La humanidad no es algo estático, sino un quehacer dinámico que acontece en el tiempo y continuamente tiene que aprenderse. La vida es nuestro tiempo que cada día interpretamos,comprendiendo su ambivalencia singular y única, universal y necesaria. Vivimos condicionados por nuestro pasado, a la vez que se nos ofrece un futuro abierto a nuevas pasibilidades.
Muchas veces tendremos que reconocer nuestra angustia vital de sabernos tal y como somos, sin autodefensas, sin agresividades estériles.
La vida del hombre auténtico es como una barca, arrojada en medio de un mar agitado.
A los que Dios ha concedido el don de la Fe nos dice que Cristo va con nosotros, aunque aparentemente está dormido. No estamos solos.
Buen domingo. Yoel.