. Comentario del Abad Bernad en capitulo:
LC. 10,29-37. El sacerdote y el Levita pasan de largo y no ven al margen del camino un cuerpo ensangrentado, un objeto impuro. "Algo" que al acercarse a él les impediría ejercer sus funciones de culto, pues quedarían manchados por la herida. Esa visión religiosa de culto a Dios que pasa por encima de la compasión hacia el hermano.
Solamente el Samaritano es capaz de ver en aquel bulto a una persona que necesita ayuda. Y se detiene.. Allí está seguramente la clave de todo: detenerse, parar. Anta el dolor y el sufrimiento del otro solo cabe pararlo todo, por que lo que ve en el suelo es más grave, es una persona, la persona es sagrada sea cual sea su origen, su religión, si cree o no cree o el color de su piel.
Lamentablemente, cuando más diferente percibimos al otro, mas alejado lo sentimos y menos merecedor de nuestro llanto y por extensión, de nuestra indignación y acción política.
Valencia. fr. Bernardo Yoel