mesías y Salvador.

Qué hermoso son sobre los montes los pies del mensajero que proclama la paz, que anuncia la buena noticia, que pregona la justicia, que dice a Sión: «¡Tu Dios reina!». Escucha: tus vigías gritan, cantan a coro, porque ven cara a cara al Señor, que vuelve a Sión. Romped a cantar a coro, ruinas de Jerusalén, porque el Señor ha consolado a su pueblo, ha rescatado a Jerusalén. Ha descubierto el Señor su santo brazo a los ojos de todas las naciones, y verán los confines de la tierra la salvación de nuestro Dios.

«El Señor nos ha hablado por su Hijo» (Hebreos 1,1-6)

Imaginemos al autor de la carta ante el pesebre. Pero el niño no acaba de nacer, él escribe bastantes años después. Es mucho lo que ya se ha dicho y discutido sobre Jesús. Y él comienza su carta con un resumen ambicioso, que abarca desde el comienzo de los siglos hasta la glorificación del Señor.

Lo primero que destaca es la novedad de que Dios nos hable a través de su Hijo, no a través de profetas. Un hecho tan grande que no debemos esperar algo distinto y mayor: estamos en la «etapa final».

Luego acumula palabras para describir la dignidad del Hijo. Retrocede del momento en el que hereda todo (se supone que tras la resurrección) al momento en el que intervino en la creación del mundo. Habla de su identidad e identificación con Dios con expresiones misteriosas: «reflejo de su gloria, impronta de su ser». Dedica una frase, casi de pasada, a la vida terrena, en la que solo sugiere, de forma velada, su muerte, que purifica nuestros pecados. Y termina con su triunfo a la derecha de la Majestad y su encumbramiento por encima de los ángeles.

San Ignacio de Loyola, al hablar del nacimiento de Jesús, sugiere al ejercitante pensar cómo el Señor nace en suma pobreza «y al cabo de tantos trabajos, de hambre, de sed, de calor y de frío, de injurias y afrentas, para morir en cruz» (Ejercicios espirituales, 110). El autor de la carta a los Hebreos tiene una perspectiva más amplia. No menciona aquí los sufrimientos y la muerte (tema que desarrollará más adelante) sino su triunfo y su gloria.

En muchas ocasiones y de muchas maneras habló Dios antiguamente a los padres por los profetas. En esta etapa final, nos ha hablado por el Hijo, al que ha nombrado heredero de todo, y por medio del cual ha realizado los siglos.

Él es reflejo de su gloria, impronta de su ser. Él sostiene el universo con su palabra poderosa. Y, habiendo realizado la purificación de los pecados, está sentado a la derecha de la Majestad en las alturas; tanto más encumbrado sobre los ángeles cuanto más sublime es el nombre que ha heredado. Pues ¿a qué ángel dijo jamás: «Hijo mío eres tú, yo te he engendrado hoy»; y en otro lugar: «Yo seré para él un padre, y él será para mí un hijo»? Asimismo, cuando introduce en el mundo al primogénito dice: «Adórenlo todos los ángeles de Dios».

La historia del Verbo de Dios (Juan 1,1-5.9-14) (forma breve)

Dos advertencias:

1. Según muchos comentaristas, el autor del cuarto evangelio utilizó al comienzo un himno sobre el Verbo Dios, introduciendo por medio, en dos ocasiones, sendas referencias a Juan Bautista. La liturgia permite elegir entre la forma larga, con todo el texto actual, y la breve, que suprime lo referente a Juan. Es esta la que comentaré brevemente, presentando el himno como una historia del Verbo de Dios en cinco etapas.

2. Para comprender esta historia habría que conocer las reflexiones sobre la Sabiduría de Dios en los dos siglos antes de Jesús. En el segundo domingo después de Navidad se vuelve a leer el prólogo de Juan, y la lectura que lo acompaña es, con razón, la del libro del Eclesiástico.

Primera etapa: la Palabra junto a Dios

En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba junto a Dios, y el Verbo era Dios. Él estaba en el principio junto a Dios.

«En el principio creó Dios el cielo y la tierra». Así comienza el libro del Génesis. Para el autor del prólogo, en ese momento existía ya el Verbo, junto a Dios. Es lo mismo que se dice de la Sabiduría en el libro de los Proverbios y en el Eclesiástico.

Segunda etapa: el Verbo y la creación

Por medio de él se hizo todo, y sin él no se hizo nada de cuanto se ha hecho. En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. Y la luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no lo recibió.

