Andaban los novicios de la abadía del Alcalatén preocupados por la oración.
El Abad Ferràn aprovecho un descanso del trabajo en el pequeño huerto para preguntarles:
¿Que os pasa que habláis con tanto entusiasmo?.
El mayor de los monjes respondió:
. Padre, no logramos rezar con auténtico espíritu.
. Las circunstancias de cada uno hacen que no podamos concentrarnos. Querríamos alimentar nuestra oración con verdaderas ideas, concentrarnos y sólo acuden a nuestra mente las cosas que pasan por la vida...yo hoy no me quito de la cabeza el gesto de Pablo Alborán, en el coraje que pone en su vida...ect.
-El Abad Ferran suspiró. Empezaba a impacientarse de lo poco que aprendían sus monjes.
-Mirad la oración espiritual pura no existe. Y si existe no es cristiana. Tenemos tres alimentos para nuestra oración: La Palabra, La Eucaristía y La Vida.
Hizo una pausa y mirándoles dijo:
-Si tomáis la vida como una distracción...nunca llegareis a orar de verdad. ¿A caso queréis hacer de vuestra oración algo desencarnado, tan espiritual, que no cambie nada en vosotros?.
.Miró al horizonte y dijo:
-Partid de la vida. Pensad en los problemas de la vida. Palabra, la Escritura os ayudará a meditar-orar.
-Si vuestra oración no os lleva a comprometeros, a luchar por hacer mejor la vida de los que tenéis alrededor....dejadla.
-Eso es placer estético, no oración. Y lo que encontrareis es un ídolo, no a Dios.
¡Venga, vamos a seguir con el trabajo...
YOEL.