En el Evangelio, los siervos buenos son los que arriesgan. No son cautelosos y precavidos, no guardan lo que han recibido, sino que lo emplean. Porque el bien si no se invierte, se pierdes: por que la grandeza de nuestra vida no depende de cuánto acaparemos, sino de cuanto fruto damos. Cuanta la gente pasa su vida acumulando, pensando en estar bien en vez de hacer el bien.
¡Que vacía es una vida que persigue solo sus necesidades, sin mirar a los necesitados!
yoel