Aunque parece una nueva matización del Génesis, supone un desarrollo. Allí se dice que Dios crea por su palabra («dijo Dios») y su acción. Aquí, esa palabra se convierte en compañera suya imprescindible durante el acto creador. Todo fue creado por el Verbo: sol, luna, estrellas, montañas, mar, animales de toda especie, ser humano. Además de habernos creado, es también nuestra vida y nuestra luz. Dos términos claves en la teología del cuarto evangelio, que presentará a Jesús como «el camino, la verdad y la vida». En esa misma teología encaja la referencia a la tiniebla como símbolo de la oposición a Jesús y a Dios.

Tercera etapa: el mundo, creado por el Verbo, lo ignora.

En el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de él, y el mundo no lo conoció.

El mundo no se refiere aquí a los seres inanimados sino a las personas que ignoran a Dios, no lo adoran, o prescinden de él. El autor del Prólogo piensa en los pueblos paganos, que podrían haber conocido al Dios verdadero, pero que habían caído en diversas formas de idolatría.

Cuarta etapa: la Palabra se instala en Israel; unos lo rechazan, otros la acogen.

Vino a su casa, y los suyos no lo recibieron. Pero a cuantos lo recibieron, les dio poder de ser hijos de Dios, a los que creen en su nombre. Estos no han nacido de sangre ni de deseo de carne, ni de deseo de varón, sino que han nacido de Dios.

¿Qué hará el Verbo cuando se vea ignorado por el mundo? Para un judío, la respuesta es clara: refugiarse en Israel, el pueblo elegido, igual que hacía la Sabiduría: «Eché raíces entre un pueblo glorioso, en la porción del Señor, en su heredad». Pero el Verbo se encuentra con una desagradable sorpresa: «los suyos no lo recibieron». Da la impresión de que un autor posterior consideró esta afirmación demasiado pesimista y añadió que algunos lo recibieron, convirtiéndose en hijos de Dios. Pero este aparente añadido destruye el dramatismo del himno primitivo.

Quinta etapa: el Verbo se hace carne y habita entre nosotros.  

La Palabra ha sufrido dos derrotas: el mundo la ignora, su pueblo la rechaza. ¿Qué haría cualquiera de nosotros en su lugar? Quedarse junto a Dios y olvidarse de todos. Afortunadamente, Dios no es así. El Verbo toma la decisión más asombrosa que se puede imaginar.

Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria como del Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.

Reflexión final

El fiel cristiano que haya acudido a la iglesia pensando escuchar unas lecturas bonitas y sencillas sobre Jesús niño y los pastores se encuentra en la misa del día con unas lecturas muy teológicas, pero que le recuerdan la dignidad e importancia de ese niño que ve en el pesebre.

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Gloria a Dios, paz en los hombres (Vigilia Navidad: Lc 2,14)

Domingo, 24 de diciembre de 2023
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Navidad1Del blog de Xabier Pikaza:

Éste es el himno de los ángeles de Navidad: Gloria a Dios en las alturas (hypsistois) “y” en la tierra paz (eirênê) en/entre los hombres a quienes él ama (hombres de la eudokia o buena voluntad de Dios). Las gloria celeste de Dios se identifica con la paz terrestre de los hombres.

Buena voluntad (amor) de Dios, eso es la Navidad

Esa expresión (eudokía) podría referirse a la buena voluntad de algunos hombres (como cuando se dice: nosotros los demócratas, nosotros los pacíficos, nosotros  los de buena voluntad), dejando fuera de ese círculo de buenos al grupo inmenso de hombres y mujeres de mala voluntad, que serían en general “los otros” (bárbaros, incultos, pobres de la tierra).

Pero esa traducción referida a la buena/mala voluntad de los hombres es imposible por razones teológicas, psicológicas y de contexto

  • (a) Éste es un texto de “pasivo divino” y la buena voluntad a la que alude no puede ser la de los hombres, sino la de Dios. Los hombres no son aquí agentes,  sino destinatarios de la buena voluntad de Dios.
  • (b) Si el texto aludiera a unos hombres que presumen de “buena voluntad” sería una expresión de orgullo, y se le podría aplicar el refrán: “Dime de qué presumes y te diré de lo que careces”.
  • (c) Este es texto de “oráculo divino” (angélico) de navidad, como expresión suprema la buena voluntad de Dios (=amor)  que se expresa en el niño nacido de esa buena voluntad divina.

