Covid-19 en Brasil: activismo LGBT+ crea redes solidarias frente a la ausencia estatal
Por Sellena Ramos; Joao Hugo y Marcos Tolentino*
Desde que comenzó la pandemia de coronavirus, en América Latina y el Caribe ya hay más de 50 mil casos confirmados. Brasil es el país más afectado de la región, con más de 20 mil casos confirmado y más de mil muertes. En paralelo a las noticias sobre el avance de la pandemia, la prensa brasilera publica iniciativas y proyectos que buscan disminuir sus impactos sociales. Para muchos brasileros esta situación pone en evidencia cuestiones de supervivencia, resiliencia y solidaridad. Qué será construido después de esto y la crisis generará una revisión de la forma en que nos relacionamos con el otrx es algo que recorre los medios y las redes sociales.
El escenario de incertidumbre y ansiedad se agrava frente a la postura del presidente Jair Bolsonaro. En los últimos dos meses, Bolsonaro ha dicho que la pandemia de coronavirus es una histeria creada por la prensa y que se trata de una gripe como cualquier otra.
Si la población brasilera en general se siente desprotegida frente a un presidente que no quiere comprender ni asumir la gravedad, en el caso de las personas LGBTQIA+ es aún más grave pues nos encontramos en un periodo de retrocesos de derechos políticos y de exposición a las vulnerabilidades.
Panorama LGBTQIA+ en Brasil
En Brasil, la vida cotidiana de las personas LGBTQIA+ está marcada por estrategias de supervivencia. Desigualdades regionales, de raza, de clase, etarias y de género agravan más este cuadro. Para unxs, estas estrategias precisan ser trazadas deliberadamente. Para otrxs, no son tan perceptibles, pues tienen el privilegio de sentirse como parte de una sociedad donde la cisheteronormatividad pauta las relaciones sociales.
Cuando la orientación afectivo-sexual y la identidad de género son disidentes de los patrones hegemónicos de la cisheteronormatividad y el crimen de la LGBTfobia es estructural, muchas personas LGBTQIA+ son expulsadas de sus casas, excluídas de sus ambientes sociales e inclusive asesinadas. En la Segunda Relatoría de 2018 de crímenes contra las personas LGBTQIA+ divulgada por el Grupo Gay de Bahía (GGB), 420 personas murieron en Brasil en 2018. De acuerdo al Dossier de Asesinatos y Violencia contra personas Trans Brasileras, divulgado este año por la Asociación Nacional de Travestis y Transexuales (ANTRA), Brasil pasó del lugar 58 al lugar 68 en el ranking de países seguros para ser LGBTQIA+.
Es importante recordar que existen subregistros y ausencias de los datos gubernamentales, principalmente debido a la inexistencia de una ley que tipifique el crimen contra la LGBTfobia. En el Legislativo Federal, los proyectos de ley direcionados para las demandas específicas de la población LGBTQIA+ quedan trancados por la presencia de la llamada bancada evangélica. En consecuencia, fue el Supremo Tribunal Federal (STF) desde donde se tomaron decisiones que garantizan, por ejemplo, el matrimonio igualitario. El 13 de junio de 2019, el STF tipificó el crimen de LGBTfobia en Brasil, y pasó a ser penalizado por la Ley de Racismo (7716/89), que hoy prevé crímenes de discriminación por el prejuicio de “raza, color, etnia, religión y procedencia nacional”. Entretanto, sabemos que la norma y la práctina hay una brecha.
Así, la pandemia del coronavirus nos encontró en un contexto de ausencia de políticas públicas nacionales para las personas LGTBQIA+. Esta situación todavía no fue modificada teniendo en cuenta nuestras demandas específicas.
Necesitamos políticas efectivas, como medidas que garanticen un subsidio y acogida para las personas LGBTQIA+ expulsadas de sus hogares, que no tienen acceso al mercado laboral y que encuentran en la prostitución la única salida financiera.
El 1 de abril fue anunciado una ayuda de emergencia por tres meses para lxs trabajadorxs informales de Brasil.
En relación al área de la salud, el 17 de marzo el Ministerio de Salud publicó un oficio orientado a los servicios especializados para que aumentaran en las farmacias la cantidad de medicamentos anti-retrovirales y la Profilaxis Pre-Exposición (PrEP). Esta medida afecta a una gran parte de nuestra población. Sin embargo, la exclusión y marginación social que enfrentamos en otros espacios se extiende a los hospitales y ambulatorios, donde no están ganrantizados el respeto a la orientación sexual y a la identidad de género.
