Los hombres necesitamos a Dios. Dios ocupa el vacío que dejan muestras ausencias y nuestras propias debilidades.
Los apóstoles confían en la providencia que sacia el afán por anunciar a Jesús.
Pablo presumía de sus debilidades por que era consciente de la fuerza que Cristo depositaba en su misma existencia (2 Cor 12, 1 - 10).
Cuando los hombres prescindimos de Dios, caemos en la idolatría.
La fe en la providencia divina hace que nos encontremos con Dios. El reino de Dios es una aventura de vida que busca la realidad de la persona. Su justicia nos enseña a obrar el bien y su Reino nos hace experimentar la satisfacción por el trabajo y la paciencia (Mt 6, 24- 34).
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