La Gloria a Dios en la altura se expresa en (=se identifica con) la paz en la tierra en los hombres de la buena  voluntad de Dios (= amados por Dios

Gloria de Dios “y” paz de los hombres no son dos cosas, de manera que una se pueda sumar a la otra, sino que son lo mismo:

La gloria de Dios es la paz entre los hombres, pues el “y” que une los dos “esticos” o elementos del paralelismo poético no es un “y” de separación o contraste, sino de identificación profunda, como en el caso del adagio de Ireneo de Lyon:  gloria dei / vivens homo, la gloria de Dios es el hombre viviente (la gloria de Dios consiste en que los hombre “vivan”)

En esa línea, el canto de los ángeles de Lc 2, 14 puede traducirse gloria dei / pax in hominibus bonae voluntatis, es decir, la gloria de Dios en la altura es la paz en la tierra entre los hombres de (la)  buena voluntad. Dios se expresa en el cielo como gloria/majestad y en la tierra como paz,  una paz que proviene su buena voluntad salvadora.

Navidad, paz de Dios en los hombres

Ésta es la expresión más honda de la Navidad, la teología de la encarnación, que Jn 1, 14 ha expresado de un modo muy suyo, diciendo “y el Verbo se hizo Carne” y que Lc 2, 14 describe de una forma casi idéntica: La gloria (doxa) de Dios se encarna en la paz (eirênê) entre los hombres.

No se podía haber dicho de un modo mejor, ni en un momento más oportuno (año 2023, tiempo de guerra en Israel), por boca del canto de los ángeles que son los mensajeros  de la verdad de Dios, tal como se revela en el cielo como gloria  y en la tierra como en la paz entre los hombres (que son depositarios de la buena voluntad de Dios.

            Éste es el himno supremo de la Navidad, el villancico de los ángels

Una palabra esa está latente en todo el AT, pero sólo se revela y despliega, se  canta y acoge plenamente en la Navidad del Hijo de Dios. Hay muchos que no se han enterado todavía, incluso dentro de los órdenes más altos de la iglesia, pensando que hay un tipo de “piedad/religión” que se expresa como gloria de Dios (en forma litúrgica o pietista), fuera del camino de paz entre los hombres. En contra de eso, según este canto de Navidad, la gloria de Dios (religión, piedad) se identifica con la paz/amor entre los hombres.No hay religión, hay culto, ni misa, ni hay santidad, sino en forma de paz entre los hombres

El Dios de Navidad no es obligación, imposición, ni miedo; no es amenaza ni castigo…  sino gloria divina y principio de paz  para cada familia, para todos los hombres y pueblos, que son presencia de la buena voluntad de Dios sobre la tierra. La gloria/culto de Dios consiste en que los hombres se amen, es decir, reciban y desplieguen en su vida la paz de la vida de Dios. Este es el lenguaje, éste es el canto y el “dogma” glorioso de la Navidad.

Vigilia de Navidad

Será bueno, en esta vigilia de Navidad 2023,  crear un momento de silencio, para que cada uno y todos podamos escuchar, la palabra del canto de paz que nos llega a todos, desde la noche de Belén, con los ángeles del cielo y los pastores de la tierra, acompañándonos unos a otros, acogiéndonos en amor, de manera que no quede nadie expulsado, condenado y rechazado sobre el mundo.

 No dijeron más los ángeles en la noche de Belén, ni más se necesitaba; pero tampoco dijeron menos. Sólo acogiendo, viviendo y comunicando la paz del Cristo de Belén podemos celebrar la Navidad.  Shalam/shalom aleikum, Eirênê hymin, Paz a vosotros, “feliz Navidad Gabon, Egun barri.

DESARROLLO BÍBLICO

(1) Principios y elementos.Paz (shalom) es una de las palabras y experiencias centrales del judaísmo. La Biblia supone que hombre real vive amenazado por la guerra, aunque llamado a la paz, como sabe un texto clave del Deuteronomio: «hoy pongo ante ti bien y mal, vida y muerte» (cf. Dt 30, 15). Dios coloca al hombre ante la paz y la guerra, pero no se mantiene indiferente, como si nada le importara una cosa ni otra, sino que se  compromete por la paz, de manera que la experiencia de Israel, su religión, viene a mostrarse como una llamada y camino de paz, que se identifica con el triunfo de la vida.

Es una paz histórica, vinculada a la presencia del Dios soberano que “truena y cabalga” sobre las nubes de la tormenta, conforme a la palabra solemne deSal 29: desde el alto cielo, sentado sobre el trono, al final del huracán, Dios extiende su mano y bendice a su pueblo con la paz (cf. Sal 29, 11). Ésta es la paz del reino mesiánico, cuya venida se espera y se canta en el templo, es la paz de una vida que puede extenderse gozosa, abundante, por toda la tierra, desde el centro de Jerusalén.:

«Oh Dios, da tu juicio al rey, y tu justicia al hijo del rey. Él juzgará a tu pueblo con justicia, y a tus pobres con rectitud. Los montes producirán paz para el pueblo; y las colinas, justicia. Juzgará a los pobres del pueblo; salvará a los hijos del necesitado y quebrantará al opresor. Durará con el sol y la luna, generación tras generación… En sus días florecerá el justo; habrá abundancia de paz, hasta que no haya más luna» (Sal 77, 1-7; cf. 86, 8-10).