Las campañas de ayuda del activismo
El papel del Estado es fundamental para subsidiar las necessidades de la sociedad. Cuando se trata de la población LGBTQIA+ el apoyo no llega y precisamos luchar cotidianamente para obligar al Estado a cumplir sus funciones y viabilizar recursos. Existen campañas de recaudación de recursos financieros, alimentos y materiales de higiene personal en todo el país impulsadas por activistas de la diversidad sexual. Algunos ejemplos: la campaña “Fortalezca a una personas trans”, impulsada en las redes sociales por la diputada estatal de la Bancada Activista, Erika Hilton; y las campañas de recaudación realizadas por la Red Poc, en Belo Horizonte; por el Grupo por La vida en Rio de Janeiro; por el Centro de Referencia y Defensa de la Diversidad y por la Asociación del Desfile LGBT de Sao Paulo; por el Colectivo de Transs Pra Frente y por la Asociación Bahiana de Travestis, Transexuales y Transgéneros en Acción (Atração), en Salvador. También en Bahía, el Movimiento Drag lanzó una campaña de recaudación de alimentos no perecederos e ítems de higiene para auxiliar a las artistas drags que ahora mismo no pueden trabajar durante la cuarentena.
Además de la recaudación de alimentos y artículos de higiene personal, notamos que una de las formas de movilización LGBTQIA+ brasileras ha sido la producción de información. La Asociación Nacional de Transexuales y Travestis (ANTRA), por ejemplo, produjo dos cartillas informativas. La primera de ellas fue dirigida a travestis y mujeres trans trabajadoras sexuales.
La segunda cartilla tiene información sobre como reaccionar en casos de violencia doméstica durante el aislamiento social, de manera de enfrentr un posible aumento del riesgo de las agresiones contra LGBTQIA+ en estas situaciones. Como apunta ANTRA, muchas personas LGTQIA+ se ven forzadas a convivir en ambientes tóxicos, con familiares que los agreden, y sin posibilidad de contacto con otros miembrxs de la comunidade.
En las redes sociales
El aislamiento de las personas LGBTQIA+ ha sido combatido también a través de las redes sociales. La Asociación Brasilera de Lesbianas, Gays, Bisexuales, Travestis, Trans e Intersex (ALGBT+), por ejemplo desarolló en Instagram una serie de “lives” llamados “Diálogos LGBTI+”, donde se conversa con especialistas de temas vinculados a las vivencias de personas LGBTQIA+ en el contexto de la pandemia.
Las redes sociales también han sido un espacio para compartir cuestiones relativas a la salud mental de las personas LGBTQIA+ que pueden agravarse con el aislamiento social. En ese sentido, el Centro de Referencia LGBT+ de Campinas (SP), el primero en dar este tipo de atención, también ha utilizado las redes. Otra inciativa en las redes es la difusión de cultura y arte queer. El 4 y 5 de abril se realizo el festival LGBT Online, “Marsha! Entra na Sala”, que contó con veinte horas de programación entre shows, DJ sets y conversaciones.
Las casas de acogida
Es este marco se insertan también los centros de acogida. Su desarrollo en los últimos años representa acciones emergentes frente a los retrocesos de políticas de asistencia para la población LGBTQIA+. En Brasil hoy existen 15 casas de acogida distribuídas en todo el território nacional, que desempeñan sus labores en paralelo al Estado. Allí, además de tener acceso a ayudas básicas – techo, alimentación e higiene persona- lxs habitantes tiene acceso a servicios de salud integral, iniciativas de reinserción cultural y social. Frente a la pandemia, algunas instituciones de acogida se unieron y desarrollaron la Red Brasilera de Casas de Acogida LGBTQIA+ (REBRACA) con el objetivo de enfrentar estrategicamente las crisis sanitarias, políticas y sociales de Brasil. El 31 de marzo, REBRACA inició la campaña de recaudación colectiva de canastas básicas y materiales de higiene.
Casa Aurora en Bahía
Además de este trabajo colectivo, cada casa adapto sus servicios para garantizar una acogida integral durante la cuarentena. Casa Aurora surgió en mayo de 2019 como una casa de acogida para personas LGBTQIA+, localizada en el centro de Salvador, estado de Bahía. La institución recibe a jóvenes de entre 28 y 29 años que están en situación de vulnerabilidade y riesgos sociales, abandonadxs o apartadxs de sus familias a causa de su orientación afectivo-sexual e identidade de género. Aquí les garantizamos las tres comidas, produtos de higiene personal y algunos servicios como: atividades socioeducativas, servicios jurídicos, y una Clínica Social con acompañamiento terapêutico y assistência social, psicológica y psiquiátrica. A lo largo de la breve trayectoria, la institución ya asistió a cerca de 400 personas LGBTQIA+ .
