Llegaron a la Adadia unos árabes. Resultaron ser Sufíes. Acamparon junto a unos limoneros y granados y compartieron la comida con los monjes.
A la hora de víspera, también rezaron con ellos. Como es su costumbre lo hicieron danzando y girando sobre si mismos.
Cuando se fueron el Abad dijo a los jóvenes novicios:
- Nuestra definición de oración es incompleta. Decimos que orar es levantar nuestra mente y el corazón a Dios. Nos olvidamos del cuerpo.
- El hombre no es sólo espíritu, también es cuerpo; y es el hombre completo quien debe rezar.
. El novicio de más edad pregunto.
. ¿No dicen los maestros espirituales, que hemos de someter el cuerpo para crecer en el espíritu?
- Ciertamente, dijo el P. Ferran y todos sabemos que tras una comida festiva, no tenemos cabeza para muchas reflexiones...No se trata de caer en el culto al cuerpo, aunque hemos despreciado mas de la cuenta nuestro cuerpo...no hemos entendido la penitencia monástica. No ayunamos por desprecio al cuerpo. Ayunamos para para orar con el cuerpo. Moisés bailaba enfrente al Arca.
- Hemos de orar con el cuerpo y espíritu.