Es una paz vinculada al orden del cosmos. Arco iris. Los textos apocalípticos empezaban a propagar la idea de que el mismo cosmos se hallaba pervertido, de que había una lucha superior de astros contra astros, de satanes contra arcángeles (como pone de relieve la literatura del ciclo de Henoc). Pues bien, en ese contexto, después de haber destacado el riesgo del pecado y desmesura, que puede llevarnos al diluvio, el autor bíblico ha querido poner de relieve el fundamento de paz de este mundo que se expresa, por encima del diluvio, en el arco iris. Éste es el pacto de una paz, expresada en la estabilidad básica del mundo, al servicio del hombre:

«No volveré jamás a maldecir la tierra por causa del hombre… Tampoco volveré a destruir todo ser viviente… Mientras exista la tierra, no cesarán la siembra y la siega, el frío y el calor, el verano y el invierno, el día y la noche» (Gen 8, 21-22). «Ésta será la señal del pacto que establezco entre yo y vosotros…: Yo pongo mi arco en las nubes como señal del pacto que hago entre yo y la tierra. Y sucederá que cuando yo haga aparecer nubes sobre la tierra, entonces el arco se dejará ver en las nubes…» (Gen 9, 12-14).

Ésta, al mismo tiempo, una paz mesiánica, vinculada a la ciudad de Jerusalén. Es la paz del mensajero de Dios (evangelista) que llega a su ciudad, para anunciar la concordia. Es la paz de los que vienen a Sión, para aprender el oficio de la concordia, destruyendo sus armas, haciendo de las espadas arados y de las lanzas podaderas, conforme a la visión y esperanza final de Is 2, 2-4. En el fondo, el mesianismo israelita se identifica con la paz, entendida como plenitud y justicia, como reconciliación y alabanza. Por eso se dice ante el Mesías, portador de paz: «Alégrate mucho, hija de Sion! ¡Da voces de júbilo, oh hija de Jerusalén! He aquí, tu rey viene a ti, justo y victorioso, humilde y montado sobre un asno, sobre un borriquillo, hijo de asna. Destruiré los carros de Efraín y los caballos de Jerusalén. También serán destruidos los arcos de guerra, y él hablará de paz a las naciones. Su dominio será de mar a mar y desde el Río hasta los confines de la tierra». Éste es el rey de la paz mesiánica que Jerusalén ha esperado, como sabía Jesús de Nazaret, cuando subió de esa manera a la ciudad, aunque (evidentemente) no todos los judíos hayan aceptado su signo ni todos los cristianos lo hayan seguido (Zac 9, 9-10; cf. Mt 21, 4-7). A continuación presento algunos de los rasgos de esa paz mesiánica.

(2) Esa paz implica renuncia a la guerra, nueva Jerusalén. Otros pueblos han esperado también algún tipo de paz final, entendida como paraíso. Pero Israel lo ha hecho de un modo muy especial, partiendo de su visión de Dios que Fuente de Paz, y que así ha venido (viene) a revelarse a los hombres y mujeres de su pueblo Israel, que responden confiados y comprometidos:   «Asiria no nos salvará, no montaremos a caballo ni llamaremos “dios” a la obra de nuestras manos» (Os 14, 4). En esa línea, los grandes profetas han condenado a los que buscan la paz por medio de las armas: «Ay de los que bajan a Egipto por auxilio, confiados en su caballería; confían en los carros numerosos, en los jinetes fuertes, sin mirar al Santo de Israel… Pues bien, los egipcios son hombre y no dioses; sus caballos, carne, y no espíritu» (Is 31, 1-3). Leer más…

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“María y la liberación de los pobres”, por Segundo Galilea.

Martes, 12 de diciembre de 2023
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191213_4084586_Reaparece_imagen_de_la_Virgen_de_Guadalupe_bEl tema de María en la liberación cristiana e integral de los pobres y oprimidos va a surgir como el resultado del encuentro entre la devoción popular mariana (que es la propia de esos pobres) y la aspiración y movilización de esos mismos pobres en busca de su dignidad, de sus derechos y de su libertad violados por sistemas socialmente injustos y muchas veces políticamente opresivos.

