Aquel amanecer, el Anacoreta, estaba pletórico. El desierto despertaba con sus colores ocres y el sol esparcía los rayos sobre él.
El anacoreta rezaba:
-Gracias Señor, por que me has hecho el hombre más rico del mundo. Tengo una cueva que me protege del frío durante la noche y del calor durante el día. Tengo todo un desierto para mí y el aire y la atmósfera más pura de la tierra....
. Aún no había acabado la oración cuando una extraña y silbante voz dijo:
-¡Eh! no tan aprisa, que la cueva es mía.
Se giro el anacoreta y vio una serpiente a la puerta de la cueva, mirándolo con ojos penetrantes y haciendo temblar su lengua bífida.
. Cuando llegaste yo ya estaba aquí. Te dejé por que eres una persona pacífica y no me molestas.
. Al mismo tiempo se oyeron miles de voces atipladas:
. ¡El desierto es nuestro! ¡El desierto siempre ha sido nuestro!
Eran las hormigas, saltamontes, arañas, gusanos...Los mil y un habitantes de aquel desierto.
. Sobre su cabeza sonó una voz grave y tranquila. Era el águila que giraba en amplios círculos sobre el desierto.
. El aire es mío; pero no me importa compartirlo. Vosotros los hombres llegáis a un lugar y enseguida os hacéis los dueños, levantáis cercas y alambradas. Si supierais compartir... os ahorraríais muchos problemas.
El Anacoreta prosiguió su oración reflexionando sobre cuan lejos estaba todavía de la perfección...
YOEL
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. Tu lo que quieres es un milagro de Dios. No te va a convertir en lo que no eres. Pide aceptarte.
. Serías capaz de socorrer a los que no amas?.
. Deja de quejarte. ¡Tú no estas sólo!.
josepmaría