Feria privilegiada de Adviento:
La piedad popular, a causa de su comprensión intuitiva del misterio cristiano, contribuye eficazmente a salvaguardar algunos de los valores del Adviento, amenazados por la costumbre de convertir la preparación a la Navidad en una “operación comercial” llena de propuestas vacías, procedentes de una sociedad consumista, mientras miles de personas viven sin electricidad en la Cañada Real, en pleno centro de España.
La piedad popular nos hace percibir que no se puede celebrar el Nacimiento de Seńor si no es en un clima de sobriedad y de sencillez alegre, y con una actitud de solidaridad para con los pobres y marginados, por los que, tampoco ellos, no encuentran posada porque se les cierran las puertas y fronteras o perecen en ese cementerio llamado Mediterráneo.
La espera del nacimiento del Salvador tiene que hacernos sensibles al valor de la vida y al deber de respetarla y protegerla. Nos hace ver también, que no se puede celebrar con coherencia el nacimiento de quien “salvará a su pueblo del pecado” (Mt 1,21) sin un esfuerzo para eliminar de sí el mal, viviendo en la vigilante espera del que llama a nuestra puerta a diario para que le dejemos entrar…