La cuestión puede plantearse así: ¿de qué manera influye la piedad y espiritualidad popular mariana en las aspiraciones y tareas de liberación de los pobres? ¿Tiene María un lugar en una sana teología espiritual de la liberación de los pobres? La respuesta eclesial es afirmativa. Puede ser articulada teológicamente e integrarse en la tradición mariológica de la iglesia. Ello es posible debido a que el tercer mundo católico ha ido tomando conciencia, casi simultáneamente: a) de los caminos de su liberación, b) de la naturaleza colectiva que ésta tiene en los pobres, c) de las potencialidades liberadoras de su catolicismo popular y de su piedad mariana.

Por eso, la relativamente reciente reflexión cristiana sobre la liberación ha dado un lugar a María desde el inicio, al lado del lugar central de Jesucristo. Esta mariología liberadora se ha ido enriqueciendo en los últimos años, no sólo con la experiencia espiritual de las comunidades cristianas y con la elaboración de los teólogos, sino muy decisivamente con intervenciones del magisterio de la iglesia. Los enfoques de Juan Pablo II sobre María y la liberación, la dignidad de los pobres y la justicia, expresados sobre todo en sus viajes a América Latina, son abundantes al respecto.

No se trata de extrapolar los evangelios a nuestra situación actual, ni de forzar las fuentes de la revelación, haciendo de María una militante de la liberación y de la justicia, en los términos y maneras que hoy lo entendemos. Ello sería tan errado como innecesario. Si María tiene un lugar en la liberación y justicia de los pobres, es por su actitud y por su capacidad de inspiración evangélica y humanizadora, y no tanto como modelo de acción militante. Así como María es también modelo de acción misionera e inspiración y criterio para los misioneros, aunque ella nunca haya sido misionera en el sentido que hoy lo entendemos. No; de cara a la misión o a la liberación, María no fue una militante, ni hay que buscar en ella modelos de militancia según los términos actuales.

El lugar de María en la liberación es mucho más profundo: ella nos revela por el testimonio de su vida las grandes actitudes cristianas que deben acompañar a los militantes de la liberación; por la función maternal que ejerce en los hijos de Dios ella inspira y nutre las motivaciones de los cristianos que luchan por la liberación y la justicia; ella es un signo que alimenta la esperanza cristiana en la liberación total de los pobres y sufrientes. María es necesaria para que los pobres y oprimidos tengan presentes las actitudes y criterios que se requieren para hacer de su liberación un camino auténtico de libertad de toda forma de servidumbre humana. María les testimonia, por su pobreza y humildad, que la verdadera liberación y libertad no es hacerse rico, ni actuar insolidariamente, ni buscar poder para abusar de otros más débiles, ni acceder al desarrollo para caer en servidumbres nuevas de hedonismo y materialismo.

La contribución de María a una espiritualidad de solidaridad liberadora con los pobres puede resumirse así:

1. La Predilección de María por los pobres y oprimidos.

María formó parte del pueblo llano de su tiempo, compartió su vida ardua y anónima. (El grado sociológico de la pobreza de María —o de Jesús, para el caso— no tiene importancia aquí.) Por ello se identifica con los sencillos y modestos de la tierra. Al compartir su suerte les revela su dignidad: la madre de Dios y de los hombres es una mujer como ellos. Esta solidaridad de María con la pobreza y los pobres es ya un factor en su liberación, pues la liberación comienza y se alimenta con el descubrimiento de la dignidad de los pobres y de su mutua solidaridad.

Esta opción preferencial por los pobres en María no es sólo un hecho evangélico: en la condición ardua y pobre del nacimiento de Jesús, en la inseguridad de la persecución de Herodes, que la llevó a exiliarse en Egipto con su familia, en la vida opaca y modesta de Nazaret como una mujer más del pueblo, etc. Es también un aspecto de la devoción popular mariana. El pueblo sencillo y pobre siente a María cercana, una de ellos. Las tradiciones sólidas de apariciones marianas (Guadalupe, Lourdes, Fátima como ejemplos bien conocidos) se dan en lugares pobres y a gente sencilla, a menudo niños y niñas. Los grandes lugares de veneración mariana son visitados sobre todo por los más pobres, necesitados, sufrientes y oprimidos, aun sociopolíticamente. Todo esto encierra un gran mensaje mariano sobre la dignidad de los pobres y una llamada a la solidaridad por su liberación humana.

