El Abad marchó a la ciudad para asistir a la misa de Navidad. Cuando vio tantas luces, cantos, frases bonitas...se quedó perplejo. Y se preguntó:
- ¿Qué hago yo en mi pequeño y destartalado monasterio si éstos están más cerca de Dios que yo?.
. Junto a unos grandes almacenes vio un viejo gordo con una larga y blanca barba y un vestido rojo, que, haciendo sonar una campanilla, decía:
- Jo,Jo, Jo ¡ Feliz Navidad!.
Ferran se acercó admirado y le preguntó:
-Oiga buen hombre ¿Qué es la Navidad?
El viejo orondo lo miro con desprecio y le espeto a la cara.:
-Una mierda. Pasar un frío de los cojones haciendo el payaso en esta puerta por un contrato basura.
Y volvió a su cantinela de jo, jo,jo,jo...
. El Abad penso que el lenguaje de los hombres había variado un poco desde que él se fue al monasterio, y siguió caminando.
Luces, música, escaparates multicolores, algunos más alegres de lo normal, pero empezó a notar la ausencia.... de Dios.
.Entro en una iglesia. Todas las luces estaban encendidas. Por los altavoces sonaban villancicos, pero...¡que raro! se dijo el monje:
- No es la iglesia donde está Dios?
Por más que miraba no lograba verlo.
Empezó la ceremonia. Cantos. Un sermón del cura que no se acaba nunca....y Dios no aparecía por ningún lado.
.El pobre monje, triste, aturdido, salió de la iglesia. emprendió tristemente el camino a su destartalado monasterio, pensando que había tenido una mala idea pensando que podía celebrar la Navidad en la ciudad.
. Se encontraba ya en los suburbios, cuando alguien tiró de su raída manga, era un pequeñajo desnutrido, vestido tan pobremente como él, pero con la sonrisa más bella del mundo.
.Abuelo, abuelo, venga con migo.
El Abad se dejó arrastrar hacia la casucha de lata y cartones. Allí, alrededor de un pequeño fuego, estaba una pobre familia.
- Venga, venga, abuelo. que hoy es Nochebuena y nadie puede quedarse sólo.
. Allí el Abad tomó la mejor sopa de huesos mil veces hervidos, que nunca había probado.
Allí, el Abad comió el plato de arroz con menudillos mejor del mundo.
Allí, el Abad bebió un café de achicoria que le supo a gloria.
Allí, el Abad , mientras le resbalaban las lágrimas por las mejillas, vio, sentado y riendo con los niños, meneando la cabeza delante del abuelo que andaba mas alegre de lo normal, a Dios.
Y dicen que aquella noche, una estrella acompañó al Abad de regreso a su viejo Monasterio.
YOEL. Valencia.España.
¡BON NADAL!