Jesús dejo claro quien es justo a los ojos de Dios contándonos una parábola que se desenvuelve en el templo.
El fariseo es reputadamente piadoso, pero tiene una concepción distorsionada de si mismo; se singulariza alejando se de todos, incluso de su vecino de oración.
El se define por lo que no es y, en su mundo, Dios debería estar orgulloso de él. Pero Jesús lo reprueba. El otro, un pecador publicano, se mira como Dios lo vería; no aspira a la vida, por Dios se la otorga.
Ante los ojos tenemos tendencias recientes que enaltecen al individuo de que lo singulariza de manera competitiva. Esa distención no siempre ocurre por las virtudes morales desplegadas ante los demás como que machote que es o es una amanerado como su de una competición se tratara.
YOEL
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. La humildad no solo dirige al hombre hacia Dios, sino también hacia los demás.
. Nosotros no podemos ver para creer, hemos de creer para ver.
josepmaria.