2. María arroja una nueva luz en la liberación de inspiración cristiana.

Ésta se afirma esencialmente en la dignidad de los pobres y en los derechos que esta dignidad reclama. La liberación es la plenitud de la dignidad humana. La liberación tiene también por base la solidaridad fraterna de todos los hombres, creados todos a semejanza de Dios e hijos de Dios por gracia. La liberación debe conducir no sólo a sistemas más justos, sino sobre todo a la convivencia fraterna, debe transitar por los caminos de la solidaridad y no por las vías del odio, de la violencia y la lucha ciega y sistemática. Los logros puramente materiales de la liberación son relativos y aun ambiguos si no conducen a crecer en dignidad y en fraternidad de lo cual María fue modelo y es inspiración.

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3. María era consciente y solidaria con las miserias y servidumbres del pueblo de Israel.

Participaba en el anhelo de liberación de ese pueblo; integró ese anhelo en la promesa de Dios y en la obra de Cristo como redentor del pecado y como salvador de toda servidumbre humana. María dio a los anhelos de liberación de su pueblo un horizonte de esperanza en la venida del reino de Dios, que haría nuevas todas las cosas.

Esta actitud de María está condensada en su Magnificat (Lc 1,46-55). En el tercer mundo creyente se reza el Magníficat teniendo presente esta actitud. En algunos lugares se ha convertido en un texto clave para entender la actitud de María en la liberación de su pueblo. El propio magisterio de la iglesia ha hecho uso de él en este sentido (cf Puebla 297; instrucción sobre “Libertad cristiana y liberación”, Cong. de la Fe, n. 48; encíclica de Juan Pablo II sobre la “Bienaventurada Virgen María en la vida de la iglesia peregrina” (Redemptoris Mater, n. 37). El tema ha sido reiterado por el propio papa Juan Pablo II, particularmente en sus viajes a Iberoamérica, comenzando por su homilía en Zapopán, México (AAS LXXI, p. 230). En todo esto no hay abuso sociológico o ideológico con respecto al Magníficat; sólo la constatación de que las promesas de Dios, que se han comenzado a realizar con la venida de Cristo, por las que María da gracias al haber sido elegido como humilde instrumento, incluyen la realización de un reino de justicia entre los hombres. Un reino que enaltece a los humildes y derriba a los poderosos, que colma de bienes a los hambrientos y despide vacíos a los ricos (Lc 1,51-53). Esta promesa forma parte para siempre de la esperanza de los pobres, de la que María es un testigo privilegiado.

El mordiente liberador de la piedad mariana, ¿es sólo una hermosa teoría o responde a experiencias y hechos? ¿Ha habido momentos en la historia de esos pueblos en que María haya simbolizado e inspirado la causa de la justicia y la libertad? Hechos pasados y recientes responden que sí. Aunque en esto las motivaciones del pueblo o de los líderes sean complejas y se dé siempre la tentación de utilizar política o ideológicamente la devoción religiosa con las ambigüedades consiguientes, existe siempre el hecho de que en momentos de crisis, cuando está en juego la libertad, la intuición religiosa popular vio en María una protección y un símbolo de Dios que hace suya la justa causa de los pobres. Todo país en que la devoción mariana tiene una envergadura popular podría contribuir con ejemplos. Ya recordamos más atrás el caso, entre otros, del lugar de María en las gestas de emancipación de los países de Iberoamérica. Ejemplos contemporáneos tampoco faltan, desde los campesinos mexicoamericanos que en California luchan por sus reivindicaciones bajo el estandarte de la Virgen de Guadalupe hasta el pueblo filipino, que en 1986 cambió su sistema de gobierno no con armas ni puras consignas políticas, sino con manifestaciones pacíficas presididas por imágenes de María y rezando el rosario.

Segundo Galilea

Diccionario de Mariología

Fuente Reflexión y Liberación

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”Allanad los senderos del Señor”. Domingo 10 de diciembre de 2023. Domingo 2º de Adviento.

Domingo, 10 de diciembre de 2023
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02advientoB2cerezoLeído en Koinonia:

Isaías 40,1-5.9-11: Preparadle un camino al Señor.
Salmo responsorial: 84:
Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación.
2Pedro 3,8-14: Esperemos un cielo nuevo y una tierra nueva.
Marcos 1,1-8: Allanad los senderos del Señor.