Casa Aurora es la única institución de acogida específica para personas LGBTQIA+ del Estado de Bahía. Coordinada por lx activistas João Hugo y Sellena Ramos, resistimos a través de donaciones filantrópicas y microdonaciones, recaudación de alimentos, materiales de higiene personal y ropa.
Debido al subregistro de casos de coronavirus, por la dificultad de acceso a los testeos en Brasil, y la ausencia de políticas públicas para las personas LGBT+, no podemos dimensionar el impacto de la pandemia en el colectivo. Por eso las casas de acogida así como todas las redes creadas durante este último mes por el activismo de la diversidad sexual resulta en un fortalecimento de nuestras estrategias y prácticas y el trabajo en red con otros colectivos e instituciones de nuestra comunidad.
*Activistas LGBT+ e integrantes de la Casa de Acogida Aurora
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Brasil, una situación muy complicada para el colectivo LGTB
En 2018, además, fuimos testigos de como la LGTBfobia ha escalado hasta alcanzar ámbitos activistas y políticos. En mayo del año pasado recogíamos el asesinato en Río de Janeiro de la activista de género no binario Matheusa Passareli. Y en marzo el de la concejala de Río de Janeiro Marielle Franco, afrodescendiente, abiertamente bisexual, feminista y activista en favor de los derechos humanos. Una escalada a la que también nos hemos referido al recoger tanto el episodio de acoso que sufrió Judith Butler en una visita al país para participar en un debate universitario como la decisión de un juez federal contra la orden del Consejo Federal de Psicología que prohibía desde hace años las «terapias» reparadoras de la homosexualidad. Y que ha forzado al que fuera primer diputado abiertamente gay de Brasil, Jean Wyllys, a abandonar el país e instalarse en Alemania (ver aquí la interesante entrevista que hace pocos días publicaba eldiario.es).
La llegada de Bolsonaro a la presidencia
La situación de la comunidad LGTB, incluso ya antes de la victoria de Bolsonaro en octubre de 2018, es muy dura. El Grupo Gay de Bahía, colectivo que hace una meritoria labor de monitorización de los delitos de odio en Brasil, tuvo conocimiento de 445 muertes violentas de personas LGTB en 2017: 387 asesinatos y 58 suicidios, un aumento del 30% con respecto a 2016, «cuando se registraron 343 muertes», comienza su informe 2017. De alguna de estas muertes nos hemos hecho eco en esta misma página, como sucedió por ejemplo con el terrible asesinato de Dandara dos Santos, una mujer trans. La tendencia, en este sentido, ha sido creciente a lo largo de los últimos años.
Y si algún político encarna a la perfección esa LGTBfobia en su discurso político, ese es Jair Bolsonaro, elegido presidente en octubre de 2018. Una victoria que, dados los precedentes del personaje y el apoyo del poderoso movimiento evangélico, abrió un escenario terrible para las personas LGTB en Brasil. Ya en 2011 lo mencionábamos cuando acusó al Ministerio de Educación de «fomentar la homosexualidad» por promover un proyecto contra la homofobia. En 2014 volvimos a referirnos a Bolsonaro, que negaba que educar en la diversidad sirviese para combatir la homofobia, y acusaba explícitamente a los que así lo defienden de querer «llevar la materia a las escuelas para transformar a niños de seis años en homosexuales. Al punto de que así se facilita la pederastia en Brasil».
Bolsonaro acababa la entrevista burlándose del intento de aprobar una ley que castigase la violencia homófoba, a la que quitaba importancia. «¿Solo porque a uno le guste tomar por culo se convierte en un semidios al que no se le puede pegar?», remataba. El ahora presidente ha hecho otras declaraciones homófobas en el pasado, como aquellas en las que aseguraba preferir que un hijo suyo muriese en un accidente a que apareciese «con un bigotudo», pero basta con releer la entrevista de 2014 a El País para ser consciente de la monstruosidad del personaje.
En el ámbito legal, hay que tener en cuenta que muchos de los avances en derechos LGTB que ha experimentado Brasil se han producido al margen de los poderes legislativo o ejecutivo: el matrimonio igualitario es una realidad posible gracias a resoluciones judiciales, mientras que la prohibición de las «terapias» reparadoras, sobre la que como mencionamos arriba tiene lugar una batalla en los tribunales, fue una decisión profesional del Consejo Federal de Psicología. La presión de los grupos evangélicos para que desde el poder político se ponga coto e incluso se revierta esta situación puede encontrar en Bolsonaro el aliado ideal.
En este sentido, la recién aprobada tesis del Supremo contra la LGTBfobia es una soplo de aire fresco en un ambiente profundamente enrarecido.
Fuente Agencia Presentes/Cristianos Gays
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