En los tiempos que escribe el profeta Isaías el pueblo de Israel se encuentra en el exilio de Babilonia y es inminente un posible retorno a la tierra de Israel. Isaías da aliento a su pueblo diciéndoles que ya han satisfecho la pena que tenía estipulada por sus culpas, satisfacción lograda por medio de la esclavitud y los trabajos forzosos que han vivido en Babilonia. Ahora vendrá un mensajero, que el escritor no le da nombre, proclamando que todo monte sea rebajado, allanando, aplanado para hacer una senda a nuestro Dios que regresa triunfante a Jerusalén conduciendo a su pueblo como en otro tiempo lo hizo con los israelitas saliendo de Egipto. El escritor ha tomado una costumbre de su época, según la cual cuando un rey ganaba una guerra o una batalla se hacían caminos ceremoniales en los cuales se celebraba el triunfo del rey sobre sus enemigos. Asimismo Yahvé es el Señor, el Dios de Israel que retorna glorioso triunfante a Jerusalén por un camino preparado por Él. El mensajero anuncia a todo el pueblo esta noticia, noticia de esperanza y de alegría para una comunidad que vivía marginación y explotación. Los evangelistas han asociado a este mensajero que prepara el retorno de Yahvé con Juan el Bautista.

El Salmo canta la esperanza del pueblo desterrado que ahora retorna. Ellos se preguntan hasta cuándo Dios estará alejados de ellos, y la respuesta es unánime: Él mora en aquellos que le son fieles. Ese día Yahvé se hará presente. La justicia y la paz reinarán y las cosechas, que no han producido lo esperado, prosperarán. Es un himno al Dios compasivo que ahora retorna a su tierra para hacerla fructificar. Es la espera y la esperanza en un futuro mejor.

La segunda lectura de la carta de Pedro, nos sitúa dentro del debate sobre el día de la segunda venida del Señor. La comunidad para la que esta dirigida la carta de Pedro se preguntaba cuándo sería ese día en que Jesucristo resucitado volvería. En un principio se les había dicho que pronto pero pasaba el tiempo y no retornaba. El apóstol le responde diciéndole que el Señor no se retrasa en el cumplimiento de la promesa como ellos suponen, sino que usa de la paciencia de los hombres queriendo que todos lleguen a la salvación; por que un día es como mil años y mil años como un día para el Señor. En ese día se inaugurara un nuevo cielo y nueva tierra. Lo que nosotros tenemos que hacer es esforzarnos para ser hallados en paz ante él, y ésta debe ser una actitud permanente pues no sabemos el día en que vendrá. Pedro anima a la espera a una comunidad impaciente, y más que a una espera a vivir esperanzadamente en un futuro mejor. No niega que haya problemas en la comunidad (divisiones, persecuciones), pero lo que nos debe identificar como cristianos es la confianza en un futuro mejor.

El evangelio de Marcos se centra en la predicación de Juan el Bautista. En él se cumple la profecía de Malaquías según la cual vendrá un mensajero delante del Mesías (que sería Elías); y del profeta Isaías que expresa la misión del precursor preparar el camino de aquel que ha de venir. Juan proclamaba un bautismo de conversión el cual era signo del perdón de los pecados y que implicaba el compromiso de cambio de vida. Predicaba un castigo inminente de Dios y ante esa amenaza debíamos reconocernos pecadores, débiles, que hemos fallado, por lo cual el bautismo era expresión de un real cambio de vida y no solo un simple rito. Esta predicación era muy aceptada por las gentes de Jerusalén y de Judea, especialmente los más pobres (luego evangelistas nos dirán que los fariseos y los doctores de la ley, personas importantes, no creyeron en él). Caracteriza a Juan su vestimenta y su dieta, que significaba su talante profético. Se viste a sí porque las tradiciones de la época identificaban con estos rasgos a los profetas. La venida inminente de quien bautizará en Espíritu, es la esperanza que el grupo de seguidores de Juan arraiga en su corazón.

Como vemos, la liturgia del día de hoy nos invita a esperanza, a creer que en medio de las dificultades, de las persecuciones, de las realidades más duras de la vida; es posible un futuro mejor, porque el Señor es fiel a quienes asumen los valores de la verdad, de la justicia, de la fraternidad. Todas estas esperanzas que nos invitan las lecturas, como cristianos, las leemos en Jesús, sobre todo en este tiempo de espera alegre de la Navidad, espera de un nuevo mundo. Que nuestra esperanza sepa dar testimonio ante el mundo de que un futuro mejor, en medio de las difíciles condiciones de nuestra realidad, es posible. Leer más…

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El Evangelio más que un libro es una persona, Cristo.

Domingo, 10 de diciembre de 2023
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1jlfbweDel blog de Tomás Muro La Verdad es libre:

01.- EL EVANGELIO COMO PRINCIPIO DE NUESTRA VIDA.

El evangelio de hoy nos ofrece el PRINCIPIO del evangelio de JesuCristo.

San Marcos se sitúa en el comienzo de la Biblia, en el Génesis: en el PRINCIPIO creó Dios… (Gn 1,1) y también es el mismo modo con el que san Juan comienza su evangelio: En el PRINCIPIO existía la Palabra (Cristo).

No es una mera cuestión lingüística: No comenzamos a leer un libro, una biografía. Se nos está diciendo que el evangelio es el principio, la luz y la fuente de nuestra vida. El Evangelio es por principio “Buena Noticia” de JesuCristo para el ser humano. Nuestro principio (“nuestros principios”, como decimos coloquialmente) es el Evangelio de JesuCristo Hijo de Dios.

El mismo Dios de la creación y que se ha hecho uno de nosotros es nuestro evangelio, es nuestro principio en la

vida. Desde el PRINCIPIO, desde el Génesis hasta el final de la historia estamos impregnados de EVANGELIO, de salvación. ¡Estamos salvados!

Evangelio significa noticia salvífica, anuncio liberador.

02.-  EL EVANGELIO NO ES UN LIBRO, ES UNA PERSONA: CRISTO.

Se suele decir con razón que el evangelio es anterior a los cuatro evangelios. Y es que el evangelio no es un libro, o cuatro, sino una persona: el Señor Jesús. La buena noticia es Cristo. El encuentro personal con Cristo es evangelio, liberación, salvación.

Este es nuestro PRINCIPIO en la vida, este evangelio, Cristo, embarga toda nuestra existencia.

Hay situaciones en la vida en las que nos hace bien volver sobre “nuestros principios”, dirigir de nuevo la mirada y el corazón al “PRINCIPIO”: al EVANGELIO que preside desde el comienzo nuestras vidas. En nuestras noches oscuras, en nuestras dudas, “desiertos”, volvamos a la fuente de aguas vivas, al Evangelio.

Desde el principio y por principio Cristo es nuestro Evangelio.

03.-  ESTAMOS EN EL DESIERTO: JUAN BAUTISTA, (Marcos).

El texto de Marcos sitúa a Juan Bautista en el desierto. Extrañamente Juan Bautista predica, grita en el desierto. Pero en el desierto no vive nadie. ¿O sí?

El desierto no es tanto un lugar geográfico, cuanto un lugar de travesía, de crisis, y por tanto, el desierto es un momento de experiencia dura, de experiencia intensa humana y religiosa.

a. El Éxodo y la travesía de las tribus hebreas durante cuarenta años por el desierto fue una experiencia dura de constitución del pueblo. En el desierto, en el momento Sinaí se plasma la ética, los diez mandamientos. La libertad no es fácil y en el camino de Egipto estábamos mejor: al menos teníamos para comer. Vivieron una experiencia de la dureza de la vida: sin pan, sin agua (maná y la roca).

b. También hoy en día -siempre- los humanos atravesamos por desiertos y etapas de sequía y aridez. Se suele decir que no estamos tanto en una época de cambios, sino en un cambio de época. Todo se viene abajo: la religión, el matrimonio, la familia, las tradiciones. Sentimos que un mundo está concluyendo y nos

lamentamos de la pérdida de valores, de lo que han cambiado las cosas y de lo mal que van. Nada es ya lo que fue.

Este es nuestro desierto, nuestro lugar de crisis, de hundimientos, de no ver salida. Es también el lugar de purificación, de paciencia, de camino y esperanza.

04.-  CONSOLAD A MI PUEBLO, A MI GENTE, (ISAÍAS).

Pocas veces pensamos y ofrecemos consuelo, tan necesario en la vida.

El consuelo es el descanso y alivio de la pena y sufrimientos que pueden afligir y oprimir el ánimo del ser humano.

Dios consuela a su pueblo.

Consolar, estar cerca, aliviar son actitudes muy de nuestro Dios, de JesuCristo y, por tanto, entra también en nuestro PRINCIPIO para con nosotros mismos y para con los demás. Seremos consolados por el Señor, (Mt 5).

¡Cuántas veces vemos a Jesús consolando a personas, sintiendo lástima de los enfermos, llorando ante el pueblo de Jerusalén!

La misericordia, sentir compasión, consolar son cuidados muy humanizadores y, por tanto, cristianos.

05.- EL DESIERTO TERMINARÁ Y LLEGARÁN LOS CIELOS NUEVOS Y LA TIERRA NUEVA, (2 PEDRO).

El desierto de la vida termina. El evangelio del Señor nos anuncia un cielo nuevo y una tierra nueva.

El cielo no puede esperar”, porque es lo que da sentido a la tierra. Desde el PRINCIPIO estamos llamados a terminar nuestro desierto, nuestro Éxodo en la tierra de promisión. El destierro de las “muchas babilonias” concluye en la Nueva Jerusalén.

Esperemos y soñemos con los cielos nuevos y la tierra nueva.

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